¿De quién es el oro de nuestros antepasados? Los bienes culturales y sus modelos políticos

June 15, 2017 | Autor: J. Bermejo Barrera | Categoría: History, Archaeology, Political Economy, Cultural Heritage
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Dialogues d'histoire ancienne

¿De quién es el oro de nuestros antepasados? Los "bienes culturales" y sus modelos políticos Mar Llinares García, Monsieur José Carlos Bermejo Barrera

Citer ce document / Cite this document : Llinares García Mar, Bermejo Barrera José Carlos. ¿De quién es el oro de nuestros antepasados? Los "bienes culturales" y sus modelos políticos. In: Dialogues d'histoire ancienne, vol. 33, n°2, 2007. pp. 127-141. doi : 10.3406/dha.2007.3044 http://www.persee.fr/doc/dha_0755-7256_2007_num_33_2_3044 Document généré le 16/10/2015

Resumen Mar Llinares Garcia, José Carlos Bermejo Barrera, ¿De quién es el oro de nuestros antepasados? Los "bienes culturales" y sus modelos políticos, DHA 33/2, 2007, 127-141. Resumen: Se analizan tres modelos políticos de bienes culturales y sus relaciones con el territorio, haciendo especial referencia al caso gallego (España). El primero de ellos es el modelo mercantil globalizado, que concibe el bien cultural como una mercancia de la industrie del turismo y del ocio, destinada a un consumidor cosmopolita. El segundo es el modelo campesino tradicional , en el que los yacimientos arqueológicos son considerados como una fuente de riqueza imaginaria y maravillosa. El tercero es el modelo político comunitario, que destaca la necesidad de integrar los bienes culturales en el marco de los valores políticos, sociales, históricos y estéticos.

Résumé Mar Llinares Garcia, José Carlos Bermejo Barrera, À qui appartient l'or de nos ancêtres ? Les "biens culturels" et leurs modèles politiques, DHA 33/2, 2007, 127-141. Résumé : Trois modèles politiques de biens culturels et leurs relations avec le territoire sont analysés, avec une référence particulière au cas galicien (Espagne). Le premier est le modèle mercantile globalisé, qui conçoit le bien culturel comme une marchandise de l'industrie du tourisme et des loisirs, destinée à un consommateur cosmopolite. Le second est le modèle rural traditionnel, dans lequel les gisements archéologiques sont considérés comme une source de richesse imaginaire et merveilleuse. Le troisième est le modèle politique communautaire, qui souligne la nécessité d'intégrer les biens culturels dans le cadre des valeurs politiques, sociales, historiques et esthétiques.

Abstract Mar Llinares Garcia, José Carlos Bermejo Barrera, To Whom Belongs the Gold of our Ancestors? Cultural assets and their political models, DHA 33/2, 2007, 127-141. Abstract: The authors analyze here three political models of cultural assets and their connection to the territory, with a particular interest in the Galician case (Spain). The first one is the globalized mercantile model, which considers cultural assets as goods of the tourism and leisure industry, targeted at the cosmopolitan consumer. The second one is the rural traditional model, where the archaeological sites are considered an imaginary and marvellous source of wealth. The third one is the political model of the community, which emphasizes the need to incorporate cultural assets into the context of the political, social, historical and aesthetic values.

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^De quién es el oro de nuestros antepasados? Los "bienes culturales" y sus modelos politicos

Mar Llinares Garcia* José Carlos Bermejo Barrera** A lo largo de los últimos decenios se ha extendido por toda Europa la denominación "bienes culturales" о "bienes de interés cultural" (BICs). En torno a estos términos se ha generado toda una retórica acerca de sus usos sociales y politicos y acerca de su supuesta rentabilidad económica, a la que se la denomina con un nuevo término: "puesta en valor", un galicismo que ha penetrado con gran facilidad en las lenguas espaňola y gallega, y que esconde una especie de mala conciencia, puesto que mediante él se reivindica el interés económico de los bienes culturales, pero dando a entender simultáneamente que en esos "bienes" también se esconde algun otro tipo de valor. El objeto de este trabajo sera analizar cómo en Galicia se manejan très modelos de codificación simbólica de los "bienes culturales" que forman parte del patrimonio arqueológico e historko artístico: 1. el modelo mercantil globalizado 2. el modelo gallego tradicional 3. el modelo politico comunitario, que es el que sera reivindicado al final del texto. Comenzaremos por el análisis del primero de ellos, con el fin de sacar a la luz su inconsistencia. Y es que en realidad se trata de un supuesto modelo económico en cuya defensa nadie ha podido aportar suficientes datos cuantitativos, y mucho menos un modelo econométrico.

