Del Arte de la Guerra en Nicolás Maquiavelo

November 16, 2017 | Autor: Ysrrael Camero | Categoría: War Studies, History of Political Thought, Machiavelli, Ancient Weapons and Warfare, Maquiavelo
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Descripción

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Universitat Rovira i Virgili Master en Sociedades Históricas y Formas Políticas La guerra y la constitución de los poderes políticos medievales Profesora María Bonet Donato Estudiante: Ysrrael Alberto Camero Guevara 28 de marzo de 2012

Del Arte de la Guerra en Nicolás Maquiavelo El

pensamiento

de

Nicolás

Maquiavelo

inaugura,

para

muchos

historiadores de las ideas, el pensamiento político moderno, en la medida en que ejecuta un acercamiento realista de los mecanismos concretos del poder, de sus dinámicas internas, del hombre de poder y de la acción política desde una perspectiva pragmática y básicamente amoral. Asimismo su acercamiento a la política como un oficio de Estado lo incorpora también a esta perspectiva moderna que hace del Estado el sujeto político por excelencia, del cual derivarían todas las formas de legitimidad. La conceptualización de una idea de “estadista” u “hombre de Estado” cuya acción obedece a patrones de legitimidad distinta al resto de los hombres, la “razón de Estado” que se coloca por encima de cualquier otra distinción moral inaugura de ésta manera el pensamiento político moderno, así, modernidad y Estado se identifican desde sus orígenes y tienen en Maquiavelo su primer pensador. Efectivamente

la

construcción

del

Estado

moderno

implica

la

concentración progresiva de la violencia legítima hasta que ésta se constituye en un monopolio, siguiendo la clásica idea de Max Weber. El pensamiento sobre la política está imbricado con la reflexión sobre el ejercicio de la violencia, y ésta, en su grado superlativo y organizado colectivamente, es la guerra. Pero hemos de reflexionar primero sobre la vida y experiencia del autor, ubicándolo ciertamente en las circunstancias y contexto de su actuación. Nacido en Florencia en 1469 ingresará a la Cancillería florentina en 1498, luego de la caída de Savonarola, como Secretario, encontrándose al servicio de los magistrados encargados de la guerra y de los asuntos exteriores. Entre 1499 y 1512 Nicolás Maquiavelo prestó sus servicios en diversas legaciones en la península italiana, en Francia y en Alemania, lo que lo pondrá en contacto Ysrrael Camero – Del arte de la guerra en Nicolás Maquiavelo – 28/03/2012

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directo no solo con los hombres de poder sino con diversos temas militares y diplomáticos. Es importante señalar que, al servicio de la ciudad de Florencia, se encargó de contratar grupos mercenarios en 1499 y 1503, que entre 1506 y 1507 estuvo encargado de la leva de milicias, que en 1508 reclutó nuevas tropas y que entre 1510 y 1511 creó escuadrones de caballería e inspeccionó las fortificaciones de Pisa y Arezzo. Al reflexionar sobre su trayectoria vital previa a la redacción de su Arte de la Guerra salta a la vista que no nos encontramos en presencia de un pensador abstracto sino de un personaje vinculado efectivamente con el ejercicio práctico y concreto del poder. Las circunstancias de su actuación pública no podían ser más interesantes, Italia se encontraba dividida entre diversos reinos y repúblicas, siendo escenario recurrente de confrontación entre los poderes europeos. Las formas políticas en Europa occidental reflejaban una progresiva concentración del poder en manos de Príncipes y Reyes, lo que terminaría por constituir la semilla de los Estados Modernos, este proceso estaba profundamente conectado con un cambio importante en materia bélica y económica ya que las nacientes formas estatales requerían de nuevas finanzas para lograr sostener nuevas formas de enfrentamiento armado, así nos señala Tenenti: “En el transcurso del siglo XV y del XVI, de modo aún más acusado que anteriormente, las monarquías (igual que otros estados como Venecia, Florencia o Milán) se encontraron con funciones cada vez más pesadas, tanto en el plano militar como en el plano financiero. Las guerras eran cada vez más costosas, pero prácticamente no existían frenos para su continuo desarrollo.”1

