¿Déficit o superávit atencional? … el impacto cotidiano de un paradigma

July 22, 2017 | Autor: Jaime Valdés | Categoría: Educación, Atención a la diversidad, Neurociencias, Déficit atencional
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Descripción

¿Déficit o superávit atencional? … el impacto cotidiano de un paradigma Jaime Valdés 11/enero/2007

En ocasiones, se vincula a ciertos colegios, como el caso del Colegio Altamira, con un tipo especial de educación para “niños con problemas de aprendizaje”, para diferenciarlo de la educación para “niños normales”, propia de la mayoría de los colegios que educan sólo en la homogeneidad. Un ejemplo particular del abordaje de estos “niños con problemas” es el de aquellos que han sido diagnosticados con el llamado “Sindrome de Déficit Atencional e Hiperactiviad” (SDAH). Niños y niñas que aparecen como desafiantes, oposicionistas o creadores de desorden. Y quienes viven, a menudo, situaciones de exclusión, estigmatización, baja autoestima, desmotivación o sobreprotección, pues se consideran incapaces, “tienen un déficit”. Así los identificamos: niños con déficit. Sus mismos profesores y profesoras se angustian por la sensación de fracaso o de impotencia, llegando a pedir la salida de sus aulas, porque son fuente de problemas. ¿Se dan cuenta la carga de este juicio? Desde la noción generativa del lenguaje, al hacer el juicio “este niño tiene déficit” o “yo tengo déficit”, estoy haciendo una atribución, me comporto como tal, genero esta realidad. Una caracterización que aparece como una verdad que me predispone. Dado que “tengo déficit” no puedo desarrollar tal o cual acción. Y como no la realizo, se confirma el juicio. Con este ejemplo quiero mostrar como operan los paradigmas instalados en el sentido común de las personas, en tanto patrones o modelos que afectan la observación y lo que se ve, a la manera de ciertas presuposiciones o creencias. En el caso del SDAH, se caracteriza a un alumno con un déficit, dando un diagnóstico médico-psicológico. O sea, se le atribuye la condición de una verdadera enfermedad, que debe tratarse desde lo farmacológico o desde el ámbito de los expertos fuera del espacio escolar. ¿Y la pedagogía? Sólo hace una labor primaria en detectar ciertas dificultades al aprendizaje. Pero hasta ahora no ha tenido respuestas sistemáticas, por lo menos en Chile, para trabajar con la diversidad y la complejidad. O recién empieza a tenerlas. Pero veamos qué ha pasado con la investigación reciente con este déficit en la atención. ¿Qué es la atención? Básicamente una estrategia de sobrevivencia de los organismos vivos para capturar determinados estímulos y bloquear otros. Todo el rato estamos abriendo y cerrando la atención, buscando integrar en un adecuado balance foco y entorno. “Pongan atención”, dice un profesor.

De acuerdo a reciente investigación científica, el doctor Francisco Aboitiz ha propuesto que el llamado “déficit atencional” es más bien “superávit atencional”. ¡Tal cual! Según él, existiría un marco atencional espacialmente más amplio en los niños con SDAH que en los normales. O sea, ¡su foco de atención es más grande!. Como en los conejos que tienen visión de 360°. Por eso estos niños son tan buenos para tareas de atención dividida, tareas donde deben estar atentos a más de un estímulo o tarea. El propio doctor Aboitiz propone la posibilidad de desarrollar con estos niños otras estrategias para cerrar el foco atencional, entrenándolos, por ejemplo, en técnicas de meditación y yoga, tal como lo ha realizado en su propio laboratorio. También, aprovechar el espacio de los video juegos. ¿O sea que estos niños son buenos para algo, no son incapaces y pueden ser efectivos en tareas complejas? ¿Entonces el déficit no es una enfermedad? ¿Eso quiere decir que podemos incluirlos con otros alumnos “normales” en el colegio? Definitivamente, sí. Entonces, dígale desde ahora mismo a su estudiante o a su hij@, qué su déficit no es tal, que es al revés, que tiene superávit atencional!! Para que vean la importancia de cambiar nuestros paradigmas. Para que vean como opera en la escuela el módelo del déficit. Para que vean cómo segregamos, no por mala intención sino por las presuposiciones de este observador cotidiano que somos. La tarea entonces es la de educar desde y para la diversidad (para ver un poderoso artículo del tema escrito por la Dra. Pilar Arnaíz, pinchen aquí). Asumiendo que las diferencias existen y son múltiples: de género, de tonalidades emocionales y anímicas, de expectativas en relación al futuro, de estilos cognoscitivos y de aprendizaje, de ideas y conocimientos previos, de intereses y motivaciones, etc.. Asumiendo el principio orientador que: todos y todas pueden aprender. La invitación es a comprometerse en trabajar para la inclusión, para superar las barreras que limitan el aprendizaje y la participación de todos nuestros estudiantes. Para que se desarrollen según su potencial.

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