De lo social a lo ecológico: Explorando el conflicto humano-jaguar (Panthera onca) y la viabilidad de su conservación, en dos comunidades de la Selva Lacandona, Chiapas

August 14, 2017 | Autor: Lucero Vaca | Categoría: Ecology, Human-wildlife conflicts, Wildlife Conservation
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Descripción

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA

UNIDAD XOCHIMILCO DIVISIÓN DE CIENCIAS BIOLÓGICAS Y DE LA SALUD DEPARTAMENTO EL HOMBRE Y SU AMBIENTE LICENCIATURA EN BIOLOGÍA

DE LO SOCIAL A LO ECOLÓGICO: EXPLORANDO EL CONFLICTO HUMANO-JAGUAR (Panthera Onca) Y LA VIABILIDAD DE SU CONSERVACIÓN, EN DOS COMUNIDADES DE LA SELVA LACANDONA, CHIAPAS. INFORME FINAL DE SERVICIO SOCIAL QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: B P

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A A:

LUCERO MARÍA DEL CARMEN VACA LEÓN

ASESORES: Dr. Eduardo Naranjo Piñero Dra. Marta Chávez Cortés México, D.F.

Mayo 2014

! De lo social a lo ecológico: Explorando el conflicto humano-jaguar (Panthera onca) y la viabilidad de su conservación, en dos comunidades de la Selva Lacandona, Chiapas. ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! Sangre viva, Veloz como el viento corazón de la selva eterno en el tiempo ¡Jaguares para siempre! Kushan kik, Chichu yaka besha ik Pixan Kásh Cojtá tu woro kin ¡Hach barum, hach barum! Karla Marisol Yáñez!

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! A Oli. Por ser una mujer extraordinaria y recordarme que nunca hay que dejar de soñar. Tú me enseñaste a creer en mí y a volar muy alto. Te amo.

A todos los jaguares y mamíferos que se dejaron retratar, ver o que me regalaron algún rastro durante este estudio. Por ustedes valió la pena tanto esfuerzo.

A las comunidades de Metzabok y El Pirú. Por abrirme las puertas y confiar en mí, gracias por dejarme aprender de ustedes, mi gente de la selva. Siempre los llevaré en mi corazón.

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Agradecimientos

Un agradecimiento muy especial a mis dos asesores, Dra. Marta Chávez Cortés y Dr. Eduardo Naranjo Piñero, muchas gracias por creer en mí y permitirme realizar la investigación que siempre desee llevar a cabo. La realización de este estudio fue más allá de un informe, logramos romper barreras e hicimos un estudio con conciencia y responsabilidad. Estoy muy agradecida con ambos por permitirme hacer uno de mis sueños realidad. Gracias infinitas a mi familia de El Pirú, Don Balta, Doña Mary, Chely, Jazmín, Joel y la pequeña Ailyn. Con ustedes compartí muchos momentos importantes, además de que me hicieron sentir parte de su familia. Gracias, gracias, gracias por dejarme disfrutar con ustedes su día a día, por las deliciosas comidas de Doña Mary, por el esfuerzo y las pláticas durante los recorridos en la selva con Don Balta (incluyendo pisar una nauyaca y que decidiera no morderme jeje), por la ayuda incondicional de Chely durante las entrevistas, por las risas y buenos ratos con Jazmín, por la ayuda de Joel en campo y con los niños, además de llevarme a varios lugares facilitando mi trabajo. A Ailyn porque fui testigo de su crecimiento desde que aún no nacía. Sin ustedes esta experiencia no hubiera sido la misma. A todo el ejido El Pirú por su accesibilidad y calidez en las entrevistas. No me cabe duda que hay muchas ganas por trabajar a favor de la conservación, gracias por su tiempo y amabilidad. Muchas gracias a las personas de Metzabok que me ayudaron durante mis estancias. A Enrique, Maria, Heriberto, Cristina, Armando, Chan Kin, Mincho, Tomasina, Juan el guardaparque, Juanito, Roberto, Ricardo, Chepes, Pablo, Roberto, Jonathan, y todas las personas de la comunidad por acceder a mis preguntas y platicarme del hach barum. Gracias por enseñarme un poquito de maya lacandon y abrirme los ojos a otro tipo de realidad. A Alice por compartirme sus experiencias y la cosmovisión de los lacandones de Nahá, gracias a ellas este trabajo se enriqueció mucho y creo que no fue casualidad ni suerte habernos encontrado en el camioncito camino a la selva. A mis guerreros jaguares, Fabio y Marisol. Sin ustedes el Festival del Jaguar no habría podido llevarse a cabo. Gracias porque con su talento y pasión los niños de las comunidades y yo nos divertimos un montón. Además su participación fue clave para hacer los talleres más significativos para los niños. Y aunque de lejos, gracias a Adrián por ser la mente creativa de este pequeño proyecto, tú también fuiste clave para pensar cómo las actividades podían ser especiales para los niños. A Magaly, mi farolastra del mal, por acompañarme y entenderme, además de regalarme pláticas en hindú. Gracias por cuidar y querer mucho a Zeru. Creo que llegaste en el momento más oportuno y me siento muy afortunada por haberte conocido.

