Deleuze: Diferencia y Repetición

July 21, 2017 | Autor: M. Recio Pérez | Categoría: Philosophy
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Descripción

Trabajo Deleuze: Diferencia y Repetición. Marcos Manuel Recio Pérez-70896608M Curso 3º Grado en Filosofía -Metafísica IIProfesor: Doctor Luciano Espinosa Rubio Universidad de Salamanca 2015

Índice de Contenidos: 0.- Introducción

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1.- La diferencia:

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1.1 Identidad y división

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1.2 Diferencia de naturaleza y diferencia de grado

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1.3 Negación y diferencia

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1.4 Diferencia y ausencia de categorías

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2.- Conclusiones

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3.- Bibliografía

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0.- Introducción: En el presente trabajo la estructura del mismo posee mucha relevancia para el contenido. Se irá viendo el aspecto de la diferencia principalmente y el de la repetición de forma tangente o en ocasiones subyacente en aspectos como la identidad y la división, que nos permitirán una introducción a la metafísica de la filosofía deleuziana. La diferencia de naturaleza y de grado tendrá una tendencia a mayor asociación de realidad, entendiéndose que se aproximará de la metafísica deleuziana al aspecto físico, con la negación y la diferencia estaremos aún más cerca entrando en conceptos que pueden asociarse a lo biológico y en la diferencia y ausencia de categorías veremos la filosofía deleuziana desde una aproximación a la realidad del hombre en todo su contexto. No quiere decir que aquí se trate de física, de biología, de antropología, sino que todas esas categorías acabarán disolviéndose en la filosofía de Deleuze y veremos propiamente los aspectos metafísicos pero ejemplificando en ocasiones para dar una mejor comprensión a lo descrito. Podremos ver cómo se modula la metafísica deleuziana en términos de diferencia, repetición, identidad, división y otros, con la diferencia de categorías o la ausencia de ellas. Entenderemos la diferencia que hace Deleuze entre ser y pensar como diferencia entre plano ontológico y plano lógico. Lo que supone una categorización en cuanto a diferenciación y lo que elimina toda categoría no en el sentido negativo sino en el más afirmativo. La aporía y lo aporético aparecen como elementos tangentes, aparece lo problemático en tanto que no tiene identidad. Aparece la aporía asociada a la decisión, pero no aparecerán los términos aporía y decisionismo ya que en la obra Diferencia y Repetición aparecen en escasas ocasiones y siempre hacen referencia a otros autores1. La diferencia y la repetición como conceptos básicos serán el principal fundamento para hablar de los demás conceptos derivados que aparecen en Deleuze. La importancia de la diferenciación será caracterizada con un intento de exposición claro y conciso, se omitirá la alusión de diferencial y de diferenciación en los sentidos matemáticos de forma directa, aunque irán incluidos en los conceptos de diferencia y diferenciación en sentido general ya que resultaría demasiado complicado en la exposición una referencia estricta a los términos deleuzianos. Para ello cuento con el propósito de Deleuze de desarrollar una filosofía englobadora y no una filosofía divisora y categorizadora del mundo. Da cuenta de la continuidad y la discreción que se pueden decir en sentido formal (lógico-matemático) o en sentido general acerca de toda realidad. La dificultad de la obra y la multiplicidad de temas que trata respecto a la diferencia y la repetición me han llevado a crear ejemplos propios pero que comparten temática con los excursos de Diferencia y repetición. Finalmente he querido concluir con la importancia no sólo teórica de la filosofía deleuziana sino también el aspecto práctico que nos puede interesar para entender nuestro mundo con categorías irrestrictas pero funcionales. Pues la ausencia de categorías que afirma Deleuze conforma un carácter de pensamiento en la línea de la filosofía bergsoniana. Las categorías que funcionan en el mundo son contingentes porque pertenecen a un plano lógico no isomórfico al plano ontológico, como iremos viendo, esto es de importancia capital. Por último, en la conclusión aparecerá la aporía acerca de la categorización del mundo y la ausencia de categorías de modo subyacente; la decisión acerca de ello implica que cada sujeto debe ser consciente del plano ontológico a partir de su propio plano lógico pero conociendo que hay otros planos lógicos (identidades ideológicas) mediante las cuales se producen diferencias (división y alteridad), haciendo que la realidad sea de manera determinada para la persistencia de una estructura dinámica u otra dependiendo su estabilidad. 1

Principalmente Platón y Heidegger, la aporía y lo problemático aparecen como sujetos de la decisión, pero la decisión por el ser es una decisión por la identidad; como veremos, toda identidad ocasiona división.

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1.- La diferencia: 1.1 Identidad y división: La diferencia está dada en términos de identidad y pertenencia, de división y alteridad. Entendemos la diferencia como un concepto que surge de una dualidad, de una relación entre dos cosas, pero cuando tratamos de comprender la diferencia como concepto se nos muestra como un concepto que no precisa de otros y que puede entenderse por sí mismo, de hecho la relación de diferencia tiene la cabida de ser reflexiva. Algo puede ser diferente a sí mismo, aquí cabe la distinción entre identidad y división, si algo es diferente a sí mismo no podemos decir que el todo de A es diferente del todo de A. Por tanto establecemos una identidad, A es A, id est, A es el todo de A. Pero al establecer una identidad cabe la razón de establecer una división, toda parte de A pertenece a A. Con la identidad se da cabida a la división de una segunda forma, cuando identificamos A como 'A es todo A', decimos que 'todo A pertenece a A y no pertenece a no-A', ahora bien, podemos asegurar que si no pertenece a no-A y cabe decir que no se da pertenencia, entonces debe haber un no-A para que identifiquemos A con A, pues si estuviésemos hablando del Todo, no podemos decir que el Todo pertenece a el Todo2. Cuando identificamos no decimos 'A es A' realmente, pues 'A es A' resulta trivial semánticamente, es una verdad analítica, pero no aporta información nueva. 'A es A' sería en nuestro lenguaje una frase con sentido pero no tendríamos más referencia que A. Para explicarme mejor haré la distinción entre ser y pertenecer. El ser se dice de sujetos, que sólo cabe decir en la diferenciación3, una identidad sólo puede ser dicha de un objeto consigo mismo, sin embargo una identificación se dice de la pertenencia de un sujeto a un conjunto de forma constructible4. Si hablamos de conceptos decimos que un conjunto contiene subconjuntos, pero si hablamos de seres y sujetos no; los seres y sujetos no 'están contenidos' en un conjunto, conforman el conjunto. La pertenencia se dice de un ser o un sujeto, la distinción entre ser y sujeto será ejemplificada: si yo menciono x en esta frase varias veces, x tendrá varias apariciones; el ser será x pero sus apariciones son cada una un sujeto. Cuando hablamos de sujeto hacemos una identificación, no una identidad. Yo soy Yo cabe decirlo ahora, no puedo afirmar Yo fui Yo; mi aparición es distinta de mi ser, decimos que soy sujeto en tanto que hay una estructura que se mantiene, pero es una estructura dinámica pues podemos encontrar cuantiosas diferencias entre el Yo presente y el Yo pasado 5. Por tanto todo Yo pertenece al Yo, pero no se puede decir que todo Yo soy Yo. Por tanto, hemos distinguido pertenencia de esencia, sujeto de ser, identidad e identificación y falta la diferencia entre división o alteridad. Si decimos que algo tiene identidad con algo, ese algo es 'ese algo' para nosotros, si decimos que algo se identifica con otra entidad, ese algo pertenece a esa entidad para nosotros; establecemos relaciones de igualdad más fuerte o más débil en dos casos. Cuando establecemos distinción o diferencia se abre de nuevo la posibilidad a dos casos: división y alteridad. Si distinguimos una cosa de algo (puede ser una relación reflexiva pero no en términos absolutos), tiene que haber al menos dos sujetos aunque se digan de un mismo ser. 2 3 4 5

No podemos afirmar el Todo pertenece a el Todo no por la razón de ser una afirmación obvia o aparentemente trivial, sino que no cabe afirmarlo. Parece ser trivial, pero si afirmamos que el Todo pertenece a el Todo establecemos un conjunto fuera del Todo; sin embargo cabe decir: el Todo es el Todo. El sentido de diferenciación aduce a la conformación de un ser en un sujeto, a una 'gestación', conformación de una identidad pero no de una identificación. Constructible porque el sujeto de una identificación puede ser a su vez un conjunto que pertenece a un conjunto que lo contiene. Cuando hablo de Yo no lo hago análogo a una conciencia como epifenómeno, sino al fenómeno del individuo diferenciado como cuerpo-mente, pues sin cuerpo no podemos afirmar que haya mente(no hay experiencia de ello).

