Desarrollo y agro en la provincia de Formosa (Argentina) en el cambio de siglo

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Descripción

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XXXII ENCUENTRO DE GEOHISTORIA REGIONAL INSTITUTO DE INVESTIGACIONES GEOHISTORICAS – CONICET/UNNE Resistencia, 27, 28 y 29 de septiembre de 2012

DESARROLLO Y AGRO EN LA PROVINCIA DE FORMOSA EN EL CAMBIO DE SIGLO

Autores: Guillen, José Luis. E-mail: [email protected]. Facultad de Administración, Economía y Negocios, Universidad Nacional de Formosa Kazmer, Javier. E-mail: [email protected]. Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Formosa Sapkus, Sergio. E-mail: [email protected]. Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Formosa

Mesa temática N°3: Problemáticas agrarias y desarrollo rural en contextos de transformación productiva (1991-2011)

Resumen La presente ponencia indaga las características del agro de la provincia de Formosa durante el cambio siglo, cuando las consecuencias del tortuoso desarrollo capitalista en su variedad neoliberal se hicieron más evidentes. En tal sentido, se ha tomado como base empírica la información proporcionada por los censos agropecuarios de 2002 y de 1988 y, de manera complementaria, la de los censos de población. A partir de ello, se analiza la estructura económico-social del ámbito rural provincial durante esos años y se consideran algunas implicaciones teóricas.

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1. Introducción En este trabajo hablaremos del desarrollo inmanente del capitalismo. En su libro sobre el discutido concepto de “desarrollo”, Michael Cowen y Robert Shenton (1996) distinguen dos grandes sentidos en que se utiliza el mismo: el desarrollo intencional y el desarrollo inmanente. El desarrollo intencional se refiere a la política y las acciones de agencias estatales y/o no gubernamentales que apuntan a alcanzar algún objetivo normativo; por lo general, un nivel de bienestar de la población considerado adecuado. Los efectos de estos intentos por dar forma al cambio material de las sociedades resultan en “infraestructuras materiales (represas, escuelas, etc.), en la comercialización de la agricultura (como con la difusión de la revolución verde), y la construcción de capacidad industrial a través de políticas de sustitución de importaciones” (Lawson, 2007: 6, nuestra traducción). El desarrollo inmanente, en cambio, es el proceso histórico de desarrollo desigual del capitalismo, con su carga de creación y destrucción de riqueza material y de relaciones sociales. Una característica distintiva de esta variante de la noción de desarrollo es que ocurre sin que sea deliberadamente buscado. Si bien es el sentido intencional, como bien lo argumenta Thomas (2000), el que ha ganado preponderancia en la literatura académica socio-antropológica, y sobre el cual se ha desarrollado la conocida crítica pos-desarrollista, creemos necesario rescatar la idea de la inmanencia del desarrollo para dar cuenta de las realidades de su despliegue y de sus múltiples articulaciones dentro de lugares, historias y culturas. Hablamos entonces de desarrollo como un proceso de cambio material asociado al proceso general de creación y reproducción de las relaciones sociales de producción y de la división social del trabajo distintiva del capitalismo. Esto supone procesos continuos de estructuración y re-estructuración de relaciones sociales, que se tornan especialmente críticos y se aceleran durante los períodos de crisis globales sistemáticas y profundas, como la que el sistema capitalista mundial atraviesa desde los setenta. En efecto, para hacer frente a la largo declive de la economía mundial se ha desarrollado en estas décadas el proceso de “neoliberalización”, cuyo núcleo director es el intento de hacer valer la ley del valor a escala global. Iniciado en los setenta, el neoliberalismo alcanza su madurez y su despliegue pleno, tanto en el planeta como en la Argentina, en los noventa. Basándonos principalmente en los datos arrojados por los Censos Nacionales Agropecuarios de 1988 y 2002, y continuando con lo presentado en anteriores ocasiones, en este trabajo analizamos algunas transformaciones acaecidas en el agro de la provincia de Formosa en la década del noventa. En trabajos anteriores habíamos identificado tres cambios interrelacionados en el agro provincial: la desruralización, la descampesinización y la desagrarización (Sapkus, 2009; Kazmer, Guillén y Sapkus, 2010). Acompañando a estos procesos aparece también una tendencia a la ganaderización de la producción primaria en la provincia. La desruralización hace referencia a la caída, al principio relativa pero posteriormente absoluta, de la población rural y la huida de la tierra, con el consiguiente crecimiento de la urbanización en la provincia. La desagrarización hace referencia, a su vez, del abandono, aunque no necesariamente la huida a la ciudad, de las actividades primarias, y una reorientación sectorial de la fuerza laboral que, dadas las características de “periferia rezagada” de la provincia de Formosa (Vaca y Cao, 2004),

