Diálogo de saberes y diseño colaborativo en comunidades de práctica transdisciplinar

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Descripción

Diálogo de saberes y diseño colaborativo en comunidades de práctica transdisciplinar Ponencia presentada en el 1er Congreso internacional de Filosofía, Arte y Diseño en la Universidad Autónoma del Estado de México, 2015. Coloquio: Diseño en el ámbito urbano

Alejandro Guevara Álvarez, Universidad Autónoma de Querétaro Irene Gutiérrez Amezcua, Colectivo Board Dripper ([email protected], [email protected])

A través de dos experiencias que en sus procesos vinculan la investigación, la creación y la intervención, se evidencian las ventajas y los retos de diseñar aproximaciones transdisciplinarias a distintas problemáticas relacionadas con el uso y apropiación del espacio público, la identidad y la educación. Hacia el interior de comunidades de práctica constituidas por agentes-en-red se realiza un análisis dialógico de metodologías de investigación-acción comprometidas con el diálogo entre saberes comunitarios, científicos y artísticos. El presente trabajo busca reflexionar sobre estas prácticas y sus implicaciones tanto en el valor epistémico como en su estructura axiológica en relación a los procesos de adecuación a los fines y contextos donde se desarrollan. Palabras clave: diálogo de saberes, comunidades de práctica, investigación-acción, transdisciplina.

De lo interdisciplinario a lo transdisciplinario

Se ha señalado dentro de la literatura de la investigación-acción, que los grupos, organizaciones o comunidades de práctica que enfrentan las problemáticas locales en turno, en este post-clima global de hiperindustrialización tecnocientífica, tienen “pocas probabilidades de sobrevivir de forma aislada” (Senge & Scarmer, 2008:239). Reforzando esta idea, el discurso de las sociedades del conocimiento clama y recomienda la generación de redes o el involucramiento de comunidades. Sin embargo, se privilegian las redes tecnocientíficas para propósitos de innovación en lógicas de competitividad y explotación. Los expertos, los investigadores, los académicos se convierten en

un valor agregado dentro de este reconfigurado, mecanismo donde se han “profundizado las desigualdades y las relaciones de dominación” (Olivé, 2006:31). Son entonces la autoridad para definir las soluciones y desde luego las prácticas supuestamente válidas. En este imaginario de “los más autorizados” del conocimiento, ¿Qué lugar en la práctica ocupan las voces de la literatura, las artes, o los saberes tradicionales? ¿Es que no tienen relevancia o propuestas frente a nuestras problemáticas? ¿Será un factor determinante de que las organizaciones o comunidades se piensen incapaces de resolver los problemas que les rodean? ¿Una barrera en la articulación de redes? En este contexto, es que reflexionamos sobre las prácticas de producción del conocimiento que involucran más que disciplinas, saberes y más que expertos, actores preocupados por cambiar cosas, dispuestos a reconstruir métodos y si es preciso abandonar tradiciones.

Para poder contrastar esta actitud transdisciplinaria y el modo de indagación-acción participativa, distingamos el término de interdisciplina. A primera vista este abordaje implica la colaboración de especialistas y expertos de una u otra disciplina. Jhon Dewey en su texto Unity of science as a social problem, describe a la interdisciplina como la “convergencia de disciplinas para enfrentar problemas sociales comunes de orden práctico” (Dewey, 1938:34). De acuerdo a Thompson Klein la interdisciplina “integra, interactúa, vincula, enfoca y mezcla” (Klein, J. T., 2010: 16). En esta búsqueda de concentración de teorías y métodos, emergen dificultades de acuerdo que consumen mucha energía (por ejemplo las conciliaciones de enfoques naturales y sociales, hibridaciones de métodos cualitativos vs métodos cuantitativos, etc.). Se finca una separación entre lo que es método y problema, entre especialistas y legos, haciendo que la situación original parezca de pronto ajena a la sociedad. Así, la responsabilidad de estas prácticas y sus resultados dependen de lo que académicamente está institucionalizado. Habrá que ser muy críticos para identificar que tradición alza la voz, o que gremios actúan desde una supuesta superioridad y que intereses subyacen a las investigaciones.

