\"Desastres íntimos\" de Cristina Peri Rossi y \"Un fogonazo\" de Virgilio Piñera: confrontaciones y vicisitudes con la realidad

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Descripción

“Desastres íntimos” de Cristina Peri Rossi y “Un fogonazo” de Virgilio Piñera: confrontaciones y vicisitudes con la realidad por Edna Nashelly Lira González Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Filosofía y Letras Lengua y Literaturas Hispánicas

El relato fantástico, aunque surge durante el siglo XVIII a causa del imperio de lo racional, tiene su auge durante el siglo XIX como un canal para poner en libertad lo irracional— miedos, hechos y deseos prohibidos o que no encajan en los esquemas establecidos— y, de esta forma, proponer que la razón no es el único medio para asir la realidad (Roas, 2001). Así, el cuento fantástico decimonónico presenta un elemento sobrenatural en un mundo real incitando a la vacilación del personaje y del lector, tanto al explicar lo sobrenatural como al delimitar lo que existe y lo que no, para cuestionar la noción de realidad. No obstante, en el siglo XX, debido a los cambios producidos cultural y científicamente, el relato fantástico también sufre transformaciones importantes. Si Todorov en 1970 indicaba que lo fantástico parecía decaer, puesto que los temas del yo propios del subgénero comienzan a ser sustituidos por las temáticas del tú1, teóricos posteriores como Roas, Bessière, Campra y Alazraki postulan lo contrario: para ellos el género sólo ha sufrido una evolución que implica lo que Tynianov ha llamado “factor constructivo”. Si lo fantástico recrea un espacio similar al que habita el lector (Roas, 2001: 8), valiéndose de los marcos sociológicos de lo real y lo no real de la época (Bessière, 2001: 86), en el siglo XX, la sustitución de la certeza de una realidad estable por un mundo indescifrable e incierto provoca que lo fantástico contemporáneo recree sus condiciones constructivas, intencionales

“Mientras que los temas del yo tienen que ver con la estructuración de la relación entre el hombre y el mundo, los temas del tú indican la relación del hombre con su propio deseo y, por tanto, con el inconsciente” (Campra, 2001: 158). 1

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y funcionales. De esta manera, los temas del tú se han vuelto preponderantes, pues siguen formando parte del mundo natural y, por lo mismo, continúan transgrediendo, ya sea social o moralmente, la realidad: el cuento fantástico se instala en el territorio de lo otro, como señala Cortázar, sin advertencias premonitorias, sin tramas ad hoc y sin atmósferas góticas (Alazraki, 2001: 273); pone en diálogo al sujeto con sus propias creencias y sus inconsecuencias (Bessière, 2001: 86); le da un aire cada vez más natural al acontecimiento sobrenatural para luego desnaturalizarlo. Esto se puede percibir en cuentistas latinoamericanos como Cristina Peri Rossi y Virgilio Piñera. Si bien ambos han escrito muchos cuentos, en este trabajo compararé “Desastres íntimos” (1997) de Peri Rossi y “Un fogonazo” (1975) de Piñera, con la finalidad de exponer cómo se presenta lo fantástico en cada uno de ellos y, de esta forma, vislumbrar cómo lo fantástico del siglo XX está en constante edificación, pues aunque comparte rasgos con el cuento fantástico primigenio y establece ciertas características generales presentes entre los textos contemporáneos, también alrededor de “lo fantástico” se generan construcciones particulares. *** En el cuento “Desastres íntimos” (1997) de Cristina Peri Rossi se narra, a través del monólogo indirecto, la complicada vida íntima de Patricia a partir de la inusitada retrospección y reflexión que sufre durante los pocos minutos en los que no puede abrir una botella de lejía: Patricia pasa de un personaje satisfecho, organizado y rutinario a un personaje insatisfecho, desorganizado y con imprevistos. El título por sí mismo nos muestra esto. Por medio de las digresiones ocasionadas por el hecho problemático, se conoce el pasado y se trazan posibles futuros del personaje, pero también permite desdoblar la sensación de incomodidad que legitima la determinación final de ella. 2

