De la mano de los griegos

June 28, 2017 | Autor: Jorge Faral | Categoría: Pensamiento Crítico, Metafísica, Didactica, Didáctica de la filosofía, PSICOLOGIA EDUCATIVA
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Descripción

De la mano de los griegos, me propongo ayudarte a pensar. Copyright 2009 Jorge Faral [email protected] - www.delamanodelosgriegos.com ISBN: 9781311732835 1ª edición (impresa): Montevideo, Vector ediciones, Diciembre 2009 2ª edición (impresa): Buenos Aires, Ediciones Logos, Agosto 2010 3ª edición (digital): Smashwords edition, Abril 2014 Smashwords Edition, License Notes: This ebook is licensed for your personal enjoyment only. This ebook may not be re-sold or given away to other people. If you would like to share this book with another person, please purchase an additional copy for each recipient. If you are reading this book and did not purchase it, or it was not purchased for your use only, then please return to your favorite ebook retailer and purchase your own copy. Thank you for respecting the hard work of this author.

Tabla de contenido Presentación I. Inquietudes II. Contexto III. Pre-socráticos IV. Sócrates V. Platón VI. Aristóteles

Comentario

Presentación Mi idea es introducir a la Filosofía desde una perspectiva histórica y de un modo sencillo, tal como surgió y se desarrolló en la Grecia antigua. Deseo enseñar a gustar de la filosofía y ayudar a pensar. Quisiera dejar en cualquier lector de cualquier edad un “buen sabor de boca” con esta disciplina (o devolvérselo, por si añora no haberla comprendido o estudiado con mayor interés en su momento). En fin, ofrecer una introducción a la filosofía apta para todo público. Como libro de texto, puede considerarse semejante a un instrumento o a una partitura musical, que cada músico (cada docente) interpreta según su destreza, su sensibilidad y su público. Aunque aquí soy luthier y compositor, mi modo de hacer sonar el instrumento y de interpretar la partitura no pretende ser el único ni el mejor: no es más que una propuesta.

Objetivos Hay tres niveles de objetivos, de algún modo anudados. El más visible es curricular: introducir en la Filosofía a estudiantes preuniversitarios. El siguiente es pedagógico: ayudar a pensar y a estudiar, es decir, a desarrollar actitudes mentales como observar, relacionar, sintetizar, comparar... Por último, un objetivo educativo: enseñar a apreciar el valor original y permanente del pensamiento griego clásico. En otras palabras, mostrar que problemas de entonces son también actuales y que varias propuestas de aquellos filósofos siguen razonablemente vigentes: la ética como armonía de virtudes personales, la existencia de la verdad y de la belleza por encima de lo temporal y material, la necesidad de regímenes políticos estables para garantizar justicia y seguridad sociales, la búsqueda de lo común y permanente detrás del cambio incesante.

Enfoque Es doble: histórico y didáctico. El primero facilita descubrir paralelismos y herencias intelectuales en la historia del pensamiento. El segundo persigue la asimilación significativa de los contenidos: abstracción gradual, enriquecimiento del vocabulario, capacidad discursiva, apertura al diálogo, descubrimiento de la trascendencia, interés por lo ético.

Estilo Intento un estilo sencillo, ameno y gráfico, sin perder profundidad. El carácter epistolar le da un carácter amigable a los primero capítulos. Los capítulos biográficos son narrativos en presente, para involucrar al lector como protagonista; a excepción de Aristóteles, a quien hago dialogar con su discípulo –Alejandro Magno adolescente–, para dar agilidad a su filosofía, densa en conceptos y algo árida en sus escritos originales.

Organización El libro está organizado en seis unidades, y éstas a su vez compuestas de varios capítulos (ver Tabla de contenido). Incluye también textos y archivos complementarios.

Textos complementarios Se trata de breves apartados que ayudan a cumplir con los objetivos señalados más arriba. Se distinguen por su diseño y pueden saltearse si se desea una lectura ininterrumpida del texto central. La página de apertura de cada unidad contiene tres textos complementarios: Adelanto del contenido Breve resumen o abstract de la unidad. Discusión previa Preguntas abiertas de problematización previa sobre los temas principales de la unidad. Frase de apertura Aforismo vinculado al tema de la unidad.

Al final de cada capítulo pueden aparecer algunos de los siguientes textos complementarios: Lectura: [Título de la lectura] Textos breves de autores reconocidos que, por su claridad expositiva, ayudan a mejorar la comprensión de un tema. Se dice que... Breve descripción o anécdota que aporta contexto histórico y humano a los personajes. Piensa Preguntas o actividades de profundización. Relaciona Preguntas o actividades que relacionan un tema con otras disciplinas. Ten en cuenta Comentarios que ayudan a reflexionar. Estrategia de estudio Propuesta de alguna actividad para aprender a estudiar, facilitar la comprensión y retener conceptos.

Archivos complementarios Al igual que los textos complementarios, estos archivos ayudan a cumplir con los objetivos. Se pueden descargar desde el sitio www.delamanodelosgriegos.com (NOTA: por estar en formato PDF, por el momento no es posible descargarlos y almacenarlos directamente en un dispositivo Kindle). Son los siguientes: Mapa biográfico Línea de tiempo y datos biográficos de los protagonistas más sobresalientes de la Grecia antigua, agrupados según sus disciplinas.

Desafíos mentales

Son diversos archivos con propuestas de actividades didácticas y lúdicas, de estudio y de repaso, para cada unidad.

Bonus tracks En www.delamanodelosgriegos.com, ofrezco abundante material extra. Recomiendo visitarlo, espero que sea útil y ¡espero comentarios!

Bibliografía Es un archivo PDF que puede descargarse de www.delamanodelosgriegos.com, menú Libro / Bibliografía.

I. Inquietudes Adelanto del contenido Partiendo de la experiencia y de conceptos habituales, se plantea una noción aproximada sobre la filosofía y la tarea del filósofo. Todo ser humano observa, admira y pregunta, porque necesita explicar la realidad y explicarse a sí mismo. Y, sobre todo, desea ser feliz. Discusión previa ¿Qué es y cómo pensar? ¿Por qué hacemos preguntas? ¿Qué es lo que más deseamos? Frase de apertura «Los filósofos ven lo que todos ven y piensan lo que nadie piensa.» (Anónimo)

1. Llenando vacíos En Física te habrán explicado que el frío no existe: lo que hay es ausencia de calor. Cuando algo se enfría no recibe frío sino que entrega calor. Algo parecido te enseñan en Geografía sobre el viento, que es el movimiento del aire desde una zona de más presión a una de menos presión atmosférica (a una depresión). Es el vacío lo que mueve al aire. Con tu inteligencia sucede algo similar. Si ya conoces la explicación o el desenlace de algo, tu inteligencia está satisfecha, no tienes curiosidad y no te haces más preguntas. Es el enigma, el vacío de explicación o de solución, lo que mueve a conocer. ¿Pensaste alguna vez por qué te atraen las búsquedas de tesoros, o las telenovelas, o un programa de preguntas y respuestas, o por qué lees Harry Potter sin parar, un capítulo tras otro? Es la pregunta la que te impulsa. ¿Dónde está…? ¿Cuál es…? ¿Cómo será…? ¿Quién fue…? ¿Por qué… cuándo… cómo…? La inteligencia se mueve hacia la verdad si todavía no la posee. Es cierto que no sólo mueve la verdad. También mueven la bondad y la belleza. Piensa, por ejemplo, en alguien que consideres una persona muy buena. ¿No sientes la necesidad de estar cerca, de conversar, de ayudarla, de parecerte a ella? O considera cómo te atrae un helado o tu marca preferida de ropa. Te impulsas hacia “lo bueno” que ves en las cosas y en las personas, y buscas poseerlo. ¡Y cómo atrae la belleza! Piensa en tu canción favorita o en alguien atractivo… ¿Verdad que no te cansas de contemplar “lo bello”? En realidad, lo que en el fondo te sucede es que deseas ser feliz: conocer la verdad, poseer cosas buenas y contemplar cosas bellas. Todo junto, ¡nada menos! Sobre la verdad, lo bueno y lo bello trata la filosofía. Ten en cuenta Una comprobación del deseo natural por saber es la curiosidad universal de los niños, y su consiguiente martilleo de preguntas. Nadie les inculca ese deseo y nadie les pide que pregunten... Sin darse cuenta, están sedientos de sabiduría.

2. Filo-sofía Todo parece reducirse a conocer. O, al menos, todo empieza por ahí. Con relación a la verdad, esto es evidente. Con relación al bien, ¿cómo llegar a desear algo bueno si no

se conoce? Y sin conocer lo bello, ¿cómo disfrutarlo? Casi con lógica matemática, podríamos concluir que para aspirar a ser feliz hay que conocer. Y si se conoce bien, mejor aún. (Por eso tus padres desean que estudies). Ese conocer bien para alcanzar la felicidad es lo que muchos, desde muy antiguo, han llamado sabiduría. Y a la tarea de buscar esa sabiduría la han denominado filosofía. Porque significa eso: amor (filo) a la sabiduría (sofía). Precisamente, con estas ideas comienza Aristóteles (ya nos encontraremos con él) dos de sus más famosos tratados: «Todos los hombres tienen naturalmente el deseo de saber.» «Los hombres buscan enderezar sus acciones como un arquero sus tiros para dar en el blanco, y éste es la felicidad.»

3. Entrevista con la realidad Supongo que has visto o leído bastantes entrevistas. Es interesante apreciar cómo procede un periodista: pregunta y repregunta al entrevistado, hasta esclarecer la verdad de un hecho o de una actitud. (Para ser exhaustivos, los periodistas emplean la técnica de las cinco “W”: what, who, when, where, why, que significan: qué, quién, cuándo, dónde, por qué; y a veces agregan how, que significa: cómo). Un científico —un físico, un neurólogo, un biólogo— hace algo parecido: somete la parte de realidad que le interesa a una entrevista. Sólo que cuenta con una ventaja y una desventaja respecto del periodista. La ventaja es que la realidad siempre está disponible, no miente, no elude preguntas y nunca interrumpe la entrevista... La desventaja es que esa realidad no habla o, mejor dicho, tiene un lenguaje peculiar que hay que saber descifrar. Un filósofo, al igual que un científico, también entrevista a la realidad. Pero a toda. Y las preguntas que le hace —que se hace, porque forma parte de ella— son radicalmente importantes, comprometedoras, inquietantes, valientes: ¿existe Dios?, ¿por qué existo?, ¿qué sentido tiene la vida, el dolor, el mal y la muerte?, ¿somos libres?, ¿puedo confiar en mis sentidos?, ¿existe la verdad?, ¿qué quiere decir actuar bien?, ¿cómo ser feliz?, ¿tenemos alma?, ¿hay vida después de la muerte? En fin, ¿cuál es el origen y el destino de todo? Aún hay otra semejanza-diferencia no menos importante entre un científico y un filósofo. Ambos, al intentar explicar la realidad que tienen delante, necesariamente la interpretan. Esto significa que dicha explicación no es la realidad misma sino un reflejo, un “modelo” de ella. Y cualquier tipo de modelo resulta ser más o menos aproximado, más o menos apropiado respecto a lo que representa. Así, por ejemplo, un astrofísico elabora un modelo matemático del sistema solar (un reflejo de esa realidad en el lenguaje de la matemática) o un meteorólogo dibuja un mapa de la envoltura gaseosa de la tierra (una explicación en lenguaje gráfico). Asimismo, cuando un filósofo responde interrogantes elabora modelos interpretativos, que resultarán ser más o menos conformes a la realidad en cuestión. La diferencia es que los modelos científicos tienen la ventajosa propiedad de ser verificables, ya sea por experimentación o por demostración matemática. En cambio, como el filósofo se enfrenta a realidades no cuantificables (¿quién puede medir la existencia, o el pensamiento, o la justicia, o el amor?), sus explicaciones no resultan obvias ni exactas. Por lo demás, no cuenta con otro instrumental aparte de su razón. Todo esto tiene su historia. Pronto la abordaremos desde sus orígenes.

Lectura: ¿Qué es lo más importante en la vida? «Si preguntamos a una persona que se encuentra en el límite del hambre, la respuesta será comida. Si dirigimos la misma pregunta a alguien que tiene frío, la respuesta será calor. Y si preguntamos a una persona que se siente sola, la respuesta seguramente será estar con otras personas. Pero con todas esas necesidades cubiertas, ¿hay todavía algo que todo el mundo necesite? Los filósofos opinan que sí. Opinan que el ser humano no vive sólo de pan. Es evidente que todo el mundo necesita comer. Todo el mundo necesita también amor y cuidados. Pero aún hay algo más que todo el mundo necesita. Necesitamos encontrar una respuesta a quién somos y por qué vivimos.» (Jostein Gaarder, El mundo de Sofía) Ten en cuenta Preguntar por qué y cómo es intentar explicar algo por sus causas. Una ciencia pregunta por las causas de las cosas circunscritas a la parte de la realidad que le preocupa. Análogamente, la filosofía se propone averiguar los últimos porqué y cómo de la realidad, de toda o de algún aspecto de ella. Por eso se dice que la filosofía es la ciencia que se ocupa de las últimas causas. Piensa ¿Qué es el orden y qué propiedades tiene? (¿Puede estar ordenado un solo elemento?, ¿el orden se produce solo, espontáneamente?, ¿tiene algún sentido?, ¿un determinado orden es el mismo para cualquiera que lo observe?).

4. Ordenando ideas Antes de entrar en esa historia, será útil ejemplificar y ordenar algunas ideas que han ido apareciendo. De nuevo nos ayuda Aristóteles. Dice este filósofo que el hombre desea saber porque necesita demostrar (eso es ciencia), necesita producir (eso es técnica) y necesita actuar bien (eso es ética o moral, que es una parte importantísima de la filosofía). Desarrollemos un poco estas ideas mediante el siguiente cuadro sintético:

Lectura: La dimensión práctica de la Filosofía «Si la dimensión práctica de la ciencia es la técnica, la dimensión práctica de la Filosofía es la configuración de la conducta humana [la ética]: de las personas singulares y del colectivo social. Para ello no es necesario que todos sepan Filosofía. El hombre de la calle no es un experto en termodinámica ni en electrónica, pero el ordenador, el reloj, el ascensor, el televisor o el automóvil que usa a diario no han podido ser construidos sin un conocimiento riguroso de esas materias. El hombre de la calle tampoco es un experto en Filosofía, pero el grado

de libertad social que posee o de justicia que le ampara, el acuerdo común sobre los valores que todos deben respetar o el régimen político en el que vive son cuestiones que sólo han podido ser resueltas tras siglos de reflexión filosófica. Aunque él lo ignore, es así.» (José Ramón Ayllón, En torno al hombre) Ten en cuenta Cuando alguien expone sus ideas, en el lenguaje corriente decimos que expone “su filosofía”. Las ideas son modos de entender la realidad y llevan a comportarse también de distintas maneras. Por ejemplo, la idea de lo que es el ser humano puede llevar a algunos a justificar el empleo de la violencia, y a otros, en cambio, a ayudar a los demás; a unos a respetar la libertad , y a otros a explotar a menores o a decidir que la libertad la da o la quita el Estado. Al mismo tiempo, sucede a veces lo inverso: que las costumbres personales pueden conducir a confeccionar una filosofía “a medida”, según dice el proverbio: “quien no vive como piensa, termina pensando como vive”... o siendo manipulado por otros. Estrategia de estudio Para repasar y fijar los conceptos aprendidos en esta unidad, te recomiendo bajar el archivo PDF correspondiente desde www.delamanodelosgriegos.com, menú: Didáctica / Desafíos mentales.

II. Contexto Adelanto del contenido Se trata de entender por qué la filosofía nació de cierta manera, lugar y momento concretos, y por qué conviene estudiarla desde una perspectiva histórica. Discusión previa ¿Qué es la historia? ¿Qué se entiende por cultura? ¿Cómo y por qué aparecen los inventores o genios creativos? Frase de apertura «La verdad es hija del tiempo.» (Aulo Gelio)

5. ¿Por qué historia? En pocos años, casi sin darte cuenta, has aprendido conceptos que la humanidad tardó siglos en descubrir y entender. Y, de alguna manera, para aprenderlos, has tenido que recorrer su evolución histórica. Así ha sido —está siendo todavía— con la matemática, el lenguaje, la física… Y la filosofía no es una excepción. Es que las cosas se entienden mejor no viéndolas aisladas, sino en relación con el mundo en que se desenvuelven y del que son herederas. Por eso conviene recorrer la historia de las ideas filosóficas. Es una historia de preguntas y respuestas. Lo sorprendente es cómo se repiten las preguntas desde que poblamos la tierra. Eso, una vez más, demuestra que el ser humano —cada ser humano— necesita descubrir la verdad detrás de todo lo que le rodea y detrás de sí mismo. La “expedición intelectual” que emprenderemos por esa historia, es comparable al ascenso a una montaña. No sé si lo has experimentado: preparativos, aproximación, senderos fáciles al principio, luego no tanto…, bifurcaciones, dudas y retrocesos, cansancio y reposo, paisajes fascinantes, trabajo en equipo, cumbres que parecen la meta y no lo son todavía... Estamos en los preparativos y se trata de reflexionar algo más acerca de la aventura que se avecina. Para eso, veremos a continuación unas pocas ideas sobre nuestra cultura, sobre los griegos y, por último, unas sugerencias para el viaje. Lectura: Conexiones y raíces [La Historia de la Filosofía] «es la única forma de comprensión de la filosofía. Se ha puesto de moda el estudio 'fragmentario' de sus elementos. Se eligen algunas cuestiones o algunos nombres de esa historia y se estudian aisladamente, sin conexiones ni raíces. No se puede entender nada. No se ve 'por qué' tal filósofo tuvo que pensar lo que pensó, de dónde venía, en qué situación se encontraba, cuáles eran sus problemas reales. (...) Por eso la historia de la filosofía es la única forma posible de iniciación en esa disciplina. (...) Jóvenes muy jóvenes eran los ávidos oyentes de Sócrates, Platón y Aristóteles. Es el momento de penetrar en la filosofía por medio de su historia, de empezar a hacerse las preguntas radicales — más importantes que las respuestas— , aquellas de las que depende que la vida tenga verdadero sentido y sea plenamente humana, dominada por la libertad irrenunciable, que no se somete a ninguna manipulación. (Julián Marías, diario ABC de Madrid, 13-11-1997)

6. Nuestra cultura ¿Has visto cuando nace un bebé cómo los parientes —sobre todo las tías y las abuelas — hacen una especie de identikit? “Tiene la pera de su papá… la nariz es igual a la de la abuela… va a tener el pelo enrulado como yo…” Al final, la pobre criatura parece armada con recortes de fotos. Lo cierto es que cada persona es única. Nunca existió ni existirá alguien como tú. Eres irrepetible. Pero también es cierto que en ti hay unas huellas que revelan tu pasado. En lo biológico, esto es evidente a simple vista (tampoco inventan tanto las tías y las abuelas). Además, podríamos comprobarlo científicamente mediante tu ADN. Asimismo, tu modo de comportarte y de pensar, tus gustos y actitudes, no son completamente originales. Algunos los heredas, otros los imitas y, junto con los de la sociedad que te rodea, forman parte de algo mucho más amplio y durable que tú. A ese algo lo llamamos cultura. En la actualidad, existen varios tipos de culturas: la occidental, la islámica, la oriental. A su vez, podríamos subdividir éstas en otras más. En particular, pertenecemos a la cultura occidental, que hereda muchos rasgos de otra que tuvo su máximo esplendor hace unos 2.500 años en Grecia. Es la llamada cultura helénica. En el seno de ella nació la famosa filosofía. Lectura: La lección de Homero «Los héroes de La Ilíada no se dejaban estar ante un destino inexorable, ni eran marionetas en manos de los dioses. Muy por el contrario, se presentaban (…) como hombres que por su propia voluntad realizaban hazañas, sin retroceder ante el esfuerzo y el sacrificio. En el heroísmo [los griegos] encontraron un modelo que los alentó a la grandeza, por el que cada hombre podía sentirse diverso de los demás, capaz de enfrentar un destino adverso, de luchar contra las circunstancias, y de realizar proezas que perpetuaran su memoria. Igualmente sacaron de Homero la idea de que el sufrimiento y la muerte temprana eran privilegio de hombres grandes. (…) Que la derrota, si se la enfrentaba con hombría, no era humillante sino gloriosa. (…) Que por el dolor el hombre crecía y maduraba, se 'conocía a sí mismo' y palpaba sus propios límites.» (Gerardo Vidal Guzmán, Retratos de la antigüedad griega) Relaciona Historia / Geografía. ¿Cuáles son las características esenciales que definen una cultura? ¿En qué otras se pueden subdividir las mencionadas en el texto?

7. ¿Por qué los griegos? ¿Por qué fueron precisamente unos griegos de hace 26 siglos los que comenzaron un nuevo modo de pensar? ¿Por qué no fueron otros? ¿Por qué no fue antes? Tiene cierta explicación. Entre los siglos VIII y VI a.C. ocurrió uno de los hechos más importantes del mundo antiguo: la gran colonización griega. Muchos habitantes de la península griega comenzaron a migrar hacia las costas y las islas del Mar Egeo. Al principio huían de la invasión de los dorios procedente del centro de Europa. Luego lo hicieron organizadamente, en busca, sobre todo, de más espacio y de negocios. Los colonos eran auténticos emprendedores, dispuestos a comenzar una vida totalmente nueva. En sus naves solían esculpir esta frase: “vivir no es necesario, navegar sí”.

Allí donde llegaban, organizaban unas ciudades-estado que llamaron polis. Cada polis poseía una fuerza de adhesión tal que hacía de cada ciudadano una persona tan sensible a lo que pasaba dentro de la polis, como indiferente a lo que sucedía fuera de ella. Así se conformó y se presentó Grecia en esos siglos: una vía láctea de pequeños Estados (más de 1.500) a lo largo de todo el Mediterráneo oriental. Las polis más florecientes se desarrollaron en Jonia (actual costa mediterránea de Turquía), y el comercio atrajo a esa zona gente de culturas y religiones muy variadas. Se formó una sociedad adinerada y pujante en la que se dio una liberalización política gradual: primero monarquías, luego oligarquías de terratenientes, y por fin democracias, impuestas por la burguesía de comerciantes. Los esclavos —prisioneros de guerra la mayoría— hacían todo el trabajo físico, facilitando a los ciudadanos libres y ricos dedicar mucho tiempo a su propia educación, a la política y a la vida cultural. Dentro de cada polis existía una gran sociabilidad y libertad de expresión. Este conjunto peculiar de características convirtió a esas ciudades-estado en eficaces “incubadoras de ideas”. Así se explica que en ellas surgiesen personas de pensamiento tan original como fueron los primeros científicos y los primeros filósofos. Lectura: Jamás constituyeron una nación «La historia política de Grecia es la de muchos pequeños Estados, compuestos con mucha frecuencia de una sola ciudad con pocas hectáreas de tierra alrededor. Jamás constituyeron una nación. Pero a hacer de ellos lo que suele llamarse una civilización contribuyeron dos cosas: una lengua común a todos, por encima de los dialectos particulares, y una religión nacional, por encima de ciertas creencias y cultos locales. En cada una de estas pequeñas ciudades-estado, el centro estaba constituido por el templo que se alzaba en honor del dios o de la diosa protectora.» (Indro Montanelli, Historia de los griegos) Se dice que… [Heródoto] «En su viaje a Egipto quiso enterarse de todo, incluso de la causa de que el Nilo se desborde precisamente en verano. Y un sacerdote egipcio, cansado de su insaciable curiosidad, le espetó: ‘Oh, vosotros los griegos sois como los niños: no hacéis más que preguntar`. Porque los griegos, y los sucesores de los griegos se hicieron preguntas para saber el porqué de las cosas. Los babilonios, los persas, los chinos, los hindúes, los egipcios, los fenicios, que navegaban guiándose por las estrellas, estudiaron muy bien los fenómenos, pero nunca intentaron averiguar el porqué, no buscaron una explicación de las cosas. La curiosidad racional de los griegos fue un paso gigantesco en la historia de la ciencia, y también, por sus consecuencias, en la historia del mundo.» (José Luis Comellas, Historia sencilla de la ciencia) Relaciona Historia / Educación Social y Cívica. ¿Qué otra actividad, no mencionada por el autor, unía a los griegos aparte de la lengua y la religión? ¿De dónde procede la palabra “política”? ¿En qué consiste la política? ¿Es la misma hoy que en la época de los griegos? Lenguaje. ¿Cómo nació el alfabeto griego? ¿Cuáles son las letras de este alfabeto? Haz una lista de 10 palabras que tengan raíz griega.

8. Instrucciones para el camino Nos disponemos por fin a partir, pero es necesario tener en cuenta un mínimo de experiencias, sobre todo cuando el terreno es desconocido. 1°) Confía en el guía y confía en el mapa. Es comprensible que quieras explorar por tu cuenta y digas: ¿por qué no busco yo mis propias respuestas? ¡De eso se trata! Pero a la hora de formar tu opinión puede ser útil conocer lo que otros han pensado. Estudiar a los grandes pensadores es como retroceder para tomar impulso. Para pensar lo no pensado, hace falta antes pensar lo ya pensado. Piénsalo. 2°) Sólo subir no siempre supone avanzar del mejor modo. En la historia del pensamiento el paso del tiempo no ha supuesto siempre progreso: no todo lo nuevo significa un avance, aunque tampoco “todo tiempo pasado fue mejor”, como piensan los nostálgicos. En muy pocas ocasiones se produce un descubrimiento —del tipo que sea— en línea recta y en poco tiempo. Y cuando ocurre así, el gran aliado suele ser la casualidad. Lo habitual es avanzar poco a poco, venciendo obstáculos, rehaciendo el camino, sacando experiencia de los errores propios y ajenos. 3º) Nunca desprecies el esfuerzo de los demás: colabora y déjate ayudar. Las respuestas de los que se han atrevido a pensar antes que nosotros, unas veces te parecerán absurdas, otras veces convincentes, otras incluso contradictorias. La perspectiva y experiencia que da el paso del tiempo, revela que la aproximación hacia la verdad se ha hecho estudiando y dialogando. Aprende a trabajar en equipo, también con los que te han precedido, estudiándolos. Esto lo saben bien los buenos filósofos. 4°) Desde arriba parece todo más fácil. Evita la tentación de interpretar la antigüedad únicamente desde nuestra experiencia moderna. No intentamos aprobar ni desaprobar, sino comprender. Y para comprender a un pensador hay que ubicarse en su situación cultural y, de ser posible, tener en cuenta su vida particular. La situación histórica y las circunstancias personales, condicionan a un pensador. También a nosotros. 5º) Ninguna cumbre es el fin del mundo. Ninguna explicación o modelo filosófico tiene validez absoluta y exclusiva, porque ninguno agota la realidad ni tampoco, por consiguiente, la verdad. Te esperan cumbres altas: la verdad, el bien, la belleza. Comencemos el ascenso, ahora sí, de la mano de los griegos. Lectura: Falta que te admires «He aquí al mundo ante ti, joven, ¿y qué le falta para que tú comprendas? Simplemente, falta que te admires. Para hacer el mundo más maravilloso, más habitable, sólo falta transformar los ojos que lo contemplan. No es el universo el que se esconde, ahí está: siempre ahí; silencioso, mudo, no es el universo el que se escapa y se desnuda: es a ti a quien se le escapa el universo.» (Jean Guitton, Nuevo arte de pensar) Relaciona Física. ¿Después de cuántos intentos fallidos logró Edison inventar la famosa bombita de luz? ¿Cómo se descubrieron los Rayos X? Biología. ¿Cómo descubrió Fleming la penicilina?

Estrategia de estudio Para repasar y fijar los conceptos aprendidos en esta unidad, te recomiendo bajar el archivo PDF correspondiente desde www.delamanodelosgriegos.com, menú: Didáctica / Desafíos mentales.

