De oscuros hidalgos a señores de vasallos. La construcción de la imagen de una casa nobiliaria cordobesa: Los Corral, ss. XVI-XVIII.

June 14, 2017 | Autor: G. Herreros Moya | Categoría: Genealogy, Modern Spanish History, Cordoba
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Descripción

DE OSCUROS HIDALGOS A SEÑORES DE VASALLOS. LA CONSTRUCCIÓN DE LA IMAGEN DE UNA CASA NOBILIARIA CORDOBESA: LOS CORRAL, SS. XVI-XVIII GONZALO J. HERREROS MOYA Universidad de Córdoba

Aceptado por el Comité Científico: 30-05-2010.

Como se ha afanado, y con éxito, un nutrido grupo de historiadores de las últimas dos décadas en demostrar, la estructura social de la España del Antiguo Régimen experimentó mucho más movimiento interno de lo que se ha venido manteniendo como discurso oficial desde hacía siglos. Los ámbitos de poder, desde la Corte a los gobiernos municipales, y los linajes preeminentes de cada región, lejos de estancarse como en la teoría se propugnaba desde púlpitos y Cronicones, fluían en un natural cauce de renovación, ascensos y descensos, tensiones y distensiones; y así, bajo una máscara de eternidad, la sociedad albergaba toda una realidad de cambio constante. El caso de la sociedad cordobesa de los siglos XV al XIX, como ya sentó el profesor Soria Mesa hace años 1, a pesar de poseer unas estructuras sociales mucho más cerradas y estancas en lo que a familias y ámbitos de poder se refiere que otros lugares más proclives a la movilidad estamental, también acogió entre las filas de sus linajes más señeros a algunos de orígenes inciertos, ocultos y, teóricamente, prohibidos. El sistema permitió a través de diversos mecanismos que individuos de la más variada ralea, en el mejor de los casos hidalga, en el peor, descendientes de condenados a la hoguera, consiguieran insertarse en la esfera de la oligarquía local, rompiendo ese hipotético molde de la estructura social establecida. Este es el caso de la familia Corral que, procedentes de una villa toledana, llegan a Córdoba a comienzos del quinientos y, a través de todo de un proceso de creación y recreación de la imagen nobiliaria, alcanzarán las más altas cotas de la élite local, emparentando ya con nobles titulados en el siglo XVIII. LA TESORERÍA DE LA CATEDRAL DE CÓRDOBA: ARRANCA UN ASCENSO La familia Corral era oriunda del reino de Toledo, concretamente de la localidad de Almorox, cerca del río Alberche. En este enclave, a fines del XV,

1. Enrique Soria Mesa, El cambio inmóvil. Transformaciones y permanencias en una élite de poder (Córdoba, ss. XVI-XIX), Córdoba, 2001.

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casó y tuvo su prole el matrimonio compuesto por Pedro de Corral y Catalina Álvarez 2, ambos de condición completamente desconocida, seguramente con pocos recursos. Que sepamos, cinco fueron los hijos que nacieron de esta unión: Francisco, Antonio, Pedro y Lope de Corral y María Vázquez de Corral, única mujer de que se tiene noticia entre los hermanos. En los años cuarenta del siglo XVI, Pedro y Catalina yacían en la capilla de la Iglesia parroquial de Almorox 3, que ellos mismos habían fundado. Por estas fechas, un hermano de Catalina, Juan Álvarez de Almorox 4 ocupaba el puesto de capellán y cantor real 5 cuando en 1492 consiguió por recomendación del obispo de Guadix una canonjía en Córdoba. Más tarde, conseguiría la dignidad de tesorero de la misma Catedral, que mantuvo a lo largo de dos décadas más, hasta su muerte. Y gracias a desempeñar este importante puesto atrajo a dos de sus sobrinos hacia Andalucía. Antonio y Pedro de Corral, que ya habrían iniciado su carrera eclesiástica, marcharían así para ocupar sendas canonjías, mientras el resto de sus hermanos se mantenía en Almorox. Pedro de Corral fue a la catedral de Sevilla, cabildo en el que, además de ser canónigo, ostentó con el tiempo el cargo de Arcediano de Niebla y la notable posición de vicario general de la diócesis. Por su parte, Antonio de Corral, el mayor de los dos, y el más directamente favorecido por su tío materno, vino a recaer en la Catedral cordobesa, donde ocupó y heredó la plaza de canónigo y el rango de tesorero tras el fallecimiento de su tío. Es a partir de entonces, con la presencia de don Antonio de Corral en la tesorería de la Catedral cordobesa, cuando se desarrolla una decidida política familiar, y en torno a ella se articulará un ascenso imparable hacia el escalafón nobiliario. Don Antonio de Corral ocupó su puesto durante, al menos, 25 años 6, tiempo suficiente para amasar una gran fortuna, una parte de la cual vincularía en los últimos años de su vida. Este hecho supone el primer punto de partida para el ascenso ulterior de toda su familia inmediata. Según las diversas escrituras de mayorazgo (1544 7 y 1548) y testamentos por él otorgados en