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fluye al sector terciario.1 Formosa es una provincia que se desruraliza y se desagrariza rápidamente. Los más golpeados por estos procesos son los que gestionan las unidades productivas más pequeñas, los campesinos, cuya unidades productivas fueron en cantidades fuertes borradas del mercado en la década del noventa. Para terminar, otra información importante que extrajimos del censo de 2002 es la creciente importancia que tiene la ganadería bovina en la provincia, a la que hemos denominado “ganaderización”. Ahora bien, en esta ocasión abordamos los ritmos, intensidades y características diferenciales de los procesos mencionados según las zonas dentro de la provincia: la oriental, la central y la occidental. 2 Específicamente, analizamos el comportamiento intercensal de tres variables -cantidad, tamaño y superficie ocupada por las explotaciones agropecuarias; uso predominante del suelo; y variación de los planteles ganaderos y de las explotaciones agropecuarias dedicadas a ellos- en las distintas zonas. De esta manera tendremos una imagen más matizada de los procesos anteriormente mencionados y de la dinámica territorial nueva que va emergiendo en la provincia.

2. Los contornos generales de la estructura agraria formoseña hacia los ochenta Hasta fines de los ochenta la producción primaria formoseña mantenía los contornos que había adquirido al integrarse al mercado nacional en el momento de la sustitución de importaciones. Así, la economía giraba primordialmente en torno a la cría extensiva del ganado vacuno, que sustancialmente estaba dirigido a la producción de terneros y novillos para su posterior engorde en otras provincias; y una agricultura centrada en el cultivo del algodón, dirigida primordialmente al mercado interno. En las décadas de los sesentasesenta, como efecto de la primera revolución verde en su versión argentina, también se había comenzado a implantar sorgo y, de manera algo más localizada, banano (en el Departamento Pilcomayo) y arroz (en el Departamento Laishí). Aprovechando las condiciones climáticas de la provincia para obtener productos de “primicia” en los momentos del año en los cuales las principales zonas productoras del país aun no tienen cosechas, también había crecido la producción de hortalizas. De todos modos, ninguno de estos ítems alcanzaba la importancia del algodón en la agricultura de plantas. El ganado bovino y el algodón, entonces, claramente eran los rubros principales sobre los que asentaba la producción primaria de la provincia.

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Tomamos el concepto de desagrarización de Bryceson (1996) Siguiendo el régimen pluvial, que disminuye gradualmente hacia el oeste, se puede distinguir tres grandes zonas climáticas en la provincia: oriental, central y occidental. En el lateral occidental, que abarca los departamentos de Bermejo, Matacos y Ramón Lista, las lluvias alcanzan de 700 mm anuales y el clima es semi-árido. En el otro extremo de la provincia, en el oriente, en cambio, el clima es moderadamente húmedo, con lluvias que alcanzan los 1300 mm en las adyacencias del río Paraguay. Los departamentos que quedan comprendidos en esta zona son: Laishí, Formosa y Pilcomayo. Una zona central de transición, a su vez, recibe precipitaciones que se ubican entre los 700 y los 1000 mm anuales, allí ubicamos a los departamentos Pirané, Pilagás y Patiño. Así, quedan comprendidos en una zona que permite la práctica de la agricultura de secano los Departamentos del Este y del Centro. Todos los departamentos del área occidental quedan por fuera de la posibilidad de desarrollar prácticas agrícolas sin riego artificial. 2

