Desentrañar las estrategias de uso, legitimación y construcción de la aparente neutralidad del discurso periodístico

June 7, 2017 | Autor: Ramiro Mac Donald | Categoría: Periodismo, Objetividad, Liguistica
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Descripción

E N S A Y O

Desentrañar las estrategias de uso, legitimación y construcción de la
aparente neutralidad del discurso periodístico

Ramiro Mac Donald (*)




Abastract

El presente ensayo busca encontrar los principales entrecruces de
ideas que surgen al analizar varias de las líneas temáticas del conocido
investigador Teun A. van Dijk, uno de los fundadores del llamado Análisis
Crítico del Discurso (ACD), con el acucioso pensamiento sintetizador de las
profesoras e investigadoras españolas Helena Calsamiglia y Amparo Tusón,
expuestas en el revelador libro Las cosas del decir. Manual de análisis
del discurso (1999). Se busca encontrar algunos puntos de coincidencia
entre ambas fuentes intelectuales, que permita demostrar la importancia de
una exploración -aunque sea panorámica- de los numerosos aspectos temáticos
que pueden ser tratados desde una perspectiva pragmática, sociolingüística
y textual de la comunicación. Además, se busca desentrañar las estrategias
de uso, legitimación y de construcción del discurso periodístico, que busca
(desde siempre) parecer transparente, veraz y objetivo, como formula de
aceptación por parte del lector, porque sabe que al dominar las estructuras
discursivas, se logra mantener la desigualdad y limitar la libertad.




Keywords: Análisis crítico del discurso, estrategias discursivas, discurso
periodístico, neutralidad periodística

I. La persona en el discurso

"El lenguaje disfraza el pensamiento. Y de tal modo que por la forma
externa del vestido no es posible concluir acerca de la forma del
pensamiento disfrazado; porque la forma externa del vestido está construida
con un fin completamente distinto que el de permitir reconocer la forma del
cuerpo"
Wittgenstein, Ludwig 4.0002
Tractatus logico-philoshophicos (p. 69)

Calsamiglia y Tusón (1999, p. 123) señalan claramente que "en la teoría
gramatical, el estudio de los protagonistas de la enunciación no es
pertinente, porque se toma como objeto de análisis la oración –enunciado
virtual modélico- independiente de su contexto de producción e
interpretación"´. Sin embargo, las autoras consideran necesario que (en
cualquier ejercicio discursivo) se debe tener en cuenta quien habla y a
quién va dirigido el mensaje. Estos elementos son importantes para intentar
una posible etnografía de la comunicación periodística, porque puede
constituirse en una interpretación de lo que los periodistas dicen que
hacen y lo que realmente terminan haciendo. En este ensayo, interesa
conocer quién es el que produce el discurso periodístico y cómo lo hace. Se
indagará, entonces, en la persona productora del discurso para intentar
descubrir sus estrategias discursivas. Porque, como remarca Stella Martini:
"en el nivel del discurso (periodístico), se articulan las categorías del
enunciador, que da cuenta del relato informativo, el enunciado, el mensaje,
y el enunciatario, destinatario del mensaje" (Martini, 2000, p.104)

Según Calsamiglia y Tusón (1999) todo enunciado tuvo un origen en alguien
y va dirigido a alguien, por lo que sugieren no borrar a lo hablantes o
considerarlos como una entidad hipotética Las autoras recuerdan, para este
fin analítico, a los pilares clásicos del estudio y análisis del uso de la
lengua (Voloshinov/Bajtin, Bally, Bühler y Jakobson) en el siglo pasado. De
los primeros, rescatan el carácter dialógico del lenguaje, concebido como
un intercambio entre hablantes, "tanto en la modalidad oral como escrita,
tanto si el discurso toma la forma de monólogo como de diálogo" (1999, p.
124) Este espacio dialógico, dicen, se concreta en la enunciación. Y
recordando a Voloshinov, en el primer tercio del siglo XX, citan un
soberbio y revelador párrafo, así:


la palabra representa un acto bilateral. Se determina en la
misma medida por aquel a quien pertenece y por a quien, está
destinada. En cuanto palabra, aparece precisamente como producto de
las interrelaciones del hablante y el oyente. Toda palabra expresa a
una persona en relación a con la otra. En la palabra me doy a mi mismo
desde e punto de vista del otro, a fin de cuentas desde el punto de
vista de mi colectividad. La palabra es el puente construido entre yo
y el otro. Si en un extremo el puente está apoyado en mi, el otro se
apoya en mi interlocutor (Voloshinov, 1992, p. 121) citado por
Calsamiglia y Tusón (1999, p. 124)

Tratando de interpelar a este pensador ruso, la palabra contemporánea de
hoy, transmitida y publicada en los medios masivos de información, es
también convertida en imágenes y textos electrónicos viajando velozmente
por internet. Esta palabra –se reitera- debe ser considerada como el
producto de las vitales interrelaciones (emisor/receptor; fuente/destino;
destinador/destinatario) que prevalecen en el propio contexto de la
comunicación masiva. Voloshinov recuerda que el hablante "se da" desde el
punto de vista de su colectividad, representando a ese grupo social del que
proviene y del cual es representante. Y, por medio de la
transmisión/recepción de mensajes, se construye un puente, que una parte se
apoya en el enunciador y la otra en el enunciatario, según los conceptos
de Benveniste.