III. Pre-socráticos (primeros pasos) Adelanto del contenido De la mano de los primeros filósofos daremos los mismos primeros pasos que dio la filosofía. Admiraremos la profundidad de sus preguntas e intentaremos comprender sus respuestas. Discusión previa ¿Qué significa cambiar? ¿Qué es el azar? Frase de apertura «Busquemos como buscan los que aún no han encontrado, y encontremos como encuentran los que aún han de buscar.» (San Agustín de Hipona)

9. Primeras preguntas Nuestra historia comienza en Jonia, a mediados del siglo VII a.C. El auge económico en esa frontera oriental de las colonias griegas aglutina multitudes de extranjeros de muy diversas culturas y religiones. Cada viajero trae en su bagaje un nuevo ídolo, una nueva divinidad: hay dioses para personificar cada virtud y cada vicio, cada fenómeno de la tierra y del cielo, cada éxito o fracaso. A tal punto que algunos comienzan a extrañarse por tanta colección de mitos, poderes y personajes fantásticos. Consideran aquello una actitud confusa, casi infantil. Desde luego, no son hombres cualesquiera: son buenos matemáticos y astrónomos, admiran el universo y han viajado mucho. Justamente, esa inteligencia ordenada, abierta y creativa es la que les lleva a preguntarse si no existirá una explicación de la realidad que entiendan todos por igual. ¿Acaso no tenemos todos la misma capacidad de razonar, de comprender las mismas demostraciones matemáticas, de predecir el mismo curso de los astros, de pactar las mismas leyes de comercio y de convivencia? Pero, si todo ese movimiento cósmico —continúan cuestionándose—, si toda esa realidad cambiante y compleja no tiene su origen en los dioses, ¿de dónde proviene, entonces?, ¿quién las mueve?, ¿hacia dónde y para qué? Reflexiones que los conducen, por fin, a formular una hipótesis científica, quizás la primera en la historia de la humanidad: si existe algo que nunca cambia, entonces, aquello debe ser necesariamente el origen de todo, el principio (arjé, en griego) del cual todo lo demás procede... Un misterioso y provocativo “tesoro intelectual” a cuya búsqueda no demoran en lanzarse. El enigma de partida es, por tanto, el siguiente: ¿existe una realidad inmutable y única detrás de todo lo que perciben nuestros sentidos? Y detrás de este primer enigma, otros dos: si el arjé es inmutable, ¿cómo se generan los cambios?; y si es único, ¿cómo emanan de él la multiplicidad de cosas que existen? Observan, se preguntan, reflexionan, explican... y despiertan recelo, porque la religión griega exige que lo que puebla la tierra y el cielo no sea estudiado sino adorado. ¡Pero no callan! Veamos sus respuestas. Lectura: «Al principio era el Caos...

...Del Caos surgió Gea (la Tierra), quien engendró, gracias a la intervención de Eros (el Amor), a un compañero: Urano (el Cielo). De la unión de los dos primeros dioses, de Urano y Gea, nacieron los Hecatonquiros, gigantes de cien manos, los Cíclopes, gigantes que tenían un solo ojo en la frente, los Titanes y sus hermanas las Titánidas. Urano, celoso de los hijos que iba concibiendo Gea y temeroso de que pudieran arrebatarle su poder, no les dejaba salir del seno de su madre. Gea, que sufría terribles dolores, fabricó una hoz y se la entregó a sus hijos para que la liberaran de la opresión de Urano. Pero ninguno de sus nonatos vástagos se atrevía a empuñar semejante arma y llevar a cabo la terrible venganza. Al final, viendo Crono cómo sufría su madre, blandió la hoz contra Urano y le cercenó los testículos.» [Gea y Urano se separan creando el espacio; y Crono —el tiempo— se adueña del universo, hasta la llegada de Zeus]. (Hesíodo, Teogonía) Ten en cuenta A medida que avances en esta historia, verás cómo los filósofos, partiendo del estudio científico y racional de la naturaleza, se interesan cada vez más por el hombre y se preguntan, cada vez con más claridad, por la existencia de Dios. Descubrirás en ellos un esfuerzo de comprensión “ascendente”, desde lo más material hasta lo más inmaterial. También comprobarás que las mejores explicaciones son fruto de una reflexión que logra armonizar los aciertos de distintas posturas, incluso contrapuestas. Piensa ¿Es posible comprender algo si no hay nada fijo? Piensa en las leyes del tránsito, en las reglas de un deporte o de juego, en una película, en la pantalla de tu computadora… Relaciona Historia / Literatura. ¿Cómo explicaban otras mitologías —distintas a la griega — el origen del mundo? ¿Cuáles eran los 12 dioses del Olimpo? Geografía / Astronomía. ¿Por qué los griegos eran tan buenos astrónomos? Estrategia de estudio Será útil que tengas a mano el Mapa biográfico, para ubicarte en la época, el área geográfica y relacionar entre sí a los filósofos. Es un archivo PDF que se puede bajar desde www.delamanodelosgriegos.com, menú Didáctica / Mapa biográfico. A medida que estudies cada filósofo presocrático, rellena con las ideas claves el Cuadro sintético de pre-socráticos que encontrarás en www.delamanodelosgriegos.com, menú Didáctica / Desafíos mentales.

10. Agua, aire y algo indefinido Tres ciudadanos de Mileto —la polis más floreciente de la floreciente Jonia— comienzan esta aventura. Se llaman Tales, Anaxímenes y Anaximandro.

Tales Es curioso, intuitivo, distraído y pacífico. Viaja mucho. En Egipto aprende geometría. Allí se le ocurre cómo calcular la altura de las pirámides y formula un famoso teorema que lleva su nombre. En Babilonia aprende astronomía y logra predecir un eclipse de sol. Explica las fases de la luna, inventa las estaciones del año, y asigna a éste 365 días. Fanático del deporte, muere ya viejo al caerse desde una tribuna mientras veía una Olimpíada. Es considerado uno de los Siete Sabios de Grecia.

Como filósofo, opina que el origen de todo es el agua. Su presencia por doquier y su indeterminación de olor, sabor y color, le llevan a suponer que está presente, de algún modo, en la génesis de todas las cosas. La inestabilidad característica de este elemento es también para él la explicación de todos los cambios. Quizás, después de un tiempo de vivir a orillas del Nilo, que hace fecunda la tierra cuando desborda, concluye que la vida es inexplicable sin agua. Además, comparte la creencia común en su época de que la tierra flota como una gran balsa sobre un océano de agua. Al mismo tiempo, sospecha que no es posible explicar el cambio a partir de un único principio material, porque dice: “todo está lleno de dioses”. Y lo dice mientras saca del bolsillo un clavo y un imán para demostrar a sus asombrados conciudadanos cómo “la piedra consigue mover el hierro”. Se dice que… «De niño [Tales] tuvo reputación de divertido y vago porque estaba siempre distraído e inmerso en sus pensamientos. Un día se cayó dentro de un foso, provocando la hilaridad de sus conciudadanos, que le consideraban como un inútil. Tal vez también porque, herido en su orgullo por aquellos sarcasmos, Tales se metió en la cabeza demostrar a todos que, si quería, también él sabía ganar dinero. Y, haciéndoselo prestar, compró todos los molinos que había en la isla para el aceite. Era invierno, y los precios estaban bajos por falta de demanda. Pero Tales, estudioso y competente en Astronomía, había previsto un buen año y una cosecha de aceitunas favorable. Sus cálculos se confirmaron. Y el otoño sucesivo pudo imponer a los usuarios, como monopolizador, los precios que quiso. Con esto se tomó un bonito desquite sobre los que tanto le habían escarnecido, acumuló un discreto patrimonio que le permitía vivir de renta, y se dedicó enteramente al estudio.» (Indro Montanelli, Historia de los Griegos) Relaciona Matemática. Averigua cómo calculó Tales la altura de las pirámides. ¿Qué dice el famoso teorema de Tales? Historia. ¿Cuáles fueron los Siete Sabios de Grecia y por qué se los considera así? Geografía. En el mapa ubicado www.delamanodelosgriegos.com, menú Didáctica / Desafíos mentales, señala la ubicación de las siguientes polis: Atenas, Mileto, Éfeso y Olimpo.

Anaxímenes Para él, el principio de todo es el aire. ¿De dónde proviene el agua sino de aire condensado?, se pregunta. ¿Acaso no necesita respirar aire todo lo que tiene vida? Además, el aire explica mejor la inestabilidad y el permanente cambio de todo: “Así como nuestra alma, siendo aire, nos mantiene unidos, así el aliento y el aire abrazan el mundo entero”.

Anaximandro Es el primero que propone una visión completa del universo, con la tierra en el centro suspendida en el espacio, sin flotar sobre agua. Asegura que la luna luce con luz ajena recibida del sol, y que éste es fuego purísimo, mayor que la tierra. Afirma que la vida proviene de un caos de tierra y agua, donde primero surgieron animales marinos y luego terrestres. Dibuja los primeros mapas marítimos, inventa el reloj de sol y predice un terremoto en Esparta, salvando la vida a muchos espartanos. En Mileto lo admiran y quieren tanto que le hacen una estatua en vida. Un verdadero genio.

Opina que el origen de todo tiene que ser una materia indeterminada o indefinida, que llama ápeiron. De esa manera tiene en sí misma la posibilidad de cambiar y de llegar a ser cualquier cosa. Lectura: Mito y razón «Los mitos no eran simples narraciones fantásticas contadas para aquietar los temores de lo desconocido. No eran tampoco la negación de la racionalidad. (…) Los mitos, bajo su ropaje alegórico y fantasioso, permitían a los hombres ponerse de puntillas para examinar misterios que trascendían a la razón: los misterios del origen y del destino de todo lo que existe. Pero frente a esas realidades que la razón sólo llegaba a rozar, y en las cuales los mitos jugaban un papel ineliminable, existían también muchas otras zonas en las que la razón podía desempeñarse con toda eficiencia. Recuperar esa zona fue la gran tarea de Tales y la tradición de pensamiento que él comenzó.» (Gerardo Vidal-Guzmán, Retratos de la antigüedad griega)

11. Números y cosmos Pitágoras Las invasiones persas a Jonia arrasan con Mileto en el 594 a.C. y provocan la huida de muchos griegos hacia las colonias del sur de Italia. Uno de ellos se llama Pitágoras. Este personaje posee una inteligencia poderosa e intuitiva. Había viajado por el lejano oriente, donde adquirió la creencia en un alma inmortal y buena, pero que vive atrapada en un cuerpo del que ha de purificarse mediante sucesivas reencarnaciones. Él mismo se convence de que ha tenido cuatro vidas anteriores, y que entre una y otra ha visitado la de algunas plantas y animales. Una vez instalado en Italia, Pitágoras abre una escuela para enseñar aritmética, geometría, política, filosofía, música y astronomía. Forma con sus alumnos una secta místico-religiosa que vive en comunidad, con normas austeras y supersticiosas. De carácter excéntrico, se deja ver muy poco (a los principiantes les hablaba detrás de una cortina y sólo después de cinco años podían ver su cara) y ejerce en sus seguidores una gran influencia. Inventa las palabras teoría, filosofía y cosmos. Y, por supuesto, un famoso teorema que lleva su nombre. En resumen, su filosofía dice lo siguiente: - Constatamos que todo lo que posee orden es posible comprenderlo y expresarlo mediante números o relaciones aritméticas. - La astronomía muestra que la realidad —el universo entero— es puro orden, por lo tanto debe tener su origen en los números. - Como los números son singulares y múltiples, explican simultáneamente la inmutabilidad y la variabilidad, la unidad y la multiplicidad de lo real. - Mientras la razón capta la inmutabilidad y la unidad, los sentidos captan la variabilidad y la multiplicidad. Para los pitagóricos, el número “uno” representa la divinidad, increada y creadora. (Parece lógico, puesto que el 1 no es generado por ningún otro número y, en cambio, cualquier número puede generarse a partir del 1).

Pitágoras es importante por estos motivos: 1) intuye un arjé menos material que el agua, el aire o el ápeiron: los números (aunque cada número del 1 al 10 se identifica con algo real); 2) es el primero que propone la matemática como herramienta para la comprensión del mundo; 3) es el primero que declara la diferencia entre lo conocido por los sentidos y por la razón; 4) por aquello de la purificación del alma respecto del cuerpo, es el primero que entiende la filosofía como un modo de vida, y no sólo como un modo de conocimiento. Lectura: Egipto vs Pitágoras «Los egipcios tenían siglos de familiaridad con aquella ecuación según la cual la suma de los cuadrados de los catetos es igual al cuadrado de la hipotenusa. Se habían servido de ella, al menos en algún caso concreto, para resolver problemas prácticos que surgían, como era previsible, al momento de construir las pirámides. Para ellos constituía un conocimiento útil, que les permitía resolver un determinado problema. (…) A Pitágoras no le bastaba conocer con exactitud la longitud de la hipotenusa en un determinado caso concreto. Lo que excitaba su espíritu era comprender el por qué de esa relación constante que existía entre las longitudes de los lados de un triángulo rectángulo. En definitiva, probarlo.” (Gerardo Vidal Guzmán, Retratos de la antigüedad griega) Se dice que… «Un día, un discípulo, de nombre Hipaso, reveló a todo el mundo la existencia de los números irracionales y la consiguiente resquebrajadura de la armonía numérica sobre la que se erguía el castillo de las teorías pitagóricas. Por ese motivo, fue expulsado de la escuela. Cuando volvía a su polis, su barco naufragó y murió.» (Diógenes Laercio, Vidas de filósofos ilustres) «Un día, al pasar por una herrería, [Pitágoras] quedó impresionado por la rítmica regularidad del repicar del martillo sobre el yunque. De vuelta a su casa, ejecutó experimentos haciendo vibrar agujas de idéntico espesor y tensión, pero de distinta longitud. Concluyó que las notas dependían del número de vibraciones, lo calculó, y estableció que la música no era más que una relación numérica de ellas, medida según los intervalos. Hasta el silencio, dijo, no es sino una música, que el oído humano no percibe sólo porque es continua, es decir, que carece de intervalos. Es la “música de las esferas”, que los planetas, como todos los demás cuerpos cuando se mueven, producen en su girar alrededor de la tierra. Pues también la tierra es una esfera, dijo Pitágoras dos mil años antes que Copérnico y Galileo. Gira sobre sí misma de Oeste a Este y está dividida en cinco zonas, ártica, antártica, estival, invernal y ecuatorial; y con los demás planetas, forman el cosmos.» (Indro Montanelli, Historia de los Griegos) Relaciona Historia. Averigua el significado que tenían para los pitagóricos los números del 1 al 10, y cuál era la forma de la figura Tetractis, por la que juraban antes de ingresar a la secta. Música. ¿Hay relación entre la música y los números? Matemática. ¿Cuándo se inventó el número cero? ¿Piensas que todo se puede expresar con fórmulas matemáticas? ¿Por qué a algunos números irracionales se les llama así? Pon dos ejemplos de números irracionales. Lenguaje. ¿Qué quieren decir teoría y cosmos en griego?

12. Ser y no ser Heráclito Heráclito imagina que la realidad y la vida son el resultado de una gran batalla entre opuestos: muerte y vida, noche y día, cielo y tierra, amor y odio, guerra y paz, frío y calor, riqueza y pobreza. Según él, darse cuenta de esto es el comienzo de la sabiduría. Lo dice así: «¿No es acaso la enfermedad la que hace buena a la salud?» «¿No es quizá el hambre la que gratifica la saciedad, y el trabajo pesado el que hace el descanso tan dulce?»

Como se trata de una guerra sin tregua, deduce que la ley que rige tanto el universo como la vida es el movimiento permanente: lo único que no cambia es el cambio. Es decir, para Heráclito, no existe nada fijo ni estable: todo cambia constantemente. Existir es cambiar, y cambiar es ser y no ser simultáneamente. Así lo expresan dos de sus frases más famosas: «Todo fluye.» «A quienes penetran en los mismos ríos, aguas diferentes les corren por encima.»

También introduce un concepto interesante: el logos. Este logos es para él, por un lado, la racionalidad del universo, una especie de razón universal que gobierna el conflicto entre opuestos. Por otro lado, es la capacidad de razonar, que considera como un cierto “reflejo” de esa razón universal. Pero... «Los hombres son incapaces de comprender el logos eterno. (...) Pues ya que todas las cosas vienen a la existencia según este logos, los hombres parecen gentes inexpertas cuando ensayan palabras y actos tales como yo describo para distinguir cada cosa según su naturaleza y expresar lo que es. Pero a los demás hombres se les escapa lo que hacen en estado de vigilia, igual que se olvidan de cuanto hacen dormidos.»

Así es como Heráclito termina desconfiando tanto del conocimiento que alcanzan los sentidos como del que intenta infructuosamente la razón. ¿Y cuál es el arjé y lo que explica el cambio? Indudablemente el logos omnipresente. Pero éste se expresa a través del fuego que todo lo transforma. Fuego y logos actúan como aliados, tanto en el origen como en la transformación del universo desde la eternidad. Heráclito llega incluso a vaticinar que el fuego será el encargado de establecer una justicia final definitiva: «Este orden del mundo, el mismo para todos, no lo hizo dios ni hombre alguno, sino que fue siempre, es y será fuego siempre vivo, prendido según medida y apagado según medida.»

Ese sentido de la justicia y el de algunas máximas éticas que propone, parecen adelantarse a Sócrates: «En la mano de todo hombre se encuentra el conocerse a sí mismo y ser sensato.» «No es bueno que a los hombres les suceda cuanto quieren. La desmesura debe sofocarse con más motivo que un incendio.» «La virtud más alta es la sabiduría y la sabiduría consiste en decir y practicar las verdades que la naturaleza nos dicta con su voz.»

«Todas las leyes humanas se alimentan de la única ley divina, la cual manda tanto cuanto quiere, y basta a todo y es superior a todo.» Se dice que… «En Éfeso, la ética del momento era la de gozar de la vida sin pensar mucho en el futuro. Una vez la ciudad sufrió un largo asedio por parte de los persas y los efesios continuaron viviendo como si las provisiones acumuladas fuesen inagotables. Cuando los víveres empezaron a escasear, un hombre llamado Heráclito intervino en la asamblea del pueblo; allí, sin proferir ni una sola palabra, tomó cebada triturada, la mezcló con agua y se la comió sentado en medio de todos. Los ciudadanos comprendieron su mudo reproche y a partir de entonces comenzaron un período de austeridad que desalentó definitivamente a los persas. (...) »[Heráclito] escribió un libro titulado “Sobre la naturaleza” y lo fue a depositar, para que no acabara en manos profanas, en el templo de Artemisa. Sobre lo que había en él escrito, es unánime el parecer de que no se entendía absolutamente nada, hasta tal punto que su autor pasó a la historia como “Heráclito el oscuro”.» (Luciano De Crescenzo, Historia de la filosofía griega. Los presocráticos)

13. Ser o no ser Parménides «Tú debes conocer ambos caminos: tanto el firme corazón de la redonda verdad como la opinión de los mortales, en la que no hay nada digno de fe. (...) Voy a decirte cuáles son las únicas vías del conocer: La una es la que es y no puede no ser (...) La otra es la que no es y tiene que no ser (...) Al no ser no lo podrías ni conocer ni expresar. Porque lo pensable es lo mismo que lo que puede ser.»

Con estos versos, Parménides relata la revelación que recibe de la diosa Diké. Son casi tan oscuros como la prosa de Heráclito, y necesitan una “traducción simultánea”, (señalada luego de la doble barra ///): «La una es la que es y no puede no ser. La otra es la que no es y tiene que no ser.» /// Enuncia —por primera vez— el principio filosófico de no contradicción: “el ser es y el no-ser no es”. «Al no ser no lo podrías ni conocer ni expresar. Porque lo pensable es lo mismo que lo que puede ser» /// Declara el principio de inteligibilidad de lo real: “todo lo que es, puede ser conocido”. «Tanto el firme corazón de la redonda verdad… » /// La verdad es captada por la razón. Sólo la razón es de fiar. «…como la opinión de los mortales, en la que no hay nada digno de fe» /// En cambio, los sentidos captan apariencias (lo múltiple y lo cambiante), y por tanto sólo producen opiniones no fiables. El mundo que vemos y oímos es, por tanto, una ilusión.

Resumiendo: a) El ser existe y es pensable; el no-ser no existe y es impensable. b) Hay dos modos distintos de conocer: el de los sentidos que producen falsedad y meras opiniones; y el de la razón que engendra verdad y certeza. ¿Qué características tiene ese “ser”? Parménides las describe en otros textos (que también necesitan traducción):

«El ser ni fue jamás, ni será, puesto que es ahora todo junto, uno y continuo. En efecto, ¿qué origen podrías buscarle? ¿De qué manera y de dónde creció? No del no-ente: no permitiré que digas ni pienses eso, porque no-es no es ni decible ni pensable. ¿Y qué necesidad le impelió a brotar, más tarde o más temprano, a partir de la nada? Así que necesariamente, o es absolutamente o absolutamente no es. (...)» /// Es único, porque si hubiera dos seres tendría que haber algo que los diferenciara: algo que es en uno y no es en el otro. Pero esto es contradictorio, porque es afirmar que el no-ser es. «Además, es inmóvil en los confines de los vínculos potentes, sin principio y sin fin, pues el nacimiento y la destrucción han sido rechazados bien lejos, y la convicción veraz los ha rehusado.» /// Es eterno, porque si no lo fuera, tendría comienzo y fin. Y si tiene comienzo, quiere decir que antes de empezar a ser, había no-ser, lo cual va contra el principio de no contradicción. Por la misma razón, no tiene fin. «Y es siempre idéntico, y, permaneciendo en el mismo lugar, yace en sí mismo, y así permanece siempre constantemente en su lugar, pues una rigurosa necesidad lo mantiene en las ataduras del límite, que lo mantiene firme por todas las partes.» /// Es inmutable, porque todo cambio del ser implica dejar de ser lo que era, para ser lo que no era. El cambio (si existiera) sería pasar de no-ser a ser algo. Pero como el no-ser no es, todo es ser y nada cambia.

Si el ser es así de absoluto, ¿qué espacio deja para averiguar sobre el movimiento y la multiplicidad de objetos que observamos? Ninguno. Para Parménides nuestros sentidos no son una vía confiable de conocimiento: el movimiento es pura apariencia, es “opinión de los mortales”: «Los mortales son llevados como ciegos y sordos, estupefactos, gente que no sabe juzgar, para quienes el ser y no ser pasa como lo mismo y no lo mismo.» /// La realidad, en su verdad más profunda, es invariable: simplemente es, no cambia. Ten en cuenta Aunque es poco probable que Heráclito y Parménides se conocieran o hubieran tenido la intención de oponerse, es claro que se contradicen. Heráclito concibe la realidad como cambio permanente entre ser y no ser. Por el contrario, Parménides la concibe como absoluta inmovilidad, porque es o no es. Como suele suceder, veremos que los dos aciertan y los dos se equivocan (en lo que sí coinciden es en ser oscuros y en despreciar a los pobres mortales como nosotros...). Piensa Zenón de Elea, el discípulo preferido de Parménides intentó argumentar a favor de Parménides, con una aporía famosa: “Aquiles y la tortuga”. ¿Qué es una aporía? ¿Qué es lo que dice la aporía de Zenón? ¿Tiene razón? Relaciona Religión. ¿Qué son el ateísmo, el politeísmo y el panteísmo? ¿Con qué postura de éstas se identificaría Parménides?

14. Elementos, átomos y semillas Iniciado el siglo V a.C., las opiniones acerca del famoso arjé no conforman todavía, y algunos comienzan a preguntarse si el problema no estará mal planteado. ¿Por qué el arjé tiene que ser único? ¿No se podrá aclarar mejor la cuestión del cambio y de la variedad si suponemos que hay varios principios en vez de uno solo? Tres filósofos plantean unas teorías muy originales en este sentido.

Empédocles Este filósofo piensa que el arjé no es un solo elemento sino cuatro: fuego, agua, aire y tierra: «De estos elementos nacieron todos cuantos seres existieron, existen y existirán, los árboles, los varones y las mujeres, las bestias, las aves, los peces que se nutren del agua y también los dioses de larga vida, muy superiores en sus prerrogativas. Pues sólo estas cosas existen, las cuales, entremezclándose, adoptan pluralidad de formas: tantos cambios producen la mezcla.»

Quizás Empédocles ha observado cómo el fuego abrasa un trozo de madera: oye cómo la madera crepita y echa espuma: es agua, piensa; se convierte en humo: es aire... y al final quedan cenizas: es tierra. A su vez, el fuego del sol suspende el agua en el aire, formando nubes, que al llover riegan la tierra, que a su vez produce la madera, etc. Los cuatro elementos o raíces de todas las cosas —fuego, agua, aire y tierra— están siempre presentes, y se unen y separan sin alterarse. No todo cambia, concluye Empédocles. Pero la unión y desunión de esos elementos, ¿a qué responde? Empédocles lo atribuye a dos fuerzas: el Amor, que une y engendra, y el Odio, que separa y corrompe. Indudablemente tiene razón en cuanto a las consecuencias del amor y del odio, aunque no logra desprenderse de una explicación mítica. Para él, estos elementos intervienen incluso hasta en el modo en que conocemos. Así, la tierra que tengo en mi ojo capta lo que hay de tierra en lo que veo, el aire capta lo que es de aire, el fuego lo que es de fuego y el agua lo que es de agua. Se dice que… «Empédocles no había cumplido aún los dieciséis años cuando escuchó por primera vez a Jenófanes bajo las columnatas del Templo de Heracles. Cuando finalizó la lección, le preguntó al maestro si había algún método para reconocer a los hombres sabios, y el viejo le contestó que no era muy difícil: bastaba con ser sabio.» ( Diógenes Laercio, Vidas de filósofos ilustres) Relaciona Química. ¿Qué dice la ley de conservación de la sustancia? ¿A qué sustancias se les llama elementos?

Demócrito Afirma que todo está formado por átomos: partículas pequeñísimas, indivisibles, inalterables, eternas y en perpetuo movimiento. Además, los átomos poseen formas externas distintas, que les permiten acoplarse para “armar” todos los objetos posibles. ¿Has pensado alguna vez que un átomo de carbono que forma parte de una célula en la punta de una de tus pestañas, puede haber pertenecido a la trompa de un mamut hace decenas de miles de años? Cuando Demócrito observa que hay objetos con mayor o menor dureza, deduce que eso se debe a la mayor o menor proximidad de los átomos entre sí. ¿Y qué hay entre los átomos cuando están separados? Nada. Lo lleno es el ser y lo vacío es el no ser. Por esta razón, según él, el no ser también existe. ¿Y qué empuja a los átomos a unirse o a separarse? ¿de dónde procede el movimiento? Responde así: «Estos átomos se mueven en el vacío infinito, separados unos de otros y diferentes entre sí en figuras, tamaños, posición y orden; al sorprenderse unos a

otros colisionan y algunos son expulsados mediante sacudidas al azar en cualquier dirección, mientras que otros, entrelazándose mutuamente en consonancia con la congruencia de sus figuras, tamaños, posiciones y ordenamientos, se mantienen unidos y así originan el nacimiento de los cuerpos compuestos.»

Demócrito, influido quizás por la teoría del conocimiento de Empédocles, piensa que los sentidos y la razón conocen por contacto con los átomos que emanan de las cosas. Y respecto del alma, opina que está formada por unos átomos especiales, redondos y lisos, que en el momento de la muerte se separan y dispersan para formar parte de otra alma. Esta concepción materialista del alma no le impide sentenciar acerca de la responsabilidad de nuestros actos, como demuestra esta frase suya: «Nadie debe avergonzarse más ante los hombres que ante sí mismo; ni hacer ningún mal si nadie va a saberlo, con más motivo que si van a saberlo todos los hombres. Uno debe sentir vergüenza especialmente ante uno mismo e inculcar este principio en el alma como para no hacer nada inconveniente.» Se dice que… «Demócrito no tuvo acceso a los aparatos electrónicos de nuestra época. Su único instrumento de verdad fue su inteligencia. Y su inteligencia no le ofreció ninguna elección. Si de entrada aceptamos que nada cambia, que nada surge de la nada y que nada desaparece, entonces la naturaleza ha de estar compuesta necesariamente por unos minúsculos ladrillos que se juntan, y que se vuelven a separar.» (Jostein Gaarder, El mundo de Sofía) Piensa ¿Qué semejanzas y diferencias hay entre las teorías de Empédocles y Demócrito? Relaciona Lengua. ¿Cómo se escribe y qué significa átomo en griego? Física. ¿Qué es el vacío? ¿Qué hay donde hay vacío? ¿Es posible que el mundo se haya originado y se transforme, por azar, como dice Demócrito? ¿Qué dice la Física moderna respecto al origen del universo?

Anaxágoras Al igual que Demócrito, dice que todo procede de unas partículas infinitamente pequeñas e infinitas en cantidad. Pero se diferencian de los átomos en que cada una es como un microcosmos, pues contienen en su interior unas propiedades que les permiten generar todo tipo de cosas (algo así como las células madre para un organismo vivo). Por esto las denomina semillas (spérmata, en griego). «¿Pues cómo podría nacer el pelo de lo que no es pelo y la carne de lo que no es carne?»

Otro aspecto que lo distingue de Demócrito es lo que entiende como causa del movimiento: «Tanto las cosas mezcladas como las separadas y divididas, a todas las conoció el Noús , y cuantas iban a ser, y cuantas eran pero ahora no son, y cuantas serán, a todas el Noús las dispuso ordenadamente, así como a esta rotación en la que giran ahora los astros, el sol, la luna, el aire y el éter que ahora se está separando.»

El Noús , que significa mente o inteligencia, es una causa inteligente que interviene en el origen de la realidad (algo de esto ya insinuaba Heráclito con el logos). Posee,

además, dos propiedades sorprendentemente innovadoras: está separado de la realidad y es inmaterial. Esta noción de Noús junto a sus avanzados conocimientos en Astronomía, le llevan a desmitificar los dioses que sus conciudadanos atenienses veían en los astros: «El sol es un globo de fuego y mayor que el Peloponeso. La vía láctea es un reflejo del resplandor de los astros no iluminados por el sol. Los truenos son el choque de las nubes; los relámpagos el ludimiento de las mismas.»

