De lo clásico y lo contemporáneo (II) Sobre la Representación del cuerpo del hombre.

June 23, 2017 | Autor: Jorge Egea | Categoría: History of Sculpture, Sculpture, Greek and Roman Sculpture
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Descripción

De lo clásico y lo contemporáneo (II)
Sobre la Representación del cuerpo del hombre.
Jorge Egea, Phd

La imagen del cuerpo masculino desnudo está consolidando un renovado protagonismo en los últimos años. Se hace evidente la manera en que el cuerpo masculino ocupa los medios de comunicación y es utilizado en las campañas publicitarias. Podemos encontrar ejemplos y explicaciones de diversa índole. Destaca sin duda la imagen del deportista como el nuevo héroe contemporáneo está presente en las últimas décadas, pero especialmente en los años de este segundo decenio del s. XXI. Recientemente hemos vista al futbolista David Beckham como el 'Invictus' de la firma francesa Paco Rabanne.

Imágenes que reflejan en gran medida la influencia de la representación clásica del hombre desnudo en el arte y, especialmente en la escultura, cuya presencia corpórea tiene un potencial extraordinario. El modelo-futbolista posando para el diseñador o creativo de la marca de moda crea un paralelismo con el atleta griego que posa para el escultor. En ambos subyace el fin de inmortalizar (bien a través del video-clip, bien mediante la piedra) su imagen que consigue la atracción al público.

La imagen del hombre desnudo en la época clásica ha sido debatida y estudiada en múltiples ocasiones, y todos tenemos en nuestra mente la presencia del desnudo escultórico desde el 'Doríforo' de Polícleto hasta el 'Discóbolo' de Mirón, por sólo citar dos de las esculturas más conocidas.

Sin embargo, el hombre desnudo en época contemporánea transmite una nueva ambivalencia que le relacionan en mayor modo con los significados adquiridos desde la época de las academias y la Ilustración. De nuevo aparece el siglo XIX y el re-descubrimiento de la antigüedad. Su manera de mirar lo antiguo es el gran filtro por el que miramos el arte del pasado y, cómo no, el cuerpo del hombre desnudo.

A pesar de la aparente modernización de nuestra sociedad, la presencia del desnudo masculino es todavía motivo de escándalo y estupor, cuando menos de frívolo conservadurismo o ignorancia. La abierta exposición del cuerpo del hombre desnudo en nuestros días impone al espectador una reflexión psicoanalítica consigo mismo y con su sentido del deseo: anula la posibilidad de la pasividad o indiferencia y promueve una ulterior exploración de nuestra propia psique. El desnudo es siempre un espejo.

La belleza del cuerpo masculino, su uso y significación difiere completamente de la belleza del cuerpo femenino, seguramente porque también históricamente se han asimilado connotaciones morales y cívicas bien distintas en la exhibición de uno y otro cuerpo.

Pero en ambos casos, el atractivo de la figura desnuda ejerce un fuerte magnetismo en nuestra percepción como seres sexuados y a la vez en el sentido de aquello que consideramos bello. En el caso de la figura del hombre, querría diferenciar en primer lugar dos conceptos que en ocasiones se confunden o camuflan. Me refiero al 'homo-erotismo' y al 'andro-erotismo' (permítanme el neologismo), entendiendo lo 'erótico' no meramente en el aspecto físico, sino en aquel sentido clásico que Platón describe en su 'Banquete': la 'atracción por lo bello' y, también, 'el amor por aquello de lo que se carece', por ello su poder centrípeto, atrayente. Así, 'homo-erótica' es la atracción que el cuerpo del hombre provoca a los de su mismo género, mientras que 'andro-erótica' en la capacidad que el cuerpo masculino tiene de atraer a otro ser humano sea cual sea su género u orientación sexual. Como escribió Lucie-Smith "para los artistas, el cuerpo desnudo del hombre no es meramente una forma de explorar su sentido de la belleza; también es un potente medio – en todas las acepciones del término – para transmitir emociones".

