Debates de la intimidad: Imaginarios de violencia política y resistencia desde los baños de la Universidad Federico Villarreal

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Descripción

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Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Maestría en Antropología Social

Debates de la intimidad: Imaginarios de violencia política y resistencia desde los baños de la Universidad Federico Villarreal

Erick Alcántara Díaz

Ciudad Autónoma de Buenos Aires 2015

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Índice

Introducción

1. Despolitización de la universidad: Producción social de la indiferencia y la emergencia de la protesta clandestina………………………………………..Pág.6

2. Regreso a la democracia………………………………………………...….Pág.10

3. Espacios de miedo……………………………………………………………Pág.12

4. La represión como realidad ficticia………………………………………....Pág.13 5. Subversión discursiva desde el sanitario …………………………………...Pág.17

6. Conclusiones……………………………………………………………….....Pág.19 7. Bibliografía…………………………………………………………………...Pág.20

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Agradecimientos Quiero agradecer a las personas que han podido contribuir con los pequeños pero contundentes testimonios que sustentan este pequeño ensayo, por su fortaleza para decirlos y declararlos abiertamente. Así mismo agradecer a George Méndez por las críticas y los aportes a este escrito y a Alejandro Isla por las contribuciones críticas y bibliográficas.

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Introducción “Un fantasma recorre la Villarreal, es el fantasma del Aprismo” Dicha frase era muy frecuente entre un grupo de alumnos que estudiábamos en la Universidad Nacional Federico Villarreal por el año 2009 en la Ciudad de Lima-Perú, sin embargo era una frase irónica tomada del tan conocido Manifiesto del Partido Comunista de Karl Marx, pero que se re-pensaba desde el hecho de percibir críticamente un espacio universitario envuelto en la ideología del Partido APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana). Un fantasma que recorre los imaginarios, que se reproduce tanto en las mentes de quienes son parte de esta casa de estudios como de quienes no lo son1, y cómo ello implica ciertos aprovechamientos estratégicos para la dominación y control social dentro de la universidad por parte de las autoridades, así como una creación imaginaria de hegemonía, represión-violencia por parte de los alumnos, y su resultado más concreto que es la expresión anónima, marginal, clandestina y creativa de los estudiantes dentro del claustro universitario. El presente trabajo, está basado en mi propia experiencia y un pequeño trabajo de campo desarrollado durante mi estancia académica en la universidad el año 2009. Y está referida a algunas de las preocupaciones e interrogantes que me planteaba en aquella época acerca de las escrituras de corte político, poéticas, eróticas y denuncias de corrupción que estaban escritas de manera anónima en los baños, al muy estilo graffiti, y cómo esta forma de comunicación que irrumpe en un lugar no legitimado (Gandara, 2002: 35) está relacionada al derecho de libre expresión y al reconocimiento de grupos dentro del espacio universitario. En mi percepción como estudiante, según las opiniones de algunos dirigentes y estudiantes de aquella época, las formas de expresión se veían en cierta manera reprimidas por una fuerza aprista existente, que generaba de algún modo un miedo sobre los estudiantes; miedo a ser amedrentado, boicoteado, desaprobado, suspendido, expulsado y en algunos casos limitando y obstaculizando la gestión de sus respectivos grados académicos o alguna gestión administrativa, si es que lo expresado no era políticamente correcto (alineado al gobierno en ese entonces de Alan García), si las ideas estaban envueltas de cierto discurso de “izquierda”, si es que contradecían los preceptos ideológicos apristas, o si alguien se atrevía a denunciar a 1

Hay una construcción social de lo que significa ser un alumno de la UNFV, para el imaginario común de las personas haber estudiado en este recinto universitario es ser aprista, por fines de este estudio analizar esta cuestión queda pendiente para otro escrito.

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algún docente públicamente por corrupción. Es importante además, considerar que aquellas escrituras o graffiti elaborados en estos espacios siempre son el síntoma de algo, cuenta anónimamente la historia de un momento determinado y sobre algo, son contextuales, en palabras del periodista Guiem Alba: nadie sabe que artista las creó: son las pinturas rupestres que ilustran las paredes de la cueva con el relato de la realidad diaria (Alva, 2015: 01) En ese sentido por la distancia física y temporal desde aquellos días de estudiante y hoy como estudiante de postgrado fuera del país, y ante la inexistencia de análisis referidos al tema (quizá por miedo a alguna represalia), creo conveniente que es posible realizar un análisis con una mirada un tanto más objetiva y no tan pasional ni temerosa sobre el tema, como cuando uno es estudiante de pregrado. Por ello el objetivo de este pequeño escrito es reflexionar sobre cómo en este espacio universitario en particular, se desarrollan y reproducen relaciones e imaginarios de miedo y violencia, que configuran una cultura imaginada de terror o miedo, represión y violencia. De modo que se constituye como algo natural, con lo que se convive; y como ello sirve de justificación para la emergencia de un clima de conflicto y crítica permanente y silenciosa, que confluye en la emergencia de expresiones anónimas, clandestinas y creativas en determinadas zonas del espacio físico de la universidad. Es así que en los baños es donde se despliegan debates impersonales; además la emergencia de colectivos con creatividad cultural-política e independientes cuyo accionar es a veces clandestino (en aulas olvidadas, en mal estado y a veces en espacios externos como bares cercanos), ya que no se le permite el debate de ideas en el claustro universitario de manera abierta y legítima. Sin embargo es importante recalcar que esto no representa un hecho aislado y viene acompañado de cierto antecedente histórico que representa un hito importante en la historia democrática del Perú; la despolitización de las universidades en el periodo de la dictadura de Alberto Fujimori y la violencia política de ese entonces.

