Diálogos con la Historia: Discusiones ydebates en torno al estudio de la represión franquista en Canarias

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Descripción

Actas de las VI Jornadas

Prebendado Pacheco de Investigación Histórica

Roberto J. González Zalacain, Blanca Divassón Mendívil y Javier Soler Segura (Coords.) Ilustre Ayuntamiento de la Villa de Tegueste 2016

Título: Actas de las VI Jornadas Prebendado Pacheco de Investigación Histórica Edita: Ilustre Ayuntamiento de la Villa de Tegueste Año: 2016 Coordina la edición: Roberto J. González Zalacain, Blanca Divassón Mendívil y Javier Soler Segura Imprime: Airam Hernández Rodríguez ISBN: 978-84-938791-2-9 Depósito Legal: 897-2013

Indice María de los Remedios de León Santana Presentación

5

Roberto J. González Zalacain Introducción

7

Nuria Álvarez Rodríguez y Felipe Jorge Pais Pais Resultados preliminares de las prospecciones y el sondeo arqueológicos efectuados en la «Mancha Vieja» (Las Manchas de Abajo. Los Llanos de Aridane, La Palma)

17

Cristobalina León Mesa Nuevos caminos para viejos pasos. De Abona a El Realejo de Arriba

33

Jesús Emiliano Rodríguez Calleja La población de Tegueste según el padrón de 1815

51

Amara Florido Castro Inventario del Patrimonio Histórico Industrial de Tegueste

73

José Manuel González Rodríguez Intrahistoria del turismo en Canarias en el siglo XIX y entre los años 1950 y 1978. La intervención de los agentes que diseñaron su desarrollo

93

Aarón León Álvarez, Luana Studer Villazán y Blanca Divassón Mendívil «Diálogos con la Historia»: discusiones y debates en torno al estudio de la represión franquista en Canarias

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Víctor Muñoz Gómez Enseñar Historia (Medieval) en la Educación Secundaria actual en Canarias y España a la luz de la legislación

171

Grecy Pérez Amores ¿Yo, tú ellos y nosotros? El relato etnográfico

189

Blanca Divassón Mendívil y Javier Soler Segura History For Sale. Conclusiones a las VI Jornadas «Prebendado Pacheco» de Investigación histórica

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Programa de las Jornadas

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Actas de las VI Jornadas Prebendado Pacheco de Investigación Histórica. Tegueste, 2015

Diálogos con la Historia: discusiones y debates en torno al estudio de la represión franquista en

Canarias

Aarón León Álvarez, Luana Studer Villazán y Blanca Divassón Mendívil

Introducción El presente trabajo es el resultado de una Jornada organizada por el Aula Canaria de Investigación Histórica 1 y el Instituto de Estudios Canarios, el 22 de octubre de 2014, y coordinada por Aarón León Álvarez y Luana Studer Villazán, bajo el título «Diálogos con la Historia. La represión franquista en Canarias». La Jornada comenzó con una visita guiada por la ciudad de La Laguna explicando la A u t o g u í a de la Memoria Histórica de La Laguna2 a cargo de ambos coordinadores. Esta publicación se organiza en torno a dos rutas de visita por la ciudad que están definidas por su relación con el período de la Segunda República, la Guerra Civil y el franquismo. El objetivo de su edición, aparte de acercar esta realidad a los visitantes de La Laguna, fue poner en valor el patrimonio histórico local vinculado con la Historia Contemporánea y Reciente. Los puntos visitados durante esta ruta fueron el entorno de la Catedral (la calle Bencomo, donde se encontraba la sede de la Federación Obrera lagunera), el Ateneo y el lugar donde se ubicaba el Café Central, centro de reunión de las fuerzas conservadores laguneras. Se siguió camino hacia el Teatro Leal, con referencias a la calle La Higuera, donde estaba la sede del Partido Comunista, y al barrio de San Juan, epicentro de las desapariciones de destacados militantes republicanos y obreros. Posteriormente, se visitó el exterior del Instituto de Educación Secundaria Canarias Cabrera Pinto, recordando también el centro de detención ubicado en el Cuartel de Artillería de la Plaza del Cristo. Finalmente, la guía finalizó en el Palacio de Salazar, sede del Obispado de la Diócesis Nivariense, donde se hizo referencia a algunos hechos como la toma del antiguo Seminario Diocesano (exconvento de Santo Domingo de Guzmán) o del propio edificio episcopal de la calle San Agustín por militantes del Frente Popular.

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Aarón León Álvarez, Luana Studer Villazán y Blanca Divassón Mendívil

La ruta terminó en la sede del Instituto de Estudios Canarios, en la Casa de Ossuna. Aquí tuvo lugar una mesa-debate a la que fueron invitados los historiadores especialistas en el tema José Manuel Hernández Hernández y Ricardo Guerra Palmero 3, además de Studer y León Álvarez, este último en calidad de moderador de la mesa. Esta actividad debe enmarcarse en la línea de investigación sobre la represión franquista y la Memoria Histórica en Tenerife en la que han venido trabajando tanto Aarón León como Luana Studer junto a otros historiadores de la Universidad de La Laguna, que conformaron un equipo de investigación que participó en proyectos centrados, fundamentalmente, en el estudio sobre la desaparición de militantes obreros y republicanos entre 1936 y 19394. Su trabajo ha permitido a este grupo de jóvenes investigadores acceder a fuentes documentales y orales poco trabajadas hasta la fecha, en algunos casos, o revisitar otras que se consultaron décadas atrás y que les ha ofrecido la oportunidad de adentrarse en el análisis de un fenómeno que, en el caso de Canarias, vivió una etapa de importante desarrollo historiográfico entre la segunda mitad de los años 80 y principios de los 90. Sin duda, el proceso de recuperación de la Memoria Histórica ha contribuido a este renovado interés por la represión en Canarias que, sin embargo, a pesar de haber tratado de incorporar nuevas perspectivas y reflexiones teóricas al estudio de este tema, sigue manteniendo en esencia un carácter contributivo, de recuperación y visibilización de fuentes5. Una situación que se diferencia bastante de lo que sucede en el resto de Comunidades Autónomas del Estado, en las que se dispone de estudios consolidados que han avanzado en el conocimiento de cuántos y quiénes fueron concretamente los represaliados, los distintos procesos de represión y su continuidad durante la posguerra e, incluso, han abierto nuevas líneas de investigación relacionadas con los apoyos sociales al golpe, como la delación y colaboración ciudadana, el estudio de los represores, etc. En Canarias, sobre estos últimos temas, tenemos algunas referencias generales, aprovechando fuentes documentales como las asociadas al Tribunal de Responsabilidades Políticas, los expedientes sobre incautaciones e, incluso, la documentación incorporada a los consejos de Guerra. En este sentido, en las Islas se cuenta con una rica documentación que, aunque ha sido abordada por autores como Ricardo García Luis y Salvador González Vázquez, está pendiente de un análisis histórico sistemático, que arroje más luz sobre este período de la historia reciente de Canarias, sobre el que se ha venido trabajando de manera desacompasada6. Estas y otras cuestiones fueron tratadas en la mesa-debate: la situación de la historiografía canaria en torno al estudio de la represión franquista, el papel del historiador y la Memoria Histórica, la importancia de estudiar la Segunda República para conocer - 136 -

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y entender lo que sucede a partir del 18 de julio de 1936, la cuantificación de las víctimas y el estudio general del fenómeno represivo, el acceso a las fuentes y problemas derivados de la legislación vigente, y, finalmente, los retos y vías de investigación que se podrían explorar en un futuro a corto y medio plazo. Evidentemente, por limitaciones de tiempo, estos temas se trataron con cierta profundidad, pero no con toda la que desearíamos. Como conclusión del debate se puede afirmar que existe un acuerdo generalizado en torno a cuáles han sido las contribuciones al tema de la represión en Canarias. Disponemos de un mapa general sobre la represión, con más de una decena de publicaciones que han aportado datos sobre los represaliados, los centros de detención y las distintas fases de la represión en las Islas. Además, en fechas recientes se han trabajado con mayor intensidad las causas de este fenómeno y se ha comenzado a plantear la importancia de valorar el papel de los represores. Tampoco hay que perder de vista que, incluso, en la actualidad se ha comenzado a investigar la importancia de la violencia franquista en la posguerra, con casos concretos como los batallones de trabajadores o la continua vigilancia de las fuerzas de seguridad franquistas. Igualmente, de ese debate se pueden extraer algunas lagunas existentes en nuestra historiografía. Las intervenciones del público asistente ayudaron, en buena manera, a desvelar las deficiencias de que adolecen los estudios históricos publicados sobre el período en Canarias hasta la fecha y contribuyeron a destacar la necesidad de medios económicos para investigar, los problemas de acceso a las fuentes y, sobre todo, las dificultades con las que tropieza el investigador en algunos archivos. Junto a ello, se resaltó la ausencia de líneas de investigación y de apoyo desde las universidades canarias. Asimismo quedó constatado el vacío bibliográfico que hay sobre determinados temas, como la historia de la infancia durante la posguerra, las biografías de los represores o el papel que tuvo la Iglesia en el fenómeno represivo. Existe unanimidad en torno a la importancia de valorar la conflictividad que caracterizó la Segunda República como base explicativa para comprender la dimensión de violencia que hubo en un territorio de retaguardia como el canario. El tema de la violencia llevó ineludiblemente a plantearse el tema de las cifras de desaparecidos y de víctimas en general, algo que supone una continua preocupación por parte de los historiadores canarios. Sin duda, nuevas perspectivas y temáticas deberían ayudar a profundizar la historia de la represión en Canarias, un tema que, aunque espinoso, es clave para comprender la composición y la vida de la sociedad isleña actual y los derroteros por los que transita.

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Aarón León Álvarez, Luana Studer Villazán y Blanca Divassón Mendívil

Esta Jornada abre un ciclo, organizado por Aarón León Álvarez, que tiene como finalidad crear espacios de diálogo y debate sobre la Historia Contemporánea y Reciente de Canarias y España7. El objetivo es que se puedan celebrar nuevas y similares actividades que permitan contar con otros investigadores que contribuyan a conocer lo sucedido en Canarias y e n el conjunto del Estado español durante el marco del siglo XX. Lo que presentamos a continuación es la transcripción íntegra del debate resultante de esa Jornada. Salvo por ligeras correcciones de algunas expresiones, con el fin de dar agilidad a la lectura del texto, se ha respetado por completo lo manifestado por cada uno de los autores. Además, como se ha hecho en trabajos anteriores8, se incluyen las aportaciones realizadas por el público asistente. Se pretende con ello cumplir el objetivo de difundir los resultados de las investigaciones sobre historia de la represión en Canarias y acercar a la ciudadanía los debates historiográficos generados en torno a este tema. Este tipo de trabajos son una apuesta por dar utilidad social al conocimiento histórico y ponerlo a disposición de la sociedad para que lo emplee en su beneficio y mejoramiento.

Transcripción de la mesa-debate9 La primera parte del debate comenzó con la lectura de un texto remitido por Ricardo Guerra, que reproducimos a continuación: «La situación actual de la investigación acerca de la represión franquista presenta luces y sombras que reflejan los problemas a los que se han enfrentado los investigadores en esta materia y traslucen la situación de la historiografía contemporaneísta en Canarias. El grueso de la investigación data de finales de los ochenta y los noventa del siglo XX y, tras un prometedor inicio, los avances posteriores han sido lentos y en algunos casos frustrantes. Los trabajos colectivos publicados en Gran Canaria se han visto paralizados y en las islas occidentales las tareas de estudio de este periodo han respondido a esfuerzos individuales que, en la mayoría de los casos, han estado en los márgenes o excluidos del mundo académico. En Gran Canaria, tras los importantes trabajos iniciales de Luis Anaya, José Alcaraz y Sergio Millares, entre otros, a los que hay que añadir las indicaciones pioneras de Agustín Millares Cantero, la investigación académica sobre las represiones franquistas parece que se ha estancado. En los últimos años ha habido alguna aportación esporádica y algunos esfuerzos divulgativos, pero no se vislumbran avances de fondo, salvo en cuestiones muy concretas.

