De la luna al planeta de los simios

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Descripción

DE LA LUNA AL PLANETA DE LOS SIMIOS Por Juan José Barrientos / En 1967, Franklin J. Schaffner filmó Planet of the Apes, cuyo guión, escrito primero por Rod Sterling, luego revisado por Michael Wilson, no era sino una adaptación a la pantalla de una novela de Pierre Boulle publicada en 1963, La planète des singes. Pierre Boulle había sacado su novela de un relato de Cyrano de Bergerac, el Voyage dans la lune, escrito hacia 1649. Se trata entonces de varios tipos de adaptación: del siglo XVII a nuestra época, del relato de viaje imaginario a la novela, de la novela a la pantalla o, si prefieren, del libro al cine y de Francia a los Estados-Unidos. En la novela de Pierre Boulle, el protagonista es un periodista llamado Ulises Mérou (mero) que llega en compañía del profesor Antelle (antena) y de su discípulo Arthur Lévain (levadura) a uno de los planetas que gravitan alrededor de la estrella Betelgeuse, que tiene las mismas características que la tierra, salvo porque ahí el rey de la creación es el simius sapiens, mientras que los humanos son considerados como animales salvajes. Los simios organizan de vez en cuando expediciones para divertirse y capturar humanos destinados a sus laboratorios. Ulises es perseguido por gorilas y no vuelve a ver al profesor Antelle sino más tarde... en la jaula de un zoológico, donde el viejo sabio parece encontrarse bastante a gusto con una hembra mucho más joven de la especie humana; antes de ese encuentro, Ulises pasa varios meses en una jaula del laboratorio de una chimpancé hembra que se ocupa de estudiar el comportamiento sexual de los humanos; como pareja le asignan una nativa cuyo cerebro desafortunadamente no está tan bien desarrollado como su cuerpo –¡nadie es perfecto! Ulises comprende que los simios querían estudiar las prácticas amorosas de los hombres, los métodos de acercamiento del macho

a la hembra, su manera de acoplarse en cautiverio... En el Voyage dans la lune, el narrador se encuentra en una situación parecida, pues los lunáticos se parecen a los humanos, pero son mas grandes y andan a cuatro patas; sin embargo, se consideran la crema de los seres vivos y miran con desdén a los terrícolas. Cuando el protagonista llega a la luna, los lunáticos lo atrapan y lo meten en una jaula con “el animalito de la reina”, un español que había llegado a la luna antes que él. Como el francés es menos robusto y más delicado que el español, los lunáticos lo toman por su hembra, y el Rey manda que los metan en la misma jaula para que tengan crías. Pierre Boulle pasó en limpio el relato de Bergerac, eliminando los matices homosexuales. Hay otras semejanzas entre La planète des singes y el Voyage dans la lune. En el relato de Boulle, Ulises logra primero captar la atención, luego despertar la simpatía y finalmente ganarse la amistad de la changa encargada de estudiarlo; le dice que no es un hombre como los otros, que viene de otro planeta; la chimpancé le cuenta todo a su prometido, Cornélius, y ambos se convierten en aliados del terrícola y le suministran información acerca de los simios, es decir que tienen un papel semejante al del demonio de Sócrates y otros personajes del Voyage, que le dan al protagonista y narrador todo tipo de informes sobre los lunáticos y lo ayudan a escapar. Además, tanto en la novela de Boulle como en el relato de Cyrano de Bergerac, el terrícola es sometido a juicio; en el Voyage, por haber dicho que lo que los lunáticos llaman luna era un mundo y que su mundo no era sino una luna; en el Planète, porque sólo podía salvarse convenciendo a un congreso de científicos y a la opinión pública de su racionaQuimera 43

lidad, algo inaceptable para la ciencia oficial de los simios. En el Voyage, por supuesto, tenemos una parodia del proceso de Galileo, mientras que en el Planète, el pasaje mencionado no sólo recuerda los debates sobre las ideas de Darwin y sobre todo el proceso de John Scopes en Tennessee, sino también el “Informe a la Academia” de Franz Kafka, donde un simio se dirige a hombres de ciencia. La superioridad de los simios y lunáticos sobre los humanos se explica de la misma manera en ambas obras. En La planète des singes, la chimpacé le explica a Ulises que “con dos manos solamente y dedos cortos y torpes... el hombre estuvo desde un principio mal dotado, incapacitado para progresar y adquirir un conocimiento preciso del universo [pues] debido a eso nunca pudo utilizar con destreza instrumento alguno” (90); agrega que “el hecho de que seamos cuadrumanos es uno de los factores más importantes de nuestro desarrollo y evolución espiritual, pues la mano nos permitió primero elevarnos en los árboles y concebir así las tres dimensiones del espacio, en tanto que el hombre, clavado al suelo por una malformación, se adormeció en lo plano. El gusto por las herramientas nos vino luego porque las podíamos utilizar con destreza. Las progresos continuaron y así logramos alcanzar la sabiduría” (90). En el Voyage dans la lune, los lunáticos aseguran: Nosotros caminamos a cuatro pies, porque Dios no quiso confiar algo tan precioso a un asiento tan poco firme, pues tuvo miedo de que algo pudiera pasarle al hombre; por eso se tomó el trabajo de asentarlo sobre cuatro pilares para que no cayera; pero desdeñando mezclarse en la construcción de estos dos brutos, los abandonó a los caprichos de la naturaleza, la cual, no temiendo la pérdida de tan poca cosa, no los apoyó sino sobre dos patas. (73-74)