Por lo tanto, en la enunciación, se concreta el espacio del diálogo, entre
uno y otro participante del proceso. En una realización individual, se
puede definir que la enunciación se da como un proceso de apropiación, por
medio de indicios específicos y procedimientos accesorios (Calsamiglia y
Tusón, 1999). La teoría de la enunciación será, entonces, la base que
permitirá a lingüistas de diversos países y durante varias épocas,
descubrir que hay trazas lingüísticas como marcas o marcadores, índices o
indicadores, indicios o pistas, que son colocadas por el enunciador para
que sean interpretadas por el enunciatario.

Las lingüistas españolas hacen referencia a los valiosos aportes de
Goffman (1959, 1967, 1971 y 1981) académico que representa al
interaccionismo simbólico y a la microsociología, para entender más
adecuadamente a los sujetos del discurso. Y estas ideas se combinan con las
del lingüista Hymes (1972) para encontrar "los análisis en las
integraciones humanas cotidianas y no en las grandes estructuras sociales"
(Calsamiglia y Tusón, 1999, p. 135). Es a partir de esta corriente
sociológica donde se postula la idea de que existe la dualidad hablante-
oyente, coprotagonistas de la interacción comunicativa y se puede dar
cuenta que cualquier acto dialógico puede variar, tomando en cuenta la
forma y el papel comunicativo de cada participante:

la idea del sujeto social que presenta una imagen pública según la
situación, la representación de la persona, la consideración de la
interacción como una escena en la que se actúa y la noción etológica
de territorio asociado con cada sujeto en su relación con los otros,
son ideas aportadas por Goffman, para comprender el comportamiento
interactivo entendido como un ritual social. (Calsamiglia y Tusón,
1999, p. 135).

Es decir, también hay que estudiar al hombre como cualquier otro animal: en
su comportamiento social, costumbres y conductas, porque tiene instintos
todavía primitivos, como la agresividad y, entre otros intereses, la
comunicación forma parte esencial de su vida. Esos estudios científicos
asociados al sujeto hablante, se pueden enfocar, por supuesto, desde la
sociología de la determinación, para encontrar los atributos que le
proporcionan identidad a cada sujeto. Hay factores como edad, sexo, origen
geográfico y étnico, nivel de instrucción, medio socioeconómico, repertorio
verbal, entorno sociocultural y estatus social que definen el perfil de
cada uno, en el acto de hablar y el lugar que ocupa respecto a los demás.
Estos factores son cambiantes y forman lo que se denomina la imagen pública
determinada. En torno a estas ideas se han desarrollado los estudios sobre
la cortesía, columnas de la pragmática contemporánea, y para el efecto
habrá que rendir tributo, por sus invaluables aportes. a quienes
construyeron teóricamente este campo.

Charaudeu (1983, 1989 y 1995), con su visión semiótico-discursiva es citado
por las autoras para permitir encontrar "el estatuto del sujeto del
discurso, como la integración de lo que analíticamente desdobla en sujeto
psicosocial y en sujeto lingüístico. Ambos son indispensables para
comprender el contrato comunicativo entre interlocutores. Para este autor,
lo psicosocial y lo lingüístico funcionan conjuntamente en la construcción
del sentido en el discurso" (Calsamiglia y Tusón, 1999, p. 126) Y todos
son herederos de los estudios de modalización, que ponen de manifiesto esa
posibilidad que tiene el hablante, esa eventualidad de introducir sus
propia actitudes y perspectivas en el enunciado, tanto intelectual como
emocionalmente.

Al filósofo y teórico literario ruso Mijail Bajtin "se le debe el concepto
de heteróglosia, para indicar la posibilidad de que en la enunciación se
pueda activar varias voces y no solo una, como se ha considerado
tradicionalmente" (Calsamiglia y Tusón, 1999, p. 130). En tanto que el
lingüista francés Oswald Ducrot, según las mismas autoras, desarrolla esa
idea de polifonía (propuesta por Bajtin) abundando en elementos para la
comprensión del desdoblamiento del sujeto, por un lado, y la evocación del
discurso ajeno por el otro, según las autoras en mención. De esta forma, se
reconoce el papel que juega la intertextualidad en la actividad discursiva,
que permite contacto entre discursos, como una de las características
dialógicas del lenguaje. Hoy por hoy, se vive un mundo interdiscursivo,
producto de un universo hipercomunicado.

Esos son los apoyos teóricos de los verdaderos protagonistas de la
enunciación, como se apoya teóricamente este ensayo, en las autoras de Las
cosas del decir. Con estas teorías se dirige tras las pistas y las huellas
del "enunciador", buscando sus estrategias como hablante, como productor,
como emisor, como destinador (como se le denomine) al momento de emprender
su actividad, sea verbal o escrita. Y es que el "sistema lingüístico
permite a partir del sistema léxico y del sistema deíctico referidos a
personas, que los hablantes pongan en juego sus formas de presentación de
sí mismos y de relación con los demás" (Calsamiglia y Tusón, 1999, p.
126).

