DEL ASISTENCIALISMO Y LA MENDICIDAD

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Descripción

DEL ASISTENCIALISMO Y LA MENDICIDAD
LILIANA VICTORIA TRUJILLO GUARNIZO
¿Qué papel juegan los medios de comunicación en la búsqueda de soluciones a las problemáticas que surgen en el día a día producto de la extrema pobreza y descomposición social que aqueja nuestra comunidad?, y más aún ¿hasta dónde las ayudas canalizadas a través de las campañas sociales mediáticas pueden convertirse en asistencialismos que desemboquen en conformismo y mendicidad?. Estos cuestionamientos producto del ejercicio de la Comunicación social en Colombia y más específicamente en la ciudad de Ibagué requieren ser abordados desde los conceptos de otredad, ética y libertad.
A partir de una introspectiva y múltiples ejemplos vivenciales, a través del presente artículo se busca mostrar cómo el concepto de otredad se ha venido desfigurando a partir del abuso de la manipulación de las condiciones infrahumanas, tergiversando el sentido de la solidaridad en un elemento dominador de intereses, convirtiendo a los destinatarios y beneficiarios de dichas acciones en dependientes, promoviendo y alimentando la desconfianza y recreando el círculo vicioso de la pobreza.
La problemática presentada no reviste la intencionalidad de una respuesta sino más bien plantea el punto de partida a la reflexión holistica de que si bien las campañas de asistencia social impulsadas desde los medios de comunicación, desde el punto de vista positivo, asisten, socorren y pueden llegar a ser una ayuda humanitaria que solucione problemas básicos coyunturales en una primera fase, si perduran en el tiempo más de lo necesario, producen adicción y acostumbramiento, las personas pierden la capacidad de iniciativa, la creatividad y el impulso vital porque pueden obtener todo tipo de apoyos, sin esfuerzo alguno.
Según Wikipedia los medios de comunicación se entienden como un servicio a la sociedad, que cumplen un papel destacado en la formación de la opinión pública dentro de las sociedades democráticas, lo que implica adquirir un compromiso ético con los intereses comunes del público (Wikipedia, 2014). Los medios de comunicación son contemplados, en la actualidad, como el primer poder dentro del mundo actual; al ser instrumentos que llegan a muchísimo público, son una ventana perfecta para anunciar productos y marcas y son también una ventana perfecta para difundir ideologías y formas de pensar determinadas. Sin embargo, Los medios de comunicación entendidos como un servicio a la sociedad, que cumplen un papel destacado en la formación de la opinión pública dentro de las sociedades democráticas, deben adquirir un compromiso ético con los intereses comunes del público.
Bajo ese compromiso ético, desde la teoría Semiótica de la comunicación el concepto de otredad se entiende como la necesidad de articular los mensajes tomando en cuenta las realidades, necesidades y percepciones del grupo objetivo al que se va a dirigir el mensaje (Vidales, 2010). Pero, para poner en práctica el concepto de otredad es imprescindible que el comunicador asuma el papel del otro, que genere una buena dosis de empatía, entendiéndose por ésta la capacidad de entender, comprender y asumir los roles de los usuarios de la comunicación y hacer de esos modelos, su práctica habitual.
Pese a ello, en la cotidianidad vivencial de la radio en la ciudad de Ibagué, surgen día a día miles de requerimientos asistenciales que van desde la necesidad de pagar un transporte o los servicios públicos hasta solicitudes que implican gastos exorbitantes de los cuales depende la vida y la integridad del demandante. De ahí la necesidad que el Comunicador visualice la otredad como algo más que entender y comprender cómo funciona un grupo cultural; sino también el cómo participar de estos procesos culturales para actuar dentro de ellos, puesto que cada cultura tiene una manera muy peculiar de producir, entender y transmitir signos, los cuales obedecen no sólo a conceptos individuales sino son más bien a una suma de experiencias de vida en colectividad.
El cuestionarse qué motiva a un representante nacional de un deporte a acudir a un medio para pedir ayuda para comprar una casa antes que los estertores de la vida lo dejen en la definitiva inopia y luego de movilizada la campaña social, congregados los recursos y visualizada la meta, el solicitante desista de esta pues para su núcleo familiar se puede dar un compás de espera a que el destino le ofrezca una mejor opción, o el por qué luego de una cruzada exitosa en pro del mejoramiento de la calidad de vida de una persona sumida en la desesperanza de su miseria y mediante la cual se le brinda además de un capital para negocio la posibilidad de recobrar la dignidad humana, los recursos recogidos se esfuman entre las bocanadas de humo de su hijo adicto ante la mirada impávida del beneficiario quien asume con resignación el continuar viviendo de la mendicidad y la caridad que le proporcionen los buenos corazón que pese a todo sienten aún el deseo de ayudarlo, conllevan al comunicador a que más que participar de estos procesos culturales y actuar dentro de ellos se adentre en los componentes culturales que encierran dichos comportamientos.