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Gracias a Banco Santander por apoyarme con la Beca ECOES, con la que pude realizar mi estancia en ECOSUR-SCLC. A Idea Wild por creer en este proyecto, gracias a su ayuda hicimos la diferencia con los niños de las comunidades y ellos tuvieron experiencias memorables. Agradezco a todas las personas que hicieron posible este sueño.

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"#$%&'! Resumen ……………………………………………………………………………….! "! ! 1. INTRODUCCIÓN …………………………………………………………………..!

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1.1!

Antecedentes ( El conflicto humano-jaguar) ………………………………

#!

1.2!

Justificación ……………………………………………………………………! $!

1.3!

Objetivos ……………………………………………………………………….! %!

! 2. MARCO TEÓRICO …………………………………………………………………! %! 2.1 Descripción general del jaguar …………………………………………………..! %! 2.2 Distribución geográfica del jaguar en México ………………………………….! &! 2.3 Importancia ecológica del jaguar!!''''''''''''''''''''''''''((!!!""! 2.4 Importancia cultural del jaguar …………………………………………………..! "#! 2.5 Aspectos ecológicos importantes para la conservación del jaguar ………….! ")! 2.6 Influencia de los aspectos socioeconómicos en la conservación de carnívoros, el caso particular del jaguar ……………………………………………………………..! "*! ! 3. MARCO DE REFERENCIA ………………………………………………………..! +#! 3.1 Contexto histórico de la Selva Lacandona (Comunidad Metzabok y Ejido El Pirú) ……………………………………………………………………………………………! +#! 3.2 Ubicación geográfica y características generales ……………………………..! +$! 3.3 El medio biofísico de la Comunidad Lacandona Metzabok …………………..! +%! 3.4 El medio biofísico del Ejido mestizo El Pirú …………………………………….! +*! ! 4.!!MÉTODOS !''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''(!!!!+&! 4.1!

Evaluación del hábitat del jaguar!

''''''''''''''''''''''(!!!#"!

4.1.1! Estimación del índice de abundancia relativa del jaguar y sus presas ….!!!#"! 4.2! Análisis de las percepciones y actitudes sobre el jaguar, su conservación y el conflicto por depredación ………………………………………………………..! #,!

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4.2.1! Diseño de la entrevista ……………………………………………………….! #$! 4.2.2! Identificación de los actores clave …………………………………………..! #$! 4.2.3! Análisis de las entrevistas ……………………………………………………! #)! 4.2.4! Análisis de los datos de la observación participante ……………………...! #%! ! RESULTADOS ………………………………………………………………..! #*!

5.!

5.1 Especies registradas en Metzabok y El Pirú …………………………………..!

#*!

5.2! Índices de abundancia relativa del jaguar y de sus presas, así como de otros felinos ………………………………………………………………………………….. ,+! 5.3! Calidad del hábitat para el jaguar en base a la disponibilidad de presas ……………………………………………………………………………………………! ,&! 5.4! Percepción de las personas en relación al jaguar y su conservación ……………………………………………………………………………………………! $-! 5.4.1! Actores clave de Metzabok y El Pirú ………………………………………..! $-! 5.4.2! Percepciones acerca de la conservación del jaguar en Metzabok y El Pirú ……………………………………………………………………………………………! $,! 5.4.3! Otros factores dentro de los sitios de estudio que afectan la conservación del jaguar ……………………………………………………………………………………! ),! ! DISCUSIÓN ……………………………………………………………………! ))!

6.!

6.1! Variedad de presas para el jaguar en Metzabok y El Pirú. Sitios de importancia biológica ………………………………………………………………..……………….! ))! 6.2! Viabilidad ecológica del jaguar para subsistir en metzabok y El Pirú (IAR de las presas) ………''''''''''''''''''''''''''''''''''''''!!!)*! 6.3! Percepciones, actitudes y problemáticas sociales, su influencia en la viabilidad de la conservación del jaguar ……………………………………………! %-! ! 7.

CONCLUSIONES …………………………………………………………….

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RECOMENDACIONES ………………………………………………………! *%!

9.!

LITERATURA CITADA ……………………………………………………….! **!

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10.

