Desarrollo Histórico del Entorno Capitalista: siglos XVI, XVII y XVIII

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Descripción

DESARROLLO HISTÓRICO DEL ENTORNO CAPITALISTA

La guerra se ha desarrollado antes que la paz: (…) ciertas relaciones económicas tales como el trabajo asalariado, el maquinismo, etc., han sido desarrolladas por la guerra y en los ejércitos antes que en el interior de la sociedad burguesa. Carlos Marx, Grundrisse

Escrito relacionado directamente a El Concepto de Historia en Marx1 I Exponer la concepción de historia en Marx y desplegar el desarrollo histórico, plano sobre el que expondremos, a su vez, el proceso dinámico de las teorías políticas, supone dos diferentes esfuerzos. En el primero, nos centramos en soportar unas nociones que hicieron contacto en nuestra comprensión cuando preparamos el estudio del capítulo VI inédito e inmediatamente tuvimos que revisar de nuevo nuestras notas de El Capital para darnos cuenta que a lo largo de toda su obra Marx daba señales de tal concepción detrás de cada gran síntesis; concepto, este de la historia, que ha tomado un lugar central en la comprensión de la teoría política. Para exponer esto, aquí, seguimos, de la mano de Marx, la sucesión de los primeros cuatro capítulos del tomo I de El Capital. En el segundo, el del desarrollo histórico propiamente y el mismo de las teorías políticas2, las nociones debemos construirlas, ya no desde una obra, desde unas pistas dejadas, o visibles al fondo de un esfuerzo ajeno puesto al alcance de las generaciones futuras, no. El esfuerzo ahora nace de lo propio contrastado con la lectura múltiple, es hacer tres grandes síntesis: una, la del desarrollo histórico del modo de producción capitalista a partir de datos, líneas de tiempo, eventos significativos, ordenados de modo que respeten su devenir y mostrando su contenido de fondo de tránsito de modos productivos; otra, la del desarrollo de las teorías políticas, los cambios de problema, los énfasis temáticos y su lugar social, para al final, por último, cerrar en una síntesis de lo histórico y político que señale la relación de bloque histórico3 propia de la formación social capitalista. Los siguientes escritos, resultado de nuestro trabajo son, en secuencia, el concepto y el movimiento, la forma y el contenido como fundamentos del estudio de la política. II La misma concepción de historia en Marx nos permite resolver el problema de la delimitación. Iniciamos así, como diría Ludovico Silva (Silva, 1978), accediendo al primer momento de la “clave” del sistema de Marx, paso seguido, nos toca delimitar su alcance respecto a la formación social capitalista:

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Accesible en https://www.academia.edu/11702858/El_Concepto_de_Historia_en_Marx Escritos a ser cargados a continuación. 3 Entendamos esto sencillamente como la síntesis histórico-económico-política en el seno de la unidad estructural-superestructural de la sociedad capitalista. 2

El punto de partida del desarrollo fue el sojuzgamiento del trabajador. La etapa siguiente consistió en un cambio de forma de ese sojuzgamiento. Sin embargo, los objetivos que nos hemos trazado no exigen, ni con mucho, el análisis del movimiento medieval. Aunque la producción capitalista, esporádicamente, se estableció ya durante los siglos XIV y XV en los países del Mediterráneo, la era capitalista sólo data del siglo XVI. Allí donde florece, hace ya mucho tiempo que se ha llevado a cabo la supresión de la servidumbre de la gleba y que el régimen urbano medieval ha entrado en la fase de su decadencia. (Marx, 2009 Ic, pág. 894).

Esta interesante cita de El Capital tiene en sí una cantidad de contenidos, entre ellos señalamos: 1) la correspondencia con el concepto de historia, desde la perspectiva de la síntesis de los momentos mecánico-dinámico, el cambio de forma, que hemos expuesto en el escrito sobre El Concepto de Historia en Marx4; 2) se pone límite al alcance del estudio histórico –en cuanto estudio del sistema capitalista–, y 3) se señala un hito: el siglo XVI como el de la era capitalista. Nuestro esfuerzo, por tanto, se encargará de apuntar y exponer las regularidades, las tendencias y procesos principales de los siglos XVI, XVII y XVIII. El siglo XIX, a nuestro parecer, el gran siglo del capital, tendrá una atención especial. El desarrollo del capital como sociedad, para la época, y su estadía en la sociedad inglesa, sociedad modelo de dicha formación, permitieron a Marx identificar las principales categorías, y los centrales procesos: En la historia del proceso de escisión hacen época, desde el punto de vista histórico, los momentos en que se separa súbita y violentamente a grandes masas humanas de sus medios de subsistencia y de producción y se las arroja, en calidad de proletarios totalmente libres, al mercado de trabajo. La expropiación que despoja de la tierra al trabajador, constituye el fundamento de todo el proceso. (Marx, 2009 Ic, pág. 895).

