Délano y Ponce: Ideología, Éxito y Transición

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Descripción

Carlos Délano y Julio Ponce:
Ideología, éxito y transición
Renato Garin

¿Por qué me va tan bien? Se preguntaba Carlos Alberto Délano mientras era
formalizado en el Juzgado de Garantía. Horas antes, la obra de su vida
había sido expuesta cual trama para defraudar al Estado. Él mismo salió a
defenderse ante las cámaras, a decir que el corazón de Penta ha latido para
dar bienestar a la población chilena y no para efectuar artimañas. Mundos
opuestos defendidos cada uno por talentosos abogados, mundos incompatibles
donde no se puede ser un prohombre de la nación y a la vez conducir una
estrategia para pagar menos impuestos. Según la defensa, los controladores
del grupo Penta no conocían la secuencia orquestada por Hugo Bravo y,
pagadas las multas y los montos adeudados, no tienen responsabilidad penal
alguna. La Fiscalía y el Consejo de Defensa del Estado, en tanto, sugieren
que los controladores de Penta sí conocían del ardid y sindican en ellos la
confección última de la estrategia delictiva. La radical incompatibilidad
de estas dos visiones del caso Penta, los prohombres contra los
delincuentes de cuello y corbata, expresa una tensión que supera con creces
las fronteras del derecho penal. La radical incompatibilidad a la que se
asiste tiene que ver con el sustrato de la transición en tanto secuencia de
surgimiento y consolidación de elites.

Julio Ponce, en tanto, representa un camino alternativo al éxito
transicional. Carlos Délano proviene de la Universidad Católica y del
Colegio Saint George, incluso las últimas semanas se ha recordado la
influencia que tuvo Father Whelan sobre él. Al contrario, todo lo que tiene
Délano, no lo tiene Ponce, lease el habitus, la pertenencia a grupos de
amigos, el recibimiento de premios, las redes de ex alumnos del Colegio, su
fraternal cercanía con el ex inquilino de La Moneda. La prensa no habla de
los amigos de Ponce, tampoco sabemos si los tiene, no se nos recuerda que
es un prohombre, porque para la elite Ponce no parece tener más mérito que
la astucia y la audacia de allegarse al clan Pinochet. Ambos hombres
representan, sin embargo, una época de sujetos que entraron en relaciones
privilegiadas con el Estado, beneficiándose de la política de
privatizaciones en el más amplio espectro, desde los seguros hasta los
recursos naturales.


Ideología para Choclo

Toda época se constituye en base a verdades fundamentales, creencias
innegables que sirven de cimientos donde erigir las estructuras sociales
que gobernarán a los hombres. Es la ideología dominante lo que determina en
último término la conciencia de los sujetos, y su configuración de grupo
diferenciado dentro de una sociedad. Carlos Alberto Délano es un símbolo de
la transición chilena en tanto es un hombre "exitoso", que cumple los
estándares deseables, los mismos que deben reproducirse en otros sujetos.
Conviene preguntarse entonces, ¿Por qué son tan exitosos, por qué han sido
tan exitosos aquellos que hoy aparecen acusados? ¿Qué hay en los
controladores de Penta de similar y de distinto en comparación con el
controlador de SQM? ¿Qué nos dicen estos casos respecto a los contornos
sociales que se han dibujado en la transición?

Es interesante detenerse en Délano, en su intento por articular una defensa
que trasciende lo meramente jurídico. Como pocos, Délano entiende la clave
comunicacional que domina hoy de punta a rabo cualquier asunto público.
Además, comprende la trascendental arista de la gestión de crisis, por lo
que apuntó su propio comité ad hoc donde destacan dos empresas de
comunicación estratégica y lobby. Es que Délano advierte con sagacidad que
su defensa se juega fundamentalmente en la creación de mensaje. Él mismo
se dio el tiempo de escribir y leer articuladamente una declaración,
contestando a la Fiscalía y reclamando su honor en tanto gestor de un grupo
exitoso. Le habló a sus "más de treinta mil empleados" y aclaró que "Penta
es una máquina cuyo corazón ha latido para crear empleo". Curiosa mención
al corazón la que hace Délano, como también es curioso que cuatro de los
últimos eslogan publicitarios de la Teletón hayan contenido un referencia
similar. "Puro corazón" (2012), "Con la fuerza del corazón" (2011), "Chile,
un solo corazón" (2010) y "Con todo el corazón" (2006). La campaña Chile
ayuda a Chile para el terremoto de 2010 tuvo un corazón como símbolo.
Seguramente Délano no controlaba el eslogan de cada una de estas campañas,
pero hay un claro y permanente guiño al plano emocional en sus palabras y
en sus obras. ¿Cómo es esto que un hombre en apariencia tan cerebral tenga
una referencia permanente al corazón?

