\"Destino España: un exilio en \"Retirada\"

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Descripción

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Destino España: un exilio en "Retirada"
par
Diego Gaspar Celaya


"[…] la desbandada cobró una magnitud inmensurable. Una muchedumbre enloquecida atascó la carretera y los caminos, se desparramó por los atajos, en busca de la frontera. Paisanos y soldados, mujeres y viejos, funcionarios, jefes y oficiales, diputados y personas particulares, en toda suerte de vehículos […] cortaban una inmensa mesa a pie, agolpándose todos contra la cadena fronteriza de La Junquera […] Desesperación de no poder pasar, pánico, saqueos y un temporal deshecho […] Las gentes quedaron acampadas al raso, y sin comer, en espera de que Francia abriera la puerta."
MANUEL AZAÑA

Introducción
Nunca antes en la historia de las corrientes migratorias que habían atravesado la frontera franco-española tuvo lugar una serie de movimientos poblacionales tan importantes como los provocados por la guerra civil española hacia Francia entre 1936 y 1939. De hecho, durante siglos, el sentido de los intercambios demográficos entre ambos países había sido el inverso, ya que fueron pocos los españoles que se aventuraron, en fecha anterior a mediados del siglo XIX, a descubrir territorio francés más allá de las regiones fronterizas que ambos países comparten. Sin embargo, ligados al desarrollo del Segundo Imperio francés, a las necesidades de mano de obra que este generaba, a la débil natalidad francesa y al mediocre desarrollo económico español, los flujos migratorios españoles de naturaleza económica llegados a Francia aumentaron de forma notable en la segunda mitad del siglo XIX. Aunque cabe destacar que, además de estas salidas hacia Francia, y por supuesto de la corriente iberoamericana, en este periodo un importante movimiento migratorio español se desplazó a Argelia procedente mayoritariamente desde Levante y Andalucía situando en más de 116.000 a los españoles residentes en Argelia en 1907, cifra que aumentará hasta los 135.000 en 1911. Pero, en una migración española a Francia que se encontraba en fase ascendente el primer conflicto mundial supuso un punto de inflexión.
Condicionada por la movilización de hombres para el esfuerzo de guerra, la economía francesa incorporó masivamente a trabajadores extranjeros procedentes en su mayoría de Italia, Bélgica, Polonia y España, aunque bien es cierto que contingentes procedentes de Indochina, Grecia, Portugal, África del Norte o prisioneros del conflicto también fueron igualmente empleados. De formación reducida, los mas de 120.000 españoles llegados fueron mayoritariamente empleados en tareas agrícolas, aunque una minoría española comenzó a ser incorporada a la industria francesa. Pero tras la Primera Guerra Mundial el flujo español lejos de disminuir siguió aumentando a consecuencia de la acuciante necesidad de mano de obra que presentaba una Francia desangrada. Entre 1920 y 1931 más de dos millones de extranjeros llegaron a Francia, de ellos más de 300.000 eran españoles, prácticamente uno de cada seis.
Durante la década de los años 1930, los efectos de la crisis económica provocaron una fuerte contracción de la inmigración extranjera en Francia. Ello sumado a las naturalizaciones y los regresos a España provocados por la proclamación de la II República, tuvo como resultado un descenso progresivo del numero de españoles residentes en Hexágono que pasó de los 350.000 censados en 1931, a los 250.000 de 1936. El 12 de abril de 1931 los comicios municipales celebrados en España dieron como resultado el triunfo de las candidaturas republicanas en la mayoría de las capitales de provincia, la dimisión del Gobierno provisional del almirante Juan Bautista Aznar y la salida de Alfonso XIII del trono. Dos días más tarde, el 14 de abril de 1931, se proclamaba la II República. España se convertía de ese modo en una República parlamentaria y constitucional a la que se decidieron a volver muchos de los exiliados políticos que habían abandonado territorio español en las tres primeras décadas del siglo XX. Un retorno que para algunos dirigentes republicanos que en 1939 se vieron abocados a un nuevo exilio, se convirtió en el viaje de vuelta a una España que habían abandonado tras el golpe de Estado del general Primo de Rivera en 1923.
Enfrentada a importantes desafíos, como protestas sociales, insurrecciones anarquistas y levantamientos socialistas, la II República española sufrió para consolidarse. Sin embargo, fue un golpe desde arriba y desde dentro, en el seno del ejército, instigado por los grupos de orden que no la toleraban, el que inició por las armas una agonía de casi tres años, que finalmente acabaría con el proyecto democrático. El 18 de julio de 1936 el ejército quedó dividido entre quienes decidieron defender la legalidad republicana y aquellos que se sublevaron contra ella, el golpe había fracasado, comenzaba la Guerra Civil española.
El conflicto español supuso un cambio radical, tanto en la composición de la colonia española en Francia como en el volumen de los flujos migratorios españoles salidos hacia ella. Los trabajadores españoles, protagonistas de las corrientes migratorias de entreguerras, dieron paso a los desplazados geográficos primero y a los refugiados políticos más tarde. Sin embargo, antes incluso de que se desencadenase la contienda, algunos miembros de la aristocracia y la clase media-alta española -próximos a la causa sublevada- habían cruzado la frontera instalándose en el País Vasco francés donde permanecieron hasta que la campaña norte comenzó a decantarse del lado de Franco. Habían sido los primeros en salir, acusando los efectos de una guerra que ni siquiera había comenzado. Tras ellos muchos más llegaron a Francia entre 1936 y 1939, en su mayoría huyendo de los combates y del avance de las tropas sublevadas. Aunque bien es cierto que hubo quienes hicieron un viaje similar en sentido inverso. De hecho, un número indeterminado de españoles emigrados económicos en Francia regresaron a España para combatir por la República. Junto a ellos, voluntarios de más de cincuenta países lucharon por norma general integrados en las Brigadas Internacionales, y aunque su caso es poco conocido, su participación fue proporcionalmente importante dentro de los internacionales de nacionalidad francesa que combatió en España y cuyos efectivos superaron los 9.000 miembros.
