Detenciones corporales como reverso de las circulaciones capitalistas

July 11, 2017 | Autor: Emilio Seveso | Categoría: Precariedad, Trabajo, Sociología Del Cuerpo, Circulaciones
Share Embed


Descripción

DIÁLOGOS TRANSDISCIPLINARIOS IV Arte, Literatura y Sociedad Circulaciones materiales y simbólicas de América

Margarita Camarena Luhrs (Coordinadora)

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE QUERÉTARO CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN TRANSDISCIPLINARIOS 2013

3

Instituto de Investigaciones Multidisciplinarias, Facultad de ingeniería, Universidad Autónoma de Querétaro

Querétaro, México 2013

Reservados todos los derechos conforme a la ley PRIMERA EDICIÓN 2013 D.R. © 2013

Universidad Autónoma de Querétaro Instituto de Investigaciones Multidisciplinarias Edificio I (ex F. L. y L.) Facultad de Ingeniería Ciudad Universitaria Cerro de las Campanas s/n Colonia Las Campanas C. P. 76010 Querétaro, Qro. México. www.uaq.mx E-mail: [email protected] ISBN: En trámite Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico

4

ÍNDICE Reconocimiento ………………………………………………………………6

Prólogo ………………………………………………..………….……………7

Primera parte Circulaciones de América y el Sur global Historia y espacios de circulación de la América Antigua ……………….13 Surya Mariana Salgado Camarena

Crecimiento y convergencia económica-regional en México y países de América. Cambio del patrón de circulaciones de 1970 a 2010……….33 Jorge Isauro Rionda Ramírez

Nuevos circuitos financieros de América. Rentabilidad económica y poderío político alternativo …………………………………………………59 Eugenia Correa Vázquez

Tres aspectos de las circulaciones de bienes prácticos y simbólicos de América …………………………………………………………………….69 Margarita Camarena Luhrs

Distribución de los Bienes Culturales y la Legitimación del Poder Simbólico ………………………………………………………………………90 Julio César Schara

Ciudades coloniales: Límites, Márgenes y Bordes ……………………..107 Adrián Scribano

Territorios basura: huellas de los residuos en América del Sur ………124 Victoria D’hers

Segunda parte Diversidad de ámbitos de circulaciones prácticas y simbólicas de América Configuraciones por circulación en el abasto de alimentos en México 144 Felipe Torres Torres

5 Circulación de conocimiento a partir de la producción científica en México …………………………………………………………………….163 Lucio Flores Payán, Iván Salas Durazo

Detenciones corporales como reverso de las circulaciones capitalistas. Una indagación sobre recuperadores de residuos y beneficiarios estatales en Argentina ………………………………………………………183 Gabriela Vergara Mattar, Emilio J. Seveso Zanin

Urbanismo estratégico y experiencias de desplazamientos clasistas en la ciudad. Córdoba (2012-2013) …………………………………………206 María Eugenia Boito Y María Belén Espoz

La ciudad de las personas de a pie. Las banquetas en la ciudad de México ………………………………………………………………………222 Guillermo Boils Morales

Expresividad, sensibilidad y estructuración social ……………………….245 Claudia Liliana Gandía, Graciela Magallanes

Acerca de los autores ………………………………………………………..263

183

Detenciones corporales como reverso de las circulaciones capitalistas. Una indagación sobre recuperadores de residuos y beneficiarios estatales en Argentina Gabriela Vergara Mattar Emilio J. Seveso Zanin

Introducción La circulación exuda constantemente dinero Marx, El Capital, 1965, Libro I. p. 77

Desde una perspectiva centrada en una sociología de los cuerpos y las emociones, en este trabajo indagamos los estados de detención que experimentan un grupo de recolectores de residuos y beneficiarios estatales en las ciudades argentinas de Córdoba y San Luis (respectivamente), en tensión con la circulación de mercancías que aseguran desde sus “ocupaciones cotidianas”. Sus cuerpos en condición de precariedad, permanecen en los bordes de la segregación urbana, la informalidad laboral y la desatención institucional, a la vez que dibujan circuitos de bienes (materiales reciclables) y garantizan vértices de servicios (provisión de seguridad) que sustentan la dinámica del capital. Mediante una estrategia de análisis comparativo, identificamos sus percepciones y emociones en relación a la actividad que desempeñan, abordando sus experiencias sobre los límites de acción y las fronteras sociales con las que tropiezan. Desde cierto punto de vista, las ciudades pueden ser pensadas como nodos de concentración de recursos desde los que se tejen líneas vitales para el tráfico de bienes y vértices nodales de producción de servicios; pero al mismo tiempo son también espacios donde la polarización social se materializa y la fragmentación se espacializa. En esta línea, las circulaciones aparecen como un primer punto de acercamiento para indagar no sólo los movimientos de una economía, sino también sus efectos sociales en clave de la dinámica expropiatoria que el capital ejerce. Las circulaciones pueden ser entendidas como “el conjunto de movimientos económicos que supone el funcionamiento de toda sociedad, esos que ella asegura naturalmente, esos que ella se esfuerza por promover, aun si ella no tuviera motivo” (Braudel, 1986: 227-228). Asumen distintas modalidades según el tipo, frecuencia, densidad y extensión de distribución de bienes y servicios, en su dimensión material/simbólica. Altas o bajas, como las arterias o los vasos capilares, las circulaciones constituyen un tejido denso que garantiza la satisfacción de necesidades, definiendo patrones específicos de movimiento. En este sentido, “[c]ada sociedad cede al movimiento y se adapta" (Ídem). Estos flujos tienen un carácter material, concreto, que a su vez se articula con estructuras y funciones sociales. Así, las circulaciones soportan la cultura, la economía, la sociedad, teniendo “la peculiaridad de concretarse histórico-espacialmente; y por eso resultan en una adaptación que es constante, en un cambio que se reanuda con nuevo viaje con cada nuevo arribo” (Camarena, 2012).

184 Complementando esta mirada con un diagnóstico crítico sobre el capitalismo en Latinoamérica, es posible identificar los reversos que trazan y se engarzan en las propias circulaciones. Si tomáramos un mapa y trazáramos los desplazamientos posibles de los cuerpos que estructuran las circulaciones en las ciudades, observaríamos que dibujan líneas diferentes; recorridos disímiles, en correspondencia a sus modos de ser/estar, tal como explicita la pintura de sus geometrías y gramáticas de clase. En este sentido, desde el marco analítico que provee un enfoque afincado en una sociología de los cuerpos y las emociones, es relevante reconocer dónde se encuentran, cómo están y qué hacen esas corporalidades en tanto nodos de conflictividad y orden del capitalismo. Así, los procesos que nos interesa analizar en este artículo se dan en la imagen de las urbes latinoamericanas atravesadas por fuertes procesos de expulsión social y dispensabilidad laboral. En línea con lo expuesto, los reversos entre circulaciones y detenciones nos interesan como momento analítico que permite dar cuenta de cómo se reproducen lógicas de expropiación de energías, en relación a la detención que experimentan millones de sujetos que dan vida y posibilitan el proceso de circulación de mercancías. Abordar este doblez a partir de las experiencias de sectores expulsados en su “estar-siendo”, en el “mientras tanto” de sus cuerpos, cobra relevancia sobre ámbitos acotados, específicos y delimitados; es decir, de acuerdo con desplazamientos y detenciones en el tiempo/espacio. De este modo, las unidades de observación escogidas corresponden a recuperadores de residuos de las ciudades de Córdoba y San Francisco, así como a beneficiarios de un Programa de Transferencia Condicionada de la ciudad de San Luis (Argentina), con quienes los autores han sostenido entrevistas individuales y colectivas entre 2007 y 2011.65 El recorrido argumentativo que sostenemos mantiene la siguiente estructura. En primer lugar, explicitamos las relaciones entre circulaciones materiales y detenciones corporales desde un punto de vista analítico, delimitando el análisis en dos espacios moleculares (las ciudades argentinas de Córdoba y San Luis), que nos permiten observar ciertos modos en que se estructuran los estados de expulsión de los sujetos estudiados. En segundo término, contextualizamos y describimos los casos por separado, dando cuenta del lugar central que ocupa el cuerpo como vértice de la experiencia, en el que se encarna la conflictividad social. Concretamente, indagamos sus vivencias del estar-ensociedad, tensionando el proceso de circulación de mercancías que aseguran desde sus ocupaciones cotidianas con el estado en el que es posible hallar sus cuerpos. En este contexto, la experiencia de detención resulta una clave fundamental para comprender la lógica y posibilidad de las modalidades de trabajo que llevan adelante. Los circuitos de bienes recolectados y reciclados, a la vez que la provisión de servicios de cuidado de los

