Dependencia y marginación de las poblaciones sículas en la Sicilia griega

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Descripción

Dipendenza ed emarginazione nel mondo antico e moderno Dépendance et marginalisation de l’antiquité à l’âge contemporaine. Atti del  Convegno Internazionale G.I.R.E.A. dedicati alla memoria di Franco Salerno a cura di

Francesca Reduzzi Merola Con la collaborazione di Maria Vittoria Bramante, Adelaide Caravaglios, Francesca Del Sorbo, Patrizia Parisi, Paola Santini, Oriana Toro

Copyright © MMXII ARACNE editrice S.r.l. www.aracneeditrice.it [email protected] via Raffaele Garofalo, /A–B  Roma () 

 ----

I diritti di traduzione, di memorizzazione elettronica, di riproduzione e di adattamento anche parziale, con qualsiasi mezzo, sono riservati per tutti i Paesi. Non sono assolutamente consentite le fotocopie senza il permesso scritto dell’Editore. I edizione: ottobre  Atti pubblicati con il contributo dell’Universitàà degli Studi di Napoli Federico II e della Banca del Cilento

Indice



Pagina introduttiva Francesca Reduzzi Merola

Parte I Dipendenza ed emarginazione: percorsi di ricerca 

De l’esclavage à la marginalité: normalité et déviance. Le discours de la fiction Jacques Annequin



Il ‘Corpus der römischen Rechtsquellen zur antiken Sklaverei (CRRS)’ nell’ambito delle ‘Forschungen zur antiken Sklaverei’ dell’Accademia delle Scienze e della Letteratura di Magonza Tiziana J. Chiusi



Marge, marginalité et marginalisation dans le corpus des agrimensores romains Jean–Yves Guillaumin



La place de l’esclavage dans les formes de dépendance: Marginalité et/ou centralité? Olivier Grenouilleau



Les incertitudes des classifications normatives de l’index thématique de l’esclavage et la question de la marginalité Antonio Gonzales

Parte II Politica 

Los límites de la marginación en la formación del cuerpo cívico ateniense Domingo Plácido



Los poneroí y la crisis de la democracia radical ateniense. La propuesta del Viejo Oligarca sobre la esclavitud del dêmos Julián Gallego



Le Città degli schiavi Annalisa Paradiso



Dipendenza ed emarginazione





nel mondo antico e moderno

Dependencia y marginación de las poblaciones sículas en la Sicilia griega Adolfo J. Domínguez



Marginalisation, indépendance et stratégies politiques: les choix lexicaux de Polybe et la politique diplomatique du sénat après Pydna Marie–Rose Guelfucci



Bandes armées et dépendance au Ier siècle avant J.–C. dans les Vies de Plutarque Guy Labarre



La métaphore de l’esclavage dans les discours de Cicéron: un processus de marginalisation politique Thomas Guard



Sinesio de Cirene y los bárbaros: dependencia y discriminación Dionisio Pérez Sánchez

Parte III Società e religione 

Dependencia y marginación en Homero y en Hesíodo Miriam Valdés Guía



Ser o sentirse esclavo. La esclavitud espiritual en el Oriente griego Arminda Lozano



Le bérger, un personnage en marge de la société grecque classique James Roy



Dipendenza ed emarginazione nell’elegia latina (Prop. ..–) Valeria Viparelli



Secessae Mundi. Márgenes, (in)dependencia, espacios para la trasgresión en el cristianismo primitivo Amparo Pedregal



Marginación y proselitismo religioso: los circunceliones Carlos García Mac Gaw



Prisión, pobreza y dependencia en el De vinctis de Libanio Manuel Rodríguez Gervás



La marginación social como factor de identificación de la “esclavitud” en la antigüedad Bernat Montoya Rubio



Emarginazione e integrazione di schiavi e liberti nei monumenti archeologici Andrea Binsfeld

Indice





Esclavos y libertos en la producción vinícola y alfarera en el Ager Barcinonensis: de la marginalidad al éxito económico Oriol Olesti, César Carreras

Parte IV Condizione femminile 

Espaces et formes de la marginalité au féminin Colette Jourdain–Annequin



Madres dependientes en la Antigüedad Griega. Su importancia en la preservación de la polis Susana Reboreda Morillo



Ovidio: schiavitù senza metamorfosi Saverio Gualerzi



Libertad, esclavitud y género: el mito apuleyano de Cupido y Psique (Met. .– .) María José Hidalgo de la Vega



La esclava romana en el cine Alberto Prieto

Parte V Diritto 

Dipendenza e schiavitù: integrazione, emarginazione, diritto Francesca Reduzzi Merola



In tema di infamia e di postulatio Settimio di Salvo



L’evizione del servo vicario in D. .. (Paul.  ad edictum) Annamaria Salomone



Exceptio doli generalis ed agire del servus Adelaide Caravaglios



L’autonomia negoziale dei servi nella prassi giuridica campana: un’applicazione del mandatum pecuniae credendae (TPSulp. )? Francesca Del Sorbo



A proposito del servus in disciplinam causa studiorum traditus Maria Vittoria Bramante



Esclaves ruraux au miroir du Code Théodosien: coup d’oeil sur un monde en marge Pierre Jaillette

Indice





In tema di mendicitas: due testimonianze giuridiche (CTh. ..; Nov. Iust. .–) Chiara Corbo



Considerazioni sulla legittimazione processuale in epoca giustinianea: D. .. pr. e il processo di libertà Adelaide Russo

Parte VI Storia moderna e storiografia 

Espartiatas e hilotas en la Revolución Francesa César Fornis



Marginaliser ou réduire en esclavage: le cas des Morisques dans l’Espagne du XVIe siècle Rudy Chaulet



La marginalisation des esclaves dans la société peule du nord du Burkina Faso à l’époque précoloniale Maurice Bazémo



Saluto finale Luigi Labruna



Riassunti dei contributi e parole chiave

Dipendenza ed emarginazione nel mondo antico e moderno ISBN 978-88-548-4808-8 DOI 10.4399/978885484808810 pag. 115–142 (ottobre 2012)

Dependencia y marginación de las poblaciones sículas en la Sicilia griega∗ A J. D

La presencia griega en Sicilia provocó, desde los primeros momentos de su asentamiento, contactos con las poblaciones indígenas que habitaban en la isla que debieron de abarcar distintos mecanismos, como sugiere ya el escueto pero completo relato que da Tucídides (..) de las fundaciones de las colonias griegas. Del mismo modo, el propio autor ateniense delinea también un panorama de las poblaciones ‘bárbaras’ que habitaban la isla a la llegada de los griegos y que, junto a los fenicios o cartagineses, incluye a élimos, sicanos y sículos (Tuc. .). La visión etnogenética de Tucídides, que se suele considerar derivada de la que desarrolló el historiador siciliota Antíoco de Siracusa, contempla los habituales mecanismos, ya presentes en la propia etnogénesis griega, de interpretar los nombres de los pueblos a partir de fundadores epónimos o de determinados términos geográficos y su distribución por la isla como resultado de procesos de emigración y conquista. Tampoco es, ni mucho menos, la única de las versiones existentes y ya Dionisio de Halicarnaso (A.R. ..–) recogió las que daban Helánico, Filisto y Antioco, además de Tucídides; independientemente del sentido último de estas tradiciones, lo interesante es que son los griegos quienes contribuyen a la creación, según sus propios intereses, de afiliaciones y orígenes para las poblaciones no helénicas de Sicilia (y, por supuesto, de otros lugares del Mediterráneo). No me voy a centrar aquí, sin embargo, en estas cuestiones a algunas de las cuales ya me he dedicado en alguna ocasión , aunque sí quiero señalar que, más allá de la realidad o no de esa distribución de poblaciones por Sicilia presente en la obra de Tucídides, y de las ‘pruebas’ arqueológicas que se han buscado para la misma, esos conceptos no son sino mecanismos empleados por los griegos para aprehender la realidad indígena de la isla. Si había ya poblaciones que se consideraban a sí mismas como ‘sículas’ o como ‘sicanas’ antes de la llegada de los griegos es algo que no sabemos pero parece más probable, como ocurre en otros ∗ Este trabajo se realiza dentro del Proyecto de Investigación HAR– subvencionado por el Ministerio de Ciencia e Innovación. Vid. sobre las mismas S. D V, I Dinasti dei Siculi. Il caso di Archonides, en Acme  (), pp. –, que hace hincapié en el uso que hacen estas tradiciones griegas de figuras de reyes; vid. además, el reciente estudio de R. S, Filisto e le origini delle popolazioni anelleniche di Sicilia, en P. A, J. M–P (eds.), Relaciones interculturales en el Mediterráneo antiguo: Sicilia e Iberia, Málaga, , pp. –. . A.J. D, La colonización griega en Sicilia. Griegos, indígenas y púnicos en la Sicilia Arcaica: Interacción y aculturación, en BAR Int. Series , Oxford, ; I., Greeks in Sicily, en G.R. T (ed.), Greek Colonisation. An Account of Greek Colonies and Other Settlements Overseas I, Leiden, , pp. –.

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Adolfo J. Domínguez

lugares , que hayan sido los griegos quienes en su proceso de apropiación (real y simbólica) de un territorio los responsables si no de la acuñación de los términos sí, al menos, de su aplicación a diversas partes del territorio siciliano y, por ende, a sus habitantes; del mismo modo, son los griegos los que establecen una determinada gradación entre esas poblaciones según sus intereses respectivos . No deja de ser interesante, a este respecto, cómo en el importante momento que representa la revuelta de Ducetio, el líder sículo utilice esa ‘identidad sícula’, que en último término han acuñado los colonizadores como mecanismo de atracción para poblaciones indígenas de Sicilia que, quizá por primera vez en ese momento, empiezan a ser conscientes de esa identidad que ellos no han ideado pero que al utilizar va a tener un importante peso instrumental en sus pretensiones políticas, militares y económicas . En cualquier caso, quiero remontarme algo más en el tiempo para iniciar mi análisis con el episodio de la rebelión de Camarina contra su metrópolis Siracusa que habría tenido lugar hacia mediados del s. VI a.C.; en ese conflicto sabemos, a partir de una noticia de Filisto, transmitida por Dionisio de Halicarnaso, que Siracusa tuvo como aliados a Mégara Hiblea y a los habitantes de Enna, mientras que Camarina tuvo, entre otros aliados, a los sículos (Philist. FGrHist  F = Dion. Hal. Ep. Pomp. Gem. ) . Sin duda ninguna la fundación de las subcolonias de Acras, Casmenas y Camarina (Tuc. ..) tuvo como principal resultado garantizar el control por parte de Siracusa del área sícula del sudeste de Sicilia; sin embargo, la revuelta de Camarina, apoyada por los sículos mostró cómo en esta zona aún existían sentimientos de independencia, aunque quizá manipulados por los propios griegos de Camarina. Sea como fuere, entre los sículos aliados de Camarina estarían los que habitaban centros del área Hiblea, tales como Ragusa, Castiglione, Monte Casasia y, tal vez, los sículos asentados en las alturas que bordeaban la llanura de Catana; como ha observado Anello “alleati naturali di Camarina venivano ad essere tutti quei Siculi, cioè, che erano le principali vittime dell’espansione . Quizá uno de los ejemplos más claros de esas creaciones lo podamos encontrar tanto en el concepto de Iberia como, sobre todo, en el de Celtiberia, una concepción de carácter absolutamente artificial que, no obstante, acabará definiendo no sólo un territorio sino, por supuesto, a los pueblos que lo ocuparán; vid. a este respecto A.J. D, Los vettones en los textos clásicos, en J. A–S (ed.), Arqueología Vettona. La Meseta Occidental en la Edad del Hierro. Zona Arqueológica XII, Alcalá de Henares, , pp. –. . Vid., por ejemplo, las observaciones que hace C. R, Rileggendo Zenobio: una nota sulla percezione e la rappresentazione dei Siculi, en Polifemo  (), pp. –, sobre la imagen que proyecta Tucídides sobre estas poblaciones y, en especial, sobre los sículos. . Aunque es un tema de gran calado que no es el momento de analizar aquí, podemos ver cómo términos exoétnicos como, en el caso de América, el de ‘indio’ acabaron por ser utilizados por los destinatarios del mismo como elemento de liberación y emancipación. Así, por ejemplo, la ‘Declaración de Barbados II’ () empieza con la apelación ‘Hermanos indios’ y como indica alguno de los primeros comentaristas de la misma ese término “en boca de no indios tiene a menudo tonos francamente demagógicos”. Vid. G. B B, E. E M, G. A B, L. A, La declaración de Barbados II y comentarios, en Nueva Antropología  (), pp. –, donde se abordan también otras lecturas alternativas en las que se propone sustituir (o al menos complementar) una etnicidad (en muchas ocasiones artificial) por una concepción más realista basada en los intereses compartidos con otros grupos explotados. . Sobre la postura de Filisto con respecto a los dos Dionisios y a la tiranía, en general, vid. K. M, Filisto e la tirannide, en N. B, L. B, E. D M (eds.), La Sicilia dei due Dionisî, Roma, , pp. –.