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Modelo mercantil globalizado Podriamos sintetizar la doctrina que se intenta desarrollar рог parte de los defensores de este modelo en la definición siguiente: existe un tipo especial de bienes que son los llamados "bienes culturales". Esos bienes son de la misma naturaleza que las demás mercancías, y рог lo tanto están regulados por las leyes del mercado. El Estado debe favorecer la producción de "bienes culturales", que suelen estar bajo su protección legal, con el fin de favorecer el desarrollo económico nacionál y regional. Los bienes culturales pueden impulsar el turismo, y consecuentemente forman parte del sector terciario. Pero como su explotación debe llevarse a cabo selectivamente y mediante unos supuestos criterios estéticos, los bienes culturales pueden ayudar al logro del desarrollo sostenible. A continuación iremos analizando todos y cada uno de los componentes de esta definición, con el fin de sacar a la luz su incoherencia, asi como la ausencia de todo tipo de bases empiricas que puedan sostener semejante planteamiento. En primer lugar no es cierto que los "bienes culturales" sean mercancías. Se llama mercancía a un objeto o producto que circula en un mercado. A un nivel abstracto se puede entender el mercado como la interacción entre dos factores: la oferta y la demanda. En la oferta se generarian una cantidad determinada de mercancías que serian consumidas en la demanda. Cuando todas las mercancías producidas se consumen el mercado se encuentra en equilibrio. En el mercado ideal un vendedor ofrece una mercancía a un comprador, y si logra venderla obtiene una beneficio, o plusvalía, ya que consigue amortizar los costos de producción de ia mercancía y a ellos aňade un margen de ganancia. Este modelo no puede aplicarse en modo alguno a los llamados bienes culturales, por las razones siguientes. Se llama "bien cultural" a un objeto o coniunto de objetos de diferente naturaleza, que posée un valor simbólico, que se enmarca bajo la étiqueta de "cultura", en este caso el adjetivo que define al bien cultural. El valor cultural de un bien puede ser de diferente tipo: estético, historko, intelectual, social о politico. Si no existiese ninguno de esos valores el objeto séria un bien sin más, pero no un bien cultural. Además de esto, los bienes culturales se caracterizan porque están sujetos a una especial protección jurídica, regulada por leyes llamadas de "Patrimonio cultural". Si no existiese esa protección, como no existió hasta el siglo XIX, esos bienes circularían libremente en los mercados de antigiiedades o curiosidades, y serian el centro del interés de los coleccionistas privados, los únicos que existieron en Europa hasta la constitución del Estado-nación.

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La protección jurídica de los bienes culturales tiene como objeto limitar su libre circulation como mercancias, y además de ello supone la inversion de una série de cantidades de dinero público en la financiación de instituciones dedicadas a la conservation de esos objetos, en pagos a los trabajadores o funcionarios encargados de esas funciones, y en todo tipo de gastos que la conservation de esos objetos pueda requérir. De acuerdo con el modelo mercantil globalizado, la situation séria diferente. En primer lugar tendriamos una realidad incontrovertible, que séria el mercado, frente al cual el Estado deberia intervenir sólo mínimamente. El Estado séria el gestor de los bienes culturales, de acuerdo con un criterio empresarial, y no el protector de los mismos. El uso de la palabra gestion tampoco es un uso inocente, pues tras ella se esconde la idea de que todo sujeto social y politico se mueve con una logica empresarial, desarrollando estrategias más o menos adecuadas, en función de su inteligencia (y en menor medida de sus recursos). Esa gestion de los bienes culturales tendria una doble сага. Рог una parte séria una labor de protection jurídica (función específicamente estatal), pero por otro lado, dado que el Estado y el mercado se identifican prácticamente, de esa gestion tendrian que derivarse necesariamente unos beneficios. Esos beneficios podrian ir destinados a dos tipos de sujetos. Por una parte, aquellos que forman parte de la comunidad politica sobre la que asienta y a la que sirve el Estado, y en segundo lugar, a otro tipo de personas que podrian ser considerados como consumidores externos, que serian por definition aquellas personas que viajan por motivos no mercantiles, sino de ocio; es decir, serian básicamente los turistas. La comunidad política no puede ser considerada como consumidora prioritaria de los bienes culturales por las razones siguientes. En primer lugar el Estado detrae de su presupuesto el dinero necesario para la conservation de los "bienes culturales". Si esos bienes fuesen consumidos por la comunidad política básicamente, su rentabilidad séria muy baja. Ello séria asi porque, o bien esa comunidad no necesitaria desplazarse para consumirlos, o haría desplazamientos a corta distancia, y esos desplazamientos generan escasos beneficios turisticos, que son los únicos beneficios tangibles de los bienes culturales. Puede darse además el caso de que los "viajes culturales" formen parte del proceso educativo (los destinados a los escolares) o de protection social (los destinados a jubilados). En ambos casos la inversion estatal necesaria para favorecer el consumo de los bienes culturales aun séria mayor, con lo cual su rentabilidad tenderia a сего, о incluso séria negativa.