65

Los materiales de base que constituyen el análisis responden a diferentes investigaciones individuales y colectivas. Por un lado, a las tesis de postgrado de los autores, a los cuales se incorporan registros de entrevistas con mujeres recuperadoras que fueron realizadas por el Lic. Martín Carola, a quien agradecemos de manera especial. Todas las entrevistas fueron efectuadas en instancias cara-cara (algunas veces en forma individual y otras colectivas), mediante el uso de una técnica de muestreo intencional de tipo cadena/bola de nieve. Estos materiales se atraviesan a su vez por proyectos colectivos que fueron desarrollados en el marco del Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto Social y el Grupo de Estudios Sociales sobre Subjetividad y Conflicto, ambos inscriptos en el Centro de Investigaciones y Estudios Sociológicos (http://estudiosociologicos.com.ar). Los mencionados proyectos son dos: a) Funcionamiento de los Fantasmas y Fantasías Sociales a través de las Acciones Colectivas y las Redes del Conflicto: Córdoba, Villa María y San Francisco 2004-2008, PIP/Conicet 2009-2011; b) Cuerpos, Sensaciones y Conflicto Social: Acciones Colectivas y Prácticas Expropiatorias (Córdoba, postcrisis 2001), Secyt 2008-2009; ambos dirigidas por el Dr. Adrián Scribano

185 espacios/edificio públicos que estos cuerpos garantizan, se vuelven funcionales y productivos para la ciudad y, de este modo, para la (re)producción del capital. Como hipótesis de trabajo, sostenemos que es posible identificar un patrón de circulación vinculado a estos procesos, el cual puede ser observado a la luz de las condiciones de precariedad corporal que atraviesan y experimentan los sujetos. En ellas es posible observar la estrecha relación entre reproductividad de mercancías, geometrías corporales en actividad y gramáticas de las acciones en detención.

1. Aproximaciones conceptuales a la relación entre estructuración, cuerpo y precariedad Si existe un sustrato analítico desde el cual es posible observar la travesía que imprime el capital sobre los sujetos (y que por ello sintetiza sus efectos en un sentido que es a la vez biológico, subjetivo y social), éste es el cuerpo; la dimensión material corpórea como estado de estructuración de los múltiples troqueles de la sociedad en el individuo. En este sentido, desde una perspectiva sociológica, el cuerpo constituye un locus central de conflictividad y orden (Scribano, 2009), ya que adquiere los gestos y las expresiones de la sociedad en que vive (Elías, 1993), así como también el porte, la apariencia, la sensualidad y los regímenes que se disponen en tanto reglas y recursos de destreza práctica (Giddens, 1991). Dadas ciertas interacciones de copresencia, para los sujetos es a su vez el punto central de expresión y el eje para el manejo de las impresiones en diferentes claves posibles (Goffman, 1989), incluso en términos de género (Goffman, 1979). Dichas configuraciones se co-implican y amalgaman con las condiciones materiales de existencia, las cuales estructuran tanto la mirada del mundo como las prácticas (Bourdieu, 1999). En otras palabras, es posible aseverar que en términos tanto espacio-temporales como socio-contextuales la corporeidad es una clave de lectura analítica relevante y, en tal caso, fundamental para comprender los términos en que se vuelve posible la estructuración del sistema capitalista (Haber, 2007). El cuerpo resulta vital en la realización de procesos finales o de intermediación productiva (como instancia de explotación del trabajo formal, informal o precarizado, intelectual o manual, tecnológico, industrial o doméstico), a la vez que, de manera directa, otorga su singular movimiento a las mercancías en los mercados de producción y consumo. Las mismas vías de reproducción del poder y la dominación requieren del cuerpo como sitio privilegiado de regulación, con base en mecanismos y dispositivos que median lo que los sujetos hacen y sienten, el modo cómo se distribuyen y transitan en el espacio, la manera en que configuran sus percepciones y emociones sobre los eventos del mundo y el sí-mismo; de este modo, cuerpo y acción se disponen como claves en los procesos de circulación. Las condiciones de vida y la posibilidad de vivencia dependen de la capacidad de un sujeto para movilizar sus energías disponibles en torno a procesos de circulación moleculares y específicos. Es así que, en las prácticas es posible observar una correspondencia particular entre la posición topográfica del sujeto con una senda forma de disposición sobre la acción. En este camino, la noción de precariedad corporal busca sintetizar la inscripción de los procesos de expropiación y depredación que el capital ejerce en términos bio-gráficos en y desde el cuerpo, marcando relaciones específicas que se estructuran entre estados

186 biológicos, configuraciones subjetivas y condicionamientos sociales. “Lo precario” en un cuerpo da cuenta, así, de las desventajas y obstáculos acumulados de clase que impactan y definen las condiciones del ser y las posibilidades del hacer en los sujetos en condiciones de expulsión (Seveso, 2012; Vergara, 2012).66 El movimiento de las mercancías puede ser observado como doblez a la precariedad de un cuerpo, principalmente porque el estado en que se haya dicha corporeidad es resultado de expropiaciones pretéritas y actuales; esta relación es aplicable a los casos que componen el objeto de nuestro análisis. Los trabajadores de la basura y los sectores asistidos por Programas Condicionales van trazando, desde sus diversos sitios de ocupación, una serie de circuitos de bienes y servicios en forma porosa y molecular (es decir, desde sus contextos ceñidos a través de prácticas específicas). Marcados por los bordes de la informalidad de oficio, sometidos a férreas condiciones de segregación urbana y desatención institucional, el capitalismo les-impone una lógica de mercantilización como imperativo procedimental y praxiológico –base de toda acumulación–, de modo que el trabajo se constituye en el dictum superlativo en la formación de su ‘yo’. En los casos analizados, esto se sintetiza en la actividad de cuerpostrabajo que desde sus condiciones básicas y necesarias de supervivencia sostienen (son el soporte de) ciertos procesos productivos. El primer sector social al que hacemos referencia está conformado por personas que recolectan materiales desechados y reciclables, clasificándolos para su posterior comercialización en depósitos de la ciudad. En el caso puntual de análisis se trata de un conjunto de personas que viven y trabajan en la ciudad Capital de Córdoba. En Argentina se les suele llamar “cartoneros”, “cirujas” o “carreros”, mientras que en ciertos lugares de México adquieren el calificativo de “pepenadores”; son llamados “catadores” en Brasil y “clasificadores” en Uruguay. El carácter singular de la actividad que realizan se materializa en el hecho de que la subsistencia “vital” depende ante todo de aquello que encuentran en las calles o remueven de los depósitos de basura, utilizando medios de movilidad como carros tirados por caballos y bicicletas. Como reverso de este eslabón, es posible dar cuenta de una millonaria industria que se viene desarrollando desde la década de los '80 en América Latina, a expensas del trabajo informal y marginal asociado a los bajos costos en la recolección de insumos reciclados que resultan significativos para diferentes ramas de actividad. Entre tanto, la segunda categoría de sujetos remite a sectores en condiciones de pobreza (alternativamente caracterizables por su situación de desocupación y/o vulnerabilidad) que son asistidos por programas que prevén actividades de corresponsabilidad como contrapartida a los ingresos recibidos. En el caso estudiado, el Subprograma de Seguridad Pública y Protección Civil (que forma parte del Plan de Inclusión Social vigente en la provincia de San Luis) orienta a sus “protectores” a la prevención del delito y a la reducción de la sensación de inseguridad en la población. Esta ingeniería institucional aprovecha los “activos” y “capacidades” disponibles en los sujetos por vía del accionar del cuerpo para multiplicar las posibilidades y potencialidades de la vigilancia pública. De este modo, se ven “alineadas” las erogaciones estatales en política social con la lógica de acumulación a la vez que se efectiviza el resguardo de bienes durables y espacios centrales de la ciudad. 66

Las condiciones a las que hacemos referencia suelen re-velarse sintomáticamente en las evaluaciones técnicas bajo máscaras como la pobreza, los estados de vulnerabilidad y desempleo, situaciones de marginalidad, condiciones de servicios deficitarios, entre otros, que desanclan las conexiones aludidas entre cuerpo biológico, subjetividad y sociedad

187

FOTOGRAFÍAS: CARTONEROS Y PROTECTORES

Fuente: Argen-times (2011)

Fuente: Suárez Godoy (2004)

En ambos casos se da una combinación ajustada entre condiciones de precariedad y el trabajo “impuesto como necesidad” de subsistencia, a partir de cuya trama toman forma acciones moleculares que componen un eslabón (que de ninguna manera es el menor) de una cadena productiva mayor. En este sentido, a través de una dinámica de expropiación que se desarrolla hacia el interior de dos ramas de actividad (el reciclado de cartón y los servicios de seguridad), los sujetos sostienen parte de las circulaciones de mercancías que impactan como producto o beneficio final en los sectores medios y altos.