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territoriale siracusana e megarese” . El fracaso de Camarina significó también el de sus aliados sículos y algunos autores han visto en ello un hecho que retrasó cerca de un siglo las tendencias independentistas sículas ; no sabemos con certeza cómo actuó Siracusa en los años siguientes, pero cuando Gela entre en escena será ella, en parte gracias a la cesión de Camarina a Hipócrates (Tuc. ..), la que dará el golpe definitivo a los sículos de esta parte de la isla. Observemos, pues, ahora, el momento en el que los tiranos de Gela, empezando por Cleandro y su hermano Hipócrates y siguiendo por su lugarteniente y sucesor, Gelón, inician su política expansionista . Es Heródoto nuestro principal informador sobre la expansión de Hipócrates, que se dirigía contra las ciudades griegas de Calípolis, Naxos, Zancle y Leontinos, así como contra Siracusa y “numerosas ciudades bárbaras” (Hdt. .) . Seguramente en relación con estas campañas está la noticia que transmite Heródoto en otro lugar relativa al asedio que el ‘rey’ de Zancle, Escita, que era aliado de Hipócrates, estaba llevando a cabo contra “una ciudad de los sículos con ánimo de conquistarla” (Hdt. .) . Eso indica, pues, que Hipócrates y sus aliados han iniciado una amplia ofensiva tendente a conseguir la hegemonía sobre buena parte de la isla, incluyendo tanto a las ciudades griegas de origen calcídico como a los centros indígenas. Es Polieno quien nos transmite con algún detalle el destino de la ciudad sícula de Ergetio, conquistada por el tirano mediante el engaño a pesar de que antes de este cambio de política la ciudad de los ergetinos había proporcionado mercenarios a su propio ejército (Pol. Strat. .) . La muerte de Hipócrates, como también informa Heródoto, se produce “en las inmediaciones de la ciudad de Hibla, durante una expedición contra los sículos” (Hdt. .) , lo que muestra la resistencia que los mismos ofrecen ante la conquista gelense. Buena parte de la historiografía identifica esta Hibla con la Hibla Herea, que suele situarse en la zona de Ragusa aunque otros autores argumentan, con buenos criterios, su identificación con Hibla Geleatide cuya ubicación no es segura, . P. A, L’ambiente greco, en M. D S, F. C (eds.) Il guerriero di Castiglione di Ragusa: greci e siculi nella Sicilia sud–orientale. Atti del Seminario. Milano,  maggio , in Hespería  (), p. . Vid. también S.N. C L, Espansionismo greco e rivendicazioni sicule: guerra e pace nei secoli VI e V a.C., en C. M, S. M, L. S (eds.), Diodoro Siculo e la Sicilia indigena, Palermo, , p. . . G. M, Il VI e il V secolo a.C., en E. G, G. V (eds.), La Sicilia Antica II.. La Sicilia Greca dal VI secolo a.C. alle guerre puniche, Napoli, , pp. –; vid. también A.J. D, La colonización, cit., pp. –. . G. M, Cleandro e la genesi della tirannide a Gela, en Messana  (), pp. –. . Πολιορκέοντος γὰρ ῾Ιπποκράτεος Καλλιπολίτας τε καὶ Ναξίους καὶ Ζαγκλαίους τε καὶ Λεοντίνους καὶ πρὸς Συρηκοσίους τε καὶ τῶν βαρβάρων συχνοὺς. . ῾Ο βασιλεὺς αὐτῶν, τῷ οὔνομα ἦν Σκύθης, περικατέατο πόλιν τῶν Σικελῶν ἐξελεῖν βουλόμενοι. . Podemos aceptar, a este respecto, la opinión de G. M, Tiranni sicelioti ed indigeni in età arcaica, en M. B B, E. D M, A. P (eds.) Magna Grecia e Sicilia. Stato degli studi e prospettive di ricerca, in Pelorias  (), p. : “La presa di Ergezio fu il segnale del cambiamento della politica di Ippocrate verso i Siculi della Sicilia Orientale, rivelando un ben definito disegno politico che il tiranno, esaurita la possibilità di espansione nei territori greci, intendeva realizzare nella mesogheia indigena, imponendo la propria egemonia anche su quei Siculi che avevano combattuto al suo fianco”. Sobre la probable ubicación de Ergetio y otros detalles de la campaña, con una visión de conjunto algo diferente, vid. D. S, Camarina: città di frontiera?, en Hesperìa  (), pp. –. . Κατέλαβε ἀποθανεῖν πρὸς πόλι ῞Υβλῃ, στρατευσάμενον ἐπὶ τοὺς Σικελούς.

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aunque suele situarse en la zona de Paternò, pero que, en todo caso, debía de hallarse en el área sícula sometida a la influencia de Catana . El que sería su sucesor, Gelón, ya había demostrado durante esas campañas, como jefe de la caballería de Hipócrates, que era un guerrero excepcional (Hdt. .) Aunque no tenemos demasiadas noticias al respecto, a partir del momento que Gelón empieza a controlar Siracusa y convertirla en el centro de su poder (Hdt..) mientras su hermano Hierón conservaba el control de Gela el poderío reunido por el tirano debió de implicar un proceso de control y sumisión del buena parte del mundo sículo del sur y del sudeste de Sicilia, extendiéndose sus intereses hasta el cinturón de centros sículos que rodeaban los centros calcídicos y llegaban hasta la región de Zancle. Son bastante desconocidos los mecanismos empleados por parte de los griegos para controlar los centros sículos aun cuando lo que la arqueología muestra es una intensa acción cultural sobre los mismos, que puede no ser sino un mecanismo más para atraerse a los círculos dirigentes sículos mediante los elementos materiales típicos de la cultura griega, acaso considerados como más prestigiosos, entre los que en ocasiones se ha subrayado también la introducción del consumo del vino . Asimismo la introducción de la escritura de origen griego para escribir las lenguas indígenas, y que parece surgir entre la segunda mitad del s. VI y la primera mitad del s. V puede interpretarse como consecuencia de la acción griega sobre los círculos dirigentes indígenas; por ende, la presencia de individuos de origen griego entre las comunidades indígenas, sugerida, aunque no siempre de forma unánime para centros como Morgantina o Comiso o Castiglione di Ragusa entre otros, y confirmada de manera clara en este último nos puede . Vid. en este sentido G. M, Cleandro., cit., p. . Vid. P. C, s.v. Ibla Erea, en BTCG  (), pp. –; M. G, s.v. Ibla Geleatide (Gereatide), en BTCG  (), pp. –, que considera que la Hibla que se resiste a Hipócrates sería la Hibla Herea. Sobre las campañas de Hipócrates y las dificultades de discernir en cuál de las Hiblas murió el tirano, vid. G. M, Il VI e il V secolo a.C., cit., pp. –. . ᾿Ανὴρ ἐφαίνετο ἐν τούτοισι το. . Vid., por ejemplo, R.M. A P, Sicani, Siculi, Elimi. Forme di identità, modi di contatto e processi di trasformazione, Milano, , pp. –. . O, mejor, de las escrituras puesto que en cada región que la utiliza parece que la influencia proviene de los centros griegos más próximos. Vid. en último término R.M. A P, Sicani, Siculi, Elimi, cit., pp. –. . E. S, Sicily and the Greeks. Studies in the Interrelationship between the Indigenous Populations and the Greek Colonists, Ann Arbor, , pp. –; vid., sin embargo, una visión más matizada en C.L. L, Sikel burials at Morgantina: defining social and ethnic identities, en R. L (ed.), Early Societies in Sicily. New developments in archaeological research, London, , pp. –. . El epígrafe que publicó G. P C, Comiso. Epigrama sepolcrale greco del secolo VI a.C., en NSA / (), pp. –, se suele atribuir últimamente a Castiglione di Ragusa y tiene la peculiaridad de que, aunque está escrito en griego, parece referirse a los padres del dedicante de los que, al menos, el padre tiene el nombre no griego Κατελός ὁ Απελος. . Sobre el hallazgo de la escultura y del epígrafe griego que menciona a Πυρρῖνος, vid. M. D S, F. C (eds.), Il guerriero di Castiglione di Ragusa, cit. Sobre la necrópolis de rito griego en la que aparecieron dichos objetos vid. G. D S, La necropoli greca di Castiglione. Notizie preliminari, en P. P, G. D S, L.  L (eds.), Camarina  anni dopo la fondazione. Nuovi studi sulla città e sul territorio, Roma, , pp. –.

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estar hablando de mecanismos de integración que afectan, al menos, a las élites indígenas . Las noticias que acabamos de mencionar relativas a las guerras que mantiene sobre todo Hipócrates contra las poblaciones sículas tampoco deben ocultarnos el hecho de que es probable, al menos a juzgar por sucesos que tendrían lugar posteriormente, que el proceso de control llevado a cabo por Gela y, más adelante, por Siracusa no debió de implicar en todos los casos una respuesta violenta por parte de esas mismas poblaciones indígenas. No tenemos datos de que antes de la época de Ducetio, que puede haber formulado de forma explícita una identidad étnica sícula, haya existido esta conciencia nacional sícula y el ejemplo recién mencionado de la adaptación de los alfabetos griegos para escribir las lenguas autóctonas parece confirmar procesos de adaptación autónomos. Como ha puesto de manifiesto Albanese Procelli, “per quanto riguarda la morfologia alfabetica, ogni centro si richiama generalmente alla tradizione della colonia nella cui area d’influenza ricade (calcidese per l’area etnea, siracusana e megarese per quella iblea, gelese per il suo entroterra, selinuntina per quella c.d. elima)” . Este hecho muestra, como mucho, un proceso de emulación dirigido por las elites; emulación tanto de los griegos que son quienes sirven de modelo para la adaptación del alfabeto como emulación de otras comunidades indígenas que han desarrollado sus propios sistemas de escritura; pero, curiosamente, no se produce una difusión de un “alfabeto modelo” desde un área indígena a otra sino que, cuando estas comunidades sienten la necesidad de disponer de un sistema de escritura acuden al vigente en la ciudad griega con la que mantienen estrechas relaciones en busca de ese modelo. Todo ello nos indica, junto con otros elementos (arquitectura y ornamentos arquitectónicos, producciones artesanales, etc.) cómo ya antes incluso de las agresivas campañas de Hipócrates y sus sucesores buena parte de las poblaciones indígenas de Sicilia han establecido mecanismos de contacto e interacción con los diferentes centros griegos de la isla en los que éstos sirven de proveedores de estímulos de diverso tipo. Quizá para estas fases se pueda hablar de dependencia, al menos cultural y tecnológica, con respecto a los centros griegos y, tal vez, incluso económica, aunque este aspecto es menos claro de observar con los datos a nuestra disposición. Sin embargo, es difícil poder hablar de marginación todavía, cuando los centros indígenas alcanzan importantes niveles de desarrollo urbano sin parangón en momentos anteriores. No es improbable que el diseño político y territorial que Hipócrates y Gelón introducen, aunque con matices diversos en cada caso, haya tendido a crear un marco hegemónico que, centrado primero en Gela y transferido luego a Siracusa, implicase sobre todo el reforzamiento de esta última mediante los procesos de concentración de población llevados a cabo por Gelón (Hdt. .) al tiempo que mantenía en sus lugares a los centros indígenas muchos de los cuales se estaban transformando en ciudades como productores de artículos y materias primas que . Vid. un panorama general en R.M. A P, Sicani, Siculi, Elimi, cit., pp. –. . Ibidem, pp. –.

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acaso quedaban fuera de los intereses económicos de los centros griegos, más centrados en la agricultura de la triada mediterránea. Es también posible que los centros sículos pudiesen proporcionar tropas al creciente ejército siracusano como había ocurrido en el caso de Hipócrates y sus mercenarios de Ergetio. Alguna de las tumbas de cámara de la necrópolis sícula de Montagna di Marzo, como la más rica de las conservadas, la número , contenía dos sarcófagos en los que habían sido enterrados sendos guerreros en dos momentos sucesivos, uno en el primer cuarto del s. VI y otro entre – a.C., aunque no todo el mundo acepta esa posibilidad, como veremos. En esa misma tumba se hallaron doce graffiti inscritos en varias cerámicas sobre todo áticas que formaban el rico ajuar de la misma . Como ha mostrado Albanese Procelli, las tumbas con armas de estos momentos no son demasiado numerosas en Sicilia, por lo que la presente tumba destaca de forma importante. Para esta autora las dos deposiciones de esta tumba serían contemporáneas y se datarían a fines del segundo cuarto del s. V a.C. y tiene razón al considerar que “i corredi riflettono la volontà di esprimere l’immagine di un’élite, fondata sul ruolo militare, che ha il privilegio di pratiche a rituali incentrati sul consumo del vino e di carni arrostite. L’enfasi posta sulla condizione guerriera si affianca all’esibizione di oggetti, come gli strigili, relativi a pratiche di paideia, emblemi di uno stile di vita aristocratico mutuato da pratiche elleniche”. Sin embargo, y aunque pueda haber algunos elementos con paralelos en Italia no parece necesario pensar que se trate de individuos de esta procedencia y, menos aún, de mercenarios itálicos, no atestiguados tan temprano en Sicilia aunque alguno pueda haber habido ; por ende, la epigrafía hallada en el yacimiento corresponde a un alfabeto de derivación gelense, lo que indicaría una clara vinculación de los inhumados en esta tumba con el contexto cultural de la zona . Es mucho más fácil pensar que en ésta, y otras tumbas mucho más destruidas, nos encontramos con representantes de esas aristocracias sículas en cuyo seno surgiría la figura de Ducetio. La presencia de tumbas de notables con armas en esos momentos iniciales del s. V en unos ambientes que están dentro del área de interés de ciudades como Gela puede explicarse teniendo en cuenta la situación política del momento, ya las interpretemos como correspondientes a líderes locales que han dirigido la resistencia contra los griegos ya, por el contrario, como caudillos o dinastas que mediante su acción garantizan el establecimiento del dominio gelense–siracusano en los territorios bajo su control y reciben a cambio suntuosos objetos que sienten necesidad de exhibir durante sus exequias fúnebres; a este respecto no está de más recordar el profundo desprecio o desagrado que Gelón sentía hacia los grupos populares (Hdt. .. δῆμος ἀχαριτώτατος), frente a su . L. M, Iscrizioni da Montagna di Marzo, en Kokalos  (), pp. –. . R.M. A P, Sepolture di guerrieri della prima metà del V secolo a.C. nella Sicilia interna: l’evidenza da Montagna di Marzo, en C. M, S. M, L. S (eds.), Diodoro Siculo e la Sicilia indigena, Palermo, , pp. –. Sobre la interpretación de una tumba de Gela (Predio Romano, núm. ) de inicios del s. V como perteneciente a un notable campano y, por consiguiente, jefe mercenario, vid. J. D L G, Les Grecs et les autres. Quelques aspects de leurs relations en Italie du Sud à l’époque archaïque, en Les Grecs et l’Occident. Actes du Colloque de la Villa ‘Kerylos’ (), Collection de l’École Française de Rome , Roma, , pp. –. . G. M, Iscrizioni da Montagna di Marzo, en Kokalos – (–), pp. –.

