Deshelenización y América Latina

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Descripción

Deshelenización y América Latina
Reflexiones a partir del discurso de Benedicto XVI en Ratisbona

Quien tome un mapamundi y marque cada ciudad y/o país (como se prefiera) que ha visitado Benedicto XVI desde el inicio de su pontificado, se dará cuenta muy pronto de que la mayoría están en Europa. Se puede decir entonces que Benedicto tiene un pontificado euro-céntrico. A primera vista todo parecería indicar que sí. Pero el objetivo de estas breves líneas busca discutir esa conclusión no del todo errada pero sí apresurada. Es decir, es innegable el interés de Benedicto XVI en Europa, su mismo nombre lo dice, pero de eso no se sigue que sea eurocentrista sin más. Dicha de modo positivo la hipótesis de las siguientes líneas es que Benedicto XVI es consciente de su misión global y por eso se centra en Europa. Para demostrar esta pequeña hipótesis usaré una idea del discurso de Ratisbona, que no pareciera ser central pero que de alguna manera lo articula; a saber la deshelenización de la teología y la fe cristiana. Recordemos que el 12 de septiembre de 2006 Benedicto XVI dio una clase magistral en la Universidad de Ratisbona. El discurso en la que fue la última universidad donde trabajó como docente antes de asumir el cargo de obispo de Munich-Frisinga tuvo una gran repercusión mediática, pero no precisamente por la profundidad del contenido sino por una malinterpretación de una cita usada por el papa. A poco más de un año de asumir como pontífice Benedicto XVI no entendió que se volvía un blanco fácil por usar la cita sobre el Islam de un antiguo emperador bizantino del siglo XIV. Para un ambiente universitario y académico está clarísima la intención y el uso de la cita, pero siendo una figura tan pública es cierto que se expuso innecesariamente malinterpretaciones no siempre bien intencionadas. Al margen del escándalo mediático el discurso encierra profundas reflexiones y no solo para la teología. Se presenta por lo tanto a continuación un breve resumen sobre el uso del término en el discurso de Ratisbona; en segundo lugar un esbozo de la tendencia descolonizadora en América Latina y finalmente las conclusiones personales del autor.

Sobre la deshelenización en el discurso de Ratisbona
La primera cosa que habría que aclarar es que no se trata de un debate nuevo al interior del cristianismo. De ahí que sea más práctico especificar que solo nos referiremos al término en tanto y en cuanto lo usa Benedicto XVI en el discurso de Ratisbona. El hecho de que el propio papa especifique en una nota la bibliografía a consultar para profundizar el tema expresa de manera elocuente lo mucho que escapa a los alcances de una breve monografía detallar el tema.
La tesis del papa es simple y por lo demás propia de la multisecular tradición de la Iglesia, el encuentro en la tradición judeo-cristiana y la tradición greco-latina es un encuentro fundamental de la propia fe cristiana. Si esta es la postura ordinaria de la Iglesia, lógico es darse cuenta que desde siempre existieron posturas contrarias al respecto. Incluso en la época apostólica uno de los primeros grandes debates era precisamente de qué modo acoger a los gentiles (en la Biblia a veces generalizados simplemente como griegos).
Ahora bien, resulta digno de atención que en su discurso Benedicto XVI quiera manifestar que tal encuentro ha sido importante no solo para la religión cristiana sino para la historia universal:
Este acercamiento interior recíproco que se ha dado entre la fe bíblica y el planteamiento filosófico del pensamiento griego es un dato de importancia decisiva, no sólo desde el punto de vista de la historia de las religiones, sino también del de la historia universal, que también hoy hemos de considerar. Teniendo en cuenta este encuentro, no sorprende que el cristianismo, no obstante haber tenido su origen y un importante desarrollo en Oriente, haya encontrado finalmente su impronta decisiva en Europa. Y podemos decirlo también a la inversa: este encuentro, al que se une sucesivamente el patrimonio de Roma, creó a Europa y permanece como fundamento de lo que, con razón, se puede llamar Europa.
