De la modernidad a la hypemodernidad.

August 20, 2017 | Autor: C. Simo Soldevila | Categoría: Filosofía, Antropología, Modernidad, Hipermodernidad, NO LUGARES MAR AUGE, Sobremodernidad
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Descripción

DE LA MODERNIDAD A LA HYPERMODERNIDAD CARLES SIMO En realidad, los edificios que hago tienen cualidades espirituales porque son espacios primitivos en los que el individuo puede desarrollarse independientemente de la estandarización y la homogeneización que rodea a la gente en la sociedad postindustrial (…) Tengo esa ambición: deseo que, sin distracciones, el espacio pueda llega a potenciar la humanidad de las personas (…) El problema de la modernidad más radical es que celebraba los frutos de la sociedad industrial. Festejaba los logros del hombre olvidando, paradójicamente, al hombre que los había conseguido. La espiritualidad de la arquitectura es la humanidad de los edificios. La capacidad de los inmuebles para responder, acoger y nutrir al ser humano. Tadao Ando

Las revoluciones, ya sea técnicas o sociales, siempre han sido un motor de cambio. En 1789 se produjo la más importante de la historia: La revolución francesa. Heredera intelectual de la ilustración, Descartes fue el primero que le dio importancia al yo (cogito ergo sum), esta le dio a las clases populares una conciencia de su propio ser como dueño de su futuro y de su política... Con la abolición del sistema absolutista se sentaron las bases para que las personas pudieran gozar de una libertad bastante inédita en la historia reciente hasta ese momento (algunos pueblos como los cosacos, en la actual Ucrania, ya tuvieron experiencias democráticas con anterioridad aunque a una pequeña escala local). Otra revolución, la industrial (SXVIII) propició la creación de una clase proletaria que tenía que trabajar en las fábricas; estas se situaron en la periferia de las ciudades por lo que se produjo un flujo masivo de personas desde las zonas rurales a las zonas industriales para satisfacer esa demanda de mano de obra. Esta revolución estuvo ligada a mejoras notables en el campo de la ingeniera, lo cual le dio a los técnicos herramientas nuevas y más eficaces para fabricar el entorno. Así fue como surgió todo un entramado urbano que conocemos como ciudad moderna, y en la que sus ocupantes pueden empezar a pensar en pasar de sobrevivir a habitar, en el sentido “Baudelaireano” del termino (flaneur), este mundo. Entramos, así, en la modernidad. Término que fue acuñado por el propio Baudelaire “para designar la experiencia fluctuante y efímera de la vida en la metrópolis urbana y la responsabilidad que tiene el arte de capturar esa experiencia”. El mundo del arte, por su puesto, debía adaptarse ante la cambiante realidad y hubo un factor que para mí fue uno de los más importantes en su historia ya que socavó los cimientos mismos de la concepción artística: La invención y posterior desarrollo de la cámara fotográfica en el año 1816. Este hecho tiene tanta importancia porque el arte paso de ser meramente representativo de la realidad a ser conceptual (arte moderno) ya que esta responsabilidad o necesidad de representar la realidad de una manera mimética fue sustituida por la cámara. Por tanto el arte se vio sometido a la experimentación desde el punto de vista conceptual. Entramos pues, en la era donde el individuo medio se ve liberado de las ataduras que les imponían los absolutismos lo que les dio las alas a la población para seguir a las

corrientes de pensamiento humanistas (puesto que en el renacimiento, época donde surge el humanismo, esto solamente estaba destinado a las clases más altas de la sociedad), en el sentido que anteponían su libertad para elegir su destino y para entregarse a los placeres que la ciudad les podía traer, se vuelve por tanto al espíritu romano de la “Urbs” como lugar de ocio por excelencia y novelas como “El retrato de Dorian Grey” de Oscar Wilde (1890) dan fe de ello. Por contrapartida Le Corbusier nos enseña en su ciudad para 3 millones de habitantes (1922) y que consideraremos como arquetipo de la ciudad “no lugar”, donde se plantea una ciudad zonificada por usos (ocio, dormitorio, laborales), al contrario que en la ciudad típica europea que se forma a partir del epicentro cultural e histórico; es decir una Iglesia, y desde ahí es donde se ha producido el crecimiento de la ciudad pero siempre respetando esas señas de identidad que diferencian a un lugar de otro. Esta falta de memoria en este modo de plantear la ciudad fue algo fatal, a mi modo de ver. Una ciudad que plantea ser usada o habitada como se usa un automóvil (la máquina de habitar) esta abogada al fracaso, ya que esta falta de identidad impide que los seres humanos puedan identificarse con ella, podemos decir que toda la ciudad, salvo las zonas propiamente designadas para el ocio, es un prácticamente “no lugar”. Otro de los factores, a mi juicio, es que nunca se tuvo en cuenta la individualidad de las personas y el concepto que Foucault acuñó posteriormente como heterotopía; es decir un espacio heterogéneo de lugares y relaciones, una red de asociaciones de muchas cosas y que el propio filósofo francés expone de tal manera: “el espacio el que vivimos (…) es un espacio heterogéneo. En otras palabas no vivimos en una especie de vacío, dentro del cual localizamos individuos y cosa. (…) vivimos dentro de una red de relaciones que delinean lugares que son irreductibles unos a otros y absolutamente imposibles de superponer”. Esta manera de concebir al espacio puede ser aplicada a la manera de entender al ser humano (concepto clave para entender el trabajo de arquitectos como Andrés Jaque), pero para Le Corbusier era más importante entender al ser humano no como un ser individual con su microcosmos particular, entenderlo como una gran masa a la que dirigir; como una especie de seres alienados que recuerdan a los personajes sintéticos y prácticamente teledirigidos de la novela de Aldoux Huxley “Un mundo feliz” (1932). Este hecho siempre me ha llamado la atención puesto que este tipo de planteamiento urbanístico coincide temporalmente con el auge de los totalitarismos que precisamente tienen como uno de sus pilares esta manera de concebir a la masa social. MARC AUGÉ