Es la expropiación de los medios de producción de la vida el proceso central; bien, pero ¿Cómo se realiza dicho proceso? Debemos atender al respecto a dos eventos, en apariencia independientes, que toman dos velocidades de desarrollo; por una parte, la especificidad de la guerra como guerra de anexión –ya sea de conquista fronteriza, guerra como medio de apropiación no sólo de tierras para diversas actividades productivas, sino también de personas en calidad de súbditos, fuerza de trabajo y unidades de ejército– sufre un impulso y una transformación por fuerzas que vienen desde la esfera productiva. El proceso de guerra, como es desplegado a finales del siglo XV y parte del XVI, va perdiendo centralidad a la sombra del nacimiento y fortaleza de otros cambios sociales vinculados a los cambios económicos desarrollados entre la relación decadente del feudo y el creciente burgo. Por otra parte, y en relación a la materialidad señalada del desarrollo productivo, encontramos que el cambio operado en la cualidad funcional de la tierra, impulsará los desenvolvimientos que harán de la unidad del incipiente Estado burgués otra fuerza con naturaleza expropiadora, vinculada al avance de la manufactura textil: 4

Accesible en https://www.academia.edu/11702858/El_Concepto_de_Historia_en_Marx

En Inglaterra, el impulso directo para estas acciones lo dio particularmente el florecimiento de la manufactura lanera flamenca y el consiguiente aumento en los precios de la lana. Las grandes guerras feudales habían aniquilado a la vieja nobleza feudal; la nueva era hija de su época, y para ella el dinero era el poder de todos los poderes. Su consigna, pues, rezaba: transformar la tierra de labor en pasturas de ovejas. (Marx, 2009 Ic, pág. 898).

Estas dos dinámicas reciben su envión directamente de la liberación de las fuerzas productivas vinculadas a la producción textil. De la época en que la organización gremial fue el impulso de las artes y oficios a lo interno de la ciudad medieval, junto a la marginación de la manufactura textil lanera del entorno de normas gremiales, se conjugan unas condiciones específicas de la Europa Occidental, al hacerse las normas gremiales obstáculo del desarrollo industrial de las artes y oficios que reglamentaban, dando el lanzamiento histórico al desarrollo de la actividad productiva del tejido. En el seno del siglo XVI, el nivel de desarrollo de la industria textil fue el factor desencadenante de la dinámica agresiva de cambio de naturaleza de la propiedad de la tierra5. El impulso dado por este proceso económico sobre el aumento de las tierras privadas y la disminución del número de propietarios de tierras, en un primer momento, es reflejado en la normativa y legislación europea, la cual reacciona de diversas maneras. Leyes de Enrique VII y Enrique VIII entre los siglos XV y XVI tratan de frenar el avance de la centralización de propiedades: “muchas fincas arrendadas y grandes rebaños de ganado, especialmente de ovejas, se concentran en pocas manos, con lo cual ha aumentado considerablemente las rentas de la tierra y disminuido mucho los cultivos (tillage), se han arrasado iglesias y casas y cantidades asombrosas de hombres han quedado incapacitados de ganarse el sustento para sí y sus familias” 6. Leemos en palabras de Marx: Las quejas populares y la legislación que desde Enrique VII y durante 150 años condenó la expropiación de los pequeños arrendatarios y campesinos, resultaron estériles por igual. (…). [Escribe Bacon sobre la ley de Enrique VII y su fracaso, en sus Essays, Civil and Moral] “era profunda y admirable, por cuanto establecía la existencia de explotaciones agrícolas y casas rústicas de determinada medida normal, esto es, les aseguraba una extensión de tierra que les permitía traer al mundo súbditos suficientemente ricos y de condición no servil, y conservar la mancera del arado en las manos de propietarios y no de alquilones” (…). Lo que exigía el sistema capitalista era, a la inversa, una condición servil de las masas populares, la transformación de las mismas en alquilones y la conversión de sus medios de trabajo en capital. (Marx, 2009 Ic, págs. 900-901).

Se hace evidente el carácter reaccionario de la superestructura legal al enfrentarse, al principio, a lo que exigía el sistema capitalista: al desarrollo de las mudanzas de los sectores propietarios, a la centralización de la propiedad mediante los procesos

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De hecho, la expropiación se vinculó a dos fenómenos: 1) Aumento de los terrenos de pasto y 2) reducción de los terrenos de producción agrícola. Un producto de esto: la revolución de los métodos agrícolas. 6 Citado por Marx en (Marx, 2009 Ic, págs. 899-900).

expropiadores, que, en un principio, tienen carácter individual. Pronto esa situación dará un vuelco7: La propiedad comunal era una institución germánica antigua que subsistió bajo el manto del feudalismo. Hemos visto cómo el violento despojo de la misma, acompañado por regla general de la transformación de las tierras de labor en praderas destinadas al ganado, se inicia a fines del siglo XV y prosigue durante el siglo XVI. Pero en ese entonces el proceso se efectúa como actos individuales de violencia, contra los cuales la legislación combate en vano a lo largo de 150 años. El progreso alcanzado en el siglo XVIII se revela en que la ley misma se convierte ahora en vehículo del robo perpetrado contra las tierras del pueblo, aunque los grandes arrendatarios, por añadidura, apliquen también sus métodos privados menores e independientes. La forma parlamentaria que asume la depredación es la de los “Bills for Inclosure of Commons” (…), en otras palabras, decretos mediante los cuales los terratenientes se donan a sí mismos, como propiedad privada, las tierras del pueblo; decretos expropiadores del pueblo. (Marx, 2009 Ic, pág. 906).

