Desmontando las políticas urbanísticas neoliberales. Una aproximación desde las ciencias sociales.

July 22, 2017 | Autor: Giuseppe Aricó | Categoría: Social Movements, Human Geography, Urban Anthropology, Urban Planning, Gentrification, Urbanism, Neoliberalism, Neoliberalisms and the Transformation of the Cultural Sphere, Ethnography of urban spaces, Movimientos sociales, Urbanismo e Ordenamento do Territorio, Urban Public Open Space, Antropología Social, Antropología, Antropología del poder, Teoría social, antropología urbana, Geografia Humana, Espacio Publico, Ecología política, antropología política, antropología urbana, espacio y poder, territorio, relaciones internacionales, política exterior, política internacional, geopolítica, Anthropology of Space, Urban Sociology, Cultural Geography, ESPACIOS PÚBLICOS, Antropologia Urbana, Arquitectura y urbanismo, Espacio Urbano, Espacios públicos: prácticas y apropiación, Movimientos Sociales Y Sindicalismo, Neoliberalismo, Gentrificação, Gentrificación, Anti gentrification Strategies, Sociología Y Antropología Urbana, Luchas Vecinales, Urbanism, Neoliberalism, Neoliberalisms and the Transformation of the Cultural Sphere, Ethnography of urban spaces, Movimientos sociales, Urbanismo e Ordenamento do Territorio, Urban Public Open Space, Antropología Social, Antropología, Antropología del poder, Teoría social, antropología urbana, Geografia Humana, Espacio Publico, Ecología política, antropología política, antropología urbana, espacio y poder, territorio, relaciones internacionales, política exterior, política internacional, geopolítica, Anthropology of Space, Urban Sociology, Cultural Geography, ESPACIOS PÚBLICOS, Antropologia Urbana, Arquitectura y urbanismo, Espacio Urbano, Espacios públicos: prácticas y apropiación, Movimientos Sociales Y Sindicalismo, Neoliberalismo, Gentrificação, Gentrificación, Anti gentrification Strategies, Sociología Y Antropología Urbana, Luchas Vecinales
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Descripción

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Introducción

Desmontando las políticas urbanísticas neoliberales. Una aproximación desde las ciencias sociales.

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Giuseppe Aricó, José A. Mansilla y Marco Luca Stanchieri Observatori d’Antropologia del Conflicte Urbà (OACU)

A lo largo de las últimas décadas hemos sido testigos de cómo los estudios sobre lo urbano se han centrado, cada vez más, en poner de relieve el papel supuestamente determinante de los sectores político y económico –si es que es posible separarlos– en la organización espacial de la ciudad y, por tanto, de sus habitantes. A partir de 1975, con el fin de la Dictadura Franquista, la ciudad de Barcelona se convirtió en uno de los laboratorios urbanos más activos dentro del panorama nacional e internacional. A través de los propósitos recogidos por el primer Plan Regulador Municipal, inspirados en las ideas progresistas del arquitecto Oriol Bohigas, la ciudad inauguró una renovada experimentación arquitectónica basada en el papel protagonista del «espacio público», algo que se vio plasmado en la realización de centenares de nuevas plazas y parques. Con los Juegos Olímpicos de 1992 y, más tarde, con el Fórum de las Culturas de 2004, Barcelona se transformó, literalmente, en un modelo de ciudad a seguir, un inédito patrón de «urbanismo redentor» que podía ser exportado en términos proyectuales, económicos y sociales a otras realidades metropolitanas. Sin embargo, la supuesta igualdad de relaciones que implicaba ese fantasmagórico modelo se ha visto desacreditada, hoy día, por una especulación inmobiliaria sin precedentes, un proceso de gentrificación que roza alarmantemente la utopía social para ciertas clases sociales, y un control extenso sobre cada tipo de práctica relacional. En las décadas inmediatamente sucesivas a su originaria

