Desde las Asociaciones de Vecinos al 15M y las mareas ciudadanas [breve historia de los movimientos sociales] (Libro publicado por Editorial Dykinson SL Madrid, 2016)

June 14, 2017 | Autor: Tomás Alberich | Categoría: Movimientos sociales, Tercer Sector, Asociacionismo
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Descripción

(portada)

Desde las Asociaciones de Vecinos al 15M y las mareas ciudadanas [breve historia de los movimientos sociales] Tomás Alberich Con la colaboración de Ana García-Mendoza y Teresa Amezcua

Prólogo de Tomás R. Villasante

Desde las Asociaciones de Vecinos al 15M y las mareas ciudadanas [breve historia de los movimientos sociales] Tomás Alberich Con la colaboración de Ana García-Mendoza y Teresa Amezcua Prólogo de Tomás R. Villasante

Dedicado a José Luis Sampedro, Ramón Fernández Durán, Ladislao Martínez, Miguel Romero.... y tantos otros activistas a la vez que teóricos, que se nos han ido en los últimos años. Protagonistas de vida, acción y reflexión.

Sumario Presentación. Prólogo. [primera parte, la teoría] INTRODUCCIÓN Capítulo 1. LOS CONCEPTOS ¿QUÉ TEORÍAS UTILIZAMOS? [segunda parte, historia de movimientos sociales y ciudadanos] 2. LA TRANSICIÓN POLÍTICA A LA DEMOCRACIA. LOS ORÍGENES Y EL MOVIMIENTO CIUDADANO EN LAS DÉCADAS DE 1960-70. 3. LOS AÑOS OCHENTA Y LA CRISIS DE LOS MOVIMIENTOS CIUDADANOS (segundo escenario) 4. LA NUEVA GENERACIÓN DE MOVIMIENTOS ASOCIATIVOS DE LOS NOVENTA (tercer escenario) 5. AÑOS DOS MIL. MOVIMIENTOS ANTIGLOBALIZACIÓN, ALTERMUNDISTAS Y FOROS SOCIALES (cuarto escenario) [tercera parte, la sociedad indignada] 6. 2011 Y LOS AÑOS DIEZ. ANTECEDENTES INDIGNADOS: CAUSAS, ACIERTOS Y VIRTUDES DEL 15M. 7. 15M VALLECAS: CICLOS DE PARTICIPACIÓN E INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES (observación participante II). Ana García-Mendoza 8. EL 15M DE COLLADO VILLALBA Y LA ASAMBLEA COMARCAL SIERRA DE MADRID (experiencias de observación participante III) 9. EL 15M DESPUÉS DEL 15M. BALANCES Y CONSECUENCIAS 10. NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y REFLEXIONES FINALES Bibliografía

ÍNDICE Presentación Prólogo. Tomás R. Villasante

[primera parte, la teoría]

INTRODUCCIÓN Capítulo 1. LOS CONCEPTOS ¿QUÉ TEORÍAS UTILIZAMOS? 1.1. 1.2.

1.3. 1.4. 1.5. 1.6. 1.7.

Primeras definiciones y conceptos a utilizar Teorías sobre asociacionismo y movimientos sociales 1. Marxismo 2. Multitud y caos (autores de finales del XIX y principios del XX) 3. Max Weber 4. El Funcionalismo y la Escuela de Chicago: los teóricos de la conducta colectiva 5. Teorías del paradigma de la movilización de recursos 6. Teorías orientadas hacia el paradigma de la identidad 7. Neomarxismos. Desde el marxismo al análisis espacial 8. Posmarxismos. Manuel Castells 9. Teorías Neolibertarias y Posmodernas Las contradicciones sociales. David Harvey. Johan Galtung Estado, Mercado y Tercer Sector: Marc Nerfin y Tomás R. Villasante Asociaciones, estructura interna y relaciones en el tejido social Formas, niveles y “pirámides” de la participación Conjuntos de acción y otros conceptos [segunda parte, historia de movimientos sociales y ciudadanos]

Capítulo 2. LA TRANSICIÓN POLÍTICA A LA DEMOCRACIA. LOS ORÍGENES Y EL MOVIMIENTO CIUDADANO EN LAS DÉCADAS DE 1960-70. 2.1. Orígenes y grandes fases de los Movimientos Sociales 2.2. Los “Nuevos Movimientos Sociales” y la importancia cultural de 1968 2.3. La Ley de Asociaciones de 1964. Asamblearismo y Participación Ciudadana en las Asociaciones de Vecinos 2.4. Cambios sociales y políticos en una década vertiginosa. La otra cara de la Transición a la Democracia 2.5. El Movimiento por la Vivienda en Madrid. Ejemplo del Barrio Zofío (observación participante I)

