(D)escribiendo el deseo de la narrativa audiovisual contemporánea

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Descripción

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III. (D)ESCRIBIENDO EL DESEO DE LA NARRATIVA AUDIOVISUAL CONTEMPORáNEA Jéssica Faciabén Lago

manos la sin senos la sin vientre la sin vulva la sin miembros la sin pensamientos, tú en el preciso instante en monique wittig, El cuerpo lesbiano

En 1987, la psicóloga y sexóloga feminista norteamericana Margaret Nichols encabezaba su particular aporte al volumen colectivo —ahora ya un clásico— Lesbian Psychologies. Explorations and Challenges poco— contundente y directa: Soy una lesbiana sexualmente incorrecta. Durante años lo he ocultado, pero ahora trato de compartir mi sucio secretito con el mundo. Mis fantasías sexuales favoritas han sido siempre fantasías s/m (sadomasoquistas) bisexuales [...]. (Nichols, 1987, p. 97)

El motivo de su silencio, como algunas personas ya habrán adivinado, no obedecía tanto al pudor como a la pertinencia o adecuación del foro, al convenmovimiento de mujeres (especialmente no con ellas) la narrativa de su deseo, de su fantasía sexual recurrente. Nichols temía ser acusada de retrógrada, incluso de machista, por la consabida resistencia del feminismo contra determinadas culpable por estas fantasías, haber tratado fervientemente de reprimirlas, con la consiguiente ruina de la que hubiera podido ser una vida sexual satisfecha. Traigo a colación esta confesión inicial de Margaret Nichols porque entiendo que pone el dedo en la llaga de un debate no concluido que atraviesa, desde hace años, los foros feministas y se prolonga con variantes en sus formas y modos hasta hoy. Es lo que podríamos llamar el debate en torno a la porno-

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un cuerpo, el consentimiento, la jerarquía, el dominio, la sumisión, etc., todas y cada una de ellas como prácticas aceptadas (o no) del feminismo en general y de la sexualidad lesbiana en particular. En este ámbito de discusión, las relaciones lesbianas, en cuanto presuntamente sostenidas por dos mujeres, han sido objeto de especial atención. Entre mujeres que se aman no pueden suceder determinadas cosas, juzgadas como denigrantes para ellas. Pero habrá que ver si lo son... como habría que ver -

miento al respecto: Me opongo a las relaciones lesbianas políticamente correctas [...]. Dos mujeres se tumban lado a lado (queda estrictamente prohibido ponerse encima o debajo: las lesbianas no deben tener jerarquías); durante varias horas se acarician con suavidad y dulzura todo el cuerpo (las lesbianas no buscan la genitalidad y el orgasmo de un modo patriarcal). (Nichols, 1987, p. 97)

En 1993, tras citar este mismo fragmento (omitiendo, curiosamente, lo referente al orgasmo), la feminista lesbiana Sheila Jeffreys ironizó diciendo: «A 1993, p. xx). Margaret Nichols será objeto de crítica por parte de Jeffreys en el libro La herejía lesbiana. Una perspectiva feminista de la revolución sexual lesbiana. En este ensayo, traducido al castellano por la colección Feminismos, de la editorial Cátedra, Jeffreys se propone: «analizar el concepto feminista del sexo como

No es el objetivo de este texto responder a esas preguntas que, no obstante, debemos tener presentes. Lo que me propongo aquí es revisar, en el espacio que se me ofrece, la inscripción del deseo lésbico en algunas narrativas audiovisuales contemporáneas, por tres motivos fundamentales. Primero, porque los productos audiovisuales de consumo masivo me parecen un objeto de estudio que merece la atención académica (a pesar del rechazo que siguen generando ¡todavía! los estudios culturales en determinados departamentos de las univercomportamiento, construyen identidades, trabajan con las fantasías y los sueños, y (también) domestican y someten a control propuestas desordenadas e indóciles. Finalmente, la elección de un corpus de narrativa audiovisual obedece también al convencimiento de que el deseo siempre es promesa y, por tanto, se instala en el devenir (de ahí lo de narrativas) y, además, implica asuntos (y saberes) del cuerpo, por eso lo de audiovisual, donde el cuerpo parece más inmediatamente presente, fenomenológicamente presente, por decirlo así. Comenzaré analizando tres videos musicales de distinta factura. El primero Madonna; el segundo lo protagoniza Beyoncé junto a Shakira con el tema emitido por primera vez en mayo de 2010. Por poco que alguien esté más o menos al día de la música pop actual convendrá que las cantantes que presento son bien dispares entre sí; sin embargo, invito a jugar no a señalar las diferencias, sino a buscar las semejanzas que las relacionan. Un primer visionado permite señalar que las tres

lesbiana. Las lesbianas ¿son queers? ¿Todas? ¿Constituye la existencia queer un borrado de la identidad lesbiana? Todo lo que implica (o puede implicar) ser lesbiana, existir como lesbiana, ¿cabe satisfactoriamente dentro de lo queer? ¿Qué sobra? ¿Qué falta?