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Aquí estamos en los dos casos: división y alteridad. Ambos casos no pueden suceder a un mismo tiempo, sin embargo con la identidad y la identificación esto sí ocurre: 'A es A' y 'Todo A pertenece a A' (distinguiendo que A no es el Todo, sino que es un ser o un conjunto que designamos). Si para identificar (en ambos sentidos) precisamos de la división o la alteridad, para dividir o declarar alteridad también hacemos identidades e identificaciones. El caso de la división a su vez tiene dos casos: la división entre un ser y dos sujetos pertenecientes al ser, o la división de un ser (esencia) en dos seres. El primer caso de la división hace referencia a la propia división en sí: 'A es en parte no-A y no-A es en parte A' 6. Este sentido no es completamente dicotómico, el segundo caso de la división refiere a una estructura binaria: el sujeto A pertenece a B o pertenece a no-B. Aquí no estamos diciendo únicamente que la pertenencia en la división sea exclusiva, o se pertenece a B o a no-B, sino que hay una instancia de ser (esencia) o conjunto superior a B y a no-B a la que ambas pertenecen, de modo que esta división hace de B y de no-B sujetos frente a un ser y remiten al primer caso de la división: En tanto que pertenecen a un mismo conjunto, toda parte de B no pertenece a no-B y toda parte de no-B no pertenece a B; la intersección de B y no-B no tiene ningún referente (conjunto vacío), pero la unión de B y no-B conforma el conjunto al que pertenecen, y en ese sentido 'A en parte no-A y no-A en parte A'. La alteridad no tiene un único caso, pues no establece una dicotomía, no ejerce exclusividad. La alteridad puede decirse de dos sujetos pertenecientes a un mismo ser o de dos seres entre sí 7 en el mismo sentido: 'A no es B'. Nótese que no se dice 'A no pertenece a B', pues eso es una identificación, pues si A no pertenece a B, necesariamente pertenece a todo el conjunto de cosas que no son B. La alteridad siempre se dice en afirmación, la división contiene negación, la alteridad es una afirmación. Para que haya alteridad se necesita que en la instancia de la diferenciación (donde establecemos la diferencia) existan al menos 3 miembros, si existen dos miembros necesariamente se establece una división. Los seres materiales se dividen en inertes o vivos, los seres inertes pueden ser orgánicos o inorgánicos, sin embargo los seres vivos son necesariamente orgánicos. Todo ser orgánico8 o es vivo o es inerte. Ahora bien, la división es lo que comporta los nuevos niveles, la alteridad no. La alteridad se dice en un mismo nivel, a una instancia ya sea en jerarquía horizontal o vertical, pero no entre contrarios. La división confiere un grado mayor de diferenciación, la división es la diferenciación pura; la alteridad es la declaración de la diferencia pero no es una diferenciación en el sentido de que no implica una bifurcación. El hecho de que un ser inerte sea inorgánico o sea orgánico supone que si es inorgánico tomado en su individualidad (en su identidad), puede pertenecer a un ser orgánico, sin embargo si un ser inerte es orgánico, por la definición de orgánico toda composición o asociación de un ser orgánico a otro ser, conforma un ser orgánico. 6 7

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Declaración del tercer principio ontológico en Ficthe; como vemos, aparecen los tres principios, 'A es A' como primer principio, 'no-A no es A' como corolario de que 'todo A pertenece a A' pero 'todo A no es A', introduciéndose la negación. Y la diferencia es análoga al tercer principio 'A en parte no-A y no-A en parte A' Cuando se dice 'dos seres entre sí' se toman los seres como sujetos de un ser de instancia superior remitiendo al caso de la división si son únicamente los dos seres los que pertenecen al conjunto; pero en el caso de alteridad no hay una dualidad ínsita, esos dos seres se dicen porque no cabe una relación ternaria si se establece diferencia, cuando se establece diferencia, ya sea división o alteridad se ejerce una relación binaria entre dos sujetos, sean esos sujetos pertenecientes al mismo ser o a seres diferentes (siendo el caso cuando se dice 'dos seres entre sí'). Por tanto, la alteridad no divide porque no hay dualidad, 'A no es B' porque 'A es diferente de B, 'A es otro a B'; decimos que A y B no conforman un conjunto exclusivo cuyos miembros sean A y B únicamente, sino que pertenecen a un conjunto con un número de miembros mayor que 2, por tanto no cabe la división sino la alteridad. En sentido genérico, un ser orgánico puede ser una molécula orgánica cuyos componentes a nivel individual sean considerados inorgánicos [ya que el término orgánico aquí hace referencia a ciertas propiedades de los enlaces y a la asociación de la estructura a una química del Carbono (C) porque se tiene experiencia de ella y no de otra química basada en otro elemento como base fundamental, independientemente de pertenecer a un ser vivo o no], una molécula orgánica compuesta por moléculas orgánicas, un ser vivo unicelular, un ser vivo pluricelular, una colonia de seres unicelulares, una colonia de seres pluricelulares o finalmente un ecosistema.