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aprecio por los aristocráticos. Tampoco es incompatible con esto último pensar en individuos que han servido con las armas a los tiranos griegos como mercenarios, bien atestiguados para la época de Hipócrates y, quizá también, para la de Gelón ; incluso podríamos pensar que los éxitos militares de Ducetio podrían haberse debido, entre otras cosas, al uso de tácticas militares de tipo griego aprendidas durante el servicio como mercenarios de parte de los soldados que combaten a sus órdenes. Sea como fuere, y como apuntábamos antes, quizá podamos hablar de dependencia pero aún no de marginación. Es posible que en la acción del hermano y sucesor de Gelón, Hierón, se empiecen ya a percibir cambios. Este personaje, entre sus numerosas actividades, lleva a cabo una de gran calado, que será la fundación de Etna ( a.C.) en el solar de la antigua Catana, a la que le añadirá territorios tomados de las poblaciones vecinas, que aunque Diodoro no lo explicita, eran en su mayoría (o en su totalidad), sículas. Veamos el texto de Diodoro: “Hierón expulsó de sus ciudades a los naxios y a los cataneos y envió allí como habitantes a colonos de su elección, cinco mil hombres que reunió del Peloponeso, a los que añadió un número igual de siracusanos; además sustituyó el nombre de Catana por el de Etna y repartió en lotes a estos colonos hasta llegar al número de diez mil, no sólo el territorio de Catana, sino también una gran parte de los territorios vecinos. Hizo esto porque deseaba tener a su disposición una importante ayuda en caso de necesidad y asimismo recibir honores heroicos de parte de la fundada ciudad de diez mil habitantes” (Diod. Sic. ..–) . En este pasaje no nos informa Diodoro de a quién pertenecían las tierras que añadió a su fundación Hierón pero sí lo hace en un momento posterior cuando, a la caída de la tiranía, hace su primera aparición el líder sículo Ducetio ( a.C.): “Coincidiendo con estos hechos, Ducetio, el caudillo de los sículos, disgustado con los habitantes de Catana debido a su apropiación del territorio de los sículos, emprendió una expedición contra ellos. Paralelamente, los siracusanos marcharon asimismo contra Catana y, entendiéndose con Ducetio para un reparto común del territorio de aquella ciudad, hicieron la guerra a los colonos que había instalado el tirano Hierón. Los habitantes de Catana resistieron, pero vencidos en diversas batallas, fueron expulsados de Catana y pasaron a ocupar la ciudad que hoy recibe el nombre de Etna y que antes se llamaba Inesa; y los antiguos habitantes de Catana, después de mucho tiempo, recuperaron su patria” (Diod. Sic. ..) . . Vid. a este respecto G. M, Tiranni sicelioti, cit., pp. –, aunque yo no estoy tan convencido de que hubiese un gran porcentaje de sículos entre los partidarios de Gelón que, en su momento, recibirían la ciudadanía siracusana (Diod. Sic. ..). . ῾Ιέρων δὲ τούς τε Ναξίους καὶ τοὺς Καταναίους ἐκ τῶν πόλεων ἀναστήσας, ἰδίους οἰκήτορας ἀπέστειλεν, ἐκ μὲν Πελοποννήσου πεντακισχιλίους ἀθροίσας, ἐκ δὲ Συρακουσῶν ἄλλους τοσούτους προσθείς· καὶ τὴν μὲν Κατάνην μετωνόμασεν Αἴτνην, τὴν δὲ χώραν οὐ μόνον τὴν Καταναίαν, ἀλλὰ καὶ πολλὴν τῆς ὁμόρου προσθεὶς κατεκληρούχησε, μυρίους πληρώσας οἰκήτορας. τοῦτο δ΄ ἔπραξε σπεύδων ἅμα μὲν ἔχειν βοήθειαν ἑτοίμην ἀξιόλογον πρὸς τὰς ἐπιούσας χρείας, ἅμα δὲ καὶ ἐκ τ. . ῞Αμα δὲ τούτοις πραττομένοις Δουκέτιος μὲν ὁ τῶν Σικελῶν ἡγεμών, χαλεπῶς ἔχων τοῖς τὴν Κατάνην οἰκοῦσι διὰ τὴν ἀφαίρεσιν τῆς τῶν Σικελῶν χώρας, ἐστράτευσεν ἐπ΄ αὐτούς. ὁμοίως δὲ καὶ τῶν Συρακοσίων στρατευσάντων ἐπὶ τὴν Κατάνην, οὗτοι μὲν κοινῇ κατεκληρούχησαν τὴν

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Es evidente que una ciudad de diez mil ciudadanos como era la Etna de Hierón tenía unas necesidades extraordinarias de tierra, por lo que las de Catana no habrían sido suficientes ; además, arrebatando sus tierras a los sículos limítrofes Hierón podría avanzar en la política de control de estas poblaciones que habían iniciado sus predecesores en la tiranía; aunque no pueden descartarse otras posibilidades, es probable que esta política de control de Hierón de un área sícula que quedaba fuera del área de interés directo de Gela o de Siracusa pueda haber asumido rasgos distintos de los empleados en otros territorios, incluyendo en este caso la desposesión de tierras que tal vez no se haya dado en otros lugares. Que Hierón tenía una idea precisa del papel que los sículos podían desempeñar en su diseño político lo podemos observar en la promoción que él mismo realizó al inspirar la producción y el montaje de la tragedia que Esquilo compuso para conmemorar la fundación de la ciudad, Las Etneas (Vita Aesch. ). Ya se conocía por Macrobio (Sat. ..–) el importante papel que los dioses Palicos jugaban en la tragedia y, tras conocerse más detalles de la obra gracias a los Papiros de Oxirrinco  y , algún autor ha sugerido que “era il tentativo di fondere indigeni e greci, smussando la loro diffidenza con l’accostamento di un culto indigeno, quello dei Palici, profondamente sentito dagli autoctoni, alla religione greca di Zeus” . Otros autores, quizá con más razón, ven en el tratamiento que hace Esquilo de los dioses sículos “una vera e propria espropriazione almeno tanto quanto poteva valere in una prospettiva greca come una legittimazione, a un livello di storia sacra, degli insediamenti in terra di Sicilia degli Elleni” . En la tragedia hay toda una serie de temas, motivos y personajes (el Etna, los Palicos, Xutia, la propia Leontinos) que la vinculan con el área en la que surge la ciudad, la antigua Catana y su hermana Leontinos y el área sícula relacionada desde siempre con ellas ; es bastante probable, pues, que Esquilo haya integrado en su tragedia algunas de las preocupaciones de legitimidad que el oikistés de Etna pudiera tener en un plano simbólico . Etna había sido fundada gracias al enorme poder que había acumulado Hierón y su política de traslados de población, incluyendo los procedentes de la Grecia propia, del Peloponeso, son el elemento decisivo; sin embargo, en un plano simbólico o incluso propagandístico, Hierón debía darle un sentido mayor a su obra y, como sabemos gracias al relato de Macrobio, qué mejor manera que convertir a Zeus (sin duda el Zeus Etneo ya

χώραν καὶ τοὺς κατοικισθέντας ὑφ΄ ῾Ιέρωνος τοῦ δυνάστου ἐπολέμουν· ἀντιταχθέντων δὲ τῶν ἐν τῇ Κατάνῃ καὶ λειφθέντων πλείοσι μάχαις, οὗτοι μὲν ἐξέπεσον ἐκ τῆς Κατάνης, καὶ τὴν νῦν οὖσαν Αἴτνην ἐκτήσαντο, πρὸ τούτου καλουμένην ῎Ινησσαν, οἱ δ΄ ἐξ ἀρχῆς ἐκ τῆς Κατάνης ὄντες ἐκομίσαντο πολλῷ χρόνῳ τὴν πατρίδα. . Una propuesta sobre los centros sículos a los que esta política pudo haber afectado en G. M, Per una storia della Chora Katanaia, en B. G (ed.), Catania Antica, Pisa–Roma, , p. . . C. C, Le Etnee di Eschilo, en B. G (ed.), Catania Antica, Pisa–Roma, , p. . . G. B D, Katane–Aitna tra Pindaro ed Eschilo, en B. G (ed.), Catania Antica, Pisa–Roma, , p. . . Ibidem, pp. –. . Cf. G. M, Il VI e il V secolo a.C., cit., pp. –, quien observa cómo a través de las genealogías heraclidas (Xouthos) Hierón reivindicaba su derecho a ocupar esas tierras.

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cantado por Píndaro ) en el padre de los Palicos para garantizar la supeditación de las deidades sículas a las griegas. La propia construcción etimológica que habría desarrollado Esquilo para explicar el nombre no griego de los Palicos sirve incluso como mecanismo de apropiación de un término de otra lengua en clave helénica, reforzando aún más si cabe el fenómeno de control ejercido. No sería improbable que la atención especial que más adelante prestará Ducetio a los Palicos, así como la creación de la ciudad de Palike (Diod. Sic. ..), dedicada a ellos, deban ser vistas como un medio de retrotraer a su estatus sículo a estas divinidades desnaturalizadas al ser integradas en la progenie del Zeus griego. Pocas dudas, pues, pueden caber de que la apropiación del culto de los Palicos por parte de Hierón y de su naciente cuidad de Etna hay que interpretarla desde el punto de vista del deseo de control del mundo sículo de la antigua región calcídica, reforzado mediante la mutilación de sus territorios en beneficio de la ciudad recién fundada, incluyendo un evidente deseo de marginación, expresado en la apropiación de las divinidades sículas. Quizá algo parecido haya ocurrido tras la ocupación y cambio de nombre de Inesa por parte de los colonos de Hierón si aceptamos que las semejanzas que muestra Eliano entre el culto que recibe en esta ciudad Hefesto (Ael. N.A. .) y el dispensado a Adrano en su ciudad homónima (Ael. N.A. .) no son fruto de la casualidad o del error sino, por el contrario, “il segnale di un’operazione aggressiva tendente a fagocitare una realtà religiosa locale e volta a creare, da parte degli xenoi di Catana–Aitna, un’artificiosa identità da sovrapporre a quella dell’originaria Inessa” . La reacción del mundo sículo ante esta agresión queda bien expresada mediante el movimiento de Ducetio, responsable de crear una conciencia étnica entre los sículos articulada en una estructura política (synteleia: Diod. Sic. ..). Sin embargo, no quiero detenerme en la época de Ducetio porque la misma representa, sin duda, un período de florecimiento, siquiera efímero, de esa identidad sícula que trata de zafarse de la dependencia a la que la política de las ciudades griegas, en especial del ámbito gelense–siracusano, las ha sometido . Sí haré, sin embargo, sólo una pequeña observación sobre este momento. Se refiere a la creación de la mencionada synteleia que abarcaba “todas las ciudades habitadas por este mismo pueblo, a excepción de Hibla” (Diod. Sic. ..) . Se sabe que, al menos, había tres ciudades de nombre Hibla en Sicilia (Steph. Byz., s.v. ῞Υβλαι) por lo que, a . Ol. .; Nem. .; sobre el Zeus Etneo y su posible ‘creación’ por obra de Hierón, vid. M. V, Der Zeuskult bei den Westgriechen, in Palilia  (), pp. –. . Macrob. Sat. ... . . . appellatique sunt Palici ἀπὸ τοῦ πάλιν ἱκέσθαι, quoniam prius in terram mersi denuo inde reversi sunt. . N. C, I culti di Adrano e di Efesto. Religione, politica e acculturazione in Sicilia tra V e IV secolo, en Kokalos  (), p. . . Los estudios sobre Ducetio son muy numerosos, pero este trabajo no tiene su movimiento como principal punto de atención. Entre los trabajos principales, vid. F.P. R, La repubblica di Siracusa nel momento di Ducezio, Palermo,  y G. M, Il VI e il V secolo a.C., cit., pp. –; entre los trabajos más recientes, el de C. M, Ducezio fra Akragas e Siracusa, en C. M, S. M, L. S (eds.) Diodoro Siculo e la Sicilia indigena, cit., pp. –, con la bibliografía previa. . Μετὰ δὲ ταῦτα Δουκέτιος ὁ τῶν Σικελῶν ἀφηγούμενος τὰς πόλεις ἁπάσας τὰς ὁμοεθνεῖς πλὴν τῆς ῞Υβλας εἰς μίαν καὶ κοινὴν ἤγαγε συντέλειαν.

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menos que las fuentes indiquen algún otro dato es siempre problemático atribuir las referencias a una u otra. En todo caso, y como vimos antes, Hipócrates murió en Hibla (Hdt. .) mientras guerreaba con los sículos. Si esta Hibla es la misma o no que la que rechaza unirse a la confederación de Ducetio, es difícil saberlo con certeza y, por lo tanto, las causas de este rechazo que, de todos modos puede tener dos explicaciones: o esta Hibla, que se había enfrentado a Hipócrates, deseaba seguir manteniendo su independencia incluso frente a un poder sículo, o bien, Hibla acabó integrada en el dominio gelense–siracusano y, ante la amenaza sícula, se mantiene fiel al mismo. En este último caso podríamos estar asistiendo a un fenómeno que volveremos a ver más adelante y es el de la aceptación de la integración política de centros sículos dentro del ámbito de poder de Siracusa. En nuestra opinión, esta es la explicación más probable para justificar la negativa de Hibla a ponerse del lado de Ducetio. Como es bien sabido, la revuelta de Ducetio finaliza con el líder sículo abrazado a los altares del ágora de Siracusa como suplicante (Diod. Sic. ..; ..); lo interesante del caso es que no sólo se entregó él mismo a la merced de los siracusanos, sino que entregó a éstos los territorios sobre los que dominaba . Sobre este regalo territorial apenas se pronuncia Diodoro y no parece ser tenido en cuenta en el debate que sigue sobre la suerte que debe correr el noble sículo; al final es perdonado, se le fija como lugar de residencia la ciudad de Corinto y Siracusa le otorga los medios suficientes para su subsistencia allí (τὴν ἱκανὴν αὐτῷ χορηγίαν συναπέστειλαν) (Diod. Sic. ..–). Aunque Diodoro aludirá a ello en otro lugar, quienes sí debieron de darse cuenta de la enorme importancia que el gesto de Ducetio tuvo fueron los acragantinos puesto que, cuando unos años después (en  a.C.) Ducetio reaparece en Sicilia terminan declarando la guerra a los siracusanos. Los acontecimientos que tienen lugar en este momento son de interés; en Corinto Ducetio finge (según Diodoro) haber recibido un oráculo de los dioses que le ordenaba fundar una colonia en Cale Acte, en Sicilia; como consecuencia partió hacia allí “con numerosos colonos; también se unieron a la empresa algunos sículos, entre los que estaba Arcónides, el dinasta de los Herbiteos” (Diod. Sic. ..) . Este último acto del recorrido de Ducetio le muestra vinculado a los intereses de Corinto y quizá también de Siracusa. A pesar del escepticismo de Diodoro algunos autores no ven improbable que Ducetio consultase un oráculo griego, en concreto el de Dodona, sobre todo porque ello sería un requisito imprescindible para los colonos griegos que iban a acompañar al oikistés Ducetio más allá de las repercusiones que ello puede tener para la ‘helenización’ de este individuo. . Καὶ καθίσας ἐπὶ τῶν βωμῶν ἱκέτης ἐγένετο τῆς πόλεως, καὶ ἑαυτόν τε καὶ τὴν χώραν ἧς ἦν κύριος παρέδωκε τοῖς Συρακοσίοις. . Καὶ προσποιησάμενος χρησμὸν ὑπὸ θεῶν αὐτῷ δεδόσθαι κτίσαι τὴν Καλὴν ᾿Ακτὴν ἐν τῇ Σικελίᾳ, κατέπλευσεν εἰς τὴν νῆσον μετά τινων οἰκητόρων· συνεπελάβοντο δὲ καὶ τῶν Σικελῶν τινες, ἐν οἷς ἦν καὶ ᾿Αρχωνίδης ὁ τῶν ῾Ερβιταίων δυναστεύων. . A.M. P G, Ducezio, l’oracolo e la fondazione di Kale Akte, en C. M, S. M, L. S (eds.), Diodoro Siculo e la Sicilia indigena, cit., pp. –.