3. Casos analizados: las circulaciones como modo de expropiación en la precariedad Un rasgo general que transversaliza al conjunto de los actores estudiados es su posición y condición de clase, anudada a una trayectoria social que, si bien es diversa, es posible de ser identificada en términos de una geometría y una gramática corporal similar, dados sus lugares originarios y relativos en el espacio social, a partir de los cuales adquieren forma sus modalidades del hacer. Este componente de clase se ve traspasado a su vez por dos rasgos sociológicos sobrepuestos, como son el género y la edad. De tal forma, una caracterización inmediata nos permite afirmar que las actividades productivas que son realizadas por los sectores de clase estudiados se componen en su mayor parte por mujeres adultas, muchas de ellas a cargo de familias. El estado de segregación urbana en el que se encuentran es otro rasgo característico; por lo tanto, si bien es cierto que las condiciones demográficas y habitacionales de las ciudades de Córdoba y San Luis son diversas, presentan una típica relación de centro-periferia con espacios marginales que contrastan con los ámbitos de circulación central que exhibe el capital.67 Como millones de expulsados, desde diversos caminos, estos sujetos se ven sometidos por el imperativo de la mercancía que convoca a su participación en los 67

Para el estudio de los procesos de socio-segregación en Córdoba véanse los trabajos de Valdés (2010) así como Boito et al. (2009); para la ciudad de San Luis consultar Segovia (2010).

188 mercados de la producción y el consumo, del tener y el parecer frente al mundo como condición ineludible del ser (Marx, 1999: 124, 161, 178), dispuestos de manera abierta como pivote del desarrollo y el progreso del aparato productivo. Son mano de obra barata, flexible y precaria que se insertan entre los pliegues, desde los bordes del trabajo, como única posibilidad de sustentar una vida “digna” ante la frontera productiva. Así pues, como “trabajadores informales” o “asistidos”, ponen en movimiento sus escasas energías disponibles para brindar “servicios” de seguridad o acopiar insumos que la sociedad procura, automatizando sus cuerpos para ser componentes funcionales a los intereses de capitalización de otros (desde las instituciones hasta las corporaciones) quienes se benefician diferencialmente de los productos de su expulsión y de su trabajo. Retomando este lugar interpretativo, los trabajos que realizan no sólo resultan útiles como estrategias circunstanciales de supervivencia, sino que además contribuyen al equilibrio general de la producción y abren una perspectiva adecuada para el análisis de las tensiones entre circulación de mercancías y detenciones corporales.68 La mediación de la mercancía como valor de cambio se hace presente de manera permanente, aunque muchas veces inadvertida, en la actividad humana, por lo que incluso ciertas relaciones que podrían ser consideradas estériles, en principio de escaso valor social, y que evocan incluso el desprecio moral y el juicio colectivo, pueden ser observadas en sus efectos a la luz del movimiento de la plusvalía. En otros términos, según el carácter productivo que revisten para el sistema social, el conjunto de profesiones, trabajos y actividades de oficio poseen efectos relevantes cuando son considerados a escala global. Así, el proceso de expoliación capitalista adquiere diferentes modalidades como parte de los patrones de relación estructurados. En la dialéctica de su metamorfosis, no sólo posee la capacidad de variar sus formas, recrear sus dinámicas, expandir e intensificar los caminos de realización del plusvalor, sino que además logra expandirse como vector decisivo y determinante de la estructuración social precisamente a través de esas variaciones (Scribano, 2009).

68

En este párrafo el texto ha sido intervenido, "post scriptum", con el propósito de eliminar una referencia a Marx por demás incorrecta en su destino a esta sección.

189 La recuperación de residuos o el (sobre)vivir de los desechos

La riqueza de las sociedades en que impera el régimen capitalista de producción se nos aparece como un “inmenso arsenal de mercancías” y la mercancía como su forma elemental Marx, 1965, El Capital, Libro I, p. 3

Los residuos urbanos constituyen uno de los fenómenos que junto con la contaminación ambiental, la depredación de recursos naturales, entre otros, tomaron mayor visibilidad desde el Protocolo de Kyoto,69 y sus consecuentes incorporaciones en acuerdos y documentos de organismos internacionales. Así pues, se pueden identificar dos aspectos: el negocio de la basura y los desechos reciclados convertidos en materias prima.70 Los residuos urbanos pueden ser vistos en relación con diversas variables. Por un lado, por su conexión con el crecimiento poblacional de las ciudades. En 1995, en América Latina y el Caribe, la población urbana era de 357 millones, la misma ascendió en 2001 a 406 y se estima para 2015 que alcanzará los 627 millones. Las toneladas de basura generadas para dichos períodos ha crecido en consecuencia: desde 275 mil toneladas por día, a 369 mil ton/d y 446 mil ton/d, respectivamente. Cabe aclarar que para 2005 América del Sur contaba con un 83% de la población urbana, América Central con el 62% y el Caribe con 56%, siendo las tres urbes más pobladas desde 1998 hasta 2008 la ciudad de México, Sao Paulo y Buenos Aires. Sin embargo las estimaciones se orientan a identificar un crecimiento mayor en ciudades pequeñas y medianas de hasta 50 mil habitantes, que son las que presentan mayores deficiencias en el manejo de los desechos, con lo cual adquiere relevancia el impacto de este fenómeno, tanto por el volumen, las hectáreas destinadas a su enterramiento, la posibilidad de contaminación de suelos, vertientes o ríos, como así también del aire, que generan los basurales a cielo abierto o la quema de basura como una forma de reducir el espacio ocupado. La apertura económica de las últimas décadas en el marco de la globalización, de los acuerdos regionales (MERCOSUR y CARICOM, por ejemplo) han incrementado el volumen y flujo de mercancías con el consecuente aumento de desechos. Junto a esto, el desarrollo industrial y sus respectivas modificaciones en cuanto al consumo han provocado una mayor diversidad de basura –que en muchos casos se ha vuelto más tóxica y menos biodegradable, dependiendo de las modas o estilos de empaquetaje–, pero al mismo tiempo, el sector privado ha encontrado un ‘nicho’ para el desarrollo de la actividad en lo que refiere a la recolección, transporte y disposición de residuos, cuya participación se ha visto incrementada a lo largo de las décadas vía las constantes privatizaciones del servicio. En la Región, éstos alcanzan el 50% de las ciudades grandes, el 25% de las medianas y el 5% de las pequeñas. Para las industrias, además, el reciclaje puede constituir una

Los antecedentes pueden retrotraerse hacia la década del ’70 con las primeras consideraciones del Club de Roma sobre los límites que el desarrollo capitalista hallaría en los recursos naturales. Tomamos en cuenta aquí algunos aspectos presentados por OPS (2005), Observatorio Nacional para la Gestión de Residuos Sólidos Urbanos (s/f) y SIGLA Consultora (s/f). 70 Esta cadena transcurre en dirección opuesta a la de la producción-distribución-consumo pero, a la vez, es diferente a la cadena de valor de un material o metal determinado, la cual abarca su extracción y utilización como materia prima en la industria. De allí que al reciclaje se le denomine ‘cadena inversa’, tal como sucede con la chatarra de hierro. Cfr. FUNDES (2008) 69

190 alternativa viable a la importación de insumos, tal como sucedió en Argentina desde comienzos de siglo XXI.71 La composición de la basura en Argentina presenta similitudes con las de otros países de América Latina y el Caribe, a saber: 50% orgánico, 17% papel y cartón, 14% plástico, 5% vidrio, 2% metales, y 12% otros.72 En la ciudad de Córdoba, a fines de la década de los 90 con 1 400 000 habitantes, se generaban 1600 toneladas por día de basura, lo que significaba 1.38 Kg. Diarios por persona.73 Esta cifra era relativamente mayor a la de Buenos Aires, que en 1995 tenía un promedio de 0,79 kg por día/habitante. La línea que nos interesa profundizar aquí remite a la conexión entre este tipo de objetos y los sujetos cuyas características sociolaborales y educativas los ubica dentro de la expulsión, viviendo de las sobras de la ciudad y en sus resquicios. Básicamente, el reciclaje se logra de dos maneras: una directa, realizada por las industrias o comercios, quienes separan, acopian y luego venden a recolectores privados especializados o inclusive a algunos proveedores de insumos. La otra, supone la presencia de un mediador situado entre quien desecha y quien compra ese desecho, que puede ser realizada en tres modalidades diferentes: a) La que realizan los recolectores formales con un camión, que pertenece a una empresa privada, pública o mixta encargada de dicho servicio por parte del municipio. b) La que se hace en los basurales o rellenos sanitarios, donde los sujetos escarban entre los deshechos ya casi dispuestos para su enterramiento o disposición final y; c) mediante un desvío del circuito anterior en manos de clasificadores, que separan en las calles los residuos y los trasladan. Ésta última es precisamente la modalidad que realizan las personas entrevistadas que se analizan en este artículo. Su actividad es informal y marginal, en la medida en que “viven y comen” de lo que encuentran en las calles o remueven de los depósitos. Algunas características del trabajo son el fácil acceso (ya que no requiere ninguna herramienta, sólo un medio de movilidad o de carga) y la participación de casi todos los miembros de la