Excelente observación científica, pero terminan acusándolo de ateo y se ve obligado a refugiarse en otra polis, bajo la protección de su amigo Pericles. Se dice que… «Cuando le hablaban de la condena a que los atenienses le habían sentenciado, [Anaxágoras] decía moviendo la cabeza: 'Pobrecitos, no saben que la Naturaleza también les ha condenado a ellos'.» (Indro Montanelli, Historia de los griegos)

15. Visión de conjunto Dicen que tomar distancia para ver con perspectiva un conjunto de cosas aumenta la capacidad intelectual. En realidad, no la aumenta sino que aporta más datos y más relaciones entre esos datos. Es lo que se llama visión de conjunto. La tienen tus padres, los directores del colegio, el DT de tu equipo. No es que sean o se crean más inteligentes que tú, es que están en una posición de mayor perspectiva que les aporta más información. Eso —sumado, lógicamente, a su experiencia— les permite tomar mejores decisiones. La perspectiva que aporta la línea de tiempo (al final del libro), sugiere una cierta relación de propuestas entre filósofos coetáneos y coterráneos, y ya es clásico distinguir cuatro grupos: 1º) Los jonios de Mileto (por eso llamados milesios), que proponen un solo arjé material para todo (por eso también se les llama materialistas): Tales, Anaximandro y Anaxímenes. 2º) Pitágoras y sus discípulos (llamados pitagóricos), que intuyen un arjé menos material: el número. 3º) Los que buscan una explicación más profunda del arjé y del cambio, discutiendo sobre el ser y el no-ser, más allá de lo físico (por eso llamados meta-físicos). Son Heráclito y Parménides. 4º) Los que procuran conciliar las doctrinas anteriores, proponiendo como arjé múltiples elementos o partículas (por eso llamados pluralistas), pero con distintas teorías de asociación o separación de esos elementos: Empédocles, Demócrito y Anaxágoras. Lectura: La larga sombra de los sabios [Tales y Pitágoras] «Aunque los dos tuvieron el mérito de abrir la mente griega a la exigencia de la racionalidad, cada uno imprimió un sello particular en la tradición que siguió sus huellas. Mientras la de Tales subrayaba la observación sensitiva y se interesaba principalmente por el mundo natural, la de Pitágoras privilegiaba la deducción lógica y tendía a desentenderse del mundo material para orientar sus esfuerzos hacia un mundo ideal.» [Heráclito y Parménides] «Ambos concordaban en una afirmación fundamental: los sentidos no eran capaces de entregar ninguna información fiable. Era la razón

donde había que bucear (…). Para Parménides, si se pretendía conocer el Ser no era preciso abrir los ojos, sino sólo concentrarse dentro de sí mismo, olvidar el espectáculo fluyente del mundo, y encontrar dentro de sí el principio último de la realidad (…). Ésta fue una opción radical que marcó por mucho tiempo a la filosofía griega. Parménides la traspasó, siendo ya un hombre mayor, a un joven y prometedor filósofo que conoció en una de sus visitas a la ciudad de Atenas: Sócrates.» (Gerardo Vidal Guzmán, Retratos de la antigüedad griega) Piensa Observa con atención el “Cuadro sintético de pre-socráticos” que has ido rellenando. ¿Qué conclusiones puedes sacar respecto a la evolución de las ideas sobre el arjé, el cambio, Dios y el conocimiento? Los pluralistas, ¿retroceden o avanzan respecto a las respuestas de los filósofos precedentes? Justifica tu opinión. Estrategia de estudio Para repasar y fijar los conceptos aprendidos en esta unidad, te recomiendo bajar el archivo PDF correspondiente desde www.delamanodelosgriegos.com, menú: Didáctica / Desafíos mentales.

IV. Sócrates (primera cumbre) Adelanto del contenido Para combatir a los sofistas, Sócrates se dedica a filosofar sobre la moral. Desde una actitud humilde y de confianza en la razón, con sus diálogos, con la convicción de obedecer a una voz divina en su conciencia y de que toda vida justa obtiene un premio al morir, elabora la primera propuesta ética racional de la historia. Su amor por la verdad es tan incondicional que llega a dar la vida por esa causa. Discusión previa ¿Qué es un héroe? ¿Qué es un mártir? ¿Qué condiciones debe tener un diálogo para que sea posible? ¿Qué es la ética? Frase de apertura «El sentido de la propia limitación es la primera señal de la inteligencia.» (Camilo José Cela, La Rosa)

16. El siglo de oro de Atenas En pleno siglo V a.C., el incremento del comercio y la invasión de los persas a Jonia provocan una masiva marcha atrás de aquella gran colonización iniciada unos siglos antes. La mayor parte de los repatriados se concentra en Atenas, por su estratégica ubicación y excelente puerto. Llevan consigo su riqueza y su desarrollo intelectual y artístico. Atenas se transforma en la polis principal del Mediterráneo. En poco tiempo, la democracia y la economía, dirigidas brillantemente por Pericles durante 38 años (reelecto ¡15 veces consecutivas!), sientan las condiciones ideales para el florecimiento del teatro, la poesía, la escultura, la arquitectura, la filosofía... (observa en la Línea de tiempo en www.delamanodelosgriegos.com, menú Didáctica / Mapa biográfico, la acumulación de personajes famosos). Como en la mayoría de las polis griegas, en Atenas se comprueba una gran sociabilidad y una esmerada preocupación por educar bien a los jóvenes. Sus ciudadanos gustan de estar bien informados y de cambiar ideas. No puede ser de otro modo en un sistema democrático: “Cada ciudadano es rey por su voto”, dirá Demóstenes. Atenas centra la atención en el hombre y en la sociedad. “Muchos son los portentos, pero nada más portentoso que el hombre”, dice el coro en la Antígona de Sófocles. Y las repercusiones de este “humanismo” en la filosofía son inmediatas. Lectura. Un inmenso privilegio «El secreto del extraordinario florecimiento intelectual de Atenas en aquel siglo de oro reside precisamente ahí: en la intimidad de contactos entre sus protagonistas recogidos en el angosto espacio de las murallas ciudadanas y agrupados en el ágora y en los salones; en la intensa participación de todos en la vida pública y en su adiestramiento para hacerse eco prontamente de los más importantes motivos políticos y culturales; y en la libertad que la democracia de Pericles supo garantizar a la circulación de ideas. Un pensamiento de Empédocles, un sofisma de Pitágoras, un giro verbal de Gorgias, daban

inmediatamente, de boca en boca, la vuelta a la ciudad, se hacían eco en el Parlamento y alcanzaban a Sófocles influyendo en la redacción de un drama suyo. Quién sabe si los atenienses se dieron cuenta del inmenso privilegio que les tocó por haber nacido en Atenas en aquel momento. Acaso no. Los hombres no saben apreciar y medir más que la fortuna de los demás. La propia, nunca.» (Indro Montanelli, Historia de los griegos) Relaciona Educación Social y Cívica. ¿Por qué es importante la educación para vivir en democracia? Literatura. ¿De qué trata la tragedia Antígona , de Sófocles?

17. Vale todo Con la democracia, se desarrolla en Atenas la necesidad de legislar, de litigar ante tribunales, de debatir ideas políticas, de conquistar adeptos. Pero la prensa no fue inventada todavía. Todo se resuelve hablando en el ágora o en el areópago. Un ateniense necesita hablar, y hablar bien. No puede hacer política si no convence con su oratoria; no puede arriesgarse a demandar o a ser demandado sin poseer la habilidad de construir un discurso persuasivo frente a un jurado popular que vota y sentencia apenas oídas las partes. Ante esta necesidad, algunos descubren un negocio: poner escuelas de retórica para enseñar a hablar bien… y cobrar bien. El problema surge cuando esos profesores, cegados quizás por la codicia o por la fama, comienzan a convencer a sus alumnos de que la verdad, a fin de cuentas, será lo que ellos logren demostrar con su discurso. Es decir, no importa lo que sean las cosas o los hechos, sino lo que se diga de esas cosas y de esos hechos. Para peor, los aprendices son futuros gobernantes, hijos de ricos aristócratas. Y para colmo, comienzan a llamarse a sí mismos sabios o “sofistas”, confundiendo la sabiduría con la técnica de hablar bien para persuadir. Dicen que la verdad es válida sólo para cada uno y puede no serla para los demás; que puede variar según las circunstancias; que cada uno determina lo que está bien o lo que está mal, lo que es virtud o vicio, según su conveniencia. En dos palabras, con tal de tener razón y éxito, vale todo. Una sola persona en Atenas se da cuenta de que los sofistas están activando la descomposición de la polis. Porque si la verdad y el bien no se “descubren” sino que se “fabrican”, si dependen de “quién-cuándo-y-cómo”, ¿no quedan la sociedad y la justicia sometidas a la fuerza y al dinero de los más poderosos, siempre en beneficio propio? ¿No se destruyen la confianza mutua y la posibilidad de dialogar? ¿Cualquier elección es válida? ¿Da igual el empleo del abuso, de la traición, de la mentira? Esa persona se llama Sócrates, y dividirá la filosofía en un antes y un después. Se dice que… «Protágoras (el primer sofista en poner una escuela de retórica) aceptó como discípulo a un alumno suyo muy brillante, pero pobre, llamado Evatlo. Convino con el joven que le pagaría la mitad al iniciarse las clases y la otra mitad cuando defendiese algún pleito y lo ganase. Cuando el estudiante completó sus estudios, no emprendió ningún caso y, pasado cierto tiempo, Protágoras lo demandó, reclamando la suma que le correspondía. Llegado el día del juicio, tomó la palabra Protágoras diciendo: “Sábete, oh necio joven, que de cualquier modo que

este pleito salga, debes pagarme; pues si te condena a ello, me habrás de pagar por sentencia; y si te libras, me pagarás por nuestro pacto”. A lo que respondió Evatlo: “Sabed también vos, oh sabio maestro, que por todo lo mismo no debo yo pagaros; pues si los jueces me absuelven, quedo yo libre por sentencia; y si pierdo el pleito, lo quedo por nuestro pacto.» (cfr. Diógenes Laercio) Ten en cuenta De los sofistas podemos valorar varias cosas: que centran a la filosofía en el hombre y sus problemas; que enseñan a argumentar con lógica; que contribuyen a la formación de un lenguaje preciso, característica notable de la lengua griega; que favorecen el desarrollo democrático.

18. No vale todo A Sócrates lo confunde la variedad de propuestas sobre el famoso arjé de la naturaleza, y que sea sólo eso lo que preocupe a sus colegas filósofos. Para él, el arjé no tiene la menor importancia, porque si la filosofía no sirve para lograr que el ser humano sea feliz, no vale la pena dedicarse a ella. También rechaza las teorías materialistas que afirman que todo es materia y nada más que materia. Intuye que la realidad no tiene explicación si no se admite junto con lo material la existencia de algo inmaterial; más aún si se trata del ser humano. Pero si hay algo que lo irrita sobremanera es el relativismo sofista. Entiende que lo verdadero y lo bueno no pueden depender de las costumbres de la polis en que uno viva, ni pueden decidirse por votación en el areópago. Ve necesario encontrar unos principios de conducta válidos para todos, en todo lugar y tiempo. En otras palabras, la ética es universal y permanente o no es ética. Piensa ¿Qué filósofo presocrático pudo influir más en los sofistas? ¿Por qué?

19. Un héroe de película ¿Qué tienen en común Harry Potter, el Señor de los Anillos, Matrix y La Guerra de las Galaxias?

¡CIERRA ESTE LIBRO Y PIENSA!

A ver si coincidimos. Los héroes de estas sagas se encuentran en medio de una lucha entre el bien y el mal; inesperadamente, se les pone por delante una misión de cuyo cumplimiento o incumplimiento depende la salvación o perdición de muchos; se sienten incapaces, se resisten y desean que los dejen en paz. De pronto, algún tipo de profecía les anuncia su futuro triunfo y emprenden con valentía su tarea, perseguidos a muerte por las fuerzas del mal. Finalmente, ¡triunfan! ¿Qué tiene que ver todo esto con Sócrates? Que su vida se parece a la de Harry, Frodo, Neo y Luke. Pero Sócrates es real y su historia es más o menos así:

Se siente intranquilo en medio de una sociedad frívola, que se idolatra a sí misma y se deja engañar por falsos sabios. Un día, se entera de que el oráculo divino lo ha elegido como el más sabio de los atenienses. Confundido entre lo que creía saber de sí mismo y lo que la sentencia divina aseguraba, se dispone a cuestionar a quienes se tienen por sabios. Termina por convencerse de que el oráculo tenía razón y descubre algo que le hará pasar a la posteridad... Así, con la certeza de cumplir una misión divina, procura despertar a Atenas del engaño y del letargo moral. Emplea para esto un método original y molesto, que cosecha al mismo tiempo la adhesión de la juventud y el odio de los que deja en ridículo. Éstos, confabulados con algunos políticos, le acusan injustamente de impiedad y de engañar a los jóvenes. Le someten a juicio público y, finalmente... Su autodefensa ante el jurado es magnífica y está recogida en una crónica titulada Apología de Sócrates, escrita pocos meses después de su muerte. Ten en cuenta Importa que entiendas bien a Sócrates. Porque la libertad, la justicia, el bien, la virtud... en fin, la moral que hace posible la paz y la convivencia social, tienen en él a su primer investigador. Y, tanto los problemas que enfrentó como todo lo que ha dicho, sigue siendo muy actual. Estrategia de estudio A medida que leas, responde las preguntas del Resumen guiado de la filosofía socrática, que encontrarás en www.delamanodelosgriegos.com, menú Didáctica / Desafíos mentales. Cada vez que encuentres una frase o idea que responde a una de esas preguntas, la transcribes textualmente o con tus palabras debajo del tema correspondiente. Al terminar, habrás elaborado un resumen del pensamiento socrático. NOTA: Las respuestas pueden ser varias y no esperes encontrarlas todas juntas, sino dispersas en el texto.

20. Sólo sé que nada sé Para desenmascarar a los falsos sabios, Sócrates comienza aclarando los términos. Se propone explicar, ante todo y ante todos, en qué consiste ser sabio. Para él, la verdadera sabiduría consiste en conocer lo que lleva necesariamente a hacer el bien y a alcanzar la felicidad. “Quien sepa lo que es bueno también hará el bien” y “el que sepa cómo se llega a ser un hombre feliz, intentará serlo”, dice. En otras palabras, el que sabe actúa bien y el que ignora actúa mal. Un día le llega una noticia inesperada. Así lo relata él mismo durante el juicio: «Respecto de mi sabiduría, si lo es, y en qué consiste, les presentaré como testigo al dios de Delfos. Sucedió que [Querofonte, un amigo suyo] fue una vez a Delfos y se atrevió a preguntarle al oráculo si había alguien más sabio que yo. La pitonisa le respondió entonces que nadie era más sabio. Cuando me enteré de lo sucedido, quedé haciéndome la siguiente reflexión: “¿Qué quiere decir realmente el dios? ¿Qué enigma está planteando? Pues yo no tengo en absoluto conciencia de ser sabio.»

Cuando comienza a investigar si lo que decía el oráculo era verdad, empiezan los problemas: «Me dirigí a uno de los que parecen sabios [un político], pensando que de ese modo podría refutar la sentencia del oráculo. Entonces lo sometí a examen y, al dialogar con él, llegué a la convicción de que si bien muchos creían que este hombre era sabio, y sobre todo también él mismo así lo creía, en realidad no lo era. Fue así como me volví odioso para él y para muchos de los allí presentes.

Después de esto acudí a uno tras otro [poetas, artesanos, sofistas]. Y aunque percibía con pena y temor que estaba despertando odios, seguía pareciéndome necesario dar mayor importancia a lo concerniente al dios. ¡Y tan sólo para que el oráculo terminara por hacérseme irrefutable! como si quisiera decir: 'El más sabio entre ustedes los seres humanos es aquel que, como Sócrates, tiene conciencia de que en verdad no vale nada en lo que respecta a sabiduría' .»

Acaba de exponer la idea que le hará pasar a la historia: “sólo sé que no sé nada”. Esta máxima enseña que el primer y principal síntoma de sabiduría es tener conciencia de la propia ignorancia; que sólo a partir de una actitud intelectual humilde, aceptando los límites del propio saber, se está en condiciones de llegar a saber más. Una convicción tan simple como infrecuente. Lectura: El oráculo de Delfos «Los juegos olímpicos no eran el único elemento común entre los griegos. El segundo era otro santuario, el del dios del Sol, Apolo, en Delfos. Se trataba de algo extraordinariamente peculiar. Allí, en Delfos, había una hendidura de la que salía vapor, como suele ocurrir en las zonas volcánicas. Quien lo aspiraba se sentía obnubilado en el verdadero sentido del término, es decir, que el vapor lo sumía en una confusión tan grande que le hacía pronunciar palabras incoherentes, como si estuviera borracho o con fiebre. Ese hablar aparentemente sin sentido les parecía sumamente misterioso a los griegos, que pensaban: el propio dios está hablando por la boca de un ser humano. Así pues, colocaban a una sacerdotisa —llamada Pitonisa— sobre un asiento de tres patas encima de la grieta, y los demás sacerdotes interpretaban sus palabras, balbuceadas por ella en trance. De ese modo se predecía el futuro. Era el oráculo de Delfos, y los griegos de todas las regiones peregrinaban allí en cualquier circunstancia difícil de la vida para consultar a Apolo. A menudo, la respuesta no era nada fácil de entender y se podía interpretar de diversas maneras. Por eso, en la actualidad, cuando alguien se expresa de forma solemne y complicada decimos que habla como un oráculo.» (Ernst H. Gombrich, Breve historia del mundo) Ten en cuenta Las características de universalidad y permanencia de los principios éticos, son las mismas que tienen los que hoy llamamos Derechos Humanos. ¡Sócrates ya lo decía en el 400 a.C.! Estos principios éticos garantizan el respeto a los más débiles, que no pueden, muchas veces, hacer valer sus derechos. Los poderosos necesitan normas por encima de su cabeza que les hagan entender que su poder tiene límites. Se dice que… «...es bajo de estatura, tiene un vientre movedizo y una nariz chata que estalla entre dos ojos demasiado separados. Va descalzo, tiene los pies sucios y la túnica en mal estado. En una palabra, es todo lo contrario de esos griegos apolíneos que nos muestran las estatuas. (...) Sócrates era uno de los personajes más populares de Atenas, la ciudad que lo vio nacer, en la que creció y enseñó, la que lo juzgó y terminó por obligarlo a envenenarse. Allí había nacido en el 469 antes de Cristo, hijo de Sofronisco, un tallador de piedra, y de una conocida partera llamada Fenaretes. Ambos eran gente sencilla, trabajadora, sin grandes propiedades ni rentas. Pero los dos eran atenienses de pura cepa, de modo que los varones de esa familia pertenecían a la minoría de ciudadanos con plenos derechos políticos.» (Pablo Da Silveira, Historias de filósofos. ¿Por qué mataron a Sócrates?) Relaciona

Educación Social y Cívica. ¿Cuáles son los Derechos Humanos? ¿Son universales o dependen de la cultura de cada pueblo?

21. Conócete a ti mismo Pero esto es sólo el comienzo de la sabiduría. ¿Cómo conseguirla?, ¿cómo llegar a conocer lo que es universal y permanentemente bueno? Al igual que todo griego, Sócrates conoce las máximas de los Siete Sabios. En particular, recuerda una grabada en la fachada del templo de Apolo, en Delfos: “Conócete a ti mismo”. Nada menos que en el templo del oráculo... ¿No será otra señal divina? ¿No querrá decir que la respuesta está en nuestra razón? Si la razón es común a todos y no cambia, ¿no se podrán extraer de ella, justamente, esos principios de conducta globales e inmutables? Hay que probarlo. Con esta confianza en la razón y sintiendo el respaldo del oráculo divino, se lanza a las calles de Atenas a dialogar con todo tipo de personas. Sócrates pregunta qué es la justicia, la piedad, la moderación, la valentía, la amistad. Las respuestas que cosecha casi siempre muestran estar condicionadas por las costumbres, por la frivolidad o “porque lo hace la mayoría”. Él, en cambio, desea que sus interlocutores razonen, que distingan unos conceptos de otros. Los invita a mirar en su interior. Insiste con más preguntas. Pide mayor precisión. Al final, el método da resultado: separa lo confuso de lo claro, lo circunstancial de lo permanente, lo particular de lo universal. Ha ayudado a “dar a luz” una definición clara y objetiva —válida para todos— de alguna virtud. Como su método ayuda a “engendrar” sabiduría —la propia, la que cada uno lleva dentro—, lo llama mayéutica: «Mi arte mayéutica tiene seguramente el mismo alcance que el de aquéllas [parteras, como su madre], aunque con una diferencia y es que se practica con los hombres y no con las mujeres, tendiendo además a provocar el parto en las almas y no en los cuerpos. La divinidad me obliga a este menester con mi prójimo, pero a mí me impide engendrar. Yo mismo, pues, no soy sabio en nada, ni está en mi poder o en el de mi alma hacer descubrimiento alguno.»

Estos diálogos mayéuticos son interesantes, ¡pero largos! Veamos un breve pasaje en el que Sócrates privilegia el uso de la razón sobre las costumbres o sobre la opinión de la mayoría: «SÓCRATES. — ¿Por qué, Lisímaco, vas a aceptar lo que apruebe la mayoría de nosotros? LISÍMACO. — ¿Pues qué podría hacer uno, Sócrates? — ¿Acaso también tú, Melesias, obrarías de igual modo? Y si hubiera una reunión para decidir acerca de la preparación gimnástica de tu hijo, en qué debe ejercitarse, ¿harías caso a la mayoría de nosotros o a aquel que estuviera precisamente formado y adiestrado por un buen maestro de gimnasia? — A aquél, lógicamente, Sócrates. — ¿Le harías más caso a él, que a nosotros cuatro? — Probablemente. — Supongo, entonces, que lo que ha de juzgarse bien debe juzgarse según la ciencia, y no según la mayoría.» Lectura: Matemática y moral

«Para Sócrates el interés fundamental de la filosofía era la moral: llegar a tener de las virtudes y de la conducta del hombre conceptos tan puros y tan perfectos, que la moral pudiese aprenderse y enseñarse como se aprenden y se enseñan las matemáticas; y que, por consiguiente, nadie fuese malo. Porque la convicción de Sócrates es que el que es malo es porque no sabe.» (Manuel García-Morente, Lecciones preliminares de Filosofía) Ten en cuenta Usando terminología matemática, podríamos decir que la mayéutica es un método para hallar un común denominador: de posturas particulares llegar a una postura universal común mediante el diálogo. En las ciencias experimentales este método se llama inducción: a partir de múltiples ensayos o experimentos, se concluye en una ley científica. Se dice que… «Un día los Siete Sabios de Grecia, se citaron en Delfos, cerca del oráculo de Apolo, y, una vez llegados allí, el más anciano de los sacerdotes aprovechó en seguida la ocasión para pedir a cada uno de ellos que grabase una máxima en las paredes del templo. El primero en aceptar la invitación fue Quilón de Esparta que, pidiendo una escalera, escribió justo en el frontón de la entrada el famoso dicho Conócete a ti mismo.» (L. De Crescenzo, Historia de la filosofía griega. Los presocráticos)

22. Domínate a ti mismo Sócrates quiere convencer a los atenienses de que la moral consiste en vivir conforme a lo que la razón —la de cada uno, la de todos— descubre como verdadero y bueno, es decir, como justo. Pero, ¿qué es lo justo? Un día, dialoga acerca de esto con Polos y Calicles, discípulos del famoso sofista Gorgias: «POLOS. — Sin duda, el que muere injustamente es digno de compasión y desgraciado. SÓCRATES. — Menos que el que le mata, Polos, y menos que el que muere habiéndolo merecido. — ¿Cómo es posible, Sócrates? — Porque el mayor mal es cometer injusticia. POLOS. — ¿Éste es el mayor mal? ¿No es mayor recibirla? SÓCRATES. — De ningún modo. — Entonces, ¿tú preferirías recibir la injusticia a cometerla? — No quisiera ni lo uno ni lo otro; pero si fuera necesario cometerla o sufrirla, preferiría sufrirla a cometerla.

Calicles no puede creer lo que escucha. Está convencido de que la moral —la ley, la justicia— la han inventado los débiles para defenderse de los poderosos. Y protesta, dirigiéndose a Sócrates: «Según yo creo, la naturaleza misma demuestra que lo justo es que el fuerte tenga más que el débil y el poderoso más que el que no lo es. Y demuestra que es así en todas partes, tanto en los animales como en todas las ciudades y razas humanas, que de este modo se juzga lo justo: que el fuerte domine al débil y posea más. A mi juicio, estos obran con arreglo a la naturaleza de lo justo, y también, por Zeus, con arreglo a la ley de la naturaleza. Sin duda, no con arreglo a la ley que nosotros establecemos, por la que modelamos a los mejores y más fuertes desde

pequeños, diciéndoles que es preciso poseer lo mismo que los demás y que esto es lo bello y lo justo.»

Y aclara más: «Lo bello y lo justo por naturaleza es lo que yo te voy a decir con sinceridad: el que quiera vivir rectamente debe dejar que sus deseos se hagan tan grandes como sea posible sin reprimirlos. Y debe ser capaz de satisfacerlos con decisión e inteligencia y saciarlos con lo que en cada ocasión sea objeto de deseo. Pero creo yo que esto no es posible para la multitud. De ahí que, por vergüenza, censuren a tales hombres, ocultando de este modo su propia impotencia. Como ellos mismos no pueden procurarse la plena satisfacción de sus deseos, alaban la moderación y la justicia a causa de su propia debilidad.»

Para Sócrates, ésta es, precisamente, la lógica y penosa conclusión del relativismo sofista: lo justo es lo que diga el más fuerte. En una palabra, tiranía: o dominas o te dominan. Pero responde con serenidad, como siempre, apelando a la experiencia y a la razón: «Calicles, los hombres que llegan a ser más perversos salen de entre los poderosos. Sin embargo, nada impide que entre ellos se produzcan también hombres buenos, y los que lo son merecen la mayor admiración. Ciertamente es muy difícil y digno de gran alabanza mantenerse justo toda la vida, cuando se tiene plena libertad de ser injusto. Estos hombres son pocos, aunque, en efecto, aquí y en otras partes, han existido en el pasado y creo que existirán en el futuro hombres buenos y honrados respecto a esa virtud de administrar justamente lo que se les confía.»

En definitiva, razona Sócrates, no se trata de no tener poder sino de ejercerlo con justicia en beneficio de los demás. Ese “mantenerse justo toda la vida, cuando se tiene plena libertad de ser injusto” sólo es posible mediante el dominio de las propias pasiones desordenadas. Concluye así: «El mejor género de vida consiste en vivir y morir practicando la justicia y todas las demás virtudes. Sigámoslo, pues, nosotros e invitemos a los demás a seguirlo también, abandonando ese otro en el que tú confías y al que me exhortas, porque en verdad no vale nada, Calicles.»

Conócete a ti mismo. Domínate a ti mismo. No son máximas inventadas por Sócrates, pero resumen bastante bien su ética. Lectura: Fumar o no fumar «Spaemann, en un programa de la radio alemana, explicaba admirablemente la forma más sencilla de superar el relativismo. Si, por ejemplo, colisionan los derechos de fumadores que están en una misma habitación, y el conflicto se resuelve a favor de los no fumadores, eso no ocurre porque éstos sean mejores personas, sino porque la salud que invocan tiene preferencia sobre el placer de fumar. Y el fumador se somete a este juicio, aun cuando le desagrade, por la sencilla razón de que comprende que es así. Quien está dispuesto a aceptar esa manera de entender el valor que se opone a su inmediata satisfacción, es capaz de lo que se llama una acción ética.» (José Ramón Ayllón, Ética razonada) Se dice que… «Sócrates se había casado con Jantipa, una mujer también ateniense que era famosa por su mal carácter: el matrimonio había tenido tres hijos y no se diferenciaba en nada de cualquier familia de atenienses pobres.» (Pablo Da Silveira, Historias de filósofos. ¿Por qué mataron a Sócrates?)

«Habiéndole injuriado de palabra una vez su mujer Jantipa, y arrojándole después agua encima, Sócrates respondió: ´¿No dije yo que cuando Jantipa truena luego llueve?´.» (Diógenes Laercio, Vidas de filósofos ilustres) Ten en cuenta Sócrates también busca un arjé, pero no de la naturaleza sino de la conducta humana. Un principio moral, general e inmutable, que permita a cualquier ser humano saber cómo comportarse. Si bien Sócrates no aporta una definición sobre la verdad, con su mayéutica da a entender que es lo que la razón (común a todos) descubre en la realidad. En otras palabras, la verdad sería la respuesta a la pregunta “¿qué es...?”. (El “conócete a ti mismo” podría enunciarse por tanto así: “conoce la verdad sobre ti mismo” o “conoce la realidad sobre ti mismo”). Piensa ¿Serías capaz de descubrir retórica sofista en alguna publicidad que conozcas?