ANEXOS ……………………………………………………………………….. 108

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Resumen En México, el jaguar (Panthera onca) se encuentra en peligro de extinción, debido a que ha perdido más de la mitad de su rango histórico de distribución a causa de la destrucción y fragmentación de su hábitat, la caza ilegal, la declinación en la disponibilidad de sus presas y la aparición de enfermedades exóticas (Ceballos et al., 2002; Sanderson et al. 2002; Chávez, 2006). Aunado a esto, la especie en México enfrenta otro problema que no ha sido lo suficientemete estudiado y esto es el ser cazado como represalia a la depredación de ganado (Polisar, 2000; Amador et al., 2013). Debido a esto, aquellos trabajos que aborden la problemática de conservar carnívoros, desde un panorama donde se analicen las percepciones de las personas que habitan los territorios rurales, cobran una mayor relevancia al generar acciones de conservación que intenten cubrir ambos intereses (el ecológico y el social), así como darles un papel prioritario a ambos. Por esto, los objetivos del presente estudio fueron analizar las percepciones que tienen dos comunidades (una indígena ±Metzabok- y otra mestiza ±El Pirú-) acerca del jaguar, su conservación y el conflicto por la depredación de ganado, así como estimar el Índice de Abundancia Relativa (IAR) de sus presas en ambos sitios; con el fin de evaluar la viabilidad de conservación que tiene este felino en dichas comunidades. Para analizar el componente social de las dos comunidades se realizaron entrevistas semiestructuradas y se utilizó el método de observación participante. En el caso del componente ecológico, se obtuvieron IAR a través del conteo de rastros, avistamientos y registros de cámaras-trampa. Se registraron 21 especies que son presas para jaguar. Se obtuvieron IAR altos en ambas comunidades y comparándolos con estudios hechos en la región de la Selva Lacandona se observó que ambos sitios son idóneos para albergar jaguares, de acuerdo a la disponibilidad de presas. En Metzabok, 58% de los entrevistados dijeron no estar de acuerdo con introducir otro jaguar a la comunidad, principalmente por el miedo que le tienen al felino debido a la falta de información y porque ciertas creencias de su cosmovisión ancestral ya no prevalecen. Además, demostraron también preocupación por el jaguar, por lo que le podría pasar si se trajera otro a la selva ya que están conscientes del conflicto y el miedo que las personas aún tienen. En El Pirú, 71% de los entrevistados estuvo de acuerdo en traer otro jaguar a la selva, incluso los ganaderos, ya que las depredaciones por jaguar no son muy comunes y los otros pobladores mencionaron que es necesario hacer un mejor manejo del ganado y vigilar más a los animales, para evitar las depredaciones. Sin embargo, hicieron evidente la

 

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falta de apoyo hacia la conservación por parte del gobierno y la falta de difusión del seguro ganadero. Palabras clave: Conflicto humano-jaguar, Índice de Abundancia Relativa, fototrampeo, presas de jaguar, percepciones, comunidad indígena, ejido mestizo, Selva Lacandona.

 

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1. INTRODUCCIÓN 1.1 Antecedentes ( El conflicto humano-jaguar) México tiene una gran diversidad biológica que es causada por los altos niveles de endemismo de los diferentes grupos taxonómicos, y por los complejos patrones de distribución de la flora y fauna que conforman un mosaico muy peculiar de ecosistemas y comunidades terrestres (CONABIO, 2006).   Sin embargo, esta diversidad se ha visto amenazada durante las últimas décadas debido a algunas actividades humanas que perturban dichos ecosistemas y que han causado la extinción de muchas especies de plantas y animales (Ehrlich y Ehrlich, 1981). Uno de los grupos que ha sido afectado en México durante las últimas décadas, son los mamíferos terrestres. México tiene el 11% de las especies de mamíferos del mundo, siendo un total de 550 especies las que se encuentran dentro del país (Ceballos y Arroyo-Cabrales, 2012). Asimismo, ocupa el tercer lugar en el mundo en número de especies de mamíferos terrestres, con aproximadamente 477 (Lorenzo et al., 2008). Desafortunadamente, dichas especies silvestres se han visto disminuidas tanto en su abundancia como en su distribución a lo largo del país, debido al incremento acelerado de la población humana y sus actividades intensivas, lo cual ha llevado incluso a la extinción local de poblaciones de algunas de ellas (Lorenzo et al., 2008). Tal es el caso del jaguar (Panthera onca) que se encuentra en peligro de extinción, debido a que ha perdido más de la mitad de su rango histórico de distribución en México a causa de la destrucción y fragmentación de su hábitat, la caza ilegal, la declinación en la disponibilidad de sus presas y la aparición de enfermedades exóticas (Ceballos et al., 2002; Sanderson et al. 2002; Chávez, 2006). Otro problema que enfrenta actualmente el jaguar como especie y que no ha sido estudiado lo suficiente, es el ser cazado como represalia a la depredación de ganado (Polisar, 2000; Amador et al., 2013). Situación que se encuentra estrechamente relacionada con el conflicto entre humanos y carnívoros, el cual se ha convertido en un problema económico, político y por ende de carácter social, por lo que representa un reto mundial que debe ser atendido urgentemente (Treves-Karanth, 2003). El conflicto entre los humanos y los carnívoros surge por varias razones. Las principales son la dieta rica en proteína que requieren los carnívoros y las grandes

