DESARROLLO DE TURISMO CULTURAL EN IZAPA: POTENCIAL Y OBSTÁCULOS (2014)

July 27, 2017 | Autor: Renato Johnsson | Categoría: Cultural Tourism, Maya Archaeology, Cultural Anthropology
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Descripción

DESARROLLO DE TURISMO CULTURAL EN IZAPA:
POTENCIAL Y OBSTÁCULOS
Junio 2014

Renato Johnsson Núñez y Astrid Vogel de Johnsson


Resumen

Este estudio destaca la relevancia del sitio arqueológico preclásico de
Izapa, en Chiapas, México, para el turismo cultural. Esto se debe a su
fuerte conexión con el calendario de 260 días, que es la pieza clave del
espiritualismo maya contemporáneo, y también posibles conexiones con los
mitos de la creación del Popol Vuh. Nuestro estudio, realizado entre 2011 y
comienzos de 2014, examina los obstáculos al desarrollo turístico que el
sitio ha enfrentado durante estos años. La investigación incluye un estudio
sobre la popularidad que el sitio adquirió en el periodo previo al "fin del
calendario maya" en diciembre de 2012 y los eventos que fueron organizados.
También incluye un estado del arte comprehensivo de los estudios
arqueológicos hechos sobre el sitio. Finalmente sugerimos maneras para
desarrollar el sitio para hacerlo más atractivo al turismo cultural.

1. Introducción

Este estudio examina el potencial y los obstáculos al desarrollo del
turismo cultural en un sitio poco conocido del periodo preclásico (1800
a.C. – 200 d.C.) en Chiapas, México, el cual recibió mucha atención por el
interés generado por el supuesto fin del calendario maya el 21 de diciembre
de 2012. Este sitio, ubicado cerca de la frontera con Guatemala se destaca
porque la zona es un sitio arqueológico protegido aunque los terrenos son
propiedades privadas. Tres plazas ceremoniales están abiertas al público de
la cual una esta restaurada. Aunque esta situación sugiere la necesidad de
un modelo comunitario para el desarrollo turístico (Johnsson 2011), este
estudio, realizado en base de entrevistas durante trabajos de campo entre
2011 y 2013, encuentra que conflictos comunitarios y la mala administración
de recursos han obstaculizado este resultado. La razón por la importancia
del sitio también ha sido mal comprendida por la población local.

Para comenzar, la ubicación de Izapa en la latitud 14.8o Norte resulta en
el fenómeno astronómico del paso del cenit solar, cuando el sol está
directamente por encima y no proyecta sombra sobre objetos verticales, que
ocurre visiblemente dos veces al año en intervalos repetidos de 260 días y
105 días. La importancia de esto fue propuesta originalmente por Malmström
(1973) quien argumentó que este sitio pudiera haber sido el lugar de origen
del calendario sagrado de 260 días que estaba en uso en todo Mesoamérica.
No obstante, mientras que la tradición del calendario de 260 días,
comúnmente llamado tzolkin (cuenta de los días), ha sido preservando entre
las comunidades indígenas de Guatemala y es un elemento principal en la
espiritualidad maya contemporánea, no es conocimiento común en México. Fue
recomendado en un estudio anterior que conocimiento de este calendario sea
reintroducido en Izapa para atraer el turismo cultural al sitio (Johnsson
2011). Otra característica del sitio que lo hace relevante para atraer a
turistas con interés en la cultura prehispánica Mesoamericana son las
imágenes narrativas en las estelas de Izapa, los cuales son la razón
principal por la fama del sitio. Una cantidad de estas estelas parecen
referir a la mitología preservada en el libro registrado en el siglo XVI de
los mayas quichés, el Popol Vuh (Barba, 1990). Nosotros consideramos que
estos dos rasgos son suficientes para atraer visitantes interesados en la
cultura prehispánica al sitio y examinamos oportunidades y obstáculos para
el desarrollo de tal turismo cultural.

Comenzaremos con una breve visión global del sitio y los intentos de
preservar y promover este sitio que ocurrieron desde 2007 hasta 2013. Antes
de proporcionar un resumen de los eventos de diciembre de 2012 discutiremos
el interés que este sitio ha recibido por parte del movimiento espiritual
new age y cómo esto llevó a expectativas infundadas de grandes cantidades
de visitantes al sitio para el 21 de diciembre de 2012. Después
examinaremos la apropiación del sitio por parte de la comunidad que reside
dentro de la zona arqueológica delimitada y los de residentes urbanos del
pueblo cercano de Tuxtla Chico, la cabecera municipal del municipio donde
se ubica Izapa. Entonces identificaremos obstáculos al desarrollo turístico
de Izapa que incluyen conflictos entre la comunidad, una cultura de la
corrupción que ha impedido el desarrollo de infraestructuras en el sitio,
la posición del INAH –la autoridad nacional encargada de los sitios
arqueológicos en México-con respeto al sitio y su afirmación sobre la
insignificancia de Izapa, incluyendo razones en contra de esto. Por el otro
lado, también identificamos el deseo político que existe por parte del
gobierno de Chiapas de promover a Izapa y el mercado turístico potencial
que existe del otro lado de la frontera guatemalteca. Este estudio también
incluye un estado del arte comprehensivo de los estudios arqueológicos en
español e inglés para señalar la importancia que tuvo Izapa en el
desarrollo de la cultura Mesoamericana. Finalmente sugeriremos maneras para
desarrollar el sitio como un destino de turismo cultural, incluyendo
incrementar la estética del sitio arqueológico e incrementar el
conocimiento local de la importancia cultural del sitio.

Una introducción a Izapa
El sitio de Izapa se encuentra en el extremo suroeste del Estado de
Chiapas, México, cerca a la ciudad de Tapachula. Está a poca distancia de
la frontera con Guatemala y a 35 kilómetros de la costa del Pacífico. Se
ubica al lado oeste del río Izapa de lo cual toma su nombre. La carretera
Panamericana entre Tapachula y el pueblo fronterizo de Talismán cruza por
la zona arqueológica. La zona arqueológica de Izapa es el más grande y más
significativo sitio en la Costa del Pacífico de México meridional. Aunque
las excavaciones que fueron realizados durante la década de los sesenta
pone el tamaño del sitio a 4km², un estudio reciente (Rosenswig, López-
Torrijos, Antonelli y Mendelsohn 2013) afirma que está más grande aunque
todavía no se puede decir con certeza el tamaño exacto (Rosenswig
comunicación personal 28 de octubre de 2013). El sitio se ubica en el
municipio de Tuxtla Chico y la cabecera municipal es el pueblo con el mismo
nombre situado a dos kilómetros de distancia del sitio arqueológico.

Este sitio de la época preclásica es muy reconocido por su estilo artístico
que se puede admirar en las muchas estelas esculpidas que ofrece el lugar y
que se conoce como el estilo izapeño (Quirarte 1973; Guernsey 2004;
Laughton 1997). La existencia de monumentos en Izapa fue puesto en
evidencia en 1935 por José Coffin, quien tomó fotografías que mandó, junto
con una carta, al instituto mexicano arqueológico, INAH (Lowe, Lee y
Martínez 2000). El sitio consiguió interés internacional después de que
Matthew Stirling publicó fotografías de las estelas izapeñas en 1943, y
especialmente de la Estela 5, el 'árbol de la vida', que fue interpretado
en 1947 por Dr. M. Wells Jakeman como una posible representación del "Sueño
de Lehi" del Libro de Mormón, y por lo tanto prueba de la veracidad de ese
libro. Esto provocó un interés de larga duración en Izapa por parte de la
comunidad mormona y fue la Universidad de Brigham Young de Utah, a través
de su Fundación Arqueológica Nuevo Mundo, que llevó a cabo las excavaciones
extensivas e investigaciones sobre Izapa en la década de 1960 bajo la
dirección de Gareth Lowe. Los resultados fueron publicados en el libro
titulado Izapa: una introducción a las ruinas y los monumentos en 1982
(Lowe et al. 2000 para la versión traducida al español)

A raíz de las excavaciones arqueológicas tres plazas ceremoniales fueron
abiertos al público, Grupos A y B, que conforman el núcleo del sitio
arqueológico de Izapa, y Grupo F, ubicado en el extremo norte y que se
encuentra al costado de la carretera panamericana. Grupo F es una plaza
ceremonial posterior, del periodo clásico y sus estructuras de piedra han
sido restauradas. Por lo tanto, Grupo F conforma estéticamente con lo que
la gente imagina de un sitio prehispánico, llevándolo a ser casi sinónimo
con Izapa; el Grupo F aparece en todos los trípticos que mencionan Izapa,
aunque es una plaza posterior y más pequeña que las plazas de los Grupos A
y B. Sin embargo estos últimos no son visualmente impresionantes porque
los montículos que encierran las plazas son descuidados y parecen colinas.
Estos no pueden ser restaurados con piedra porque siempre fueron montículos
de tierra, el cual era un rasgo de la arquitectura de la época formativa,
mientras que construir con piedra es un estilo del periodo clásico. Estas
dos plazas, claramente centros rituales del sitio, tienen valor cultural
principalmente porque contienen la mayoría de las estelas de Izapa,
imágenes talladas en piedra, que se encuentran en su ubicación original
alrededor de las plazas (en contraste, sólo hay dos estelas en el Grupo F,
ambas en la cancha del Juego de Pelota). Desafortunadamente estas no son
visualmente impresionantes ya que han sido dañadas por los elementos y, por
lo tanto, son poco claras. Algunas de estas estelas están acompañadas de
placas con pequeñas ilustraciones y una descripción básica de la imagen
pero no incluyen teorías sobre qué representan las estelas. Las Estelas 50
y 52 se encuentran en el Museo Nacional de Antropología de la Cuidad de
México y las Estelas 19, 20 y 25 se encuentran en el museo del INAH en la
ciudad vecina de Tapachula. Estas estelas están bien conservadas y
visualmente impactantes, a diferencia de los que se encuentran en el sitio.


La particularidad de Izapa, lo que lo hace tan interesante para el
desarrollo de turismo cultural, es que el sitio arqueológico no es
propiedad federal como es casi siempre el caso con sitios abiertos al
público, más bien consiste en propiedades privadas. Durante las
excavaciones llevadas a cabo en los años sesenta había alrededor de 10
familias que vivían adentro de la zona arqueológica demarcada. Hoy en día
nuestras investigaciones han encontrado que hay alrededor de 90 familias
habitantes dentro de la delimitación de Izapa y la zona cuenta con unas 180
propiedades. El espacio no habitado está bajo cultivo. Es importante
señalar que el terreno de Izapa es un área rural ubicado en la región
agrícola más importante de Chiapas, y que ha estado continuamente en uso.
En los años sesenta la tierra era utilizado principalmente para la
ganadería, después programas gubernamentales promovieron la siembra de
cacao llevando a la reintroducción del cacao a la región. Como esta siembra
ha recientemente sufrido una plaga, la producción ha cambiado a la siembra
y el cultivo de rambután. Esto señala la necesidad por parte de los
habitantes de la zona de obtener beneficios económicos de su terreno (Vogel
2014).

Para los tres grupos de esta zona arqueológica que fueron abiertos al
público el INAH nombró los dueños de los terrenos como custodios de su
grupo de monumentos, ellos son responsables del mantenimiento de su sitio y
deben permitir el ingreso de visitantes durante las horas designadas.
Estos terratenientes se convirtieron en empleados federales, con ingresos
constantes y seguridad social, mientras que conservan posesión de sus
terrenos, haciendo de esto una situación muy deseable. Los custodios
originales han legado el trabajo a sus hijos. Posiblemente la razón por la
cual el INAH no simplemente compró los terrenos después de las excavaciones
y simplemente dejaron custodios para tener el sitio abierto a visitantes es
porque México ha históricamente tenido una mentalidad centralista, dominado
por la capital, e Izapa se encuentra lejos, en la periferia. Esto fue
sugerido por el representante del INAH en la región (comunicación personal
con H. Olivares, 14 de agosto de 2013) como una razón por la falta de
interés dada al sitio y añadió que el INAH no tuvo una delegación en la
región hasta la apertura del museo en Tapachula en 1988.

En 2002 la zona arqueológica de Izapa fue declarada "patrimonio cultural
protegido por la nación" por un decreto presidencial publicado en dos
ocasiones, el 9 de enero y el 26 de diciembre de 2002, lo cual estableció
un área poligonal demarcado de 127 hectáreas. Esta situación provocó
dificultades con la comunidad local que habita la zona ya que nuevos
reglamentos excesivos gobiernan el uso de sus terrenos. El representante
local del INAH en 2013 se preguntó, ¿cómo se puede declarar la zona
protegida por la nación cuando el terreno no pertenece al gobierno y que
tiene cientos de dueños? y que no sabe quién promovió esta declaración
(comunicación personal con H. Olivares, 14 de agosto de 2013). Añadió que
aunque será conveniente para el INAH comprar los terrenos de los Grupos A,
B y F, este proceso ha sido frenado por la falta de títulos formales de
propiedad de casi la totalidad de las propiedades, los cuales han sido
subdivididas informalmente en el transcurso de los años con el crecimiento
de las familias y la formación de nuevas familias. Terrenos también han
sido vendidos a compradores de la ciudad cercana de Tapachula. Debido a que
estas ventas no suelen ser comunicadas al INAH no se sabe con certeza
cuántos terratenientes hay en Izapa. Además, el precio del terreno
establecido por el catastro es bajo, lo que hace su venta poco atractiva
para los propietarios, además de que tendrán que pagar los altos costos de
alrededor de 10,000 pesos para regularizar cada propiedad. Muchos dueños
también tienen la idea de que existe un tesoro debajo de la tierra y por lo
tanto ponen el precio de venta muy alto.

Las normativas que aplican en la zona arqueológica significan que los
habitantes no pueden perforar la superficie de sus terrenos sin previa
autorización del INAH para asegurar que no se dañen vestigios
arqueológicos. Esto causa obstáculos relevantes para la instalación de
tubería para casas residenciales, por ejemplo. No obstante, los habitantes
han hecho pozos y otras estructuras, especialmente de cimiento, antes del
decreto presidencial y más recientemente sin autorización previa,
especialmente si saben que sea poco probable que se apruebe la
construcción. Estos reglamentos hacen que INAH no sea bienvenido por los
habitantes de la zona arqueológica de Izapa y hace que Izapa sea
inconveniente para el INAH. Los derechos de propiedad también causan
restricciones que dificultan al INAH de averiguar las condiciones de las
estructuras arqueológicas de la zona.[1]

Como Izapa no es un sitio turístico de importancia el INAH no cobra entrada
a visitantes, los cuales son pocos. El flujo principal de visitantes son
excursiones escolares de los pueblos cercanos, ya que Izapa es el único
sitio arqueológico notable en la región. En la década de los ochenta hubo
importantes flujos de turistas mormones provenientes especialmente de Utah,
quienes fueron atraídos al sitio debido al renombre de la Estela 5 como una
representación de un evento del Libro de Mormón. El turismo internacional
hacia la región es mínimo, la gran mayoría del flujo turístico
internacional ingresa a Chiapas por el norte, con la cuidad colonial de San
Cristóbal de las Casas como polo de atracción, y de allí los turistas
suelen ir hacia Palenque antes de ingresar a la península de Yucatán. La
región sureste es, en gran parte, ignorada. Hasta los turistas que viajan
hacia o desde Guatemala lo hacen por medio de San Cristóbal en lugar de
travesar la región costera. Por lo tanto, el turismo internacional hacia
la región del Soconusco, donde se encuentra Izapa, se derive principalmente
del turismo de cruceros. Estos cruceros comenzaron a llegar a Chiapas en
2006. En 2011 veintidós barcos atracaron en Puerto Chiapas, cerca de
Tapachula, y para el 2014 se esperaba la llegada de cuarenta cruceros.
Estos barcos suelen atracar en el puerto para unas nueve horas y
principalmente dos agencias turísticas de Tapachula ofrecen excursiones
para los pasajeros, que incluye una visita a Izapa. Estos turistas suelen
ser estadounidenses de edad avanzada y la visita a Izapa ha sido descrita
por uno de los operadores turísticos como decepcionante para ellos. Suelen
únicamente visitar el sitio restaurado del Grupo F porque su edad y
expectaciones lo hacen difícil para que caminen a los otros dos sitios, a
casi 2 kilómetros de distancia.