Ese enunciador, es a quien este trabajo le interesa mostrar –o develar-
públicamente, como autor de la enunciación. Es él, el productor del
discurso (periodístico) y según van Dijk "la producción del discurso no es
solo la expresión y la comunicación de modelos u opiniones individuales.
Más bien, cada hablante se encuentra sumido en la acción social y, en
consecuencia, habla como un miembro grupal" (van Dijk, 1990, p. 156) Es
decir, se debe entender como un representante de su grupo profesional: los
miembros de lo que se denomina "la prensa", como uno de los sectores más
relevantes de la sociedad mediática contemporánea.

Cuando los marcadores están ausentes

Según las investigadoras españolas Calsamiglia y Tusón (1999), hay
textos donde no se encuentran marcadores, en donde prevalece un ausencia
total de marcas del locutor. "En este caso, se crea un efecto de
objetividad y de verdad debido fundamentalmente, a que se activa
verbalmente el mundo de referencia. En este caso los elementos más claros
en la expresión lingüística son la presencia de sintagmas nominales con
referencia léxica y el uso de la tercera persona gramatical como indicador
de aquello de que se habla en un mundo referido, ajeno al locutor"
(Calsamiglia y Tusón, 1999, p. 127)

Se recuerda que el profesor y académico francés Emile Benveniste, denomina
a la tercera persona gramatical como no persona, "refiriéndose a que con el
uso de la tercera persona no hay referencia a los protagonistas de la
enunciación (Calsamiglia y Tusón, 1999: 127) En tanto, el influyente
filósofo contemporáneo, Paul Ricoeur, comenta este tema:

Mientras que, en el enfoque referencial, se privilegia a la tercera
persona o al menos cierta forma de la tercera persona, a saber
>él/ella>, >alguien>, >cada uno>, >uno> y >se>, la teoría de los
indicadores, una vez unida a la de los actos del discurso, no sólo
privilegia la primera y la segunda persona, sino que excluye
expresamente la tercera (…) la tercera persona puede ser cualquier
cosa de la que se habla, objeto, animal o ser humano: lo confirman los
usos incoordinables entre sí del pronombre francés >il peut, ilfaut il
y , etc,- así como la multiplicidad de las expresiones de tercera
persona –uno/se, cada uno, eso, etc,-. Si la tercera persona es tan
inconsistente gramaticalmente, se debe a que no existe como persona,
al menos en el análisis del lenguaje que toma como unidad de cómputo
la instancia del discurso conferida a la frase. No se pueden soldar la
primera y la segunda persona al acontecimiento de la enunciación de
mejor manera que excluyendo del campo de la gramática la tercera
persona, de la que se habla solamente de otras cosas (Ricoeur, 1996,
p. 25) citado por Calsamiglia y Tusón (1999, p. 126)


Según estas observaciones, con el uso de la tercera persona en la
producción de cualquier texto, se borran los protagonistas de la
enunciación. Otras marcas también claras de que se borra la presencia del
locutor, son el uso de construcciones impersonales o construcciones pasivas
sin expresión del agente, en palabras textuales de las investigadoras
españolas referidas. Eso es precisamente lo que buscan los medios
informativos: obviar al hablante, al emisor, al destinador, al productor de
esos textos, en todas las noticias que publican y/o se transmiten
cotidianamente.

Vivaldi y el estilo "directo" entre los periodistas

El tema abordado anteriormente es fácilmente comprobable con uno de los más
clásicos tratadistas de este tema. Es el célebre profesor español Gonzalo
Martín Vivaldi (1986) influyente autor que durante el siglo pasado publicó
decenas de ediciones de su conocido libro Curso de Redacción. Teoría y
práctica de la composición y el estilo.

Se retoman tan solo un par de ejemplos, de la Vigésima Edición, de
este texto:
Escribir es mostrar. Quiere decirse que hacer ver lo que se quiere
decir es más efectivo que hacerlo comprender. Mostrar es más plástico;
explicar puede ser –no siempre- más didáctico. Procedimiento para
conseguir esa plasticidad literaria es el estilo directo, que
podríamos resumir en la siguiente afirmación: cuando se escribe
>directamente> el autor desaparece; no se le ve. Lo que se ve es lo
que se quiere narrar, describir o fijar en la imaginación del lector.
Este procedimiento o estilo tiene más fuerza, se graba con más
facilidad, nos da la impresión que está sucediendo ante nuestra vista
(Martín Vivaldi,, 1986, p. 146)


El producto de Martín Vivaldi fue un popular libro de texto, adoptado en la
mayoría de las Escuelas, Departamentos y Facultades de Periodismo y
Ciencias de la Comunicación de América Latina, durante las últimas cuatro
décadas del siglo XX. Fue una referencia obligada para aprender la manera,
la forma de escritura periodística. Martín Vivaldi fue considerado una
autoridad indiscutible en materia de redacción. Fue el maestro de cientos
de maestros y de millares de alumnos, que aprendieron a "desaparecer"
siendo directos.

