Del autorretrato al Selfie: Dibujarse uno mismo y tomarse un Selfie como experiencia estética

May 23, 2017 | Autor: F. Altamirano Moz... | Categoría: Selfies
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Descripción

Del autorretrato al Selfie: Dibujarse uno mismo y tomarse un Selfie como experiencia estética

En el presente trabajo se comparará las similitudes y diferencias que existen al momento de tomarse un autorretrato con un dispositivo móvil y dibujarse así mismo en un autorretrato. A pesar que ambos son diferentes, se tratará de abordar las dos actividades desde la experiencia estética que se da en el momento en el que son producidas.
Cabe resaltar que tanto el autorretrato como el selfie tienen diferentes interpretaciones. Sin embargo, en este trabajo se tratará de enlazar ambas actividades. Primero, se explicará el autorretrato, como en su origen, hecho con pintura; para luego pasar al autorretrato fotográfico; y luego terminar con el autorretrato que se hace con una cámara de celular, un "selfie". Se verá de forma resumida el paso por cada una de ellas y lo que caracteriza a cada una para su realización.
AUTORRETRATO
El autorretrato es un retrato que se hace uno mismo. La misma persona que se encuentra frente a espejos, se pinta a sí misma. Se le atribuye al autorretrato el hecho que la persona tiene que tener un gran conocimiento sobre sí mismo y su identidad.
Como explica Verdú, si se piensa en los autorretratos desde Durero hasta Picasso, Van Gogh a Frida Kahlo y desde Velásquez, Goya a Bacon; entonces, "un selfie es apenas una gota de amor a sí mismo en comparación con el océano que conlleva pintarse ante un espejo. Prácticamente todos los artistas son exhibicionistas. Prácticamente todos los artistas se aman incluso cuando se suicidan o precisamente por eso" (Verdú: 2014).
Es así como una de las primeras características del autorretrato. Se podría apelar al narcicismo en los autorretratos, ya que el acto de pintarse implica un largo tiempo de contemplarse a sí mismo. "El autorretrato del artista lleva consigo ambiciones singularísimas. El pintor se ama o se odia de tal manera, es decir, se considera de tanta importancia afectiva como para ocupar el único motivo del cuadro" (Verdú: 2014).
Sin embargo, esta característica muta hasta cierto punto cuando comienza a realizarse el autorretrato con cámaras fotográficas. Si bien se veía como un acto de narcicismo, ahora se toma como un control de lo que se quiere mostrar como uno mismo. "Al ser la misma persona la que retrata y es retratada, el conocimiento que el individuo tiene de sí mismo entra en juego de manera preponderante. Y esta información, si bien no deja de estar caracterizada por cierta opacidad y mantiene el carácter de indagación acerca de la personalidad, desempeña ciertamente un papel fundamental. En ese sentido, el autorretrato es, claramente, un acto performático, en la medida en que el fotógrafo posa para sí mismo y al hacerlo está en control sobre las distintas posibilidades de su representación en la fotografía" (Pág. 163. Torres, Miro-Quesada, Cáceres & Muro: 2016).
Es entonces que la perspectiva del autorretrato va cambiando, ahora se ve como el control que tiene la propia persona sobre lo que se ve "El fotógrafo desarrolla un trabajo especial: indumentaria, pose, escenografía entran a tallar como elementos que permiten construir una identidad frente a la cámara" (Pág. 164. Torres, Miro-Quesada, Cáceres & Muro: 2016).
Con la aparición de la cámara, las posibilidades, como se explicó antes, de mostrar lo que se quería, hizo que se comience a experimentar un poco más sobre la propuesta visual que se presentaba. Esto como se demuestra en Del daguerrotipo al selfie: una historia del retrato fotográfico peruano, se da con lo contemporáneo. "El retrato, tal como se lo cultivó en la práctica artística en la fotografía, es decir, como género heredado de la tradición pictórica, prácticamente ha desaparecido en la producción visual contemporánea. Con esto no pretendemos decir que en la actualidad no se hagan retratos, sino que en el sentido que estos encarnan es muy distinto" (Pág. 178. Torres, Miro-Quesada, Cáceres & Muro: 2016).
Y con ello, se llega a la actualidad, en la cual ya no es común que se hagan autorretratos fotográficos de estudio ni los hechos a pintura. Sino, que la modalidad de autorretratarse en estos tiempos es a través del selfie.
SELFIE
Si bien se decía que el autorretrato implicaba el conocimiento y la formación de la identidad de la persona que se dedicaba un largo tiempo a pintarse, hasta llegar a decir que es una característica narcisista. En el caso del selfie, por ser aún una práctica nueva, aún no se tiene un "conceso" sobre qué es lo que hace que las personas se tomen el tiempo para obtener la foto de ellos mismos con la cual estén conformes.