2. Juan Aranda Doncel, «Almodóvar del Río en el siglo XVII: el sometimiento al régimen señorial», en VV.AA. Almodóvar del Río, estudios históricos, Córdoba, 1991, págs. 71-141, pág. 77; y Vicente Porras Benito y Alfonso Porras de la Puente, Glosas a la Casa de Córdova, Sevilla, 2004, pág. 486. 3. Archivo Histórico Provincial de Córdoba [AHPC], leg. 13.241, Juan de Eslava, 1544. Testamento Antonio de Corral. 4. La primera referencia que encontré de él fue gracias a Antonio J. Díaz Rodríguez, que halló a este tesorero en sus investigaciones en el Archivo de la Catedral de Córdoba; desde aquí mi agradecimiento. 5. Archivo General de Simancas [AGS], Registro General del Sello [RGS], leg. 149.207, 41. 6. Su primera noticia en él es de los años 20 del siglo XVI y su último testamento es de abril de 1550. 7. AHPC, Ibidem.

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que los confirma (1544 8 y 1550 9), los bienes inmuebles que constituyen dicho vínculo fueron: el Cortijo del Cambronero, en Castro del Río, un mesón en la villa de Castro del Río, ¼ de la Almona baja del jabón, en Córdoba, unas tenerías en la collación de San Nicolás de la Axerquía, en Córdoba, una casa tienda en la collación de San Pedro, en Córdoba, y el Cortijo de la Cañada, en Fuente Obejuna 10. Como decimos, el canónigo ponía con este mayorazgo la primera piedra de un exitoso programa de enriquecimiento y promoción familiar, blindando el conjunto de sus propiedades. En principio, el vínculo lo establece pensando en su hermano Francisco de Corral, el mayor de los hermanos, que en aquel momento ya tenía descendencia. Seguidamente, a sus hijos y sucesores, siempre que «tomen mi apellido y de mi linaje, llamándose siempre de Corral los varones» 11. Seguidamente, el tesorero de la Catedral elabora la previsión sucesoria tras la muerte de su hermano Francisco. En primer lugar llama a los hijos de éste; si muriese sin descendencia don Francisco de Corral, la sucesión del mayorazgo recaería en el otro hermano casado de Antonio, Lope de Corral, y tras él a sus hijos. Y si ninguno de ellos tuviera descendencia, estaría llamada a la sucesión María Vázquez de Corral, esposa de Francisco de Villaquirán. Una vez establecido en Córdoba, y comprobada su desahogada posición como canónigo de la Santa Iglesia Catedral, una de las primeras medidas persiguiendo del fortalecimiento de su linaje que acomete don Antonio es la renuncia de su legítima materna en 1526, junto con su hermano Pedro, ya también canónigo de Sevilla, a favor de Lope de Corral, hermano de ambos 12. Con esta medida intentaban los canónigos dotar de mayores posibilidades económicas al hermano menor y que por lógica familiar iba a gozar de menos fortuna. Finalmente, en su testamento, don Antonio de Corral mandará también a su hermano Lope la nada despreciable cantidad, a la altura de 1544, de doscientos ducados. Medidas similares tomará el canónigo para favorecer al resto de sus familiares inmediatos con algunas de sus mandas testamentarias. A su única hermana, María Vázquez de Corral, le lega otros 200 ducados. La gran preocupación de don Antonio de Corral vendrá, sin embargo, con sus sobrinos. A María y Catalina, hijas de su hermano Francisco, les lega dos mil doscientos maravedíes a cada una para su dote. A la hermana de estas, monja en el convento de Santa Isabel de los Ángeles de Córdoba, le lega un ducado mensual de por vida para su manutención y vestimenta. A Catalina, hija de su hermano Lope, le deja mil maravedíes para el mismo fin del casamiento. Al hermano de ésta, Francisco

8. Ibidem, ya que en la misma escritura por la que testa funda el mayorazgo. Juan Aranda Doncel, op. cit., pág. 77, comenta que ha empleado el traslado notarial que existe en el Archivo Histórico Nacional, en la sección Consejos, leg. 4.749. 9. AHPC, leg. 13.248, Juan de Eslava, 1.550. 10. Juan Aranda Doncel, op. cit., pág. 78. 11. AHPC, Ibidem. 12. AHPC, leg. 14.151, Gonzalo Fernández de Córdoba, 9 de febrero de 1526.

