Defensa Heroica del Puerto de Veracruz 1914

July 23, 2017 | Autor: E. Moreno Kegel | Categoría: Mexico History, Veracruz, Revolución Mexicana
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Descripción

DEFENSA HEROICA DEL PUERTO DE VERACRUZ
1914

Por: Enrique Moreno Kegel


ANTECEDENTES

Los asesinatos del presidente Francisco I. Madero y del vicepresidente José
María Pino Suárez, ocurridos en la Ciudad de México en febrero de 1913, y
la irregular toma de la presidencia de la República por parte del general
Victoriano Huerta, fueron eventos muy cercanos, cronológicamente, al
ascenso al poder del nuevo presidente de los Estados Unidos, Woodrow
Wilson, quien ocupó el cargo apenas diez días después, el 4 de marzo de
1913.

Asimismo la situación interna se agravaba porque también los grupos
revolucionarios, de acuerdo con el Plan de Guadalupe, desconocían a Huerta;
por las manifestaciones de oposición de la XXVI Legislatura del Congreso de
la Unión al grupo en el poder, las cuales culminaron, vergonzosamente, con
la clausura del Congreso en octubre de 1913 y el encarcelamiento de unos 90
diputados y, para rematar, por los efectos de la "espera vigilante", los
que dificultaban a Huerta la adquisición de armas, mientras que los
constitucionalistas, quienes operaban el norte del país, podían
conseguirlas en la frontera por medio del contrabando.

INCIDENTE DE TAMPICO.

El comandante del USS Dolphin, fondeado en el puerto de Tampico, acordó
recoger combustible de un almacén cercano al tenso puesto defensivo de
Puente Iturbide. Nueve marinos estadounidenses desembarcaron armados en un
bote ondeando la bandera estadounidense rumbo al almacén el 9 de
abril de 1914. La guarnición federal avistó la actividad y detuvo a los
marinos, ya que atracaron en uno de los muelles río arriba, por el Pánuco,
contraviniendo la prohibición de la Comandancia Militar a las embarcaciones
nacionales y extranjeras de navegar y desembarcar en esa zona. Ningún bando
hablaba el lenguaje del otro. Los soldados encañonaron con sus rifles a los
marinos y los escoltaron al cuartel cercano. Los marinos estadunidenses
fueron presentados ante el coronel Hinojosa por violación de las anteriores
disposiciones. Los marinos del Dolphin declararon que sólo querían
conseguir gasolina. Hinojosa comunicó los hechos al general Morelos
Zaragoza, quien ordenó se levantara un acta. Al momento de la redacción del
acta, el Gral. Morelos Zaragoza llamó al coronel Hinojosa diciendo que se
olvidara del acta y que pusiera a los estadounidenses en libertad, pues ya
habían llegado enérgicas protestas del Almirante Henry T. Mayo y del cónsul
de los Estados Unidos en Tampico. El Gral. Zaragoza se había comunicado a
la Ciudad de México con el entonces secretario de Guerra y Marina, el
Gral. Aureliano Blanquet, quien ordenó se ofrecieran disculpas por el
incidente a Mayo y al cónsul, haciéndoles entender sin embargo que el
motivo de la detención fue la violación a las disposiciones de la
Comandancia Militar.

La Comandancia Militar envió un documento explicando la situación, a lo que
rápidamente se dio una contestación del almirante Mayo. El almirante Mayo
exigió la libertad de sus marinos y que en desagravio las autoridades
mexicanas rindieran honores a la bandera de Estados Unidos, izándola en el
puerto de Tampico con 21 cañonazos de las baterías mexicanas, para lo cual
se fijó un plazo de 24 horas. Morelos Zaragoza dijo en su contestación que
estaría de acuerdo con rendir honores al pabellón extranjero, siempre y
cuando los barcos norteamericanos también dispararan 21 cañonazos cuando
fuera izada la bandera de México, a lo que no acepto el almirante Mayo.
Cumplido el plazo, el Gral. Zaragoza fue visitado por el comandante W.A.
Moffet, quien le entregó un sobre con un ultimátum al gobierno de México,
insistiendo en el izamiento de bandera y los cañonazos, otorgando ahora un
plazo de 12 horas.