La Teletón representa aquí un símbolo digno de estudio en un doble sentido,
cultural popular, y en su sentido elitario. Los mecanismos de
solidaridad/caridad dentro de la sociedad, otorgan una posición ética
superior a quien los administra y controla. Dentro de la elite
transicional, este tipo de símbolos han sido una de las llaves capaces de
abrir las puertas a nivel público y privado. Erigirse como un macho alfa
dentro de las tribus dominantes requiere demostrar un nivel de sensibilidad
de raíz social-cristiana acompañada de capacidades de gestión de corte neo-
liberal. El éxito empresarial, así, viene acompañado de la responsabilidad
social, por la preocupación por el entorno y la subsecuente comunicación de
esto como un solo producto. Se puede ser exitoso y ser caritativo, de
hecho, son lo mismo. ¿Es este modo de ver el mundo una genuina expresión de
valores durante la trayectoria de Carlos Alberto Délano, como sugirió su
talentoso abogado? ¿O es, simplemente, una compensación consciente o
inconsciente de un mal causado?

En último término, lo que define la situación de Délano es su comprensión
de la ideología. Délano ha sido un exitoso operador público-privado durante
varias décadas, pero es su rol en la UDI lo que lo define como sujeto
político. Él entiende la ideología como la militancia bajo un paraguas de
dogmas, un sustituto o complemento de la religión y sus prácticas. Si acaso
la UDI y Penta funcionaban como organizaciones independientes es una
pregunta banal al lado de la continuidad ideológica en la que confluyen.
Sin embargo, es justamente esta noción de la ideología lo que castiga a
Délano y lo coloca a él y a Penta fuera de la Línea Maginot del poder. Su
rol militante privó a Choclo de observar lo que Julio Ponce Lerou observó
tan agudamente. Durante treinta años, allí donde Délano fue militante,
Ponce fue transversal, allí donde Délano fue dogmático, Ponce fue
pragmático, allí donde Délano construyó cercos, Ponce edificó puentes,
túneles y carreteras hacia el poder de turno. Incluso más allá, es Ponce
quien lee acertadamente el momento histórico de la transición política. Es
Ponce, y no Délano, quien mejor se adapta a las circunstancias. La
ideología de la transición no es la militancia, sino la transversalidad. La
ideología de la transición no es dogmática, sino esencialmente pragmática.
En ese sentido, la estrategia SQM de -supuestamente- financiar candidaturas
sin distinciones partidarias, resultó ser más eficiente que la estrategia
de Penta de -supuestamente- financiar candidaturas de la UDI y otras
funcionales a triunfos UDI. Todos los símbolos más altos de la elite
encarnada por Délano, el Saint George, la Universidad Católica, la Teletón,
se muestran incapaces de adherirse al núcleo del poder. La astucia de Ponce
aparece, entonces, como una lectura ideológica con mejor desempeño.

Estos dos casos, sin embargo, tienen una característica común que sirve
para entender la época. Tanto Penta como SQM, tanto Délano como Ponce, han
basado la multiplicación de su riqueza en la explotación de industrias
reguladas o con un fuerte componente político. Ponce ha tenido bajo su
control un recurso natural que ha devenido clave en la producción de
tecnología al otro lado del Pacífico. Todos los contornos y aristas de su
modelo de negocios se han basado en, primero, tomar el control de la
empresa sirviéndose de posiciones ventajosas al interior de la familia del
Dictador, y luego, mantener estas condiciones bajo los mandatos de la
Concertación. La multiplicación del valor de SQM atrajo inversionistas
extranjeros, bautizo sacrosanto que permitió profundizar la estrategia,
cual tiro por la culata pues son esos mismos inversionistas extranjeros
quienes aparecen como la fuerza menos controlable hoy para Ponce.



Avanzada Plutocrática

Délano y Lavin, en tanto, se hicieron del control de la empresa de seguros
del Estado, embrión que les sirvió para expandir exponencialmente su
influencia en el mercado de capitales nacional. Pronto tomaron posiciones
en Isapres y en el Banco de Chile, que luego vendieron a gran precio a
Luksic, lo que les permitió crear su potenciar su propio Banco Penta y
seguir abriendo el abanico de inversiones hacia clínicas e inmobiliarias.
Ambos grupos, SQM y Penta, representan un modelo de crecimiento dentro de
esferas sensibles en las que la articulación hacia la política es clave
para sostener posiciones ventajosas en el largo plazo. La Banca, en
particular, aparece como una gran ganadora del proceso transicional, lo que
demuestra la sagacidad de Délano y Lavin para entrar en ese rubro. Además,
la propiedad de un Banco de inversiones entrega, una vez más, cierta
posición privilegiada dentro de la elite en tanto dueño del capital
financiero del que depende el éxito empresarial de otros miembros de la
elite. A mayor abundancia, estos días hemos entendido a cabalidad lo que
implica tener un Banco en Chile.