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de Corral, le deja otros doscientos ducados para su manutención. Y por último, vuelve a acordarse el tesorero de la Catedral de su hermano Francisco quien, a parte de concentrar el mayorazgo por él instituido, obtendrá el remanente de todos los bienes una vez que todas las mandas testamentarias se hayan cumplido 13. Se comprueba que para entonces, don Antonio de Corral ya había atraído hasta Córdoba a su hermano Francisco de Corral, ciudad donde ya había casado con doña Ana de Frías —simple hidalga familia cordobesa—, y en la que habían nacido sus seis sobrinos, mientras Lope y María de Corral, con sus respectivas familias, permanecieron en Almorox. Esta política pormenorizada y estudiada de ayuda familiar favorecía la creación de una rama primogénita, titular del mayorazgo y tendiente al ascenso, y el mantenimiento digno del resto de varones así como de las mujeres, con cantidad suficiente para la dote para las que vayan a casar, y a la única religiosa con una importante cantidad para su sustento dentro del cenobio. Tras la muerte del canónigo y tesorero, acaecida en 1550, todo estaba atado y bien atado para que sus sucesores mantuvieran una posición social aventajada, sentando así las bases materiales para la ascensión de los Corral.

LA CAPILLA DE LA FUENSANTA Otro de los importantes legados del canónigo don Antonio de Corral no tiene tanto un valor material y económico, que también, como un valor simbólico y espiritual. Alrededor de 1533 14 el cabildo catedralicio le donó la Capilla Mayor del Santuario de la Virgen de la Fuensanta, extramuros de la ciudad. Con este espacio religioso, en un lugar de gran devoción mariana ya en aquél momento, los referidos hermanos don Antonio de Corral y don Pedro de Corral fundan dos capellanías e instituyen un panteón familiar. El patronato primero de la capilla lo posee don Antonio de Corral, el tesorero, y como primer sucesor el otro fundador, don Pedro. Pero seguidamente, según consta en las constituciones de las capellanías, llaman a su titularidad a todos sus hermanos y sobrinos exactamente por el mismo orden por el que lo estableció años más tarde don Antonio de Corral para su mayorazgo. Bajo los nervios de la cúpula que recoge el Altar Mayor de la Iglesia, actual Parroquia 15, de la Fuensanta, insertado en el mármol que dispuso la última reforma del templo, aún hoy se puede ver la lauda sepulcral que alberga la tumba donde reposa el cuerpo del canónigo y todos sus familiares. A juzgar por la estética, la lápida bien puede ser la original labrada a mediados del siglo

13. AHPC, leg. 13.241, Juan de Eslava, 1544. Testamento de don Antonio de Corral. 14. Vicente Porras Benito y Alfonso Porras de la Puente, op. cit., pág. 486. 15. Desde 1973, el Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta se convirtió en Parroquia de la ciudad. Véase en Antonio Navarro Sánchez y Rafael Martínez Castro, Santuario de la Fuensanta de Córdoba, Córdoba, 1990, pág. 45.

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XVI, teniendo en cuenta la fecha de muerte del tesorero (1550), sin que se haya sustituido posteriormente a pesar de la gran cantidad de difuntos allí sepultados.

LA CONSOLIDACIÓN DE LA FAMILIA Establecidas las prioridades y las bases económicas necesarias por el tesorero, el linaje Corral comenzó su andadura en la Córdoba de la segunda mitad del XVI. En efecto, el ordenamiento realizado por él pronto tuvo sus primeros frutos en sus cinco sobrinos mayores: Juan, Antonio, Jerónimo, Catalina y María. Las dos sobrinas mejores dotadas, María y Catalina, hijas de su hermano Francisco, enlazaron con dos miembros de la más rancia oligarquía de Córdoba. Catalina consigue casar gracias a su dote nada menos que con Baltasar Díaz de Cabrera, XI Señor de Torres Cabrera 16, y su hermana María con Lope de Angulo, Veinticuatro de Córdoba y señor de La Morena 17. A todas luces estos matrimonios beneficiaban desde un punto de vista social a las contrayentes, ya que gracias a una cuantiosa dote matrimonial se habían casado con miembros de la aristocracia local de Córdoba, señores de vasallos, regidores y caballeros de hábitos, tres dignidades que, no olvidemos, aún no posee ningún miembro de la familia Corral. Persiguiendo el fortalecimiento familiar, esta última, cuando testa en 1625 realiza con el remanente de sus bienes un vínculo para engrosar las propiedades de su sobrino Francisco de Corral, cabeza del linaje e hijo mayor de su hermano Juan. Vemos pues como, a pesar de estar inmersa ya en otro círculo familiar, los Angulo, y con descendencia, doña María no pudo dejar de ocuparse de los suyos. El segundo de los varones fue don Antonio de Corral, que heredará de su tío las dignidades de canónigo y tesorero de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba. Esta patrimonialización de la tesorería del cabildo catedralicio dentro del mismo círculo de los Corral fortalecerá aún más la posición de los Corral en Córdoba 18. Antonio II de Corral, llegará a ser Provisor y Vicario General de la Diócesis 19, y con su altísima posición podrá adquirirá bienes rústicos y muebles, fundará dos nuevas capellanías sobre la Fuensanta e instituirá en 1590 dos nuevas vinculaciones 20. La primera para engrosar el mayorazgo primogénito de los Corral; y el segundo mayorazgo, en cabeza de otro sobrino, Antonio de Corral, con lo que surgirá la rama segundona de los Corral. El tercer hijo varón de Francisco de Corral y Ana de Frías fue Jerónimo. Agotadas las vías típicas de ubicación familiar, Jerónimo de Corral comenzó la carrera burocrática y administrativa. Oidor de Granada, regente de la Audiencia

