De San Agustín a la \"Reconquista\" bizantina: ¿continuidad o cambio en el monacato norteafricano?

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Fundación 'José Luis de Oriol - Catalina de Urquijo"

Ciencias hurnanas Y sociedad: la Fundación Oriol-Urquiio (1953-1993)

@ 1993 Fundación 'José Luis de Oriol - Catahna de Urquijo" coordinación de textos: Javier prades

Gilberto Gutiérrez

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ORCIIE - Madrid Improión

ROGAR - Fuc¡labreda (M"d.td) E¡rodcrocióq

SANFER - M¿d¡id

ISBN: 84-7490-310-6 Depósito lcgal M. 27.6M-\993 Printed in SFin

ffiei*-,-:- "'

DE SAN AGIJSTIN A LA "RECONQUIST[" BIZANTINA: ¿CONTINIJIDAD O CAMBIO EN EL MONACATO I\ORTEAFRICANO?* Federico-Mario Beltrán Torreira

I.

San Agustín

y

el Monacato Norteafricano

Los orígenes remotos del fenómeno monástico en el norte de Africa se confunden prácticamente con los del cristianismo mismo en la región. La existencia de vírgenes y anacotetas está de hecho bien documentada desde tiempos de Tertuliano y San Cipriano hasta los inicios del dominio vándalo. Se trataba en cualquier caso de un movimiento irregular, no cenobítico y a menudo vinculado a tendencias heterodoxas minoritarias, por lo que no puede valorarse como hecho constitutivo de la realldad monástióa posterlor'. Tampoco el donatismo aportó elementos fundamentales a dicha realidad. Autoerigida en baluarte de una pretendida pvteza original y aislada por consiguiente del mundo, la Iglesia donatista siguió apegada a los postulados ideológicos de la época de las persecuciones. Lejos de aceptar el "giro constantiniano", siguió considerando al Imperio como potencia hostil y a sus representantes católicos y funcionarios- como siervos del Anticristo2. No puede

-obispos

* Un resumen del presente trabajo fue defendido en su día en las sesiones del Congreso Internacional sobre "Espacios y tiempos en el Monacato", celebrado en León en diciembre de 1988. Agradecemos a nuestra amiga y compañera, Maria Antonia Herradón, su valiosa y desinteresada ayrda en la rarea de documentación. Sirvan estas líneas como expresión de nuestro sincero reconocimiento. ' Sobre el monacato norteafricano antes de San Agustín, J. M. DEf ESTAI, "¿Un cenobitismo preagusriniano en Africa?": Ia Ciudad de Dios 169 0956) 375-403; A. MANRIQUE, La uida monástica en San Agustín. Encbiridion histórico-doctrinal y regla. El Escorial-Salamanca, 1959, 131-146; "San Agustín y el cenobitismo africano": La Ciudad de Dios 173 0960) 118-138; J. FOLLIET, "Aux origines de I'ascétisme africain et du monaschisme": Studia Anselmiana 44 (7961) 25-44 y J. J. GAVIGAN, De uita. monastica in Africa Septentrionali inde a temporibus S. Augustini usque ad inuasíones Arabum.Roma-Turin, 7962. 30-37. 'La bibliografía sobre el donatismo es abundantísima. Remitimos a los estudios generales de P. MONCE,!\71X, Histoire littéraíre de I'A"frique cbrétienne. T. IV-\II, París, 1912-1.923; A. MANDOUZE, Saint Augustin, I'auenture de la raison et de la grá.ce. Paits, 7968. 337-390; E. TENGSTROM, Donatisten und Katboliken: soziale, uirtscbaftlicbe und politiscbe Aspekte eíner nordafrikaniscben Kircbenspaltung. Góteborg, 1964; W.H.C. FREND, Tbe Donatist Cburch. Oxford, 1971; P. BRO\7N, Biografía de Agustín d.e Hipona. Madrid, 1970. 277-327, 439-452, Religion and Society in tbe Age of St. Augustine. Londres, 1972; R.A. MARKUS, "Saeculum". Histoty and Society in tbe Theologl,t of St. Agustine. Cambridge, 1983. Añádase la reciente y útil CinNcr¡s

HTTMANAS

n Socuo¿.o. Madrid. 1993, 155-165. 155

Federico-Mario Beltrán Torreira

exttañar, por 1o tanto, que también rechazara el fenómeno monástico en su conjunto como una desagradable novedad3. Desde el punto de vista de los cismáticos, la simple adscripción a su Iglesia, considerada la (tnica verdaderamente ortodoxa frente a la de los "cecilianistas traidores", se consideraba suficiente gafantia de santidad. La voluntad ascética y de perfeccionamiento moral que el monacato representaba se iuzgaba asi como innecesaria, cuando no como una peligrosa desviación doctrinal. En cuanto a los llamados circumcelliones, si bien es cierto que representaban voto de castidad, algunos puntos de contacto con el monacato hábito, vida en común, etc.-, constituían en la -¿56sti5m9, prácticala propia negación del mundo monástico. Su adhesión incondicional a los postulados más radicales del donatismo les hacía propugnar no ya solo la violencia, sino incluso la búsqueda del martirio liberador. Lejos de considerarse monjes, rechazaban tal

denominación, autotitulándose agonistici o milites Cbristi, coincidiendo así plenamente con los postulados eclesiológicos de la Iglesia de Donatoa. En realidad, el hecho monástico en el norte de Africa se vincula desde sus orígenes a la Iglesia catóIica y, muy en concreto, a Ia labor personal de San Agustín5.