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Es difícil saber, a primera vista, si la presencia de nuevo de Ducetio en Sicilia beneficiaba o perjudicaba a Siracusa; en mi opinión, no cabría hablar de perjuicio porque la actividad del sículo afectaba ahora a la costa norte de Sicilia, un entorno en el que los griegos no habían mostrado especial interés dada la escasez de centros griegos en esa región en aquellos momentos (tan sólo Milas e Hímera); las alianzas que establece con notables sículos apuntan, además, a las poblaciones del área septentrional de la isla, como la más importante de ellas, la que realiza con Arcónides de Herbita, cabeza de una estirpe de gran importancia (vid. por ejemplo, Diod. Sic. ..–). Aunque la ubicación exacta de Herbita no ha sido establecida con certeza, habría que localizarla “in uno dei centri siculi arroccati sui monti nella fascia S dei Nebrodi, tra Gangi e Nicosia”, en una región que controlaría el acceso a la costa tirrénica de la Sicilia nororiental, pero gravitando al tiempo hacia el área de Agirio y las pendientes del Etna . La fundación de Cale Acte, ubicada en Caronia Marina , podía ser un medio para Siracusa de introducirse de forma mucho más sólida en esos ambientes sículos de la Sicilia centro–oriental, una vez que el dominio de Ducetio había pasado ya a manos de Siracusa tras la rendición años atrás del líder sículo. El hecho de que, con el tiempo, Arcónides se decante más por Atenas que por Siracusa (Tuc. .) no implica que en el momento de la fundación esa hostilidad estuviese ya presente, además de que esa opción a favor de Atenas parece haber sido algo personal de Arcónides, quizá no siempre compartido por todos sus súbditos . Sería la intervención de Siracusa en todo el asunto, con un evidente crecimiento de su dominio sobre esos territorios de la isla lo que provocaría la declaración de guerra de Agrigento, que consideraba el Tirreno, desde siempre, un área propia de expansión . Los agrigentinos, según nos dice Diodoro, estaban resentidos (φθονοῦντες) con los siracusanos por todo lo ocurrido con Ducetio (Diod. Sic. ..). En cualquier caso, la batalla decisiva, en la que los acragantinos sufrieron graves pérdidas, supuso la consolidación de la política de Siracusa porque Agrigento se vio obligada a firmar la paz (Diod. Sic. ..). Las tareas de la fundación y poblamiento de Cale Acte parecen haberle ocupado a Ducetio hasta el momento de su muerte acaecida en  a.C.; Diodoro asegura que mediante estas acciones pretendía obtener el poder supremo (ἡγεμονία) entre los sículos (Diod. Sic. ..), pero quizá no en clave anti–siracusana. En efecto, . G. B, Tucidide ,  e le vie dià Sikelôn nel settentrione della Sicilia, en ASNP  (), p. ; I., Erbita, en BTCG , cit., pp. –. Sobre la figura de los varios Arcónides, S. D V, I Dinasti, cit., pp. –; vid. en último lugar C. M, Archonides di Herbita, en Hesperìa  (), pp. –. . Vid. en último término C. B, (ed.), Kalè Akté. Scavi in contrada Pantano di Caronia Marina–Messina –, Roma, . . Es difícil saber con certeza cuándo se produce el establecimiento de los acuerdos con Atenas que fueron reeditados en / a.C. en la inscripción ateniense IG II  = I , puesto que algunos autores la sitúan antes de la segunda expedición a Sicilia (entre  y  a.C.) y por tanto en la época del Arcónides mencionado por Tucídides, mientras que otros tienden a bajarla y ver en este Arcónides el fundador de Halesa. Vid. discusiones sobre este epígrafe en C. A, Gli Ateniesi e la Sicilia nel V secolo. Politica e diplomazia, economia e guerra, en Opus  (), p. ; S. D V, I Dinasti, cit., pp. –; E. C G, IG I : Atene, Siracusa e i Siculi, en Hesperìa  (), pp. –. . D. A, Agrigento libera: rivolgimenti interni e problemi costituzionali, ca. – a.C., en Athenaeum  (), p. .

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parece haber sido la muerte de Ducetio la que precipita una nueva intervención siracusana, aunque no queda claro por completo cuál es el escenario de esta campaña. Diodoro se contenta con indicar que sometieron todas las ciudades de los sículos (Diod. Sic. ..) ; como, en principio, las que se hallaban en el este y el sudeste de la isla ya lo estaban, la campaña se habría dirigido hasta esta región centro–septentrional donde la única oposición la ofrece la ciudad de Trinacie, que tiene que hacer frente en solitario al ataque griego por no disponer de aliados, “dado que las otras ciudades estaban sometidas a los siracusanos” (Diod. Sic. ..) . Diodoro asegura que los siracusanos “recelaban en gran manera de los trinacios, por temor a su pretensión de supremacía sobre los sículos, sus hermanos de raza. Esta ciudad contaba con muchos y valerosos guerreros y siempre había ocupado el primer puesto entre las ciudades sículas; y estaba llena de adalides que se enorgullecían de su valor” (Diod. Sic. ..) . Sigue siendo objeto de debate la identificación de esta ciudad de Trinacie y aunque algunos autores, haciendo uso de distintos mecanismos, tratan de identificarla con Palike (o con una parte de ella como puede ser la acrópolis) y así transferir la acción siracusana a la Sicilia centro–oriental , tampoco puede descartarse su ubicación en el área centro–septentrional de Sicilia. La muerte de Ducetio, que dejaba de garantizar un territorio sículo en el norte de la isla próximo a los intereses de Siracusa, pudo ser el desencadenante de la intervención siracusana. Puede haber sido también, como causa o como consecuencia de esa intervención, que el que surge como sucesor de Ducetio, Arcónides, abandone el entendimiento con Siracusa y empiece a buscar otras alianzas, siendo la ateniense la que acabaría dando frutos tiempo después, como ocurrirá con otros puntos de la Sicilia indígena como Segesta . El final de Trinacie viene marcado, además de por su destrucción, por la dedicatoria de una ofrenda siracusana en Delfos consistente en la mejor parte del botín, como agradecimiento al dios (Diod. Sic. ..). Como signo de autoridad y para hacer frente a los numerosos gastos, sobre todo en armamento y tropas que una política imperialista requería, al año siguiente de la muerte de Ducetio y de la caída de Trinacie, Siracusa impuso unos tributos más gravosos a los sículos que estaban sometidos a ella (Diod. Sic. ..) . Si recapitulamos lo visto, antes de abordar el siguiente periodo, para el que las informaciones son más claras aún, podríamos decir que el principal resultado de la . Συρακόσιοι δὲ πάσας τὰς τῶν Σικελῶν πόλεις ὑπηκόους ποιησάμενοι . . . . Οἱ δὲ Τρινάκιοι συμμάχων μὲν ἦσαν ἔρημοι διὰ τὸ τὰς ἄλλας πόλεις ὑπακούειν Συρακοσίοις. . Σφόδρα γὰρ ὑπώπτευον τοὺς Τρινακίους ἀντιλήψεσθαι τῆς τῶν ὁμοεθνῶν Σικελῶν ἡγεμονίας. ἡ δὲ πόλις αὕτη πολλοὺς καὶ μεγάλους ἄνδρας εἶχεν, ἀεὶ τὸ πρωτεῖον ἐσχηκυῖα τῶν Σικελικῶν πόλεων· ἦν γὰρ ἡγεμόνων ἡ πόλις αὕτη πλήρης μέγα φρονούντων ἐπ’ ἀνδρείᾳ. . Vid., entre las propuestas más elaboradas, y que retoma las anteriores, E. G, Ducezio ‘eroe’: storia e retorica in Diodoro, en Mito, Storia, Tradizione. Diodoro Siculo e la storiografia classica, Catania, , pp. –. . P. A, Segesta e Atene, en Giornate Internazionali di Studi sull’area elima, Pisa–Gibellina, , pp. –; S. A, Atene e gli Elimi, en Giornate Internazionali di Studi sull’area elima, cit., pp. –; C. A, Gli Ateniesi, cit., pp. –. . Φόρους ἁδροτέρους τοῖς ὑποτεταγμένοις Σικελοῖς ἐπιτιθέντες. Sobre la política impositiva siracusana, C. A, Tributi e decime dei Siracusani, en Opus  (), pp. –; G. M, La Syrakosion Dekate, Camarina e Morgantina nel  a.C., en ZPE  (), pp. –.

Dependencia y marginación de las poblaciones sículas en la Sicilia griega

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política de Ducetio había sido que Siracusa controlase buena parte del territorio sículo del centro y del sudeste de Sicilia, en parte porque las campañas de Hipócrates y de los Dinoménidas se habían dirigido hacia esos territorios y en parte porque Ducetio entregó a los siracusanos los territorios que había conseguido unificar. Del mismo modo, tras la muerte de Ducetio, que parece haber mantenido el ámbito sículo septentrional cercano a los intereses de Siracusa, ésta desencadena una guerra, en apariencia exitosa, para situar bajo su dominio esa parte de la isla. La política fiscal de Siracusa señala el control político efectivo. Parece que junto con la dependencia, que ya existía, se inicia el proceso de la marginación, que podrá observarse con más detalle con motivo de la conversión de Sicilia en escenario del gran conflicto que están dirimiendo Esparta y Atenas y sus aliados respectivos. No me detendré aquí, sin embargo, en este periodo en parte porque pienso dedicarme a él de forma monográfica en otro trabajo y, en parte, porque representa uno de los momentos de mayor intensidad de la actividad sícula y prefiero centrarme aquí más en aspectos de dependencia y marginación. En cualquier caso, sí hay que decir que el fracaso de Atenas acabará arrastrando a los sículos que habían confiado en ella. Acabada la campaña ateniense en Sicilia, la isla deja de ser el foco de atención para Tucídides por lo que sus informaciones sobre ella cesan y, por consiguiente, debemos conformarnos, sobre todo, con Diodoro cuyos datos son bastante más escasos. Así, no sabemos qué medidas tomó Siracusa contra los sículos que habían apoyado a Atenas aunque hemos de pensar que debió de haber, en la medida de lo posible, una evidente represión, quizá seguida por intentos de establecer su dominio sobre ellos. Aunque es cierto que durante la guerra con Cartago que estallará tan sólo cuatro años después de la campaña ateniense una parte al menos de las tropas de Cartago era de origen indígena (sículo y sicano) (Diod. Sic. ..) y que bajo el término genérico de “refuerzos de las regiones del interior” (Diod. Sic. ..) reclutados por Siracusa para ayudar a Agrigento puede estar refiriéndose a los sículos, lo cierto es que este autor apenas da más datos sobre su participación en la primera guerra con Cartago. Sin embargo, el interés que para Cartago tenían estas gentes, a pesar del silencio sobre su situación y su participación, debía de ser importante a juzgar por las cláusulas del tratado entre Himilcón y Dionisio que sella el final de esta guerra en el : “estarían bajo el dominio de los cartagineses, además de sus antiguos colonos, los élimos y los sicanos; los selinuntios, los acragantinos y los himereos, e igualmente los gelenses y los camarineos, podrían habitar en sus ciudades, con tal que no estuvieran fortificadas, y pagarían un tributo a los cartagineses; en cuanto a los leontinos, mesenios y los sículos, todos serían autónomos, mientras que los siracusanos permanecerían bajo el gobierno de Dionisio; y se restituirían los prisioneros y las naves a aquellos que los hubieran perdido” (Diod. Sic. ..) . . ῎Ετι δὲ τῶν ἐκ τῆς μεσογείου μεταπεμψάμενοί τινας . . . . Καρχηδονίων εἶναι μετὰ τῶν ἐξ ἀρχῆς ἀποίκων ᾿Ελύμους καὶ Σικανούς· Σελινουντίους δὲ καὶ ᾿Ακραγαντίνους, ἔτι δ΄ ῾Ιμεραίους, πρὸς δὲ τούτοις Γελῴους καὶ Καμαριναίους οἰκεῖν μὲν ἐν ἀτειχίστοις ταῖς πόλεσι, φόρον δὲ τελεῖν τοῖς Καρχηδονίοις· Λεοντίνους δὲ καὶ Μεσσηνίους