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1. Despolitización de la universidad: Producción social de la indiferencia y la emergencia de la protesta clandestina. En 1990 el gobierno autoritario de Alberto Fujimori en Perú, enfrentaba la peor crisis política y económica de su historia, con una hiperinflación que superaba el 3.398,6%, altos grados de violencia política por parte del estado y grupos subversivos como Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, por lo que el objetivo del estado en ese entonces no solo fue tratar de reactivar la economía para superar la crisis, si no establecer una política antisubversiva para “pacificar” y estabilizar el país. El panorama de la violencia política era muy complejo. En el ámbito universitario, los grupos subversivos se habían apoderado de algunas de estas instituciones por completo. El gobierno efectuó un plan de despolitización de las universidades. Se intervinieron en Lima, especialmente la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle “La Cantuta”, que en aquella época tenían una fuerte presencia de Sendero Luminoso, y otros partidos de tendencia comunista2. Sin embargo bajo la misma norma, otras universidades que representaban tendencias políticas opositoras al gobierno también fueron intervenidas. Durante la primera etapa se instalaron bases militares, por lo que hubo una militarización de la vida universitaria (CVR, 2003: 632) y en una segunda: se instauraron Comisiones Reorganizadoras (CORE) que durarían hasta el año 2000 al finalizar el licencioso gobierno de Alberto Fujimori. El informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR), nos refiere que la CORE tenía el objetivo de controlar políticamente a las universidades que empezaban a mostrarse críticas frente al régimen autoritario 3 . Se impuso el estado de excepción universitaria; se suspendió el estatuto; y las instancias de gobierno como el Consejo y la 2

El Informe de la CVR refiere que “cuando se inició el conflicto armado interno en el país en 1980, el sistema de universidades públicas se encontraba en un proceso de franca crisis económica y académica. En este sentido, recae sobre el Estado una alta cuota de responsabilidad, pues, precisamente en los años de acelerada ampliación de la cobertura educativa, abandona a las universidades no sólo en el plano presupuestal, sino también como espacio crucial de lucha ideológica y poder simbólico” (CVR, 2003: 608). En ese sentido este clima de crisis en la universidad habría generado que el alumnado adoptase con facilidad ideologías como las de Sendero Luminoso, entre otras. Así mismo de acuerdo al mismo Informe el PCP-SL no piensa la universidad como un espacio de confrontación militar, sino como un centro de agitación política, captación de militantes y eventualmente de refugio (CVR, 2003: 628). 3 Para el 5 de abril del año 1992, el gobierno dio un autogolpe disolviendo el Congreso de la República del Perú, implantándose como un gobierno autoritario.

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Asamblea Universitaria y las Federaciones Universitarias no son reconocidas por las nuevas autoridades (CVR, 2003: 636). Así mismo aquellas autoridades, dirigentes, docentes opositores al gobierno fueron perseguidos por esta comisión, y muchos de ellos se veían en la necesidad de renunciar, por otro lado las Comisiones Reorganizadoras (CORE en adelante) asumieron también casos de profesores corruptos y que habían cometido delitos contra la administración pública, cesándolos de sus cargos4. El caso de la Universidad Nacional Federico Villarreal era distinto; la universidad se fundó bajo el brazo de intelectuales apristas, por lo que tiene una larga tradición aprista5. Es así que grupos como Sendero o el MRTA tuvieron poca acogida, por no decir nula, dentro de este espacio universitario. Un ex decano de la universidad6: La intervención a la Universidad Federico Villarreal tuvo ante todo una motivación política… Sendero no se había introducido, en esta Casa de Estudios, aquí los profesores y estudiantes mantenían un doble combate: uno contra el golpe fujimorista. En esta lucha las manifestaciones callejeras y la resistencia urbana provenían en gran parte desde la movilización que se hacía desde la Villarreal. Esta actitud era incomoda al gobierno, por lo que debía paralizarla. Y el otro era una lucha interna, contra la corrupción y la calidad académica. G.P. Dr. en Historia Ex Decano de la Facultad de Humanidades Es así que el 30 de abril de 1992 y bajo el Decreto Ley N° 25463, se autoriza la intervención de la Universidad Nacional Federico Villarreal, con el pretexto de investigar aspectos de corrupción en procesos administrativos, de admisión, certificación y titulación. Quedando sin efecto la Asamblea Universitaria, y destituidos de sus cargos las autoridades de ese momento. Proceso que se prorrogaría hasta inicios del año 2000 con la caída del régimen fujimorista.