Ya antes incluso de su conversión, el futuro obispo de Hipona habia quedado impresionado por la altura moral del ascetismo ortodoxo de la Vita -lectura Antonii- y en particular, por su pujante expansión en Italia6. Admirador de los anacoretas, San Agustín apostó sin embargo desde un principio por el cenobitismo y, más en concreto, por su versión urbana, consolidada ya plenamente en lugares como Roma o Milán, bajo Ia directa supervisión y patronazgo de sus obispos. A este modelo aiadió una doble motivación personal: la importancia del trabajo manual y Ia vocación intelectual. Elementos ambos que, difundidos desde sus escritos monásticos, están en la base obviamente de lo que luego serían el ora et labora benedictinosT. Vuelto en 388 a Nrica, San Agustín fundó de inmediato y según tales presupuestos un primer cenobio en Tagaste, al que seguiría dos años más tarde el puesta a punto de P. IA.NGA, San Agustín. Escritos antidona.tístas 1. Madrid, 1,988, 5-155 y )O(U-XUV (amplia bibliografia). El rechazo donatista de toda autoridad se haría extensivo por 1o demás al propio estado vándalo. Cfr. nuestro trabato "Historia y profecía del donatismo tardio: el Líber genealogus": Antigúedad y Cristiúlnisnxo 7 1J990) 343-351. Cfr. infra, 4. '4 J.P. BRISSON, JJ. GAVIGAN y V.H.C. FREND, o.c.,373-31.4;232-233 y 234,328. Cfr. infra 4. A. MANRIQUE, JJ. GA\TGAN y V.H.C. FREND, o.c., L37-137,231.-247 y 772-177 respectivamente. Añádase, en especial, \l.H.C. FREND, "Circumcellions and monks": TheJournal oJ Tbeological Studies 20 (7969) 542-549.

5 El meior estudio de coniunto sigue siendo sin duda el ya citado de A. MANRIQUE. Cfr. JJ. GAVIGAN y A. MANDOUZE, o.c., 31-53 y 165-242 respectivamente. Para los aspectos doct¡inales resulta útil L. CILLERUELO , El monacato de San Agrctín Valladolid, 7966. Cfr. infra, 6 y 7. 6 Sobre el ideal monástico de San Agustín, P. MONCEAIX, "Saint Augustin et Saint Antoine. Contribution á I'histoire du monachisme" : Miscellanea Agostiniana 2, Roma-Ciudad del Vaticano, (7937) 67-72; G. COLOMBAS, "El concepto de monje y vida monástica hasta fines dei siglo V": Studia Monastica 1 (795, 327-329; A. MANRIQLIE, o.c.,2141; E. BOUI-ARAND, "Experience er conception de la vie monastique chez St. Augustine": Bulletin de Litterature Eccl&iastiqLe 64 (1963) 8-116,772-194r A. MANDOUZE, o.c.,765-202 y H. CFIADWICK, 'The Ascetic Ideal in the History of the Church": HJ. SHEIIJ (ed), Monks, bermix and tbe ascetíc tr¿tdition. Londres, 7985,8-23. Para el monacato en Italia, M. GARCIA COLOMBAS, El monarca.to primitiuo I. Mad¡id, 7974, 215-230. ? P. MONCEAIIX, o.c., 77-72. En concreto, para los aspectos intelectuales, U. DOMINGUEZ DEL VAl, "Cultura y formación intelectual en los monasterios agustinianos de Tagaste, Cartago e Hipona": La ciudad de Dios 1.69 0956) 425-455; A. MANRIQUE yJJ. GAVIGAN, o.c., 372-385 y 704-770 ¡espectivamenfe. Cfr. ínfra30.

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De San Agustín a la .Reconquista' bizantina...

monasterio strictu- de Hipona. Ordenado obispo de esta ciudad en -sensu de fundaciones monásticas conocería a partír de entonces un 395, su programa éxito imparable, viéndose auspiciado oficialmente por el propio Aurelio de CarIago. Numerosos discípulos de San Agustín, educados todos ellos en el centro de Hipona, accederian a su vez con el tiempo a diversas sedes de Numidia y Proconsular, fundando allí nuevos monasterios, siempre según el modelo de su maestro. En vísperas de la invasión vándala, puede afirmarse pues que el fenómeno monástico también su vertiente femenina- estaba ya firme-

-incluida mente enraizado en el norte de Africas. Desde el punto de vista organizativo, e independientemente de la estric-

ta condición de sus miembros o laicos-, los monasterios así -clérigos constituidos se caracterizaban por una fuerte dependencia episcopal, aunque en ocasiones pudiera verse muy aminorada en 1o relativo tanto a los asuntos económicos como a los de régimen interno. La intervención de los obispos en los diversos aspectos de la vida monástica, aunque generalmente no regulada de forma explícita, se consideraba normal y el propio San

Agustín dio buena prueba de ello zanjando numerosos pleitos en sus monasterios e. Una consecuencia especialmente notable de esta subordinación monástica fue la conversión de buena parte de los cenobios en verdaderos seminarios. Aunque en la mente de San Agustín el ascetismo y la vida en común constituyeran objetivos en sí mismos, el modelo propuesto de monacato urbano y dependiente de los obispos- no podía sino encontrar-intelectual, su finalidad última en la renovación del clero secular. Naturalmente no todos los monjes deseaban acceder a la clericatura, ni este acceso resultaba fácil a los posibles aspirantes, pero dadas la sujeción episcopal y las propias necesidades de la Iglesia cat1hca norteafricana resultaba obligado acudir a este método de promoción. El monasterio fue así transformándose insensiblemente en seminario clericorum in domo episcopii, dirá San Agustín- consistiendo -rnonasteriurn su más alta meta en proveer de los cuadros necesarios que permitieran derrotar al donatismolo. Independientemente de la labor doctrinal de San Agustín y de la positiva intervención de las autoridades en la represión del cisma, la victoria final sobre éste se explica ante todo por el progresivo fortalecimiento de la Iglesia Cat1lica norteafricana. Ala tradicional indigentia clericorum había sucedido, en efecto, la constitución de un episcopado numeroso, homogéneo, bien formado intelectual8 Posidio, Vit. Aug 77. 7-4. Edicíón de A.A.R. BASTIAENSEN, Vite dei Santi 3. Yerona, 1)75, 156- 158. Un detallado elenco de los monasterios agustinianos en A. MANRIQUE, o.c., 751-189; añádase, para todo el siglo V, JJ. GAVIGAN, o.c., 776-744. Sobre el monacato femenino ibid, 54-94 (siglo v) y 224-230 (siglos w-\{I) Cfr. infra 71. e Pleitos mayorifariamente de carácter disciplinar y económico, aunque no faltasen los de tipo teológico (pelagianismo): P. MONCEAIIX, o.c.,79-84; U. MORICCA, "Spunti polemici di S. Agostino contro i nemici e i falsi interpreti del suo ideale monastico": MiscellaneaAgostiniana... 933-975; A. MANRIQUE, o.c., 207-245; JJ. GAVIGAN, o.c., 101-103 y A. MANDOUZE, o.c., 226228, siguiendo éste a A. THOMAS, Augustin et ses monastéres. Argel, 7955, obra que no hemos podido consultar. En general, sobre el problema de las relaciones monacato-episcopado de la época, H.R. BITTERMANN, "The Council of Chalcedon and episcopal lurisdiction": Speculum 73 0938) 198-203 y M. GARCIA COLOMBAS, o.c,330-338. \0 Lug, Ep. 60, Serm. 355,1, etc.; Posidio, Vit. Aug, o.c., 766. P. MONCEALX, A. MANDOUZE y H. CHADWICK, o.c., 77-79; 21.3-22L. 235-238 y 18-20 respectivamente. Cfr. supra 6

e ínfra 77. r57

Federico-Mario Beltrán Torrei¡a

y con estrechas vinculaciones con la corte imperial. Sin monástico agustiniano todo esto hubiera resultado imposible". mente

il.