El movimiento podemos centrarlo en elementos concretos que preparan la entrada a los siglos XVII y XVIII: el proceso central de expropiación, al que se funden históricamente las dinámicas de guerra, la revolución agrícola como factor impulsor de la organización de los mercados interno y externo, asimilando la organización colonial de la producción y la cohesión de una forma específica de estado que prepara en su forma incipiente la aparición futura del Estado burgués. III Desde la perspectiva de las formas desarrolladas podemos entender los estadios previos; no podemos dejar de lado este producto de nuestra exposición del concepto de historia en Marx. Con atención al avance expropiador se nos pone en evidencia cómo, por ejemplo, reaccionan los procesos de legislación; en un principio, se oponen a la enajenación de la propiedad de la tierra, sancionando su distribución, para, inmediatamente, hacer de la expropiación, y su resultado social, el expropiado, el vagabundo, causa de sanción: se emanan leyes que atacan no a la pobreza, sino al pobre; el otrora “hombre incapacitado” para producir sustento para sí y su familia, es hoy el enemigo público que vaga y pilla. Los ejemplos puestos por Marx en El Capital son ilustrativos. Leemos: Los expulsados por la disolución de las mesnadas feudales y por la expropiación violenta e intermitente de sus tierras –ese proletariado libre como el aire–, no podían ser absorbidos por la naciente manufactura con la misma rapidez con que eran puestos en el mundo. Por otra parte, las personas súbitamente arrojadas de su órbita habitual de vida no podían adaptarse de manera tan súbita a la disciplina de su nuevo estado. Se transformaron masivamente en mendigos, ladrones, vagabundos, en parte por inclinación, pero en los más de los casos forzados por las circunstancias. De ahí que a fines del siglo XV y 7

El asunto de la relación entre las leyes y la realidad fue planteado ya antes de la publicación de El Capital, como problema y objeto de estudio, por Marx en los Grundrisse, ver, por ejemplo (Marx, 2007 I, pág. 19).

durante todo el siglo XVI proliferara en toda Europa Occidental una legislación sanguinaria contra la vagancia. (Marx, 2009 Ic, pág. 918).

La ley también procura limitar el salario del trabajador agrícola, rubro donde primero se desarrolla el trabajador asalariado, dando por sentado su nivel máximo, y puniendo de manera diferente y desigual; castigando a quien paga más, pero haciéndolo mucho más fuerte contra quien recibe tal pago; paralelamente, con el control del salario agrícola se desarrolla el control sobre la beneficencia, función arrebatada históricamente a la iglesia y que en el futuro será una de las fuerzas para el control social del trabajo. A lo largo de la aparición de la legislación contra la pobreza, reaparece la forma de esclavitud; pero no como esclavismo, sino como forma asimilada a la producción de mercancías y al control de la población en situación de reserva de fuerza de trabajo en el seno de la formación social capitalista, subsumida formalmente. La burguesía naciente necesita y usa el poder del estado para “regular” el salario, esto es, para comprimirlo dentro de los límites gratos a la producción de plusvalía, para prologar la jornada laboral y mantener al trabajador mismo en el grado normal de dependencia. Es este un factor esencial de la llamada acumulación originaria. (Marx, 2009 Ic, págs. 922-923).

El cierre de estos procesos se da con la transformación del arrendatario, aquél que alquila tierras y contrata como asalariados a trabajadores agrícolas, –y se enriquece en la misma medida en que el valor de los metales preciosos caen por consecuencia de la explotación de los mismos en las colonias americanas– en el capitalista industrial. Tal transformación supuso un proceso social que marcó a su vez la transformación revolucionaria de las relaciones sociales de producción capitalistas. La unidad de estos procesos marcó el inicio de las guerras económicas europeas, los conflictos internos como conformación de las naciones-estado nacientes, entre otros. IV Hagamos una pequeña revisión del desarrollo de los eventos bélicos a los que consideramos reflejo de las causas profundamente materiales que hemos mencionado. Abrimos el siglo con la primera Guerra de los Nueve Años (1594–1603)8 entre el gobierno inglés de Isabel I y los terratenientes gaélicos, en la que se llevaron a cabo procesos que se reflejaron, por ejemplo, en la Ley de Cesión y Reotorgamiento9, donde la propiedad de la tierra jugó un papel central en el juego de las alianzas nobles y el poder político de Inglaterra, eliminando la propiedad de los clanes irlandeses; la Guerra Anglo–española (1585–1604), vinculada al desarrollo naval inglés atacando el sistema de comercio colonial español, el desarrollo de la carrera por el control del comercio de esclavos y los conflictos de sucesión en las ramas aristocráticas; desarrollándose al fondo el conflicto con el poder de la iglesia católica. 8

Hay otra “Guerra de los nueve años” en 1690. También conocida como la Guerra de la Gran Alianza. Estuvieron involucradas España, Austria, Baviera, el Sacro Imperio Romano Germánico, los Países Bajos, Portugal, Suecia, entre otras. Principalmente su objetivo era confrontar el avance de Francia como potencia bélica. 9 Proceso de expropiación de tierras que tenía como fin, en su reentrega condicionada, garantizar la lealtad de los nobles irlandeses.

