De la violencia del capital y de la guerra, a la violencia de la exclusión: Los peruanos en Japón (2015)

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Revista de estudiantes de antropología social y geografía humana

Vigésima Edición

“Subsiste entre nosotros una forma de actividad que en el plano técnico,nos permite muy bien concebir lo que pudo ser,en el plano de la especulación, una ciencia a la que preferimos llamar primera más que primitiva: Es la que comúnmente se designa con el término bricolage¨ CLAUDE LEVI-STRAUSS, El pensamiento salvaje.

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De la violencia del capital y de la guerra, a la violencia de la exclusión: Los peruanos en Japón Dahil M. Melgar Tisoc [email protected]

En este artículo analizo como la violencia en un

impertinente, después de una pausa, nubló su mirada, mientras desabotonándose la camisa me mostró en su pecho y en uno de sus brazos las huellas de un ataque múltiple con arma blanca.

sentido multidimensional, es decir, de violencia estructural, simbólica, política y física cruza la vida de los migrantes peruanos en Japón. Entre só un proceso violento de sucesivas crisis ecodieron en el aumento de la delincuencia urbana. A la par, al interior del país acontecía una guerra interna entre el Estado peruano y dos fuerzas de oposición política: Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru. Escapar de la violencia del capital, de la delincuencia y de la guerra son motivos que los peruanos evocan para explicar su desplazamiento. No obstante, en Japón experimentarían otras formas de violencia relacionadas a su condición de extranjeros. En este sentido, exploro cómo la violencia en contextos de guerra y de paz, atraviesa la vida de estos migrantes.

Él había sido víctima de una pandilla japonesa. El ataque había ocurrido en la madrugada cuando salía de su trabajo en la fábrica. Nunca había visto a los atacantes, ni tenía pendiente una deuda o disputa con algún japonés o compañero de trabajo, agregó. La recuperación le tomó más de un año, mientras que su brazo destrozado por los cortes, le impidieron de por vida retomar el trabajo fabril. Una consecuencia muy dura y un costo social, económico y emocional muy alto para un migrante laboral. Su caso no tuvo una resolución legal favorable ya que no se aprehendió a los responsables. Pero más allá de eso, en cada visita suya a la policía en busca de conocer los avances de la investigación, las autoridades le daban diversas excusas, mientras que de manera corembargo, este crimen no fue un acontecimiento silencioso — se le dio cobertura en los medios de comunicación japoneses — y éstos se aventuraron a sugerir que el móvil y la brutalidad del ataque sólo ponían explicarse a razón de un evidente vínculo con algún grupo criminal, a pesar de que nunca se ofrecieron pruebas para dicha aseveración. Por su parte, la prensa de los migrantes contra-atacó en distintos espacios comunitarios intentando limpiar el nombre de un joven, que pasó de ser una víctima, a un potencial delincuente.

en Japón. Sentada en un restaurante de comida peruana en una pequeña provincia japonesa con un joven migrante en lo que parecía ser una entrevista casual y breve sobre su vida en Japón, ocurrió un suceso inesperado. Al calor de la plática, su respuesta a una de mis preguntas fue de una contundencia demoledora: “¿Has sentido alguna vez discriminación en Japón por ser extranjero?”, ante mi pregunta quizá

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Usúba capital, han relegado a los migrantes peruanos a los márgenes del espacio social japonés, exponiéndolos a distintas formas de violencia.

Coordenadas analíticas de la violencia Al inicio de la redacción de mi proyecto de tesis y en el transcurso del trabajo de campo, la violencia no era una dimensión analítica que captara mi interés, en ese momento centrada de manera exclusiva en la construcción de fronteras étnicas de pertenencia y exclusión. Bajo estas premisas, fui articulando y construyendo el sentido de mis entrevistas. No obstante, en el diálogo y la interacción con los migrantes, otros temas se fueron marse como una dimensión necesaria cuando la frase: “venimos por la situación económica y por la violencia” se convirtió en un referente común. Pero ¿a qué tipo de violencia hacían referencia?

