De la Guerra Civil Española al exilio: discurso, propaganda y reflexión a través de la revista Nuestra Bandera

Share Embed


Descripción

El Argonauta español Rev ue bilingue, franco-espagnole, d’histoire moderne et contemporaine consacrée à l’étude de la presse espagnole de ses origines à nos jours (XVIIeXXIe siècles)

7 | 2010 Livraison janvier : La presse espagnole et la Guerre civile. Entre rupture et propagande (1936-1939)

De la Guerra Civil Española al exilio: discurso, propaganda y reflexión a través de la revista Nuestra Bandera ANA MARTÍNEZ GARCÍA

Résumés Français Español English Pendant la Guerre Civ ile la presse fut l’une des arm es plus utilisées par les belligérants. À sa fin, les groupes partisans de la République qui firent entendre leur v oix pendant le conflit ne dev inrent pas m uets, ils surv écurent à distance, leur pensée outrepassant les lim ites géographiques de l’exil à trav ers d’im portants projets éditoriaux. C’est le cas de Nuestra Bandera, rev ue née à Valence en 1 9 3 7 et continuée à Barcelone en 1 9 3 8 aux m ains d’un groupe de m ilitants du Parti Com m uniste dirigé par Dolores Ibárruri. L’objectif était de prom ouv oir l’unité entre ceux qui luttaient en fav eur de la cause, d’inform er sur le déroulem ent de la guerre, etc. Et, à la différence des autres rev ues, elle ne périt pas après la défaite: elle s’expatria au Mexique et en France tandis qu’elle surv iv ait dans la clandestinité en Espagne. Durante la Guerra Civ il la prensa fue una de las arm as arrojadizas m ás utilizadas por los contendientes. A su térm ino, los grupos afines a la República, que alzaron su v oz durante el conflicto, no enm udecieron, sobrev iv ieron en la distancia, donde su pensam iento trascendió los lím ites geográficos del exilio a trav és de im portantes proy ectos editoriales. Este es el caso de Nuestra Bandera, rev ista nacida en Valencia en 1 9 3 7 y continuada en la Barcelona de 1 9 3 8 a m anos de un conjunto de m ilitantes del Partido Com unista liderados por Dolores Ibárruri. A trav és de ella deseaban prom ov er la unidad entre los que luchaban a fav or de su causa, dar noticia de los av ances de la guerra, etc. Y, a diferencia de las dem ás, tras la derrota no pereció: se desterró en México y en Francia m ientras sobrev iv ía en la

clandestinidad en España. During the Spanish Civ il War the newspapers were used as double-edged swords by the contenders. In the case of the groups linked to the Republic, their v oices didn’t rem ain silent, they surv iv ed in the distance, where their thoughts went bey ond the geographic lim its of exile through im portant editorial projects. This was the case of Nuestra Bandera, a m agazine born in Valencia in 1 9 3 7 which was continued in Barcelona in 1 9 3 8 by a group of m ilitants from the Com m unist Party leaded by Dolores Ibárruri. Through it, their wished to prom ote the union am ong those who fought for their cause, giv e som e news about the war adv ances, etc. And, unlike the others, after their defeat it didn´t extinguish: it was sent into exile to Mexico and France while surv iv ing in the underground Spain.

Entrées d’index Mots-clés : presse de guerre, propagande, Guerre civ ile, exil espagnol (1 9 3 9 ), Parti com m uniste, Nuestra Bandera Keywords : Spanish Civ il War, war’s press, propaganda, Spanish exile (1 9 3 9 ), Com m unist Party , Nuestra Bandera Palabras claves : prensa de guerra, propaganda, Guerra Civ il, exilio español (1 9 3 9 ), Partido com unista, Nuestra Bandera

Texte intégral 1

2

3

4

5

Durante la Guerra Civ il, la prensa fue una de las armas arrojadizas más utilizadas por los contendientes, quienes eran conscientes del v alor de este medio de comunicación para mov ilizar a las masas. Antes del inicio del conflicto, los diferentes bandos ostentaban div ersas publicaciones con las que intentaban mov ilizar a sus seguidores. Entre ellos se encontraba el Partido Comunista Español, que contaba con div ersas publicaciones de tirada nacional como El Comunista, La Lucha, Mundo Rojo, Mundo Obrero , etc., además de otras muchas difundidas a niv el regional, prov incial y local1 . Mientras se desarrolló el conflicto, con el fin de dotar de may or fuerza y unidad al partido, continuaron editando algunas de estas rev istas e inauguraron nuev as ediciones, como la que es objeto del presente trabajo, creada con el fin de obtener un órgano teórico desde el que transmitir las ideas del partido. Con el final de la guerra y la llegada del Régimen Franquista, la v oz de los grupos afines a la República y los antifascistas no enmudeció, como suele ocurrir con la prensa de los v encidos, sino que sobrev iv ió en el destierro. Desde la distancia consiguieron que su pensamiento trascendiera los límites geográficos y temporales a trav és de importantes proy ectos editoriales durante las décadas de su largo exilio. En los diferentes países de destino, los españoles dejaron huella de la producción cultural que continuaron desde la distancia. Por ello, las rev istas fueron uno de sus principales modos de expresión, como se demuestra a trav és de las numerosas publicaciones conserv adas del primer tercio del siglo XX y de la Guerra Civ il. Entre la multitud de rev istas que surgieron, encontramos publicaciones de carácter científico, literario, cultural, político, etc. Dentro de éstas últimas hallamos un v alioso grupo de corte comunista, entre las que sobresalieron Cultura y Democracia (1950), España Popular (1940-1968), España y la Paz (1951-1955), Independencia (1946-1947 ), Juventud (1946-1950), Lucha (1944), Mujeres Antifascistas Españolas (1946-1950), Nuestro Tiempo (19491950 y 1951-1953), Paz (1950-1951), Unidad y lucha (1945-1946), entre