o pseudolésbico; aunque ya se verá que en el caso de Rihanna lo que hay es una reescritura de las estrellas del universo pop: la reina Madonna y la princesa Britney, título nobiliario que se le otorgó gracias a este clip y a la bendición de Madonna que quedó sellada con aquel celebérrimo beso junto a Christina Aguilera en la gala de los premios mtv. A lo largo de los videoclips, las parejas se relacionan a partir de un deseo sexual, de un ánimo de seducción por una de las partes que se mueve en la conquista territorial del cuerpo de la otra, excepto en el caso de Beyoncé y Shakira, donde lo que se muestra es una alianza de poderes frente a quien las engañó. Este clip funciona con una temática algo distinta a los otros dos, pero en su mecanismo las funciones son las mismas: lo que me interesa resaltar especialmente de estos textos es la narrativa de deseo que se explicita, cómo y dónde se busca atraer la mirada voyerista de un espectador que se piensa en masculino. En el caso de Britney Spears, los roles se encuentran marcados claramente con el vestuario en blanco y negro y con el bastón que ostenta Madonna, símbolo de poder y elemento fálico explícito que le ayuda a caracterizarse más como un personaje al estilo de El Padrino que como una mujer preocupada o asustada ante la intención de Britney de despojarla de su trono.

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rada de las relaciones Bdsm, que más recientemente inició la transición adoptando el nombre de Patrick y se enfrentó, a su vez, con Catharine MacKinnon por la regulación contra la pornografía. La polémica está servida y si alguien advirtió de la necesidad de este debate y trabajó en este sentido fue Monique Wittig. La controversia a propósito de la(s) práctica(s) sexual(es) ha atravesado y sigue tan radicalmente activa en los debates lesbianos (...o no) feministas (...o no), puesto que los mismos conceptos de lesbiana y de feminista se ven afectados por todo ello. El análisis (y las preguntas) que establecía Wittig cuando revisaba la aplicación de la categoría mujer a la lesbiana pueden trasladarse a coordenadas

Toda esa lucha, todo ese combate de poder, pasa por la plasmación estilizada de un deseo sexual, por una atracción homoerótica donde Madonna da tiempo a Britney para presentarse y mostrar su potencial, todo lo que es capaz de hacer. Para decirlo claro y brevemente con palabras de Sara Martín, «el modelo femenino que se ofrece se basa en la viejísima idea de que la mujer En este sentido, la escena más destacable es aquella en la que los cuerpos se relacionan a través de un tabique y las protagonistas quedan a lado y lado, en cada uno de los extremos de lo que puede entenderse como un espacio de combate. es, por un lado, en la persecución a Madonna a través de una especie de laberinto-cuadrilátero por el que Britney nunca logra dar caza a su presa, mucho más lista y con muchos más recursos para defender lo que es legítimamente suyo, y por el otro, la escena donde ambas se encuentran en una habitación con el esqueleto de una cama que no ejerce más función que la de símbolo de que en ese deseo homoerótico se esconde la ostentación y conquista de poder.

diálogo, sin duda, se establece directamente con el espectador. El caso más claro en este sentido es el momento en el que las protagonistas se encuentran que tienen en frente. Esta coreografía, además, abre la presencia de un componente homoerótico en las escenas que subraya el voyerismo del espectador al que ya me he postuló Judith Butler, entendiendo que el discurso del otro es el medio del que disponemos para otorgarnos identidad. En palabras de la propia teórica: «De hecho, yo puedo decir “yo” tan solo cuando alguien se ha referido a mí, activando así mi lugar en el discurso [...]. El “yo” es, por tanto, una cita del lugar Esta escena lleva inmediatamente a la secuencia con la que se cierra el vídeo, grafía de fuerte y explícito contenido sexual. Sin embargo, lo que destaca especialmente de ella es que en todo este movimiento hay un compás entre los cuerpos, un tiempo que los coordina aunque en ningún momento se toquen; se diera con el espectador, nunca entre ellas. El juego homoerótico, por tanto, está claramente propuesto como un elemento de alto voltaje para el espectador prototípico; es decir, varón y heterosexual,15 de Ann Kaplan, quien subrayaba la idea heteronormativa de que «en el incons-

El videoclip de Beyoncé y Shakira presenta algunos elementos distintos porque en él se ostenta el poder a través de los cuerpos hipererotizados de las protagonistas, si bien es cierto que, si en el anterior vídeo se observaba que Britney tenía que demostrar cuánto valía, en este caso ambas mujeres hacen gala de su valor como algo que ha perdido aquel que las engañó y que puede asociarse con el espectador mismo. En este caso, el lenguaje de la cámara usa