Es creada en 1602 la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, primera corporación con funciones coloniales; con la capacidad para declarar guerras, negociar tratados, acuñar moneda, y establecer colonias, es casi un Estado fuera del estado; se marca así el final de las empresas del siglo XVI y anteriores, organizadas sólo en torno a una actividad, que al finalizar, suponía la inmediata liquidación entre los socios; a su imagen y semejanza serán creadas compañías inglesas, españolas, entre otras. Se lleva a cabo la Guerra de los Treinta Años (1618–1648), que sólo en apariencia es una guerra entre reformistas y contrareformistas, su objetivo se centró en el control de territorios, equilibrando el poder del creciente Sacro Imperio Romano Germánico. La Guerra Franco-española (1635–1659), la Guerra de los Tres Reinos (1639–1651), entre Escocia, Irlanda e Inglaterra; donde estalla el conflicto entre iglesia y Estado, junto a un sector incipiente, vinculado a la producción agrícola que procura su espacio en el poder político, proceso similar al sucedido en España, en la llamada Crisis de 1640, y también a lo acontecido en Francia, en el movimiento insurreccional de La Fronda (1648–1653), eventos que tendrán su máxima expresión futura en el gobierno mixto inglés, al cabo de la Revolución Gloriosa. Es fundamental revisar los acontecimientos que entre la última mitad del siglo XVI y casi la totalidad del siglo XVII van a constituir a Inglaterra como centro mundial del capital. Llamamos la atención sobre los procesos que recorren, desde la revolución agrícola, consecuencia de las acciones expropiadoras ya descritas, pasando por la revolución de los mercados, conflicto de fondo en el que las clases dominantes tradicionales, monárquicas y nobles, pierden su capacidad de acción –centrada en impuestos, multas y rentas– ante la toma del poder político –el Parlamento– por la clase que controla la producción: la burguesía; hasta la explosión de la revolución industrial. Estos eventos en forma gradual tuvieron efectos sobre el desarrollo de diversos conflictos en las colonias españolas, como el sucedido en relación a las intenciones holandesas de buscar fuentes de sal, al ser cerrado el acceso a Setúbal y Cabo Verde, abasteciéndose en la Península de Araya10 y poniendo sus productos en venta en Cumaná y la Isla de Margarita, lo que llevó a la corona española a la construcción de varias fortificaciones, tanto para controlar la llegada de navíos mercantes permitidos o de contrabando, como para la protección contra la piratería. Destaca la batalla entre holandeses y españoles en Araya (1622) por el control de las fuentes de sal. En este período se realizan las ocupaciones holandesas de las islas de Curaçao, Bonaire y Aruba. Francia ataca el puerto de La Guaira en 165111. Mencionamos aquí también a la Guerra de Restauración Portuguesa (1640–1668) finalizando con la independencia de Portugal, impulsando la emigración de canarios a Venezuela. En el siglo XVII, en las colonias españolas, se desarrolla la producción de cacao, caña de azúcar, tabaco y sal, con ímpetu suficiente para la exportación, consecuencia de la organización del trabajo de los nativos y la llegada de esclavos negros, condenando este alcance a la dependencia de los productores coloniales al sistema internacional de precios, dominado ya por Inglaterra y a los conflictos propios del crecimiento del comercio exterior. El desarrollo de las clases que controlan la producción, la esclavitud y servidumbre,

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La sal es fundamental para el mercado holandés de arenque. En 1666 piratas franceses ocupan Maracaibo; en 1668 atacaron las costas y penetraron hasta Trujillo. Hubo otros ataques en 1669 y 1677. 11

impulsarán, en las colonias, la modificación del sistema de encomiendas y tributos, y esto será, de alguna manera, el germen de los futuros conflictos sociales y políticos 12. Esta dinámica de guerras de alcance comercial, desarrollo de las fuerzas productivas, movilización de contingentes de trabajadores bajo diversas formas y modos de producción harán, en el siglo XVIII, acumulación de fuerzas históricas para grandes saltos de cualidad. Marx escribe al respecto, poniendo el acento en la unidad concreta entre el desarrollo de la industria, del capital dinerario y mercantil, el crédito público y el sistema impositivo, que se sumarán paulatinamente a la configuración del Estado en su forma específica burguesa: Con la deuda pública surgió un sistema crediticio internacional, que a menudo encubría una de las fuentes de la acumulación originaria en un país determinado. Por ejemplo, las ruindades del sistema veneciano de rapiña constituían uno de esos fundamentos ocultos de la riqueza de capitales de Holanda, a la cual la Venecia en decadencia prestaba grandes sumas de dinero. Otro tanto ocurre entre Holanda e Inglaterra. Ya a comienzos del siglo XVIII las manufacturas holandesas han sido ampliamente sobrepujadas y el país ha cesado de ser la nación industrial y comercial dominante. Uno de sus negocios principales, entre 1701 y 1776, fue el préstamo de enormes capitales, especialmente a su poderosa competidora Inglaterra. Un caso análogo lo constituye hoy la relación entre Inglaterra y Estados Unidos. No pocos capitales que ingresan actualmente a Estados Unidos sin partida de nacimiento, son sangre de niños recién ayer capitalizada en Inglaterra. (Marx, 2009 Ic, págs. 943-945).