Ahora desde las artes, también se discute sobre lo que se encuentra dentro o fuera de tal o cual tradición. Pero se vuelve muy evidente cómo el término interdisciplina demuestra su heterogeneidad. Algunas experiencias cruzan hacia campos propios de las ciencias de la naturaleza en el caso de la acústica, los estudios del cuerpo, percepción, etc. Y desde luego conviven con las humanidades en el abordaje cultural de estas manifestaciones, sus historias, simbolismos y representaciones. Sin embargo, las artes se demarcan especialmente por carecer de preguntas y epistemologías que se comprueban con métodos que analizan datos. No es de extrañarse que al cruzar campos científicos o artísticos emerjan profundos desacuerdos, o que la ciencia mire con desdén a las artes por carecer de “objetividad” o exactitud al representar la realidad. Inclusive, en esta búsqueda interdisciplinar artística no son raros los problemas comunicacionales hacia el interior de este quehacer. Sucede un vaivén entre lo que se considera el enfoque y lo que son la sustancias, entre lo que se decide abordar como “aspecto o como esencias”, o lo metodológico contra lo temático en la composición (Klein J.T., 2010: 133-144). La discusión continua sobre lo que se considera un arte establecido, reconocido (¿por quién?) y las creaciones que emergen bajo la historia del “arte popular”. Entonces nos preguntamos ¿Que tanto esta superioridad disciplinar y autoritarismo se replica en otras tradiciones como la artística?, ¿Desde qué tradición pensamos lo interdisciplinario? Y ¿Cómo las artes pueden participar en la solución de problemas?

Ya sea en las artes o las ciencias, si tratamos de abandonar este criticado enfoque ¿qué sucede al buscar trascender el debate disciplinar, transgredir los métodos, enmarques, o autoridad y transformar realidades?¿Es viable?¿En qué casos es pertinente? Y, ¿cómo cambiará la responsabilidad de otras formas de concebir y afrontar nuestras problemáticas?

Distintas voces han enfatizado la necesidad de un abordaje transdisciplinario ante los problemas de la sociedad contemporánea. Retomando a uno de los más celebres pensadores sobre esta, nuestra complejidad, Carrizo puntualiza la distinción disciplinar de Edgar Morin. Subraya la interrelación entre “la lógica de la distinción (disciplina), de la asociación (interdisciplina) e implicación (transdisciplina)”(Carrizo, 2003:80). Sobre este último punto señala la condición embebida e inseparable del sujeto en su relación con nuestra naturaleza, así como en su descubrimiento y su modificación. Gibbons y colaboradores, ya desde 1994 caracterizaban “otro modo” de producir conocimiento que: a) surge de problemas, b) en contextos específicos, c) de heterogeneidad organizativa y por supuesto, que es d) transdisciplinario (Gibbons et al, 1994:3-16). En palabras de Olivé la transdisciplina se define como: “…la formulación de problemas y de propuestas para comprenderlos y resolverlos, mediante la interacción de especialistas de diversas disciplinas así como de agentes que no provienen de ninguna disciplina, pero que puede hacer aportes de conocimientos relevantes. La investigación transdisciplinar se caracteriza porque, además de utilizar conceptos y métodos provenientes de diferentes disciplinas, también ella forja conceptos y métodos que no existían previamente y que no se identifican con ninguna disciplina particular. Los resultados tampoco son asimilables a ninguna de las disciplinas ni a las formas previas de generar conocimiento”. (Olivé, 2011:251).