Los cambios en el terreno militar a principios del siglo XVI eran importantes. Estamos viendo el progresivo resurgimiento de la infantería pesada, lo que implica un creciente uso de mayor cantidad de soldados en los ejércitos que se enfrentaban. La guerra feudal que dominó gran parte de la Edad media, con sus acciones de caballería en pequeña escala, de asedio y desgaste, va a ir dando paso a un enfrentamiento de mayores proporciones,

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Alberto Tenenti, La edad moderna siglos XVI-XVIII, p. 43. Ysrrael Camero – Del arte de la guerra en Nicolás Maquiavelo – 28/03/2012

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progresivamente protagonizado por la infantería y la artillería, transformando de similar manera a las fortificaciones, lo que Geoffrey Parker ha dado en llamar, para referirse al período que se inicia a partir de 1500, una Revolución Militar2. Siguiendo lo que dice Contamine, a mediados del siglo XV se incrementó la importancia de la infantería, aumentando el número de sus efectivos, pero también cambiando de forma “hacia 1500 varios países occidentales empleaban una infantería muy diferente de los peatones tradicionalmente conocidos durante toda la Edad Media. Ésta consistía en un agrupamiento de infantes, con alto grado de especialización y cualificación, dentro de unos cuerpos organizados tácticamente en profundidad. Estos cuerpos, precisamente a causa de su espesor, resistían mucho mejor los asaltos de la caballería, que se vio obligada, en consecuencia, a la adopción de nuevas formas de combate”3.

Italia era entonces el paisaje de los enfrentamientos periódicos entre las nacientes monarquías europeas, el Imperio y el Papado. La diplomacia y la guerra eran prácticas que afirmaban o disolvían los poderes, los que se encontraban sometidos a una gran inestabilidad. Al enfrentar éstos retos las ciudades estado italianas, una de las cuales era la Florencia de Maquiavelo, apelaron con frecuencia a tropas mercenarias para hacer la guerra, lo que llegó a representar muchas veces para los ciudadanos un peligro mayor que los mismos enemigos. En 1512 se derrumba el régimen republicano en Florencia, se restituyen los Medici y Nicolás Maquiavelo cae en desgracia. Es durante su período de exilio que redactará las tres obras que constituyen su acercamiento escrito a la política, primero, aquella por la que es famoso, El Príncipe, un breve tratado sobre el poder escrito desde esa perspectiva descarnadamente realista cuya sola lectura llevó a algunos a endilgarle a su autor un carácter monárquico o de defensor del absolutismo. En segundo lugar, sus Discursos sobre la primera Para Geoffrey Parker varias facetas tenía ésta Revolución Militar a principios de la Europa moderna, colocando el centro de su análisis en el impacto bélico del uso de la artillería: “Primero, el perfeccionamiento cualitativo y cuantitativo de la artillería en el siglo XV acabó por transformar el trazado de las fortificaciones. Segunda, el creciente predominio del proyectil en la batalla (…) produjo no sólo el declinar de la caballería en provecho de la infantería en la mayor parte de los ejércitos, sino también la aparición de nuevas disposiciones tácticas que aumentaban las posibilidades de hacer fuego”, Geoffrey Parker, La Revolución militar, p. 52. 3 Phillippe Contamine, La guerra en la Edad Media, pp. 174-175. 2