En guerra
Casi tres años de guerra en España todo lo cambiaron. Desde 1936 junto a los soldados y milicianos que cruzaban la frontera para reincorporarse a la lucha por Cataluña, heridos, mujeres, niños y ancianos llegaron a Francia tratando de huir de una violencia indiscriminada que se manifestaba dentro y fuera de los diferentes teatros de operaciones. La caída de los diferentes frentes de batalla en España dio como resultado cinco movimientos migratorios. Los cuatro primeros tuvieron como destino la Francia metropolitana, mientras que el último de ellos llegó en marzo de 1939 a los territorios que París controlaba en el Norte de África. Sin duda el éxodo provocado por la conquista rebelde de Cataluña a finales de 1938 y comienzos de 1939 –la Retirada- fue el de mayor importancia cuantitativa, aproximadamente 470.000 refugiados españoles cruzaron a Francia por los Pirineos catalanes en este periodo. Aunque anteriormente y coincidiendo con el desplome de las defensas republicanas en el norte peninsular, tres movimientos migratorios dejaron en Francia un saldo de 40.000 refugiados españoles entre 1936 y 1938.
Al igual que lo hicieran las grandes potencias europeas, la sociedad francesa de la época se fracturó ante la Guerra Civil española percibiéndola, no como el conflicto interno nacido del 18 de julio, sino como la batalla internacional que contraponía democracia y fascismo, revolución y contrarrevolución, propietarios frente a trabajadores o clericalismo y anticlericalismo. Una guerra en la que a toda Francia le iba algo en juego y que quedó integrada en las luchas internas de la política nacional francesa. Mientras la derecha francesa mostró su apoyo a los sublevados, la izquierda hizo lo propio con la II República, elevándola como símbolo de resistencia de una Europa amenazada por el fascismo. Aunque bien es cierto que, al margen de unos y otros, hubo quienes alzaron la voz en defensa de la paz a través de diferentes organismos como la Internacional de Resistentes a la Guerra o el Comité de Acción para la Paz en España.
Al otro lado de la frontera, nadie permanecía al margen de un conflicto español que todo lo impregnaba, y al igual que partidos y sindicatos, la prensa francesa también se posicionó centrando su interés durante el conflicto en temas como el golpe de Estado, el "Pacto de No Intervención", el desarrollo de los frentes, la violencia de los combates, la llegada de refugiados españoles a Francia y el reconocimiento del gobierno de Franco. Aunque no solo la prensa se mostró dividida ante la llegada de refugiados españoles, ya que la acogida brindada por particulares franceses gozó de gran heterogeneidad. Éstos se mostraron preocupados por la salud de las finanzas locales, alarmados por el gran nivel de politización de los refugiados e indignados ante los pequeños hurtos que los refugiados protagonizaban en sus propiedades, mayoritariamente en los departamentos de llegada, lo que dio lugar a actitudes frías, distantes e incluso de rechazo frente a los refugiados.
Tal y como apuntaba anteriormente, al iniciarse la guerra civil española, la comunidad internacional fijo posiciones, y el gobierno francés que presidía el socialista Léon Blum, tras acatar el diktat del Foreign Office británico, y posicionarse en defensa de la "No Intervención", comenzó a elaborar una serie de medidas encaminadas a regular una eventual acogida de refugiados españoles en su territorio. Entre 1936 y 1937 el gabinete francés aprobó más de sesenta instrucciones ministeriales en las que sentaba las bases de la recepción de los huidos, dando instrucciones precisas a los prefectos de los departamentos fronterizos para tomar medidas de carácter humanitario que respondieran a una acogida basada en la "tradición francesa". Con ellas los refugiados españoles quedaban autorizados a residir de forma temporal en los departamentos fronterizos y elegir; si deseaban volver a España, a qué zona hacerlo; mientras que quienes no optasen por el retorno serían reubicados en departamentos del interior. Sin embargo, tras la llegada de los primeros refugiados procedentes de Guipúzcoa en el verano de 1936, y con la mirada puesta en próximas avenidas, el Ministerio del Interior -con el socialista Marx Dormoy a la cabeza- manifestó su preocupación por el cumplimiento de los acuerdos de "No Intervención", y por el esfuerzo económico que para las arcas francesas podía suponer una eventual acogida masiva de refugiados españoles. Dicha inquietud se saldó con la publicación de nuevas instrucciones encaminadas a liberar al gobierno de parte de la carga fiscal que los recién llegados podían suponer; organizar su distribución en el territorio francés; promover su repatriación mientras esta fuera posible o, en caso contrario fijar su residencia lejos de la frontera; y reforzar el orden público y el control de las fronteras. Dos de las más importantes fueron, en primer lugar, la Instruction générale sur l'hebergement des réfugiés espagnols, publicada en mayo de 1937, la cual sintetizaba las medidas adoptadas anteriormente y establecía una lista de los departamentos de acogida, clasificándolos en dos categorías, de primera o de segunda urgencia. Y en segundo lugar, la publicada el 10 de junio, que emplazaba a repatriarse a los hombres en edades comprendidas entre los dieciocho y los cuarenta y ocho años, instruida con la clara pretensión de obtener la salida de todos aquellos combatientes españoles llegados a Francia tras la caída del Frente Norte.
Esta serie medidas ponían de manifiesto la progresiva adopción por parte del gobierno francés de una serie de políticas restrictivas encaminadas a regular la llegada e instalación de refugiados españoles en territorio francés. Sin embargo, el cambio "radical" todavía estaba por llegar. A finales de junio de 1937, Leon Blum, presidente del consejo de ministros, presentó su dimisión. Ésta fue aceptada, y Camille Chautemps accedió a la presidencia. El Partido Radical retomaba las riendas del gobierno, y un nuevo cambio en las políticas de acogida no se hizo esperar. En septiembre de ese mismo año, las autoridades francesas reforzaron la presencia policial en toda la frontera; y dos meses más tarde aprobaron un nuevo decreto mediante el cual, únicamente se autorizaba a residir en Francia a los refugiados que tuviesen recursos suficientes como para mantenerse por si mismos, sin llevar a cabo actividad laboral alguna, y sin depender de la intermediación de una familia francesa, exceptuando a mujeres, niños, ancianos y heridos. De esta forma Francia se cerraba al flujo extranjero demostrando que la preocupación del Gobierno por el gasto público que éste ocasionaba se había convertido en constante, aunque las restricciones alcanzarían su punto álgido en la tercera vuelta de Edouard Daladiera la presidencia del Consejo de Ministros.