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En el caso de la provincia de Santa Cruz de Tenerife, la investigación salida desde la Universidad ha sido muy escasa, salvando las aportaciones del profesor Miguel Ángel Cabrera Acosta sobre la Isla de El Hierro y otros trabajos, que datan de mediados-finales de los ochenta y algunos posteriores. Además, de esos trabajos, destaca lo realizado para la isla de La Palma por Salvador González Vázquez. De resto, las aportaciones provienen de iniciativas personales que, a la manera de francotiradores, han realizado trabajos fundamentales dentro del actual estado de conocimiento. En especial hay que reconocer y destacar los trabajos de Ricardo García Luis, tanto sus artículos divulgativos (en Diario de Las Palmas y posteriormente publicados en Ediciones Idea bajo el título de El Pozo) como sus trabajos de mayor lustre, en especial sus libros sobre los fusilados en Tenerife, su Crónica de vencidos, el Proceso a la CNT y otros trabajos que, partiendo de documentación escrita y de numerosas fuentes orales, presentan un valor nunca bien ponderado. En el caso tinerfeño, acerca de la contienda civil se espera una amplia aportación de otro de los autores y animadores del estudio sobre este periodo: la ciclópea Tesis Doctoral de Ramiro Rivas que, esperemos, sea finalizada el próximo año y vea la luz en 2016. Además de estas aportaciones básicas, durante la pasada década y la siguiente se han realizado aportaciones parciales a la problemática de la represión y se han abierto nuevos temas de investigación o planteamientos iniciales sobre el primer franquismo, sin constituir la omnipresente represión el objeto de estudio principal. Actualmente, lo que destacan son trabajos divulgativos, los habituales esfuerzos individuales y algunos proyectos como el referido a los desaparecidos en La Laguna y los trabajos realizados por el equipo de investigadores (Aarón León, Luana Studer, Victorio Heredero, etc.). A estos trabajos se deben sumar las publicaciones de acopio de material de divulgadores como Pedro Medina y Alfredo Mederos. En cuanto a resultados de la investigación, se conocen bastantes episodios de los procesos represivos durante la Guerra Civil que permiten establecer en términos generales las causas de la misma, la forma de operar de las autoridades surgidas del golpe de Estado y sus secuaces paramilitares, los grandes procesos abiertos, los fusilamientos tras consejo de guerra y otros aspectos relacionados con la misma, tales como las condiciones de vida en los campos de concentración y las cárceles (a través de memorias y escritos autobiográficos), algunos casos de desapariciones, la represión a los maestros y profesores (conocida en gran medida gracias a los trabajos de José Manuel Hernández y de Olegario Negrín), la actuación del Tribunal de Responsabilidades Políticas y episodios destacados como la evasión de Villa Cisneros o lo ocurrido en los Batallones de Trabajadores forzados 180 y 91. - 139 -

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Las sombras también son numerosas, dado que se desconoce el número de víctimas de la represión y las estimaciones del número de desaparecidos son muy dispares. Solo sabemos, de manera muy somera, las actuaciones represivas durante los años cuarenta y no existen valoraciones suficientemente contrastadas sobre el impacto de la represión en el conjunto de la sociedad (demográficas, laborales, de género…) y en las prácticas sociales. Tan solo contamos con hipótesis de trabajo en construcción. Esta situación, que no se puede considerar positiva si se atiende a los avances efectuados en otras zonas del Estado, está directamente relacionada con dos factores: en primer lugar, con el desinterés de las universidades canarias por esta temática y, en segundo lugar, por la propia dinámica social y política de la región y sus agentes sociales, que debería ser analizada con detenimiento. A pesar del impacto devastador que tuvo en las Islas, todavía la Guerra Civil es presentada al público canario como algo extraño de lo que es mejor no hablar, como algo de “godos” y como un proceso en el que la clase dominante no tuvo nada que ver. La burguesía canaria y sus voceros ya tienen su visión a medida de la realidad isleña y su exculpación de sus “mayores” al hilo de sus discursos tradicionales, que en lo fundamental no han variado en muchas décadas. Por otra parte, y es aún más grave, sectores pretendidamente críticos no han dado importancia a los años de la guerra y dictadura franquista, que no obstante han sido cruciales en la conformación de la Canarias actual». Tras esta lectura, Aarón León pidió a Luana Studer y a José Manuel Hernández que explicarán los puntos principales de la investigación sobre la represión franquista en Canarias y su experiencia y valoración personales sobre el tema. Luana Studer: En relación a la cuestión que lanza Aarón para comenzar este debate, como bien ha comentado el historiador Ricardo Guerra Palmero, la cuestión sobre la represión franquista en Canarias viene trabajándose ya desde comienzo de los años 80, cuando avanzaba el período de la Transición a la democracia. Fue entonces cuando aparecen los primeros estudios sobre el tema durante la Guerra Civil y la posguerra. Hay investigadores, fundamentalmente en Tenerife y Gran Canaria, que trabajaron este tema. Creo que los historiadores que tuvieron la oportunidad de hacer estos trabajos en los años 80 contaban con una ventaja que no hemos tenido los investigadores que nos hemos dedicado a este tema en fechas recientes. Me refiero al hecho fundamental de que en los años 80 aún quedaban personas que habían vivido el proceso de la Guerra Civil y los años siguientes, es decir, que en primera persona vivieron la represión franquista. Muchos de estos investigadores, como Ricardo García Luis, Ramiro Rivas o José Francisco López Felipe, tuvieron contacto con «fuentes de ámbito directo». Es algo de mucha impor- 140 -

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tancia porque las fuentes orales, de todas las que podemos consultar y disponer, tienen la importancia de que son «fuentes vivas», pero con el problema de que van desapareciendo con la muerte de las personas que vivieron esos hechos. Posteriormente, esas investigaciones se prolongan en la década de los 90 y luego hay un cierto parón hacia 1994-1995 hasta principalmente 2007. En este año se aprueba la llamada Ley de la Memoria Histórica por el gobierno de Zapatero, y es cuando el Gobierno central destina partidas para investigar la represión, tanto en lo documental como en lo arqueológico, con la búsqueda de las fosas. En ese marco de la llamada Memoria Histórica venimos trabajando distintos equipos de investigación en Tenerife y Gran Canaria, fundamentalmente. En el caso de Tenerife se abre con la excavación del cementerio de San Juan, en La Laguna, y a partir de ahí se desarrollan diversos proyectos financiados por el Ministerio de Presidencia. Fueron objeto de nuestra atención zonas como Las Cañadas, de la que se ha dicho que fue lugar de desaparición de republicanos, y luego se extendieron los trabajos a otros puntos de la isla. En Gran Canaria también se ha investigado el tema de los pozos en Gáldar, Agaete y otros puntos de la Isla. José Manuel Hernández: Por mi parte es un atrevimiento estar aquí porque no me dedico profesionalmente a la investigación, aunque estoy ligado a ella tangencialmente por mi trabajo en el Archivo. Considero que entre el público hay gente que podría ocupar este sitio con mayor dignidad y capacidad. Sin repetir lo ya dicho anteriormente, sí me gustaría introducir algunas cuestiones que nos pueden ayudar a debatir sobre cómo ha sido el proceso de investigación de este tema en los últimos años. Creo que los trabajos sobre la represión en Canarias, respecto a otras zonas del Estado español, son escasos aún y necesitan una profundización importante. Eso no desmerece las contribuciones de algunos historiadores, sobre todo en los últimos años, como ya se ha citado, de Ricardo García Luis, Miguel Ángel Cabrera, Ramiro Rivas o de Salvador González en el caso de La Palma, que han abierto ese camino con aportaciones interesantes para seguir profundizando en el tema. Luego hablaremos de ese tema, pero es cierto que ha existido un interés por ver quién daba la cifra más exacta en cuanto a desaparecidos durante la Guerra Civil. Creo que si bien es necesario conocer los datos cuantitativos sobre la represión en Canarias no creo que sea el tema más importante del estudio de la represión. Eso sí, es fundamental partir de esos datos cuantitativos para el análisis del hecho represivo a partir de 18 de julio de 1936. Creo que en estos últimos años se han ido abriendo vías para la investigación, algunas, no todas, pues quedan muchas puertas por abrir. Pero estamos en condiciones de llenar vacíos que en otro momento los investigadores sobre la represión en Canarias no - 141 -

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pudieron cubrir. Fundamentalmente del acceso a algunos fondos documentales, a algunos archivos que son, eran en aquel momento, y ahora siguen siéndolo, fundamentales para el estudio de la represión. Sin embargo, los historiadores que nos hemos incorporado a posteriori, tenemos otro hándicap que es la imposibilidad de tirar de testimonios orales, testigos directos de la represión, de la Segunda República y la Guerra Civil, como ha comentado Luana. En estos momentos no podemos lamentar el que no hayamos actuado a tiempo en el sentido de recuperar testimonios orales importantes para conocer la represión en Canarias. Tenemos que agradecérselo a los historiadores, fundamentalmente a los que han trabajado historia oral, caso de Ricardo García Luis, por ejemplo, y algún otro investigador en su momento. Por otro lado, creo que ha habido una escasísima implicación por parte de las instituciones desde la Transición hasta la actualidad, salvo algún paréntesis digno de mencionar, en el conocimiento sobre nuestra historia más reciente. Deberíamos hablar sobre este tema y qué papel deberían jugar en el proceso de la Recuperación de la Memoria Histórica, en la memoria colectiva de nuestro pueblo, en este caso concreto del franquismo. Por último, hay que agradecer la incorporación de grupos de jóvenes investigadores que han retomado las investigaciones sobre el franquismo y la Segunda República. Creo que las investigaciones que están en marcha auguran un futuro bastante prometedor para conocer qué sucedió y cómo sucedió aquello entre 1936 y 1940. Aarón León: los compañeros han tocado ya dos temas claves: el eterno problema de las fuentes para aquellos que investigamos el siglo XX y el relacionado con el llamado proceso de Memoria Histórica. Sobre esto último podríamos hablar desde un punto de vista que va más allá del debate político. En el año 2000 tuvo lugar la primera excavación con carácter científico en una fosa en León, en la que participó Emilio Silva, fundador de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, y a partir de entonces se inició un proceso de recuperación y un trabajo de identificación y búsqueda de fosas comunes que fue extendiéndose a lo largo de todo el Estado. Esta labor impulsó un movimiento social que tuvo su «traslación a lo político» tras la victoria del Partido Socialista en las elecciones de marzo de 2004. Como consecuencia se creó una Comisión Interdisciplinar en el Congreso para el estudio de este tema y se empezó a tratar con especialistas en estas cuestiones hasta que en diciembre de 2007 salió aprobada la «Ley 52/2007», de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la dictadura», la llamada Ley de la Memoria Histórica. Esto se enmarca dentro de una etapa política convulsa, tras la victoria del PSOE en 2004, con el 11M de fondo, con una continua oposición - 142 -

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del PP a las nuevas leyes aprobadas por el Gobierno como la propia Ley de Memoria Histórica. Sobre esta última, y como han dicho ya los compañeros, su aprobación permitió que se realizaran numerosos trabajos de investigación asociados a la financiación de la Ley a través de subvenciones. Quisiera preguntarles a Luana y José Manuel qué papel creen que debemos tener los historiadores en el proceso de Recuperación de la Memoria Histórica, o si debemos estar o no presentes en el debate; otra cuestión y relacionado con esto, recordando un trabajo que presentamos Victorio Heredero y yo en las Jornadas de Prebendado Pacheco de Tegueste, en el que hablábamos de la «militancia de la memoria», tiene que ver con el hecho de que muchos historiadores hayan traído al ámbito académico el sufrimiento y dolor de los represaliados abandonando muchas veces el rigor científico. Y en todo eso qué papel deben jugar las instituciones públicas. A continuación, se dio lectura a otro fragmento del texto facilitado por Ricardo Guerra: «A todo esto se puede añadir, para más confusión, los usos interesados de la denominada Memoria, un tema que en cenáculos académicos y políticos es más que secundario y en el que tras la Ley de Memoria Histórica se han producido y reproducido situaciones similares a las habituales en el muy caciquil panorama cultural isleño, a pesar del esfuerzo de algunas asociaciones e individuos. La Ley de Memoria Histórica, que siempre he cuestionado por su fondo y forma, no ha servido para conseguir lo fundamental –si se quiere conocer lo que ocurrió y honrar a las víctimas del régimen militar fascista–, que no es otra cosa que la apertura de todos los archivos y el facilitar el acceso a los documentos. Como tantas otras medidas ha sido un apaño que ha quedado en casi nada y en Canarias la situación es incluso peor. Además, se han producido casos de manipulación política o instrumentalización de esta temática (véanse las acusaciones de los familiares de los asesinados en San Lorenzo a los distintos grupos políticos del consistorio de Las Palmas de Gran Canaria), en el que han primado fines ajenos a los intereses de los familiares y la sociedad, y se han realizado acciones, con cargo a presupuestos públicos de dudoso o escaso rigor historiográfico, o cuanto menos mejorables, independientemente de las intenciones de los ejecutantes de esas acciones. El caso es que realmente las acciones emprendidas desde las asociaciones no han calado en la sociedad, al menos en Tenerife –en Gran Canaria y La Palma la situación es distinta–, a pesar del interés que despierta esta problemática, como se puede comprobar en los encuentros celebrados en la Universidad de La Laguna sobre la Segunda República y el franquismo y otros actos como conferencias, iniciativas editoriales y la venta de algunos libros sobre la Guerra Civil y el primer franquismo en las Islas. En cuanto al papel del historiador, este debe ser el de investigar, y más cuando las lagunas en el conocimiento son tan grandes. El problema radica en que la mayoría de - 143 -