Estamos en el año 1992 cuando el antropólogo y etnólogo francés Marc Augé publicó el genial ensayo titulado Los no lugares.Espacios del anonimato.Una antropología de la sobremodernidad; en el que se apunta que lo que conocemos como modernidad ya no sirve para expresar el tiempo en el que vivimos y en el que se acuña el concepto de sobremodernidad, y como esta genera, de una manera casi residual y a causa de unos factores bastante específicos, los espacios que conocemos como “no lugares”. Un ensayo bastante avanzado a su tiempo en algunos aspectos y que avanza las grandes líneas sobre las que se basa la ciudad actual, lo que en muchos aspectos hace que hoy en día, más de 20 años después de su publicación, sea totalmente vigente en la

mayoría de sus preceptos y que incluso algunos aspectos que nos muestra en el libro se han visto magnificados con el paso del tiempo. Por ello, y para intentar expresar de un modo más acorde con nuestros días esta situación, ya no serviría hablar de sobe modernidad si no, más bien, lo que yo he acuñado como hypermodernidad. Si la sobremodernidad se entiende como el exceso de modernidad, la hypermodernidad se entiende como el exceso de sobremodernidad. ¿QUE ES LA SOBREMODERNIDAD? Los términos anteriormente descritos para entender la modernidad, se vieron superados por una serie de acontecimientos que impedían que la ciudad actual se pueda entender desde el prisma de la ciudad moderna y por ello entramos en una nueva dimensión que Marc Auge denomina sobremodernidad. Esta tiene como característica principal el exceso, entendido como la suma de una triple circunstancia que es derivada de una sobreinformación y de las innovaciones en transportes y en tecnologías de la información. En primer lugar se produce una aceleración de la historia, lo que en la antigüedad tardaba un siglo, ahora pasa prácticamente en una década, como los 60s, 70s, 80s nos parecen siglos prácticamente independientes unos de otros, esto se produce a causa de la globalización de la información; las personas reciben la información de otras partes del globo directamente en tiempo real en sus casas; lo cual lo conecta directamente con otra de las características de la sobremodernidad que es el achicamiento del planeta a causa de los avances, tanto en tecnologías de la información como en transporte. Hay dos maneras de medir la distancia, una es mediante unidades que miden distancias (km, cm, pulgadas) y la otra, y mucho más interesante, es medir la distancia en tiempo; es decir, realmente a los seres humanos lo que nos interesa es medir la distancia en tiempo ya que es lo que significa nuestras vidas. A mí que más me da que mi pueblo (Torreblanca) este a 100km de Valencia y Madrid a 400km, si con el tren tardo 1 hora y media en llegar a los dos destinos; podríamos decir pues, que Madrid y Torreblanca se encuentran a la misma distancia de Valencia. El 3r factor es lo que llamamos la proliferación de espacios, especialmente lo que denominaron como “no lugares”. La anteriormente citada globalización provoco que los centros mundiales de información y de vida, es decir las ciudades estuvieran interconectadas, y para ello y a causa de ello, la sobremodernidad fabrico en su seno, los espacios intersticiales residuales, llamados “no lugares” en contraposición al lugar antropológico, es decir, al lugar donde significamos nuestras vidas, donde tenemos un nexo de unión con nuestra historia y cultura y donde se promueven las diferentes sinergias e interacciones con el resto de los seres humanos. Podríamos decir así que un “no lugar” son todos aquellos espacios accesorios que nos sirven para conectar unos lugares antropológicos con otros; es decir, todas las autopistas, estaciones de tren o de metro, aeropuertos, pasos de cebra, aparcamientos; y en los que a priori no se establece ningún tipo de vínculo ni con el lugar, ni con la gente que también lo utiliza (no se habita, se transita). Obviamente esta clasificación nunca va ser excluyente una de otra, ya que lo que para algunas personas puede ser un “no lugar” para otras puede formar parte esencial de su vida, por tanto el “no lugar” pasaría a ser un lugar antropológico.

