De la percepción del tiempo y los sueños

July 25, 2017 | Autor: Florencia de Graaff | Categoría: Jorge Luis Borges, San Agustín de Hipona, Sueños, Tiempo
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Descripción

De la percepción del tiempo y los sueños

Según San Agustín, el tiempo fue creado por Dios y, si bien nunca duda de
que el tiempo fue creado, afirma que no se puede crear el tiempo en el
tiempo porque antes de la creación del tiempo había eternidad y, que esa
eternidad –ese Eterno Presente-, es Dios.

En sus "Confesiones" desesperado es el llamado a Dios para que interceda y
le ayude a comprender qué es el tiempo, qué es el presente, el pasado y el
futuro y cómo podemos medir o afirmar que el tiempo transcurre. San Agustín
postula la idea del tiempo como un fenómeno interior en donde la realidad
objetiva del paso del tiempo desestimada dando lugar a la realidad creada a
partir de la sucesión subjetiva de instantes; esto es, la percepción de la
fracción más indivisible del tiempo. Es mediante la percepción que sabemos
que ha transcurrido el tiempo y que podemos apreciar el Presente, tan fugaz
como indefinible.

"Qué es, entonces, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; si quiero
explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé."[1] Con esto San Agustín
intenta expresar que el tiempo es una percepción, una experiencia propia
del hombre. No sabemos qué es el tiempo pero percibimos que transcurre. No
sabemos cómo medir el tiempo pero sabemos qué es el futuro, el presente y
que una vez que tomamos conciencia del paso del instante en el que estamos,
el mismo se ha convertido en pasado.

Ahora bien, si el tiempo presente puede ser medido sólo por nuestra
percepción, existe un estado en el que tenemos una doble conciencia del
tiempo -¿o una conciencia alternativa del tiempo?- del cual la literatura
se ha ocupado recurrentemente: el sueño. En el ensayo intitulado "Nueva
refutación del tiempo"[2] Jorge Luis Borges recurre a la teoría del
paralelismo psicofísico para explicar la noción del tiempo como una
secuencia de instantes indivisibles y su relación con los sueños.

Se sirve del relato de Chuang Tzu quien había soñado que era una mariposa
y, al despertar, no sabía si era un hombre que había soñado ser una
mariposa o una mariposa que ahora soñaba con ser un hombre. Borges entiende
que durante el sueño "sólo existían los colores del sueño y la certidumbre
de ser una mariposa. Existía como término momentáneo de la colección o
conjunto de percepciones"[3]. Ahora bien, esta idea de un paralelismo de
percepciones y el concepto de dualidad del ser al momento del sueño nos
permite preguntarnos: si el presente es un instante indivisible y ese
instante existe porque podemos percibirlo, ¿qué ocurre con el momento del
sueño en el que el hombre no percibe el instante en el que duerme más sí
percibe el instante que vive dentro del sueño? ¿Cuál diría San Agustín que
es el presente? ¿Es, acaso, el instante indivisible de mayor percepción
pero irreal o el instante de menor percepción pero real? Si el hombre no
tiene conciencia de los instantes indivisibles de tiempo que transcurren
mientras duerme, ¿estos instantes existen por fuera de la percepción
humana? Y, si esto es así, ¿existe otra forma de captación del paso del
tiempo?

En las próximas páginas intentaré mostrar como Borges, a través de algunos
de sus cuentos, ha propuesto este interrogante. Tras una breve revisión de
"Las ruinas circulares"[4], "El otro"[5] y "El tiempo circular"[6]
proyectaré una idea de dualidad del presente para concluir que, si la
teoría de San Agustín es correcta, el instante indivisible de tiempo que
percibimos cuando soñamos es el que ha de primar cuando el hombre duerme.

"Las ruinas circulares" trata sobre un hombre gris que, en un antiguo
templo circular, intenta crear a otro hombre a través del sueño. Después de
mucho esfuerzo logra hacerlo, sin embargo, al final del relato, se da
cuenta de que él mismo es un ser soñado por otro hombre. Borges utiliza el
recurso fantástico para plantear el interrogante que hemos postulado
anteriormente ya que es posible que un hombre perciba como real un instante
dentro de un sueño más no logre registrar el momento en el que está
durmiendo.

Al principio del cuento, el hombre gris de Borges se sueña en el centro de
un anfiteatro circular en el que da clases a alumnos imaginarios buscando
al elegido; "el hombre, en el sueño y en la vigilia, consideraba las
respuestas de los fantasmas, no se dejaba embaucar por los impostores,
adivinaba en ciertas perplejidades una inteligencia creciente"[7]. Si bien
existen diferencias entre el sueño y la vigilia, no parece existir
diferencia alguna entre el momento presente del hombre gris dando clases en
el sueño o cuando contempla posibles respuestas estando despierto. Esto es
así porque ambos estados son percibidos en continuado. La percepción del
tiempo no parece desdoblarse al dormir, el hombre no se percibe durmiendo y
dentro del sueño al mismo tiempo; el hombre gris se percibe dentro del
sueño del mismo modo que se percibe en estado de vigilia. Si esto es
correcto y si la teoría subjetiva del tiempo de San Agustín es cierta,
podría decirse que el instante presente, el Tiempo Presente que existe
cuando dormimos, es el que experimentamos dentro de un sueño.

Hasta aquí podemos aproximar que, mientras dormimos percibimos como
instante indivisible las acciones o pensamientos que experimentamos dentro
del sueño y que éste, y no el dormir, es nuestro tiempo presente. Hablar de
una dualidad en la percepción nos obliga a realizar una diferenciación
entre la percepción-dormir y la percepción-soñar y, si estas son distintas,
no existiría un único modo de percepción del tiempo.