Capítulo 3. LOS AÑOS OCHENTA Y LA CRISIS DE LOS MOVIMIENTOS CIUDADANOS (segundo escenario) 3.1. Aproximación al concepto de “crisis” de asociaciones y movimientos sociales 3.2. Evolución de la participación ciudadana y el asociacionismo en Madrid, en un contexto político cambiante 3.3. La crisis en Madrid, Coslada y Fuenlabrada (análisis de entrevistas y grupos de discusión) 3.3.1. Abandono y sectarismo político 3.3.2. La década en las Asociaciones de Coslada 3.3.3. Fuenlabrada 3.4. Conclusiones: causas generales de la crisis de los movimientos ciudadanos

Capítulo 4. LA NUEVA GENERACIÓN DE MOVIMIENTOS ASOCIATIVOS DE LOS NOVENTA (tercer escenario) 4.1. Desde la dispersión al cambio generacional. ONG, voluntariado, asociaciones de servicios y encuentros unitarios 4.2. Características generales del asociacionismo de los años noventa 4.3. Las asociaciones y el Tercer Sector en cifras 4.4. Coordinación de asociaciones y redes

Capítulo 5. AÑOS DOS MIL. MOVIMIENTOS ANTIGLOBALIZACIÓN, ALTERMUNDISTAS Y FOROS SOCIALES (cuarto escenario) 5.1. Globalización. Desde el Estado de Bienestar a la Sociedad del Bienestar y el bien consumir 5.2. Movimientos Sociales del nuevo siglo: ¿antiglobalización, alterglobalizadores o, simplemente, globales? 5.3. Nuevo asociacionismo y anomalías en algunas ONG 5.4. Cambio de ciclo político y crisis (se acabó la fiesta) [tercera parte, la sociedad indignada]

Capítulo 6. 2011 Y LOS AÑOS DIEZ. ANTECEDENTES INDIGNADOS: CAUSAS, ACIERTOS Y VIRTUDES DEL 15M 6.1. Causas inmediatas y nacimiento del 15M 6.2. Características, aciertos y virtudes del 15M 6.3. El 15M y las diferencias con lo anterior

Capítulo 7. 15M VALLECAS: CICLOS DE PARTICIPACIÓN E INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES (observación participante II). Ana García-Mendoza 7.1. Introducción 7.2. Antecedentes. Movimiento ciudadano. Finales de los años 70 7.3. Disminución de la participación comunitaria. Instauración del Estado de Bienestar 7.4. Estallido de participación (Movimiento 15M). Desmantelamiento del Estado de bienestar 7.4.1. Asamblea Popular del 15M de Puente de Vallekas. APPVK 7.4.2. Discursos y formas de hacer en el 15M 7.4.3. Movimiento 15M e ideas libertarias

7.4.4. Experiencias comunitarias 7.5. Institucionalización de los movimientos sociales 7.6. Conclusiones Bibliografía. Anexos

Capítulo 8. EL 15M DE COLLADO VILLALBA Y LA ASAMBLEA COMARCAL SIERRA DE MADRID (experiencias de observación participante III) 8.1. Nacimiento y estructura 8.2. Actividades más significativas (2011-15) 8.3. Iniciativas independientes más importantes surgidas desde la Asamblea 15M Villalba 8.4. Asamblea Comarcal Extraordinaria (febrero 2015) 8.5. Insuficiencias y retos Epílogo-anexo

Capítulo 9. EL 15M DESPUÉS DEL 15M. BALANCES Y CONSECUENCIAS 9.1. Desarrollo y esplendor del 15M (2011-12) 9.2. Crisis y fracasos, los hijos políticos del 15M. Un futuro que ya es pasado 9.3. Balances ¿Ya nada será igual? 9.4. Reformismo o autogestión libertaria. Las numerosas almas del 15M.

Capítulo 10. NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y REFLEXIONES FINALES 10.1 Participación directa: movilizaciones, manifestaciones y otras formas de protesta 10.2. Nuevos movimientos y nuevas formas de participación. PAH y mareas ciudadanas 10.3. Reflexiones finales