Pero hay más. Esto lo que en resumen señala en el capitulo
correspondiente a esa lección sobre el estilo directo, del maestro español
de periodismo: "el buen estilo informativo exige objetividad e
impersonalidad. Los hechos son los que mandan y el que escribe solo tiene
que obedecer a los hechos, contarnos lo que ha sucedido y nada más. Su
opinión personal deberá darla… si se le pide" (Martín Vivaldi, 1986, p
256).[1]

Este personaje se convirtió en un clásico de la academia, el más conocido
profesor universitario de las normas para el aprendizaje para alcanzar a
ser "objetivo e impersonal". Un libro que habrá influido a millares de
periodistas, algunos actualmente en el ejercicio de su profesión,
comunicadores sociales, locutores etc., otros seguramente corresponden a
una generación de personas ligadas con el tema periodístico de mediados del
siglo XX.


Objetividad versus objetividad real


Según las investigadoras españolas (Calsamiglia y Tusón) "hay situaciones
que exigen una presentación neutra del universo de referencia. Las
prácticas discursivas en determinados géneros promueven un modelo de
presentación objetiva: la información en los periódicos, la información
científica, por ejemplo. Otra cosa distinta es que el efecto de objetividad
se corresponda con una objetividad real. Una aserción partidista y parcial
puede ser expresada con medios para parecer objetiva. Por eso importa tanto
determinar el contexto en que se emiten los enunciados", (1999, p. 128)

Por su parte, la subjetividad en el lenguaje, idea tomada de Émile
Benveniste, descubre que –en ciertas situaciones- se permite o activa la
presencia del locutor en su texto. Esto ocurre cuando hay una "aparición de
los elementos lingüísticos que participan desde la perspectiva del lenguaje
del hablante en otorgar una expresión propia al conjunto de enunciados que
constituyen un texto" (Calsamiglia y Tusón, 1999, p. 128) Pero hay que
considerar, también, que ese yo que habla, que se expresa, que se
manifiesta de una u otra forma, se ofrece de una manera "caleidoscópica"
para mostrar las diferentes imágenes, caras o posiciones con las que se
puede mostrar o presentar el sujeto hablante. En el caso de los
periodistas, han decidido autopresentarse como neutros, sin marcas que
admitan un proceso de identificación de sus posturas o ideas.

Pero, como lo afirman las autoras españolas, "la persona que habla (nunca)
es un ente abstracto sino un sujeto social que se presenta a los demás de
una determinada manera" (Calsamiglia y Tusón, 1999, p. 128) porque en todo
proceso de la enunciación, y, a la vez que se va construyendo el discurso,
también se edifica ese sujeto discursivo. Por lo tanto, dicho sujeto se
adapta a cualquier situación específica de la comunicación, siempre
"modulando su posición a lo largo del discurso y tratando de que su
interlocutor lo reconozca de una manera (específica) y no de otra"
(Calsamiglia y Tusón, 1999, p. 128). Las autoras reiteran que el uso de la
tercera persona, produce un efecto generalizador y el locutor puede
incorporarse de esta forma, a un "colectivo indefinido". ¿Posiblemente con
el objetivo de esconder su identidad, desviar esa autopresentación o diluir
la autorreferencia? ¿Es esta la tradición periodística de neutralidad que
se pregonó durante el siglo XX?.


También habrá que hacer notar, la diferencia sustancial que se da cuando
esa autorreferencia en privado o en público. En el primer caso, el uso del
"yo" es relajado y cuando se produce en un ambiente conocido, es
tranquilizador. La gente puede hablar de si misma, con toda serenidad,
porque está entre conocidos pero cuando es en público, asume
responsabilidades, compromisos y se arriesga. En tanto, la actividad
periodística es pública, sus marcas son neutras; como para no asumir ningún
compromiso, salvo que sea en textos de columnas de opinión, artículos o
reportajes en primera persona.

En tanto, en las llamadas citas textuales, como recurso para "explicar la
inserción explícita del discurso de otros en el propio discurso"
((Calsamiglia y Tusón, 1999, p. 140), es donde el periodista encuentra una
referencia directa, como recurso de neutralidad, a lo pronunciado por otros
sujetos emisores o enunciadores. Se da el extremo, cuando es en periodismo
impreso, que "aparecen signos gráficos que indican el inicio de la cita y
extensión (dos puntos y comillas)" (Calsamiglia y Tusón, 1999, p. 140).
Esa literalidad en el discurso periodístico le otorgaba -desde siempre-
fiabilidad, garantía de objetividad a la noticia impresa, porque permitía
visualizar donde comenzaba y donde terminan las palabras de la persona
citada. En los medios audiovisuales de hoy, eso se ha convertido en la
grabación y selección de una porción de esa grabación, así como la
inserción de la voz y la imagen del protagonista, en un proceso de edición
cada vez más perfeccionado, para dar la sensación de veracidad e integridad
ante los ojos y oídos del gran público.