23. El tábano de Atenas La doctrina y el genio de Sócrates atraen a jóvenes de buena posición social que, imitando su mayéutica, dejan en evidencia el engaño de quienes se creen sabios. Aún así el juicio que le hacen no se explica sólo por el odio que esto generaba. La cuestión es más compleja. Es necesario considerar una acumulación de hechos desfavorables: la impopularidad de los filósofos, considerados blasfemos por exaltar la razón en contra de los mitos; las guerras, pestes y tiranías atribuidas a la ira de los dioses, ofendidos por aquellas blasfemias; las rivalidades políticas; una comedia de Aristófanes, Las Nubes, que ridiculiza a Sócrates como si fuera un sofista rodeado de jóvenes idiotas... Lo llamativo es su actitud. En pleno juicio, no calla consideraciones “políticamente incorrectas” que le perjudican. Siente la responsabilidad de una misión y entiende que la verdad es un bien más valioso que su comodidad, su fama o incluso su vida: es un tema no negociable. Esta valentía y honestidad le lleva a reprocharles no dar prioridad a los bienes del alma sobre los del cuerpo: «Señores atenienses, los aprecio y estimo, pero le haré más caso al dios que a ustedes. Mientras todavía respire y sea capaz, no voy a dejar de filosofar, de exhortarlos y también de poner en evidencia a aquel entre ustedes con quien ocasionalmente me encuentre, diciéndole lo que acostumbro a decir: 'Tú, distinguido señor que, como ateniense, perteneces a la ciudad más grande y prestigiosa por su cultura y poder, ¿no te avergüenzas de andar preocupado de obtener la mayor cantidad posible de riquezas, fama y honra, sin preocuparte ni hacer caso, en cambio, de la sabiduría, de la verdad y tampoco de tu alma como para que llegue a ser lo mejor posible?'.»

Evidentemente, resulta molesto. Él lo sabe y se compara con un tábano: “He sido enviado por el dios al acoso de la ciudad, como si ésta fuera un caballo grande y noble, pero más bien lerdo a causa de su tamaño, que necesita ser azuzado por una especie de tábano”. Como a todo insecto molesto, a Sócrates también hay que aplastarlo. Lectura: Statue of Liberty «La libertad no es más que el aspecto negativo de cualquier fenómeno, cuyo aspecto positivo es la responsabilidad. De hecho, la libertad corre el peligro de degenerar en arbitrariedad a no ser que se viva con responsabilidad. Por eso, yo

recomiendo que la estatua de la Libertad en la costa este de EE.UU. se complemente con la estatua de la Responsabilidad en la costa oeste.» (Viktor Frankl, El hombre en busca de sentido) Ten en cuenta La referencia al “más allá”, tanto de lo material como de lo temporal, en filosofía se denomina trascendencia.

24. Un alma especial En determinado momento de su alegato, alude al trato personal que tiene con “el dios”. Es algo blasfemo para la religión griega, que no iba más allá de lo ritual y externo: «Antes era muy frecuente que se me presentara una y otra vez la acostumbrada voz profética, que me salía al encuentro incluso en situaciones sin importancia, cada vez que estaba a punto de obrar incorrectamente. Sin embargo, el signo del dios no se me ha opuesto ni a la mañana al salir de mi casa, ni cuando subí aquí al estrado del tribunal, ni tampoco cuando iba a decir algo durante mi alegato.»

Y agrega algo ridículo para aquella mentalidad materialista: «¿Cuál debo suponer que es la causa [de que no se me oponga aquella voz]? Les diré: al parecer, esto que me sucedió ha sido un bien, y no puede ser correcta la suposición de quienes pensamos que morir es un mal. He tenido una prueba contundente de esto, pues no es posible que la señal acostumbrada no se me haya opuesto, si lo que estaba por hacer no iba a ser bueno. Es preciso, señores jueces, que ustedes mantengan una actitud esperanzada ante la muerte y consideren una sola cosa como cierta: que para un hombre honesto no hay ningún mal, ni mientras vive ni una vez que ha muerto, y que los dioses no se despreocupan de lo que le pase.»

De éstos y de muchos textos más, se concluye que la convicción central de Sócrates es la existencia del alma y su supervivencia después de la muerte. Y de esta convicción deriva toda su doctrina moral. Está convencido de que el ser humano vale lo que vale su alma y, por tanto, ha de procurar mejorarla. Conócete... domínate... Pero esa alma no es para él un simple principio vital, como lo era para otros filósofos. Es mucho más. Es un alma racional (donde reside la razón), ética (porque la voz de la conciencia habla cuando algo no se debe hacer) e inmortal (que recibe la recompensa justa si ha sabido vivir con honestidad). Lectura: El juicio de Osiris «Traigo en mi corazón la verdad y la justicia, pues he arrancado de él todo mal. No he hecho sufrir a los hombres. No he tratado con los malos. No he cometido crímenes. No he hecho trabajar en mi provecho con abuso. No he maltratado a mis servidores. No he privado al necesitado de lo necesario para la subsistencia. No he hecho llorar. No he matado ni mandado matar. No he tratado de aumentar mis propiedades por medios ilícitos, ni de apropiarme de los campos de otro. No he manipulado las pesas de la balanza. No he mentido. No he difamado. No he escuchado tras las puertas. No he cometido jamás adulterio. He sido siempre casto en la soledad. No he cometido con otros hombres pecados contra la naturaleza. No he faltado jamás al respeto debido a los Dioses». Según los egipcios, sus difuntos comparecían con estas confesiones ante el juicio de Osiris, dios de la resurrección y símbolo de la fertilidad y regeneración del Nilo. Eran, al mismo tiempo, una propuesta de comportamiento moral para la vida. (Wikipedia, Libro de los muertos, mitología egipcia antigua) Relaciona

Literatura. ¿Cuáles son los elementos característicos de la tragedia griega? ¿Cuáles de esos elementos aparecen en el juicio a Sócrates? Historia. ¿Qué otras mujeres y hombres de la historia conoces que hayan muerto por sus convicciones morales?

25. Un gallo para Asclepio Después de algunas idas y venidas y de una doble votación, le comunican el veredicto: ha de beber la cicuta. Entonces, sin pelos en la lengua, se despide del tribunal: «En las batallas se hace patente muchas veces que uno podría escapar a la muerte deponiendo las armas y volviéndose a suplicar a los enemigos. Pero lo difícil, señores, no es escapar a la muerte, sino que mucho más difícil es escapar a la bajeza, pues corre más rápido que la muerte. Y ahora a mí, que soy lento y viejo, me alcanza la más lenta de las dos, mientras que a mis acusadores, hábiles y rápidos como son, los alcanza la más rápida, la vileza. Ustedes han hecho esto creyendo que iban a liberarse de tener que dar cuenta de su modo de vida, pero les aseguro que van obtener un resultado completamente opuesto: serán muchos los que vengan a someterlos a examen, a los cuales yo contenía hasta ahora, sin que ustedes se dieran cuenta. Y serán tanto más agresivos cuanto más jóvenes sean, y ustedes se fastidiarán mucho más. Pues si creen que matando gente lograrán impedir que se les haga el reproche de que no viven rectamente, no están considerando bien las cosas, ya que este modo de evadirse no es para nada eficaz, ni honrado. Por el contrario, el modo más honrado y más fácil no consiste en reprimir a los demás sino en prepararse uno mismo para ser lo mejor posible. Pero es hora ya de irse, yo a morir y ustedes a seguir viviendo. A quién de nosotros le toca mejor parte, nadie lo sabe con certeza, excepto el dios.»

El martirio es una alternativa fatal entre morir por unas convicciones o mantener la vida renegando de ellas. No es descabellado afirmar que Sócrates es un mártir, porque tiene alternativa. Así tratan de hacérselo comprender algunos buenos amigos y discípulos, con dinero e influencias suficientes para canjear la sentencia de muerte por un destierro. Pero no. Sócrates decide dar su última lección de valentía, de amor a la verdad y de respeto a las leyes de Atenas, sacrificando su vida, no sus convicciones ni su conciencia. Sacrificar éstas sería estropear, además, su propia alma inmortal. Cuando llega el momento de la ejecución, actúa con la serenidad de quien tiene la conciencia limpia: consuela a su familia y a sus discípulos, se da un baño para evitar la molestia de lavar su cadáver y trata con amabilidad a su verdugo. Y, a punto de exhalar su alma, pide a Critón, su mejor amigo, cumplir un encargo piadoso pendiente: ofrecer un gallo a Asclepio, el dios de la medicina, por haberse curado de una enfermedad. «El que le había dado el veneno le tomó los pies y las piernas y se los observaba a intervalos. Luego, le apretó fuertemente un pie y le preguntó si lo sentía. Sócrates dijo que no. A continuación hizo lo mismo con los muslos y subiendo nos mostró cómo se iba enfriando y quedándose rígido. Siguió palpándolo y dijo que cuando le llegara al corazón se moriría. Tenía ya casi frío el vientre cuando, descubriendo su rostro —pues se lo había cubierto—, dijo éstas, que fueron sus últimas palabras: — Critón, le debemos un gallo a Asclepio. Haz la ofrenda; que no se te olvide. — Así se hará, le respondió Critón. Dime si quieres algo más.

A esta pregunta de Critón ya no respondió, sino que, al cabo de un rato, tuvo un estremecimiento, y el hombre le descubrió. Sócrates tenía la mirada inmóvil. Al verlo, Critón le cerró la boca y los ojos. Este fue el fin de nuestro compañero de quien diríamos que entre los que entonces conocimos fue el hombre más excelente, y también, el más sabio y el más justo.»

Un testigo presencial escribe este relato. Es uno de aquellos jóvenes adinerados que admiraron y siguieron a Sócrates por las calles de Atenas. Se llama Aristocles, pero le dicen Platón. Lectura: Gandalf, Frodo y la pena de muerte «FRODO. — ¿Quieres decir que tú y los elfos han dejado que [Gollum] siguiera viviendo después de todas esas horribles acciones? Ahora, de cualquier modo, es tan malo como un orco, y además un enemigo. Merece la muerte. GANDALF. — La merece, sin duda. Muchos de los que viven merecen morir y algunos de los que mueren merecen la vida. ¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.» (J.R.R. Tolkien, El Señor de los anillos) Ten en cuenta Sócrates no agota el estudio de la ética. Todavía faltan aspectos por considerar, como pueden ser la voluntad, la libertad, los sentimientos, la intención y circunstancias de nuestras acciones. Pero tiene el gran mérito de haber intentado explicar racionalmente, por primera vez en la historia, este tema central de la vida humana. Piensa ¿Es sensato lo que dice Sócrates sobre el premio o el castigo que deben recibir al morir los que fueron justos o injustos durante su vida? Estrategia de estudio Para repasar y fijar los conceptos aprendidos en esta unidad, te recomiendo bajar el archivo PDF correspondiente, ubicado en www.delamanodelosgriegos.com, menú: Didáctica / Desafíos mentales.

V. Platón (segunda cumbre) Adelanto del contenido Con lo aprendido de Sócrates y de los pitagóricos, Platón construye un sistema filosófico que pasó a la posteridad con el nombre de teoría de las Ideas. Todos los interrogantes sobre el ser humano, la sociedad y el cosmos encuentran respuesta en esta teoría que divide la realidad en dos mundos: uno material e imperfecto y otro inmaterial y perfecto. El primero —en el cual vivimos— no es más que un reflejo del segundo. Según Platón, el sabio —el filósofo— es aquél que logra elevar su alma hacia ese mundo de Ideas para conocer y disfrutar el bien, la verdad y la belleza. Esa sabiduría consiste, además, en un modo particular de vivir, poniendo en armonía cuatro virtudes básicas, tanto en la vida personal (ética) como en la vida social (política). Todo lo explica con una retórica impecable, escrita en forma de diálogos salpicados de persuasivas metáforas. A pesar de su genialidad, no consigue aún desprenderse enteramente de la mitología. Discusión previa ¿Qué es lo real? ¿Qué es lo ideal? ¿Existe? ¿Qué diferencia hay entre lo conocido por los sentidos y lo conocido por la razón? Frase de apertura «Lo esencial es invisible para los ojos» (Antoine De Saint-Exupéry, El Principito)

26. El mejor alumno Un día, durante una clase en la universidad, un profesor dijo con su acostumbrada severidad: “mi objetivo es hacerme inútil”. Te puedes imaginar el desconcierto que produjo en los alumnos. Con el tiempo comprendieron lo acertado que estaba. A fin de cuentas, en eso consiste enseñar: en ayudar a alguien a valerse por sí mismo. Aquel profesor lo aplicaba sin piedad: exigía mucho, recomendaba libros impenetrables (parecían impenetrables), casi nunca facilitaba las soluciones de los problemas, preguntaba mucho… En fin, no daba la comida hecha, sino que enseñaba a cocinar. Algo así acaba de suceder en Atenas. Sócrates deja huérfano a Aristocles, su mejor alumno. Pero éste ya puede levantarse en vuelo, sin ayuda, hacia las cumbres del pensamiento. Por sus anchas espaldas los amigos lo llaman Platón. Cuenta con 28 años, excelente dominio de la mayéutica, buena dosis de curiosidad intelectual..., y una tremenda indignación por el injusto juicio a su maestro. Le gustaría dedicarse a la política pero, a la vista de los acontecimientos, elige la filosofía y deja Atenas. Viaja a Egipto, a Italia y a Jonia. Se convierte en buen matemático y se familiariza con las teorías de Pitágoras, Heráclito y Parménides. Además, escribe admirablemente bien. Todo un equipaje de aptitudes y conocimientos que agitan su cabeza con innumerables preguntas, intuiciones y proyectos. Ni bien regresa a Atenas, comienza a escribir todo lo que aprendió de Sócrates e instala una escuela, que bautiza “Academia”, por estar ubicada junto al bosque dedicado al dios Academos. Allí acuden jóvenes pudientes, incluso de otras polis, a

aprender filosofía, astronomía, zoología, botánica, política y gimnasia. Sólo existe una condición para ingresar, grabada en la puerta: “Que nadie entre sin saber geometría”. Casi una universidad. Se dice que… “Sócrates vio en sueños una cría de cisne sobre sus rodillas, el cual, abriendo sus alas, se elevó por los aires y dio dulcísimos cantos, y habiéndole sido presentado Platón al día siguiente, dijo: ‘He aquí el cisne’ “. (Diógenes Laercio. Vidas de filósofos ilustres) Relaciona Historia. ¿Cuáles fueron las primeras universidades?

27. Puro diálogo De manera que Sócrates no escribió nada y sabemos de él gracias a Platón. En su primer escrito, la Apología de Sócrates, narra el famoso juicio con el propósito de rescatar la honra de su maestro. Casi todo lo demás, lo escribe en forma de diálogos ingeniosos y salpicados de mitos, que ilustran admirablemente bien sus originales pensamientos. El protagonista principal de esos diálogos es nada menos que Sócrates. Ciertamente, cuando habla el maestro, habla el alumno. ¿Lo hace así para pagar una deuda intelectual?, ¿o para dar más autoridad a sus teorías, aprovechando la fuerza moral de aquella injusta muerte? No lo sabemos. Nunca lo dijo. ¿Cómo saber, entonces, si lo que Platón pone en boca de Sócrates es del maestro o del alumno? ¿Cuándo termina de hablar uno y empieza el otro? Los expertos responden que de los 35 diálogos y de las 13 cartas, sólo los primeros escritos son fieles a la doctrina socrática. Después, se advierte que aquel cisne que Sócrates vio en sueños sobre sus rodillas “abriendo sus alas, se elevó por los aires” superándolo. Ya es hora de volar con Platón. Ten en cuenta Varios fragmentos de textos originales que se reproducen en el capítulo de Sócrates son de la Apología. Los diálogos con Polos y Calicles, pertenecen al diálogo titulado Gorgias. El relato de la muerte de Sócrates está en Critón. Y el fragmento sobre la mayéutica está en el diálogo Teeteto.

28. Una idea genial Nada queda al margen de su curiosidad. Todo le interesa, todo lo cuestiona. ¿Cómo y por qué nacemos con unos principios comunes en nuestra razón y podemos entender todos lo mismo? ¿De dónde procede la validez general y permanente de la matemática? ¿Cuál es el sistema político perfecto? ¿Quiénes deberían gobernar? ¿Cuál será el arjé que explique de una vez por todas el origen y los cambios del cosmos? ¿Habrá alguna postura conciliadora entre Heráclito y Parménides? ¿De dónde proceden la belleza y la perfección? ¿Por qué aspiramos todos a lo bueno, lo perfecto, lo infinito, lo eterno, lo verdadero? ¿Qué es el amor? ¿Cómo es el alma? ¿Cómo actuar en la vida para ser feliz? En fin, ¿habrá algo que no vemos escondido detrás de todo lo que vemos?

La realidad —absolutamente toda— se le presenta como una gran adivinanza. Intuye que debe existir “algo” que permita descifrarla. (Como un hacker, busca la contraseña de acceso a esa web enigmática de la realidad). Observa que todas las cosas materiales cambian y se desgastan. Por tanto, el arjé no pueden ser los elementos de Empédocles, porque esos elementos ¡también cambian! Podría conceder a Demócrito que los átomos no cambian, pero, ¿qué es lo que hace que determinados átomos se junten para formar un gato, un árbol o un caballo y no una mezcla de los tres? Además, los gatos son todos distintos entre sí, ¡pero todos son gato! ¿Cómo es posible? Observa que la mayéutica obtiene definiciones de virtudes que resultan aceptables para todos (algo importante contra el relativismo sofista, que él detesta aún más que Sócrates). ¿Cómo es posible? Observa que la geometría convierte un sinnúmero de objetos en triángulos, esferas o cuadrados perfectos, y que cada una de esas figuras posee una definición única y universal. Pero esas figuras perfectas no existen en la naturaleza sino en nuestra razón. ¿Cómo existen?, ¿dónde?, ¿cómo llegaron a nuestra mente?, ¿qué o quién las hace perfectas? Se pregunta, observa, piensa, y cae en la cuenta de que eso común e invariable detrás de todos los cambios no puede ser material: si tuviese materia forzosamente sufriría cambios, por tanto es inmaterial. Y para que algo sea válido siempre y para todos, no puede estar atado al tiempo: tiene que ser intemporal, es decir, eterno. Y lo común detrás de lo múltiple tiene que ser causa o principio (para que todos los gatos sean gato). Principio común e inmutable..., ¿no son las propiedades del arjé? Además, inmaterial e intemporal... Es algo tan novedoso que necesita un nuevo nombre, y lo llama idea. Con esta clave —con esta idea— se dispone a descifrar la realidad. Lectura: Situación grave «La situación de los filósofos que empezaban a filosofar hace veinticinco siglos era grave, porque no tenían a su disposición terminología ninguna. Para nosotros es muy sencillo: tiramos del cajón de la historia y desde Platón hasta aquí tenemos una enormidad de términos para decir lo que queremos decir. Pero entonces no había más que los términos del idioma usual. Entonces los filósofos acudieron a dos recursos: uno, tomar del idioma usual un término y darle sentido filosófico; el otro recurso consiste en forjar un término nuevo. Esto hizo Platón al forjar la palabra 'idea': la formó con una raíz de un verbo griego que significa 'ver'. De modo que idea significa visión, intuición intelectual.» (Manuel García Morente, Lecciones preliminares de filosofía) Ten en cuenta Un filósofo busca una comprensión global o integral de la realidad. Intuye que todo tiene que ver con todo. Se da cuenta de la tremenda complejidad que se presenta ante su razón, pero igual se afana en construir una teoría o un modelo intelectual que explique del mejor modo posible esa realidad. ¿Cómo es? ¿Por qué? ¿Para qué? A esta teoría o modelo general también se le llama síntesis o visión sintética, semejante a la visón panorámica que consigue quien llega a la cumbre de una montaña. Platón inventa una palabra para esto: sinopsis. Estrategia de estudio Con lo leído hasta el momento y con lo que leas a partir de ahora, construye una tabla comparativa entre el Mundo de los sentidos y el Mundo de las ideas.

29. Un mundo de ideas Para entender la realidad como Platón, antes hay que intentar comprender algo mejor qué entiende él por idea. Para esto, es inevitable trabajar un poco, pues no escribe su teoría en un tratado ordenado. Analicemos unos breves párrafos selectos: «Es evidente que las ideas detrás de las cosas tienen realidad por sí mismas: un cierto ser permanente, que ni es relativo a vosotros, ni depende de nosotros. Ellas no se dejan llevar de acá para allá, según el capricho de nuestra imaginación, sino que existen por sí mismas, según su propio ser y en conformidad a su naturaleza. » (Cratilo) /// Las ideas no son lo que producimos con la mente, son realidades que existen fuera de nosotros y antes que nosotros. «— ¿Quieres que admitamos dos especies de realidades, una visible y otra invisible? —Admitámoslo, dijo Cebes. —¿Y que la invisible siempre se encuentra en el mismo estado, mientras que la visible nunca lo está? — Admitámoslo también, respondió Cebes.» (Fedón) /// Existen dos realidades: una visible que cambia, y otra invisible que no cambia. Las ideas pertenecen a esta segunda realidad. «A mí me parece que si existe otra cosa bella aparte de lo bello en sí, no es bella por ninguna otra causa sino por el hecho de que participa de eso que es bello en sí.» (Fedón) /// Lo bello en sí es la idea “Belleza”. Esta idea —como todas las ideas— existe por sí misma, es decir, existe separada de las cosas bellas. Pero las cosas son bellas porque la idea Belleza las hace ser bellas: actúa como causa o principio. «El primero [lo inteligible, la idea] es el aprehendido por la inteligencia y el raciocinio, pues es constantemente idéntico a sí mismo. El segundo [lo sensible, la cosa] es objeto de la opinión unida a la sensación irracional, ya que nace y muere, pero no existe jamás realmente.» (Timeo) /// Los sentidos sólo captan lo externo, lo material y cambiante de las cosas; por eso no llegan a conocer las ideas y, en consecuencia, producen sólo opiniones. En cambio, la razón sí puede conocer las ideas, porque capta lo inmaterial e inmutable que hay detrás de lo sensible. La verdad es lo que produce la razón cuando conoce las ideas. «Una naturaleza perdurable, que no crece ni degenera, ni se deforma, ni se marchita, que sólo es belleza, absoluta, distinta, simple y perdurable, que sin disminuir ni aumentar, ni sufrir cambio alguno se imparte a la belleza efímera y perecedera de las demás cosas.» (El banquete) /// Un resumen clarísimo de las propiedades de las ideas.

Muy probablemente influenciado por Parménides y Pitágoras, Platón desdobla nuestro mundo en dos: uno real e inmaterial, el de las ideas, donde habitan los “originales” de las cosas; y otro ilusorio, el de los sentidos, poblado de las “copias” materiales de aquellas ideas. Sólo nuestra razón puede acceder con esfuerzo al primero para conocer la verdad. Mientras no lo logre, nuestros sentidos no harán más que engañarnos, presentándonos un mundo aparente y limitándonos a vivir sólo de opiniones. Esta dualidad de mundos despierta en su imaginación narrativa uno de sus más didácticos escritos: la alegoría o mito de la caverna. Lectura: Blancura total «Platón encuentra que las cosas, propiamente, no son. Si yo considero, por ejemplo, una hoja de papel blanco, resulta que en rigor no es blanca; es decir, no es del todo blanca, sino que tiene algo de gris o de amarilla; sólo es casi blanca. Otro tanto ocurre con su presunta rectangularidad: ni sus lados son total y absolutamente rectos, ni son rectos sus ángulos. Todavía hay más: esta hoja de papel no ha existido siempre, sino sólo desde hace cierto tiempo, y dentro de algunos años no existirá tampoco. Por tanto, es blanca y no blanca, es rectangular

y no rectangular, 'es y no es', o —lo que es lo mismo— no es plena y verdaderamente. »Pero (...), si bien no es en rigor blanca, la hoja de papel es casi blanca. ¿Que quiere decir esto? Al decir de algo que es casi blanco, le negamos la absoluta blancura por comparación con lo que es blanco sin restricción. Es decir, para ver que una cosa no es verdaderamente blanca, necesito saber ya lo que es blanco. Pero como ninguna cosa visible —ni la nieve, ni la nube, ni la espuma— es absolutamente blanca, esto me remite a alguna realidad distinta de toda cosa concreta, que será la total blancura. Dicho en otros términos, el ser casi blanco de muchas cosas requiere la existencia de lo verdaderamente blanco, que no es cosa alguna, sino que está fuera de las cosas. A este ser verdadero, distinto de las cosas, es a lo que Platón llama idea”.» (Julián Marías, Historia de la Filosofía) Ten en cuenta El desdoblamiento de cualquier tipo de realidad en otras dos contrapuestas, es lo que en filosofía se llama dualismo. Piensa Explica brevemente, con tus palabras, cómo logra Platón conciliar las teorías opuestas de Heráclito y Parménides con su teoría de las ideas.

30. Una extraña caverna «SÓCRATES. — Imagina una especie de caverna subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz. Unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, sólo pueden mirar hacia adelante, pues las ataduras les impiden volver la cabeza. Detrás de ellos, entra la luz de un fuego que arde lejos. Entre el fuego y la entrada, hay un camino por el que pasan hombres transportando toda clase de objetos. ¿Crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego? GLAUCÓN. — ¿Cómo, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas? — Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos? — Forzosamente. — ¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar? — No, ¡por Zeus! — Entonces no hay duda de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados. — Es enteramente forzoso.»

Es el comienzo de la alegoría de la caverna, contenida en el diálogo La República. Con ella, Platón quiere hacernos reflexionar. Quiere que no nos conformemos con ver sombras o reflejos de lo real, sino que nos preguntemos cuál es su origen. Quiere explicarnos que en el interior de la caverna (el mundo de los sentidos) estamos nosotros (almas encadenadas a cuerpos), conociendo tan sólo sombras de la verdadera realidad exterior (el mundo de las ideas). «SÓCRATES.— Examina ahora qué pasaría cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a andar y a mirar a la luz. ¿Qué crees que contestaría si alguien le dijera que antes no veía más que sombras y que es ahora cuando goza de una visión más verdadera, obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es lo que ahora ve? ¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero?

GLAUCÓN.— Mucho más.»

Desatar y hacer mirar la luz es lo que consigue un filósofo con la mayéutica: hacer reconocer el engaño de los sentidos y ayudar a elevarse hacia el conocimiento de lo verdadero. «SÓCRATES.— Ahora fíjate en esto —dije—: si, vuelto el tal allá abajo, ¿no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas como a quien deja súbitamente la luz del sol? GLAUCÓN.— Ciertamente. — Y, si opinando acerca de las sombras ve con dificultad por no habérsele asentado todavía los ojos, ¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun intentar semejante ascensión? ¿Y no matarían, si encontraran la manera de echarle mano a quien intentara desatarles y hacerles subir? — Claro que sí.»

¿De quién habla Platón en boca de Sócrates? Lectura: El último paso ideal «Los geómetras habían descubierto un mundo de figuras geométricas perfectas a las que correspondía su definición. Sócrates había descubierto un mundo de conceptos éticos perfectos que buscaba reflejar en una definición. Y Platón dio el último paso. Si existía un triángulo y una esfera perfectos en otro mundo ideal, si existía el bien y la honestidad perfectas en otro mundo ideal, también debía existir el hombre, el caballo y el Estado perfectos en otro mundo ideal. Y a esto él lo llamó el cielo de las ideas.» (Gerardo Vidal Guzmán, Retratos de la antigüedad griega) Ten en cuenta En el mito de la caverna, Platón describe algo parecido a una sala de cine. Es oscura, los asientos miran a una pared y, desde atrás, una luz proyecta imágenes en movimiento. Es cierto que no nacemos en una sala de cine, ni encadenados a butacas, y que las imágenes actuales tienen color y efectos especiales mucho más atractivos que simples sombras. Pero, ¿no es admirable la imaginación artística de Platón? Piensa Escribe tu propia alegoría de la caverna, cambiando a los cavernícolas por adictos a la TV, a Internet o a videojuegos.

31. La Idea de las ideas Las ideas, argumenta Platón, no poseen todas la misma importancia: entre ellas existe jerarquía y subordinación. Por ejemplo, no tienen el mismo valor la idea de camello, de animal, de vida, de orden, de identidad, de verdad. Pero sobre todas reina la idea de Bien. Este imperio de la idea de Bien sobre las demás, lo compara con la influencia que ejerce el sol sobre las cosas sensibles. Así lo describe en La República: «Dirás del sol que no sólo procura la facultad de [permitir] ver los objetos, sino también la generación, el crecimiento y el alimento. Asimismo el bien no sólo proporciona a los objetos inteligibles [las ideas] esa cualidad, sino incluso el ser y la esencia. »En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible [el de las ideas] lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que deducir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas. Mientras en el mundo visible el sol ha engendrado la luz, en el inteligible es ella [la idea de bien] la soberana y productora de verdad y

conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.»