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década de Tito Livio, donde emerge un pensamiento más republicano, más comprometido y complejo, sin dejar de ser abiertamente realista. Finalmente, El arte de la guerra, publicado en 1521. Al corresponder éstas obras al trabajo de un exiliado están cargadas no sólo de sus experiencias con el poder sino también de sus necesidades y de la búsqueda de sustento, de mecenazgo y de alguna protección, como se hace evidente en las dedicatorias. El Principe fue compuesta en la segunda mitad de 1513, Los Discursos… son culminados en 1517 y entre 1519 y 1520 es redactado Del arte de la guerra. Es momento de reflexionar sobre la obra en sí; Del arte de la guerra pertenece a una antigua tradición de tratados militares, que puede remitirse a los antiguos tratados romanos de Vitruvio, Vegecio, Frontín, Tito Livio, entre otros, pero también al trabajo de clérigos como San Bernardo y Ramón Llull, de príncipes como Alfonso X y el infante don Juan Manuel durante la Edad Media. Poco antes de la aparición de la obra de Maquiavelo serán autores como Roberto Valturio y su De re militari libri XIII de 1472 y G. B. Della Valle en su Vallo, Libro continente appartenentie a Capitani de 1521, quienes explorarán el tema militar, bien sea como ejercicio de erudición histórica o como manual práctico 4, podemos mencionar también la obra de Antonio Cornazzano, Dell’arte militare de 1465, el tratado del napolitano Mario Galeota sobre las fortificaciones, datado en 1561 y Della disciplina militare de A. Adriano de 1566 como importantes obras militares de la época. Sobre la obra de El Arte de la Guerra señala Quentin Skinner: “Maquiavelo nunca fue un partidario tan vehemente de la libertad republicana como para sentirse inclinado a asociarse con alguna de las conspiraciones antimedíceas. Pero resulta claro que estaba profundamente influido por los contactos con Cosimo Rucellai y sus amigos. Un resultado de su participación en estas discusiones fue el tratado Arte de la guerra, publicado en 1521”5

La obra está constituida en siete libros, “redactada en forma de conversación mantenida en los Orti Oricellari”6, jardines famosos de la familia Datos tomados de Antonio Campillo, La fuerza de la razón. Guerra, Estado y ciencia en el Renacimiento, p. 40. 5 Quentin Skinner, Maquiavelo, p. 73. 6 Ídem. 4

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Rucellai, entre Cosme Rucellai, quien introduce el tema, y Fabricio Colonna, de Lombardía, quien había sido hombre de armas al servicio del rey católico, encontrándose presentes Zanobi Buondelmonti, Bautista de la Palla y Luis Alamanni. Sobre el Orti Oricellari comenta Rafael del Águila Tejerina: “era una especie de círculo de ciudadanos cultos en la tradición de la Academia platónica medicea, que gustaban de discutir sobre política, historia y literatura en los jardines de Bernardo Rucellai. Maquiavelo buscó refugio en su generosidad porque desde la pérdida de su posición como secretario de la República su situación económica era más bien precaria.”7

En la obra Fabricio Colonna defiende la virtud de la labor de las armas para asegurar el bienestar del Estado. De manera breve podemos presentar la obra de la siguiente manera, las grandes líneas son definidas en el primer libro, donde hace el autor una defensa del oficio militar desarrollado por milicias nacionales, teniendo a la infantería como nervio central de los ejércitos. En el libro segundo reflexiona sobre la manera de armar y entrenar un ejército, las levas y el reclutamiento del mismo, definiendo el número de efectivos y la relación que ha de existir entre la infantería, nervio del ejército, y la caballería. El Libro tercero está fundamentalmente dedicado a la formación de los ejércitos en batalla. En el Libro cuarto trata de las características de un buen general de los ejércitos, algunos estratagemas tácticos varios, de la preparación previa de los generales antes de enfrentar una batalla. En el Libro quinto reflexiona sobre las condiciones del ejército durante un ataque sobre un país enemigo. En el Libro sexto estudia cómo acampar el ejército, así como las penas, castigos y pagos de los soldados. El séptimo y último libro trata sobre las fortificaciones y hace algunas reflexiones finales. Constituye la obra no solo un tratado militar sino fundamentalmente un ensayo político, no sólo en lo que se refiere a sus impresiones sobre la división de los poderes en Italia sino por las implicaciones de sus reflexiones sobre el ejército, su apuesta por la milicia nacional rechazando el uso de tropas mercenarias.

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Rafael del Águila Tejerina, “Maquiavelo y la teoría política renacentista” p. 88. Ysrrael Camero – Del arte de la guerra en Nicolás Maquiavelo – 28/03/2012

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Hay varios ejes transversales que le dan ilación a la obra, uno de los cuales es, siguiendo la corriente dominante de muchos escritores renacentistas, la nostalgia por la Antigüedad clásica romana, que adquiere en esta obra un carácter fundamentalmente axiológico. No es sólo usar el ejemplo militar romano, sino que remite a una reivindicación de la actitud republicana de los romanos: “En honrar y premiar la virtud, no despreciar la pobreza, obligar a los ciudadanos a amarse unos a otros, y a no vivir divididos en bandos o partidos; preferir los asuntos públicos a los intereses privados, y en otras cosas semejantes que son compatibles con los actuales tiempos”8.