Asimismo, la cartografía que divide al mundo en probidad y la seguridad del Norte, [se contraponen a] la pobreza, el saqueo y el riesgo del Sur [se desestructuran, ya que el norte] tiene su propio sur: un mundo segregado de pobres, marginados y criminalizados” (Comaroff y Comaroff, 2009: 31 y 58).

la 1990 —correspondientes al primer mandato del ex presidente Alan García (1985-1990) y los dos periodos consecutivos de gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000) — acontecería un éxodo masivo de peruanos al extranjero debido a distintas causas de orden estructural y político. Escapar de la violencia del capital: el desempleo, la escasez alta la del 2,775% en 1989—, fueron premisas básicas que alentaron estos desplazamiento. A su vez, la carestía de trabajo y de capital circulante promovió un alza de la delincuencia urbana. Un tercer motivo fue la violencia suscitada en el enfrentamiento entre el Estado peruano, los grupos de autodefensa y los movimientos armados de Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru dejando 69,280 víctimas mortales de acuerdo a cifras de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR, 2003 anexo 2:13). Los peruanos en Japón no forman parte de los desplazados de la guerra, en tanto ésta tomó escenario a lo largo de comunidades indígenas y campesinas del interior andino y amazónico, así como la movilización de la guerra fue más interna, que de corte internacional. Mas no por ello, los peruanos en Japón dejan de evocar la guerra como un recurso retórico que refuerza los motivos de su desplazamiento, más allá de las improntas materiales. Pero ¿Hasta qué punto migrar a un nuevo contexto permitió realmente escapar de la violencia y de la inseguridad económica? Dado que las lógicas inherentes a la reproducción de

Bajo este ejercicio que desvincula la atribución de riesgos a una posición geoeconómica, retomo la propuesta Philipphe Bourgois (2002:74) para concia en contextos de guerra y de paz. Siguiendo a este autor, por violencia estructural, entiendo a la organización político-económica de la sociedad que impone estructuras desiguales de intercambio, como condiciones de trabajo vulnerables, pobreza y sufrimiento físico y emocional derivados de el. Por violencia simbólica —para propósitos de este artículo — no empleo la conceptualización de Bourdieu posteriormente retomada por Bourgois (2002), en la cual se enfatiza cómo los sujetos sobre los cuales se ejerce poder, naturacambio — por motivos de espacio — centrarme únicamente en cómo la construcción de elementos simbólicos, en este caso las representaciones negativas sobre la diferencia étnica y cultural, conceden licencia simbólica para al ejercicio de violencia estructural y física. En este sentido, la violencia es un fenómeno multidimensional que abarca distintos niveles de análisis dado que un tipo de violencia, fácilmente se traduce y se superpone en otro.

Los peruanos en Japón Si bien la violencia estructural y política explican la movilización de peruanos tanto al interior como al exterior de Perú, ¿qué motivó la migración a Japón? La pregunta tiene su respuesta en dos reformas legales. La primera de ellas, fue el otorgamiento de visas temporales a los descendientes lidad de que conocieran la tierra de sus ancestros

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y buscaran a sus familias japonesas. Sin embargo, habían transcurrido cerca de 100 años de las primeras oleadas migratorias a Perú y por tanto, las barreras del tiempo y del idioma habían roto los lazos familiares con el origen. Es por ello, que esta política en realidad fungía como prueba piloto para la atracción de migración laboral. Su éxito llevó a que en 1990 se aprobara la primera reforque se convocaba a los descendientes a migrar a Japón, un país que les ofrecía una estancia legal, una remuneración salarial comparativamente superior a otro destino migratorio y restricciones a a menor costo y por tanto, compitiera con ellos.

En contraparte, para Japón, el retorno de sus descendientes permitió recapitalizar los sectores jadores, producto de una baja tasa de nacimientos y de un desinterés de la población joven en edad productiva, a incorporarse a ellos. Al mismo tiempo, esta política escondía un principio de regulación étnica, procurando que el ingreso de fuerza de trabajo internacional no impactara en la coherencia y homogeneidad étnica y cultural del pueblo japonés. No obstante, lo que los impulsores de la reforma migratoria ignoraban es que tener un nombre y apellido japonés, o tener rasgos físicos “asiáticos”, no hacían a los descendientes de ultramar, japoneses en un sentido estricto y completo. sible que la mayoría de los peruanos en Japón sean descendientes de japoneses. Pero también hay peruanos sin ascendencia japonesa que ingresaron principalmente por alguno de estos medios: visa conyugal, adopción, compra de apellidos o de documentación apócrifa. En relación a las adopciones, para Japón ésta no sólo implica la adopción de niños y menores de edad, también

y le contó que Japón estaba recibiendo a las

Japón).