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En este cuento la inquietud de la protagonista no sólo reside en el retraso laboral que la tapa le está ocasionando, en él el verdadero malestar consiste en la perturbación producida tras la recapitulación de su vida. Pensar sobre ella le aterroriza, la debilita, la incapacita y le hace dudar sobre la construcción que se ha hecho de sí misma. Este hecho perturbador, no es el primero que le ocasiona conflictos emocionales y psíquicos. Mientras piensa en aquello que su madre alguna vez le había dicho sobre la importancia de tener un hombre y en la decisión de dejar la lejía sin abrir porque estaba a punto de llorar, recuerda que “La última vez que había llorado por algo semejante fue cuando las tuberías se atascaron” (Peri, 2000: 26). En esa ocasión “Se echó a llorar, sin saber qué hacer”, puesto que “se sintió inexplicablemente culpable e insegura, tuvo lástima de sí misma y continuo llorando” ante Antonio, padre de su hijo (Peri, 2000: 27, 28). Por tanto, en este cuento el hecho no es sobrenatural en sí: toma dicha característica al penetrar en la interioridad de Patricia. La tapa, imposible de abrir, se convierte en una metáfora de la imagen prefabricada de ella tanto por ella como por la sociedad mercantilizada y por un sistema patriarcal. Así, las constantes repeticiones de la seguridad y comodidad del tapón que la empresa a etiquetado en la botella, se interconectan con aquellas frecuentes reiteraciones sobre la importancia que tiene el aspecto físico en su trabajo. Igualmente, la forma en que se percibe a la botella de lejía como incapaz de tener deseos por su calidad de objeto se interrelaciona con ella misma, con su condición de adquirida de objeto: Según las instrucciones de la botella, ahora debía presionar con los dedos para desenroscar el tapón. Alguno de sus estúpidos examantes también había creído que todo era cuestión de presionar. […] AHORA LEVANTE LA TAPA SUPERIOR, decía el texto. ¿Cuándo era ‘ahora’? Uno de sus amantes había pretendido, también, que ella dijera ‘ahora’. […] El que diseñó el tapón debía ser un hombre. Un macho engreído, autosuficiente, seguro de sí mismo. Diseñó un tapón fallido, un tapón que las manos de una mujer no podían abrir, porque él, con toda probabilidad, jamás se había fijado en las manos de una mujer, en su fragilidad, en su delicadeza. (Peri, 2000: 9-10, 22.)

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El tapón, por tanto, simboliza la vida, pero también la superposión de dos esferas de la realidad que revelan cómo una de ellas, la prefabricada culturalmente, enmascara otra profundamente humana (Campra, 2001) que se relaciona con lo que Todorov denomina los temas del tú y lo que Bioy Casares (2001) clasifica como cuentos kafkianos—ambientes cotidianos, mediocres y burocráticos que muestran las obsesiones, la postergación infinita y la subordinación jerárquica para lograr depresión y horror—, por lo que el tapón se muestra “mudo y silencioso en su opresión, incapaz de abrirse, de soltar su tesoro” como Patricia (Peri, 2000: 24). Lo fantástico, entonces, aquí reside en la composición sintáctica y semántica del cuento, pues hay una intromisión de una esfera poco explorada por la protagonista, pero también hay una confrontación —un diálogo— “del sujeto con sus propias creencias e inconsecuencias” (Bessière, 2001: 86). *** Ahora bien, en “Un fogonazo” de Virgilio Piñera, al igual que Peri Rossi, se traza el cambio de la vida organizada, rutinaria, segura y placentera a una caótica, sin lógica, insegura y aterradora del personaje femenino Gladis. Aunque a ella le sucede algo común y corriente al inicio—se pocha una llanta de su auto—lo extraño es que suceda frente a casa de su amigo Alberto. Esto resulta una coincidencia poco común en casos como el de Gladis, porque se promete que habrá una solución inmediata, eficaz y segura a su problema, pero, desde el punto de vista de lo fantástico, de una situación como ésta sólo se puede esperar lo peor. Y es así. Ella accede, en espera de ayuda, a un espacio alterado por lo sobrenatural, por un sujeto ajeno a la casa de Alberto y a la vida de ellos. En este proceso se muestra cómo el personaje, tal como lo indica Todorov en su “Definición de lo fantástico”, empieza a vacilar sobre los hechos que se presentan en casa de su amigo. En un primer momento Gladis piensa que el confesionario entre Alberto y Marta 4