Agregan que “ni siquiera los pájaros están tan desprovistos, pues por lo menos tienen plumas para subsanar la debilidad de sus pies y arrojarse al aire cuando se les trata de capturar, mientras que al quitarles dos pies a estos monstruos la naturaleza les ha impedido escapar de nuestra justicia ” (74). Según Mongrédien, el relato de Cyrano de Bergerac es una obra filosófica, en la que nos entregó lo esencial de sus concepciones científicas, morales y filosóficas. Se trata de su testamento espiritual. Por supuesto, su relato no tiene ni el rigor ni la claridad de un tratado didáctico, pero Cyrano de Bergerac trata sobre todo de hacer reflexionar al lector. Por eso escribió “una sátira basada en le procedimiento cómodo del mundo al revés, que consiste en poner de cabeza sistemáticamente nuestras instituciones” (178). Por eso en la Luna “los viejos tenían todos sus respetos para los jóvenes” y en consecuencia “los padres obedecían a los hijos” (71); y los 44 Quimera

médicos “tan sólo cuidan de los sanos” y no de los enfermos, “la virginidad es un crimen” (93) y los lunáticos se calan el sombrero en señal de respeto1. Por su lado, Pierre Boulle ridiculizó la vanidad humana, condenó la obstinación y la inconsecuencia de la autoridad ciega y se burló de las convenciones sociales. Después de leer La planète des singes en 1963, que se acababa publicar en inglés en los Estados Unidos, Arthur P. Jacobs decidió convertirla en una película; le pidió a Rod Sterling que se encargara de la adaptación; luego convenció a Charlton Heston de que aceptara el papel del protagonista, y éste sugirió a Franklin J. Schaffner como director. Richard Zanuck aportó los fondos que le permitieron a John Chambers realizar el maquillaje con que ganó un Oscar en 1968; una de sus amigas, Linda Harrison, ex-Miss Maryland, recibió el papel de la encantadora nativa del planeta de los simios. Léon Shamroy, que había obtenido varios premios de la Academia, fue contratado como director de fotografía, y la película se filmó en los áridos paisajes de Page, Arizona, y de Lake Powell, Utah, así como en la costa del Pacífico, cerca de Malibú. La película tuvo un éxito colosal. Según un crítico, es “un triunfo del arte y la imaginación, y también es una oportuna parábola y una gran aventura a escala épica. Provocadora y entretenida, es una verdadera odisea de la pantalla” (Erwin: 223). La producción ha sido elogiada especialmente: “La escenografía y el vestuario eran algo que el público no había visto nunca y creaban un mundo único y detallado que permitía tragarse la extraña premisa de la película” (Monaco: 706). Pierre Boulle y Rod Sterling habían descrito unas ciudad moderna con trenes, aviones, automóviles, en la que los simios cruzaban las calles agarrándose con sus cuatro manos a una malla metálica, pero Michael Wilson fue contratado para retocar el guión con el objeto de reducir los gastos y remplazó la civilización bastante desarrollada de los simios por otra mucho más primitiva: “en lugar de máquinas voladoras, los simios andaría a caballo” (Erwin: 228). La aldea que remplazó a la ciudad fue realizada por William J. Creber quien se inspiró en las cuevas de los trogloditas, en lugares de Tunicia y Turquía, así como en las formas ondulantes del arquitecto español Gaudí. En cuanto a la realización, Schaffner logró sacar adelante las primeras secuencias donde la nave de los astronautas cruza el desierto y aterriza, pues el ímpetu inicial de su relato le permitió llevar a buen término la empresa, salvando algunas zonas peligrosas donde se hubiera podido hundir: los simios hablan en inglés, y el protagonista, que aquí se llama Taylor, nunca se pregunta si este extraño planeta no sería la tierra. “La película está tan bien montada y avanza tan rápidamente, que todo esto no im-