Durante el siglo XVIII podemos identificar una estructura de clases que prepara un salto cualitativo para finales de siglo, entrando al XIX. Destacan entre ellas: 1) Monárquicas y aristocráticas13, que, en la Europa de finales de la Edad Media, aún ejercen un efecto profundo; sin embargo, se encuentran a merced de dos limitantes; uno, el ser clases esencialmente improductivas dependientes de sectores que controlan la producción y la distribución de bienes de consumo; dos, el desarrollo material de los ejércitos 14. 2) Clero, que en gran parte de la Europa previa al XVII, era el sector social que ejercía el control político y militar; 3) sectores arrendatarios, burgueses, pequeños propietarios, usurarios, mercenarios, entre otros; que son el control directo de la propiedad sobre la organización del trabajo y sus productos, así como de la movilización de contingentes de trabajadores, en contacto directo con; 4) las clases trabajadoras urbanas y campesinas15. La principal relación entre el modo de vida de las clases aristocráticas y monárquicas, fuera del gran sector vinculado más directamente con lo productivo, es el tributo en sus diferentes formas. En este período un sisma a lo interno de las clases sociales dará productos propios del siglo y las regiones. Entre ellos, por ejemplo, el estallido de varias guerras de sucesión, como la Guerra de Sucesión Española (1700–1714), conflicto entre casas nobles que 12

La encomienda personal fue eliminada en 1687 por un tributo anual; en 1691 se eximen a los mestizos de pagos de tributo, esto generó cambios en la composición étnica, al ser un factor de vinculación de los indígenas con mestizos o blancos mediante el matrimonio. 13 Para nuestra comprensión de las teorías políticas, es necesario entender la diferencia entre monarquía y aristocracia, reyes y nobles. 14 Un ejército depende de la producción de riqueza para el sostenimiento de las tropas, y, el desarrollo de la industria de las armas garantiza la superioridad en el campo. 15 No es casual la aproximación entre las clases aristocráticas y las que controlan directamente la producción, así también, con las castas políticas de las colonias.

coincide en propósitos más no en composición de alianzas16 con la Gran Guerra del Norte (1700–1721); la Guerra de Sucesión Polaca (1733–1735), evento vinculado de alguna manera con los intereses de la Casa Borbón y los asuntos sucesorales del reino de Polonia y Lituania; todos estos conflictos contienen dos dinámicas, un movimiento interno –al punto de ser considerados casi guerras civiles– y otro externo, en relación a las castas nobles y monárquicas, por supuesto, relacionado con el control de tierras, mercados y fuerza de trabajo, regularidad que llega a un tope con la llamada Guerra de Sucesión Austríaca (1740–1748), presentándose aquí una ruptura con los anteriores conflictos y abriendo el escenario histórico de los siguientes avances. V Tres eventos serán reflejo de un fenómeno de carácter esencial vinculado a la realidad que van dejando los conflictos sucesorales; las causas materiales se van transformado, y con ella, la misma concepción de guerra. Abordarlos es abrir el gran cauce histórico que marcará el mediodía de la clase burguesa: La Guerra de los Siete Años (1756–1763), la Guerra de Independencia Norteamericana (1775–1783) y la Revolución Francesa (1789), dejando claro que al fondo, como motor último, operan los engranajes que han acumulado tensiones y suman fuerza para el gran evento de ruptura de los siglos venideros: la Revolución Industrial (1780). Leamos unas líneas del historiador marxista Eric Hobsbawn: La Revolución Industrial no fue de hecho un episodio con un comienzo y un fin. (…). Pero la Revolución en sí, el “período de 17 despegue ”, puede probablemente ser datado con mayor precisión como sea posible en dichos asuntos, en algún momento entre los veinte años de 1780 a 1800: contemporáneo a, pero ligeramente anterior, a la Revolución Francesa. (Hobsbawn, 1996, pág. 29).