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las personas que se dedican, o quieren dedicarse, al estudio de las décadas centrales del siglo XX no disponen del tiempo y los recursos adecuados, dado que la mayoría tienen otra ocupación estable o están en situación de precariedad laboral. Si a esto se suman las dificultades de acceso a las fuentes que todavía existen y los enormes obstáculos para conseguir financiación para proyectos de largo recorrido que no busquen titulares de periódicos locales y sí resultados, el panorama no es alentador, pese a los esfuerzos de esos investigadores que trabajan «por amor al arte», que es lo habitual en esta tierra. Además, es preciso comentar que la investigación sobre este periodo parte, al menos de aquí en las Islas, no de un interés erudito o simplemente académico, sino de compromisos e implicaciones personales que trascienden en muchos casos el ámbito de lo puramente científico». Aarón León: Sobre esta última cuestión que plantea Ricardo, respecto a la dedicación y recursos de los que disponemos los historiadores, y recordando las palabras de José Manuel al comienzo del debate sobre su no dedicación a la investigación, he de añadir que ni Luana ni yo, así como otros compañeros historiadores, algunos de promoción, que están entre el público, tampoco lo hacemos. Los gobiernos que nos rigen a nivel autonómico y estatal no contribuyen precisamente con sus políticas a que eso sea posible. Las palabras que he leído de Ricardo deberían tenerse en cuenta. Luana Studer: en relación al papel del historiador en el proceso de recuperación o de generación de conocimiento vinculado al tema de la Memoria Histórica, lógicamente, lo voy a explicar desde mi perspectiva personal, dada mi participación en varios proyectos sobre esta temática en Tenerife en los últimos años. Sobre la vinculación del historiador a la Memoria Histórica es una temática que yo en la soledad lo he reflexionado muchas veces a partir de mi experiencia personal. Digo esto porque haber trabajado en estos proyectos supuso a nivel profesional, personal e incluso si se quiere decir así, sentimental, algo muy intenso durante ese período. Es cierto que quienes nos dedicamos de manera profesional a la Historia pasamos por la Academia, la Universidad, la Facultad de Geografía e Historia. Supuestamente, durante esos años nuestros profesores nos han enseñado el concepto de la objetividad y rigurosidad en el proceso de generación del conocimiento, pero realmente, en mi opinión, eso es algo muy abstracto cuando uno es un estudiante universitario. Desde mi experiencia, uno como historiador se enfrenta a todos esos conceptos cuando está trabajando en los que es la Historia, cuando pasas de estudiante a investigador. Personalmente, tanto en la excavación de San Juan como en los dos proyectos siguientes, en Las Cañadas y la geografía insular tinerfeña, fue un proceso muy intenso. En el reparto del trabajo, los compañeros Aarón y Victorio se encargaron de la parte documental, y - 144 -

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a Guacimara Ramos y a mí nos tocó encargarnos de las fuentes orales, de realizar las entrevistas a los descendientes de los represaliados en Tenerife. En ese caso, lo recuerdo personalmente como una etapa de enorme intensidad porque nos tuvimos que enfrentar a las opiniones, los recuerdos, las tragedias, todo lo que supuso el proceso de la Guerra Civil para los represaliados y sus familiares. En la Academia nos enseñan a ser objetivos y rigurosos pero no debemos olvidar que también somos personas. Y si uno es persona y muestra una mínima empatía por el fenómeno trágico y represor, es una cuestión bastante dura de investigar. Yo recuerdo perfectamente la excavación del cementerio de San Juan y como junto a Victorio Heredero entrevisté a las familias de los once desaparecidos. Después de las entrevistas y de pasar muchas horas de investigación con ellos, sobre toda la tradición oral conservada por las familias y por gente de La Laguna de lo que había sucedido con sus familiares en aquellos años, reconozco que lloré, lloré muchas veces en mi casa… No sé si es objetivamente bueno decirlo, pero llegué muchas veces con la cabeza literalmente destrozada. Recuerdo muchas noches que después de cenar, me acostaba en la cama y como me pasaba horas y horas pensando en lo que me habían contado estos familiares. Y ataca la objetividad y la rigurosidad con las que los historiadores debemos afrontar los procesos históricos. Y en todo este proceso interviene la investigación, para bien o para mal. Los historiadores debemos saber separar cuando empieza lo personal y la labor de investigación, pero realmente, les vuelvo a repetir, el historiador es al mismo tiempo investigador y persona. Entonces es un proceso bastante complicado de afrontar y comprender en lo que es la investigación de la Memoria Histórica en sí. Habrá otras temáticas de la Historia que no serán tan intensas, pero la cuestión de la Memoria Histórica y la represión franquista es un fenómeno, para bien o para mal, y a pesar de que han pasado 75 años del final de la Guerra Civil, es un fenómeno que nos sigue impactando, tanto al público en general como a los investigadores. Con la salvedad de que los historiadores debemos ser capaces de encauzar la investigación. José Manuel Hernández: coincido con Ricardo en que lo que tenemos que hacer los investigadores es investigar. Como historiadores que nos dedicamos a este asunto tenemos que ser lo más riguroso que podamos, lo más objetivos posible, lo que es bastante difícil de cumplir, y contrastar los datos con los análisis que hagamos en nuestra investigación. Sobre la línea que separa la Memoria y la Historia y cuáles son las interrelaciones que se producen entre los relatos memorialistas y los trabajos de investigación histórica, se ha hablado mucho desde los años 60 por diferentes autores en el ámbito de la historiografía. Yo saqué una frase que me parece que sintetiza bastante bien cuál debe ser el papel de los historiadores: «donde acaba la Memoria empieza la Historia». También es verdad - 145 -

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que, como dice Luana, no nos podemos sustraer emocionalmente de cuestiones muy duras que sucedieron en estas Islas hace ochenta años. Los historiadores también somos personas, por tanto, siempre estamos con la espada de Damócles sobre nuestra objetividad, sobre la que podemos mantener en nuestros análisis históricos. Creo que el papel de los historiadores debe ser el de nutrir a ese movimiento de recuperación de la Memoria Histórica con las investigaciones y el papel de los movimientos de la Memoria Histórica no tiene que ser, exclusivamente, de investigación sobre el pasado. Entiendo que esos dos ámbitos se hayan puesto de moda en los últimos años, porque la Guerra Civil y la Segunda República continúan levantando pasiones entre la opinión pública y porque en absoluto se cerró correctamente ese proceso de recuperación y dignificación de ese período durante lo que conocemos como la Transición. Nunca se cerró. Siempre estuvo huérfano de investigaciones, de conocimiento, siempre estuvo marcado por el miedo de la gente a hablar, a participar en política, en la vida pública, a posicionarse frente a lo que estaba sucediendo a su alrededor, y que es heredero de esa etapa de represión violenta que se produjo a partir del 18 de julio. Como decía, entiendo que el papel de los historiadores fundamentalmente es investigar y devolver a la sociedad los frutos de los trabajos que hagamos. Y que esa sociedad lo utilice para completar esos relatos que nos han llegado, esas historias de vida de personas y familiares, y que le den sentido, digamos, a todo ese proceso de recuperación de memoria reciente. Creo que son trabajos complementarios, los de las Asociaciones de la Memoria Histórica, con un trabajo más de activismo político, y que no solo es recuperar a las personas que desaparecieron, recuperar sus figuras, sino sobre todo recuperar y poner en valor los ideales por los que esas personas fueron represaliadas. Y que en buena medida siguen siendo actuales y digamos que siguen condicionando el presente que estamos viviendo en estos momentos El historiador puede dar las herramientas y los análisis para que eso fundamente un activismo político y social de dignificación de una parte de nuestra Historia que todavía sigue muy presente en el debate político actual. Aarón León: Continúan sacando cuestiones que nos darían para hablar extensamente sobre ellos. Quisiera enlazar este tema de la Ley de la Memoria Histórica, con la revitalización de los estudios sobre la represión franquista a partir de su aprobación y con el hecho de que desde 2007 incluso haya líneas editoriales que pongan en valor este tema, aunque en épocas anteriores no los hubieran publicado. Una de las cuestiones claves para el estudio de la Segunda República, la Guerra Civil y el franquismo, desde el período comprendido entre 1936 y 1977 e, incluso, más allá, hasta 1982 y la configuración del estado autonómico: el acceso a las fuentes. Decía José Manuel, y yo lo comparto, que uno de los problemas para afrontar este tema, no solo en términos históricos, sino como - 146 -

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país, como Estado, ha sido la incapacidad que hubo durante la Transición de abordarlo, aunque sé que nos reiteran que mi generación no supo lo complejo que fue ese proceso de construcción de la democracia. En esos años se produjo la destrucción de muchos archivos públicos con el fin de que muchas personas limpiaran su pasado o de evitar que se estudiaran algunos temas. Hace pocas semanas, Jesús Espinosa Romero, director del Archivo de la Guerra Civil, que está dentro del Centro Documental de la Memoria Histórica en Salamanca, visitó Santa Cruz de Tenerife para impartir una conferencia. En ese acto tuve un intercambio de opiniones con el investigador Pedro Medina Sanabria porque decía que acceder a las fuentes militares es muy sencillo y que los investigadores de la Academia, de la Universidad de La Laguna, no han querido hacerlo. Yo no viví esa etapa pero sí sé, por testimonio de investigadores, que fue imposible acceder a ellas y que hacerlo solo era posible a través de ciertas personas y es probable que incluso se pensase que dichas fuentes no existían o habían desaparecido. A partir del año 2000, en parte debido a un cambio generacional en la dirección de los archivos, se permitió el acceso a esas fuentes, como ahora ocurre en el Tribunal Militar Quinto. Pero no solo eso. También le ponía a Pedro Medina el caso del fondo del Gobierno Civil de Santa Cruz de Tenerife. En uno de sus trabajos Miguel Ángel Cabrera junto a José Alcaraz decía que el fondo del Gobierno Civil se daba por perdido. No estaba perdido. Realmente estaba en los sótanos del Gobierno Civil y no se permitía el acceso a los investigadores. Y curiosamente se pudo acceder cuando desafortunadamente se produjo la riada en Santa Cruz y se tuvo que transferir al Archivo Histórico Provincial. Fue en ese momento cuando se aceleró esa transferencia. Gente como yo, de mi generación, fuimos los primeros en poder utilizar esos fondos a partir de 2006. Habían pasado quince años desde que Miguel Ángel y José Alcaraz escribieron aquel artículo. Con esto quiero decir que el acceso a las fuentes no ha sido ni es tan sencillo como se pueda imaginar. Esto se vincula también, claro está, con cuál es el papel que juegan las instituciones públicas en estos temas, no solo en lo que concierne al tema de la represión y la Memoria Histórica, sino también sobre el cuidado, protección y difusión de nuestro patrimonio documental. Sobre este asunto pregunto a la mesa, qué problemas han encontrado ustedes en el acceso a las fuentes y qué les parece la legislación. Por ejemplo, durante la visita de Jesús Espinosa le comenté que en Canarias existe una Ley de Patrimonio por la que el acceso a la documentación puede llegar a limitarse a los cien años, mientras que en la ley estatal son cincuenta. Él desconocía que fuera tan restrictiva. Por eso pregunto: ¿Qué problemas se han encontrado en los archivos? Y con respecto a las fuentes que han trabajado, las nuevas me refiero, ¿hay nuevas perspectivas respecto a aquellas con las que se trabajaba en los años ochenta?

