Definir y gobernar ciudades para las personas

July 17, 2017 | Autor: Isabel Sierra | Categoría: Urbanismo, Politicas Publicas, Políticas de Salud y Salud Pública
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Descripción

DEFINIR Y GOBERNAR CIUDADES PARA LAS PERSONAS

Autora: Isabel Sierra, Doctora en Psicología Social, experta en políticas locales y de salud y bienestar social

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Índice

1. Un contexto de futuro para el bienestar de las personas

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2. Desde la proximidad

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3. "Ciudades sistémicas" Calidad de vida y equilibrio social

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4. Escenarios urbanos favorables. Innovar y desarrollar

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5. Mejorar la cantidad. Mejorar la calidad

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6. Nueva política urbana y gestión pública

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7. Bibliografía

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Resumen

El libro presenta conceptos clave para planificar la ciudad, de forma preferente, como un escenario para la vida de las personas, tanto desde el punto de vista de la salud y el desarrollo humano como desde el sociológico. Aborda temas como la visión global de la ciudad, la planificación compartida con otras áreas de conocimiento y los criterios para definir y gestionar la ciudad como un ecosistema, incluyendo sus estructuras y dinámicas internas, los elementos sociales y la visión de proximidad. Se abordan aspectos como la adaptación al cambio climático, la diversidad de la población, el equilibrio y la equidad, así como los estilos de gobierno necesarios para un proyecto integral de ciudad, tanto desde el punto de vista político como de gestión pública.

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1. Un contexto de futuro para el bienestar de las personas

Desde un punto de vista social, el concepto de "ciudad" incluye tanto los aspectos estructurales y las dinámicas relacionadas con los elementos físicos que lo componen (edificios, vías urbanas), como los facilitadores de la actividad humana (comercio, transporte, servicios) y, finalmente, el bienestar social y los aspectos relacionales que constituyen la vida, el "alma" del entorno físico. Sin entrar en priorizar ninguno de estos elementos, podemos pensar en lo que viene primero: las personas que viven en un mismo lugar y tienen necesidades comunes que generan propuestas de uso común o las condiciones geográficas, climáticas o de otra índole que influyen en la forma urbana de la ciudad?

Quizás vale la pena recordar que el origen de las ciudades, a lo largo de la historia, se ha debido a la necesidad humana de vivir en sociedad, y de instalarse en espacios físicos que fuesen adecuados desde el punto de vista del suministro de agua y un clima suave. Estos dos aspectos básicos fueron los principales determinantes del uso del suelo, además de su naturaleza orográfica y su disponibilidad para la construcción de vivienda. Un cuarto aspecto importante fue siempre también la seguridad objetiva y percibida que ofrece un lugar determinado, respecto a los peligros de ataques de animales, de otros pueblos vecinos e invasores. Desde este punto de vista, la planificación urbana siempre ha estado condicionada por las necesidades humanas y no a la inversa. A lo largo de los siglos, la creciente complejidad de las estructuras urbanas ha sido producto de una progresiva inversión de la balanza en esta relación de fuerzas, de manera desigual en el mundo. Las prioridades en el ámbito urbano y el refuerzo de su capacidad de producción económica han ido configurando las ciudades con formas y medidas no siempre relacionadas con los parámetros óptimos para la vida humana. Como señaló Scott (2008), los cambios en el enfoque de la planificación han estado vinculados a las etapas progresivas de desarrollo capitalista, con los consiguientes procesos asociados de desigualdad social, marginación y pobreza.

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Las tendencias de futuro indican claramente que las ciudades seguirán creciendo, tanto en los países que hoy son desarrollados como los que están en vía de crecimiento. Nuestro desafío global, en este aspecto, no sólo es ofrecer más servicios a más personas, sino también aprender de lo vivido en la sociedad occidental, y hacer un esfuerzo para mejorar la calidad de las condiciones de vida en la ciudad, así como definir y gestionar la reorganización de la población en áreas más equitativas. Las tendencias más recientes dirigen sus esfuerzos, por ejemplo, en mejorar las características de las viviendas y otros edificios en términos de ahorro de energía, ya que la evidencia de la falta de disponibilidad de los recursos energéticos en el futuro y la necesidad de sistemas de ahorro, ha puesto este tema sobre la mesa por encima de los demás. Por otro lado, también son relevantes los esfuerzos que se han dedicado a la investigación sobre los efectos de ciertas prácticas y tendencias, como es el caso de extrema densidad urbana (Indovina, 2007), la segmentación drástica (Webster-Glasze-Frantz, 2002), o la situación de infravivienda en barrios marginales (Davis, 2006).

Desde el punto de vista de la salud humana, asimismo, es importante hacer hincapié en los estudios internacionales promovidos por diferentes entidades en relación con los efectos del cambio climático en los territorios y las poblaciones que los habitan. El estudio más reciente de la Agencia Ambiental Europea (CEE), analiza el impacto de los diferentes fenómenos derivados del calentamiento global en los países europeos. Los ejes centrales de los impactos se refieren a las temperaturas extremas, el aumento o la disminución del agua, y su viabilidad para el consumo humano, la agricultura y la producción de alimentos, así como los riesgos de inundaciones e incendios en los bosques y ciudades, la destrucción de los espacios construidos y los desplazamientos de tierra, especialmente en las zonas costeras y montañas. Los desafíos para la planificación, la construcción y la regeneración urbana, en ese sentido, a los que se enfrentan cada vez más las nuevas realidades urbanas, son altamente relevantes para el futuro de nuestras ciudades, añadiendo además el efecto de imprevisibilidad, al no conocer todavía con precisión el tamaño exacto y el

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tiempo de ocurrencia de los fenómenos relacionados con el cambio climático en nuestro continente. En el estudio mencionado de la Agencia Europea del Medio Ambiente, puede verse el tipo de cambios que se espera en cinco grandes áreas de Europa y en particular en las zonas costeras y montañosas.

Climate change, impacts and vulnerability in Europe, 2012

A pesar de que el plano es bidimensional y se limita a un territorio concreto, así como se detalla sólo a gran escala, es fácil imaginar el impacto en la salud y el bienestar de la población que se concentra en los países más poblados y / o adyacentes a zonas de riesgo, así como el cambio sistémico en las condiciones de vida, de forma más o menos permanente. De este modo, podemos claramente prever los efectos climáticos a diferentes medidas de altitud, desde los techos más altos de Europa con su hábitat bioclimático y su correspondiente fauna, así como las necesidades específicas que puedan surgir en las ciudades

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y pueblos a diferente altitud, o el fenómeno de la migración, que impulsaría a la población de las ciudades costeras hacia el interior o hacia altitudes más elevadas. Podemos intuir que la reforma del hábitat humano sería masiva y continua, con los desafíos que esto significa para los dirigentes públicos, los promotores y proveedores de servicios e infraestructuras de transporte.

Desde este punto de vista, vemos pues que nos interesa disponer de los mecanismos de prevención necesarios que pueda aportar el diseño y el desarrollo urbano para evitar al máximo el riesgo de los fenómenos climáticos para la población que ocupa las ciudades y pueblos, antes de esperar que dichos fenómenos aparezcan, como ha ido ocurriendo en otros continentes.

Digamos que Europa es susceptible, hoy en día, y ya lo vamos observando, de fenómenos naturales a los que no estamos acostumbrados ni para los que las ciudades y pueblos tienen soluciones (barreras marítimas, previsión de desalojo masivo, espacios de protección en los edificios de viviendas o la vía pública, supervisión y prevención en los edificios, etc…)

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2. Desde la proximidad.

Desde un punto de vista que se sitúa en el otro extremo y también más cercano, que nos permite pasar de la perspectiva macro a aquello que es visible mientras se va caminando por la ciudad, observamos que la planificación urbana también va abordando cada vez más el paisaje, por ejemplo, como un elemento de la calidad de vida, de la estética y la funcionalidad del entorno construido y sus elementos. Gracias a la adopción de nuevas tecnologías y materiales, ahora se pueden conseguir tejidos transparentes o finos en la fachada de los edificios que ocupan la ciudad: diafragmas, armaduras, y pieles translúcidas, intangibles e interactivas, a través de las cuales pasa la luz, información, videos, imágenes, textos, etc. Las fachadas son cada vez más una epidermis que se extiende sobre todo el volumen arquitectónico, mientras que el interior permite comunicar nuevos significados además del uso previsto o, lo que es lo mismo, nuevas maneras de generar un diálogo con el exterior en contacto con la ciudad y también en su interior, en relación con sus habitantes y usuarios. La

transformación

de

los

nuevos

aspectos urbanos se ha ido convirtiendo, progresivamente, en un transmisor y receptor

de

comunicación,

comportamientos lo

que

facilita

y la

integración de los edificios en el paisaje urbano y la identidad de sus habitantes con el espacio común. Vemos así la distancia entre puntos de vista tan extremos, el global y el particular, que son a su vez objeto de la arquitectura, la ingeniería, la sociología…

Pero no sólo la estética y la funcionalidad han ido ganando terreno en los nuevos diseños urbanos, sino también la naturaleza “bio” de éstos, desde el

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momento en que se tienen en cuenta los “contenidos de la ciudad”, es decir, los seres vivos. Y esto nos lleva al punto de confluencia entre lo urbano y lo vital. Por mi parte, el estudio de los seres humanos y sus necesidades básicas, comunitarias y sociales, me lleva gradualmente a una mayor comprensión de los diferentes ambientes que terminan formando un hábitat específico, en el que los diferentes elementos se influyen entre sí, dando origen a micro fenómenos urbano-sociales, imposibles de reproducir o generalizar. En tanto que el peso de sus dinámicas, sus ritmos, sus protagonistas y su impacto en nuestra sociedad se miden con instrumentos aún muy diferentes (diversas epistemologías, culturas de la ciencia y lenguajes técnicos), nuestro reto está ahora no sólo en construir de nuevo un paradigma lógico multidisciplinar, sino incluso “supradisciplinar”, que permita la generación de nuevo conocimiento, genuino y no sólo acumulativo, que configure una nueva área de estudio, específica, mixta por naturaleza, poli-influenciada. Sólo los académicos y técnicos que se sustentan con seguridad en sus respectivos paradigmas pueden compartir con otras especialidades los espacios de coincidencia y también de disgresión que permitan generar un nuevo espacio de conocimiento en relación a la forma y la vida de las ciudades.