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El tratado, que consagra el statu quo alcanzado tras las exitosas campañas de Cartago, garantiza la independencia (αὐτονομία) de Leontinos, Mesene y de los sículos. Sin duda ninguna estos sículos debían de ser los que se extendían entre Leontinos y Mesene, es decir, los que habían sido en su mayoría aliados de los atenienses y habían apoyado a Cartago contra Siracusa; no se trataría, en ningún caso, de los sículos de la esquina suroriental de Sicilia que ya hacía bastante que formaban parte del estado siracusano y que ni en la guerra contra Atenas ni durante las amenazas de Cartago, habían modificado su situación . En la actitud de los sículos, favorable a Cartago, habría que ver una continuidad de la política que la mayoría de los sículos de esas regiones habían mantenido durante la invasión ateniense y que quedaba reflejada en la observación de Nicias, de que en buena medida seguían de su parte por miedo a los siracusanos (Tuc. ..). Cartago, que tiene que firmar la paz de forma apresurada, no tiene más remedio que reconocer la autoridad de Dionisio sobre Siracusa, aunque establece en el tratado cláusulas de reserva que traten de impedir al nuevo tirano siracusano su acceso a la zona en la que había estado Hímera así como a la costa siciliana del Estrecho. Los sículos, que habían actuado como instrumento al servicio de los intereses atenienses habían cumplido la misma función con respecto a Cartago. Sin embargo, tanto el fracaso ateniense como, en último término el de Cartago aceleran lo que algún autor ha considerado la “disgregación” del mundo sículo , quizá iniciada ya tras la derrota de Ducetio . Retirados los cartagineses, Dionisio no pierde tiempo en hacer lo que, de modo explícito, le prohibía el tratado y así al año siguiente de su firma y “cuando le pareció que había establecido unas bases sólidas para el ejercicio de su tiranía, condujo su ejército contra los sículos, deseoso de tener bajo su control a todos los pueblos independientes, y sobre todo a los sículos, por el hecho de que antes habían combatido al lado de los cartagineses. Marchó, pues, contra la ciudad de los herbesinos y se preparó para el asedio” (Diod. Sic. ..) , que fracasó por una rebelión en el propio ejército siracusano. La localización de Herbeso, como la de tantos otros centros sículos, no es segura pero parece claro que debía de hallarse en las fronteras del estado siracusano o cerca de ellas. Al año siguiente, y tras resolver los problemas internos, Dionisio se dirige καὶ Σικελοὺς ἅπαντας αὐτονόμους εἷναι, καὶ Συρακοσίους μὲν ὑπὸ Διονύσιον τετάχθαι, τὰ δὲ αἰχμάλωτα καὶ τὰς ναῦς ἀποδοῦναι τοὺς ἔχοντας τοῖς ἀποβαλο. . Considero, pues, frente a lo que sugieren algunos autores (p. ej., P. A, Siracusa e Cartagine, en N. B, L. B, E. D M [eds.], La Sicilia, cit., pp. ) que no todos los sículos habían sido sometidos por Siracusa sólo en épocas recientes. . C. M, Tra Siracusa e Cartagine. La realtà sicula fra il  e il  a.C., en M. C, C. M, S. M, L. S (eds.), Greci e Punici in Sicilia tra V e IV secolo a.C., Caltanissetta–Roma, , pp. –. . C. M, Sulla storia ‘non greca’ della Sicilia antica, en Ager Veleias / (), p. . . ᾿Επεὶ δὲ τὰ κατὰ τὴν τυραννίδα καλῶς ἐδόκει διῳκηκέναι, τὴν δύναμιν ἐξήγαγεν ἐπὶ τοὺς Σικελούς, πάντας μὲν σπεύδων τοὺς αὐτονόμους ὑφ’ ἑαυτὸν ποιήσασθαι, μάλιστα δὲ τούτους διὰ τὸ συμμαχῆσαι πρότερον Καρχηδονίοις. οὗτος μὲν οὗν ἐπὶ τὴν τῶν ῾Ερβησίνων πόλιν στρατεύσας τὰ πρὸς τὴν πολιορκίαν παρεσκευάζετο. . Vid. G. B, s.v. Erbesso, en BTCG , cit., pp. – con las distinta propuestas y la suya propia que se inclina por identificar este centro con Montagna di Marzo.

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contra Leontinos, ante la que fracasa (Diod. Sic. ..–), dirigiéndose luego contra los sículos para que Naxos y Catana relajaran sus defensas. Consigue hacerse con el control de Enna después de un episodio truculento en el que incita a uno de sus ciudadanos, Aimnesto, a hacerse con la tiranía para que le introduzca en la ciudad pero al lograrlo aquél y negarse a admitir a Dionisio, el tirano siracusano consigue convencer a la ciudadanía para que lo depongan, lo que aprovecha para entrar en la ciudad. Sin embargo, la abandona sin causarle daño alguno “no tanto por un sentido de la justicia como por el deseo de inducir a las otras ciudades a confiar en él” (Diod. Sic. ..–) . La situación de Enna sí es bien conocida y ello nos indica que los intereses de Dionisio se dirigían, pues, hacia esa parte central de la isla donde pervivían importantes comunidades sículas. El hecho de que el historiador Filisto, general y colaborador desde muy pronto de Dioniso (Diod. Sic. ..), asegure que Enna era una fundación siracusana, si es que la noticia que recoge al respecto Esteban de Bizancio (s.v. ῎Εννα) corresponde a dicho autor, habría que verlo desde la perspectiva de la propaganda dionisiana. Tras controlar Enna, y quizá ya de regreso a la costa, Dionisio atacó también Herbita, aunque sin éxito, firmando una paz con ella (Diod. Sic. ..). El final de esa larga expedición será, de nuevo, Catana que en esta ocasión si caerá en manos de Dionisio así como Naxos . El territorio de esta última les fue entregado a los sículos que eran vecinos suyos (Diod. Sic. ..); sin duda se trata de poblaciones distintas de aquéllas a las que acababa de atacar y posiblemente se tratase de grupos que hasta entonces habían estado bajo el dominio de los calcidios de Naxos. Leontinos también capituló ante Dionisio. Quizá la conquista de las ciudades calcídicas , unido al tratado de paz firmado entre los herbiteos y Dionisio, determinó a su gobernante (ἐπιστάτης) Arcónides, el hijo o el nieto del antiguo colaborador de Ducetio y aliado de los atenienses a fundar en el  a.C. una ciudad en la costa, Halesa Arconidea, utilizando a antiguos mercenarios, gentes de orígenes muy heterogéneos y a los herbiteos sin recursos (Diod. Sic. ..–); esta política fundacional, pues, tenía ya antecedentes entre la familia de Arcónides y debió de dar salida a numerosos individuos, de diversos orígenes (σύμμικτος ὄχλος dice Diodoro) que habían llegado hasta la ciudad de Herbita . Aunque no para este momento, se sabe que entre los dioses . Τοῦτο δ΄ ἔπραξεν οὐχ οὕτως τοῦ δικαίου φροντίζων, ὡς βουλόμενος προτρέψασθαι τὰς ἄλλας πόλεις αὐτῷ πιστεύειν. . A.R. M ’A, G. B, s.v. Enna, en BTCG , cit., p. –. . Sobre la destrucción dionisiana de Naxos y sus huellas arqueológicas, vid. M.C. L, Testimonianze della prima metà del IV secolo a.C. a Naxos, en N. B, L. B, E. D M (eds.), La Sicilia, cit., pp. –. . M. G, I Dionisi e l’area calcidese, en N. B, L. B, E. D M (eds.), La Sicilia, cit., pp. –. . La pervivencia de una relación de amistad entre este Arcónides y Atenas queda atestiguada por un decreto honorífico ateniense concediéndole la proxenia datable, en su estado actual, ca. / a.C. Vid. sobre este documento E. C G, IG I : Atene, Siracusa e i Siculi, en Hesperìa  (), pp. –. Sobre la ciudad de Halesa, vid. en último término A. F, Per una storia di Alesa Arconidea. Ricerche su un’antica città della Sicilia tirrenica, Pisa, . Sobre los distintos ‘niveles’, poliados y territoriales de las distintas partes del mundo sículo, que indican niveles distintos de desarrollo, vid. algunas observaciones de interés en S. D V, I

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venerados en la ciudad estaba la deidad sícula Adrano, cuyo santuario principal se hallaba en la región del Etna , lo que puede interpretarse en clave de competición con el modelo representado por Dionisio , pero haciendo uso de herramientas parecidas. Tiene, pues, por ello gran valor la siguiente información. En efecto, aunque con menos detalles, también informa Diodoro de que poco después ( a.C.), “Dionisio fundó en Sicilia una ciudad, al pie de la cumbre del Etna, y la llamó Adrano, por el nombre de un santuario famoso” (Diod. Sic. ..) . No se sabe quiénes ocuparon la ciudad, aunque a juzgar por las asignaciones de tierras hechas el año anterior, y que instalaron a mercenarios campanos en Catana (Diod. Sic. ..), mientras que los leontinenses se trasladaron a Siracusa (Diod. Sic. ..), debía de haber gente suficiente para llevar a cabo la colonización. La ubicación de la ciudad en las pendientes suroccidentales del Etna, en la sede de un antiguo culto sículo, seguramente se debió al deseo de Dionisio de controlar, de forma eficaz, la ruta interna que conducía a Centuripe, Agirio y Enna, de las que volveremos a hablar más adelante, así como el curso alto del Simeto al tiempo que ponía bajo su control ese santuario indígena y su culto . En cualquier caso, es bastante posible que, igual que había hecho Hierón con los Palicos, integrándolos dentro de la religión helénica, la ocupación del territorio de Adrano y de su santuario por Dionisio debió de implicar su apropiación por parte de los griegos; aunque no es seguro que Dionisio estableciese un culto a esta divinidad, bien sólo bien como una epíclesis de Zeus, el mismo sí está atestiguado para la época de Timoleón . El hecho de que tradiciones alternativas a las que hemos considerado antes, referidas a la genealogía de los Palicos los hagan hijos de Adrano (Hesych. s.v. Παλικοί) acaso esté indicando que, como consecuencia de la ocupación del territorio de Adrano y la fundación allí de una colonia siracusana, los propagandistas del tirano reelaborarían los viejos mitos para hacerlos más adecuados a la nueva situación del momento y subrayar, en todo caso, la hegemonía siracusana sobre los distintos territorios indígenas en los que radicaba el culto de dichos dioses. Mientras que en las tradiciones de época dinoménida su vinculación ctónica y con fenómenos volcánicos se realizaba a través de su madre Talia, hija de Hefesto, es posible que en época dionisiana la misma se concretara a través de Adrano. Ulteriormente, Sileno (ap. Steph. Byz. s.v. Παλική) hará de los Palicos hijos de Etna, hija a su vez de Océano, y de Hefesto Dinasti, cit., pp. –. . A.M. P G, Aree sacre nella Tabula Halaesina, en Atti CeRDAC  (–), pp. –; I., Divinità e culti in Halaesa Archonidea tra identità etnica ed interazione culturale, in Quarte Giornate Internazionali di Studi sull’area elima III, Pisa, , pp. –. . N. C, I culti, cit., pp. –. . Τούτων δὲ πραττομένων Διονύσιος μὲν ἐν τῇ Σικελίᾳ πόλιν ἔκτισεν ὑπ’ αὐτὸν τὸν τῆς Αἴτνης λόφον, καὶ ἀπό τινος ἐπιφανοῦς ἱεροῦ προσηγόρευσεν αὐτὴν ῎Αδρανον. . Sobre la ubicación de Adrano, junto a la actual ciudad homónima y los datos existentes sobre ella, vid. A.R. M ’A, U. S, s.v. Adrano, en BTCG  (), pp. –. . M. V, Der Zeuskult, cit., pp. –; vid. también P. R–S, Kulte von Korinth und Syrakus. Vergleich zwischen einer Metropolis und ihrer Apoikia, Dettelbach, , pp. –.

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que, en todo caso, parece haber sido la interpretación griega de Adrano . Como suele ser habitual, las genealogías divinas sirven como justificación o soporte de determinadas realidades propias del momento en el que surgen. A tan sólo ocho kilómetros al norte de la fundación dionisiana, aguas arriba del Simeto, se conoce un importante centro indígena, Mendolito. En este centro ha aparecido una numerosa colección de epígrafes en lengua indígena, entre los que destaca la única inscripción pública sícula conocida, encastrada en la puerta meridional de la muralla de la ciudad y ubicada allí para ser vista por quienes entraran a la ciudad desde el sur. La inscripción se data, como la muralla en la que se incluyó, en la segunda mitad del s. VI a.C. momento también en el que parecen surgir otros edificios en el centro, de posible carácter sacro a partir del uso de terracotas arquitectónicas . No se conoce demasiado de las etapas posteriores de este establecimiento y por lo tanto es difícil saber si seguía o no activo y, en este último caso, a qué nivel cuando se produjo la fundación dionisiana pero sí parece poder afirmarse que el florecimiento que alcanzó el mismo a fines del s. VI no tuvo sucesión inmediata durante el s. V. Sobre la identificación de Mendolito se han avanzado varias hipótesis, como la que sitúa aquí a la poco conocida ciudad de Piaco para la que hay monedas de hacia el  a.C. que presentan el nombre de la ciudad en una cara y el de Adrano en otra , aunque otros autores sugieren ubicar aquí la ciudad de Trinacie atacada por Siracusa tras la muerte de Ducetio . Orsi, por su parte, consideraba el centro como la Adrano sícula , lo que tampoco sería improbable. En cualquier caso, estamos en un área de gran interés y donde la cultura sícula había alcanzado importantes cotas de intensidad e, incluso, de autorrepresentación con la imponente muralla del Mendolito y su epígrafe en el que quizá se aluda a la comunidad (touto). La fundación dionisiana, en una zona que había alcanzado una vitalidad tan elevada, y que debía de mostrarse bastante hostil a su poder, tenía la clara función de controlar y someter a ese mundo, apropiándose además de sus divinidades, como habían hecho los anteriores tiranos siracusanos; en este momento, además, el interés de Cartago en evitar que los centros sículos cayesen en manos de Dionisio puede haber acabado de convencer al tirano para reforzar su posición en puntos estratégicos. A partir del  a.C. Dionisio reinicia la guerra con Cartago y toma la iniciativa; en el año , sin embargo, Himilcón contraataca y conquista Mesene (Diod. Sic. .), lo que provoca que “los sículos que desde hacía tiempo odiaban a Dionisio, . N. C, I culti, cit., pp. –. . Sobre el yacimiento, R.M. A, s.v. Mendolito, in BTCG  (), pp. –; sobre los epígrafes, L. A, Les parlers indigènes de la Sicile prégrecque, en Lalies  (), pp. –. . G. L, Adrano (Catania). Contrada Mendolito. Nuove ricerche nell’abitato indigeno (scavi ), en BdA – (), pp. –. . G.K. J, The coinages of Enna, Galaria, Phiakos, Imachara, Kephaloidion and Longane, en Le emissioni dei centri siculi fino all’epoca di Timoleonte e i loro rapporti con la monetazione della colonie greche di Sicilia. IV Conv. Centro Int. St. Numismatici, Roma, , pp. –. . A. F, La ‘città’ del Mendolito: TRINAKIE?, en SA  (), pp. –. . P. O, Adernò, en NSA (), pp. –.