El último videoclip que quisiera analizar vuelve sobre todo a ese tópico de la mujer fatal que ya se veía con Beyoncé y Shakira, con la diferencia de que aquí toda la narrativa se construye por un deseo explícitamente homoerótico que la protagonista de una manera, cuando menos curiosa, trata de rechazar. Algunas de las constantes a lo largo de todo el clip es el uso de contrapide la cantante, cueros, tacones, corsés, correas, collares... Como se puede ver, cuanto más claro y presente está el deseo homoerótico más fácilmente se pone en juego ese imaginario heterosexual sobre las relaciones sexuales lésbicas, donde la atribución de roles parece ser obligatoria de modo que una de ellas juegue el papel de sumisa o pasiva y la otra el de potencialmente activa. Esa nueva relación de poder, a través de unos roles procedentes de una tradición heterosexual inmutable acerca de lo lesbiano, responde a una reescritura de todo ese juego que se establecía ya en el clip de Britney con Madonna en una apuesta por usar elementos que antes ya se utilizaron con una intención exhibicionista más que subversiva.

Playboy publicó la lista de «Los vídeos

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Vemos como Rihanna busca usar temas que de algún modo potencien su 16 De algún modo, a diferencia de lo que Monique Wittig defendía en su Cuerpo lesbiano, en el videoclip de Rihanna lo lésbico opera desde el cuerpo fragmentado, si se lo divide en aquello que va estrechamente ligado con el concepto de feminidad desde una óptica masculina. Quisiera detenerme muy brevemente en la serie televisiva The L Word, cuyo eje vertebrador es un grupo de lesbianas a partir de cuyas vivencias y relaciones se pretende problematizar, entre otras cosas, sobre la misma categoría

La revisión de esta pregunta y nunca como respuesta categórica se le ofrece al espectador en el duodécimo capítulo de la quinta temporada y será la misma Bette Porter quien deba tratar de responder(se), a raíz de la obra que expone Judy —artista alternativa despechada con Bette tras su reciente ruptura sentitera que queda confusa, borrosa, difuminada e incluso disuelta. The L Word a lo largo de sus años de emisión utiliza el concepto de norma como una estructura dinámica que le permite usar narrativas propiamente heteronormativas y modelarlas, subvertirlas, hacerlas útiles y funcionales dentro de otros modelos, algo parecido a lo que sucede con las ilustraciones que van a ser objeto de mi último análisis.

Nicole Brossard «Una lesbiana que no reinventa el mundo es una lesbiana acoge The L Word? ¿Cuál(es) es(son) su(s) punto(s) de sujeción? La serie a lo largo de sus seis temporadas sorprende por haberse situado en una constante construcción, asumiendo, atendiendo e incorporando las críticas solo de lesbianas sino además de debates a propósito de la visibilidad lésbica. Esta conciencia de autoconstrucción que sostiene la serie hace posible desde el primer capítulo emitido en ee.uu. el 18 de enero de 2004 la presencia de producción y reproducción de modelos normativizadores a través de la relación

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trasladar la pregunta que propone Bette Porter, una de sus protagonistas, en el capítulo de apertura: «¿Cómo trazamos el límite que indica cuándo una fotografía

16. La última muestra de ello es el polémico y reciente —febrero de 2011— videoclip de Loud (publicado en noviembre de 2010) y censurado en más de una decena de países por hacer claras referencias a relaciones sadomasoquistas. La polémica ha llegado hasta tal punto que la cadena BBc, además de reproducirlo solo a partir cantante. Incluso el portal Youtube antes de iniciar la reproducción advierte del contenido que encierra el videoclip. Por supuesto, la reacción de la cantante no se ha hecho esperar a través de la red social Twitter.

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Por el Kamasutra 2 (2006), inteligentemente ilustrado por Luci Gutiérrez, se un esquema doble (cada una en una hoja) de su deseo—. Se materializa así el tópico, pero se advierte que la pericia de su aplicación no se debe tan solo a la entrega física, sino también y sobre todo a su capacidad de llevar a la práctica lo investigado, lo tramado: la osadía de perseguir y conseguir su propio desear. concluir mi propuesta son estas Reinas de corazones, donde la simetría aparentemente vuelve a imponerse y ellas, coronadas y complacidas, reinan cada una en el corazón genital de la otra cumpliendo así el sueño del 1+1=1, sin dejar de ser capaces de hablarse de amor como revelan la forma de sus labios. Como en el caso anterior, se trata de la plasmación del tópico irrumpa la inquietud. [ 59 ]

Aparentemente separadas, no hay que olvidar que estas reinas de corazones son plural y sus manos negras avanzan con sus largos dedos a través del espejo a posarse de lleno en el sexo de la otra.

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SEgUNDA PARTE resigNificacioNes del deseo literario

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