16. Archivo Histórico del Palacio de Viana [AHPV], 1603, caja 123, exp. 4. 17. AHPC, leg. 12.852, Juan de Clavijo, fol. 327. 18. AHPC, leg. 10.374, 1589, varias escrituras, fols. 1.181-1.127. 19. Así consta en AHPV, leg. C0094, Exp. 0079-c, 13 de junio de 1586. 20. AHPC, leg. 10.294, Rodrigo de Molina, 29 de agosto de 1590.

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de Navarra 21, y finalmente presidente de la Real Chancillería de Valladolid. Estando en esta ciudad adquirió por muerte de su hermano Antonio la tesorería de la Catedral de Córdoba. En su interesante testamento, que otorga en Medina del Campo en 1602, manda engrosar con sus bienes el mayorazgo principal de su Casa, con que el sucesor «haya de llamarse del dicho apellido por primero y principal y traerá las armas de este mayorazgo a la mano derecha y por primera y principales»; manda también que lleven su cadáver a la capilla de la Fuensanta de Córdoba, a la que destina el mejor ajuar de misa que había poseído en vida; que le den 100.000 maravedíes a su sobrino Antonio de Corral, cada año, por su casamiento con doña Catalina de Saavedra y Guzmán; y al resto de sus hermanos y sobrinos también ciertas cantidades económicas y bienes religiosos 22. El ascenso social que se adivinaba ya en la segunda generación de los Corral en Córdoba se comprueba ya por el uso de la partícula Don. Debe notarse como al principio sólo los canónigos, Juan Álvarez de Almorox, y Antonio y Pedro de Corral se llaman a sí mismos don, obviando tal denominación a los hermanos de estos, que son llamados a secas Francisco, Lope y María, así como a sus sobrinos. Sí tiene el tratamiento de doña la mujer de Francisco, doña Ana de Frías, por su condición hidalga familiar, pero nada más. De los hijos de Francisco I de Corral y doña Ana de Frías, tan sólo dos tendrán esa consideración: el que también fue canónigo y tesorero, Antonio II de Corral y Frías, y Jerónimo de Corral, que llegó a ser Presidente de la Real Chancillería de Valladolid. Podemos concluir entonces, hasta aquí, que tan sólo usaban este protocolo en la familia Corral los clérigos. Juan de Corral, hijo de Francisco I de Corral, aún se llama a sí mismo sin ese tratamiento, a pesar de ser hijo de doña Ana de Frías y esposo de doña Ana de Guzmán 23. Sin embargo, en su testamento denomina a todos sus hijos, sin excepción, con la consideración de don, extendiéndose ya para siempre al resto de la familia. Aún nadie de la familia poseía hábito de órdenes, ni veinticuatrías, pero ya se ha contagiado este uso por la esfera social en la que se relacionaban: era cuñado de dos señores de vasallos, y hermano del Vicario General de la Diócesis y del Presidente de la Chancillería de Valladolid, con todo lo que ello conllevaba. A partir de la tercera generación de los Corral en Córdoba, con el lanzamiento sin freno de las dignidades y los cargos de poder, todos, clérigos o seglares, hombres o mujeres, usarán el tratamiento de don y doña, sin excepción.

21. M.ª de la Soterraña Martín Postigo, Los presidentes de la Real Chancillería de Valladolid, Valladolid, 1982, págs. 55-57. 22. Su testamento en AHPV, caja 0122, Expte. 0050, 9 de Febrero de 1602. 23. AHPC, leg. 12.854, Juan de Clavijo, 17 de junio de 1566.