el progtama

El impacto de la inuasión uándala

San Agustín tuvo tiempo de ver sin embargo como la irrupción de los vándalos destruía la obra de su vida. Desprovistas de sólidas defensas y carentes asimismo de tropas de importancia, Ias ricas tierras norteafricanas fueron presa fáclI paralas turbas invasoras. Las destrucciones y violencias generalizadas alcanzaron también, y muy especialmente, a los eclesiásticos, hasta el punto de provocar un práctico colapsamiento del sistema diocesano. Tras perseguir inútilmente el restablecimiento de la normalidad, el mismo San Agustín murió en la asediada Hipona, poco después tomada por los vándalos12. En este marco general de catástrofes, el monacato norteafricano debió sufrir también importantes pérdidas. Posidio de Calama, San León Magno y Víctor de Vita nos informan en efecto de la violación de monjas, de la destrucción por el fuego de numerosos cenobios y, en suma, de la dispersión, cautiverio y muerte

de sus miembros. Pujante hasta entonces en Numidia y Proconsular, el monacato debió ser prácticamente barrido por la invasión y, de hecho, la totalidad de los centros agustinianos jamás volveiran a documentarsel3. Tradicionalmente se habia venido admitiendo que las violentas acciones de Genserico, sumadas a la persecuciín arriana de é1 como de su hijo Hunerico,

condujeron a la rápida y total extinción del monacato, del mismo modo que pusieron en trance de desaparecer a la Iglesia católica norteafricana en su conjunto. La Passio septenx monachorum sobre el martirio de los monjes de Capsa

" Aug. W.,209; Posidio Vit. Aug. B, l-4 y 31,8. o.c., 748-750, 756-758 y 238 respectivamente. CH.COURTOIS, les Vandales et lAfríque. Paús, 7955, 1.39-1.42; A. MANRIQUE, o.c., 105-107; JJ. GA\TGAN, o.c., 104, 106; \V. H. C. FREND, Tfse Donatist Cburcb.., 243, 246 y P. BRO\X|N, Biografia de Agustín...185-186. En general, sobre el episcopado norteafricano, Cfr. el importante artículo de V. ECK, "Der Episkopat im spátantiken Afrika: organisatorische Entwicklung, soziale Herkunft und óffentliche Funktionen": Historiscbe Zsitschrift236 (7981 265-295. La previa indigentia clericorum puede por 1o demás apreciarse muy bien en la irregular elección de San Agustín como obispo coadjutor de Hipona a instancias de su titular Valerio, y del primado de Cartago, Aurelio: A. MANDOUZE, o.c., 140-142 y Prosopograpbie de I'A"frique cbrétienne. Paris, 1.982. 1139-11.4L ("Valerius 2"). " Posidio, Vit. Aug., 28-3O, o.c., 204-236. Cfr. nuest¡os trabajos, "Un testimonio de la invasi6n vá¡dala del no¡te de Africa: Posidio de Calama y su Vita Augustint': Actas del I Congreso Internacional "El Estrecbo de Gibraltar" L Madrid, 1988. 7715-1722 y "Propaganda y persecución en los inicios del dominio vándalo (El caso de Arcadio y sus compañeros)": Actas del II Congreso..., Ceuta-Madrid, 1990, (en prensa). '3 Así, "Un testimonio de la invasión...", 1118. Para el impacto de la invasión vándala en el monacato, CH. COURTOIS y A. MANRIQUE, o.c., 165-766 y 246-250 respecrivamente; JJ. GAVIGAN, "Vita monastica in Africa desiitne cum invasione vandalon¡m?": Augustinianum 7 (7967) 7 ss., De uita ftionastica...7-9,57,70-71,97,114-715 y HJ. DIESNER, "Das Mónchtum der Vandalenzeit in Afrika": Kircbe und Staat im Spritrómiscben Reicb. Berli¡, 7963, 740-1,47. L^ incautación de numerosas basílicas por los vándalos y su conversión al culto arriano está bien documentada (incluso arqueológicamente), pero no ocure así en los monasterios. Sobre estas incautaciones, H.I. MARROU, "La basilique chrétienne d'Hippone d'aprés le resultat des demiéres fouilles": Reuue des Etudes Augustiní.ennes 6 (196C¡) 777-779 y especialmente G.G. KOEMG, "Vandalische Grabfunde des 5. und 6. ¡hs": Madrider Mitteilungen 22 (1981) 341-344. Agradecemos al profesor L.A. GARCIA MORENO el habernos indicado el interés de este último trabajo. Cfr. infra22. 158

De San Agustín a la .Reconquista" bizantina...

del que también se hace eco Víctor de Vita hacia 489, consti-enBizacena-, la mejor prueba de 1o que venimos diciendola. La creaci1n, en tiempos de fuiita San Fulgencio de Ruspe (468-53r, de nuevos monasterios se explicaría solo por una relativa tregua por parte de los arrianos, existiendo entre esta época y la de San Agustín una verdadera solución de continuidadl5. Frente a esta postura, diversos autores han defendido a lo largo del presente siglo que el monacato norteafricano en modo alguno desapareció con la invasión de los vándalos, o con la dura persecución de sus dos primeros monarcas. Aparte de los testimonios arqueológicos y epigráficos, señalan estos autores, son precisamente las fuentes literarias, que nos informan con todo lujo de detalles de las atrocidades de los arrianos, las que mencionan asimismo la existencia de monasterios en la época'6. Existencia que sorprendentemente no parece haber sido alterada en modo alguno por los bárbaros. Tan solo Hunerico, a partir del 484, parece haber proyectado explícitamente la destrucción del monacato, tal y como indica Ia citada Passio septenx monacborum, pero su inesperada muerte lo habria impedido'7. Salvo episódicos enfrentamientos y superado el momento de la invasi1n, da la impresión, en suma, de que los reyes vándalos no desearon extinguir sino al clero secular, dejando en paz casi por completo a los monjes. Lejos de desaparecer, el fenómeno monástico norteafricano hab(ra pervivido asi, tras la dura prueba de los años 429 a '4 V. DE \1TA, H.P. l1I, 70; Pass. beat. mart., L-7. Edición de C. FIALM, XI.G.H., A.A. III/7. Berlín, 1879, 50-57 y 59-62 respectivamente. Cfr. la adecuada visión de conjunto sobre la política religiosa en el reino vándalo por K.BAUS, "El cristianismo norteafricano desde el comienzo de la dominacií¡vándala hasta la invasión islámica": en HJEDIN (dir.): Manual de Historia de la lglesia 2. Barcelona, 1980, 815-824. Para una breve orientación bibliográfica, nuestro trabajo, "la Iglesia norteafricana y el problema de la c¡istianización de los pueblos indígenas en la

