De madres y naciones

July 22, 2017 | Autor: Lorea Gravina | Categoría: Multiculturalism
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Descripción

De madres y naciones



(Conversación entre dos madres acerca de sus respectivos hijos, de
seis años, que van a la misma clase en una escuela de Vitoria).
Fadua: Esta mañana le he explicado a Yahia que él es marroquí. Tiene
que empezar a saber ya.
Marta: ¿Cómo marroquí?
Fadua: Claro, marroquí…
Marta: ¿Pero sólo marroquí?, ¿no es también de aquí como mi niña?
Fadua: No te entiendo, ¿marroquí y español?, ¿las dos cosas?


La modernidad se licúa:

Bauman, habla de cinco aspectos que han provocado la configuración del
nuevo escenario líquido: "el paso de una modernidad sólida a una líquida
(en la que las formas sociales ya no sirven como referencia para las
acciones humanas y las estrategias a largo plazo), la separación entre
política y poder, la gradual supresión de los seguros públicos, el colapso
del pensamiento, de la planificación y la acción a largo plazo, así como la
responsabilidad del individuo de soportar las consecuencias de sus
elecciones que ya no tienen unas normas a las que ceñirse sino que deben
guiarse por la flexibilidad".[1]

Según Bauman, la modernidad empieza a licuarse en el momento en el que los
derechos políticos empiezan a ser solicitados, no sólo por quienes deseaban
asegurarse los derechos personales de los que ya disfrutaban, sino también
por los que necesitaban de estos derechos políticos para obtener los
derechos personales. Y "en ese momento, la apuesta del juego político
experimentó un cambio decisivo. En vez de adaptar las instituciones y los
procedimientos políticos a las realidades sociales existentes, la
democracia moderna pasó a encargarse de desarrollar instituciones y
procedimientos con el fin de reformar las realidades sociales." Y Bauman
apunta a que "Esta fue la fórmula del Estado moderno para gestionar el
miedo y la inseguridad de la sociedad", haciendo de la seguridad personal
el argumento de venta quizá más importante "que justifica cualquier
política con tal de salvaguardar la forma de vida de la población local".

Unzurrunzaga, sin embargo, nos habla este mismo proceso "físico" que se
caracteriza por la incapacidad de adaptación de las distintas sociedades
modernas a las realidades sociales existentes, a partir de la utilización
interesada que se está haciendo, concretamente en Francia, de la identidad
nacional. Desde allí se defiende una identidad nacional asociada a una
cultura homogénea, despojándola de su carácter móvil, cambiante y dinámico
así como de su capacidad de transformación a partir del contacto con otras
culturas. Unzurrunzaga recoge de Manuel Delgado lo siguiente: "sometidas a
toda clase de sacudidas e inestabilidades, las identidades modifican su
naturaleza, cambian de aspecto y de estrategia tantas veces como haga
falta. Su evolución sufre oscilaciones muchas veces caóticas e
impredecibles. En definitiva, las identidades no solo deben negociar
constantemente las relaciones que mantienen, sino que son esas relaciones.
No son la base de un contraste, sino su fruto".[2]
Unzurrunzaga nos recuerda, también de la mano de Bauman, que son múltiples
e incluso perecederos los marcadores identitarios que pueden ser utilizados
para definir la identidad, y que por lo tanto, ésta siempre debe estar en
constante negociación por parte de las culturas múltiples que componen un
país y que luchan por ser reconocidas, sacudiendo así sus jerarquías.

Precisamente, Taylor nos recuerda que la lucha por el reconocimiento, será
una característica propia de la modernidad, como consecuencia de que aquí,
la identidad pasará de ser un horizonte moral dirigido por el destino, a
tener que ser creado y asumido por el propio individuo, pero sujeto a una
constate negociación y lucha por su reconocimiento.

De esta forma, el proceso de autodefinición que pasa por asumir de manera
individual un horizonte moral que nos permite definir lo que –nos-
importar, requiere de un reconocimiento para poder pasar a formar parte de
una identidad entendida en este caso como nacional, ya que sólo así se ve
garantizado el acceso al espacio público constituido por agentes dotados de
derechos. El problema viene cuando los marcadores identitarios elegidos
para definir que entendemos cómo identidad nacional, lejos de ser los
compartidos por la sociedad y por tanto los adecuados para generar cierta
cohesión identitaria, conllevan a acentuar las diferencias entre la
sociedad, dejando fuera de ésta, y por tanto sin reconocimiento, a toda
identidad personal o colectiva que no se ajuste a esa identidad nacional
vinculada a una idea de cultura homogénea, pura y única heredera legítima.
El no reconocimiento de ciertas sensibilidades culturales en el proceso de
construcción de la identidad nacional, vienen siendo justificadas por la
carencia que éstas presentan en relación a ciertos "valores democráticos
fundamentales para el funcionamiento de cualquier democracia moderna",
proyectando así únicamente en la comunidad inmigrante, esta carencia que
afecta al conjunto de la población y que por lo tanto debe ser trabajada
para su totalidad.