El Turismo Cultural e Izapa
La razón principal por la relevancia de Izapa como un sitio de turismo
cultural se relaciona al hecho de que es el más probable lugar de origen
del calendario ritual de 260 días, llamado el tzolkin, que consiste de
veinte días, representados por símbolos ideográficos (comúnmente llamado
"nahuales"), y que fue utilizado en todo Mesoamérica. Este calendario es la
pieza clave del espiritualismo maya contemporáneo y su práctica. Por lo
tanto, debe atraer a gente con interés en esta forma de espiritualidad
contemporánea y debe proporcionar los recursos para que los visitantes
interesados aprendan más acerca de esto. Además, las imágenes en las
estelas son consideradas como las más tempranas representaciones de las
historias mitológicas de la creación maya registradas en el Popol Vuh, que
fue codificado por los mayas quichés de Guatemala en el siglo XVI: varias
estelas muestran escenas claramente reminiscentes de los cuentos de los
Héroes Gemelos (Barba 1990). Por lo tanto el sitio deberá permitir que los
visitantes aprendan más sobre la mitología maya.

La identificación de este sitio con el calendario de 260 días viene de
Vincent Malmstöm quien observó ya en 1973 que los días que el sol llega a
su cenit (el punto más alto directamente por encima, que causa que objetos
verticales no proyectan una sombra al medio día) en la latitud de Izapa de
14.8º Norte se encuentran a precisamente 260 días de distancia, ocurriendo
el 13 de agosto y el 30 de abril. Hay tres monumentos de pilar con bola en
la plaza principal, denominada Grupo B, que señalan este evento. El 13 de
agosto también es la fecha de creación de la cuenta larga de los mayas,
calculado de haber comenzado en 3114 a.C. y cuyo 13ª baktun (un periodo de
tiempo que mide 144,000 días) terminó, con mucho interés popular, en
diciembre de 2012. Malmstöm amplió su teoría en un libro de 1997,
argumentando que Izapa era el único sitio en todo el nuevo mundo
precolombino que se encuentra en el paralelo de 14.8º N, que se situaba en
tierras bajas tropicales (todos los animales representados en el tzolkin
son de tierras bajas tropicales) y que estaba en existencia por lo menos
tan temprano como 400 a.C. (coincidiendo con la evidencia más temprana del
uso de este calendario; Malmstöm 1997: 4). Como discutiremos después, Izapa
también fue estrechamente asociado con el fin de la cuenta larga del
calendario maya de diciembre de 2012.

Hablando en general, el término turismo cultural aplica a visitas
realizadas para conocer una cultura distinta de la del lugar de residencia
del visitante. La definición de cultura de Tyler de 1871 es "esa totalidad
compleja que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, la
ley, la costumbre, y cualquier otra capacidad y hábito adquiridos por el
hombre como miembro de la sociedad." Por ejemplo Reizinger (1994:24)
considera que el turismo cultural es una forma de turismo de experiencias
basado en la búsqueda de y participación en nuevas y profundas experiencias
culturales de índole estético, intelectual, emocional o psicológico. Hughes
(1996:707), por el contrario, sostiene que el turismo cultural tiende a
aplicarse a los viajes cada vez que se visitan recursos culturales (como
museos), independientemente de la motivación inicial, y clasifica aquellos
turistas que quieren "experimentar 'cultura' en el sentido de una manera
distinta de la vida" como "turismo étnico". Por lo tanto, como señala Csapó
(2012), el turismo cultural es un segmento muy complejo de la industria de
turismo ya que su oferta es diversa y versátil. Por el lado de la demanda
encontramos a los turistas que tienen una motivación cultural por sus
viajes y por el lado de la oferta el destino que es atractivo a turistas
con interés cultural. En el caso de Izapa, siguiendo la definición de
Reizinger, encontramos que los turistas que están interesados en la
mitología y la espiritualidad prehispánica deberán estar atraídos al sitio
debido a su asociación con dos artefactos de la cultura prehispánica, el
calendario ritual de 260 días y los mitos de la creación del Popol Vuh.

La idea del turismo cultural es muy atractiva para el desarrollo turístico.
Richards (2009) resume su atractivo: "hay un número creciente de lugares en
búsqueda de nuevas formas de articulación entre la cultura y el turismo que
pueden ayudar a fortalecer y no diluir la cultura local, que puede
incrementar el valor resultante para las comunidades locales y mejora la
conexión entre la creatividad local y el turismo." Para sitios
arqueológicos como Izapa el turismo cultural tiene el valor adicional de
asegurar la preservación de los monumentos. Esto fue señalado tan temprano
como 1976 en el estatuto sobre Turismo Cultural de ICOMOS
(http://www.icomos.org/tourism/) que define el turismo cultural como "esa
forma de turismo que tiene por objeto, entre otros objetivos, el
descubrimiento de monumentos y sitios. Ejerce en estas últimas un efecto
muy positivo en la medida en que contribuye - para satisfacer sus propios
fines - a su mantenimiento y protección. Esta forma de turismo justifica,
de hecho, los esfuerzos de mantenimiento y protección que se requiere de la
comunidad humana debido a los beneficios socio-culturales y económicos que
se otorgan a todas las poblaciones afectadas" (nuestra énfasis).

Desafortunadamente este estudio señala los numerosos obstáculos para el
desarrollo del turismo cultural en un sitio que tuvo gran importancia para
el desarrollo de la cultura mesoamericana. Principalmente las dificultades
surgen por el poco conocimiento local sobre la importancia de este sitio,
los visitantes deben llegar con conocimiento anterior sobre su importancia
ya que no hay museo ni libro de guías disponibles, tampoco hay conocimiento
local sobre sus artefactos culturales principales, que son la mitología del
Popol Vuh y el calendario ritual de 260 días. Esos conocimientos necesitan
estar disponibles para poder desarrollar el turismo cultural, especialmente
tomando en cuenta la definición de Richard de 1996 del turismo cultural
como "el movimiento de personal a atracciones culturales fuera de su lugar
habitual de residencia, con la intención de acumular nueva información y
experiencias para satisfacer sus necesidades culturales." Antes de proponer
sugerencias para desarrollar el sitio vamos a examinar los esfuerzos para
promover el turismo en el periodo anterior a diciembre de 2012, la
apropiación del sitio por parte de los residentes locales y el municipio, y
los obstáculos al desarrollo del turismo identificados durante nuestras
investigaciones.

2. Izapa y 2012

Izapa ha cobrado importancia debido a su asociación con el fin del
calendario maya de diciembre de 2012, una asociación efectuada por el
escritor norteamericano John Major Jenkins, quien se considera un
"investigador independiente", en su libro "Maya Cosmogenesis" de 1998
publicado por la casa de publicaciones new age Bear and Co. de Boulder,
Colorado. Su trabajo se hizo muy popular en el discurso new age sobre el
fin del calendario maya de 2012, y es notable por ser la única
interpretación hecha en base de investigaciones relacionados con un sitio
prehispánico. Para muchas personas fuera de la comunidad mormona la primera
vez que escucharon de Izapa fue por medio del trabajo de Jenkins. Esto es
el caso con los autores de este estudio y también de los fundadores de la
asociación civil "Maya Conservancy"; estos fueron instrumentales en impedir
la ampliación de la carretera que cruza el sitio arqueológico, que comenzó
en marzo de 2007, a través de una campaña de concienciación de la gente
acerca de Izapa. Su inquietud fue posteriormente asumida por el INAH,
quienes impidieron su ampliación y recomendaron que la carretera sea
desviada al norte del sitio como "la única y mejor alternativa" (INAH 2007:
15). Sin embargo siete años después no ha habido intentos para hacer esta
desviación. (Esto es probablemente debido a las objeciones de los
restauranteros que tienen sus negocios al lado de la carretera existente y
que dependen del tráfico existente para sus clientes.) En el verano de 2007
la Maya Conservancy y el promotor turístico local Rodolfo Juan trajeron a
Jenkins a Tapachula para dar una presentación a funcionarios locales,
quienes eran evidentemente tan agradecidos que alguien les explica el sitio
y decirles que era importante que le dieron las llaves de la ciudad de
Tuxtla Chico. Una presentación y conferencia de prensa también fueron
organizadas en la universidad Valle de Grijalva en Tapachula (Jenkins
2009). El resultado de eso fue que la opinión de Jenkins sobre el sitio y
su relación con 2012 se estableció en la región.

Otro hito importante en el periodo anterior a las celebraciones de
diciembre de 2012 fue la ceremonia de fuego nuevo que fue llevada a cabo en
Izapa por primera vez en memoria viva en junio de 2010. Estas ceremonias de
fuego nuevo son parte integral de la espiritualidad maya contemporánea y
son ampliamente practicadas en los pueblos indígenas de Guatemala, pero su
conocimiento ha sido perdido en Chiapas. La ceremonia de fuego nuevo se
llevó a cabo en el Grupo F y fue organizada por la Maya Conservancy y
Rodolfo Juan quienes trajeron a 13 guías espirituales guatemaltecos para
"re-encender y re-conectar las energías espirituales en ceremonias de fuego
rituales" liderado por Rigoberto Itzep de Momostenago. Este evento fue
contencioso porque se cobró 200 pesos para participar, a pesar de que la
entrada al sitio es gratuita. El fuego también dejó una mancha en las
piedras y por lo tanto el INAH no ha otorgado ninguna otra autorización
para eventos parecidos. Una ceremonia de fuego posterior fue organizada por
la agencia de Juan en 2011 en una propiedad adyacente al sitio. De esta
manera una tradición indígena fue aportada a Izapa por extranjeros
interesados quienes trajeron a expertos externos para llevarlo a cabo ya
que tales tradiciones se han perdido en la región de Izapa.

La razón de la pérdida de conocimientos indígenas se remontan a la política
mexicana del "Indigenismo" que data de la década de 1930 (Hewitt 1988). Los
políticos decidieron que la población pobre y rural ya no era 'indigenas'
sino 'campesinos' en un intento de acabar con la sociedad de castas. Esta
política de indigenismo promovió la "mexicanización" de los campesinos y el
uso del español. Esto era aún más importante en Chiapas y el Soconusco ya
que el primer mencionado únicamente se incorporó a México después de un
referéndum en 1824 (catorce años después de la independencia) y el segundo
mencionado fue incorporado en 1827 y se hizo un esfuerzo para diferenciar
culturalmente esta región de la región vecina guatemalteca. Nuestro trabajo
de campo encontró que los habitantes nativos desprecian a los guatemaltecos
vecinos como inferiores, por ejemplo las mujeres consideran que son una
opción muy pobre para esposos. Además, la política de indigenismo ayuda a
explicar por qué los conocimientos y las prácticas indígenas, como la
ceremonia del fuego nuevo, el calendario ritual de 260 días y la mitología
de los Héroes Gemelos son desconocidos por los habitantes de la región.
Cualquier programa para promover el turismo cultural necesitará re-
introducir tales conocimientos a la región.

El interés popular generado por el llamado "fin del calendario maya" del 21
de diciembre de 2012 fue aprovechado por el gobierno mexicano como una
oportunidad para atraer al turismo, e Izapa iba a beneficiar de esto a
través de recursos federales recibidos por el municipio para la
infraestructura turística. Recursos fueron destinados para la pavimentación
de la calle dentro de la zona arqueológica que va desde la autopista hacia
los Grupos A y B y sobre todo para el desarrollo de infraestructura
turística importante en el pueblo de Tuxtla Chico por medio de una unidad
de servicios para el turismo. Ésta fue diseñada por el arquitecto local,
Jorge González Chong, quien fue influenciado por la teoría de la alineación
galáctica de Jenkins para el diseño del monumento central, una pelota
pasando a través de un aro alineado al amanecer del solsticio de invierno.
En su primera etapa esta unidad de servicios turísticos iba a proporcionar
estacionamiento para autobuses turísticos y un centro de acogió para
visitantes, y la segunda etapa involucraba la construcción de un museo, un
restaurante y cabañas. No obstante, la calle fue terminada unos días antes
del 21 de diciembre y la unidad de servicios, llamado comúnmente el "Parque
del Chocolate" únicamente tenía el monumento central finalizado, el trabajo
se había detenido debido al hecho de que los fondos "desaparecieron".
Regresaremos a esta situación en la sección 3.

Apropiación new age del 2012 y la interpretación de John Major Jenkins de
Izapa
El movimiento new age es un movimiento espiritual que surgió durante la
segunda mitad del siglo veinte. Los adherentes a este movimiento buscan
algo más allá de la religión organizada e intentan llegar a una realización
espiritual profunda por sus propios medios (Suhl y Husted-Jensen 2006).
Como consecuencia no hay una doctrina fija, ni una conceptualización
estandarizada acerca de cómo se define la adherencia a este movimiento
espiritual. Ruiz Torres, López Moya y Ascencio Cedillo (2011: 295) afirman
que el movimiento new age es una "nueva forma de espiritualidad ecléctica,
pluralista, tolerante, individualista y desinstitucionalizada – aunque
también denunciada como consumista, mercantilizadora y homogeneizadora".
Debido a la naturaleza personal de la búsqueda de crecimiento espiritual y
transformación personal el movimiento incorpora concepciones de un
sinnúmero de religiones y otros movimientos espirituales; en la mayoría de
los casos los seguidores se construyen su cosmovisión con un mosaico de
conceptos dispersos de varias diferentes fuentes, en especial egipcias e
hindúes y también mayas (Campion 2011; Jenkins 2002).

La razón por la cual la cuenta larga maya, con el fin del 13ª baktun (un
período de 144,000 días) en diciembre de 2012, era tan atractiva para el
movimiento new age se debe a la idea de un cambio de Era. De hecho el
término "new age", nueva Era, muestra lo importante que es esta
conceptualización en el pensamiento de sus seguidores. Campion (2011:250)
identifica al movimiento como enraizado en el pensamiento escatológico
cristiano el cual ha apropiado la idea de los cambios de Era mediante el
proceso de la precesión de los equinoccios (el cambio lento del
posicionamiento de las estrellas en relación a la tierra) y el cambio
inminente de la Era de Piscis a la Era de Acuario. Sin embargo, la Era de
Acuario sólo se iniciará en alrededor de cien años y, por consiguiente, el
2012 proveyó al movimiento new age una oportunidad de cambio, o un momento
escatológico, dentro de la vida de sus adherentes.

La asociación de la cultura prehispánica mesoamericana con el movimiento
new age tiene su origen con la publicación del libro "Lord of the Dawn"
(Señor del amanecer) de Tony Shearer en 1971 mientras que la asociación de
este movimiento con el calendario prehispánico de 260 días se debe a José
Argüelles quien lo popularizó a través de su libro "The Mayan Factor: Path
Beyond Technology" (1987). Argüelles afirmó que los mayas llegaron a la
tierra para establecer un sistema de convergencia armónica con la galaxia,
por el cual crearon sus calendarios. Aquí también surge por primera vez en
el imaginario new age la idea del centro galáctico; Argüelles llamaba al
centro galáctico "Hunab Ku" y consideraba que, debido a una alineación del
sistema solar con la galaxia, una Era de transformación estaba inminente
debido a un haz de energía transformativo que pulsaba desde el centro
galáctico. Según Argüelles, la ilustración espiritual sólo se podía
realizar adoptando al tiempo cíclico, por el cual cambió el tzolk'in, el
cual fue preservado por grupos indígenas guatemaltecos a través de los
siglos, y estableció un nuevo calendario de 260 días que llamó Dream Spell
(Movimiento 13 Lunas en español; Argüelles 1987). Se hizo popular en la
década de los noventa pero su popularidad ha disminuido considerablemente
en los últimos años.

Sin embargo, desde el comienzo de este siglo el concepto del "calendario
maya" dejó de ser ligado al calendario de 260 días para referirse a la
cuenta larga y la fecha del cierre del ciclo del 13ª baktun, asociado a la
fecha del 21 de diciembre de 2012. Había mucho interés popular en este
tema, el cual se imaginó como un tiempo de desastres o de transformación,
pero que fue disociado de la cultura prehispánica que lo creó (ver, por
ejemplo la antología Braden et al. 2007), por lo menos en el material
disponible en inglés. De hecho, el único autor popular que publicó en
lengua inglesa sobre 2012 quien utilizaba material prehispánica para sus
interpretaciones era el auto-denominado investigador independiente John
Major Jenkins quien se fijó en el sitio de Izapa.