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Por esta razón los defensores de este modelo necesitan inventář un consumidor masivo ideal: el turista cultural, del que se espéra que amortice las inversiones públicas necesarias para la conservación de esos bienes, y que génère beneficios económicos para el conjunto de la comunidad política o nacionál. Lo sorprendente es que nadie pueda aportar datos acerca de la rentabilidad de las inversiones públicas en el desarrollo económico a un nivel meramente estadistico, y ni mucho menos se puedan ofrecer ecuaciones que permitan planificar la rentabilidad de esas inversiones, como deberia ocurrir en una auténtica economia de mercado. En el caso gallego se utiliza a veces como modelo económico el llamado fenómeno "Xacobeo", y su supuesto impacto anual en el PIB gallego. Sin embargo, por una parte no se analiza cuál podría ser la rentabilidad de las inversiones públicas que el Xacobeo podria suponer si se llevasen a cabo en otros sectores productivos. Y además se obvia que ese fenómeno es singular e irrepetible, puesto que combina un componente religiosotradicional (el Jubileo y el logro de las Indulgencias), un componente deportivo y competitivo (el Camino de Santiago como hazaňa atlética), y un componente turistico libre e inducido (el turismo de Congresos, financiado con dinero público o empresarial, y ajeno a las duras realidades y fluctuaciones del mercado turistico real). Por supuesto deberia ser obvio, pero no lo es, dada la retórica en la que se mueven los defensores gallegos de este modelo, decir que el prestigio de la Catedral de Santiago dériva de la supuesta presencia del cuerpo de un Apoštol. Y un Apoštol no es un "bien cultural" que se pueda producir para el "mercado". Si reducimos el modelo mercantil globalizado a su desnuda dinámica, tendríamos lo siguiente: tenemos un Estado, cuya legitimidad dériva de una población que forma una comunidad política. Ese Estado invierte unas cantidades de dinero en la conservación o el descubrimiento de unos "bienes culturales": monumentos u obras de arte, y yacimientos arqueológicos. Se supone que esos bienes han de ser consumidos por turistas externos, que son los únicos que pueden garantizar la rentabilidad económica. Pero esos turistas invierten dinero en la industria hostelera, cuyos beneficios corresponden a empresarios privados básicamente, y que paralelamente al favorecer el consumo contribuyen al incremento en la producción de determinados tipos de mercancias (las que consume la industria hostelera). Consecuentemente podremos afirmar que el Estado gallego (o la comunidad autonoma) financia con el dinero público la industria hostelera y la industria inmobiliaria, que es una parte de ella, con lo que privilegia a un determinado tipo de empresarios frente al interés común. En un modelo económico de mercado los empresarios hosteleros y los constructores deberían ser quienes financiasen la conservación y el descubrimiento

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de los nuevos "bienes culturales". Si no lo hacen es por dos razones. Primero porque ya lo hace el Estado, y en segundo lugar porque saben perfectamente que las principales magnitudes económicas del turismo tienen muy poco que ver con la cultura, y mucho con la industria del ocio. Podriamos ilustrar todo esto a través de un modelo geográfico en el que tomásemos como base una unidad espacial, que en el caso gallego podría ser una parroquia о Concello. Vamos a suponer, para simplificar el análisis, que ese Concello se decide a excavar un yacimiento arqueológico o varios que pueden ser objeto de interés turistico (lo que sólo ocurrirá si el yacimiento tiene algo de espectacular que pueda ser apreciado en una brève visita). Aqui tendriamos una inversion publica, que sumaría los costes de la excavación (salariales y de todo tipo), y los costes de la conservación del yacimiento. Ese yacimiento tendria que generar en un tiempo determinado unos beneficios superiores a los costes, beneficios destinados a quien invirtió el capital iniciál, o sea al Estado. Dado que los beneficios que genera el turismo se centran en la hosteleria y la construcción (comidas, alojamientos, costes de viajes y edificaciones varias), el Estado tendria que recuperar, via impuestos, о sea a través de IVAy el IRPF básicamente, lo que invirtió en la excavación y conservación de ese yacimiento. Ahora bien, eso considerando la existencia de un turista cultural puro, que prácticamente no existe, pues el turismo se lleva a cabo durante las vacaciones y como parte del ocio. El impacto del turismo cultural puro en el PIB debe pues ser claramente diferenciado del impacto del turismo de ocio - о de sol y playa - si pretendemos ser mínimamente rigurosos. El turismo cultural puro, formado por excursiones de escolares о viajes de jubilados, u organizados por Concellos, esta financiado por el propio presupuesto publico, y consecuentemente debería ser excluido de este cálculo. Nadie hasta ahora ha llevado a cabo un estudio cuantitativo de este tipo, pero el sentido comun y el conocimiento de la realidad rural gallega déjà entrever que en todo caso la rentabilidad séria claramente negativa. Si el Estado no cubre sus gastos ni se bénéficia la comunidad politica, en este caso del Concello, ^quiénes son, pues, los verdaderos beneficiarios? En primer lugar los empresarios hosteleros y los constructores, que no invierten nada en la conservación de los bienes culturales (porque saben que no son rentables). Y en segundo lugar los que podriamos llamar los nuevos gestures del patrimonio. ^Quiénes son esos nuevos gestures del patrimonio cultural? En primer lugar no un tipo especifico de empresarios que se mueven en el mercado libre. Hay mercados libres de arte, como las grandes galerias, pero esos mercados están regulados por sus propias