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Hay que tener en cuenta que el año 2002 tras el regreso a la democracia se promulga una decreto supremo de restitución de docentes cesados por cuestiones políticas y procesos irregulares durante la dictadura de Fujimori, muchos de los docentes cesados por delitos administrativos se apegaron a este decreto supremo reingresando a sus antiguas funciones, por el contrario muchos de los buenos docentes cesados por cuestiones políticas ya no regresaron porque encontraron en las universidades privadas mejores oportunidades laborales. 5 El APRA es uno de los partidos políticos más tradicionales del Perú, fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre en 1929 en México, representa uno de los partidos más antiguos y organizados que tiene el Perú hasta la actualidad. 6 Germán Peralta, ex Decano de la Facultad de Humanidades.

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“El argumento de la corrupción no es válido, porque también se cerró el congreso, y casi todos los organismos públicos estuvieron intervenidos y con comisiones. No había corrupción en todas las entidades públicas… además, luego, con las comisiones, la corrupción no fue eliminada al contrario, todas las normas fueron vulneradas; en la facultad de Ciencias Sociales por ejemplo, que en ese entonces también era la mía; la decana era licenciada, no tenía ni maestría ni doctorado y todo era así, se saltaron las normas del Estatuto Universitario… se nombró a gente que no tenía los grados necesarios, se ascendió a aquel que soboneaba más, todo fue a dedo” María Inés Valdivia. Mg. en Historia ex Alumna y Docente de la UNFV

Así mismo, las agrupaciones políticas universitarias prácticamente desaparecieron, se vivían ambientes tensos dentro de los espacios universitarios: “no podíamos reunirnos en el patio central porque inmediatamente venían los de seguridad y nos dispersaban, estaba prácticamente prohibido reunirse salvo que estés en el salón” Cesar ex estudiante de educación de la UNFV

En términos generales, hubo una neutralización de la actividad política de los alumnos y profesores en las universidades peruanas, prohibiéndose las reuniones y cualquier forma de organización dentro de los recintos universitarios. A esto se suma las constantes amenazas que recibían dirigentes estudiantiles, y el miedo que surgía en esos años frente a noticias como: la desaparición y muerte de alumnos de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle “La Cantuta”, alumnos secuestrados en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Universidad Nacional Federico Villarreal y también uno de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y un sin fin de hechos que marcaron el tono autoritario de la última dictadura peruana. En ese sentido, cualquier manifestación o expresión del estudiantado contra la imposición de las nuevas instituciones como la CORE y sus reglas, eran consideradas como un acto de terrorismo, aquellas personas que lo hicieran, podrían ser acusadas de senderistas7. Estas podrían ir presas, amedrentadas, torturadas o en el peor de los casos 7

Así nos indica los testimonios de Germán Peralta ex Decano de Humanidades.

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desaparecer. La expresión crítica contra el gobierno era sinónimo de subversión y terrorismo pero también de miedo y muerte. Hay que considerar que en contextos dictatoriales o autoritarios, y bajo la justificación de que el estado se encuentra en emergencia y reconstrucción, se establecen mecanismos de restricción de los derechos, así mismo la represión entendida como violencia es fundamental para el control social (Arendt, 2010: 32) en un contexto en el que prima anomia, como era el caso de Perú de ese entonces. Esta forma de violencia, que restringe el derecho de expresión y participación política, generó, en el caso peruano, múltiples reacciones, de las cuales identifiqué dos pertinentes para el presente punto. La primera relacionada a la producción de la indiferencia y miedo, y la otra a la producción creativa y clandestina de lucha y resistencia. La primera, está muy relacionada al disciplinamiento del sujeto, el alumno empezó a tener miedo a expresar sus ideas y a participar políticamente, ya que a través de diversos mecanismo de miedo como la amenaza, la extorción, la seducción/corrupción, se condicionaba su continuación universitaria o incluso se arriesgaba la vida, por lo que esta generación de estudiantes acabó en parte silenciada. Hay entonces casi de manera inmediata una inyección de anestesia cultural (Isla y Taylor, 1995: 312) que produce en cierto modo indiferencia, y que acciones como la represión sean tomada como algo normal, la represión es normalizada -para tomar la concepción de Bourgois8. Pero si bien en este contexto que podríamos llamar cultura de terror (Taussig, 2002: 23), y en la que las personas desarrollan una cierta indiferencia, hay otros que apelan a la lucha clandestina y silenciosa, mediante la manifestación y la protesta en espacios clandestinos, subterráneos, y a veces domésticos. En este contexto, las definiciones de Penélope Harvey (1999) sobre la violencia entendida como fuerza activa y productiva, son muy pertinentes para explicar que los contextos violentos tienen un carácter ambiguo, que si bien pueden ser negativos y destructivos, también se constituyen como positivos y creativos, a veces constitutivos de un nuevo orden.

