Desafíos actuales de la Educación Ambiental

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Descripción

III Jornadas Técnicas en Educación Ambiental NUEVOS OBJETIVOS EN ACTIVIDADES DE EDUCACIÓN AMBIENTAL. Vitoria-Gasteiz, 18 de junio de 2015. Ataria - Centro de Interpretación de los humedales de Salburua. 10:00 - 19:00.

Desafíos actuales de la Educación Ambiental José Manuel Gutiérrez Bastida (Asesor pedagógico de Ingurugela, [email protected]) Mirar desde el presente hacia el futuro requiere partir de los resultados de un diagnóstico o de una evaluación de lo realizado hasta ahora por la EA. Necesitamos ver la fotografía actual de la EA, ver sus luces y sus sombras, sus procesos y productos, para proponer nuevas o renovadas líneas de actuación. Ese va a ser el sendero que sigamos en esta presentación. Para abordar este primer apartado nos encontramos con cierta literatura especializada que ha llegado a esta conclusión:

La EA ha fracasado Estos autores y autoras analizados han encontrado las causas de este fracaso tanto dentro del propio campo de la EA, por su propio proceso, como fuera de él, es decir, por causas debidas al contexto en el que desarrolla su labor. Vamos con las razones externas: 1. La crisis ambiental no ha desaparecido. Indicadores como la huella ecológica, huella hídrica o deuda ecológica muestran que el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la falta de justicia social, la desertización, la persistencia de sectores sociales desfavorecidos, la feminización de la pobreza, la pérdida de tierras productivas, la falta de atención a la salud y a la educación… siguen siendo problemas ambientales, esto es, sociales y ecológicos. 2. No ha llegado el cambio soñado. La EA surge para ayudar a resolver los problemas medioambientales proponiendo un cambio social. Era el espíritu de Mayo del 68 y… debajo de los adoquines no encontramos la playa. El cambio climático es hoy día el protagonista, es el síntoma; sin embargo, la enfermedad sigue siendo la misma que en 1968: el capitalismo (esto es algo lo que nos suele costar hablar a los educadores ambientales, parece como si desprestigiásemos nuestro discurso al pronunciar este concepto, como si politizásemos el discurso de la EA cuando la EA, en realidad, es fundamentalmente una acción política). 3. El contexto de insostenibilidad y de injusticia social es un gran adversario. Susana Calvo y Pepe Gutiérrez (2007) nos hacen un símil con el manto de Penélope. Penélope, presionada por su entorno, tejía un manto para Ulises que, se suponía, había muerto. La esperanza de verlo vivo hacía que durante el día, a ojos de la gente, Penélope tejiese el manto y por la noche lo deshiciese. Según esto, lo que la EA se afana en ir construyendo, el sistema económico imperante se encarga de destruirlo. En la escuela se trabajan la solidaridad, el consumo responsable y la alimentación saludable. Al acabar la jornada escolar y salir a la calle los chicos y chicas se encuentran con la competitividad, el consumismo desaforado y la comida rápida y con exceso de azúcares. A estas criaturas, al igual que a los adultos, se les crean necesidades artificiales y de difícil gestión. 4. Poca cultura de sostenibilidad y mucha resistencia al cambio. La sociedad identifica y es consciente de la importancia de los problemas ambientales; sin embargo, el conocimiento y la conciencia de la gravedad no es suficiente, hay poca “cultura de sostenibilidad”. Además, hay una resistencia al cambio que viene determinada unas veces por las propias dificultades técnicas como puedan ser un modelo de movilidad que ofrece nuestra ciudad que no favorece dejar el coche particular en casa, y otras porque los cambios de mentalidad 1