Si Benedicto XVI usa los términos Oriente y casi en oposición Europa, no resultará excesivo ampliar este último a Occidente. Esta extensión del término Europa empieza a perfilar ya el objetivo y la conclusión de estas líneas. Sobre el mencionado proceso de deshelenización dice Benedicto:
A la tesis según la cual el patrimonio griego, críticamente purificado, forma parte integrante de la fe cristiana se opone la pretensión de la deshelenización del cristianismo, la cual domina cada vez más las discusiones teológicas desde el inicio de la época moderna.
Y a continuación Benedicto detalla tres grandes momentos e intentos de deshelenizar el cristianismo, que no viene al caso revisar ahora para no hacer más compleja la lectura. Pero una primera conclusión preliminar surge de todo esto. El encuentro entre cristianismo y filosofía griega ha tenido una importancia decisiva para la historia universal porque ese encuentro ha permitido el surgimiento de Europa y por extensión el desarrollo del mundo, civilización y/o cultura Occidental. Por lo tanto, y aunque en los primeros periodos de la deshelenización no haya sido evidente, este proceso tiene consecuencias que no afectan exclusivamente a la teología cristiana sino a toda la cultura/civilización Occidental.
La nueva deshelenización: Descolonizar
En el discurso Benedicto XVI apenas esboza una idea sobre lo que él llama tercer momento de deshelenización:
Antes de llegar a las conclusiones a las que conduce todo este razonamiento, quiero referirme brevemente a la tercera etapa de la deshelenización, que se está difundiendo actualmente. Teniendo en cuenta el encuentro entre múltiples culturas, se suele decir hoy que la síntesis con el helenismo en la Iglesia antigua fue una primera inculturación, que no debería ser vinculante para las demás culturas. Éstas deberían tener derecho a volver atrás, hasta el momento previo a dicha inculturación, para descubrir el mensaje puro del Nuevo Testamento e inculturarlo de nuevo en sus ambientes respectivos. Esta tesis no es del todo falsa, pero sí rudimentaria e imprecisa. En efecto, el Nuevo Testamento fue escrito en griego e implica el contacto con el espíritu griego, un contacto que había madurado en el desarrollo precedente del Antiguo Testamento. Ciertamente, en el proceso de formación de la Iglesia antigua hay elementos que no deben integrarse en todas las culturas. Sin embargo, las opciones fundamentales que atañen precisamente a la relación entre la fe y la búsqueda de la razón humana forman parte de la fe misma, y son un desarrollo acorde con su propia naturaleza.
Sin mayores especificaciones de autores (como sí hizo para los dos periodos anteriores) Benedicto hace una muy corta caracterización que tiene apenas un párrafo de extensión y pasa inmediatamente a dar sus conclusiones. Este hecho resulta llamativo, porque denota un grado de prudencia –que no supo tener al usar la cita del emperador bizantino–, dejando a quienes saben del tema reconocer a quién(es) puede estar refiriéndose.
Si la conclusión preliminar expresada antes es cierta, queda claro el por qué se hace interesante esta lectura de los procesos e interacciones culturales actuales a nivel global. Si Europa y Occidente surgen del encuentro entre cristianismo y filosofía griega; la tercera oleada de deshelenización ya no se circunscribe únicamente a la teología, ha rebalsado claramente al ámbito social y cultural.
Basta releer la cita del discurso ya no en clave teológica; Si la síntesis con el helenismo en la Iglesia antigua ha sido base para la formación de Europa y de la cultura occidental, las culturas precolombinas deberían tener el derecho de volver atrás hasta el momento previo del encuentro con la cultura Occidental. ¿No es acaso este tipo de razonamientos parte del discurso culturalista actual y muy en boga en América Latina? ¿No existe en muchos intelectuales latinoamericanos la noción de que lo más propio del subcontinente es únicamente lo indígena? Siguiendo la cita de Benedicto es posible afirmar que esta tesis no es del todo falsa, pero sí rudimentaria e imprecisa.
Por ejemplo en el libro de Walter D. Mignolo Desobediencia epistémica Retórica de la modernidad, lógica de la colonialidad y gramática de la descolonialidad se resume el pensamiento de autores como Anibal Quijano y Enrique Dussel principalmente, sumadas a la suya propia.