épocavándala": I'Afríca romana WL Sassari, 7990.384, rrot^ 32. '5 Un elenco provisional de los monasterios norteafricanos en el período vándalo por G.G. LAPEYRE, Saint Fulgence de Ruspe. Un éuéque catbolique africain sous la domination uandale. Paris, L929, 109-111; pero veánse ias acertadas observaciones de CH. COURTOIS, o.c., 308. Añádase especialmente, JJ. GA\1GAN, "Vita monast\ca...", 77-30 y, en general, para los siglos V aI]'II, De uita monastica...., 1,16-1,44, 172-787,207-224,227-229 y mapas pp. )OC\4-)O04I. No nos ha resultado accesible el trabalo de N. DtIVAl, "Les témoignages archéologiques du monachisme no¡d-africain": Actes du Colloque sur "Le site monastique copte des Kelli.a.". Gineb¡a, 1986, 273-287. Cfr. infra34. 6 V. DE VITA, H.P. l, 10; 32, llI, 9; 34, 1.0; 41. y 19; 68, o.c., 8,49, 50-51. y 57 respectivamente. Fer¡ando de Cartago, Vit. Fulg. 2, J, 5, etc. Edición de G.G. IAPE\aRE, Vie de Saint Fulgence de Ruspe. París, 7929, 24, 1) y 30 respectivamente. Cfr. infra 18 y 19. '7 Pass. beat. mart.2, ed. c., 59. Sobre esta obra y el problema de su autoría, CH. COURTOIS, Victor de Vita et son oeuure. Argel, 7954, 26-27, 57 y 81. De carácter exclusivamente filosófico es R.PITKAERANTA, "Stilischer Kommentar zur Passio Septenx Martyrurn": Arctos B (1974) 127-137. Un análisis del marti¡io en sí por JJ. GA\TGAN, "Vita monastica...", 78-79, De

uita monastica...,732-1.33 y H.J. DIESNER, o.c., L42. Añádase A. MANDOUZE,

Prosopograpbie..., 766 ("Mtrifta"). Para la deposición de las reliquias, extramuros de Cartago, y su culto posterior, \7.H.C. FREND, "The Early Christian Church in Carthage": J.H. HUMPHREY (ed.), Excauations at Cartbage, 1976. Ann Arbor,7977,37-32, 40; Y. DIJY.LL, "Ioca Sanctorum Africae". Le culte des martyrs en Afrique du IVe au WIe siécle. Roma, 1982, 10-11; y en especial "Les saints vénérés dans l'Eglise byzantine d'Afrique": XXX Corso di Cultura sull'Arte Rauennate e Bizantina. Rávena, 1983, 135-139, siguiendo el importante trabajo de \7. BAIRAN-BEN OSMAN y L. ENNABLI, "Note sur la topographie chrétienne de Carthage: les mosaiques du monastére de Bigua": Reuue des Etudes Augustiniennes 28 (7982) 3/8-18. Para la inesperada muerte de Hunerico y su leyenda, A. RONCORONI, "Sulla morte di re Unerico. (Vittore di Vita, Hist. persec. III, 71.)": Romanoba.rbarica 2 (1977) 247-257 .

159

Federico-Mario Beltrán Torreira

4JL, lniciando una rápida recuperación gracias a la tolerancia, o cuanto menos al desinterés, de las nuevas autoridadesls. Así, frente a las visiones apocalípticas de Posidio y, sobre todo, de Víctor de Yita, Ia pujanza del monacato, atestiguada por Ferrando de Carfago en su Vita Fulgentii, constituiría una prueba indudable de la bondad del régimen vándalo, de la pax uandalica en suma'e.

ru.