De esta forma lo explican las investigadoras españolas:

En la prensa diaria la cita de las fuentes es norma para los
periodistas. Queda señalada con comillas, con cursivas o con negritas.
Predomina una forma especial de cita indirecta, que podríamos llamar
integrada, porque bajo la forma básica del estilo indirecto se señalan
con signos tipográficos segmentos breves o extensos que el periodista
indica que son exclusivos del discurso ajeno, del cual él mismo no se
hace responsable. Cuando la incorporación de otras voces debe mantener
ese alto grado de objetividad hay que tener en cuenta que la cita
supone extraer las palabras de otro de su contexto original y que, por
tanto, hay que velar especialmente no sólo por preservar la palabra
original sino por mantener la intencionalidad del autor del discurso
citado. Piénsese en cómo se puede falsear la intención de una persona
sacando de contexto una parte de su discurso. (Calsamiglia y Tusón,
1999, p. 142)

En este párrafo queda demostrado el uso de las voces y las imágenes como
estrategia que pretende garantizarle al público, una supuesta postura de
total fidelidad a lo dicho por un protagonista. Aunque eso, no sea más que
otra narración periodística, una forma de autopresentación, que se
analizará en el próximo apartado.

II. El análisis crítico del discurso

El Análisis Crítico del Discurso -ACD-, Teun A. van Dijk (2000) lo define
como "un tipo de investigación analítica sobre el discurso que estudia
primariamente el modo en que el abuso de poder social, el dominio y la
desigualdad son practicados, reproducidos, y ocasionalmente combatidos por
los textos y el habla en el contexto social y político" (van Dijt, 2000, p.
23). Con esta concepción tan clara del objeto de estudio, quienes realizan
estudios analíticos de este tipo saben que sus bases teóricas, se funden
con los inicios de la lingüística crítica surgida en el Reino Unido y
Australia, en los años 70 y que tiene sus equivalentes en los desarrollos
críticos de la psicología y en las ciencias sociales. Se considera al ACD
como una reacción contra los paradigmas formales dominantes por esas
épocas, a menudo "acríticos y asociales" (2000, p. 23).

Van Dijk, uno de los fundadores de esta corriente, advierte que no es una
escuela o especialidad, sino el intento por ofrecer una manera o
perspectiva distinta de teorizar, analizar o aplicar un campo de
investigación. Y, agrega, es fácil encontrar una perspectiva más o menos
crítica en áreas como el análisis de los media, la etnografía, la retórica,
el análisis narrativo, entre otros. Para efectos de este ensayo, interesa
lo relacionado con los medios informativos.

El autor hace un repaso a lo que no debería ser el ACD, pero también
reafirma lo que debe buscar: "una aproximación funcional que vaya más allá
de los límites de la frase, y más allá de la acción y de la interacción, y
que intente explicar el uso del lenguaje y del discurso también en los
términos más extensos de estructuras, procesos y constreñimientos sociales,
políticos, culturales e históricos" (van Dijk, 2000, p. 24). La imagen que
los discursos de la prensa son objetivos, es tan generalizada, que ya ni
siquiera es discutida entre los mismos miembros de los medios informativos
o conglomerados periodísticos. Es aceptada como única verdad, es asumida
como una obligación moral de los miembros del periodismo,

Y para entender cómo funcionan los análisis del ACD, hay que comprender que
"el discurso, y otras interacciones socialmente situadas cumplidas por
actores sociales, pertenecen típicamente a o que se suele denominar el
>micro-nivel> del orden social, mientras que las instituciones, los grupos
y las relaciones de grupos, y por lo tanto el poder social, se emplazan
usualmente en >su macro nivel> (van Dijk, 1999, p. 25). Pero la realidad
social de la interacción y de experiencia cotidianas, en esos niveles micro
y macro, conforman lo que se puede llamar un todo unificado. El autor
señala que vale distinguir que se pueden lograr niveles intermedios de
análisis o "mesoniveles".

Al momento de lograr una vinculación entre sociedad y discurso, se debe que
plantear, entonces, el marco referencial que permita enlazar esos niveles
descriptivos. Para el efecto, van Dijk propone relacionar, lo siguiente:

a) Miembros de un grupo. Los actores sociales, y por tanto también los
usuarios del lenguaje, se involucran en el texto y en el habla al
mismo tiempo como individuos y como miembros de variados grupos
sociales, instituciones, gente, etc. Si actúan en tanto miembros de un
grupo, es entonces, el grupo el que actúa a través de uno de sus
miembros" (Van Dijk, 1999, p. 25). ¿Es esto legítimo para el sector
prensa de cualquier sociedad? Sí, de hecho, los textos periodísticos,
el habla de un miembro de la prensa, y a su vez, los discursos de
éste sector de la sociedad, se pueden ver representados en uno de sus
miembros. Analógicamente, se puede afirmar: el periodista que escribe
una nota informativa, trabaja en un medio de información, pero también
es miembro de una asociación de prensa y tesorero del comité de su
barrio de la ciudad donde vive, así como miembro o fanático de un
grupo musical y puede ser que asista a una iglesia los domingos. Estas
pueden ser, entre otras, algunas de sus identidades -unas más
prominentes que las otras- en un momento dado. Es pues, fácilmente
identificable como miembro de un o varios grupos sociales.