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Tras estas palabras introductorias de Aarón, se leyó otra parte del texto facilitado por Ricardo Guerra: «Acerca de las fuentes, la reivindicación es clara: acceso a los documentos de todo tipo (los obstáculos y trabas siguen siendo demasiados pese a los avances) y de todas las instituciones (por ejemplo, en el caso de la Iglesia Católica, la Guardia Civil, mejora de la gestión y clasificación de documentos en otros archivos…). Además, deben aflorar todos los textos y memorias de la época y realizar esfuerzos con las pocas fuentes orales que nos van quedando. En este sentido, y por las características del personal investigador y las circunstancias ya reseñadas, es absolutamente prioritario trabajar en equipo, con programas colectivos, si se quiere avanzar más y mejor en la investigación y superar esa fase de trabajo de individualidades aisladas. Queda muchísimo trabajo por realizar acerca de la Guerra Civil y la dictadura y sus represiones y aun no tenemos una estimación de víctimas totalmente fiable. En definitiva, los avances han sido importantes pero el camino es largo, lleno de obstáculos y, vistas las circunstancias generales y la coyuntura actual, tenemos que seguir haciéndolo a pie, pero no solos». Luana Studer: en relación a la legislación de las fuentes y las instituciones, implica hablar del tema de los archivos municipales, autonómicos y estatales. Con las fuentes orales trabajamos directamente con personas y no con leyes. A nivel de los archivos la investigación, supuestamente, a partir de 2000 y sobre todo de 2007, con la Ley de la Memoria Histórica, con una prerrogativa que incluía facilitar el acceso a las fuentes archivísticas por parte de los investigadores. Como ya ha comentado Aarón, a nivel estatal y archivístico, lo que dice la ley sobre el papel es que deben pasar cincuenta años desde la emisión del documento que estamos tratando. Es decir, si los investigadores estamos trabajando un documento archivístico, una causa político-social de un investigado, de un represaliado de 1936, estamos en el año 2014, ya han pasado 50 años de sobra desde la edición de ese documento. En teoría eso es lo que dice la legislación sobre el papel. Sin embargo, mi opinión en este sentido es que una cosa es lo que dice la ley y otra cosa es lo que nos encontramos en la práctica (…) Una anécdota que se me ocurre ahora es lo que le ocurrió a Victorio Heredero, quien junto con Aarón estaban investigando, hace dos o tres años, en los archivos, pues estábamos trabajando el tema de los desaparecidos en Tenerife, y estaban concretamente consultando el Archivo del Tribunal Militar Quinto de Tenerife y el Archivo Militar de Capitanía en la plaza Weyler. Bueno, pues Victorio fue a consultar el archivo militar o parte del archivo militar que está en Capitanía (…) Presentó sus credenciales de técnico contratado por la Asociación de la Memoria Histórica de Tenerife para un proyecto financiado por el Ministerio de la Presidencia del Gobierno de España. - 148 -

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El militar de turno, según me dijo Victorio, se quedó totalmente pálido porque no se esperaba que un investigador de la Memoria Histórica se presentase allí un día para investigar la cuestión de los represaliados y concretamente de los desaparecidos en los archivos militares. La respuesta del militar, que bueno… era supuestamente de graduación rasa, le dijo que él en principio no tenía conocimiento del acceso a esa información y que no podía permitir el acceso a Victorio. Victorio, conocedor de toda la cuestión legislativa de la Memoria Histórica, le dijo que las leyes del Estado español en vinculación a la Ley 57/2007 le amparaban y solicitó de forma reiterativa que le permitieran acceder al tema de la documentación de los represaliados. Bueno, el soldado le dijo que esperara, que iba a hablar con su superior. Tardó un tiempo. Finalmente tras mucho dialogar con su superior, ese día pudo acceder a la documentación. Es un ejemplo de muchos de los que nos podemos encontrar todavía en muchas de las instituciones militares y civiles, de que se nos niegue, a pesar de que las leyes dicen que se nos tiene que facilitar el acceso a los investigadores a los archivos. Es una muestra de que todavía hoy se nos sigue dificultando el acceso; no denegando, porque no se nos puede denegar, pero sí dificultando nuestro trabajo. Otro caso es el Archivo Militar, en Santa Cruz de Tenerife. Aarón ya mencionó la polémica que suscitó el otro día cuando vino el director del Archivo de la Guerra Civil de Salamanca, porque el investigador Pedro Medina mencionaba que el Archivo Militar facilitaba el acceso a toda la documentación para que cualquier investigador pudiera hacer uso de ella. Y eso no es cierto, no es cierto, porque tanto los investigadores que pertenecemos a la Universidad como los que investigan, digamos, de forma personal, saben que desde hace muchos años el Archivo Militar hasta hoy, quiero decir, no facilitaba a cualquier investigador el acceso a las fuentes documentales. Los pocos investigadores que han accedido al Archivo Militar de Almeyda –refiriéndose en concreto a la documentación del Tribunal Militar Quinto– han sido por una prerrogativa de tipo personal, y el investigador que está encargado de analizar la documentación que está en el Archivo Militar es concretamente Pedro Medina, y bueno, Pedro Medina ni siquiera está contratado por el Archivo. Es una persona que está jubilada y que de forma vocacional se dedica a investigar la cuestión de los archivos militares en Almeyda. Un elemento a favor que yo tengo que decir del investigador Pedro Medina es que cuelga todas las investigaciones que realiza en el Archivo en su blog y eso nos permite acceder a todas las causas políticas y sociales represivas, facilitándonos la labor a los investigadores. De otra forma no tendríamos acceso a ellas, una cosa que me parece lamentable en ese sentido. Otro ejemplo es, y ya termino, los archivos municipales. Yo personalmente estuve investigando, años atrás, un grupo del movimiento obrero en el Valle de La Orotava, que se llamaba la I.R.A [Izquierda Revolucionaria Antifascista]. Fui a investigar el Archivo Mu- 149 -

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nicipal de La Orotava, debido a que en La Orotava tuvo una especial repercusión este movimiento obrero, y quería fotografiar fondos de la Federación Obrera de La Orotava desde 1936, y la archivera municipal me comentó que no podía fotografiar los fondos y tampoco hacer acopio masivo de la documentación. Yo le pregunté en qué se basaba para que yo no pudiera tener ese acceso y me contestó que se mencionaban nombres personales de represaliados y otras cuestiones sobre el derecho a la privacidad. Pero lo vuelvo a decir, la legislación nos ampara en que son 50 años los que tienen que pasar desde la última fecha del documento que estamos investigando. Entonces, para resumir, una cosa es lo que dice la ley sobre el papel, y otra cosa es lo que se encuentran los investigadores en la práctica. José Manuel Hernández: con respecto al tema de las fuentes, yo sí creo que se han ido abriendo nuevos archivos a la investigación en lo que respecta a ese periodo histórico de la Segunda República y la Guerra Civil. Es decir, el Archivo Intermedio Militar de Canarias, hasta hace no muchos años, era una institución absolutamente inaccesible para los investigadores, y mucho menos si ibas a estudiar esta época. Si estudiabas cuestiones del siglo XVIII o del siglo XIX pues a lo mejor no había ningún problema, porque obviamente, era una historia demasiado pretérita, y no implicaba ningún riesgo para el propio estamento militar. Los militares fueron los protagonistas del 18 de Julio, fueron quienes organizaron la represión, con el apoyo de la oligarquía isleña, pero ellos fueron el brazo ejecutor, y sin su consentimiento no se hacía absolutamente nada en esta isla; bueno, al margen de algunas barbaridades que hicieron las bandas paramilitares de Falange, Acción Ciudadana y Brigadas del Amanecer. Creo que los archivos se han ido abriendo, pero no con la celeridad que demanda la sociedad, ni mucho menos con la celeridad y la transparencia con que demandamos los investigadores. Por ejemplo, yo he tenido acceso, afortunadamente, a algunos archivos militares que hay en esta isla. En algunos casos, he tenido que reproducir la documentación mediante fotografías, porque los historiadores no tenemos tiempo para meternos en los archivos como antes, a copiar toda la documentación; necesitamos que se nos facilite la labor de la investigación por parte de las instituciones públicas. Bueno, pues el Archivo Intermedio Militar de Canarias no permite fotografiar, y entonces tú tienes que fotografiar clandestinamente, escondiéndote permanentemente de la mirada de los archiveros para que no te digan nada, o, incluso, diciéndoselo. Son circunstancias que dificultan bastante la investigación. Y en cuanto al fondo del Archivo Militar Quinto, es verdad que yo he tenido acceso, he estado investigando en ese archivo, en ese fondo documental que pertenece al Archivo Intermedio Militar de Canarias y sobre ese fondo, yo no sé cómo está el acceso ahora mismo; en principio tuve que buscar un «padrino» para poder entrar, bueno, un «padrino», una persona que no generara suspicacias o - 150 -

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recelos por parte de los militares, y en este caso fue Pedro Medina Sanabria; él me abrió las puertas de ese archivo, y gracias a él pude entrar, y pude investigar algunas de las causas sobre el Valle de La Orotava, que es la zona que estoy trabajando en estos momentos. Y una vez que se entra en el Archivo del Tribunal Territorial Militar Quinto, así como en el Archivo Militar de Canarias, no sólo es acceder a la documentación, sino poder ver la documentación, y que la documentación esté organizada, porque si no está organizada, sino está descrita, inventariada, nos perdemos, y el tiempo que tenemos que dedicarle para conseguir la información que a lo mejor estamos buscando, se hace infinito, y eso es lo que está ocurriendo con el Archivo Militar Territorial Quinto. Un archivo fundamental para conocer no sólo el proceso represivo en Canarias, los procesos de consejos de guerra, sino para conocer, digamos, el desenvolvimiento del movimiento obrero y el movimiento político-sindical de izquierdas durante la Segunda República, porque muchas de las causas están referidas al periodo republicano; muchas de las causas se instruyeron también en los momentos de conflicto político-sindical más fuertes del periodo republicano, y ahí están todos los consejos de guerra del año 34, que nos aportan muchísima información respecto a qué sucedió o cuál fue el papel de los protagonistas en ese momento histórico. Pero yo insisto en decir que no sólo tenemos que acceder a los archivos sino que los archivos tienen que estar en mínimas condiciones para poder investigar: la documentación inventariada, etc., etc. Para acceder al Archivo del Tribunal Militar Quinto, por ejemplo, que está en Almeyda, pues tienes que pasar un control, te revisan todo lo que llevas, tienes que sacar todo lo que tienes en los bolsillos, te revisan la mochila, control de detector de metales, tienes que dejar tu documentación, y después puedes acceder. Eso no es un archivo público, eso no es un archivo público. La documentación que está ahí es documentación pública, forma parte del patrimonio documental, y así lo definen las diferentes leyes que se han dictado sobre esta materia, que se han aprobado sobre esta materia. Por lo tanto, su acceso es público, salvo las restricciones que ya vienen estipuladas en la propia ley. Pero más allá de eso, no se nos puede impedir a los investigadores acceder a esa documentación. Pero esos son los fondos documentales o los archivos a los que podemos acceder realmente, todavía, con bastantes dificultades, pero bueno, podemos acceder y conocer su contenido. Hay otros archivos que siguen estando cerrados a la investigación y que nos siguen dificultando el análisis de ese periodo histórico; por ejemplo, los archivos eclesiásticos. Es decir, no hemos podido, hasta ahora, creo yo, definir cuál es el papel jugado por la Iglesia en el proceso represivo en Canarias durante los años del 36 al 40, más allá de algunos informes que vamos conociendo de curas, a nivel local, de certificados de conducta, de informes sobre antecedentes políticos y sociales de las personas que fueron represaliadas; más allá de eso, no sabemos prácticamente nada, salvo un pequeño trabajo que realizó Ri- 151 -