John Major Jenkins puede ser considerado integrante del movimiento new age
por el hecho de que también se basa en la concepción de una nueva Era
provocada por la precesión de los equinoccios y la convicción de que los
seres humanos están a punto de experimentar grandes cambios espirituales
(Jenkins 2002; 2009), ambos aspectos de suma importancia para este
movimiento. En su libro Maya Cosmogenesis 2012 Jenkins (1998) propone que
fueron los astrónomos de Izapa quienes descubrieron el proceso de la
precesión de los equinoccios en las Américas y que crearon la cuenta larga
y la rueda calendárica de 52 años para rastrear el ciclo de la precesión.
El considera que los creadores del calendario de la cuenta larga tenían la
intención que el baktun 13 terminará en el solsticio de invierno de 2012
porque estaban apuntando a una alineación futura del amanecer del solsticio
de invierno con el centro galáctico, identificado con la 'grieta oscura',
el centro visible de la vía láctea. Jenkins propone que este centro fue
venerado por los mayas y que la conjunción de la grieta oscura de la vía
láctea con el sol durante un solsticio era concebido como el momento de
creación de una nueva Era. Por consiguiente, Jenkins interpreta que la
cuenta larga fue desarrollada para rastrear y señalar este evento
astronómico que se da como resultado de la precesión, el cual inaugura una
nueva Era. Jenkins considera que esta alineación en 2012 representa un
tiempo de transformación y renovación.

Jenkins argumenta que esta alineación galáctica estaba codificada en la
cancha del Juego de Pelota del Grupo F de Izapa, la cual está alineada al
solsticio de invierno.[2] En Izapa, durante los tres días alrededor de la
fecha del solsticio de invierno (el 21, 22 y 23 de diciembre) el sol
saliente alumbra el trono al lado poniente de la cancha de pelota. El trono
tiene una cabeza que aparece entre lo que parecen ser las piernas de una
mujer pariendo. Por causa de la precesión de los equinoccios durante los
años alrededor de 2012 la vía láctea se encuentra en frente del trono antes
del amanecer. Por eso Jenkins ha interpretado que el trono es la
representación del renacimiento del dios solar emergiendo de la 'grieta
oscura' de la vía láctea, el centro cósmico, y, por lo tanto es la
representación de una nueva Era. Considera que este dios solar emergente
del trono también está representado en la Estela 11 del Grupo B, orientado
hacia el amanecer del solsticio de invierno, y también en una de las dos
estelas que se encuentran en la cancha de pelota, la Estela 67. Fue esta
interpretación que predominaba en Izapa al acercarse la fecha del 21 de
diciembre de 2012, que se celebró justamente en la cancha del Juego de
Pelota del Grupo F.

Añadimos que la correlación del fin del 13ª baktun con el solsticio de
invierno, el 21 de diciembre, de 2012, es aceptada por consenso pero no
porque fuera demostrada fuera de toda duda (ver Aldana 2011). Esta
correlación se basa en el trabajo de tres investigadores que llegaron a una
fecha para el comienzo de la cuenta larga en agosto de 3114 a.C. de modo
independiente: Goodman calculó la fecha 11 de agosto 3114 a.C., Martínez
calculó la fecha 9 de agosto 3114 a.C. y Thompson obtuvo como solución el
13 de agosto del mismo año, aunque revisó su cálculo unas décadas después y
concluyó que el 11 de agosto era la mejor correlación porque coincidía con
el calendario Tzolkin que todavía se maneja en Guatemala (Normark 2010). En
la arqueología la correlación GMT pone la fecha de comienzo de la cuenta
larga en el 11 de agosto y la correlación GMT +2, el cual es utilizado por
varios académicos de renombre como Floyd Lounsbury, Johana Broda y Linda
Schele, lo fija en el 13 de agosto. De este modo el fin del 13ª baktun
acabó el 21 de diciembre (GMT) o el 23 de diciembre (GMT+2) de 2012.

Sin embargo, se ha desarrollado una situación extraña en México donde se
considera que la fecha de comienzo de la cuenta larga es el 13 de agosto y
el fin es el 21 de diciembre, de ese modo enredando las dos correlaciones.
Ya que la cuenta larga es una cuenta de días, y que un baktun abarca 144
000 días, la exactitud es de suma importancia y no se pueden perder dos
días. Este enredo apareció en el folleto publicado por el patronato de
Tuxtla Chico para el evento del 21 de diciembre de 2012, en guías
turísticas en el sitio y hasta en artículos publicados en Mexico (por
ejemplo Bastos, Engel y Zamora 2013: 315). Podemos añadir que para Izapa
esta fecha de comienzo de la creación un 13 de agosto es atractiva ya que
coincide con el paso del cenit en la latitud de ese sitio, pero como en la
percepción general la fecha del 21 de diciembre se ha hecho tan presente el
uso de la fecha del 23 causaría mayores enredos. Sin embargo, ya que el
significado socio-cultural de la cuenta larga ha sido perdido por completo,
algunos pueden pensar que la pérdida de dos días no tiene mayor importancia
y se puede hacer con impunidad en la apropiación de este artefacto
prehispánico para fines actuales.

Eventos para celebrar diciembre de 2012 en Izapa
La percepción de Izapa como un imán para el turismo internacional empezó a
surgir en 2007, cuando John Major Jenkins y la Maya Conservancy empezaron a
promocionar el sitio en la localidad. Esto incluye la ceremonia de fuego
nuevo de 2010 y también la organización de una Mesa Redonda en torno a
Izapa, que se realizó en Tapachula en junio de 2011. Fue a partir de la
información transmitida por estas personas que surgió la idea que iba a
venir mucha gente para presenciar el 21 de diciembre de 2012. El pueblo de
Tuxtla Chico intentó promover Izapa para el 21 de diciembre con la
esperanza de atraer a los turistas a su pueblo y, en menor medida, educar a
la población sobre la riqueza cultural de la región, incluyendo Izapa; se
reconoció que este tema ha sido abandonado por muchos años (comunicación
personal, S. Armento, 15 agosto 2013). No obstante, la administración
municipal anterior terminó su mandato a mitades de 2012 y una nueva
administración tomó cargo sin mantener continuidad alguna con los esfuerzos
de la administración previa sobre el desarrollo turístico. Para la
organización de eventos y la promoción del pueblo para diciembre el
presidente municipal de Tuxtla Chico formó una comisión de voluntarios, el
"Patronato Izapa de Tuxtla Chico MMXII" en septiembre de 2012. Debido a la
gran expectativa de visitantes, sobre todo de extranjeros, interesados en
presenciar el evento del amanecer el 21 de diciembre de 2012 en Izapa se
organizaron eventos para esa semana, del lunes 17 a jueves 21 de diciembre.


La idea original fue de tener eventos dentro del Grupo F, el sitio
popularmente asociado con Izapa, y hubo intención de organizar ceremonias
de fuego nuevo y de tener un espectáculo de luz y sonido. Sin embargo,
estas intenciones de los organizadores fueron dificultadas por las
regulaciones del INAH que requería una fianza de medio millón de pesos para
eventos dentro de la zona arqueológica además de una gran cantidad de
trámites. Dada la incapacidad para cubrir los requisitos financieros el
único evento en la zona arqueológica fue su apertura temprana para poder
apreciar el amanecer el día 21 de diciembre de 2012 en la cancha del Juego
de Pelota del Grupo F de Izapa, cuya importancia se deriva del trabajo de
Jenkins. INAH tampoco permitió la instalación de equipos de sonido,
alegando que éstos dañaran las estructuras, un argumento que no fue
convincente para el patronato quienes señalaron que espectáculos de luz y
sonido de mucho mayor escala son organizados en Chichén Itzá. La razón
parece ser que el INAH categoriza los sitios arqueológicos de importancia
turística en tres categorías y Chichén Itzá se encuentra en la primera
categoría mientras que Izapa no se encentra ni siquiera en el grupo más
bajo (comunicación personal, S. Armento, 15 agosto 2013).

El patronato deseó llevar a cabo ceremonias de fuego nuevo el 12, 17 y 21
de diciembre pero éstas no se realizaron, la explicación de la directora de
la Secretaría de Turismo de Tuxtla Chico fue que era demasiado caro traer a
los guías espirituales (aj q'ij) de Guatemala ya que ellos cobraban en
dólares en vez de pesos (comunicación personal, Y. Hernandez, 15 agosto
2013). La necesidad de importar guías espirituales guatemaltecos se da por
la pérdida de los conocimientos autóctonos relacionados al ciclo sagrado de
260 días en Chiapas y, por lo tanto, el hecho de que no se realizaron estos
eventos no fue gran cosa para los mexicanos de la localidad, ya que no es
parte de su cultura. De hecho, se ve todavía como "la vil superstición de
los indígenas" que los buenos cristianos del Soconusco rechazan. También se
planearon observaciones astronómicas nocturnas durante la semana de
festividades las cuales no se realizaron debido a complicaciones con la
agenda personal del encargado. En relación a estos eventos no realizados,
es importante destacar que fueron los únicos eventos que iban a combinar a
la zona arqueológica de Izapa con prácticas indígenas o prehispánicas.

Hubo presentaciones de Andrés Cueto y del Dr. Thomas Lee, quien fue
arqueólogo del NWAF durante las excavaciones del sitio en la década de
1960, pero los demás eventos que se realizaron no tenían ningún vínculo con
la cultura pre-hispánica o Izapa. De hecho la semana de festividades llevó
el nombre el "Festival del Chocolate y Rambután Rumbo a Izapa de Tuxtla
Chico 2012". El "Festival del chocolate y rambután" se celebra normalmente
en julio o agosto, pero en este año no se había llevado a cabo debido a
lluvias excesivas. Hay una impresión que este festival estaba aprovechando
del interés generado por la fecha de la finalización de 2012 para poder
promocionar los productores locales, en especial los chocolateros (bebida
de chocolate) artesanos que son una tradición del pueblo. La semana de
festividades incluyeron la presentación del chocolate de las chocolateras
del pueblo y las presentaciones de grupos de baile y otros shows invitados
desde varias partes del país. Estos espectáculos fueron programados en las
tardes, a partir de las 5 pm, de los días 17 a 20 de diciembre de 2012 para
divertir a la gente local. Cabe agregar que estos espectáculos son caros y,
por lo tanto, la justificación para dejar de lado a las ceremonias de fuego
nuevo por falta de recursos es superficial y parece que fue sólo una
excusa. Reafirma que estas prácticas, ligadas al sistema calendárico
prehispánico no forman parte de la cultura local, y tampoco hubo esfuerzos
para enseñar sobre éstas prácticas culturales. Por lo tanto, se ve
claramente que la promoción de Izapa en sí no era de gran importancia para
el Patronato Izapa 2012.

En términos de atraer al turismo, el festival fue un fracaso y en gran
parte esto se debe a la rivalidad que Tuxtla Chico tiene con la cuidad de
Tapachula, ya que ambos consideran que Izapa es "suyo". Los eventos de
Tuxtla Chico en la semana del 17 al 21 no fueron promocionados en Tapachula
ni en la carretera internacional y, por lo tanto, tuvieron escasa presencia
de turistas –aunque hubo tales turistas pero éstos se hospedaron en
Tapachula–. El día 21 de diciembre de 2012 varios turistas nacionales y
extranjeros se quejaron que habían estado en Tapachula desde el 18 o 19 de
diciembre, donde no hubo eventos para celebrar el 2012, y no se habían
enterado del festival en Tuxtla Chico hasta que era demasiado tarde para
asistir. Señalamos que Tapachula, la capital regional, tiene toda la
infraestructura necesaria para el turismo: hoteles, agencias de viajes e
información turística, servicios con que Tuxtla Chico no cuenta. El pueblo
sólo tiene dos moteles y un hotel muy pequeño, todas de baja calidad para
el turismo. En diciembre de 2012 no había ningún restaurante ni cafetería
en este pueblo a que los turistas podían acudir.

Las preparativas del municipio tenían previsto unos 200,000 visitantes para
la mañana del 21 de diciembre, donde el INAH permitió que se abriera el
sitio unas horas antes de lo normal para poder presenciar el amanecer. Un
agente de seguridad presente en el Grupo F de la zona arqueológica de Izapa
estimó que entre 1,500 y 2,000 personas asistieron al amanecer el día 21 de
diciembre de 2012 en dicho grupo de Izapa y hubo poca gente en los otros
dos grupos. La gran mayoría de estos visitantes venían de la región aunque
algunos habían viajado desde otras partes de México. Había algunos turistas
internacionales, la mayoría influenciados por el trabajo de Jenkins pero
nada que ver con los "miles" que la gente local se imaginaba. La directora
de la Secretaría de Turismo municipal reconoció que la asistencia fue menos
de lo esperado y en parte culpaba al INAH de no haberles permitido llevar a
cabo eventos en el Grupo F (comunicación personal Y. Hernández, 15 de
agosto de 2013).

Algunos de los habitantes de la zona arqueológica también buscaron sacar
provecho económico del 21 de diciembre de 2012 y, por ende, establecieron
la "Sociedad Cooperativa Ruinas de Izapa, Grupos A y B" en septiembre de
2011, conformada por 30 familias de los 90 que habitan la zona
arqueológica. El propósito de esta sociedad cooperativa fue el aumento del
aprovecho que los habitantes pueden sacar de la zona arqueológica como
destino turístico. Para el 21 de diciembre ellos tenían presencia en la
bifurcación de la calle empedrada entre los Grupos A y B, encima del
Montículo 26, donde varios miembros de la cooperativa tenían puestos de
venta bajo el techo que habían construido. Vendieron tamales, chocolate y
algunas artesanías que los vendedores habían conseguido desde San Cristóbal
de Las Casas y Palenque, las dos ciudades turísticas importantes de
Chiapas. Organizaron para el mediodía del 21 de diciembre una ceremonia de
fuego nuevo al que asistieron alrededor de 200 personas, el cual fue
presenciado por un guía espiritual local quien había aprendido el oficio
estudiando con guías espirituales guatemaltecos. Esta ceremonia implica el
imaginario posmoderno (Hiernaux 2006) por el hecho de que se está
mercantilizando una actividad cultural de los pueblos mayas para la
diversión de visitantes a una zona arqueológica. También se observó que los
integrantes de esta sociedad cooperativa no participaron activamente en la
ceremonia del fuego sagrada que habían organizado, lo que demuestra que
este tipo de ritualidad no se ve reflejado en su cultura y es posible que
señala una oposición a su identificación como mestizos mexicanos.

A raíz de los acontecimientos de diciembre de 2012 el departamento de
turismo municipal mostró un deseo de crear eventos regulares basados
alrededor del calendario anual e Izapa, específicamente de promover los dos
pasos del cenit solar y las dos fechas del solsticio. Este deseo muestra el
reconocimiento que conciencia local sobre el patrimonio cultural de la
región no va ocurrir de un día para otro debido a muchos años de abandono
cultural (comunicación personal Y. Hernández, 15 de agosto de 2013). La
fecha posterior a diciembre de 2012 fue el paso del cenit solar del 13 de
agosto de 2013, al cual estuvimos presentes. Para el 12 de agosto se
organizó una presentación de Avelino Becerra, especialista local sobre el
tema, acerca del calendario tzolkin e Izapa, e incluyó bailes de su
compañía de danza influenciados por la mitología del Popol Vuh (Los
disfraces de los bailarines eran basados en disfraces tradicionales
guatemaltecos pero nos señaló que históricamente toda la costa del sureste
de Chiapas y Guatemala compartían la misma cultura; comunicación personal
con A. Becerra, 12 de agosto de 2013). Fue interesante que esta
representación de la cultura pre-hispánica no se llevó a cabo durante las
festividades de diciembre y que desafortunadamente este evento en agosto no
fue bien presenciado. Para el paso del cenit del medio día del 13 hubo
pocos turistas, un grupo acompañó a Avelino Becerra al pilar en el Grupo F
mientras que el arqueólogo Garth Norman llevó a un pequeño grupo de
turistas extranjeros al Grupo B. No hubo evento organizado por la
cooperativa de residentes de la zona arqueológica y nos informaron que esta
cooperativa ya dejó de funcionar, aunque permitieron a Avelino realizar una
ceremonia de fuego nuevo en su terreno, extrañamente celebrada a las 4 de
la mañana del día 13 al cual participaron unas 10 personas. Un año después,
el 21 de diciembre de 2013, el subsecretario de turismo de Tuxtla Chico fue
a presenciar el amanecer del solsticio de invierno en el Grupo F. En base a
la fotografía que tomó parece que no había nadie más allá. Tampoco parece
que los habitantes locales fueron a la zona arqueológica para presenciar el
paso del cenit del 30 de abril de 2014. Esto señala cómo la cosmología de
Izapa, real e imaginaria, no había entrado en la mentalidad de los
habitantes de esa región a raíz del interés suscitado por el fin de la
cuenta maya de 2012.