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implementación, dicho modelo se consolidó en términos neoliberales, acentuando –cuando no determinando– una fuerte disparidad socio-económica y espacial entre los diferentes sectores de la población. Además, condicionó la toma de decisiones sobre cuestiones clave como las políticas de salud, de educación, de vivienda, de carreteras, de ocupación, etc. La práctica idealizada de un «espacio público», así como su representación ideológica, como avatar de una sociedad armoniosa, neutral, idílica y libre de inquietud y agitación social, ha demostrado ser una falacia contrastada por una realidad capitalista donde, a pesar de toda tentativa de invisibilizarla, la lucha de clases representa todavía una constante irrefutable. Es justamente a partir de estas inquietudes que, desde el Observatori d’Antropologia del Conflicte Urbà (OACU), advertimos la necesidad de realizar un seminario de investigación-acción1 que primara un espíritu interdisciplinario y comparativo, algo que permitiera generar un dialogo constructivo entre diferentes disciplinas en su aproximación a la ciudad. La gran variedad de puntos de vista, diferentes pero convergentes, confluyó en la presentación de más de 30 comunicaciones con un contenido relevante y actual. Aquellos textos más representativos han sido recogidos en el presente libro dedicado, en particular, al «resurgimiento» de una serie de reivindicaciones que, aunque parezca lo contrario, nunca nos han abandonado. Los textos recogidos en la presente publicación persiguen contrastar esa quimera social de una ciudad pacificada y rescatada de su conflictividad, mediante un enfoque empírico que analiza, y a la vez cuestiona, aquellas políticas urbanísticas que se pretenden urbanas. Repensar la conflictividad social, esto es, el «conflicto urbano», desde una perspectiva que considera el uso del espacio, no sólo como una estrategia de control, sino también como una manera de ocultar unas relaciones sociales

El seminario «Contra la reificación de tres conceptos clave en el pensamiento urbano: espacio público, movimientos sociales y conflicto urbano» fue organizado de forma conjunta por el Observatori d’Antropologia del Conflicte Urbá (OACU), la red internacional Contested Cities (CC), el Grup de Recerca sobre Exclusió i Control Socials (GRECS), el Grup de Traball sobre Etnografia dels Espais Públics (GTEEP-ICA) y el colectivo Perifèries Urbanes (PU-ICA). Su celebración, los días 5 y 6 de junio del 2014, fue posible gracias a la colaboración y el apoyo del Institut Catalá d’Antropología (ICA) y del Programa de Doctorat en Estudis Avançats en Antropologia Social de la Universitat de Barcelona (UB). 1.

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siempre desiguales, implica una rearticulación critica de un determinado tipo de urbanismo y del marco conceptual que lo apoya. Así, el objetivo principal de este libro es inventariar diferentes aproximaciones metodológicas a algunas de las principales urbes europeas y latinoamericanas, poniendo en relación las amplias dinámicas de transformación urbanística y social a las que éstas están siendo sometidas hoy día. De hecho, en consonancia con el auge del neoliberalismo y la penetración de la lógica de mercado en el campo de la planificación urbanística, las ciudades han llegado a ocupar una posición sin precedentes en los intereses del capital inmobiliario. Una clara expresión de ello es el abuso del término «espacio público» en aquellos discursos políticos que proponen redimir la ciudad mediante intervenciones que, en teoría, acabarían de una vez por todas con su conflictividad. No es casual que ese mismo término se conceptualice, cada vez más, como una categoría pura y exenta de la naturaleza conflictiva intrínseca a toda ciudad. Es más, el uso generalizado que se hace de tal concepto implica de forma sistemática la completa anulación de su connotación política y económica. Desde el punto de vista de la «propiedad», por ejemplo, podríamos definir el concepto de espacio público como aquel que se ampara bajo alguna figura de titularidad estatal, es decir, espacios propiedad de la administración general del Estado, las regiones o los municipios. En esto, estos espacios se diferenciarían de aquellos otros de carácter privado en que éstos últimos pertenecerían a particulares, sean figuras jurídicas o físicas. Los primeros, teóricamente y en virtud de esta titularidad, serían de acceso más o menos libre, mientras que los segundos no lo serian en absoluto. Sin embargo, querer reducir el tema de los espacios públicos/privados a una cuestión de simple titularidad, nos llevaría a obviar la manera en que las retóricas del espacio público configuran, y al mismo tiempo justifican, la actual lógica de mercado a la cual la fusión neoliberal entre lo público y lo privado ha sometido la ciudad y su espacio urbano. A pesar de la gran cantidad de espacios que se presumen de titularidad pública, estos no son de libre acceso, sino que éste es cada vez más restringido. Es más, ni siquiera las calles, las plazas y los jardines que pueblan nuestras ciudades se encuentran libres de estas limitaciones, sino que más bien, están repletos de normativas y regulaciones que imponen normas y formas de conducta. Pensemos, por ejemplo, en la privatización del espacio urbano mediante su uso