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Puede sonar extravagante, pero la asociación o pertenencia tiene que ser completa, exempli gratia: si yo menciono la Sierra de Gredos, necesariamente he de tomarla por ser orgánico, pues sería ingenuo mencionar expresamente la Sierra de Gredos sin su ecosistema, no sólo porque no tengo experiencia de la Sierra de Gredos sin su ecosistema sino porque sin su ecosistema no sería 'así'. Por tanto la división es un concepto definitivo, si un ser inerte es orgánico no cabe ascender de instancia para encontrar su opuesto (lo inorgánico), sino sólo descender a lo que lo compone. No podemos decir que el conjunto esté ya dado, sino que 'se conforma'. Con la división aparecen tres identidades y dos identificaciones; las tres identidades son los dos 'conjuntos inferiores' y el 'conjunto superior' cada uno para consigo mismo y las dos identificaciones bajo la pertenencia de cada uno de los 'conjuntos inferiores' con el 'conjunto superior'. Para establecer la identidad hay que establecer el concepto de conjunto que estamos empleando: el concepto de conjunto es necesario para establecer relaciones de pertenencia, pero nos da la problemática de que la identidad sólo se da cuando un sujeto pertenece como único miembro de un conjunto, es 'él'. El conjunto vacío es problemático pues no podemos decir que es un conjunto sin miembros pues no cabe hablar de conjunto sin pertenencia, pero lo mantenemos porque podemos definirlo como intersección de dos conceptos opuestos, definiendo opuestos a aquellos conjuntos pertenecientes a un conjunto superior cuyos miembros de dichos conjuntos tienen relación de pertenencia exclusiva para con los dos conjuntos, o pertenecen a uno o a otro. La alteridad se da en una misma instancia o entre instancias, se dice que una instancia simplemente 'es otra' de cierta instancia (instancia designa nivel ontológico que será diferenciado por la división). Sin embargo la división no sólo comporta o lleva consigo tres identidades y dos identificaciones, sino que los términos hacen que se den esas tres identidades, dos identificaciones y una emergencia. La diferencia comporta una relación no reflexiva, pues siempre se dice de dos sujetos, pertenezcan o no a un mismo ser (conjunto o esencia). La diferencia a su vez es diferenciada según sus condiciones en división y alteridad; la alteridad no es la diferencia pura, es una diferencia afirmativa, la división es la diferencia negativa, una negación dialéctica pero sin superación. Toda emergencia crea propiedades, pero esas propiedades no son más que la diferenciación misma. Son diferenciación en el sentido de que individualizan, especializan, adaptan; las tres nociones de individualizar, especializar, adaptar son incorrectas por separado y han de tomarse a las tres en el término de la diferenciación. La individualización más pura es la identidad de un sujeto consigo mismo; la especialización siempre se dice respecto a algo o en algo, supone una orientación y una asociación; la adaptación supone un trasfondo o entorno donde adaptarse. La diferenciación es en el sujeto que se diferencia: no es pura individualización porque se pasa de una instancia a otra sin que los componentes dejen de pertenecer a la instancia previa; no es especialización, porque no es en algo más que en el sujeto mismo orientado hacia una potencialidad entre muchas que se actualiza; no es adaptación porque el trasfondo es el sujeto mismo y precisa de una asociación en caso contrario. Como vemos, la diferencia y la repetición toman su estructura en sus derivados.

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La diferencia sería un paso que se declara como intermedio entre el primer momento fichteano y el segundo, y entre el segundo y el tercero. La síntesis en Fichte no implica una superación (Aufhebung), pero sí una afirmación que devuelve las cosas al nivel de origen. La identidad y la identificación son términos diferenciados, así como se diferencian división y alteridad. Naturalmente, estos términos, que parten del concepto de diferencia, pertenecen al ámbito lógico no al ontológico. Por tanto podemos encontrar una primera diferencia en lo ontológico pero no desde lo ontológico, la diferencia debe de estar presente en lo ontológico para que se declare o señale la diferencia en el plano lógico. Entre la diferencia y la repetición hay una reciprocidad de la que no se puede decir ''identidad'' pero sí «coexistencia» en el ámbito lógico: "[...] la repetición nunca es repetición de lo «mismo», sino que siempre de lo Diferente como tal, y que la diferencia en sí misma tiene por objeto la repetición"9. Así, el plano ontológico y el plano lógico tienen coexistencia y reciprocidad tras la emersión del plano lógico, pues antes de eso no se puede afirmar nada. Al hilo de la diferencia, la repetición y la contradicción, Deleuze reflexiona acerca de la relación lógica entre la filosofía de Hegel y la de Leibniz, la de la superación y la de la diferencia: ''Lo infinito, en este sentido, significa aun la identidad de lo pequeño y de lo grande, la identidad de los extremos. Cuando la representación halla en sí lo infinito, aparece como representación órgica y no ya orgánica : descubre en sí el tumulto, la inquietud y la pasión bajo la calma aparente o los límites de lo organizado. Encuentra el monstruo. Entonces, ya no se trata de un momento feliz que marcaría la entrada y la salida de la determinación en el concepto en general, el mínimo y el máximo relativos, el punctum proximum y el punctum remotum. Es preciso, por el contrario, un ojo miope, un ojo hipermétrope, para que el concepto asuma todos los momentos: el concepto es ahora el Todo, sea que imparta su bendición a todas su partes, sea que la escisión y la desgracia de las partes se reflejen en él para recibir una suerte de absolución. Por consiguiente, el concepto se casa con la determinación, la sigue de un extremo a otro, en todas sus metamorfosis, y la representa como pura diferencia entregándola a un fundamento, con respecto al cual ya no importa saber si nos encontramos frente a un mínimo o un máximo relativos, un grande o un pequeño, un comienzo o un fin, puesto que los dos coinciden en el fundamento como un único y mismo momento «total», que es tanto el del desvanecimiento como el de la producción de la diferencia, el de la desaparición y de la aparición. En este sentido, se advertirá hasta qué punto Hegel, no menos que Leibniz, concede importancia al movimiento infinito del desvanecimiento como tal, es decir, al momento en que la diferencia se desvanece, que es también aquel en que se produce. Lo que cambia por completo de significación es la noción misma de límite: ya no designa las fronteras de la representación finita, sino, por el contrario, la matriz en que la determinación finita no deja de desaparecer y de nacer, de envolverse y desplegarse en la representación órgica. Ya no designa la limitación de una forma, sino la convergencia hacia un fundamento; no ya la distinción de las formas sino la correlación de lo fundado con el fundamento; no ya el detenimiento de la potencia, sino el elemento en el cual la potencia es efectuada y fundada. En efecto, no menos que la dialéctica, el cálculo diferencial no es asunto de la «potencia» y de la potencia del límite.''10 9 Deleuze, Gilles: Diferencia y repetición. Buenos Aires: Amorrortu (2002). Páginas 381-382. 10 Íbidem, págs 81-82.

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1.2 Diferencia de naturaleza y diferencia de grado: La coexistencia y reciprocidad que hay entre ser y pensar (plano ontológico y plano lógico) es semejante que la existente entre diferencia y repetición. Para una mejor expresión y comprensión del concepto haré alusión a la nulidad de los casos. Diremos que nulidad es en este caso anulación pero en el sentido de falta de vigencia o directamente de afirmación de ausencia. Así como si el plano ontológico existe para nosotros sólo mediante un plano lógico, el plano lógico existe en un plano ontológico. Si negamos el plano lógico entonces el plano ontológico sigue vigente, pero se desdibuja; las identidades y diferencias en el sentido de identidades e identificaciones y el de divisiones y alteridades deja de estar presente, desaparecen las categorías y se da una completa afirmación de lo existente en tanto que todo es diferente de todo pero a la vez es igual, se da una unión trivial de verdad lógica (A o no-A). Sin conceptos y sin plano lógico la contradicción toma la vigencia (A y no-A), pero la contradicción no está en el sentido estricto de imposibilidad lógica; pues sin plano lógico, la contradicción se presenta como un estado más de las cosas. Por el lado contrario, imaginar un plano lógico sin un plano ontológico nos puede resultar como si ''cerrásemos los ojos''. Pero el cerrar los ojos no nos impide percibir, sólo nos da un estado 'diferente' de percepción: seguimos escuchando, oliendo, sintiendo el tacto, etc. Olvidándonos de los sentidos quedaríamos aislados del mundo encerrados en el cuerpo, supongamos también que no sentimos los sentidos internos. Podemos entonces entender que pese a que Kant proponga que el tiempo es un estado interno y es condición general de posibilidad para la experiencia de fenómenos en la Estética Trascendental11, no sea el tiempo como ese 'tiempo ilimitado' en tanto que común para todo tiempo limitado que se encuentra dentro de él. Ese sentido de tiempo será recogido en la tradición kantiana por Husserl y hará énfasis en esta idea del plano lógico sin el plano ontológico que es para él la temporalidad como inmanencia de la conciencia. Pero no podemos entender una conciencia sin un cuerpo, de hecho no podemos entender conciencia sin entorno y un entorno supone la existencia de los componentes del entorno. Si el entorno es la 'nada' no se desarrollará ningún plano lógico. En la otra relación haremos la misma operación, diferencia y repetición como interdependientes. Suprimamos la diferencia, sin diferencia no hay división; sin división sólo se puede decir un ser único, y ese ser es 'único ser' y 'único sujeto'. Pues si hay dos sujetos de un mismo ser único no se dará la diferencia sin la existencia de otros seres. Podríamos imaginar un verdadero átomo (en el sentido griego de indivisible) inmerso en la nada; pese a la existencia del tiempo, no podríamos establecer tiempo pese a haber o existir un tiempo físico. El sujeto del ser del átomo sería indiferenciable de cualquier otro momento, sería indiscernible y seguiría vigente la identidad pese a que el sujeto pueda resultar (por la procesualidad del tiempo) diferente. Pero no hay diferencia, por tanto no hay repetición, pues no hay un patrón regular, es un contínuo y un discreto al unísono, es una contradicción. En caso contrario, eliminemos la repetición, sin repetición no hay identificación; la ausencia de repetición no sólo elimina identificaciones, sino identificaciones de identificaciones, esto es, los patrones de repetición o cánones desaparecen. No es una pluralidad de cosas evolucionando dinámicamente, pues cambian cada una de forma diversa, si hubiese una modalidad de cambio análoga existiría una identificación y, por tanto, una repetición. 11 Kant, Immanuel: Crítica de la razón pura. Madrid: Taurus (2013). Estética Trascendental: Página 65. El tiempo: Página 74.