A partir del 10 de abril de 1938, gozando de cierto grado de acuerdo dentro de la clase política francesa, e influenciado por diferentes posturas xenófobas surgidas en Francia a comienzos de los años treinta ante la inmigración extranjera, el nuevo gobierno francés implementó medidas destinadas a reforzar la vigilancia y la represión sobre los extranjeros presentes en su territorio. Así el 2 de mayo, se aprobaba el decreto sobre "la policía de extranjeros" adoptado en razón de "la preocupación por la seguridad nacional"; mientras que el 12 de noviembre se hacía lo propio con dos nuevos decretos: el primero destinado a la organización de brigadas de "gendarmes de frontera"; y el segundo a la distinción entre la parte "indeseable" de la población extranjera, y aquellos que eran considerados "sanos y trabajadores" para la economía del país y la conservación del orden público. Acompañando a estos tres nuevos decretos se aprobaron también una serie de medidas que imponían a la ciudadanía la obligación de declarar si albergaban o no extranjeros en sus propiedades, regulaban los matrimonios surgidos de la unión entre extranjeros y franceses y modificaban la reglamentación de los procesos de nacionalización y naturalización. Aunque la medida de mayores consecuencias, y que a la postre constituiría la base legal del encierro en los campos de los refugiados españoles un año más tarde, llegó el 13 de noviembre de 1938. Ese día el gobierno francés aprobó la conocida como "ley de sospechosos", la cual establecía que los considerados como "indeseables" deberían de ser recluidos en centros específicos, ya que su libre circulación suponía una libertad excesiva. De esta forma quedaba pertrechado el arsenal normativo al que se iban a enfrentar los refugiados españoles llegados a Francia a comienzos de 1939, cuya aplicación práctica quedó plasmada en el importante despliegue militar que se encargó de contener, desarmar y conducir, primero a los campos de selección y clasificación, y posteriormente a campos de internamiento, a los recién llegados.
Al otro lado de la frontera
Pese a la experiencia adquirida con los flujos migratorios que se habían precipitado con anterioridad hacia la frontera francesa en 1936, 1937 y 1938; las medidas adoptadas por el gobierno francés para hacer frente al casi medio millón de refugiados españoles que cruzaron los pirineos a comienzos de 1939 fueron del todo insuficientes. Las múltiples advertencias recibidas por el gobierno francés procedentes de sus embajadores y agregados habían caído en saco roto. Nada hizo variar la política oficial de acogida, y al grito de ¡allez, allez! fueron recibidos en la frontera los refugiados españoles. Frente a ellos, seguridad y vigilancia: Guardias Móviles Republicanos (GMR), Gendarmes, spahis marroquíes y tiradores senegaleses, se encargaron de desarmar, custodiar y conducir a los campos de selección y clasificación a los vencidos. Le Boulou, Bourg-Madame, La Tour de Carol, Prats-de-Mollo o Arlès-sur-Tech fueron algunos de los más célebres; instalaciones provisionales rodeadas de alambradas y soldados, que aseguraban una "vida a la intemperie" donde quedaron internados en un primer momento los protagonistas de la Retirada.
Desde que a comienzos de febrero de 1939 el número de refugiados españoles internados alcanzase su cuota más alta éste fue disminuyendo progresivamente en los meses siguientes. Conforme se abandonó el caos inicial y los campos comenzaron a organizarse, dicho número sufrió importantes variaciones merced a los traslados y salidas protagonizados por una mayoría refugiada encerrada y obsesionada con recuperar su libertad y reencontrarse con sus familiares. Según datos oficiales, a mediados del mes de junio quedaban internados en campos franceses aproximadamente unos 173.000 españoles, 84.688 a fecha de 15 de agosto, 53.000 el 15 de noviembre, entre 35.000 y 80.000 a finales de diciembre y unos 30.000 en abril de 1940.
Pese a que la pregunta aparece clara: ¿qué había provocado una variación de tal magnitud en apenas doce meses? la respuesta es algo más compleja, ya que son muchos los factores que influyeron en el descenso de la población internada española. No obstante, cinco fueron las opciones que tuvieron los refugiados españoles para abandonar los campos: volver a España, haciéndose repatriar; emigrar a un tercer país, principalmente localizado en América latina; hacerse contratar en el exterior de los campos; incorporarse como prestatarios militares a compañías de trabajadores extranjeros (CTE); o suscribir un alistamiento militar, ya fuese en la Legión extranjera francesa o en los Regimientos de Marcha Voluntarios Extranjeros (RMVE). Y precisamente la primera de ellas es la que centra esta comunicación.
Repatriaciones
El factor de mayor importancia cuantitativa en la disminución del censo de internos españoles en Francia, fue el elevado número de repatriaciones que protagonizaron los recién llegados. Éstas, obsesión constante del Gobierno francés debido a la "carga económica" que para las arcas estatales suponían los españoles, se desarrollaron a un ritmo desigual, y estuvieron influenciadas principalmente por cuatro factores: la ley de responsabilidades; las diferentes medidas puestas en marcha por las autoridades francesas para fomentar la salida de los refugiados españoles; la propaganda franquista y los acuerdos Bérard-Jordana, en particular las cuotas franquistas de aceptación de refugiados negociados en éstos.