son costosos, por ejemplo reunirse y participar en ámbitos sociales, actuar en actividades solidarias, volver al pañuelo de tela y dejar los de papel… 5. La aparición del concepto del desarrollo sostenible ha sido también motivo de discordia. Para algunos autores, como Meira (2003), el desarrollo sostenible es la liebre tras la que corren desesperadamente los galgos educadores y educadoras ambientales y a la que nunca van a alcanzar. Es esa utopía a la que, como decía el maestro Galeano (2003), cada vez que damos un paso, se aleja una poco más. Además, podríamos añadir la complejidad social, tecnológica y la de los medios de comunicación que hacen opaca a la población las consecuencias tanto sociales como ecológicas de las actividades productivas y consumidoras cotidianas. Compramos móviles y tablets de última generación, pero no nos llegan las consecuencias que supone para las sociedades afectadas por la extracción del coltán. Parece que hay miles de medios de comunicación diferentes a donde acceder a información desde diferentes puntos de vista; sin embargo, los más conocidos forman parte de grandes holdings dentro de los cuales favorecen los intereses particulares de las empresas asociadas. El famoso cuarto poder es ahora una herramienta más al servicio del poder económico. Hay razones internas debido al propio desarrollo de la EA como puedan ser: 1. Es un campo en desarrollo. María Barba y Meira (2013) nos dicen que la EA es un campo, o mejor, un transcampo, en el que interactúan el campo educativo, el ambiental y el social y cultural, y que se desarrolla condicionado por las diferencias, digamos, de poder que existen entre ellas. Un campo en tensión constante e influenciado por las directrices de las políticas administrativas, del mercado… un campo en construcción, por tanto con pocas certidumbres y muchas incertidumbres, con muchas definiciones y otras tantas indefiniciones. 2. La exigencia de cambiar los valores para hacer el cambio social, cuando, en realidad, no se han definido nunca. Es más, cuando se supera la EA superficial y entra en este espacio surge el conflicto con la realidad, es decir con el sistema productivo y consumista que propician las políticas oficiales: cómo compaginar cooperación y competición, bienestar social y justicia social, o simplemente, el yo, mi comunidad y el planeta. 3. El factor ‘multi’. Multiagentes actuantes: administraciones, asociaciones y ONGs, empresas…. Agentes con multiestrategias que, quizás, compartan una finalidad común, pero que no comparten objetivos específicos, maneras de hacer, donde apenas hay intercambio, donde hay mucha experiencia de EA y de lo que no es EA. Y donde cada cual busca preservar su especificidad por encima de lo que nos es común. Multidestinatarios: criaturas, adultos, profesionales, personal técnico, político… Multicolor: aquí convergen la educación para el desarrollo, para la salud, para el consumo, los ecofeminismos, la interculturalidad… 4. Población objetivo errónea. Hay autores, como Benayas, que afirman que nos hemos centrado en las personas que ya están sensibilizadas de una manera u otra. Según esto, el foco debe ponerse en las personas no interesadas y no sensibilizadas, en los directivos de multinacionales e instituciones financieras, en los gestores políticos… 5. La propia evolución. Blumstein y Saylan (2007), en su obra El fracaso de la EA (y como podemos arreglarlo) afirman que quizás en la EA nos hemos dedicado más al ‘qué’ que al ‘cómo’, o que nos hemos perdido en la estética del ‘cómo’ perdiendo el ‘qué’, que nos hemos dedicado más a lo “ambiental” y menos a la “educación”, a atender a los procesos de enseñanza-aprendizaje, de construcción del conocimiento, de evaluación y autorregulación... que hemos pasado de una EA fundamentalmente ‘naturalista’ a una fundamentalmente ’urbana’.

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Finalmente, hay un gran desacuerdo en el nombre, han aparecido muchos términos: EA, EDS, EADS, EhS, EpS, ERMA… entre los que, a veces, no hay diferencia de contenido y objetivos, y otras sí y profundos.