 

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áreas donde éstos se distribuyen. Esto les acarrea problemas con los humanos, debido a una continua competencia por dichos recursos. De hecho, muchas especies de grandes carnívoros están especializadas en depredar ungulados, por lo tanto, algunos carnívoros matan fácilmente ungulados domésticos cuando se les presenta la oportunidad (Meriggi y Lovari, 1996; Karanth et al., 1999; Polisar, 2000). Lo anterior genera un conflicto directo con los humanos como consecuencia de la intolerancia a ésta depredación (Nowell y Jackson, 1996), asociada a las pérdidas económicas y a aspectos de seguridad personal que son de suma importancia para ellos. Algunos investigadores como Hoogesteijn y Hoogesteijn (2011) creen que en el caso específico del jaguar, las represalias debido a las depredaciones de ganado, constituyen la mayor causa de extinción local en toda Latinoamérica: desde el norte de México hasta el norte de Argentina. Bajo este contexto, algunos autores como Toledo (2000) y Durand et al. (2012), opinan que para poder hacer un manejo integral de los recursos naturales considerando la fauna silvestre como recurso- y poder conservar especies en peligro de extinción -como en el caso del jaguar- es indispensable incluir dentro de los programas de conservación, manejo y aprovechamiento a largo plazo, así como el comportamiento social, ya que el conflicto social es inherente a la problemática que implica la conservación de este felino. Además, para el caso particular de México es muy poco probable poder conservar al jaguar sin tomar en cuenta el conflicto con los humanos, ya que no hay otro país dentro del territorio de distribución de éste felino que tenga un porcentaje tan grande del paisaje boscoso bajo un manejo comunitario (Figel et al., 2011). En específico, para conservar las poblaciones de jaguar de la Selva Lacandona, es imprescindible partir desde el ámbito socio-político y económico, ya que en esta región existe una enorme diversidad biológica (Medellín, 1994) pero también cultural, aunado al carácter peculiar que mantiene la zona, debido a los movimientos sociales que se han gestado ahí (De Vos, 2002). No es de sorprenderse que los territorios más biodiversos son también los más diversos culturalmente, pero a su vez son las zonas de mayor complejidad y desigualdad social (Toledo, 2001). Además, algunos estudios llevados a cabo en el sureste de México (donde se encuentra la Selva Lacandona) y Guatemala han encontrado poblaciones saludables de jaguar dentro de bosques comunitarios que se encuentran bajo un aprovechamiento forestal (Ceballos et al., 2005; Moreira et al., 2008).

 

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Por ende, para poder abordar un conflicto de esta magnitud, es necesario mantener la objetividad y mirar todas las aristas que lo conforman. Es esencial, por ejemplo, contemplar el tipo de manejo que mantienen las comunidades humanas dentro de los hábitats, ya que éste puede ser un reflejo de los problemas sociales que viven, y que pueden actuar como factores o restricciones para la conservación. De igual forma, es pertinente evaluar y explorar las posibles fuentes de conflicto y sus explicaciones, para poder buscar soluciones específicas a los problemas ecológicos y sociales que enfrentan las comunidades. Por ello, en la actualidad, se reconoce la necesidad de generar acciones de conservación que intenten cubrir ambos intereses (el ecológico y el social), así como darles un papel prioritario a ambos (González-Maya, 2007). Esto implicará diseñar acciones que tomen en cuenta no sólo la disponibilidad de hábitat y presas, sino también las percepciones que tiene la gente en las zonas rurales donde se distribuye este felino, ya que la viabilidad de sobrevivencia de las poblaciones silvestres depende mucho de la disposición que muestren las personas hacia su conservación.

1.2 Justificación Uno de los factores que generan mayor conflicto con la fauna silvestre, en especial con los carnívoros, es la depredación de animales domésticos. Se sabe que los animales domésticos como las vacas, caballos, cabras, ovejas, puercos, aves de corral y perros son una fuente primordial de carne, leche, grasas, pieles, fuerza de trabajo y compañía, entre otros productos y beneficios para la población humana (De Haan et al., 2001), por lo que constituyen uno de los más grandes beneficios tanto económicos como alimenticios de una gran proporción de las personas que viven en ambientes rurales (Romañach et al., 2007). En el caso específico del Sureste de México, la mayoría de las personas que habitan en las comunidades rurales guardan sus aves de corral y ganado como una fuente extra de ingresos que puede ser usada para emergencias o festividades u otras ocasiones especiales, por eso cuando su ganado es depredado, ellos no dudan en tomar medidas, haciendo de la cacería de retribución por depredación la principal causa del decline de los carnívoros (Baker et al., 2008), entre ellos el jaguar.