Bibliografía

Presentación Desde los años ochenta del pasado siglo se extendió el debate sobre el papel de los movimientos sociales y de las asociaciones en la sociedad, posteriormente también denominadas ONG y organizaciones no lucrativas, ONL, y sobre las funciones del “Tercer Sector”. Paralelamente se planteó por diversos analistas la distinción entre los movimientos sociales clásicos (con el movimiento obrero y los sindicatos como sus organizaciones más genuinas) y los “nuevos movimientos sociales”: ecologismo, feminismo, pacifismo... a los que, en el caso español, también hay que añadir los movimientos ciudadanos (asociaciones de vecinos, asociaciones de madres y padres de alumnos…). Estos “nuevos movimientos”, que cuentan con más de tres décadas de existencia, son ya clásicos en la actualidad, se ven como tradicionales e, incluso, con un marcado carácter institucional y conviven con los más recientes. En los años noventa ya surgió una nueva generación de asociaciones y los movimientos de solidaridad internacional y de voluntariado, movimientos en torno al 0,7% y las llamadas ONGD (organizaciones no gubernamentales de cooperación al desarrollo), las nuevas asociaciones que trabajaban con población inmigrante y para sectores sociales excluidos. En el siglo actual se crearon las redes que conforman los movimientos altermundistas, los foros sociales y los movimientos contra la globalización neocapitalista y las guerras. Esta evolución ha ido paralela al crecimiento cuantitativo de asociaciones, fundaciones y otras organizaciones no lucrativas, en cuanto a número de afiliados y de entidades, empleo creado, movimiento económico generado, servicios prestados (que antes, en parte, eran realizados por administraciones públicas) y por su mayor presencia institucional. En los movimientos sociales tendríamos tres grandes “olas” o distintas generaciones: 1ª Los movimientos obreros y sindicales. Son los principales en el siglo XIX y primera mitad del XX. Su expresión política fue colaborar en el nacimiento de los partidos socialistas-laboristas y después de los comunistas y, en algunos casos, de las organizaciones anarquistas. 2ª Los que fueron denominados en su momento “Nuevos Movimientos Sociales”: feministas, ecologistas, vecinales-ciudadanos (que son los primeros y más importantes en España). Expresiones políticas: se producen en el entorno del “mayo del 68”, partidos verdes, feministas, radicales… (auge años 60 a 80). 3ª Movimientos altermundistas y foros sociales (auge: finales de los 90 y primera década del 2000) y los movimientos de indignados (desde 2011). Organización de la obra Los diez capítulos del libro los podemos agrupar en tres partes o bloques. La primera incluye solo la Introducción y el primer capítulo, y consiste en una amplia incursión conceptual y de aproximación a las teorías, con una exposición de las escuelas o corrientes de pensamiento más significativas sobre los Movimientos Sociales. La segunda parte incluye los capítulos 2 al 5 y recorre la evolución del asociacionismo, principalmente el español, desde los años sesenta hasta la primera década del siglo, prestando una especial atención al movimiento ciudadano. Finalmente, en la tercera parte podemos agrupar los capítulos 6 al 10, en los que nos centramos en la descripción y análisis de los movimientos de indignados, el 15M y sus “hijos metodológicos” (mareas ciudadanas, la PAH y

otros), incluida la investigación con observación participante de dos ejemplos significativos, la Sierra madrileña y Vallecas. La obra, por tanto, se sitúa en diferentes niveles y se han utilizado diferentes métodos y técnicas. Por un lado se tratan algunas de las teorías internacionales más conocidas sobre los movimientos sociales y el Tercer Sector (o non profit organizations), para crear un “marco de comprensión” que nos permita situar y utilizar unos conceptos concretos que nos faciliten el acercamiento a la realidad que queremos analizar, a partir de los textos de los diferentes autores. Esta primera parte se la puede saltar el lector con prisas que quiera sumergirse directamente en la historia reciente. En segundo lugar, nos centramos en España y elaboramos una breve pero ambiciosa historia de los movimientos sociales más significativos del último medio siglo y, con especial atención, en la región metropolitana madrileña, donde hemos realizado el principal trabajo de campo directo, en diferentes épocas. Hemos utilizado las técnicas de la entrevista y del grupo de discusión, el análisis de textos sobre documentos originales (publicaciones municipales, de jornadas y encuentros, documentos de asociaciones y de movimientos sociales) y, finalmente, la observación participante. Hay que tener en cuenta que, visto el resultado, en el conjunto se dedica más espacio a unas décadas que a otras. Se presta más atención a la evolución de los movimientos sociales, al asociacionismo y a la participación ciudadana de las décadas de los años 70 y 80 del pasado siglo, y, en algunos años, a su relación con la transición política a la democracia y a los cambios políticos posteriores. En general, se le dedica más espacio a los movimientos ciudadanos urbanos que a los movimientos sindicales. Se presta más atención, decíamos, a estas décadas que al resto, especialmente a las de 1990 y 2000 que, comparativamente, ocupan menos espacio. Volviendo luego a extendernos con detenimiento en los movimientos a partir de 2011. El motivo principal es que consideramos que los movimientos sociales han tenido una importancia política y social en España mayor en unas décadas que en otras. Es evidente que los años setentaochenta y los años 2011-14 casi seguro habrán sido los de mayor protagonismo de los movimientos sociales en todos los aspectos de nuestra vida pública. El segundo motivo también es confesable: consideramos que las primeras décadas son comparativamente menos conocidas y por eso los estudios realizados en su momento (y que nunca fueron publicados) adquieren un mayor valor histórico y merecían ocupar un amplio espacio en esta obra. Evidentemente la división en décadas es algo artificial, la Historia (con mayúsculas) no entiende de cifras exactas, aunque nos empeñemos en usarlas, pero es una forma de facilitar el análisis de procesos que son de cambio constante. También es cierto que algunos acontecimientos importantes para el asociacionismo y los movimientos sociales han coincidido con cada cambio de década, lo cual también facilita esa división: 1979, primeras elecciones democráticas municipales en España; 1989, caída del muro de Berlín; 1999, primera exitosa movilización internacional de los movimientos antiglobalización en Seattle; y 2011, primaveras árabes, indignados y el 15M. Además de estas circunstancias, también es conocido que cualquier estudio selecciona e investiga unos temas más que otros. Evidente que la elección de unos movimientos más que otros no es casual. Eduardo Romanos cita unas certeras palabras de Francesca Polleta para explicarlo, en un foro de discusión sobre los movimientos “incómodos” (awkward): “estos es, movimientos ilegales, violentos o ideológicamente alejados, cuya composición, metas o tácticas dificultan de alguna manera su estudio. En este sentido Polletta daba un interesante toque de atención a su propio gremio: ‘Muchos de nosotros estudiamos movimientos sociales progresistas