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Usúba reconoce la incorporación de adultos a un linaje Esta estrategia ancestral permitía que mujeres de una condición socioeconómica más alta, incorporaran un hombre de menor estatus a su linaje familiar; de esta manera, los hijos de ambos preservaban el estatus de la madre. En el caso de la adopción de peruanos sin ascendencia japonesa, en la mayoría de los casos, implicó adop-

somos japoneses, nos dicen que somos mezcla,

migratoria centrada en los descendientes. Una variante representó la venta de apellidos japoneses, donde un peruano sin ascendencia japonesa era inscrito en el registro familiar (koseki) como un miembro consanguíneo. La tercera estrategia fue la compra de documentación falsa, la cual era bierno peruano y presentadas ante las autoridades japonesas como legítimas.

Algunas formas de violencia multidimensional La segunda forma de violencia simbólica está relacionada a la asociación entre el aumento del crimen y la migración de extranjeros. Hasta 1990 Japón se ostentaba como un país con una de las tasas más bajas de criminalidad, así como existía poco interés público y mediático al respecto. Pero ante el incremento estadístico de los delitos, la prensa imputó una correlación entre delincuencia y migración, producto de la ruptura de las bases de una sociedad comunitariamente centrada (Hamai y Ellis, 2006: 158), es decir, de un Japón etnocomunal. Esta sería la línea editorial de los años subsecuentes a 1990. Una década después, una publicación del periódico Japan Times (2002) continuaría ofreciendo argumentos mediáticamente contundentes: de los 27,673 delitos reportados en 2001, 14,660 fueron cometidos por extranjeros. No obstante, Johnson explica que el exponencial incremento del delito en la década de 1990 se debe más a un cambio

Dos de las formas de violencia simbólica hacia los migrantes peruanos en Japón están relacionadas con su representación étnica, cultural y socioeconómica. En el caso de la relación entre japoneses y sus descendientes, pesa el origen étnico-regional, ya que un alto número de descendientes peruanos son de origen okinawense, y Okinawa, era un reino independiente hasta que Japón lo anexó en 1879 en su avanzada colonialista. Un segundo factor es producto del anacronismo linguistico y cultural de los descendientes, los cuales utilizan formas de expresión que en Japón han entrado en deshuso o bien, que corresponden a la cultura e idioma okinawense. A estas polaridades, se suma una percepción negativa sobre su origen económico al ser considerados herederos de japoneses desposeídos que migraron a Perú debido a su pobreza. Un ultimo factor representan las practicas sociales y culturales de los descendientes, las cuales corresponden a su nacimiento y crianza en América Latina. Estas coordenadas de distinción explican por qué a pesar del vínculo histórico y consanguíneo entre Japón y sus descendientes de ultramar, éste sólo es reconocido para efectos burocráticos en la asignación de visas, ya que en otras dimensiones de la vida cotidiana y legal, los descendientes son considerados extranjeros.

Adwinckle (2003), estas cifras presentan un artilugio numérico, ya que más de una tercera parte de las infracciones legales cometidas por extranjeros, están relacionadas con su estatus migratorio, es decir, infracciones por las que un japonés no puede ser sancionado. En ese sentido, las cifras del delito serían más representativas y justas si se

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Usúba mero de crímenes del fuero común y por el otro, las infracciones migratorias, tales como la migración indocumentada, documentación apócrifa y la estancia por más tiempo del asignado de acuerdo al tipo de visa correspondiente. Esta asociación entre delito y migración se entiende entonces la reacción de la policía japonesa ante el ataque que sufrió el joven migrante, cuya historia comenté a inicios de este artículo. Con ello no quiero negar que algunos extranjeros cometan ilícitos, mas ello no implica que todos los extranjeros sean potenciales infractores. Esta generalización basada en casos aislados, se puede explicar por qué existen negocios y servicios públicos que se rehúsan a atender o permitir el ingreso de extranjeros a sus establecimientos, o bien, condicionan su entrada a que ingresen acompañados de un japonés que se responsabilice sobre su conducta. Al respecto es interesante observar la siguiente fotografía en la que se aprecia cómo un café internet en Japón se rehúsa a admitir el ingreso de extranjeros en general, debido a un problema que tuvieron con un extranjero