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entonces tuvieron una ocasión para rebelarse, y todos, a excepción de los asorinos, se pasaron a los cartagineses” (Diod. Sic. ..) . De nuevo toda esta zona interna, tradicionalmente enfrentada a Siracusa, aprovecha la llegada de los cartagineses para apoyarlos ; del mismo modo, la cercanía de la flota, comandada por Magón, determina que los sículos que habían sido establecidos por Dionisio en Naxos en el año  (Diod. Sic. ..) ocupen una zona de mucho más fácil defensa en el Monte Tauro, a  km. al norte de la ciudad: “Este lugar había sido ocupado por los sículos, que eran un grupo muy numeroso, pero sin un jefe. A estos sículos Dionisio les había asignado antes el territorio de los naxios, pero entonces, seducidos por las promesas de Himilcón, habían ocupado esta altura. Al ser una posición bien defendida por la naturaleza, los sículos la rodearon con una muralla y habitaron allí entonces y también después de la guerra, y llamaron a la ciudad Tauromenio por el hecho de permanecer allí los que se habían reunido en el Tauro” (Diod. Sic. ..) . Es interesante también el juego de palabras griego que explica el nombre de la ciudad, más curioso aún cuanto que sus habitantes no sólo serán sículos sino que como veremos a continuación, reivindican su etnicidad sícula. Los avatares de la guerra, sin embargo, acabarán forzando a Himilcón a pactar la retirada de la parte de su ejército compuesta de ciudadanos cartagineses a cambio de trescientos talentos (Diod. Sic. ..–). La traición de los cartagineses no tuvo demasiados efectos en sus aliados sículos, porque pudieron huir por el interior (διὰ τῆς μεσογείου) y alcanzar sus ciudades con seguridad (Diod. Sic. ..–) pero el abandono de los cartagineses y la huída de los sículos provocó el desastre casi absoluto en el resto de las tropas al servicio de Cartago (Diod. Sic. ..–). La reacción de Dionisio, que ha conseguido librarse de la amenaza de Cartago y, sobre todo, dejar sin aliados fiables a los sículos, no se hace esperar. Además de otras fundaciones y cambios de población, instala a seiscientos mesenios del Peloponeso en “una plaza fuerte junto al mar, a la que anexionó aquella parte de tierra que había quitado al territorio de Abacene” (Diod. Sic. ..) . Los mesenios llamarían a esta ciudad Tíndaris . El hecho que ahora nos interesa es cómo, para establecer a un grupo de antiguos mercenarios leales, Dionisio no tiene inconveniente alguno en emplear el territorio que le ha arrebatado a la ciudad sícula de Abacene. Del mismo . Οἱ δὲ Σικελοί, πάλαι μὲν μισοῦντες τὸν Διονύσιον, τότε δὲ καιρὸν τῆς ἀποστάσεως ἔχοντες, μετεβάλοντο πρὸς Καρχηδονίους πλὴν ᾿Ασσωρίνων ἅπαντες. . Sobre Assoro, vid. J.P. M, s.v. Assoro, en BTCG  cit., pp. –. . Οῦτον δὲ κατειληφότες ἦσαν Σικελοί, συχνοὶ μὲν τὸ πλῆθος ὄντες, οὐδένα δ’ ἔχοντες ἡγεμόνα. τούτοις δὲ τὸ μὲν πρότερον Διονύσιος δεδώκει τὴν τῶν Ναξίων χώραν, τότε δ’ ὑπ’ ᾿Ιμίλκου πεισθέντες ἐπαγγελίαις τὸν λόφον κατελάβοντο. ὀχυροῦ δ’ ὄντος τούτου, καὶ τότε καὶ μετὰ τὸν πόλεμον ᾤκουν αὐτὸν τεῖχος περιβαλόμενοι, καὶ τὴν πόλιν διὰ τὸ μεῖναι τοὺς ἐπὶ τὸν Ταῦρον ἀθροισθέντας Ταυρομένιον ὠνόμασαν. Destacaremos aquí que el propio Diodoro da en otro pasaje (..) una tradición distinta sobre el origen de la ciudad y sobre el responsable de su nombre; vid. al respecto, en último lugar, E. A, La fondazione di Tauromenion, fra i Dionisi ed Andromaco, en Sicilia Antiqua  (), pp. –. . Καὶ χωρίον τι παρὰ θάλατταν δοὺς τῆς ᾿Αβακαινίνης χώρας ἀπετέμετο καὶ προσώρισεν ὅσον αὐτὸς μέρος ἀπετέμετο. . Sobre la fundación de Tíndaris, vid. en último lugar A.J. D, Locrios y mesenios: de su cohabitación en Naupacto a la fundación de Mesene. Una aproximación al estudio de la diáspora y el “retorno” de los mesenios, en Polis  (), pp. –.

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modo, y en poco tiempo, da un giro radical a la situación del mundo sículo: “A continuación, Dionisio efectuó diversas expediciones contra el territorio de los sículos, conquistó Meneno y Morgantino, y concluyó sendos tratados con Agiris, el tirano de los agirineos, con Damón, el señor de los centoripinos , y también con los herbiteos y los asorinos. Se apoderó mediante traición de Cefaledio, de Solunte y de Enna, y además selló la paz con los herbesinos” (Diod. Sic. ..) . Los principales centros sículos, que habían dificultado enormemente la política expansionista de Dionisio estaban ahora más o menos controlados, en algunos casos por conquista pero en otros, como se ve, mediante acuerdos que sin duda se vieron favorecidos por la traición de los cartagineses, que debió dejar sin demasiadas esperanzas inmediatas de ayuda a esos centros. De ejemplo de cómo la política de Dionisio modifica los territorios puede servir un yacimiento, Monte Saraceno di Ravanusa, ubicado en la región del Salso, un centro indígena que parece sufrir una destrucción a fines del s. V para convertirse en un phrourion siracusano destinado a servir de punto de control del creciente dominio de Dionisio . Le faltaba, sin embargo, a Dionisio el control de la zona de Naxos, dominado desde el Monte Tauro por los sículos allí establecidos. Inicia el asedio en el invierno del  pensando que no se resistirían demasiado porque “no habitaban allí desde antiguo” (διὰ τὸ μὴ πάλαι κατῳκηκέναι) (Diod. Sic. ..). Pero, por el contrario, Diodoro, para explicar el enconamiento de la situación, nos introduce una breve consideración sobre la colonización griega y sobre un cierto sentimiento étnico sículo: “Los sículos, sin embargo, habían heredado de sus antepasados una antigua tradición según la cual eran los sículos quienes ocupaban estas partes de la isla cuando los griegos, al desembarcar en ella por primera vez, habían fundado Naxos y habían expulsado de aquel lugar a los sículos que entonces residían allí. Precisamente por este motivo, afirmaban, habían recuperado el suelo patrio y combatían justamente para vengarse de los abusos cometidos por los griegos contra sus antepasados, y entonces hacían una cuestión de honor de la posesión de aquella altura” (Diod. Sic. ..) . Es difícil aceptar por completo esta información, sobre todo porque esos sículos, como ya hemos visto, habían sido establecidos en Naxos por Dionisio hacía pocos años y, aunque pueda haber sido cierto que el Monte Tauro pudo haber estado ocupado por indígenas a la llegada de los griegos, no podemos saber si los . Sobre la más que posible relación familiar de este Damón con Arcónides, a partir sobre todo del testimonio epigráfico (IG I ), vid. S. D V, I Dinasti, cit., pp. –; –. . Μετὰ δὲ ταῦτα εἰς τὴν τῶν Σικελῶν χώραν πλεονάκις στρατεύσας Μέναινον μὲν καὶ Μοργαντῖνον εἷλε, πρὸς ῎Αγυριν δὲ τὸν ᾿Αγυριναίων τύραννον καὶ Δάμωνα τὸν δυναστεύοντα Κεντοριπίνων, ἔτι δ΄ ῾Ερβιταίους τε καὶ ᾿Ασσωρίνους συνθήκας ἐποιήσατο· παρέλαβε δὲ διὰ προδοσίας Κεφαλοίδιον καὶ Σολοῦντα καὶ τὴν ῎Ενναν· πρὸς δὲ τούτοις πρὸς ῾Ερβησσίνους εἰρήνην ἐποιήσατο. . Vid. A. C, Greci e indigeni nella bassa valle dell’Himera: il sito di Monte Saraceno di Ravanusa, en M. B B, E. D M, A. P (eds.), Magna Grecia, cit., pp. –; I., L’abitato di Monte Saraceno di Ravanusa: prospettive dionigiane, en N. B, L. B, E. D M (eds.), La Sicilia, cit., pp. –. . Οἱ δὲ Σικελοὶ παρὰ τῶν πατέρων ἐκ παλαιοῦ παρειληφότες ὅτι τὰ μέρη ταῦτα τῆς νήσου Σικελῶν κατεχόντων ῞Ελληνες πρώτως καταπλεύσαντες ἔκτισαν μὲν Νάξον, ἐξέβαλον δ’ ἐκ τούτου τοῦ λόφου τοὺς τότε κατοικοῦντας Σικελούς· διὸ δὴ φάσκοντες πατρῴαν ἀνακτήσασθαι χώραν καὶ περὶ ὧν εἰς τοὺς ἑαυτῶν προγόνους ἐξήμαρτον ῞Ελληνες ἀμύνασθαι δικαίως, ἐφιλοτιμοῦντο κατασχεῖν τὸν λόφον.

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sículos que entonces poseían el lugar eran descendientes de aquellos. Pero, por otro lado, y esto sí sería un hecho importante, tampoco hay por qué rechazar la posibilidad de que estos sículos de inicios del s. IV hayan hecho uso de las propias tradiciones griegas sobre la colonización de Sicilia, recogidas por autores griegos como Antíoco de Siracusa y luego difundidas en el resto de Grecia por Tucídides, como argumento para reafirmar su identidad. Esto es tanto más interesante cuanto que quizá estos sículos procediesen de distintos puntos y fuesen, por lo tanto, desarraigados. Ya Diodoro (..) había dicho de ellos que ni tan siquiera tenían jefes (οὐδένα δ΄ ἔχοντες ἡγεμόνα) antes de decidirse a ocupar el Monte Tauro. Por consiguiente, si esos argumentos se emplearon por parte de los sículos con motivo del asedio de Dionisio, los mismos hay que verlos como una consecuencia más del peso de la tradición colonial griega sobre los colonizados que aceptan la visión griega del pasado y que la manipulan en su propio interés . Sea como fuere, los intentos de Dionisio de ocupar la posición son infructuosos y el propio tirano está a punto de perder la vida (Diod. Sic. ..–). De nuevo en el  Cartago vuelve a hacer acto de presencia en Sicilia y, en su marcha hacia el este, Magón vuelve a establecer alianzas “con la mayor parte de los sículos” y tras saquear el territorio de Mesene se establece en Abacene (Diod. Sic. ..), que había sido represaliada con la pérdida de de parte de su territorio a favor de Tíndaris y que, seguramente, estaba bien dispuesta hacia Cartago. El mismo Magón, en el , al frente de un gran ejército “avanzó a través del territorio de los sículos, apartó de Dionisio a la mayor parte de las ciudades y estableció su campamento en el territorio de los agirineos, a orillas del río Crisas, cerca del camino que lleva a Morgantina. Incapaz de convencer a los agirineos de que se aliaran con él, renunció a seguir avanzando, ya que se había enterado de que el enemigo ya había partido de Siracusa” (Diod. Sic. ..) . Sin embargo, la política de Dionisio tras la retirada de Himilcón parece haber dado resultado puesto que el pacto firmado con Agiris, el tirano de Agirio, no fue revocado. Al ser la plaza tan importante como nos dice Diodoro, natural de la ciudad, parecía inútil proseguir la expedición cartaginesa de lo que pronto se acabó convenciendo Magón, que firmó la paz con Dionisio (Diod. Sic. ..–). Es interesante ver el tratamiento que Diodoro da a su ciudad natal en este contexto: “Una vez que [Dionisio] estuvo cerca del enemigo, envió una embajada a Agiris, el soberano de los agirineos, que entonces era el tirano de Sicilia que disponía del ejército más importante después del de Dionisio; era dueño de casi todos los fuertes de los alrededores y gobernaba la ciudad de Agirio, muy poblada en aquel tiempo, ya que . Por su parte, recientemente E. A, La fondazione, cit., pp. – ha mostrado cómo ante esas pretensiones sículas legitimistas (que él considera ciertas al suponer una presencia sícula en el Monte Tauro hasta al menos la victoria de Siracusa sobre Atenas) la respuesta griega, negacionista, insiste en el desarraigo de esas comunidades. . ᾿Εποιήσατο δὲ καὶ πρὸς τοὺς πλείστους τῶν Σικελῶν συμμαχίας. . οὗτος μὲν οὖν διὰ Σικελῶν πορευθείς, καὶ τὰς πλείστας πόλεις ἀποστήσας τοῦ Διονυσίου, κατεστρατοπέδευσεν ἐν τῇ τῶν ᾿Αγυριναίων χώρᾳ παρὰ τὸν Χρύσαν ποταμὸν ἐγγὺς τῆς ὁδοῦ τῆς φερούσης εἰς Μοργαντίναν· τοὺς γὰρ ᾿Αγυριναίους οὐ δυνάμενος εἰς συμμαχίαν προσλαβέσθαι, τῆς εἰς τοὔμπροσθεν ἀπέστη πορείας, ἀκούων τοὺς πολεμίους ἐκ Συρακουσῶν ὡρμηκέναι.