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leyes, y no necesitan de excesiva protección estatal, ya que son mercados mundiales, y además esa protección frenaría el libre juego de los precios. Nuestros gestores no viven en el duro mundo de esos mercados, sino cobijados por las alas de las administraciones publicas. El dinero invertido por el Estado en la conservación y desarrollo del patrimonio cultural se reparte entre los funcionarios y trabajadores que hacen de esta labor honrada su medio de vida, y entre los empresarios y trabajadores de aquellas empresas que son subsidiarias de estas actividades que engendra el dinero público. El capital estatal que se invierte en el patrimonio cultural es un capital que créa riqueza y empleo, de acuerdo con un modelo keynesiano, en un principio, pero en ese proceso de inversion puede haber una série de trampas. A saber: i- el crecimiento patológico del cuerpo social y funcionarial que gira en torno al mundo del "patrimonio cultural", y 2- el aumento de las empresas parasitarias del dinero del patrimonio cultural. 1- Es una ley sociológica que los grupos sociales desean reproducirse en el tiempo, manteniendo о incrementando el numero de sus miembros. Ello ocurre con grupos como los funcionarios de diferente tipo relacionados con el patrimonio cultural, 0 con los profesores de las universidades y organismos de investigación que trabajan en esos campos. Por esa razón intentarán atraer dinero público en aras de la propia reproducción de sus grupos, apelando falsamente al interés común, o al desarrollo económico (si profesan una ideologia mercantil globalizada). Tienen que apelar a ese interés, nunca cuantificado, porque no pueden sacar a la luz sus propósitos, tan comprensibles psicológicamente como indefendibles socialmente, si se rebasan ciertos limites. 2- En torno al mundo del patrimonio cultural se genera actividad empresarial de diferentes tipos. Esa actividad es subsidiaria del dinero público, que es quien costea las obras de restauración y mantenimiento de edificios, o distintos procedimientos de conservación e investigación. Los empresarios beneficiarios de esas actividades defienden legitimamente sus intereses, pero también estarán tentados a exagerar el interés de sus actividades. Ello es asi por una ley meramente económica (el incremento de los beneficios, al que tiende el mercado por su propia dinámica), y por una ley psicológica: el ansia de enriquecimiento personal. Los empresarios no pueden exhibir al desnudo su interés personal, y por ello han de apelar al interés común y a los beneficios económicos supuestos, que genera la industria del patrimonio cultural. En comunidades políticas o nacionales con escaso desarrollo industrial como Galicia, en las que el peso del presupuesto del Estado en la economia es ен«>**пе, las empresas tienden a ser excesivamente subsidiarias del dinero público, y la admm^ir ación puede adquirir unas dimensiones desproporcionadas. Por ello puede darse una auténtica

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carrera de captación de fondos públicos рог parte de funcionarios y empresarios, para su propio bénéficie pero aludiendo al interés comun. Si además se concibe al patrimonio cultural dentro del modelo de la sociedad del espectáculo, ya tipificada por Guy Debord (Debord, 1999), y se crée que es necesario construir grandes acontecimientos culturales, como los centenarios y aniversarios, que exigen grandes inversiones publicas, y que funcionan con el modelo: 1. conmemoración; 2. construcción del acontecimiento 3. celebración del mismo con: a)- campaňa mediática, b)- gran exposición; с)- edición de textos y propaganda 4. impulsos al turismo cultural, entonces puede darse una auténtica carrera por la consecución de fondos públicos necesarios para poder desarrollar todo un sistema de este tipo. Los beneficiarios de estos fondos serian las empresas que consigan los contratos de las licitaciones públicas y los funcionarios estatales o profesores (no olvidemos que estamos dentro de la industria de la cultura), que consiguen incentivos económicos légales en sobresueldos, y que paralelamente pueden desarrollar alguna actividad empresarial, que también puede ser legal. Estos serán los defensores del mercado y de la rentabilidad que no existe, y los que ensalzarán la figura del turista como nuevo destinatario de la industria de la cultura. El turista, como seňaló Dean MacCannell (MacCannell, 1999) aparece como una nueva version de la clase ociosa analizada a comienzos del siglo XX por Thorstein Veblen (Veblen, 1963). El turista es un viajero, que sale de su pais porque posée recursos y que quiere adquirir prestigio consumiendo bienes culturales, en mayor o menor medida. El turista de Veblen, un millonario norteamericano de principios del siglo XX, venia a Europa a adquirir prestigio y a consumir los bienes culturales y el pasado europeo, pudiendo realizar además grandes inversiones en arte. El nuevo turista masivo que estos ideólogos proponen no puede realizar inversiones en arte, sino sólo consumir folletos y souvenirs. Dispone de mucho menos tiempo e incluye su consumo cultural en el marco de un brève tiempo de ocio, muy diferente al aňo, o anos, que podian pasarse en Europa los viajeros de Veblen. Se supone que de su llegada, no se sabe cuán beneficiosa para él, se derivarán beneficios para las comunidades politicas que viven en los territorios en donde yacen los bienes culturales, en este caso Galicia, que ha de esperar a estos turistas como nuevos mesias.