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Philippe Bourgois refiere a violencia normalizada en contextos de lo que Taussig llama cultura de terror, donde hay una producción social de indiferencia ante las brutalidades institucionalizadas, y en el cual se crea un espacio de muerte que normaliza la muerte y la tortura y silencia la oposición.(Bourgois, 2009: 32).

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Ambos caracteres, el de la indiferencia-miedo y el de la lucha creativa y clandestina conviven en un espacio que bajo este contexto de represión es resignificado y concientizado según la postura que el sujeto elija. Es así que en el espacio universitario se empezaron a configurar identidades apolíticas e indiferentes, y por otro lado colectivos políticos que trabajaban y resistían silenciosamente desde la clandestinidad9, y que a veces contra la represión del estado se manifestaban en las calles, y que serían estos los que a finales de los noventa y en plena caída del régimen fujimontesinista configurarían el nuevo paisaje democrático universitario y político del país. 2. Regreso a la democracia A finales del año 2000 con los escándalos de corrupción del gobierno, el régimen autoritario de Alberto Fujimori se hacía prácticamente insostenible, la emergencia al espacio público de colectivos político-culturales organizados clandestinamente, y que desde mediados de los años noventa se estaban manifestando en contra del régimen y la cultura de terror que se había instaurado, encontró su punto máximo en este momento. En la UNFV como en otras universidades, el paisaje denotaba la convivencia de una corriente de alumnos indiferentes a la política y al contexto, y otra corriente de alumnos críticos al gobierno y a la ineficiencia de la CORE10, grupos de alumnos que aunque sus tradiciones e ideas políticas eran divergentes, en el contexto que les tocó vivir, se organizaron bajo una misma bandera para restituir, en el espacio universitario, un clima de democracia. Se refiere así un ex alumno y dirigente de la Facultad de Humanidades: “en el 2000 logramos una elección en la cual las listas eran armadas por consenso general de los que éramos estudiantes y participábamos, en el 2001 se separaron todos por una lado los apristas, por otro los rojos de izquierda, y por otro en el que yo estaba que nos decíamos los independientes, y claro estaban los que no participaban” Guillermo Camahualí Literato y Comunicador ex dirigente y alumno de la UNFV

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Bajo estas circunstancias de represión, alumnos militantes apristas, alumnos de izquierda y otros independientes unieron filas e intereses para luchar por la democracia y contra la dictadura. 10 Según algunos docentes que se pudieron entrevistar de la Facultad de Humanidades de la UNFV, nos manifestaron que la situación de la gestión universitaria en este periodo era caótica e ineficiente, la CORE no había logrado resolver el problema de la corrupción sino que en muchos casos empeoró, los servicios universitarios estaban degradados, bibliotecas y aulas desmanteladas, una universidad en un estado deplorable.

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Sin embargo, posterior a este proceso como se detalla en lo comentado por el ex dirigente, las agrupaciones empezaron a recuperar su autonomía e identidad política histórica. Es así, que los tradicionales grupos apristas presentes en UNFV, y que durante la dictadura habían sido silenciados y reprimidos, en este contexto pos dictadura y primeros años del siglo XXI se hacían presente de manera organizada. El Comando Universitario Aprista (CUA) entre otras organizaciones apristas mixtas (simpatizantes y jóvenes apristas universitarios registrados como militantes) se reorganizaron en el escenario de la política universitaria, retomando su espacio, resignificándolo, resimbolizándolo a través de rituales conmemorativos en el busto de Víctor Raúl Haya de la Torre11, y apropiación simbólica de los espacios de la Sede Central ubicada en la Av. Colmena. Espacios y derechos que les había sido arrebatados durante la dictadura de Fujimori, y que una vez terminado el proceso de transición entre la dictadura y la democracia, empezaban a retomar su dominio en el espacio universitario sin tener en cuenta que el panorama era otro, y que se enfrentaban a otras agrupaciones universitarias con diversas ideas. Así mismo en el año 2002, bajo Decreto Supremo, se incentivó el regreso de docentes cesados irregularmente durante la dictadura, sin embargo el resultado de esta iniciativa democrática y restitutiva no fue del todo positiva, debido a que si bien regresaron algunos docentes de buena calidad académica víctimas de la violencia política, la otra parte de los docentes que se reincorporaban a los espacios universitarios habían sido cesados por corrupción entre otros delitos12, y otra parte de buenos docentes no regresó por haber encontrado mejor acogida académica y económica en las universidades privadas. Es así que empieza a configurarse un paisaje particular en la que jóvenes apristas, autoridades y docentes empiezan a articular esfuerzos para un recuperar el dominio simbólico y administrativo de la universidad. 11