Es importante organizar estos eventos. Los hechos bélicos son, a la vez, señal y máscara de lo que en la realidad se desarrolla. Por eso no podemos dejar de lado el dato de Marx de atender a las dinámicas de expropiación y de sojuzgamiento del trabajo, tales procesos, en conjunto, forman gran parte de la potencia productiva del capital. Y como potencia debe ser entendido: el desarrollo de la producción, de la industria, no sólo se impulsa a sí misma, en una espiral de crecimiento, sino que además modifica otras relaciones sociales y anuncia otras como novedad. La ciencia, por ejemplo, es ya una realidad sumada a esta fuerza: Dos factores principales entran en juego para determinar cómo otros 18 países siguieron el ejemplo de Inglaterra y Francia : la condición de facto de la actividad científica a la espera de organización, y el interés de los gobernantes en dicha incorporación a la estructura del Estado moderno. La primera imitación se dio en Berlín en 1700, bajo un plan diseñado por Leibniz, alimentado por sendas ideas de investigación pura e inmediata utilidad. Aún los años primeros de la Academia Prusiana fueron difíciles: sin recursos propios, en conflicto con Leibniz, (…): no vino a ver la luz sino hasta 1745, cuando 16

El juego de alianzas nos dice mucho del fundamento material causal de los procesos bélicos. Take-off period. 18 Referencia a la Royal Society y la Académie Royale des Sciences. 17

Maupertuis19 finalmente fijó residencia en Berlín para concretar el deseo de Federico II de una institución basada en la filosofía de Newton y rivalizara con la Académie des Sciences. Leibniz esperaba cubrir Europa con dichas instituciones, teniendo sólo éxito en Prusia y 20 Rusia . (Crombie & Hoskin, 1971, pág. 42).

Las sociedades de ciencia, ya desde finales del XVII y principio del XVIII, ocupan el espacio de creación científica relacionada con las hazañas productivas. Las universidades están en la retaguardia, son instituciones conservadoras que romperán su cascarón, asimilándose a las academias específicamente en el siglo XIX. Sin embargo, a diferencia de lo que muchos piensan, no es el desarrollo de la ciencia –como potencia independiente– el aliento insuflado al despegue industrial: Los franceses produjeron invenciones más originales, tales como el telar Jacquard (1804) –un aparato mucho más complejo que cualquiera diseñado en Bretaña– y mejores navíos. Los alemanes tenían instituciones de formación técnica como la Bergakademie prusiana sin paralelo en Bretaña, y la Revolución Francesa creó ese único e impresionante cuerpo, la Ecole Polytechnique. La educación inglesa fue una broma de mal gusto, que a pesar de sus deficiencias fue contrarrestada por la severa escuela pueblerina y la austera, turbulenta, democrática universidad de la Escocia Calvinista (…). Oxford y Cambridge, las únicas dos universidades inglesas, eran intelectualmente nulas (…). (Hobsbawn, 1996, pág. 30).

¿Qué tenía entonces Inglaterra como factor decisivo para haber desarrollado un fenómeno como la Revolución Industrial? El factor, o la suma de factores que responden a esta cuestión, es, a la vez, solución de continuidad para entender la sucesión de eventos bélicos y la preparación de las condiciones que pondrán a la burguesía, a la clase dominante del sistema capitalista, a ejercer su papel y desarrollar todas sus potencias en el siglo XIX. Europa, como escenario del desarrollo industrial, tiene para entonces dos corazones, uno, en el amplio territorio de su zona central, las tierras de los Habsburgo, el sur de los Países Bajos, con numerosas minas, metalúrgicas, e industrias textiles en Austria y el Carso eslovaco, muchos centros textiles en la Lombardía austríaca. Con altos niveles de manufactura y actividad industrial en Bohemia y Moravia (Davis, 2006, pág. 119); el otro corazón, late en las islas británicas. La Guerra de Sucesión Austríaca (1740–1748) fue un fenómeno que puso a ambos corazones a latir a máxima potencia, en la dirección del desarrollo del capital como fuerza histórica, teniendo, entre otros, al Tratado de Westfalia y su concepción de orden europeo, noble, clerical y monárquico, como señal clara de cómo operan los obstáculos21. La presión se centró no sólo en Silesia, parte del centro continental europeo del desarrollo industrial 22 bajo la mira y deseo de Prusia, y dónde comienzan las acciones, sino también entre las 19

Pierre-Louis Moreau de Maupertuis. Filósofo, matemático y astrónomo francés del siglo XVIII. Otras ciudades fundarán sus propias academias: Sevilla en 1697, Edimburgo en 1705, Uppsala en 1710, Estocolmo en 1741, Copenhagen en 1743, Gotinga en 1751, Norteamérica en 1743. Llegando a haber en Francia en 1760 al menos 37 de estas instituciones. (Crombie & Hoskin, 1971, pág. 42). 21 Siendo en un momento impulso de desarrollo de las grandes potencias europeas al frenar los conflictos entre las casas monárquicas. Sin embargo, sus límites serán aun referencia hasta entrado el siglo XIX. 22 Es importante no confundir desarrollo industrial con revolución industrial. 20