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Creemos que esos beneficios no existen, ni han sido cuantificados. Por ello intentaremos esbozar dos modelos diferentes del patrimonio cultural gallego. El primero de ellos es el modelo tradicional, asociado a las comunidades campesinas, que esta prácticamente extinguido, pero que tuvo un énorme valor, y el segundo sera el modelo que intentamos defender. Se trata de un modelo politico comunitario (o nacionál), cuyos beneficiarios serían los miembros de la comunidad politica, y que parte de la reivindicación del concepto de cultura. Modelo campesino tradicional Las comunidades campesinas gallegas tradicionales, estructuradas en torno a la aldea y la parroquia, poseyeron un modelo de interpretación de lo que ahora séria denominado patrimonio cultural que estuvo unido a un sistema de apropiación del territorio y que fue inseparable de unas estructuras sociales y familiares, de unos sistemas económicos y una cultura material, que sólo pueden ser comprensibles en el marco de una red simbólica de valores morales, políticos e ideológicos que, enmarcados en el Lebenswelt o mundo vital del campesinado gallego, formaron una cultura perfectamente diferenciada, unida a una determinada lengua. Únicamente en ese mundo vital se puede comprender el sentido que el ahora llamado "patrimonio cultural" tuvo para el campesino о el marinero gallegos. Fuera de ese mundo únicamente puede о bien desarrollarse un discurso antropológico que intente explicarlo y comprenderlo, о bien llevar a cabo una manipulación de esa cultura con fines políticos, alabando desde un mundo urbano y letrado una cultura a la que uno es ajeno pero de la que se supone que es la base sobre la que construye la comunidad politica. En este caso se procédera a una cosificación no sólo de los elementos materiales tangibles: casas, aperos, trajes, herramientas, sino también de los supuestos elementos lingiiisticos y simbólicos que definieron esa cultura, catalogando lo que se ha venido en llamar "patrimonio inmaterial", denominación que es una auténtica aberración conceptual (Prats, 1997; Bermejo y Llinares, 2006). A continuación ofrecemos un esquema de la apropiación del patrimonio cultural de tipo arqueológico, tal y como se llevó a cabo en la cultura popular gailega. Nos centraremos en él porque otros tipos de patrimonio, como el religioso monumental (iglesias, esculturas de santos...), estaba enmarcado en el mundo vital del campesino, del mismo modo que su casa о sus aperos, que él no identificaria como "bienes culturales", sino como instrumentos utiles. Sólo un erudito ajeno al mundo campesino apreciaria como "bienes culturales" esas casas y herramientas.