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El ganado bovino era producido en estancias de un modo sumamente extensivo, aunque la llegada de nuevos capitales desde fines de los sesenta había comenzado a “modernizar” tibiamente estos procesos productivos. Así, en el contexto de una política estatal agresiva de asignación de tierras y de expulsión de antiguos moradores desarrollada hacia fines de 1960, nuevos empresas comenzaron intensificar la producción bovina introduciendo tecnología mecánica (cercando perimetralmente los fundos con alambrado y construyendo molinos y reservorios de agua) y sanitaria, y, en menor medida, pasturas artificiales. El principal ítem agrícola, el algodón, era, a su vez, cultivado fundamentalmente por agricultores pequeños, con una base laboral familiar -no asimilables al productor capitalista- y con una utillaje predominantemente “paleo-técnico” (Wolf, 1971), esto es, asentado en la tracción animal. De todos modos, en torno al cultivo del algodón también se había constituido una capa de productores familiares capitalizados, con un utillaje con mayor incidencia de maquinaria movida con fuentes inanimadas de energía, y más cercanos al tipo social llamado “farmer” en los estudios agrarios (cfr. Archetti y Stolen, 1975). El arroz y el sorgo eran cultivados en explotaciones con características más netamente empresariales. La actividad económica mercantil de la provincia estaba concentrada en los departamentos del oriente y del centro. Allí, además de los centros urbanos más importantes, entre ellos la ciudad capital, se concentraba el grueso de las explotaciones agropecuarias registradas por los censos. Heredando una estructura de tenencia de la tierra surgida a principios de la incorporación del Chaco central al estado argentino y también, en menor medida, como consecuencia de las propias características del entorno natural, los departamentos del oriente estaban dominados por grandes fundos dedicados a la ganadería –aunque aquí hay que hacer la salvedad del departamento Pilcomayo, que presentaba, en su cuadrante occidental, una zona de alta concentración de explotaciones agrícolas-. Los del centro, en cambio, presentaban una estructura mixta, donde los fundos pecuarios alternaban con áreas dedicadas a la agricultura. En los tres departamentos del extremo oeste (Bermejo, Matacos y Ramón Lista) no se registra actividad económica mercantil significativa hacia fines de los ochenta. En estos tres departamentos también, fuera de los latifundios entregados entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, muy poca cantidad de tierra estaba en manos privadas. Allí las poblaciones originarias y los criollos poseían la tierra como instrumento de trabajo, esto es, como medio para asegurarse la subsistencia, con poco influencia de la economía mercantil.

3. Cambios en el agro formoseño a finales de siglo (1) ¿Qué sucede entre 1988 y 2002? En el Cuadro Nº1 podemos observar los cambios generales en la superficie ocupada total por las explotaciones agropecuarias en la provincia y en cada departamento:

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Cuadro Nº1: Superficie ocupada por las EAPs, 1988-2002 (en héctareas) 1988

2002

Dif. 2002-1988

632.984 302.205 424.746

594.463 306.454 439.263

-38.521 94.249 14.517

Patiño Pilagás Pirané

1.549.728 295.965 788.347

1.913.258 337.462 735.891

363.530 41.497 -52.456

Bermejo Matacos Ramón Lista

114.071 110.555

615.192 161.563

501.121 51.008

2.531

75.061

72.530

Formosa Laishi Pilcomayo

Total 4.221.132 5.178.607 957.475 Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del CNA 1988 y 2002