Sin embargo, no sólo son los estudiosos de lo urbano los que tienen ante sí retos de mejora, aunque pueden influir decididamente y ser agentes claves de cambio. También la propia sociedad, con sus hábitos de vida, consumo y organización social y los dirigentes sociales (civiles o políticos) tienen un papel relevante en el avance social.

En este presente que nos ha tocado vivir, en el que los retos de la supervivencia de los seres humanos pasan por diversos tipos de amenazas (la crisis financiera y económica, el modelo de producción, el clima y la naturaleza, la escasez de alimentos ...), por no hablar de los cambios sociales de las últimas décadas en relación con los modelos de convivencia, los valores sociales y la participación democrática y, de gran importancia, la visión de un proyecto de futuro, parece especialmente importante que la energía de los científicos y

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académicos, y esperemos que también de los políticos, converjan en movimientos de concentración y no de dispersión.

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3. "Ciudades sistémicas" Calidad de vida y equilibrio social

Si bien en el mundo aún no desarrollado el concepto de progreso urbano está todavía estrechamente vinculado a las condiciones del suelo, el clima y las características de sus habitantes, los estándares occidentales de calidad de vida vinculados principalmente a la educación, la salud y la capacidad financiera de la población empiezan e emerger como retos para una normalización de la globalidad en todas las ciudades. Los elementos que componen el concepto occidental de “Calidad de Vida”, no sólo se basan en la distribución y uso del espacio y el territorio, sino también en el nivel de desarrollo y autonomía de sus habitantes. Sin embargo, y en tanto que uno de los primeros requisitos para la urbanización de los espacios sin desarrollar es el abastecimiento de agua y su saneamiento, básico de la vida, la salud pública entra en juego para garantizar unos estándares que permitan la vida, factor que precisamente es, como hemos dicho, lo que determina la concentración de la población en un lugar concreto y la necesidad de la urbanización.

Después de más de dos siglos de los inicios de la salud pública, que generaron la necesidad de construcción de elementos urbanos para el transporte del agua y su saneamiento, el sector de la salud pública ha avanzado mucho. En los últimos años se han ido incorporando conceptos relacionados con la ecología humana, es decir, la influencia del medio físico en el bienestar humano, así como la importancia de las relaciones personales, el paisaje, los efectos del ruido, la temperatura y la percepción de un entorno seguro en el estado general de salud de los seres humanos. A partir de disciplinas como la biología, la medicina, la antropología, la psicología social, la geografía humana y otros, se ha ido formando una red de conocimientos que apuntan a un solo lugar: las condiciones ambientales, físicas y dinámicas en los entornos humanos son cruciales para la salud y calidad de vida de las personas.

La relación entre el espacio físico en el que vive la población y su salud se ha demostrado en diversos estudios, tanto desde el punto de vista del medio

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ambiente natural y/o artificial condicionada por la acción del hombre, como desde la perspectiva del diseño de las ciudades y el espacio urbano. Según el modelo Dalthgren (1991), aceptado por la comunidad científica y adaptada por Barton y Grant:

Profundizando en uno de los elementos del entorno, el hábitat, una visión sistémica de los seres humanos nos lleva a la consideración de éste, en primera instancia, tanto a nivel ambiental como físico. El análisis del entorno urbano en el que vive la gente y sus diferentes componentes nos genera la propuesta de diferenciar cuatro zonas urbanas que actúan como determinantes de la salud: las condiciones ambientales del hábitat, la condición física de la infraestructura y los edificios (viviendas y equipamientos), el diseño del espacio urbano que facilita o dificulta un estilo de vida saludable y, por último, las características de la vivienda y las condiciones de acceso.

Círculos inmediatos al hábitat físico, por otro lado, como la dinámica social, la disponibilidad de recursos financieros y oportunidades de empleo, el acceso a los servicios de salud y a otras necesidades de las personas (educación, nutrición, deporte, cultura...) son, según este paradigma, otros determinantes del bienestar social de las personas, aspectos que conforman los diversos elementos de la calidad de vida que afectan directa o indirectamente a los 11

habitantes de un territorio específico. Por lo tanto, la confluencia de estos dos ámbitos de la realidad en un área geográfica –sea una ciudad grande o pequeña, un pueblo, un barrio- configuran las variables necesarias, a nuestro entender, para medir y promover la calidad de la vida urbana.

Los últimos movimientos del urbanismo moderno, impulsados en parte por los grupos ecologistas, están favoreciendo la calidad conceptual y técnica de los planteamientos públicos y privados para trabajar hacia la calidad de vida en los barrios y ciudades. Las actuaciones a favor de los espacios verdes y zonas comunitarias, las características ecológicas de las infraestructuras y el transporte, en el diseño de las viviendas y el espacio público, así como la vinculación de los planes estratégicos urbanos con el desarrollo local, son ejemplos de una nueva forma de actuar que tiene en cuenta el bienestar personal, entornos a escala humana que facilitan la movilidad, la sostenibilidad, las relaciones interpersonales y la igualdad de oportunidades.

Una ciudad "sistémica", como un paso más allá, necesario desde mi punto de vista en estos momentos, se integraría desde el momento en que los gestores y políticos de la ciudad, tengan una visión global del continente y el contenido de la ciudad, de su estructura y dinámica, teniendo también en cuenta la dimensión del tiempo: pasado, presente y futuro. Para esta visión estratégica es fundamental que el "todo" este antes que "las partes", que serían las unidades operativas para el desarrollo del proyecto en general (departamentos de planificación urbanística, de cultura, de bienestar social, de salud, juventud, participación, etc...) Desde la administración local actual, con sus políticas fragmentadas y no siempre convergentes, la asignación de los recursos técnicos y económicos suele estar orientada a objetivos parciales y sectoriales. La visión de la ciudad como un todo se difumina y las relaciones internas, tanto paralelas como jerárquicas, a menudo hacen que sea difícil construir y desarrollar un proyecto común y compartido.

Sin embargo, la vida en la ciudad sigue siendo global. Cualquiera puede ver que la vida cotidiana en los barrios, las condiciones de vida de sus habitantes, las

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oportunidades de trabajo y estudio, la movilidad de los ciudadanos y las dinámicas de los diferentes grupos sociales, la producción económica, la identidad cultural de las actividades comunitarias, en las plazas públicas, los proyectos escolares o en la atención social para la tercera edad, se entremezclan y desarrollan en red, con intersecciones diversas e íntimamente relacionadas. En realidad, todo se mezcla y todo está interrelacionado. En qué sentido, entonces, podemos planificar y organizar la acción del sector público para preservar la personalidad máxima de cada ciudad, su dinámica y su estructura pero, a su vez, generar un conocimiento general que sustente futuras intervenciones?

Una visión sistémica que facilite una mayor eficacia en la gestión de la ciudad implicaría, por un lado, hacer una lectura de las relaciones causales entre las áreas de la vida en la ciudad, pero también identificar las dinámicas indirectas, es decir, las que se comportan de una forma circular y que, normalmente, son más desconocidas. La forma habitual de actuar en un ayuntamiento, por ejemplo, se basa más en la gestión y la realización de actividades que en la planificación previa, la previsión, la acción proactiva. La necesidad de disponer de espacios para la proyección hacia el futuro suele estar sujeta a calendarios y condicionantes específicos (políticos y económicos) y, en cualquier caso, se realizan más desde las partes (diferentes concejalías) que desde el todo (alcaldía). Un proyecto global de ciudad ni puede ser parcial ni tampoco pensado a corto plazo, de modo que requiere de un liderazgo decidido y un estilo de gobierno participativo y con capacidad constructiva, y una previsión de trayectoria suficientemente estable.

Desde esta perspectiva, la ciudad "concéntrica" se planifica y se concreta a partir de una dinámica circular, en la que los ciclos de planificación, ejecución y evaluación forman un círculo virtuoso que confiere racionalidad y eficiencia a las acciones públicas. La participación de los ciudadanos en este estilo de gobierno es relevante en todos los ámbitos y niveles de intervención, no sólo desde el urbanismo, por lo que la opinión pública pasa de ser una amenaza para el estamento político para convertirse en un espacio para la cooperación y

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el compromiso con un proyecto común de ciudad. Por otra parte, la ciudad "sistémica y global" permite una visión panorámica de las diferentes áreas de la vida de la ciudad, en ámbitos o temas específicos. El pensamiento en red y la cooperación permite un enfoque concéntrico, en el que las partes cooperan hacia el todo. A pesar de la dificultad de su aplicación en organizaciones públicas demasiado rígidas o fragmentadas, es cada vez más necesario este enfoque en el sector público, como garante de los derechos de los ciudadanos, en base a retos de transparencia y eficacia, a fin de resultar fiable, eficaz y valorado por la población.

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4. Escenarios urbanos favorables. Innovar y desarrollar.