Uno de los cambios que se presenta el "autorretrato", explica Juan Arias, del diario EL País, es que "Etimológicamente, el selfie, que ya hemos convertido en verbo, era un acto individualista, un "autorretrato". Aquel narcisismo inicial dio paso, sin embargo, a algo más importante: la socialización de la fotografía" (2015). Con esto se refiere a que la razón por la que se da, no es simplemente para la formación de la identidad, sino que además es para mostrar que uno no está solo, "Hoy lo que abundan son los retratos a dos o en grupo. ¿Será una forma inconsciente, freudiana, de luchar contra la soledad y para tener conciencia del "yo también existo"? ¿Necesitamos de alguien a nuestro lado, sin el cual nuestro narcisismo inicial se nos quedaría vacío, puro vicio solitario?" (Arias, 2015).
Y esto abre paso, para la siguiente interpretación, que está muy ligada a lo que queremos que se vea. No es una simple fotografía sobre uno mismo, en la cual que se conozca más sobre uno mismo, y se consolide la identidad que uno se tiene. Sino que "no se concibe como variante del recogimiento sino como una forma de exhibición" (Hernández Busto, 2014).
Como se explicaba con los autorretratos con cámaras fotográficas, en el caso de los selfies, que se dan en su mayoría con dispositivos móviles, en ambos "A pesar de las apariencias, estas fotos tienen poco que ver con la espontaneidad. Muestran ansia de control, tanto por parte de las celebridades que buscan regalar su propia versión "democrática" de las relaciones públicas, como por parte del individuo común, que da la versión "aprobada" de su propio avatar digital, aun como regalo para una multitud de desconocidos" (Hernández Busto, 2014).
Aquí ya se tiene las dos características mencionadas, la del narciso, que forma la identidad de uno mismo y la de la imagen que se mostrará a los demás. Hernández añade además que la fotografía reduce el tiempo del "yo reelaborado", es por ello que no es una cuestión de narcicismo, sino que es más una voluntad de dominio sobre la propia imagen (2014).
Entonces, como se puede observar, la práctica del selfie ha hecho que se vuelva universal el controlar la imagen que ven de nosotros (Murolo: 2015). "Un chiste de estos tiempos dice que la fotografía menos agradable de nosotros es la del documento nacional de identidad y que no hay fotografía más bella de nosotros que la de Facebook. Esto tiene que ver con que la fotografía del DNI no la construimos, no tomamos cientos y elegimos una, no posamos como deseamos, no la recortamos, no la editamos" (Pág. 693, Murolo: 2015).
Sin embargo, lo que parece un chiste, puede ayudar a ahondar más en lo que conlleva el hecho de "tener control sobre nuestra propia imagen". Esto debido principalmente a que "el uso de las selfies pueda deberse a la idea vigente de que sólo existe lo que aparece en los medios" (Clarín: 2016). En este artículo periodístico explica al igual que las anteriores el carácter narcisista y de construcción de identidad, pero además se centra más en que "los selfies nos ubiquen en el centro de la escena dice mucho sobre el lugar en el que ansiamos estar para la mirada del otro. Es una manera de estar en el centro de la escena, de decir 'éste soy yo, esta foto dice algo de mí, me reconozco en ella, se relaciona con mi identidad" (Clarín: 2016).
Un ejemplo claro acerca de ello es el caso de Sevelyn Gat. La joven keniana que fingió haber pasado sus vacaciones alrededor del mundo en su Facebook. ¿Cómo lo hizo?, Sevelyn subió múltiples imágenes de ella misma es diferentes lugares en los que no había estado, pero en los que le encantaría estar. Así que se hizo conocida como "la muchacha que viajó por el mundo sin moverse de su casa". Es así como "No se trata tanto del qué sino del para qué, si hablamos de redes sociales y selfies. Las imágenes photoshopeadas trabajaron, esta vez, a favor de su autoestima" (Clarín: 2016).
El caso de Sevelyn no es el único, en la cual las imágenes trabajan a favor de la autoestima de las personas y lo que quieren mostrar. Es el caso de las personas que se toman selfies en los museos de arte. "Mucha gente no acude a comprender la obra, sino para tomarse una fotografía" (Cottom en Bautista, 2015). Es entonces que el "Tomarse una selfie al lado de una cerveza o una obra de arte es, en esencia, lo mismo. La experiencia artística queda reducida a algo tan efímero como una borrachera: la pieza se convierte en material desechable, igual que la cerveza" (Bautista, 2015).