Ese afán de unidad de la comunidad, de reivindicar el amor por lo público, de elogiar la virtud republicana, lo que deja traslucir no sólo rasgos del pensamiento político de Maquiavelo, sino su lectura de la política renacentista italiana, dividida y enfrentada. La búsqueda de Roma es también la búsqueda de la unidad de los reinos y repúblicas italianas, lo que será un eje transversarl en el pensamiento del autor. Pero toca reflexionar sobre la lógica misma de la guerra. A lo largo del Medievo la reflexión sobre la guerra descansaba en un discurso moral, remitía a una justificación religiosa, incluso bíblica. Pero, desde la perspectiva de Maquiavelo la guerra es una necesidad inherente al ejercicio del poder. La legitimidad de la guerra no adquiere un carácter moral sino eminentemente político: “Cuanto se establece para el bien común de los hombres, cuanto se ordena para inspirar el temor y el respeto a Dios y a las leyes sería inútil si no existiera una fuerza pública destinada a hacerlo respetar, cuya fuerza, bien organizada, y a veces sin buena organización, mantiene las instituciones.”9

A pesar de remitir al respeto divino la justificación de la guerra adquiere un carácter práctico, la razón de Estado vuelve a hacerse presente, ya que sin la fuerza de las armas “el mejor régimen político y social se derrumba, como las

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Nicolás Maquiavelo, “El arte de la guerra”, Libro primero, p. 551. Nicolás Maquiavelo, “El arte de la guerra”, Prólogo, p. 543. Ysrrael Camero – Del arte de la guerra en Nicolás Maquiavelo – 28/03/2012

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habitaciones de un magnífico y regio palacio”10. A partir de ésta certeza la legitimidad en el ejercicio de la violencia separa muy bien el ejercicio público, legítimo, del ejercicio privado, condenado de manera tajante: “La guerra es un arte con el cual ningún hombre en ningún tiempo puede vivir, como particular, honradamente, correspondiendo ejercitarlo a las repúblicas y a los reinos. Ninguno de éstos, cuando está bien organizado, consiente a sus ciudadanos o súbditos guerrear por su cuenta, ni ningún hombre de bien ejerció el arte militar como oficio privado.”11

Este fragmento separa claramente las aguas, por un lado el ejercicio legítimo de la guerra corresponde a la autoridad de los reinos y las repúblicas, por el otro, la antigua guerra feudal, la guerra privada, es automáticamente colocada fuera de la esfera de la legitimidad. El poder militar del Rey en su reino es absoluto, al menos así lo expresa Maquiavelo al poner en boca de Fabricio lo siguiente “los que tienen buen régimen no dan poder absoluto al rey, sino en el mando de los ejércitos, único caso en que son precisas las determinaciones rápidas y la unidad de acción.”12 El oficio mismo de la guerra, a pesar de ser necesario para el mantenimiento del Estado y de sus instituciones, envilece al hombre que la ejerce de manera exclusiva, por lo que Maquiavelo rechaza la idea de crear un ejército que se encuentre en pie permanentemente. Ningún hombre bueno puede dedicar su vida al oficio de la guerra: “no se puede considerar un hombre bueno a quien se dedique a una profesión que exige, para serle constantemente útil, la rapiña, el fraude, la violencia y muchas condiciones que necesariamente le hacen malo. Los que tienen por oficio la guerra, grandes o pequeños, no pueden ser de otra manera, porque la paz les empobrece y arruina. De aquí la necesidad para ellos de impedir la paz o de adquirir en la guerra los recursos necesarios para vivir en épocas tranquilas. Ninguno de ambos propósitos lo abriga un hombre de bien; porque la necesidad de medios de vida en todo tiempo produce los robos, las violencias, los asesinatos que tales soldados ejecutan, lo mismo contra los enemigos que contra los amigos. Sus jefes por no querer la paz, procuran por todos los medios alargar las guerras, y si a pesar de ello la paz se ajusta, sucede con frecuencia que, privados de sus sueldos y Nicolás Maquiavelo, “El arte de la guerra”, Prólogo, pp. 543-544. Nicolás Maquiavelo, “El arte de la guerra”, Libro primero, p. 553. 12 Nicolás Maquiavelo, “El arte de la guerra”, Libro primero, p. 557. 10 11