Establecemos entonces que las prácticas que emergen con un espíritu transdisciplinar están comprometidas con un diálogo creativo y emancipador. Con un desdibujamiento de fronteras entre los actores y las comunidades participantes. Esta disposición a horizontalizar los enfoques demanda una adaptación continua de métodos, un reflexionar grupalmente sobre la acción y sobre el reflexionar mismo. Así surge una profunda complejidad que pregunta por nuestras capacidades para resolver problemas, explicarlos y simbolizarlos. Complejidad que exige mecanismos de autoorganización, transparencia,

moderación y traducción. Condiciones que permiten involucrar y equidistar la voz de la creación, la indagación y la intervención en una sola praxis. A lo largo de la obra de Dewey encontramos argumentos metodológicos de la controvertida investigación-acción. El abandono de una filosofía exclusivamente teórica por una aplicación del pensamiento, daría lugar a experimentos e iniciativas de transformación en la educación y la sociedad norteamericana a partir del siglo XX. En sus escritos el ya distinguía el sentido común de la ciencia como una forma sofisticada de una misma indagación. Esta habilidad, la identifica como propia de nuestra naturaleza necesaria para resolver distintas situaciones en la cotidianeidad. En Dewey encontramos también, las advertencias sobre el riesgo de permitir una condición autoritaria de la ciencia en relación a otros saberes prácticos en la resolución de problemas. El pensamiento de este autor nos permite comprender una continuidad entre el instinto indagatorio para sobrevivir y la emergencia de lo cultural. En el Arte como experiencia Dewey entreteje un discurso donde señala lo cotidiano de la experiencia estética como vital, que permitiendo el placer, la contemplación y la reflexión da significado a la supervivencia. Discurre sobre nuestra naturaleza reflexiva y de goce. Esta visión pragmatista nos permite apreciar al ejercicio de lo creativo-estético y simbólico con otra mirada. No como intelectuales o coleccionistas, no como un lujo si no como condición de adaptación. Ahora, existe una continuidad entre las habilidades de indagación que nos permiten aprehender el mundo y el corazón de una matriz cultural que orienta y significa la vida. Como en la ciencia, ahora las artes han sido delegadas a otros “expertos” y la sociedad se mantiene al margen de la posibilidad estética descrita por Dewey. ¿Qué impacto tendrá el buscar un espacio donde construyamos conocimiento, reflexionemos y experimentemos el sentido de comunidad sobre la actual condición hiperespecializante e individualista?

La imagen de la asfixia

He aquí el imaginario donde nos situamos. No hay espacio que habitar. El espacio público físico se encoge a la medida de las prisas, la alienación y la violencia. Nuestro convivir camina por un filo cada vez más angosto, empujados por el consumir o el competir. El espacio donde nos pensamos se atiborra de imágenes, se satura de información, se inunda de ofuscación. Nuestra identidad está a la venta, las comunidades adelgazan sus vínculos y como en el imaginario de Momo de Michael Ende estamos más y más en deuda de tiempo con los hombres grises de ambición insaciable.

Las múltiples y complejas problemáticas de nuestros tiempos nos dejan sin aire. ¿Cómo podremos continuar en medio de situaciones de violencia, marginación, discriminación, inaccesibilidad, desalojo, etc., rodeados de un sentimiento de desinterés y soledad que crece a medida que percibimos un tiempo cada vez más corto? ¿Juegan algún papel nuestros imaginarios en este aire enrarecido, tóxico? ¿Tienen menos voz que nuestra razón, que nuestro método? Frente a este clima claramente deshumanizante se presenta una demanda de reconfiguración del cómo pensamos y abordamos los problemas. Una reconstitución que tal vez implica en muchos casos imaginar lo que no existe. Como algunos les gusta decir, innovar, transgredir fronteras. Esto insiste en cuestionar nuestro papel de observador y participar en contra de la consecuente cosificación del mundo. Es abrirnos a la posibilidad de transformarnos en ese proceso. Un proceso que sólo es posible en un “nosotros” con el entorno, en un diálogo que se construye más allá del consenso y que deviene en acción.