¿La EA ha fracasado? Pero, ¿es cierto que la EA ha fracasado? 1. Hace unos años se realizó la serie “Voces contra la globalización”. En uno de los capítulos, todos los bustos parlantes ofrecían su visión del estado del planeta entre el gris carbón y el negro marte. Hasta que apareció Pedro Casaldáliga, religioso catalán, escritor y poeta, que afirmaba que a pesar de todos los pesares vamos para mejor: hay más conciencia, más ciudadanía, más movimiento popular y más solidaridad internacional. Nunca ha habido tanta ayuda al desarrollo, nunca tantas ONGs, nunca tanta solidaridad… cada día hay más conciencia de la exclusión, más indignación… (Gutiérrez Bastida, 2011). Realmente, ¿hemos estado peor? 2. Quienes vivimos en el mundo occidental utilizamos los distintos contenedores que clasifican los residuos domésticos, disfrutamos de carriles-bici, aprendemos en los centros de interpretación, vemos como se comienzan a usar vehículos eléctricos, aumenta progresivamente el uso de fuentes renovables, colaboramos con proyectos de desarrollo en países empobrecidos, aumentan opciones de comida ecológica en mercados y restaurantes, nos asociamos y creamos redes para obtener productos ecológicos, nos asociamos políticamente para encauzar la indignación y tratar de cambiar las cosas, estamos viendo los primeros edificios bioclimáticos, tenemos a nuestro alcance medicamentos genéricos, las empresas quieren lograr y exhibir sus estándares medioambientales, los bancos de alimentos han tenido que multiplicar sus almacenes, han surgido los primeros aparatos sin obsolescencia programada, aumenta la legislación ambiental… Todos estos “cambios” ¿Los ha producido el propio sistema socio-económico por sí mismo? ¿Ha tenido algo que ver la presión de sectores sociales cada vez más formados? 3. Un aspecto que a menudo se esquiva es el propio carácter de la educación. Los resultados de los procesos educativos no siempre se pueden medir y valorar al final del propio proceso, como afirma la propia Victoria Camps (2010): “A veces se hace difícil creer que la educación sirve para algo porque los resultados son muy a largo plazo y pocas veces se verifican”. Además, posiblemente, los aprendizajes que se constatan y visualizan a muy largo plazo sean más trascendentes que los productos y resultados inmediatos. La catástrofe del Prestige fue un ejemplo de respuesta cívica de toda una generación de personas educadas medioambientalmente durante años, sin que dieran hasta ese momento atisbos de que lo habían hecho (Meira, 2003). La respuesta social y la respuesta educativa tanto desde movimientos sociales como desde la escuela como fue espectacular. 4. Contenidos clave de sostenibilidad se han incluido en el currículo oficial de la enseñanza obligatoria. Además el número de títulos y titulados y tituladas de FP, universitarios e interuniversitarios ha crecido notablemente. Nunca ha habido tanto educador o educadora medioambiental. 5. La joven educación ambiental no ha conseguido el demandado y deseado “cambio social”, cierto. Religiones milenarias o partidos políticos centenarios, tampoco. Sin embargo, en mi opinión, la EA sí está detrás de todos esos “cambios” que está dando la sociedad (Gutiérrez Bastida, 2013). La EA sola no puede conseguir el cambio. Pero, en el momento en que se apoya en la sociedad civil, desde el mundo de la política, tal y como está sucediendo, sí puede. La EA ha estado muy sola.

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Coyuntura actual Además, nos permitimos afirmar ahora que la EA ha fracasado, incluso, cuando en los últimos años: 1. La crisis. la política medioambiental y la educación ambiental fueron de las primeras en caerse de la agenda política. Han cerrado entre el 60 y el 80% de los equipamientos medioambientales del Estado. En las administraciones públicas las ayudas a la EA han disminuido o desaparecido. 2. Control de movimientos sociales y mercantilización de la EA. En muchos casos los programas de EA institucionales, a todos los niveles (locales o internacionales), han funcionado como elementos de control de movimientos sociales que, posiblemente, hubieran desarrollado otra cultura de la sostenibilidad de una manera más crítica. Y, también, entre tanto agente interesado (multinacionales, financieras…) se ha producido una cierta mercantilización de la EA. 3. Sosteniblabla. Empresas financieras, del sector de automóvil, gobiernos, ONGs, educadores y educadoras ambientales y un largo etcétera, todos y todas hablamos de sostenibilidad. Se lo añadimos a todo, como el aceite y el vinagre a la ensalada. Da igual la ensalada, sosteniblablá. 4. El currículo. En educación formal si bien es cierto que se han incluido elementos relacionados con la sostenibilidad en el currículo, no es menos cierto que un currículo compartimentado por áreas y una organización escolar rigurosa e inflexible no favorecen especialmente los procesos de desarrollo de las competencias medioambientales. Además, los libros de texto no ayudan, no mencionan la creciente insostenibilidad del modelo económico y social actual y ocultan el deterioro acelerado de todo lo necesario para vivir: el agua y el aire limpio, el territorio fértil y los alimentos sanos, y confunden de forma sistemática el bienestar con el crecimiento económico. 5. La formación y alfabetización ecológica del profesorado dista de ser la adecuada por el poco interés de las administraciones y por el poco interés docente ante la presión de las urgencias tecnológicas, idiomáticas, metodológicas… 6. En octubre de 1990, se firma la Declaración de Talloires para la incorporación de la sostenibilidad y la alfabetización ambiental en las universidades. Sí que ha trabajado, hecho miles de investigaciones, formulado competencias, criterios de evaluación, etc. pero la universidad no se ha convertido en el ejemplo de organización sostenible ni de EA que debería ser. Ni son todos los que están, ni están todos los que son. Pero entre todos estos elementos vemos luces y sombras, blancos y negros, contrastes que conforman una compleja realidad de la EA al día de hoy. Y mientras tanto, el actual nivel de destrucción del medio ambiente y de brecha social es único en la historia de la humanidad. Con todo ello y por todo ello, ahora la EA es más importante que nunca porque el futuro debe y sólo puede ser sostenible.