porque abrazamos sus metas. De hecho, algunos de nosotros alternamos el mundo de la academia y del activismo. Es duro dedicar el tiempo y la energía a grupos que uno encuentra ideológicamente nocivos’ (2006:475).” (Romanos, E. 2011).

Cierto: en definitiva siempre atrae más investigar sobre algo de lo que uno se siente partícipe o, al menos, piensa que ha sido positivo para la sociedad. Rechazamos que en ciencias sociales exista el objetivismo neutro puro, sin ideología o la “a-diología”. Todos tenemos un conjunto de principios e ideas previas, un marco ideológico o ideología, que impregnará cualquier investigación social. Nosotros1, simplemente, lo hacemos explícito, sin esconder nada. El que los estudios sean científicos o no dependerá de lo adecuado de los métodos y técnicas utilizadas, no de la filosofía previa o epistemología de partida. Destinatarios y utilidad ¿Qué utilidad puede tener esta obra para los propios movimientos sociales? Como dice Tomás R. Villasante “a los movimientos sociales no les suele interesar tanto que los clasifiquen, y sí les suele interesar más que les aporten claves para poder interpretarse a sí mismos y ser más operativos” (Villasante, 2014:131). La manía que solemos tener los sociólogos y otros investigadores sociales de clasificar, categorizar, etc. tal vez puede ser explicada porque, a semejanza de las ciencias de la naturaleza, es una manera fácil de empezar una investigación. Tratar primero de representar el “mapa” de lo que hay, antes de empezar a ver las conexiones, las redes... y aportar explicaciones. Según avanzamos en lo que estamos investigando vamos colocando cada pieza en un sitio. Así luego podremos decir que hay mucho de esto, poco de lo otro, redes y movimientos aquí y no allá. En esta obra hemos intentado dedicar poco espacio a estas disquisiciones clasificatorias. Es un trabajo principalmente histórico y descriptivo. Pero sí nos hemos ido parando en los análisis y trabajos secundarios que reflexionaban sobre los propios movimientos en cada momento y en los pensamientos que aportan en muchos casos un autoanálisis reflexivo, autorreferencial, de protagonistas directos de asociaciones y movimientos sobre sus propias entidades, formas de participación y de activismo; buscando así algunas de esas claves que sean útiles para autointerpretarse y mejorar o cambiar. Su utilidad será relativa: muchas de las opiniones y reflexiones son sobre entidades que ya no existen o que en la actualidad son muy diferentes (como las Asociaciones Vecinales). Pero pensamos que analizar adecuadamente el pasado será útil para nuestro futuro. Por tanto, el libro está destinado no solo a activos y activistas del asociacionismo y los movimientos sociales, sino también a estudiantes e investigadores sociales en general, profesionales de las ciencias sociales y, finalmente, a todas las personas que en general estén interesadas en el activismo social. Agradecimientos A todas las personas que se citan en la obra y que de forma amable y altruista e interesadamente (en los objetivos) se animaron a colaborar, prestándose a ser entrevistadas o a participar en grupos de discusión y debates. A las asociaciones vecinales y a las asambleas del 15M. Agradecimientos especiales a los compañeros/as de Sociología de la Universidad Complutense y de la Red Cimas. Por sus inestimables aportaciones, agradecimientos a Tomás Villasante, Teresa

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A lo largo de toda la obra utilizaremos la primera persona del singular o del plural, según se trate, respectivamente, de asuntos en los que solo se aporta una visión personal, o de temas escritos colectivamente o sobre los que hay cierto consenso colectivo, del autor principal –Alberich- y las colaboradoras de la obra, García Mendoza y Amezcua.