En esas circunstancias, Wilson dio por hecho que no quedaba más que
arreglar el asunto por vía de las armas. La población de Veracruz se
inquietaba al observar las labores de exploración que las fuerzas
norteamericanas realizaban en el muelle, mientras las tropas federales,
comandadas por el general Gustavo Mass, iniciaban la retirada, y los
representantes de gobiernos extranjeros en el puerto prevenían a sus
connacionales de que algo iba a suceder. Lla noticia de que el barco alemán
Ipiranga estaba por llegar, cargado de armas y municiones para el gobierno
de Huerta, fue la gota que derramó el vaso.

Llegaron a Veracruz 44 barcos de guerra estadounidenses, los buques Utah,
Prairie, Texas, Montana, Dakota, Indianápolis, New York, Rochester,
Florida, entre otros, sin ningún comunicado ni declaración de guerra al
gobierno mexicano.

Completada la flota de invasión, el 20 de abril William W. Canada, que era
el cónsul de los Estados Unidos en Veracruz, se entrevistó con el
comandante militar del puerto de Veracruz, el Gral. Gustavo Maass,
informándole que por orden del comandante de la flota estadounidense, el
almirante Frank Friday Fletcher, la infantería de marina de su nación
realizaría un desembarco por la mañana del día siguiente, con el objetivo
de tomar los edificios de correos y de telégrafos, la aduana y la
estación de ferrocarril, así como algunas calles principales.

El Gral. Maass abandonó el puerto con la mayoría de sus tropas, dejando
sólo a pocos soldados con el objetivo de resguardar el equipo que se
encontraba en el cuartel militar, al mando del Coronel Albino Rodríguez
Cerrillos.

Sin embargo, al conocer lo que estaba sucediendo, la gente se movilizó y
pronto se alistaron voluntarios, alumnos de la Escuela Naval y hasta
algunos presidiarios para defender al puerto.

El ataque al puerto comenzó el 21 de abril de 1914, ocupando los edificios
más importantes. Las tropas del comandante militar de la plaza, el general
Gustavo Maass, se habían retirado del lugar por mandato del mismo Huerta. A
pesar de ello, se integró una defensa por noventa cadetes de la Escuela
Naval Militar, 100 soldados de 19º batallón y voluntarios civiles. No fue
hasta noviembre que las fuerzas constitucionalistas del general Heriberto
Jara recuperaron la ciudad.


En las primeras horas de la mañana del 21 de abril de 1914, el presidente
norteamericano Woodrow Wilson dio la orden de comenzar la acción en
Veracruz. Su secretario de Marina, Mr. Josephus Daniels, telegrafió las
órdenes al Almirante Henry P. Fletcher: "Apodérese de la Aduana. No permita
que los pertrechos de guerra sean entregados al gobierno de Huerta o a
cualquier otra facción."


Fue a las 11 de la mañana con 20 minutos del 21 de abril que los
estadounidenses, ocuparon el puerto de Veracruz pretextando que el Ejército
mexicano no saludó a la bandera de Estados Unidos en Tampico.

Los casi 90 cadetes y sus profesores en la Escuela Naval Militar del puerto
de Veracruz no defendieron solos la ciudad de los invasores estadounidenses
hace 100 años. En su mayoría fue el pueblo que, tomando las armas, durante
2 días combatió hasta agotar sus fuerzas, a los soldados norteamericanos.

Jóvenes y señoritas de veintitantos años, dueños de casas de empeño,
enfermeras, bomberos, carpinteros, empresarios y hasta los reos de la
cárcel de San Juan de Ulúa, lucharon, algunos hasta perder la vida, hace
100 años.

La invasión, sin embargo, no fue ninguna sorpresa para los habitantes del
puerto, pues debido a la situación interna que se vivía en el país asi como
la situación internacional, constantemente se encontraban buques de guerra
de Estados Unidos, Inglaterra y España fondeando el Golfo de México.

A pesar de la huída del ejército mexicano, surgieron los héroes anónimos y
la población tomó a su cargo la defensa de la ciudad, con el apoyo de los
cadetes de la ahora Heroica Escuela Naval Militar.



