Denuncia y alteridad en Mamita Yunai de Carlos Luis Fallas

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Descripción

Universidad Rafael Landívar Facultad de Humanidades Departamento de Letras y filosofías Maestría en Literatura Hispanoamericana Seminario de Literatura Centroamericana M.A. Gustavo Sánchez Lucía León 2471714

Denuncia y alteridad en Mamita Yunai de Carlos Luis Fallas

Acercarse a la obra de alguien a quien Anderson Imbert describe como el mayor novelista en la dirección de la literatura proletaria es una tarea que predispone de cierta forma al tipo de lectura que se tendrá. Carlos Luis Fallas (1909-1965) fue un militante comunista y su obra denuncia las condiciones de trabajo en los bananales, selvas y rancherías. Mamita Yunai (1941) es una novela que está dividida en tres partes: Politiquería en el Tisingal de la leyenda, identificada como Parte Primera. A la sombra del banano es la Parte Segunda y es menos extensa que la anterior. Por último, En la brecha, Parte Tercera es la más breve con una extensión de 6 páginas.

La carga ideológica se adelanta desde el titular, una alusión fonética a la pronunciación de Estados Unidos en inglés y la declaración de que esta es la nueva madre patria del continente. En la novela se percibe una especie de diario de viaje o crónicas que aparecieron originalmente en un periódico comunista. Su discurso es una “protesta por la acción imperialista y la explotación de las masas rurales”. (Imbert, 1961).

En la primera parte nos da la bienvenida un narrador en primera persona que inicia una misión para impedir que el partido oficial se robe las elecciones y

cometa un fraude al aprovecharse de la ignorancia de los indígenas en las votaciones. Durante el recorrido se pueden apreciar imágenes que denuncian las situaciones a las que estaban expuestos los trabajadores de las bananeras y las divisiones sociales que había entre criollos, mestizos, descendientes de africanos e indígenas. A continuación se aprecia un ejemplo:

“Los hombres, que más que hombres parecían demonios negros y musculosos brillando bajo el sol, sentados en las orillas con los pies colgando, o de pie, apoyándose los unos contra los otros, gesticulaban y discutían a grandes voces. Las negritas, acomodadas ya sobre las cajas y las escasísimas banquillas, le daban alegría y colorido al abigarrado conjunto con sus risas y sus cantos, con sus trajes de colores fuertes y variados y con sus floreadas sombrillas abiertas contra el sol”. (Fallas, 2008. Pág. 16)

El estilo coloquial y colorido de la narración engancha desde las primeras líneas. De acuerdo con Acuña Ortega, su forma de relatar los sucesos recuerda a un relato de aventuras. Es así como inicia una aventura a bordo de un tren con rumbo a Telemanca, la ciudad donde se planea realizar el fraude electoral. No pasa mucho tiempo sin que salga a la luz otra revelación que indica el contexto social de aquel entonces: “¿Sabés a cuántos barcos redujo la Yunai su movimiento por mes? Pues a dos. Yo conozco muchas familias de negritas, en Limón, que están viviendo a punta de cangrejos y bananos. Se abandonan las fincas y no hay trabajo por ninguna parte, ¿qué vamos a hacer? Los blancos tienen el chance del Pacífico, pero ¿nosotros? ¡No ves que hasta pa’legalizar nuestra ciudadanía nos ponen dificultades! No hay

trabajo, ni podemos cultivar la tierra, ni nos dejan ganarnos la vida en el Pacífico…, ¿nos tenemos que morir de hambre, entonces? No somos cuatro, somos miles de negros costarricenses

que

tampoco

podemos

convertirnos

en

saltiadores.” (Fallas, 2008. Pág. 17). Otro de los rasgos que llamó mi atención fue la distancia desde la que el autor se refiere a la población indígena. A pesar de ser una novela de denuncia social, aparecen descripciones en las que se evidencian los resabios del pensamiento colonial que los conquistadores dejaron en el imaginario de la población y que reflejan la concepción que se tenía sobre la barbarie. Esto se evidencia en frases en las que se refiere a los indios “como las mulas” que ni en la oscuridad pierden el camino. Marta Casaús indica en el ensayo La representación del otro en las elites intelectuales y europeas (2010), que “el color de la piel estaba directamente relacionado con la barbarie o la civilización y lo determinaban la alimentación y el clima”. En la narración sobresalen las referencias al color de la piel de los afroamericanos y al señalarlos como demonios negros y musculosos que brillan bajo el sol. Más adelante al señalar la manera en la que viven y mueren los indios, lo realizará de una manera fría y distante. A pesar de que está evidenciando el engaño del gobierno, ese sector de la población representa una masa sin forma y sin inteligencia: “Así viven y mueren los indios, como alimañas inmundas, olvidados de Dios y del Estado. Sólo en las épocas electorales recobran, para el Gobierno, su condición de hombres y de ciudadanos: cuando se necesitan sus votos para fabricar munícipes y diputados oficiales. Entonces autoridades y políticas visitan al indio, le hacen fiesta y lo emborrachan y le dan tabaco para adormecerlo y para engañarlo. Y para otra cosa también: para terminar dejándole, en pago de su voto, el

embrutecimiento del alcohol en el alma, el amargor del tabaco en la garganta y la mujer preñada en el rancho”. (Fallas, 2008) A criterio de Acuña Ortega, Fallas realiza una mirada desde la ciudad hasta un espacio periférico y marginado de Costa Rica. En el Caribe costarricense habitaban en esos años diversos grupos étnico-raciales, indígenas, negros, chinos, mestizos y varios grupos nacionales centroamericanos, junto a estadounidenses y europeos. En ese contexto Fallas realiza una etnografía improvisada de los indígenas y a pesar de que hay rasgos de denuncia, el fundamento de su percepción es desde la alteridad de la identidad nacional costarricense de una época liberal. De esa cuenta, resulta imposible concebir a los indígenas de otra manera. Las características precarias de vida que antecedieron a la huelga bananera de 1934 predominan en gran parte de la novela. Pero también sobresale la adversidad del clima en una región donde predomina la barbarie y la civilización no ha llegado del todo. En la segunda y tercera parte son más directos los señalamientos a la United Fruit Company y los efectos que su presencia dejaba en el territorio. Novelas como Mamita Yunai son importantes en la construcción de la memoria histórica de un país para que nuevas generaciones puedan entrar en contacto con las condiciones de vida a las que estaban expuestos los sectores minoritarios de una población. También es necesario acercarse a la obra desde una mirada crítica que permita identificar los rasgos del pensamiento de la época en la que el texto fue escrito. Al unir ambos elementos se obtiene un panorama completo en el que se integran las perspectivas históricas y las corrientes ideológicas de la época. A pesar de que Mamita Yunai es una novela de denuncia social, no puede escapar al discurso de la alteridad con la que los habitantes de la urbe veían a los otros grupos. Bibliografía Acuña Ortega, V. H. (2009). Mamita Yunai: Un cuarto de siglo después. Revista Comunicación., 18, 39-46.

Casaús, M. (2010). LA REPRESENTACIÓN DEL OTRO EN LAS ELITES INTELECTUALES EUROPEAS Y LATINOAMERICANAS: UN SIGLO DE PENSAMIENTO RACIALISTA 1830-1930. Nordic Journal of Latin American and Caribbean Studies, 13-44. Fallas, C. L. (2008). Mamita Yunai: El infierno de las banderas. Caracas: Fundación Editorial El Perro y la Rana. Imbert, E. A. (1961). Historia de la Literatura Hispanoamericana II. México: Fondo de Cultura Económica.

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