Durante las primeras semanas de febrero de 1939 el número de repatriados superó las 50.000 personas. Muchas de ellas eran "desplazados geográficos", es decir, civiles que huyendo de los combates pusieron rumbo a la frontera para más tarde regresar a sus casas. Sin embargo, en este proceso la ley de "responsabilidades políticas" supuso un punto de inflexión dado que, si bien los "desplazados geográficos" regresaban a España sin temor a represalias, la ley promulgada por Franco el 9 de febrero de 1939 llenó de incertidumbre y temor la mente de miles de refugiados, colocando las bases para, con carácter retroactivo, acusar a todas las personas, "tanto jurídicas como físicas, que, desde el 1 de octubre de 1934 y antes del 18 de julio de 1936", contribuyeron a crear, mantener o participar del legítimo orden republicano; y de aquellas otras que, a partir de la segunda fecha, "se hayan opuesto o se opongan al Movimiento con actos concretos o pasividad grave".
Entre las diferentes medidas puestas en marcha por la administración francesa para fomentar las repatriaciones, destacan el mejor acondicionamiento, trato e instalaciones de los denominados "campos de tránsito" hacia España -cuyo mejor ejemplo podemos encontrar en el recinto de Barcarès- o las destinadas a favorecer la reagrupación familiar de todos aquellos que decidiesen regresar a España. No obstante, pese a que el gobierno francés había dado plenas garantías de la voluntariedad del retorno, estas no siempre fueron respetadas, y en ocasiones la presión de las autoridades dio lugar a situaciones en las que los refugiados se vieron obligados a elegir entre alistarse en la Legión Extranjera o hacerse repatriar; situaciones a las que numerosos testimonios de la época hacen referencia, entre los cuales me gustaría destacar el del aragonés y combatiente de las Fuerzas Francesas Libres (FFL) Martín Bernal. Nacido en La Cartuja (Zaragoza) en 1912, Bernal, anarquista afiliado al sindicato CNT en Zaragoza, se incorporó a las milicias populares al estallar el golpe de 1936. En ellas combatió hasta que en 1937 fue integrado en el Ejército Popular Republicano (EPR) junto al que permaneció toda la guerra, hasta que en la fase final del conflicto fue hecho prisionero en la zona centro. Enviado a un campo de prisioneros cercano a Porta Celi (Valencia) logró evadirse y llegar a Francia, atravesando los Pirineos, en agosto de 1939. De esta forma recordaba Martín, hace años, su llegada a territorio francés y su alistamiento legionario:
"[Cuando] crucé la frontera francesa por los Altos Pirineos, me metieron en la cárcel junto a otros refugiados españoles. Allí nos pilló el estallido de la Segunda Guerra mundial y en seguida comenzaron a presionarnos para que nos enrolásemos en la Legión Extranjera. Pero mientras nosotros tratábamos de suscribir un contrato sólo para la duración de la guerra, las autoridades francesas se empeñaban en hacernos firmar por cinco años. Al ver que no transigíamos, nos amenazaron con devolvernos a España por las buenas. No creíamos que fuesen capaces de cumplir la amenaza, hasta que un día nos sacaron de la cárcel [de Tarbes], nos montaron en un coche celular y nos echamos a la carretera, en dirección a la frontera de Canfranc. Nosotros seguíamos creyendo que era una maniobra para intimidarnos y romper nuestra resistencia, pero cuando nos dimos cuenta de que la cosa iba en serio fue al ver asomar, a lo lejos, las puntas de los tricornios de los civiles. Así que no nos tocó más remedio que firmar, y a los pocos días, vía Marsella, ya navegábamos hacia Argelia".
No obstante, además de este tipo de medidas de presión que intentaban procurar la repatriación masiva de refugiados españoles, aún cuando el gobierno francés era consciente de que ésta era inviable, destacaron otras que, de forma indirecta, perseguían el mismo fin. Entre ellas quisiera destacar el amplio margen de maniobra y difusión concedido a una propaganda franquista que difundía la imagen benévola y piadosa del nuevo régimen imperante en España que esperaba con brazos y cárceles abiertos el retorno de los huidos. Una propaganda que reiteradamente denunciaba las deplorables condiciones de internamiento de los campos franceses, y recordaba de manera constante la ruptura de la unidad familiar que soportaban sus internos.
Sin embargo, en contraposición a tal despliegue propagandístico, los refugiados españoles intentaron informar por sus propios medios a aquellos compatriotas decididos a volver a España, ya que únicamente periódicos de corte derechista como Le Jour o Le Matin fueron autorizados en el interior de los campos. Así las cosas, a mediados de marzo, y conforme la organización de los internos en los campos avanzaba, comenzaron a aparecer una serie de boletines y publicaciones elementales que sirvieron como espacio público de advertencias a todos aquellos que dudaban entre el regresar a España o continuar encerrados. Elaboradas de forma rudimentaria por los propios internos, este tipo de publicaciones intentaban plasmar la realidad de una acogida franquista basada en campos de concentración, prisiones, trabajos forzados o pelotones de fusilamiento; alejada de la imagen ficticia que proyectaba la propaganda de la "nueva España". Una realidad que también se encargaban de describir muchas de las cartas encriptadas que lograron escapar a la censura y llegar a los campos, a través de las cuales familiares y amigos despejaron no pocas dudas acerca del contexto que esperaba en España a todos aquellos que decidieran regresar. Tal fue la importancia que adquirieron estos dos canales de información no oficiales que, con el pretexto de que éstas no entorpeciesen el proceso de repatriación, las autoridades francesas decidieron poner sobre aviso a sus prefectos y estrechar la vigilancia para perseguirlas y prohibirlas. Sin embargo, en respuesta a la permisividad demostrada por las autoridades francesas con la propaganda franquista y las técnicas de coacción empleadas para fomentar los regresos a España, diferentes medios extranjeros también manifestaron su preocupación por las presiones que de forma constante recibían los refugiados españoles internados. Estas críticas provocaron una respuesta oficial del gobierno francés basada en la desacreditación y prohibición de este tipo de publicaciones, tal y como refleja la nota emitida en septiembre de 1939 por el ministro del interior, Albert Sarraut:
"A efectos de poner fin a las campañas tendenciosas, susceptibles de poner un obstáculo a las repatriaciones […] me he visto obligado en aplicación del artículo14 de la ley del 29 de julio de 1881, a prohibir algunos diarios extranjeros ampliamente difundidos entre los refugiados […] Oponerse a que ciertas publicaciones se entreguen a sus destinatarios".