En base a este eje de visión política y la eficiencia técnica, las esferas de la vida de la ciudad se organizan de acuerdo con las leyes, las instituciones, las políticas, con una conexión concreta con los otros niveles (estatal, europeo, internacional....) A partir de la complejidad para vertebrar estos aspectos con la vida y necesidades de la ciudadanía, pensamos si el gobierno local debería evolucionar para ser más un “facilitador” de las dinámicas y sinergias que se dan en su territorio, sin dejar necesariamente de actuar como proveedores de servicios a los ciudadanos. Esta función relacional del gobierno local permitiría la identificación rápida de nuevas necesidades de los ciudadanos, por un lado, pero también de los nuevos recursos de la comunidad, oportunidades de desarrollo e iniciativas cívicas y privadas beneficiosas para el proyecto de la ciudad. Esta transformación dinámica hacia una lógica más equitativa del poder público y la relación entre los ciudadanos y la entidad pública, puede llevar a mejorar las condiciones para la calidad de vida y el bienestar de la población de una ciudad, no sólo porque articula un vehículo de comunicación y confianza mutua, sino porque sitúa a la ciudadanía como sujeto activo y corresponsable, en aquellos aspectos que son importantes para todos:

- Una ciudad limpia y sostenible, adecuada para la vida y sin riesgo para la salud - Una ciudad que ofrece oportunidades para la diversidad de sus ciudadanos con el fin de construir su proyecto de vida. - Una ciudad que facilita, promueve y respalda las relaciones sociales en diversos ámbitos y niveles, conservando el espíritu público, la cooperación y la solidaridad. - Una ciudad que, respetando su identidad social y cultural, facilita el sentimiento de pertenencia, la integración de sus ciudadanos, y su relación saludable con la ciudad.

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Según mi experiencia de apoyo a las administraciones locales y su mejora continua, tanto para facilitar la calidad de las políticas sectoriales, como la intersección entre ellas para multiplicar sus efectos, creo imprescindible en estos momentos vincular la "estructura social constructiva" como parte activa de toda política urbana, en tanto que actúa como representante y socio del sector público en beneficio de un proyecto específico de ciudad.

1. Ciudad concéntrica, sistémica e integral. Se refiere a una visión específica de la ciudad en su conjunto, que puede distinguir diferentes aspectos, aunque sólo como aproximaciones parciales a una realidad compleja. La especialización, por lo tanto, debe ser vista como una reducción pragmática con fines operacionales para maximizar el conocimiento específico de cada especialidad, pero nunca como un mecanismo para simplificar la visión de una compleja realidad. La definición y el mantenimiento de los organigramas, flujos de

trabajo,

dinámicas

transversales,

formación

y

oportunidades

de

participación, ya sean internas o con la ayuda de consultores externos, son importantes para garantizar la visión estratégica y los objetivos alineados con el proyecto global de ciudad. 16

2. Relevancia y protagonismo de la población. Socialización y redes. La preservación del patrimonio histórico, cultural y simbólico de la ciudad no sólo genera un mayor sentido de la relevancia individual y colectiva de la población, sino que también facilita la conducta llamada "pro-social", aquella que, desde el sentido individual de "propiedad emocional" de los espacios, tiende a hacer que las personas se hagan cargo de ellos, de su conservación y mejora. En general, es un mecanismo que funciona bien como antídoto contra el comportamiento antisocial hacia el espacio urbano y sus elementos, así como para crear un escenario ideal para la convivencia y generar lazos sociales entre los habitantes de un espacio compartido. Según el tamaño del grupo y su idiosincrasia puede observarse mejor este fenómeno, que afecta a la calidad de las relaciones cotidianas, a la proximidad en el uso de los elementos del espacio público, la familiaridad con los objetos urbanos, y la interacción con las personas que conviven habitualmente en su vida diaria. En este escenario, si se conserva la empatía y la protección social, se crea un ambiente que fomenta las relaciones sociales, la generación de oportunidades para las actividades de interacción y de ocio, las culturales, sociales e incluso las de tipo laboral.

3. Oportunidades y proyectos de vida. Se necesita una visión integral para que la ciudad no sólo se defina desde posiciones estéticas, culturales y funcionales, sino también para que permita proporcionar oportunidades de desarrollo de proyectos de vida de las personas. La definición de las necesidades en materia de vivienda es un ejemplo de esta dimensión, desde el momento en que es un aspecto que debe adaptarse a la población de cada ciudad y pueblo. Las características arquitectónicas, los precios, los sistemas de acceso, las prioridades públicas, tipologías, entre otros, pueden ser aspectos definidos por parte de entidades públicas y privadas con el fin de facilitar la adaptación de la oferta y la demanda, así como para la consolidación de los asentamientos en la ciudad. En segundo lugar, las oportunidades de educación, atención a la salud, acceso a alimentos y otros bienes básicos, deben ser

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previstas y planificadas eficazmente a fin de crear condiciones de equilibrio en diferentes zonas de la ciudad, así como entre los diferentes grupos sociales. La tendencia natural a las desigualdades sociales en nuestra sociedad debe ser tenida en cuenta e identificadas antes de cualquier intervención, mediante mecanismos de observación y otras medidas específicas. En tercer lugar, es importante que el municipio, en esta necesidad de crear oportunidades, promueva las sinergias necesarias para la creación de empresas, de acuerdo a las características de su población, a fin de lograr todo el potencial de ocupación en su área de influencia. Las asociaciones con otros municipios y empresas de los alrededores, así como estrategias empresariales comunes son más necesarias ahora que en otros momentos en los que imperaba la competencia por encima de la cooperación.

4. Limpia y sostenible. La necesidad de incorporar la cultura de la higiene y salud local y la sostenibilidad es importante por pura supervivencia física y gestión eficiente, aunque ha tenido que ser puesta en relevancia por parte de las últimas tendencias ecologistas. La salud y la sostenibilidad son dos conceptos que se entrelazan en algunos puntos, pero no siempre se desarrollan por igual o con la misma intensidad o dirección. Mientras que la higiene en la ciudad, su aire, su agua, el medio ambiente físico, la legislación al respecto, es un hecho que parece darse por asumido en la mayoría de las ciudades occidentales, también es cierto que cada vez surgen nuevas amenazas en las zonas urbanas, en gran parte derivadas de la calidad del aire y sus agentes de riesgo (físicos y químicos), pero también originadas por la densidad de población, el deterioro de la vivienda y los barrios, el comportamiento incívico y violento o los fallos en el cumplimiento de normativa por parte de las empresas e industrias. La sostenibilidad como fenómeno político, a su vez, introduce un elemento de desarrollo económico y oportunidades de empleo, una vez identificados los estándares de desarrollo, en tanto que todas las ciudades occidentales -y las nuevas ciudades en desarrollo- tienen ya en cuenta los elementos de la sostenibilidad para su configuración.

Tanto en los ámbitos de la salud como de la ecología, por otro lado,

la

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innovación es esencial y requiere de un contexto adecuado, de apoyo público y privado. Sería necesario, en estos momentos, que estos dos aspectos vitales para la supervivencia y la calidad de vida en nuestras ciudades, configurasen escenarios de un eje de trabajo claramente definido y programado por las universidades, administraciones y agentes sociales para cooperar en la mejora de las condiciones de vida de las ciudades.

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5. Mejorar la cantidad. Mejorar la calidad

Podríamos estar de acuerdo en que la lógica de la construcción de ciudades, en los últimos decenios, se han basado en algunos casos en comportamientos técnicos y políticos que han "invadido" la ciudad con propuestas ajenas a su cultura, incluso incómodas desde el punto de vista de la opinión pública y centradas en el prestigio profesional y la satisfacción de la política de la opulencia o algunos intereses privados.

Desde el punto de vista ecológico, los retos presentes y futuros de las ciudades occidentales se relacionan más con la mejora cualitativa del entorno urbano y sus elementos que el incremento desordenado de los mismos. Algunas ideas:

1. El factor del tiempo en el espacio

La planificación urbana, el diseño de los espacios públicos y áreas de vivienda, por definición, se construye a partir del espacio físico, la disponibilidad de suelo, de acuerdo con sus características, y las propuestas de entornos políticos de ámbito regional o local o de intereses privados. El hecho de tener en cuenta, en este proceso, los factores temporales relacionados con la ciudad, el barrio o el área a desarrollar es, sin duda, esencial para definir el proyecto con éxito. La tradición histórica del lugar, qué acontecimientos han sucedido, cómo la gente se identifica con él, su idiosincrasia, lo que se espera que sea, qué utilidad esencial debe ser percibida, cómo se equilibra y adapta la oferta... De qué manera las mejoras pueden ser integradas en un paisaje urbano de forma que se permita su asimilación cultural por parte de la población, que se puede vivir su novedad, su especificidad como objeto nuevo, de forma no agresiva, que no interfiera en la visión del entorno, aunque claramente lo mejore? En definitiva, se dotan los urbanistas de mecanismos para conocer el “antes” y el “después” de su intervención, desde el punto de vista de la ciudadanía? Cómo analizar el impacto, cómo aprender de los errores, como generar conocimiento que busque la utilidad social: algunos elementos profesionales de mejora.

