DIARIO DE SUDÁFRICA - Capítulo 33. Knysna, Cuevas de Kango y Oudtshoorn, tierra de avestruces

June 30, 2017 | Autor: Mireya Robles | Categoría: English Literature
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Descripción

DIARIO DE SUDÁFRICA – Capítulo 33. Knysna, Cuevas de Kanga y
Oudtshoorn, tierra de avestruces

Mireya Robles

Julio 18 - 89, martes. El viernes 14 llegamos a Knysna (pronunciado
Naisna), al anochecer. Habíamos estado con la ilusión del ambiente de
Fiela's Child y pensábamos adentrarnos un poco en ese mundo de
literatura y realidad. En el ambiente de Knysna predominan los mulatos
que hablan afrikaans en un tono moderado de voz. No son como los zulus
de Natal, que hablan a gritos. Casi al lado de mi oficina, en la
Universidad, hay una cocinita donde Mavis, la sirvienta zulu, prepara
el té que nos sirve a los profesores del Departamento de Francés y de
Español, dos veces al día. Mavis es haragana y belicosa y tiene en
aquella cocinita una tertulia perenne por la que pasa cuanta criada o
trabajador zulu que hay en la Universidad. El escándalo que forman es
tal que muchas veces tengo que irme de mi oficina porque no me puedo
concentrar en lo que estoy haciendo. Si le dicen que baje la voz (yo
creo que los zulus son incapaces de hablar en otra forma que no sea a
gritos), entonces alza más la voz. A veces, las alumnas que están
tomando exámenes tampoco se pueden concentrar por el vocerío de lo que,
a puerta cerrada suena como una tribu guerrera. Pero los sirvientes
están unionizados y ya Mavis ha amenazado: si la echan dirá que es por
discriminación y nos traerá un problema interminable con la Unión.
Knysna resultó ser un pueblo deprimente. Como al día siguiente de
nuestra llegada iba a haber una competencia de corredores, los pocos
hoteles del pueblo estaban llenos. Fuimos a la Oficina de Información
de Turismo y una chica medio retardada nos aseguró que era inútil
intentar buscar alojamiento en toda el área. Nos señaló tres hoteles
como posibilidades. Fuimos a dos que parecían estar en barrios de
mulatos: el Knysna Hotel en el cual no había habitación disponible y el
New Haven Hotel en el que cobraban R84 por una habitación tan asquerosa
que no pudimos aceptar. Nos fuimos al Royal Hotel en el que pagamos
R126 por una habitación deprimente, con la cadena de seguridad de la
puerta instalada al revés, así es que era totalmente inútil. Tanto es
así que cuando menos lo esperábamos, ya con la luz apagada, oímos un
toque en la puerta y seguidamente, el sonido de la llave en la
cerradura. Al encender la luz vimos a un negro uniformado, sonriente,
que traía en un platillo, dos bombones "para que tuviéramos dulces
sueños".
La recepcionista del hotel, grosera y despótica, hablaba inglés con un
fuerte acento afrikaans. En medio de la noche, me despertó una letanía
de voz ronca que repetía ba-ba-ba-, ba-ba-ba, en medio de una lucha
feroz de gatos enloquecidos. Al fin, un golpe que se oyó pesado en la
noche. Cesó la lucha enloquecida de los gatos. En medio de la
oscuridad, me pregunté si sería un rito diabólico. Tina, una india que
vende frutas en Durban, le contó a Anna que por equivocación entró en
un apartamento que tenía la puerta abierta y se encontró con paredes
pintadas de negro en las que había cabezas de gatos y de cerdos
colgadas. Una vecina de ese apartamento le contó a Tina que los que
viven ahí hacen ritos diabólicos y que salen por la noche a matar gatos
para beberse la sangre. Al día siguiente de esa noche espeluznante,
leí un panfleto de propaganda del Royal Hotel: mostraba la fachada
moderna, más o menos agradable, que enseguida reconocí; una foto
antigua de principios de siglo, con carros de la época, con damas con
elegantes sombreros y caballeros convertidos en orgullosos choferes.
Fecha de inauguración del hotel: 1847. Referencia a huéspedes famosos
entre los que se encuentra el Príncipe Alfred, Duque de Edimburgo quien
se hospedó en el hotel con otros señores honorables, tales como el