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es algo absurdo, cómico y rebuscado, que sólo puede ser una broma para alguien, pero no para ella. Así, esta mujer resulta sólo observadora en un principio, haciendo caer al lector en la inquietud. ¿Por qué no se va si es sólo observadora? ¿Por qué toma con tanta naturalidad algo bastante insólito como una confesión entre un hombre común y una mujer desnuda? ¿Quién es Juan? ¿Por qué está ahí? De tal forma que las explicaciones que comienzan a darse suscitan nuevas preguntas y nuevas posibilidades de acción. Esta sensación de inseguridad se refuerza con la participación de Juan, quien ordena y recrea ese nuevo mundo absurdo. Entonces, Gladis pasa de la extrema seguridad a la extrema inseguridad: percibe que algo está mal, que algo la amenaza, que Juan será el guía de sus acciones. Cuando Gladis intenta escapar, Juan menciona la existencia de dos mundos entre los que la comunicación es imposible: el de la casa y el que rodea la casa. Mientras que para Juan el mundo de la casa es lo real, para Gladis “Por el contrario, algo extraño irrumpía en [el mundo que rodeaba la casa] y [lo] cambiaba por otro nefasto” (Piñera, 2004: p. 300). A pesar de esto, la realidad sobrenatural, al normalizarse, se impone sobre la realidad natural, por lo que es imposible que la mujer pueda salir del encierro: ella se vuelve, en cierta medida, invasora de la realidad instaurada por Juan (Alasraki, 2001). Por lo mismo, el sistema que Juan instituye se basa en la siguiente lógica: “Para hacer lo que me gusta, es necesario que hagan lo que les disgusta” (Piñera, 2004: 301). No obstante, el mundo real pareciera que funciona así. Como sucede en “El caos” de Juan Rodolfo Wilcock, donde, retomando a Rosalba Campra, existe una esfera A (realidad) independiente de una esfera B (caos), que se superponen para coincidir parcial o totalmente, momentánea o definitivamente, para que una de las dos prevalezca sobre la otra (B sobre A), instaurándose como normal y natural e invirtiendo los presupuestos previos de lo real; en “Un fogonazo” en realidad ambos mundos funcionan de forma paralela: en ellos siempre alguien es feliz 5

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porque hace lo que le gusta, mientras que otros son infelices porque deben hacer lo que les disgusta. Aquí la superposición de las esferas está ligada no sólo a una acción de trasplante, sino también de evidencia y crítica. Aunado a lo anterior, en este relato fantástico se manifiesta que toda edificación de un sistema se basa en la invención a través de códigos aceptados culturalmente por alguien. Por lo que, al crear algo hablando sin parar como en la narración, demuestra que la invención del sistema mundo predominante se elaboró a partir del sin sentido. Los personajes, al comenzar su narración forzada, se dan cuenta de que se sienten “devueltos al mundo gracias al poder de la ficción” (Piñera, 2004: 301). En realidad, lo que sucede es que por medio de la ficción crearon un mundo ajeno a Juan, en el que ellos hacían lo que querían y Juan, no: todo mundo es una invención en beneficio de alguien. Queda por fin establecida la superposición de distintas esferas y la primacía de una de ellas. Se perfila, desde una perspectiva cortazariana, cómo una realidad cotidiana “prefabricada con muchos años de cultura” enmascara una segunda realidad profundamente humana de “profundas aberraciones, profundas tergiversaciones” (Alazraki, 2001: pp. 275-276). Todo este inusitado suceso conlleva a la pesadilla sin fin, a la petrificación de sus deseos junto con un montón de escombros bajo una máscara de felicidad aparente. *** “Desastres íntimos” de Cristina Peri Rossi y “Un fogonazo” de Virgilio Piñera son relatos fantásticos que coinciden en que ambos apuntalan hacia una muestra de las obsesiones, la postergación infinita y la subordinación jerárquica del hombre. En ellos se produce una sensación de extrañamiento, de inquietud e incomodidad tras la irrupción del hecho no cotidiano, ocasionando que el lector se interrogue sobre su realidad y sobre lo otro no racionalizado en esa realidad. También, en los dos predominan los temas del tú, que Todorov 6