71

Esta es una de las variables que explica el crecimiento de la ocupación en el país desde comienzos de siglo. Sin embargo, los antecedentes en la década anterior se corresponden con un creciente deterioro del mercado laboral, en el marco de las políticas de Ajuste Estructural que flexibilizaron y debilitaron las reglamentaciones en materia de derechos al trabajo. El inusitado aumento de la desocupación y la subocupación se ve reflejado en el incremento y persistencia de esta actividad a la que se llega ante la imposibilidad de conseguir trabajo en otro lugar, dadas sus geometrías corporales (específicamente lugar de residencia, nivel educativo, experiencias laborales y referencias). Como contrapartida a todo esto, las circulaciones que trazan los recuperadores han permitido sostener el circuito reciclaje, que constituye una mínima compensación o complemento a la constante y persistente depredación de recursos naturales, haciendo un uso intensivo de energías sociales y corporales que hacen posible la “resurrección de los desechos”. 72 Cfr. Observatorio Nacional para la Gestión de Residuos Sólidos Urbanos (s/f). 73 Cfr. Dirección de Calidad Ambiental (s/f). Para una descripción de las cooperativas que funcionaban en Córdoba. Cfr. Vergara y Giannone (2009). Si bien no hay cifras oficiales ni consistentes, se estimaba hacia 2007 la presencia de unas 5.500 familias, en tanto en Villa Urquiza –uno de los tradicionales barrios de carreros– había 470 trabajadores y 30 depósitos en 2011.

191 familia.74 Los ingresos generalmente son escasos y dependientes de los precios –en su mayoría medidos por kilogramo– estipulados por los depósitos donde se venden los residuos, lo cual adquiere las características de un pago a destajo: E- ¿es justo el precio que te pagan o injusto? S- Y como uno no tiene moneditas, no tiene plata, tenés que decir que está bien, pero… P- Para el esfuerzo que uno hace tendría que ser un poquito más. S- Tendría que ser un poco más, porque uno sale caminando, por ejemplo hay veces que llueve y los cartones, uno junto todo, si se mojan ya no te sirven porque te lo descuenta la mitad. (Entrevista a Sandra y Pablo, Córdoba, 2008) Los precios muestran la cadena de comercialización en la que se inscriben los cuerpos, trabajando de manera “independiente” (como suelen decir), pero paradójicamente atados a las lógicas de un mercado que no manejan. Los precios se sienten desde el cuerpo, desde la fuerza que se hace para cargar los objetos desechados, los kilos de cartón, vidrio y metal. Desde lo que se gana es posible interpretar cómo operan las modalidades de detención en clave de inmovilidad, como cifra de freno y barrera que impide modificar las condiciones materiales de vida. Los ingresos son escasos, las privaciones abundan. Ahora bien, el fragmento de la entrevista muestra también cómo las condiciones climáticas son otro factor que provoca detención en la circulación de los recuperadores. La lluvia impide salir a las calles pues no sólo se mojan los sujetos, sino que los cartones se desvalorizan. Así pues, este factor ‘natural’ se convierte en una marca indexical de la precariedad que los caracteriza. Los ingresos dependen ante todo de la frecuencia de recolección y venta, del medio de movilidad disponible, de la posibilidad de establecer recorridos fijos, entre otros factores. Pero en las calles los sujetos no sólo juntan residuos, sino también electrodomésticos, ropa, calzado, útiles escolares, artículos de bazar y comida, que generalmente es sobra de los hogares o de negocios como carnicerías, verdulerías y panaderías. Todo lo recolectado en las calles tiene al menos cinco destinos que trazan diversas circulaciones: la venta, el uso en el propio hogar, el repartir a otros, el desechar o bien el reciclaje artesanal (Vergara, 2010).75 Así pues, en paralelo a la recuperación de residuos aparece un segundo movimiento de materiales, que se dibuja a partir de la importancia de ciertos objetos vinculados a la subsistencia y que nada tienen que ver con el comercio directo:

74

Una importante cantidad de niños, niñas y adolescentes participan en esta actividad. Cfr. UNICEF y OIM (s/f). Un relevamiento realizado en 7 ciudades argentinas dio cuenta de relaciones conflictivas entre los cartoneros de la vía pública con la policía, el gobierno local y los vecinos. En tanto que quienes clasifican en los basurales a cielo abierto, pese a estar en el mismo predio, trabajan de manera individual. Cfr. SIGLA Consultora (s/f). 75 Con relación al último punto especificado, en nuestro trabajo de campo encontramos una experiencia de trabajo de cestería a partir de tiras plásticas ( PET) de botellas de gaseosa y jugos recolectados.

192 T.: Y salgo, io76 tengo muy muchas casas y en Alberdi [barrio próximo al centro de nivel socioeconómico medio/alto] veintidós años he andado, y en Alberdi entro y salgo de las casas, y me ayudan. Que me traigo la comida, que ia me dan el pan, voy a la carnicería que me dan los huesos, me dan la carne, en la verdulería me dan verdura, fruta. Yo vivo de eso, y ia que viene una me da monedas, la otra que me da plata, otra que me da azúcar, y así. (Entrevista a Teresa, Córdoba, 2008) Las circulaciones de los inorgánicos se cruzan con otros objetos: comida y alimentos que sobran de los hogares o los negocios, junto con dinero. Todo lo que excede a los consumos de la sociedad “productiva” –que sí puede desechar– es rescatado por estos trabajadores saturados de privaciones y carencias. Los recorridos que realizan en bicicletas, a pie o con carros movidos por caballos, dan forma a las circulaciones principales que asumen como sujetos y con sus objetos, donde aquellos se hacen a la medida de éstos: cargar y transportar, cuidar y hacer lugar en las viviendas para guardar, como algunas de las prácticas testimoniales evidencian. S- Oeste, y Maestro Vidal. H- Sí, ahí. Ahí nos dan cartón, ahí es donde tienen mejor stock. E- ¿Están laburando por clientes? H- ¿Ah? E- ¿Laburan por clientes? H- No, sí, vamos y nos sacan cartón ahí, pero si llegamos primero. S- Pero es así, un horario fijo que, el que iega iega, digamos. E- Sí, ya está, sacan los cartones y el que llega, llega. H- Sí, y el embole es si estamos ahí y iegamos tarde, cuando están cerrando. (Entrevista a Susana y Horacio, Córdoba, 2008).

El cartón que se saca fuera de los negocios contribuye a la conformación de las circulaciones que toman los desechos, que son expulsados de los negocios como aquello que no sirve y se tira. En términos esquemáticos podríamos decir que el desplazamiento se configura de manera centrípeta en la primer fase de búsqueda de desechos –en las periferias de las ciudades donde viven los cartoneros y donde se concentran generalmente las zonas con mayores niveles de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI)– hacia el centro, donde están las áreas comerciales, bancarias, industriales y el caudal de residuos es mayor. Según datos de 2013, en la ciudad de Córdoba, el 66% de la basura de la capital se produce en las 40 manzanas de la zona céntrica, mientras el resto se obtiene de 190 barrios que conforman la urbe.77 Este desplazamiento implica un gasto de fuerza física, un cansancio al caminar y acarrear dos a tres veces el peso del propio cuerpo en materiales inorgánicos (Vergara, 2010; Aimar et al., 2007).

76

La expresión intenta reflejar la acentuación de la palabra que caracteriza a la tonada cordobesa en la capital. En otros fragmentos se podrá apreciar lo mismo, cuando cambia la ‘y’ o la ‘ll’ por la ‘i’. 77 Cfr. La Voz del Interior, 6-5-2013

193 Esto se traduce en una configuración socioespacial, la cual se completa con desplazamientos centrífugos en la circulación de cuerpos y energías en busca de desechos. Los depósitos, en general, y los recuperadores, en particular, se hallan ubicados mayormente en barrios periféricos o alejados del centro.78 Por lo tanto se dibuja un primer movimiento desde los bordes de la ciudad hacia las zonas que disponen de mayor circulación de mercancías (y en donde se produce mayor cantidad de basura): M- Más lindo es en el centro. E-¿Por qué es más lindo? M- Porque ahí hay más cosas, no es igual que como en los barrios. (Entrevista a Mariana, Córdoba, 2008).