potencias que tenían intereses coloniales. La muerte en 1740 del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Carlos VI, fue la excusa. No sólo se desarrollaron frentes y alianzas amplias, además, por primera vez en esa intensidad23, el conflicto alcanzó diversos continentes, más allá de Europa, donde prendieron batallas en América del Norte24 y en la India25, consolidando en esta última la supremacía británica. Esta guerra supone, por un lado, el fin de la centralidad de los procesos de sucesión – a pesar de ser los problemas sucesorales causas de conflictos futuros26, su importancia tomará un lugar secundario–, y por otro, manifestación de los factores materiales del siguiente conflicto. La Guerra de los Siete Años está montada sobre hechos concretos que sumarán inercia al evento central de la revolución industrial. Por una parte, con el sector de la Silesia bajo su control, Prusia toma un lugar central en Europa, pero algo queda fuera de su alcance: la posibilidad de controlar el mercado mundial a partir de las posesiones coloniales. La guerra de sucesión austríaca ha dejado unas cosas resueltas, pero no son suficientes; Austria insistía en tomar Silesia; Francia e Inglaterra, además de un pasado de conflictos, se enfrentan por la ocupación de zonas de pesca y territorios ricos en materias primas en las colonias americanas. El conflicto toma proporciones mundiales, es casi una guerra mundial moderna. Por una parte, el Reino de Prusia, el Reino de Hanóver, Inglaterra aliada al Reino de Portugal; por la otra, el Reino de Sajonia, Austria, Francia, el Imperio ruso, Suecia y España, con acciones llevadas a cabo en Europa, América del Norte y Sur, entre otros. Inglaterra toma la Habana en 1762 y hace lo mismo con Manila, parte de los territorios coloniales españoles; desde Buenos Aires se inician hostilidades tomando territorios bajo control portugués; Inglaterra y Portugal reaccionan formando una flota combinada costeada por la Compañía Británica de las Indias Orientales; se registran acciones en la India frenando el avance francés. El frente europeo fue testigo de la invasión de Sajonia por el ejército prusiano y del rechazo exitoso de las fuerzas de Federico El Grande27 sobre los ejércitos de Francia y Austria. Las acciones finalizan con el Tratado de París (1763). El resultado nos da una idea de la situación venidera: Inglaterra es tremendamente favorecida por el resultado de esta guerra, en términos de posesiones coloniales; mientras que, en el continente europeo, Prusia se perfila como una potencia, al firmarse el Tratado de Hubertusburg, confirmando la posesión sobre Silesia. Francia pierde grandes territorios en América y Asia. Los efectos pueden resumirse así: la tensión europea se divide entre el crecimiento de Prusia, tácticamente en equilibrio con Rusia; Francia con menos posesiones coloniales, y lo que esto significa en términos comerciales; e Inglaterra, ganadora, pero al término de un período de guerras que la obligarán a ajustar sus cuentas y plantearse nuevos impuestos, los cuales recaerán, sin duda, sobre sus posesiones coloniales. Además, las cesiones de Francia y España, a la vez que hacen inmensa la unidad colonial inglesa, suponen para Inglaterra dos frentes que tarde o temprano pueden derivar en conflictos futuros. Los hechos de la 23

Quizá pueda decirse lo mismo de la Guerra del Asiento (1739–1748) entre España e Inglaterra con un considerable despliegue naval en la zona del Caribe, involucrando los intereses sobre Cuba, Panamá, Cartagena de Indias, entre otros. 24 Donde, como señal de las diferencias nacientes entre colonia y metrópoli, la fase desarrollada en América del Norte fue denominada Guerra del Rey Jorge (1744–1748). 25 La primera de tres Guerras Karnáticas. 26 Por ejemplo, los eventos relacionados con la Guerra Franco–Prusiana (1871–1872). 27 Rey de Prusia.

Guerra de los Siete Años tendrán su siguiente consecuencia en la Guerra de Independencia Norteamericana. Dicho evento tendrá su detonante en la reacción que ante los impuestos ingleses tendrán las colonias de la Unión, las cuales esgrimirán a su favor el desarrollo de su potencia capitalista. La reacción alcanzará el ámbito comercial al cerrarse, desde los puertos americanos, la entrada de productos ingleses. Las colonias unidas, bajo el nombre de Estados Unidos de América, exhortan a las naciones europeas, principalmente Francia y España, a ponerse de su lado, invocando la vergüenza del Tratado de París. Esta era una reacción esperada, que, sin embargo, marca la señal de los nuevos tiempos: España y Francia esperaban un momento como éste, sin embargo, apoyar a las colonias emancipadas, supone, de alguna manera poner en entredicho histórico la relación de dominio colonial. Francia y España, a pesar de estar vinculadas por el llamado Pacto de Familia28, rompen esta relación al aliarse las colonias americanas y Francia, con un acuerdo articulado esencialmente a condiciones de orden comercial. Al final de la historia, es restablecido el pacto de familia, entrando Francia y España en guerra contra Inglaterra (1779). Las pérdidas de la Guerra de los Siete Años reaparecen como exigencias de las naciones unidas contra Inglaterra, a las que se suma Holanda. El conflicto es resuelto con el reconocimiento de los Estados Unidos por parte de Inglaterra en 1782. La Revolución Industrial al final, estalla en la nación que ha podido concertar dos factores fundamentales: un hecho concreto, el control inglés del comercio colonial, que a pesar de lo sucedido con los EE.UU., no ha impedido a Inglaterra hacerse con el comercio con las colonias españolas, reforzado esto con la producción en sus posesiones en India; en relación con el otro hecho decisivo: el algodón. El control del comercio y la producción de un solo rubro: algodón, ponen a Inglaterra en el centro de la historia. Hobsbawn escribe al respecto: Dado que los principales fundamentos de una sociedad industrial estaban ya dados, como ciertamente era en la Inglaterra del tardío siglo dieciocho, sólo hacían falta dos cosas: primero, una industria que de hecho ofreciera grandes retornos para el fabricante que pudiera expandirse rápidamente, si fuera necesario mediante razonablemente baratas y simples innovaciones, y segundo, un mercado mundial monopolizado por una nación mono-productora. (…). (…), Gran Bretaña poseía una admirable industria lista para ser pionera de la revolución industrial bajo condiciones capitalistas, y una coyuntura económica que lo permitía: la industria del algodón, y la expansión colonial. (Hobsbawn, 1996, págs. 32-33).

