Definiciones animalísticas para el Diccionario académico (sirena, unicornio, rocho)

May 23, 2017 | Autor: N. Salvador Miguel | Categoría: Lexicography, Medieval Bestiaries, Lexicografía española, Animales Exoticos, Bestiario Medieval
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N. Salvador Miguel

“Definiciones animalísticas para el Diccionario académico (sirena, unicornio, rocho)"

Este artículo se publicó en Estudios filológicos en homenaje a Eugenio de Bustos Tovar, Salamanca, 1992, II, pp. 843-846.

Definiciones animalísticas para el Diccionario académico (sirena, unicornio y rocho)

NICASIO SALVADOR MIGUEL

Las investigaciones que realizo, desde hace tiempo, sobre los bestiarios y, en general, sobre la tradición animalística en la literatura medieval', unidas a mi vieja afición por la lexicografíaz, amparada recientemente por alguna autoridad de nota3, me han llevado a descubrir errores e imprecisiones de carácter diverso en las definiciones que de algunas bestias proporciona el Diccionario académico. Así las cosas, y en cuanto considero deber de todo filólogo contribuir a la mejora del Diccionario, me permitirá pergeñar algunos comentarios sobre la cuestión, reducidos, en este caso, a la sirena, al unicornio y al rocho.

' Vid., por ahora, N. SALVADOR MIGUEL, «La tradición animalística en las Coplas de las calidades de las donas, de Pere Torrellas», El Crotalón, 2, 1985, pp. 215-224; id., «Animales fantásticos en La Celestina», en Diavoli e mostri in scena dal Medio Evo al Rinascimento, Viterbo, 1989, pp. 283-302; id., «Otros bueyes que matan perdices», Actas del III Congreso Internacional de la Asociación Hispánica de Literatura medieval, Salamanca (en prensa); «"De un ave llamada rocho". Para la historia literaria del ruj», en las Actas de An Inter‘ national Conference in Commemoration of the Death of Fernando de Rojas [2l—24 November l99l I, Purdue University ( en prensa ). 2 Vid. N. SALVADOR MIGUEI. «Consideraciones sobre la última edición de Lucas Fernández», Segismundo, VIII-2, 1972, pp. 9-24 (comentarios lexicográficos en pp. 18-22 ); id, «Dos problemas léxicos en el Libro de buen amor», Actas del I Congreso Internacional sobre el Arcipreste de Hita, Barcelona, l973, pp. |75¡84 (para el significado de comendo'n y lágrimas de Moyse’n); id., «Reflexiones sobre el episodio de Rachel y Vidas en el Cantar de Mio Cid», Revista de Filología Española, LIX, l977, pp. 183-224 (pp. l99-202, para la acepción de calzas); id., «"Mester de clerecía", marbete caracterizador de un género literario», Revista de Literatura, XLII-82, 1979, pp. 5-30, (pp. 24-27, para la acepción técnica de prosa en la Edad Media); id., «Unas glosas más al episodio de Rachel y Vidas en el Cantar de Mio Cid», Serra Philologica F. Lázmo Carreter, Madrid, l983, II, pp. 493-498 (sobre calzas en diversos textos, desde el Libro de Alexandre a La Celestina); y las copiosas notas que acompañan mi edición del Cancionero de Estu'ñiga, Madrid, 1987. El cuarto trabajo es ahora de más fácil acceso en Teoría de los géneros literarios, ed. M. A. GARRIDO GALLARDO. Madrid, l988, pp. 343-37], donde, según se indica, se reproduce «íntegramente. salvo la supresión de cinco lineas». No sé, Por tanto, de dónde infiere A . Deyermond que se trate de una «versión un poco abreviada», aserto que se lee en Edad Media . Primer Suplemento (tomo I de Historia y critica de la literatura española, ed. F. RICO). Madrid, ¡991, p. 107. Del artículo citado en tercer lugar (que se publicó también. con escasísimas variantes, en VIII Congreso de la Société Rencesvals, Pamplona, |98|, pp. 43l-449 ) puede leerse un breve extracto en Historia y critica... (pp. 82-87 ), si bien no recoge las páginas que ahora destaco. 3 Vid. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario histórico de la lengua española, Madn'd, l988, p. X.

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I. Por lo que respecta a la sirena, descartadas las acepciones segunda y tercera que no vienen a cuento, se lee en el Diccionario académico: sirena[...] Cualquiera de las ninfas marinas con busto de mujer y cuerpo de ave, que extraviaban a los navegantes atrayéndolos con la dulzura de su canto. Algunos artistas la representan impropiamente con medio cuerpo de mujer y el otro medio de ave o de peZ4 .