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LA CONSOLIDACIÓN DEL PATRIMONIO El mayorazgo de primogenitura de los Corral se verá poco a poco acrecentado y modificado, siendo reformado por Juan de Corral y Frías, sobrino del tesorero, quien había heredado como bien libre del mismo canónigo el cortijo de la Reina, en el término de Córdoba. Tras los cambios 24, el mayorazgo quedó constituido íntegramente por tres fincas rústicas: la Reina, el Cambronero y la Cañada. Este mismo Juan de Corral agregará nuevos bienes, con lo que en el verano de 1590 el mayorazgo de primogenitura quedará compuesto definitivamente por lo siguiente 25: — — — — —

Cortijo del Cambronero Dehesa de la Cañada Cortijo de la Reina Casas Mesón en Castro del Río Casas tienda, tenerías y un cuarto del derecho de hacer y vender jabón en la Almona Baja, de Córdoba. — Cortijo del Malagón — Cortijo del Tocino Todo esto es lo que recibe a fines del XVI don Francisco II de Corral y Guzmán, su hijo, obteniendo a lo largo de su vida otros dos vínculos más. Por el testamento del canónigo Antonio de Corral, nuestro personaje recibió 26 unas casas, que constituirían las principales del mayorazgo, en la collación de San Bartolomé, otras casas anejas y dos hazas de tierra junto al Cortijo de la Reina. A la muerte de su hermana María de Corral, en 1621 27, recibió tres censos que sumaban más de 15.000 ducados, varias heredades, viñas, lagares y dehesas, todos entre Córdoba y Almodóvar. Con todo ello, Francisco II de Corral tuvo una vida más que acomodada que le permitió elevar la posición de su Casa varios escalones más. Así, en 1629 28 recibirá una real facultad para modificar los bienes que componían dicho mayorazgo, sumando así al original los dos vínculos legados de sus tíos, y añadiendo igualmente todas las propiedades rústicas y las jurisdicciones que él había adquirido por cuenta propia. Esta será la última reforma que sufrirá el mayorazgo fundado por su tío abuelo el canónigo don Antonio de Corral. Así pues, al listado de bienes anterior, se sumaron: el cortijo del Carrascalejo y el heredamiento del Picacho, un molino de Pan, un olivar y varias casas en Almodóvar. La suma de todo ello constituyó, hacia 1630 29 un vasto patrimo-

24. 25. 26. 27. 28. 29.

AHPC, AHPC, AHPC, AHPC, AHPC, AHPC,

leg. 12.857, Juan de Clavijo, 1570. leg. 10.294, Rodrigo de Molina. Testamentos Cerrados, 1590. leg. 10.294, Rodrigo de Molina, 29 de agosto de 1590. Rodrigo de Molina, 10 de noviembre de 1621. leg. 10.515, Rodrigo de Molina, 1629. leg. 10.530, Rodrigo de Molina, 18 de agosto de 1634.

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nio urbano, rural y monetario que dotó a la rama primogénita de los Corral de la altura económica suficiente para equipararse del todo a los miembros de la oligarquía cordobesa.

EL SEÑORÍO DE LA REINA Y ALMODÓVAR Esta inmensa fortuna que amasa don Francisco de Corral a comienzos del XVII le permitirá no sólo tener una situación económica muy acomodada — ayudado además por su escasa descendencia—, sino que gracias a ese poderío económico, en poco más de treinta años se insertará definitivamente en las esferas nobiliarias de la ciudad. El primer paso se había producido en 1591, cuando renuncia en él su puesto de regidor en el Concejo cordobés don Gómez de Sotomayor, quien era regidor desde 1585. De esta forma, tan sólo un año después de la muerte de su padre y de encabezar los bienes familiares, don Francisco II de Corral comenzará a formar parte del exclusivo grupo de los caballeros Veinticuatros de Córdoba 30. Estaba ya completamente a la altura de su cuñado don Francisco Lope de los Ríos, esposo de su única hermana casada, doña Anda de Guzmán, y comenzó a codearse de forma oficial con la oligarquía dominante en la ciudad. A partir de entonces el puesto de regidor estará vinculado a los primogénitos de esta familia, pero no será el único, ya que en la segunda mitad del XVII hasta tres miembros de forma simultánea del clan de los Corral ocuparán el cargo de regidor 31. El siguiente paso sucede en 1613. En ese año don Francisco de Corral y Guzmán recibe, por fin, el hábito de la Orden de Santiago, insertándose pues en otra de las más cotizadas y necesarias esferas nobiliarias. Por primera vez entraba en la sangre de los Corral 32 un hábito de una orden militar, y no sería, ni mucho menos, el último. Por fin, en 1629, llegó el gran momento de los Corral. A través de una compra a la Corona don Francisco II consiguió «la jurisdicción alta y baja, civil y criminal, mero mixto imperio, horca y cuchillo, penas de cámara y de sangre, legales y arbitrarias» 33 de las villa de la Reina y de Almodóvar, con todo su término y jurisdicción, y la alcaidía del Castillo de Almodóvar. Igualmente se adueña de todas las alcabalas de la villa de Almodóvar. El coste de esta compra ascendió a 15.135.412 maravedíes por la jurisdicción de Almodóvar con 120 vecinos, y de 1.500.000 maravedíes por la compra de la alcaidía del castillo y fortaleza. Strictu sensu, la compra como tal se ciñe a la villa de Almodóvar, ya que en ningún momento existió la «villa de la Reina», ya que solo era un

30. 31. 32. 33.