6

otras2 . La may oría de las ediciones lideradas por españoles en el exilio, del corte que fueran, eran de nuev o cuño. A pesar de ello, en algunos casos se decidió resucitar publicaciones que habían iniciado su andadura en España, como en el caso de la literaria Litoral. Entre estos curiosos casos, hallamos el de Nuestra Bandera: revista mensual de orientación política, económica y cultural , iniciada durante la Guerra Civ il, continuada en el exilio mexicano y francés, con una réplica española coetánea a partir de 1940.

I - Una nueva publicación política de guerra: Valencia, 1937 (Primera época) 7

8

9

10

11

Nació en Valencia con el subtítulo « Órgano del Comité Central del Partido Comunista de España (S.E. de la I.A.) », con el que indicaba su orientación política y la identidad capital de sus fundadores. Su primer número v io la luz el 15 de julio de 1937 acusando meses de retraso por los diferentes problemas técnicos que la guerra conllev aba. Su objetiv o era informar al pueblo obrero y a las masas antifascistas sobre los temas que más les preocupaban en aquel momento. Deseaban conv ertirse en un órgano de información esencial para dicho público y mostrar su lado político, sin caer en la abstracción más teórica. Esta última idea les llev aba a desear que con la lectura de los pensamientos que v ertían pudieran llegar a conformarse nuev os grupos afines que podrían colaborar con su causa, que con ello reunirían más seguidores para tener más fuerzas en la lucha. El domicilio social de su redacción estuv o situado durante esta brev e etapa en la Plaza Congregación número 3. En cambio, la sede de la administración, de su distribuidora, estaba en la C/ Paz nº 42. A pesar de ello, su editora era la del Partido Comunista, regida por la Comisión Nacional de Agitación Propagandística, en la que trabajaban Rafael Alberti y María Teresa León3 . Su formato era tetrangular, con unas medidas próximas a los 20x15 centímetros. Su tipografía, según indicaba la dirección de la rev ista en la última página del primer número, no se correspondía totalmente con sus deseos, sino que había sido fruto de la premura con la que se había editado el ejemplar tras meses de retraso. En el segundo número estos cambios se aprecian esencialmente en la disposición de los títulos de los artículos y del sumario. A lo largo de las páginas de esta etapa nunca se indicó quienes componían la dirección de la rev ista, las personalidades que formaban el equipo redactor, etc., a diferencia de otras épocas de la publicación. En la portada de ambos números apareció una bandera ondeando con el símbolo de la hoz y el martillo. En el primer número se indicaba en ella la periodicidad con la que aparecería la publicación, de carácter quincenal, premisa que desconocemos si se llev ó a cabo puesto que el segundo número apareció sin fechar y carente de indicación alguna sobre la regularidad de su tirada. Portada del nº 1 de 1937, correspondiente a la primera etapa de Nuestra Bandera.

12

13

14

Otro dato relev ante que se ofrecía en la portada era el coste de la publicación, que se elev aba a los 7 5 céntimos de peseta, un precio nada despreciable en momentos de guerra. Los textos que la componían poseían una estructura formal que perduró durante los dos números editados con este formato en 1937 . En la primera página se incluía un editorial de la rev ista, donde se explicitó el nacimiento de la rev ista en el primer número y , en el segundo, se puso de reliev e uno de los temas cruciales durante las diferentes épocas de la rev ista: la necesidad de llegar a la unidad. Tras la nota inicial de la redacción seguían v arios artículos escritos por personalidades afines al partido o militantes, tales como Antonio Mijé, José Silv a, Manuel Delicado, Dolores Ibárruri, etc. En las últimas páginas se incluy eron, dentro de la sección « Textos y documentos », reproducciones de informes de gran relev ancia del Partido Comunista. En el caso de estos dos ejemplares, publicaron los documentos relativ os a la reunión de las Internacionales y el Reglamento de las Elecciones al Congreso Europeo de la URSS.