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cardo Guerra, sobre el Obispo Fray Albino, en esa época. Es decir, los archivos eclesiásticos siguen estando cerrados a los investigadores en esas fechas. Los archivos de la Guardia Civil es otro ejemplo. La Guardia Civil, en muchísimos pueblos de esta isla, fueron los ejecutores, los que detenían, los que trasladaban, fueron los que controlaban la represión. Sin embargo, a los archivos de la Guardia Civil tampoco hemos tenido acceso. En el Archivo Intermedio Militar de Canarias hay algunas cosas, papeles sueltos, referentes a temas de la Guardia Civil de esa época, pero no existen, o al menos no podemos acceder a los archivos, que puede que estén, o bien en las Comandancias de la Guardia Civil, o bien en otros archivos que yo por lo menos desconozco donde están. Por otro lado, dónde están los fondos que se incautaron, si es que existen todavía, a las organizaciones políticas y sindicales de izquierdas en Canarias. En Canarias las autoridades militares clausuraron más de doscientas sedes de partidos, sindicatos, asociaciones culturales, clubs deportivos, en los primeros días del golpe militar se incautó toda esa documentación. Alguna se quemó, es cierto, lo reconocen ellos mismos que fueron quemadas, pero muchas otras se incautaron y se depositaron en las Comandancias Militares y, sin embargo, no hemos podido tampoco acceder a esa documentación. ¿Desapareció, fue transferida a archivos estatales, dónde está esa documentación? Al menos yo no la conozco. Quería reivindicar también el papel de los archivos municipales, que yo creo que sí que se ha hecho un pequeño esfuerzo en estos últimos 20 años por tratar de organizar los archivos de los diferentes ayuntamientos, para que fuera más accesible inventariarlos y demás, y creo que, son unos fondos a explotar todavía, por parte de los investigadores. Creo que ahí hay mucha documentación que nos puede ir abriendo puertas sobre cómo fue el proceso represivo en Canarias. Para terminar, sólo quería comentar una cosa, que a las dificultades de acceso a la información, los investigadores canarios, tenemos dos mil kilómetros de distancia por medio para acceder a los archivos estatales. Para eso necesitamos financiación, subvenciones, dinero para poder hacer esas investigaciones fuera. Y lo peor de todo es que en estos momentos se está hablando ya de transferir parte de los fondos del Archivo Intermedio Militar de Canarias, que es un archivo intermedio, al archivo central y llevárselo de Canarias. Sería un auténtico dolor para los investigadores y para la sociedad también, perder esa documentación, que ahora mismo la podemos tener al alcance, pero que es muy previsible, que en pocos años, se transfiera a Madrid, y entonces tengamos que ir a Madrid para poder acceder a esa documentación. Aarón León: con estas intervenciones tenemos, yo creo, una idea de lo que ha sido la investigación hasta el momento. Es el momento en que les toca a ustedes participar [en referencia al público asistente]. - 152 -

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Elianne Ortega: Luana, hay una cosa que tú has dicho sobre que es una historia que aún está caliente. Que la Guerra Civil, la posguerra, el exilio y la represión son cuatro palabras que van juntas y que a casa llegabas con la cabeza dolorida. Mira, yo te puedo decir desde mi investigación, que hice muchas lecturas de testimonios, que llevo cada vez la cabeza más alta pero el corazón muy dolorido. La empatía es tal, que siempre, en mis charlas, cuando yo empiezo, se la dedico a una persona siempre, no puedo evitarlo. Y ya tendría que estar curada, pues lloro. Pero esos personajes de esa Guerra Civil, esos campesinos, esos testimonios orales, me han enseñado muchas cosas, aparte de lo que me ha enseñado la educación de mi padre. Me han enseñado unos principios, una educación, unos valores humanos que hoy en día prácticamente no se encuentran. Por eso llevo la cabeza cada vez más alta, porque de ellos aprendo. Con el corazón dolido, pero con la cabeza bien alta. Y después, a José Manuel Hernández le quería decir, hablando del pasado y de la Memoria Histórica, resumiendo, que todos tenemos derecho a saber de nuestro pasado. Y sobre este capítulo que escribieron de la historia, que nadie ha entrado a decir sobre los insultos y amenazas, y más yo que leo tres idiomas, tengo que decir que sobre este trabajo chapó. Han hecho un trabajo que es un lavado de memoria tremendo y entonces, pues claro, no tenemos el capítulo que nos falta, que es este capítulo que tenéis todos la obligación de escribir, historiadores con título o historiadores sin título; de escribir esta parte de la historia de España, porque esta parte de la historia de España no le pertenece solamente a Franco y sus súbditos, sino también al pueblo español. El pueblo español estaba compuesto de falangistas y de libertarios, y es hora, antes de que desaparezcan los testimonios orales, de escribirla, porque el libro debe de estar completo. No tiene que tener nada más que una cara, tiene que tener la otra, porque las generaciones que vienen tienen derecho a saber la historia de España, guste o no guste, da igual de qué partido seas. Simplemente es historia, y hay que plasmarla. Después, hablando de los testimonios te voy a hacer una pregunta porque yo la experiencia ya la tengo: ¿tú te fías mucho de lo que te sale en los archivos, la documentación, sobre todo la militar? Yo me he encontrado con unos documentos militares que no tienen nada que ver con el testimonio oral de esa misma persona. Ellos escribían lo que querían. Porque mataban a este, a este y al otro, y se acabó; o los asesinaban en una cuneta. Y a lo mejor te encontrabas con un señor que había muerto por unas fiebres en su cama, y era mentira, lo habían asesinado los militares a base de hostias o porque le habían reventado el hígado, porque otra persona me lo había dicho. Y en el archivo de Salamanca no aparece esto. Me he encontrado con dos casos. Entonces, los testimonios, hay que tener cuidado en los archivos, sobre todo cuando son escritos por los militares. Si tenemos la posibilidad de contrastar con un señor vivo, pues a veces es más real el testimonio oral que lo que está - 153 -

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escrito. Ahí está el dilema. Pese a que intento que la historia sea una ciencia exacta, que tenga cierto rigor, tenemos nuestro dilema. Luana Studer: bueno, en relación a la primera cuestión que hablabas de la dignidad de cuando uno investiga estas cuestiones, pues, por supuesto uno como historiador se siente privilegiado de poder investigar estas cuestiones. La pasión que muestra un historiador por un tema dependerá también de su carácter político. En todo caso, bien estemos investigando la cuestión de los represaliados de izquierdas o bien la cuestión de los represaliados de derechas en el frente peninsular durante la Guerra Civil, la rigurosidad debe ser la misma siempre, en ese sentido. Y por supuesto yo creo que la historia es una cuestión vocacional. Entonces, sin pasión, sin dignidad, es una profesión que difícilmente se pueda llevar a cabo. En relación a la falsedad de la información que captamos tanto a nivel oral como a nivel archivístico, a la hora de proceder en las dos tipos de fuentes, tanto oral como en los archivos, los investigadores debemos contar con una serie de filtros a la hora de sintetizar, organizar y mostrar toda esa documentación que vamos recabando. ¿Cuál es la manera de filtrar? Principalmente el contraste entre las diferentes fuentes documentales que puedan existir acerca del tema tratado. El tema de las principales problemáticas que nos encontramos en la investigación sobre la represión son las cifras de los represaliados, las cifras de los fusilados, los desaparecidos, los encarcelados, muertos por enfermedades en las cárceles, etc. Una parte importante a la que nos dedicamos los investigadores sobre la represión es a corregir las aportaciones que han hecho otros investigadores previamente, principalmente por una mala praxis a la hora de investigar y contrastar las diferentes fuentes. No podemos lanzar un dato o no podemos dar un dato como verdadero sin contrastar hasta las últimas posibilidades el tema que estamos trabajando. Es un elemento bastante dificultoso a la hora de investigar. Elianne Ortega: vosotros que no habéis experimentado los testimonios orales de la península, coinciden con los míos también. Los testimonios son difíciles sacarlos. Hay algunos que han desaparecido; los que hay han tenido tanto miedo que se han quedado en blanco o se han acostumbrado a no contar nada y a pasar página, y están bloqueados. Eso lo he oído yo en los testimonios del sur, el bloqueo que hay, y lo han vivido, pero se han creado una amnesia tremenda. Yo tengo esa suerte, que los testimonios que yo saco, no son testimonios que hayan vivido después del 39 que se hayan quedado en España. Claro, esas personas no han tenido esa represión, las que han venido del exilio ese bloqueo no lo tienen, y entonces los testimonios que tengo del norte de África o de Francia son de - 154 -

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gente que no ha tenido ese miedo como en España, y te hablan más claramente, y tienen su memoria intacta, pero intacta, y alucino con algunos, de la memoria que tienen. Y esa es la diferencia que tiene el testimonio oral que está en la península del testimonio de los que han estado en el exilio, como en México. Yo no he llevado México porque México lo han llevado otros; o los de Cuba o los de Puerto Rico. Pero lo que es el norte de África o Francia, los tengo completos. José Manuel Hernández: yo creo que tenemos que contrastar todas las fuentes, no sólo las fuentes militares, las fuentes escritas, también las fuentes orales, sí, porque la memoria te puede jugar malas pasadas. Tú tienes posicionamientos políticos como persona que eres y tus recuerdos del pasado pueden estar condicionados por esos posicionamientos políticos. Yo creo que hay que contrastarlo todo, pero para poder contrastar, tenemos que poder acceder a las fuentes, que me parece que es lo fundamental. El trabajo de contrastar fuentes es una cuestión básica en cualquier investigación. Elianne Ortega: hay cuestiones sobre las que te hablan cincuenta personas, y todos te hablan del mismo punto, de las mismas cosas, y tú no les ves las diferencias, como por ejemplo el tema de los campos de concentración. Hay trabajos sobre personas que no se conocen entre sí, y se ciñen a lo mismo. Pero te quiero decir, que la memoria de esas personas que no se han quedado en España, esas memorias, funcionan porque no tienen esa represión mental. Emilio Acosta: soy un neófito de todas estas cosas; neófito desde el punto de vista de saberme expresar. Hay dos clases de historias, la que se escribe en libros y la que se escribe en la memoria de los pueblos. Habéis dejado, no voy a echar la culpa a nadie, muchas páginas por escribir, de mucha gente ya desaparecida. Quienes somos de pueblos pequeños… Recuerdo a un señor, Marcos Rodríguez, que había sido simplemente un sindicalista en Tazacorte, al que le dieron mucha fama de comunista. El hombre había estado en un campo de concentración en Rota, y lo metieron creo con un grupo de personas en un batallón de trabajo. El hombre con el hambre que había pasado perdió la noción del tiempo y, según le dijeron los compañeros, lo cogieron y lo botaron como un saco encima de un camión y fue a parar al hospital, ya por ahí por Sevilla, o no sé, por los alrededores de Rota. Cuando se despertó, se despertó entre dos monjas, y las monjas le dijeron que estaba… que estaba jodido. El hombre este se recuperó, y cuando se vino después aquí, ya un poco libre de todos esos problemas, le hicieron hacer el servicio militar y se fue al San Carlos, creo que se llama, el cuartel ese ahí. Lo primero que hizo un teniente, lo hizo subir - 155 -