Archivo Municipal de Córdoba [AMC], Exptes. Veinticuatros, núm. 32. AMC, Exptes. Veinticuatros, núms. 158, 162, 210, 228, 258, 291. Archivo Histórico Nacional, sección Órdenes Militares [AHN-OM], expte. 2.146. AGS, Mercedes y Privilegios, legajo 324-2, fol. 26.

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cortijo, ciertamente rico y provechoso, pero nunca una villa. Se enmarca pues dentro de la dignidad de señorío despoblado, la Reina, y de señorío con auténtica jurisdicción, en el caso de Almodóvar. Sea como fuere, a través de esta compra los Corral avanzaban un paso más en su carrera hacia los altares del poder local. Culminaba la carrera nobiliaria de los Corral, situándose a la misma altura que toda su parentela política y que la mayoría de los contactos que abarcaba su red social más inmediata. Como antes avanzábamos, esta consolidación se produjo aún más limpiamente, si cabe, con la reducción drástica de la descendencia en la siguiente generación. Don Francisco II de Corral sólo tenía un hijo y heredero, nacido de su segunda mujer, Inés Ponce de León y Vivero, que será don Rodrigo de Corral. Este hecho permitirá evitar la dispersión de los bienes conseguidos y concentrar todos en un único vástago, heredero universal del legado de sus padres.

EL FORTALECIMIENTO DEL LINAJE (1580-1650) Mientras tanto se acaba por consolidar todo el patrimonio de los Corral, el corpúsculo familiar siguió manteniendo una decidida política de grupo. Así, como hemos visto, aunque las energías de don Juan de Corral y Frías y su mujer Ana de Guzmán y Córdova 34 para con sus hijos se habían centrado en la concentración de los bienes del mayorazgo, no se desocuparon del resto de sus hijos, bien persiguiendo ese enriquecimiento de la rama primogénita, bien continuando con la extensión de las redes sociales. Obviando al primogénito, el resto de sus hermanos Corral y Guzmán siguieron un patrón estandarizado de comportamiento de familia oligárquica local en ascenso. De los seis hijos el primero, don Francisco, heredó los vínculos; sólo la mujer de mayor edad pudo casar; el segundogénito se salvó de la vida eclesiástica gracias al mayorazgo de segundogenitura que encabezará la segunda rama de la familia Corral; y los otros tres emprendieron vida como religiosos regulares. El único enlace de su generación lo protagoniza doña Ana de Guzmán y Corral, hermana del primer señor de la Reina. En 1586 casó, aportando una suntuosa dote de 13.000 ducados 35, con el regidor don Francisco Lope Gutiérrez de los Ríos, dueño de importantes mayorazgos como Torreblanca o la Monclova. Siendo un vástago rico más dentro de la gran casa de los Ríos, su importancia viene dada porque en su inmediata descendencia vino a darse un ascenso social de gran calado. Su hijo primogénito, Martín de los Ríos y Guzmán será padre del I Conde de Gabia la Grande, y cabeza de esta rama titulada de los Ríos; y el segundogénito casará nada menos que con la II condesa de Fernán-Núñez, su prima.

34. 35.

Casados en 1566. Dote en AHPC, leg. 12.854, Juan de Clavijo, 17 de junio de 1566. AHPC, leg. 10.361, Rodrigo de Molina, 14 de febrero de 1586.