 

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Esto confirma que el conflicto actual entre el humano y la fauna silvestre es tangible y preocupante y por eso muchos conservacionistas se encuentran buscando soluciones a este problema. El daño directo a la fauna silvestre es comúnmente visto como el foco principal, y existen muchas herramientas para reducirlo. Sin embargo, es un hecho que el conflicto prevalece incluso después de que el daño a la fauna se haya reducido, lo que sugiere la necesidad de buscar enfoques más novedosos y completos para una resolución a largo plazo (Dickman, 2010). Sobre este quehacer, se sabe que los enfoques de los estudios en mitigación del conflicto son investigar y responder sólo a los aspectos técnicos; sin reconocer que el enfoque social es imprecindible para atacar dicha problemática, debido a que las actitudes de la gente hacia la fauna silvestre son complejas -influidas por diversos factores sociales como la religión, la etnicidad y las creencias culturales-, por lo que el conflicto se ve intensificado. Además, se sabe que los conflictos entre humanos y fauna silvestre son generalmente manifestaciones de conflictos subyacentes entre los mismos humanos, tales como los que existen entre las autoridades y la gente local o entre la gente con diferentes ambientes culturales. Por lo que el desarrollo de una mayor conciencia y conocimiento de los factores que generan el conflicto puede ayudar a mejorar la comprensión de los patrones y procesos subyacentes de este problema crítico de conservación. La clave está en permitir que la gente se mueva del conflicto hacia la coexistencia con la fauna silvestre (Dickman, 2010). De esta forma es que cobran una mayor reelevancia aquellos trabajos que aborden la problemática de conservar carnívoros, desde un panorama donde se analicen las percepciones de las personas que habitan los territorios rurales (Amador et al., 2013), como es el caso de las comunidades Metzabok y El Pirú. Sin embargo, para ambas comunidades, no se han reportado estudios que evalúen la presencia de jaguar y la disponibilidad de sus presas, así como las percepciones que tiene la gente hacia éste carnívoro, tomando en cuenta las peculiaridades de cada comunidad y el tipo de manejo que realizan en la región de la Selva Lacandona al sureste de México, donde Ceballos y Oliva (2005) consideran que se concentra la última población viable de jaguar en el país. De aquí la importancia del presente trabajo como una contribución y aproximación para tratar de entender el conflicto humano/carnívoros, sobre todo cuando se trata de conservar una especie tan emblemática como es el jaguar. A su vez, se espera que

 

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con los resultados de este estudio se puedan generar elementos para tomar decisiones a futuro que permitan a las comunidades humanas tener una mejor convivencia con otras especies.

1.3 Objetivos El objetivo principal de este trabajo es diagnosticar la viabilidad para conservar al jaguar (Panthera onca) en base a la percepción de dos comunidades de la Selva Lacandona con diferentes orígenes culturales y sistemas de manejo, así como en la disponibilidad de presas para dicho carnívoro. Para lograr este propósito se pensó realizar los siguientes objetivos particulares:

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Realizar un listado de las presas de jaguar y otros felinos, registrados en ambos sitios de estudio y verificar la presencia de jaguar.

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Estimar el índice de abundancia relativa de las presas de jaguar y de otros felinos.

x

Evaluar la calidad de los hábitats para el jaguar en cada sitio, de acuerdo a la disponibilidad de presas.

x

$QDOL]DU ODV SHUFHSFLRQHV GH ODV FRPXQLGDGHV ³0HW]DERN´ \ ³(O 3LU~´ acerca del jaguar y su conservación.

x

Diagnosticar la viabilidad de conservar al jaguar en los dos sitios, en base a los criterios anteriores.