A su vez, se han documentado principalmente a inicios de la migración, retención ilegal de pasaportes como garantías para el pago de deudas, pasajes aéreos o adelantos de salario.

lizan, si un extranjero se portó mal, piensan que

“Yo trabaje en prensa de metales 6 meses, y de ahí estuve en la parte de doblaje de laminas de

ra de Aichi, Japón).

visto varios trabajadores que se han cortado el Si bien se atribuye a los migrantes extranjeros una propensión a cometer ilícitos, se desatiende el hecho tangible de que sobre ellos también se perpetran actos ilegales. Desde la restricción de acceso a servicios públicos o privados, el acoso laboral y escolar sistematizado, la existencia de listas negras entre los contratistas, en las cua-

Impactos de la exclusión Más allá de que en términos representativos, el

al sindicato. También recurrentemente se violan los procedimientos de seguridad dentro de las fábricas, cómo la desactivación de los sensores de dedos, dando como resultado, que uno de los accidentes de trabajo más recurrentes entre los migrantes sea la pérdida de dedos y falanges.

sea de una alta escolaridad — con un alto índice de estudios universitarios concluidos —, su inserción en la estructura social japonesa es baja, ocupando los puestos menos especializados y remunerados conocidos por las tres k´s: kitani (sucio), kitsui (duro/estresante) y kiken (peligroso). Estos trabajos son en sectores industriales y automotri-

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Usúba ces, o bien de ensamblaje de electrodomésticos, fundición y prensado de metales, por mencionar los más comunes para hombres y para las mujeres, cortado y empaquetamiento de comida, trabajos de precisión manual y control visual de piezas en el ensamblaje de aparatos electrónicos. Al respecto, es necesario señalar que la mayoría de los peruanos en Japón están empleados por contratistas, a diferencia de los japoneses de nacimiento quienes son contratados directamente por las fábricas e industrias, y por tanto, gozan de la política laboral japonesa de un trabajo para toda la vida y de condiciones de trabajos y retiro deseables. En contraparte, los migrantes son fácilmente removidos y reemplazados, así como están exentos del acceso obligatorio al sistema de pensiones y de seguridad médica laboral. “La manera en que Japón nos ha recibido yo creo que depende del momento económico, cuando ha habido mucho trabajo, somos bien recibidos, pero cuando hay crisis no hay miramientos, si tenemos hijos nacidos en Japón, si nosotros mismos somos descendientes de japosalir adelante en base a una mano de obra que no tiene, ha utilizado a los extranjeros, y cuando

Esta vulnerabilidad se agudizó en la pasada crisis económica del 2008, ya que fueron los primeros en ser despedidos, perdiendo no solamente su fuente de ingresos, sino también su derecho a la vivienda. Producto de restricciones de renta de bienes inmuebles a extranjeros, muchos migrantes optan por las viviendas que proporcionan las fábricas. Otros accedieron a un crédito inmobiliario, buscando liberarse de las restricciones de renta para extranjeros, o procuraron una vivienda mejor a las precarios y reducidos alojamientos fabriles. Para ellos, la pérdida del trabajo, implicó la suspensión del pago de sus mensualidades y en consecuencia, el desalojo o abandono de las casas que habían adquirido en préstamo. Entre los migrantes desempleados, no todos contaban