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de su modo de vivir, descaradamente enarbolan bandera de aventureros y saquean sin piedad algunas provincias.”13

El discurso épico de la guerra caballeresca queda descarnadamente desnudo de cualquier legitimidad, convertido el ejercicio privado de la violencia en una búsqueda de botín y saqueos, de destrucción de la comunidad. El valor de la paz entonces es ensalzado en contra de los vicios vinculados con la guerra. Una de las dificultades que implicaba el mantenimiento de un ejército permanente era su sostenibilidad económica, aspecto sobre el que Maquiavelo reflexiona en repetidas ocasiones a lo largo de la obra. Como señala Contamine, desde principios del siglo XIV muchas monarquías europeas habían desarrollado ejércitos permanentes, pero solo aquellas que tenían capacidad económica para sostenerlos: “se puede dar por seguro que, en algunos territorios determinados, de extensión bastante grande, existían gentes de guerra permanentes, algunos elementos armados, que podían tanto contribuir al mantenimiento del orden interno como prender a ladrones y asesinos, ejecutar decisiones del poder y de la justicia y garantizar un mínimo de seguridad a todo el conjunto de lugares fortificados.”14

Esto no había sido posible en Italia, en cambio una alternativa al ejército permanente era el uso de tropas mercenarias, que era una práctica usual en la guerra de la época, sobre las ventajas de éstas tropas reflexiona García-Fitz, para quien éstas “permitían disponer de contingentes sin limitaciones espaciotemporales de servicio y para cualquier tipo de operación [y cuyo] pago garantizaba la reunión de guerreros bien entrenados y equipados”15. Tropas mercenarias fueron usadas recurrentemente por las ciudades-estado italianas, los condottieri fueron comandantes militares hábiles en su uso. Pero Maquiavelo veía en esto otro grave peligro para la estabilidad de los Estados: “Las naciones necesitan ejércitos y, cuando no los tienen propios, toman a sueldo los extranjeros, los cuales, mucho más pronto que los propios, perjudican al bien público, por corromperse más fácilmente, por estar más dispuestos a apoyar la ambición de un ciudadano

Nicolás Maquiavelo, “El arte de la guerra”, Libro primero, p. 566. Phillippe Contamine, La guerra en la Edad Media, p. 206. 15 Francisco García-Fitz, Ejército y actividades guerreras en la Edad Media, p. 22. 13

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poderoso y por ser materia a propósito cuando se trata de oprimir a hombres desarmados”16

Entonces, luego de reconocer que el sostenimiento de las instituciones requiere del uso de la violencia, del aparato armado y de su ejercicio regular, y de rechazar el oficio privado de la guerra, al militar profesional, y el uso de las tropas mercenarias, queda responder al interrogante fundamental, a quiénes corresponde ejercer el arte de la guerra, amparado bajo el poder de los reinos y las repúblicas. El rechazo al ejército permanente y a los mercenarios responde a dos causas evidentes para la época, en medio de la división interna las tropas mercenarias podían ser empleadas por alguno de los bandos urbanos en pugna para tomar el control de la ciudad o cambiar la suerte política de la República o del Reino, pero también, por otro lado, ambos tipos de tropas eran efectivamente caras de mantener económicamente. A partir de allí se desarrolla otra de las líneas centrales del pensamiento militar de Maquiavelo, que no se encentra de ninguna manera separado de sus preocupaciones políticas, sino que forma con ellas un continuo: la defensa de unas milicias nacionales bajo control de los príncipes o de las Repúblicas, que solo gocen de paga mientras se mantengan en campaña, que se construyan sobre la base de una leva general, con la preparación permanente de todos los ciudadanos: “en forma de milicia ciudadana (…) semejante a la de los antiguos, que organizaban la caballería con súbditos suyos, y, hecha la paz, enviaban a los soldados a sus casas, a ocuparse en sus oficios”17. Esto aplica a lo que considera el nervio del ejército, la infantería: “Debe, pues, el rey, si quiere vivir seguro, formar su infantería con hombres que en tiempo de guerra acudan de buen grado a pelear, y en el de paz con mayor gusto vuelvan a sus casas, lo cual sucederá siempre que fíen su subsistencia en otra clase de trabajo. Conviene, pues, que, al terminar la lucha, los grandes señores se dediquen a gobernar a sus vasallos, los gentiles hombres a cultivar sus propiedades, y los soldados a sus peculiares oficios, y que todos hagan voluntariamente la guerra para obtener la paz y no procuren turbar ésta por conseguir aquella.”18