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La ausencia de repetición no es la diferencia, el establecimiento de la diferencia implica las dos posturas de la identidad y las dos de la división en posibilidad y al menos una de cada caso en acto. Si hay 'algo diferente de algo' identificamos el primer algo consigo mismo y el segundo de la misma forma, se establece división si hay ocasión de bifurcación binaria y se da exclusividad, en cualquier otro caso se da alteridad. La diferencia se da bajo los patrones, bajo los cánones, bajo el influjo de la repetición como la repetición bajo el de la diferencia. Cuando todo es diferente de todo no se habla de diferencia, se habla de ausencia de certidumbre (no incertidumbre), no es sólo una falta de predicción, es la imposibilidad de realizar una relación de analogía e identificación entre un hecho y cualquier otro. En este sentido, diferencia y repetición se dan como diferencia de naturaleza y diferencia de grado. La diferencia de naturaleza se da en la división, y en una instancia 'ya dividida'; entonces se da entre sus miembros diferencia de grado, que es una repetición de la diferencia. Como los intermediarios entre el primer y segundo, y segundo y tercer principios en Fichte, se dan dos diferencias; como metaintermediario tenemos la repetición que sería la intermedia entre los intermediarios. La diferencia de naturaleza y la diferencia de grado son análogas e identificables con la diferencia cualitativa y la diferencia cuantitativa. Sin olvidar que la diferenciación precisa de asociación, decimos asociación cuando dos sujetos conforman un sujeto de instancia diferente. Pero no es una propiedad extensiva sino intensiva, la instancia del sujeto-producto no es suma de las instancias de los sujetos componentes. En el caso mínimo pondríamos dos partículas subatómicas 12 que sean potencialmente asociables y tengan por resultado una partícula de orden superior, en este caso presente se daría una proporción extensiva ya que llamaríamos orden 1 al más inferior y orden 2 al que le sigue en la jerarquía. Pero si cojo dos moléculas potencialmente asociables (id est, que puedan conferir existencia a un nuevo sujeto conformado por ambas) tengo una molécula más compleja que ambas, pero no deja de pertenecer a la instancia de sus componentes. Por tanto una asociación no siempre implica una división, pero sí una diferenciación. La intensidad se dice de una propiedad en referencia a una diferencia de grado presente en varios sujetos bajo la comparación. La diferencia de naturaleza y la diferencia de grado son recíprocas, y una implica a la otra; sin diferencia de naturaleza entre dos sujetos no se puede hablar de diferencia de grado entre ellos, pues ha de haber algo intrínsecamente diferente en la diferenciación de esa propiedad concreta que se dice diferente en grado para aducir la alteridad de ellas. Por tanto, esa alteridad está a su vez dispuesta por una división en un rango menor en tanto que sólo atañe a cierta propiedad que es la comparada. La diferencia de grado conforma la diferencia de naturaleza e introduce una alteridad en la división, las diferencias de naturaleza entre animales son sólo diferencias de grado cuando se toma la división de ser inerte o ser vivo que son entendidas como diferencias de naturaleza (no podría establecer otra división superior en instancia a esta porque entiendo que se da la alteridad entre reinos de los seres vivos: Bacteria, Archaea, Protista, Fungi, Plantae, Animalia; a no ser que empleemos la taxonomía Chatton: Prokaryota, Eukaryota; que nos ofrece una división que podemos sustentar como válida).

12 Hago uso del término subatómico para referirme al término del concepto empleado en física pese a que sea un término equívoco y sin referente real, ya que si algo es subatómico en realidad es atómico en el sentido etimológico griego y lo entendido por atómico pasa a ser conformado y 'molecular' en el sentido etimológico también.

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Por tanto, la diferencia entre diferencias de naturaleza es diferencia de grado y la diferencia entre diferencias de grado es una diferencia de naturaleza. La importancia o relevancia de una sobre otra sólo implica la existencia de división o alteridad, bajo el alcance de la diferencia y la caracterización de relación entre asociación y emergencia se implica la diferencia de naturaleza frente a la de asociación y complejidad en la diferencia de grado. La diferencia cualitativa y la diferencia cuantitativa son recíprocas como lo son la diferencia de grado y la diferencia de naturaleza, y se coimplican como lo hacen estas. Una diferencia cualitativa lleva a diferencias cuantitativas : la proliferación de la educación en la escritura, lleva a la escritura de más textos; la mayor capacidad reproductiva en un organismo unicelular con reproducción asexual, produce más individuos con la misma capacidad reproductiva (caeteris paribus y siempre que no se dé una mutación en el proceso de 'gestación' en sentido genérico). Una diferencia cuantitativa lleva a una diferencia cualitativa: un mayor número de imágenes en la vida cotidiana, lleva al pensamiento 'meme' o pensamiento icónico, un pensamiento en imágenes en la sociedad. La proliferación de textos llevó a un cambio de la transmisión de conocimiento por vía oral a la transmisión de conocimiento por vía escrita. La diferencia de naturaleza y la diferencia de grado, así como su relación análoga entre la diferencia cualitativa y la diferencia cuantitativa, van asociadas al «problema sorites», el cual hemos tratado de forma subyacente a la exposición de los conceptos. A colación de la cuantitabilidad, la cualitabilidad, las series de naturaleza y series de grado, Deleuze expone en relación con la Idea y el concepto de relación: ''El interés y la necesidad de la forma serial aparece en la pluralidad de series que subsume, en su dependencia respecto a los puntos singulares, en la manera en que se pasa de una parte del objeto donde la función está representada por una serie, a otra en que se expresa en una serie diferente, sea que las dos series converjan o se prolonguen; sea que, por el contrario, diverjan. Así como la determinabilidad se superaba a sí misma para alcanzar la determinación recíproca, esta se supera para alcanzar la determinación completa: las tres forman la figura de la razón suficiente en el triple elemento de la cuantitabilidad, de la cualitabilidad y de la potencialidad. La Idea es un universal concreto en el que la extensión y la comprensión son iguales, no sólo porque comprende en sí la variedad o la multiplicidad, sino porque comprende la singularidad en cada una de sus variedades. La Idea subsume la distribución de los puntos notables o singulares; toda su distinción, es decir, lo distinto como carácter de la idea, consiste precisamente en distribuir lo ordinario y lo notable, lo singular y lo regular, y en prolongar lo singular sobre los puntos regulares hasta la cercanía de otra singularidad. Más allá de lo individual, más allá de lo particular como de lo general, no hay un universal abstracto: lo que es «preindividual» es la singularidad misma.''13