2. MARCO TEÓRICO 2.1 Descripción general del jaguar El jaguar, también conocido comúnmente como tigre, tigre real, yaguareté, otorongo y onca, es el felino más grande del continente americano (Figura 1). Su cuerpo es robusto con miembros cortos y musculosos; cabeza ancha; orejas pequeñas y redondeadas; cola corta que termina en punta, la cual no es mayor a una tercera parte

 

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de la longitud total del cuerpo. El patrón de coloración es generalmente amarillo rojizo en el dorso y costados, blanco en la parte del vientre y en la parte interna de las patas. Todo el cuerpo está cubierto de rosetas de tamaño variable, con manchas pequeñas en el centro. Posee un cráneo robusto, ancho en el rostro al igual que en el arco zigomático. La cresta sagital está bien desarrollada (Nowell y Jackson, 1999; SEMARNAT, 2009). Clasificación taxonómica Familia

Felidae

Clase

Mammalia

Orden

Carnívora

Familia

Felidae

Subfamilia

Pantherinae

Género

Panthera

Especie

Panthera onca Figura 1. Fotografía de jaguar (foto tomada por Ray Morris)

Las medidas corporales del jaguar cambian con respecto a la variación geográfica, las subespecies de Mesoamerica son más pequeñas que las de Sudamérica (Oliveira, 1994), pero en general las hembras miden de 1,570 a 2,190 m de largo y los machos de 1,720 a 2,410 m (Seymour, 1989). El peso corporal es mayor en machos (64 a 114 kg) que en hembras (45 a 82 kg; Leopold, 1965). La temporada reproductiva de este felino es probablemente durante todo el año, pero Rabinowitz y Nottingham (1986) reportan que los cachorros nacen usualmente en la temporada de lluvias, cuando hay mayor disponibilidad de presas. La madurez sexual en las hembras se alcanza a los tres años, mientras que en los machos es entre el tercero y cuarto año. En cautiverio las hembras presentan un estro de 6 a 17 días (Tewes y Schmidly, 1987). El período de gestación dura de 93 a 105 días. El tamaño promedio de la camada es de dos, con un intervalo de 1 a 4 cachorros. Las crías nacen moteadas y son altricias (es decir con poca o nula visibilidad). Las crías acompañan a la madre hasta el año y medio o dos de vida, las hembras no se aparean si todavía sus crías las acompañan (Oliveira, 1994). En cuanto a su comportamiento, se puede decir que son animales solitarios excepto  

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en el apareamiento o cuando aún los juveniles son dependientes de la madre (Seymour, 1989). Son predominantemente nocturnos y activos en el crepúsculo y al amanecer (Oliveira, 1994). El ámbito hogareño de los jaguares presenta una gran variación espacial y temporal, se ha calculado que el área de actividad fluctúa entre 10 y 150 km2. El sexo, la edad, la disponibilidad y tamaño de las presas, el tipo de hábitat y la interferencia humana son factores importantes que influyen en el tamaño de dicho ámbito (Crawshaw y Quigley, 1991). El área de actividad de las hembras puede estar determinada por la disponibilidad de las presas; mientras que para los machos se encuentra determinada por la competencia intraespecífica por espacio con otros machos, incluyendo ésto el acceso a las hembras y la disponibilidad de alimento. Se ha calculado que el área mínima promedio para soportar una población viable de jaguares (500 individuos, 50:50) es de 8,474 km2 (Oliveira, 1994). Se sabe que los jaguares se distribuyen en una gran variedad de hábitats, usualmente prefiere ambientes planos con densa cobertura vegetal y muy húmedos, como las selvas tropicales, bosques espinosos, marismas, manglares, pampas/llanos, así como ambientes desérticos, donde busca las áreas con mayor densidad vegetal como el chaparral. Es común encontrarlos en bosques de galería y parches de selva más seguido que lo esperado, por la disponibilidad de recursos de éstos ambientes; en cambio en los bosque abiertos y pastizales, su presencia es menor a la esperada por área (Oliveira, 1994). Se le encuentra desde el nivel del mar hasta los 2,700 msnm, aunque raramente sobrepasa los 1500 msnm (SEMARNAT, 2009). 2.2 Distribución geográfica del jaguar en México La distribución histórica de la especie era de forma continua desde el sur de los Estados Unidos de Norte América hasta Argentina, mientras en México (Figura 2) se distribuía a lo largo de los planos costeros del Atlántico y el Pacifico, en la región sur y sudeste de nuestro país como en la Península de Yucatán y en los estados de Oaxaca, Tabasco y Chiapas (Seymour, 1989).

 

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Figura 2. Distribución histórica del jaguar en México. Tomado de SEMARNAP-INE, 1999. Actualmente, la distribución probable del jaguar, incluye una porción considerable de la distribución histórica, desde Sonora y Tamaulipas hasta la Península de Yucatán y Chiapas (Figura 3). Los cuatro estados donde se encuentra las poblaciones más importantes son Campeche, Chiapas, Oaxaca y Quintana Roo (Flores y Gerez, 1994). Hay registros recientes en los estados de Sonora, Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Estado de México, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Yucatán, Quintana Roo, Campeche, Tabasco, Querétaro y Tamaulipas (Faller et al., 2005; López-González y Brown, 2002; Monroy et al., 2005; Ortega-Huerta y Medley, 1999; Rosas-Rosas y López-Soto, 2002; Valdez et al., 2002).