Durante el año hay fechas específicas donde se rinde homenaje a dicho pensador y político peruano, por lo que es frecuente pasar por el busto y encontrar arreglos florales y placas conmemorativas. 12 Tal es el caso de un docente que fue acusado legalmente por tratar de abusar de una alumna a cambio de aprobarla, y que después de la dictadura ya en democracia y tras invalidarse todos los informes de la CORE, debido a sus irregularidades, este docente se apegó y se reincorporó a la docencia hasta el día de hoy, el caso es el mismo en muchos docentes más. Lamentablemente estos docentes que se apegaron a la reincorporación en su gran mayoría por no decir todos, han sido o son militantes apristas, convictos y confesos.

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3. Espacios de miedo13 La despolitización de la universidad como acción política del gobierno de turno, y su objetivo de controlar las poblaciones universitarias mediante la producción cultural del miedo (Taussig, 2002: 31), llevó a una gran cantidad de jóvenes a no participar de la política universitaria. Las nuevas generaciones de estudiantes, por miedo se mantuvieron indiferentes, en silencio aceptaron la violencia y la represión como parte del paisaje normal de la universidad. Se pasó de una violencia normalizada, donde se reprimía con diversos mecanismos de miedo al alumno durante la dictadura, a una violencia simbólica (Bourgois, 2009: 32) pos dictadura, en un contexto democrático, y es que la cultura de miedo o terror, como afirmaría Alejandro Isla (1995) suele aparecer también en contextos democráticos, o mejor dicho nunca se suele ir, se suele reproducir. He querido tomar algunos aspectos de la definición de espacio de muerte propuesta por Taussig, para proponer una nueva en relación al caso planteado, que es la de espacio de miedo. Para Taussig los espacios de muerte en contextos de cultura de terror, es donde se lleva a cabo el encuentro entre la cultura de la víctima y el victimario, espacio importante en la creación de significado y conciencia, un espacio de iluminación y extinción, un espacio donde se normaliza la tortura, la muerte y se silencia la oposición, espacio a la vez curativo, y donde se producen narrativas que crean realidades ficticias. En ese sentido, propongo espacio de miedo como un espacio que se presume como peligroso, un lugar amenazante; donde se restringen la palabra, no existe acceso a la manifestación de las opiniones sino existe silencio, donde se legitima la desaparición, no existe la tortura sino la amenaza; donde hay una constante vigilancia, donde la luz claramente identifica a los cuerpos rebeldes, todo parece puro y limpio, la víctima y el victimario se encuentran en silencio jerárquico, se restringe la circulación de ciertos contenidos culturales, se normaliza el silencio, la amenaza, prepondera el “me guardo mi opinión” o “no se, yo solo vengo a estudiar”. El espacio de miedo se carga de significado, y se reproduce a través de la memoria y la palabra de los alumnos, sobre ello se crea una conciencia, un espacio que, en el caso peruano, crea una realidad ficticia, una neblina epistémica en términos de Taussig. En ese sentido, las 13

Es necesario resaltar que cuando se pensó este estudio, Perú tenía solo 5 años de haber regresado a ser un estado democrático, por lo que el miedo se reproduce a través de las relaciones sociales entre las cortas generaciones de alumnos que vivieron el momento y los que ingresaban así se genera una cadena de imaginarios compartidos. Cabe recalcar que si bien en la actualidad existen muchos colectivos aún se percibe el mismo miedo a la presencia aprista.