En resumen, el Bien —al que a veces llama Uno, como Pitágoras— aparece como la Idea modelo de todas las demás, la Idea de las ideas, el origen último de todo lo que existe. ¿Es la idea que tiene del arjé? ¿Es la idea que tiene de Dios? Platón no lo dice así de claro en ninguno de sus escritos, aunque parece razonable suponerlo.

32. Anatomía del alma ¿Y los seres humanos? ¿Existe también la idea hombre? Para Platón, cada hombre y cada mujer es un alma atrapada en un cuerpo. Y esa alma es una idea muy especial, porque piensa y puede conocer las demás ideas. Es más, cada ser humano tiene su propia alma, su correspondiente y particular idea pensante proveniente de aquel mundo celestial. Veamos cómo lo explica en el diálogo Timeo mediante el extraño mito del demiurgo (un dios que crea el cosmos mezclando ideas y materia). «Cuando el universo se encontraba en pleno desorden, el demiurgo introdujo en cada uno de sus componentes las proporciones necesarias y los hizo tan proporcionados y armónicos como le fue posible. Entonces, el demiurgo en persona se convierte en artífice de los dioses menores y les manda llevar a cabo el nacimiento de los mortales. Cuando éstos recibieron un principio inmortal de alma, le tornearon un cuerpo mortal alrededor, a imitación de lo que él había hecho.»

A continuación, describe las tres partes en las que esos dioses dividen el alma dentro del cuerpo. La primera y principal es la inteligencia, que queda alojada en la cabeza. Su función es decidir lo que conviene hacer o no hacer. «Como los dioses se cuidaban de no mancillar el género divino del alma [la razón], implantaron la parte mortal en otra parte del cuerpo separada de aquélla y construyeron un istmo y límite entre la cabeza y el tronco, el cuello, colocado entremedio para que estén separadas.»

En el tórax colocan la segunda parte del alma, la voluntad, encargada de enfrentar con coraje los peligros. (Todavía hoy, ante una dificultad o desafío, nos golpeamos el pecho mientras decimos: ¡yo puedo!, ¡yo me animo!). «Ligaron el género mortal del alma al tronco y al así llamado tórax. Puesto que una parte del alma mortal es por naturaleza mejor y otra peor, volvieron a dividir la cavidad del tórax y la separaron con el diafragma colocado en el medio, tal como se hace con las habitaciones de las mujeres y los hombres. Implantaron la parte belicosa del alma que participa de la valentía y el coraje más cerca de la cabeza, entre el diafragma y el cuello, para que escuche a la razón.»

La tercera parte del alma queda entre las vísceras del vientre, de donde nacen las pasiones, los sentimientos y los impulsos irracionales. (También hoy se habla de “reacción visceral” para expresar que alguien actúa sin pensar o por un arrebato pasional, sea éste bueno o inconveniente). «Entre el diafragma y el límite hacia el ombligo, hicieron habitar a la parte del alma que siente apetito de comidas y bebidas y de todo lo que necesita la naturaleza corporal, para lo cual construyeron en todo este lugar como una especie de pesebre para la alimentación del cuerpo. Allí la ataron, por cierto, como a una fiera salvaje. La colocaron en ese lugar para que habite lo más lejos posible de la parte deliberativa [la cabeza], de modo que cause el menor ruido y

alboroto y permita reflexionar al elemento superior con tranquilidad acerca de lo que conviene a todas las partes, tanto desde la perspectiva común como de la particular.»

De la interacción de estas tres partes del alma se ocupa la ética, cuya pregunta medular es: ¿cómo debemos actuar en la vida? Platón lo enseña con otro de sus famosos mitos: el del carro alado. Relaciona Biología. ¿Qué estudia la anatomía y qué estudia la fisiología? (Si te gusta la biología humana, quizás disfrutes leyendo el texto completo del diálogo Timeo) Fisica. ¿Qué estudia la estática y qué estudia la dinámica?

33. Fisiología del alma En el diálogo Fedro, Platón dice —como siempre, en boca de Sócrates— que el alma es semejante a un carro con alas, tirado por dos caballos y conducido por un auriga. Uno de los caballos es blanco, bueno y hermoso. El otro es negro, rebelde y feo. El primero simboliza el pecho, el segundo el vientre. El auriga representa la cabeza. Son las tres partes del alma. Si el auriga maneja bien los caballos, si domina al negro y orienta al blanco, las alas del carro se desarrollan y logra volar al mundo de las ideas, liberándose del cuerpo. Si, por el contrario, no lo logra, las alas se atrofian y cae al mundo de los sentidos, reencarnándose en un cuerpo. Pero en ese estado, el anhelo por contemplar la belleza, la verdad y el bien devuelve las fuerzas al auriga para intentar gobernar los caballos, hacer crecer las alas y elevarse nuevamente hacia el cielo. Al final, luego de varios ascensos y descensos (de reencarnaciones), las almas son juzgadas por los dioses según sus merecimientos: «Aquel que haya llevado una vida justa es partícipe de un mejor destino, y el que haya vivido injustamente, de uno peor. Una vez juzgadas [esas almas], van a parar a prisiones subterráneas, donde expían su pena; y otras hay que, elevadas por la justicia a algún lugar celeste, llevan una vida tan digna como la que vivieron cuando tenían forma humana.»

La interpretación parece sencilla. La ética que plantea Platón viene a ser una dinámica de virtudes, una especie de “engranaje” de fuerzas o “músculos del alma”. La valentía enardece la voluntad (alojada en el pecho y representada por el caballo blanco); la moderación contiene las pasiones desordenadas (alojadas en el vientre y simbolizadas por el caballo negro); y la sensatez procede de la inteligencia (alojada en la cabeza y personificada por el auriga). Si todo funciona bien, se puede alcanzar la meta: la felicidad de disfrutar de la verdad, la belleza y el bien. Quien vive así, concluye Platón, poniendo en armonía esas tres virtudes, es capaz de ejercer una cuarta virtud: la justicia. Algo importantísimo para él, que busca afanosamente una fórmula que permita construir una sociedad más justa. Ya lo veremos. Ten en cuenta La clasificación que hace Platón de estas cuatro virtudes llegará a ser célebre en el pensamiento filosófico occidental. Relaciona Idioma español. Elige tres sinónimos de cada una de las siguientes virtudes: valentía, moderación, sensatez y justicia, y escribe al lado el significado de cada sinónimo, consultando un buen diccionario.

Educación moral. Pon ejemplos de situaciones que hayas visto en TV o en películas, relacionados con cada uno de los sinónimos que acabas de escribir y definir. Religión. ¿Qué religiones e ideologías creen en la reencarnación?

34. Apología del alma Platón hereda de Sócrates y de los pitagóricos el convencimiento de que el alma sobrevive a la muerte. Pero, como buen geómetra, necesita demostrarlo racionalmente. Si bien no lo hace con estricta rigurosidad —difícil, por cierto, ante algo no cuantificable como es el alma—, posee el mérito de intentarlo por primera vez en la historia. En un pasaje del diálogo Fedón, Sócrates explica a un tal Cebes que el alma por ser inmaterial es simple y, por tanto, no se descompone: «SÓCRATES. — ¿No es lo compuesto y lo que por naturaleza es complejo aquello a lo que le corresponde descomponerse? Mas si por ventura hay algo simple, ¿no le corresponde no descomponerse? CEBES. — Me parece que así es. — ¿Qué debe producirse en un cuerpo para que tenga vida? — Un alma. — Entonces, ¿el alma siempre trae la vida a aquello que ocupa? — La trae, ciertamente. — ¿Y hay algo contrario a la vida o no hay nada? — La muerte. — ¿Luego el alma nunca admitirá lo contrario a lo que trae consigo, según se ha reconocido anteriormente? — Sin duda alguna. — Y a lo que no admite la muerte, ¿cómo lo llamamos? — Inmortal. — ¿Y no es cierto que el alma no admite la muerte? — Sí. — Luego el alma es algo inmortal.»

El alma, nacida en el mundo de las ideas, es inmaterial, inmortal y llena de perfecciones. El cuerpo, ligado al mundo de los sentidos, es material, mortal y lleno de defectos. Tan imperfecto que es para el alma como una prisión de la que le conviene escapar. Por esto, para Platón —igual que para Pitágoras— la ética consiste en una purificación (katarsis, en griego) o liberación progresiva del alma respecto del cuerpo, mediante sucesivas reencarnaciones. Ten en cuenta

El ser humano no escapa al dualismo platónico, pues encierra en sí mismo esos dos mundos, esas dos realidades antagónicas casi irreconciliables que son el alma y el cuerpo.

35. Geometría de memoria «SÓCRATES. — Puesto que el alma es inmortal, ha nacido muchas veces y ha visto todas las cosas, no es nada asombroso que pueda acordarse de lo que ya antes sabía, pues el indagar y aprender es, en su totalidad, reminiscencia. MENÓN. — ¿Cómo es que dices eso de que no aprendemos, sino que lo que denominamos aprender es reminiscencia? ¿Podrías enseñarme que es así?»

Menón, un joven aristócrata de paso por Atenas, entabla con Sócrates un entretenido diálogo que Platón reproduce y titula, precisamente, Menón. Entre otras cosas, el maestro se afana en explicar a su amigo los tres modos que tenemos de conocer. Durante las sucesivas estadías de nuestra alma en el mundo de las ideas, conocemos éstas por contemplación directa, de un modo perfecto y verdadero. Pero, lamentablemente, en cada reencarnación el alma pierde memoria de las ideas y nuestros sentidos sólo son capaces de percibir sus sombras: es el conocimiento sensible —aquél imperfecto y aparente de los cavernícolas—, que sólo produce opiniones, nunca verdades. En consecuencia, si en esta vida deseamos acceder a la verdad, no queda más remedio que rescatar de nuestra memoria aquellas ideas olvidadas. Se trata del tercer tipo de conocimiento: el racional, por medio de la reminiscencia. Es decir, para Platón, razonar o hacer ciencia, no es otra cosa que recordar, re-conocer, volver a conocer. Sócrates ilustra a Menón acerca de la reminiscencia mediante un diálogo mayéutico con un esclavo de la casa donde se alojan. En resumen —el diálogo es ameno pero largo—, le demuestra cómo el esclavo, absolutamente ignorante sobre geometría, es capaz de deducir que la superficie doble de un cuadrado se obtiene a partir de su diagonal. Gráficamente,

«SÓCRATES. — ¿Qué te parece, Menón? ¿Ha contestado él con alguna creencia que no le sea propia? MENÓN. — No, con las suyas. — Y, sin embargo, como dijimos hace poco, antes no sabía. — Es verdad. — ¿Y este recuperar uno el conocimiento desde sí mismo, no es recordar? — Por supuesto. — Si este conocimiento siempre lo tuvo, entonces siempre ha sido alguien que sabe. Si, en cambio, lo adquirió alguna vez, no fue en esta vida donde lo adquirió. ¿O le ha enseñado alguien geometría? — Sé muy bien que nadie le ha enseñado nunca.

— Si no las adquirió en esta vida, ¿no es ya evidente que en algún otro tiempo las tenía y las había aprendido? — Así parece. — Si, pues, hay en él creencias verdaderas que al ser despertadas mediante la interrogación se convierten en saberes, ¿no sucederá que en todo tiempo su alma ya poseía el saber? — Así parece.» Relaciona Matemática. Comprueba lo que demuestra Sócrates al esclavo, utilizando la fórmula del teorema de Pitágoras. (Si te gusta la geometría, quizás disfrutes leyendo el texto completo del diálogo Menón)

36. La mujer sabia y el amor En contra de las costumbres de su época, Platón tiene una visión muy positiva de las mujeres. En El Banquete, es precisamente Diótima —una sabia sacerdotisa— la que instruye a Sócrates mediante unas interesantes reflexiones que relacionan el amor con el bien, la belleza, la fecundidad, la felicidad y la inmortalidad que todos deseamos. (Lo que sigue es un resumen de ese diálogo). «DIÓTIMA. — En general, para todo el mundo, todo deseo de lo que es bueno y de ser feliz es el grandísimo y engañoso amor. Pero unos se dedican a él de muchas y diversas maneras, ya sea en los negocios, en la afición a la gimnasia o en el amor a la sabiduría. SÓCRATES. — Parece que dices la verdad. — Según mi propia teoría, el amor no es a menos que sea de algo realmente bueno, ya que los hombres están dispuestos a amputarse sus propios pies y manos, si les parece que esas partes de sí mismos son malas. Así que, en verdad, lo que los hombres aman no es otra cosa que el bien. — Es exacto lo que dices. — Pues bien, ¿de qué manera y en qué actividad se podría llamar amor al ardor y esfuerzo de los que lo persiguen? Esta actividad especial es, efectivamente, una procreación en la belleza, tanto según el cuerpo como según el alma. Nuestra naturaleza desea procrear. Pero no puedo procrear en lo feo, sino sólo en lo bello. La unión de hombre y mujer es, efectivamente, procreación y es una obra divina, pues la fecundidad y la reproducción es lo que de inmortal existe en el ser vivo, que es mortal. Por esta razón, cuando lo que tiene impulso creador se acerca a lo bello, se vuelve propicio y se derrama contento, procrea y engendra. Pero cuando se acerca a lo feo, intratable y afligido se contrae en sí mismo, se aparta, se encoge y no engendra, sino que retiene el fruto de su fecundidad y lo soporta penosamente. Pues el amor, Sócrates, no es amor de lo bello, como tú crees. — ¿Pues qué es entonces? — Amor de la generación y procreación en lo bello. Ahora bien, ¿por qué precisamente de la generación? Porque la generación es algo eterno e inmortal en la medida en que pueda existir en algo mortal. Y es necesario desear la inmortalidad junto con el bien, si realmente el amor tiene por objeto la perpetua posesión del bien. Así, pues, según se desprende de este razonamiento, necesariamente el amor es también amor de la inmortalidad.

¿O no te das cuenta del estado terrible en que se encuentran todos los animales, los terrestres y los alados, cuando desean engendrar, cómo todos ellos están enfermos y amorosamente dispuestos, en primer lugar en relación con su mutua unión y luego en relación con el cuidado de la prole, cómo por ella están dispuestos no sólo a luchar, incluso los más débiles contra los más fuertes, sino también a morir; cómo ellos mismos están consumidos por el hambre para alimentarla y así hacen todo lo demás? La naturaleza mortal busca, en la medida de lo posible, existir siempre y ser inmortal. Pero sólo puede serlo de esta manera: por medio de la procreación, porque siempre deja otro ser nuevo en lugar del viejo. No te extrañes, pues, que todo ser estime por naturaleza a su propio vástago, pues por causa de la inmortalidad ese celo y ese amor acompaña a todo ser. En consecuencia, los que son fecundos según el cuerpo se dirigen a las mujeres y de esta manera son amantes, procurándose mediante la procreación de hijos inmortalidad, recuerdo y felicidad, según creen, para todo tiempo futuro. En cambio, los que son fecundos según el alma conciben en las almas aún más que en los cuerpos lo que corresponde al alma concebir y dar a luz. ¿Y qué es lo que le corresponde? El conocimiento y cualquier otra virtud, de las que precisamente son procreadores todos los poetas y cuantos artistas se dice que son inventores. Pero el conocimiento mayor y más bello es, con mucho, la regulación de lo que concierne a las ciudades y familias, cuyo nombre es mesura y justicia.» Se dice que… «Niké [una chica griega cualquiera], nacida en una familia de la clase media, no recibe ninguna educación verdadera y apropiada. Su madre le enseña tan sólo economía doméstica, entre otras cosas porque aparte cocinar y tejer la lana, ella misma no sabe otra cosa. (...) Crece en casa y hasta por esto no es bella. Un sedentarismo atávico la hace corta de piernas y ancha de caderas. Es morena, pero se tiñe para parecer rubia. También usa ungüentos y perfumes. Se retoca los labios con carmín, se unta las mejillas con cremas y polvos, y trata de parecer más alta llevando tacones largos. (...) Niké, hecha ya una muchacha, lleva el peplo de lana, blanca o colorada, pero ésta es la única elección que se le deja. Dado que está confinada en casa, no puede siquiera hacer la elección del chico que le gusta y tiene que esperar que su padre se ponga de acuerdo con otro padre para concertar el matrimonio. (...) Si todo va bien, se casará a los dieciséis años con un hombre de treinta a cuarenta. Precedidos de pocos días por el noviazgo, las bodas se efectuarán en casa de ella. (...) La novia, velada, es cargada por su novio sobre un carro seguido por músicos y llevada a su casa donde el cabeza de familia la acoge como “nueva adepta de sus dioses”.» (Indro Montanelli, Historia de los griegos)

37. La polis ideal Platón proviene de una familia de políticos pudientes. Desde niño ha escuchado innumerables veces que la política es la solución de todos los problemas, los de cada ciudadano y los de cada polis. Pasado el tiempo, ya adolescente, Sócrates lo convence de que la verdadera solución pasa por la ética. Pero la injusta muerte de su maestro devuelve su mirada a la política, con no poca preocupación. Si Atenas, con sus leyes y su sistema judicial tan avanzado, ha terminado de aquella manera con Sócrates, se pregunta: ¿será la democracia el sistema de gobierno más justo? Si no, ¿cuál es? ¿Quiénes deberían gobernar? ¿Dónde encontrar la verdadera justicia? Lo responde en una de sus cartas: «Entonces me vi irresistiblemente conducido a cultivar la auténtica filosofía, y proclamar que sólo a su luz puede reconocerse dónde se encuentra la justicia,

tanto en la vida pública como en la privada. Nunca se verá la humanidad libre de los males que la aquejan, mientras no se hagan cargo de los negocios públicos los representantes de la verdadera y auténtica filosofía, o mientras los investidos del poder público, llevados de un impulso divino, no se decidan a filosofar seriamente.»

En otras palabras, “los filósofos al poder” o los “poderosos a filosofar”. (Lo decía también en boca de Diótima: “el conocimiento [la sabiduría] mayor y más bello es, con mucho, la regulación de lo que concierne a las ciudades y familias, cuyo nombre es mesura y justicia”). Así, pues, para él deben gobernar los sabios, que son los únicos capaces de alcanzar la sensatez y la justicia. Igual que el auriga del carro alado. ¿Por qué no aventurarse a imaginar la sociedad como un ser vivo, con un “alma social” a semejanza del alma individual? Concibe de este modo una polis configurada mediante una organización social ideal, con tres clases sociales bien delimitadas en sus funciones: Si la armonía de virtudes hace al hombre justo y honrado, la armonía de clases sociales logrará una sociedad justa, certifica Platón con la seguridad de una deducción matemática. Y pasa a redactar minuciosamente la constitución de una polis así de perfecta, en la que cada ciudadano aporta y recibe lo justo. Todo aparece minuciosamente planificado mediante una estricta división de clases, cada una de las cuales debe cumplir con nada más que sus propios cometidos. Incluso afirma que cada ciudadano logrará ser feliz “si y sólo si” ocupa su lugar y vive en función de dicha polis ideal. En uno de sus viajes, concretamente a Siracusa, Platón intenta poner en práctica su teoría, pero comprueba que tiene más afición a la política que condiciones para ella, pues todo termina en un vergonzoso fracaso. (No siempre la teoría es aplicable en la práctica, por más acabada que parezca y por más bella que suene.) Lectura: El motor de su filosofía «Platón deriva su filosofía de la situación en que Atenas se encontraba. Su no poder hacer política, se traduce en su tener que hacer filosofía. La crisis de su tiempo, como crisis de los usos y costumbres, como desorientación vertiginosa, es el motor efectivo de su filosofía, que lo obliga a ponerla en marcha. La filosofía aparece, pues, para Platón contra lo que una imagen habitual nos podría hacer creer como una necesidad urgente, como algo que hay que hacer porque no se sabe a qué atenerse respecto a las cosas y a los asuntos de la vida.» (Julián Marías, Biografía de la filosofía) Se dice que… «La principal de todas sus aventuras de juventud la debió a un altercado con Dionisio I, tirano de Siracusa. Si los testimonios son fidedignos, el motivo de la disputa fue simple; el tosco Dionisio, que sentía por los sabios una admiración mezclada de temor, reaccionó con dureza ante algún argumento que no entendía, espetándole que hablaba como un estúpido. Y Platón reaccionó diciéndole que él respondía como un tirano. Una pequeña diferencia de opinión pero, con hombres como Dionisio, más que suficiente para reducir a un sabio a la esclavitud. Porque eso fue lo que hizo; vendió a Platón como esclavo. Y de esta insensatez sólo lo

salvaron algunos amigos con la suficiente fortuna como para poder comprar de nuevo su libertad perdida.» (Gerardo Vidal Guzmán, Retratos de la antigüedad griega) Relaciona Educación social y cívica. ¿Qué ideologías o regímenes políticos —tanto actuales como pasados— consideran al individuo exclusivamente en función de lo social? Piensa Expone aspectos que consideras aportes y otros que consideras criticables de la filosofía de Platón. Estrategia de estudio Para repasar y fijar los conceptos aprendidos en esta unidad, te recomiendo bajar el archivo PDF correspondiente, ubicado en www.delamanodelosgriegos.com, menú: Didáctica / Desafíos mentales.

VI. Aristóteles (tercera cumbre) Adelanto del contenido Aristóteles examina en profundidad toda la filosofía anterior, sobre todo la de Platón, de quien fue discípulo durante 20 años. Mediante un método rigurosamente científico, logra una síntesis original, de gran influencia en Occidente. Con novedosos conceptos filosóficos explica la multiplicidad y el cambio, el conocimiento y las reglas de la ciencia, la existencia y la vida, Dios y el hombre, el bien, la verdad, la felicidad, el actuar humano, la política. Estamos ante una de las inteligencias más lúcidas de la historia, que ha llevado el saber humano a una de sus más elevadas cumbres. Discusión previa Todo lo que no es, ¿puede llegar a ser? ¿Qué manifestaciones tiene la inteligencia? ¿Qué es el lenguaje? ¿Qué es la vida? ¿Qué nos mueve a actuar? ¿Podemos ser felices viviendo absolutamente aislados? Frase de apertura «El progreso no es olvidar el pasado, sino utilizarlo de modo creador.» (Graciano García)

38. Alejandro Filipo, rey de Macedonia, lleva varios años educando del mejor modo posible a su hijo. Los dos necesitan ponerse a la altura del mundo que proyectan conquistar. No por ser hijo del rey sino por macedonio, Alejandro aprende a montar a caballo casi al mismo tiempo que a caminar. Pero no va a la escuela, como cualquier macedonio. Leónidas, un amigo de su madre, se encarga de darle la preparación militar espartana: poca comida y menos ropa en invierno, mucho ejercicio, severas penitencias, y un manejo perfecto de la jabalina y la espada. Y Lisímaco le enseña a leer, a escribir, a tocar la lira y, sobre todo, a disfrutar La Ilíada. Tanto, que la aprende casi de memoria y sueña con repetir una epopeya similar a la de su héroe: Aquiles. Y late fuerte su corazón cuando canta estos versos de Homero: «Los hombres viven obsesionados por la inmensidad de lo eterno. Por eso nos preguntamos: ¿tendrán eco nuestros actos con el transcurrir de los siglos? ¿Recordarán nuestros nombres cuando ya no estemos aquí? ¿Se preguntarán quiénes éramos, el valor que demostramos en la batalla, o lo apasionados que fuimos en el amor?»

Cuando Alejandro cumple trece años, Filipo decide educar su inteligencia con el mejor filósofo de Atenas. Es Aristóteles quien goza de esa fama y no sólo en filosofía, sino también en biología y astronomía. Así es que este sabio marcha a Macedonia a coronar la inteligencia de quien pocos años más tarde será nada menos que Alejandro Magno. [Lo que sigue es una serie de lecciones de filosofía que Aristóteles da a Alejandro. Son situaciones y diálogos imaginados por el autor, con bastantes frases textuales (o casi textuales) que Aristóteles dejará escritas varios años después de esta temporada en la corte de Filipo. Los textos de los diálogos aparecen con guiones y los comentarios del autor en letra cursiva]. Se dice que…

«Cuando era pequeño, Alejandro fue con su padre a comprar un caballo de guerra. El caballo, grande y negro, se llamaba Bucéfalo. Era tan bravo que hasta el momento nadie había podido montarlo. — Es demasiado salvaje, dijo el rey Filipo. No lo quiero. Nunca podré manejarlo. — ¡Yo puedo montarlo!, dijo Alejandro. — ¡De ninguna manera!, replicó Filipo. Eres demasiado pequeño y te destrozará. — ¡Pero puedo!, insistió Alejandro. — Si lo logras, lo compraré y te lo regalaré. Alejandro había estado observando a Bucéfalo con atención. Notó que pateaba y retrocedía cada vez que veía su propia sombra en el suelo. Sin mostrarle miedo, se acercó por delante, tomó las riendas y lo puso mirando hacia el sol. Al instante, Bucéfalo se calmó. Entonces, de un salto, lo montó y salió a todo galope, alejándose de la multitud que lo vitoreaba. Al regresar, le dijo Filipo: — Hijo mío, Macedonia es demasiado pequeña para ti”.» (Susan Wise Bauer, The Story of the World: History for the Classical Child)

39. Las ideas bajan a tierra Corre el año 341 a.C. y hace 6 que falleció Platón. Alejandro acaba de cumplir los 15 y Aristóteles los 42. Llevan ya bastantes meses examinando el firmamento, experimentando con animales y conociendo la filosofía desde Tales hasta Platón. Para Aristóteles, llegó el momento de enseñarle la suya. Después de disecar una paloma y un sapo para estudiar las diferencias y semejanzas entre pájaros y anfibios, continúan con filosofía. ARISTÓTELES. — Alejandro, es hora de que pienses por tu cuenta. Dime, ¿en qué te parece que acierta y no acierta Platón? ALEJANDRO. — Mmm... (mirando a Bucéfalo). No me gusta que el caballo negro del carro alado fuese el malo y que el blanco fuese... — Alejandro, contéstame sobre filosofía. — Está bien… Me gustan los mitos del carro alado y de la caverna, porque enseñan que estamos compuestos de algo material y de algo inmaterial: mi cuerpo y mi alma. Así entiendo mejor por qué conozco cosas materiales y cosas inmateriales: las materiales, con los sentidos de mi cuerpo, y las inmateriales con la razón de mi alma. — Bien. ¿Otro acierto? — Usted dijo que el problema del cambio había quedado sin solución entre Heráclito y Parménides. Pero Platón parece encontrarla, aprovechando a los dos. Argumenta que en todo cambio hay algo que fluye (lo material de la cosa) y algo que permanece (la idea inmaterial detrás de la cosa). Si no hay algo estable, la inteligencia no entiende lo que pasa. — Excelente, vas aprendiendo. ¿Recuerdas que Heráclito decía: “A quienes penetran en los mismos ríos, aguas diferentes les corren por encima”? No advertía que miraba el río desde una orilla inmóvil… Ahora, dime en qué te parece que no acierta Platón. — No estoy de acuerdo en que todo lo material sea malo e imperfecto y que todo lo que conozco con mis sentidos sea inseguro y opinable. Si yo no tuviera cuerpo, no podría cabalgar y disfrutar cabalgando. Además, mis sentidos no me engañan: todos me dicen que Bucéfalo es negro, fuerte y veloz. ¡Que es perfecto! — ¿Qué más?