El desafío es ético Lucie Sauvé afirma que la educación ambiental apunta a construir una “identidad” ambiental, a dar un sentido a nuestro “ser en el mundo”, a desarrollar un sentimiento de pertenencia con la biosfera y a promover una cultura del compromiso. Por tanto, es momento de la nota musical “re”: toca re-pensarnos, repensar la comunidad, re-pensar el planeta, re-nacer, re-construir, recrear, re-generar… re-clamar, re-conquistar, re-plantear. En este sentido: 1. Si convenimos que la causa de la crisis ambiental que nos lleva hacia el colapso se deriva una manera de entender la relación entre el ser humano y el mundo, acordaremos que esa causa es fundamentalmente ética. Por tanto, el cambio hacia el que debe empujar la EA tiene que venir inexcusablemente de la mano de la ética. 2. Una ética que: 4

a. coloque la trama de la vida como máximo valor y como centro de toda reflexión y acción. b. se base en el pensamiento complejo, ya que el pensamiento complejo, tal y como afirma Morin (2006), nos lleva a una ética de solidaridad. c. impulse la modificación de las políticas que afectan a estructuras económicas, tecnológicas e ideológicas básicas, que promueva más el crecimiento humano y, quizás, el decrecimiento económico, que impulse más apreciar la calidad de vida que buscar un nivel de vida cada vez más alto. d. una el saber con el deber. Que convierta el conocimiento en causa y origen de la acción. 3. Una ética basada en la acción. Acción como una manera de ser, de saber, de vivir y de actuar. Se trata de explorar la ética como actividad diaria: siendo críticos, reflexionando sobre cuestiones complejas y dilemas éticos, reimaginando posibilidades… (Jickling et al., 2006) 4. Una ética unida a la estética. La integración del arte en la construcción de conocimiento nos ayuda en la comprensión del medio ambiente, de las relaciones sociales, de nuestro papel en el mundo. 5. Y necesitamos de una estrategia. Una estrategia que nos ayude a desarrollar esa ética, desde el yo, pasando por mi comunidad hasta llegar al planeta. Y necesitamos compartir estrategias, sumar sinergias. Dado que esta ética debe evidenciarse a través de una estrategia y en la acción, es decir, en lo concreto, proponemos algunas ideas en las que permearía esta visión. Las he dividido en cuatro ámbitos, sin ser muy amigo de ello, en honor a la complejidad que debe irradiar la propuesta, pero creo que facilitará la exposición.

Retos sociales Al hilo de la construcción de esa nueva ética surgen algunos retos sociales: 1. Construcción de la ciudadanía, de eco-ciudadanía. Es decir, de una forma de relación con el mundo centrada en el “vivir aquí juntos”, una relación contextualizada y ubicada, que implica la responsabilidad colectiva respecto a los sistemas de vida —de los cuales formamos parte— y que necesita competencias para insertarse de manera eficaz en las dinámicas políticas de decisión y acción relativas a los asuntos socioecológicos. 2. Desarrollo de responsabilidad. Pero no la responsabilidad culpabilizadora del sistema que nos dice hasta la saciedad que todos y todas somos responsables de la crisis y que tenemos que arrimar el hombro. Responsabilidad sí, pero no es lo mismo la de la niña que no cierra el grifo al limpiarse los dientes que la de la empresa distribuidora que pierde el 25% en fugas. Responsabilidad, desde el origen etimológico del término, es decir, responder para actuar ante los problemas y para experimentar alternativas. 3. Construcción de comunidad y de poder comunitario. Es necesario dotar a la sociedad de una infraestructura que le permita desplegar activismo y acción comunitaria, crear grupos de personas y redes de grupos, sea para trabajar en cuestiones específicas como para abordar necesidades globales que afecten a más comunidades o a la sociedad en general y que permitan empoderar a la comunidad y a sus integrantes. Responsabilidad sí, pero comunitaria para desenmascarar y denunciar las prácticas no éticas y no sostenibles del actual modelo de desarrollo y exigir a quien lo hace mal que lo haga bien. 4. Diversidad y biodiversidad. La diversidad asegura la complementariedad, permite el reajuste y, en momentos de crisis, la supervivencia. En un colectivo humano que busca y aprecia la heterogeneidad nadie se siente fuera, cada cual encuentra el lugar donde es capaz de aprender y enseñar (Ecologistas en acción, 2012). Y facilita el encuentro de diversas