Algunos bien intencionados hablan de que el asistencialismo que reciben los pobres funciona como paliativo, y colabora con la perpetuación del sistema injusto de dominación. Colombia tiene un claro problema de asistencialismo en estrategias de Acción Social tales como Familias en Acción, programa que brinda mensualmente aportes en dinero a las familias más pobres del país, volviéndolas dependientes de este bono y evitando que obtengan por sí mismas las capacidades para subsistir. Muchas delas familias que pertenecen a este programa sólo esperan cada mes a que les llegue la ayuda y no buscan otras fuentes de ingreso ni muestran deseos por subir de nivel socioeconómico y alcanzar una mejor calidad de vida.
Teniendo en cuenta lo dicho, el asistencialismo, entonces, convierte a las personas necesitadas en subordinadas, que carecen de respeto hacia sí mismas, transforma a los individuos en afectos a la compasión pública y llegan a sentirse incapaces de confiar en sus propias posibilidades para encarar algún proyecto o realizar emprendimientos productivos.
Los medios de comunicación a su vez se han hecho cómplices silentes y han hecho uso de esta condición social al buscar mediante campañas asistenciales enmarcadas en tonos emotivos dramáticos, lastimeros y en ocasiones duros que hacen uso de personas tristes que sufren e incluso con sonidos de llantos de fondo, el medio para llamar la atención del espectador, aumentar sus niveles de sintonía y a su vez conseguir un mayor número de clientes. Son palabras directas, dolidas, gritos de ayuda urgente, a veces retóricas: "una lagrima enciende 10 radios".
Al desfigurarse el sentido de la otredad, del reconocimiento social que debemos darnos mutuamente, del que el pensar en el otro nos hace humanos a los humanos y se apele al principio de justicia retributiva donde se da solo para recibir, se restringe desde cualquier punto de vista la libertad que aclama entre gritos un orden político que a través de la solidaridad fomente en verdad el desarrollo, la paz, la democracia y el respeto hacia todas las personas que vivimos en la tierra y mientras se preserve el asistencialismo mal entendido que solo acrecienta más la brecha de la desigualdad social y los niveles de miseria, queda aún abierta la discusión frente al papel social que deben cumplir los medios de comunicación frente a los problemas que enmarcan la colectividad que los circunda.
La asistencia social no debe humillar a las personas sino respetarlas, procurando que sus derechos fundamentales no sean vulnerados, haciéndoles entender que todo derecho conlleva a una responsabilidad y por ende la primera responsabilidad de todo ser humano es velar por su propio bienestar (Peralta, 2013) . La asistencia social debe propender a que los recursos motiven un desarrollo social sostenible, para alcanzar la inserción de la población vulnerable a la vida productiva con el objeto de contribuir a su desarrollo pleno e independiente.
Pese a no pretender revestir de características concluyentes, del análisis propuesto podemos resaltar que:
Los medios de comunicación mediante su ejercicio deben ahondar en la búsqueda de soluciones radicales a las problemáticas que surgen en el día a día producto de la extrema pobreza y de la descomposición social que aqueja nuestra comunidad y no convertirse en cómplices silentes que favorecen un asistencialismo mal concebido que alimenta el conformismo y la mendicidad.
Las ayudas canalizadas a través de las campañas sociales mediáticas deben revestirse de imparcialidad buscando el reconocimiento del ser humano por sí mismo focalizándose desde un punto de vista distributivo, sin buscar a través de ellas el beneficio del incremento de audiencia y de pauta publicitaria.
En el campo de la comunicación social, el concepto de otredad no significa sólo entender y comprender al otro sino como un ejercicio de práctica cotidiana de insertarse y actuar de acuerdo a los cánones o reglas culturales del grupo de referencia, produciendo desde esa perspectiva los mensajes que, en diferentes formas, llegarán a esa misma colectividad.
Las campañas sociales mediáticas no debe humillar a las personas sino respetarlas, procurando que sus derechos fundamentales no sean vulnerados y deben propender a que los recursos motiven un desarrollo social sostenible, para alcanzar la inserción de la población vulnerable a la vida productiva con el objeto de contribuir a su desarrollo pleno e independiente.
BIBLIOGRAFIA
Peralta, A. J. (17 de mayo de 2013). ASISTENCIALISMO ¿ES LA SOLUCIÓN? Obtenido de Panorama Cajamarquino: http://www.panoramacajamarquino.com/noticia/asistencialismo-es-la-solucion/
Vidales, G. C. (2010). Semiótica y Teoría de la Comunicación. Monterrey, México: CAEIP.
Wikipedia. (17 de Abril de 2014). Responsabilidad social de los medios. Obtenido de Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Responsabilidad_social_de_los_medios





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