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a la segunda planta a él y a otro compañero, que venía también de arriba, y lo primero que hizo, eso me lo contaba él, abrió una gaveta y apareció una pistola de esas que utilizaban en aquellos tiempos, y les dijo: «Miren, de ustedes se todo. Si alguno de ustedes trata de hacer cualquier problema aquí no tengo ningún reparo para coger y pam, y sacarlos de arriba y tal». A este hombre después también lo juzgaron, que debe haber también otro archivo, o no sé a dónde habrá ido a parar, aquí en la plaza del Cristo. Ahí había un tribunal. El militar, el juez instructor, le dijo: «De ti depende la información que traigan de allá de La Palma, porque lo más probable es que vayas a parar…», a donde iban todos los que iban al barranco del Hierro. Y menos mal que un alcalde de allí del pueblo, a pesar de que era falangista, tuvo por lo menos el aprecio de valorarlo como persona y dio un buen informe y eso lo liberó, lo liberó de todos los problemas esos. Ustedes que son historiadores, no cabe duda de que vais a hacer una labor muy grande para las generaciones venideras y para las pasadas, y que necesitáis muchos sacrificios, ustedes, por ejemplo, como historiadores, que muchos sois profesores y eso, organicen a vuestros alumnos y traten de comprometer, porque ya las autoridades hoy son diferentes a las de antes, en el sentido de comprometerlas y que les den libertad para meterse ahí; movilizar a vuestros estudiantes, y pónganles un diez, y que cada uno vaya «tú a tal sitio, y tal y tal», y tratar de buscar toda la información posible, y tratar de organizar las cosas. Yo, por ejemplo, recuerdo a una señora que vivía en mi calle, que toda la vida le vi, de lo que yo recuerdo de pequeño, que me fui a la emigración a los 23 años, siempre vestida de luto riguroso. A aquella señora le habían desaparecido al hijo, un alcalde de allí del pueblo; no se supo ni donde estaba ni tal. Y aquella señora siempre usaba… en aquellos tiempos siempre se usaba la pañoleta, que ahora tanto la están discutiendo y tal, riguroso luto, bastante riguroso. También otra de las cosas que yo recalco mucho… soy de esa generación que nació en el 36, cuando estalló la incivil guerra esta de porquería, por no decir otra palabra, y había unos grupos escolares que los había hecho… en un pueblo pequeño de unos 2 mil habitantes, los había hecho la República, que estaban preparados para mi generación, ¡joder! (Aplausos) Alfonso Jares: yo soy peninsular. Nací cerca de León, en una zona cercana de la zona del Bierzo, y sé lo que es la represión a través de mi abuelo. Y bueno, la pregunta es breve: ¿se sabe de algún tipo de archivo donde aparezcan las propiedades que fueron expropiadas a las personas que se las quitaron? ¿Hay algún tipo de archivo que diga de quién eran esas propiedades y a qué manos fueron a parar, digo aquí, en Canarias? Porque ese es el foco más importante. En realidad la guerra se hizo para expropiar las pocas propiedades que ya se empezaban a repartir a la gente, o sea, que fueran a parar a las manos de las mismas personas que ya las tenían. - 156 -

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José Manuel Hernández: yo no conozco ningún archivo específico que conserve la documentación sobre la incautación de bienes de los represaliados. Que efectivamente, ese es uno de los aspectos de la represión, en el caso de Canarias, menos estudiado. Alfonso Jares: lo suyo sería que hubiera un archivo que dijera a quién pertenecían antes de que fueran expropiadas. José Manuel Hernández: bueno, en los registros de la propiedad, pero tienes que ir caso por caso. Alfonso Jares: algún archivo que tiene el nombre de un señor que de repente pertenece a otro señor, y las tierras en realidad pertenecen al mismo señor, que lo ha expropiado, pues por ahí ya sabríamos quiénes son los que han expropiado. Aarón León: en el caso canario, sé que en el archivo militar hay expedientes por la Ley de Incautaciones. También hay que relacionarlos con la ley de Responsabilidades Políticas del año 39. Muchas veces terminas encontrando documentación que va anexa, y entonces de manera paralela te aparece, y digamos que te va a permitir ver qué propiedades tenía, no quién se las apropió. Alfonso Jares: ¿Queda registrado, no? Aarón León: sí claro, bueno, queda registrado en la memoria popular, que ni se sabe de quiénes son. Pero, nosotros participamos en un congreso sobre represión, en Madrid, organizado por la Universidad Complutense, y exponíamos un caso del archivo de Salamanca, creo que era de Garafía, no lo recuerdo ahora. La mujer era la hija de un político republicano que estuvo reclamando durante 20 años, aproximadamente, que le devolvieran las propiedades de su padre, porque se las habían expropiado las autoridades franquistas y las habían destinado a uso institucional, y en otros casos se las habían expropiado una serie de personas del pueblo. Finalmente consiguió el apoyo del gobernador civil y le devolvieron esas propiedades. Uno de los argumentos que ella aducía, que lo apoyó el gobernador, era que pasaba hambre. Su padre creo que era del Partido Socialista pero una persona con unas posibilidades económicas bastante desahogadas. Pero, digamos, eso es un caso excepcional en todo este proceso. Sobre los archivos, sobre el Registro de la Propiedad no sé, pero está, por ejemplo, el tema de vehículos… No sólo estamos hablando de casas, estamos hablando de cuentas bancarias, de vehículos, claro. Distintos expedientes que recogían un mismo fin: reprimir. Elianne Ortega: no está todo en el registro de la propiedad. Te lo digo por un caso que yo estuve mirando. Podría haber en las actas notariales. A veces las actas notariales guardaban abalorios, etc. Pero el problema que yo he visto aquí en Canarias, que he oído en los estudios, es que aquí era mucho en la mano. El acuerdo, el contrato, era en mano, no se escribía. Entonces era la palabra la que mandaba, la palabra de honor. - 157 -

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Alfonso Jares: yo lo digo porque donde nací, en O Barco de Valdeorras (Ourense), que está lindando con Ponferrada, que es una zona del Bierzo, allí fue «el copón», fue «el copón», allí se cargaron a muchísima gente, ya en los primeros de julio; pero a lo que me refiero es que allí también al igual hay una similitud con este caso, en el que había actas notariales y herencias. Y bueno, lo más divertido del asunto, es que yo he hablado con mi abuelo, que no era del lado nacionalista, y luego cuando me he ido a vivir a Madrid, con nietos de falangistas, que encima son muy amigos míos, y que eran de allí también, y hemos estado hablando, y eso está muy bien, sobre que su abuelo fue posiblemente uno de los que intentó matar a mi abuelo; entonces, está bien porque el chaval no tiene que ver con la movida, y lo digo para contrastar información, que es increíble. Porque claro, así se pueden ir llegando a conclusiones, porque siempre es más fácil conseguir testimonios de gente que ha sido reprimida que de los que reprimieron. Los que recibían normalmente se callan; pero si hay un nieto que conoce la historia de su abuelo, y … ¡Normal!, porque todo el mundo evoluciona, y dice: «Joder, mi abuelo era un cabrón». ¿Entienden lo que quiero decir? Elianne Ortega: en los del exilio eso es difícil de conseguir. Emilio Acosta: Hay una de las cosas, por ejemplo ahí mismo dice: «Jornada de represión franquista». Franco se fue pero aquí se quedaron los nativos, los de aquí, los oligarcas que tuvo siempre, los caciques de porquería que siempre ha tenido esta tierra, fueron los verdaderos represores. Franco se fue pa’llá arriba y, claro, le dieron el dinero para que se fuera, pero los verdaderos represores fueron nuestros caciques, que todavía seguirán algunos de ellos viviendo. Alfonso Jares: Es que ahí es donde yo creo que falta ese apoyo. En realidad deberían entrevistar a los represores. Porque además los datos históricos que nos quedan en nuestra nación comparado con, por ejemplo, Argentina, que fue en los setenta y ya está saliendo toda la mierda, por decirlo mal y pronto. Aquí la mierda o se ha solapado o está por desgracia enterrada. La única solución es que los nietos hablen y que cuenten lo que les contó su padre y su abuelo, porque lo saben y es que los hay a cientos. José Manuel Hernández: Y abran sus archivos. Porque, en esta isla, hay archivos privados de muchas familias que guardan muchísima documentación sobre ese tema.

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Alfonso Jares: Siendo objetivos, la historia, es verdad, que la escribe quién la gana y es manipulada. Yo tengo un testimonio de un buen amigo, en Madrid, que es falangista como su padre y como su abuelo y él me justifica que en la guerra todo valía, pero es que me cuenta historias desde el lado del represor que creo que hacen falta para hacer una buena memoria histórica. Ya que no van a salir los represores, porque ya están muertos, pues que salgan los nietos, porque lo cuentan, seguro, por vergüenza y por historia, porque ellos también quieren lavar su historia. Aarón León: Gracias por sus testimonios. Yo creo que han planteado dos cuestiones fundamentales: Emilio Acosta sobre esos «pequeños Francos» que son los que se identifican con el bando nacional y que son quienes aplican la represión y lo que ha planteado Alfonso sobre el estudio de la represión desde el punto de vista de los represores. En parte este estudio de los represores debería arrancar con una de las claves que nos ayuda a entender por qué se produjo la represión franquista a partir de todo aquello que sucedió el 14 de abril de 1931. La relación que va a tener lo que sucede durante la República con la represión franquista. Este es el siguiente punto que vamos a tratar. Desde vuestra experiencia, José Manuel en concreto con lo que sucedió en La Orotava y Luana con lo que conoces de Tenerife pero también sobre Andalucía, qué importancia tiene la República para el fenómeno de la represión y el conocimiento de quiénes eran los represores: qué les motivó a participar el 18 de julio en el golpe de Estado y a incorporarse a Falange o a Acción Ciudadana y colaborar con la Guardia Civil en tareas de represión. Y en relación con esto, la venganza personal. Porque aunque estamos en un punto de la historiografía que se acepta que la represión corresponde con una cuestión política, ustedes a los motivos personales qué valor le dan en sus estudios sobre represión en Canarias. Luana Studer: Es indudable que no se puede entender todo el fenómeno represivo durante y después de la Guerra Civil sin vincularlo con el proceso histórico que tiene lugar los cinco años anteriores a la guerra. Digamos que no se puede entender Guerra Civil sin la Segunda República: son fenómenos intrínsecamente vinculados. Hay que entender que la Segunda República fue una etapa política convulsa en el Archipiélago, y en todo el Estado, con intentos de reformas sociales y económicas, como el reparto de la tierra, etc. Fue un período de cambios. A nivel político, en años anteriores al Frente Popular, durante el Bienio Progresista, hay un importante auge del movimiento obrero, sobre todo a partir de 1932-1933, en el que los obreros empiezan a sospechar que todas las reformas prometidas a nivel social, económico y político a los trabajadores españoles por el gobierno republicano-socialista no se van a llevar a cabo, o no van a realizarse del - 159 -

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modo en que ellos entendían que debía hacerse. Por ello a partir de 1933 los obreros se empiezan a manifestar, a organizar, y entienden, yo creo que por primera vez en la historia de España, que los cambios que ellos solicitan deben ser llevados a cabo por ellos mismos, sin esperarlos de las instituciones de tipo democrático burguesas. Lo fundamental, a nivel político, de aquellas reivindicaciones obreras de izquierda, es cuando los obreros acceden a las instituciones de poder durante el Frente Popular, algo que no se había conseguido en los años anteriores a la República. En parte porque, en la etapa progresista, la conjunción burguesa-socialista no tiene interés en estas reivindicaciones y, en parte, por su miedo a las represalias que podían tomar las derechas. El primer gobierno de la República busca un equilibrio entre el miedo a la revolución proletaria y el miedo a la reacción de las derechas del país. Pero a partir de febrero de 1936, en el que se constituye el Frente Popular, digamos que los obreros acceden a las instituciones de poder. Muchos de los obreros comunistas y socialistas acceden a cargos municipales y demás instituciones y órganos de poder a nivel estatal y empiezan a legislar en su propio beneficio. Uno de los ejemplos de esto es la reforma agraria. Antes de la creación del Frente Popular hubo dos intentos de reforma agraria inconclusas. A partir del año 36 es cuando los jornaleros, por ejemplo en Andalucía, Extremadura y Castilla La Mancha acceden de facto a la propiedad de la tierra. Es la primera vez en la historia que toman la tierra, no porque se la reparta el Estado, sino porque ellos mismos la toman y posteriormente el gobierno del Frente Popular legaliza estas ocupaciones de tierra. Claro, todo esto tuvo una repercusión a partir del 18 de julio de 1936. La única salida que le restaba a las derechas era el levantamiento militar. La Guerra Civil es el proceso más árido de la lucha de clases que puede haber y las derechas intervinieron mediante la vía militar para frenar todos los avances que habían alcanzado los obreros, sobre todo en los últimos cinco meses de gobierno del Frente Popular. Además de las cuestiones, que fueron pocas, que se habían conseguido en el Primer Bienio. Todo esto va a determinar el fenómeno represivo con posterioridad. Centrándonos en Canarias, y en concreto en Tenerife, el fenómeno represivo se centra sobre todo en los principales núcleos urbanos, Santa Cruz y La Laguna, que es donde se centralizan las sedes de las principales federaciones obreras, siendo ambos lugares los principales bastiones anarquistas de toda la isla. Es lógico que a partir del 18 de julio fueran los núcleos donde se concentren los mayores índices de represión del período de la Guerra Civil en Tenerife. En el caso de Gran Canaria, fue en Las Palmas capital donde se concentró el mayor fenómeno represivo. Fue en ambas ciudades capitalinas donde se van a internar a los presos de todas las islas, también a nivel provincial. En las islas de la provincia de Santa Cruz de Tenerife, La Gomera, La Palma y El Hierro, los militantes de izquierda va a ser - 160 -