El proyecto de matriz colonial del poder tiene una "estructura compleja de niveles entrelazados". Tal supuesta matriz colonial del poder se presenta de la siguiente manera:
Control de la economía. La privatización y la explotación de la mano de obra.
Control de la autoridad. El control de la autoridad (virreinatos, estados coloniales, estructura militar.)
Control del género y la sexualidad. La familia cristiana y valores y conductas sexuales de género.
El control de la subjetividad (la fe cristiana, la idea secular de sujeto y ciudadano) y el conocimiento (los principios de la Teología; la filosofía secular y el concepto de Razón)
El control de la naturaleza y los recursos naturales.
Todo esto es manejado a través de la imposición de la noción occidental de totalidad y, según Mignolo, de la intención de cierta élite (refiriéndose a la Iglesia Católica) de mantener un "cierto orden del mundo".
Para derrotar a la matriz colonial del poder proponen el vuelco descolonial que "es un proyecto de desprendimiento epistémico". Quijano dice que el vuelco des-colonial empieza en la descolonización del conocimiento proponiendo criticar al paradigma occidental, como un requisito indispensable donde la negación simple no es el camino, sino la de-construccion de la idea y de la perspectiva occidental del conocimiento. El objetivo es destruir la colonialidad del poder mundial.
Lo urgente es un vuelco epistémico. Esto se inicia descartando las lenguas imperiales y las bases griegas y latinas (siguiendo a Dussel). Es decir, se rechaza a Grecia como origen. Para lo que hay que instalarse en una epistemología fronteriza y generar alternativas a la modernidad y no modernidades alternativas (que vendrían a ser distintos procesos generados en América Latina con la lógica occidental). Además se "desplaza" concebir la idea de la historia lineal por ser imperial y eurocéntrica, ya que no reconoce la multiplicidad existente en el mundo.
La solución propuesta es la de generar alternativas pero no es posible generar alternativas si no se identifican las formas por las cuales se ha desarrollado la matriz colonial del poder, una de ellas es la teología que debe ser cuestionada para conseguir su desplazamiento tal como ha sucedido en Europa.
La intención es identificar las estructuras coloniales que necesitan ser sujetas de un vuelco paradigmático. Éstas (la matriz colonial del poder) y la lógica colonial, según Mignolo, no son más que la expresión totalizante de la cultura occidental que tiene el fin de negar y oprimir todo lo perteneciente a América Latina (aunque asume una postura de defensa de todas las sociedades colonizadas por Europa). El tiempo, las lenguas, el calendario cristiano, la religión, la historia, etc. son herramientas de la matriz colonial del poder para imponer su lógica en todo el mundo, para colonizar almas y mentes. Ésta matriz es de la que hay que separarse, que es en el fondo la propia cultura occidental.
Conclusiones
Aunque es muy probable que Mignolo no haya leído nada de Benedicto XVI y a la inversa, es curioso que se tenga la impresión de que ambos autores se contestaran mutuamente. Por esta razón se ha escogido la citada obra de Mignolo, pues ilustra muy bien a qué se refiere el papa cuando habla de la tercera etapa de la deshelenización del cristianismo y en consecuencia de la desoccidentalización de la cultura global. Tal proceso, según la caracterización del propio papa empezó con la modernidad y por lo tanto en Europa justo al momento del descubrimiento de América. A partir de los abusos de la conquista y la colonia –o como los llamaría Benedicto las patologías de una fe poco racional– es que hoy está difundida la noción de que ambos procesos han sido principalmente dañinos a América y que lo mejor sería volver al pasado o a algún tipo de utopía inspirada en ese pasado presuntamente glorioso e idílico de los indígenas.
Con sus defectos y virtudes, con sus luces y sus sombras, la historia de esta región del mundo ha estado y sigue estando marcada por la presencia de lo que Quijano, Dussel y Mignolo llaman matriz occidental. Pero eso lejos de ser algo negativo es una de las grandezas del subcontinente latinoamericano. América Latina es una particular manifestación de la cultura Occidental. La misma y compleja historia del término América Latina muestra que más allá de las muchas diferencias existe un vínculo común que no solo nos acerca entre nosotros como americanos sino también a la tradición occidental.