Ponce y Délano coinciden, además, en la pertenencia a los nuevos cánones
de éxito que se instalaron en Santiago. No es raro que niños y jóvenes
hayan pasado por colegios y universidades pensando en ser como ellos, hoy
adultos que caminan por Sanhattan y por el centro imaginando un golpe de
suerte que los saque de la ilusión del mérito. Otros, más afortunados,
dominan el habitus y los códigos de la elite, saben usar sus "contactos" y
ensayan el discurso de la innovación y el conocimiento, aunque al final del
día sabemos que el verdadero negocio está en la tierra y en el crédito, y
en eso no hay mayor novedad ni salto al desarrollo. El caso Penta y el caso
SQM demuestran una arista preocupante, cual es que nuestra versión del
capitalismo, por muy neoliberal y Chicago que suene, es una versión
maquillada de una economía de estancos decimonónica.

A los meses de estallar el caso Penta, volvió a aparecer una novela
publicada en 2012 donde su autor, Ricardo Wurgaft, relata en clave ficción
su paso por Penta. En el texto la empresa se denomina Hexa y tiene
controladores similares a Délano y Lavín. Una escena lo resume todo. Era
marzo de 2004. El grupo Penta -Hexa en la novela- colocó una Palma chilena
en la entrada de su edificio para ejemplificar las raíces de su
emprendimiento. A los pocos días, se presentó un problema pues el ejemplar
dificultaba el ingreso al estacionamiento. Los mandamases decidieron
moverla hacia el bandejón que divide ambas avenidas. Llamaron a las
autoridades municipales y metropolitanas quienes mandaron cortar el
tránsito. Una grúa llegó hasta la esquina de Isidora Goyenechea y El
Bosque. Levantó la palmera en el aire y la sostuvo allí lo suficiente como
para que cada especie del Sanhattan la observara. Así estuvo durante una
mañana completa, con el tránsito interrumpido.

Délano y Ponce tienen esa característica, los historiadores del futuro
observarán a estos sujetos como ejemplares por los cuales merece parar el
tránsito y detenerse a analizar. Personajes como el de Wurgaft, en
Sanhattan, muestran la influencia decisiva que los cánones de éxito han
jugado en el proceso chileno. En la novela el autor reconoce que hubo un
momento en que también quiso ser millonario, exitoso, atractivo, eficaz,
elegante, todo eso que en Sanhattan se quiere ser. El protagonista de la
novela carga con esa experiencia a cuestas, con la perplejidad de reconocer
que ha perseguido el absurdo. Como un lagarto que mira desde una piedra
distante, Wurgaft redacta el diagnóstico para toda la biosfera. Este es uno
de los párrafos mejor pensados sobre el Chile de los ochenta y los noventa.
Este párrafo merece ser leído y releído.

"Una década antes, Chile no había sido más que un sombrío regimiento
militar. La transición, lenta, tortuosa, vacilante, tocaba su fin. No todos
lo comprendían en ese momento, pero el país se preparaba entonces para el
desenfreno, para el desparpajo de sus clases dominantes, para el triunfo
del capital sin culpas, del dinero, del arribismo, de una ostentación nunca
antes vista, de los nuevos ricos riquísimos, de las élites y sus ghettos en
suburbios, colegios y universidades precordilleranas. De un nuevo idioma,
de un nuevo orden más desigual, más injusto, más fragmentado, pero más
fastuoso, más internacional, más moderno, de una avanzada plutocrática ya
irrefrenable." (Sanhattan, 2012).

Wurgaft entrega aquí claves lúcidas para entender lo que ha ocurrido en
Chile. Una transición vacilante, tortuosa, lenta, en algún momento, quién
sabe cuándo, tocó un fin. No todos lo entendieron en ese minuto, pero el
país completo se preparaba para el desparpajo de las clases dominantes, el
desenfreno, el capital sin culpas, el éxito caritativo con los necesitados
y también con los políticos, que son los más necesitados. Vivimos las
consecuencias de una avanzada plutocrática, la acumulación de poder
simbólico en los ricos riquísimos, a la vez que en sus instituciones
educacionales precordilleranas, manifestación de un orden más desigual y
fragmentado, a la vez que moderno, internacional y fastuoso. Un orden que
ya no habla de ideología, sino de "ideas", que no apela a la razón, sino al
corazón, un orden de ghettos y suburbios a toda escala, de un nuevo idioma,
adelante, forward. Hasta ahí el fraseo de Wurgaft es agudo y clarividente.
¿Es esta una avanzada irrefrenable? Está por verse, aunque, de seguro,
después de este remezón los estándares y estandartes de la transición sobre
el éxito y el prestigio se verán trastocados. Veremos si alcanza para una
sacudida ideológica profunda, o se queda solo en el aviso.
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