Ahora bien, se podría objetar que dentro de un sueño uno puede experimentar
el pasado –o el futuro- y que en tanto estos no existen, la percepción del
tiempo que tenemos en un sueño no es la correcta por ficticia más la
percepción del tiempo que nuestro cuerpo puede experimentar al dormir sí lo
es. El en cuento "El otro" un Borges ya anciano relata un encuentro con un
Borges joven en la ciudad de Cambridge. Tras enfrentar el horror que les
produce a ambos este encuentro, Borges-anciano llega a la conclusión de que
el encuentro fue real pero que el Borges-joven conversó con él en un sueño
y fue así que éste pudo olvidarlo mientras que él conversó con el joven en
la vigilia y que, por ello, todavía lo recuerda.

Borges piensa en Schopenhauer que enunció "la forma de aparición de la
voluntad es sólo el presente, no el pasado ni el porvenir: éstos no existen
más que para el concepto y por el encadenamiento de la conciencia, sometida
al principio de la razón. Nadie ha vivido en el pasado, nadie vivirá en el
futuro; el presente es la forma de toda la vida"[8]. En este sentido, no
sería correcto decir que el Borges-joven vive en el pasado ni que el Borges-
anciano vive en el futuro, ya que nadie vive en la no existencia. Sin
embargo, es en un sueño en donde se juntan el pasado y el futuro y sólo
pueden hacerlo porque, si ambos están soñando este encuentro, perciben el
instante del sueño y ese es su presente.

El escritor argentino entiende a San Agustín y comparte con él el ardor que
produce no saber qué es el tiempo; esto es así porque Borges considera que
sin importar qué teoría del tiempo sea verdadera lo cierto es que el tiempo
fluye a través de nosotros como un río. San Agustín entiende que el pasado,
el presente y el futuro deben existir en la mente ya que el tiempo, de
algún modo, ha de ser un proceso mental. Si esto es así y si, como postula
Borges, el tiempo nos atraviesa como un río, no hay razón para no creer que
el presente dentro del sueño es el verdadero –o más verdadero si se permite
esta construcción contradictoria en pos del argumento- que el instante
indivisible que ocurre mientras el cuerpo duerme.

Se me puede objetar que si mientras un hombre duerme percibe un instante
indivisible y, mientras sueña, también percibe lo mismo, es un mismo
instante y no existe dualidad alguna. Considero que, de existir confusión
en lo postulado en presente puede deberse, en parte, a la pobreza de
nuestro idioma. Palabras como "antes", "durante", "futuro" y "pasado"
implican temporalidad. Parte del problema que parece aquejar a San Agustín
es la limitación del idioma porque se ve obligado a caer en la
contradicción al postular que "antes" de la creación del tiempo había
eternidad ya que "antes" es un término temporal y no se puede temporalizar
un instante en el que no existía el tiempo.

Pareciera que la medición del tiempo –otro tema que inquieta a San Agustín-
no es óbice para dilucidar qué es el presente y si éste existe. Borges
refiere que "cualquier lapso –un siglo, un año, una sola noche, tal vez el
inasible presente- contiene íntegramente la historia"[9], es decir, el
problema del tiempo no parece ser cómo medimos la cantidad de instantes que
percibimos sino cómo los percibimos –si es que algo de lo que percibimos
existe-.

Cuenta Borges: "un filósofo argentino y yo conversábamos una vez sobre el
tema del tiempo, y el filósofo dijo: "en cuanto a esto, se hicieron muchos
progresos en los últimos años" y yo pensé que si le hubiera hecho una
pregunta sobre el espacio seguramente él me hubiera respondido: "en cuanto
a esto se hicieron muchos progresos en los últimos cien metros"[10].

Bibliografía.
San Agustín, "Confesiones". Editorial Losada, Buenos Aires, 2001.
Jorge Luis Borges, "Otras Inquisiciones", Emecé Editores, Buenos Aires,
2005.
Jorge Luis Borges, "Ficciones", Debolsillo, Buenos Aires, 2011.
Jorge Luis Borges, "El libro de arena". Emecé Editores. Buenos Aires, 2005.

Jorge Luis Borges, "Historia de la eternidad". Debolsillo, Buenos Aires,
2011.
Mario Paoletti y Pilar Bravo, "Borges verbal". Emecé Editores, Buenos
Aires, 1999



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[1] San Agustín, "Confesiones". Editorial Losada, Buenos Aires, 2001.
Página 331.
[2] Jorge Luis Borges, "Otras Inquisiciones", Emecé Editores, Buenos Aires,
2005. Página 209.
[3] Ídem, página 226.
[4] Jorge Luis Borges, "Ficciones", Debolsillo, Buenos Aires, 2011. Página
57.
[5] Jorge Luis Borges, "El libro de arena". Emecé Editores. Buenos Aires,
2005. Página 9.
[6] Jorge Luis Borges, "Historia de la eternidad". Debolsillo, Buenos
Aires, 2011. Página 103.
[7] Jorge Luis Borges, "Ficciones". Debolsillo, Buenos Aires, 2011. Página
59.
[8] Jorge Luis Borges, "Historia de la Eternidad". Debolsillo, Buenos Aires
2011. Página 107.
[9] Ídem. Página 108.
[10] Mario Paoletti y Pilar Bravo, "Borges verbal". Emecé Editores, Buenos
Aires, 1999. Página 175.
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