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conducidos a Santa Cruz, principalmente a la prisión de Fyffes, y en el caso de la Provincia oriental a Las Palmas de Gran Canaria. Digamos que esto explica que sea en las capitales donde se concentró el fenómeno de la represión. José Manuel Hernández: Para el caso que más conozco, que es el del Valle de la Orotava, la Segunda República es fundamental para entender el proceso represivo que se genera a partir del 18 de julio. Primero, porque es el principal bastión de la UGT y del movimiento obrero ligado al socialismo en Tenerife; segundo, porque durante todo el proceso republicano se produjo un empoderamiento progresivo de las organizaciones obreras que llegan a plantear luchas de cierta envergadura contra las patronales y la oligarquía agraria del norte de Tenerife y, especialmente, la huelga del año 34, que a pesar de suponer una derrota para el movimiento obrero, significó un antes y un después en la confrontación de clases en el Valle. Y de hecho, el proceso represivo en el año 36 se enfiló directamente hacia las personas que promovieron y organizaron, protagonizaron y lideraron, dicho movimiento huelguístico, el cual fue tomado como referencia por parte de los represores para cargar las tintas sobre quienes participaron en esa huelga del año 34. Simplemente, viendo cómo se desarrolla el proceso represivo, en el que desde los primeros días, tras el golpe en Canarias, se procedió a la detención masiva de los dirigentes políticos y sindicales de izquierda y a la clausura de las organizaciones obreras y de las sedes de los partidos políticos de izquierda, es evidente que se había definido con bastante claridad por parte de los golpistas cuál era el enemigo a abatir y esto no se puede entender sin las luchas, las confrontaciones, que se produjeron durante toda la Segunda República. Por no alargar mucho, con el tema de las venganzas personales, al menos en la zona que he estudiado, es un poco leyenda que se ha ido construyendo. Prácticamente todos los consejos de guerra que he podido estudiar, todas las personas represaliadas, lo fueron por motivos de militancia política o de militancia sindical. El tema de la venganza personal se ha construido por parte del propio franquismo para justificar la ausencia de esa violencia política que está en la base de la represión. Al menos en el Valle de la Orotava represión por temas de venganza personal prácticamente no se dio. Aarón León: Sin citar si quiera nombres, evidentemente, qué perfil tenían los represores y si luego, realmente, esos represores acaban en las instituciones. José Manuel Hernández: El perfil de los represores es, normalmente, de gente joven proveniente de familias de la oligarquía agraria, con apellidos destacados en el Valle y que fueron los que coparon los mandos de Falange y de Acción Ciudadana. Además, estaban - 161 -

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presentes en toda la oficialidad militar, la cual pertenecía también a la oligarquía agraria. Por ejemplo, el comandante militar que fue el responsable de la represión en los primeros momentos en La Orotava, estaba casado con uno de los miembros de las grandes familias oligarcas del Norte de Tenerife y de la Isla de Tenerife. Aparte de eso, el mismo era propietario de grandes tierras. La oligarquía controlaba las jefaturas militares y eclesiásticas y, también controlaron, desde el primer momento, el aparato represivo. Es decir, los jefes pertenecían a la oligarquía agraria: los Casañas, los Monteverde, los Ascanio, Lugo, etc. Yo también creo que hay que empezar a hablar de quiénes fueron los que ejecutaron la represión. Aarón León: En el caso tuyo, Luana, no sé si coincides con José Manuel o ves similitudes con lo que él plantea. Luana Studer: Yo coincido en la línea que ha comentado José Manuel. En las cuestiones que hemos investigado a nivel municipal hemos sabido identificar con nombres y apellidos personas de ámbito local que organizaron y estructuraron la represión a partir del levantamiento militar. Hemos observado una relación entre familias vinculadas tradicionalmente a grandes tierras y la represión. En Andalucía es un fenómeno más claro que en Tenerife por la importancia que tiene el latifundismo en Andalucía. Allí se ve de forma más clara la vinculación de represores con terratenientes y es un elemento que se ha estudiado bastante. En relación a la cuestión de las venganzas personales coincido también con José Manuel. Si bien en alguna de las entrevistas orales que hemos realizado interviene algún factor de venganza personal, son cuestiones mínimas sobre episodios muy concretos, pero el fenómeno represivo es una cuestión política más que personal. Aarón León: En el caso de algunas entrevistas que hiciste, Luana, a los represaliados o a sus hijos, ¿cómo recordaban a los represores?, ¿cómo era esa convivencia, también, con el represor? Luana Studer: La visión general de los descendientes de los represaliados respecto a los represores no creo que fuera de venganza, en el sentido de pedir justificación de la represión durante la Guerra Civil. Creo que muchos de los descendientes de los represaliados en el 36 han sabido racionalizar la situación de represión que vivieron sus familiares. En la actualidad creo que han sido pocas las opiniones de venganza en ese sentido. Creo que sus peticiones van más encaminadas a una cuestión de reivindicación de la figura de sus familiares más que a pedir venganza sobre los represores. - 162 -

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Aarón León: Además de este tema sobre la interconexión entre oligarquía, militares e Iglesia y de cómo esa conjunción terminó ocupando el poder durante el franquismo, habría que valorar la incorporación de nuevas personas, de personal sin experiencia política y a lo mejor con una posición económica no tan marcada: analizar el papel que tuvieron en la construcción de la dictadura y como apoyos sociales a la dictadura; qué les llevó a movilizarse contra la República; cómo, en el caso de Andalucía que describen Paul Preston o Cobo Romero, la reforma agraria habría realmente perjudicado más a pequeños y medianos propietarios, que luego terminaron apoyando a las derechas. Esos nuevos elementos habría que valorarlos en el caso de Canarias, aunque es cierto y coincido con ustedes dos, que la colaboración de esos grupos fue total y los datos así lo evidencian. Otro de los temas que se tocó de refilón era el problema de las cifras. Hemos llegado a un punto en que se considera que es un debate estéril por la dificultad para extraerlas. Es algo que entronca con las fuentes orales. No sé si quieren plantear aquí los problemas para recontar y elaborar los censos y también los problemas metodológicos; como colaborador en los proyectos de la Memoria, o Guacimara, que también está con nosotros, hemos pasado de contar 3.000, 2.000, desaparecidos a no poder cuantificar más de 70. Ante esto, los que se alinean con la dictadura lo ven como demostración de que se ha exagerado la represión y de que la dictadura no fue tan mala. Yo recuerdo a Teresa Noreña decir en el último Coloquio de Historia Canario-Americano (2012), sin embargo, que solo con una de esas víctimas ya era suficiente. Pero también están los de izquierda, republicanos, que niegan esas últimas cifras y que defienden que tienen que haber muchos más de los computados. Qué hay de fondo en el problema de las cifras. Luana Studer: El tema del número de represaliados en Canarias es uno de los elementos que más curiosidad suscita al público en general. Muchas de las personas que nos preguntan sobre la represión quieren saber cuántos fueron represaliados tras el levantamiento militar del 18 de julio. Desde la perspectiva del historiador es un quebradero de cabeza la cuestión de las cifras, principalmente porque ya hemos mencionado que a partir de los años 80 hubo investigadores que tuvieron acceso a gente que había sufrido la represión que todavía estaba viva y pudieron acceder a cierta documentación. Esos primeros investigadores lanzaron las primeras cifras de represaliados en Canarias. Yo creo que ha habido historiadores en esa década que hicieron un buen trabajo, en el sentido de recuperar las cifras de la represión, pero hubo otros que aplicaron una mala praxis en el sentido de que no contrastaron las cifras con las fuentes, y eso nos ha dificultado el trabajo a la nueva hornada de historiadores que posteriormente nos hemos dedicado al tema de la represión. Digo esto porque buena parte del tiempo lo hemos tenido que dedicar a refutar - 163 -

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las cifras que se lanzaron en la primera etapa de investigación, de los años 80, y eso debido a la mala praxis de algunos historiadores de esa época, bien porque no quisieron contrastar o tenían un acceso limitado a determinadas fuentes, sobre todo las archivísticas, bien porque no tuvieron la experiencia previa de llevar a cabo hasta el final ese estudio de las cifras. Sí hay que decir que nos supuso mucho trabajo el tema de volver a investigar todas estas cuestiones de las cifras. Uno de los temas fundamentales es la cuestión del censo de desaparecidos y represaliados en la isla de Tenerife. El censo que nosotros investigamos numéricamente es muy inferior a las cifras que dieron los primeros investigadores. En los años 80 hablan de 2.000, 2.500, 3.000 personas represaliadas en Canarias. Nosotros no hemos podido conseguir de forma palpable, clara, más de 250 personas represaliadas para la isla de Tenerife. Eso no quiere decir que no haya más. Pero de forma documentada, sabemos con total certeza que esas 250 personas fueron desaparecidas, fusiladas o muertas por causas relacionadas con su detención. Esa es la única cuestión que tenemos clara. Porque hay investigadores que afirman que tal persona fue fusilada o desaparecida y después nos hemos encontrado en los estudios que hemos realizado, por la prensa, con que dicha persona estaba viva y residía en Venezuela porque había emigrado. Hay varios ejemplos que hemos encontrado en ese sentido. Es cierto que el estudio de la represión tiene un hándicap a nivel de fuentes orales, porque es una información que debe ser contrastada y depende de la memoria que tenga la persona que nos está contando los hechos represivos que vivieron sus familiares. A nivel archivístico también lo es. Porque en los archivos, evidentemente, los represores no pusieron en un documento a la persona que habían fusilado o desaparecido. Es un gran rompecabezas en el que debemos ir encajando las piezas a través de distintos tipos de fuentes. Pero los que formamos parte del equipo de investigación que realizamos proyectos sobre la Memoria Histórica, los historiadores de nueva generación, hemos intentado lanzar cifras concretas que estén muy bien contrastadas. De ahí la explicación de las diferencias numéricas que hay entre las cifras que hemos barajado los últimos años y las manejadas en los años 80. José Manuel Hernández: Es verdad que parece que este ha sido el centro del debate permanente: ¿cuántas personas desaparecieron en Canarias con motivo de la represión fascista? Los investigadores hemos sido incapaces, por ahora, de dar un dato que sea riguroso, científico, contrastado de cuántas personas murieron. Pero yo creo que eso no es lo importante, si fueron 500, o fueron 700 o 450. No podemos seguir viendo el fenómeno represivo solo con la imagen de la desaparición de personas o el fusilamiento «legal», de militantes y personal político. Yo creo que el fenómeno de la represión, más allá del tema - 164 -

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de las desapariciones, que es, digamos, el rostro más doloroso de este hecho histórico, hay que estudiar: cómo se planificó; cuáles fueron los grados de represión; cuantificar también quiénes fueron represaliados y cuántos fueron represaliados, pero no sólo los desaparecidos, los encarcelados, los represaliados económicamente, etc.; qué paso con las familias de los represaliados; cuál era el objetivo político de la represión; cuáles fueron las consecuencias de la represión en la sociedad canaria y cómo hemos ido arrastrando esas consecuencias prácticamente hasta la actualidad. Yo creo que el estudio de la represión tiene que superar el debate sobre las cifras. A medida que avancen las investigaciones iremos acercándonos a un dato que pueda ser compartido por los investigadores y que pueda ser más o menos fiable, pero el estudio de la represión no puede centrarse solo y exclusivamente en la búsqueda de desaparecidos o en la cuantificación de las personas que fueron asesinadas en Canarias en este momento. Hay que ir más allá de esto y analizar el fenómeno represivo en su conjunto. Emilio Acosta: Yo simplemente quiero hacer una pequeña observación. Algo que siempre dejáis en el tintero es una generación que hubo que fue la mía, que habíamos nacido en el apogeo de la Guerra Civil y que después nos explotaron de una manera exagerada. Las sorribas. Yo tengo varios escritos sobre las sorribas. Yo no fui a una escuela primaria con fundamento. Aquel grupo escolar que había hecho la República quedó después como una ruina arqueológica allí botado. Cuando yo estaba todavía aprendiendo a jugar al boliche o al trompo me sacaron para trabajar en la comunidad familiar de todo el hambre que pasábamos, con nueve años, a trabajar a la sorriba. Qué era la sorriba. Eran campos de concentración pequeños –donde el cacique había cogido los terrenos que tenía de morros para prepararlos para sembrar plátanos– y éramos nosotros los niños la mano de obra barata y siempre buscaban el negrero que lo traían de otro pueblo y se ponía en la parte alta como la Santísima Trinidad a gritar «Venga, venga, venga», que era «rápido, rápido, rápido», y cargábamos cestas de tierra para donde decía el capataz, o coger dos o tres personas, con el hambre que pasábamos, porque cada uno iba con un cesto con una pelota de gofio de millo del carallo y un pedazo de queso que era para olerlo. Pegaban dos o tres personas por una piedra, porque iban haciendo las paredes también para hacer los bancales, un chiquillo con unas canillas que parecían de palillo, que se reían de nosotros las personas mayores, y debajo de una bolsa de cemento que se usaba como almohadilla se botaba la piedra donde decía el pedrero. Fueron tiempos de mucha explotación para una generación… quién tenía dónde sembrar ese no pasó el hambre que nosotros pasábamos. La papa era un lujo comerla. Comíamos plátanos verdes que daban en los almacenes, que no se podían exportar, para guisarlos y comerlos con pescado salado, como éramos - 165 -