Nicolás Maquiavelo, “El arte de la guerra”, Libro primero, p. 553-4. Nicolás Maquiavelo, “El arte de la guerra”, Libro primero, p. 560. 18 Nicolás Maquiavelo, “El arte de la guerra”, Libro primero, p. 558. 16 17

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También acá queda clara la visión que de la sociedad tenía Maquiavelo, la guerra no debe representar una alteración de la normalidad de las labores sociales, no ejecuta un trastorno en el ordenamiento, y, lo que es importante destacar, no corresponde a los “guerreros” un carácter específicamente separado del funcionamiento social, el hombre común es un soldado cuando se lo necesita, pero su oficio ha de ser otro. “…como los hombres buenos que no tienen la guerra por oficio tampoco quieren de ella más que los trabajos, los peligros, y la gloria, cuando su ambición de vencer está satisfecha, desean volver a su casa y dedicarse a sus habituales ocupaciones. Lo mismo que los capitanes hacían, según parece, los soldados, quienes, voluntariamente dejaban el servicio de las armas de suerte que, si no estaban en campaña, deseaban ir a ella, y, si estaban, ser licenciados.”19

La milicia nacional contribuye entonces efectivamente a la preservación de la paz. Incluso se encuentra Maquiavelo en contra del establecimiento de sueldos permanentes a los generales: “es una costumbre muy perniciosa, y que en una república bien organizada no deben darse, nombrando los generales entre sus ciudadanos en tiempos de guerra, y licenciándolos en el de paz, para que vuelvan a sus habituales ocupaciones”20.

Esto constituye un ataque directo a la práctica comúnmente empleada por muchas ciudades estado del norte de Italia, la contratación de condottieri y de tropas mercenarias para llevar a cabo la guerra. Sobre la defensa de la milicia ciudadana en Maquiavelo reflexiona también Quentin Skinner: “Todo el libro I está dedicado a vindicar «el método del ejército ciudadano» contra aquellos que habían dudado de su utilidad. Maquiavelo concede, naturalmente, que tales tropas están lejos de ser invencibles, pero insiste aún en su superioridad sobre cualquier tipo de fuerzas.”21

Eso implica que el reclutamiento de los soldados ha de hacerse de entre los mismos ciudadanos del reino: “la recluta para el reemplazo en un ejército ya organizado la haría de hombres de diez y siete años, y para un ejército que se forme de nuevo Nicolás Maquiavelo, “El arte de la guerra”, Libro primero, p. 560. Nicolás Maquiavelo, “El arte de la guerra”, Libro primero, p. 556. 21 Quentin Skinner, Maquiavelo, pp. 50-51. 19

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los elegiría desde los diez y siete a los cuarenta años, a fin de poder servirme de ellos inmediatamente.”22

El reclutamiento de la tropa no hará diferencia “en cuanto al valor real de los hombres, sino en cuanto a la utilidad que se puede obtener de ellos”, privilegiando a los campesinos, luego dándole un especial lugar a quienes ejerzan oficios que son útiles durante una campaña militar, herreros, carpinteros, herradores y canteros. Pasa luego a reflexionar sobre la elección de los miembros del ejército, ratificando la necesidad de escoger los efectivos de entre los naturales de su propio reino o república “la regla de fácil aplicación consiste en que las repúblicas o los reinos saquen los soldados de su propio país” 23, “y por virtud del mandato del príncipe”24. Agrega posteriormente que “no hay milicia más útil que la propia”25. El reclutamiento general debe hacerse, primero “por orden del príncipe”, segundo, adoptando “un término medio entre la violencia y la libertad”26. Los soldados de infantería han de ser seleccionados entre los habitantes de los campos, mientras que los caballeros han de ser elegidos en las ciudades. La caballería debe ser formada, siguiendo el ejemplo romano, a partir de los más ricos, otorgándole un sueldo para alimentar al caballo. A pesar de rechazar la idea de la formación de un ejército permanente el autor sostiene la necesidad de tener una milicia muy numerosa y preparada. Maquiavelo refleja claridad respecto a la transformación bélica que está sucediendo en la Europa de finales del siglo XV y principios del XVI, a pesar de no darle importancia a la artillería, si reflexiona sobre el contingente necesario para sostener al poder de un Príncipe: “De todas las instituciones humanas, las militares son las que más se prestan a restablecer las reglas antiguas, pero sólo por príncipes de Estados tan importantes que puedan poner sobre las armas quince o veinte mil jóvenes.”27