Y esto lo pueden demostrar las cifras, en el 2014 la revista estadounidense Time presentó algunos datos interesantes sobre los selfies.
Primero, explica que alrededor de un millón de selfies eran compartidas en los medios sociales por día; de los cuales el 30% eran compartidas por usuarios de entre 18 y 24 años. 14% de las selfies tienen retoque digital. Además, de un análisis de 6,3 millones de posts, las ciudades en donde se realizan los mayores selfies son Londres, Nueva York, Amsterdam, París y Barcelona. Y por último, los compañeros de selfie habituales son: el 34% miembros de la familia, 29% amigos, 19% mascotas, 13% edificios o paisajes y 10% comida (esta encuesta está basada en usuarios de redes en EE.UU.) (Perasso, 2015).
No obstante, a pesar de la mirada un tanto destructiva sobre el selfie, existen puntos de vista en la cuales se toma el acto fotográfico y el selfie mismo como una forma en la que se puede recordar y evocar las emociones vividas en el momento en que se es tomada la imagen. Que se toma la foto para tener memoria de lo ocurrido. Sin embargo, a pesar de ello, como vio anteriormente a los selfies los jóvenes le realizan "retoques", por la misma razón que quieren mostrar lo mejor de ellos, para así gustarles a los demás.
Partiendo desde ese punto, "Precisamente al seleccionar este momento y congelarlo, todas las fotografías testifican lo implacable de la disolución del tiempo; sin embargo, al manipular los signos visuales del tiempo, la memoria o el recuerdo, la época y su deterioro, estas afectan, cuestionan y trastocan tales nociones y minan la percepción de autenticidad de la fotografía de una manera irónica que está más preocupada por un estilo visual que por provocar o lograr recuerdos emocionales" (Pág. 170, Estrada: 2016).
A diferencia de Benjamín que explica que se pierde el aura con la fotografía, Estrada resalta que más bien es la modificación de la fotografía, los retoques, lo que hace que se pierda el aura. "vemos que la revolución de la tecnología digital predispone a que en el proceso perceptivo, la nostalgia y la autenticidad resuenen como meras sensaciones" (Pág. 171, Estrada: 2016).
"Para nosotros que vivimos en el siglo 21, las fotografías viejas o de otra época tienen un aura en el sentido de una experiencia singular o sentimiento que se vivencia y cuya interacción se entiende intersubjetivamente como intangible, distintiva e inconfundible" (Pág. 171, Estrada: 2016). Lo que no sucede con los selfies de la actualidad, en la cual "los valores esenciales como verdad-mentira, auténtico-modificado son puestos a un lado con la consecuencia de que las mentiras y las modificaciones se han abierto paso sobre la realidad de la sociedad actual" (Pág. 172, Estrada: 2016).
Lo que evoca en realidad entonces las imágenes ya no son "el mundo real o vivido", sino que es una fabricación del mundo "que se quiere recordar".
EXPERIENCIA ESTÉTICA EN EL AUTORRETRATO Y SELFIE
Luego de ver un poco más acerca de lo que hace que se produzca el acto de realizar un autorretrato y selfie, a pesar que ya ha sido comparada, se explicará en mayor detalle el tomarse selfie y dibujarse así mismo en un autorretrato como experiencia estética.
Primero se verá cómo explica la apuesta estética del selfie por Murolo. Él comenta que sí existe una apuesta estética del selfie, y esta es que "Su estética se asienta en una belleza objetivada propia de los rostros y las sonrisas que en redes sociales virtuales son insumos necesarios". "En la selfie no controlamos otras dimensiones, como si somos buenos, verdaderos o inteligentes, pero proponemos en las estéticas una especie de desiderátum de la imagen del Yo que arroja pistas para leernos" (Pág. 698, Murolo: 2015).
Y partiendo de ello Murolo lanza la pregunta: entonces, ¿Para qué se produce la selfie?, y él mismo responde que es para que otros nos vean. "La idea detrás de ella es ejercer una especie de control sobre lo que los demás ven de nosotros y, por extensión, sobre la imagen mental que se produce en los otros sobre nosotros, siempre intentando estar lo más cercanos al estereotipo de belleza deseable en la sociedad y el momento histórico que atravesamos" (Pág. 698, Murolo: 2015).
Entonces, ¿para quién se produce la selfie? Para nosotros mismos. Como Narciso, en un primer momento nos enamoramos de nosotros mismos en cada imagen que tomamos de nuestros rostros y cuerpos. Elegimos en cuál nos vemos bien y descartamos las fotografías en las que no, las editamos y controlamos esa presentación en las redes. Por un momento somos tapa de revista (Pág. 698, Murolo: 2015).