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contaba con no menos de veinte mil ciudadanos. Además, para esta multitud de personas reunidas en la ciudad, había en la acrópolis un depósito con considerables sumas de dinero que Agiris había reunido dando muerte a los ciudadanos más ricos. Dionisio, pues, penetró en el interior de las murallas con una pequeña escolta y persuadió a Agiris a combatir a su lado, prometiéndole que le cedería una gran parte del territorio limítrofe si la guerra acababa en victoria. Agiris comenzó por suministrar rápidamente a todo el ejército de Dionisio víveres y todo lo necesario; después hizo salir a todas sus tropas en masa, marchó junto a Dionisio y combatió a su lado contra los cartagineses hasta el fin de la guerra” (Diod. Sic. ..–) . Aunque Diodoro no nos dice de dónde le viene a Agirio esa gran población y su gran territorio no es improbable que los numerosos conflictos que tuvieron lugar entre fines del s. V e inicios del s. IV hayan hecho afluir a la ciudad gentes del entorno; en todo caso, ya al menos desde el año  a.C. cuando Agiris custodia la impedimenta de los mercenarios campanos que van a salvar a Dionisio frente a la rebelión de los siracusanos (Diod. Sic. ..) se puede observar la amistad entre ambos tiranos y quizá eso haya permitido el crecimiento de la ciudad, que parece haber estado rodeada de otros centros hostiles a Siracusa. En la lucha contra Magón, pues, también el apoyo de Agiris, en esta ocasión a cambio de la promesa de Dionisio de entregarle territorios vecinos, resultó decisivo porque “las tropas de Agiris, conocedoras del terreno, llevaban ventaja en las emboscadas e interceptaban los convoyes de víveres del enemigo” (Diod. Sic. ..) . Esta nueva guerra de Dionisio con Cartago acaba también con un tratado de paz (συνθήκη) del que asegura Diodoro que “las cláusulas eran, en líneas generales, similares a las del tratado precedente, pero se añadía que los sículos pasarían a estar bajo la autoridad de Dionisio, que también recibiría Tauromenio” (Diod. Sic. ..) . Sin embargo, la diferencia es importante porque mientras que en  Cartago imponía la independencia de los sículos, en el del  los cartagineses reconocían de forma explícita el dominio de Dionisio sobre los sículos, lo que se ha interpretado como el fracaso de su “ambigua política” ; no obstante, puede decirse en puridad que, a pesar de algunos intentos, no hubo una política global . Παραγενόμενος δ΄ ἐγγὺς τῶν πολεμίων διεπρεσβεύσατο πρὸς ῎Αγυριν τὸν δυναστεύοντα τῶν ᾿Αγυριναίων. οὗτος δὲ τῶν τότε τυράννων τῶν ἐν Σικελίᾳ μεγίστην εἶχε δύναμιν μετὰ Διονύσιον· τῶν τε γὰρ περικειμένων ἐρυμάτων σχεδὸν ἁπάντων ἐκυρίευε καὶ τῆς πόλεως τῶν ᾿Αγυριναίων ἦρχε πολυοχλουμένης κατ’ ἐκείνους τοὺς καιρούς· εἶχε γὰρ πολίτας οὐκ ἐλάττους δισμυρίων. ἦν δὲ καὶ εἰς τοῦτο τὸ πλῆθος ἐν τῇ πόλει συνηθροισμένον χρημάτων πολλῶν κατὰ τὴν ἀκρόπολιν παράθεσις, ἣν ῎Αγυρις ἠθροίκει πεφονευκὼς τοὺς εὐπορωτάτους τῶν πολιτῶν. ἀλλ΄ ὁ Διονύσιος μετ΄ ὀλίγων εἰςελθὼν ἐντὸς τοῦ τείχους ἔπεισε τὸν ῎Αγυριν συμμαχῆσαι γνησίως, καὶ πολλὴν ἐπηγγείλατο χώραν τῆς ὁμόρου δωρήσεσθαι κατορθωθέντος τοῦ πολέμου. ὁ δ΄ ῎Αγυρις πρῶτον μὲν πάσῃ τῇ Διονυσίου δυνάμει σῖτον καὶ τἄλλα ὅσα ἦν χρεία προθύμως ἐδωρήσατο, καὶ πανδημεὶ τὴν δύναμιν ἐξαγαγὼν ἐστράτευσε μετὰ Διονυσίου καὶ κοινῇ πρὸς Καρχηδονίους διεπολέμει. . Καὶ γὰρ οἱ περὶ τὸν ῎Αγυριν τῆς χώρας ἔμπειροι καθεστῶτες ἐν ταῖς ἐνέδραις ἐπλεονέκτουν καὶ τὰς ἀγορὰς τῶν πολεμίων ἀφῃροῦντο. Sobre la importancia de la alianza entre Siracusa y Agirio en esta fase de la guerra, vid. C. M, Tra Siracusa, cit., pp. –. . ῏Ησαν δ’αἱ συνθῆκαι τὰ μὲν ἄλλα παραπλήσιαι ταῖς πρότερον, Σικελοὺς δὲ δεῖν ὑπὸ Διονύσιον τετάχθαι καὶ παραλαβεῖν αὐτὸν τὸ Ταυρομένιον. . C. M, Tra Siracusa, cit., p. .

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sícula, divididos como estaban en sus intereses y en los mecanismos para llevarlos a cabo. Tal vez por ello Cartago, que no pudo contar con el apoyo unánime de los sículos, no consiguió los objetivos que se había marcado y tuvo que firmar una paz, ventajosa para ellos, con Siracusa; en efecto, mientras que Cartago mantenía buena parte del dominio logrado en la primera guerra, dejaba a los sículos a su suerte. Al punto, Dionisio expulsó a la mayor parte de los sículos que ocupaban Tauromenio e instaló allí a sus mercenarios más fieles (Diod. Sic. ..). A partir de ese momento, Diodoro deja ya de dar noticias sobre los sículos, que sólo reaparecerán de forma esporádica en algún momento posterior. Es curioso comprobar cómo en el tratado que, de nuevo, firma Dionisio en el año  ó  a.C. con los cartagineses tras el final de la tercera guerra con Cartago, ya no se menciona a los sículos. El tratado, en efecto, aunque sucedió tras una enorme derrota de Dionisio “fue concluido con la condición de que los dos bandos conservasen sus antiguas posesiones. Los cartagineses se reservaron, sin embargo, la ciudad y el territorio de Selinunte así como la parte del territorio acragantino que se extiende hasta el río Halico. Dionisio pagó a los cartagineses mil talentos” (Diod. Sic. ..) . A pesar, pues, de la precaria situación en la que se encuentra Dionisio, los cartagineses ya aceptan como su área de dominio la reconocida en el tratado previo ; habría que pensar también, aunque apenas haya informaciones, que en los años transcurridos, Dionisio ha ultimado el control de buena parte del territorio sículo y, quizá, que Cartago ha renunciado a la mitad oriental de la isla para consolidar, en la occidental, su ἐπικράτεια . Antes de pasar a las observaciones finales, echaremos un breve vistazo a la situación que nos muestra la moneda. Aunque ya en la primera mitad del s. V aparecen algunas acuñaciones llamadas ‘barbarizadas’ o ‘irregulares’ que copian monedas de ciudades griegas pero que parecen haber sido realizadas por centros indígenas mal precisados , se considera que las mismas delatan la ausencia de

. Τοὺς λόγους ἐγένοντο διαλύσεις, ὥστ’ ἔχειν ἀμφοτέρους ὧν πρότερον ὑπῆρχον κύριοι· ἐξαίρετον δ’ ἔλαβον οἱ Καρχηδόνιοι τὴν τῶν Σελινουντίων πόλιν τε καὶ χώραν καὶ τῆς ᾿Ακραγαντίνης μέχρι τοῦ ῾Αλύκου καλουμένου ποταμο. ἔτισε δὲ Διονύσιος τοῖς Καρχηδονίοις τάλαντα χίλια. . B. C, Dionysius I. War–lord of Sicily, London, , p.  considera que es en este tratado en el que se le reconoce de forma explícita a Dionisio por parte de Cartago la soberanía de todo el territorio al este del Halico. . Aunque otros autores, como L.M. H, Karthago und Sizilien. Die Entstehung und Gestaltung der Epikratie auf dem Hintergrund der Beziehungen der Karthager zu den Griechen den nicthgriechischen Völkern Siziliens (VI–III Jh. v. Chr.), Hildesheim, , p. , muestran sus dudas los argumentos de P. A, Il trattato del / a.C. e la formazione della ‘eparchia’ punica di Sicilia, en Kokalos  (), p. , son bastante fuertes en el sentido de que este tratado muestra, por vez primera en los tratados greco–púnicos la fijación de un confín preciso entre ambos territorios así como la conversión de una ciudad griega y de parte del territorio de otra en cartaginesas, lo que lo convierte en la primera etapa significativa hacia la creación de la ἐπικράτεια (p. ). Vid. también I., Punici e Greci dal / a.C. all’età timoleontea, en M. C, C. M, S. M, L. S (eds.), Greci e Punici, cit., pp. –. . C. B, Die barbarisierten Münzen von Akragas, Gela, Leontinoi und Syrakus im . Jahrhundert v. Chr., en Le emissioni dei centri siculi fino all’epoca di Timoleonte e i loro rapporti con la monetazione delle colonie greche di Sicilia. IV Conv. Centro Int. St. Numismatici, Roma, , pp. –; cf. L. S, ‘Barbarizzazioni monetali’ in Sicilia: riconsiderazioni attraverso la documentazione di Sabucina, en F. G, R. P (eds.), Il greco, il barbaro e la ceramica attica. Immaginario del diverso, processi di scambio e autorappresentazione degli indigeni IV, Roma, , pp. –, que distingue adecuadamente entre “adopción monetal” y “emisiones monetales”.

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una identidad política propia . No obstante, la aparición de monedas de plata con nombres de centros indígenas hacia mediados del s. V, aunque en pequeñas cantidades, mostraría cómo este proceso empieza ya a producirse tras la acción de Ducetio , lo que vendría demostrado por el hecho de que el área en la que aparecen estas acuñaciones es la Sicilia centro–oriental, la más afectada por la acción de lider sículo ; no todos los autores, sin embargo, comparten la idea de que estas acuñaciones sículas impliquen la existencia de una realidad institucional compleja y equiparable a la griega en los centros responsables de estas emisiones . Esas acuñaciones van desapareciendo en el periodo sucesivo y el siguiente momento en el que los centros indígenas, casi todos distintos de los que habían acuñado en el s. V, vuelven a acuñar, en esta ocasión en bronce, es ya, casi siempre, tras la caída de la tiranía en Siracusa y la efervescencia de los nuevos ideales impulsados antes de la batalla del Crimiso por Timoleón . Junto a estas monedas cívicas son muy frecuentes las monedas acuñadas por comunidades de mercenarios, cuyo peso en la historia siciliana es cada vez mayor durante el s. IV . El panorama numismático, pues, a pesar de sus todavía grandes incertidumbres, parece dibujar un esquema más o menos semejante al que las fuentes literarias sugieren; la efervescencia política e identitaria subsiguiente al periodo de Ducetio crea nuevas identidades en el mundo sículo, pero es difícil saber si se trata de identidades políticas o étnicas y, en cualquier caso, el peso y la intensidad de las mismas . Sea como fuere, zonas importantes de la Sicilia sícula no parecen experimentar este proceso por razones diversas, entre ellas por su sumisión política a los centros griegos. No obstante, el peso de Siracusa, tanto durante el periodo democrático como durante la tiranía de los dos Dionisios implica, como hemos ido apuntando, la pérdida progresiva de su independencia política por parte de muchas de estas comunidades indígenas que aún la conservaban. Al final de la tiranía la situación ya será distinta, tanto por la creciente presencia de mercenarios, y por la debilidad política de muchas de estas comunidades sículas; por ende, la

. M. C C, Identità e peculiarità dell’esperienza monetale siciliana, en M. B B, E. D M, A. P (eds.), Magna Grecia, cit., p. . . A. B, Le emissioni monetali di Abaceno, en Le emissioni dei centri siculi, cit., pp. –; K.T. E, La zecca di Morgantina, en Ibid., pp. –; R.R. H, Le monetazione di Agyrion, Aluntion, Entella, Hipana, Nakone, Stiela, en Ibid., pp. –; G.K. J, The coinages, cit., pp. –. . M. C C, Identità, cit., pp. –; cf. L. B B, Che cosa conosciamo dei centri indigeni della Sicilia che hanno coniato monete prima dell’età di Timoleonte, en Le emissioni dei centri siculi, cit., pp. –. . Vid. en este sentido, en último término, E. A, La fondazione, cit., p. , nota . . El hecho de que algunas se mantengan después del  e, incluso, del  a.C., si se pueden aceptar algunas de las cronologías propuestas, no implica, como sugirió E. M, ‘Indigeni’ e colonizzatori nella Sicilia preromana, en Assimilation et résistance a la culture gréco–romaine. VI Congr. Int. d’Etudes Classiques, Paris, , p. , que “Siculi e Greci sono per Dionisio I sullo stesso piano” sino que apunta, precisamente, a la resistencia de esas comunidades frente al tirano y, tal vez, en alguna ocasión (¿por ejemplo Agirio?) a concesiones políticas por parte del mismo por la ayuda prestada. . E. S R, Timoleonte e le popolazioni anelleniche, en Quarte Giornate, cit., pp. –. . M. C C, Identità, cit., pp. –. . Vid. las reflexiones de T. H, Local Responses to Colonization in the Iron Age Mediterranean, London, , pp. – sobre los procesos de creación de identidades en Sicilia.