El rnonacato en el reino uandalo

Pese a resultar atracttya, la idea de "tolerancia bárbara" resulta indefinible en relación al conjunto de la Iglesia cafólica norteafricana. El enfrentamiento entre invasores e invadidos, aunque variable en sus formas y grado de intensidad, caracteiz5 todo el dominio vándalo y tuvo en la religión su base fundamental. La "Reconquista" justinianea no fue en el fondo sino el lógico resultado de la permanente negativí¿ de los afrorromanos a aceptar como legítimo otro gobierno que no fuera el imperialto. Sea como fuere, resulta obligado reconocer que ni el monacato desapareció con los vándalos, ni fue objeto de una persecución similar a la que conoció la estructura episcopal. Mas no resulta lícito hablar de "tolerancla", por cuanto la relafiva libertad del monacato en este trágico período en absoluto obedeció a motivaciones altruistas, o al desinterés de las nuevas autoridades, sino por el contrario a una calculada estrafegia anticatílica. Ni desde el punto de vista teológico ni desde el organizativo, el arrianismo germánico había sentido una especial predilección por el fenómeno monástico. Salvadas algunas excepciones en el siglo IV, su estnrctura eclesiástica fue siempre episcopal, no existiendo desde luego en el reino vándalo.nada parecido a un monacato del signo arriano2'. Todo lo más, conocemos casos de antiguos monjes 18 Así, H. LECLERCQ, "Cenobitisme", D.A.C.L. lI/2. París, I9I2, col. 3230; G.G. LAPEYRE, SaintFulgence..., 119y, especialmente,JJ. GAVIGAN, "Vitamonastica...",7-11: Deuítamonastica..., 114-116, 150-152. Cercanos a nuestra postura (la ausencia de persecuciones encubre una calculada estrategia anticatólica): CH. COIIRTOIS, Ies Vandales..., 308 y HJ. DIESNER, o.c., I47742. Cfr. infral) y 27. 'e Tesis defendida especialmente por CH. SAUMAGNE, "La pair' vandale": Ies Cabiers de Tunisie 70 (1962) (= Retrue Tunisimne (1930D 477425. Ie sigue en pafte CH. CouRToIS, o.c., 310no solo por omisión323. Resulta sin embargo incuestionable la decadencia socioeconómica -ynimirscbm Herrschafi in no¡teafricana du¡ante \a épcrca víndala. HJ. DIESNER, Der Untergang der Nordafrika. Weimar, 1964. 1,64-169; L. MAURIN, "Thuburbo Maius et la Paix vandale": Ies Cahiers de Tunisie 15 0967) 225-254r C. LEPELLEY, Ies ci6 de lAfriry.e romaine au Bas-Empire 1. Pa¡is, 1979, 409414. Cfr. infra 24. Como caso apafie debe juzgarse naturalrnente a la capital del reino, Cafiago: F.M. CLO\€R, "Carthage and the Vandals":J.H. HUMPHREY'(ed.), F-xcauations al Cartbage,7978. Ann Arbor, 1982,7-22y "Felix Carthago": Dumbañon Oaks Papers 40 (19%) l-1,6. 'o Cfr., en general, la excelente obra de \í.8. KAEGI, Byzantium and tbe decline of Rome. Princeton, 1968, aquí especialmente 52-58. La ideología de la Recupera.tio Imperii ha sido frecuentemente analizada. CH. DIEHL, Iustinien et la ciuilisation byzantine au We siécle 1. París, 7907. 22-30, I25- 743; E. STEIN, Hístoire du Bas Empire 2. Amsterdam, 1968. 278-280. En con$eto, p ra Africa, P. COURCELLE, Histoire littéraire des grandes inuasions germaniques. Paris, 7964. 219-224 y w.E. I(A.EGI, "Arianism and the byzantine army in Africa (533-546)": Traditio 21. (7965') 23-27. Añádase, P.A. FEVRIER, "Approces récents de l'Afrique byzantine": Reuue de I'Occidsnt Musulman et de la Méditenanée 35 O98t 25-53. " Sobre estas excepciones, J.PEREZ DE URBEL, Los rnonjes españoles en La Edad Media 1. Madrid, 7933, 280-281. La existencia de un monacato ar¡iano en el reino vándalo fue defendida

1.60

De San Agustín a la .Reconquista, bizantina...

que abjuraron de la fe católica, medrando así como clérigos en la nueva Iglesia oficial". Respecto a la benevolencia de los vándalos pan con ciertos monjes, atesfiguada por Salviano, respondía a motivaciones en absoluto neutrales. Se trataba de elementos heterodoxos cuya libertad de movimientos, garantizada por los conquistadores, no podía sino perjudicar al bando cafóIico21. En realidad, la aparcnte tolerancia hacia los monjes ortodoxos se debía al profundo cambio de perspectiva sufrido por el monacato norteafricano tras la invasión. Cambio altamente beneficioso para Ia política $eneral del reino vánda1o. Privado de sus contactos, hasta entonces íntimos, con la jerarquia episcopal, el monacato se embarcó en una tendencia aislacionista, por completo perjudicial para los intereses católicos. Pese a su fama de sanguinarios, ampliamente difundida por laliteraltra de propaganda cafóhca, es sabido que uno de los principales métodos utilizados por los reyes vándalos para vencer la resistencia de los afrorromanos, fue el exilio de sus clérigos y, en suma, la no provisión de los obispados'a. Orgarizado de acuerdo con una complicada red diocesana, expresión a sLt vez de la hasta entonces pujante vida municipal, el catolicismo norteafricano no podía subsistir sin sus prelados. Ausentes éstos, la extinción de la fe catíhca sería solo cuesüón de tiempo. Tiempo que favorecía naturalmente a los arrianos y a su clero, ahora oficialt5. El descabezamiento de la estructura episcopal supuso también una grave cri-

sis de identidad para la organización monástica. Destruidos o abandonados la mayoria de los cenobios, los que sobrevivieron se encontraron de pronto faltos de dirección y finalidad. La figara del monasterio-seminario, hasta entonces predominante, carecia ya de sentido en unos tiempos en los que el acceso ala clericatura solía llevar acarreado el destierro, y en los que, por lo demás, la consagración de nuevos prelados estaba rigurosamente prohibida. La culminación del cursus bonorum de un monje habia deiado de ser pues la silla episcopal.

por A. AUDOLLEñT, Cartbage ronl,aine. París, 1901. 596, basándose en el testimonio de Victor de Vita, H.P. 7I, 1; 2, ed.c., 13. Pero el Vitense tan solo se ¡efiere a la apostasia del monje (¿maniqueo?) Clementianus, convertido en presbítero aria¡o. CH. COURTOIS, JJ. GAVIGAN y

A. MANDOUZE, o.c., 225; 244-245 y 21J respectivamente. Cfr. infra 22. " Conocemos en efecto otros ejemplos de apostasía, como el de'los monjes norteafricanos penalizados en el concilio de Letrán en 487: CH. HEFELE y H. LECIERCQ, Histoire des conciles d'aprés les documents original$ IU2. Pairs, 1908, 935 y JJ. GAVIGAN, o.c., 72-73. También el caso de Fastidiosus, contrincante de San Fulgencio de Ruspe: A. MANDOUZE, o.c., 382.