A partir de todo lo explicado, y tomando en cuenta los puntos de vista de diferentes autores acerca del autorretrato y del selfie; creo que la experiencia estética que se da al momento de tomarse un selfie no es el mismo que la experiencia estética que se daba en el momento en que se pintaba un autorretrato.
Esto básicamente porque el selfie, más si bien aporta a la identidad, construcción de uno mismo, va más para que los otros nos miren. Primero, es se da la valoración de los "otros" sobre nosotros a partir de la foto que publicamos, y luego a partir de ello, recién construimos si se quiere decir así, una imagen nuestra. En cambio, en el autorretrato, el narcicismo que se dice que tiene el selfie, se ve de una forma más directa. La razón, es que el hecho de estar sentado frente a unos espejos observándose un largo tiempo, como fue descrito anteriormente, es un hecho de amor propio "le gusta lo que ve", lo transmite para que los otros lo vean. Pero la identidad, el conocimiento sobre uno mismo, la confianza, ya está. Es por eso mismo que se hace el autorretrato. Ahora bien, el autorretrato podría reflejar su amor así mismo, pero también su odio, su temor.
Además, que en el autorretrato el personaje principal es la misma persona que se pinta así misma; en cambio, en el selfie, más importa en dónde se está ubicada la persona al momento de hacer la fotografía, o con quién o quiénes está rodeado. Se busca diferentes resultados en ambas prácticas.
En el selfie, la idea está de verse bien, cumplir con lo "bonito", en el autorretrato es "mírame", aprecia lo que ves.
Ahora, por el hecho de la pérdida del aura, que se daba al momento de contemplar el arte al cambio de ver la misma imagen reproducida a través de la fotografía; como lo vio un autor líneas atrás, se dice que se da la misma pérdida del aura, pero en vez de la pintura con la fotografía, ahora se da de la fotografía misma, al selfie. Pues si bien, las fotos te pueden traer recuerdos de lo vivido, los selfies al ser manipulaciones de la realidad, de alguna forma más escandalosa que el de la misma fotografía; entonces, no se puede apelar a que se recuerde lo que Benjamín decía "el ritual", ya que es manipulada.
El selfie haría entonces que se pierda el poco aura que le quedaba a la fotografía, el de si quiera apelar a evocar lo vivido, el aquí el ahora.
La experiencia, lo que hace a cada persona vivir de diferente forma al tomarse un selfie, se podría decir que es individual, pero a la vez, que cumple un consenso implícito de lo que se busca cuando se toma la foto.



BIBLIOGRAFÍA

Arias, J. (2015). Selfi, luego existo. España: El País. http://internacional.elpais.com/internacional/2015/08/21/actualidad/1440181987_784618.html
Bautista, E. (2015). La selfie, el triunfo del ego sobre la obra. México: El Financiero.
http://www.elfinanciero.com.mx/after-office/la-selfie-el-triunfo-del-ego-sobre-la-obra.html
Benjamín, W. (1989). La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Discursos interrumpidos. Madrid: Taurus.
Estrada, E. (2016). Fotografía móvil: percepción, autenticidad y ficción. Revista Cultura De Guatemala, 37(2), 167-184.
Hernández Busto, E. (2014). La era de los 'selfies'. España: El País.
http://elpais.com/elpais/2014/03/06/opinion/1394122077_521158.html
Murolo, L. (2015). Del mito del Narciso a la selfie. Una arqueología de los cuerpos codificados. Palabra Clave, 18(3), 676-700. doi:10.5294/pacla.2015.18.3.3
(n.n.) (2016). ¡Insólito! Dijo que viajaba por el mundo pero era Photoshop. Argentina: Clarín.
http://www.clarin.com/psicologia/selfies-photoshop-cosechar-analizada-psicoanalisis_0_HJgwBhuvXg.html
(n.n). (2016). Selfies: ¿moda, registro o adicción?. Argentina: Clarín.
http://www.clarin.com/entremujeres/tech/Selfies-moda-registro-adiccion_0_By5FuWVU.html
Perasso, V. (2015). La locura de los selfies, en números. Reino Unido: BBC. http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/08/150807_finde_selfies_estadisticas_lb
Torres, F., Miro-Quesada, C., Cáceres, R. A., & Muro, L. Á. (2016). Del daguerrotipo al selfie: una historia del retrato fotográfico peruano. Lima: Instituto Cultural Peruano Norteamericano (ICPNA).
Verdú, V. (2014). El 'selfie' y el autorretrato. España: El País. http://cultura.elpais.com/cultura/2014/04/11/actualidad/1397208918_684791.html


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