La estética urbana en clave de basura, implica ciertos esquemas de clasificación y apreciación que permiten asociar lo lindo con la mayor cantidad de basura dispuesta para su comercialización. Estas son percepciones de una ciudad diferenciada según las formas en que circulan las mercancías. A su vez, existe un movimiento inverso de lo que ha sido recuperado hacia los destinos finales, que son los hogares de los propios cartoneros o los depósitos que, generalmente, están ubicados en las mismas áreas. Las familias o sujetos dedicados a esta ocupación viven en condiciones de pobreza, por lo cual el dinero obtenido por la venta se utiliza para la subsistencia. En este marco se observa cierta contradicción entre el destino de los desechos que se vuelven insumos de las industrias en la economía formal, mientras que los sujetos siguen en la informalidad laboral y en la expulsión social, lo cual constituye una paradoja de la recuperación, en tanto quienes se “recuperan”, finalmente, son los desechos, no los sujetos:79

S- Estuve como, hasta que me junté con él. E- ¿Y ahí, cuando se juntó con él qué...? S- Esto, siempre en el carro. E- Sí. Usted dijo que tenía cuarenta años ¿Hace veinte años vienen laburando en el carro? S- Sí. E- Y ¿y por qué ingresaron a la actividad así? S- ¿Cómo así? E- ¿Y, por qué empezaron con el carro, o sea cómo se les ocurrió?

78

Esta no es la única distribución socio-espacial de la ciudad, pero sí la principal al menos, en relación con los residuos. Cabe destacar que en Córdoba se configuró un ‘cono de alta renta’ (Cervio, 2007), es decir una zona suburbana cuyas tierras poseen un elevado valor inmobiliario, que está emplazada al noroeste del centro, tal como lo que otros autores denominan ‘suburbanizaciones de élite. 79 Cfr. Medeiros y Macedo, 2006; Loera Burnes y Pineda, 2006; Vergara, 2012.

194 S- Era lo único que había ya, en ese tiempo (…) Uno, aparte, es como que se hace también, de esto y es porque que también, uno trabaja en esto como si no fuera a poder trabajar en otra cosa, uno ya está acostumbrado, decir, a esto. (Entrevista a Susana, Córdoba, 2008). Las circulaciones se traman en determinadas geometrías que dan cuenta de las capacidades de lo que estos cuerpos pueden hacer, cuando 20 años atrás “ya no había otra cosa”. En esta línea, aparece como su reverso la detención social; es decir, la imposibilidad de cambio dada por una de las formas quizá más sencilla de las prácticas de soportabilidad: cuando la situación de precariedad se hace costumbre y cuando ‘uno’ se hace a la talla de esa precariedad. Desde el pasado se obtura el futuro, como imposibilidad de poder salir(se) de donde se está, de lo que se hace. La costumbre y la incertidumbre de la actividad realizada se traman con la resignación, con un estar para la derrota, un saberse nada “con lo que uno (no)tiene”: sin estudio, sin experiencia laboral, sin futuro, sin deseos: T- Más vale que me gustaría tener un trabajo así (en una empresa), pero, con lo que yo tengo, no sé quién me va a ocupar. Va, se podría, pero no sé. (Entrevista a Teresa, Córdoba, 2008).

En tanto los cuerpos precarios quedan detenidos y enclasados, la basura logra reinscribirse desde su condición de desecho a la formalidad del mercado. Como contrapartida a la circulación del reciclaje, dentro de los recorridos que se realizan en busca de desechos y otros bienes, los sujetos encuentran fronteras materiales a sus cuerpos respecto de los lugares a donde pueden o no ingresar. Los cuerpos que im-portan, en tanto capacidad de devolver vida a las mercancías desechadas, también estorban en la ciudad. Así, otra de las formas que adquieren las detenciones tiene que ver con los lugares hasta dónde pueden ingresar los recuperadores, que en términos generales son las veredas o las partes traseras de los negocios. A su vez, el cuidado de la estética en los barrios de clase alta y la importancia del tráfico en el centro impide muchas veces su ingreso, ya sea porque ensucian, molestan, impiden el tránsito o incluso afean:80 E- Y el tema ¿con la municipalidad tienen algún problema? J- No, te digo la verdad te miento si te digo que sí, nunca, te digo la verdad nunca, nunca. Eso sí, siempre pasan viste que te tocan bocina, no podés estar en una orilla que no debes y así siempre… (Entrevista a Jezabel, Córdoba, 2008)

Las experiencias de circulación parecen a primera vista sin obstáculos, sin barreras, porque resultan insípidas en el marco de la gran urbe; pero es allí cuando los ‘nunca’ se quiebran y aparecen materializados en espacios por donde pueden o no pueden transitar los sujetos en las ciudades, lo que deben y no deben hacer, entre el donde pueden-no 80

Esto se traslada en disposiciones. Por ejemplo, en la ciudad de Córdoba, de manera intermitente, se ha intentado prohibir la circulación de carros tirados por caballos en el centro o restringir su ingreso, permitiendo la circulación solo a aquellos que cuenten con una chapa patente y se encuentren registrados.

195 pueden estar. De este modo, las circulaciones que asumen los desechos marcan senderos diferentes si se los compara con los sujetos, que son quienes les insuflan ‘vida’ resucitando su condición de mercancía. Pero además, en esa circulación, encuentran diferentes instancias de detención corporal: espaciales, sociales y físicas.

Cuidadores asistidos: la función expropiatoria del trabajo en la precariedad Para el hombre que no es más que trabajador, y en cuanto trabajador, sus propiedades humanas solo existen en la medida en que existen para el capital que le es extraño (Marx, 1999, p.123)

Las reglas de juego de la política social en América Latina resultan sustancialmente diferentes en la actualidad, respecto de aquellas que rigieron hasta entrada la década de los '90. Las acciones compensatorias, de naturaleza asistencial (que fueron bandera estratégica del proyecto neoliberal primigenio), han dado sitio a programas masivos que, con el objetivo de fomentar el “desarrollo” social, cultural y económico, condicionan la ayuda recibida al desempeño de actividades. Una especificidad de este diseño se encuentra en ciertos Programas de Transferencia Condicionada que tienen propósitos productivos, constituyendo una herencia (no sin significativas variaciones) del modelo de workfare norteamericano.81 En términos sintéticos, la aplicación de los programas condicionales se estructura bajo la hipótesis de que, en el corto plazo, las transferencias que son realizadas a las familias y/o sujetos (ya sean monetarias o en especie) alivian la situación de pobreza/indigencia al cubrir el umbral mínimo de necesidades básicas, mientras que, en el mediano plazo, la contrapartida realizada les permite potenciar capacidades para enfrentar no sólo las manifestaciones de su pobreza, sino también las causas que la producen. Este último objetivo requiere la adquisición de capacidades bajo la forma de activos o capitales sociales. Según especifica la CEPAL, para el año 2010, 18 países de la región aplicaban esquemas de este tipo, beneficiando aproximadamente al 19% de la población de América Latina y el Caribe. Se cubría de este modo a más de 25 millones de familias (113 millones de personas) pertenecientes a sectores empobrecidos y vulnerables, especialmente mujeres y niños, mediante la asignación del 0,4% del PBI regional. En Argentina esta cobertura alcanzaba para ese mismo año al 8,3% de la población, implicando una asignación del 0,2% del PBI que cubría al 46,3% de la población indigente y pobre (755 500 familias o 3 400 000 personas). El Programa de Seguridad Pública y Protección Civil (PSPPC desde aquí) que es implementado en la provincia de San Luis, puede ser observado a la luz de las aludidas transformaciones y procesos. El mismo pertenece al Plan rector de Inclusión Social (PIS en adelante) que el gobierno local comenzó a ejecutar en el año 2003 como medida contracíclica a la crisis económico-financiera de 2001, buscando mejorar las “posibilidades 81

Para un análisis pormenorizado de casos relevantes para la región, Véase CEPAL (2011). Wacquant (2010) sintetiza a su vez las transformaciones del workfare en Estados Unidos y su relación con el Estado punitivo.

196 de conseguir empleo mediante la inclusión de la cultura del trabajo” (Art. 3, Ley N° 5373). Tal como indica el texto de publicación oficial, el énfasis en el proceso de inserción al mercado enfatiza el propósito de optimizar la participación de los sujetos en el “intercambio material y simbólico” (Suárez, 2004: 28) valiéndose para ello de ciertas variantes existentes en las formas de trabajo; es decir, de aquellas de naturaleza flexible y precaria. Es en este camino que, siguiendo los lineamientos generales de los diseños de corresponsabilidad, el acceso a la asistencia del Plan de Inclusión requiere una contrapartida desde un régimen de actividad de seis horas diarias, cinco días a la semana, a través de diferentes subprogramas, desde donde se derivan las demás posibilidades de acceso al bienestar. Algunos de los rubros aplicados se han orientado al desarrollo de competencias en los sujetos (alfabetización) o al aprendizaje de oficios; otros a la integración en actividades productivas, como la elaboración de ladrillo, construcción y edificación, siembra y cultivo; mientras que en algunos casos se facilitó la inserción en actividades técnicas y profesionales. En el contexto de este plan rector, el subprograma de seguridad ha tenido como fin intensificar las actividades de vigilancia en ciertos circuitos urbanos, creando un programa preventivo que es complementario a las fuerzas de seguridad. Valiéndose de esta manera de la disponibilidad de trabajo existente, convierte a los sujetos asistidos en los “ojos y oídos del barrio” (Gobierno de la Provincia de San Luis, 2005) teniendo como misión “alertar a la policía ante la posibilidad de cualquier delito que pueda producirse” (Ley Nº 5.385). Sin pretender asumir una visión maquiavélica sobre el diseño institucional que implica esta política, apuntamos a señalar los insólitos caminos de circulación de mercancías que propicia. La inserción precaria de los sujetos en actividades de trabajo profundiza el estado de expropiación de energías corporales, posibilitando a su vez la formación de bienes y la prestación de servicios de diversa naturaleza. De esta manera, en términos productivos, no solo garantiza la reproducción de los cuerpos expulsados en disponibilidad futura para el mercado, sino que además contribuye al movimiento del capital a través de su actuación directa en el mercado de trabajo y su mediación en el mercado de consumo. Con esto no soslayamos los importantes impactos que ha producido sobre la población,82 aunque ciertamente se vuelve expresión eufemística (al menos en parte) la ‘ficcion ciudadana’ de su implementación. El complejo de seguridades sistémicas que se propicia es explicita con relación a la vigilancia de la propiedad privada y de sus clases propietarias. Mediar “problemas entre los 82