Amezcua y Ana García. Y, finalmente, agradecer las revisiones de estilo y sugerencias de las profesoras Rosa María López y Cristina Castillo. Tomás Alberich, Collado Villalba (Madrid), finales de 2015

PRÓLOGO LOS DESBORDES COMO CONSTANTES DE LOS MOVIMIENTOS Tomás R. Villasante La primera impresión de este libro es un testimonio de vida al servicio de los movimientos sociales madrileños, y a su reflexión crítica y auto-crítica. Por eso agradezco la oportunidad que me dan para compartir en este prólogo los debates que suscita su lectura. Este libro sistematiza décadas en las que hemos compartido muchas iniciativas y reflexiones, y no perdemos el ánimo para seguir construyendo con los movimientos sociales desde los nuevos retos. Tomás Alberich recoge en estas páginas numerosas notas personales desde hace 30 años, debates y cursos que hemos ido construyendo, y las reflexiones más actuales sobre el futuro de los movimientos indignados. Sin duda es su obra más completa hasta la fecha, y por eso mismo me siento agradecido por poder presentarla a los lectores. Personalmente en los años 90 deje de escribir “sobre” los movimientos sociales como tales, para centrarme en la tarea de construir metodologías “desde” la implicación, o la participación desde abajo. Pero los caminos confluyen y esta visión de conjunto nos reúne una vez más. Partimos desde aquel “triángulo invertido” por inestable (que se cita de los años 80), que separaba al Estado y al Capital, pero que también separaba de ambos a las iniciativas sociales, y a los movimientos. Ahora he llegado a un esquema más complejo que sitúa una pirámide en lo alto, con la confluencia de lo que se llama “financiarización” con sus apoyos en capitales y gobiernos, y por abajo se ve cómo van creciendo los “manglares” de los nuevos movimientos emergentes. Aun con la inestabilidad del “tercer sistema”, de los movimientos desde abajo, se sigue haciendo el trabajo del topo, pero cada vez con más raíces, y a pesar de los recortes y las talas del sistema. Son los indignados de todo el mundo, no solo los de aquí. No son tan solo los movimientos visibles, pues solo a veces estallan y salen en los medios de difusión, pero son movimientos constantes en todo el mundo, aunque apenas se conozcan entre ellos mismos. En sus renovadas características entra este libro, desde nuestra historia, y por eso nos parece tan importante este debate. También desde los años 80 venimos hablando de los “conjuntos de acción”, y analizando estrategias viables con esta herramienta. Son formas de caracterizar los entramados complejos en que se mueven los llamados movimientos sociales, tanto los de aquellos años como los actuales. Establecer estrategias con los movimientos es tener en cuenta al menos cuatro variables: desde la clase social, desde la posición declarada, desde la forma organizativa, y desde las relaciones emotivas (confianzas, miedos) de vida cotidiana en cada situación concreta. Estos ejercicios son instrumentos para los propios movimientos, no solo ni tanto para clasificar donde se está, sino sobre todo para que se puedan construir estrategias de transformación social. La historia de los movimientos no es solo un valor de memoria, sino un aprendizaje para no volver a cometer de nuevo los mismos errores que cometimos en la “primera transición”, por ejemplo. En la página de CIMAS (www.redcimas.org) también se han venido recogiendo abundantes testimonios y análisis de este tipo. En nuestro país la generación que ahora está entre los 30 y los 40 años es la más numerosa, la más preparada, y parece que también la más activista. Según los sondeos casi llegan a siete millones de