b) Relaciones entre acción y proceso. Cita textualmente a van Dijk
"escribir un reportaje es un acto constitutivo de la producción de un
periódico o de un noticiario de televisión por parte del colectivo de
periodistas de un periódico o de una cadena de televisión; en un plano
más elevado, dichas acciones colectivas son a su vez constituyentes de
las actividades y proceso de los media de la sociedad de este modo,
las acciones de los niveles más bajos pueden conformar directa o
indirectamente procesos sociales o relaciones sociales entre grupos"
(1999, p. 25). Esto implica que participar en una actividad como la
prensa, es formar parte de sus procesos de producción y de las
actividades propias de este grupo, tanto en lo individual, como
también en lo colectivo.



c) Contexto y estructura social. Los media forman parte de un entorno
social más amplio, por lo que las noticas no solo representan el
trabajo del reportero o de una sala de redacción, sino al periódico
completo, pero también las relaciones entre los media y la política o
el papel que juegan el la sociedad (van Dijk, 1999)




d) Representaciones sociomentales. No se debe olvidar la dimensión
cognitiva, dice van Dijk. De hecho, es esta dimensión la que permite y
hace posible los otros vínculos. En sí, opina van Dijk (1999, p. 26):
"los actores, las acciones y los contextos son tanto contractos
mentales como constructos sociales". Esto significa que la identidad
de la gente, como miembro de algún grupo social, se forja, se le
atribuyen y se puede aprender de otros, por lo que se puede afirmar
que no solo son sociales, sino también mentales. Estos constructos
mentales (modelos, como se les conoce) representan lo que los usuarios
del lenguaje construyen como importante, en cada situación social
determinada. Estas representaciones son generalizadas o compartidas
por un grupo, una cultura. Y van Dijk cita como ejemplo el
conocimiento, las actitudes y la ideología. Es decir, estos tres
elementos se construyen socialmente. "De suerte que encontramos el
nexo faltante entre lo micro y lo macro allí donde la cognición
personal y la social se reúnen, donde los actores sociales se
relacionan ellos mismos y sus acciones (y por consiguiente su
discurso) con los grupos y con la estructura social, y donde pueden
actuar, cuando se lanzan al discurso." (van Dijk, 1999, p. 26) por ser
miembros del mismo grupo cultural y social. La pertenencia, como en
todo, deja profundas huellas en el sector prensa.

III. La noticia y los discursos

Stella Martini (2000) coincide con este punto de vista. La investigadora
argentina, agrega elementos valiosos, al decir que "el periodismo produce
las noticias que construyen una parte de la realidad social, y que
posibilitan a los individuos el conocimiento del mundo al que no pueden
acceder en forma directa. El producto de su trabajo multiplica y naturaliza
gran parte de los discursos en circulación en las sociedades" (Martini,
2000, p. 159). Es fácil comprobar que los individuos no tienen acceso en
forma directa a las noticias, por eso utilizan a los informativos como
tales: como "medios". Allí se concentran las noticias, lo que ocurre
diariamente en el mundo. Es el denominado discurso periodístico.

Y esa utilización que los individuos hacen de los discursos periodísticos,
pasa por el llamado "contrato de lectura", que fuera explicado por Eliseo
Verón y citado por Martini (2000) como la herramienta que permite el
estudio de la producción y la circulación de los mensajes. Este esquema de
trabajo es "especialmente enunciativo: implica las modalidades de decir un
texto y se lo puede explicar como un acuerdo estrictamente delimitado por
cómo un texto periodístico construye la información y cómo se significa
como verosímil" (Martini, 2000, p. 104). En ése punto, la autora apela a
la connotada semióloga francesa Julia Kristeva con su tajante afirmación
que "la noticia es un discurso verosímil. Todo texto verosímil se define
por su negación, es lo que parece real, lo que sin ser verdadero, será el
discurso que asemeja lo real" (Martini, 2000, p. 105) y como cualquier
estudiante de comunicación sabe, ese punto –la credibilidad, surge de la
verosimilitud de lo noticiable- que los lectores otorgan a los medios
favoritos. Es decir, el gran público le otorga credibilidad a lo que la
prensa dice, porque considera o cree que es objetiva… en vista que su
discurso parecer serlo; aparenta ser real y por lo tanto es verosímil a los
ojos de la mayoría.

¿Qué dice el Diccionario de la Real Academia Española al respecto?

Verosímil.
1. adj. Que tiene apariencia de verdadero.
2. adj. Creíble por no ofrecer carácter alguno de falsedad.


Verdadero, ra.
1. adj. Que contiene verdad.
2. adj. Real y efectivo.
3. adj. Ingenuo, sincero.
4. adj. Que dice siempre verdad.

Con estas definiciones, se puede hacer una simple deducción: que los
discursos pueden ser verosímiles y parecer verdaderos porque no ofrecen
cierto carácter de falsedad, pero no por ser verdaderos. Porque -para ser
verdadero- un discurso tendría que contener verdad, real y efectiva. No
solo es importante parecerlo, sino contenerlo, serlo. Eso es lo que sucede
con muchos discursos periodísticos: son creíbles, porque son verosímiles.
Pero algunos, sino muchos, no son verdaderos, aunque tengan ese carácter de
verosimilitud.