Mientras que a consecuencia del informe desfavorable de la comisión internacional que a mediados de marzo visitel mismo sae marzo visitcomo refleja la nota emitida en septiembre de 1939 por el ministro del interior, ó los campos, el gobierno francés decidió pasar a la acción para no dar opción a nuevos escándalos:
"[…] A partir de ahora, sólo se repatriará a los refugiados en pequeñas partidas, después de haberles convencido de la necesidad de su retorno. De no ser así, consérvenlos hasta nueva orden".
Por su parte, el cuarto y último de los factores aquí analizados que contribuyeron a dilatar y reducir los regresos a España fueron las cuotas de aceptación de refugiados impuestas por las autoridades españolas. Éstas fueron utilizadas por Franco como moneda de cambio en la aplicación de los acuerdos Bérard-Jordana, manteniendo rígida la postura de no ampliar el número de repatriaciones a menos que se solucionase el problema de la restitución de los bienes de la República al nuevo gobierno franquista. Dicha situación se tradujo en la práctica en un bloqueo parcial de la frontera franco-española, abierta únicamente por el paso de Irún-Hendaya, por la que el gobierno de Burgos solo permitió la entrada de algunos cientos de refugiados al día. Por lo tanto, en un contexto donde la posibilidad de llevar a cabo una repatriación masiva de refugiados españoles se difuminaba, la administración francesa hubo de contemplar otras alternativas para aumentar el número de regresos a España. Por ello, a fin de desbloquear el proceso, el gobierno galo accedió a restituir a Franco parte de los bienes de la República española negociados en los acuerdos Bérard-Jordana. De esta forma, a principios de julio de 1939, a consecuencia de las entregas de oro y material de guerra republicanos al gobierno franquista, éste aceptó el regreso de unos 50.000 refugiados a razón de unos 1.500 por día, repartidos entre los pasos de Port-Bou, Le Perthus y Puigcerdà; y 1.000 más por Irún.
No obstante, aunque dicho acuerdo provocó un notable descenso en el número de refugiados españoles en territorio francés, lo cierto es que, a mediados de agosto, todavía permanecían en Francia más de 230.000. Entre ellos se encontraban todos aquellos que a posteriori continuaron combatiendo al fascismo desde las filas de la Resistencia interior, las Fuerzas Francesas del Interior (FFI), aglutinados mayoritariamente en torno a la organización comunista resistente Unión Nacional Española (UNE) y su brazo armado el XIV Cuerpo de Guerrilleros Españoles (posteriormente llamada Agrupación de Guerrilleros Española , AGE). Aunque cabe subrayar que, entre esos 230.000 refugiados españoles que decidieron permanecer en Francia y aquellos que permanecían en los territorios que esta dominaba en el Norte de África, encontramos a los voluntarios españoles que sirvieron en los ejércitos de la Francia libre (FFL). Para ellos hacerse repatriar a España no fue una opción válida para abandonar los campos, pues en su mayoría eligieron continuar la lucha que habían iniciado en España en 1936 alistándose en las FFL que comandaba el general De Gaulle a partir de junio de 1940, previo paso en la mayoría de casos por las filas de la Legión Extranjera y/o del Cuerpo Franco de África.
En total 1182 voluntarios españoles sirvieron en las FFL entre 1940 y 1943, continuando dicho servicio tras la fusión de los ejércitos franceses del 31 julio de 1943 (FFL y Ejército de África o del Armisticio) en el nuevo ejército de liberación nacional francés. Gracias al estudio de sus expedientes personales de combatientes, el cual ha centrado mi trabajo en los últimos años, considero que ellos, fiel reflejo de la composición socio-económica del exilio español llegado e instalado en Francia, suponen un excelente cuerpo de análisis para profundizar, por supuesto, en el estudio del exilio combatiente español que me permite aquí subrayar el NO retorno de una población particular que, al igual que sus compañeros españoles comprometidos con las FFI, no quería y no podía volver a una patria abandonada que permanecería viva únicamente en su recuerdo. Una patria donde una dictadura de "larga duración" acababa de comenzar.
Todos ellos forman un cuerpo de análisis que pone claramente de manifiesto como, aquellos que se vieron afectados directa o indirectamente por uno de los cuatro factores anteriormente citados, vieron comprometida su repatriación inmediata tras la guerra civil, pero también tras el segundo conflicto mundial. Hecho éste que modificó profundamente la duración de un exilio que la mayoría pensó que sería corto, máxime cuando el concurso y la victoria de las potencias aliadas en la Segunda Guerra mundial hacía presagiar una intervención extranjera en España que, esta vez, acabase con el régimen franquista. Dicha intervención no llegó, y la temporalidad del exilio de quienes abandonaron España temerosos del avance rebelde y de sus consecuencias se vio modificada. Tal y como es posible constatar en sus expedientes personales, la mayoría de estos combatientes, al igual que sucediera con los que sirvieron en las FFI, al termino de la Segunda Guerra mundial se instalaron definitivamente en Francia, iniciando así un exilio, esta vez, de "larga duración". Temporalidad que compartiría con un combate que seguiría vigente mientras un franquismo -publicitado como bastión de la lucha anticomunista en el suroeste europeo, y oculto tras el manto de la Iglesia Católica- impedía su regreso y el de toda una sociedad que fue eliminada, encarcelada o desterrada por defender la libertad.







AZAÑA, Manuel, Diarios completos: Monarquía, República, Guerra Civil, Crítica, Barcelona, 2000, pp. 1261-1262.
HERMET, Guy, Les espagnols en France, Les Editions ouvrieres, París, 1967, pp. 23-24; RUBIO, Javier, La emigración de la guerra civil de 1936 a 1939, V.I., Ediciones San Martín, Madrid, 1977.