Es cierto que la cultura homosexual – que en el mundo Occidental ha pasado a denominarse 'cultura gay' – ha provocado una nueva revelación en este poder y ha promocionado la presencia del cuerpo desnudo del hombre en la sociedad. Pero no es menos cierto que dado que el homo-erotismo ha acompañado al ser humano desde el albor de los tiempos, la atracción 'andro-erótica' ha estado presente en superficie incluso en épocas en que el homo-erotismo se camufló bajo el culto a la cultura de los antiguos.

La exposición 'Nackte Männer' (Hombres desnudos) en el Leopold Museum de Viena ha supuesto un nuevo hito a este visión renovada del desnudo masculino en la historia del arte desde el s. XIX hasta nuestros días. Realizada a final del 2012, puso de manifiesto la pobreza cultura y los prejuicios que todavía tiene en nuestra sociedad de masas la presencia del desnudo masculino. Si la polémica puede ser considerada síntoma de éxito, la línea iniciada en Viena tuvo su continuación con la exposición organizada en el Musée d'Orsay 'Masculin/Masculin' que concluyó el pasado enero de 2014, recogiendo el relevo y dando incluso mayor atención al tema más recurrente en la historia del arte: el desnudo masculino.

Como comenta el comisario de la muestra, Guy Cogeval, "Nuestra exposición muestra que la desnudez masculina es indisociable de la sensualidad y toca inevitablemente un tabú tan viejo como el mundo. Exponemos una paradoja: en las sociedades contemporáneas, donde las inhibiciones parecen desterradas, la cuestión de la develación del cuerpo puede todavía suscitar el debate, quizás el enfrentamiento, como se ha mostrado en París de manera desoladora".

Cogeval hace este comentario por la polémica entre detractores y admiradores ante los carteles en las calles en los que se mostraba imagen de tres modelos en posición vertical de tres razas distintas que hacían las veces de jugadores de fútbol desnudos, realizada por los artistas Pierre y Gilles bajo el título 'Vive la Frace' ( 2006). Es cierto que estos artistas declaradamente 'gays' no tuvieron la precaución de utilizar el recurso de la 'lítote' o reducción de los órganos genitales masculinos, medida considerada como signo de decoro, especialmente en el neoclasicismo en supuesta imitación del gusto griego.

Esto nos permitirá volver a las relaciones entre el pasado y el presente, y a la construcción de la idea de lo clásico respecto a la representación de la figura desnuda del hombre. El hombre representado en el arte simula en ocasiones una especie de 'superhombre' que lo aproxima a la representación grecorromana de los dioses.

La influencia de la escultura clásica es vital incluso en su transformación en la imagen pictórica, tal y como consigue representar el cuerpo la obra de Jacques Louis David (1748-1825). En la 'Académie d'homme, dit Patrocle', realizada en 1778 y actualmente en el Musée Thomas-Henry de Cherbourg, podemos apreciar toda la potencia del desnudo masculino neoclásico, y también algunas de estas ambivalencias. La belleza de la musculatura, la energía de una acción que recorre o ha recorrido el cuerpo, la dimensión volumétrica de cada una de las partes y la perfección de la superficie hacen que nuestra vista se pasee por este cuerpo como si de una escultura se tratara. La pose recuerda claramente imágenes de la antigüedad, el reposo de un héroe, la pasión o caída de un herido Aquiles, o el ensimismamiento del 'Galo Moribundo' de los Capitolinos. Es una 'academia' es decir, en teoría es implemente el estudio objetivo de un cuerpo. Pero no es realmente sólo eso: nos encontramos ante el retrato de un cuerpo que representa el deseo de la belleza del cuerpo masculino. Ofrece al espectador un modelo, un objetivo a conseguir, la persecución perenne de una belleza que en principio es efímera.