3. Los obstáculos para el desarrollo del turismo en Izapa

El turismo internacional a Izapa y al pueblo de Tuxtla Chico comenzó en
serio a partir de la llegada de los cruceros en 2006. Sin embargo, el mayor
aprovechamiento de este turismo lo han realizado agencias de viajes de
Tapachula quienes tienen acuerdos con los barcos cruceros que atracan en
Puerto Chiapas para llevar de paseo a los pasajeros. Su programa incluye
una visita a Izapa antes de ir al pueblo de Tuxtla Chico para
demostraciones sobre el chocolate artesanal. Por lo tanto, Izapa en sí no
es un destino, sino un atractivo más en la región. La gran mayoría de
turistas únicamente visitan el pequeño Grupo F y no entran a la zona
principal, donde se ubican los Grupos A y B. Esto se debe principalmente al
hecho de que el sitio no es visualmente espectacular. Debido a que empresas
de la ciudad vecina de Tapachula son los que han aprovechado del flujo
turístico existente ha resultado en rencor por parte de los habitantes del
pueblo de Tuxtla Chico y los habitantes de la zona arqueológica, quienes no
logran aprovechar de forma económica del sitio.

Nuestro trabajo de campo ha resaltado varias dinámicas de conflicto en esta
zona arqueológica. El primero es un conflicto entre los municipios de
Tuxtla Chico y Tapachula, el segundo, un conflicto entre los residentes
rurales de Izapa y el pueblo de Tuxtla Chico, el cual es la cabecera
municipal, y finalmente conflictos entre las familias que habitan la zona
arqueológica. Como hemos señalado anteriormente, los conflictos entre las
ciudades de Tuxtla Chico y Tapachula son tal que el primer mencionado no
anunció los eventos que había organizado para diciembre de 2012 en la
capital regional de Tapachula. Con respeto al segundo conflicto hemos
encontrado que los residentes rurales de la zona arqueológica se sienten
marginados de la élite urbana de Tuxtla Chico y los eventos de 2012 también
sirvieron para distanciar aún más a la comunidad rural de Izapa de los
residentes urbanos de Tuxtla Chico; ellos se quejaron de que sintieron que
fueron utilizados debido a que Izapa fue la razón ostensible por los
eventos organizados para diciembre de 2012 pero que el comité organizador
más bien utilizó la oportunidad para promover su pueblo en lugar del sitio
arqueológico. Por lo tanto, se vuelve evidente que existe una inconformidad
entre los habitantes de la zona arqueológica y la cabecera municipal; la
comunidad se siente constantemente marginada por los tuxtlachiquenses y
también está de la opinión que la élite de Tuxtla Chico (que conformó el
Patronato Izapa 2012) se estaba aprovechando de los habitantes de la zona
arqueológica para promover Tuxtla Chico y sus prestadores de servicios
turísticos: para ellos Izapa es un atractivo más en la región y tampoco les
importa el desarrollo de la zona principal de Izapa.

En tercer lugar, y posiblemente el más vehemente, es el conflicto entre las
familias de la zona arqueológica. En particular el hecho que unas pocas
familias se beneficien de la zona arqueológica a través de sus empleos como
custodios causa resentimiento, ya que viven mucho mejor en comparación con
sus vecinos. Esto no es específico a Izapa y es casi siempre el caso en las
comunidades que habitan en zonas arqueológicas en México (Castañeda 2009
relata esta situación en Chichén Itzá). Además las regulaciones vigentes en
Izapa no permiten realizar ventas y los únicos que pueden evitar éstos son
las familias en los grupos abierto al público que venden desde el patio de
sus casas. Hay que recordar que los habitantes de la zona son pobres y su
deseo principal es de sacar provecho económico de la zona arqueológica. Por
esta razón encontramos que las excavaciones arqueológicas del NWAF se
recuerdan cariñosamente, ya que trajeron ingresos necesarios a toda la
comunidad y, por el otro lado, el hecho de que ven a las agencias
turísticas de Tapachula que traen a los turistas y hacen ganancias de esto
lleva a resentimiento de que ellos no pueden involucrarse en lo que
perciben como una actividad muy lucrativa.

En lo que se refiere a los habitantes de la zona, ellos tienen poca
identificación con Izapa como parte de su patrimonio cultural. Llegaron a
esta conclusión de forma independiente dos investigaciones en base de
trabajo de campo sobre el sitio arqueológico y su importancia a la
comunidad local (Gutiérrez 2012; Vogel 2014). En primer lugar es evidente
que Izapa no tiene valor además de su valor de uso para la comunidad, por
medio de la venta de productos agrícolas o expresado en el deseo de saber
más sobre el 'valor' de las 'piedras bonitas', las estelas talladas de
Izapa. Esto muestra claramente la conceptualización del utilitarismo de
Izapa por parte de sus habitantes e influye en las acciones de los
habitantes cuando interactúan con entidades externas. Además, el sitio
arqueológico forma parte de su propiedad privada, que corrobora su
conceptualización utilitaria de los objetos arqueológicos y que influye en
su conducta hacia organizaciones como el INAH. En segundo lugar, Vogel
(2014) encontró que a nivel escolar los niños de la localidad pueden
dibujar a la zona arqueológica de Izapa (en la mayoría de los casos sólo
incluyeron al Grupo F). Sin embargo, no pueden dar indicaciones acerca de
dónde en el municipio se encuentra Izapa, ni saben dónde el sitio está en
relación con sus propias casas o el pueblo de Tuxtla Chico. Los resultados
de este ejercicio muestran que Izapa queda en un vacío conceptual que se
asocia con la falta de conocimientos acerca de la zona arqueológica. Esta
falta de conocimientos acerca de Izapa, de los resultados arqueológicos y
de las teorías propuestas en relación con el sitio también se refleja entre
los adultos (los habitantes de la zona arqueológica, así como en el
municipio más amplio; Gutiérrez 2012; Vogel 2014).

Lo que esto demuestra, y que propulsa el conflicto entre la comunidad de
Izapa y el INAH, es una distinción entre la propiedad privada y el
patrimonio nacional: los habitantes de la zona arqueológica tienen una
visión muy utilitarista de sus terrenos, quieren aprovechar económicamente
de sus terrenos y, por lo tanto, se han dedicado a actividades agrícolas de
pequeña escala, siendo esto más importante en la parte sur de la zona. Si
no sirve un cultivo, como es el caso del cacao que está plagado, lo cambian
para poder sacar mayor provecho de otro modo (como por ejemplo por el
rambután). Por ende, el utilitarismo se enfrenta con la visión del
patrimonio cultural presentado por el INAH acerca de la necesidad de
salvaguardar los monumentos a todo costo para las generaciones futuras.
Tentativamente se puede concluir que si los habitantes de la zona
arqueológica no ven un modo de aprovechar económicamente de ésta, no se va
lograr la protección adecuada de ella.

La asociación que fue hecha entre Izapa y el 2012 ha incrementado
expectativas en el municipio. La concepción de que iban a venir muchos
turistas a visitar Izapa para el 21 de diciembre de 2012 fue muy común en
todo el municipio: la sociedad cooperativa en Izapa como también el
patronato en Tuxtla Chico mantuvieron una idea de que vendrían muchos
turistas y, sobre todo, que vendrían muchos extranjeros. El representante
del INAH en Tapachula en 2013 mencionó que "todos creyeron que se iban a
hacer ricos", aunque la venta de comidas y bebidas para un evento único
nunca iba a resultar en riqueza duradera (comunicación personal con H.
Olivares, 14 de agosto de 2013). El representante del INAH puso de
manifestó las expectativas indebidas de la comunidad y de la industria
turística de la cercana ciudad de Tapachula quienes esperan encontrar un
nuevo Palenque por debajo del sitio arqueológico (siendo Palenque el sitio
prehispánico más importante del estado) y, como en Palenque, desean ver los
montículos restaurados en piedra aun cuando es imposible porque tal
arquitectura es característica del periodo clásico, el estilo del periodo
preclásico de Izapa consiste en montículos de tierra. Lo que esto señala es
el deseo de los habitantes de que sus propiedades se convierten en un
atractivo turístico importante, probablemente porque esto les permitiría
vender sus terrenos a un alto precio y no para que se convierten en
prestadores de servicios turísticos.

Esta situación de rencor y conflicto dentro de la comunidad de la zona
arqueológica pone graves limitaciones en el potencial de desarrollo comunal
del sitio. En un estudio anterior (Johnsson 2011) se señaló la necesidad de
organizar a la comunidad local para que resulten beneficiarios del
desarrollo del sitio. Sin embargo, ha sido difícil lograr esto. Aunque en
2010 se juntaron varias familias de la comunidad de Izapa para poder
aprovechar mejor del aumento en los flujos turísticos, sus esfuerzos se
limitaron a vender bebidas y comidas regionales cuando se enteraban que
iban a llegar visitantes de los cruceros. A finales de 2011 se conformó la
Sociedad Cooperativa Ruinas de Izapa Grupos A y B para prepararse para los
eventos de diciembre de 2012 (ver sección 2). Sin embargo, después de esa
fecha la cooperativa se ha ido derrumbando y para el 2014 ya no existía. A
pesar de que en febrero de 2013 se les presentó una propuesta para
desarrollar un sendero turístico (ver sección 5) con el apoyo de recursos
externos, el cual hubiera sido manejado por la cooperativa, los miembros no
aceptaron la propuesta debido a conflictos internos entre las familias
quienes forman parte de este grupo (comunicado personal del presidente de
la cooperativa N.Tercero, 23 de febrero de 2013). Otro ejemplo que
demuestra la falta de confianza en la zona es el hecho de que hay
únicamente una artesana local que hace creaciones artísticas influenciadas
por las estelas de la zona arqueológica y quien tiene un puesto en la
entrada del Grupo A. Como la gran mayoría de visitantes van al Grupo F,
donde venden pocas cosas y nada específicamente de la zona de Izapa se hizo
la sugerencia que la artesana del Grupo A dejara que se comercialicen sus
creaciones en el puesto del Grupo F, pero como no hay confianza entre las
familias no aceptaron esta propuesta.

Un obstáculo grave para el desarrollo de Izapa fue identificado por el
antiguo representante del INAH en la región, a quien entrevistamos en
agosto de 2013, que es la presencia de múltiples "líderes de la comunidad"
que buscan sacar provecho económico de la zona para ellos mismos y para sus
seguidores, pero que se quedan con los recursos que logran bajar para
proyectos y después echando la culpa al INAH y sus normativas para explicar
la falta de desarrollo de Izapa. Esta práctica ha convertido al INAH en el
chivo expiatorio local. Primero este informante preguntó ¿cuántos
habitantes puede tener la zona de Izapa? ¿Tal vez mil? Después se pregunto,
¿cómo puede ser que, en una comunidad de mil personas, puede haber diez
diferentes líderes? Demasiada gente queriendo controlar muy poca gente.
Comentó que, además de la cooperativa mencionada anteriormente hay muchos
otros grupos que existen, la "Frente Izapa", "Ruinas de Izapa" etc. y que
todos terminan peleando entre sí. Explicó que estos líderes de la comunidad
toman un grupo de personas, luchan por alguna obra, por ejemplo el
alumbrado público, bajan recursos y se guardan la mitad para ellos mismos.
Dio ejemplos de recursos que se han recibido para la pavimentación de la
calle o para el alumbrado público donde los habitantes reclamaron que los
líderes se quedaron con una parte o la totalidad del dinero, y que después
afirmaron que fueron las normativas del INAH que impidieron la realización
de la obra. "Como no hacen nada porque se robaron el dinero terminan
diciéndole a toda esa bola de gente que no lo hicieron porque el INAH no
dejó." (Comunicación personal H. Olivares 14 agosto de 2013)

Luego planteó la cuestión de si estos líderes de verdad están preocupados
por el patrimonio y el bien-estar de su comunidad o si están preocupados en
bajar recursos y robarse la mitad, y concluyó que esta última es lo que
impulsa el deseo de desarrollar a Izapa, de sacar recursos para ellos
mismos o por lo menos para asegurar que el desarrollo de infraestructura le
beneficie al líder de la comunidad y su gente pero no a los habitantes que
siguen a otro líder. Fue clarificado que el enlace entre el INAH y los
habitantes de la zona arqueológica es técnicamente el enlace municipal,
quien informa a la presidencia municipal. No obstante, este individuo se
vuelve uno de los diferentes líderes de la comunidad quien intenta promover
la gente que le sigue pero no a la comunidad entera. Por ejemplo nos
contaron que iban a construir un camino pero el agente municipal quería que
se detenga a cierto punto y que no continúe, para que él y su gente
aprovechen de esto pero los que están más adelante, que siguen a otro
líder, no pudieran beneficiar ya que ellos no pelearon por los recursos.
Por lo tanto, podemos concluir que la posición existente de enlace
municipal, que sirve como enlace entre la comunidad y el INAH, no es una
solución práctica.

También hay una creencia generalizada entre los habitantes de la zona
arqueológica de que su sitio ha sido saqueado por los arqueólogos durante
los últimos años (aunque la evidencia anecdótica sostiene que muchos
propietarios han vendido objetos encontrados en sus tierras). Esto incluye
nociones inverosímiles de tesoro que se ha encontrado, aunque ningún objeto
de oro fue encontrado durante las excavaciones de la NWAF. También hay
conocimiento de que el INAH se ha llevado algunas estelas y consideran que
éstas tienen que ser regresadas, aunque el representante del INAH en
Tapachula enfatizó que no fueron llevadas sino expuestas para que todos
puedan verlas en los museos en México y Tapachula. Sin embargo, los
habitantes insisten de que se regresen, aun cuando su presencia en los
museos ayuda a animar a la gente a visitar Izapa. Este deseo se debe a la
creencia de que el regreso de las estelas incrementará el turismo y no por
alguna preocupación sobre el patrimonio. Además, la percepción utilitarista
que tienen los habitantes sobre el sitio toma precedencia sobre cualquier
deseo de comprender la historia y el significado del sitio fue puesto de
manifesto por una anécdota que nos contó la encargado regional del INAH: él
había sugerido a la comunidad que él visitaría y diera una pequeña charla
sobre el sitio con el fin de aumentar la conciencia local, al que
respondieron, ¿Cuánto les pagaría por eso? Después descubrió que algunos de
los líderes de la comunidad habían dicho a los habitantes que necesitaban
cobrar por cualquier cosa que tenía que ver con el patrimonio. Por lo
tanto, concluyó que los habitantes no están interesados en la historia ni
la arqueológica y únicamente en sacar provecho económico del sitio. Este
representante del INAH dejó su puesto a principios de 2014.

Esta cultura de corrupción que penetra la sociedad es un impedimento mayor
para el desarrollo turístico y ha impedido la realización del más
importante desarrollo de infraestructura para Izapa. Este proyecto se
denominó la Unidad de Servicios para la Zona Arqueológica de Izapa pero fue
comúnmente llamado el "Parque del Chocolate"[3]. El municipio de Tuxtla
Chico recibió una cantidad importante de recursos federales para este
proyecto de infraestructura turística en 2009 y la construcción comenzó el
año después. Sin embargo, el trabajo se detuvo por causa de la
"desaparición", probablemente el robo, de recursos en algún momento después
de marzo de 2011, la primera vez que nosotros visitamos el sitio. Para
diciembre de 2012 esta construcción estaba incompleta y abandonada. Así
quedó para nuestra última visita de campo en abril de 2014. Cuando
preguntamos al representante de turismo del gobierno municipal de Tuxtla
Chico (2012-2015) sobre esto en agosto de 2013 nos explicaron que el
proyecto del Parque del Chocolate no fue formalmente entregado a ellos por
la administración anterior, y como no lo han recibido formalmente por lo
tanto no existe (comunicación personal con Y. Hernandéz, 15 de agosto de
2013). Esto sería debido a que ni el anterior ni la actual administración
municipal quiere tomar la responsabilidad formal de esta obra inacabada. El
Parque del Chocolate se erige como un monumento al fallo de desarrollar
Izapa.