Distintas experiencias de investigación-acción consideran en sus procesos el afrontamiento de las problemáticas sociales a través de este diálogo. Otras cuantas destacan el papel de la expresión creativa o artística en la apropiación y construcción del conocimiento. Nos concentramos en dos

experiencias que priorizan a la par la investigación-acción y la creación. Que procurando no utilizar al arte en función del conocer o el indagar en función del crear, diseñan metodologías que faciliten el intercambio de significados y sus aplicaciones.

El ciclo de los nómadas

Existe cierta escena llamada artística que se piensa todo menos artística. Mitad disidentes, mitad semiprofesionales, los actores de esta red poseen una incompletud que permite a otras habilidades habitarlos. Visitadores de una u otra casa disciplinar para recolectar ingredientes de próximas intervenciones, viven despreocupados por el reconocimiento gremial. Muy atentos a la falta de aire en nuestra cotidianeidad, atesoran colaboraciones que permitan nuevos viajes a otras fronteras de posibilidad humana. No les importa la identidad, les importa un estado: “No estar atado, ni tener prejuicios, parámetros o reglas, [ estar] donde las circunstancias te permiten disfrutar de la libertad que ofrece determinado tiempo y espacio” (Sketchbook Boarddripper, 2014). Así nos encontramos con el impresionante trabajo de muralismo urbano del colectivo Boarddripper y la sensible búsqueda de la agrupación musical Auxmatanshi. Realizando distintos proyectos en comunidades queretanas abordan temáticas sobre el espacio público y la identidad respectivamente. Con distintas características, coinciden en el involucramiento de los habitantes en procesos de composición artística y la indagación sobre problemas en su cotidianeidad. Debido a la centralidad del diálogo y la participación en los procesos de las metodologías transdisciplinarias, se califican las experiencias en términos de lo disruptivo, lo intrusivo, la infiltración y la integración.

Intrusos. Espirales Periféricas A cargo de la agrupación musical independiente Auxmatanshi, se inicia un proyecto que busca recuperar los sonidos de ciertas identidades y abordar el problema de desigualdad por género. Colaborando con alumnas de la facultad

de Antropología de la Universidad Autónoma de Querétaro emerge dentro de un proyecto interdisciplinario la posibilidad de involucrar a la comunidad de Tilaco en la sierra gorda en estas inquietudes. Gracias a la iniciativa universitaria se facilita el contacto con la comunidad y la solvencia del proyecto. Se definen tres etapas del proyecto en conjunto con las estudiantes: inmersión en el campo, talleres de extracción de sonidos e identidad y composición musical. Desde la observación participante se lleva a cabo un apropiado acercamiento e involucramiento dentro de la comunidad. La metodología de los talleres consiste en la grabación de sonidos que los participantes aportan como resultado de las preguntas de investigación de las antropólogas para después ser integradas en una pieza musical con su ayuda. Los talleres no consiguen atraer gente de generaciones adultas, pero los contenidos aportados por los participantes son concretos y fidedignos. Se logra identificar una

fascinante historia sobre la sustitución de una diosa

prehispánica por la orden franciscana durante las misiones, a la par de que en la actualidad se gesta la pérdida inexorable de la tradición original del baile. Este cambio lo atribuye la comunidad al desinterés por los actuales jóvenes varones, quienes por tradición, son los únicos con permiso de participar. Al entrevistar al responsable de dicha tradición comenta que la única estrategia que queda es la de comenzar a involucrar a las mujeres. Tema suficientemente apasionante tanto para la antropología como para la música. Sin embargo hasta ahí se logra avanzar. El resultado tanto temático como compositivo no encontró retorno a la comunidad por las implicaciones transgresivas que se percibieron. El proyecto termina como otro visitante más. La metodología se vuelve el tema central de la tesis. Aunque sobresalen claros

discursos

que

evidencian

roles

muy

marcados

por

género,

discriminación, sexismo y machismo, es la dinámica de extracción de sonidos sobre temas identitarios lo que se concluye con suficiente validez. Se concluye que el proceso deberá de involucrar desde la problematización a la comunidad, que la inmersión deberá ser más larga y profunda para lograr observar el

impacto de los productos en las comunidades. Es un caso de diálogo de saberes pero sin participación.