Hay muchísimos ejemplos de transformación o conversión desde los “no lugares” hacia los lugares antropológicos. Novelas como “Los niños de la estación del zoo” (1978) de Christian F. que trata de un grupo de jóvenes drogadictos que vivían vagabundeando en dicha estación, es un buen ejemplo de como un aparente “no lugar” se ve transformado para estas personas en el marco donde se desarrolla toda su vida. Otros ejemplos de esto, son películas como “Vanishing point” (1971) de Richard Sarafia o como “Death Proof” (2007) de Quentin Tarantino que forman parte de todo un estilo cinematográfico desarrollado en “no lugares” (carreteras, autopistas…) y conocido como “road movies”. El mundo de la música ha sido totalmente influenciado por este tránsito por el “no lugar” ya que los grupos, al tener que viajar de un concierto a otro, son usuarios por excelencia de estos espacios y para ellos cobran otra dimensión de significación; canciones como “El blues del autobús” de Miguel Ríos, o su gira “Memorias de la carretera” (2009) son otro ejemplo de ello. O las culturales como los movimientos nacidos en los 60 que vivían en furgonetas y en la carretera o el movimiento raver nacido en Inglaterra en los 70-80 y que se basa en montar fiestas al margen de la sociedad y el lugar elegido para ello son, normalmente, “no lugares”. Otro ejemplo, mas activista o performativo desde el punto de vista conceptual y que, personalmente, me gusta mucho como iniciativa, es el trabajo del colectivo nacido en Valencia en el 2008, cuyo nombre “Desayunos con viandantes” ya nos deja pistas sobre qué tipo de acciones realizan. Este colectivo se encarga de ir una vez al mes a algún “no lugar” de la ciudad y montar una mesa invitar a los viandantes a sentarse y repartir desayunos, creando vínculos entre ellos y promoviendo así el transito del “no lugar” al lugar antropológico. LA HYPERMODERNIDAD Otro de los inventos que más han cambiado la manera en que concebimos el mundo y la manera en que nos relacionamos, entre nosotros y con nuestro alrededor ha sido Internet. Un sistema para comunicarse inventado por el ejército norteamericano en 1969 se ha colado por todas las rendijas de nuestras vidas inundándolo todo y creando un mundo paralelo; por tanto los seres humanos ya no habitamos un solo mundo físico, ahora habitamos un mundo físico y un mundo virtual que se entrelazan e interactúan unos con otros. La ciudad actual es ahora más que nunca la ciudad tecnológica e incluso realidades escondidas a nuestros ojos se iluminan mediante internet(los códigos QR son un ejemplo de ello). Por tanto el concepto de sobremodernidad no llega a expresar realmente lo que se está cociendo ahora. Otro término que se asemeja más a la realidad para explicar el mundo en el que vivimos es el de hipermodernidad. Hipermodernidad como mundo de la hiperinformacion, ya que internet es un medio que bombardea de imágenes y de información al espectador. Este bombardeo se hace mediante pantallas o ventanas, lo cual ha cambiado totalmente la manera en que concebimos el mundo, una manera mucho más visual y mucho más cercana a como se transmite la información en los “no lugares”; donde según Augé la información es mucho más visual que textual (carteles, señales de tráfico, paneles luminosos), y así es mucho más fácil entender para nosotros el mundo que nos rodea. El ser humano es un ser más visual que otra cosa, y desde la antigüedad expresamos nuestras ideas mediante texto lo cual es, a mi juicio, una manera que limita nuestra cognoscibilidad del mundo. El cambio a un modo mucho más visual mediante esta proliferación de ventanas; es el cambio a una manera mucho

más intuitiva y completa de entender el mundo (una imagen vale más que mil palabras) Cineastas como Peter Greenaway ya anticiparon ese cambio y dirigieron su cine hacia este modo de representación, como se puede apreciar en películas como “Las maletas de Tulse Luper” (2003-2005) Este mundo paralelo también consta de lugares antropológicos virtuales (paginas como Facebook, twitter…) y de “no lugares virtuales” (paginas como google, Yahoo!,…) y tiene la capacidad de influenciar a los “no lugares” reales. Es decir si yo estoy en una estación sintiendo, lo que denomina Auge como la soledad de la sobremodernidad pero saco mi Smartphone y entro a mi red social virtual, mi cuerpo está el mundo físico pero mi mente se encuentra en el mundo virtual, con amigos que están cada uno en un lugar físico distinto, pero en el fondo, realmente, estamos todos en el mismo lugar. Por tanto el mundo en el que vivimos ya no será nunca más el mundo de lo puramente físico y solo el tiempo dirá hasta qué punto somos capaces de llegar, lo que si está claro que ahora existen dos mundo o realidades paralelas y que se pueden entrelazar; ejemplo de ello son las personas que en la vida real han fracasado y en el mundo virtual son ídolos, como muchos jugadores de World of Warcraft o de póker online. Por tanto se ha producido una imbricación del mundo virtual en el real, una concatenación de realidades que hacen de nuestros lugares algo mucho más complejo de entender y de estudiar pero que nos da a los teóricos de la creación del lugar (o a los que aspiramos a ello) todo un universo de posibilidades.

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