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2. Ciclos de vida

También desde una perspectiva temporal, la visión de la ciudad debe incluir la perspectiva de la población en su desarrollo vital. Como instrumento en el análisis previo a la planificación, por ejemplo, las proyecciones demográficas suelen ser herramientas que se basan en el modelo social tradicional y estable durante el siglo XX cuando, en realidad, la sociedad y el progreso colectivo ha evolucionado profundamente según estudios de ciencias como la sociología, demografía, psicología social, antropología, etc... Según la reciente complejidad del comportamiento social, es necesario tener en cuenta no sólo la visión geográfica y demográfica clásica, sino también las variables económicas, socioculturales y derivadas del ciclo de vida las personas (emancipación, construcción de familia, jubilación)

Desde este punto de vista, vemos que es necesario desarrollar un sistema de información sobre la población más preciso, más nítido y más amplio, que cuente con diversas áreas del conocimiento y una información de la realidad regional o local también evolutiva, es decir, que pueda predecir las necesidades específicas de los distintos grupos sociales, y segmentar periódicamente la información tanto por zonas geográficas y por colectivos. La introducción de indicadores sobre las condiciones de vida, la salud y el bienestar, las condiciones económicas de las familias y de los individuos, los movimientos de población en pequeña escala, entre otros, puede ayudar no sólo para hacer un primer diagnóstico más preciso, sino también para ser actualizado a partir de mediciones periódicas, más próximas a la realidad.

3. Plano, dimensión y detalle

Dada la complejidad para gestionar en la práctica un enfoque ecosistémico de las

ciudades,

se

hace

imprescindible,

como

hemos

mencionado

con

anterioridad, la “supravisión” profesional, para idear y proyectar el modelo, en cada caso y, simultanea y/o consecutivamente, el despliegue de cada disciplina

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en aquellas facetas que les son propias y sobre las que tiene competencia. Esto requiere un marco de gestión, jerárquicamente bien organizado y dirigido conforme a las fases de un proceso de creación de redes.

Si nos situamos en el ámbito local, como ejemplo de desarrollo de las políticas urbanas por excelencia, el liderazgo público es fundamental para un buen pronóstico en cualquier proyecto de mejora urbana.

Pero el “estilo de

gobierno”, como hemos mencionado anteriormente, puede ser introspectivo o abierto. El poder puede entenderse como un elemento de fuerza o de responsabilidad y la conexión con los ciudadanos puede plantearse como una oportunidad o como un inconveniente. No insistiremos en el tipo de líderes públicos que son necesarios, pero sí en una idea fundamental: lo privado y lo público deben confluir en un único punto de convergencia: el beneficio colectivo.

La creación de redes, desde la visión política entonces, es un objetivo socializador y estratégico, para el buen fin de los proyectos y para generar una corriente de confianza mutua y corresponsabilidad que beneficia a todas las partes. Las estrategias “win-win”, utilizadas en el ámbito de los negocios o la diplomacia, pueden ser ejemplo de buena práctica, aunque aconsejamos no acudir a soluciones demasiado sofisticadas si se pretende ser eficaz y próximo en el tipo de relación que se quiere establecer con agentes sociales y ciudadanía.

Pero los espacios de socialización y construcción conjunta, desde el punto de vista del poder público, el privado y el ciudadano, no son el único espacio a desarrollar. Una segunda red que debe tejerse y consolidarse es la profesional-directiva, es decir, aquella que conforman los responsables técnicos de departamentos municipales como: urbanismo, bienestar social, juventud, participación ciudadana, salud, cultura. Y aquí encontramos un entramado de dificultades pero también de oportunidades, no sólo en el tipo de lenguaje, prioridades de acción y métodos de intervención, sino también en cuanto a dimensiones de la acción planificadora y evaluativa, de la relación con

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el ciudadano, de gestión del tiempo y el espacio de trabajo. Diversidades importantes que hacen zozobrar a menudo cualquier intento de trabajo conjunto. Pero también oportunidades para conjugar lo mejor de cada área de conocimiento: la visión global del urbanista (el plano), los métodos de análisis de los profesionales de la atención a las personas (la dimensión), la potencia de las intervenciones sociales (el detalle), la generación de sentimiento de pertenencia de los acontecimientos culturales (el volumen), la dinámica entre educación y empleo (el tamaño), la disponibilidad de espacios abiertos para la vida saludable y la convivencia (el aéreo)….

A partir de nuestra experiencia en la construcción de equipos para el desarrollo urbano orientado hacia las personas, nos ha sido útil una estrategia que parte más de la especificidad de la situación a abordar que de la globalidad de los paradigmas teóricos y técnicos diversos. Siendo como es difícil ceder terreno para que otro se instale, el proceso de construcción colectiva de un proyecto de ciudad requiere, por un lado, una decisión firme y clara de cambio desde la dirección común (normalmente, la Alcaldía), una capacidad personal para la flexibilidad intelectual y la cooperación en equipo, y una voluntad constante en el desarrollo particularizado de las partes del proyecto.

Desde este punto de vista, la mejora de la calidad de nuestras ciudades y de la vida en ellas pasa claramente por una confluencia de energías y mensajes, los que provienen de la ciudadanía y la evolución de sus necesidades (y para ello hay que estar atentos), pero también los que emergen del propio proceso de madurez de las organizaciones públicas (con una cooperación mayor o menor de las privadas), que permita una gobernanza urbana más participada, más basada en la ciudadanía, más eficaz y transparente y, sobretodo, más adaptada a los retos del entorno, tanto presente como futuro.

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6. Nueva política urbana y gestión pública

En relación a la dinámica de la administración, en la que también se involucra cada vez más la dimensión política y también la ciudadana, nos interesaría destacar cuatro aspectos básicos que consideramos de gran importancia para garantizar una modernización suficiente en la gestión pública que no sólo ayude a mejorar su eficiencia, sino también a incrementar la transparencia hacia la ciudadanía y la participación activa de ésta. Estos cuatro aspectos, orientados en este escrito hacia el objetivo de que las ciudades estén diseñadas y gobernadas para las personas, son los sistemas de información, la participación, la planificación y la evaluación. Como elementos de gestión pública derivados de los componentes del modelo científico, resultan útiles y necesarios, a nuestro entender, no sólo para la organización de la acción y la valoración

de

resultados, sino también

para garantizar

democráticos elementales que sustentan toda acción política.

los

principios

Empezaremos

abordando el tema de la información previa necesaria para cualquier proceso de intervención pública.

El déficit de los ayuntamientos y administraciones regionales en cuanto a sistemas de información es conocido y bastante extendido en nuestro país. O bien se considera como un objeto de estudio y análisis de universidades y centros de investigación y no se vincula a las políticas locales, o bien no se conoce la forma de obtener o interpretar

los datos. En cualquier caso, los

planificadores que sí utilizan información estructurada previa al diseño de la intervención, lo hacen desde su área de trabajo y disciplina propia, con muy escaso intercambio con otras áreas municipales. En este contexto, la división entre las áreas de urbanismo, servicios generales y medio ambiente suele estar subsanada en la línea de la proyección, por necesidad técnica e imperativos legales.

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Por otra parte, las áreas de salud, bienestar social, juventud, género o personas mayores, gestionan servicios específicos para su población diana y, en el mejor de los casos, actúan de forma conjunta en poblaciones marginales y con dificultades sociales severas, en las que toda la familia está en situación de riesgo social, desahucios, malnutrición y otras necesidades sociales. La incidencia de estas áreas en la planificación urbana es muy escasa, no sólo por la dificultad en el lenguaje de ambas macro-áreas, sino también porque no suele tenerse una visión global de ciudad más allá del área de Alcaldía, porque la planificación y estudio previo no es una prioridad metodológica consolidada y porque algunas diferencias de contexto (políticas, estructurales, laborales...) hacen que no siempre sea fácil la conexión en ideas y acciones.

En estos momentos en que se han realizado tantos esfuerzos para identificar indicadores específicos para áreas concretas de la existencia humana y del planeta, consideramos esencial una lectura global de algunos de ellos, a fin de mejorar exponencialmente la comprensión de una realidad concreta, antes de planificar y diseñar cualquier intervención en la ciudad.

Los que más nos

interesan desde el punto de vista de la calidad de vida y la salud en la ciudad, en base a lo expuesto hasta ahora, se enmarcan en dos áreas fundamentales, aunque lo deseable sería que pudiese irse ampliando el ámbito de información, en tanto que se refiera a la vida de los seres humanos en las ciudades. Estas dos áreas serían las que nos describen la situación medioambiental y del entorno físico, por un lado, y las que se refieren a las condiciones de vida y bienestar social y de salud de las personas, por otro. Destacaremos propuestas ya realizadas que consideramos ilustrativas de este concepto. La primera está elaborada por la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona y la segunda es la que se propone desde el programa de la OMS “Ciudades Saludables”.