En 2002 la superficie ocupada por las unidades productivas aumenta en un veintitrés por ciento, acompañando la tendencia nacional de aumento de la superficie ocupada por las explotaciones, particularmente en las regiones extra-pampeanas. Pero si nos detenemos a observar los cambios en el nivel departamental surgen algunos matices importantes en ese crecimiento general. En primer término, el crecimiento a lo largo de la provincia es poco uniforme. Existen departamentos en donde el aumento es muy débil, mostrando más bien una estabilización de la superficie; en otros el aumento es muy fuerte, casi astronómico; y en otros hubo una clara contracción del área ocupada. Este último es el caso de los departamentos Formosa y Pirané, ubicados en la zona oriental y centro-oriental respectivamente, y donde, desde épocas tempranas, siempre había habido una fuerte –para los stándares provinciales- actividad agropecuaria. Por otra parte, y éste es quizás el dato más importante, el aumento de la superficie se produce en la zona occidental y centrooccidental de la provincia, donde, como habíamos mencionado, la actividad mercantil era escasa. En este último conjunto el Departamento Bermejo lleva, por lejos, la delantera. El aumento de la superficie ocupada en este Departamento explica la mitad del crecimiento total de la superficie ocupada provincial. Después continúa, en orden de importancia, el departamento Patiño. Esto indica un desplazamiento de la frontera agropecuaria provincial hacia el oeste, hacia las zonas donde la apropiación privada de la tierra aun no había avanzado hacia fines de los ochenta. Este desplazamiento está facilitado por las obras de

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infraestructura de riego que el gobierno provincial inició a fines de esa década 3 y por un aumento de las lluvias en el oeste provincial, todo esto en el contexto de la reestructuración capitalista global que busca nuevos territorios para obtener ganancias adicionales. A partir de ello, los bienes comunes de las comunidades criollas e indígenas de esta zona (las “tierras fiscales”), comienzan a atraer compradores, algunos de ellos inversores de fuerte poder económico de nivel internacional, iniciándose en toda esa franja provincial trastornos sociales y ambientales que adquiere mayor dramatismo después del período que analizamos en el presente trabajo.4 Pasemos ahora a considerar el uso de la tierra en esas explotaciones en 1988 y en 2002, tal como aparecen en los cuadros Nº 2 y Nº3:

Cuadro Nº2: Provincia de Formosa: Superficie implantada con cultivos anuales y con forrajeras perennes en los departamentos centrales y orientales (en hectáreas). 1988 Cultivos anuales

Forrajeras perennes

Total

Formosa Laishi Pilcomayo

1.908 5.600 15.133

11.971 1.958 3.796

13.879 7.558 18.929

Patiño Pilagás Pirané

22.432 11.566 20.405

1.227 1.829 3.104

23.659 13.395 23.509

Total 77.044 23.885 100.929 Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del CNA 1988

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Ver De la Cruz, 2004. Ver Beck, 2010, para un abordaje de uno de los conflictos recientes en esa zona de la provincia.

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Cuadro Nº3: Provincia de Formosa: Superficie implantada con cultivos anuales y con forrajeras perennes en los departamentos centrales y orientales (en hectáreas). 2002 Cultivos anuales

Forrajeras perennes

Total

Formosa Laishi Pilcomayo

29 2.771 3.863

19.057 8.662 15.474

19.086 11.433 19.337

Patiño Pilagás Pirané

8.457 5.996 9.808

13.720 4.932 7.985

22.177 10.928 17.793

Total 30.924 69.830 Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del CNA 2002