Tal definición, que parece remontar a la edición de 19145, sobre no recoger de entrada más que una de las modalidades con que casa la denominación de sirena, reducida en su parte superior al «busto» femenino, se vuelve todavía más confusa al agregar el segundo párrafo acerca de la impropiedad de sus representaciones. Pues, en una palabra, tanto los textos como la iconografía testimonian la existencia de dos tradiciones principales sobre el mítico animal (mujer de cintura para arriba y pez o pájaro el resto del cuerpo), de las que la primera, cuya mención más antigua aparece en el Liber monstruorum, se convirtió en la más popular desde el segundo cuarto del siglo XII, hasta el punto de que, en el Bestiario de Oxford, pese a que sitúa la sirena entre las aves y se la describe como tal, el miniaturista la representa con una cola de pescadoó. Por otra parte, la calificación de las sirenas como «ninfas» tampoco parece apropiada, porque agrega la característica innecesaria de «deidades». En definitiva, la definición del vocablo debería quedar aproximadamente como sigue: sirena[...] Animal fabuloso, cuya representación literaria e iconogra’fica corresponde a una mujer de cintura para arriba y, según las tradiciones, a un pez o pájaro el resto del cuerpo. Entre las propiedades maravillosas que se le atribuyen, es proverbial la dulzura de su canto, con el que conseguía atraer a los marineros.

II. Por lo que atañe al unicomio, dejando aparte las acepciones tercera y cuarta que no hacen al caso, el Diccionario académico reza: unicomio[...] Animal fabuloso que fingieron los antiguos poetas, de figura de caballo y con un cuerno recto en mitad de la frente. // 2. rinoceronte.

Ciertamente, el Diccionario anota la posibilidad de emplear el termino unicornio para referirse al rinoceronte, una de las especies con que lo asimilaron los antiguos, pero lo expresa de un modo impreciso que tampoco aclara al ocuparse, bajo la voz correspondiente, del segundo. La definición del unicomio, así, se centra en lo que se predica en la primera acepción, con lo que no se tiene en cuenta que, durante la Antigüedad y el Medievo, tal nombre se aplicó a varios animales que, con base real o como producto de la imaginación, se limitaban a coincidir en la tenencia de un único cuerno.

4 Las citas del Diccionario de la lengua española dc lu RAE siguen la décimonovena edición (Madrid, 1970), si bien he comprobado que no existen cambios en las. posteriores. 5 Cf. M. DE SARALEGUI, «Escarceos filológicos», Boletín de la Real Academia Española, IX, ¡922, p. 694. Las páginas referidas a la sirena (pp. 691-698) confunden la cuestión. 6 Para una visión más amplia, con textos y bibliografía, vid. N. SALVADOR MIGUEL, «Animales fantásticos...», art. cit., pp. 293-295.

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En efecto, de los tratadistas clásicos y orientales, de la tradición derivada del griego v0toxóyog y los Physíologi latinos, de la literatura medieval en latín y romance (moralistas, enciclopedistas, autores de bestiarios tradicionales y amorosos, escritores de ficción) y de las representaciones iconográficas que se suceden desde el siglo IV se desprende que, bajo tal denominación, se englobaron distintas especies, con formas mutables, entre las que destacan el asno salvaje de la India, el rinoceronte, una especie de buey unicome y las variedades incluidas bajo el termino griego mono'keros (al menos, un animal con un cuerpo similar al cabrito; y otro, con cuerpo de caballo, cabeza de ciervo, pies de elefante y cola de jabalí, si bien este último presenta algunas diferencias según las descripciones). Entre bestias tan diversas, la figura del unicomio-caballo solo se impondrá en Occidente desde el siglo XV7. La definición del vocablo, en resumen, podría ser, más o menos, la que ahora

propongo: unicorniol...l Nombre aplicado a diversas bestias reales (rinoceronte) y con base real o fabulosa (asno de la India, una especie de buey unicome, un animal con cuerpo de cabrito o de caballo), coincidentes en la tenencia de un único cuerno y en la atribución de propiedades maravillosas. La descripción más extendida desde el siglo XV corresponde

a la figura del unicomio-caballo.