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El segundo de los varones, Antonio de Corral, se libró de la vida religiosa gracias al vínculo de segundogenitura que forma en su cabeza su tío el tesorero y canónigo homónimo, en 1590. Este mayorazgo le permitirá una independencia económica que le posibilitará casar y encabezar una familia nueva. Andando el tiempo, sus sucesores serán también veinticuatros de Córdoba y su primogénito I Señor de Santa Cruz de los Llanos 36. Los otros tres hermanos, Pedro, Cristóbal y María ingresaron en diferentes órdenes religiosas. Pedro y Cristóbal lo hicieron en la orden de San Bernardo. La religiosa, doña María, ingresará en el monasterio cordobés de Santa Isabel de los Ángeles, convento que concentrará a la mayoría de las religiosas de la rama primogénita de los Corral. Don Rodrigo de Corral y Ponce de León toma las riendas de su casa en 1636, a la muerte de su padre, heredando un vasto conjunto de bienes corporizado en el enorme mayorazgo de primogenitura de los Corral, que ya llevaba incorporadas de forma aneja las dignidades de caballero Veinticuatro de Córdoba y los señoríos de la Reina y Almodóvar. El fortalecimiento social que desarrolla viene dado, principalmente, por su matrimonio. Primo ya de los Condes de FernánNúñez y de los de Gabia y de los Vizcondes de Torres Cabrera, casa en 1623 con doña María Fernández de Córdova 37, hija del VIII señor de Torrequebradilla y Torralba, perteneciente a esta rama de la gran Casa de Córdova, afincada en Jaén y desgajada de la Casa de Cabra. Pues bien, el cuñado de don Rodrigo de Corral, hermano de su mujer, don Íñigo Fernández de Córdova, llegará a ser en 1640 primer Conde de Torralba. El acercamiento de los Corral a la nobleza titulada era cada vez más íntimo. Por este enlace vendrá a recaer, un siglo más tarde, la casa condal de Torralba en los señores de la Reina, ya por entonces Valdivia por varonía 38. De este fecundo matrimonio nacieron nada menos que trece hijos, de los cuales seis premurieron. Volviendo a la estructura recurrente, el primogénito, don Gabriel, heredó al casa; y el resto, Roberto, Plácido, Juan, Ana y María Catalina de Corral siguieron la vida religiosa. Sin embargo, en el caso de los hombres se avanza un puesto. En esta generación los vástagos encaminados a la carrera religiosa no serán regulares, sino seculares, y conseguirán algunas raciones en al cabildo catedralicio de la ciudad, lo que les aseguraba un nivel más prestigioso. De nuevo, como había ocurrido dos generaciones atrás, sólo una hija casó, esta vez de forma algo más modesta. Don Rodrigo de Corral dotó a su hija mayor, doña Aldonza de Corral, con 9.000 ducados para que pudiera casar con don Pedro Antonio Arias de Acevedo, que era regidor de Córdoba y caballero de Alcántara. Rodrigo de Corral no vio este matrimonio ya que falleció antes,

36. En 1641, AGS, Mercedes y Privilegios, leg. 332-2, fol. 23. 37. Vicente Porras Benito y Alfonso Porras de la Puente, op. cit., pág. 504 38. Ibidem, págs. 530-537.

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y fue su primogénito don Gabriel quien firma la dote. Aunque la repercusión de dicho matrimonio fue algo menor, desde luego no era un mal casamiento, sino que se trataba de un matrimonio homogámico 39.

EL DESARROLLO DE LA IMAGEN NOBILIARIA Desde que instituyera el patronato del Altar Mayor del Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta el tesorero don Antonio de Corral el 1533, la titularidad del mayorazgo conllevó la representación del patronato de las capellanías en ella fundadas, así como el derecho de enterramiento en ella. Esta fue una de las mejores señas de identidad de la familia Corral dentro del ámbito de la élite. En sus testamentos, todos los Corral dejaban claro que tras su muerte y funeral en la parroquia correspondiente, su cuerpo fuera llevado a la capilla de la Fuensanta. Tenemos noticia de que desde el primer tesorero hasta los Corral de principios del XVIII, tuvieron descanso eterno todos y cada uno de los miembros del linaje, así como la mayoría de sus consortes 40. Los señores de la Reina y Almodóvar seguirán enterrándose en tal lugar, hasta que vino a recaer en la casa, ya con apellido Valdivia, el condado de Torralba y el de la Motilla, donde la influencia sevillana dejó a un lado su enterramiento en Córdoba. Paralelamente a la conciencia de panteón familiar tan fuerte que adquirieron los Corral, comprobamos cómo muchos de los miembros de la casa de la Reina se sintieron especialmente preocupados por su mantenimiento y desarrollo, y la fundación de capellanías no cesó durante los siglos XVI y XVII. Estas fundaciones, que dotaron con dinero la actividad religiosa y posibilitaron el mantenimiento del culto y del panteón familiar, se completaron, en algunos casos, con mandas testamentarias anejas dedicadas a la fábrica y culto de dicho santuario, con todo tipo de ornato y ajuar litúrgico. Otro de los usos más comunes que observamos en los Corral como asimilación de las prácticas nobiliarias y de emulación de la clase oligárquica es la pertenencia, desde muy temprana hora, a la Hermandad de la Santa Caridad y también algunas familiaturas en el tribunal del Santo Oficio cordobés. La Hermandad de la Santa Caridad de Cristo comienza su andadura en Córdoba en la Baja Edad Media, en la collación de San Nicolás de la Axerquía, como cofradía asistencial. Por su importancia, muchos personajes relevantes de los siglos XV y XVI se interesaron por ella y donaron cuantiosas cantidades, entre ellos, los Reyes Católicos y varios de sus sucesores. Pertenecieron a ella también seis obispos de Córdoba, los duques de Sessa, los marqueses del Carpio... Su actividad en la ciudad fue muy notoria gracias a estos cofrades de alta cuna, que

39. 40.