Cifras en POUSSOU, Jean-Pierre, op. cit., pp. 216.
RUBIO, Javier, La emigración de la guerra civil…., p. 29; "Ya en 1860 había 114.000 españoles viviendo en Argelia contra los 73.000 de la metrópoli. Venidos principalmente desde Levante y Andalucía se instalaron en Oran donde vivían dos tercios de ellos[…]. Desde 1833 los españoles [en Argelia] formaban un grupo notable: 16% de la inmigración europea, contra un 44% de franceses. Cifras que fueron en aumento hasta que, con las leyes de 1889 la evolución de la población española se vio frenada en gran medida gracias a las naturalizaciones. Como ejemplo sirva que en 1911 los habitantes de Argelia de origen español eran 260.000 aunque hubo más de 110.000 naturalizaciones". POUSSOU, Jean-Pierre, op. cit., pp. 217. Para profundizar en el tema véase: VILAR RAMÍREZ. Juan Bautista, Los españoles en la Argelia francesa. 1830-1914, Universidad, Madrid, 1989.
RUBIO, Javier, La emigración de la guerra civil…., p. 30; HERMET, Guy, op. cit., p. 24.
Entre 1931 y 1936 la tasa de naturalizaciones en Francia aumentó fuertemente de 361.000 a 517.000 personas, lo que suponía un 1,2% de la población total francesa. Atendiendo a las cifras de naturalizados censados en 1931 más de 100.000 de ellos eran italianos (28%) seguidos por belgas (19%), franceses (12,4%), alemanes (9%) y españoles (7,4%), lo que confirma la teoría de Ralph Schor de que "los más asimilables eran generalmente los individuos originarios de países próximos" a Francia. De hecho el mismo Schor apunta en su análisis del periodo de entreguerras que los italianos obtenían de 5.000 a 15.000 naturalizaciones por año, ocupando el primer puesto, seguidos por los belgas hasta 1928, momento en el que fueron desbancados del segundo escalón por los españoles, cuya tasa anual de naturalizaciones fue en aumento. SCHOR, Ralph, L'opinion française et les étrangers. 1919-1939, Publications de la Sorbonne, París, 1985, pp. 65-66.
Cifras en POUSSOU, Jean-Pierre, op. cit., pp. 218-219; y RUBIO, Javier, La emigración de la guerra civil…., p. 30-32; DREYFUS-ARMAND, Geneviève, El exilio de los republicanos..., p. 24. Para un análisis pormenorizado del balance migratorio español que arroja el periodo 1930-1939 en Francia: HERMET, Guy, op. cit., p. 23-26; DREYFUS-ARMAND, Geneviève, El exilio de los republicanos..., pp. 22-25. Secundino Serrano se hace eco de estas cifras aunque evalúa en 120.000 a los emigrados españoles en Francia al iniciarse la guerra civil española. SERRANO, Secundino, La última gesta. Los republicanos que vencieron a Hitler (1939-1945), Aguilar, Madrid, 2005, p. 37.
Tal y como señala Geneviève Dreyfus-Armand, si bien es cierto que esta fue una emigración numéricamente reducida, posee un carácter particular por las personalidades que la componían entre los que destacan Francesc Macià (primer presidente de la Generalitat de Cataluña o los anarquistas Joaquín Ascaso, Buenaventura Durruti y Jover. DREYFUS-ARMAND, Geneviève, El exilio de los republicanos..., pp. 29; "Una emigración política, muy reducida en cuanto al número pero importante por la categoría intelectual y política de las personas que la integraron…", ALTED VIGIL, Alicia, La voz de los vencidos…., p. 27.
CASANOVA, Julián, República y guerra civil, Crítica Marcial Pons, Barcelona, 2007, pp. XV-XX.
"Las mujeres, niños y señoritos de las grandes familias eran asiduos concurrentes de las magnificas playas de la costa vasca francesa, y pronto llenaron todos los mejores hoteles. Viviendo lujosamente, estaban seguros de que su país pronto sería rescatado de los marxistas, y cuando Irún cayó en septiembre de 1936, muchos de ellos regresaron a España". STEIN, Louis, Más allá de la Muerte y del Exilio, Plaza y Janés, Barcelona, 1983, p. 22. Según Javier Rubio, unos trescientos simpatizantes franquistas fueron repatriados desde Irún el 4 de septiembre de 1936 según publicaba el diario francés La Dépêche el 4 de septiembre de 1936 en RUBIO, Javier, La emigración española a Francia, Ariel, Barcelona, 1974, p. 195 citado por STEIN, Louis, op.cit., p. 22. "Ces furent d'abord les familles les plus aisées, qui s'étaient hâtées de fuir les premiers grondements du mouvement révolutionnaire. Ces señoritos ou jeunes gens de famille étaient habitués à passer plusieurs mois de l'année aux merveilleuses plages de la côte basque… ils trouvaient natural d'aller séjourner pendant quelques semaines au-delà des Pyrénées, tandis que la tempête revoolutionnaire balayait leur pays… Bientôt, ils furent rejoints par des émigrés plus modestes de la moyenne bougeoisie", ENNESCH, Carmen, Émigrations politiques d'hier et d'aujourd'hui, IPC, París, 1946, pp. 162-163 citado por POUSSOU, Jean-Pierre, op. cit., p. 221.
SKOUTELSKI, Rémy, Novedad en el Frente. Las Brigadas internaciones en la guerra civil, Temas de Hoy, Madrid, 2006, p. 168-172; SKOUTELSKI, Rémy, "Las Brigadas Internacionales: algunas definiciones" en Congreso La Guerra Civil Española 1936 – 1939, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales [edición electrónica], 2006, p. 9. http://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=290456 [consultado el 2 de octubre de 2012]; "Demócratas españoles emigrados a Francia se sintieron especialmente concernidos por la guerra civil española en la que intervinieron en gran proporción, fuese cual fuese su antigüedad en el país vecino; muchos de ellos combatieron contra los nacionalistas, y los supervivientes, una vez de vuelta en Francia, no quedaron neutrales durante la ocupación de su país de acogida." DREYFUS-ARMAND, Geneviève, "Les espagnols dans le Dictionnaire…, p. 13.