Cuando fue lanzado, la cobertura del Plan de Inclusión alcanzaba al 26% de la población total ocupada en la provincia (38 430 personas), reservando para ello el 22,5% del PBI. Un claro perfil de clase se observa en los destinatarios, integrados por un rango etario preponderante de personas de entre 18 a 55 años, contabilizando mil discapacitados y a diecinueve mil mujeres beneficiarias (en una proporción del 60% en comparación a los varones), de las cuales seis mil eran mayores de 40 años y cuatro mil jefas de familia solteras (Suárez, 2004: 62). Para 2010 el presupuesto había caído a un 8,3% del PBI, llegando a unos 13 mil desocupados de los cuales 2.600 pertenecían al PSPPC. La contracción en la cobertura del programa puede ser imputado al menos a los siguientes procesos: la estrategia política de sustitución de las fuentes de ingreso, mediante convenios con empresas y comerciantes locales, la puesta en funcionamiento de proyectos cooperativos/productivos de auto-sustentación y la incorporación al empleo público; depuración de los asistidos según su condición de “verdadera necesidad” y cualidad/cantidad de trabajo; recorte de los fondos destinados a la política del PIS; extensión de otros programas de transferencia de escala nacional (especialmente el Ingreso Universal por Hijo) que según la normativa exclusiva del PIS son incompatibles

197 vecinos”, cuidar “que no haya robos” y reportar ilícitos se destacan como las formas típicas en que los protectores definen su función (entrevista a Bety, San Luis, 2009). Esta actividad se extiende a su vez a los edificios públicos, en donde el “cuidado” sobre los bienes inmuebles es prioritario: N- Yo me levanto a las 4 de la mañana, son las 5:30 y ya estoy acá para tomar el turno, entendés. Entonces yo, que me digan a mi “a vos el Alberto (el gobernador) te va a dar la plata porque sí”… yo vengo, cumplo […] o sea, no me paga para quedarme sentada en mi casa, y como a ellos tampoco. Ellos (refiriéndose a otros protectores presentes durante la entrevista) vienen y tienen que estar. Bueno, a ellos les ha tocado este lugar, de estar en un edificio público, pero tienen que estar […] y es una responsabilidad muy grande. No podes tocar nada… estas acá y… se rompe, se pierde algo… (Entrevista a Nira, San Luis, 2007). G- Vos decís “¿qué hace en la escuela ésta?”. Bueno, cuidas, yo viste… he estado solo, hay PCS (computadoras), tenés que cuidar las luces, que no se roben la cantera, que no apedreen en la escuela, muchas cosas. Como es decir, dejarla sola, no podes dejarla sola a la escuela. (Entrevista a Gustavo, San Luis, 2010).

En las actividades descriptas un rasgo fundamental que se destaca es la disponibilidad de los cuerpos en servicio “para otros”. Múltiples sentidos vigías (ojos, oídos, tactos) se activan en los barrios y las edificaciones públicas, elaborando un accionar contra el delito en proximidad física y constante al problema. De este modo, aún a pesar de su bajo nivel de profesionalización, los agentes median conflictos, protegen el patrimonio, detectan situaciones (y personas) potencialmente peligrosas, convirtiéndose de este modo en una fuerza de acción subsidiaria al Estado. Esta modalidad de protección ha variado a lo largo del tiempo entre dos formatos generales, dependiendo ello de la cantidad de recursos humanos disponibles, los niveles de conflictividad urbana y la perspectiva de actuación. Una de ellas se ha enfocado (como ya veíamos) en los barrios populares, sobre todo la zona sur, y la otra en el área central de la ciudad. De este proceso de oscilación se han derivado momentos de ausencia institucional en ciertas áreas, a partir de los cuales se confirma la importancia que para algunos vecinos reviste el programa como garantía de protección de bienes: M –La gente me comentaba anoche, las chicas (refiriéndose a otras protectoras), que hay un señor de la manzana diez que ha dicho “que no, que el va a pasar una nota, que no puede ser, que levanten la seguridad (en el barrio), que era muy importante”, que a ellos les cubrían la casa, que por lo menos ellos podían salir tranquilos, porque sabía que había alguien dando vuelta o que algo iban a ver. –Por donde está el negocio de la Lily que yo te digo, ella me dijo “oh, se fueron, y no hay turno a la noche de dieciocho a veinticuatro en ese horario que se ponen a tomar cerveza acá en la puerta del negocio”. Una vez le quisieron robar; me dice "¿por qué no los vemos más acá en el barrio?", "no –le digo– por lo que los sacaron" […]

198 firmaron los vecinos para que nos dejaran viste, pero no, ya la orden te venía de allá (de la jefatura), viste. (Entrevista a Mónica, San Luis, Abril y Mayo de 2010, respectivamente).

La asignación de los protectores a la zona centro ha estado asociada no tanto a la mediación de conflictos, sino al propósito de vigilancia y protección de bienes y servicios, en este caso, vinculados a las principales actividades comerciales, financieras y turísticas. Este direccionamiento tiene como propósito construir una imagen deseable de ciudad, afirmada sobre espacios seguros/asegurados; esto es, sobre lineamientos de un ambiente pacificado que propicia los flujos de mercancías mediante la construcción de fronteras que se imponen sobre las corporalidades peligrosas. El recorrido concentrado y/o dilatado de los cuerpos se estructura de este modo mediante los usos políticos de la asistencia, asociada de esta manera a una garantía de vigilancia en los focos de interés que el capital invoca. En tal caso, el uso productivo que posibilita la política mediante los cuerpos-vigía, lleva a que de manera variable sean sometidos a movimientos oscilatorios no sólo entre espacios, sino además entre actividades: sirviendo como cordones de seguridad en las salidas de establecimientos educativos, vigilando paradas y estaciones de autobús o colaborando en eventos deportivos. De este modo, el eslabón que conecta política de inclusión, protección ciudadana y desarrollo social, se liga funcionalmente a las situaciones de expulsión a partir del trabajo de cuerpos precarios que son puestos en disponibilidad de acción para la sociedad en su conjunto. Sus energías son expropiadas y apropiadas diferencialmente de este modo, siendo utilizadas productivamente. Esta situación de disponibilidad y funcionalidad de los cuerpos llega incluso al paroxismo en la realización de ciertas actividades, en principio desvinculadas de la seguridad, tal como se destaca en el siguiente fragmento: M –[…] se va a largar un proyecto piloto en Villa Mercedes [segunda ciudad en importancia de la provincia] donde se va a trabajar un mediador, un protector y un policía, casa por casa […] preguntándole a las familias si los chiquitos están vacunados, pedirles la libreta de salud, como un asistente social, como si fuéramos un asistente social […] preguntando si los mandan al colegio, preguntando si hay problema de alcoholismo, si hay problema de maltrato, si hay problemas de drogas, si hay problema de desnutrición en las criaturas, todo eso (entrevista a Mónica, San Luis, 2010). Ahora bien, la administración bio-política de los cuerpos –que garantiza, tal como hemos visto, un complejo de seguridades sistémicas relevantes–, encuentra como reverso constitutivo el estado de precariedad en el cotidiano acontecer. La asignación en dinero que provee la política asistencial no es suficiente para un grupo familiar de dos miembros,83 lo cual resulta todavía más significativo si se consideran las cargas para 83

Los beneficiarios del Plan de Inclusión Social, incluyendo a los Protectores de Seguridad, recibían para Julio de 2013 una asignación de $1 070 pesos argentinos, mientras la Línea de pobreza oficial se encuentra en $533. En comparación, la Unión de Personal de Seguridad de la República Argentina especifica una remuneración básica para un vigilante general formalizado en $3 150,