Hay que señalar la importancia que esta construcción hubiera tenido para el
desarrollo turístico de Izapa. Hubiera respondido a los siguientes
problemas: la falta de espacio de estacionamiento para autobuses turísticos
en el Grupo F y en el pueblo mismo, la falta de centro de visitantes y
baños, y la falta de espacio de ventas donde turistas pueden comprar
comida, bebida y suvenires, incluyendo la venta del chocolate artesanal
tradicional (este último fue la razón subyacente por el nombre del parque).
La primera fase de construcción iba remediar esta situación, y una segunda
fase de construcción iba ver la construcción de un museo, un restaurante,
un lago artificial y cabañas para el uso de los visitantes. El terreno para
la segunda fase ni siquiera ha sido preparado. Preguntamos con un ingeniero
quien dijo haber estado trabajando en el proyecto en el momento y que nos
aseguró que financiación suficiente fue puesto a disposición para tanto la
primera como la segunda fase de construcción. Esto habría sido una suma muy
considerable.

El Parque del Chocolate también ilustra otra dificultad para el desarrollo
turístico en la región: el problema causado por los cortos mandatos de
gobernación municipal. El Parque se ubica cerca de las orillas del río
Izapa y más o menos a mitad de camino entre el centro de Tuxtla Chico y el
Grupo F de la zona arqueológica. La propuesta fue que visitantes
desembarcaran de su transporte en el parque y que tomaran un sendero que
los llevaría al Grupo F. Sin embargo, este camino tenía que cruzar por
terrenos privados. En marzo de 2011, cuando la construcción estaba en
marcha, preguntamos acerca de esto; la familia terrateniente del Grupo F
nos dijo que nunca fueron consultados sobre esto. También nos reunimos con
el dueño del terreno colindante al centro de visitantes por el cual el
sendero iba cruzar. Nos contó que estaba en negociaciones con el presidente
municipal anterior (2008-2010) pero no llegaron a un acuerdo y que el
presidente municipal vigente (2010-2012) no había reanudado las
negociaciones sobre esto. Esta situación muestra las dificultades que
surgen debido al corto plazo de las administraciones municipales, que eran
de dos años, aunque desde 2012 estos han sido ampliados a mandatos de tres
años.

La posición del INAH sobre la insignificancia de Izapa
Nuestra propuesta sugiere que Izapa puede convertirse en un centro de
turismo cultural debido a su importancia con respeto al sistema calendárico
prehispánico, especialmente el calendario de 260 días. Sin embargo, un
impedimento mayor para realizar este objetivo es la posición del INAH que
considera que esto no es el caso. Para el cenit del 13 de agosto de 2013
el municipio de Tuxtla Chico invitó a Avelino Becerra, considerado como el
experto en la región sobre Izapa, para dar una ponencia sobre el sitio y su
importancia. El señaló la conexión entre Izapa y el calendario tzolkin como
la consecuencia del paso del cenit en esa latitud y dio una explicación de
los signos ideográficos de los veinte días que conforman este calendario,
utilizando el término 'nahuales' para éstos, que denota entidades
espirituales. De hecho su ponencia puso de manifestó la apropiación
contemporánea de la espiritualidad maya, lo que resalta que las personas
interesadas en esto son un grupo importante que habrá que atraer a Izapa a
través del desarrollo del sitio como un destino del turismo cultural.

El representante del INAH en Tapachula estuvo presente a esta presentación
y fue entrevistado poco después. El era desdeñoso de la ponencia de
Becerra, alegando que no tenía ninguna base en la realidad, que no hay
ningún vínculo entre Izapa y los 20 días del tzolkin ya que no hay glifos
representando los días en Izapa. Audazmente solicitó "que me enseñe una
estela que tenga un glifo del [tzolkin]". De acuerdo al representante del
INAH, y podemos asumir que su posición es compartida ampliamente en el
INAH, "en Izapa no se invento el calendario porque no hay glifos. No hay
escrituras. No hay fechas, no hay nada" (comunicación personal con H.
Olivares, 14 agosto de 2013). Según el INAH los glifos calendáricos más
tempranos son del valle de Oaxaca durante la era de Monte Albán I (500-200
a.C.; Broda 1969: 77-81).

Hay algunos argumentos en contra de esto. En primer lugar hay que recordar
que Izapa se ubica en una frontera lingüística, al punto más meridional de
la expansión mixe-zoque y en la frontera de la zona de habla maya de
América Central. El hecho de poner lenguaje, es decir glifos, en las
estelas favoreciera a un grupo sobre el otro y dificultará la compresión de
algunas personas, especialmente los que visitaron desde lejos (comunicación
personal con V.G. Norman, 14 de agosto de 2013). En efecto, hay que
recordar que las estelas izapeñas se destacan por su estilo narrativo
iconográfico, lo que las ha hecho reconocidas en el estudio de la historia
del arte. Esto contrasta con las imágenes producidas por los olmecas y los
mayas que favorecen la representación de líderes políticos. Además, Izapa
no era tanto una ciudad sino un centro internacional de conocimiento, lo
que permite comprender la tremenda longevidad del centro ceremonial: en
contraposición a ciudades-estados prehispánicas como Palenque que se
levantaron para después caer Izapa ya estaba establecido en la era
preclásica tardía y se mantuvo activo hasta bien entrado el periodo
posclásico –a pesar de que hubo un evento catastrófico causado por la
erupción del cercano volcán Tacaná alrededor de 75 a.C.–. Sin embargo, la
gente regresó al sitio, construyendo un nuevo centro en lo que hoy en día
es el Grupo F (ver sección 4). Además, Norman, durante su estudio de toda
la vida del sitio, sí ha identificado glifos representando a días que
pertenecen a la rueda calendárica de 52 años, un sistema calendárico que
estuvo en uso en toda Mesoamérica, por ejemplo 1 Imox 4 Pop en la Estela
12, el equinoccio de otoño de 176 a.C. (Norman 2012:69).

Con respeto a los glifos ideográficos de los veinte días se entiende en
general que las instituciones religiosas tienen información disponible al
público en general y conocimientos que únicamente se comparte con los
discípulos. Coggins (1996) ha sugerido que esta situación puede aplicar a
Izapa. Bajo estas circunstancias parece que las imágenes en las estelas
expuestas alrededor de las plazas ceremoniales son claramente para el
consumo público y que otros conocimientos, incluyendo los conocimientos
esotéricos sobre los días del tzolkin y sus poderes, fueron reservados para
iniciados que estudiaron en Izapa antes de regresar a sus lugares de origen
para servir como sacerdotes del calendario. Finalmente, con respeto a Monte
Albán I como sitio de los primeros glifos calendáricos podemos observar que
virtualmente no hay evidencia de presencia humana antes de esta época,
(Monte Albán I es la primera fase de asentamiento, no hay otro anterior) y
conocimientos sobre el calendario no pueden haber surgido totalmente
formados desde el inicio, sino más bien los conocimientos fueron traídos de
otro lado. Si consideramos que Izapa fue asentado desde 1500 a.C. esto les
dio mucho tiempo para la observación de los astros y el desarrollo del
calendario, independiente de la construcción intensiva de plazas que data
de los años 300 a.C.

La hipótesis que las estelas izapeñas proporcionan la evidencia más
temprana de la mitología de la creación que fue preservado en la narrativa
del Popol Vuh en el siglo XVI y, por lo tanto, es el hogar de una corriente
de pensamiento mitológico que transcendía milenios, también fue descartado
por el representante del INAH en Tapachula, quien no está convencido por el
trabajo de Beatriz Barba de Piña Chan (comunicación personal con H.
Olivares, 15 agosto 2013). Sin embargo, tanto el periodo de 260 días entre
el paso del cenit en Izapa y la similitud de las estelas con los relatos en
el Popol Vuh fueron mencionados en el informe de 2007 que escribió el
centro INAH Chiapas y que sirvió para detener la ampliación de la carretera
que cruza por la zona arqueológica entre el km.10 y 12. No obstante, aparte
de éste, no hay ningún documento en el que el INAH explica su posición en
relación con el sitio. Además el subdirector de la Secretaría de Turismo de
Tuxtla Chico en 2013 mencionó que "no sabemos cuál es la versión oficial
del INAH sobre Izapa – Si hay alguna" (comunicación personal con A. Cueto,
15 agosto 2013). En una entrevista con el director del INAH en la capital
del estado, Tuxtla Gutiérrez, en noviembre de 2013 fue confirmada que no
existe una versión oficial acerca de las teorías relacionadas con Izapa.

Tanto el arqueólogo Emiliano Gallaga, director del INAH Chiapas en 2011,
quien fue remplazado a finales de 2013, y su sucesor, Miguel Riva-Palacio
(quien dejó su puesto a principios de 2014) mantuvieron que para el INAH
Izapa es un pequeño sitio, sin gran importancia ubicado en la periferia.
Cuando los entrevistamos, ambos enfatizaron que en Chiapas hay 2,400 sitios
arqueológicos que han sido identificados y están protegidos por ley
federal. Únicamente unos diez de estos sitios están abiertos al público e
Izapa es el único que consiste de propiedades privadas con unas plazas
abiertas al público. Desde la perspectiva del desarrollo turístico es
evidente que el INAH no tiene interés en desarrollar la región costera de
Chiapas para el turismo ya que Palenque, al norte, trae grandes ingresos y,
además, sirve como un punto focal para el turismo hacia los sitios de
Bonampak y Yakxilián. No tienen ningún deseo de crear una nueva región
turística porque Izapa recibe muy pocos visitantes: INAH clasifica los
sitios arqueológicos de importancia turística en tres grupos e Izapa no se
encuentra ni siquiera en el grupo de menor importancia. El representante
del INAH en Tapachula comparó el sitio de Palenque, que durante la
temporada vacacional recibe hasta un millón de visitantes al día, todos
quienes pagan por su ingreso, con Izapa, que recibe menos de mil visitantes
al mes y donde la entrada es gratis. Afirmó que, en su opinión, sería mejor
para el instituto sacar a las estelas y cerrar el sitio (comunicación
personal con H. Olivares, 15 agosto de 2013).

Dicho esto, sí existe un interés de promover a Izapa por parte de la
comunidad política y de negocios tapachultecos, ya que la región del
Soconusco, en gran parte, está excluida de los flujos turísticos en el
estado e Izapa, por todas sus limitaciones, es el sitio arqueológico
principal en la región y se ubica muy cerca de la capital regional,
Tapachula. La Secretaría de Turismo del estado ha hecho esfuerzos de
promover una ruta turística a través del Soconusco y la cámara de comercio
local, Coparmex, ha exigido mayor promoción para esta región. El
representante del INAH en Tapachula reconoció que hay presión por parte de
los líderes empresariales, que se quejan de que el INAH no hace ningún
esfuerzo cuando se trata de Izapa, pero argumenta que el rol del gobierno
municipal de promover Izapa al nivel estatal para que el gobernador del
estado y los representantes de Chiapas en las dos cámaras de representantes
en la Cuidad de México promuevan a Izapa y pongan presión a la oficina
central del INAH en la capital para ampliar y desarrollar el sitio.

4. La Importancia de Izapa

Este apartado incluye un estado del arte comprensivo de documentos en
inglés y español con el propósito de destacar la importancia de Izapa.
Demuestra que el sitio fue un antiguo centro ceremonial de importancia
desde la época del preclásico tardío y que influenció las civilizaciones
posteriores de la época Clásica como Teotihuacán y las ciudades-estados
mayas.

Excavaciones durante los años sesenta determinaron que la zona arqueológica
de Izapa ocupa un sitio de 4km² – 400 hectáreas, de los cuales únicamente
127 hectáreas, que conforman la zona central del sitio, están protegidas
por el decreto presidencial de 2002. Sin embargo un estudio reciente afirma
que la zona arqueológica es más grande que originalmente pensado;
Rosenswig, López-Torrijos, Antonelli y Mendelsohn (2013) encontraron un
grupo de once montículos al este del rio Izapa y unos veinte más al
suroeste de los Grupos A y E. Aunque algunos arqueólogos señalan que es muy
probable que Izapa haya sido asentada desde antes las pruebas más tempranas
datan desde 1500 a.C. (Ekholm 1969). La construcción de los monumentos y de
las áreas públicas del centro ceremonial se realizó en el preclásico tardío
entre 300 a.C. y 100 d.C. y el sitio fue asentado hasta 1200 d.C. (Lowe et
al. 2000), un hecho que es destacable y a diferencia de otras ciudades
prehispánicas que crecieron para después caer. El hecho de que Izapa fue
habitado continuamente por casi tres milenios es único en el mundo
mesoamericano y esto también fue destacado en el estudio del INAH Chiapas
(2007). Aunque oficialmente los encargados del instituto mantienen que fue
un centro ceremonial pequeño y de poca importancia, la longevidad del
antiguo centro ceremonial de Izapa es la evidencia principal que revela que
sí tuvo gran importancia cultural.

Izapa se alinea de manera estratégica con los dos volcanes más altos de
América Central: el Tacaná al norte y el Tajumulco al este. La ubicación y
orientación de Izapa hacia estos dos puntos topográficos prominentes ayudó
a la ciudad a alcanzar la prominencia como un centro ritual importante y de
peregrinaje en la Mesoamérica temprana. Tal como se registra en el Popol
Vuh y se representa en el tablero inferior de la Estela 5, estas dos
cumbres volcánicas representan simbólicamente las primeras masas de tierra
en levantarse de las aguas primigenias de la creación (Norman 2012;
traducción al español en prensa). Los antiguos constructores de Izapa
colocaron los monumentos esculpidos en piedra en grandes plazas
rectangulares, con la parte tallada de las estelas encarando la plaza y
colocado en frente de montículos cubiertos de tierra, piedra y barro que se
encuentran en los cuatro lados de las plazas. Ellos no solamente calibraron
de manera precisa la escala que seguían los grabados en piedra de los
monumentos, sino que también planearon, regularon y orientaron todo el
centro ceremonial de Izapa, con sus montículos y monumentos, hacia los
ciclos del sol, la luna, Venus y otras estrellas en sus posiciones en el
horizonte oriental (Norman 2012).

Los orígenes de Izapa
Una gran cantidad de estudios recientes (Clark y Gosser 1995; Clark y
Cheetham 2002; Lesure y Blake 2002; Rosenswig 2006; Rosenswig 2007;
Rosenswig 2012a; Rosenswig et al. 2013) acerca del Soconusco iluminan la
situación de esta región durante la época preclásica. Es una región
relativamente pequeña, ubicada entre la costa del océano Pacifico y la
cordillera de la Sierra Madre mexicana, pero altamente fértil. Los
primeros centros políticos de la región surgieron en el área de Mazatán,
comenzando con Paso de la Amada entre 1700 y 1400 a.C. (Lesure y Blake
2002) y las sociedades que conformaron estos centros no evidencian
diferencias de clase (Rosenswig 2007). El contacto con los olmecas a partir
de 1400 a.C. provocó algunos cambios ideológicos durante el precláscio
temprano (1500-1000 a.C.), sin embargo, no fue hasta el surgimiento de La
Blanca, al otro extremo de la región soconusquense, a partir de 1000 a.C.,
durante el preclásico medio, que se dio un cambio notable en la forma de
organización social (Rosenswig 2007 y 2012a) con el surgimiento del sistema
de tributo y la consecuente estratificación social (Rosenswig 2005). Se
dio un marcado aumento en la población urbana y se empezó la construcción
de grandes monumentos en el centro político primario de La Blanca y también
en los centros secundarios como Izapa, donde comenzó la construcción del
Montículo 30 (Ekholm 1969). Se propone que estos montículos de forma de
cono, que parecen representar volcanes, tenían la función de representar a
la montaña de la creación y por lo tanto servían como un escenario ritual
para la actuación política (Reilley 1999).

Sin embargo, la importancia de La Blanca fue efímera y decayó como centro
político primario alrededor de 850 a.C. (Rosenswig 2012a) y, por
consiguiente, se abandonó la región costera del Soconusco con el
surgimiento de Izapa como el centro importante de la región (Rosenswig
2012a; 2012b; 2013). Rosenswig (2012b: 117) afirma que: "Izapa pudo haber
comenzado como un centro secundario durante el sistema de gobierno de La
Blanca pero, a diferencia de otros centros de la fase Conchas [1000-850
a.C.] como La Blanca, La Zarca, El Infierno, y Cuauhtémoc, creció durante
toda la época del preclásico medio [1000-350 a.C.] y alcanzó su mayor
extensión en el preclásico tardío [350 a.C. -100 d.C.]." cuando se
realizaron la construcción de los monumentos más importantes en Izapa. El
hecho de que el sitio fue continuamente asentado es más sorprendente
todavía si consideramos que se encontraba en una zona fronteriza: Izapa se
encuentra en la zona extrema del sur-este del área de habla mixe-zoque
(Lowe et al. 2000), grupo lingüístico relacionado a la lengua de los
olmecas, considerado como la cultura madre la Mesoamérica. Su ubicación
pone a Izapa dentro del territorio olmeca y fronterizo con los pueblos
mayas que se estaban formando en el Petén en Guatemala. Esta ubicación
entre grupos lingüísticos significa que estaba en una región de intercambio
cultural entre los pueblos mixe-zoqueanos y mayas y el hecho de haber
permanecido intacto por tantos siglos pone en evidencia la importancia
cultural que este centro ceremonial debe de haber tenido para todas las
culturas de la región.