Para profundizar en el análisis de la opinión publica francesa frente a la guerra civil española ver: WINGEATE PIKE, David, Les français et la guerre d'Espagne. 1936-1939, Publications de la Sorbonne, París, 1975; SAGNES, Jean y CAUCANAS, Sylvie (dir.), Les français et la guerre d'Espage. Actes du colloque de Perpignan, Université de Perpignan, Perpignan, 1990; BELLANGER, Claude ; GODECHOT, Jacques; GUIRAL, Pierre y TERROU, Fernand (dirs.), Histoire général de la presse française, Presses Universitaires de France, París, 1972. Para un análisis más detallado del reconocimiento del gobierno franquista: CATALA Michel. "L'attitude de la France face à la Guerre d'Espagne: l'échec des négociations pour la reconnaissance du gouvernement franquiste en 1938" en Mélanges de la Casa de Velázquez. Tomo 29-3, 1993, pp. 243-262 y LÉGER, Eva, "El proceso de burgos en la prensa regional francesa" en Historia Actual Online (HAOL), núm. 24 (Invierno, 2011), pp. 61-63. En detalle la prensa francesa frente a la Retirada en DREYFUS-ARMAND, Geneviève, El exilio de los republicanos…. Para un estudio de los estereotipos, prensa y cámara de diputados franceses durante la guerra civil española ver FERNÁNDEZ-MONTESINOS GURRUCHAGA, Andrea, "Francia ante la guerra civil española: la presencia de estereotipos", texto presentado en el Seminario de Investigación del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) el 20 de diciembre de 2011. Consultable on line en www.ucm.es/info/hcontemp/seminterno.htm [Consultado el 3 de diciembre de 2012]. FERNÁNDEZ-MONTESINOS GURRUCHAGA, Andrea "La llegada de los refugiados españoles a Francia: la influencia de los estereotipos culturales (enero-marzo de 1939)", (Congreso Internacional de Historia: Por Cataluña y la Republica. La guerra de España en la guerra civil europea, Barcelona, 5-8, julio de 2011), cortesía de la autora. FERNÁNDEZ-MONTESINOS GURRUCHAGA, Andrea "Estereotipos culturales: la imagen de España en Francia en el inicio y el fin de la guerra civil (1936-1939): un estudio comparado." (X Congreso de la Asociación de historia contemporánea, Santander, 16-17, septiembre de 2010). Consultable on line en http://www.ahistcon.org/docs/Santander/contenido/portada10.html [Consultado el 1 de noviembre de 2012]. Quisiera destacar aquí también la importancia que ha tenido a la hora de consultar la prensa francesa la biblioteca digital GALLICA perteneciente a la Bibliothèque Nationale de France que permite la consulta on line de la gran mayoría de publicaciones de la época.
ALTED, Alicia, La voz de los vencidos…,pp. 64-65; DREYFUS-ARMAND, Geneviève, El exilio de los republicanos…, pp. 37- 39; GASPAR CELAYA, Diego, Republicanos aragoneses en la Segunda Guerra mundial: una historia de exilio, trabajo y lucha. 1939-1945, Rolde de Estudios Aragoneses, Zaragoza, 2010, pp. 41-42.
"Treinta y un departamentos, situados en su mayoría entre el Garona y el Loira fueron clasificados como de "primera urgencia", y otros catorce, dispersos por Francia desde Normandía y Bretraña hasta Borgoña, lo fueron como de "segunda urgencia". DREYFUS-ARMAND, Geneviève, El exilio de los republicanos…, pp.39. DREYFUS-ARMAND, Geneviève, "L'accueil des républicains espagnols en France : entre exclusión et utilisation; 1936-1940" en Matériaux pour l'histoire de notre temps, número 44, 1996, pp. 36-41.
Primer gobierno Daladier, presidencia del consejo de ministros, del 31 de enero de 1933 al 24 de octubre de 1933. Segundo gobierno Daladier, del 30 de enero de 1934 al 7 de febrero de 1934. Tercer gobierno Daladier, del 10 de abril de 1938 al 20 de marzo de 1940.
Para profundizar en las raíces y en el propio contexto francés, hostil de cara al extranjero, en el que se desarrollaron esta serie de medidas ver: NOIRIEL, Gérard, Le creuset français. Histoire de l'inmigatrion XIXe-XXe siècle, Seuil, París, 1988 y DORNEL, Laurent, La France hostile. Socio-histoire de la xénophobie (1870-1914), Hachette Littératures, París, 2004. En este contexto se enmarcan las declaraciones del ministro del interior Albert Sarraut del 14 de abril de 1938 en las que demandaba una "acción metódica, enérgica y rápida" para liberar a Francia "de los excesivos elementos indeseables" que por ella circulaban. LABORIE, Pierre, L'Opinion française sous…, p. 126. Citado en DREYFUS-ARMAND, Geneviève, El exilio de los republicanos…, p. 58; SERRANO, Secundino, La última gesta. Los republicanos que vencieron a Hitler. 1939-1945, Aguilar, Madrid, 2005, p. 39.
DREYFUS-ARMAND, Geneviève, El exilio de los republicanos…, pp. 58-59.
Journal Officiel. Lois et décrets, pp. 12.920-12.923, citado en DREYFUS-ARMAND, Geneviève, El exilio de los republicanos…, p. 59; SERRANO, Secundino, La última gesta…., pp. 39-40.
El concepto "vida a la intemperie" procede de SERRANO, Secundino, La última gesta…. Con él, Serrano hace referencia a la improvisación y desatención con las que las autoridades francesas recibieron a los refugiados españoles a su llegada a Francia. Concretamente tras ser internados en los campos de clasificación y selección donde, en la mayoría de los casos, permanecieron a merced de los elementos ante la ausencia de instalaciones suficientes.