porta. El cuidado con que se hicieron las primeras escenas –el aterrizaje y la persecución posterior– hacen posible una voluntaria suspensión de la duda” (Erwin: 237). Antes de la première, hubo una inundación comercial de todo tipo de productos simiescos –camisetas, máscara y juguetes– que contribuyeron a fijar la película en la memoria de la gente –hubo que esperar a Star Wars (1977) para volver a ver una promoción parecida–, pero el éxito de la película hay que atribuirlo al hecho de que el mundo al revés de esta sátira –un panfleto liberal, antibelicista y antirracista– conmovió profundamente a los americanos de los años sesenta. Los flower children se identificaron con los humanos del planeta de los simios, que habían perdido el habla, y con los chimpancés, creativos e innovadores; además, identificaron a los adultos con los gorilas, que quieren organizar y dirigir o con los solemnes orangutanes que representan a la ciencia oficial; según una crítica publicada en el New York Times, los orangutanes y los gorilas representan el militarismo, el fascismo y la brutalidad policiaca. En la película, los personajes del profesor Antelle y su discípulo fueron remplazados por los compañeros más bien anodinos de Taylor, uno de ellos negro, por motivos políticos; los simios los matan o los lobotomizan y no tienen mayor importancia para el desarrollo de la historia. Por otra parte, los guionistas americanos eliminaron un incidente de la novela francesa que no les pareció apropiado para sus compatriotas, pues según Boulle, Ulises no colaboró con los sicólogos interesados en su comportamiento sexual, sino cuando trataron de remplazar a Nova, la nativa encantadora, por una matrona de edad mediana. En cuanto al protagonista, lo americanizaron: Ulises Mérou se vuelve Taylor y ya no es un periodista, sino astronauta. Según Pauline Kael, “con su cuerpazo, Heston es un verdadero semidios; el poderoso arquetipo de lo que le permite triunfar a los americanos. No se comporta como un buen chico; es rudo y hostil, egocéntrico y violento. Sin embargo, no lo odiamos, por su fuerza magnética; representa el poder americano con su perfil de águila” (463). De todas las modificaciones que los guionistas americanos le hicieron a la novela de Boulle, la más importante es el final. En el Voyage dans la lune, el protagonista logra huir de los lunáticos gracias al demonio de Sócrates y vuelve a la tierra; en La planète des singes, Ulises Mérou escapa también, gracias a Zira, la chimpancé, y a su prometido. Se va con Nova y con su hijo, pues los experimentos en que participó en el laboratorio no dejaron de tener consecuencias. Sin embargo, cuando llega a la tierra, lo recibe un gorila. El nombre del protagonista de la novela anticipa en cierta forma el final, pues después de un largo viaje regresa a casa y la

encuentra ocupada por extraños, como en la Odisea. Serling simplificó mucho este final. En la película, Taylor huye con Nova, pero no llevan ningún bebé estorboso, y se refugian en la zona prohibida donde los arqueólogos habían hallado vestigios de una civilización humana y ahí encuentra una muñeca que le muestra a Zaius, el orangután que lo persigue. Después, se va… Su figura minúscula se ve sobre la playa entre dos picos de metal, pero un movimiento de la cámara nos muestra la misma escena desde un punto de vista diametralmente opuesto y así podemos ver la estatua de la Libertad medio enterrada en la arena. El espectador comprende súbitamente que el planeta de los simios es la tierra. Se trata de un final antibelicista, pero con algunas implicaciones que pasaron inadvertidas y que no hubieran sido del agrado de las feministas. Taylor y Nova forman una pareja cuya misión es restablecer la supremacía de su especie sobre los seres vivos. Son los nuevos Adán y Eva, pero Taylor es un Adán surgido de una civilización muy desarrollada científica y tecnológicamente –incluso ha hecho un viaje espacial–, mientras que Nova es una Eva a la que le falta aprender todo, pues ni siquiera sabe hablar. NOTAS 1 El Voyage dans la lune es una obra más rica, pues entre otras curiosidades, Cyrano describe una especie de fonógrafo, dos cientos antes de que lo patentara Edison, pues al abrir el estuche de un “libro” encuentra “no sé que continente de metal muy parecido a nuestros relojes y llenos de no sé qué pequeños resortes y de máquinas imperceptibles”(90); cuando alguien quería leerlo sólo tenía que “hacer girar la saeta sobre el capítulo que quería escuchar” (90). Los habitantes de la Luna son más espirituales que los de la tierra, pues su lenguaje es musical, se alimentan de aromas y los versos se usan como moneda. OBRAS CITADAS Boulle, Pierre. La planète des singes. Paris: René Julliard, 1963. Cyrano de Bergerac, Savinien. Voyage dans la lune. Paris: Garnier-Flammarion, 1970. Erwin, Kim. Franklin J. Schaffner. Metuchen/London: Scarecrow, 1985. Kael, Pauline. 5001 Nights at the Movies. N.Y. : Holt, Rinehart and Winston, 1983. Monaco, James. The Movie Guide. N.Y. Baseline II, Inc., 1992. Mongrédien, G. Cyrano de Bergerac. Paris: Berger-Levrault, 1964. Este artículo se leyó en francés como ponencia en el XIV Congreso de la Asociación Internacional de Literatura Comparada en Edmonton, Canadá (del 15 al 20 de agosto de 1994) Posteriormente se publicó en la revista Quimera (Barcelona) n° 335 (Octubre 2011). Quimera 45

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