100.754

La primera cuestión a destacar es la leve caída de la superficie implantada en la provincia. La superficie implantada no acompañó el crecimiento del aumento de la superficie ocupada por los establecimientos agropecuarios. Podemos inferir a partir de ellos que buena parte de de las nuevas explotaciones que se registran en 2002 son de carácter más bien especulativo, ya sea porque se mantienen las tierras en desuso o se las dedica a una actividad ganadera de escasa inversión de capital. El Departamento Bermejo, por ejemplo, sólo registra en 2002 unas 340 ha implantadas con soja, cuando en esta zona una empresa extranjera había adquirido, en 1997, 40.000 hectáreas donde se prometía cultivar industrialmente soja y algodón, entre otros rubros. Esta cuestión también diferencia a Formosa no sólo de la Argentina en general, sino también de provincias aledañas, con parecidas características naturales y parecido proceso de desarrollo de las relaciones capitalistas, como el Chaco, donde la superficie implantada aumentó en un sesenta por ciento en el mismo lapso. En segundo término, se observa que en 1988 la mayoría de la superficie implantada correspondía a los cultivos anuales, que ocupaban tres cuartas partes de la superficie implantada, muy por encima de las forrajeras. Por otra parte, el grueso de los cultivos anuales se concentraba en los departamentos del centro, mientras que las forrajeras en los departamentos orientales; esto correspondía grosso modo a un rasgo más inclinado a la agricultura en los departamentos centrales y a la ganadería en los orientales, como habíamos mencionado anteriormente. En los departamentos del centro, salvo Pirané, el cultivo de forrajeras es casi nulo. En el censo de 2002 surgen diferencias importantes. Primero, contra la tendencia provincial de caída en la superficie implantada vemos que los departamentos de Formosa y Laishí aumentan significativamente la superficie implantada -en un cuarenta y tres por ciento el primero y en un poco más que el cincuenta por ciento el segundo-. A la inversa, en los departamentos centrales la caída del área implantada es general, con la caída más profunda en el departamento Pirané, donde se registra un cuarto de la superficie menos que catorce años antes. Esto es, a una caída o estancamiento de la superficie ocupada en general

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por los establecimientos agropecuarios corresponde, en la zona este, un aumento en la intensidad del uso del suelo. Podemos afirmar que, por lo menos en relación a algunos rasgos, se percibe una profundización de los rasgos específicamente empresariales en esta zona. Por el otro lado, en la zona centro la situación es un poco más confusa. El departamento Patiño, donde se registró un aumento de la superficie ocupada, presenta una caída de la superficie implantada total. El Departamento Pirané, en cambio, presenta más bien un comportamiento similar a los del borde oriental, con una caída tanto en la superficie ocupada como en la superficie implantada, aunque mucho más aguda en ese último caso. En todos los departamentos aumenta la superficie dedicada a las plantas forrajeras. En términos proporcionales llama la atención que el crecimiento más importante se produce en los departamentos centrales, donde el departamento Patiño creció once veces, ubicándose en este censo en el tercer lugar entre los departamento donde más se implanta forrajeras. Este extraordinario crecimiento de pasturas artificiales en esta porción provincial no logra ocultar, no obstante, la dramática caída de la superficie dedicada a la siembra de rubros agrícolas, que es la nota central de este censo. Tomando toda la provincia, la superficie implantada cae un sesenta por ciento, y en 2002 observamos ocupada sólo el cuarenta por ciento de lo que se había sembrado en 1988. Esto indica una virtual destrucción de la capacidad productiva agrícola provincial. La caída adquiere sus ribetes más dramáticos en los departamentos del centro, donde tradicionalmente se concentraban los cultivos agrícolas. Por ejemplo, en el departamento Patiño la caída es del 62%. Aunque la caída más notable es de uno de los departamentos orientales, el único que mostraba guarismos importantes de superficie implantada con rubros agrícolas hasta 1988: el departamento Pilcomayo. Allí la caída es de 74,5 %. En definitiva, en el censo de 2002 se observa un cambio elocuente en el uso del suelo dedicado a las actividades agropecuarias. Si bien el apacentamiento en pasturas naturales fue siempre la principal actividad a la cual se destinó el suelo provincial, las actividades que suponían un uso más intensivo estaban restringidas a la agricultura de plantas no forrajeras. En 2002, en cambio aparece una nueva realidad: la ganadería no sólo absorbe la mayor parte del suelo provincial sino que también representa la mayor parte del suelo sembrado. Es más, aunque no consideraremos esto aquí, buena parte de los granos (como el maíz) que se cultivan en la provincia se destinan, fundamentalmente, a la alimentación del ganado. Dejando de lado este tema, y deteniéndonos aquí en la implantación de pasturas, éste es el rubro que ocupa, y abrumadoramente, la superficie sembrada provincial. Este cambio en la proporcionalidad, por otra parte, es consecuencia no sólo del aumento de la implantación de pasturas sino también de la propia caída de la superficie dedicada al cultivos de plantas, y específicamente, como ya hemos estudiado en trabajos anteriores, del algodón (Kazmer y otros, cit.). En definitiva, el ciclo agrícola abierto hacia los treinta en la provincia de Formosa, junto a los albores de la sustitución de importaciones, parece haberse cerrado, y la producción primaria provincial se consolida una ganadería marginal, extensiva y de escasa absorción de mano de obra. El notable cambio en el uso del suelo tiene su correlato en la cantidad, el tamaño y la superficie de las explotaciones agropecuarias (EAPs):