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En la apreciación de un "bien cultural" ha de darse un proceso de extraňamiento. Cuando se define un bien cultural en un territorio debemos ser conscientes de que es algo diferente, algo singular, al que debemos otorgarle un sentido (Kemp, 1991). El campesinado gallego apreció, desde háce siglos, el carácter extraňo de muchos restos arqueológicos, como los castros y los megalitos. Procedió a otorgarles sentido, no dentro de un discurso de tipo arqueólogico, histórico o folklorista, sino integrándolos en su espacio propio. Ese espacio era un espacio culturalmente codificado mediante una red de valores simbólicos, como veremos a continuación. Una comunidad campesina gallega vivia en un territorio propio, del que se apropiaba mediante el trabajo (Marx, 1999; Simmel, 1978), un trabajo con el que supo explotar con una gran racionalidad todo tipo de recursos. Esa comunidad campesina siempre supo lo que era la escasez de bienes, y quizás рог ello quiso hallar una riqueza imaginaria (Shell, 1985) en unos castros y unas mámoas (túmulos megalíticos) habitadas рог unos seres diferentes a ella misma. Los castros у mámoas eran percibidos como construcciones, como elementos obviamente "culturales", pero no procedentes de la tradición propia, no identificados como producto de la cultura propia, concebida en cierto sentido de forma intemporal (siempre igual a si misma). Asi que lo que para la cultura letrada son yacimientos arqueológicos fue adjudicado por la cultura tradicional gallega a constructores míticos, antiguos, con podereš mágicos y poseedores de grandes cantidades de oro, que nunca daban gustosamente: los mouros y las mouras (veánse algunos relatos en el apéndice). Podríamos decir, y esto no sería una ironía, que el campesinado gallego soňó con hacerse rico con el oro de unos seres extraňos a los que consiguió codificar en un complejo marco de valores sociales y familiares, propios de su cultura, un sistema cultural completo en el que el "bien cultural", el "patrimonio", es el sistema mismo. Los sueňos de los campesinos gallegos no fueron el resultado de su ignorancia, ni de su falta de formación, sino de su sufrimiento y de su pobreza. Los sueňos de los campesinos gallegos fueron, como algún vez dijo Karl Marx, la esperanza de un mundo sin esperanza, el corazón de un mundo sin corazón y el espiritu de un mundo sin espíritu. Los sueňos de los campesinos gallegos fueron los sueňos dignos de un pueblo digno y trabajador. El campesinado gallego no convirtió a sus "bienes culturales" en fetiches del prestigio о la riqueza, y siempre supo distinguir la realidad de la ilusión, aunque supiese que para vivir era necesario tener algún tipo de ilusión: "Como apareza o tesouro o meu fillo vai ser algo, porque eiqui ten que haber camions e bicicletas de ouro e o meu fillo ha pasear montado nelas" (Castro de Guitara, O Saviňao; López Cuevillas y Fraguas, 1955).

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La lectura que se puede hacer de este modelo résulta bastante clara: los campesinos gallegos sabian perfectamente que sin trabajo no hay riqueza. Pero también sabían рог experiencia que incluso con trabajo, y muy duro, hay pobreza. Conocian también de primera mano la opción contraria: la obtención de riquezas sin trabajo, por parte de los rentistas. iQué era lo que les daba estas riquezas? Las propiedades, que les proporcionaban rentas (a costa del trabajo de los campesinos) y beneficios. Oro, en suma, obtenido sin esfuerzo. La representación mítica de este aspecto concreto de la mitologia popular gallega (que no debe separarse de todos modos del análisis del sistema global), nos ofrece por lo tanto una vision que puede articularse en dos espacios. Por un lado esta el espacio real, donde existe el deseo de riqueza sin trabajo. Por otro, esta el espacio imaginario, donde la moura posée oro encantado guardado en los castros o los túmulos megalíticos. El campesino puede no emprender el desencantamiento por miedo a lo que esta alrededor del oro (alquitrán, veneno). Puede intentarlo, pero el desencantamiento prácticamente siempre fracasa. Este fracaso es el que lo devuelve a la realidad. Quienes pretenden convertir en mercancías fetiches a esos bienes culturales son los beneficiarios de la inversion publica en "bienes culturales", que a cambio de este modelo tradicional, propio, integrado y cohérente, aunque apelando falsamente a él, pretenden ofrecer al pueblo gallego, al que gobiernan, una mera riqueza - que al final también es imaginaria - en la que se han perdido los valores estéticos, históricos y simbólicos que conforman una cultura. Su modelo por lo tanto es sustancialmente distinto del que acabamos de ver. Se parte de un présente en el que la politica cultural promete inmensas riquezas recurriendo a un pasado. Este pasado convertido en "patrimonio" séria la forma de cumplir el deseo de riqueza casi sin trabajo. Esta riqueza se promete a toda la comunidad politica. Los turistas ávidos de contemplar el "patrimonio" y los "bienes culturales" serían los nuevos mouros poseedores de oro encantado. Pero el desencantamiento de nuevo fracasa, y los duenos de la riqueza no van a ser los miembros de la comunidad poseedora del "patrimonio", sino los gestores, empresarios, técnicos y funcionarios que transforman lo que fue un elemento vivo de una cultura compléta en "bienes culturales" susceptibles de ser explotados. Como esos funcionarios, profesores y empresarios viven en el marco de la sociedad del espectáculo, consecuentemente pasan a concebir a la cultura popular gallega como un sistema de objetos destinados a una exhibición para aquellos que, viniendo de fuera, pueden traer la riqueza. Los antaňo poseedores de un mundo propio pasarían a ser actores en una pantomima ajena.