En tanto, la autora enfatiza que Verón ha explicado que este "contrato de
lectura" es una construcción del lazo que une en el tiempo un medio y sus
consumidores, "pero que debe conservarse, mejorarse y evolucionar, puesto
que debe construir y preservar los hábitos de consumo" (Martini, 2000, p.
107). ¿Por qué? Porque si se destruye, sería muy difícil de volverlo a
construir, es producido con esa intención de crear constancia, asiduidad,
cada día, por el medio. "La noticia periodística es una construcción de
la realidad" (Martini, 2000, p. 103), dice volviendo a recurrir a Verón.
"Implica también el consenso que la sociedad le otorga a los medios como
soporte de comunicacional que construye y difunde sentido sobre el mundo
(Martini, 2000, p. 104). La información se construye, entonces, a partir de
un acuerdo o contrato de lectura, que le brinda -al menos- credibilidad,
que representa el mayor capital de un informativo.

En uno de sus más celebres libros, La noticia, como discurso (1990), Van
Dijk señala que el estilo de los informes periodísticos, como cualquier
otro, está controlado por el contexto comunicativo, donde se materializa el
discurso. Y asienta que los lectores de los medios impresos, aunque puede
hacerse una analogía con otros medios, están presentes "solo indirecta e
implícitamente en el discurso periodístico. Ni si quiera se dirigen a
ellos, como podría ser el caso en los manuales escritos o los libros de
texto. No hay un "usted" en las noticias o en editoriales. No hay actos de
hablar dirigidos al lector, como promesas específicas, amenazas o
acusaciones; y si aparecen están dirigidos a terceras personas." (van Dijk,
1990, p. 112). Según este autor, hay un distanciamiento, hecho a propósito
por parte del comunicador, pero curiosamente señala, asimismo, subsiste una
"considerable cantidad de conocimiento generalmente compartido, creencias,
normas y valores, que debe ser presupuestas" (van Dijk, 1990, p. 113). Y
estas son, social y cognitivamente, presupuestas por el receptor de la
comunicación. Sino, la comunicación entre lector y medio no pudiera
ocurrir.

El autor justifica, sin embargo, que el discurso periodístico sea
impersonal, debido a que no lo produce y ni lo expresa un único individuo,
sino organizaciones institucionalizadas, sean públicas o privadas. Ante
eso, el "usted" está ausente y tampoco aparece un "yo" individualizado.
Esto, sugiere, es porque los relatos periodísticos, en general, no son
relatos de experiencias personales.

Coincidiendo con las opiniones que se consultaron para este ensayo, el
autor holandés, opina que esa voz institucional del redactor de noticias
es impersonal, sólo en lo que se refiere a los acontecimientos cotidianos y
sus ideologías, subyacentes. Es decir, la impersonalidad es una conclusión
normativa, no descriptiva. "Las señales desplegadas sólo sugieren
impersonalidad e imparcialidad" (van Dijk, 1990, p. 113). Aunque también
esboza la idea que algunas creencias y actitudes no pueden suprimirse con
tanta facilidad, ya que "pueden aparecer indirectamente en el texto de
muchas maneras: selección de temas; elaboración de los mismos, jerarquías,
relevancia, uso de las categorías esquemáticas, y, por último en el estilo,
en las palabras elegidas para describir los hechos" (van Dijk, 1990, p.
114). Por eso, el ACD tiene tanta distinción reciente en diversas esferas:
porque -pese a la intensión de esconderse- el enunciador, nunca podrá ser
borrado del discurso. Por lo tanto, el pensamiento del autor de las notas
periodísticas (el enunciador) puede quedar expuesto, sea de una forma o de
otra, en algunas marcas del lenguaje humano, directa o indirectamente.

A través de un estudio del discurso periodístico, se puede lograr
comprender los recursos de dominación utilizados por las élites, pues éstas
son las que tienen un control específico sobre el discurso público. Es un
poder que permite controlar los actos de los demás. Con esta estrategia,
las elites definen quién puede hablar, sobre qué y cuándo. El poder de las
élites es un poder discursivo, afirma van Dijk, pues a través de la
comunicación hay "una manufacturación del consenso: se trata de un control
discursivo de los actos lingüísticos por medio de la persuasión, la manera
más moderna y última de ejercer el poder" (van Dijk, 1994, p. 5) Este autor
cree que los actos son intenciones y controlando las intenciones, se
logran controlar a su vez, los actos de las personas. Existe entonces un
control mental de las personas, a través del discurso. Este intelectual
holandés, tras años de investigaciones sobre la temática, concluye que los
actos de la gente (en general) son actos discursivos.


IV. Conclusiones

Los protagonistas de la enunciación no son, frecuentemente, objeto de
estudios de la pragmática. Lo que estudia esta ciencia es la enunciación en
si misma.