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Cuadro Nº 4: Provincia de Formosa: Cantidad de EAPs por departamento, según tamaño (en hectáreas). 1988 0-50

50,1-200

200,11.000

1.000,1-2.500

más de 2.500

Total

Formosa Laishi Pilcomayo

129 400 1.649

132 80 154

87 74 88

60 32 40

57 36 23

465 622 1.954

Patiño Pilagás Pirané

926 968 1.730

613 134 460

503 56 261

308 32 162

152 29 73

2502 1219 2686

370

9.448

5.802 1.573 1.069 634 Total Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del CNA 1988

Cuadro Nº 5: Provincia de Formosa: Cantidad de EAPs por departamento, según superficie ocupada (en hectáreas). 2002 0-50

50,1-200

200,11.000

1.000,1-2.500

más de 2.500

Total

Formosa Laishi Pilcomayo

71 143 1.156

76 84 164

102 101 101

63 42 35

53 33 30

365 403 1486

Patiño Pilagás Pirané

445 1.015 1.328

577 138 468

805 101 331

443 47 148

135 28 60

2405 1329 2.335

Bermejo

12

74

293

121

39

539

378

8862

4.170 1581 1834 899 Total Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del CNA 2002

Entre los dos censos se registra una leve caída, del seis por ciento, en el número total de explotaciones agropecuarias en la provincia, lo que, sumado al aumento en la superficie

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ocupada, nos permite inferir la existencia de un marcado proceso de concentración de la producción provincial. Como índice de ello tenemos que el tamaño promedio de los establecimientos agropecuarios pasó de 447 ha en 1988 a 584 ha en 2002. Ahora bien, si observamos con más detalle hacia adentro de la provincia, aparecen matices importantes en este proceso de concentración. Por una parte la desaparición de establecimientos en el intervalo inter-censal sucede en todos los departamentos del Este y del Centro, con la única excepción de Pilagás. Las caídas más pronunciadas en la cantidad de establecimientos se producen en Laishí, Pilcomayo y Pirané, en ese orden; mientras que Patiño presenta sólo una leve variación con respecto a 1988, permaneciendo en una situación virtualmente similar. En el Oeste provincial, en cambio, donde hasta el Censo se registraban escasas explotaciones agropecuarias, se registran en 2002 un crecimiento explosivo de unidades de producción agropecuaria, todos por encima de seiscientos por ciento. Mirando este crecimiento y merma diferencial en términos geográficos, podemos inferior la existencia de un proceso de concentración de la producción, con la expulsión del mercado de las unidades menos competitivas en la región Oriental-Centro/Oriental; y una implantación de unidades mercantiles de producción en la región Occidental. Si observamos la reducción o el aumento de establecimientos de acuerdo a su tamaño, encontramos que es en el estrato más pequeño, cuyas unidades productivas nos superan las 50 ha –donde podemos ubicar grosso modo a las explotaciones con características campesinas- , en donde la caída es general. Otra vez, es el departamento Pilagás el que no cumple con las características de los otros departamentos.