La referencia al pasado no oculta el deseo del presente. Sin embargo, no es una escultura, sino un pintura, por lo que el hombre nos ofrece sólo el dorso y, a priori evade el conflicto de la obvia genitalidad del cuerpo del hombre. Sin embargo, ¿la elude realmente? Más bien al contrario la explota de manera subyacente, justo en oposición al explícito trabajo de Pierre y Gilles. Sin embargo David y algunos artistas de su entorno fueron criticados por su atracción homosexual. Por tanto, la ambigüedad 'homo-erótica' se manifiesta, si bien sutilmente, bajo una indiscutible belleza 'andro-erótica'.

La renovación iconográfica de la figura del hombre es francamente difícil. La posición vertical, que marca sin duda una especial presencia en el mundo, casi como una forma totémica es prácticamente dominante, por ello destaca una obra que recoge de una manera bien especial la perfección neoclásica recientemente mencionada. Se trata del 'Jeune Homme assis au bord de la mer, étude' de Hippolyte Flandrin (1809-1849) realizado en Roma en 1836 y enviado a Francia como ejercicio de cuarto año de su beca en Roma; adquirido por Napoleón III para la colección del Museo del Louvre, actualmente en el Musée d'Orsay.

Flandrin, discípulo de Ingres, añade una emoción, sentimiento e introspección tales que la esta obra se ha convertido en un icono del desnudo masculino siendo así fuente de inspiración para muchos artistas posteriores que han creado múltiples versiones de esta obra maestra, como podía verse en la exposición de París, a través de las obras de los en los fotógrafos Wilhen von Gloeden (1836-1951) o Robert Mapplethorpe (1846-1989).

Al sentido escultórico de la figura, en la que un joven de extraordinaria belleza reposa en actitud meditativa, se añada la magia pictórica de un paisaje que preludia el romanticismo, y nos permite contemplar la soledad ante la naturaleza y unas emociones propias de un mundo contemporáneo, que lee el legado clásico transformándolo con nuevas sensaciones. La roca en la que el cuerpo se apoya, no es sólo el pedestal para este cuerpo de esculpida perfección, sino el primer término de una inmensidad infinita (pero apacible y mediterránea) en la que el joven representado (y el espectador con él) se siente reencontrado.

Parte de este espíritu se encuentra presente en la magnífica escultura 'Le Désespoir' 1869, obra maestra de Jean-Joseph Perraud (1819-1976), actualmente en el Musée d'Orsay. La forma de este cuerpo es más abierta que la de Flandrin, pues hombre sentado y cerrado sobre sí mismo muestra una visión más intensa de esta emoción de 'desespero' representada por este cuerpo masculino.

La forma escultórica va indisolublemente unida a la presencia y consolidación de la figura humana como forma predominante. Y en obras en mármol como ésta observamos claramente cómo la idea de materia para la obra de arte sobrepasa el mero concepto del material. En la representación de la figura humana el cuerpo también es material... pero no sólo eso, ya que queda espiritualizado, es decir, lleno de espíritu de vida y de emoción. El cuerpo como receptáculo del alma se manifiesta como presencia espiritual en lo formal. Y dentro de lo formal, formando una melodía armónica de las formas hacia la unidad de la escultura. Éste es el legado clásico de la eurythmia que 'Le Désespoir' transforma en actualidad: perfección y belleza como superación del oficio y de la mera materialidad.

Lo particular del desnudo masculino y de su representación a lo largo de la Historia del Arte abre multitud de aspectos que permiten reflexión sobre el sentido universal de la representación de la presencia de la figura y también dialogar sobre cómo esta presencia se actualiza en nuestros días. Estas son apenas una breves líneas.

Para continuar:

* Eduard LUCIE-SMITH, "Adán. La figura Masculina en el Arte". Centalibros, 1998.
*Tobias G. NATTER, Elisabeth LEOPOLD "Nude man from 1800 to the present day". Hirmer 2012.
*Guy COGEVAL et al., "Masculin/Masculin". Flammarion, 2013.







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