Coe, entre otros, considera que la cultura izapeña formó un puente entre
las culturas olmeca y maya entre el 400 a.C. y el siglo III d.C. (Coe
2001:218, INAH 2007:7). Sin embargo, esta propuesta se ve desmentida porque
la cultura maya ya se estaba desarrollando en la Cuenca del Mirador en
Guatemala a partir de 700 a.C. (Sharer y Traxler 2006), al mismo tiempo que
floreció la ciudad olmeca de La Venta. La versión tradicional también
considera que Izapa se desarrolló mediante la influencia olmeca que vino
desde la costa del Atlántico hasta el Pacífico, sin embargo la evidencia
cerámica señala lo opuesto, ya que la cerámica más temprana que se ha
encontrado en Mesoamérica proviene de la región costera del sur de Chiapas
y data de 1600 a.C. (Willey 1989:433). Girard (1949) también señaló la
existencia de materiales, sobre todo cerámicas, excepcionalmente tempranas
encontradas en la costa del Pacífico de México y Guatemala. Esto permite
plantear la posibilidad de que las primeras sociedades se desarrollaron en
la región costera del Pacífico y que migraciones y contactos por comercio
hacia el Golfo de México por medio del Istmo de Tehuantepec hizo posible la
ascendencia de la cultura olmeca a partir de 1200 a.C. y no al revés
(Malmström 1997:45; Piña Chán 1982).

Las plazas ceremoniales de Izapa
Izapa se constituye de ocho plazas ceremoniales y a partir de las
excavaciones se han registrado 271 esculturas, incluyendo a 89 estelas, 90
altares y 3 tronos, todos con temas tallados en bajo relieve (Lowe et al.
2000: 127) en un estilo artístico que se ha asociado con el sitio mismo: el
estilo izapeño (Coe 2001: 99-100). Estas estelas se encuentran en su
mayoría alrededor de las plazas de los Grupos A y B y Guernsey (2006) añade
que el espacio sagrado se articuló mediante las estelas que tenían el
propósito de sustituir a los intérpretes rituales. Según Ekholm (1969:4),
es muy probable que Izapa fuera el centro ceremonial más importante de la
región. Para Lowe et al. (2000:317) Izapa parece haber sido un centro
ceremonial únicamente ya que no se han encontrado evidencias de áreas
residenciales en los alrededores de los monumentos cívico-religiosos y
consideran la posibilidad que Izapa fue un centro de peregrinación. Señalan
que tampoco se han encontrado evidencias de dinastías de gobernantes
(2000:372) y Rice (2007) propone que Izapa fue un lugar para la iniciación
de sacerdotes.

Aparte de cinco estelas que se encuentran expuestas en museos, las estelas
de Izapa se encuentran en su lugar original alrededor de las plazas que
están abiertas al público. Estas estelas no representan gobernantes sino
más bien imágenes narrativas. Lowe et al. (2000:320) comentan que los
"dioses" representados en las piedras labradas "son impersonales y [que] se
muestran siempre como parte de temas más amplios". Predominan las imágenes
de árboles sagrados que conectan la tierra o el inframundo con el cielo. El
estilo artístico de las estelas izapeñas es único y no tiene su base en los
olmecas anteriores, ni rasgos que se manifiestan en el arte de los mayas
del Clásico (Smith 1984; Quirarte 1973) por lo cual ha sido muy estudiado
por historiadores del arte.

El hipótesis más interesante sobre las estelas de Izapa viene de Beatriz
Barba de Piña Chán, quien ha encontrado un vínculo entre las imágenes
representadas en algunas esculturas y los relatos del Popol Vuh de los
mayas quichés. Propone la posibilidad de que 14 estelas en Izapa
representan eventos míticos parecidos a los que se encuentran en el Popol
Vuh. Debido a eso considera posible que exista una continuidad entre los
mitos izapeños de la época preclásica y los mitos posteriores de los
pueblos mayas (Barba 1990). Esta idea se ve respaldada por los trabajos de
Chinchilla (2010) y Guernsey (2006). Por ejemplo la estela 25 de Izapa se
considera como el testimonio más antiguo del relato extendido por los
pueblos mesoamericanos actuales que tiene su versión más conocida en el
cuento de Siete Guacamayo del Popol Vuh (Chinchilla 2010). También es
necesario tomar en cuenta que los relatos del Popol Vuh se han asociado con
movimientos de astros, la vía láctea y con la descripción de constelaciones
(Freidel, Schele and Parker 1993) y, por lo tanto, que las observaciones de
estos acontecimientos celestes fueron codificadas como cuentos míticos
(Tedlock 1997).

Garth Norman, quien estudió las esculturas durante las excavaciones de la
NWAF en la década de 1960 encontró que las estelas y los altares están
alineados a los puntos sobre el horizonte de declinación máxima de los
cuerpos celestes, particularmente el sol y la luna. Estas son alineaciones
deliberadas implicando que la mayoría de los monumentos tuvieron funciones
calendáricas, una hipótesis que tuvo el respaldo del director del sitio
Gareth Lowe. Norman (1976:4) concluye que "Izapa debe de haber funcionado
como un centro ceremonial único, designando, predicando y celebrando
festejos cíclicos para todo el Soconusco. Este papel de Izapa explica la
edificación y sobrevivencia de tantos monumentos allí y, en contraste, la
ausencia casi total de monumentos en otros sitios del Soconusco, a pesar de
la presencia de muchos otros sitios grandes contemporáneos [con Izapa]."
Norman continuó su estudio de Izapa por toda su vida y encuentra que las
estelas narrativas de Izapa cuentan una historia del ciclo anual de la
tierra alrededor del sol y es la veneración de la naturaleza y la
fertilidad, el cual surge de la obsesión de rastrear el tiempo a través de
la observación de los cuerpos celestiales, especialmente el sol, la luna y
Venus (Norman 2012)[4].

Aunque muchos comentan que Izapa decayó alrededor del año 100 d.C. la razón
no fue obvia hasta que se reveló recientemente que hubo una erupción
violenta del volcán Tacaná entre 25 y 75 d.C. (Macías et al. 2000) que
destruyó una gran parte de la región colindante a Izapa y que bolqueó el
río Izapa: los depósitos del flujo piroclástico cubrieron la mayoría del
área entre los ríos Cahuacán y Suchiate y el flujo se detuvo a un kilómetro
al norte del Grupo F de Izapa (Rosenswig et al.2013). Sin embargo, el
sitio fue tan importante que no se abandonó por completo hasta mucho
después, alrededor de 1200 d.C. Lowe et al. (2000: 273) encontraron que la
construcción del Grupo F, al norte de la zona central de Izapa, comenzó en
la fase Hato, entre 50 a.C. -100 d.C. pero hubo actividad mínima en la
fase Itsapa (100-200 d.C.), lo que se comprende por la erupción volcánica.
Sin embargo el sitio fue completado y floreció en el periodo Clásico
Temprano (250 d.C.) como el nuevo centro ceremonial de importancia de
Izapa. Esta plaza incluye la única cancha del Juego de Pelota con que
cuenta Izapa y es la única plaza restaurada debido a que fue construida con
piedras amontonadas, una característica de las estructuras del periodo
clásico.

El hecho que el volcán causó importantes disturbios políticos se refleja en
el abandono del núcleo de la zona monumental meridional (alrededor de los
Grupos A y B) como un centro residencial activo y la emergencia posterior
del Grupo F. Rosenswig et al. (2013: 1502-1503) trazaron los restos bajo
tierra de los montículos izapeños para determinar su ocupación y
encontraron que los montículos ocupados durante el preclásico tardío se
concentran al alrededor del núcleo de la zona monumental meridional,
mientras que durante la época clásica temprana, después de la erupción
volcánica, los montículos ocupados están más dispersados por toda la zona
estudiada (entre los ríos Cahuacán y Suchiate). Para la época del clásico
tardío la ocupación de montículos está concentrada alrededor del Grupo F y
el núcleo meridional fue en gran medida abandonando en términos de
ocupación de montículos – aunque consideran que todavía se utilizaban para
rituales en ciertos momentos.

Izapa y los calendarios mesoamericanos
Izapa fue señalado por Vincent Malmström como el probable lugar de origen
del calendario sagrado de 260 días por primera vez en la revista 'Science'
en septiembre de 1973. El calendario sagrado se conoce comúnmente como el
tzolk'in ("cuenta de días" en maya yucateco) y cholq'ij en Guatemala y
consiste de la combinación de 20 días sagrados y 13 números que se repiten
cada 260 días. Este sistema calendárico que era parte integral de la
cosmovisión prehispánica sigue siendo parte importante de la vida religiosa
de algunos pueblos mayas hoy en día (Rupflin 1999). Malmström (1997)
argumenta que en la latitud 14.8°N, en dónde se ubican las ciudades
prehispánicas de Izapa y Copán, el cenit del sol ocurre a 260 días el uno
del otro (del 13 de agosto al 30 de abril). Debido al hecho de que Izapa
tuvo su apogeo 800 años antes que Copán y que los animales representados en
el tzolkin son animales de tierras bajas tropicales y no de tierras altas,
el autor concluye que el calendario sagrado fue desarrollado en el primer
sitio y que el segundo fue establecido en esa latitud en reconocimiento de
la dimensión sagrada de ella.

Además, Malmström (1997) propone que el calendario solar de 365 días
también fue desarrollado por los izapeños. Señala que el hecho de que se
puede observar desde Izapa al sol saliendo del desnivel en la pendiente
del volcán Tajumulco durante el solsticio de verano daba la oportunidad de
fijar el movimiento del sol a lo largo del año. Por lo tanto, esta
observación hizo posible el cálculo del año solar y, por consiguiente, el
autor es de la opinión que el calendario solar se originó en Izapa. El
calendario solar se conoce como haab (por su nombre en maya yucateco) e
involucra sólo una aproximación al año solar exacto de 365.25 días. El haab
estaba compuesto de 18 meses de 20 días con un mes de 5 días agregado para
completar 365 días. Los pueblos mesoamericanos utilizaron una combinación
del haab con el tzolk'in para poder abarcar cálculos del tiempo más largos:
la combinación de estos dos calendarios, conocido como la rueda
calendárica, implica 52 años, ya que una fecha compuesta por un día del
tzolk'in con otro día en el haab sólo se puede repetir después de 52 años
haab (Malmström 1997; Broda 2004).

En sus investigaciones sobre Izapa Norman (2012) encuentra que todos los
monumentos de Izapa tienen una función calendárica ya que por sus
posicionamientos están orientados hacia puntos importantes en los ciclos
del sol, de la luna y de Venus al horizonte oriental. El autor muestra cómo
las estelas han sido posicionadas para rastrear el ciclo de 260 días entre
los pasos del cenit (13 de agosto y 30 de abril) y para rastrear el ciclo
solar de 365 días a partir del equinoccio de otoño (21 de septiembre).
Norman (1976; 2012) considera que la observación de los astros y el cálculo
de sus ciclos fue el propósito primario de Izapa; su función secundaria fue
servir como centro ceremonial para peregrinos y también para la iniciación
de sacerdotes.

Esta fecha del 13 de agosto, conmemorando el cenit solar en Izapa y el
calendario sagrado de 260 días aparece también en el altiplano mexicano, lo
que refleja la importancia que tuvo en la cosmovisión mesoamericana. En el
sitio preclásico de Cuicuilco la pirámide principal estaba orientada de
manera que permitía hacer observaciones de un calendario de horizonte que
contenía la subdivisión del año en 260 + 105 días marcadas por las fechas
12 febrero, 30 abril, 13 agosto y 30 octubre (Broda 2004:21). Estas mismas
fechas y ciclos los encontramos posteriormente en el diseño de la gran
ciudad de Teotihuacán del periodo clásico temprano; su eje principal, la
Avenida de los Muertos, tiene una desviación de 15.5 grados al este del
norte. La Pirámide del Sol se ubica en un ángulo recto con esta última, lo
que equivale a una orientación hacia la puesta del sol los días 13 de
agosto y 30 de abril así como hacia la salida del sol los días 12 de
febrero y 30 de octubre (acimut de 105° 30'). Además, las excavaciones de
los años recientes han descubierto la existencia de varios observatorios
subterráneos que han sido estudiados por Rubén Morante (1995) y cuyas
fechas clave también parecen haber sido el 30 de abril y el 13 de agosto.
Es importante precisar que estas fechas únicamente corresponden a un ciclo
natural observable, el paso del cenit en la latitud de Izapa. Broda (2004:
34) reconoce que "existe la posibilidad de que la conceptualización de este
alineamiento haya surgido a partir del intercambio de conocimientos
calendáricos con el sur de Mesoamérica. En esta época (siglo 2 d. C.) ya no
existía el centro preclásico de Izapa, ubicado en la latitud de 15°N y que
parece haber desempeñado un papel decisivo en generar conceptos de la
cosmovisión y del calendario durante una época anterior". (Broda está bajo
la impresión equivocada que Izapa ya no estaba activo en el segundo siglo
d.C. ya que, como hemos visto anteriormente, el sitio sólo fue abandonado
definitivamente en 1200 d.C. (Lowe et al. 2000; Ekholm 1969) Por último
Malmström (1997:109) encuentra que hay por lo menos trece centros
ceremoniales en Mesoamérica que contienen orientaciones al puesto del sol
el 13 de agosto, incluyendo notablemente el observatorio llamado 'el
caracol' de Chichén Itzá.

La cuenta larga también ha sido asociada con el sitio de Izapa,
especialmente por Jenkins (1998) ya que el "fin del calendario maya" de
diciembre de 2012 es una fecha de este calendario que corresponde al final
del 13ª baktun (unidad correspondiente a 144,000 días) desde que comenzó el
cómputo de días. Este calendario fue utilizado casi exclusivamente por los
pueblos mayas del periodo clásico (200 – 900 d.C.) y permite abarcar ciclos
de tiempo mucho más largos de lo que se podían manejar con la rueda
calendárica. A diferencia de lo que se puede pensar debido al interés que
hubo acerca de esta fecha de 2012, lo importante para los mayas no era el
'fin', y de hecho únicamente se encuentran dos referencias en monumentos
sobre la finalización del 13ª baktun, lo que tenía importancia para los
mayas fue la fecha de comienzo de la cuenta larga, el momento de la
creación, que se menciona en muchas de las cerámicas además de las estelas
mayas (Freidel et al. 1993). Los gobernantes mayas declararon su
descendencia desde este tiempo primordial para legitimar su derecho a
gobernar (Rice, 2007). Norman (2012) afirma a base de sus estudios que los
izapeños utilizaban la rueda calendárica en vez de la cuenta larga, pero es
probable que los izapeños estaban conscientes de su existencia, ya que
Izapa se ubica entre los dos lugares donde se encontraron estelas con las
fechas más tempranas utilizando la cuenta larga: Takalik Abaj en Guatemala
y Chiapa de Corzo en Chiapas. Coggins (1996) también propone que los
izapeños estaban conscientes de la cuenta larga y añade que si ésta se
utilizó hubiera sido un conocimiento secreto de la clase sacerdotal,
conocimiento que era inapropiado para las estelas que fueron accesibles a
todos los visitantes del centro ceremonial.

La fecha del 13 de agosto como la fecha de la creación de la cuenta larga
es interesante para Izapa debido a que esta fecha está específicamente
vinculada con el sitio y el calendario sagrado de 260 días; el 13 de agosto
en Izapa es el día del paso del cenit solar en esta latitud que divide el
año en 260 días y 105 días. Si el comienzo de la cuenta larga corresponde a
esta fecha del paso del cenit solar en Izapa esto significa que se
consideró a Izapa como un lugar de creación, o más bien el lugar donde
comenzó el tiempo. Tal hipótesis fue sugerida por Guernsey (2006), quien
propuso que el centro ceremonial de Izapa juntaba al tiempo primordial de
la época de la creación del mundo con el presente, creando así una red
política y de cosmogénesis que proporcionaba a los gobernantes de Izapa su
poder. Por lo tanto es posible que el Montículo 60, el más grande del sitio
que se ubica en el centro exacto, pudiera representar el montículo
primordial, la primera tierra que surgió después del momento de creación –
el ombligo del mundo –.