personas las que dicen haber participado directamente en las movilizaciones de los últimos años (en firmas, manifestaciones, etc…). Sobre todo en los años 2012 y 2013, que se vienen correspondiendo con lo que se han llamado las “mareas”, superando al propio 2011 (que sin embargo fue el inicio y el que tiene más fama como referente). Pero aun cuando las movilizaciones hayan sido tan fuertes, y haya una gran mayoría de simpatizantes (según las encuestas de aquellos años), “nada es para siempre”. Eso lo hemos aprendido de la historia. Que la historia avance siempre en la mejor dirección no nos parece que sea concluyente, pues con los datos de la historia que se cuentan en este libro, por ejemplo de la transición desde el franquismo, podemos concluir que también ha habido retrocesos muy notables. Cada generación tiene que hacer su propio camino, y los movimientos sociales no se deberían descuidar de sus tareas, aunque lleguen los “nuestros” a ejercer ciertos poderes. Me ha gustado que se recoja en el libro la expresión de una señora de Villalba sobre los “hijos del 15M”. Por lo plurales que han ido naciendo estos hijos (corrientes, caminos) parece más acertado que hablar solo de dos almas dentro de los indignados. Y que se pueda querer a los diversos hijos de este “clima” fundante, de este “analizador histórico”, aun cuando puedan irse de madre, y tener errores. Es un “clima” abierto, como sucedió después del “mayo del 68”. No solo salieron nuevas experiencias de base, en grupos pequeños, cooperativas, vuelta al campo, etc. También se reforzaron muchos movimientos de mujeres, ecologistas, pacifistas, etc. E incluso hubo unas aventuras con partidos nuevos o renovados. No hubo una gran revolución en un Estado en la Europa de entonces, pero aprendimos a vivir de otra manera, hubo un cambio de enfoque que aún dura para buena parte de una generación, que hoy ve como sus hijos siguen unos caminos parecidos. Pero ya son más y mejores, y la crisis aprieta más y el capital se ha de poner más duro para defender sus privilegios, aunque sea más descarado. Son ciclos de “onda larga”, de generaciones. No son batallas de corto alcance tan solo. El libro apunta desde décadas de la historia y va para estrategias a medio plazo. Sin duda todo lo hemos de hacer día a día, pero los frutos no son tan a corto plazo, por eso la comprensión de lo que se dice en esta historia de los movimientos es tan importante. Hay que levantar el foco de nuestra vista más allá de lo inmediato, pero sin dejar de ver todas las piedras que hay en el camino. ¿Una coordinadora de las Asambleas del 15M hubiera sido útil para que continuasen las luchas? Es posible, pero también podría haber significado encorsetar su frescura inicial como idea-fuerza fundante. Si se ponen a discutir sus protagonistas sobre el papel de internet o de la forma de los delegados, no sé si hubiera sido mejor o peor, o si unas personas u otras sacan a relucir sus ansias de ser los verdaderos coordinadores. Lo que sí es cierto es que es un debate que hemos de retomar nos guste a no. Con internet, con grupos motores de iniciativas y con asambleas participativas. Hoy se habla en los movimientos de “contrapoderes” y de los “desbordes”, porque ya se sabe que no hay un solo poder, y que no nos deben paralizar debates abstractos entre los que se sienten revolucionarios y los que se sitúan como reformistas. La transición nueva necesita de todas las fuerzas, más o menos articuladas entre sí. Hay distintos poderes en construcción que se saben distintos entre sí, y distintos de los poderes dominantes. Cada cual apunta a los que le parecen más interesantes y se compromete con ellos, tanto a los de los grupos de la vida cotidiana, autogestionados, como a las mareas más plurales, a los poderes municipalistas o a las apuestas electorales del Estado. Y podemos estar moviéndonos en varias estrategias a la vez, construyendo poderes “en paralelo”. Esta expresión me gusta más porque para una buena parte de la población aún resulta creíble que los gobiernos son la palanca del cambio y que hay que actuar desde ahí, pero desde los movimientos de base hay que recordar que es desde los poderes paralelos que construyen las iniciativas sociales donde está la fuerza de los posibles cambios.

Las historias de este libro documentan que anteriores generaciones creyeron que con la llegada al gobierno de gentes que se decían de izquierdas ya era bastante, y resultó que nada es para siempre. Más bien que es fácil retornar a los vicios de los gobernantes que se creen por encima de la gente. Solo en algunos de aquellos gobiernos locales que permitieron que los movimientos siguieran haciendo su función paralela, sus aportaciones desde abajo, se ha podido mantener una cierta llama de esperanza. Pero han sido muy pocos hasta esta nueva apuesta del 24 de mayo de 2015. La construcción ahora de poderes paralelos en los pueblos, en los barrios, en los distritos, en consonancia con las nuevas responsabilidades de las grandes ciudades, es la tarea que puede unificar las estrategias de los movimientos sociales. Que se puedan auto-organizar y coordinar iniciativas de la gente y que se vean respaldadas para ser eficientes ante los problemas colectivos. Los “desbordes” desde abajo, desde los movimientos, desde la vida cotidiana, son apuestas colectivas para solucionar problemas concretos de la gente. Pueden ser soluciones radicales pero siempre con la gente del común. No son grupos radicales ideologizados que actúan sin la lógica de movimientos más amplios, sino “grupos motores” o dinamizadores que escuchan lo que la gente dice y que construyen desde abajo propuestas viables. En ese sentido desbordan y no esperan soluciones burocráticas, dinamizan y son creativos, y solo piden a los gobiernos que les dejen hacer, que respalden la enorme iniciativa que suele surgir desde la gente cuando se permite la democracia participativa. La gestión de un “buen gobierno” debería ser dejarse “desbordar” por su propia gente, sobre todo con aquellas iniciativas que demuestren ser las que mejor resuelven los problemas. Estamos en un camino de aprendizajes colectivos, y son los movimientos sociales los que siempre han innovado los nuevos caminos que ha de tomar la sociedad. No solo desbordando a los gobernantes más timoratos, sino también a las directivas de asociaciones o sindicatos más conservadores. Y no solo desde la experimentación local, que sin duda es básica. Los movimientos siempre tienen un horizonte instituyente que apunta a los problemas de fondo, como ahora pueda ser la crisis europea que nos sigue golpeando, o la necesidad de una nueva Constitución para que la soberanía no descanse solo en la partidocracia actual. Tal como lo documenta este libro la democracia es algo más que los juegos de los partidos, de las élites que se auto-refrendan con los votos. La democracia ha de construirse desde los movimientos sociales, desde las formas participativas directas tanto como desde las delegadas, desde los referéndums, desde nuevas asambleas participativas de barrio, desde mesas de iniciativas sectoriales con los movimientos implicados, desde rendición de cuentas, desde la auto-organización de la sociedad en suma. Y eso es un nuevo proceso instituyente para cambiar la Constitución de aquellas generaciones a las nuevas generaciones precarizadas que estamos enfrentando la soberanía frente a la Europa de los capitales especulativos. CIMAS (2015): Metodologías participativas. Ed. Dextra. Madrid. T. R. Villasante (2014): Redes de vida desbordantes. Ed. La Catarata. Madrid.