 

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Figura 3. Distribución actual del jaguar en México. Tomado de Howell y Webb, 1995; modificado de SEMARNAP-INE, 1999. 2.3 Importancia ecológica del jaguar La conservación de la biodiversidad, es de suma importancia ya que contribuye al PDQWHQLPLHQWR GH ORV ³VHUYLFLRV HFRVLVWpPLFRV´ \ GHO ELHQHVWDU KXPDQR Los ecosistemas no son sólo un conjunto de poblaciones ni éstas un conjunto de individuos, sino que entre ellos existen relaciones inter e intraespecíficas, además de relaciones con el medio abiótico. Dichas relaciones garantizan el funcionamiento adecuado de los ecosistemas (De Leo y Levin, 1997) y cobran mayor interés cuando se trata de especies raras o en peligro de extinción, sobre todo cuando se encuentran HQiUHDVGHDOWDGLYHUVLGDGR³KRWVSRWV´ &XPPLQJ\&KLOG  Una de las relaciones que determina la estructura y funcionamiento de un ecosistema es la depredación (Ricklefs, 1984; Krebs, 1985; Begon et al., 1990), ya que este proceso incide directamente sobre el desarrollo de las redes tróficas (Moreno et al., 2006), e indirectamente en el secuestro de carbono, el control de la invasión de especies y en los cambios biogeoquímicos en tierra, agua y atmósfera (Estes et al., 2011; Beschta y Ripple, 2009; Gross, 2008).

 

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Los depredadores que tienen una función clave dentro de los ecosistemas, son los llamados depredadores tope, es decir las especies que no tienen un depredador natural en la cadena trófica (Navia, 2013). Desde hace tiempo los biólogos saben que los depredadores controlan las poblaciones de los animales que les sirven de presas, pero estudios recientes revelan que el aporte de los macrodepredadores como el jaguar es mucho mayor: desde el control de depredadores más pequeños, hasta la protección contra la erosión de bancos ribereños y la generación de zonas de concentración de nutrientes (Beschta y Ripple, 2009). Es más, en un estudio realizado por Sergio et al. (2006), se demostró que la presencia de depredadores tope está asociada a una gran biodiversidad y se resaltó la importancia de éstas especies  para poder cubrir metas enfocadas a la conservación, en virtud de que pueden actuar como especies bandera, clave, sombrilla o como indicador biótico. Esto sólo lo consiguen los depredadores tope, ya que las especies de niveles tróficos secundarios muy difícilmente cumplen con todos estos criterios. En este sentido, el jaguar funge un papel importante cuando se trata de conservación de la biodiversidad y por ende de la administración de servicios ecosistémicos. Destacando su función dentro de los ecosistemas, se sabe que el jaguar y otros macrodepredadores mantienen el vigor de las poblaciones de sus presas al eliminar individuos enfermos y viejos, de hecho disminuye la diseminación de enfermedades que afectan a éstas especies, al ganado e incluso al propio hombre (Hoogesteijn y Hoogesteijn, 2005). Los depredadores tope inciden también en la distribución de polinizadores, aves e insectos, como consecuencia de depredar mamíferos herbívoros, de esta forma controlan indirectamente la composición de las comunidades de especies vegetales, las cuales sirven como refugio y alimento de dichos polinizadores, aves e insectos. Además de afectar los números de las poblaciones de sus presas, los jaguares también afectan el comportamiento de las mismas. Éstas al verse presionadas por el depredador, seleccionan diferentes hábitats y diferentes fuentes de alimento, e incluso disminuyen el tiempo en el que se alimentan (Paine 1966; Brown et al. 1994; Schmitz 1998). Por lo tanto cuando se eliminan o se reducen los depredadores tope, en este caso los jaguares, se produce un efecto en cadena que ocasiona que los ecosistemas cambien, y frecuentemente esto resulta en un sistema simplificado y ecológicamente más pobre (Soulé y Noss 1998).

 

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El jaguar juega también una función clave en el proceso de planificación y control de las actividades de conservación, ya que al ser una especie de gran tamaño, amplia distribución (habita una gran variedad de ecosistemas), comportamiento territorial y sensibilidad ecológica; necesita de áreas grandes para alimentarse y sobrevivir (Ceballos et al., 2002; Medellín et al., 2002; Hoogesteijn y Hoogesteijn, 2005). Por lo que su conservación facilita la supervivencia de otras especies, ya que sus requerimientos abarcan los requerimientos de especies menos demandantes como el pecarí de labios blancos (Tayassu pecari), el pecarí de collar (Pecari tajacu), el venado temazate (Mazama temama), la paca común (Cuniculus paca), el coatí (Nasua narica), el armadillo de nueve bandas (Dasypus novemcinctus), entre otros (González-Maya, 2007; SEMARNAT, 2009; De la Torre, 2009). En consecuencia, se considera al jaguar como una especie sombrilla y es utilizado para definir las metas de conservación. Debido al enorme interés que hay para protegerlo es considerado como una especie bandera (Miller et al., 1999). Además por la naturaleza de su tamaño, apariencia y carisma, los jaguares pueden despertar emociones de respeto o simpatía por parte de los humanos (Miller y Rabinowitz, 2002), lo que los hace el foco de atención de los medios y por eso son utilizados para recaudar fondos y apoyo para proteger hábitats determinados (Noss y Cooperrider, 1994).