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como terraza para bares y restaurantes, en su delimitación para el aparcamiento de coches, o incluso, en el caso de los jardines, en la necesidad de solicitar un permiso municipal para poder celebrar un simple aniversario infantil. Por lo tanto, el concepto de espacio público es algo más amplio y complejo de lo que inicialmente pudiera parecer, puesto que, desde un punto de vista sociocultural, no se encuentra predeterminado, sino que son precisamente los procesos sociales colectivos que lo toman y lo utilizan los que le conceden su carácter público. Así, el proceso es doble. Por un lado, cada vez más se produce un mayor afianzamiento de la primera caracterización, es decir, la basada en la titularidad, donde lo mal llamado «público» cada vez lo es menos, ya que es muy habitual encontrar espacios de titularidad pública pero de acceso altamente restringido o, incluso, gestionado por empresas privadas –o en consorcio con la administración– que extraen del mismo un rendimiento económico. La diferencia entre lo público y lo privado, en este sentido, se desvanece en nombre de una colosal operación de mercantilización de la ciudad. Sería justamente detrás de esta gigantesca operación donde se encontrarían las ambiciones reales de control y dominio espacial por parte del capital. La estrategia es transformar el espacio a la vez que se «transforma» a vecinas y vecinos privándolos de su «estatus de usuario», y reduciéndolos, en cambio, a meros consumidores del mismo. Como si esto no bastara, todo ello viene acompañado de un culto al «espacio público de calidad», algo que , en realidad, no deja de ser sino un mero espacio contra el público, tal y como hemos señalado. Por otro lado, cada vez son más frecuentes las prácticas de contestación a esta forma de entender la ciudad. Dicha contestación se produce, precisamente, profundizando en el segundo sentido dado a lo público, esto es, mediante su apropiación colectiva y su apuesta por el valor de uso. Bajo el neoliberalismo, la ciudad se presenta concebida para una ciudadanía obediente, pasiva y adinerada, que disfrutaría consagrando sus calles únicamente al ocio y al consumo masivo. La ausencia de lugares donde poder desarrollar cualquier proyecto comunitario que escape a lógicas espaciales establecidas desde arriba, comporta automáticamente la necesidad de crear dichas lógicas desde abajo, generando formulaciones alternativas de lo urbano que reclaman una posibilidad real de autogestionarse y relacionarse. Es ésta la principal razón del surgimiento de los nuevos «movimientos sociales urbanos» y, por tanto, de la visión de conti-

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nuidad de las más recientes reivindicaciones sociales con las pasadas. En este sentido, la difusión de la «recuperación de la ciudad» implicaría, tanto ayer como hoy, la existencia de experiencias colectivas del espacio que pongan en marcha la existencia de modelos de apropiación espacial antagónicos, dirigidos a romper con el binomio ocio/consumo por el que se articula el urbanismo neoliberal. De este modo, los procesos que observamos hoy día nos muestran cómo dicha recuperación de las ciudades se materializaría, realmente, mediante la apropiación directa de aquello que se reivindica como «bien común», pero sin dejar de ser concebido como «espacio público». Nos guste más o menos, la triste realidad es que lo que para una comunidad constituye un espacio recuperado y autogestionado, la actual lógica urbanística lo concibe como un espacio no productivo o no rentable en términos inmobiliarios. De ese modo, desde las instancias de poder se aspira a desmantelar estos espacios, ya sea mediante el uso de la fuerza, o a través de su reabsorción en un circuito perverso de legalidad, civismo y normativización. Estamos ante dos maneras opuestas de entender y concebir la ciudad, e incluso el mundo: por un lado la razón capitalista, que necesita espacios libres de obstáculos –léase personas– cueste lo que cueste para su reproducción y, por otro, la razón de la justicia social. En definitiva, sigue tratándose de una lucha de clases donde la clase dominante opera por desposesión (de espacios, servicios, trabajo y bienes) sobre la dominada. Esta última, a su vez, encuentra en la solidaridad social su única arma para la resistencia y la reapropiación de sus derechos básicos. De este modo se configuraría el modelo neoliberal de concebir y vivir la ciudad. Un controvertido modelo que pretende revelar los supuestos beneficios de una ciudad armónica y pacificada, donde sólo tiene cabida la paz y la tranquilidad de unas relaciones socialmente estériles. Una ciudad abstraída de cualquier tipo de control institucional, detrás de la cual no se esconde más que una mayor capacidad de compra y donde todo el mundo lograría una mejor calidad de vida. En definitiva, una ciudad constituida por un espacio ilusorio que encubre la realidad y no contempla las inquietudes y las contradicciones entre clases, ni mucho menos la lucha entre ellas y sus necesidades. Por ello, hoy más que nunca, los investigadores sociales que nos dedicamos a estudiar la ciudad tenemos la obligación, dentro y fuera de la academia, de cuestionar ciertos conceptos

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considerados claves para el pensamiento urbano, señalar su inaplicabilidad o bien plantear su necesaria rearticulación critica. De lo contrario, y evocando un clásico tema de los Kortatu, estaremos condenados a vivir y habitar una «mierda de ciudad».

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