ylil, 4-5. Edición de C. HALM, M.G.H., A.A. I/1. 'z3 Salviano de Marsella, De Gub. Dei Berlin, 1,877, 106-108. A. MANRIQUE y P. CoURCELLE, o.c., 140 y 153-T56, respecrivamente. '4 Resulta significativo en este sentido, Ferrando, Vit. Fulg. TJ; "...regalis auctoritas episcopos ordina.ri probibuerat, nec uiduatis plebibus prouidere pa.stores licebat... PostquaftL uero sacra turba pontificum qui remanserat, communicato inter se consilio, definierunt aduersus praeceptum regis in omnibus locis ordinationes celebrare potificum: cogitantes aut regis iracundiam, si qua forsitam existeret, mitígandam, quo facilius ordinati in suis plebíbus uiuerent, aut, si persecutionis uiolentin n6.sceretur, corona.ndos eti.am fidei confessione, quos dignos inueniebant promotione: nxinisterium uero suum facilius impleturus, a.tque inter ipsas tribulationes propriis plebibus solatia praestaturas'. Ed. c., 69. Sobre el "vandalismo" y su leyenda, CH. COURTOIS, o.c., 58-64i IJJ. MESSMER, Hispania-idee und Gotenmttbos. Zurich, 7960. 74-16 y C. BOURGEOIS, '\,es Vandales, le vandalisme et l'Afrique": Antiquités Africaines 16 (7980) 213-228. catóIica ante los embates de la persecución vandáIica ha sido " La decadencia de la lglesia '$7.H.C. FREND, Tl¡e Donatist Cburch..., 307-303 y "The Christian anahzada (y exagerada) por Pe¡iod in Mediterranean Africa c. A.D. 200 to 700": J.D. FAGE (dir.), Tbe Cambrid.ge History of Africa 2. Cambridge, 9lg, 419-480. Para \a lglesia arla¡a como nueva Iglesia oficial, L. SCHMIDT, Histoire des Vandales. Paris, 1953,225-229; CH. COURTOIS, o.c., 225-228 y HJ. DIESNER, Das Vandalenreicb. Aufstieg und Untergang. Berlín, 7966, 137-141. 161

Federico-Mario Beltrán Torreira

Abandonado a su propia suerte, el monacato fue por ofra parle adquiriendo una independencia que hubiera resultado inimaginable en la época de San Agustín'?6. Dado el calamitoso estado de la organización eclesial, resultó imposible no ya solo atemperar dicha independencia, sino impedir incluso que la progresiva desvinculación de intereses monásticos y episcopales perjudicase al catolicismo en su conjunto. Desde esta perspectiva, resultaba lógico que los gobernantes vándalos no se preocupasen de reprimir un movimierito abocado cada vez más a la fuga mundi, y ajeno por lo tanto a la gravisima amenaza que de hecho representaba el anianismo'7. La actitrd, verdaderamente suicida, del monacato, contribuía pues tanto o más que las medidas de represión dictadas por los vándalos al debilitamiento de la ortodoxia. Colapsado el monacato prácticamente en Numidia y Proconsular a consecuencia de la invasión y el asentamiento masivo de los bárbaros, y perdidas también las Mauritanias, foco de un pujante cristianismo autónomo indígena ortodoxo aunque casi exclusivamente de tipo episcopal, fue en Ia Bizacena donde se procedió a la reconstrucción monásticaz'. La existencia de una rica y poderosa allrslocracia local, favorable a la dotación de los nuevos cenobios y el propio alejamiento de la provincia respecto de los centros de poder vándalos constituían de hecho una excelente base para tal cometido2e. En cualquier caso, la vida 6 CH. COIIRTOIS,

o.c., 308 y HJ. DIESNER, "Das Mónchtum...", 742-74 . Cfr. infra, 33, 37 y 38. Así en el enf¡entamiento de San Fulgencio, todavia monie, con el presbítero arriano Félix. Ferrando, Vü. Fulg.6: "(Feli,tc)... catbolicoru.m persecutor acerrimus, beati Fulgenti nomen in illis regionibw clarumfieri sí.entens, reconciliandos occulte multos quos deceperat suspicatur. Neque '7

uirum digno sacerdotio, uere adbuc,

esse

monacbum credidit sed eutn sub babitu monachi,

sacerdotis fficium putat implere. Et reuera, sacerdotis fficium Laudabiter etiam tunc implebat, nos aliquantos reconciliando, sed omnes quos attíngere potera.t ad reconciliationem salutaribus ftionitis inuitandd'. Ed. c., 35. A. MANDOUZE, o.c., 44'1. ("Felix 90"). El desinterés de los monjes

norteafricanos respecto a la defensa de la ortodoxia (y en suma del Imperio) contrasta grandemente con ta pafriótica actitud de sus homólogos orientales. \7.H.C. FRIND, "The monks and the survival of the East Rome Empire in the Fifth Century": Past and Present 54 (1972) 3-24. 28 Aspecto destacado ya por L. DUCHESNE, L'Eglise au We siécle. Paús, 7925. 627-628. De m fler^ similar, G.G. LAPEYRE, Saint Fulgence de Ruspe... L47; P. MONCEAUX, "Saint Augustin...", 87 ylts.J. DIESNER, "Das Mónchtum...",143-1,44. En contra,JJ. GAVIGAN, "Vita monastica...", 19-21,, quien se inclina por una simple ausencia de información sobre otras provincias. Pero es lo cierto que la Bizacena carece casi por completo de hallazgos "vándalos": G. KOENIG, o.c.,34O y 358. nn general sobre la Iglesia católica enBizacena y su florecimiento en época vándala: A. AUDOLLENT, "Byzacéne": D.H.G.E. 10. París, 1938, 7479 ss; S. LANCEL, "Originalité de la province ecclésiastique de Byzacéne aux IVe et Va siécles": Ies Cabiers de Tunisie 12 (1964) 139- 153 (excelente, aunque pat^ úr época anterior) y N. DUVAI, "Etudes d'a¡chitecture crétienne nord-africaine. II: L'Architecture chrétienne de Byzacéne": Mélanges d,'Arcbeologie et d'Histoire de I'Ecole Franga.ise de Rome 84 (1972) 7727-7772. Cfr. infra 29. Para el monacato en Mauritania Cesariense, \1. SESTON, "Le monastére d'Aim-tanda et les origines de I'architecture monastique du Afrique du nord": Mélanges d'Archeologie...51' (1'934) 79- 1'13 Y JJ. GAVIGAN, De uita...., 1,37-139. Pero véase en contra muy recientemente, N. DIJVAL, I. GUI y J.P. CACILLET, Basiliques chréti.ennes d'Afrique du Nord.. (Inuentaire et Typologie), I: Inuentaire des Monuments de I'Algérie. Paris, 7992,49-52. E¡ general, sobre el cristianismo bereber en el período vándalo, nuestro trabajo, "La Iglesia norteafricana.. .", 387-390. 2e Ferrando, Vit. Ful+. 10, ed. c., 59. cfr. JJ. GA\4GAN, o.c., 1,53-1,54, 175-176 y A. MANDOUZE, o.c., 1084 ("Silvestrius"). Continuando por lo demás con una ra¡clatradición de la arisrocracia norteafricana: Aug. Serm. 356,10 y A. MANDOUZE, Saint Augustin..., 21,3-227. Para \a Península Ibérica es bien conocido el elemplo del monasterio Servitano: Satlldefonso, Deuir. ¡11., 3; JJ.GA\TGAN, o.c.,2L8-219 y L.A. GARCIA MORENO, Prosopografia del Reino uisigodo de Toledo. Salamanca, 7974. 61-62 ("Minice¿"). Los problemas para la Bizacena comenzarían solo con Trasamundo y de la mano de las razias bereberes' Vit. Fulg.28. o.c. 1'41'; C}{. COURTOIS, 1.62