13 Deleuze, Gilles: Diferencia y repetición. Buenos Aires: Amorrortu (2002). Páginas 268-269.

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1.3 Negación y diferencia: La negación y la diferencia son usos de la identidad (identidad e identificación) y de la comparación. Como ya vimos, la división y la alteridad aparecen tras la identidad, primero se ha de identificar algo y entonces se establece la división con lo no idéntico, aparece una dualidad idéntico y no-idéntico. La diferencia como alteridad se dice entre un elemento de una jerarquía (en la misma instancia de forma horizontal o entre instancias de forma vertical) y cualquiera de los otros elementos de la jerarquía. La negación establece división porque establece identidad; la negación atañe a la relación entre un elemento de una jerarquía y otro con el que conforma una dualidad, ya sea horizontal o vertical. Cuando de algo se dice la negación, se establece la identidad 'A pertenece a A' precisamente con el no-A refiriéndose a A. Cuando decimos 'A no es B', decimos que 'A pertenece a no-B'; en ese sentido hacemos las identidades 'B es B' y 'no-B es no-B', pero si B no pertenece a una instancia dual (un conjunto superior a B en el que B está contenido y sólo hay dos miembros incluyendo a B), se hace una igualdad y una identificación con todo lo que no es B constituyendo no-B. Exempli gratia: Si yo afirmo que el sistema 'X' no es un sistema caótico, cabe la posibilidad de que sea estable o sea inestable. En este sentido 'ser caótico es ser caótico' dicho de un sistema; 'no-ser caótico es no-ser caótico', y pese a la diferencia e incluso oposición entre estable e inestable, en tanto que no son caóticos, son no-caóticos. La pertenencia del sistema 'X' se dice del no-ser caótico, esto es, 'la gran unión' (en sentido matemático) o disyunción (en sentido lógico) de los elementos que no son lo negado: 'estable o inestable'. Pero esta distinción se aplica desde el plano lógico y no pertenece propiamente al plano ontológico. Cuando hablamos de la diferencia de grado y de naturaleza, la negación surge como contrapartida de la división y las aúna; hace una 'diferencia elemental', una unión 'diferencia de grado y diferencia de naturaleza'. Esta negación es la propia negación lógica que se dice desde la pertenencia estricta, y que el sujeto individual sólo puede hacer desde la 'reducción' completa en sentido husserliano14. Como se mencionó previamente, con la completa reducción fenomenológica se llega a establecer la temporalidad inmanente como el 'Yo puro'. Pero Husserl divide la inmanencia de esa temporalidad en dos: inmanencia ingrediente e inmanencia intencional. La inmanencia ingrediente hace referencia a los actos de conciencia asociados a una temporalidad inmanente que es 'corriente unitaria', esto es, que todas nuestras vivencias nos conforman. Pero para ello el plano lógico y el ontológico han de ser isomorfos y pueden no serlo, amén de esto, ya se dieron las razones de la dependencia entre el plano lógico y el ontológico. Por tanto, negamos así la inmanencia ingrediente en el individuo por el momento, pero vemos cómo la negación y la diferencia tienen su más importante papel en la emersión de la conciencia: la inmanencia intencional hace referencia a que todo acto de conciencia es conciencia de un objeto (ya se da división sujeto-objeto); apunta a lo 'otro de sí', a lo que no es conciencia como uno y mismo sujeto; sí puede ser objeto en tanto que dos entidades de conciencia, autoconciencia como sujeto y conciencia como objeto. Por tanto, la temporalidad pura no es nada sin objeto, pues el tiempo sin un espacio que cambie no tiene quididad. El tiempo tiene esencia o quididad cuando hay cambio. 14 Nótese la influencia de Bergson en Deleuze y la estrecha relación entre las filosofías de Husserl y Bergson (esta semejanza entre ambas filosofías la afirma Merleau-Ponty en la obra 'Fenomenología de la Percepción'). Aquí sólo tomaré la influencia de ambas filosofías en el estructuralismo y el concepto de tiempo.

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El tiempo tiene una dimensión en el objeto y otra dimensión en el sujeto. Aquí se aúnan las filosofías bergsoniana y husserliana; el tiempo externo y el tiempo interno son diferentes. De hecho sólo existe un momento de tiempo en el que coinciden tiempo 'externo' y tiempo 'interno': 'la autoconciencia' como único vínculo identitario entre plano ontológico y plano lógico; todo otro vínculo es analogía, no identidad. Hay identidad ontológico-lógica en la autoconciencia en tanto que el tiempo 'externo' es el de la conciencia como objeto y el tiempo 'interno' como sujeto y conciencia de la conciencia; en este sentido y únicamente en este sentido, ser y pensar son lo mismo. Pero no hay una diferencia sujeto-objeto en la autoconciencia, sino una identidad que es la que provoca que el plano ontológico y el plano lógico se identifiquen. Cuando yo percibo el mundo, lo estoy percibiendo en un tiempo 'interno' y el mundo tiene un tiempo 'externo'. A mi percepción llega una información tética15, diferida. Las analogías que podemos hacer es la de ver una película de forma que si en tiempo 'externo' pasan 25 fotogramas por segundo, yo sólo perciba 15. La segunda analogía sería la luz de las estrellas: yo percibo la luz de algunas estrellas que dejaron de ser estrellas y tengo una percepción de algo tético en el mundo ontológico; no es una percepción ilusoria, esa información fue dada, pero mi percepción ve algo que ya no existe en tanto que identifica la luz con la estrella. El pensamiento siempre va asociado al movimiento y al tiempo. En el sentido entre diferencia de grado y diferencia de naturaleza se nos ofrece el epifenómeno conciencia y el fenómeno cuerpo; pero la diferencia elemental afirma ambas cosas en una misma sin contradecirse. Ofrece una emersión: cuerpo-mente como un 'unum et idem'. Si los diferenciamos lo hacemos desde el plano lógico, no desde el ontológico; desde el plano ontológico el hecho 'está', se da, es tético. Desde el plano lógico, no podemos explicarlo con otros planos lógicos previos construidos, ofrecemos la emergencia como aparición ontológica de nuevas propiedades; pero realmente sólo es aparición lógica de las mismas, pues no podemos verificar el isomorfismo ser-pensar. Así, debemos entender el pensamiento en términos de tiempo. Para ello definiremos los dos términos de tiempo y cómo la negación y la diferencia interfieren. El tiempo 'interno' sólo se da en la asociación emergente de la conciencia como epifenómeno, definiremos el tiempo externo en referencia a dos términos. Hay dos formas principales de tiempo externo asociadas a cada tipo de ser: tiempo cosmológico y tiempo atómico 16. El tiempo cosmológico es el tiempo del universo, el tiempo atómico es el de las partículas más elementales que existen; el tiempo cosmológico es un gran intervalo donde se dan todos los tiempos, el tiempo atómico es la unidad más pequeña de tiempo (pues el tiempo atómico en el sentido de los átomos como elementos de la tabla periódica de los elementos es mucho mayor que este tiempo atómico en sentido etimológico). Para que se de un cambio, ese cambio se da en un intervalo de tiempo, salvo que sea la unidad de tiempo atómico17. Todo cambio supondrá un cambio menor que supone un cambio en al menos uno de sus componentes (así sucesivamente hasta alcanzar la unidad de tiempo atómico). El ser de un sujeto se dice en el plano lógico de forma análoga a la duración de su estructura dinámica en el tiempo. El ser no es ser un tiempo, pues el tiempo necesita de un objeto. Si identificásemos lógicamente (no ya ontológicamente) el ser con el tiempo diríamos de dos cosas que entendemos por diferentes que son iguales si tienen la misma duración. 15 Tético en el sentido de puesto, de 'ya dado'. 16 En el sentido etimológico de atómico y entendiendo como el componente indivisible y elemental. 17 Tiempo cosmológico como contínuo y tiempo atómico como discreto.