El presente ensayo buscó las principales estrategias discursivas del
discurso periodístico, para intentar descubrir cómo el autor de la
enunciación, pasa inadvertido. Estas son algunas de las reglas que desde el
siglo pasado aconsejaban los profesores universitarios tradicionales:

Si los periodistas deciden autopresentarse como neutros, no
deben dejar marcas que admitan un proceso de identificación de
sus posturas o ideas.
Para demostrar su máxima imparcialidad frente a lo que dicen sus
fuentes, ellos abren y cierran comillas (gráficamente) o
presentan a sus entrevistados en una pequeña inserción editada,
de imagen y sonido, que pretende y muchas veces alcanza a
legitimar esa pretendida neutralidad.
Los periodistas deberán usar la tercera persona y evitar
cualquier marca en el acto de hablar.
Hay que luchar para ser lo más impersonales posibles en los
textos,
Se debe intentar -a toda costa- ser objetivos. Los periodistas
deben ser directos.
La presentación neutra debe ser una aspiración permanente.


Sin embargo, es sumamente difícil hablar de total imparcialidad, de total
neutralidad, porque siempre ese yo que habla, que se expresa, se pone de
manifiesto de una u otra forma; al seleccionar los temas, al darles
jerarquía a unos y a otros esconderlos. ACD es una herramienta que
ambiciona explicar el uso del lenguaje y del discurso, en los términos más
extensos de estructuras, procesos e imposiciones sociales, políticas,
culturales e históricas. El análisis contextual es necesario para este tipo
de trabajos analíticos, que escudriña en las estructuras discursivas, que
pueden generar desigualdades y limitar las libertades. Para el efecto,
pone al descubierto que hay niveles micros y macros en los discursos, pero
a la vez, se pueden realizar estudios de niveles intermedios. Es, también,
en los análisis contextuales donde se descubren la forma cómo piensa, y
cómo organiza sus discursos el enunciador, que resulta siendo
representativo, no solo del medio donde trabaja, sino del ambiente social
e ideológico, donde se desarrolla como persona. En tanto, los actores, las
acciones y los contextos son tanto contractos mentales como constructos
sociales. Es decir, socialmente construidos.


El producto del trabajo periodístico multiplica y naturaliza gran
parte de los discursos en circulación en las sociedades. Esto pasa por el
contrato de lectura: es un acuerdo de cómo un texto periodístico construye
la información y cómo se significa verosímil por parte de quien lo recibe.
La noticia es un discurso verosímil. Todo texto verosímil, parece real, lo
que sin ser verdadero, se asemeja a lo real. Da la idea, pero sin serlo
necesariamente. Y, en el marco de esa verosimilitud, hay quienes consideran
que el enunciador nunca podrá ser borrado del discurso. No se puede
confirmar, entonces, que el lenguaje disfrace totalmente al pensamiento,
porque hay ciertas normas de construcción (social) que terminan por
identificarlo. ¿Qué diría de esta afirmación Wittgenstein, si estuviera
vivo?


Los actos de la gente, en general, son actos discursivos, según van Dijk.
Por lo tanto, controlando los discursos, se controla a la gente… y
haciéndoles creer en la objetividad, imparcialidad y neutralidad de los
discursos periodísticos, más fácil resulta la tarea, porque la gente se lo
cree. Lo asume muchas veces con total ingenuidad. Al dominar las
estructuras discursivas, se deduce, es mucho más fácil mantener la
desigualdad en el seno de la sociedad y por supuesto limitar la libertad
de expresión, tal como afirmó Wittgenstein. El ropaje (las palabras)
termina por cubrir el cuerpo que manipula el discurso.
Guatemala, 29 de febrero de 2016


Referencias Bibliográficas


Calsamigia, H. y Tusón, A. (1999). Las cosas del decir. Manual del
Análisis del discurso. Barcelona: Editorial Ariel, S.A.

Martin Vivaldi, G. (1986). 2da edición. Curso de Redacción. Teoría
práctica de la composición y el estilo. Paraninfo: Madrid, XX.

Martini, S. (2000) Periodismo, Noticia y Noticiabilidad. Grupo
Editorial Norma. Bogotá.

Van Dijk, A. T. (1990). Primera Edición. La noticia como discurso.
Compresión, estructura producción de la información. Ediciones
Paidós. Barcelona.
________, (1994). Discurso, poder y cognición. Escuela de Ciencia del
Lenguaje y Literaturas. Universidad del Valle, Colombia.
Diccionario de la Real Académica de la Lengua. On line. DRAE (2011)
recuperado el 10 de octubre de 2014.


(*) Ramiro Mac Donald: Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Magister
en Comunicación para el Desarrollo, por la Universidad de San Carlos
(Nacional) de Guatemala. Candidato a doctor en Comunicación Social en la
Universidad de las Artes, las Ciencias y la Comunicación –UNIACC- en
Santiago de Chile. Con más de 10 años de experiencia en impartir cátedras
en distintos cursos de semiótica y teorías de la comunicación, se
desempeña como Docente Académico del Departamento de Ciencias de la
Comunicación, en la Facultad de Humanidades de la Universidad Rafael
Landívar. Es cofundador y actual presidente de Círculo Guatemalteco de
Estudios Semióticos –CGES-.











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[1] El subrayado de las palabras en negrillas es responsabilidad del autor
de este ensayo y sirve para recalcar la idea de imprimirle el sello de
objetividad e impersonalidad al texto periodístico, en palabras de uno de
sus máximos exponentes teóricos.
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