Las salidas de emergencia sirven de entrada:

En este momento en el que ya todo es modernidad, las "salidas de
emergencia" de Europa han quedado obsoletas para la gente superflua
generada por la dinámica del progreso económico. Ya todo el mundo produce
gente superflua, ya no puede ser el resto del mundo el vertedero de
occidente. He aquí la globalización. Bauman, sitúa en las ciudades el nuevo
vertedero que genera la modernidad líquida, "siendo en cierto modo
vertederos para los problemas creados y no resueltos en el espacio global".
Las ciudades se llenan de gente superflua que nos atemoriza y amenaza con
acabar con nuestro bienestar. Transforman las calles, irrumpen en nuestras
vidas y reclaman nuestros derechos. Son inmigrantes y autóctonos (aunque a
veces esto se nos olvide). Han sido expulsados del vagón del progreso
económico, y muchos también del espacio público al no reconocerse su
identidad como parte de la identidad llamada nacional. Son muchos ya los
que se encuentran fuera del sistema de clases, los "desclasados". Sería
difícil intentar hacinar a tantos dentro de los muros de guetos como los
construidos para judíos y demás gente que no era considerada ciudadana
alemana por el régimen nazi. Es verdad que existen los Centros de
Internamiento de Extranjeros, pero no parece ser suficiente para librarnos
del temor que sentimos hacia lo diferente. Por ello, el calor, la
confortabilidad, la seguridad ha empezado a construirse ahora dentro de los
guetos, en los denominados "Guetos Voluntarios". Parece que por ahora es la
mixofobia la que viene ganando la batalla en la ciudad. Las comunidades
cálidas acaban siendo compatibles -como bien apunta A. Unzurrunzaga- con la
exclusión social, la relegación espacial, el desempleo persistente y el
racismo hacia con los que se han quedado fuera. Ya no se trata de salir
sino de entrar como se pueda. Las salidas de emergencia se convierten en
entradas hacia los guetos, hacia los pocos sitios en los que se siguen
ofreciendo los derechos propios de las sociedades del bienestar.



Foto de Gorka Lejarcegi. En La imagen, por Juan José Millás. El País
Semanal Nº 1780. Domingo 7 de noviembre d 2010.



Un giro de 180 grados:

Pero Bauman encuentra una salida posible y alternativa, al concebir la
ciudad como laboratorio; "en el que se descubren, se experimentan y se
aprenden ciertas condiciones que son indispensables para dar solución a los
problemas globales". Cambia de sentido y sitúa en la ciudad el centro de
aprendizaje. Se trata de aprender una habilidad indispensable para obtener
una coexistencia segura, pacífica y amistosa en el mundo entero… global. Se
trataría de aprender desde la ciudad el "arte de vivir con la diferencia" y
proyectar lo aprendido en una dimensión global: "Podemos pues aprender,
aprender este arte en la cuidad, y desarrollar realmente unas capacidades
que habrán de servir no sólo en el plano local, en el espacio físico, sino
también al fin y al cabo- en el espacio global. Y quizás, por tanto,
estaremos más preparados para afrontar la enorme tarea que, nos guste o no,
tenemos por delante, y que ha de marcar por completo nuestra vida: el deber
de dotar de humanidad a la comunidad de los hombres"[3] (y mujeres). Podría
ser la ciudad el sitio donde aprender a pensar de forma transnacional,
haciendo que a un nivel global el punto de referencia de actividades e
identidades transcienda el espacio nacional, a través de los intercambios,
conexiones y prácticas transfronterizas emprendidas a nivel local. Ampliar
horizontes, navegar entre culturas diferentes podrá ser factible, siempre y
cuando se de una adaptación de las políticas que gestionan el bienestar
social, la salud, la educación u otras prestaciones y servicios, a
conexiones transnacionales existentes. Mientras todas las demás políticas
se ajustan de forma vertiginosa a las leyes de libre comercio, no se puede
seguir dejando de lado las realidades transnacionales que vienes dándose
debido al fenómeno migratorio. Se necita afrontar esta realidad superando
una visión de la migración que la reduce a simple mano de obra. El generar
dinámicas de mixofilia en la ciudad podría ir de la mano de la acción de
fomentar "los aspectos positivos que ofrece el transnacionalismo para los
migrantes, sus familiares así como para las sociedades de origen y de
destino, ya que crea un mayor grado de conexión entre personas, comunidades
y sociedades más allá de las fronteras"[4]. Quizá así, Fadua pueda seguir
sintiendo como hijo propio a ese niño de aquí, o también de aquí.



Lorea Gravina Arribas





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[1] "Tiempos líquidos: vivir en una época de incertidumbre".
Elprincipiodeincertidumbre.net. Escrito por Beab el 26 de Octubre de 2009.
A propósito del libro publicado por Zygmunt Bauman con este título.



[2] Agustín Unzurrunzaga, "Ministerio de la Identidad y la Inmigración".
Hika 192zka, 2007ko Urria.

[3] S. Bauman. Transcripción de la intervención de Zygmunt Bauman en el
congreso "Fiducia e paura
nella città", celebrado en Milán en marzo de 2004, y reproducida en
Confianza y temor
en la ciudad. Vivir con extranjeros. Barcelona, Arcadia, 2006 (p. 61-75).

[4] "Migración y transnacionalismo: oportunidades y desafíos". OIM.
Organización Internacional para las migraciones.
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