— Mmm… — Mira, hay bastantes cosas en las que yo discrepo con Platón. Pero hay una particularmente importante. Recién dijiste que las ideas existen. ¿Te parece que existen cosas inmateriales? — El alma es inmaterial y existe. — Sí, los seres vivos tienen alma y lo estudiaremos más adelante. Pero mi pregunta es: ¿realmente existen las ideas, esos modelos de todas las cosas, en un mundo distinto? Platón diría que Bucéfalo es una copia material de una “idea de caballo” que habita en el mundo de las ideas. ¿Qué piensas tú? — ¿? (Alejandro frunció el ceño mirando a Bucéfalo) — Te ayudaré. Esto mismo me preguntaba yo mientras estudiaba en la Academia: ¿de dónde vienen las ideas? Platón enseñaba que habitan en otro mundo desde siempre. Pero copias de sí mismas no pueden ser, porque nada puede ser original y copia al mismo tiempo… Entonces, me preguntaba, ¿son copias de otras ideas que estarían en un tercer mundo, y éstas a su vez de otras…? ¿No te parece que Platón está duplicando innecesariamente las cosas? — Por Zeus, Aristóteles, es lo que iba a decir… — Además, fíjate que la idea de caballo estaría formada por la idea de cuadrúpedo, y ésta a su vez por la de animal, y ésta por la de viviente… Y la idea de su piel por la idea de pelo, más la de negrura… ¿Cuál es anterior a cuál? ¿No eran todas eternas? ¿Cuántas ideas hacen falta para armar a Bucéfalo? — ¡Casi infinitas! — Y por si fuera poco, como cualquier cosa debe su existencia a una idea, también debe haber ideas de cosas que no existen todavía. ¿No te parece extraño? En fin, mi conclusión es que las ideas no habitan en un mundo inteligible aparte, por encima del mundo sensible en el que vivimos. No. Nuestro mundo sensible es al mismo tiempo inteligible. — ¿Eso significa que las ideas están en este mundo? ¿Dónde? ¿Cómo? — Mañana seguiremos. Debes traer lo siguiente: un huevo, un pollito (vivo, por supuesto), un pedazo de papiro, una vasija de metal y una antorcha prendida. Nos encontraremos a la orilla del arroyo. Se dice que… [Aristóteles] «era de voz balbuciente, tenía las piernas delgadas y los ojos pequeños y usaba vestidos preciosos y anillos. Según la costumbre de los ricos atenienses, se cortaba la barba y el pelo». (Diógenes Laercio, Vidas de filósofos ilustres) Ten en cuenta Aristóteles, como buen científico, sabía que su reflexión filosófica no podía ignorar la historia del pensamiento. Es que el pensar no puede ser un pensar desarraigado, huérfano, autodidacta. La crítica que desprecia el pasado, la del “borrón y cuenta nueva” que suena a berrinche infantil, no suele llegar a buen puerto. (¿Recuerdas?: “para pensar lo no pensado…”). Estrategia de estudio En este primer diálogo entre Aristóteles y Alejandro, ¿en qué cosas queda claro que Aristóteles está de acuerdo con Platón, y en cuáles no está de acuerdo? ¿Por qué?

A partir de ahora, Aristóteles (y, con su ayuda, Alejandro) comenzará a describir nuevos conceptos. En el próximo capítulo será el turno de la Cosmología y la Metafísica: sustancia, accidente, cambio accidental, cambio sustancial, materia, forma. Si anotas y agrupas aparte todo lo que aparezca referido a esos conceptos, al final obtendrás un resumen bastante completo.

40. Solución al cambio Aristóteles observa concentrado cómo unas abejas van y vienen de la colmena a las flores, mientras otras se quedan ante la entrada, danzando sin parar. Siempre le llamó la atención la organización social perfecta de estos insectos. Al llegar Alejandro por detrás casi lo asusta. ALEJANDRO. — Traje lo que me pidió. ¿Qué vamos a hacer con todo esto? ARISTÓTELES. — Deja la jaula con el pollito allí. Ahora corta el papiro en dos pedazos, uno lo mojas y otro lo prendes fuego. Luego recoge un poco de agua en la vasija y caliéntala hasta que se evapore. Por último, apaga la antorcha. El alumno obedece con curiosidad a las instrucciones de su maestro y piensa: ¿qué estará planeando hacer el viejo Aristóteles con todo esto? — Listo. — Ahora, cuéntame. ¿Qué ha ocurrido? Recuerda responder como filósofo. Alejandro sospecha por dónde viene la pregunta: el papiro estaba seco y quedó mojado, el otro pedazo se hizo ceniza, el agua se calentó y finalmente se evaporó… — ¿Cambios? — ¡Evidente! Han ocurrido cambios, u ocurrirán cuando el huevo se convierta en pollito. Y te pregunto: ¿son todos del mismo tipo estos cambios? A Alejandro le ha dado trabajo conseguir el huevo y el pollito. ¿Sólo para esto tuvo que traerlos?, se pregunta. Pero no dice nada. — Por supuesto que no. Hay cosas que cambiaron algo y otras que cambiaron todo… o que cambiarán del todo, como el huevo... — A ver, describe esos cambios, separando los que cambiaron algo de los que cambiaron todo. Acostumbrado a dibujar tácticas militares, Alejandro escribe en el suelo: — Bien. Ahora responde: ¿qué cambia y qué no cambia en los de la izquierda? — Veo que al papiro lo sigo llamando papiro, aunque se haya mojado, y a la antorcha antorcha, aunque la haya apagado. No cambia la cosa, pero cambia cómo estaba esa cosa. — Entonces, a lo que no cambia lo llamaremos sustancia (Aristóteles escribe SUSTANCIA debajo de papiro, agua y antorcha), y a lo que cambia lo llamaremos accidente (y escribe ACCIDENTE debajo de seco, fría y encendida).

— ¿Accidente? ¡No hubo ningún accidente! — No, Alejandro, en filosofía accidente no significa sufrir un daño, sino algo accesorio o transitorio: algo que una sustancia puede tener de una manera o de otra, o en un momento dado sí y en otro no, sin dejar de ser esa sustancia. Por lo tanto, a esos cambios de la izquierda los vamos a llamar cambios accidentales. ¿Te queda claro? — Sí. — Sigamos con los de la derecha. ¿Qué cambia y qué no cambia? — ¡Cambia todo! — Piensa bien... — Lo que veo es que esas cosas… perdón, esas sustancias pasan a ser otras distintas: el papiro se convierte en ceniza y en humo, el agua en vapor... y el huevo en pollito, aunque no todavía. — Si a los de la izquierda los llamamos cambios accidentales porque cambian los accidentes, ¿cómo podemos llamar a los de la derecha si cambian las sustancias? — ¿Sustanciales? — Evidente. En el momento en que una sustancia desaparece y cambia a otra distinta lo que se produce es un cambio sustancial. Y ¿qué son ambas cosas? — Mmm… sustancias. — Sí, pero, ¿qué característica tenía el papiro que sigue teniendo la ceniza? — ¿Que tanto el papiro como la ceniza son materiales? — En efecto. Ni antes ni después esas sustancias dejan de ser materiales, porque están formadas con la misma materia. Llamaremos entonces materia a lo que no cambia en un cambio sustancial y forma a lo que cambia en un cambio sustancial. — Es obvio que si cambia la sustancia, cambia la figura… — No, “forma” no significa figura. Forma es lo que hace que algo sea una sustancia determinada. Por ejemplo, el papiro es materia con forma papiro. En un cambio sustancial la materia formada de una manera termina formada de otra. Por esto, a la forma también la podemos llamar forma sustancial, porque cada nueva forma que adquiere la materia da origen a una nueva sustancia. En el caso del papiro que quemaste, una cantidad determinada de materia tenía “forma papiro” y, al prenderlo fuego, provocaste un reordenamiento (recuerda esta palabra) de esa misma materia, que adquirió las “formas ceniza y humo”. — Perdón Aristóteles, ¿para qué traje el huevo y el pollito si podía entender todo esto con el papiro y el agua? — Piénsalo tú. Sigamos con algo de astronomía. Dime, ¿para ti la tierra es plana o esférica? — ¿? (Alejandro se encogió de hombros mirando cómo el pollito intentaba salir de su prisión) Lectura: Mucho antes que Colón «Los argumentos aristotélicos [que la tierra es esférica, en su obra Del cielo] son realmente irreprochables: 1º, el peso de la Tierra es tan enorme, que todas sus partes gravitarán sobre sí mismas; y la única forma de autogravitación en

equilibrio es la esfera; 2º, la sombra de la Tierra en todos los eclipses de luna es circular. La única figura cuya sombra es circular, cualquiera que sea su posición, es la esfera; 3º, conforme avanzamos hacia el norte o el sur, las constelaciones brillan en el cielo a una altura distinta; sin embargo, su figura no cambia. Si las dejáramos atrás, esa figura cambiaría por efecto de la perspectiva; pero como no es así, lo que ocurre es que, al caminar sobre una esfera, nuestra cabeza va apuntando a sitios distintos de cielo, y las estrellas que teníamos encima parecen quedar atrás.» (José Luis Comellas, Historia sencilla de la ciencia) Ten en cuenta Cuando en nuestro modo corriente de hablar decimos que las sustancias están “formadas” con materia, filosóficamente queremos decir que una sustancia es materia con la forma de esa sustancia. Cuando al ver un cambio sustancial decimos que algo se “trans-forma”, filosóficamente queremos decir que cambia la forma sustancial.

41. Una táctica alternativa Al día siguiente, se dedican a disecar y clasificar varios tipos de peces. Al terminar, Aristóteles dice: — Ten en cuenta Alejandro que en las clases de filosofía hacemos algo similar a esto: observar, disecar, clasificar. — ¿Disecar? — Sí, porque disecar es distinguir y separar. Sólo que en vez de hacerlo físicamente con animales, lo hacemos “mentalmente” con la realidad. — ¿Y qué es lo que distinguimos y separamos mentalmente? — Por ejemplo, lo material de lo inmaterial, lo sustancial de lo accidental, la materia de la forma. Platón daba existencia separada a estos conceptos, pero ya vimos que eso es absurdo: en las cosas podemos distinguir y separar esos conceptos sólo mentalmente. Con este ejercicio intelectual intento que comprendas la realidad tan bien como comprendes cualquier animal al disecarlo. Y así hasta descubrir cuál es el verdadero arjé… (Aristóteles se queda pensativo) — ¿Aristóteles? — (Volviendo en sí) ¡Eh…! Sí, continuemos. Recuerda que lo que más me interesa es que aprendas a pensar. Y para eso, ayuda mucho aprender a llegar a idénticas conclusiones por distintos caminos. — Leónidas dice que para una batalla siempre hay que tener pensadas por lo menos dos tácticas. Por ejemplo... (comienza a dibujar en el suelo con su espada), los espartanos, cuando tuvieron que defender… — No es hora de tácticas militares, Alejandro. Borra eso. Comencemos por recordar que llamamos sustancias a las cosas singulares. Un hombre es una sustancia, tu espada es otra sustancia, aquella planta es otra. Quiero decir que no son sustancias “el hombre” en general o “la planta” en general, sino cada hombre y cada planta. En la realidad no existe lo general, sino lo concreto y singular: existe ese caballo negro, aquel otro petiso, esta espada corta. Lo general sólo existe en nuestra mente. ¿De acuerdo? — De acuerdo.

— Somos, vemos y hablamos de sustancias con accidentes. Ahora vamos a nuestra táctica alternativa. Disecaremos filosóficamente la realidad, no observando cambios sino palabras o expresiones que usamos al hablar. De lo que escribiré me dirás cuál se refiere a la sustancia y cuáles se refieren a los accidentes (Aristóteles escribe):

— Es evidente que la sustancia es el qué de lo que hablamos, y los accidentes todo lo demás... ¡Por Atenea! Ahora veo que la sustancia es lo que Lisímaco me enseñó que era el sujeto de una frase y los accidentes son lo que predicamos del sujeto, ¿no es así? — ¡Buen descubrimiento! Vamos rápido. — Me animo a poner un ejemplo. — A ver… Alejandro se inclina y escribe al lado de cada renglón: — ¡Magnífico!, (Aristóteles aplaude). Acabas de comprobar que el lenguaje expresa la conexión entre nuestros pensamientos y las cosas. Ya lo decía el viejo Parménides: “Lo mismo es ser y pensar”. Ahora daremos un paso más. Observa que la sustancia es lo que sujeta, sustenta o sostiene a los accidentes. Porque en la realidad nunca encontrarás accidentes sueltos, sino siempre en una sustancia. “Lo blanco” no existe, “la gordura” no existe. Existe “Sócrates gordo” y “túnica blanca”. Blancura y gordura sólo existen en nuestra mente, que ha logrado disecarlos de la realidad. Por consiguiente, sustancia es “lo que está debajo o detrás” de los accidentes. — ¿Y cómo llegamos con esta táctica a disecar la materia y la forma? — A eso vamos. ¿Podemos llamar accidentes a todos los posibles predicados de un sujeto? — Si me lo pregunta así, la respuesta debe ser: no. — Claro que no. Porque hay predicados que, aunque falten, no modifican lo que la sustancia es. Pero hay otros que si faltan afectan a esa sustancia como tal. A los primeros los llamamos accidentes. Y los segundos… — ¡Son la forma!

— Exacto. Por ejemplo, un caballo puede ser bravo o manso, blanco o negro, pero no podemos decir que puede relinchar o ladrar. Y una gallina cacarea, aletea y pone huevos: si no, no es gallina. Las características que hacen que una sustancia sea lo que es y no otra cosa, es lo que llamamos forma. Dicho de otro modo, la forma reúne las propiedades específicas de algo, lo que “define” ese algo. La “forma gallina” es, por consiguiente, lo que tienen en común todas las gallinas o todo lo que es de una misma especie. — Pero también tienen en común la materia… — Bueno, sí, todas son materiales, pero la materia que tiene una no la tienen las demás... La forma hace que todas sean “gallina”, mientras que la materia hace que sean “gallinas” (en plural) individuales y distintas. Es decir hace la multiplicidad dentro de una especie. — Ahora lo veo. La forma y la materia funcionan como el molde y la masa que usa la esclava que cocina a mi padre, cuando hace panes. Hace figuras iguales pero distintas. — Parecido, porque el molde y la masa existen físicamente separados en la realidad, pero ninguno de los conceptos que disecamos existe separado en la realidad. Recuerda: los estamos separando en nuestra mente, porque las cosas son sustanciasCON- accidentes y están compuestas de materia-Y-forma. Aristóteles percibió que Alejandro necesitaba distraerse un poco, porque comenzaba nuevamente a tirar piedras a los patos que nadaban en el arroyo. ARISTÓTELES.— Ahora nos tomaremos un recreo. Mientras tú das un paseo con Bucéfalo, yo me refrescaré un poco en el arroyo. Al regresar te preguntaré si las abejas piensan. Alejandro sube a Bucéfalo de un salto pensando que la biología o la astronomía tienen algo más de sentido que todo este lío de palabras nuevas. Por un momento había preferido ser abeja para no tener que pensar… ALEJANDRO. — ¡Pensar! ¡Si lo importante es actuar, ganar batallas, conquistar tierras y pueblos! (gritó Alejandro, alejándose a todo galope) Lectura: Moldes y galletitas «Con ´forma´ del caballo, Aristóteles quiere designar lo que es común para todos los caballos. Y aquí no nos basta el ejemplo de las galletitas, pues los moldes de confitería existen independientemente de esas determinadas galletitas. Aristóteles no pensaba que existieran tales moldes, que, por así decirlo, estaban colocados en estantes fuera de la naturaleza. Para Aristóteles las formas de las cosas son como las cualidades específicas de las cosas». (Jostein Gaarder, El mundo de Sofía) Ten en cuenta Aristóteles ha enseñado a Alejandro lo que más tarde se llamaron las 10 categorías aristotélicas: sustancia, cantidad, cualidad, relación, lugar, tiempo, posición, estado, actividad y pasividad. Materia y forma son los principios filosóficos constitutivos de una sustancia. Tienen las siguientes propiedades: 1) Materia y forma no existen separados. Por eso se les llama co-principios. 2) La forma es el conjunto de propiedades comunes a todos los objetos denominados del mismo modo. Es por lo que se define algo. Es el principio genérico. 3) La materia hace que un objeto sea individual. Es el principio de individuación, porque hace que algo tenga una masa y un volumen determinados.

42. Ser o no ser… todavía Al regresar, Alejandro salta desde Bucéfalo y pregunta decidido: — Aristóteles, ¿para qué sirve todo esto que estoy aprendiendo de filosofía? Quiero pensar menos y actuar más. Me parece que pierdo el tiempo. — Me gusta que digas lo que piensas y estés dispuesto a escuchar. Justamente ayer te decía que lo que de verdad importa es aprender a pensar. Más adelante, ni recordarás ni utilizarás tantos conceptos “raros”, como crees que son. Pero el esfuerzo por descubrirlos y comprenderlos, está ejercitando tu inteligencia. Nuestra mente es como un músculo: si no la ejercitas, se atrofia. Diariamente haces gimnasia y practicas con la jabalina y la espada. Si no lo hicieras, cuando llegue el momento de la batalla... (Aristóteles se pasa el índice por la garganta, indicando el triste final que le esperaría en tal caso). Si quieres ser un gran estratega y gobernar hombres, debes estudiar y aprender a pensar; entrenar tu inteligencia para distinguir lo importante de lo accesorio, lo individual de lo general, lo circunstancial de lo permanente. Esto es lo que estamos ejercitando al distinguir sustancia y accidentes, materia y forma. Ten paciencia. Ya llegaremos a temas prácticos. Y ahora… — Lo entiendo. Pero, ¿por qué no me respondió todavía lo del huevo y el pollito? Me dio trabajo conseguirlos... — …y ahora ha llegado el momento de responder esa pregunta, porque disecaremos de la realidad dos nuevos conceptos: potencia y acto. Se detiene un instante, mira fijo a Alejandro y continúa en un tono algo intrigante, señalando sus ojos: — Ten siempre presente, Alejandro, que nuestro punto de partida es la observación. El primer dato que recogen nuestros sentidos es que existen infinitud de seres y que todos están en continuo movimiento. Pero, ¿por qué se mueven, por qué cambian? ¿Qué es lo que persiguen? ¿A dónde quieren llegar? ¿Llegará un momento en el que ya no se muevan? — ¡Uf ! Volvemos a los primeros filósofos... — Pero hasta ahora no han dado respuestas satisfactorias... Analicemos los cambios desde otra perspectiva. Observa algo obvio: todo cambio tiene un punto de partida y un punto de llegada. Por lo ya aprendido, podemos afirmar que los puntos de partida son formas que no se tienen, y los puntos de llegada son formas que se adquieren. Como los accidentes pueden considerarse “formas accidentales”, todo cambio —sea sustancial o accidental— es una “trans-formación”, un cambio de forma sustancial o accidental. Esto revela que cualquier cosa, en todo momento, es algo determinado, pero que no es todavía todo lo que puede llegar a ser. ¿Me sigues? — Por ahora... (Alejandro atiende, pero ocupado en arrancar los abrojos prendidos a su túnica) — Una sustancia es en potencia todo lo que no es todavía pero puede llegar a ser; y es en acto lo que es en un instante dado. Como te gustan los diagramas, trazaré uno para explicártelo gráficamente: (Alejandro deja los abrojos y observa los rápidos trazos del filósofo) — A ver Alejandro, qué te sugiere todo esto.

— (Alejandro piensa unos instantes y responde) Las flechas que van y vienen indican que el cambio es permanente. Así se indican los relevos para una batalla. Después… que cambiar es pasar de potencia a acto, pero… lo que estaba en potencia estaba también en acto, ¿cómo es eso? — Muy simple. Toda sustancia es siempre en acto algo concreto en un instante dado pero también es en potencia algo diferente. Cuando eso en potencia se actualiza es cuando se produce el cambio. — ¿O sea que una sustancia está siempre en acto y en potencia al mismo tiempo? — Obvio, así son las sustancias materiales. ¿Qué más? — Bueno, lo que actualiza algo que está en potencia es una forma, por eso está escrito ahí “que no tiene” y “que adquiere”. — ¡Fantástico! Y termino yo: una sustancia es una sola cosa por vez en cada instante. (Aristóteles hace una pausa y sonríe con picardía). Ahora vamos a lo del huevo y el pollito. — ¡Por fin! — Observa que el huevo que trajiste puede ser blanco o marrón, pero nunca azul, a menos que lo pintes de ese color. Y puede no llegar a pollito porque decides comerlo. Pero ¡nunca podrá llegar a ser una paloma u otro pájaro distinto! Esto nos enseña que lo que una sustancia es en potencia está condicionado por lo que es en acto. — Parece obvio, pero ¿para qué me sirve saber todo esto? — Por ejemplo, para no pedirle peras al olmo. ¡Ja, ja! Debes ser realista, Alejandro, y lo que puedes pedir o hacer, depende de lo que las cosas —también las personas— son. Lo entenderás mejor cuando estudiemos ética. Y dejemos aquí hasta la mañana siguiente a la próxima luna llena. Ten en cuenta A Aristóteles —como a todos los filósofos anteriores a él— le interesa explicar el origen del mundo material, la multiplicidad y los cambios que en él se producen. Para hacerlo, parte de un concepto central de su teoría que denomina sustancia, y de éste deriva otros conceptos filosóficos: accidentes, materia y forma (o forma sustancial), potencia y acto. Relaciona Literatura. ¿Qué personaje en qué obra de teatro se hizo famoso por la frase “ser o no ser... he ahí la cuestión”? ¿Quién es el autor de esa obra teatral? Estrategia de estudio Aristóteles continúa enseñando más conceptos relativos a Cosmología y Metafísica: potencia, acto, causa final, causa material, causa formal, causa eficiente, cambio, sustancia artificial, sustancia natural, Dios.

43. Las causas de todo Durante estas vacaciones Alejandro se mezcla entre las tropas de su padre para ahuyentar a unos ilirios que habían traspasado la frontera norte de Macedonia. A pesar de su edad, ya se aprecian sus dotes de líder. Luego de comentar esa aventura militar, prosiguen su diálogo filosófico.

ARISTÓTELES. — ¿Te parece que hemos aclarado totalmente el tema del cambio con aquello de estar en potencia y estar en acto, y aquello de pasar de potencia a acto? ALEJANDRO. — Para mí sí. — Para mí no. Si la filosofía es ciencia, no debemos dejar la explicación de la realidad librada al azar o a la mitología: debemos tener valentía y honestidad para intentar responder a todas las preguntas de un modo racional. Ya sabemos algo sobre sustancias y cambios, pero aún no hemos respondido cómo y para qué ocurren. De modo que ahora intentaremos comprender que nada sucede por azar y que todo lo que llega a ser es por alguna causa. Se me ocurre comenzar por una palabra que hace unos días te pedí recordar. ¿Cuál era? — Reordenamiento. — ¿Y te has preguntado qué es el orden? — ¡Uf! Es algo que mi madre quiere a cada canto de gallo para mi habitación… — No te distraigas, Alejandro. Me refiero a qué entiendes por orden. Pero tu habitación nos servirá de ejemplo. Ante todo, tienes cierto material para ordenar: ropa, armas, papiros… es la causa material. Luego, tal como insinúas, no la ordenas si no te lo propone Olimpia... esa intención tuya de obedecer a tu madre es la causa final de tu dormitorio ordenado (final como finalidad, no como última en el tiempo). Luego, debes tener una idea del tipo de orden que deseas: los papiros allí, la espada aquí… es la causa formal, que es la idea con que dispones las cosas. Y por último, alguien debe hacerlo, porque las cosas no se ordenan solas… es la causa eficiente. Si, en vez de ti, pusieran orden tu madre o una esclava, ellas serían causas eficientes y formales distintas a las tuyas y, por tanto, distinto el tipo de orden resultante. ¿Entiendes? — Perfecto. — Todo lo que llega a ser —es decir, a estar en acto—, es por la intervención de esas cuatro causas: una causa material sobre la que opera una inteligencia que ordena: primero como causa final, y luego como formal y eficiente. La causa final es la más importante porque es la que da sentido y pone en movimiento a las demás. Piensa en La Ilíada o en el Partenón: las letras y las piedras no se organizaron solas… — Esto lo veo claro en el caso de las obras de artífices como Homero y Fidias, pero no tanto en los cambios sustanciales del papiro, del agua, del... — (Aristóteles lo interrumpe) Veo que vas desarrollando tu juicio crítico, y eso es fundamental en un científico. Efectivamente, no son lo mismo las sustancias artificiales que las naturales. Los vivientes y los elementos como la ceniza, el fuego, el humo o el aire, son sustancias naturales porque poseen una disposición natural o propia al cambio, sin intervención humana. No es así con una cama, un peplo o cualquier sustancia fabricada. — ¿Podría ponerme un ejemplo? — A ver..., si se plantase una cama y la madera en putrefacción cobrase fuerza hasta echar un brote, no se generaría otra cama, sino madera. ¿Lo entiendes? — Sí. Y en el cambio de las sustancias naturales, ¿también intervienen las cuatro causas? — También. Por ejemplo, en el caso del papiro que se quema la causa material es la materia del papiro, la eficiente es el fuego que destruye, la final es nuestra intención de aprender algo y la formal es la forma sustancial o reordenamiento que adquiere esa

materia para transformarse de papiro en ceniza y humo. Fíjate bien en lo que acabo de afirmar: toda transformación —todo cambio— es un reordenamiento de materia. — Pero sigo teniendo una duda: ¿dónde está la inteligencia ordenadora en estos casos? Porque no soy yo el que tiene la idea de que el agua al hervir siempre se haga vapor o el papiro al quemarse siempre se convierta en ceniza y humo. Además... ¡¿por qué dejó de lado de nuevo el huevo y el pollito?! — Intenta descubrirlo por tu cuenta, así ejercitas tu mente. Continuemos mañana. — ¡¿?! (Alejandro se aleja cabalgando velozmente, cortando con su espada cuanta rama encontraba a su alcance. No parecía estar de buen humor) Ten en cuenta Existe un orden impuesto por el ser humano a la naturaleza cuando fabrica cosas. Y existe un orden ajeno al hombre, no impuesto por él, pero al que su cerebro tiene acceso para comprender y respetar: la naturaleza. Relaciona Geografía. ¿Qué relación tiene la ecología con el orden?

44. La causa de todo A la mañana siguiente se encontraron en la caballeriza y comenzaron a caminar hacia el bosque de pinos, Alejandro sobre su caballo y Aristóteles a pie. ARISTÓTELES. — ¿Cómo te ha ido con tu reflexión filosófica? ALEJANDRO. — Comencé observando que el sol evapora el agua por su cuenta y también produce ceniza y humo cuando incendia un bosque, todo sin que intervenga ninguna inteligencia. Y el huevo se convierte en pollito... si lo empolla la gallina, pero creo que la gallina no es inteligente. — Buen comienzo. Sigue. — La causa material es evidente, pero ¿cuáles son las otras causas? Me mareo, porque no veo comienzo ni fin. — Alejandro, es que te estás preguntando por el arjé... (Se detiene y queda absorto, con la mirada en el cielo) — ¿Aristóteles? — (Volviendo en sí) ¡Eh…! Sí, Alejandro, te has asomado al abismo de la realidad y eso da vértigo. Se trata del tema más profundo de la filosofía: Dios. Algo así intuyeron Pitágoras con el Uno, Heráclito con el Logos, Anaxágoras con el Noús y Platón con la idea de Bien-Belleza-Verdad. Pero han sido más que nada intuiciones poéticas, no ciencia. Ahora escúchame con atención. Aristóteles se acerca y, acariciando a Bucéfalo, comienza a hablar en un tono casi misterioso y con la mirada perdida. — Es evidente para nuestros sentidos que todo lo que se mueve es movido por otro, que a su vez está en movimiento porque es movido por otro, que a su vez es movido por otro, y por otro... Y podríamos seguir así hasta el infinito, pero eso no explicaría nada. En conclusión, el principio de todos los cambios o movimientos debe ser un primer motor, pero inmóvil. Además, ese motor inmóvil debe ser inmaterial y estar siempre en acto, porque si fuera material se movería o cambiaría, y eso ya vimos que

es estar en potencia. De modo que el primer motor es también acto puro. Eso es Dios. Es el primer principio. ¡¡Hemos llegado al arjé!! (Vuelven a caminar) — ¡Por Zeus! — Deberías decir ¡por Dios! pero no lo digas, pues no te entenderán… — ¿Y cómo es Dios? — Nuestra inteligencia limitada no lo puede comprender. Podríamos decir que tiene todas las propiedades del Ser de Parménides. Pero Parménides se equivocaba en dos cosas: identificaba el ser con toda la realidad material; y lo que él entendía como el noser es lo que yo llamo potencia: el no ser todavía. — Entonces, ¿Dios es el artífice de todo?, ¿es la causa de todo? — Sólo remotamente, como primera causa eficiente, porque no interviene como artífice en cada cambio. Además, en la naturaleza vislumbro un plan, una especie de remota causa final. Como si cada sustancia se transformase para colaborar en producir una armonía cósmica. Algo de esto intuía Pitágoras. Dios parece ser la inteligencia ordenadora de ese cosmos. (Aristóteles suspira y se detiene). A veces el orden natural no es evidente y por eso nos cuesta comprender la realidad, pero, en última instancia, la realidad tiene sentido y unidad: encontrar ese sentido y esa unidad es la ocupación del filósofo. Es la sinopsis que Platón deseaba alcanzar y que llamó Bien. Por todo esto te daba vértigo preguntarte por las causas de las cosas que no muestran con evidencia que tienen detrás un artífice. (Aristóteles se frota las manos, da media vuelta y camina en dirección de regreso). Bueno, Alejandro, después de este hallazgo, vamos a dedicarnos unos días a la biología. Investigaremos el desarrollo embrionario del pollito, porque estoy escribiendo un libro sobre la generación de los animales. Debes conseguir para dentro de dos soles cinco huevos con distintos días de empolle. ¡Buena suerte! — ¡¿Ahora son cinco en vez de uno?! Lectura: Einstein y Dios [En las leyes que rigen la naturaleza] «se manifiesta una racionalidad tan grande que, en comparación con ella, toda la capacidad del pensamiento humano se convierte en insignificante destello.» (Albert Einstein) «Einstein no era un judío practicante, pero sí un hombre que reconocía la existencia de un Dios y la existencia de normas absolutas del bien y el mal. Incluso en el ámbito físico le repugnaba el principio de indeterminación de la mecánica cuántica. ´Usted —le escribió a Born— cree en un Dios que juega a los dados, y yo creo en la ley y el orden totales en un mundo que existe objetivamente y que, de un modo absurdamente especulativo intento aprehender ´.» (Paul Johnson, Tiempos modernos) Estrategia de estudio A partir de aquí, Aristóteles comienza a enseñar conceptos de Psicología y Antropología: vida, alma, cuerpo, ser humano, funciones vitales, sentir, sentidos internos, sentidos externos, sentimientos, conducta.