1. Indicadores de sostenibilidad urbana más directamente relacionados con la salud y bienestar humanos.

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Suelo, espacio y movilidad:

- Densidad de viviendas: Número de viviendas por hectárea - Espacio de estancia por habitante: superficie de espacio de estancia en relación al número total de habitantes - Calidad del aire: porcentaje de población y tramos de calle (en metros lineales) expuestos de diferentes niveles de inmisión de contaminantes PM10 y NO3 - Confort acústico: porcentaje de tramos de calle (en metros lineales) y población expuesta a un nivel sonoro inferior a dB(A) - Confort térmico: porcentaje de horas útiles diarias en las que una calle ofrece las condiciones adecuadas de confort térmico para una persona. - Accesibilidad del viario: grado de accesibilidad de las calles en función del ancho de las aceras (derecha e izquierda) y pendiente del tramo. - Espacio viario destinado a peatones: porcentaje de espacio viario destinado a los peatones en relación al ancho viario de la calle - Proporción de la calle: porcentaje de espacio viario según proporción h/d (altura media edificación/distancia media entre fachadas) - Percepción visual del volumen verde: porcentaje de volumen verde en relación al campo visual de una persona a nivel de calle. - Modo desplazamiento de población: proporción transporte público respecto privado. - Proximidad a redes de transporte alternativo al vehículo privado: porcentaje de población con cobertura a paradas de transporte público y red ciclista - Aparcamiento de bicicletas: porcentaje de población con cobertura de aparcamiento de bicicletas a menos de 100 metros. Reserva de espacio en la propia edificación. - Reserva de espacio para infraestructura de servicios: Consideración o no, en la memoria de ordenación urbanística, de una reserva de espacio para la ordenación de las redes de servicios en galerías de servicios. Complejidad:

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- Equilibrio entre la actividad y residencia: superficie no residencial (techo de comercio/terciario/productivo) en relación al número total de viviendas o en relación a la superficie total construida. - Proximidad a actividades comerciales de uso cotidiano: distancia en metros lineales a mercados y/o tiendas de alimentos, papelerías, objetos del hogar… - Actividades / equipamientos: distancia en metros lineales a centros de salud, de ocio-cultura y educación. - Espacio verde por habitante: superficie verde por habitante (metros cuadrados) - Proximidad simultánea a espacios verdes: porcentaje de población con cobertura simultánea a los distintos espacios verdes considerados en función de su superficie y distancia de acceso a pie. - Densidad de árboles por tramo de calle: número de árboles (arbolado viario) por metro lineal de tramo de calle - Cubiertas verdes: porcentaje de superficie de cubierta verde en relación al total de cubierta edificada y aprovechable del ámbito de ordenación.

Eficiencia

- Demanda energética de las viviendas: demanda energética residencial según su uso (calefacción, refrigeración, ACS, y usos eléctricos) y superficie construida útil de la vivienda. - Emisiones de CO2 equivalente: emisiones de CO2 derivadas del consumo energético por unidad de superficie construida (consumo térmico y eléctrico) - Demanda hídrica (por calidades y total): cantidad de agua consumida (total y por segmentos de consumo en libros por persona y día) - Recogida selectiva neta: porcentaje de captura de las cantidades netas, totales y por fracción, de residuos separados en origen por los generadores y aportados a los sistemas de recogida selectiva del municipio, respecto a la generación total y fracción. - Cierre del ciclo de la materia orgánica: porcentaje de materia orgánica que es generada y posteriormente absorbida a escala local o ámbito de estudio.

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- Producción local de alimentos: porcentaje de producción de alimentos básicos a escala local, respecto al consumo anual (kg/cápita) Cobertura de la demanda

Cohesión social

- Envejecimiento de la población: porcentaje de población mayor de 65 años respecto al total de la población del municipio o zona. - Dotación de vivienda protegida: porcentaje de vivienda protegida respecto al total. - Dotación de equipamientos básicos: adecuación cuantitativa de la dotación de equipamientos respecto a unos estándares óptimos. - Proximidad simultánea a equipamientos básicos: porcentaje de la población que se encuentra próxima a la vez a varios tipos de equipamiento.

A partir de estos indicadores, pueden configurarse análisis sobre realidades territoriales diversas, desde un barrio hasta un conjunto de municipios o una región, siempre que se mantenga la consistencia y validez de los datos.

2. Los Indicadores del Programa de Ciudades Saludables de la Organización Mundial de la Salud, ofrecen una visión lo más global posible de una ciudad, partiendo de las necesidades de salud, convivencia y cohesión social de las personas. Aunque no es exhaustiva, sí permite un abordaje amplio que pueda indicar en qué áreas de la planificación urbana es más necesario introducir mejoras.

Datos de población y sociodemográficos

Estructura de la población:

- Población total - Estructura de edad y sector de población, por quinquenios - Porcentaje de niños (0-1; 1-4; 5 a 14 años) - Porcentaje de gente mayor (más 65, más 75, más 85)

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- Tendencias históricas y proyecciones futuras de población - Origen étnico de los grupos mayoritarios

Educación: - Proporción de niños escolarizados a los 14, 16 y 18 años - Tasa de analfabetismo - Participación de adultos en programas de educación

Empleo: - Número de personas registradas en el paro, por edad y sexo - Nivel de oferta laboral en la ciudad: empresas e industrias

Ingresos: - Renta por cápita - Inseguridad y delincuencia

Participación cultural: - Disponibilidad de lugares de ocio (cines, deportes, museos...)

Estado de salud y percepción de salud

- Tasas de fertilidad y natalidad - Tasa de mortalidad - Tasas estandarizadas de mortalidad por causas de muerte - Tasa de muerte perinatal - Tasa de mortalidad materna - Tasa de Interrupciones voluntarias del embarazo - Años de vida perdidos, según esperanza de vida - Muertes evitables - Morbilidad - Uso de los servicios sanitarios (Selección causas de admisión hospitalaria según ICD y causas de visita en la atención primaria)

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Otros datos específicos de cada país o ciudad que puedan ser relevantes (ingresos agudos por causa de salud mental, datos socio sanitarios...)

En cuanto a la percepción de la salud por parte de la ciudadanía:

- Datos de Encuestas sobre estilos de vida: tabaco, alcohol, deporte, etc. - Datos de Encuestas sobre el propio estado de salud y las condiciones de vida.

Gestión del riesgo y condiciones del entorno físico

Gestión del riesgo:

- Calidad del Aire (media de partículas contaminantes (NOx, CO2, O3) - Morbilidad en hospitales por trastornos respiratorios - Calidad del agua: niveles de contaminación química y biológica - Incidencias o accidentes por contaminación del agua - Servicios de abastecimiento del agua: viviendas con agua potable asegurada - Ruido: medidas ruido ambiental e interior. - Sistemas de control del ruido puestos en marcha y resultados. - Niveles de radiación electromagnética - Número de plagas en los últimos dos años por roedores, insectos, etc - Calidad de la comida: monitorización de las inspecciones de seguridad alimentaria - Incidencias por intoxicaciones u otros problemas derivados de los alimentos en los dos últimos años.

Aspectos urbanos:

- Espacios abiertos: numero de espacios públicos abiertos por hectárea - Densidad de ocupación de la vivienda: número de personas por vivienda, por habitación, personas que comparten un baño, una cocina, viviendas unipersonales. - Condiciones físicas de la vivienda: acceso a agua caliente, lavabo, cocina y

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canalizaciones de agua adecuadas, accesibilidad...) - Sistema de transportes (público o privado) - Comunicaciones y conexiones informativas - Rehabilitación urbana: programas de reforma, desarrollo local y de barrios... - Sistema de planificación de la ciudad; coordinación con cultura, educación, salud...

Recursos disponibles

- Programas de ocupación y formación para la población - Presupuesto municipal para servicios sociales y de salud - Programas municipales para el desarrollo comunitario y la participación. - Dotación de servicios para la población: Sanidad: vacunas, cribado de cáncer de cuello de útero y cáncer, servicios de planificación familiar, servicios de salud mental Promoción: educación para la salud en escuelas, prevención sida, tabaco, alcohol y drogas, alimentación, ejercicio físico… Políticas de restricción de tabaco en lugares públicos. Autoridad sanitaria en casos de emergencias sanitarias y sociales

Estos dos planteamientos en el análisis de áreas de información que afectan de forma más o menos directa a la composición, dinámica y uso de las ciudades, nos llevan a la necesidad de profundizar en las metodologías de estudio de la realidad en éstas, no sólo para ampliar los ámbitos que afectan al bienestar humano, sino también para poder focalizar en áreas de diversa dimensión, según sea la unidad territorial sobre la que se quiere intervenir. Desde nuestro punto de vista, el análisis previo a la intervención, no sólo debería estudiar aspectos relacionados con el modelo de ciudad, características físicas del entorno y datos poblacionales, sino también las áreas que estudian las condiciones de vida que afectan al bienestar y salud humanas, y la prospectiva de los posibles efectos sobre ésta, mediante metodologías de análisis de impactos, del mismo modo que ya se realiza en el ámbito medioambiental.

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POBLACIÓN Demografia Situación económica Estructura social Percepción población

CONDICIONES DE VIDA Territorio y entorno físico Medio ambiente Movilidad accesible Vivienda

CIUDADES PARA LA SALUD Y CALIDAD DE VIDA

MODELO DE CIUDAD EFECTOS SOCIALES Y DE SALUD Estado de salud Integración social

Densidad y distribución Conexiones y desarrollo Sostenibilidad Equidad social

Elaboración propia, 2012

El segundo aspecto que hemos identificado como necesario para una mejor planificación urbana orientada hacia las personas es la participación, no sólo en relación a la ciudadanía, sino también a las entidades y grupos sociales de la ciudad.

La participación ciudadana forma parte de un determinado estilo de gobernar, más próximo y democrático. Un estilo que ha venido a denominarse, en los últimos años, como “gobernanza”, que se asocia a cinco principios básicos:

-

obertura,

-

participación

-

responsabilidad

-

eficacia

-

coherencia

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Fue la Comisión Europea la que, en 2001, publico el Libro Blanco sobre la Gobernanza Europea (Vignon, J.)

La necesidad de establecer sistemas de

gobierno horizontal, basado en intereses comunes y sin que impere una lógica jerarquizada fue probablemente el motivo principal de la Unión Europea para abordar esta cuestión. Sin embargo, la lógica y cultura que implica el concepto sugiere la necesidad de implantar este estilo de dirección en todos y cada uno de los niveles administrativos, así más cercanos también a los de la sociedad civil y sus entidades.