199 hogares con jefatura monoparental, aquellos donde sólo una persona trabaja o existen individuos con discapacidad (véase nota al pie 18). En el mismo camino, dado que la relación de asistencia no se encuentra garantizada, se vivencia habitualmente como un estado de inseguridad sobre la reproducción personal y familiar: M –A mí me sacan de acá del trabajo y me cortan los brazos, a mí me cortan los brazos ¿yo qué hago? […] Tengo la niña que es chica y el niñito, y mi marido enfermo, y mis hijos, está bien, son grandes pero todos van a formar su familia mañana o pasado ¿entendés? Yo no puedo mandar a mi hijo (enfatiza) a la universidad […] y no puedo decir “ah bueno, de lunes a viernes voy a conseguirme otro trabajo o voy a conseguir otro trabajo en otro horario”, no puedo porque acá es de las cuatro de la tarde hasta las doce de la noche. E - ¿Y en tu caso cómo… (hacés)? G - Mira yo tengo un hijo, tengo una hija pero no vive acá, está en Buenos Aires, y yo vivo con él así que él me ayuda a mí […] este mes no porque lo sacaron, me lo han sacado justo del trabajo, lo echaron ¿viste? Antes […] él estaba trabajando en una zapatería acá, en una, sí, acá en San Luis, perooo lo echaron, echaron un montón y a él también lo echaron, así que este mes se me ha hecho más duro, porque yo he tenido que pagar cosas que él me pagaba, comprar mercadería que él la compraba, ¿viste?. Pero bueno, no te alcanza igual, no te alcanza igual. Yo estoy con él, y hay que pagar luz y hay que pagar gas, y hay que pagar todo lo demás, bueno es todo un tema […] La comida que está tan cara. (Entrevista a Mónica y Graciela, San Luis, 2010).

En esta cita, la narración de la experiencia de precariedad remite a las durezas de una vida signada por límites sociales que van desde la imposibilidad de ayuda a los hijos, pasando por dificultades para estudiar y conseguir trabajo, hasta problemas en el pago de servicios y alimentación. En estos términos, un cuerpo que se narra a sí mismo en posibilidad de ruptura (desgarrándose) señala la experiencia del conflicto que la lógica centrífuga del capitalismo contemporáneo ejerce. El problema de “los precios” es también recurrente en este sentido (como bien sucede desde otro lugar en el caso de los cartoneros), representando un desfasaje entre las actividades realizadas, la asignación recibida y las necesidades cotidianas. Mientras “todo sube” los sujetos se perciben en un siempre “igual” (entrevista a Mónica, San Luis, 2009); de forma tal que los únicos que ganan son “los otros”. Otro ejemplo sintomático en el que se expresa el vínculo entre inclusión social y mercantilización está dado por la política de incentivos a la compra de bienes durables, tales como computadoras o bicicletas, a través de las cuales se busca integrar a los sujetos a una ciudadanía del consumo: M - … con seiscientos pesos ¿qué hacés?, no hacés nada, encima la mayoría de las personas no cobran los seiscientos pesos; todos cobran cuatrocientos, cuatrocientos

mientras que el salario de un empleado público en la provincia de San Luis es de $4 000 como mínimo

200 treinta porque nos metieron la computadora ésa (…) El gobierno abrió un plan de computadoras el año pasado, el anteaño pasado cosa que cada uno podía comprar la computadora que quisieras ¿entendés? y la mayoría se metió. G – Compró. M - Se metió en computadoras, entonces no cobrás nunca los seiscientos pesos porque viene ya descontada la computadora. (Entrevista a Mónica y Graciela, San Luis, 2010)

La circulación de mercancías se construye y re-construye a partir de una dinámica expropiatoria que encuentra en los cuerpos precarios un anclaje fundamental para su reproducción. La política del consumo aquí presente revela que el orden económico se impone a las modalidades del estar/hacer/tener, asegurando desde diversos planos la eficacia de la soberanía del mercado sobre las disposiciones de los sujetos. La sensación de inclusión que produce la fantasía del consumo arrebata por este camino el bienestar a los cuerpos. Estos portan la inscripción de las leyes del capital impresas en su carne, marcados por el horizonte de imposibilidad que define la política asistencial, los flujos mercantiles y el movimiento de los precios, excediendo sus propias posibilidades de actuación. Las capacidades substraídas como convergencia entre el estado de precariedad y la política de regulación/control que es ejercida desde el Estado puede observarse a su vez en dos relaciones explícitas: las dificultades para encontrar otro empleo y el miedo correlativo a perder el apoyo asistencial: A –Otro tipo de cosa, cambiar de trabajo, sí, nos gustaría a nosotros. Fábricas, todo esos lugares nadie te toma. E - Yo no sé, ¿acá en San Luis cómo está?; está difícil entonces. A - Claaaro, re difícil (…) I - Esto que estás viendo acá, esto que somos nosotros, es la falta de trabajo que hay; y bastantes somos nosotros; si hay tres mil (refiriéndose al número de protectores asignados a la Capital) son tres mil desocupados. E - O sea que digamos… I - No es que, digamos, hay trabajo. (Entrevista a Anabel e Ignacio, San Luis, 2009)

B– (…) la gente después tiene miedo también, de irse de eso y que le vaya mal y que no pueda volver a reintegrarse al Plan, entonces por ahí tampoco se iban. (Entrevista a Bety, San Luis, 2007).

201

La sombra que proyecta la estructura del capitalismo es generadora de miedos que se imponen sobre la capacidad de acción. Desde esta in-capacidad socialmente estructurada (fijada en factores “biológicos” tan rígidos como la edad), la sensación de imposibilidad produce un repliegue que coagula el hacer, demarcando de esta manera un límite claro para lo que puede ser deseado. En este sentido, sujetos que se definen a sí mismos como “capaces para hacer un montón de cosas” (entrevista a Bety, San Luis, 2007), con “más carácter que un pibe joven” (entrevista a Mónica, San Luis, 2010), reconocen a su vez que “la edad te limita un montón”. Este problema ‘etario’ codifica en realidad los diversos dobleces sobre los que se asienta la expulsión, que en este caso va desde la posición de clase, pasando por el género, hasta llegar a la edad. Esto señala finalmente la imposibilidad de sentir seguridad tanto dentro como fuera del Plan, puesto que el mercado expulsa de manera cíclica y el Estado no garantiza una defensa que exceda la ayuda contingente. Entre la imposibilidad y el miedo se produce un anclaje del cuerpo, una relación de detención que produce una experiencia permanente de mal-estar. Así la estructuración del cuerpo se comprende en tanto soporte de la expropiación de energías en el que se atestigua la experiencia de dolor social en los sujetos.

Conclusiones Patrones de la circulación entre cuerpos-recicladores y cuerpos-vigía En virtud del imperativo que insume el proceso de mercantilización a escala global, los bordes materiales y simbólicos de lo social se vuelven parte constitutiva de la dinámica que soporta y dinamiza al capitalismo. El carácter ampliado de la lógica de desposesión funcionaliza los estados de expulsión como una estructura de capas de explotación desigual, patrones de jerarquización variable, en los que la disposición de la fuerza de trabajo opera desde diferentes ámbitos, contextos y procesos. En este sentido, la precariedad corporal puede ser observada como un sitio privilegiado para la reproducción, en tanto fuerza de trabajo en movimiento que se integra al circuito de las mercancías desde los bordes de lo social. Por esta razón, más allá de las intencionalidades que expresan los sujetos entrevistados, hemos procurado abordar la lógica que sus prácticas en modulación y frecuencia a las circulaciones materiales que propician en la ciudad. Aun realizando actividades diferentes, aun tratándose de circuitos de acción diversa (en unos basados en la mercancía-basura y en otros en la provisión de protecciones), es posible ver en ambos la configuración de procesos que son funcionales a la mercantilización. Así pues, más allá de sus diferencias, los casos estudiados configuran un patrón de circulación basado en el cruce entre precariedad corporal, disponibilidad ocupacional y expropiación de energías. Un patrón cuya tasa, secuencia, intensidad y naturaleza, presenta al menos un rasgo relevante que les es común: da cuenta de cómo las sociedades latinoamericanas se reproducen y actualizan a través de la expulsión. A su vez, los estados de detención se presentan como un pliegue insoslayable de las cadenas de producción constituidas, expresadas a través de los diversos límites que se imponen a la movilidad (social, física y espacial) del cuerpo, por el efecto centrífugo del mercado, las modalidades de intervención

202 institucional que regulan y fijan las prácticas, así como las estrategias de distanciamiento/rechazo que en las interacciones cotidianas se imponen como condición para la existencia de espacios ‘apropiados’ de presencia y movimiento. En el cruce de estas relaciones, la seguridad de las circulaciones queda garantizada por la oferta de bienes y servicios que se estructuran en las ciudades a partir de los múltiples detenimientos que se vuelven posibles en escenarios de expulsión; de cuerpos recuperadores y recuperados que reciclan o han sido reciclados bajo los criterios de mercantilización del mercado. Así se hace posible comprender un proceso que no es otra cosa que una forma estructurada de las relaciones existentes entre los sujetos. Las circulaciones no existen de por sí, en cuanto tales, y su expresión como patrones no es sino la materialidad de dichas relaciones en el mundo. En esta existencia, y parafraseando a Marx, la circulación de los cuerpos precarizados exuda energías que son expropiadas en afán del capital.