La

maqueta

de

esta

iniciativa

se

puede

escuchar

en:

https://soundcloud.com/auxmatanshi/los-bailes

Infiltrados. Doin´ the Boarddripper Realizando intervenciones murales en mercados y paredes de distintas colonias de la ciudad de Querétaro, el colectivo Boarddripper llevó a cabo “pintas” en colaboración con vecinos y otros artistas locales. Centrados en problemáticas como la identidad barrial, la inseguridad y la apropiación del espacio público desarrollaron una metodología colaborativa. Partiendo de una investigación que involucró a distintas disciplinas (historia, diseño, artistas plásticos), dedicaron varios meses a la articulación de redes que facilitaran el acceso a estas colonias. Destacan el involucramiento de los niños en el proceso creativo y un creciente interés en la educación al aire libre como sus principales conclusiones. En los distintos murales se logra interpretar la localidad de una manera conjunta y compartida que por medio de entrevistas logran verificar. Encuentran dificultades con otras instituciones o grupos que distinguen con dificultad la naturaleza apolítica de las intervenciones. Miden la funcionalidad como apropiación y continuidad de la intervención después de que el colectivo concluye. Los retos de apreciar el impacto en la cotidianeidad se aprecian a largo plazo por consecuentes invitaciones y colaboraciones a nuevos proyectos en las mismas localidades. El proceso es calificado como infiltración por las redes que se logran articular hacia el interior de las comunidades por medio de los artistas locales, sin embargo el énfasis queda sobre la expresión artística y la apropiación territorial, es importante revisar otras implicaciones.

Intervención a cargo de Decertor y propietaria del muro, Festival Nómada 2014, Querétaro.

De acuerdo a la evaluación de Thompson Klein y a otras experiencias transdisciplinarias ubicamos tres niveles de actores claves: la población general y organización vecinal (micro), facilitadores, delegados, mediadores y organizadores (meso) y a instituciones (macro). En el diagrama 1 se muestran ambos proyectos y esta clasificación de actores. Al centro se enuncia un proyecto en construcción resultado de la colaboración entre las dos experiencias.

Diagrama 1. Mapa de actores

En la siguiente figura se muestra el elemento pivote de la problematización, los momentos dinámicos de acuerdo o diálogo y la elaboración del núcleo temático como eje adaptativo del diseño.

Diagrama 2. Procesos

Transfiguración de fronteras

Basarab Nicolescu, quien redactara el manifiesto de la transdisciplinareidad y fundara

el

CIRET

(Centre

International

de

Recherches

et

Etudes

Transdisciplinaires) propone en su modelo de realidad transdisciplinario a la conciencia como la capacidad de percibir un nivel de realidad u otro, que permite movernos en la inmensa complejidad del mundo como unidad abierta y que colinda con una zona de no resistencia: un espacio sagrado de lo desconocido e imperceptible. En esta otra cara de lo transdisciplinario y a través de estas experiencias se distingue a la disciplina del diseño como la herramienta

capaz de integrar metodologías creativas y científicas, y al diálogo como la estructura que humaniza, resignifica y traduce los saberes. Así se permite un espacio propio que la sustancia de las artes puede inundar. Una experiencia estética compartida que se convierte en imaginación, juego, sentido y mundo posible. Una práctica que retoma ese paracosmos inventivo de la infancia para sostener otras realidades y resistir la asfixia actual. Que, cuando ningún autoritarismo lo oprime y nos permitimos entregarnos a la creación, es capaz de trascender en el imaginario de los participantes y en la cotidianeidad de la convivencia.

Bibliografía

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