El periodista Justino Palomares, en su obra "La invasión Yanqui en 1914",
de 1940, consta los testimonios escritos de bomberos que participaron.
Aparecen Alejandro Sánchez "El Pelón", comerciante que regaló provisiones a
heridos, enfermeras y bomberos durante los primeros meses.
La monja Luz Nava, con alrededor de 25 años, se ocupó de asistir a los
heridos improvisando una habitación escolar para su resguardo, junto con
otras mujeres. El carpintero de condición humilde Andrés Montes, quien con
una sola arma fue a disparar contra los "gringos" pronunciando "tengo un
deber con la Patria y me llama".

"Hay un señor que tiene una casa de empeño, el señor Muslera, y saca todas
las armas y se las da a los civiles para que defiendan la ciudad, por
ponerte un ejemplo de cómo está la sociedad enardecida", explica Romero.

El historiador, sin embargo, resalta que también fue admirable lo que pasó
después de la lucha encarnizada. "Si bien estamos festejando el 21 y 22 de
abril, (…) hay que recordar que los norteamericanos estuvieron 7 meses, y
en esos 7 meses hay una desobediencia civil".

Es ahí donde entran los profesores y profesoras veracruzanas, resistiéndose
a dar clases bajo el mando de los estadounidenses. El notario Andrés Baca
Aguirre, anciano y con cataratas avanzadas, organiza a ciudadanos
acaudalados para proveer lo necesario para que los docentes den clases sin
cobrar.

No por ello debemos dejar en el olvido el carácter con que enfrentaron al
enemigo los soldados, los civiles y los jóvenes alumnos de la Escuela Naval
Militar, quienes, apenas recibieron las órdenes del capitán de fragata
Rafael Carreón, y del comodoro Manuel Azueta, se pusieron a la defensiva.
La primera baja entre los alumnos fue Virgilio Uribe, quien cayó muerto por
una bala que le dio justo en la frente mientras cargaba su arma. Más tarde,
el teniente José Azueta, que descansaba ese día, corrió a su cuartel, tomó
una ametralladora y se instaló en la esquina formada por las calles Esteban
Morales y Landero y Coss, desde donde descargó el arma contra los invasores
durante toda la tarde de ese día 21 de abril, causando bajas en el frente
enemigo; apenas se movió de su posición fue alcanzado por disparos en
brazos y piernas; trató de mantenerse firme en el frente pero, ya herido,
fue arrastrado para que pudiera recibir atención, en su agonía alcanzó a
decir "de los invasores no quiero ni la vida". Apenas sobrevivió unos días.

Todo el día 21 de abril fue de combate sin tregua, el 22 hubo choques
aislados. Hambrientos, sedientos y acosados, los mexicanos perdían fuerza y
eran cercados por el enemigo. El día 23 los norteamericanos tomaron
completamente la ciudad de Veracruz. En las semanas siguientes se
posesionaron de edificios públicos, cuarteles, escuelas, de todo. Su
presencia dominó la vida en el puerto durante siete meses. La lista de
heridos y muertos fue larga.

Mientras tanto, en busca de una solución al conflicto, los gobiernos de
México y Estados Unidos aceptaron la mediación diplomática de Argentina,
Brasil y Chile, conocida como ABC. Los delegados, reunidos en Niagara
Falls, firmaron el protocolo final el 1 de julio de 1914, el cual
satisfacía los deseos de Wilson de que Huerta dejara el poder. Estados
Unidos no solicitó indemnización, con lo que demostraba que, efectivamente,
nunca hubo una razón que justificara la invasión.

Carranza se negó a participar. Rechazó las condiciones que le ponían los
diplomáticos de que implementara un cese al fuego; mucho menos aceptaría
que se pusieran a discusión los asuntos internos de México.

La desocupación de la ciudad se llevó a cabo el 22 de noviembre de 1914.
Los norteamericanos se enfilaron a mar abierto a bordo de nueve
embarcaciones. En ese momento se rindieron honores a la bandera mexicana y
se entonó el Himno Nacional. Al día siguiente, a las 11 de la mañana, se
llevó a cabo una gran manifestación en la que participaron cientos de niños
y se desarrolló un acto patriótico encabezado por el general Cándido
Aguilar, gobernador del estado.
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