con redes sociales de amortiguamiento o podían llevó a que aparecieran peruanos en condición de calle. Bajo este escenario, el gobierno japonés se vio forzado a implementar programas de ayuda, como el otorgamiento de pequeñas subvenciones económicas y el reacomodo en casas de interés social. Otra medida efectuada entre abril de 2009 y marzo de 2010, fue un programa de repatriación al que tenían acceso únicamente los migrantes con visa permanente o residencia — en su mayoría descendientes por razones que ya he explicado—. El programa consistía en la asignación de un pago único de 3,000 dólares (300 mil yenes) por cada adulto y 2,000 dólares (200 mil yenes) por cada dependiente económico. A cambio, los migrantes renunciaban a su visa de trabajo y residencia permanente por un periodo indeterminado. Férreas críticas se erigieron sobre esta medida un tiempo de tres años de exclusión de retorno. Según datos del Ministerio de Trabajo de Japón, unos 21.000 descendientes se acogieron a este programa, de los cuales sólo 900 fueron peruanos es decir, apenas el 4% del total (Matsumoto, 2009). No obstante, en ese mismo periodo, salieron de Japón 10.330 descendientes peruanos, de los cuales el 90% pagaron ellos mismos sus pasajes para no perder su derecho a visa o residencia (Matsumoto, 2009). Un hecho básico que explica por qué más brasileños retornaron a Brasil que peruanos a Perú durante la pasada crisis, se debe al crecimiento de la economía brasileña y las políticas sociales de redistribución que han facilitado el incremento del ingreso medio de los hogares, así como la disminución de la pobreza y la desigualdad. Es decir, la disminución de algunas de las formas de violencia estructural. Dado este reposicionamiento, retornar a Brasil tenía sentido para los migrantes brasileños en Japón, en tanto, Brasil nuevamente se había convertido en un país de oportunidades. Por el contrario, para los migrantes peruanos, regresar a Perú no era un escenario alentador. Sin embargo, si se toma en consideración que han transcurrido más de veinte años de inicio de la migración peruana a Japón, la mayoría de los migrantes está llegando al límite de su edad productiva y al estar exentos del derecho a pensio

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narse en Japón, el retorno a Perú es una realidad tangible y próxima. Sin embargo, regresar a Perú se acompaña de incertidumbre de no saber si se podrá contar con los medios económicos para sobrevivir. También incertidumbre y miedo sobre la delincuencia urbana, tema recurrente entre las conversaciones sobre el retorno. Debido a que la migración peruana a Japón fue considerada por Perú y Japón como temporal, no se implementaran a tiempo políticas públicas adecuadas para el retorno a Perú, ni para una integración de aquellos que deseaban permanecer en Japón.

en contextos de guerra y en países “en vías de

Recapitulación

Bibliografía

De manera sintética, en este breve artículo he tratado de reconstruir el escenario de violencia presente en la narrativa migratoria de los peruanos en Japón, el cual engloba su salida de Perú bajo un contexto de crisis económica, violencia urbana y guerra, atravesando su estancia en Japón bajo un escenario de paz, pero de violencia estructural y simbólica. Así como introduce algunas de las problemáticas del retorno durante la pasada crisis del 2008. De esta manera, se ofrecen coordenadas para des-esencializar la atribución de violencia como un hecho que ocurre únicamente

Aldwinckle, Dave (2003). “Time to Come Clean on Foreigner Crime Wave” en Japan Times, 7 de octubre de 2003.

en todas sus formas: estructural, física y simbólica, también está presente en países económicamente prósperos y considerados exentos de las problemáticas de injusticia y violación de derechos del llamado “tercer mundo”.

Bourgois, Philippe (2002). “El poder de la violencia en la guerra y en la paz”, en Apuntes de Investigación (8), pp.73-98. Comaroff, Jean, y John L. Comaroff (2009).Violas complicidades Norte-Sur, Katz, Argentina.

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Matsumoto, Alberto (2009). “Los nikkei de América Latina y los nikkei latinos. Analizando el Plan Retorno de los Nikkei de Japón” en Descubra a los nikkei. Emigrantes japoneses y sus descendientes. Proyecto internacional de documentación del Japanese American National Museum.Disponible en internet: http://www.discovernikkei.org/ es/journal/2010/6/16/nikkei-latino/

Informe Final, Anexo II, Comisión de la Verdad y Reconciliación, Perú. Hamai, Koichi y Thomas Ellis(2006). “Crime and criminal justice in modern Japan: From re-integrative shaming to popular punitivism”, en International Journal of the Sociology of Law 34, pp.157178.

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