2.4 Importancia cultural del jaguar

En México reside la mayor población de pueblos indígenas y mestizos en América. Dicha población comparte algunos rasgos como la apariencia física, las costumbres y ciertos aspectos de su cosmovisión (Bonfil, 1987). La mayoría de estos grupos de indígenas y mestizos, son descendientes de culturas mesoamericanas (Toledo, 2000) y por eso aún permanecen dentro de su cultura contemporánea, ciertos símbolos milenarios sobre seres investidos de fuerza y con poderes sobrehumanos. Precisamente el jaguar, misterioso y mágico habitante de los bosques y las selvas americanas es uno de éstos símbolos, que aparece continuamente en las expresiones culturales (Valverde, 1998). Ha servido, por ejemplo, como modelo de belleza o fuerza para exaltar la personalidad de antiguos héroes, adquiriendo importancia en diversas culturas mesoamericanas (Pérez-Acevedo y Briones-Salas, 2011). Es un animal conocido por muchos nombres ya que en cada región a lo largo de su área de distribución se le nombra de forma diferente, ya sea con nombres indígenas o

 

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nombres mestizos. Al llegar los españoles al continente americano llamaron al jaguar ³WLJUH´, recordando al felino de Asia que les era familiar. Desde entonces en muchos sitios de Latinoamérica el nombre de ³WLJUH´ es utilizado para llamar al único felino pinto de gran tamaño que habita en esta parte del mundo (Galindo-Leal y León-Portilla 2009; Galindo-Leal, 2010). $ PHQXGR VH PHQFLRQD TXH MDJXDU TXLHUH GHFLU ³HO TXH PDWD GH XQ VDOWR´ OR FXDO describe adecuadamente al jaguar, ya que cuando ataca a sus presas, su mordida generalmente va dirigida al cráneo y sus afilados colmillos lo atraviesan sin problema con la extraordinaria fuerza de su mandíbula. En México, los mayas llamaban al jaguar Balam, Zac-bolay, Yunka, Chac Mool (jaguar rojo), mientras que los aztecas lo conocían como Ocelotl. En zapoteco su nombre es Beztao, Beedxé, en chinanteco, Hieh, Yah o Ahyah, en mixteco, Kuiñi o Nga´a, en amuzgo, Kítzian, en mazateco, Xa, en mixe, Caa, en zoque, Kajanh, Tsikin kajanh, en náhuatl, Tikuaní, en chontal, Galdilix, y en huave, Lüw (De Ávila, 2004). En el país también se le conoce con el nombre mestizo de tigre o jaguar (Galindo-Leal y León-Portilla 2009; Galindo-Leal, 2010). La cultura Olmeca, también conocida como tenocelome (boca de jaguar) tenía como uno de los principales símbolos de la religión al jaguar. En esta cultura aparecen las primeras representaciones del jaguar y de los hombres-jaguar, seres sobrenaturales producto de la unión de los gobernantes con seres míticos. Gran cantidad de monumentos contienen cabezas con rasgos humanos y animales, particularmente de jaguar, en donde se pueden identificar garras, manchas del pelaje, colmillos y las fauces del jaguar (Olivier, 1999). Los Olmecas consideraban al jaguar como una deidad relacionada a la tierra, representaba el origen de la tierra y el inframundo. Ellos mismos se consideraban como descendientes del jaguar ya que tenían el mito de que la humanidad tuvo su principio en la unión del jaguar con una mujer, originando a un hombre caracterizado por sus rasgos de jaguar (González, 2001). Los Mayas continuaron muchas de las creencias Olmecas, manifestándose en el hecho de que los sacerdotes se cubrían con pieles de jaguar durante las ceremonias y rituales. El jaguar significaba para ellos poder, oscuridad y fertilidad (Sotelo y Valverde, 1991). De aquí que entre los gobernantes de las grandes ciudadelas Mayas se acostumbrara llevar el sobrenombre de jaguar (Balam o Chac), convirtiéndose en una moda ampliamente distribuida. Entre los más notables documentos de la cultura

 

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