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La esencia o quididad de una cosa está determinada por su estructura: así una molécula de hidrógeno supone dos átomos de hidrógeno y cada uno de ellos supone al menos un protón y un electrón [un neutrón añadido en el caso del isótopo Deuterio (H2), dos neutrones añadidos en el caso del Tritio (H3)] pero esa estructura no es estática sino dinámica. En tanto que dinámica, tiene una duración, una persistencia, una 'estabilidad'. La emergencia de una instancia de ser a otra, supone un cambio en términos de duración y de tiempo. Todo ser es una estructura y una persistencia en la duración de la estructura. Implica la noción de diferenciación, exempli gratia: los enlaces covalentes e iónicos son más fuertes (conforman una estructura más duradera y estable) que los enlaces metálicos. La conformación del tiempo y de la duración se diferencia entre las identidades de contínuo y discreto: lo contínuo se identifica con el todo de algo, lo discreto con la parte mínima de algo (si se encuentra en una instancia emergente, lo discreto puede suponer un contínuo para la instancia inferior). La estructura dinámica conforma el ser (tan determinado como pueda decirse) y la duración conforma el sujeto 18. Dos sujetos pertenecientes a seres diferentes pueden tener pertenencia a un ser común en la medida en que hay semejanza o rasgos comunes entre ambas estructuras dinámicas y la estructura del 'ser común'. La negación afirma el principio de entropía, la diferencia se opone a la entropía y establece el orden, la persistencia, la duración. La diferenciación (en los términos que usábamos de identificación, especialización y adaptación) no es más que la conformación de una estructura dinámica más estable y duradera. En términos de tiempo, a medida que ascendemos en el nivel ontológico, disminuye la escala temporal. Veremos como esto es así: Después de la singularidad (sea entendida desde la teoría no confirmada del Big Bang o desde la de la eternidad de las partículas elementales y la creación y destrucción contínua del Universo) las partículas más elementales se encuentran disociadas, su asociación conforma una diferenciación. Todo cambio a escala elemental (de las partículas atómicas) se da en tiempo atómico, pero el intervalo de tiempo entre la primera instancia y el paso a la segunda (hasta que se da ese cambio atómico) se mide en tiempos no cosmológicos pero sí se da una alteridad; un 'A en parte no-A y noA en parte A' entre los tiempos cosmológico y el atómico, una aproximación del tiempo cosmológico al atómico, del tiempo del principio al fin y el tiempo propiamente del cambio, de la duración del cambio. Medimos en tiempo astronómico el cambio o suceso de pasar de los quarks, bosones, gluones, fotones y leptones [átomos en sentido etimológico (por el momento), en tanto que son indivisibles] a los fermiones (de 1ª, 2ª o 3ª generación llegando a conformar protones, neutrones, electrones y otros). El tiempo entre esos cambios conforman un intervalo inmenso entre las primeras partículas y el primer átomo; dada la inestabilidad en estado de disociación o las pequeñas asociaciones que conforman las partículas. Aquí entra en juego el papel de la diferencia cualitativa y cuantitativa (como formas de la diferencia de naturaleza y diferencia de grado, a su vez participadas por las nociones de diferencia y negación). Cuantas más asociaciones menores se formen (diferencia cuantitativa que ya supone una emergencia del nivel elemental a un nivel superior) mayor será la probabilidad para que se produzca una diferencia cualitativa, una asociación superior al nivel actual. 18 La estructura es necesariamente dinámica. Nuestro cuerpo no es el cuerpo con el que nacimos, ha ido evolucionando y por tanto no podemos decir que seamos el mismo sujeto, pero somos el mismo ser en cuanto que hay semejanza entre los sujetos que nos han ido conformando en el tiempo que resulta nuestra duración.

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Cuando tenemos los primeros átomos, que tienen gran inestabilidad disociados, tenemos un tiempo astronómico pero menor al previo entre la diferenciación asociativa de dos átomos conformando una molécula19. Así, la estabilidad provoca que la estructura dinámica tenga una mayor duración, y a su vez tenemos un hecho altamente relevante, pues disminuye el tiempo para la siguiente diferenciación. En las moléculas nos quedaríamos asociando hasta llegar al siguiente nivel, pero no se llega al siguiente nivel por mera asociación. Las estrellas no conforman algo superior a las moléculas pues no son una verdadera identificación, son un grupo molecular que se encuentra en densificación respecto del espacio; lo que supone un ascenso de nivel es que a partir de átomos sencillos se producen en las estrellas átomos más complejos. La estrella no es por sí una emergencia, los átomos complejos resultantes de la fusión sí lo son. Pasaríamos a tiempo geológico (vemos cómo el tiempo geológico es un intervalo mucho menor que el tiempo astronómico) si queremos hablar de ser vivo y ser inerte. La diferenciación de elementos cada vez más estables, conforma un elemento que se autorreplica, como son los ácidos nucleicos; que de por sí no son seres vivos, pero suponen la proliferación de la estabilidad, pues otorgan a elementos disociados la misma estructura dinámica persistente en su estabilidad, que a ellos se les ha ido confiriendo. Con las primeras formas vivas tenemos una estabilidad ascendente; entre las células procariotas y las células eucariotas, hay un tiempo geológico que es muy grande aún en términos evolutivos. La diferenciación no comporta conceptos de 'mejor' o 'peor', sólo de cambio en la estructura dinámica, persistencia y duración (la duración siempre será relativa al entorno o ambiente). Así, los procariotas no son peores que los eucariotas, ni son menos evolucionados, simplemente cuentan con una estructura que no posibilita la misma persistencia (por individuo, no como especie). Como vemos, a medida que ascendemos en los estados de emergencia, disminuimos los intervalos temporales que se dicen de la escala inmediatamente inferior. Así, por ejemplo, los tiempos entre cambios evolutivos o de diferenciación entre los seres vivos, implican tiempos geológicos. La estabilidad no sólo propia, sino la repetición en otro, forma las propiedades de ácidos nucleicos o seres vivos, permitendo una repetición de su estructura dinámica 'in alio'. Deleuze establece la relación entre negación y diferencia en sentido general asociando lo diferencial y la diferencia a la afirmación de la siguiente forma: ''La negación es la diferencia, pero la diferencia vista desde el lado pequeño, vista desde abajo. Enderezada en sentido contrario, de arriba hacia abajo, la diferencia es la afirmación. Pero esta proposición tiene muchos sentidos: que la diferencia es objeto de afirmación; que la afirmación misma es múltiple; que es creación pero que también debe ser creada, como afirmando la diferencia, como siendo diferencia en sí misma. Lo negativo no es el motor. Hay, más bien, elementos diferenciales positivos que determinan a la vez la génesis de la afirmación y de la diferencia afirmada. Esta génesis de la afirmación como tal es lo que se nos escapa cada vez que dejamos la afirmación en lo indeterminado, o que ponemos la determinación en lo negativo. La negación resulta de la afirmación: esto significa que la negación surge como consecuencia de la afirmación, o junto a ella, pero sólo como la sombra del elemento genético más profundo, de esa potencia o de esa «voluntad» que engendra la afirmación y la diferencia en la afirmación. Los que llevan lo negativo no saben lo que hacen: confunden la sombra con la realidad, alimentan fantasmas, separan la consecuencia de las premisas, dan al epifenómeno el valor del fenómeno y de la esencia.''20 19 Aquí es muy importante el hecho de que la identidad conforma una división en el entorno y que la diferenciación supone una asociación entre sujetos (sean o no de la misma instancia). 20 Deleuze, Gilles, Diferencia y Repetición. Buenos Aires: Amorrortu (2002). Página 100.