Sugerimos que Izapa fue un centro ceremonial mixe-zoqueano con influencia
olmeca en que se realizaron observaciones del sol, de la luna, del planeta
Venus y de otros astros. El sitio servía para rastrear los movimientos de
los cuerpos celestes y para realizar ceremonias importantes relacionadas al
ciclo agrícola. Es posible que el calendario sagrado de 260 días y el
calendario solar de 365 días fueran desarrollados en Izapa mismo y Norman
(2012) ha comprobado que se utilizaba la combinación de estos dos
calendarios, la llamada rueda calendárica. Además, es muy probable que toda
esta información calendárica se transmitiera a las demás culturas
mesoamericanas mediante la función de Izapa como centro de iniciación sobre
los calendarios, lo que explicará por qué Izapa fue suficientemente
importante para mantenerse como centro ceremonial a lo largo de casi tres
mil años.

5. El desarrollo del sitio de Izapa para el turismo

En este apartado hacemos recomendaciones para mejorar el sitio de Izapa
como un destino turístico en un intento de reparar los dos obstáculos al
atractivo de la zona arqueológica que son: la falta de conocimientos a
nivel local de la cultura prehispánica pertinente a Izapa y la falta de una
experiencia estéticamente agradable. Ambos de estos obstáculos necesitan
ser rectificados para poder lograr la transformación del sitio en una
atracción llamativa del turismo cultural.

A fin de que se atrae el turismo cultural al sitio preclásico de Izapa
recomendemos que sea necesario poner énfasis en su estatus como uno de los
centros ceremoniales más antiguos en Mesoamérica y al mismo tiempo
enfatizar su conexión con dos de los más importantes vestigios de la
cultura prehispánica: el calendario sagrado de 260 días y los relatos de la
creación preservados en el Popol Vuh. Hacer que Izapa se asocia comúnmente
con estos artefactos culturales atraerá a mayores números de visitantes.
Sin embargo, esta información no está disponible en este momento, ni en la
zona arqueológica misma, ni en el pueblo de Tuxtla Chico. Será necesario
solucionar esta falta mediante un centro de visitantes o un museo, ya que
actualmente no hay ninguno de éstos. (La falta de este tipo de
infraestructura turística es el motivo por el cual el INAH no cobra para la
entrada al sitio.) Este tipo de información estaría a disposición de los
visitantes así como a la gente local interesada en conocer más acerca del
sitio y para excursiones de las escuelas cercanas. De hecho, una de las
organizaciones civiles extranjeras promotoras de Izapa, la Maya
Conservancy, ha planeado la construcción de un museo y centro de visitantes
para Izapa y ha conseguido una propiedad dentro de Izapa para este fin.
Además, la Maya Conservancy ha contratado a arquitectos de diseñar este
centro para visitantes y el museo[5]. A partir de 2014 estaban todavía
buscando la manera de financiar este proyecto.

Aunque el INAH afirma que Izapa no puede ser el lugar de origen del
calendario sagrado de 260 días ya que no se han encontrado glifos en los
monumentos, el fenómeno del intervalo exacto de 260 días entre los pasos
del cenit solar en Izapa es un motivo probable para la gran importancia que
tuvo este sitio durante la época prehispánica. Además, es el punto más
importante para atraer al turismo cultural al sitio. Desafortunadamente, el
calendario sagrado de 260 días es prácticamente desconocido fuera del
ámbito académico en México y definitivamente no forma parte del
conocimiento corriente, ni siquiera en las comunidades indígenas mexicanas.
(Esto contrasta con la situación en Guatemala donde el calendario ha sido
preservado por comunidades indígenas.) Sería posible atraer a visitantes a
Izapa debido a su ubicación en el lugar donde la cuenta de 260 días era
observable. No obstante, existiría una distancia entre los visitantes
interesados en este atractivo de Izapa y los habitantes de la zona
arqueológica como resultado de la falta de conocimientos y la desconfianza
que tiene esta población del calendario de 260 días. En el mejor de los
casos sería necesario impartir clases a los habitantes de la zona acerca de
los 20 signos de los días del calendario con el fin de fomentar en algunos
miembros de la comunidad la práctica de seguir la cuenta de días. De este
modo sería posible regresar este conocimiento ancestral al sitio. Además,
será necesario implementar una modificación en la plaza del Grupo B: quitar
los techos que cubren a los los pilares con las pelotas encima. Aunque los
techos tienen un papel importante para proteger a las tallas de la erosión
por los elementos, no hay necesidad específica para techar estas
estructuras ya que no están talladas. Exponer a estos tres pilares les
permitiría señalar el paso del cenit por encima del sitio cuando ocurre el
13 de agosto y el 30 de abril, manifestando de este modo el intervalo de
260 días. Observarlo sería un fenómeno impresionante para los visitantes.

Además, consideramos que sería de gran beneficio para el turismo cultural
que la población local tendría conocimientos de la importancia cultural de
su sitio, permitiendo de este modo que los visitantes interactúan con ellos
sobre este tema. Para lograr estos requeriría que se familiarizaran con los
rasgos culturales prehispánicos que fueron compartidos en Mesoamérica y que
parecen tener sus orígenes en Izapa. Este método también fue compartido por
la Secretaría de Turismo municipal (2012-2015) que intentó promocionar las
fechas de los solsticios y de los pasos del cenit solar para fomentar de
forma gradual el reconocimiento del patrimonio cultural de Izapa en la
consciencia común (comunicado personal con A. Cueto, 15 de agosto de 2013).
Como ya hemos visto anteriormente, este intento no ha sido exitoso, no
obstante, encontramos que hay un potencial tremendo para desarrollar la
comprensión local de esta información debido a que la cabecera municipal,
Tuxtla Chico, es un pueblo con un gran número de escuelas que proporcionan
la educación a los niños y jóvenes del municipio. Aunque la investigación
acerca de Izapa y el 21 de diciembre de 2012 encontró que de diez escuelas
sólo una realizó un proyecto acerca de Izapa, existe un interés amplio
entre las escuelas de llevar a cabo más actividades en torno a la zona
arqueológica local. Existen dos posibilidades para incrementar el
conocimiento cultural a este nivel. En primer lugar, será posible examinar
los distintos sistemas calendáricos mesoamericanos de la época
prehispánica, incluyendo, pero no exclusivamente, el calendario de 260
días. Esta actividad podría estar incluida en los cursos de matemáticas en
la secundaria. En segundo lugar, sería posible familiarizar a los niños y
jóvenes con el aspecto artístico de Izapa que se relaciona con las imágenes
en las estelas izapeñas. A nivel de primaria sería posible incluir
ejercicios de colorear; a nivel de secundaria y de preparatoria sería
valioso familiarizar a los estudiantes con el mito de la creación maya, el
Popol Vuh, y de estudiar las similitudes de éste con las estelas izapeñas.
Mediante la inclusión de estas actividades en el plan de estudios del
municipio en que se ubica Izapa sería posible aumentar notablemente a los
conocimientos culturales de la gente local y les posibilitaría entender y
apreciar la zona arqueológica local mucho más.

Esta sugerencia ha sido reconocida por el gobierno municipal, ya que en una
entrevista con los representantes de la Secretaría de Turismo municipal en
agosto de 2013 nos comunicaron el deseo del gobierno municipal de educar a
los niños acerca de Izapa y la cultura prehispánica mediante las escuelas
con el propósito de convertirlos en prestadores de servicios turísticos. Se
afirmó, además, que este objetivo requeriría "que los maestros hagan su
labor en esa parte y las autoridades den las facilidades necesarias para
llevar a cabo" esta actividad (comunicado personal con S. Armento, 15 de
agosto de 2013). Significa entonces que esperan la ayuda externa para
hacerles llegar los materiales para enseñar en vez de desarrollar este
material propiamente que demuestra una estrategia extremadamente pasiva
frente a la formación cultural local.

Por último, sería conveniente si dos o tres miembros de la comunidad local
en Izapa recibieran capacitación para trabajar como guías turísticas. En la
actualidad no hay nadie que podría encargarse de esa función dentro de la
comunidad debido a la falta de conocimientos acerca del sitio, mientras que
los guías turísticos existentes trabajan por las agencias de viajes en
Tapachula. Fomentar a guías turísticas en la localidad proporcionaría la
oportunidad para la comunidad de beneficiarse de modo directo de la zona
arqueológica, a diferencia de la situación actual que sólo beneficia a
personas de fuera. Reconocemos, sin embargo, que estas personas sólo
podrían proporcionar sus servicios a los visitantes que vienen al sitio de
forma independiente, o sea, no a través de una agencia de viajes, y este
servicio sería únicamente en español. ARCON Inc., la organización
promocionando a la investigación de Dr Garth Norman, ha ofrecido brindar
capacitación a dos personas de la comunidad de habitantes de la zona
quienes podrían compartir sus descubrimientos acerca de la distribución
calendárica de las estelas en las plazas de los Grupos A y B.

Un obstáculo notable para el desarrollo de Izapa como un destino del
turismo cultural es el hecho de que la ruta turística de los extranjeros
pasa por alto casi completamente a la región del Soconusco. Los flujos
turísticos extranjeros en el estado se centran en la ciudad colonial de San
Cristóbal de Las Casas y desde este punto se desplazan hacia el norte a
Palenque rumbo a la península de Yucatán. Sin embargo, sería posible
incluir a Izapa en la ruta turística que va hacia y viene desde Guatemala,
en particular al destino turístico principal de Lago Atitlán. Este punto es
importante debido a que la región de Izapa no ofrece suficiente interés por
sí mismo para hacerse un destino valeroso y debería servir como un punto de
escala en una ruta turística más amplia entre Chiapas y Guatemala.
Observamos que los flujos turísticos actuales entre Guatemala y Chiapas no
utilizan la frontera suroeste donde se ubica Izapa. Al contrario, utilizan
el paso fronterizo más septentrional de La Mesilla porque esa carretera
comunica a los turistas directamente con la ciudad de San Cristóbal.
Requeriría un esfuerzo de la parte de las agencias de viajes en Chiapas y
en Guatemala para animar los visitantes a tomar una nueva ruta que pasa por
Tapachula. Por supuesto, existe una fuerte propensión en Tapachula para
establecer tal ruta y, por eso, ampliar la experiencia que tengan los
visitantes de la zona de Izapa contribuyera bastante en la formación de esa
ruta turística.

Por otro lado, existe un mercado turístico enorme que se encuentra justo en
la puerta de Izapa y que consiste de visitantes guatemaltecos. Esta
afirmación se apoya en el hecho de que ambos artefactos culturales que se
han hallado en Izapa, el calendario sagrado (mediante el paso del cenit
solar) y los mitos de la creación en el Popol Vuh (mediante las imágenes en
las estelas izapeñas), forman parte de la cultura guatemalteca. El
calendario sagrado sigue siendo un elemento cultural en uso por parte de
las comunidades indígenas del Altiplano guatemalteco y el Popol Vuh es el
patrimonio cultural del pueblo quiché de ese país. Por lo tanto, si se
logra dar a conocer que Izapa tiene relevancia en lo referente a estos
elementos culturales, será posible atraer a visitantes con un interés ya
existente en la cultura maya. Además, Izapa se encuentra en la ubicación
perfecta para atraer a visitantes guatemaltecos, aunque tengan sólo un
interés pasajero en estos elementos culturales, ya que muchos guatemaltecos
cruzan la frontera con el fin de realizar sus compras en los grandes
filiales de los centros comerciales estadounidenses que se ubican en las
afueras de Tapachula. Esta situación se fortalece aun más cuando la tasa de
cambio es favorable. Consideramos que estos visitantes transfronterizos
tendrán mucho interés en visitar a Izapa si estuvieron conscientes de la
relación que tiene la zona arqueológica de Izapa con los rasgos culturales
de sus propios pueblos, o sea, el patrimonio maya guatemalteco.

Desarrollando las estéticas del sitio arqueológico
Un gran obstáculo al encanto de Izapa es su falta de estética. Tal y como
están los Grupos A y B, que son poco visitados, quedan desalentadores. El
Grupo A parece a un parque y las imágenes de las estelas expuestas allí
están fuertemente deterioradas y son prácticamente imperceptibles. Algunas,
pero no todas, de las estelas tienen letreros pequeños que señalan los
dibujos lineales de las esculturas y una breve descripción de la escena,
pero en estos letreros no se encuentra ni explicación ni interpretación de
las estelas. El Grupo B se ve dificultado por el hecho de que los
visitantes entran desde la esquina noroeste de la plaza y tienen que
caminar hacia el extremo sur de la plaza y dar la vuelta para poder
apreciar la plataforma y el montículo que dominan a la vista de esta plaza.
Además, requiere la ayuda de la imaginación para apreciar la grandeza de
esta estructura prehispánica. Esta problemática de la estética no se ve
limitada a la apreciación de los visitantes, ya que también es de
importancia para los mismos habitantes de la zona arqueológica para
identificarse con su sitio arqueológico. Fortuna (1998) ha señalado cómo el
patrimonio histórico-cultural de las ciudades, en la mayoría de los casos
sus ruinas, monumentos y museos, están sometidos a las reglas de
estetificación y comodificación y como esto, a su vez, influye en la
transfiguración identitaria de los habitantes. Por lo tanto, mediante el
aumento en el valor estético del sitio de Izapa sería posible incrementar
el valor que se da a la zona, así como la identificación hacia ella por los
habitantes de la zona arqueológica y por el municipio más amplio.

Desde el principio es necesario ampliar las dos plazas que están abiertas
al público. Esto no se debería limitar al espacio en el centro pero también
debería incluir a los montículos que rodean y enmarcan a las plazas por sus
cuatro lados ya que actualmente el espacio abierto a los turistas no
incluye a estos montículos que forman parte de la propiedad privada de
dueños distintos y están cubiertos de vegetación. En la mayoría de los
casos estos montículos se usan como pastizal o para el cultivo de maíz.
Ambos grupos, A y B, requieren que los cuatro montículos que rodean a las
plazas sean limpiadas e incluidas como una parte integral del espacio. De
este modo sería posible para los turistas apreciar el diseño del lugar tal
y cómo fue planeado y como debe de ser vista y, por lo tanto, aumentaría el
valor estético del sitio. Esta consideración es de importancia especial en
el caso del Grupo B donde el espacio abierto al público está incompleto, ya
que no se toma en cuenta la mitad meridional de la plaza. El montículo al
sur y las estelas en frente de ello quedan varios metros al otro lado de la
cerca de alambre que cierra a plaza. Esta situación es de suma importancia
debido a que las ubicaciones de las estelas alrededor de las plazas son la
característica principal de este centro ceremonial y necesitan ser
preservadas.

Además, existe el problema de cómo presentar al periodo preclásico. El
imaginario de los monumentos prehispánicos mexicanos se relacionan con
estructuras de piedra que fueron cubiertas de estuco, pero ésta es una
técnica de construcción posterior. En el periodo preclásico los montículos
fueron construidos de tierra compactada y, por ende, deberían ser
preservados en esta forma, aunque se considerarán menos atractivos. Sin
embargo, Izapa fue asentado debido a su ubicación única que figura los
volcanes Tacaná y Tajumulco. Los volcanes eran considerados montículos
primigenios durante esta época, la primera tierra que surgió de las aguas
de la creación. Por lo tanto, volcanes también estaban prominentes en la
región olmeca de la costa del golfo mexicano. Estos volcanes servían como
marcadores en el horizonte que permitían la astronomía a simple vista. En
especial señalamos que desde Izapa se puede observar al sol durante el
solsticio de verano, el día más prolongado del año, aparecerse desde el
volcán Tajumulco. Entonces, sería necesario aumentar la visibilidad por
encima de los árboles para poder incluir a la topografía circundante para
poder aumentar la estética del sitio.

Proponemos que este aumento en la visibilidad puede realizarse mediante la
limpieza de dos de los montículos de mayor importancia en Izapa y
permitiendo a visitantes subir a estos montículos para percatar el paisaje
colindante a la zona arqueológica. Esta propuesta incluye al Montículo 25,
al norte del núcleo de Izapa que se ubica al lado izquierdo del camino que
utilizan los visitantes para llegar al Grupo B, y al Montículo 60 (el
núcleo del sitio) hacia el sur que se ubica al este de la Plaza A. Ambos de
estos montículos se alinean con el volcán Tacaná y son parte integral de la
geografía sagrada del sitio, su inclusión en el área de la zona
arqueológica abierto al público posibilitaría el restablecimiento del eje
central de Izapa (Norman 2012:198). Actualmente estos dos montículos no
están abiertos al público ya que forman parte de la propiedad privada de
dueños distintos.