AHPC, leg. 11.871, Juan Arias Mansilla, 17 de marzo de 1653, fols. 221-227. Como así declaran en testamentos y últimas voluntades de todos ellos, ya citados.

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GONZALO J. HERREROS MOYA

gozaban de muchos privilegios paralelos, llegando a ser el puesto de Hermano Mayor uno de los más codiciados de la ciudad 41. Así, la pertenencia a esta hermandad pudo ser, sin duda, una vía de demostración del estatus nobiliario, como pone de manifiesto el hecho de que para su acceso, como para otras hermandades del momento, fuera necesaria una prueba de limpieza de sangre. Conocemos con exactitud cuatro casos en la familia Corral de pertenencia a esta cofradía asistencial. El primero en reconocerlo fue Juan de Corral y Frías, quien se dice ser cofrade del Hospital de la Caridad, y manda en su testamento diez ducados y un cahiz de trigo para dicha cofradía 42. Sus dos hijos mayores, Francisco de Corral y Guzmán y Antonio de Corral y Guzmán, fueron igualmente cofrades de la hermandad de la Santa Caridad. El primero debió de serlo antes de 1613 43. Su hermano Antonio de Corral, cabeza de la rama de los dueños de Santa Cruz de los Llanos, fue también hermano de esta cofradía desde 1639 44. El último miembro de que se tiene noticia en esta cofradía fue Rodrigo de Corral y Ponce de León, II Señor de la Reina, que ya lo era en 1634 45. Aún más numerosa en este linaje fue la presencia de familiaturas del Santo Oficio de la Inquisición de Córdoba. Estos familiares gozaban de un estatuto de privilegio muy amplio, y también de una posición social muy considerada. Este hecho provocó, también, que la concesión de familiaturas de la Inquisición, por supuesto previa prueba de sangre, fuera empleada como un elemento de imagen del poder más en el proceso de escalada hacia nobleza. En el linaje de los Corral fueron Familiares de la Inquisición cordobesa: Juan de Corral y Frías, sus hijos Francisco y Antonio de Corral y Guzmán, Gabriel de Corral, tercer señor de la Reina, y Juan Alonso de Corral, primer señor de Santa Cruz de los Llanos. Por último, el empleo de la heráldica familiar en sus espacios más representativos constituyó otra de las dinámicas propias de la nobleza de la época, y los Corral no fueron menos. El primer escudo de armas que nos ha llegado de la familia se representa de forma minuciosa y actualmente bien conservada en la lápida que recoge los restos mortales del linaje en la Capilla de la Fuensanta. Por su factura y por la inscripción perimetral que se expresa, sabemos que ya ostentaron ese escudo de armas, cuartelado, los primeros Corral que llegaron a Córdoba. El siguiente blasón, exactamente igual al anterior, lo que permite, precisamente, identificar las casas principales del mayorazgo, debe de datar de fines del XVI o comienzos del XVII. Hoy ocupado por un conocido restaurante de la capital, el palacio solariego de los Corral ostenta sobre el dintel del balcón principal de la fachada las armerías propias de la estirpe, en la collación de

41. Teodomiro Ramírez de Arellano, Paseos por Córdoba, 1983, pág. 272. 42. AHPC, leg. 10.294, Rodrigo de Molina, 1590. 43. AHN-OM, Orden de Santiago, expte. 2.146. 44. ADC, leg. B-5.006, fol. 395. 45. ADC, leg. B-5.018.

DE OSCUROS HIDALGOS A SEÑORES DE VASALLOS...

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la Catedral, con acceso desde el actual Campo Santo de los Mártires, junto al muro oeste del viejo palacio episcopal. El último, por reciente, se puede observar en la entrada principal del Castillo de Almodóvar, ya completado en escusón con armas de otros linajes posteriores, pero conserva igualmente la misma estructura heráldica de los otros dos anteriores. Así pues, los tres lugares más emblemáticos por representativos de la imagen y del poderío del linaje, su panteón familiar, su casa solariega y el castillo de su señorío, poseían y aún poseen en el lugar más visible la imagen heráldica de los Corral, y con ella toda la simbología social y elitista que conllevaba la presencia de un escudo de armas como emblema familiar, tal y como se habían empeñado todos los patriarcas de la familia desde comienzos del siglo XVI en todas sus mandas testamentarias y vinculadoras. Sus empeños habían dado, sin duda alguna, todos los frutos que el sistema permitió, y a fines del Barroco, la estirpe de los Corral constituía una de las más punteras en la sociedad oligárquica cordobesa, a pesar de iniciar su andadura como grupo familiar en una remota villa toledana, y con una genealogía de lo más incierta.

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