Pero no podemos entender esto de manera unilateral; los procesos que hacen que en una nación como la inglesa se tenga un producto específico, como es la Revolución Industrial –cimentado también sobre procesos previos, como su temprana situación política, a la salida de la Revolución Gloriosa, donde el Parlamento como oposición concreta al poder de la realeza asumió como propia la política de la ganancia capital–, en otra, como la francesa, serán consecuencia de crisis y sismas diferentes. Los mismos procesos de guerra que en Inglaterra consolidaron los factores materiales del despegue industrial bajo la forma del sistema capitalista, en Francia serán causa de tensión entre clases. Un libro escrito por Charles Gomel en 1892, que tiene por título Les Causes Financières de la Révolution Française, pone como causas de la crisis que 28

Vestigio del dominio de las familias monárquicas.

desencadenó la convocatoria de los Estados Generales por Luis XVI, la bancarrota del Estado después de las acciones bélicas que mencionamos como antecedentes 29. Son estos los contenidos que incendian la pasión popular, pintan de colores esperanzadores a las clases que controlan la propiedad de la tierra, de los medios de producción y de los productos del trabajo y echan luz sobre los excesos de las clases inútiles como diría el futuro asesino de la Comuna de París, A. Thiers: El tercer estamento venía a abarcar casi toda la nación, todas las clases útiles, industriosas e ilustradas; sino poseía más que una porción del territorio, lo beneficiaba todo30, y atendiéndose a la razón, no era demás señalarle tantos diputados como a los otros dos estamentos31. (Thiers, 1836, pág. 20).

La Revolución Francesa marcará el inicio de un nuevo tiempo, sus noticias llegarán a las colonias con semanas de retraso, personajes conocidos tendrán participación y opinión, a partir de allí se dará forma universal al ser humano y sus derechos, en el mismo instante en que se prohibirán las organizaciones de trabajadores. No se universaliza al ser humano, será impuesta, más bien, la universalización de una clase, montado esto sobre la universalización de las formas del capital: nace el siglo XIX bajo el signo de la valentía de la joven burguesía.

Bibliografía Crombie, A. C., & Hoskin, M. (1971). The Scientific Movement and the Diffusion of Scientific Ideas, 1688-1751. En J. S. Bromley (Ed.), The New Cambridge Modern History. The Rise of Great Britain and Russia 1688-1715/25 (Vol. VI, págs. 37-72). Cambridge: Cambridge University Press. Davis, J. A. (2006). The European Economies in the Eighteen Century. En A. D. Vittorio (Ed.), An Economic History of Europe. From expansion to development (págs. 92-134). New York: Routledge. Gomel, C. (1892). Les Causes Financières de la Révolution Française (Vol. I). Paris: Librairie Guillaumin et C. Hobsbawn, E. (1996). The Age of Revolution. 1789 - 1848. New York: Vintage Books. Marx, K. (2009 Ic). El Capital Tomo I (Vol. 3). México: Siglo XXI. Marx, K. (2007 I). Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Política (Grundisse) 1857-1858 I (Vol. I). México: Siglo XXI. Silva, L. (1978). Anti-manual para uso de Marxistas, Marxólogos y Marxianos. Caracas: Monte Ávila Editores. Thiers, A. (1836). Historia de la Revoución de Francia. Barcelona: Librería de D. Antonio Bergnes.

29

Se habla, al término de La Guerra de los Siete Años y de la Guerra de Independencia de los EE.UU. de un déficit de más de 60 millones de libras en el Trésor royal (Gomel, 1892, pág. 6). 30 Sieyes: “¿Qué es el tercer estamento? –Nada.– ¿Y qué es lo que debe ser? –Todo.”. 31 “Duplicación del tercero”. Acuerdo tomado por el Consejo del 27 de Diciembre de 1788 para incorporar más puestos del tercer estado ante los Estados Generales.

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