gobernador del Cabo, Sir Phillip Wodehouse, el coronel Rivers y Sir
Walter Currie "who went on the historic elephant hunt in the forests in
1867". A pesar de este pasado ilustre, no pude deshacerme, aun en la
claridad del día, de los maullidos desesperados en medio de la letanía,
el golpe pesado y después el silencio en la oscuridad.
Knysna fue explorada por George Rex quien se cree que fue hijo de
George III de Inglaterra y una cuáquera llamada Hanna Lightfoot. Rex
creó una importante industria de madera local que se llama stinkwood.
Este tipo de madera predomina en la iglesia, St. Georges Church,
consagrada en 1855, construída en terreno donado por Rex. No fuimos a
los bosques de Knysna, que hace años estaban poblados de unos elefantes
que ya casi han desaparecido en su totalidad. En estos bosques se
filmó la película basada en la novela del mismo título: Fiela's Child.
El sábado 15 salimos temprano de Knysna antes de que comenzara el
maratón de corredores. Tomamos la carretera N2 hacia el oeste y
llegamos a Mossel Bay que fue el primer lugar donde desembarcó el
portugués Bartholomew Dias en 1488, después de darle la vuelta a la
punta sur de África. Hay un museo interesante que no pudimos visitar
porque estaba cerrado. Tampoco vimos un árbol al que le llaman el
"árbol-correo" porque se dice que en 1500, un marino que estuvo en
Mossel Bay, de paso para el Oriente, dejó un mensaje dentro de una bota
que colgó en el árbol y que fue descubierto por otro marino un año
después. Surgió entonces la costumbre de dejar mensajes colgados en el
árbol. Hoy hay allí un buzón en forma de bota. Después de una breve
parada en Mossel Bay, tomamos la carretera R328 hacia el norte hasta
Oudtshoorn. Antes de entrar en el pueblo, fuimos a una finca de
avestruces, Highgate. Hay unas 350 fincas en el distrito de Oudtshoorn
que tienen unos noventa mil avestruces. Fue una novedad para mí pasar
por tantas fincas y ver desde la carretera, montones de avestruces en
vez de vacas. Ésta es el área de los avestruces: hay bisté de
avestruz, biltong (tiras de carne seca) de avestruz, plumeros de plumas
de avestruz, cascarones de huevos de avestruz pintados, sin pintar,
cortados como pozuelos, a la venta en todas partes. El huevo de
avestruz es duro, durísimo, se puede subir uno encima, pisarlo, y no se
rompe. Pesa de un kilogramo a un kilogramo y medio y se comen
generalmente en tortillas. Nos dijeron en Highgate que con un huevo de
avestruz pueden comer cuarenta y ocho personas. Esto me pareció una
exageración total. Anna compró uno por R10. Cuando ella llegue a
Durban lo va a cocinar y ya me enteraré si lo de los cuarenta y ocho
personas es cuento de camino. En Highgate nos invitaron a montar
avestruces pero desistimos al ver lo intranquilas e indomables que son.
Anna temía que al caerse (todos los que montaron terminaron en el
suelo como los jinetes de rodeo) se le partieran las gafas; yo desistí
por temor a que se me acabara de partir la espalda. Además de
inquietas e indomables, son más veloces que Road Runner: alcanzan una
velocidad de 60 kilómetros por hora. En Oudtshoorn pasamos la noche en
Kleinplaas, un conjunto de chalets cuya dirección es Baron van
Reedestraat 171. Nos tocó el chalet #12. No estaba mal por R60. El
mismo día que llegamos visitamos el C.P. Nel Museum donde hay
reproducciones de farmacias y oficinas de fin de siglo, una colección
de autos antiguos, entre otros, un Schacht Motor Buggy de 1909;
también, dentro del museo, hay una sinagoga del siglo pasado. Al otro
día, domingo, fuimos a las cuevas de Kango, a 29 kilómetros de
Oudtshoorn. Las cuevas empezaron a formarse hace ochocientos millones
de años, por depósitos de sedimentos. Hay cortinas y paredes de
estalactitas y estalagmitas, esculturas naturales o grupos de
esculturas que parecen un Nacimiento, la virgen y el niño, un águila.
Hay salones naturales en los que se ofrecen conciertos. Se cree que