45. Alma y vida Alejandro, muy a pesar suyo, cumplió el encargo y dedicaron tres días a la disección de embriones de pollo. Ahora retoman sus charlas filosóficas. ARISTÓTELES. — Hoy mezclaremos filosofía y biología.

ALEJANDRO. — ¿Biología filosófica o filosofía biológica? — Algo así. La biología, lo sabes bien, estudia los vivientes: cómo se clasifican, cuáles son sus partes, cómo funcionan, cuáles son sus costumbres. La Filosofía —lo vas aprendiendo— se hace preguntas más profundas, los últimos qué y porqué de todo: busca las últimas causas. Pero al filósofo le conviene ser buen observador de la naturaleza. Incluso cuando se trata de seres cuyo aspecto no tiene ningún atractivo, la naturaleza reserva maravillosas satisfacciones a los que son capaces de remontarse hasta las causas y están dotados para la filosofía. Así, debe abordarse sin repugnancia el examen de cada animal, con la convicción de que cada uno realiza su parte de naturaleza y de belleza. Ahora, una pregunta filosófica: ¿qué es la vida? — Lo que se mueve. — Mira. (Aristóteles patea una piedra) Esta piedra se mueve… — ¡No!, quiero decir, lo que se mueve solo. — Sería mejor responder: lo que cambia o se mueve por sí mismo. — Eso quería decir… — Ahora imagina un ser vivo unos instantes antes y unos instantes después de morir. El cuerpo es el mismo, sin embargo, antes podía moverse por sí mismo y después no. ¿Por qué? — Porque perdió lo que lo hacía vivir. — Eso es el alma: lo que da vida. Así que no son lo mismo una paloma viva y el cadáver de esa paloma. Con la muerte se produjo un cambio… ¿de qué tipo, Alejandro? — Tiene que ser sustancial: antes era una paloma y ahora es un cadáver. — De manera que podemos concluir que el alma es… — ¿La forma sustancial de algo con vida? — ¡Exacto! Un ser vivo, al igual que cualquier otra sustancia, tiene materia y forma. Pero, por las propiedades tan especiales de la vida, llamamos cuerpo a la materia y alma a la forma de todo viviente. En otras palabras, el cuerpo es cuerpo porque tiene alma. Por esto, el alma no está en el cuerpo como en una prisión, como decía Platón. El ser humano como todo ser vivo no es un alma “que tiene” un cuerpo, sino que es cuerpo-Y-alma: es una unión sustancial. — Entonces, ¿las plantas tienen cuerpo y alma? — Entiendo que sí. Ya que lo mencionas, dibuja la clasificación de funciones vitales tal como vimos en biología. Alejandro se inclina y escribe: — Aristóteles, ¿esto quiere decir que hay tres tipos de almas: una vegetal, otra animal y otra humana?

— Sí, y que corresponden a tres tipos de vida: vegetativa, sensitiva e intelectiva. — ¿Y los hombres tenemos tres almas? — No, una sola. Lo que sucede es que cada nivel superior de vida posee las funciones vitales del o de los niveles inferiores. Se dice que… «En los últimos años de su vida, Aristóteles (...) se dedicó al parque zoológico y al jardín botánico que, con la ayuda de Alejandro, mantenía el Liceo. Efectivamente, el gran conquistador había dado órdenes estrictas a todos sus cazadores y guerreros de que enviase a Atenas cualquier especie animal o vegetal que pudiese presentar interés científico. Y Aristóteles se convirtió en sus últimas obras en el gran observador de la naturaleza. No sin razón, muchos siglos más tarde Darwin afirmó de él: 'Linneo y Cuvier han sido mis dioses, pero son unos niños comparados con el viejo Aristóteles'.» (Gerardo Vidal Guzmán, Retratos de la antigüedad griega) Ten en cuenta A mediados del siglo XX se inventó una máquina que, debidamente instruida, era capaz de realizar tareas similares a las de la inteligencia humana de modo automático y vertiginoso. Desde entonces, nos es muy familiar: la llamamos computadora u ordenador, porque básicamente realiza cálculos numéricos y ordena información. Lo interesante es observar que esta máquina necesita dos componentes simultáneos: uno material, llamado hardware, y otro inmaterial, llamado software. Ninguno puede nada sin el otro; como sucede también entre un instrumento musical y una melodía. ¿No parece comparable el hardware con el cerebro y el software con la inteligencia? Relaciona Informática. ¿Sería correcto afirmar que existe unión sustancial entrehardware y software como existe entre cuerpo y alma, según Aristóteles? ¿Qué características comunes tienen el software y el orden? ¿A qué compararías la electricidad que necesita una computadora con lo que necesita el ser humano para pensar?

46. Sensación y sentimientos ARISTÓTELES. — Ahora nos pondremos a disecar dentro de esos dibujos. Dime, ¿qué es sentir? ALEJANDRO. — Es obvio: es lo que captamos con los ojos, los oídos, la piel... — ¿Y qué captamos? — Colores, sonidos, calor… — ¿Y qué son los colores y los sonidos…? Respóndeme filosóficamente. — (Alejandro piensa unos instantes) ¿Accidentes de sustancias? — ¡Brillante! Sentir es captar con los sentidos los accidentes sensibles de una sustancia, y observa lo siguiente. Cuando te nutres, asimilas algo material que modifica tu cuerpo y lo que comes. En cambio, cuando sientes, asimilas algo inmaterial que modifica de algún modo tu cuerpo pero no modifica la cosa sentida. Por ejemplo, el color azul que ves en este cielo, no se lo quitas materialmente, ni escuchar tu lira disminuye su sonido.

— ¡La voy a buscar! Compuse una melodía nueva y estoy escribiendo la letra. — ¡Paciencia! Aún no terminamos. Además de los cinco sentidos externos (vista, tacto, gusto, olfato, oído) hay cuatro internos, que completan la sensación. De éstos, los primeros que actúan son la percepción y la imaginación, que unifican las sensaciones externas formando una imagen del objeto. La imaginación se llama también fantasía porque permite representar el objeto —hacerlo presente nuevamente —, aunque no esté delante de ti. — ¿Una lombriz tiene imaginación? — Pues… seguramente tiene muchísima menos que un perro, porque la imaginación determina la mayor o menor perfección de un animal. Esa imaginación está estrechamente vinculada a los otros dos sentidos internos. Uno es la memoria sensitiva, que almacena imágenes (sin la permanencia de recuerdos, el animal no aprende). El otro es la estimación, que estima o valora si la imagen es útil o nociva (sin valoración, el animal no adquiere experiencia). Creo recordar que Bucéfalo “estimaba” enemiga a su propia sombra… — Sí, pero ya no se espanta por eso. — Precisamente, porque le has adiestrado la estimación. A su vez, la estimación produce sentimientos, y éstos se expresan en forma de conducta. Por ejemplo, si lo que Bucéfalo estima le resulta agradable o útil (como un poco de miel), tiene un sentimiento de deseo e intenta poseerlo. Pero si le resulta desagradable o nocivo (como sucedía con su sombra), el sentimiento es de odio o miedo, y su conducta es atacar o huir. — ¿Así que los animales tienen los mismos sentimientos que los humanos? — Por supuesto. Pero esos sentimientos son más o menos desarrollados según tengan más o menos desarrollados sus sentidos, sobre todo los internos. El hombre también es animal, pero inteligente y libre, por eso reacciona con sentimientos más complejos. Quédate con esta pregunta: ¿por qué los animales de una misma especie construyen siempre el mismo tipo de nido o refugio, y en cambio el hombre construye casas muy diferentes? Piensa ¿Cuál es el accidente propio de cada sentido externo? (es decir, el que capta un sentido y no pueden captar los demás) ¿Qué sentidos externos e internos intervienen en el sueño? ¿Es posible aprender algo sin memorizar? Relaciona Biología. ¿Cuáles son los cuatro gustos básicos que siente la lengua? ¿Los animales sueñan? ¿Qué diferencia hay entre la conducta animal y la conducta humana? Psicología. Averigua qué tipos de sentimientos hay y cómo se clasifican.

47. Inteligencia y voluntad ALEJANDRO. — Aristóteles, ¿puedo hacerle una pregunta personal? ARISTÓTELES. — Por supuesto. — ¿Por qué se fue de la Academia?

— Bueno... no es una historia breve ni sencilla. Algo ya sabes de mis discrepancias con Platón acerca de sus ideas... Pero no era ésta la única diferencia y llegamos a discutir largos ratos sobre temas en los que no coincidíamos. Era muy amigo de Platón, pero más amigo era y soy de la verdad. Finalmente, nombró sucesor a Espeusipo, que resultó ser más platónico que Platón..., y decidí alejarme. Poco más tarde, tu padre me propuso ser tu preceptor, y aquí estoy. — Supongo que si la vida intelectiva trata sobre las ideas, también se peleaban por esto... — No, no eran peleas. Eran cambios de opiniones. Una de las cosas que me enseñó Platón es a aprender dialogando. En sus clases nos decía a menudo: “Lo que digo, no lo digo como hombre sabedor, sino buscando junto con ustedes”. Era todo un maestro. Seguro que lo aprendió a su vez de Sócrates, por aquél “sólo sé que no sé nada”. Pero tienes razón: discrepábamos en el modo en que nuestra inteligencia conoce. ¿Te interesa? — Por supuesto, necesito ideas para mis canciones. — No te hagas ilusiones con estos temas... Cuando Sócrates dice a Menón que “el indagar y aprender es, en su totalidad, reminiscencia”, deja sentado que conocer no es ver lo que está fuera, sino recordar lo que está dentro de uno. Para mí es totalmente al revés. Al nacer, nuestra inteligencia está vacía, lisa como una tabla recién encerada. Pero posee la capacidad prodigiosa de grabar lo que va conociendo. No tiene nada grabado en acto pero sí en... — Potencia. — Y agrego más. Casi todos los filósofos hasta Platón han distinguido entre conocimiento sensible y racional. Eso es correcto. El problema está en que, al despreciar reiteradamente el primero, han tenido que recurrir a explicaciones poéticas o mitológicas para el segundo. Al dividir al hombre en dos realidades —una material y otra inmaterial— como si fueran “opuestas”, no saben cómo resolver la comunicación entre ellas. Insisto: el hombre no es una superposición de cuerpo y alma como lo es un caballo y su jinete, sino una unidad sustancial, pero que conoce en etapas: primero captan los sentidos y luego capta la inteligencia. Todo lo que llega a nuestra inteligencia, ha pasado antes, necesariamente, por nuestros sentidos. — A ver, déjeme pensar... Me parece que si lo más externo nuestro (los sentidos) captan lo más externo de una sustancia (los accidentes), lo más interno nuestro (la inteligencia) debe captar... Mmm… ¿la forma sustancial? — ¡Claro! Lo propio y principal de la inteligencia es entender, captar qué son las cosas. Y qué es algo es justamente la forma sustancial de ese algo. Así, pues, la inteligencia capta formas sustanciales, y los sentidos, accidentes o formas accidentales. Ahora te desafío a descubrir otro paralelismo. Compara detenidamente las funciones vitales de los animales y de los humanos. ¿Qué más puedes decir? — (Alejandro piensa unos instantes) Que así como los animales tienen sentimientos luego de sentir, los humanos deciden luego de entender. — Tu respuesta no podía ser mejor. Esa capacidad de decidir se llama voluntad, pero hablaremos de ella más adelante. De manera que lo que distingue la vida intelectiva de los otros tipos de vida es la inteligencia y la voluntad. En cambio, entre plantas y animales la transición es menos nítida, pero la graduación de perfecciones muy amplia. Hace poco intentábamos comparar una lombriz con un perro; también podríamos comparar esa mosca posada en tu sandalia con Bucéfalo…

— ¡Ridículo! Sin embargo, mi caballo, las hormigas, las abejas, parecen pensar… — Sólo “parece”. Es un misterio cómo nacen sabiendo lo que deben hacer… ¡Podríamos decir que los animales sí tienen reminiscencia! Pero no son inteligentes al modo humano. Si lo fueran, serían capaces de adaptar el entorno a sus necesidades de supervivencia. Por ejemplo, si llevas a una golondrina a un lugar frío, se muere, porque sabe hacer un único tipo de nido que no la aísla del frío y además no sabrá encontrar su comida en aquel lugar inhóspito. En cambio, el hombre hace fuego, se abriga y construye casas; inventa armas para cazar, cocina para digerir, domestica animales para trasladarse… Esa capacidad de adaptar el entorno a su gusto y necesidad, y de transformar las cosas en instrumentos, se llama técnica. La técnica es una señal clara de inteligencia, porque supone entender qué es cada cosa y lo que cada cosa es en... — Potencia, de nuevo. ¿Y qué tienen entonces los animales parecido a la inteligencia? — Se llama instinto, que es una reacción innata y siempre idéntica ante las mismas sensaciones y sentimientos. Si Bucéfalo tiene hambre y encuentra pasto y tú lo dejas, siempre comerá: no lo puede evitar. En cambio tú, si deseas competir cuidas tu dieta. Los hombres también tenemos instintos, pero podemos controlarlos con la inteligencia y la voluntad. Los animales, cuanto más desarrollados tienen sus sentidos y sentimientos, más desarrollados tienen sus instintos y más inteligentes parecen. En fin, hablar de comida me ha despertado el apetito. Volvamos a casa a ver qué nos han preparado. Lectura: El mono y el agua «Pavlov coloca a un simio en una gran balsa que flota en el centro de un lago. Entre el lugar donde se sitúa el simio y aquel donde se le proporciona el alimento, hay un aparato que produce fuego. Pero también hay un depósito de agua y un cubo. Al mono se le enseña a sacar agua del depósito con el cubo, apagar el fuego y llegar a la comida. Por lo demás, el mono sabe refrescarse en el lago cuando hace calor. Pero un buen día se quita el agua del depósito. El simio, desconcertado, sigue metiendo el cubo en el depósito vacío sin pensar que puede llenarlo con el agua del lago. ¿Por qué? Ésta es la respuesta de Pavlov: porque no tiene una idea general, abstracta, del agua como tal; en el nivel en que se sitúan los antropoides no se produce aún la abstracción de las propiedades específicas de los objetos.» (José Ramón Ayllón, En torno al hombre) Estrategia de estudio Aristóteles continúa enseñando más conceptos de Psicología y Antropología: entender, inteligencia, voluntad, técnica, instinto.

48. Ciencia y método ARISTÓTELES. — Anoche he dormido poco. Estuve pensando en cómo entendemos. ALEJANDRO. — ¿No es suficiente todo lo que me explicó? — Eso es sólo el comienzo, Alejandro. Captar una forma sustancial es la primera operación de la inteligencia; por eso se me ocurre llamarla simple aprehensión o comprensión. Su resultado es un concepto, que no es otra cosa que la forma sustancial en mi mente. — A ver si entiendo, ¿el concepto es para usted lo que para Platón era la idea? — En efecto. Con la diferencia de que el concepto “árbol” lo puedo formar recién después de haber visto muchos árboles y de haber distinguido sus propiedades

específicas. Una vez que mi inteligencia tiene claro el concepto “árbol”, puedo definir lo que entiendo por “árbol”. Por tanto, la definición es el enunciado de un concepto mediante sus propiedades específicas. — De las definiciones hablaba Sócrates, perdón Platón… o Sócrates, no sé. — Sí, precisamente Sócrates llegaba a la definición de una virtud después de preguntar a muchas personas qué era esa virtud. Y cuando llegaba a un enunciado universalmente aceptado, consideraba que ése era entonces el verdadero concepto que buscaba. Eso es hacer ciencia: buscar definiciones y leyes universales permanentes. — ¿Sócrates era científico? — De algún modo sí, porque la ciencia busca definir y demostrar. Y Sócrates descubrió la inducción o método inductivo de conocimiento: extraer lo común de muchas opiniones u observaciones para establecer una definición o verdad universal. Recuerda, lo universal está sólo en mi mente, no en la realidad; si no, caeríamos en el error de Platón. — Estoy cansado de que me diga siempre lo mismo: “Recuerda, que sólo existen sustancias individuales concretas: no existe 'el soldado' sino bla, bla, bla...”. ¡No necesito que lo repita más! — Alejandro, repetir es la única forma de no olvidar. Tú te verás obligado a hacer lo mismo con tus generales y soldados cuando te llegue el momento de comandar un ejército. Y tendrás que hacerlo con cada uno, sin cansarte. ¿Entendido, hijo del rey? — Entendido... ¿Qué más se le ocurrió anoche? — Continuemos. Al afirmar o negar algo, estás uniendo dos conceptos —un sujeto y un predicado— mediante un verbo. Es la segunda operación de la mente: el juicio. En el juicio es donde se produce la verdad o la falsedad. Un juicio es verdadero o falso si une o desune respectivamente lo que está unido en la realidad; y al revés. Por ejemplo, “el caballo de Alejandro es blanco” es un juicio verdadero si Bucéfalo es blanco, si no, es falso. — Es falso. Bucéfalo y negro están unidos en la realidad. — Por último, la tercera operación intelectual es la que avanza desde juicios conocidos a juicios desconocidos y se llama raciocinio, silogismo o deducción. Por ejemplo: “todos los caballos son mortales” y “Bucéfalo es un caballo”, entonces “Bucéfalo es mortal”. La ciencia avanza gracias a la inducción y a la deducción. En fin, anoche he decidido escribir un libro. Te has quedado pensativo... — Es eso de que Bucéfalo es mortal… — Tú y yo también... No lo olvides nunca. Ten en cuenta Es admirable considerar que todos los seres humanos nacemos con unas mismas características intelectuales. Aunque hablemos distintos idiomas o hayamos vivido en siglos diferentes o en regiones con costumbres muy dispares, elaboramos idénticos conceptos y poseemos las mismas reglas lógicas de razonamiento. Es un denominador común que permite dialogar y vivir en sociedad, y entender la historia. Estrategia de estudio En esta lección Aristóteles introduce algunos conceptos relativos a Ciencia y Lógica: simple aprehensión, concepto, definición, ciencia, inducción, juicio, verdad/falsedad, deducción.

49. Bien y felicidad ALEJANDRO. — Anoche fui yo el que casi no dormí pensando en la muerte... ¡Quisiera ser un héroe de Homero y permanecer para siempre en la memoria de los pueblos! ARISTÓTELES. — Por ahí se empieza, ¡por la causa final! Si no te lo propones, nunca lo lograrás. Los atletas que compiten en Olimpo se proponen metas altas, si no, no llegan a ser laureados. Pero Homero también enseña que el mayor peligro del hombre es el hybris: esa arrogante autosuficiencia que lleva a erigirse en divinidad de uno mismo, para ser dueño absoluto del propio destino, cuando en realidad no lo somos tanto. De todos modos, no pierdas tus ideales. — Lo tendré en cuenta. — Eso espero... Y es oportuno que haya surgido este tema, porque conversaremos sobre la ética: cómo hemos de actuar en la vida. En esto siempre estuve de acuerdo con Platón y me han parecido acertados sus diálogos y mitos. En el Gorgias, Sócrates dice a Calicles: “Es en vistas del bien que todas las cosas son hechas por aquellos que las hacen… Deseamos los bienes: las cosas que no son ni buenas ni malas o que son malas, no las deseamos”. Es decir, todo arte, toda ciencia, toda acción y elección parecen tender a algún bien: el bien es aquello hacia lo que todas las cosas tienden. — Es obvio, Aristóteles: si no concibo alcanzar algo que me parece bueno, ni me muevo. — A esto te agrego que todos los bienes se subordinan a un único bien supremo que llamamos felicidad. — ¡Felicidad... felicidad! ¿En qué consiste, a fin de cuentas? — Hay opiniones divididas. Unos la colocan en las cosas sensibles y relucientes, como el placer o la riqueza; los enfermos desean la salud; los políticos buscan la fama y los honores… Pero todas éstas son comprensiones superficiales de la felicidad. La vida que sólo tiene por fin enriquecerse es una especie de violencia y lucha continua; a fin de cuentas, la riqueza no es más que una cosa útil que aspiramos obtener en vistas a otras cosas que no son ella misma. Asimismo, muchos buscan la fama y los honores para confirmar que la estimación que los demás tienen de uno mismo es el justo homenaje a los propios méritos. El que así actúa no se da cuenta de que la virtud es incompleta si se busca y se tiene de modo egoísta. Y en cuanto al placer… — Perdón, pero hasta ahora sólo me ha explicado qué no es felicidad… — Porque descartar lo que no sirve es un buen método para llegar a una definición. Lo ejercitaba Sócrates con su mayéutica. Por otra parte, interesa que comprendas que esos bienes —el placer, la riqueza, la salud, la fama— no son fines en sí mismos sino medios. Eso no quiere decir que los despreciemos, pues difícilmente se puede ser feliz sin las necesidades básicas cubiertas. Pero es un hecho comprobado que los hombres o las mujeres que piensan encontrar la felicidad en bienes materiales y caducos, alcanzan lo contrario de lo que buscaban. — Sigue sin decirme en qué consiste la felicidad y dónde encontrarla. — Lo sensato es suponerla relacionada con lo que verdaderamente distingue al ser humano: su racionalidad. Un perro, por ejemplo, si se deja llevar por sus instintos, termina siendo un perro perfecto. Incluso decimos que es un perro “feliz”, aunque no tiene idea de qué es la felicidad. En cambio el hombre la busca, y para encontrarla se propone fines y elige medios, procurando enderezar sus acciones como un arquero sus

tiros. Esto significa que quien posea unas costumbres que le permitan elegir siempre bien para actuar bien y sin demasiado esfuerzo, vivirá feliz. Esas costumbres son las famosas virtudes. Podemos concluir que la felicidad consiste en disfrutar la vida gracias a las virtudes. — ¡Zeus, por fin...! Entonces, ¿se puede aprender a ser feliz? — Eso sostengo. — ¿Y cuál de todas las virtudes es la más excelente y perfecta? ¡Ésa la quiero para mí! — Antes tendremos que hablar de otras mas fáciles de conseguir, pero mañana. ¡Ah!, por favor, trae dos jabalinas y dos espadas. Alejandro se aleja sorprendido: ¿Será que el viejo quiere aprender a combatir? ¿O será más fácil combatir que adquirir virtudes? Lectura: Dumbledore a Harry (I) «Para una mente bien preparada la muerte es sólo la siguiente gran aventura.» (Joanne Kathleen Rowling, Harry Potter y la Piedra Filosofal) «Es a lo desconocido lo que tememos cuando vemos la muerte o la oscuridad. A nada más.» (J.K.R., Harry Potter y el Príncipe Mestizo) Se dice que… Un mendigo se acercó a Alejandro pidiéndole que le diera un limosna y Alejandro le contestó haciéndole rey de una de sus ciudades conquistadas, a lo que el mendigo, muy agradecido, le dijo que él sólo le había pedido una limosna. Alejandro le respondió: Tú me pides como lo que eres y yo te tengo que dar como el emperador que soy. Ten en cuenta Los seres inanimados tienden a su fin ciegamente, como sucede, por ejemplo, en una reacción química (siempre que se exponga el hierro al oxígeno, se formará herrumbre). Los animales tienden a su fin instintivamente, porque buscan lo que necesitan o les gusta sin preguntarse el porqué, como si estuvieran “programados” (a los gatos siempre les gustará el pescado, y las hormigas siempre se organizarán de la misma forma). El ser humano persigue su fin libremente, conociendo por qué necesita, hace o le gusta algo, sin estar determinado a hacerlo o conseguirlo, y puede elegir apartarse de su fin: puede decidir pasar hambre; puede superar el miedo o la ira para conseguir un objetivo; puede decidir hacer algo que está mal, sabiendo que está mal. (cfr. Rafael Gambra, Historia sencilla de la Filosofía). Estrategia de estudio Ahora Aristóteles comienza con conceptos de Ética: hybris, ética, bien, felicidad, virtud, placer, dolor, vicio.

50. Felicidad y virtudes ALEJANDRO. — Anoche unos amigos se rieron cuando les dije que se podía aprender a ser feliz. Usted dijo que se podía... ARISTÓTELES. — Lo absurdo sería imaginar que la felicidad está entregada al azar. La salud, la riqueza, la fama, la belleza natural sí que están libradas al azar. Van y vienen. Pero no hay nada que posea el hombre de modo más constante y seguro que sus propias virtudes. Escúchame con atención: jamás el hombre virtuoso puede volverse infeliz, porque sabe sufrir los avatares del destino sin perder la dignidad. De

manera que cualquiera puede adquirir virtudes y aprender a ser feliz… Pero hay que proponérselo seriamente. — Quisiera entenderlo mejor. — ¿Qué quiero decir…? A ver, dame una de las jabalinas que trajiste. ¿Ves aquel árbol? (Aristóteles arroja la jabalina a casi sesenta codos de distancia, pero se clava en el suelo, tres codos a la izquierda del árbol al que apuntaba). — ¡Ja! (Con una velocidad sorprendente, Alejandro arroja la otra jabalina y la clava en medio del tronco). — ¡Por Zeus, qué buen lanzamiento! Pareces Aquiles. Ahora ¡empuñemos las espadas! (Intenta dar una estocada a Alejandro y éste lo desarma con un movimiento rápido y circular de su brazo). — ¡Ja, ja! — ¡Por Apolo, dios de la guerra! ¿Has visto con qué facilidad acertaste con la jabalina y me has desarmado? ¡Casi sin pensar y disfrutándolo! Supongo que para llegar a esto has practicado mucho. — Muchísimo, con Leónidas. — El alma también puede adquirir destrezas. Son esas virtudes que mencionábamos ayer. Al igual que las destrezas del cuerpo, las virtudes se engendran por repetición de actos semejantes. Por ejemplo, nuestra actuación habitual en los negocios nos convertirá en justos o injustos. Y, nuestra actitud reiterada ante el peligro nos hará cobardes o valientes. Y según nos acostumbremos a reaccionar bien o mal, nos haremos amables o iracundos. Por consiguiente, adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos no tiene poca importancia, ni siquiera mucha: ¡tiene una importancia absoluta! — ¡Quiero ser héroe, quiero ser feliz, quiero ser lo máximo! — Acuérdate del hybris, Alejandro... Dejemos aquí. Para mañana lee nuevamente el mito del carro alado en el diálogo Fedro. Vamos a recoger las jabalinas y, con ellas, a pescar truchas... ¡en eso no me superas! Lectura: Dumbledore a Harry (II) «No importa lo que una persona es al nacer, sino lo que llega a ser cuando crece.» (J.K. Rowling, Harry Potter y el Cáliz de Fuego) «Son nuestras elecciones las que muestran lo que somos, mucho más que nuestras habilidades.» (J.K.R., Harry Potter y la Cámara Secreta) Ten en cuenta Las virtudes vienen a ser como músculos de la voluntad y, al igual que los músculos del cuerpo, si no se ejercitan se atrofian. Aun con buenas intenciones, muchas veces resulta difícil actuar bien si no se posee virtudes.

51. Placer y dolor ARISTÓTELES. — Si has leído el Fedro recordarás las virtudes que representa Platón con su carro alado... ALEJANDRO. — La valentía, la moderación, la sensatez y la justicia.