La idea de base es que la legitimidad de los gobiernos democráticos, más allá de las urnas, se fundamenta en la calidad de la interacción entre éstos y las organizaciones sociales, cívicas y empresariales, así como en la buena gestión de las relaciones entre los diferentes niveles de gobierno. Conceptos derivados como “gobierno multinivel” y “gobierno en red” ayudan a comprender aspectos más específicos de la cultura de la gobernanza, que describen las líneas de relación tanto a nivel vertical, como horizontal, en la consecución de objetivos comunes.

VARIABLES

MODELOS DE Burocrático

Función o dimensión estructurante de la

GOBERNACIÓN Gerencial

Gobernanza(relacional)

Provisión y gestión de Normativa legal

actividad del

infraestructuras y

Relacional

servicios

gobierno Tipo de gestión

Gestión por

Gestión empresarial

Gestión de redes

predominante

procedimientos

por productividad o

sociales o de intereses

resultados Principales valores

Legalidad de

Confianza,

de gobernación

autonomía de la

Economía, eficacia y

compromiso y

sociedad civil.

eficiencia

colaboración

Neutralidad Visión de la calidad

Fiabilidad y

Satisfacción del

Fiabilidad y

en el ejercicio del

confiabilidad de

cliente y usuario

confiabilidad de la

poder

los

organización de las

procedimientos

interdependencias

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Rol del ciudadano

Peticionario

Demandante pasivo:

Demandante activo:

administrativo

cliente o usuario

cooperador y corresponsable

Rol de las entidades y empresas

Reivindicativo

Reivindicativo y

Reivindicativo y

contratista externo

contratista externo corresponsable

Rol de los/as

Representante

políticos/as

electoral

Electo/gestor-a

Líder de la construcción social y organizador colectivo

Pascual, 2008

Algunos instrumentos que utiliza la gestión relacional están basados en las dinámicas interpersonales como modos de desarrollo de programas y proyectos, así como de creación de redes interinstitucionales que faciliten la sostenibilidad de las acciones. Algunos de los más utilizados en los últimos años, generados a partir de la confluencia de diferentes saberes, son la planificación estratégica, la negociación y mediación en la resolución de conflictos, las técnicas de gestión en red, la construcción de consenso, el coaching para un liderazgo proactivo, la dirección sistémica por objetivos y la participación a diferentes niveles, en la que nos detenemos ahora.

Uno de los campos de preferencia de la participación ciudadana es el del espacio público, especialmente en el ámbito urbano. El sentimiento de pertenencia a un territorio y un paisaje concretos, así como la vinculación personal y colectiva con su desarrollo y/o modificación, hacen que tanto adultos como niños/as vean en el entorno urbano una oportunidad para expresar sus deseos sobre la ciudad. Hemos visto en otro capítulo, cómo todo el mundo está implicado en la construcción de significados de los lugares. La identidad social se deriva fundamentalmente de la pertenencia a determinadas categorías, como por ejemplo grupos sociales (jóvenes, mujeres, etc.), categorías profesionales (albañil, profesora, etc.), o grupos étnicos, religiosos, etc. Pero el lugar donde se vive o se trabaja también conforma una identidad más o menos compartida. Pero la identidad de un lugar no es un elemento definido ni estático. Es más bien un elemento vago y dinámico; fruto de unos usos, una

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cultura, un clima... en constante transformación. El concepto de apropiación del espacio apareció en la escena científica a partir de una conferencia internacional organizada en 1976 por Perla Korosec-Serfaty. Para ella la apropiación es un proceso complejo. A través de la apropiación, la persona se hace a sí misma mediante las propias acciones en un marco territorial y espacial concreto.

En un proceso participativo, las personas pueden llegar a consensos sobre la representación de una identidad fuertemente asentada, histórica. Pero también están creando identidad futura, imprimiendo carácter. El espacio público, por otro lado, es considerado como un indicador de la calidad de vida urbana, evaluable por “la intensidad y la calidad de las relaciones sociales que facilita, por la fuerza con qué fomenta la mezcla de grupos y comportamientos y por la capacidad de estimular la identificación simbólica, la expresión y la integración culturales” (Borja y Muixí, 2001). Remesar (2003) distingue tres niveles de aproximación diferente; el de la decisión estratégica de ciudad; un segundo en el que se trabaja la trama intermedia, y un tercer nivel, el que más implica a la ciudadanía en general, el barrio.

Las capacidades de los electos para desarrollar un rol dinamizador de la participación y compromiso de la ciudadanía, dependen en gran parte de su visión del poder y de las relaciones que establece, una vez lo detenta, tanto con la población como con su partido político y sus compañeros/as de consistorio. El estilo de liderazgo ha de ser cada vez más relacional, habilitador de las capacidades de otros, integrador de intereses y opiniones. Sea cual sea su responsabilidad en el gobierno, local o regional, su perfil debería contemplar, si no todas, muchas de las siguientes características: 35



Tener y generar una visión social de su municipio/región y su futuro deseable.



Atraer e involucrar a todos los sectores de la ciudadanía y entidades públicas y privadas



Generar capital social



Actuar como mediador en conflictos entre agentes y sectores ciudadanos



Conseguir victorias rápidas, concretas, y que generen nuevos proyectos



Desarrollar una comunicación efectiva, clara y empática



Generar sinergias entre los diferentes ámbitos del poder local para favorecer la cooperación y corresponsabilización en las soluciones a los problemas

Nuestra propuesta, desde la perspectiva de la salud y el bienestar social en el ámbito urbano, se sitúa a tres niveles:

1. Hacer uso de la información objetiva de la que dispone la administración y otros agentes de la ciudad, como punto de partida del proceso de participación. De este modo, no sólo es más fácil identificar a los agentes clave o stakeholders que deben participar, sino también organiza un punto de partida más neutral, que no sólo cuenta con las opiniones “en bruto” de los participantes.

2. Identificar, desde la dirección de la administración (alcaldía, presidencia, etc.), cuáles son aquellos proyectos estratégicos de ciudad que deberían ser abordados, en cada mandato, de forma participativa y conjunta entre varias áreas municipales. Plantear, para cada uno de ellos, los agentes clave en la ciudad, en otras administraciones o entidades, de forma que el abordaje de cada problemática sea inclusivo y exhaustivo al mismo tiempo.

Definir,

asimismo, la priorización de la elaboración de los proyectos, el timing, los procedimientos de participación a utilizar y los recursos que serán necesarios.

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3. Constituir un equipo funcional de participación de las diferentes Regidurías o Departamentos implicados en cada proyecto estratégico, de forma que, además de su adscripción temática, tengan una funcional vinculada al objetivo de fomentar la participación ciudadana en las políticas más estratégicas de la ciudad. Asimismo, conseguir la consolidación de la cultura participativa, no sólo en el interior de la administración correspondiente, sino también entre las entidades y la ciudadanía, de modo que la metodología participativa se convierta en proceso natural en la cultura de la ciudad y vaya mejorando y consolidándose con el tiempo.

La capacidad de dirigir y conducir estos procesos es un factor muy importante para que la iniciativa sea exitosa. En los ámbitos del urbanismo y servicios asociados, especialmente, los intereses privados y públicos pueden no estar alineados, del mismo modo que pueden chocar, unos y otros, con los intereses de la población. La gestión de las sinergias negativas y positivas, así como las técnicas de negociación y consenso deben ser utilizadas, desde el sector público, en beneficio de la mayoría de la población, con una visión global de la ciudad que satisfaga las necesidades de su presente y de su futuro.

Sin

embargo, también es importante contar con agentes sociales, empresas, sindicatos, asociaciones, que puedan ofrecer otros puntos de vista, exponer claramente su posición al respecto del proyecto y, eventualmente, participar en la construcción o desarrollo de alguna de sus partes. Así, el patrocinio o la acción voluntaria por parte de entidades o personas pueden acabar siendo elementos sustanciales de un proyecto que, en su inicio, no contemplaba esos factores.

Después de presentar dos de los aspectos que consideramos relevantes en la planificación urbana, pasamos a describir algunos aspectos del propio proceso de la secuencia de la planificación estratégica en las ciudades, de forma que permita un abordaje integrado entre los aspectos propiamente de desarrollo urbano y aquellos vinculados a la calidad de vida de las personas.

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Una primera cuestión a abordar es la dimensión geográfica de la planificación, ya que las tendencias hacia la globalidad en las comunicaciones e interconexiones sobre pasan desde hace años a la unidad natural de planificación: la ciudad. Tanto la normativa como la técnica de la planificación urbana suele definirse en términos de ciudad, de demarcación municipal y, en nuestro país, esa dimensión es muy heterogénea, ya que existen grandes ciudades y áreas metropolitanas que incluyen más de tres millones de habitantes a pueblos rurales con menos de cincuenta. Esa diferencia extrema nos señala claramente la diversidad en métodos, procesos y protagonistas de la planificación y también queda clara la progresiva complejidad que este proceso tiene, según la dimensión de la población y la estructura municipal.

El informe "Población y Planeta" de The Royal Society de abril de 2012 señala que "de aquí al año 2050, los países en desarrollo construirán, cada cinco días, lo que equivale a una ciudad de un millón de personas". Este crecimiento exagerado, si es que finalmente se produce, generaría importantes retos para la organización y el funcionamiento de las ciudades: crecimiento urbano, dotación de todo tipo de equipamientos (saneamiento, salud, educación, cultura, ocio,....), vivienda, movilidad, etc., así como aumentaría la complejidad tanto en la planificación como en la gestión de las dinámicas de la ciudad. Hay

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que tener en cuenta, asimismo, que a esta complejidad hay que añadir los nuevos fenómenos de comunicación y conexión de las personas, a través de tecnologías de la información, redes informales y sociales, así como plataformas orientadas a unos fines específicos, territoriales o temáticos. Estos aspectos, propios de la sociedad actual y que irán aumentando su presencia e importancia, hacen que las fronteras, no sólo de la ciudad, sino también de las áreas metropolitanas se desdibujen en la dinámica ordinaria y emerjan fenómenos sociales alrededor del ámbito urbano que van más allá de la gestión municipal y sus posibilidades de acción.