203

Bibliografía Aimar, L. et al. (2007), “El conflicto de la Basura en San Francisco: el lugar del trabajo del ciruja en el negocio de la basura”, en Adrián Scribano (comp.) Mapeando Interiores. Cuerpo, conflicto y sensaciones, Córdoba, Jorge Sarmiento Editor, pp. 71-95. Boito, M. et al. (2009), “Cruel dinámica socio-urbana y metamorfosis clasista en el espacio urbano cordobés. Imágenes en tensión con el discurso de la ‘ciudadanización’ y la afectividad melancólica que lo pregona”, Ponencia presentada en XXVIII Congreso LASA 2009, Río de Janeiro. Bourdieu, P. (1999), Meditaciones pascalianas, Barcelona, Anagrama. Braudel, F. (1986), L'identité de la France, París, Arthaud-Flammarion, Tomo III. Camarena, M. (2012), "La circulación, espacio de la acción social", en Revista Tecsistecatl, Economía y Sociedad de México, vol. 4, núm.13, en: http://www.eumed.net/rev/tecsistecatl/n13/circulacion-espacio-accion-social.html Cervio, A. L. (2007), “La ciudad como experiencia conflictiva: la problemática habitacional entre la gestión activa y la resistencia organizada”, en Adrián Scribano (comp.), Mapeando interiores, Córdoba, Universitas, pp. 39-69. Elías, N. (1993), El proceso de la civilización, Buenos Aires, FCE. Giddens, A. (1991), Modernidad e identidad del yo, Barcelona, Ediciones Península. Goffman, E. (1979), Gender Advertisement, New York, Harper Torchbooks. ----------- (1989), La presentación de la persona en la vida cotidiana, Buenos Aires, Amorrortu. Haber, S. y Renault, E. (2007), “¿Un análisis marxista de los cuerpos?”, en Lachaud, J. M. y Neveux, O. (dir.), Cuerpos dominados, cuerpos en ruptura, Buenos Aires, Nueva Visión, pp. 9-26. Loera Burnes, E. y Pineda, P. (2006), “Bien recolectada pero mal tratada. El manejo municipal de la basura en Ciudad Obregón, Hermosillo y Nogales, Sonora”, en Estudios Sociales, Julio-diciembre, Año/vol, XV, núm. 30, México, Universidad de Sonora. Hermosillo, pp. 167-193. Marx, Karl (1965) [1867], El capital, Libro Primero, T. 1, La Habana, Ediciones Venceremos. ----------- (1980) [1956], Teorías sobre la plusvalía I, México, FCE. ----------- (1999), Manuscritos de economía y filosofía, Madrid, Alianza Editorial. Medeiros, L. y Macedo, K. (2006), “Catador de material reciclable: uma profissao para além da sobrevivência?”, en Psicología & Sociedade. Mayo-agosto, Vol. 18. Nº 2. pp. 62-71.

204 Scribano, A. (2009), “A modo de epílogo ¿Por qué una mirada sociológica de los cuerpos y las emociones?”, en Adrián Scribano y Carlos Figari (comps.) Cuerpo(s), Subjetividad(es) y Conflicto(s), Buenos Aires, Clacso-Ciccus, pp. 141-151. ----------- (2007), “¡Vete tristeza…viene con pereza y no me deja pensar! … hacia una sociología del sentimiento de impotencia”, en Rogelio Luna Zamora y Adrián Scribano (comps), Contigo aprendí. Estudios sociales sobre las emociones, Córdoba, Copiar-CeaConicet, pp. 21-42. Segovia, M. C. (2010), El desarrollo urbanístico y espacial de San Luis/Cuyo-Argentina en la segunda mitad del siglo XX: Hacia un modelo de diferenciación socio-espacial y funcional de una ciudad mediana, Tesis Doctoral, España, Universidad de Barcelona. Seveso, E. y Vergara, G. (2012), “En el cerco. Los cuerpos precarios en la ciudad de Córdoba tras la crisis argentina de 2001”, en Papeles del CEIC, núm.79, mayo, en: http://www.identidadcolectiva.es/pdf/79.pdf Suarez Godoy, E. (2004), “San Luis… una política social diferente”, San Luis, Payne. Valdes, E.G. (2010), “La planificación territorial y el urbanismo desde el diálogo y la participación”, en Actas del XI Coloquio Internacional de Neocrítica, Buenos Aires, UBA. Vergara, G. (2010), Percepciones del trabajo doméstico y extradoméstico de las mujeres recuperadoras de residuos de San Francisco y Córdoba, Córdoba, Maestría en Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Córdoba (inédito). ----------- (2012), “Experiencias de la doble jornada en mujeres recuperadoras de residuos de Córdoba y San Francisco en la actualidad. Un análisis de sus tramas corporales, percepciones y emociones”, Tesis de doctorado, Universidad de Buenos Aires, Inédito. Vergara, G. y Gianonne, G. (2009) “Carreros, cartoneros, cirujas y algo más. Hacia un mapeo de los colectivos de recuperadores de residuos en la ciudad de Córdoba”, en Onteaiken, núm. 7. Mayo, Programa de Estudios de Acción Colectiva y Conflicto Social/CIECS-CONICET, en: http://www.accioncolectiva.com.ar/revista/www/sitio/boletines/boletin7/2-2.pdf Vergara y Seveso, 2012), “¿Qué ves cuando me ves? Expulsión, precariedad corporal y sensibilidad. Percepciones y emociones sobre prácticas de denegación social en cartoneros y beneficiarios estatales de las ciudades de Córdoba y San Luis”, en 2nd ISA Forum of Sociology: social justice and democratization, Buenos Aires, International Sociological Association (ISA). Wacquant, L. (2010), Castigar a los pobres. El gobierno neoliberal de la inseguridad social, Barcelona, Gedisa.

Documentos oficiales e informes CEPAL (2011), Programas de Transferencia Condicionadas. Balance de la experiencia reciente en América Latina, Santiago de Chile, Naciones Unidas. Dirección de Calidad Ambiental (s/f) “Evaluación de Desempeño de Plantas de Separación de Residuos Sólidos”, en Plan Nacional de Valorización de Residuos. Presidencia de la

205 Nación. Secretaría de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable. Subsecretaría de Ordenamiento Ambiental, en: http://www.ambiente.gob.ar/observatoriorsu/infoteca/archivos_para_bajar/PLANVAL_PL_S EP.pdf (FUNDES) Fundación para el Desarrollo Sostenible (2008) “Investigación sobre la cadena de valor del hierro como chatarra en Argentina”, Informe final, en: http://www.mapeorse.info/sites/default/files/Investigacion_sobre_la_cadena_de_valor_0.pdf Gobierno de la Provincia de San Luis (2005), San Luis Crea Trabajo. Plan de Inclusión, video institucional, San Luis. Ley Nº 5.385, Provincia de San Luis, en: http://www.diputados.sanluis.gov.ar Observatorio Nacional para la Gestión de Residuos Sólidos Urbanos (s/f) “Estadísticas. Generación per cápita y total por Provincia y País”, en: http://www.ambiente.gob.ar/observatoriorsu/informacion_general/estadisticas.html OPS (Organización Panamericana de la Salud) (2005) “Informe de la Evaluación Regional de los Servicios de Manejo de Residuos Sólidos Municipales en América Latina y el Caribe”. Washington D.C., OPS, en: http://www.bvsde.paho.org/curso_mrsm/e/fulltext/informe.pdf. SIGLA Consultora (s/f) “Informe Final Evaluación Social y Comunicacional del Sector de Residuos Sólidos Urbanos”, en Proyecto de Gestión de la Comunicación, −BIRF 4281− AR−PNUD ARG 99/025. en: http://www.ambiente.gob.ar/observatoriorsu/infoteca/archivos_para_bajar/EV_SOCYCOM_ CHU_TUC.pdf UNICEF y OIM (s/f) “Informe sobre trabajo infantil en la recuperación y reciclaje de residuos”, en http://www.unicef.org/argentina/spanish/informetrabajoinfantil.pdf

Sitiografía Argen-Times. 23 de junio de 2011, en: http://argen-times.blogspot.com.ar/search?q=cartoneros Centro de Investigaciones http://estudiosociologicos.com.ar

y

Estudios

Sociológicos,

recuperado

La Voz del Interior. Edición on line. 6 de mayo de 2013, en: http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/ambiente/se-recupera-solo-1-lo-reciclable.

de:

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.