Nicolás Maquiavelo, “El arte de la guerra”, Libro primero, p. 568. Nicolás Maquiavelo, “El arte de la guerra”, Libro primero, p. 562. 24 Nicolás Maquiavelo, “El arte de la guerra”, Libro primero, p. 563. 25 Nicolás Maquiavelo, “El arte de la guerra”, Libro primero, p. 565. 26 Nicolás Maquiavelo, “El arte de la guerra”, Libro primero, p. 565. 27 Nicolás Maquiavelo, “El arte de la guerra”, Libro séptimo, p. 736. 22 23

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El entrenamiento de la tropa implica a todos los hombres de la comunidad: “Toda la juventud de mi Estado se acostumbraría a estos ejercicios; pero muy especialmente la parte de ella escogida para la guerra, dedicando a dicha ocupación los días de fiesta. Desearía también que aprendiesen a nadar, cosa muy útil, porque no siempre hay puentes o barcos en los ríos (…) También ordenaría, como los antiguos, ejercicios especiales para los hombres destinados a la caballería”28.

Es particularmente interesante la reflexión de Maquiavelo sobre el efecto que ha tenido la competencia bélica entre los poderes europeos, lo que coloca como origen de la presencia de grandes generales en el continente. Del siguiente fragmento se puede desprender una reflexión sobre las razones de la relativa superioridad bélica de Europa en el siglo XVI. “Sabéis que en Europa ha habido muchos militares famosos, pocos en África y menos en Asia. La causa de ello consiste en estas dos últimas partes del mundo sólo existieron una o dos grandes monarquías y pocas repúblicas, mientras en Europa ha habido alguno que otro reino y numerosas repúblicas. Los hombres llegan a ser excelentes y muestran sus preclaras dotes cuando los que gobiernan la nación a que pertenecen, sean repúblicas o reyes, les ponen en el caso de probarlas; por consiguiente, donde hay muchos soberanos, hay muchos grandes hombres, y donde aquéllos son pocos, éstos también.”29

En el Libro segundo Maquiavelo reflexiona de manera mucho más concreta sobre el armamento de los soldados, nuevamente toma como ejemplo las armas de los antiguos, especialmente de los romanos, describe el armamento y organización del ejército romano, divididos en infantería pesada e infantería ligera (vélites), haciendo un gran énfasis en la organización de las armas de la infantería, reflexionando sobre las condiciones que la hacían superior a la caballería. Más allá de la organización, a la que Maquiavelo dedica especial atención, la disciplina es el otro pilar sobre el que se sostiene el poder armado de los ejércitos milicanos.

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Nicolás Maquiavelo, “El arte de la guerra”, Libro segundo, p. 593. Nicolás Maquiavelo, “El arte de la guerra”, Libro segundo, p. 613. Ysrrael Camero – Del arte de la guerra en Nicolás Maquiavelo – 28/03/2012

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“No basta que la organización sea buena; es preciso, además, observarla con gran severidad, pues en ninguna circunstancia necesita el ejército mayor exactitud que en el cumplimiento de sus deberes. Las leyes que atañen a la seguridad del ejército deben ser, pues muy rigurosas y hacerlas cumplir estrictamente”30.