Estos cambios también van afectando a la orientación de las políticas que actúan de forma interrelacionada en procesos de regeneración e impulso de las ciudades u otras áreas urbanas, y también han sido posibles o han ido forzando, no sabemos bien cuál es el inicio o la consecuencia, un estilo de gobierno y gestión pública diferente al tradicional, más centrado en los resultados que en las estructuras organizativas, más abierto a la innovación técnica y organizativa.

Desde este punto de vista, existen dos elementos

fundamentales que han ido cambiando lentamente las bases de la planificación estratégica y programática, aunque todavía requieren de más empuje y validación tanto desde el punto de vista político como técnico.

1. Un nuevo estilo de gobierno, que sitúe a la administración pública, no sólo como proveedor de servicios, sino también como agente de cambio de la ciudad, a partir de la conexión permanente con la población y la generación de estrategias horizontales para promover cambios y proyectos viables y sostenibles.

2.

La incorporación de las dinámicas de la evaluación e innovación en las

políticas públicas y en la gestión de las ciudades, también teniendo en cuenta las inercias, oportunidades y complicidades con el sector privado, universitario e investigador. La vinculación entre la “cultura del conocimiento”y la economía productiva asociada a éste, por un lado. El binomio educación y generación de oportunidades de empleo, vinculadas también a la vivienda. La conexión de

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ésta con el modelo de ciudad, de sostenibilidad, de entorno saludable.

La

promoción del entorno saludable relacionado con los espacios verdes, las políticas de transporte, las infraestructuras necesarias para éste, el estudio de la movilidad ciudadana y sus flujos. La interacción entre tecnologías y calidad de vida, en todos los escenarios de la ciudad, desde la movilidad y autonomía en las calles, hasta la domótica en las viviendas y la gestión de riesgos para la salud en éstas.

¿Qué nos interesa entonces destacar en cuanto a las características para afrontar este nuevo estilo de gobierno?

1. Medir lo que importa. Como hemos introducido en el apartado anterior, la información adecuada significa un buen punto de partida para obtener una imagen presente de la realidad y poder hacer estimaciones de futuro. Pero a menudo, las áreas objeto de análisis son obsoletas o, peor, responden a esquemas teóricos demasiado conservadores, lo que nos lleva a no cambiar nada, ni en la visión ni en la acción. Para evitarlo, es imprescindible hacerse las preguntas adecuadas, tal como hemos identificado antes: Qué áreas realmente afectan o pueden afectar al proyecto y sus objetivos? ¿Qué actividades y agentes vinculados al proyecto deberían ser estudiados? ¿Podremos obtener una información realmente verídica y coherente con los objetivos del proyecto? preguntas,



es

posible

construir

un

entramado

A partir de éstas de

información,

metodológicamente correcto, que se adapte a las características de cada proyecto.

2. Atreverse a ser diferente, a actuar de forma innovadora, no sólo para “maquillar” un cambio que sólo haga que mantener las opciones ya probadas, sino que se arriesgue definitivamente en soluciones nuevas, desde paradigmas diferentes y con estrategias innovadoras. Esto no significa lanzarse al vacío sin red, sino ser capaz de identificar aquellos puntos de anclaje que dan seguridad a la propuesta innovadora, generar alianzas que actúen de forma sostenida, y preparar sistemas de detección de dificultades durante el proceso de

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implementación, de forma que puedan ser corregidas y resueltas, con el aprendizaje experiencial que eso conlleva.

En el sector privado y en la

universidad la innovación suele ser un valor positivo que resulta definitivo para la supervivencia y, en el sector público, por el contrario, suele verse como una fuente de riesgo, frente al conservadurismo tradicional de “no mover pieza para que no haya problemas”. Un sector público moderno, que quiera trabajar de la mano del privado y de la ciudadanía, ha de poder avanzar a un ritmo adecuado pero, en cualquier caso, avanzar.

3. Ver el mundo y configurar el propio contexto. El posicionamiento que toda organización tiene en un entramado más amplio es importante para planificar de acuerdo a las tendencias y no al contrario. Las tendencias nos aportan fuerza y mayor velocidad en los cambios, de forma que es adecuado contar con ellas, a pesar de la especificidad de cada organización. Salir afuera para volver a dentro, periódicamente, es un buen ejercicio para mantener a la organización y sus proyectos en forma. La participación en eventos académicos y técnicos, la presentación a concursos, la cooperación con otras entidades para proyectos específicos y otras actividades pueden ayudar a la organización y sus diferentes elementos a estar ubicados correctamente y a participar de los movimientos más generales en su sector.

Compararse con otros iguales,

identificar mejores prácticas, los propios puntos fuertes y débiles, qué papel jugar en el contexto… son conceptos conocidos de sobra por el ámbito empresarial pero que, una vez bien adaptados, deben también guiar las decisiones y dinámicas del sector público.

4. Pensar a largo plazo y programar a corto plazo. La visión lejana es necesaria para planificar a futuro, aunque en cada caso, la dimensión y longitud de ese futuro puede ser diversa. Este es uno de los principales problemas de la planificación intersectorial, tanto a nivel municipal, como regional o superior. Los ciclos de cada política son diferentes, aunque tampoco se ha insistido bastante, a nuestro entender, para que sean más coincidentes. La planificación de servicios (sanitarios, educativos, de seguridad…) suele estar supeditada a la población que habita en un determinado lugar que, a su vez, depende de la

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oferta de vivienda que probablemente ha sido decidida desde las políticas urbanísticas, en base a decisiones más o menos fundamentadas. La subordinación, concordancia y calendarización de las políticas públicas representa un reto de futuro, a nuestro entender, si lo que se pretende es un abordaje global de las ciudades, mayor eficiencia de las actuaciones y mejores resultados evaluables en la calidad de vida de la población. Por otra parte, la metodología de la programación, vinculada a objetivos específicos a medio y corto plazo (entre años y meses), así como vinculados a los presupuestos anuales de una entidad pública (o privada) es imprescindible para hacer operativos, en tiempo y forma, los objetivos estratégicos. Sabemos que, en muchas ocasiones, la discordancia en estos factores puede inhabilitar la bondad de determinados proyectos, impedir que se realicen y especialmente, que resulten más costosos de lo que estaba previsto.

5. Trabajar con los líderes del presente, es decir aquellos que en el momento presente del proyecto tengan relevancia, los que ejerciten verdaderamente su influencia y su capacidad de organización o decisión. A menudo, resulta más fácil y menos comprometido vincular a los proyectos a personas, tanto internas de la organización, como externas, que en su día tuvieron relevancia y ascendente social pero que hoy en día no están en la misma posición. Suele ser difícil localizar estas discrepancias, no sólo por desconocimiento o mala información, sino también por el juego de fuerzas de poder que significa conocerlos. De esta forma, es importante conocer quienes señalan a los líderes, sus intereses al respecto y sus posibles beneficios ante un fracaso o retraso en la ejecución del proyecto.

Tanto en los aspectos de

participación ciudadana y técnica en la elaboración y puesta del marcha del proyecto, como en las fases de gestión y evaluación, podemos encontrarnos con obstáculos no previstos ni identificados derivados de esta “agenda oculta” de los líderes escogidos o bien, simplemente, ineficiencia de éstos por su escasa capacidad de influencia u operativa.

Por tanto, y de acuerdo a las tendencias dominantes en la planificación urbana y para orientarnos hacia todos estos criterios, ¿qué aspectos serían más

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relevantes para el planificador? A partir de las propuestas de la comunidad técnica nacional e internacional, creemos que los que tendrían más relevancia serían:

1. La ciudad compacta. La ciudad es un escenario para la vida humana que permite la comunicación, el contacto y la calidad de vida, de forma que su estructura y diseño deben orientarse hacia sus habitantes y sus necesidades cotidianas. Se compone a partir del urbanismo, pero no sólo, sino que éste ofrece un hábitat común para el desarrollo de diferentes políticas y servicios hacia el ciudadano/a. En este sentido, la dinámica y estructura, la forma de producir la ciudad, el paisaje urbano, la movilidad y las oportunidades que éste genera para el desarrollo económico son sólo aspectos parciales coadyuvantes a lo que es esencial para la ciudad, que es la interacción social y la oferta de oportunidades para todos/as.

2. Evolucionado a partir de ese concepto, basado en el aspecto físico de la ciudad, la irrupción de las tecnologías de la información, que va ampliándose desde lo privado hacia lo público, ofrece oportunidades para una mejora de los elementos de la ciudad, que puede facilitar la proximidad entre las personas, las empresas, las instituciones, sin fundamentarse exclusivamente en el espacio físico, sino también en el espacio virtual. Esta nueva oportunidad de diseño y adaptación de elementos de la ciudad y de la propia la ciudadanía, ha de prever en su desarrollo posibles dificultades de acceso por parte de sectores de población que podría generar nuevas fuentes de desigualdad social.

3. La planificación y el planeamiento, en sus distintos niveles, no es una tarea exclusiva de los arquitectos, sino que constituye un proceso colectivo, en el que técnicos de diferentes disciplinas vinculadas con el territorio y también con las personas, así como la población misma deben definir un modelo de ciudad y poner los elementos necesarios para hacerla realidad. La acción transversal o integrada, a nivel municipal, por un lado, así como la cooperación públicoprivada en la producción de la ciudad, han de sustentarse, a lo largo de todos los procesos derivados del planeamiento, en la opinión y consenso de la

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ciudadanía y, no sólo eso, sino también en su colaboración directa y compromiso. En definitiva, una ciudad de todos ha de ser configurada por todos.