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experiencias, culturas, edades, y especies animales y vegetales… apoyándonos en lo que más nos une. 5. Hoy sabemos qué no es sostenible. Apenas sabemos qué es sostenible. Lo que hoy nos parece sostenible mañana nos puede decir la ciencia que no lo es. Por eso es imprescindible poner la ciencia al servicio de la humanidad y acumular conocimiento sobre sostenibilidad. Necesitamos de personas e instituciones científicas con posturas éticas y sensibles al trabajo comunitario.

Retos políticos 1. Desarrollo de la dimensión política de la EA. Si hablamos de “vivir aquí juntos”, hablamos de lo colectivo y lo que concierne a lo colectivo deviene político. No es lo mismo comprar el café de una multinacional que de comercio justo. La EA debe ayudar a la construcción del significado de un acto u otro. Y tampoco es lo mismo comprar café de comercio justo que trabajar en equipo para exigir a los gobiernos que rechacen las normas imperantes de un mercado libertino, desigual e injusto (como el ITTP que nos viene). No es lo mismo comprar en comercios justos que por unas relaciones comerciales internacionales justas. La EA en vez de huir de la política tiene que desarrollar su potencial dentro de ella. 2. Inspiración y exigencia de políticas públicas sostenible. La EA, por una parte, debe formar parte de las estructuras de las instituciones públicas en tanto en cuanto es un proceso de convergencia hacia la sostenibilidad y, por otra, debe estar vigilante a las prácticas y decisiones políticas que van en contra de la sostenibilidad. La EA debe inferir políticas sostenibles, de equidad y de justicia social y, en particular, educativas. 3. Estímulo de una gobernanza global y democrática. Y promoción de una economía con centro en la vida, y no en el mercado. La EA debe favorecer la construcción de espacios para otra economía: mercadillos solidarios, mercados de trueque, bancos de tiempo, comercio justo, experiencias cooperativas (auzolan), movimientos slow, ciudades en transición… son experiencias que se están llevando a cabo y hay que crear otras nuevas. Las redes sociales juegan un papel muy importante en este ámbito. Y no solo porque suponen una manera diferente de comerciar, sino porque también, cuando nos relacionamos sana y satisfactoriamente necesitamos menos cosas, porque tenemos más humanidad. 4. Vinculación con el territorio, con el entorno próximo. Es necesario hacerse conscientes del territorio en el que vivimos y explorar la cosmovisión de nuestra comunidad, sus fortalezas y debilidades, para, sin perder las raíces identitarias, avanzar hacia cosmovisiones más globales. 5. Medios de comunicación al servicio de la comunidad. Se debería garantizar que los medios de comunicación se transformen en instrumentos educativo-ambientales que colaboren en divulgar información científica sobre sostenibilidad, sobre las consecuencias reales de nuestro sistema de consumo, que ponga en valor las experiencias significativas de ecociudadanía y las de acción comunitaria en clave de sostenibilidad.

Retos en investigación La investigación es un elemento fundamental en el desarrollo de este este proceso. 1. Según recientes estudios, actualmente hay 5 tendencias de investigación en EA: o la importancia del aprendizaje y la acción colectiva y comunitaria. o la relación entre el contexto social y ecológico, o la conexión entre la práctica educativa y el compromiso social o el papel del medio urbano, ya que la batalla a la sostenibilidad se deberá ganar en las ciudades o el papel de los medios de comunicación y de las redes sociales 2. Se está pasando de: 6

investigación en disciplinas a investigación inter-multidisciplinaria investigación de impacto académico (para revista especializadas) a impacto social. investigación que informa a investigación que transforma investigación en cambios tecnológicos y actitudes a investigaciones centradas en el cambio social y cultural o investigación de individuos a investigación de comunidades 3. Se están abriendo nuevos caminos a la educación, a la capacitación y a la creación o articulación de redes o de redes de redes. 4. Se están empezando a evidenciar casos de medios informativos como generadores de opinión y de acción en los movimientos de transformación social. 5. Se está abriendo paso una epistemología crítica, que denuncia todos los comportamientos tóxicos de los sistemas educativos en general, y de educación ambiental, en particular. o o o o