4. Cambios en el agro formoseño a fin de siglo (2) Como afirmábamos anteriormente, en el contexto general de la cuasi desaparición de la agricultura de plantas en el territorio formoseño, el Censo de 2002 registra un crecimiento del plantel ganadero bovino en la jurisdicción provincial. El hato ganadero en su conjunto, que era de un millón de cabezas en 1988 asciende al millón doscientas mil cabezas en 2002, lo que significa un aumento de 20 %. Pero veamos qué sucede en los diferentes departamentos:

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Cuadro Nº 6: Provincia de Formosa: Cantidad de cabezas de ganado bovino, por departamento. 1988-2002 1988

2002

Dif. 2002-1988

Formosa Laishi Pilcomayo

229.032 116.411 153.230

212.329 131.904 154.167

-16.703 15.493 937

Patiño Pilagás Pirané

218.682 88.782 231.306

330.581 91.459 255.217

111.899 2.677 23.911

Bermejo

7.770

72.557

64.787

Total

1.045.213 1.248.214

203.001

En todos los departamentos provinciales, inclusive los del Oeste, aumenta el hato de reses, con excepción del departamento históricamente especializado en la ganadería vacuna: el departamento Formosa. Si observamos más de cerca, este detalle aparentemente curioso en realidad no lo es tanto, ya que es escaso el crecimiento del hato en los departamentos del borde litoraleño colindantes a Formosa: Laishí y Pilcomayo. Esto es, en la zona ganadera por excelencia de la provincia se observa más bien un estabilización en el tamaño del hato. De ahí que la participación de estos tres Departamentos en las existencias ganaderas se redujo y, en 2002, y representa el 40%. Los Departamentos del Centro, a su vez, aumentan levemente su participación en el total provincial. En este grupo se destaca el departamento Patiño, que se convierte en 2002 en el departamento con mayor cantidad de cabezas de ganado vacuno en la provincia. Pero el acrecentamiento más notable se produce más al Oeste, donde las existencias ganaderas del Departamento Bermejo pasan a representar el 6% del plantel ganadero provincial en 2002. Combinando estos datos con los que analizábamos con anterioridad en relación a la implantación de forrajeras, vemos que en la provincia se están produciendo dos procesos de crecimiento de la ganadería. Por un lado en el borde oriental, la cuasi-permanencia del número de reses ente los dos censos, sumado al crecimiento del cultivo de forrajeras, nos indica que los capitales invertidos en esta zona se están recostando más, en términos relativos, en la incorporación de trabajo humano tanto en el paisaje como en el rebaño mismo, a través de la selección humanamente inducida de ciertas características fisiológicas de los animales (ver Chiossone, 2006). Esto es, en términos relativos podemos hablar de una profundización de las características específicamente capitalistas de las estancias de la

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zona. En tal sentido, en definitiva, hay una tendencia a poner el eje en lograr un mejor peso del animal en el menor tiempo y de optimizar el uso del suelo. En el centro-oeste, en cambio, hay un crecimiento en torno a la praderización, esto es, a la incorporación de tierras con praderas naturales, o a través de la deforestación, sin mejoras adicionales. Esto es, la capacidad de transformar la biomasa vegetal en carne se asienta mayoritariamente en la oferta forrajera y la provisión de agua del ambiente natural. Si bien el departamento Patiño introduce una matización en este aserto, como caracterización general de la zona, el crecimiento ganadero es más bien extensivo. En relación al número y al tamaño de las EAPs con ganado vacuno, también se observa un reordenamiento similar:

Cuadro Nº 7: Provincia de Formosa: Cantidad de EAPs con ganado bovino por departamento, según tamaño del rodeo. 1988 hasta 200

201-1.000 1.1001 y más

Total

Formosa Laishi Pilcomayo

246 342 1.225

106 78 71

47 30 21

399 450 1.317

Patiño Pilagás Pirané

1.542 844 1.519

242 0 234

23 22 40

1.807 866 1.793

Total 5.718 731 183 Fuente: Elaboración propia a partir de CNA 1988

6.632

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Cuadro Nº8: Provincia de Formosa: Cantidad de EAPs con ganado bovino por departamento, según tamaño del rodeo. 2002.

hasta 200 Formosa Laishi Pilcomayo

201-1.000 1.1001 y más

Total

184 183 873

115 110 59

44 39 27

343 332 959

Patiño Pilagás Pirané

1.817 940 1.374

354 74 278

39 15 34

2.210 1.029 1.686

Bermejo

418

111

0

529

Total 5.789 1.101 198 Fuente: Elaboración propia a partir de CNA 2002

7.088

En principio, a nivel provincial se observa un aumento de EAPs que crían ganado vacuno, se pasa de 6.888 unidades productivas en 1988 a 7.072 en 2002, un crecimiento porcentual de 6%. Ahora bien, las EAPs con ganado vacuno se reducen en todo el borde oriental, mientras, con salvedad de Pirané, aumenta en el resto de los departamentos provinciales. Mirando más en detalle se observa que desaparecen, en todos los departamentos en donde se reduce el número de explotaciones agropecuarias, las unidades con rodeos inferiores a las doscientas cabezas, que es el umbral provincial de la cría comercial. Esto es, el crecimiento ganadero se concentra claramente en los estratos modernizados y capitalizados de la provincia, siendo desalojados de la producción aquellos estratos que practican la cría de ganado bovino como complemento a prácticas agrícolas de tipo familiar. Una vez que observamos el estrato que cuenta con rodeos superiores a las doscientas cabezas, el número de EAPs con cabezas de ganado vacuno aumenta en los siguientes estratos en todos los departamentos (con la excepción de Formosa y Pirané en el estrato superior).

5. Reflexiones finales El desarrollo del capitalismo en su momento neoliberal ha tenido consecuencias turbadoras para el agro formoseño. Desmontados los arreglos institucionales que protegían a la producción algodonera provincial, la caída del cultivo de algodón colapsó la agricultura provincial y arrastró en su colapso a gran parte del campesinado provincial. A partir de ello se descubre a principios del siglo XXI que el uso del suelo ha variado hacia la ganadería bovina y que ha desaparecido buena parte del campesinado que caracterizaba a la estructura

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social provincial, que ha pasado a engrosar la “población sobrante” urbana que sobrevive en la economía informal. En tal sentido, y en el marco de las nuevas exigencias que las clases dominantes provinciales tienen que cumplir, se ha ido dibujando una nueva distribución territorial de las actividades productivas primarias en la provincia. Por una parte, se expande la frontera agropecuaria hacia el oeste, dando lugar a procesos de avance de relaciones capitalistas en contextos hasta ese momento liberados de ellos. Este avance se da en con acumulación por desposesión y en el marco del arrebato de tierras que sacude a todo el Sur global (cfr. Li, 2011). De todos modos, en las unidades productivas que han aparecido en la zona predominan relaciones laborales sólo formalmente capitalistas. Por otra parte, la fracción oriental pierde su población campesina y, donde anteriormente se podían ver sembradíos, ahora sólo se ven reses pastando. Algo parecido ocurre en el centro, aunque allí todavía resiste una parte de las explotaciones familiares. Lo que todavía no aparece claramente, en el último censo estudiado en el presente trabajo, es el avance de la agricultura industrial que ha sido la nota dominante del desarrollo agrario argentino de las últimas décadas.

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