INTRODUCCIÓN ¿Por qué no se participa? (más)

¿En qué sociedad vivimos? En una sociedad individualista que contradictoriamente se caracteriza por la dependencia de los demás, la delegación y el corporativismo. “Las causas que provocan la falta de participación son: la dependencia (…), la delegación (…) y la compartimentación o el fraccionamiento del análisis de la realidad y de sus soluciones, que se manifiesta en tres aspectos: compartimentación temporal [vivir el presente] (…), disociada del futuro (sin perspectiva) y del pasado (sin memoria histórica); compartimentación en el espacio (…) [y] sectorial” (Martín Recio, 1997). Podemos decir que entre las causas de la falta de participación e implicación de la ciudadanía en los asuntos públicos estarían estas tres “enfermedades” sociales. ¿Por qué no se participa más de lo que ya se hace? Primero, por la dependencia interpersonal, la dependencia de todos para todo. La dependencia de los especialistas pero también del marido, de la mujer, del padre y de la madre, de los subsidios, de las ayudas sociales… Si nos duele algo dependemos de lo que nos diga el especialista, de lo que nos dicen en el centro de salud, en el gabinete psicológico… ¿Dónde quedó el “conócete a ti mismo”? Las noticias están trufadas de referencias a “expertos”. Si hay violencia en la sociedad, entre los y las jóvenes o en la escuela, los expertos nos dirán por qué y cómo actuar. Todo medio de comunicación que se precie entrevistará a un catedrático o a un gran especialista que nos aportará unas cifras, unos porcentajes, aparentemente objetivos, pulcros, incuestionables e irrefutables. Pero, ¿se pregunta alguna vez, de verdad, en profundidad y rigurosamente, a la población, a los jóvenes, a los estudiantes, a los afectados por la noticia…? ¿Se les da la palabra para que hablen con libertad y, sobre todo, para que participen en la solución, o solo se les considera parte del problema? ¿Dónde queda la experiencia directa, tanto personal como grupal? ¿Dónde queda el saber popular, la acumulación de experiencias transmitidas a través de múltiples generaciones? Se nos olvida que para "curar" es necesario tener en cuenta no sólo los diagnósticos que hace la medicina sobre los síntomas, sino también lo que las personas afectadas estén dispuestas a hacer para conseguir el cambio que se precise. Se retransmite diariamente la imagen de que gran parte de la sociedad vive de las subvenciones, de los subsidios y de las ayudas sociales: los agricultores, la población inmigrante, las personas con discapacidad, incluso todas las personas mayores -pensionistas, las asociaciones… Parecen vivir de “Papá Estado”, no de su trabajo o del esfuerzo realizado. Así, no es extraño que buena parte de quienes trabajan y de las clases medias quieran menos Estado, menos burocracia, menos impuestos… Menos subvencionar a esos grupos que se ven como una carga. Aún más: esa imagen ha calado tan hondo que muchos de los grupos citados se consideran a sí mismos como una carga social, son dependientes de lo que el Estado quiera darles de pensión, de subvención o de ayuda social (o por la Ley de Dependencia), y eso con la arbitrariedad de lo que se otorga graciosamente; por quienes gobiernan en cada nivel de la administración: políticos, políticas y/o funcionariado del Ayuntamiento, la Comunidad Autónoma, el Estado, la Unión Europea…, ellos han perdido su autonomía como personas libres y han perdido la seguridad de vivir en un Estado (de Bienestar) que tiene la obligación de proteger a toda la ciudadanía. Conclusión: política del miedo, soy