El Montículo 60 es la estructura más grande del sitio y tiene 22 metros de
altura, cubriendo una superficie de una hectárea. Es la estructura más
grande de la época preclásica en Chiapas (y también ha sido identificado
como el primer monumento de su tamaño en toda Mesoamérica). Además, en
frente de este montículo existe una laguna que data a la misma época, una
hazaña tecnológica destacable para este periodo. Actualmente el montículo
sólo se puede visitar con el permiso del dueño y, como el resto de la zona,
se usa para el cultivo de árboles frutales. La laguna no es visible, ya que
fue rellenada después de la terminación de las excavaciones de la NWAF. El
Montículo 25, más al norte, tiene varios dueños y una familia habita en la
pendiente del mismo montículo. Sin embargo, la parte oriental del montículo
está deshabitada y sería posible hacer un sendero para permitir a turistas
subir a la cima del montículo. Los visitantes a Izapa deberían tener
permiso para subir estos montículos y esto requiere la tala de árboles y
vegetación en estos montículos y la construcción de una escalera de madera
para poder llegar a la cima donde se tendrá que poner una plataforma plana
para poder avistar el paisaje. Esto permitiría a los visitantes ver todo el
sitio en relación con los volcanes en el horizonte. En la cima del
Montículo 60 la plataforma de avistamiento debería incluir a
visualizaciones que explican las alineaciones del sitio con el horizonte,
incluyendo a la alineación del eje central a través de los Montículos 60 y
25 hacia el volcán Tacaná al norte, así como también a las alineaciones con
el volcán Tajumulco al este. Se requeriría destacar cómo el Tajumulco marca
a la posición del sol durante el solsticio de verano cuando el sol parece
levantarse desde el desnivel en la pendiente del volcán y cómo se utilizaba
esta observación para medir el año solar. El volcán Tajumulco fue también
utilizado para calcular el ciclo de Venus.

Además, sería beneficioso si se podría destapar a la laguna frente al
Montículo 60, ya que actualmente está rellenado de escombros. Quitando
éstos, la laguna debería llenarse nuevamente con agua. Estas actividades,
que aumentarían notablemente a la estética que se puede atribuir a la zona
arqueológica, necesitan tomar en cuenta la preservación de la ecología
endémica y construcciones a bajo costo que requieren bastante mano de obra.

Sin embargo, la estética principal que se puede atribuir a Izapa son las
estelas con sus esculturas narrativas. Desafortunadamente, una razón
principal por la qué una visita a Izapa queda insatisfactoria queda con el
hecho de que las estelas en el sitio mismo están gravemente dañadas y las
tallas no están visibles. Comparando a estas estelas en el sitio y las
tallas de las estelas que están expuestas en los museos (MNA y el museo de
Tapachula), se hace evidente que se ha dado una deterioración significativa
de las estelas que se quedaron en el sitio. Con el fin de preservar las
estelas izapeñas y, al mismo tiempo, mejorar la experiencia del visitante
al sitio recomendemos que se quitan todas las estelas originales en Izapa
para guardarlas en un lugar protegido para el análisis futuro y que se
elaboran réplicas de estas estelas para ponerlas en las posiciones
originales, manteniendo las orientaciones fielmente, incluyendo réplicas de
las cinco estelas que se encuentran en los museos. Estas réplicas con las
imágenes claramente visibles mejorarían muchísimo al valor estético del
sitio para el visitante de paso. El INAH ha confirmado que será posible
elaborar réplicas de las estelas y que existe un taller que hace las
reproducciones de los artefactos prehispánicos. Cuando se propuso esta
posibilidad con el encargado del INAH en Tapachula en 2013, comentó que
para realizar tal empresa se necesitaría que la solicitud venga del más
alto nivel de gobernación del Estado de Chiapas, o sea, del gobernador del
estado y los representantes parlamentarios del estado en ambas cámaras
legislativas de México.

En lo que se refiere al Grupo F, hay que destacar que este grupo sí
corresponde al imaginario popular de un sitio prehispánico ya que las
estructuras han sido restauradas en piedra y, por lo tanto, dispone de
mayor estética para los visitantes que este grupo recibe a menudo. El mayor
problema de este grupo es su tamaño reducido y, por ende, la corta duración
de las visitas que pueden ser desalentadoras para los turistas. La mayoría
de los visitantes no están conscientes de que éste es sólo un grupo de la
periferia de la zona arqueológica y, por eso, será necesario desarrollar el
resto de la zona con el fin de que las agencias de viajes no limitan la
visita al Grupo F. Sin embargo, para visitar el resto de la zona
arqueológica se requiere viajar de regreso, a lo largo de la carretera
transitada, por casi un kilómetro y luego tomar la calle empedrada que da
acceso a la zona arqueológica. Si se realiza este recorrido a pie, bajo el
sol tropical fuerte, es una experiencia bastante desagradable.

Para poder evitar esta situación hemos propuesto la creación de un sendero
designado para el flujo turístico que empieza al costado de la carretera,
al lado opuesto de la entrada del Grupo F y que sigue a lo largo del río
Izapa hacia el sur y termina en una entrada al norte (o la parte de atrás)
del Grupo B, al lado del Monumento Misceláneo 2, que se conoce comúnmente
como el "serpiente-jaguar". Este monumento se pasa por alto en gran medida
por los visitantes por su ubicación retirada, aunque resulta ser uno de los
monumentos más antiguos de Izapa. El sendero sería un sendero natural y
permitiría a los visitantes apreciar el escenario natural de los árboles
endémicos, sobre todo las matas de cacao, que proveen sombra. Además, sería
posible embellecerlo aun más con las plantas de floración endémicas
(exóticas para la mayoría de los visitantes). También se necesitaría
instalar basureros y bancas. Un sendero a lo largo del río existe
actualmente y cruce las propiedades de varias personas (eran siete en
2013). A menos que el terreno directamente afectado sea comprado
directamente, estos dueños necesitarían dar su permiso para el uso de este
sendero por los visitantes externos en cambio de un porcentaje de las
ganancias percatadas de los visitantes que tendrían que pagar una cuota
voluntaria hacia el mantenimiento del sendero.

Un problema que surgió con esta propuesta se remite a que el río de Izapa
no está limpio. Aguas residuales sin tratar del cercano pueblo de Tuxtla
Chico se vierten en el río en el borde opuesto, pero visibles desde la zona
arqueológica de Izapa. Existe una planta de tratamientos de aguas negras al
lado del río que debería tratar al agua, pero aunque existe el edificio, no
está en condiciones de funcionamiento. Se nos ha informado que los recursos
para la maquinaria "desaparecieron". Sería necesario informar a los
visitantes que el río está contaminado, no únicamente por razones de su
propia salud y seguridad, sino también para aumentar la presión política en
el municipio para resolver el problema de la planta de tratamientos de
aguas negras que sigue sin funcionar y que presenta riesgos de salud a la
población local cuyas reclamaciones han sido ignoradas.

Todas las propuestas planteadas – incluyendo a la expansión de las plazas
de los Grupos A y B, abrir los Montículos 25 y 60 a los visitantes y la
creación de un sendero natural desde el Grupo F al Grupo B – podrían ser,
en teoría, iniciativas gestionadas por la comunidad de habitantes con el
fin de desarrollar el sitio de Izapa para mejorar la experiencia de los
visitantes y para atraer a mayores números de visitantes. Sin embargo, es
improbable que esta oportunidad sea una proposición realista debido a las
inconformidades entre familias de la comunidad además de la necesidad de
cumplir con reglas onerosas del INAH. Por ejemplo, el sendero natural fue
propuesto a la Sociedad Cooperativa "Ruinas de Izapa Grupos A y B" a
principios de 2013. Los miembros hubieran sido responsables para la
creación y el mantenimiento de este sendero y los visitantes quienes
usarían este sendero tendrían que aportar una contribución voluntaria.
Aunque los miembros de esta sociedad cooperativa no tenían necesidad de
poner sus propios recursos económicos para este proyecto, ya que se iba a
buscar forma externa de financiar el proyecto, la falta de confianza entre
los miembros de la sociedad cooperativa, a pesar de que hay lazos de
parentesco entre ellos, resultó en el fracaso de esta propuesta. La
sociedad cooperativa no tuvo actividades después de diciembre de 2012 y ha
prácticamente desaparecido.

También es incierto cómo los habitantes de la zona arqueológica podrían
percatar ingresos directos a partir de la expansión del sitio, excepto
mediante la venta de sus propiedades. Aunque se podrían percatar ingresos
solicitando contribuciones voluntarias de los visitantes para el uso del
sendero natural y para subir a los Montículos 25 y 60, el INAH no permite a
nadie excepto ellos mismos cobrar la entrada a zonas arqueológicas. Además,
pedir contribuciones voluntarias únicamente beneficiaría a los
terratenientes y no a la comunidad entera. También existe la complicación
creada por la existencia de múltiples "líderes de la comunidad" que buscan
beneficiarse y a sus seguidores en perjuicio de los otros miembros de la
comunidad. Esto significa que no es posible proveer financiamiento
directamente a nivel comunitario debido a que los conflictos internos
garantizarán que los beneficios se rehúsan por algunos grupos que se
negarán de compartirlos con los grupos rivales. Como resultado, mientras
que, en teoría, será necesario asegurar la gestión local de la zona
arqueológica de Izapa para prevenir el resentimiento de sus habitantes, en
práctica, la idea del desarrollo de Izapa impulsado por la comunidad no
parece ser una propuesta realista.

6. Conclusiones

En este artículo se consideró la posibilidad para desarrollar el sitio
arqueológico de Izapa, en Chiapas, para el turismo cultural, ya que éste
parece haber contribuido en gran medida al desarrollo cultural
mesoamericano. Esta conclusión se basa en los vínculos entre Izapa y dos
artefactos importantes de la cultura prehispánica: el calendario sagrado de
260 días, que está determinado por los pasos del cenit solar en la latitud
de Izapa, y la evidencia más temprana en las estelas izapeñas de la
mitología preservada en el Popol Vuh. Ambos elementos harían de este sitio
una atracción importante para los visitantes que tienen un interés en la
cultura prehispánica. Sin embargo, el trabajo de campo ha resaltado
obstáculos importantes para el desarrollo turístico que se necesitan tener
en cuenta. Izapa se encuentra en una situación especial por ser una zona
arqueológica bajo la protección de decreto presidencial que es, al mismo
tiempo, propiedad privada. Como resultado, las propiedades están sujetas a
normas y reglamentos de la entidad federal a cargo de las zonas
arqueológicas, el INAH, y que impone restricciones y procedimientos
burocráticos en el uso de la tierra que afecta notablemente a
construcciones en las propiedades. El INAH tiene como empleados a tres
terratenientes en los grupos de monumentos que están abiertos al público y
quienes mantienen estas plazas y los abren al público. No obstante, hay una
falta de interés por parte del INAH en desarrollar el sitio, ya que hay una
concepción de Izapa como un sitio pequeño de poca importancia. Además, el
instituto no demuestra interés en desarrollar el sitio para el propósito
turístico, sobre todo porque este sitio queda fuera de la ruta turística
principal de Chiapas que se centra en el sitio de la época clásica de
Palenque en el norte del estado. Por lo tanto, todas estas consideraciones
complican el desarrollo de Izapa.

Otros obstáculos al desarrollo turístico del sitio incluyen la falta de
conocimientos acerca de la historia de Izapa y, tal vez de mayor
importancia, la falta de conocimientos de la cultura prehispánica entre los
habitantes locales. Ni el calendario sagrado ni los mitos del Popol Vuh
forman parte de la cultura local y, como resultado, no existe una
identificación concreta de los habitantes de la zona con el sitio. En
cambio, una concepción utilitarista prevalece que intenta aprovechar al
máximo las posibilidades económicas que ofrece la zona arqueológica. Este
sentido de valor de uso que se impone al sitio ha ocasionado conflictos
entre los distintos habitantes de la región. Los conflictos que se han
identificado mediante el trabajo de campo señalan lo siguiente: una falta
de cohesión social entre las familias habitantes de la zona arqueológica
que contribuyó al fracaso de la sociedad cooperativa que se formó para
2012; existe resentimiento de las familias que no viven en los tres grupos
A, B y F frente a éstos que son empleados federales y que tienen mejor
calidad de vida que sus vecinos inmediatos. Estos conflictos se empeoran
debido a la presencia de varios "líderes de la comunidad" que están
presentes en la zona arqueológica quienes buscan bajar recursos para
proyectos como el alumbrado público y pavimentar calles para beneficiar a
ellos y sus seguidores, en perjuicio de las personas que siguen a otro
líder social. La evidencia anecdótica sugiere que estos líderes luego se
quedan con una parte o todos los recursos liberados y luego culpan al INAH
por la falta de desarrollo en el lugar, explicando que fueron los
requisitos y las restricciones del instituto que frenaron el progreso.

Otro punto de conflicto surge entre los habitantes de la zona arqueológica
y la cabecera municipal, Tuxtla Chico. Los habitantes están de la opinión
que la gente del pueblo quiere utilizar al sitio arqueológico para la
promoción del pueblo como un destino turístico y para promocionar sus
propios prestadores de servicios turísticos en perjuicio de los habitantes
de la zona. Además, el hecho de que los habitantes de la zona arqueológica
son de una clase inferior, siendo agricultores rurales, frente a los
habitantes del pueblo agrava aún más este resentimiento. Por último, existe
un conflicto entre Tuxtla Chico y la ciudad de Tapachula que queda a 12
kilómetros de distancia. La zona arqueológica se ubica en el municipio de
Tuxtla Chico y ha surgido resentimiento del hecho de que Izapa está siendo
apropiado por Tapachula que también considera al sitio "suyo". Esta
situación empeora con el hecho de que las personas que han logrado
aprovecharse de los flujos recientes de turismo creados por la llegada de
cruceros a la región a partir de 2006 son los que tienen agencias de viajes
en Tapachula, en detrimento del desarrollo de prestadores de servicios
turísticos locales. Además, es evidente que todos estos grupos tienen
percepciones negativas del INAH que está acusado de no tener interés en el
desarrollo turístico de la zona arqueológica de Izapa.

Como resultado de nuestra investigación, concluimos que el potencial para
el desarrollo comunitario del sitio de Izapa, como se propuso en un estudio
anterior (Johnsson 2011) no es una iniciativa realista. En su lugar el
desarrollo del sitio probablemente requeriría la inversión privada para
comprar las propiedades dentro de la zona arqueológica y desarrollar las
instalaciones turísticas. Una actividad parecida necesitaría también la
promoción por parte de actores políticos en el Estado de Chiapas,
incluyendo al gobernador de estado y los representantes parlamentarios
nacionales para que el INAH facilitaría el desarrollo en vez de
obstaculizarlo mediante procedimientos burocráticos excesivos.


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[1] Si objetos son dañados o movidos alguien los tiene que reportar al
agente municipal de la zona, quien lo reportará al representante del INAH
en Tapachula. El deberá mandar una solicitud a la oficina central, quienes
responderán con una notificación oficial pidiendo que el representante sea
permitido ingresar a la propiedad para verificar la condición de los
monumentos. Sin embargo, el terrateniente aún necesita dar permiso para que
el encargado pueda ingresar al terreno. Estas complicaciones han impedido
que el sitio sea protegido así como debería ser.
[2] De hecho Jenkins interpreta que el Juego de Pelota mesoamericano era
una representación ritual de lo que él llama la "alineación galáctica" en
que la pelota representaba el sol y el aro representaba el centro
galáctico.
[3] Esto en sí mismo es revelador. El chocolate artesanal es una
tradición de Tuxtla Chico y lo promueven a los turistas, el nombre que dan
a la unidad de servicios señala que tienen en mente de que esto debe servir
a los productores locales del pueblo y no a la zona arqueológica.
[4] En 2010 hubo un intento de traer la interpretación de Garth Norman
sobre Izapa a la población local a través de la publicación y circulación
de un libreto bilingüe. Sin embargo el texto era difícil de entender y mal
traducido, por lo cual esta interpretación no logró entrar en la
comprensión popular sobre Izapa.
[5] Es interesante señalar que los habitantes locales y el INAH piensan
que este terreno va servir para la construcción de un hotel. De nuevo,
destacando la falta de confianza de la gente local hacia los extranjeros.
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