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La cultura popular gallega prácticamente ha desaparecido, debido a las transformaciones geográficas, económicas y políticas de los últimos dos siglos. Ese mundo vital ha desaparecido, y en muchos casos sólo puede ya ser objeto fragmentario de estudio. Aunque se mantuviese, si se pretendiese integrar en una cultura letrada y en un marco politico, tendría que ser enormemente transformado. La diferencia fundamental estaría en la forma y en los agentes de esa transformación: desde dentro o desde fuera, por la acción de los propios creadores de esa tradición o por imposición. Рог ello es necesario proponer un modelo politico comunitario, dentro del marco gallego, en el que los "bienes culturales" puedan adquirir un sentido que sea válido para el conjunto de la comunidad, y en el que esos bienes sean definidos por sus valores especificos. Modelo politico comunitario Se puede définir una comunidad politica como un conjunto amplio de personas que, teniendo una série de caracteristicas en comun, como pueden ser una misma lengua, un determinado tipo de instituciones y costumbres que le son propias, unos sistemas de valores simbólicos, un determinado tipo de pasado con el que se identifican, viven en un territorio especifico, en el que son gobernados por un poder politico que contrôla fisicamente ese territorio. El control del territorio sólo es posible si existe una red de comunicaciones que lo hagan accesible en todos y cada uno de sus puntos, con mayor о menor celeridad, y si en ese territorio se aplica un sistema juridico (civil y penal) propio y un sistema fiscal, a la vez que funciona un mercado, que sea común a todo el territorio. Este mercado, a su vez, puede estar integrado en otro mercado, o mercados más amplios. Toda comunidad politica va unida a un Estado, que es quien aplica las normas légales, contrôla el sistema fiscal, y puede estar présente en cualquier parte del territorio. La estructura esencial del estado se diseňa en una Constitución, propia de cada comunidad politica. Una Constitución es la sistematización de los derechos fundamentales de los ciudadanos de un Estado y una comunidad politica. Pero ese sistema de derechos no puede existir si paralelamente no se plasma en un sistema de valores en los que crean los miembros de esa comunidad. Dichos valores han de ser, en primer lugar, los valores políticos demoeráticos, pero esos valores no pueden funcionar en una forma abstracta, tal y como los concibió Jiirgen Habermas con su patriotismů constitucional.

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El patriotismů constitucional de Habermas sólo es comprensible en el marco de una realidad pasada, como lo fue la República Federal Alemana. Habermas ténia que justificar la existencia de su pais, dividido en dos por los resultados de la Segunda Guerra Mundial, rompiendo asi con la tradición nacionál alemana. Además de ello, como en esa tradición existia la idea de Sonderweg, camino especial de la modernización alemana, en el que siempre estuvo présente una cierta tendencia antidemocrática y autoritaria, consecuentemente este filósofo pretendió justificar la existencia de un pais que no asumia su propia historia, y cuya existencia podría incluso ser puesta en duda, puesto que una estructura constitucional sin comunidad política limitada sólo podría ser una estructura cosmopolita. Posteriormente incluso se ha confundido ese cierto cosmopolitisme con el cosmopolitismo del mercado (ya dijo Marx que el Capital no tiene patria), creándose asi el sistema de : mercado globalizado = constitución cosmopolita = pensamiento único, en el que gustan desenvolverse los defensores del modelo mercantil globalizado de los bienes culturales. Una constitución es, pues, indisociable de una comunidad y de un sistema de valores culturales, que dan sentido a la existencia de esa comunidad. Dentro de ese marco juridico es donde se créa la noción de "bien cultural", bien protegido juridicamente, y que exige gasto publico porque esta dotado de un valor específico. Un bien cultural puede tener valores estéticos, históricos, intelectuales, sociales о políticos. Pero un "bien cultural" es ante todo un símbolo, un símbolo de la existencia de una comunidad política, que puede ser compartido por otras, о рог personas a nivel individual, en tanto que es una creación del género humano. Un bien cultural sólo es secundariamente una mercancia. Una mercancia no puede ser por si misma un bien cultural. Un bien cultural puede ser una mercancia, o no serlo, о bien puede ser una mercancia protegida juridicamente, con lo cual tendriamos que el valor mercantil estaria limitado por valores extramercantiles. Un bien cultural no es un bien consumido, no sólo por no ser casi nunca un bien fungible, sino por su propia naturaleza. Un bien cultural es un bien valorado o apreciado. La valoración de un bien cultural no es posible si no se conocen y no se comparten diferentes sistema de valores. No podemos apreciar la música si no la sabemos distinguir de otros sonidos, lo que ocurre en el caso de una extraňa enfermedad cerebral. Debemos tener a nuestra disposición en nuestro cerebro una información y unos códigos que nos permitan localizar, définir y apreciar la música. No podemos apreciar la música si no tenemos alguna cultura musical y no disfrutamos estéticamente de ella. Asi pues para apreciar la música es necesaria alguna educación musical, sea codificada o adquirida más o menos espontáneamente. DHA 33/2, 2007