Los incumplimientos son castigados con especial severidad. Maquiavelo llega a usar el ejemplo del castigo empleado por la guardia suiza en contra de aquellos que ejecutan faltas graves, que son literalmente sometidos a una cacería por parte de sus compañeros. Pero así como se le otorga una gran importancia a los castigos también se señala la pertinencia de las recompensas y del justo pago. La sostenibilidad económica del ejército es un tema vital para Maquiavelo: “El primer cuidado del general debe ser la seguridad de castigar y pagar a sus soldados, pues cuando faltan las pagas falta la justificación del castigo. No se puede castigar al soldado a quien no se paga porque robe, si no se la da otro medio de mantenerse. Si al ejército se le paga y no se castigan en él las faltas de disciplina, el soldado llega a ser insolente, pierde el respeto a sus jefes, el general no puede hacerse obedecer, y entonces, por necesidad, nacen los tumultos y las discordias, que son la ruina del ejército”31.

En lo que se refiere a táctica y estrategia militar una de las principales críticas que caen sobre la obra de Maquiavelo se refiere a la poca atención que dedica al tema de la artillería, prefiriendo, siguiendo su nostalgia por la romanidad clásica, colocar el énfasis en la infantería. Antonio Campillo, al reflexionar sobre la distancia que existe entre los tratados medievales y este tratado renacentista señala que, incluso la misma concepción del uso del armamento está desprovista del contenido simbólico previo, para pasar a ser una reflexión esencialmente práctica, que se remite a la efectividad de las armas en la lucha. Es interesante señalar que el acercamiento que tiene a la caballería es igualmente práctico, desprendido de cualquier idea de trascendencia simbólica respecto a la figura del caballero. En conclusión, la obra El arte de la guerra es una expresión del pensamiento político-militar que señala la consecución del monopolio militar 30 31

Nicolás Maquiavelo, “El arte de la guerra”, Libro sexto, p. 697. Nicolás Maquiavelo, “El arte de la guerra”, Libro sexto, p. 707. Ysrrael Camero – Del arte de la guerra en Nicolás Maquiavelo – 28/03/2012

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por parte de los príncipes. En este sentido tiene claros elemento de la ruptura moderna, en primer lugar, su realismo político, que se evidencia en otras obras de Maquiavelo, en segundo lugar, al colocar en el Estado el eje fundamental de construcción de una legitimidad del uso de la violencia, ya que solo la guerra “pública” es aceptada como legítima, mientras que la violencia ejercida por privados, sin el apoyo y respaldo del Príncipe o de la República, constituye simplemente crimen y saqueo, y por ende, sometida a la eliminación, esto anuncia los pasos para la conformación del Estado moderno como monopolizador de la guerra.

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Bibliografía Fuente primaria Maquiavelo, Nicolás, “El Arte de la Guerra” en Obras políticas, Buenos Aires, Librería “El Ateneo” Editorial, segunda edición, 1965, pp. 541-743. Maquiavelo, Nicolás, Del Arte de la Guerra, Madrid, Editorial Tecnos, 1995. Obras generales Brion, Marcel, Maquiavelo, Barcelona, España, Ediciones B, 2005, 417pp. Campillo, Antonio, La fuerza de la razón. Guerra, Estado y ciencia en el Renacimiento, Murcia, Ediciones de la Universidad de Murcia, 2008, 342pp. Contamine, Phillippe, La guerra en la Edad Media, Barcelona, España, Editorial Crítica, 1984, 476pp. Del Águila Tejerina, Rafael, “Maquiavelo y la teoría política renacentista” en Historia de la Teoría política, volumen 2, Madrid, Alianza Editorial, 2002, pp. 71-175. García-Fitz, Ejércitos y actividades guerreras en la Edad Media, Arco Libros S.L. Garín, Eugenio (edición), El hombre del Renacimiento, Madrid, Alianza Editorial, 1990, 338pp. Hale, John, La civilización del Renacimiento en Europa, Barcelona, España, Editorial Crítica, 1996, 608pp. Parker, Geoffrey (ed.), Historia de la guerra, Madrid, Ediciones Akal, 2010, 544pp. Parker, Geoffrey, La Revolución militar. Innovación militar y apogeo de Occidente 1500-1800, Madrid, Alianza Editorial, 2002, 318pp. Skinner, Quentin, Maquiavelo, Madrid, Alianza Editorial, 2008, 139pp. Waley, Daniel, Las ciudades-república italianas, Madrid, Ediciones Guadarrama, 1969, 254pp.

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