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1.4 Diferencia y ausencia de categorías: Podemos notar que la diferencia no es ontológica, sino que es una afirmación de la diversidad ontológica, pero sin determinar identidades ni diversidades. No se establecen categorías, pues no vemos que exista una evolución o diferenciación en una de las ramas de la diferenciación, sino que los troncos se van bifurcando y todo está en contínua diferenciación. Otra cosa es que toda diferenciación implique un estado de emergencia, que como ya vimos no es así. Continuando con el tema del tiempo, podemos afirmar que los cambios sociales se dan en tiempos biológicos; así, las sociedades sólo se dan en grupos cuya asociación entre miembros guarda cierta estructura dinámica con suficiente estabilidad. Los cambios culturales se dan en tiempos sociales. Pero no podemos entender la cultura como producto de la diferenciación de elementos sociales, sino que es producto de la acción sujeto-objeto (sujeto es sociedad y objeto entorno). La conciencia podemos entenderla como diferencia de grado o diferencia de naturaleza. Si consideramos la conciencia de una forma, diremos que los humanos son los únicos seres con conciencia; pero si determinamos otro término para conciencia, diremos que nuestro 'corriente unitario' y el de una planta simplemente son 'diferentes'. No podemos establecer igualdad, ya que las nastias y tropismos de una planta son complejas, pero no alcanzan la complejidad del sistema nervioso humano. Tampoco podemos decir que sean completamente distintos en tanto que ambas formas de 'conciencia', si utilizamos un término diferente al vigente, ya que ambas se dicen de seres vivos. Lo que no podemos entender es estado de emergencia sin entorno de emergencia. El entorno de emergencia supone principalmente la estructura dinámica de aquello que 'emerge'; en segundo lugar aquello con lo que se asocia, pues nuestra estructura dinámica suele ser entendida por el cuerpo humano. Pero no somos el cuerpo humano, somos a la vez la comida que ingerimos y el aire que respiramos; dejamos de ser las células que se nos mueren y los residuos que expulsamos. Somos duración y persistencia de la estructura dinámica, y esto ha sido importante decirlo para afirmar que cuando entendemos el estado de lo social y de lo cultural, lo entendemos como fruto entre mentes; realmente hay que entenderlo como fruto entre sujetos cuerpo-mente. Esto está presente en Bergson21 y en Deleuze (que desarrolla la filosofía bergsoniana de forma notoria). Deleuze propone la ausencia de categorías como ruptura del plano lógico y el ontológico por medio de la única identificación que se puede hacer desde la mente humana para ello: romper la dualidad cuerpo-mente. La ausencia de categorías no es sólo una diferencia afirmativa, que afirma todos los niveles de la existencia y toda forma de estructura, entendiendo incluso que afirma cada sujeto de cada ser, cada aparición de cada individuo (afirma el fotograma concreto en la película en general). Esta unión cuerpo-mente supone dos cosas desde el ámbito de la diferencia entre ontológico y lógico, entre lo que se piensa y lo que es; pero supone una única cosa desde el pensamiento bergsoniano y deleuziano. Estas dos cosas en una se pueden afirmar como una corporalización del pensamiento y un pensamiento con el cuerpo. La corporalización del pensamiento supondría un pensamiento procedimental, del cómo y no del qué, para moverse y entablar asociación con el entorno, con lo diferente, con lo 'alio'. 21 Bergson, Henri: El alma y el cuerpo (seguido del cerebro y el pensamiento: una ilusión filosófica) . Madrid: Encuentro (2009).

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Es un 'manejarse' en el pensamiento, así como para tallar una 'lasca', el ser humano sigue distintos pasos a modo de algoritmo. Es una procedimentalización de la razón, pero ha de darse con la segunda parte, con el 'pensar con el cuerpo'. El pensamiento corporal es algo que está en la tradición filosófica emanantista22 y que se ha defendido más tarde en la filosofía de la educación, el aprendizaje precisa de una 'psicomotricidad'; el desarrollo de la consciencia del cuerpo no es sólo aumentando la potencia del cuerpo como aparato locomotor, también supone un perfeccionamiento en el manejo y entendimiento de nuestros sentidos y nuestra percepción. La mente emerge del sistema nervioso. Finalmente, la diferencia supone un pensamiento complejo, no una demarcación pautada, supone la fractalidad. Como fractalidad, se ejerce el mismo patrón diferencial en cada uno de los estadios, es una diferencia de repeticiones y la repetición de las mismas diferencias. Es una serialización de lo existente como dado de una vez, pero conocido puntualmente, por tanto lo que se conoce no se conoce 'de una vez por todas', el conocimiento se va adquiriendo progresivamente pero no puede hablarse de progreso sino de adecuación. La diferencia comporta el problema, lo aporético mismo, lo que pone en el lugar de la encrucijada, una vez dada la encrucijada, el conocimiento debe optar por la categorización como interpretación, pero sabiendo que la categoría que ponga implicará que en todos los estadios organizará fractalmente lo existente mediante su categoría, pudiendo dejar hechos aislados de realidad sin entrar en ninguna de las identificaciones declaradas y sumiendo eso existente no-dado al conocimiento como puramente diferente. Deleuze expone la ausencia de categorías, lo problemático y lo aporético en estos términos: ''El problema o la pregunta no son determinaciones subjetivas, privativas, que marcan un momento de insuficiencia en el conocimiento. La estructura problemática forma parte de los objetos y permite captarlos como signos, así como la instancia cuestionante o problematizante forma parte del conocimiento y permite captar su positividad, su especificidad en el acto de aprender. Más profundamente aún, es el Ser (Platón decía la Idea) que «corresponde» a la esencia del problema o de la pregunta como tal. Hay como una «abertura», una «dilatación», un «pliegue» ontológico que refiere al ser y la cuestión el uno al otro. En esta relación, el ser es la Diferencia misma. El ser es también no-ser, pero el no-ser no es el ser de lo negativo, es el ser de lo problemático, el ser del problema de la pregunta. La Diferencia no es lo negativo, por el contrario, el no-ser es la Diferencia: ̒έτερον, no ̓̓εναντίον. Por ese motivo, el no-ser debería más bien escribirse (no)-ser, o, mejor aún, ?-ser. Sucede, en este sentido, que el infinitivo, el esse, designa menos una proposición que el interrogante al cual se supone que debe responder la proposición. Ese (no)-ser es el Elemento diferencial en el que la afirmación, como afirmación múltiple, encuentra el principio de su génesis. En cuanto a la negación, no es más que la sombra de ese principio más alto, la sombra de la diferencia junto a la afirmación producida. Cuando confundimos el (no)-ser con lo negativo, es inevitable que la contradicción sea llevada en el ser; pero la contradicción es todavía la apariencia o el epifenómeno, la ilusión proyectada por el problema, la sombra de una pregunta que permanece abierta y del ser que corresponde como tal con esa pregunta (antes de darle una respuesta). ¿No es acaso en este sentido que la contradicción caracteriza solamente en Platón el estado de los llamados diálogos aporéticos? Mas allá de la contradicción, la diferencia, más allá del no-ser, el (no)-ser, más allá de lo negativo, el problema y la pregunta.''23 22 En cierto modo, iniciado en Lucrecio, profundamente en Ibn Gabirol, e inauguralmente como doctrina en Spinoza. La importancia de la relación cuerpo-mente tanto en Gabirol como en Spinoza, hace que cultivar cuerpo y mente sea cultivar un mismo fin: el acercamiento al Uno o Voluntad de Dios por medio del conocimiento y el perfeccionamiento de la conciencia para Ibn Gabirol; y el fin de hacerse más consciente mediante la relación de cuerpo-mente fortaleciendo ambos ámbitos en Spinoza. 23 Deleuze, Gilles, Diferencia y Repetición. Buenos Aires: Amorrortu (2002). Página 112.