De San Agustín a la .Reconquista" bizantina...

monástica, ahora reconstruida, iba a presentat caracteres muy distintos a los del

anterior modelo, por más que las normas internas de los centros se basaran generalmente en los escritos de San Agustín. La localización rural, la plena autonorría económica y la práctica independencia de los monasterios respecto de la jurisdicción episcopal, constituían de hecho los elementos definitorios de un nuevo monacato, aunque las preocupaciones intelectuales del sistema agustiniano se mantuvieran3o. Por fortuna para Ia cavsa catílica, el esfuerzo de los obispos por vincular de nuevo a los monjes con la organización diocesana en su conjunto, y por ende, presentar un frente común al arrianismo, tuvo éxito a largo plazo, aunque no sin dificultades. La ya citada Vida Fulgentii de Ferrando de Cartago, escrita hacia 535, constituye en este sentido un documento de excepcional interés3t.

En sus págrnas, los enfrentamientos entre católicos y arrianos conforman nafuralmente el hilo principal del relato32. Mas al mismo tiempo, resulta obvia la enoren la emblemática fígura de San me resistencia que los monjes -representados renovada voluntad de control por parte de los Fulgencio de Ruspe- oponen aIa obispos33. Que el mismo San Fulgencio se convirtiera al fln en prelado y, ya en su nueva condición, fundase dos cenobio-seminarios de acuerdo con el modelo de San Agustín, no significa que con el tiempo se consiguiera retornar al pasado3a. El alto grado de autonomía conseguido por los monjes nofeafricanos a lo largo del período vándalo, no iba desaparecer en efecto con la derrota del arrianismo35.

o.c.,346-349 y \ü.H.C. FREND, "Nomads and Christianity in the Middle Ages": TbeJournal of

)

209 -274. Ecclesiastical History, 26 (197 3o Ferrando, Vü. Fulg.5, 8, 10, 12, 1,9, 24, etc. o.c., 31, 33, 47, 59, 62, 95, 1.1.3, 11.5 y 117 respectivamente; JJ. GAVIGAN, o.c., 150-772, 199 y 225-227. Para la difusión de las "reglas" agustinianas en el Occidente medieval, L. \CRHEIJEN, La régle de Saint Augustín, 2: Recbercbes bisto' riques. Paris, 1967. 275-218 y A. MANRIQTJE, "La regla de San Agustín en España durante los primeros siglos de su existencia": La ciudad d,e Dios 782 (1'96D 486-501. En concreto, para la influencia de San Agustín de San Fulgencio monje, G. FOLLIET, "Fulgence de Ruspe, témoin privitégié de I'influence d'Augustin en Sardaigne": L'A,fríca romana, VI. Sassari, 1989, 561'-569 y P. MELONI, "Lavifa monastica in Africa e in Sardegna nel W secolo sulle orme di S. Agostinio":

ibid.,571-587. Cfr. supraíy 7 e infra34. 3' Sobre esta obra, G.G. LAPEYRE, Vie de SaintFulgence... VII-Lil; M. SIMONETTI, "Note súla Vita Fulgentit'i Analecta. Bollandiana 100 (1982) 277-289 y A. ISOLA, "Sulla paternitá della Vita Fulgentit': Vetera Cbristianotam 23 Q986) 63-7t e "Introduzione" a Pseudo-Fenando di Cartagine. Vita di San Fulgenzio. Roma, 1987. 5-28. Para Ferrando, G.G. LAPEYRE, o.c., LIVDOCVI y A. MANDOUZE, Prosopograph¡e... 446-450. Cfr. infra34y 35. 3, Ferrando, vü. Fulg., 6,7, 13, 17-20. o.c., 35-45, 67-71., 87-89 y 98-101 respectivamente. Aspecto destacado por M. SIMONETTI, o.c., 282-283, 53 Ferrando, Vü. Fulg., 13-14. o.c.,67-77. Resistencia que tanto G.G. LAPEYRE, Saint Fulgence..., 141,-143, como JJ. GA\TGAN, o.c., 748, 159 y 77I justifican de manera poco conüncente apelando a la "humildad" del santo, siguiendo así lite¡aiménte al hagiógrafo. Cfr. A. MANDOUZE, o.c., 398 ("Faustus 6"). Cfr. supra, 26. ra Ferrando, Vü. Fulg., 1,) y 24, ed. c., 95 y 113-11,6. Sobre estos monasterios, ambos en Cagliari, JJ. GAVIGAN, o.c., 178-180. Para San Fulgencio, G.G. LAPEI'RE, o.c.; F. DI SCIASCIO, Fulgmzio di Ruspe, un grande discqolo di San Agostino. Roma, 1941 (aspectos exclusivamente docirinales); J. FRAIPONT, Sancti Fulgentii Episcopi Ruspensk Opera, C. Cbr.XCl. Tumhout, 1968, X-XV (con amplia bibliografia); A. MANDOUZE, o.c., 507-513 P. IANGLOIS, "Afrika unter den Vandalen (Literaturgeschichtlich)": Reallexikon für Antike und Cbristentzrn. (SupplementLieferung 7/2). Swngart, 1985, 205-209 y M. SIMONETTI, La produzione letteraria Latinafra romani e barbari (sec. V-WI). Roma, 1986, 48-54. No nos ha resultado accesible el importante estudio de HJ. DIESNER, Fulgmtius uon Ruspe als Theologe und Kircbenpolitiker. Sruttgart, 1966. 35 Fenando, Vrt. Fulg.,27, o.c.,727-129; G.G. LAPEYRE, o.c., 179-181; JJ. GA\4GAN, o.c., 177-172y 177-178. Añádase, ibid.150-752. Cfr. infra40. 163

Federico-Mario Beltrán Torreira

IV.