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acción de Timoleón, con sus grandes repoblaciones y su política posterior a la batalla del Crimiso, hostil a las pretensiones de autonomía de los sículos , sería otro duro golpe para lo que todavía representaba este mundo indígena. Para concluir este estudio, podemos decir que ya desde la época de los Dinoménidas la política de los tiranos de Gela y luego de Siracusa trata de insertar territorios sículos que quedan al margen de sus respectivas chorai en su área de dominio haciendo uso de la fuerza militar pero, posiblemente, no en todos los casos. Las alianzas, tratados y acuerdos con notables indígenas aparecen con cierta frecuencia como instrumentos empleados para garantizarse puntos de control desde los que proseguir las tareas de ocupación pero también otro tipo de mecanismos más tendentes a buscar la marginación, al menos simbólica, de los sículos. La apropiación en época de Hierón de los Palicos y su inserción en una construcción mitológica griega hay que verla en este sentido, al tiempo que se acompaña de una política agresiva que priva a determinadas comunidades de su territorio en beneficio de la recién fundada Etna. El movimiento de Ducetio, que asume comportamientos y actitudes propias de los griegos al tiempo que reivindica o inventa una identidad sícula, finaliza con la cesión a Siracusa de los territorios sobre los que había dominado y su carrera política y su vida concluyen en el acto de fundación de una colonia, Cale Acte, que lo que hace es reforzar los intereses de Siracusa en las costas septentrionales de Sicilia. En el momento de la invasión ateniense a Sicilia, Siracusa ya controla, en condición de súbditos, a un núcleo importante de sículos sobre los que su dominio resulta incontestable, mientras que con el resto buscará establecer pactos para que se pongan de su lado. Sin embargo, estas poblaciones sículas, en general, se alinearán a favor de Atenas que encontrará en ellas los auténticos apoyos locales a su campaña. Aunque, sin duda, Atenas los utilizará para sus fines imperialistas, no cabe duda de que el amplio apoyo que estos centros sículos prestan a Atenas tiene que ver con el peligro que supone caer bajo el poder siracusano, que acabaría con su independencia política y, seguramente, marginando su propia cultura. Los fenómenos de la llamada ‘helenización’ sobre el mundo sículo han sido objeto de numerosos estudios pero lo que de ellos resulta es que más que un diálogo entre culturas se trata de una inundación de formas de vida, modelos socio–económicos, objetos, etc. de tipo griego que establecen una dependencia económica completa de esas poblaciones, por lo general del interior, de los centros griegos costeros. Es Estrabón quien asegura, quizá más como una reflexión a posteriori que como muestra de un diseño consciente, que “aunque los griegos no permitían a ninguno [de los bárbaros] alcanzar la costa, no eran, empero, lo . P. O, La rinascita della Sicilia nell’età di Timoleonte alla luce delle nuove scoperte archeologiche, en Kokalos  (), pp. –; R.J.A. T, Timoleon and the Revival of Greek Sicily. – B.C., Cambridge, , p. ; una visión mas matizada en C. M, Timoléon et la recolonisation de la Sicile grecque. (Plutarque, Vie de Timoléon, XXII,  s.), en La Colonisation Grecque en Méditerranée Occidentale. Collection de l’École Française de Rome , Rome, , pp. –. . E. S R, Timoleonte, cit., p. . Se puede observar también cómo en esta época, igual que en momentos anteriores, los jefes sículos (o que gobiernan sobre ciudades sículas) que aparecen mencionados en las fuentes llevan ya nombres griegos, como por ejemplo, Nicodemo el tirano de Centuripe o Apoloniades el dinasta de Agirio (Diod. Sic. ..).

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suficientemente fuertes para expulsarlos del interior” (Strabo ..) . Si como ya mostró la apropiación de los Palicos, un modo de subrayar la dependencia de los sículos era arrebatarles elementos significativos de su identidad, la política de Dionisio, marcada por una agresividad extraordinaria hacia los sículos, también dará pasos en este sentido. Uno de ellos será la fundación de la ciudad de Adrano usurpando el nombre de un venerado dios indígena de la región del Etna y quizá favoreciendo también cambios en cuanto al parentesco de este dios con los Palicos. Otro se refiere a las propias tradiciones sobre el origen de estas poblaciones; como vimos antes, tanto Tucídides como otros autores asignan a las poblaciones indígenas de Sicilia sus orígenes en lugares diversos y su llegada a la isla mediante procesos migratorios; lo verdaderamente interesante es indagar a qué obedecen las distintas afiliaciones étnicas. En este sentido, Sammartano ha mostrado cómo, por ejemplo, frente a la visión del origen itálico preconizada por Helánico de Lesbos, en función pro–ateniense y, por lo tanto, positiva, o la de otro siracusano como Antíoco, tampoco negativa en exceso, “nell’ottica di Filisto i Siculi erano in qualche modo assimilabili ai barbari ‘più barbari’ dell’Occidente” en una perspectiva que trata de revalorizar el helenismo siciliota frente a esas poblaciones con las que el mismo se encuentra enfrentado . También la fundación de Dionisio de la ciudad de Adrano, apropiándose el nombre de la divinidad indígena homónima hay que verla tanto como un éxito militar, al controlar la importante ruta que circundaba toda la vertiente occidental del Etna y que se abría al mundo sículo de esa región cuanto como un éxito simbólico y propagandístico al establecer una ciudad griega en un área consagrada a ese dios local. Por fin, otro rasgo de apropiación de elementos religiosos sículos lo encontramos a propósito de los Galeotas, intérpretes de prodigios y de sueños que actúan en Hibla Gereátide, donde había un santuario consagrado a la diosa Hibla que recibe culto por parte de los siciliotas (παρὰ Σικελιωτῶν) y “Filisto, hijo de Arcoménides, dice que ellos eran intérpretes de prodigios y sueños y los más dados a la piedad entre todos los bárbaros de Sicilia” (Paus. .. = FGrHist  F ) . La apropiación por parte de Dionisio tuvo, al menos, dos momentos: el primero, cuando su madre les consulta sobre un sueño y los Galeotas le pronostican el brillante futuro del tirano (Cic. de div. . = FGrHist  F a) y el segundo, cuando el propio Dionisio los consultó a propósito de un prodigio que le ocurrió en un río cerca de Leontinos, cuando un enjambre de abejas se posó en la crin de su caballo y los Galeotas le pronosticaron que alcanzaría en breve el poder real (Ael., V.H., .; Cic. de div. . = FGrHist  F ). La aceptación de los presagios de . Οὐδένα δὲ τῆς παραλίας εἴων οἱ ῞Ελληνες ἅπτεσθαι, τῆς δὲ μεσογαίας ἀπείργειν παντάπασιν οὐκ ἴσχυον. . R. S, Filisto, cit., pp. –. Un panorama mucho más completo puede verse en I., Origines gentium Siciliae: Ellanico, Antioco, Tucidide, Roma, , passim. . Τεράτων γὰρ σφᾶς καὶ ἐνυπνίων Φίλιστος ὁ ᾿Αρχομενίδου φησὶν ἐξηγητὰς εἶναι καὶ μάλιστα εὐσεβείᾳ τῶν ἐν Σικελίᾳ βαρβάρων προσκεῖσθαι. Sobre las diferentes polémicas historiográficas que las fuentes suscitan, vid. L. P, I galeotai, Megara Iblea ed Ibla Geleatide, en Studi Siciliani ed Italioti, Firenze, , pp. –.

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estos bárbaros por Diodoro y su utilización por Filisto viene dada a partir de la consideración de su piedad (εὐσέβεια) que puede ser un criterio suficiente para desvincularlos del resto de los sículos, pero en todo caso se trata de una nueva apropiación en beneficio del tirano puesto que incluso sus divinidades y sus adivinos le señalan como merecedor del poder absoluto. De cualquier modo, esta ciudad había rechazado apoyar a Atenas y quizá sea la misma que había rechazado formar parte de la alianza sícula de Ducetio, lo que sugiere que debía de hallarse muy vinculada a Siracusa y que, por lo tanto, la petición de vaticinios a los Galeotas y la aceptación de los mismos debía de ser ya frecuente antes, incluso, del dominio de Dionisio y a través de los mismos el tirano podía legitimar su poder tanto entre los griegos como entre los sículos . Subrayando su autoridad sobre Hibla Geleatis, la cual renunciará a unirse a los enemigos de Siracusa, esa parte al menos del mundo sículo quedaba supeditada a los intereses de los griegos y la dependencia de la ciudad podía servir como modelo de la dependencia de los otros centros indígenas. Es bastante probable que las genealogías que Filisto debió de desarrollar para estos Galeotas, que los vinculaban a los hiperbóreos , puedan haber tenido una clara connotación positiva, que los diferenciaba del resto de los sículos destinados a quedar bajo su poder. En todo caso, su llegada a Sicilia se vincula a designios del Zeus de Dodona (Steph. Byz., s.v. Γαλεῶται), divinidad muy en relación con la política adriática de Dionisio . Los ataques continuados de Siracusa y su política de atracción de determinados centros y sus élites, así como el abandono de sus aliados tradicionales, ya fuesen los atenienses primero y los cartagineses después, agilizaron el proceso de la caída de los sículos en la dependencia de Siracusa. Aunque sigan quedando comunidades sículas más o menos independientes, la mayor parte de ellas han pasado a ser súbditas (ὑπήκοοι) de Siracusa, ampliándose sin duda el territorio controlado por Siracusa en vísperas de la invasión ateniense del . Es difícil conocer con detalle cómo se articula la dependencia de estas comunidades, más allá de la imposición de tributos más o menos generalizada o de la capacidad de Siracusa de desgajar de las mismas aquellas partes del territorio que necesita para sus propios fines, entre ellos fundar nuevas ciudades o beneficiar a otras comunidades sículas que apoyan su causa (como es el caso de Agirio). Sin embargo, donde se puede observar mejor esa materialización de la dependencia y de la marginación progresiva de los sículos es en la apropiación de sus símbolos; desde los Palicos, ya en época de Hierón, hasta Adrano o los Galeotas en época de Dionisio, por no hablar de la elaboración de genealogías míticas que subrayan la barbarie y la posición subalterna que los sículos adquieren en la Sicilia de Dionisio o las tradiciones orales, casi irrecuperables, que

. Vid. en este mismo sentido R. S, Filisto, cit., pp. –: “tramite la sottile trama propagandistica legata alle predizioni dei Galeotai, dunque, si creavano le premesse per il legittimo riconoscimento di quel ruolo di archon tes Sikelias che Dionisio I si accingeva ad assumere grazie alla creazione di un dominio territoriale continuo, inglobante anche i centri siculi dell’interno”. . P. C, Dionigi di Siracusa e il mito di Galeote, en RIL  (), pp. –; cf. A. C, Archaiologhía e Propaganda, Roma, , pp. –. . A.M. P G, Ducezio, cit., p. .

Dependencia y marginación de las poblaciones sículas en la Sicilia griega

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subrayan la inferioridad sícula . Esos elementos, que acompañan a las campañas militares del tirano tienen como resultado el lento e inexorable fin de ese ethnos . Esta desaparición, al menos en la tradición literaria, a veces se ha considerado “helenización” de los sículos. Sin embargo, el término oculta un fenómeno de sumisión a unos parámetros culturales que vienen impuestos por un poder político como es el de la polis siracusana y que acompañan a su dominio militar y por una marginación de los rasgos discordantes. Sin duda ninguna las élites sículas han jugado un papel fundamental en este proceso y vemos ya en la antroponimia cómo buena parte de sus dinastas conocidos por las fuentes literarias o la epigrafía llevan nombres griegos, empezando por los varios Arcónides (al menos tres generaciones puesto que la última de ellas está activa todavía en época de Dion [Plut. Dio. ..]), Damón de Centuripe, o Aimnesto de Enna entre otros, fenómeno que no hará sino extenderse en los decenios posteriores . De este modo, y quizá siguiendo una tendencia que observamos con frecuencia, incluso en el caso de las ciudades griegas, grupos aristocráticos y resto de la población reciben tratos diferenciados y mientras que los primeros acaban por asumir tal vez una identidad plenamente griega, los otros quedarían relegados a posiciones subalternas . Este fenómeno debió de alcanzar un carácter más pronunciado con los procesos de recolonización fomentados por Timoleón y la llegada de contingentes campanos, aunque con otras connotaciones, también debió de contribuir a ello . Esto sienta las bases definitivas para la desaparición del ethnos sículo, desposeido de sus tierras, arrojado de sus asentamientos tradicionales, que van desapareciendo entre fines del s. IV y mediados del s. III . El fracaso de los sículos, que ni tan siquiera en época de Ducetio habían formado un frente homogéneo, no impide que sigan conservando un importante poder, que se pondrá al servicio de los enemigos de Siracusa, sean éstos atenienses o cartagineses. Sin embargo, la pérdida de la iniciativa (salvo algunos casos aislados) y de un programa político claro, más allá del odio o del miedo a Siracusa, unido a los fracasos militares de aquéllos a cuya suerte se habían vinculado, no hará sino acelerar su dependencia política, cuando no su esclavización real, y su progresiva marginación que los llevará a su desaparición, integrados, al menos sus élites, dentro de la dominante cultura griega. Incluso uno de sus experimentos culturales del tardo arcaísmo, como fue la escritura, acabó desapareciendo porque, además de su evidente falta de unidad, dejó de representar a los círculos dirigentes de . Es este un tema de gran interés, pero que se topa con la escasez de referencias literarias. Vid. al respecto las interesantísimas observaciones de C. R, Rileggendo Zenobio, cit., pp. –. . Sobre este asunto vid. E. G, I Siculi: Fine di un ethnos, en C. M, S. M, L. S (eds.), Diodoro Siculo e la Sicilia indigena, cit., pp. –. . Sobre las principales posibilidades para explicar este tipo de nombres vid. S. D V, I Dinasti, cit., pp. –. . Ya para la época de Agatocles, aunque el fenómeno puede haber surgido antes, las ciudades sículas muestran la misma dualidad entre oligarcas y demócratas que se atestigua en las ciudades griegas; vid. E. G, I Siculi, cit., p. . . Ibidem, pp. –. . Ibidem, p. .

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Adolfo J. Domínguez

comunidades que asumían su papel secundario en el plano político y que, con el tiempo, vieron cercenadas o eliminadas sus aspiraciones a la independencia . Diodoro, en su libro V, resume en pocas palabras la visión helenocéntrica de la historia siciliana: “En último lugar, pero dignas de mención, se instalaron en Sicilia las colonias de los griegos que fundaron ciudades junto al mar. Las poblaciones se mezclaron y, a causa del gran número de griegos que desembarcaron en Sicilia, los indígenas aprendieron su lengua, y luego, al educarse en costumbres griegas, finalmente renunciaron a la vez a la lengua bárbara y a su nombre y se llamaron todos siciliotas” (Diod. Sic. ..) . Por supuesto, Diodoro considera esto un proceso de larga duración, pero su resultado final es la desaparición total de las identidades indígenas.∗ Adolfo J. Domínguez Universidad Autónoma de Madrid

. L. A, Les parlers indigènes, cit., p. . . ῞Υσταται δ΄ ἀποικίαι τῶν ῾Ελλήνων ἐγένοντο κατὰ τὴν Σικελίαν ἀξιόλογοι καὶ πόλεις παρὰ θάλατταν ἐκτίσθησαν. ἀναμιγνύμενοι δἄλλήλοις καὶ διὰ τὸ πλῆθος τῶν καταπλεόντων ῾Ελλήνων τήν τε διάλεκτον αὐτῶν ἔμαθον καὶ ταῖς ἀγωγαῖς συντραφέντες τὸ τελευταῖον τὴν βάρβαρον διάλεκτον ἅμα καὶ τὴν προσηγορίαν ἠλλάξαντο, Σικελιῶται προσαγορευθέντες. ∗ Estando ya este trabajo en prensa ha aparecido el libro de Ma Cruz Cardete del Olmo, Paisaje, identidad y religión. Imágenes de la Sicilia antigua (Barcelona ), que aborda algunos de los problemas aquí tratados, aunque desde perspectivas y planteamientos con frecuencia diferentes

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