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universidades públicas en los años noventa se convirtieron en espacios de miedo, la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle “La Cantuta”, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la Universidad Nacional Federico Villarreal entre otras a nivel nacional representaban esos espacios de miedo que se presumen como peligrosos, donde se secuestraban alumnos, donde se los amenazaba, donde se silenciaba las opiniones por miedo a ser acusado como terrorista, no se permitían las reuniones y ningún tipo de organización, donde los contenidos culturales son permitidos solo si los objetivos están relacionados a la diversión espectacular como certámenes de belleza, elección de reinas de primavera, conciertos, etc. Estos espacios se establecen como zonas restringidas, y la restricción se normaliza, se acepta el silencio y la indiferencia. Sin embargo, también se constituyen en espacios de construcción de significados, de imaginarios, y cómo espacios para la emergencia clandestina y creativa de resistencia. El miedo siempre estuvo asociado a la oscuridad, a la noche, esta imagen del miedo en este contexto se subvierte, ya que son en los espacios oscuros, ocultos, nocturnos donde emergen las expresiones, ahí donde no existe vigilancia, ahí donde no se quiere ver, ni estar, sin sentir, en lo ilegítimo, en espacios físicos cuya funcionalidad es opuesta a las utilizada en este contexto, ahí donde apesta, ahí, emergen las expresiones creativas, la subversión clandestina, una riqueza narrativa que describe el momento. 4. La represión como realidad ficticia ¿Cómo comprender que ya pasados casi 15 años desde la caída de la dictadura fujimontesinista, aún en la actualidad dentro del espacio de la UNFV exista aún ciertos miedos a expresarse y peor aún, existan ciertas represalias contra quienes luchan por hacerlo? En la comunidad de la UNFV existe y se reproduce una construcción socio histórica, en la que confluye una carga de miedo por un lado, producto de la despolitización violenta de los años noventa, y una carga asociada a lo aprista por el otro, producto de su constitución histórica como universidad. Esto genera una imagen del espacio universitario como espacio de miedo y espacio aprista, la conjunción de ambas, produce la idea de represión aprista dentro de la universidad en un contexto democrático.

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Es así que la idea de represión aprista se reproduce en el imaginario de los estudiantes, con ello el miedo, la indiferencia y cierta subversión. La reproducción de esta idea es a través de los comentarios, decires, chismes, historias:

“me contaron que en los ochenta, se peleaban los apristas y los rojos, y que tenga cuidado siempre con los búfalos, dicen que estos tiraron a un rojo desde el gallinero” C.C. ex estudiante de educación de la UNFV

Cuando los alumnos ingresan a la universidad, alumnos mayores de otros años y representantes estudiantiles suelen hacer rituales de bienvenida o visitar a los ingresantes a las aulas, realizan actividades de integración deportivas, fiestas, etc. Es en ese momento de socialización en el que empieza a funcionar los mecanismos de reproducción de miedos, de ideas e imágenes relacionadas al espacio universitario villarrealino, frases como: “solo dedíquense a estudiar”, “tengan cuidado con tal o cual profesor porque es aprista”, “no se metan en política”, “la universidad es aprista”, “cuidado con los búfalos14”; son algunos de los “consejos” que reciben los alumnos al ingresar, y que activan ese miedo, la indiferencia y además refuerzan la idea de una fuerte presencia política del aprismo. Así mismo teniendo en cuenta que todo poder busca monopolizar ciertos emblemas y controlar, cuando no dirigir las costumbres de otros (Baczko, 1991: 16), el espacio universitario es monopolizado por la fuerza aprista, que se legitima con símbolos de poder como el busto de Víctor Raúl Haya de la Torre ubicado en la entrada principal, algunos murales con su nombre, y además acciones rituales realizadas por militantes apristas, que conmemoran a personajes y días especiales del partido; como el día de la fraternidad, la Revolución de Trujillo entre otras. Es a través de estos actos simbólicos que se legitima la apropiación del espacio universitario, de manera que excluyen otros símbolos, restringiendo el espacio solo para la reproducción de su propia doctrina. Es 14

El Búfalo es considerado como el agente de seguridad del partido aprista, surge de la figura de Manuel “búfalo” Barreto, líder aprista que era parte de la fuerza de choque del APRA en el norte del Perú, y que fue asesinado durante la llamada Revolución de Trujillo en 1932. El búfalo es entonces una figura también fetichizada, anónima, el personaje sin rostro detrás del boicot, encarna la figura de terror, es considerado violento y se le tiene miedo, figura que aparece en contextos donde la legitimidad aprista se ve fuertemente amenazada, quizá al muy estilo de los diablos descritos por Taussig e Isla.

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importante detallar que la militancia de alumnos universitarios en las organizaciones apristas, como fuerza política no representan una mayoría, sin embargo su presencia se refuerza y se vuelve omnipresente a través de los mecanismos simbólicos de poder, ceremonias y rituales. Estas acciones configuran un espectro, un fantasma imaginario, que da la idea de una fuerte presencia del partido en la universidad, que penetra en los niveles más ínfimos y capilares (Foucault, 2001: 36) de los estudiantes. En términos de Bourgois, existe en este espacio universitario una violencia simbólica, que está naturalizada en los estudiantes a través de la reproducción de la idea de represión aprista, y que al mismo tiempo esta idea es aprovechada por las autoridades para legitimar sin oposición, el dominio de esta casa de estudios y su tradición autoritaria.