Conclusión

Sin duda, la continuidad de Ia independencia monástica respecto del poder episcopal se había visto favorecida por la propia desunión de éste. Hecho explicable no tanto por la persecución vandálica en sí sin duda la -aunque favoreció-, cuanto por la rancia tradición norteafricana de autonomía eclesiástica. Ya incluso antes de la "Reconquisfa" bizantina, se hizo evidente tal desunión en el concilio general de Cartago de 525, boicoteado por los prelados de Bizacena por su no aceptación del primado cartaginés36. Esta circunstancia fue aprovechada entonces por un tal Pedro, abad de un monasterio desconocido de Ia Bizacena, quien so pretexto de reconocer en tonos bien serviles- la suprema jurisdicción de Carfago sobre las sedes-y norteafricanas, logró rcafirmar la libertad de su monasterio frente a los deseos de control del episcopado de su provincia3T.

Once años más tarde, también en Cartago, el problema del monasterio del abad Pedro volvería a plantearse en otro concilio general. Y de nuevo las dife-

rencias, que el tiempo mostraria irresolubles, entre Numldia, Bizacena y Proconsular beneficiaron, ahora definitivamente, la autonomía monástica3s. La introducción, a raiz de la "Reconquista", de un monacato de origen oriental, con frecuencia vinculado a doctrinas heterodoxas de los "Tres Capítulos" y del monotelismo-, vino a complicar aún -problemas más el panorama norteafricano3e. Lejos de retornar a los gloriosos tiempos de San Agustín, el monacato 36

Problemas a los que se refie¡e también implícitamente Ferrando, uit. Fulg.,27. o.c., 127y 572-573 respecrivamente. Añádase, S.

t33; CH COURTOIS y A. MANDOUZE, o.c., 304-308 I"A.NCEL, o.c., 751-153. Cfr infra, 37.

37 Es significativo, en efecto, el elogio del abad Pedro al metropolitano Bonifacio en Conc. Cartbg. a. 525: "Hac sede sancta Carthaginensis ecclesiae, quae primatum totius Africanarum ecclesiarum habere viderur". Edición de CH. MUNIER, Concilia Africae (a. 345 - a. 529, C.Cbr.

CCLX. Tu¡nhouÍ., 1974,279-280. Sobre Pedro

y la problemárica de su monasterio, JJ. GAVIGAN,

o.c., 733-135, 792-795, 203-204 y A. MANDOIJZE, o.c., 159-161 ("Bonifatius 26"),

355-256

("Epiphanius"), 499-500 ("Fortunacus 16"), 638-639 ("Liberatus 7") y 873-874 ("petrus 8"). En general, sobre el concilio cartaginés de 525, CH. HEFELE y H. LECLERCQ, o.c. 1059-1060, 7069-70741 L. DUCHESNE, o.c., 636-63e y Iw. MARSCFIALL, Kartbago und. Rom. Die Stellung der Nordafrikankcben Kircbe zum a¡;ostoliscben Stubl in Rom. Stuffg Ít, 1971.206-209. 38 Conoc. Cartbag. a 536. Ed.c., 283. Sobre este concilio, CH. HEFELE y H. IECLERCQ, o.c., 1.1.36-1139; L. DUCHESNE, o.c., 640-641,t P. CHAPETIER, "Les conciles africains duranr la période byzantine": Reuue Africaine 95 Q951) 104-105, 116; H.J. DIESNER, "Das Mónchtum...", 748; JJ. GA\TGAN, o.c., 195-196; \r. MARSCHALL, o.c., 209-2tt y A. MANDOUZE, o.c., 404- 405 ("Felicianus 11") y 443 (Felix 97"). En general, para \a polémica en torno al primado cartaginés, P. BATIFFOL, "Le prímae sedis epíscopus en Afrique": Reuue des Sciences Religieuses 3 O92, 425-432; R. MASSIGLI, "Primat de Carthage et Métropolitain de Byzacéne. Un conflict dans I'Eglise africaine au VIe siécle": Melanges R. Cagnat. París,7)12, 427-440; J.L. MAIER, L'episcopat de I'Afrique rom.tine, uandale et byzantine. Neuchatel, 1973, 246-248 y especialmente R.A. MARKUS, "The imperial administration and the Church in Byzantine Africa": Cburcb History 36 (1967) 1B-2J; "Country bishops in Byzanrine Af¡ica": Stud.ies in Cburch History 16 (797D 3-7, 12-15 y "Carthage-Prima Jusriniana-Ravenna: an aspect of Justinian's Kircbenpolitik": Byzantion 49 O97D 279-306. Pero últimamente, en contra, J. DURLIAT, "L'administration religieuse du diocése byzantin d'Afrique (533-70D": Riuista di Studi Bizantini e Slaui 4 (7984) 752-154. 3e Sobre el monacato norteaf¡icano en 1a época bizantina, Cfr. CH. DIEHL, L'Afrique byzantine. Histoire de la domination byzantine en Afrique (533-709. Paits , 7986, 427-43I; JJ. GAVIGAN, "Vita monastica...", 30-49; De uita monastica... 182-230, 245-250, 258-259 y J. DURLIAT, o.c., 174. Cfr. infra, 40.

164

De San Agustín a la .Reconquist^" btzarltirra...

acentuaita durante el régimen bízantino las tendencias que se habían ido gestando en la época vándala. Como en otros muchos aspectos, la reintegración formal al mundo antiguo que el Imperio de Justiniano representaba, no pudo impedir en definitiva el advenimiento del mundo medievalao.

4 Para un claro ejemplo de autonomía monástica en época bizantina, CH. DIEHL, "Une charte lapidaire du \¡Iq siécle": Comptes Rendus de I'Acad.emie des Inscriptions et Belles Lettres, 7894, 38t3\7t JJ. GAVIGAN, o.c.,204-205 e Y. DLIVAI, roca Sanctorum Africae..., 68-71'. El predominio institucional en la Iglesia africana, aunque sometido al poder civil, volvió a corresponder sin embargo a los obispos en época bizantina, J. DURLIAT, o.c., 166-176 y "Les atributions civiles des évéques byzantins: I'exemple du diocése d'Afrique (533-709": Jabrbucb der Óstetreicbiscben Byzantínistik 32 (.7982) 73-84. Lo mismo puede decirse en el plano teológico, R. ENO, "Doctrinal authorithy in the african ecclesiology of the Sixh Century: Ferrandus and Facundus": Reuue des Etudes Augustiníennes22 (7976) 95-113. rc5

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