4. La tarea planificadora debe ser recuperada en tanto que representa un elemento de racionalidad en las políticas urbanísticas, así como una visión a medio y largo plazo. Permite definir una hoja de ruta, prever presupuestos y generar alianzas estables, transparentes y orientadas al bien colectivo. Es, en si misma, un antídoto contra la tendencia a la urbanización basada en el beneficio privado, en el interés particular o las modas. Se consolida como política desde el momento en que está razonada, sustentada en prioridades y organizada en su acción. El momento actual en el que vive la política urbana, segmentada y, en el caso del urbanismo, salpicada por la especulación del suelo y la corrupción, requiere que se recuperen y mejoren los mecanismos de racionalidad técnica, de visión política y de construcción desde la ciudadanía.

5. Los mecanismos de planificación territorial deben mejorar su visión y gestión multinivel, de forma que las diferentes escalas del planeamiento sigan una secuencia lógica y configuren partes de un mismo proyecto global.

La

integración de políticas vinculadas al urbanismo, como el desarrollo económico, la preservación medioambiental y natural, las infraestructuras y los transportes, así como las características de la población y sus necesidades, requiere de liderazgos técnicos y políticos firmes y fundamentados, de forma que la previsión de futuros, con base territorial, pero con una mirada global, facilite el crecimiento general de las sociedades a las que se dirigen.

6.

La planificación urbana –no sólo urbanística- debería poner el énfasis no

sólo en los resultados, sino también en los procesos, tal como comenta Friedmann (2007). Los procesos no sólo instrumentos para conseguir un fin (el resultado) sino que son resultados en sí mismo, desde el momento en que generan redes de cooperación y confianza, facilitan sinergias de intereses y oportunidades entre las partes que los integran, ayudan a aprender sobre el objeto de trabajo y sobre los otros agentes implicados en éste y, en definitiva,

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van construyendo un terreno estable que puede ser abonado, si se cuida, por futuras iniciativas. La dimensión relacional del liderazgo, así, cobra cada vez más importancia para generar círculos virtuosos que faciliten procesos de crecimiento, construcción, aprendizaje y mejora, basados en la generación de buenas experiencias y centrados también, por qué no decirlo, en las habilidades concretas de las personas que los conforman. Si bien esta característica puede alejarnos de los estilos antiguos de planificación rígida y pensada desde un gabinete, ya probados como obsoletos, nos puede ofrecer la posibilidad de introducir la cultura de la planificación-evaluación de forma cotidiana en las organizaciones, así como construir instrumentos (planes, programas, proyectos, tareas) más flexibles, más adaptados a la realidad y más fácilmente evaluables.

7.

La evaluación continua y periódica.

Introducir este elemento en los

diferentes niveles de la acción implica una actitud de mejora continua. A pesar de que este concepto ha sido entendido tradicionalmente como un mecanismo de control, nuestra propuesta va en la línea de que se constituya como un sistema de aprendizaje continuo, individual, colectivo e institucional, que facilite la mejora continua. Aunque trataremos en próximo apartado este tema con más detalle, sólo apuntamos aquí la necesidad de que se diferencia claramente la evaluación de los procesos de calidad que se puedan aplicar a las organizaciones; aunque ambos instrumentos se conectan metodológicamente en algunos puntos y pueden complementarse en muchos aspectos, deben mantener sus objetivos diferenciados: uno más técnico y científico y el otro, más organizativo y orientado al producto. Pensamos que tanto en el campo del urbanismo como en el de la salud y las políticas sociales este abordaje es novedoso, especialmente si lo desarrollamos de forma conjunta.

Pasamos así a presentar el cuarto aspecto relevante para garantizar un estilo de gobierno

y

desarrollo

técnico

de

calidad.

Como

cualquier

elemento

metodológico, la evaluación se configura como un proceso y también emite unos resultados. En cuanto al proceso, podríamos decir que los pasos más frecuentes son:

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1. Determinación de las áreas que serán evaluadas ya durante el proceso de planificación 2. Diseño de los indicadores y sistemas para obtenerlos antes de la puesta en acción. 3. Definición de la estrategia de revisión, en momentos dados del proceso. 4. Recogida de información durante las intervenciones. 5. Revisión del progreso de las actuaciones, en base a las áreas y sus indicadores. 6. Identificación de elementos que influyen en el proceso y que pueden afectar a los resultados. Exploración los movimientos del entorno durante las actuaciones. 7. Primer análisis de resultados y procesos. Revisión del marco estratégico y reorientación. 8. Nuevos objetivos respecto al proceso de evaluación. Continuación recogida de datos. 9. Recopilación y análisis de los datos obtenidos en diferentes áreas de intervención. 10. Análisis global de las áreas evaluadas: resultados, procesos, impacto, plan en sí mismo.

A pesar de que la evaluación ha sido entendida tradicionalmente como un mecanismo de control, nuestra propuesta va en la línea de que se constituya como un sistema de aprendizaje continuo, individual, colectivo e institucional, que facilite la mejora continua en el máximo de niveles y ámbitos posibles. En nuestro caso, la planificación urbana saludable implica, como hemos visto, la conexión de diversos marcos conceptuales pero también de métodos de planificación diferentes por lo que, en primeros intentos o momentos iniciales, es imprescindible poner mucho énfasis en la evaluación para comprobar la bondad o no de planteamientos y técnicas.

Respecto al ámbito del urbanismo y otras políticas relacionadas con el territorio, en concreto, la Organización Mundial de la Salud (2012) describe un procedimiento común para el desarrollo de la estrategia de la Evaluación de

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Impactos sobre la Salud en el ámbito urbano. Se diferencian dos momentos clave en la aplicación del EIS, antes y después de la implementación de las políticas:

1) Acción previa para evitar los efectos en la salud desde el ámbito local: •

Análisis: establecimiento de la relevancia de los planes y actuaciones urbanas a nivel de salubridad y otros aspectos que afecten a la salud de la población.



Alcance: identificación de posibles problemas claves para la salud, según su dimensión y relevancia para los habitantes, estableciendo ámbitos y zonas.



Prevención del impacto posible: Predicción, importancia y formas de mitigación de los impactos, para cada una de los niveles de urbanismo.



Informes de conclusiones y recomendaciones para evitar los impactos negativos sobre la salud y fomentar los impactos favorecedores

de

ésta,

desde

criterios

saludables

del

urbanismo y la construcción de la ciudad. •

Vigilancia: Seguimiento y monitorización de los impactos reales sobre la salud de la población (análisis de estado de salud, exámenes periódicos de salud, a colectivos específicos, etc.)

2) Evaluación del impacto sobre la salud, de actuaciones urbanas ya desarrolladas. •

Zonificando y separando áreas urbanas, según usos del suelo



Analizando los efectos sobre la salud de los planes de desarrollo local



Revisando la evolución de la salud de la población según se modifiquen las políticas urbanas que afectan a la salud.

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Identificando las desigualdades en salud, según territorio y condiciones de vida.



Proponiendo nuevas orientaciones para la mejora de las acciones urbanas.

Para acabar con las características de la EIS, es importante resaltar que cualquier agente social, público o privado, puede impulsar un proceso de evaluación, siempre que tenga el compromiso de desarrollarlo en todas sus fases y facilitar la información necesaria o los mecanismos para conseguirla. En este sentido, las administraciones públicas, universidades, entidades privadas, o del tercer sector, entre otras, pueden iniciar un encargo específico a equipos especializados o formados en EIS, a fin de determinar los posibles impactos sobre la salud de cualquier actividad o programa de intervención.

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En este recorrido sobre los elementos que consideramos clave para afianzar el cambio reciente de orientación respecto a la planificación urbana pensada para las personas, vemos de utilidad la adopción de un paradigma epistemológico que comprenda y contenga el modelo de investigación y acción que proponemos. Si bien el paradigma sistémico es inspirador y suficiente para nuestra

orientación,

también

necesitamos

la

incorporación

de

nuevos

desarrollos, como es el caso de la teoría de la complejidad.

La evolución de la ciencia y la tecnología en los últimos 150 años ha sido tan intensa y rica que ha dirigido a cada una de las áreas de conocimiento hacia la especialización extrema. Si bien éste es un aspecto que demuestra el avance de las ciencias, también es un signo claro de dificultad en la comprensión de la realidad, cada vez más influenciada por variables múltiples, interrelacionadas y productoras de infinidad de realidades diversas y cambiantes.

El análisis desde la complejidad nos permite avanzar en la visión clara de las dimensiones de la realidad urbana, de forma que no sólo los continentes (estructuras urbanas) y los contenidos (personas) son los protagonistas del escenario, sino que la dimensión del tiempo, las dinámicas micro-sociales, la generación de culturas y subculturas y, finalmente, la necesidad de una relación sana e inteligente con el ambiente, toman forma con consistencia y convierten a la ciudad en un poliedro más que un plano, en un micro-universo conectado con su exterior, en el que los límites tanto físicos como simbólicos mantienen el equilibrio entre la propia identidad y la indiferenciación.

Tener en cuenta estas tendencias y ordenarlas de acuerdo a las necesidades humanas es objeto de nuestra atención, para lo que necesitamos claramente un nuevo ámbito de saber, una nueva esfera de colaboración científica y técnica, redes de conexión para un nuevo entorno de conocimiento.

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