Según los datos que maneja Geneviève Dreyfus-Armand a finales de éste mes, únicamente 3.000 milicianos no aptos para el trabajo permanecían recluidos. DREYFUS-ARMAND, Geneviève, El exilio de los republicanos españoles en Francia. De la guerra civil a la muerte de Franco, Crítica, Barcelona, 2000, p. 72.
Ésta última será estudiada en profundidad en el próximo capítulo debido al gran número de voluntarios españoles FFL que se acogieron a ella, ya que más de un 45% de éstos pasaron por las filas legionarias o los RMVE durante la campaña 1939-1940 constituyendo esta experiencia su primer contacto con los rangos franceses.
Entre el 1 y el 19 de febrero los regresos a España fueron numerosos especialmente por Irún, donde a un ritmo constante, entre 6.000 y 8.000 personas cruzaban la frontera cada día. DREYFUS-ARMAND, Geneviève, El exilio de los republicanos españoles…, p. 72.
Ley de Responsabilidades Políticas. Boletín Oficial del Estado (BOE), nº 44 (13/02/1939), pp.: 824 - 847.
Cabe destacar que Martín Bernal creció jugando y ensayando muletazos junto a las tapias del viejo monasterio cartujano. Tal era su pasión por el toreo que incluso llegó a debutar como novillero bajo el pseudónimo de "Larita II". Pero entre verónicas y estocadas tuvo tiempo también para interiorizar un pensamiento libertario que había calado profundamente en su familia, el cual le llevo a afiliarse en Zaragoza a la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT). Sin embargo, la guerra todo lo cambió, y Martín hubo de aparcar el capote para empuñar el fusil. Datos de Martín Bernal en DEL MOLINO, Sergio, "Paris bien vale una jota. Martín Bernal y los aragoneses que lucharon en Francia", Heraldo de Aragón, 22 de agosto de 2004; PONS PRADES, Eduardo, Republicanos españoles en la Segunda Guerra mundial, La esfera de lo libros, Madrid, 2003, p. 376 y expediente personal de Martín Bernal, SHD/GR, 16P 50777.
Testimonio de Martín Bernal en Luis Reyes, Españoles en la Segunda Guerra Mundial, Aldaba Militaria, Madrid, 1990, p. 21; Secundino Serrano, La última gesta…., p. 130; PONS PRADES, Eduardo, Republicanos españoles …, p. 376. Además de Bernal, otro voluntario español FFL ya presentado en esta tesis –Fermin Pujol- recordaba hace unos años como las autoridades francesas presionaban a los españoles para que se alistasen en los rangos franceses amenazándolos de ser forzosamente repatriados a España. Llegado a Francia el 17 de febrero de 1939 tras cruzar la frontera por el paso de Le Perthus, Pujol fue internado en el campo de Argelès-sur-Mer. En él permaneció seis meses hasta que logró evadirse y hacerse contratar en una mina cerca de Saint-Etienne, donde compartió tajo con muchos otros españoles. Sin embargo, al abandonar la mina, tal y como recuerda, "nuestra única posibilidad era enrolarnos para ir a la guerra con los franceses o nos devolvían a España". Testimonio de Fermín Pujol en MESQUIDA, Evelyn, La Nueve…, pp. 207-214.
Tal y como señala Marie-Claude Rafaneau-Boj entre los más activos colaboradores del servicio de propaganda franquista en Francia encontramos a los miembros del Partido socialista de Francia (PSF) del departamento de Pirineos Orientales, partido reformista de tendencia "fascistoide" fundado por Marcel Déat en 1933. Marie-Claude Rafaneau-Boj, Los campos de concentración de los refugiados españoles en Francia (1939-1945), Omega, Barcelona, 1995, p. 149.
Éste tipo de publicaciones respondían mayoritariamente a un modelo de boletines elaborados a mano por los propios internos, ya que la disponibilidad de máquinas de escribir en el interior de los campos era muy reducida, que circulaban de mano en mano para de esa forma dotar de información a un mayor número de internos. Tal y como señala Denis Peschanski fueron principalmente los estudiantes de la Federación Unificada de Estudiantes (FUE) y los profesores de la Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza (FETE) quienes controlaron esta actividad. PESCHANSKI, Denis, Les camps français d'internement (1938-1946), Thèse de doctorat d'État en Histoire sous la direction Antoine Prost, Université Paris 1 Panthéon-Sorbonne, 3 vol, 2000, p. 64. Sobre este tipo de publicaciones ver DREYFUS-ARMAND, Geneviève y TÉMIME, Émile, Des camps sur la plage, un exil espagnol, Autrement, París, 1995; y VILLEGAS, Jean Claude, "La culture des sables: presse et édition dans les camps de réfugieés", en VILLEGAS, Jean Claude (coord..), Plages d'exil. Les camps de réfugiés espagnols en France – 1939, "Hispanitica" XX y BDIC, París, 1989, pp. 133-140.
SERRANO, Secundino, La última gesta…., pp. 79-86; DREYFUS-ARMAND, Geneviève, El exilio de los republicanos…, p. 74; RAFANEAU-BOJ, Marie-Claude, op. cit., pp. 150-151; STEIN, Louis, op. cit., pp. 103-104.
AD/5M148. Albert Sarraut, nota nº 95, sección 5ª; policía interior. Citado por RAFANEAU-BOJ, Marie-Claude, op. cit., pp. 151.
Nota de 27 de septiembre de 1939 del ministro del Interior, Albert Sarraut, dirigida a los prefectos. Citada por RAFANEAU-BOJ, Marie-Claude, op. cit., pp. 151.
DREYFUS-ARMAND, Geneviève, El exilio de los republicanos...., p. 76; BARRUSO BARÉS, Pedro, "Los acuerdos de Jordana-Bérard y el regreso de los exiliados españoles" en La España exiliada de 1939: Actas del Congreso "Sesenta años después" (Huesca, 26-29 de octubre de 1999), Zaragoza, Institución Fernando el Católico ; Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2001, pp. 141-160.
BARRUSO BARÉS, Pedro, "Los acuerdos Jordana-Bérard…., p. 156.

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