“Desde el 2010 que estudio en la villa he notado que si no eres del APRA o del CUA no tienes beneficios ni "puertas abiertas" para realizar alguna actividad en el local central.” Karla estudiante de antropología de la UNFV

Sin embargo, los militantes apristas no sólo utilizan las formas mencionadas anteriormente, sino también reproducen ciertos estigmas sociales configurados durante la dictadura y usados por esta, para desacreditar y silenciar a las opiniones opuestas al régimen. La figura de “senderista” por ejemplo durante los noventa fue muy utilizada para justificar detenciones, torturas, desapariciones y también para ridiculizar ciertas opiniones. En ese sentido la dominación que ejerce el partido sobre este espacio universitario no puede legitimarse sin una determinada justificación (Ricoeur, 2009: 84), es necesario reafirmar periódicamente su discurso y justificarlo, es así que las opiniones, manifiestos murales que se exhiban en lo patios y corredores principales son arrancados por considerarse subversivos, si se reclama algo, los alumnos son amenazados, señalados de ser senderistas, los eventos de carácter crítico son boicoteados, los eventos culturales con artistas de tendencia izquierdista han sufrido casualmente de falta de electricidad.

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“si no eres aprista, entonces eres rojo (o de izquierda) o un Alpinchista (un estudiante que no le interesa lo que pasa en la universidad y sólo estudia)” Paola estudiante de antropología de la UNFV El año 2014 un colectivo de alumnos pertenecientes a la Facultad de Derecho y Ciencia Política de esta casa de estudios, realizó un evento por los 120 años de nacimiento del gran pensador José Carlos Mariátegui en una de las aulas principales de la Sede Central, ubicada en la Av. Colmena, este evento finalmente no llegó a concretarse debido a que el Comando Universitario Aprista (CUA), junto con algunas autoridades, personal de seguridad y la indiferencia de gran parte del alumnado, boicoteó el evento, acusando a los organizadores de pertenecer a MOVADEF15. Agrupación recientemente creada por simpatizantes de Sendero Luminoso Cuestión que sirvió de justificación para cancelar el evento, pero que sin embargo fue denunciado públicamente por los organizadores, quienes afirmaron que el evento era solo un homenaje y que incluso contaban con la presencia de funcionarios del Ministerio de Cultura. En el caso del evento mencionado anteriormente, se puede notar que hay una reproducción del estigma que se le atribuía durante los noventa a aquellos que eran críticos al gobierno, en este caso, un evento como el homenaje a Mariátegui fundador del Partido Socialista, histórico opositor del aprismo, representa una subversión del orden aprista, por lo que se difundió que el evento estaba siendo organizado por senderistas, en su versión renovada que es MOVADEF, implicando el rechazo de alumnos indiferentes y desinformados, legitimando el uso de la fuerza por parte de los agentes de seguridad. Este espacio de miedo, representa un elemento de violencia simbólica, que no está dicha, sin embargo en determinadas circunstancias sale a la luz sus elementos represivos y causan confusión entre aquellos que intentan socavar el orden establecido. La confusión bajo mecanismos, como el rumor de ser senderistas por ejemplo, o algunas personas que empiezan a tomar fotos a los alumnos de modo intimidante, crea una irrupción en la organización manifestante, es así que los pocos representantes o líderes apristas se aprovechan de esos momentos para legitimar su dominio, para reproducir

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Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales, este movimiento si bien es reducido apareció el año 2010 reivindicando el pensamiento Gonzalo –Abimael Guzmán- ideólogo y líder de Sendero Luminoso.

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silencio, para callar una oposición y legitimar su ideología, para anular la alteridad presente y escurridiza, negando al otro, al no aprista. Se proyecta así, una imagen de poder aprista, que articula las características mencionadas anteriormente (imagen de espacio de miedo, espacio aprista), que genera cierto espectro, o neblina epistémica como referiría Taussig. Genera una realidad ficticia de represión que se perfila como verdad, que se reproduce y genera un clima de conflicto, propicio y atractivo para legitimar dominios, o para la emergencia de identidades políticas y culturales clandestinas, subterránea, subversivas. Esto crea un contradiscurso, se reproduce la idea de represión que crea una cierta cultura de terror, que reproduce indiferencia, confusión, y emergencias críticas en contextos democráticos. Como diría Taussig: de ahí nuestra necesidad de combatir esa soledad, ese miedo y ese silencio, de examinar esas condiciones de confección de la verdad y de confección de la cultura, de seguir a Michael Foucault para ver históricamente como efectos de verdad se producen dentro de discursos que en sí mismos no son ni verdaderos ni falsos (Taussig, 2002: 30).