Los resultados de todas estas líneas de investigación nos tienen que ofrecer un marco teórico de ecociudadanía.

Retos en el ámbito educativo La EA no es suficiente para el cambio social, pero es necesaria, es imprescindible. Y su desarrollo en todos los segmentos educativos ayudará a hacer escuelas y universidades más sostenibles, personas más competentes medioambientalmente y con capacidad de elegir qué es lo mejor para sí, para su comunidad o para el planeta. En el ámbito la educación los retos actuales serían: 1. Desarrollo de una educación eco-social que rompa fronteras y construya puentes entre la educación formal, no formal e informal. Es necesario que la educación formal y la informal salgan de sus ámbitos y construyan relaciones con los movimientos de transformación social. 2. Ambientalización curricular real. No se trata tanto de incluir que la energía solar sea un contenido a aprender, sino de promover la integración de contenidos, la reflexión, la resolución de problemas, la búsqueda de información, el espíritu crítico, el contraste de opciones, la inclusión social, la toma de decisiones y la acción colectiva coordinada. 3. Capacitación de los y las docentes de todos los sectores educativos. Tanto la enseñanza primaria, como la secundaria, la universitaria o la formación profesional son claves para que los y las aprendices desarrollen las competencias medioambientales necesarias para ser ecociudadanos o ecociudadanas. 4. Organización escolar flexible. La organización escolar es el mayor obstáculo a cualquier proyecto que se quiera desarrollar. ¡Y sabéis cuántos se desarrollan, a pesar de ello! Necesitamos de grupos flexibles, interactivos, cooperativos, intergeneracionales… horarios flexibles, maneras de aprender flexibles, diversidad de materiales y fuentes de información… implantar unos mínimos que, si bien no aseguren el éxito, por lo menos no garanticen el fracaso. 5. Empoderamiento de los y las jóvenes. Las generaciones nacidas a finales de los 80 y durante los 90 tienen ya la sensibilización en el ADN. Es tal el bombardeo mediático de los mensajes “verdes” que reciben desde bien pequeños, que ya lo tienen interiorizado. Tienen una sensibilidad y una curiosidad natural hacia lo que supone la vida salvaje y la naturaleza. Y saben en qué contendor va el papel usado y los otros tipos de residuos. Las siguientes generaciones quizás lo tengan más difícil. Probablemente, esta primera década del siglo XXI, haya ofrecido la primera generación de personas del mundo occidental que crece en el “interior” de los hogares, es la generación “nativa digital” que pasa la mayor parte de su tiempo frente al televisor, escuchando música en solitario, navegando por Internet o jugando en dimensiones virtuales. Una generación con ciertos riesgos saludables superiores a las anteriores: obesidad, dificultades de atención, huida del mundo real… Todo ello configura un escenario nuevo y diferente en el mundo escolar. Y además, si la infancia 7