los bushmen habitaron estas cuevas que me parecieron particularmente
hermosas por la variedad de las formas, la transparencia de los
sedimentos, el techo que da la impresión de nubes en movimiento.
"Kango", de probable origen hotentote, quiere decir "montañas ricas en
agua".
Había varios grupos en las cuevas, entre otros, uno chino y otro
español. Nos asimilamos al grupo español. Casi todos eran chilenos y
la guía, argentina. Según la guía, aquí filmaron la película Las
minas del rey Salomón. El actor principal: Richard Chamberlain. La
guía pasa ahora del relato al chisme: durante la filmación celebraron
en Oudtshoorn una fiesta en honor de Richard Chamberlain a la que
asistió el pueblo entero con la esperanza de verlo. Chamberlain no se
apareció por la fiesta. El pueblo de Oudtshoorn, frustrado y herido,
ignoró desde ese momento a Chamberlain "porque después de todo él es de
la misma clase que Rock Hudson". Al oír este último dato, el grupo
chileno se unió en un aspaviento contenido, como queriendo asimilarse
al desprecio, que según la guía, manifestó tan dignamente, el pueblo de
Oudtshoorn hacia Chamberlain. Yo me quedé con deseos de ver la
película y recorrer en ella estas cuevas tan hermosas. Ya casi al
salir, una chilena cantó en uno de los salones naturales, el "Ave
María" y "La tranquera", una canción chilena con un poco de nostalgia
gauchesca que me gustó mucho.
Volviendo a los avestruces: en Highgate me enteré de que los avestruces
se tragan una gran cantidad de piedras porque si no, no pueden digerir
la comida. Allí nos enseñaron un pote enorme de cristal que encerraba
el contenido del estómago de un avestruz. Además de piedras, había
muchas monedas, pedazos de palo, bujías de carro y un tacón de zapato
de mujer. También nos informó el guía de la finca, que el macho
persiste en la monogamia en una forma tal, que si pierde a su hembra se
tira a morir. La hembra, por su parte, es una polígama desenfrenada a
la que el macho tiene que estar vigilando constantemente para que no le
sea infiel.
Después de pasar el día entre avestruces, me viene a la mente el
contoneo casi sabroso de su andar, y, como dice Anna, la visión de
seres "asombrados de vivir". En cuanto al huevo que Anna compró: hay
que estarlo virando cada ciertas horas para que no empolle. Ella lo
tiene envuelto en papeles de periódicos y metido en una caja. Viaja
así en el maletero del carro. Cuando no estamos en camino, lo guarda en
el refrigerador. Según el guía de Highgate, el pequeño avestruz no
puede romper el huevo para salir, los padres lo rompen para que salga a
la vida. El que le vendió el huevo, por su parte, dijo que si no se
cambia de posición, el huevo se empolla solo. El hecho es que el huevo
se ha convertido en un personaje cuya presencia está ahí, y lo sabemos:
en el maletero, en el refrigerador, envuelto en sus papeles y en su
caja. Aunque la advertencia del vendedor me parece exagerada, aún no
sabemos si al abrirlo aparecerá una enorme yema con su clara o un ser
"asombrado de vivir" y más asombrado aún de verse rodeado de enseres de
cocina. Veremos.
Julio 22 – 89, sábado. Sigo con los avestruces. En Highgate nos
subieron a los turistas a unas gradas cuando nos propusieron que
participáramos en el rodeo en el que nos abstuvimos de participar. Una
tribu de avestruces enloquecidos repetía vueltas en el redondel. Como
sus cuellos son tan altos, el pico les quedaba ---a las que se
acercaban--- al nivel de mis gafas. Me mantuvieron cambiando de lugar
cada dos segundos porque ya nos habían dicho que les encanta picotear
todo lo que sea brillante, sobre todo, las gafas. En un momento en que
se alejaron de mí y pude serenarme, me dediqué a observarlas. Vi a uno
de los machos que de momento se detuvo, soltó un chorro blancuso de
orine que tenía la violencia precipitada de un orgasmo y acto seguido
mostró un pene grueso como el de un caballo, rojo como un melón.




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