III. En cuanto al rocho, vocablo ignorado por los lexicogra’ficos de los siglos XVI y XVII y no incluido en el Diccionario de Autoridades, el Diccionario académico, donde entra la palabra en 1884, dictamina: rocho. (Del m. or. que ruc) m. Ave fabulosa a la cual se le atribuye desmesurado tamaño y extraordinaria fuerza. Y añade más tarde: ruc. (Del ar. rujj, nombre de un enorme pájaro fabuloso.) m. rocho, ave fabulosa. Esta definición exige varias precisiones, la primera de las cuales afecta a' la pintura del rocho como «ave fabulosa», ya que pasa por alto la existencia de un fundamento real en su descripción, pues se la ha identificado, a través de huevos y restos exhumados desde mediados del siglo XIX en las costas del sudoeste y en la extremidad noroeste de Madagascar, con un pájaro gigantesco de tres metros y pico de altura, cuyos huevos tienen una capacidad cercana a los diez litros. Esta especie, denominada aepyornis maximus, ha vivido hasta el siglo XVII o XVIII y, al menos hasta fines de la pasada centuria, su recuerdo se mantenía vivo entre las tribus malgaches de la isla8. Con todo, ninguno de los autores que tratan del ruj asegura haberlo visto, de modo que su diseño forma parte de los relatos tradicionales que daban cuenta de los mirabilia de Oriente, puesto que, entre los mismos, se podía incluir no solo lo fantástico y lo fabuloso sino también lo maravilloso real que fascinaba por ser distinto del mundo cotidiano.

7 Para la fundamentación bibliográfica y ejemplos concretos. cf. ibid., pp. 289-293. 8 Para una amplia documentación de todo lo que digo sobre el rocho. vid. N.SALVADOR MlGUEL.«"De un ave llamada rocho"...», art.cit. Al encontrarse el artículo en prensa, no puedo señalar páginas concretas.

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En segundo lugar, aunque es cierto que el rocho se distingue por su «desmesurado tamaño y extraordinaria fuerza», no cabe olvidar que 'todos los textos, amén de destacar otras peculiaridades en que no coinciden, concurren en situarlo en una extensión geográfica bastante determinada: la que va desde el mar de China al sur de Madagascar, pasando por la India, vale decir, la zona conocida durante la Edad Media como Oriente o Asia. Tal notawdebe agregarse, en consecuencia, a la definición del animal. En tercer término, nos enfrentamos con el problema de la etimología, porque, según el Diccionario académico, nos las habernos con una palabra proveniente del árabe, afirmación que corroboran J. Corominas y J. A. Pascual, para quienes estamos ante una alteración del ar[abe] rúh id.; parece tratarse de una transcripción culta roch de la palabra ara’biga, mal pronuciadag.

Sin embargo, a tenor de los datos de que disponemos, no me parece que tal etimología pueda aceptarse. Nos consta, en efecto, que Fernando de Rojas, quien no solo representa el más antiguo paradigma de conservación del término sino que es con seguridad casi absoluta el introductor del mismo en castellano, translitera el vocablo latino rochum que encuentra en su fuente (Petrarca, prefacio al libro II de su De remediis utriusque fortunae), convirtiéndolo en rocho, solución idéntica a la adoptada por Francisco de Madrid en su traducción petrarquista (Valladolid, 1510)“). En consecuencia, rocho, aun designando un ave de origen oriental, cuyo conocimiento en Occidente se expandió sobre todo a través de textos árabes, no penetró en castellano desde el árabe sino desdeel latín medieval, donde no siempre se empleó la denominación de Petrarca, pues Jourdain de Séverac, en el relato de su viaje al Lejano Oriente, iniciado hacia 1320, utiliza Roc. Un aspecto complementario atañe a la pronunciación de la palabra, tal como se ha recogido en los diccionarios modernos, porque me asalta la duda de si, para Rojas y Francisco de Madrid, el grupo -ch- no era tan solo una grafía culta con sonido velar [k], al igual que sucedía en la lengua latina de que parten y de acuerdo con lo que atestigua, a fines del siglo XVI, Juan de Aranda (Lugares comunes, Sevilla, 1595) cuando, al arreglar el texto de Rojas, escribe roco. En cualquier caso, esta forma tampoco se recoge en el Diccionario académico, en el cual desconozco si el significante ruc se basa en la autoridad de Feijoo, en uno de cuyos discursos así se encuentra. Parece necesario; de todos modos, que el Diccionario de entrada también al termino ruj que habitualmente emplean los especialistas en ar'abe para transliterar la palabra. Una definición, en suma, de esta bestia podría decir: rocho. (Del lat. med. rochum, adaptación del ár. rujj). Ave considerada fabulosa. aunque acaso se inspire en una real (aepyornis maximus), que se caracteriza por su desmesurado tamaño, enorme fuerza y localización geográfica en una zona que va del mar de China al sur de Madagascar.

9 J. COROMINAS-J. A. PASCUAL, Diccionario critico etimolo'gico castellano e hispánica, Madrid, V, 1983. p. 49 a. s. v.

'0 Vuelvo a insistir en que la documentación de cuanto escribo se hallará en el artículo recordado en nota 8.

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