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de puerto de mar cuando pescaban mucho te daban el pescado. Pero las pasamos bien jodidas. Yo no soy resentido, solo quiero que mis nietos no la pasen, coño, me cago en la leche [voz quebrada]. Aarón León: Muchas gracias Emilio, no sé si alguien más quiere añadir algo. Bueno, pues vamos finalizando. El último punto trata sobre aquello que creemos que se debe investigar. Hay muchas carencias pero, bueno, ¿qué creen ustedes que se debería abordar en comparación con lo que se ha hecho en el resto del Estado? ¿Qué se podría potenciar para tener una mayor y mejor visión sobre lo sucedido durante la Guerra Civil y la posguerra en la cuestión ésta referida a la represión y la resistencia? Luana Studer: Para resumir, yo creo que en la investigación acerca de la represión y la cuestión de la Memoria Histórica está todo por hacer todavía. Lamentablemente creo que llevamos muchos años de retraso a la hora de abordar toda esta cuestión de la represión en Canarias. Y creo que, como ya mencionó José Manuel, hay algunas cuestiones en las que más allá de las cifras de los represaliados es necesario profundizar. Debe estudiarse cómo se articuló y organizó esa represión tanto en los ámbitos locales y municipales pero también a nivel institucional y en ámbitos insulares. Pero repito que todavía está por hacer y es algo sobre lo que se tiene que profundizar en un futuro desde múltiples perspectivas. José Manuel Hernández: Yo creo que hay algunas cosas que sería interesante que se investiguen o que se sigan profundizando a partir de lo que ya hay hecho. Por un lado estaría el papel de la Iglesia en el entramado represivo: cuál es el papel de la jerarquía eclesiástica, de los curas en los pueblos y cuál es el papel de Acción Católica en la conformación de ese nacionalcatolicismo. Yo creo que también hay que profundizar en el conocimiento sobre el funcionamiento y la organización de las bandas paramilitares que fueron ejecutoras de todo el proceso represivo: ¿quiénes las conformaban?, a pesar de que Ricardo ya nos ha adelantado algo para el tema de Falange; ¿quiénes daban las órdenes?; ¿cuáles eran las directrices políticas y militares que se les daban?; ¿cuál era el papel de la oligarquía y de la burguesía insular en todo el aparato y el proceso de represión? Como decía antes, las consecuencias de la represión para la sociedad canaria. Todos tenemos ejemplos muy cercanos de mi generación que nos iniciamos en política y participábamos en actividades políticas y lo único que escuchabas a tu alrededor era: «No te estés metiendo en política», «No te metas en esto»… Yo creo que eso es una consecuencia de la represión heredada por nuestros padres, en los cuales quedó ese mantra grabado de que la política es mala y no puedes opinar, no puedes decir, porque tiene consecuencias sobre - 166 -

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tu persona, sobre tus bienes, sobre tu familia, como las tuvo en el pasado. Ese mensaje se grabó a fuego con el tema de la represión y pervivió, y desgraciadamente todavía en muchos casos todavía pervive. La represión sobre diferentes sectores sociales o profesionales, como los maestros. También hay trabajos que han avanzado en este sentido en Canarias pero creo que sería interesante seguir profundizando en el tema de la represión sobre la educación y sobre la cultura. Aquí se desarticuló toda la vanguardia cultural. Creadores de la talla de Felo Monzón o de Pedro García Cabrera fueron encarcelados, sometidos a consejos de guerra, etc. Y yo creo que hay que estudiar un poco más en profundidad qué significó la represión para el mundo de la cultura. Y me parece también un trabajo que debe abordarse el tema de la represión sobre las mujeres y las familias: ¿cómo llevaron el proceso de tener a sus familiares encarcelados, señalados, demonizados?; ¿cuáles fueron las redes de solidaridad que se tejieron en la clandestinidad?; ¿cómo llevaron el luto por la desaparición de sus familias, en el silencio, dentro de las casas? Aarón León: Una de las claves es que la represión va más allá del represaliado, del militante obrero, y nos pone en conexión en el espacio y en el tiempo, no solo en la Guerra Civil sino en la posguerra, con sus familias, con el represor, con el gobierno que para entonces se institucionaliza después del golpe de Estado y nos viene a mostrar… Es una pena que hoy Ricardo no esté porque hubiese añadido más datos sobre lo que él conoce, de toda esa represión económica y social que Emilio ha planteado y que entronca con el período de posguerra y con todo lo que es la dictadura. Han sido dos horas de debate muy rico. Queda muchísimo por debatir. Es momento de sacar todo esto a foros públicos, fuera de la Universidad, y que la gente de la calle, no solo los académicos, puedan acceder a esto. Como decíamos al principio tenemos que devolverle a la sociedad al menos la inversión que se ha hecho desde la escuela pública a la que todos nosotros pertenecemos. Reitero el agradecimiento al Instituto de Estudios Canarios por cedernos el espacio, por apoyar y organizar este evento. Igualmente a todos los compañeros que han facilitado que se haya podido celebrar: al Aula Canaria de Investigación Histórica, Culturcan, Cultania, la Editorial LeCanarien, al GISAS y también a Radio Pimienta, la radio social y comunitaria del norte de Tenerife que graba estos debates y que se podrán escuchar en internet y a través de las ondas en el 104.9 de la FM. Acabo recordando lo que dije en la guía de la Memoria Histórica: la Memoria Histórica no le pertenece a nadie. No son tiempos para apropiarse de estas cuestiones y mal vamos cuando hay gente que impide que se hagan actos, que se participe en ellos, y que la - 167 -

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manera de reivindicar un poco la libertad en estos tiempos es recordar que, en todo caso, la investigación le pertenece a la gente, que quiera leerla o que tenga la necesidad o el interés de conocer un poco más sobre su pasado. Muchas gracias por venir y esperamos que pronto haya nuevos diálogos con la Historia y que estos temas sigan teniendo el mismo interés que han tenido hasta el momento. Gracias.

Notas 1. Para contacto con los historiadores responsables de este texto o recibir cualquier aclaración sobre el contenido pueden escribir a la dirección de correo electrónico del Aula Canaria de Investigación Histórica, [email protected], y a través de los perfiles habilitados en las redes sociales. 2. LEÓN ÁLVAREZ, Aarón, STUDER VILLAZÁN, Luana, HEREDERO GASCUEÑA, Victorio y RAMOS PÉREZ, Guacimara: Autoguía de la Memoria Histórica de La Laguna, LeCanarien Ediciones, Santa Cruz de Tenerife, 2013. 3. El historiador Ricardo A. Guerra Palmero, quien finalmente no pudo asistir a la mesa, aportó un texto previo con parte de las intervenciones previstas que por su valor y compromiso con la organización se ha incluido en este trabajo. 4. Nos referimos a los proyectos de investigación, «Indagación histórica y localización arqueológica de los desaparecidos en Tenerife: el caso de las Cañadas del Teide» (2011) e «Indagación histórica sobre los desaparecidos y represaliados por el franquismo en Tenerife 1936-1945» (2012), que elaboró este equipo de historiadores y les fueron concedidos a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Tenerife (ARMHT) por el Ministerio de Presidencia del Gobierno de España. Sus primeros resultados pueden consultarse en http://proyectodesaparecidosentenerife.blogspot.com.es/. Para más detalles sobre la metodología y aportaciones de estos proyectos remitimos a ÁLVAREZ RODRÍGUEZ, Nuria et ál.: «La recuperación de la Memoria Histórica en Tenerife. Un estudio multidisciplinar sobre los desaparecidos durante la guerra civil», en GONZÁLEZ ZALACAIN, R., DIVASSÓN MENDÍVIL, B. y SOLER SEGURA, J. (coords.), Actas de las IV Jornadas «Prebendado Pacheco» de Investigación Histórica [Edición en CD-ROM], Ayuntamiento de Tegueste, Tegueste (Tenerife), 2011, pp. 245-255; HEREDERO GASCUEÑA, Victorio y LEÓN ÁLVAREZ, Aarón: «Fuentes y metodología para el estudio de la represión franquista en Tenerife», en MORALES PADRÓN, F. (coord.), XX Coloquio de Historia Canario Americana (2012), Patronato de la Casa de Colón-Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas, 2014, pp. 1150-1160; RAMOS PÉREZ, Guacimara y STUDER VILLAZÁN, Luana: «La fuente oral en la recuperación de la Memoria Histórica: el caso de los desaparecidos de Tenerife», en ibídem, pp. 1171-1180. 5. Algunas claves sobre la situación de la historiografía canaria en torno a este tema pueden - 168 -

Actas de las VI Jornadas Prebendado Pacheco de Investigación Histórica. Tegueste, 2015

verse en LEÓN ÁLVAREZ, Aarón: «Introducción», en LEÓN ÁLVAREZ, A. (coord.), La represión franquista en Canarias: contribuciones para su estudio, LeCanarien Ediciones, Santa Cruz de Tenerife, 2015, pp. 10-19. Véase también GUERRA PALMERO, Ricardo: «Canarias (1936-1959): represión, autarquía y control social. Un estado de la cuestión», en Cuadernos Republicanos, nº 74, 2010, pp. 71-116. Igualmente, recomendamos la lectura del estudio y la recopilación bibliográfica sobre el franquismo en Canarias realizadas por Blanca Divassón y Aarón León y que se editaron en el volumen LEÓN ÁLVAREZ, Aarón (coord.): El franquismo en Canarias. Actas del Encuentro sobre el franquismo en Canarias, LeCanarien Ediciones-Instituto de Estudios Canarios, Santa Cruz de Tenerife, 2014, pp. 595-671. 6. Recientemente se ha publicado una relación bibliográfica actualizada sobre el estudio de la represión franquista en Canarias que incluye las obras de referencia sobre el tema y a las que se hará referencia en el contenido del debate. Con el fin de aligerar la carga de notas y reiteración de las citas en el texto, remitimos a esa recopilación bibliográfica: LEÓN ÁLVAREZ, Aarón: «Bibliografía general sobre la represión franquista en Canarias», en LEÓN ÁLVAREZ, A. (coord.), op. cit., 2015, pp. 369-380. 7. La siguiente conferencia dentro de este ciclo estuvo a cargo de la investigadora Eliane Ortega Bernabeu, que trató el tema del exilio republicano español en el norte de África y los campos de concentración franceses en Argelia. Este acto tuvo lugar el viernes 23 de enero de 2015 en la sede del Instituto de Estudios Canarios. El audio de esta conferencia está disponible en el siguiente enlace: http://bit.ly/1vSgjlA. 8. Nos referimos a la transcripción de los debates que se dieron en los Encuentros de Historia sobre la Segunda República (2011) y el franquismo (2013) en Canarias. Los textos de los mismos, transcritos por Blanca Divassón y Aarón León, pueden consultarse en LEÓN ÁLVAREZ, Aarón (coord.): La Segunda República en Canarias. Actas del Encuentro sobre la Segunda República en Canarias, LeCanarien Ediciones, Santa Cruz de Tenerife, 2012, pp. 533-564 y en LEÓN ÁLVAREZ, A. (coord.), op. cit., 2014, pp. 533-594. 9. El audio de este debate se puede descargar en: http://bit.ly/1EFlTtw.

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Aarón León Álvarez, Luana Studer Villazán y Blanca Divassón Mendívil

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