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Del mismo modo podemos decir a nivel general que la apreciación de los bienes culturales exige dos cosas: conocimientos y asunción de determinados sistemas de valores. Los bienes culturales no son consumidos sino asimilados y disfrutados. Para que ello pueda ser asi es necesario un proceso de educación, una educación no solo entendida como un proceso escolar, sino como un proceso social y politico global, lo que en alemán se llamó Bildung, о proceso de configuración humana. El destinatario de la educación de un pais es su comunidad politica: sus ciudadanos. Por ello deberiamos decir que los bienes culturales deben estar orientados a los ciudadanos de las comunidades politicas. Ellos deben saber apreciarlos, comprenderlos, y sólo asi séria posible conservarlos, puesto que no es posible aplicar leyes en las que nadie crée, y una ley no puede funcionar si es meramente coercitiva. Por esa razón, cualquier política de conservación del patrimonio sólo puede ser eficaz si la comunidad política interioriza los valores especificos y simbólicos del patrimonio cultural. Si de lo que se tratase fuese de estimar su valor económico como mercancías, en cualquier momento podrían ser desplazados por otřas mercancías de mayor valor, lo que es lógico, si tenemos en cuenta que el valor monetario se mide cuantitativamente y no cualitativamente, como ocurre en el caso de los bienes culturales. Los "beneficiarios" de los bienes culturales han de ser los ciudadanos de cada comunidad política. La propia existencia de esos bienes es indisociable de un proceso de educación, y no de un proceso de exhibición. Esos bienes pueden generar algun tipo de beneficios, básicamente turísticos, pero esos beneficios no son los especificos de los bienes culturales, porque las grandes magnitudes del turismo funcionan de acuerdo con otra logica. Por otra parte planificar economías basándose en el turismo, como se prétende hacer en Galicia, es suicida, en primer lugar porque la demanda turistica es muy variable e inestable y dépende de las modas. Si ello se intenta hacer en el caso del llamado turismo cultural la aberración es todavia mayor, ya que no se puede producir en série lo singular e irrepetible, como la Catedral de Santiago, y el fomento de ese turismo dépende más del incremento del nivel educativo que de las meras téenicas del marketing puro y duro. Debemos defender los valores políticos y los valores comunitarios cuando hablamos de los bienes culturales. En primer lugar porque son sus valores especificos, en segundo lugar porque no es cierto que sean generadores de inmensas riquezas. Y por ultimo para evitar caer en la confusion terminológica, nunca inocente ni bien intencionada, de quienes hablan del interés comun para defender su interés particular, y de quienes hablan de la cultura de su pueblo y de sus valores para acabar hablando indirectamente de si mismos, puesto que ellos se consideran no sólo los portavoces, sino también los más DHA 33/2 2007

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MarLlinares Garda et José Carlos Bermejo Barrera

eximios creadores y productos de esa cultura, cuyos valores pretenden convertir en un oro como el que celosamente guardaban en mámoas y castros las desaparecidas mouras, fieles companeras del sufrimiento y el trabajo del pueblo gallego.

Apéndice "Cóntase que nos anos antigos, no fondo dos castros, aparecia todas as noites unha muller moi guapa cunha tenda moi bonita, que era toda de follas. Un día pasaba por alí un home, e a muller preguntoulle: - Que queres da tenda? -Unha peineta - dixolle el. - Dobláchesme o encanto - respondeulle ela. Ao día seguinte, vólvelle aparecer en forma de cóbrega. Ela tórnalle a preguntar: - Que queres? - Unha tixeira - dixolle el. - Dobláchesme o encanto - respondeulle ela. О terceiro día apareceu en forma de muller, e pasou un home ao que Ile dixo: - Que queres da tenda? El respondeu que estaba namorado da tendeira. Antes de decir estas verdades, quedou todo convertido en ouro" (Castro de Toiriz, Silleda; Llinares, 1990). "No Castro viviron os mouros ou un exército, pois о Castro esta atrincherado e disque nunha leira que hai cerca da porta si pisamos con forza fai un ruido como de campas, pois hai duas vigas, unha de ouro e outra de alquitrán pero ninguén quere ir buscá-la de ouro porque si ó collé-la rompera a de alquitrán morrería. Por enriba desta viga de ouro pasaban os carros" (O Castrillón, Carballo; Aparicio, 1999). "Din que os antergos da Casa do Patron empezaron a enriquecerse repentinamente. Entón a muller preguntáballe ao home a que se debía, pero el non podia decirllo. Todas as noites, о home saia со cabalo sen decir a onde; pero, despóis de moito preguntarlle, acaboulle por contalo á muller, e desde ese intre cerráronselle as portas, pois a el dixéranlle que non llo contara a ninguén, senón xamáis He darían nadá" (Castro de Pineiro, Silleda). "Un home da Laxe falou unha vez cun home que era maragato, que Ile preguntou de onde era. О da Laxe dixolle que era de aqui. Enfonces o maragato preguntoulle se sabía onde estaba Castra Monaz (sic); ao responderlle que si, dixolle: "jAy Castra Monaz, Castra Monaz! jQué rico ères, India de Espaňa!" (Castro Montaz, Silleda).

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