5. Subversión discursiva desde el sanitario

“Cada urbe, de este modo, expresa sus temores y delirios, sus anhelos y utopías, sus vergüenzas y orgullos, y como un libro abierto de literatura, va mezclando información real con fantasía, para colocarse el mismo graffiti como otro de los grandes relatos contemporáneos, que proviniendo del fondo de sus silencios y represiones de las ciudades y sus ciudadanos, habla y se expresa sobre la misma epidermis, marcando la ciudad como un inmenso tatuaje en permanente transformación” Armando Silva

La violencia es una fuerza productiva, que produce efectos sociales (Harvey, 1999: 2). Las definiciones de Penélope Harvey sobre la violencia son muy pertinentes en este punto. La autora refiere que la violencia tiene un carácter ambiguo, constituye una fuerza productiva de destrucción o generadora de orden. En nuestro caso planteado este tipo de violencia simbólica, encarnada en la idea ficticia de represión aprista en la universidad, si bien produce miedo y silencio, genera también un contra discurso, que se manifiesta de manera clandestina y creativa, en lugares no legítimos descuidados y no valorados. De esta manera empiezan proliferar los discursos y escritos de los baños,

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estos se han constituidos como espacios de perform y manifestación política y poética, y donde la denuncia de autoridades y dirigentes políticos corruptos se mezcla con insultos. Estos escritos que entran en la categoría de graffitis son procesos comunicativos, que por su naturaleza cumplen con algunas de las valencias planteadas por Armando Silva en sus estudios sobre el graffiti en la ciudad: marginalidad, anonimato, espontaneidad, escenicidad, precariedad, velocidad y fugacidad (Silva, 1986: 27) Es así que los baños universitarios de la UNFV, esos espacios anónimos, marginales, precarios donde nadie quiere estar por los olores, porque representa la zona privada del ser humano, se constituyen en espacios anónimos de expresión individual por excelencia, que en el momento de expresar aquello que comunican violan una prohibición para el respectivo territorio social dentro del cual se manifiesta (Silva, 1986: 28), buscando generar ese cuestionamiento, esa duda, esa sospecha en relación a lo establecido. Sin embargo, ¿qué nos refieren estos tatuajes ocultos en los murales íntimos del espacio universitario? nos refieren que la opinión se hace marginal, la alteridad está siendo violentada, encerrada, negada y basurizada, en un enclave individual y paupérrimo. Existe pues, una negación a la libertad de expresión, a la experiencia de ser leído o escuchado, representa una invisibilización y no reconocimiento del sujeto pensante, se degrada la palabra, y a quien la escribe, deshumaniza al alumno, borra su nombre, le niega su identidad cultural o política, la hace anónima, individual, privada. Es el resultado de la violencia simbólica ejercida hacia el estudiante que confía poco en el otro, y que encuentra en un muro un canal para expresarse de manera individual y solitaria. Es el rompimiento, en cierta manera, de lazo social, la protesta es expresada en la intimidad de manera individual y en soledad, ya no como un manifiesto comunitario o colectivo. Esto nos dice mucho del proceso de silenciamiento y miedo a los que los alumnos han sido sometidos, durante los periodos de violencia política por los que ha pasado el Perú.

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6. Conclusiones A modo de conclusión, podemos referir que la violencia no es un concepto acabado, y podemos encontrarla de muchas formas, aquellas de manera explícita, normalizada, simbólica, etc. En este escrito se trató de describir en base a teóricos como Taussig, Bourgois, Foucault, Alejandro Isla, Taylor, y Harvey, y además con un pequeño trabajo de campo, como se constituyen y reproducen ciertos miedos producto de una violencia política en el espacio universitario, y como en este espacio, se ha desarrollado un entramado complejo de relaciones sociales que crea una imagen de represión casi naturalizada, que forma parte del modus vivendi universitario, la idea de represión como algo real que justifica tanto la subversión de algunos alumnos, la indiferencia de otros y la legitimidad de un partido. Es así que este contexto de conflictividad permanente, que si bien los alumnos lo cuestionan a partir de la acción clandestina y los escritos de los baños, estas acciones no hacen más que reproducir la idea de represión, por ello son responsables en parte de reproducir el miedo y las diversas imágenes asociadas a él. Por lo tanto la idea de represión aprista no es más que la construcción conjunta producto de esa relación entre estudiantes que protestan, los que son indiferentes y autoridades y estudiantes apristas, en ese sentido lo que se ha tratado es de develar esas relaciones de poder que reproduce un tipo de violencia, y fundamentar que el poder como referiría Foucault no lo posee alguien, ni un partido político como el APRA, sino que está en las relaciones, en manos del dominador y dominado, debe pensarse como algo que funciona en cadena, como algo que transita por los individuos. En ese sentido es necesario resignificar los espacios universitarios, como espacios en el que las ideas deben de ser toleradas, para ello es necesario cuestionar constantemente los símbolos y las construcciones históricas que generan ese desequilibrio de poder y por ende la reproducción de la represión como forma de violencia.

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