transcurre separada de la naturaleza ¿Cómo la van a conocer y a comprender? ¿Cómo van a valorar la vida y los seres vivos? ¿Cómo va a atender a la biosfera? La educación ambiental es la encargada de cubrir y dar respuesta a ese déficit. El medio ambiente se constituye como un gran integrador de conocimientos, procedimientos y actitudes, es práctico y compromete a los y las estudiantes y se ofrece como escenario de la acción. La oferta de estos escenarios en clave de protagonismo del alumnado le empodera ante sí mismo, ante su comunidad y ante el planeta. Los y las estudiantes, aparte de ser ciudadanos y ciudadanas del mañana, son ciudadanas y ciudadanos hoy. Personas con capacidad de decidir su modo de consumir, de divertirse, de influir en las decisiones familiares, de pandilla, del grupo escolar… reconozcamos este hecho y dejemos espacios reales de participación, ante la sociedad, ante responsables políticos, que perfeccionen su empoderamiento. 6. En acción sin perder el norte. Ciertamente, nos involucramos en la vorágine cotidiana de las urgencias que no dejan sitio a lo importante y corremos el riesgo de quedarnos en lo anecdótico, en lo estético, en el activismo. Es imprescindible buscar momentos para la reflexión personal y para el contraste grupal. A veces nos empecinamos en hacer una accióncampeonato de a ver quién recoge más residuos, cuando el norte nos indica que hay que reducir el consumo en origen. Por otro lado, en el mundo de la educación tenemos muchos tótems. Situaciones a las que se les pone la etiqueta y quedan ahí, generación tras generación, el famoso “aquí siempre se ha hecho así”. Uno que suelo recordar reiteradamente, hablando de una actividad que ha sido bien acogida por los chicos y chicas, es el no menos famoso: “¡Ah! Es que eso les gusta”. ¡Peligro! Les gusta. Prohibido para la escuela. Parece como si un resorte interior saltase en el docente y automáticamente quitase todo el posible valor de la actividad porque “les gusta”. ¿es mejor que no les guste, incluso que lo odien para que la actividad adquiera valor? No perdamos el norte: cuando una actividad les agrada y la realizan a gusto ¿nos hemos parado a pensar en cuántas competencias está movilizando o podemos evaluar? El norte nos indica, no sólo que se puede aprender haciendo cosas que gustan, sino que cada aprendizaje conlleva una gran parte emocional que debemos cuidar y trabajar. No perdamos el norte, pero sin olvidar que el sur también existe.

Epílogo Para concluir, decir que, si la educación ambiental es el manto interminable de Penélope también es cierto que la leyenda afirma que el manto se terminó felizmente. Tanto desde el ecologismo como desde la EA, es tradicional el discurso pesimista de la situación de emergencia planetaria y del fracaso de la EA. Hace tiempo que ya era hora de cambiar también ese discurso: hay problemas, graves y más graves, pero también hay resultados. No dejemos que estos resultados se los apropie el enemigo. Debemos reivindicarlos, sentirnos orgullosos y orgullosas de ellos, porque han costado sangre, sudor y lágrimas. Algunas nuestras. Otras de otras personas que, por ello, merecen nuestro homenaje y reconocimiento. Hagamos educación ambiental, pero hagamos también seducción ambiental. Mientras haya problemas ambientales, mientras haya esperanza: educación ambiental. Indispensable para sostenibilidad –sea lo que sea eso- y para hacer posible otro mundo. Ese es precisamente el principal reto de la educación ambiental: estimular el compromiso ecociudadano; un compromiso fundado en una visión del mundo clarificada, discutida, confrontada, que dé sentido a nuestro ser y actuar en el mundo; un proyecto políticopedagógico que llama a la reflexión crítica, ética, filosófica. La tarea es inmensa, pero alentadora.

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Sin duda, es el colibrí quien nos da su ejemplo, a partir del conocido cuento popular: “Había una vez un pequeño colibrí que vivía en un bosque. Un día se desató un incendio, no sabemos si fortuito o por manos desalmadas. Los animales del bosque salieron corriendo, asustados ante el peligro inminente. En su huida vieron a un colibrí que en lugar de salir, retornaba al bosque con una gota de agua en el pico. Hubo una risa general: - ¿Acaso crees que con una gota podrás apagar el incendio? – Yo… hago lo que puedo, contestó el colibrí.” El colibrí tiene mucho que enseñarnos. Su vuelo semeja el infinito, sabe volar hacia adelante y retroceder si es necesario, adecuarse a los tiempos y a los vientos. Se sabe liviano y libre, y por ello no carga con pesares ni cadenas. Sus aportaciones le resultan claras y sencillas: una gota que traslada de forma amorosa y desprendida. Es multicolor y sensitivo, disfruta los momentos y nos susurra sus mensajes imperceptibles, diminutos y profundos. Y si en vez de ser cada uno o cada una un colibrí, formásemos una inmensa bandada de colibrís… ¡qué podrá ser eso!

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Sauvé, L. (2014). Educación ambiental y ecociudadania. Dimensiones claves de un proyecto político-pedagógico. Revista Científica, [S.l.], n. 18, p. 12 - 23, abr. 2014. ISSN E-2344-8350. Disponible en: . Fecha de acceso: 22 enero 2015

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