Precisamente en este contexto deberían resonar con más fuerza las reflexiones finales del discurso de Ratisbona:
Para la filosofía y, de modo diferente, para la teología, escuchar las grandes experiencias y convicciones de las tradiciones religiosas de la humanidad, especialmente las de la fe cristiana, constituye una fuente de conocimiento; oponerse a ella sería una grave limitación de nuestra escucha y de nuestra respuesta. Aquí me vienen a la mente unas palabras que Sócrates dijo a Fedón. En los diálogos anteriores se habían expuesto muchas opiniones filosóficas erróneas; y entonces Sócrates dice: «Sería fácilmente comprensible que alguien, a quien le molestaran todas estas opiniones erróneas, desdeñara durante el resto de su vida y se burlara de toda conversación sobre el ser; pero de esta forma renunciaría a la verdad de la existencia y sufriría una gran pérdida». Occidente, desde hace mucho, está amenazado por esta aversión a los interrogantes fundamentales de su razón, y así sólo puede sufrir una gran pérdida. La valentía para abrirse a la amplitud de la razón, y no la negación de su grandeza, es el programa con el que una teología comprometida en la reflexión sobre la fe bíblica entra en el debate de nuestro tiempo. «No actuar según la razón, no actuar con el logos es contrario a la naturaleza de Dios», dijo Manuel II partiendo de su imagen cristiana de Dios, respondiendo a su interlocutor persa. En el diálogo de las culturas invitamos a nuestros interlocutores a este gran logos, a esta amplitud de la razón. Redescubrirla constantemente por nosotros mismos es la gran tarea de la universidad.





Por declaraciones del propio papa sabemos que escogió el nombre en honor a dos figuras cristianas. Su predecesor Benedicto XV y san Benito, considerado padre de Europa y reformador del monacato occidental.
Un agradecimiento especial a Juan Pablo Chamón Saucedo, un estudiante de ciencias políticas en la Universidad Católica Boliviana "San Pablo" por su valioso aporte para realizar este breve esbozo de cierto pensamiento latinoamericano.
Se presenta a continuación de manera textual la nota del propio Benedicto XVI: "De la abundante bibliografía sobre el tema de la deshelenización, quisiera mencionar especialmente: A. Grillmeier, "Hellenisierung – Judaisierung des Christentums als Deuteprinzipien der Geschichte des kirchlichen Dogmas", en: Id., Mit ihm und in ihm. Christologische Forschungen und Perspecktiven, Friburgo 1975, pp. 423-488".
Particularmente interesante es la clara declaración de Juan Pablo II al respecto en su encíclica Fides et Ratio § 72 cuando escribe: "…cuando la Iglesia entra en contacto con grandes culturas a las que anteriormente no había llegado, no puede olvidar lo que ha adquirido en la inculturación en el pensamiento grecolatino. Rechazar esta herencia sería ir en contra del designio providencial de Dios, que conduce su Iglesia por los caminos del tiempo y de la historia".
Cursivas mías.
Pág. 12
Siguiendo a Edgardo Lander, Mignolo considera "quinto dominio".
Ibídem
Pág. 15. Cursivas del texto.
Pág. 16.
No podría afirmar lo mismo con respecto a Dussel ya que éste autor a iniciado sus reflexiones en la Teología de la Liberación.
Un excelente resumen en: Rouquié, Alain, América Latina. Introducción al extremo Occidente, (6ª ed.) Siglo XXI, 2004.
90 c-d. Para este texto se puede ver también R. Guardini, Der Tod des Sokrates, Maguncia-Paderborn 19875, pp. 218-221. NOTA DEL AUTOR: Esta nota es propia del texto original. Para respetar incluso la versión original se ha mantenido la numeración, ya que se trata de las decimotercera nota en el texto de Benedicto XVI.

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