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desdeñaba, resaltando la visión posmoderna de la realidad en donde el mundo es una entidad indescifrable en la relación hombre-mundo exterior y hombre-mundo interior. Además, en ambos irrumpe lo anormal en lo normal para postular la anormalidad de la realidad (Roas, 2001: 37), cuestionando, como señala Bessière, la legalidad del sistema. Igualmente, en estos relatos, una decisión suscita otras posibilidades —en “Desastres íntimos” hacía la reflexión y el recuerdo y en “Un fogonazo” hacía lo representado—, provocando el choque de dos órdenes que naturaliza el anormal. En síntesis se podría apelar a los postulados de Alazraki: en estos cuentos fantásticos hay un cambio funcional y estructura que permite separarlos de la forma decimonónica. Estos cuentos fantásticos quedarían clasificados, por tanto, en lo que Alazraki llama lo neofantástico porque, en primer lugar, asumen al mundo real como una máscara agujereada que oculta una segunda realidad. En segundo, su intención es provocar inquietud, a través de las entrevisiones de sinrazón que escapan o se resisten al lenguaje de la comunicación, por lo que los elementos fantásticos son, para este crítico, portadores de sentido metafórico. En último lugar, en su modus operandi desde el primer momento nos introduce el elemento fantástico porque conforme avanza el cuento se le dará un estado más natural. No obstante, ambos se diferencian en cuanto que “Desastres íntimos” no presenta vacilación alguna sobre lo que está pasando, el hecho funciona para cuestionar al sujeto interior, no al hecho exterior. Aunado a esto, el hecho no es sobrenatural: es un suceso común y corriente que pone a dialogar las creencias del personaje y del lector para cuestionarlas. En cambio, “Un fogonazo” se singulariza porque sí se presenta una clara vacilación del personaje que incluye al lector y porque la realidad impuesta por Juan es vista como una pesadilla, ya que cuestiona tanto al sistema exterior como al sistema interior de los personajes. 7

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Este pequeño análisis comprueba que en el siglo XX los relatos fantásticos seleccionan características del fantástico decimonónico, así como agregan singularidades propias del escritor para generar un nuevo tipo de incertidumbre que deviene de la mano con la época en que se circunscribe: la posmodernidad. De tal forma que este subgénero presenta diferentes facetas que recrean el concepto para evitar la automatización del mismo: lo que se debe buscar en toda forma literaria, según Tynianov, es un efecto de extrañamiento que involucre una lectura activa por parte del lector y la recuperación de elementos periféricos capaces de renovarlo y darle un desplazamiento en el tiempo. El cuento fantástico latinoamericano del siglo XX por eso tiene una presencia digna en las letras, y la seguirá teniendo, porque ha sabido reinventarse desde sus propias circunstancias para alcanzar presencia universal. FFyL/UNAM/ENLG

Bibliografía:

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Alazraki, Jaime. “¿Qué es lo neofantástico?” en David Roas. Teorías de lo fantástico. Madrid, Arco Libros, 2001, pp. 266-282. Bessière, Irène. “El relato fantástico: forma mixta de caso y adivinanza” en David Roas. Teorías de lo fantástico. Madrid, Arco Libros, 2001, pp. 83-104. Bioy Casares, Adolfo. “Prólogo” en Borges, José Luis; Bioy Casares, Adolfo; Ocampo, Silvina. Antología del cuento fantástico. Barcelona, Edhasa, 1989, pp. 5-12. Botton Burla, Flora. “El papel del lector” en Los juegos fantásticos. México, FFyL-UNAM, 1994, pp. 46-54. Campra, Rosalba. “Lo fantástico: una isotopía de la transgresión” en David Roas. Teorías de lo fantástico. Madrid, Arco Libros, 2001, pp. 151-191. Todorov, Tzvetan. “Definición de lo fantástico” en David Roas. Teorías de lo fantástico. Madrid, Arco Libros, 2001, pp. 48.64. Tynianov, Iuri. “El hecho literario” en https://www.dropbox.com/s/nad0yps0f5rdbmy/ Tinianov.pdf?dl=0, 8 de junio de 2015, 12:22 horas. Roas, David. “La amenaza de lo fantástico” en Teorías de lo fantástico. Madrid, Arco Libros, 2001, pp. 7-44. Peri Rossi, Cristina. “Desastres íntimos” en Te adoro y otros relatos. Barcelona, Plaza & Janés-Ediciones de Bolsillo, 2000. [Relatos, 30], pp. 7-34. Piñera, Virgilio. “Un fogonazo” en Cuentos completos. La Habana, Letras Cubanas, 2004, pp. 296-302.

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