— Bien. Hay muchas más virtudes, pero esas cuatro son como las raíces o principios de todas. Antes de estudiarlas, es preciso que tengas ideas claras sobre el placer y el dolor. — Leónidas dice que los espartanos vencen a sus enemigos porque antes han logrado vencer en ellos mismos el placer y el dolor. — Y Platón decía que una buena educación desde la primera infancia consiste en colocar nuestros goces y nuestros dolores en las cosas que conviene colocarlos. Lo enseña la experiencia: no todos los placeres son buenos, ni todos los dolores son malos. A ver, pon ejemplos. — Mmm... una medicina puede ser dolorosa y sin embargo cura. Y el vino, que es sabroso, bebido en exceso hace daño. — Así es. Cuando se persigue el placer o se huye del dolor en el momento en que no debe hacerse, y además esa actitud se repite sin freno, aparecen los vicios, que dañan tanto el alma como el cuerpo. De modo que la virtud es aquello que nos dispone respecto de los dolores y de los placeres de tal manera que nuestra conducta sea la mejor posible. El vicio es lo contrario. La virtud enriquece el alma y el vicio la deteriora. — Entonces, ¿no es bueno sentir placer? — No dije eso, Alejandro. El placer es algo natural y hasta necesario. De alguna manera, es lo que buscamos en todo lo que hacemos. El problema es buscarlo desordenadamente, como un fin exclusivo, y en cosas o momentos inoportunos. Por eso, la virtud consiste también en saber administrar el placer y el dolor de acuerdo a esta pregunta: ¿cuál es el bien que está en juego? El que no reflexiona, el que no usa bien su inteligencia, escoge siempre el placer, confundiéndolo con la felicidad, y huye siempre del dolor, confundiéndolo con la desdicha. Si el placer fuese el criterio de felicidad los borrachos deberían ser hombres felices, y no parece que sea así... — Ahora veo que no basta con lo que enseñaba Sócrates: “Quien sepa lo que es bueno también hará el bien”, porque hay que aprender a hacerlo. — Así es. Y en ese aprendizaje intervienen la inteligencia y la voluntad. Por eso usé la palabra “administrar” el placer y el dolor, pues hace falta no sólo elegir bien (tarea de la inteligencia), sino también ejecutar con firmeza (tarea de la voluntad). — Me está presentando una vida demasiado aburrida. — ¡Todo lo contrario! Una señal de haber adquirido una virtud es que comienza a ser grato lo que antes resultaba penoso. Aprender a leer, a tocar bien la lira y a acertar con la jabalina, repitiendo muchas veces los mismos ejercicios, al principio puede resultar aburrido, pero una vez que dominas esos artes, te resultan placenteros, ¿no es así? — Creo que sí... — Pero, recuérdalo bien, has de vencer la comodidad de modo habitual. Lectura: La vida lograda «La tradición aristotélica, a diferencia de los epicúreos, en vez de poner el placer como fin de la vida, le reconoce un importante papel, pero como un añadido a la existencia virtuosa. Así, una señal de que se ha adquirido la virtud, es que comienza a ser grato lo que antes resultaba incómodo y, en cierta medida, forzado. Esto pasa con el desarrollo de cualquier destreza, desde tocar el violín hasta ejercer actos de justicia. Como se decía más arriba, la vida lograda no es

aquella que se realiza por placer, sino con placer.» (Joaquín García-Huidobro, El anillo de Giges)

52. Moderación y valentía ARISTÓTELES. — En la Hélade todos conocemos la máxima de nuestros sabios antepasados: “Nada en exceso”. ¿Te sugiere algo, Alejandro? ALEJANDRO. — Que es obvio. — Yo pienso que hace falta agregar: “Y nada en defecto”. — También obvio: todo lo defectuoso es malo. — No me refiero a un defecto físico, sino al actuar humano. No olvides que estamos hablando de ética. Quiero decir, que no se ha de pecar ni por exceso ni por defecto. Por ejemplo, un artista busca la perfección de su obra procurando que nada se pueda añadir ni quitar a ésta; y un gimnasta busca la alimentación adecuada para vencer en las Olimpíadas: ni excesiva ni escasa. De modo semejante, el que desea adquirir una virtud, ha de ascender a una cúspide entre vicios extremos. Algo así: (Aristóteles dibuja en el piso) — Póngame ejemplos. — ¿Recuerdas el carro alado? Los caballos blanco y negro representan las virtudes relacionadas con el placer y el dolor: la moderación y la valentía, respectivamente. Moderarse quiere decir buscar lo que deleita sin exceso. Esto es aplicable a muchas cosas que dan placer, por ejemplo, la ambición de riqueza o de poder, la curiosidad y todas las sensaciones que tenemos en común con los animales. El moderado no goza con lo que no debe gozar (por ejemplo, el adulterio), no renuncia a la razón para gozar (como el que se emborracha) y no se aflige desmedidamente a causa de una privación. Veámoslo así: — Pero, si mi padre se emborracha, ¿por qué no puedo emborracharme yo? — Alejandro…, repetidas veces he dicho a Filipo que pocos enemigos podrá dominar y pocos súbditos podrá gobernar con justicia si no sabe dominarse y gobernarse primero a sí mismo... — Siga con la valentía. — Esa es una virtud con doble aspecto. Uno es la capacidad de enfrentar dificultades o de emprender desafíos, como la invasión de los aqueos a Troya, el reino de Príamo. Otro aspecto es la capacidad de resistir o de tener paciencia. ¿Recuerdas algún pasaje de La Ilíada sobre esto?

— Sí. Cuando los aqueos se cansan del asedio a Troya y desean regresar a sus casas, Ulises les increpa: “Es una vergüenza haber permanecido tanto tiempo aquí y volver sin gloria”. — Ciertamente, muchas veces es más virtuoso resistir que atacar. Atacar puede responder a un entusiasmo pasajero, al gusto por la aventura, o a un afán desmedido de gloria. En cambio, quien resiste supera el debilitamiento, la desmotivación o la desesperación. Veamos los vicios de la valentía por defecto y por exceso, y luego me pones ejemplos. La cobardía se presenta ante el dolor físico, ante el cumplimiento del deber y, por supuesto, ante la muerte. Y la temeridad es no tener miedo cuando hay que tenerlo. Aquiles era muy valiente, pero fue temerario al no proteger su talón en el asedio a Troya… Se dice que… «Un nuevo matrimonio de su padre [Filipo] —que podría llegar a poner en peligro su derecho al trono—, lo alejó de él. Es famosa la anécdota de cómo, en la celebración de la boda, el nuevo suegro de Filipo rogó porque el matrimonio diera un heredero legítimo al rey, en alusión a que la madre de Alejandro era una princesa de Epiro y que la nueva esposa de Filipo siendo macedonia daría a luz a un heredero totalmente macedonio y no mitad macedonio y mitad epirota como Alejandro, con lo cual sería posible que se relegara a este último de la sucesión. Alejandro se enfureció y le echó encima el contenido de su copa, espetándole: `Y yo ¿qué soy?, ¿un bastardo?`. Cuando Filipo, borracho, se acercó a poner orden, Alejandro se burló diciendo `Quiere cruzar Asia, pero ni siquiera es capaz de pasar de un lecho a otro sin caerse`.» (Universitat de Valencia, mural.uv.es) Relaciona Literatura. ¿Cuál es la leyenda sobre el talón de Aquiles? Estrategia de estudio Aristóteles sigue con más conceptos de Ética, concretamente de estas virtudes: moderación, valentía, sensatez, justicia, contemplación.

53. Sensatez y justicia ALEJANDRO. — Queda por ver el auriga. ARISTÓTELES. — ¿Qué hace un auriga? — Gobierna los caballos de su carro y toma decisiones en medio de la batalla. — Por eso representa la sensatez con la que el hombre se gobierna a sí mismo. Elige y decide en cada situación el mejor modo de actuar —o de no actuar— en vistas a ganar la batalla de su vida, que es ser feliz. También es la virtud que necesita quien gobierna una familia o una polis, pues debe tomar decisiones sobre lo bueno o lo malo para sus hijos o súbditos, ¡algo nada sencillo! Fíjate qué pobremente puede gobernar a otros o gobernarse a sí mismo alguien poco sensato, como te muestro en estos vicios extremos. Después vuelves a poner ejemplos de La Ilíada: — Entiendo que los príncipes troyanos fueron sensatos

cuando, al ver la llanura repleta de enfurecidos aqueos, deciden que la hermosa Helena deje a Paris y regrese con los aqueos, para poner fin al conflicto. — Considera que la sensatez es también la encargada de determinar el medio razonable de cada virtud, es decir, moderar el placer y dar valentía ante el dolor. Asimismo, es difícil ser sensato sin moderación o sin valentía. — No entiendo bien esto último. — Si te falta moderación porque tus sentimientos están inundados de placer o de dolor, tu razón se nubla y no distingue claramente a dónde conducen tus actos. Seguro que encontrarás otro ejemplo en La Ilíada. — Mmm... ¡claro! Lo que dio comienzo a todo. Paris, cegado por la pasión por Helena, decide raptarla y llevársela a Troya. No tuvo la sensatez de prever que esa decisión provocaría una guerra increíble y la caída del reino de Príamo, su padre. Creo que otro ejemplo es la cólera de Aquiles contra Héctor, cuando se dejó cegar por el dolor de la muerte de Patroclo, convirtiéndose en brutal y despiadado. Pero, aconsejado por Príamo, que llegó disfrazado al campamento aqueo, reacciona bien. — ¿Y qué piensas que Príamo logra de Aquiles? — Pues... Mmm… — ¡Que no sea egoísta!, ¡que sea justo! Que se dé cuenta de que él, Aquiles, no es el único afligido y puede haber otros que sufren tanto o más que él. Graba en tu memoria lo siguiente: el hombre más perfecto no es el que emplea la virtud en sí mismo, sino el que la emplea en favor de otros, cosa siempre difícil. Por esta razón, la justicia es una virtud especial, porque es la que debe acompañar a cualquier otra virtud para que sea verdadera virtud. Y la injusticia es, por lo mismo, compañera del vicio. Un antiguo poeta decía: “Todas las virtudes se encuentran en el seno de la justicia”. — Quiero entender mejor esa relación entre injusticia y vicio. — Por codicia, alguien puede tomar para sí más de lo que le corresponde; por inmoderación, cometer un adulterio; por cobardía, abandonar una batalla; por cólera, golpear a un inocente. Pero si estas maldades las hace por egoísmo, por aprovechamiento propio, es injusto además de avaro, inmoderado, cobarde o cruel. Incluso si alguien es moderado, valiente, generoso o amable exclusivamente para que los demás lo admiren y le rindan homenaje, no posee verdaderamente dichas virtudes. — También Platón identificaba la justicia con la armonía de virtudes. — Exacto. Consideremos ahora otros sentidos de entender esta virtud. Existe una justicia legal, que corresponde tener a los ciudadanos respecto de los que gobiernan mediante leyes. A su vez, los que gobiernan deben tener justicia distributiva, entregando a cada ciudadano los recursos comunes que administran, en proporción a sus méritos, a sus necesidades y a su contribución. Por último, la justicia conmutativa se refiere a las relaciones de los particulares entre sí, pero esta justicia se rige por un principio de igualdad, no de méritos como las otras. — ¿Qué quiere decir? — Que esta justicia sólo mira a la naturaleza de los delitos y trata a las personas como iguales. Importa poco que sea un ciudadano distinguido el que haya despojado de sus bienes a otro; e importa poco que sea distinguido o no el que comete un adulterio. Como en estos delitos uno pierde y otro gana, el juez intenta remediar la desigualdad imponiendo una pena o exigiendo una compensación.

— Ya veo. El juez hace justicia restableciendo una igualdad perdida entre las dos partes. — Y por esa razón al juez se le llama mediador, porque busca el “justo medio” entre el aprovechamiento de uno y el perjuicio de otro. — ¿Y cuáles son los extremos viciosos de la justicia? — Hay muchos, porque los vicios de cualquier virtud pueden considerarse injustos en sí mismos. De todos modos, ensayaré un esquema que podría tener cierta validez general:

Lectura: El mejor de los bienes «A los peces, a los animales feroces, y a las aves de rapiña, les ha permitido Zeus devorarse entre sí, porque entre ellos no existe la justicia; pero a los hombres ha dado la justicia, que es el mejor de los bienes.» (Hesíodo, Los trabajos y los días) Ten en cuenta La virtud representada como cúspide, significa que se trata de un equilibrio, una armonía. ¿Equilibrio y armonía entre qué cosas? Entre razón y sentimientos. Es decir, adquirir una virtud supone haber adquirido cierto equilibrio interior, cierta armonía psíquica en determinadas elecciones y decisiones. Cuando se alcanzan este equilibrio y esta armonía en un buen número de virtudes, se alcanza la madurez de carácter. Por eso, decimos que los dementes o los inmaduros son personas “desequilibradas”. Aristóteles va todavía más lejos: dice que sin equilibrio y armonía de carácter es imposible aspirar a ser feliz. Relaciona Literatura. Busca ejemplos de vicios contrarios a la sensatez y a la justicia, que hayas visto en cine o en TV, o hayas leído en libros o periódicos.

54. Humanos y divinos ALEJANDRO. — Tengo dos preguntas para hacerle. ARISTÓTELES. — La primera... — Me parece fácil apuntar al medio de un árbol con la jabalina, pero no tanto apuntar y acertar a ese medio virtuoso entre dos vicios. — No me creerás si te digo que estaba preparado para tu inquietud. Mira (Aristóteles extrae de adentro de su túnica un papiro escrito por él mismo), te dejo

un papiro con mi respuesta. Espero que pueda serte útil el resto de tu vida. Léelo ahora en voz alta. — (Después de leer el papiro, Alejandro lo guarda bajo su cinto) ¡Gracias! Llevaré este papiro siempre conmigo. — Ahora, la segunda... — Queda todavía por ver cuál es la virtud más perfecta... — Presta atención. El bien, lo bueno, es lo que a alguien le permite mejorar su actividad: lo que lo perfecciona. Por ejemplo, lo bueno para un albañil es todo aquello que le permite actuar mejor como albañil. Si consideramos no un oficio, sino el hecho mismo de ser humano, lo que perfecciona son las virtudes. Y éstas hacen posible, como ya vimos, la vida feliz. Ahora bien, como lo más excelente en el ser humano es su parte racional, la virtud más excelente tendrá que ser la que lo mejore mediante el conocimiento de lo más sublime. Esa virtud es la contemplación de las realidades filosóficas. — ¡Es demasiado teórico! Ni lo entiendo ni podría vivir así... ¡No me lo pida! — A ver si logro explicarme mejor... La oscuridad, la ignorancia, la duda paralizan, dan temor y tristeza. En cambio, la luz, la certeza o cualquier descubrimiento que hagas te produce alegría. Piensa cómo te sientes luego de encontrar un tesoro, de resolver un difícil problema de geometría o cuando se te ocurre una buena idea... — Me siento satisfecho. — Bien. Cuanto más profunda y perfecta sea la realidad que descubras o entiendas, mayor será la felicidad que conseguirás. Por esto mismo considero que la vida de Dios es necesariamente la más feliz, porque él es pura y perfecta inteligencia y, por tanto, entiende todo hasta sus últimas causas y fines. La aspiración a la gloria, a lo absoluto y a la perfección —¡a la felicidad!— que tenemos los humanos —¡que tienes tú!—, es ansia de divinidad. Y la contemplación no es otra cosa que la actividad de la razón intentando satisfacer esas ansias. — ¡Por Atenea, diosa de la sabiduría, ahora resulta que la gloria es inalcanzable! — Admito que la contemplación es demasiado excelente para cualquier humano. Pero eso no nos impide ejercitarnos en ella. Basta reconocer que hay en nosotros algo divino y, en la medida de lo posible, hacer todo lo que está a nuestro alcance por vivir de acuerdo a lo más excelente que tenemos: nuestra racionalidad. Piensa ¿Qué vicios por defecto y por exceso tienen la magnanimidad, la amabilidad, el desprendimiento, la mansedumbre, la franqueza? Busca algunos ejemplos para los “Consejos prácticos” que Aristóteles entregó a Alejandro.

55. Animales y políticos ALEJANDRO. — Aristóteles, ¿a qué se dedica cuando no tenemos clases? ARISTÓTELES. — De día examino todo lo que tiene vida, y también estudio constituciones de diversas polis. Y, una vez caída la noche, examino el firmamento. — ¡¿Constituciones de polis?! ¿Cuántas tiene?

— Ya he conseguido más de 70. — ¡Por los dioses del Olimpo! ¿Y para qué? — Cuando investigas algo, es porque te interesa en sí misma la materia o porque deseas resolver un problema. Lo primero me sucede con las plantas, los animales y los astros, y lo segundo con las constituciones. — ¿Y cuál es el problema que desea resolver? — La vida en las polis es cada vez más insegura; los conflictos y las revoluciones están a la orden del día; ninguna de las formas o regímenes políticos perdura; la convivencia se ha vuelto precaria por el excesivo individualismo derivado del bienestar económico y... (Aristóteles hace una pausa) — ¿Y? — Y ya que nuestros antecesores han dejado sin explorar el campo de la legislación, decidí examinarlo por mi cuenta. Procuro investigar qué cosas salvan y qué cosas pierden a las ciudades, y por qué causa unas son bien gobernadas y otras no. Quizás consiga descubrir cuál es la mejor forma de gobierno y de qué leyes y costumbres se ha de servir. Te veo distraído, ¿te interesa esto? — Pues... no demasiado. ¿A qué conclusiones está llegando? — Así que “no demasiado”... Mira, ante todo, cualquier tipo de gobierno debería respetar y fomentar lo que el ser humano es por naturaleza: un animal social, un animal político. Junto con Platón, considero que la vida en sociedad es imprescindible para el normal desarrollo de las virtudes y para la felicidad de cada individuo. Un ser humano inteligente pero sin virtudes puede resultar el ser más perverso y feroz. Aún así, siempre necesita de la sociedad. Aquel que puede no vivir en sociedad y que en medio de su independencia no tiene necesidades, es una bestia o un dios. — Los animales también viven en sociedad... — No viven en sociedad sino en manada, en enjambre, en rebaño... El hombre es infinitamente más sociable que las abejas y que todos los demás animales, porque es inteligente. Los animales pueden comunicar sentimientos de alegría o de dolor mediante sonidos, pero la inteligencia produce palabras para expresar el bien o el mal, la justicia o la injusticia. Y la comunicación de estos sentimientos mediante palabras es lo que construye una sociedad... o la destruye. Lectura: Ciento cincuenta y ocho «Aristóteles se ocupó a fondo de los problemas de la sociedad y el Estado en los ocho libros de su Politica. Además, poseía un material documental extraordinario sobre las constituciones de las ciudades griegas (158, de las que sólo se ha conservado la de Atenas), y a esto unía un conocimiento profundo de las cuestiones económicas.» (Julián Marías, Historia de la filosofía) Piensa ¿Cuál es el método científico que emplea Aristóteles para determinar la mejor forma de gobierno? ¿Es posible que alguien se eduque solo a sí mismo, sin ayuda de otros seres humanos? ¿Has oído hablar sobre los niños ferales? Estrategia de estudio Aristóteles termina enseñando varios conceptos relativos a Política: sociedad, Estado, familia, polis, bien común, monarquía, aristocracia, democracia, tiranía, oligarquía, demagogia, república, amistad.

56. Democracia y oligarquía ARISTÓTELES. — Otra conclusión de mi estudio es que el Estado ha de respetar el modo natural en el que nace y se desarrolla el hombre. Por lo pronto, es necesaria la aproximación de dos seres que no pueden nada el uno sin el otro: me refiero a la unión de los sexos para la reproducción. También es necesaria la relación del amo y el esclavo, tanto para la producción como para la estabilidad económica de una casa. Por eso, la primera comunidad natural es la familia. Luego, la agrupación de familias forma una aldea, y un conjunto de aldeas constituye una polis. ALEJANDRO. — Ya veo, déjeme dibujarlo: (dibuja en la arena) — Algo así. Lo cual muestra que la polis es una realidad natural para el hombre. Es natural por su origen, porque se forma por agregación de sociedades más pequeñas, también naturales. Y es natural por su fin, por ser algo a lo que tendemos para completar nuestro desarrollo y vivir mejor. En contrapartida, el hecho de pertenecer a una polis obliga a cada ciudadano a cumplir con un bien superior al individual, que llamamos bien común. — Volviendo a las constituciones, ¿cuál sería entonces para usted la forma de gobierno más perfecta? — Sería la que garantice más estabilidad de gobierno y más seguridad a los ciudadanos. Por lo que pude investigar, existen tres regímenes sanos, pero que suelen enfermarse fácilmente. (Se inclina y escribe en el suelo con una piedra) — ¿Y por qué decaen? — Ése es el núcleo de la cuestión. Se corrompen cuando los que gobiernan se tornan injustos, codiciosos de riqueza y de poder, persiguiendo el aprovechamiento propio en vez del de sus gobernados. Los hombres nos corrompemos fácilmente... Tú y yo también corremos ese riesgo. No lo olvides. — Pero alguno de esos regímenes debe ser el mejor... — El mejor es la monarquía, porque basta la excelencia de uno solo, el rey, para el bienestar de todos. Aun así, por la misma razón, es el régimen de gobierno más frágil, porque si el rey se corrompe, se convierte en lo peor: la tiranía. A menudo se lo recuerdo a Filipo, tu padre, cosa que no le agrada escuchar... — Y a mí tampoco...

— Pues... Ninguna de esas tres formas de gobierno son perfectas. Después de comprobar tantos fracasos, he pensado en emplear el mismo método que con la virtud: buscar un medio justo entre extremos injustos. — Muy sencillo. Mirando el esquema, tiene que ser el régimen del medio, la aristocracia. — No. No se trata de un promedio “geométrico”. Es imperioso ser realistas, como he procurado enseñarte siempre. Hay que encontrar algo que se pueda llevar a cabo en la mayor cantidad posible de polis y con la mayoría de sus ciudadanos; saber que no se logrará más que un nivel mediano de virtud en cada individuo; exigir una educación que no requiera condiciones extraordinarias de inteligencia o de riqueza; y recomendar un adecuado tamaño de polis y cantidad de habitantes, porque las ciudades demasiado grandes son ingobernables. En definitiva, pienso en una república. — Eso ya lo propuso Platón... — Platón proyectó una república ideal, muy poco realista. Acuérdate cómo le fue al pobre en Siracusa con Dionisio I y II, padre e hijo. Sonaba bien al oído pero no carecía de riesgos decretar un régimen así. La que yo propongo es una convivencia amistosa de democracia y oligarquía (inevitable ésta, por cierto), con una amplia clase media, buena cumplidora de sus deberes políticos. — ¿Clase media? ¿De qué tipo? — De medianos propietarios. Tanto los extremadamente pobres como los extremadamente ricos obstaculizan la vida política pacífica: los primeros, alimentan celos y envidia, y los segundos, vanidad y altanería. Y esos vicios fraguan conspiraciones. En síntesis, una polis con tamaño mediano de población y de extensión, con un régimen mixto y una clase media numerosa, políticamente activa, constituiría el régimen más estable y libre de sediciones. El más apto, por tanto, para favorecer la excelencia y la felicidad de cada ciudadano, que es lo que en última instancia interesa. Lectura: El Testamento de Aristóteles [Para Aristóteles] «los derechos de ciudadanía se reservan a una pequeña minoría, quedando excluidos los agricultores, los artesanos, las mujeres y los esclavos. Esto no significa que Aristóteles fuera misógino ni esclavista, sino que se encontraba imbuido en una sociedad que excluía a la mujer de la vida política y cuya estructura económica requería la esclavitud. A pesar de que en la Política dice claramente que ‘unos hombres son libres por naturaleza y otros esclavo’, en su Testamento pide que se le entierre junto a su primera esposa y que sus esclavos queden en libertad.» (Carlos Goñi Zubieta, Historia de la filosofía) Relaciona Educación social y cívica. ¿Cuántos tipos de sociedades integras? ¿Cuáles son tus derechos y deberes en cada una de ellas? ¿Qué harías tú para mejorar la seguridad y disminuir la delincuencia en tu ciudad? ¿Qué harías para disminuir la violencia en los espectáculos deportivos? ¿Qué harías para disminuir la pobreza y el hambre en las zonas marginales de la ciudad donde vives? Biología. ¿Qué animales se organizan en forma de monarquía? Historia. ¿Qué superficie promedio ocupaban las polis griegas y cuántos habitantes tenían en promedio?

57. Desacuerdo y amistad ALEJANDRO. — Cuando terminemos con estos estudios, ¿regresará a Atenas? ARISTÓTELES. — Probablemente. Me gustaría fundar allí una escuela de filosofía. Por otra parte, tu padre me ha ofrecido el gobierno de una polis... En realidad, todavía no sé bien qué voy a hacer. — ¡Como Platón! Un filósofo dedicado a la política… Es la oportunidad para ensayar esas ideas tan “equilibradas” que tiene... — Me lo dices con un tono algo despectivo. A decir verdad, no te vi demasiado interesado en la política. — Mi intención no era ser despectivo. Simplemente, es que... no estoy de acuerdo con que una república sea el régimen de gobierno perfecto. — Perfecto no, realista. Dime entonces lo que piensas. — ¡Yo quiero y voy a ser rey! Más que eso: quiero ser emperador, un rey de reyes. Siempre ha sido el sueño griego extenderse hacia el este. Convertiré a Grecia en un gran imperio, llevaré nuestra cultura a todas partes. Será un régimen perfecto. Usted dijo que la monarquía era lo mejor si el monarca era virtuoso... — Pero si quieres conquistar Persia, necesitarás emplear no poca violencia... Tú sabes bien que no soy amigo de la violencia. La guerra es sembradora de llanto, dice Homero. Por otra parte, mediante la fuerza, nunca lograrás hacer felices a tus súbditos. Las virtudes no se imponen, se enseñan. — Pero, si somos superiores a los persas, ¿por qué no vamos a gobernarlos? Es el deseo de mi padre y yo sueño con eso. — Alejandro, Oriente acostumbra a tragarse a los hombres y sus sueños... Además, ya te he advertido sobre el hybris... — A decir verdad..., la pregunta que le hice al principio se debe a que... mi padre quiere que la próxima semana, apenas cumpla 16, participe en una campaña militar contra los tribalos y los ilirios, en la frontera norte. — ¡No estoy de acuerdo! ¡Debes esperar, eres muy joven todavía! — Si espero, perderé la audacia de la juventud. Hable con mi padre. — Eso haré. Hablaré con Filipo esta misma tarde. — A pesar de esto, Aristóteles, ¿podemos seguir siendo amigos? — A pesar de esto, cuenta conmigo, Alejandro. Si por estar en desacuerdo en algunas cosas dejáramos la amistad, ésta sería egoísta, y no hay nada más opuesto a la amistad que el egoísmo. La amistad verdadera se ha de apoyar en la virtud, no en el interés. El hombre malo sólo obra pensando en sí mismo, y el bueno se olvida de su propio interés; más aún si se trata de hacer el bien a un amigo. Entre amigos, los bienes son mejores y los males se soportan más fácilmente. Por esta razón, apenas es necesaria la justicia si en una polis reina la amistad entre sus ciudadanos. Ten esto presente en tus conquistas... — ¡Gracias! No esperaba esta última lección... — ¿Última?

— Hable con mi padre. ¡Adiós! (Alejandro subió de un salto sobre Bucéfalo y se alejó a todo galope. Al llegar a la distancia de un estadio frenaron, saludaron al maestro —él agitando la mano, Bucéfalo con un relincho— y continuaron su carrera). Esa misma tarde Filipo dice a Aristóteles que está orgulloso de la sabiduría que ha adquirido Alejandro, pero que lo necesita en su ejército, sin demora. Por tanto, terminan las clases. En retribución, el rey le ofrece el gobierno de Estagira, su polis natal. Y allí se traslada Aristóteles por otro par de años, con su esposa Herpilis y su pequeño hijo Nicómaco. Corre el año 340 a.C. Lectura: Dumbledore a Harry (III) «Seremos fuertes en la medida en que estemos unidos; débiles en la medida en que estemos divididos... El don de esparcir discordia y enemistad es muy grande... Podemos combatirlo demostrando un lazo de amistad y confianza igualmente fuertes. Las diferencias de costumbres y de idiomas no son nada si nuestros objetivos son idénticos y nuestro corazón está abierto.» (J.K.Rowling, Harry Potter y el Cáliz de Fuego) Se dice que… [Asesinado Filipo, Alejandro pasó a ser rey de Macedonia]. «Un día unos jinetes macedónicos descubrieron un poco de agua en la grieta de una roca, llenaron un casco y se la llevaron al rey. '¿Yo sólo he de apagar mi sed?', replicó Alejandro arrojando a la arena el contenido del casco. Este rasgo reanimó a los soldados, que parecía que cada uno había bebido el agua rechazada por el rey...» (Carl Grimberg, Historia Universal Daimon) Relaciona Historia. Consigue un mapa que muestre la campaña militar de Alejandro, desde su salida de Macedonia hasta su muerte. Lectura: Muerte súbita «Cuando Alejandro murió, Aristóteles fue acusado de impiedad. Era la acostumbrada excusa a la que se recurrió en el caso de Sócrates. De sus libros fueron entresacadas algunas frases que, tomadas aisladamente, podían sonar a irreverentes; método que, desde entonces, no ha caído jamás en desuso. (...) Aristóteles comprendió que era inútil defenderse y a escondidas abandonó la ciudad. `No quiero —dijo— que Atenas se manche con otro delito contra la filosofía`. (...) Sea como fuere, no hubo incidente diplomático, pues Aristóteles murió repentinamente, no se sabe si de una dolencia de estómago o, como Sócrates por ingerir cicuta. Su cuerpo se sumió en la fosa casi al mismo tiempo que el de su ex alumno Alejandro.» (Indro Montanelli, Historia de los griegos)

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