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2.- Conclusiones: La filosofía deleuziana (en tanto que desarrollo de la filosofía bergsoniana), es una filosofía coherente con la realidad, no sacrifica lo real por lo ideal, es cáustica en el sentido óptico. En el sentido de que proyectamos luz sobre una forma y lo que percibimos son identidades y diferencias entre plano ontológico y plano lógico. Metafóricamente las identidades son reflexiones de esa luz, desde el plano lógico enviamos una luz al plano ontológico; cuando esa luz se refleja de modo que teníamos una 'protención' o anticipación de ese reflejo antes de enviar la luz, entonces hay una identificación entre el plano lógico y el ontológico acerca del aspecto que estamos averiguando. Se da una diferencia cuando se da la refracción y nos permite ver diversidad de lecturas, pero no hay una identidad; por tanto, nuestro plano lógico o lo que pensamos no es isomórfico con lo tético, lo que es; no hay relación de identidad ontológico-lógica. Entonces vemos una completa ausencia de categorías, pero desde nuestro plano lógico podemos entenderlo por medio de la modificación del propio plano lógico. Lo que nos dice la filosofía deleuziana, es que las cosas son de cierto modo, pero nunca son de un modo unívoco, sino de un modo equívoco. Si hubiese identidad completa entre el ser y el pensar, lo que pensamos que es, sería. En este sentido, la filosofía de Deleuze es mucho más rigurosa y concisa; es una metafísica que abarca (como veremos) todos los ámbitos de la existencia. Si el plano ontológico es como nuestro plano lógico, no lo podremos cambiar, nuestro ser es nuestro pensar y estaríamos obligados a pensar de cierto modo si ser y pensar fuesen idénticos, dados los supuestos de esta filosofía acerca de la diferencia y la repetición. Pero si ser y pensar no son lo mismo, podemos cambiar lo que ahora es, porque podemos cambiar el cómo lo pensamos. Vemos que repetición, identidad y diferencia (tanto división como alteridad, así como el término de diferenciación) aparecen en los ámbitos emergentes. Pero lo más importante de la filosofía de Deleuze, no es sólo su concepción metafísica de afirmación de realidad, además de propuesta del cambio en la realidad mediante propuesta de cambio en el pensamiento; también es la capacidad de esta metafísica para entender diversos ámbitos de la existencia. Para terminar, quisiera hacer interpretación de la filosofía deleuziana sobre los términos sociopolíticos, pues la ausencia de categorías juega un papel fundamental; sobretodo si entendemos que la estructura de poder implica persistencia y afán de duración. En el ámbito sociopolítico hay alteridad entre sujetos, pero los sujetos sociales se confieren identidades ideológicas. La primera identidad sería la de ser humano frente al resto de naturaleza como concepto social. Aquí como definimos, toda identidad supone una división. En lo social también aparece así, pero en la estructura dinámica de poder se ocasiona división en la alteridad y alteridad en la división. La división en la alteridad se da en sentido descendente (lo que gobierna divide a lo gobernado); la alteridad en la división se da en lo gobernado pero no necesariamente por el gobernante. La división gobernante-gobernado desaparece puesto que lo gobernado se altera, se diferencia en sí mismo y no se entiende como un cuerpo único contra el gobernante, perdiendo unión y poder. Como podemos observar, las identidades ocasionan divisiones en la alteridad y la alteridad en la división se promueve para que no exista verdadera alteridad. Cuando hay identificación gobernante-gobernado en la sociedad, surgen nuevas identidades: las identidades nacionales. 16

Podríamos considerar las identidades nacionales en un primer momento como alteridad, ya que se da pluralidad en identidades, dado que puede haber muchas identificaciones con diferentes conceptos de nación y con naciones en sí. Pero es propiamente una división, porque se da la oposición nacional-extranjero causando que haya una identidad en cada caso que divide las fuerzas opositoras al poder. Cuando las identidades nacionales no sirven para dividir el poder de lo gobernado son a su vez divididas por identidades políticas. En las identidades políticas aparece la alteridad de propio carácter, pero entonces aparecen otros entornos de división: la religión, la clase económica, la cultura, etcétera. Como punto final, deseo señalar la importancia de Deleuze en la filosofía contemporánea, la introducción que pone de un pensamiento que no busca soluciones, sino que filosofa y produce problemas, los señala y los instala para ocasionar la pregunta que conduce a más conocimiento. Rompe las categorías, rompe la disciplina, la compartimentación del conocimiento; aboga por la multidisciplinariedad, o mejor dicho, por una filosofía transdisciplinar. Deshace lo simple en lo real, lo real como racional pero complejo, lo racional como decisivo pero no definitivo; la racionalidad que pone al descubierto es la de la decisión, la categorización ante una ausencia de categorías, la multitud de interpretaciones. Finalmente, el pensamiento complejo es la obra que deja Deleuze, tanto en Diferenciay repetición como en Lógica del sentido donde vemos como se introduce la realidad por medio de conceptos, pero los conceptos no son cerrados sino que hay una reinterpretación contínua, un juego de lenguajes donde el lenguaje no es idéntico al mundo, donde se rompe con el lenguaje del pensamiento y el pensamiento del lenguaje, donde el lenguaje puede preceder al lenguaje y donde cabe la posibilidad de un pensamiento sin lenguaje. Donde el pensamiento se da directamente sobre la realidad, sobre su forma compleja, sin reducirla: ''[…] un pensamiento mutilante conduce, necesariamente, a acciones mutilantes.''24 La filosofía de Deleuze recupera la unión cuerpo-mente en un único ser, y no limita ese ser como sistema cerrado subjetivo frente al mundo, sino que ofrece el dinamismo entre el ser humano y su entorno entendiendo la complejidad desde un pensamiento dinámico y complejo que no 'mutila la realidad'. En términos generales podemos decir que la categorización y la ausencia de categorías son la verdadera dualidad: lo no categorizado está sujeto a ser categorizado. Es entonces cuando se da lo problemático y lo aporético. El pensamiento aporético diluye toda división y sume toda categoría en el problema de la decisión. Decidir la identidad es hacer división, la división rompe la afirmación de la diferencia como alteridad. Pero la división, a la vez, permite una comprensión, un acercamiento y una categorización. La aporía está en lo axiomático, lo que no puede negarse ni afirmarse, lo que parece evidente pero realmente está sujeto a interpretación. El axioma está abierto a la decisión.

24 Morin, Edgar: Introducción al pensamiento complejo. Barcelona: Gedisa (1994). Pág 34.

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3.- Bibliografía:

Deleuze, Gilles: Diferencia y repetición. Buenos Aires: Amorrortu (2002).

Kant, Immanuel: Crítica de la razón pura. Madrid: Taurus (2013).

Bergson, Henri: El alma y el cuerpo (seguido del cerebro y el pensamiento: una ilusión filosófica). Madrid: Encuentro (2009).

Merleau-Ponty, Maurice: Fenomenología de la Percepción. Barcelona: Península (2000).

Morin, Edgar: Introducción al pensamiento complejo. Barcelona: Gedisa (1994).

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