dependiente, perteneciente a clases pasivas y una carga para la sociedad, y, si protesto, puedo perder lo que graciosamente me dan. 2º. La delegación permanente educa y socializa a las personas en la responsabilidad mínima, personas de responsabilidad limitada: yo voto, yo elijo, tú actúas. Elegimos concejales y concejalas, diputadas, presidentes de asociación… y, a partir de ese momento, que solucionen los problemas, “que para eso les he votado”. Que solucionen los problemas de mi comunidad, de mi edificio, de mi barrio, de mi urbanización, de mi ciudad… 3º. Unidos a los dos aspectos anteriores encontramos los problemas del corporativismo y el localismo: la compartimentación permanente. Lo importante es lo cercano, lo que me afecta directamente; lo de fuera, lo de los demás, no importa. La vida profesional desarrolla valores únicos e hiper-especializados. La mayoría de las asociaciones y organizaciones del Tercer Sector se mueven en una lógica también localista y/o corporativista. Buena parte de la sociedad vive en mundos separados. La “sociedad militar”, la eclesiástica, la de los “católicos”, la de los “musulmanes” que aparentemente tienen sus propias normas, sus propias lógicas y, más aún, defienden sus propias éticas. Son eso: “sociedades”, se autodenominan así para recrearse como mundos paralelos. La multiculturalidad puede también acentuar ese problema: grupos-guetos de la misma procedencia sin apenas relación. Desconociendo, o pretendiendo que se desconozca, que es siempre más lo común y lo que nos une que lo que nos separa. También ocurre con el lenguaje experto: los y las profesionales de la medicina, la arquitectura, la sociología, la educación o las ingenierías escriben y hablan para que les entiendan sólo sus colegas de profesión, un lenguaje propio, tecnificado, codificado, excluyente y cerrado a los demás. Obligatorio incluso para poder desarrollar su currículo profesional y que así sus corporaciones profesionales les reconozcan como miembros propios de su comunidad científica, les admitan y puedan publicar en sus revistas de prestigio, de impacto. El corporativismo va muy ligado a esta tendencia a la súper especialización. Y todo ello se baña en una cultura propicia que podemos ver en el refranero popular: “aprendiz de mucho, maestro de nada”; “el que mucho abarca poco aprieta”… Lo que nos lleva, en fin, al inefable la política para los políticos, que resume la segregación corporativista, como si lo “político”, que es lo global y que nos afecta a todas las personas, deba quedar reducido al ámbito político “profesional”. Tanto ha calado esta cultura segregacionista que en el Tercer Sector y en las asociaciones aún sigue siendo habitual escuchar comentarios como “aquí no se viene a hacer política”, “la asociación es apolítica”. “Hablamos de un modelo de concepción del mundo que desmotiva a pensar globalmente y refuerza únicamente la actuación en un campo tan específico que, a la manera que denunciaba Morín (1995), ciega a la inteligencia” (Manzano, V. 2007). Pero ¿qué puede hacerse?, ¿qué se está haciendo? Frente a la dependencia permanente, si queremos individuos libres, superando la separación entre la teoría enseñada por el sistema educativo y la práctica, podemos desarrollar la autonomía de las personas, el autoaprendizaje, el proceso de desarrollo del ser, de la persona. Frente a la delegación permanente podemos desarrollar experiencias de participación ciudadana, corresponsabilidad, solidaridad y democracia directa: no podemos ni debemos delegar todo. Frente al corporativismo encontramos la acción integral, multidisciplinar e interdisciplinar, tanto a nivel local como global. Para conocer en profundidad los problemas sociales y, sobre todo, para trabajar en su solución, ¿contaremos con la población afectada o solo nos fiaremos de lo que diga un puñado de expertos sociales? Las acciones a realizar, el gasto público, ¿lo decidirán dos o tres personas con poder

político o se decidirá con y desde la población afectada? Aunque esas personas con poder han sido democráticamente elegidas, ¿se les votó para que lo decidieran todo o será más democrático que se creen nuevos cauces y formas de participación que favorezcan la implicación ciudadana? Las ciencias sociales vienen desarrollando, desde hace bastantes años, teorías y metodologías que favorecen estos valores más democráticos. En todo caso, queremos dejar claro que no pretendemos anular el papel de los y las profesionales y especialistas en el aprendizaje y en el análisis de la realidad: se trata de profundizar y ampliar la democracia actual mediante procesos participativos. “Democratizar la democracia” es el planteamiento de Boaventura Sousa Santos, que retomamos para poder superar los problemas que subsisten en nuestras sociedades.

Cuadro 1: Problemas de la democracia en nuestras sociedades Síntomas de la democracia actual

Objetivos a desarrollar

DEPENDENCIA Burocracia. Dependencia de los subsidios, de las subvenciones, del especialista…

AUTONOMÍA Educación autorreflexiva y crítica, autoconocimiento personal y colectivo. Democracia participativa y directa2.

DELEGACIÓN (Yo voto: que me lo solucionen ellos)

PARTICIPACIÓN Implicación, corresponsabilidad, solidaridad.

COMPARTIMENTACIÓN Corporativismo, localismo. GLOBALIZACIÓN uniforme con más desigualdad. Multiculturalismo excluyente, asimilación impuesta, fundamentalismos…

ACCIÓN INTEGRAL local, regional y global: glocalismo. Compartir, cooperar (desarrollo de la sociedad del conocimiento en un mundo en red interconectado). Redistribución, justicia social. Derechos Humanos. Interculturalidad. Descentralización, subsidiariedad. Libertad. Más y mejor democracia, “democratizar la democracia”.

Fuente: reelaboración propia (Alberich, 2008). Se utiliza como referencia de las “enfermedades” las propuestas de Martín Recio (1997).

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La definición y una explicación básica de los conceptos y términos que utilizamos la podemos encontrar en la sección Diccionario del Blog del autor: http://tomasalberich.blogspot.com.es/p/blog-page.html

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