15

16

17

Respecto a la redacción de los textos, en la nota inicial de la rev ista reseñaban que sería forjada a manos de diferentes personalidades para darle may or fuerza y v eracidad a sus palabras, además de pluralidad, pues declaraban que sus páginas estaban abiertas a todos, no se trataba de un « coto cerrado ». Afirmaban que participarían desde figuras inmersas en el campo de batalla a trabajadores de las fábricas de una España en guerra, premisa que consiguieron sólo en cierta medida en las siguientes épocas. En cuanto a las colaboraciones que conforman la rev ista, en ellas prima un importante grueso dedicado a difundir las actas de los plenos del partido, a publicar discursos de los líderes comunistas más renombrados, etc. Entre estos textos encontramos los que giran en torno a los objetiv os de la rev ista, con una temática que permanecerá durante las siguientes épocas. Encontramos artículos que promuev en la unidad entre los diferentes bandos contrarios a los sublev ados con el fin de resolv er la situación española. Tal es el caso del artículo escrito por su Secretario General, José Díaz, titulado « Carta del buró político del Partido Comunista a la comisión ejecutiv a del Partido Socialista » en el que, abogando por la mejora de la situación del pueblo español, solicita la unión de estos dos partidos de base común: «Ciertam ente, la unidad política del proletariado, para que sea eficaz, debe edificarse sobre una base sólida de principios fundam entales. Sobre este problem a esencial no existen ni pueden existir dificultades, puesto que no hay div ergencias de principio entre los dos Partidos. Am bos se inspiran en la ideología m arxista-leninista, cuy o m ejor representante y continuador es actualm ente el cam arada Stalin, y se señalan com o m isión histórica la destrucción del sistem a de explotación y opresión del hom bre por el hom bre o de una nación por otra, y la instauración de la sociedad socialista (com unista) sin clases, sin explotación ni opresión de ningún género»4 .

18

19

Para ello ofrece una serie de pautas de actuación, de carácter orientativ o, con las que podrían alcanzar el objetiv o que compartían, así como unos principios de organización con los que arrollarían todas las dificultades 5 . En la misma línea encontramos las palabras de la redacción en el editorial del segundo número, titulado « El Partido Único puede y debe crearse », donde se detallan muchos de los puntos que les inv itan a luchar juntos: «Y no se trata de una exigencia sentim ental que im pele a unir los Partidos Socialista y Com unista sólo a la v ista de los inm ensos peligros que acechan al proletariado y al pueblo español, haciendo abstracción de las diferencias que en el program a, en la línea política y en la táctica de am bos Partidos pudieran existir. Se plantea el problem a de la unidad, hoy , teniendo presente que en el discurso de la lucha terrible que sostiene el pueblo español, y a su cabeza el proletariado, contra la reacción y el fascism o, se ha ido forjando de hecho la unidad de socialistas y com unistas. Unidos en las trincheras, en el frente de la producción y en los puestos de Gobierno, han ido borrando las diferencias que entre am bos aun restaban y estableciendo una com unidad en la lucha, en la acción, paralela a la cual ha ido lográndose la com unidad de objetiv os, de línea política, de táctica, de am bos partidos, que y a poseían, en cuanto a los problem as de principio, una posición sem ejante»6 .

20

Otro de los temas más sobresalientes es la reflexión sobre la situación en la que se encuentra el país, las causas que han llev ado a España a la guerra y cómo se han sucedido los acontecimientos. En el primer número de la rev ista encontramos, en esta línea, el texto anónimo « España se juega la paz en el mundo », en el que se realiza un balance del primer año de guerra. Para ello,

indican los grandes objetiv os que el pueblo tiene para luchar: procurar el bienestar, el av ance y la mejora de las condiciones en las que resiste el pueblo español, el obrero, quien realmente habita y construy e el país. Por ello rechazan el retorno a un pasado de opresión e injusticias: «[…] La sublev ación m ilitar fascista fue el golpe de fuerza organizado por los grupos reaccionarios y sem ifeudales para m antener en España el régim en de m iseria y de esclav itud que im peraba durante la m onarquía. Los grandes terratenientes, la Iglesia, los usureros y los grupos capitalistas m ás reaccionarios no se resignaban al triunfo dem ocrático obtenido por el Frente Popular en las elecciones del 1 7 de febrero. Querían sostener en el cam po los jornales de dos pesetas y la jornada de sol a sol, destruir las organizaciones obreras, anular todas las conquistas de los trabajadores y v olv er al estado de opresión y explotación en que ha v iv ido en España durante los tres últim os siglos. […]»7 21

Una de las grandes mejoras que creen haber introducido es en el campo de la retaguardia. Renov aron el abastecimiento de armamento y v ív eres gracias a un transporte mejor; procuraron el alimento al pueblo aumentando la producción en los cultiv os; incidieron en la reforma de la organización de las diferentes industrias para ev itar carecer de productos de primera necesidad alimenticia y de logística, etc. «Unido a la obra m ilitar hem os logrado una serie de realizaciones sociales, ligadas claro es, a la guerra; notable m ejoram iento del orden en la retaguardia, el increm ento de la producción agrícola, un serv icio de transporte bastante m ejorado con relación a los prim eros m om entos de la guerra, un trabajo m ás ordenado y disciplinado en las fábricas y talleres y , por últim o, una lim pieza cada v ez m ás extensa y profunda de la retaguardia.»8

22

Además, también surgieron algunas de las cuestiones que reaparecerán y persistirán a lo largo de las diferentes épocas de la rev ista, tales como la colaboración de fuerzas extranjeras con el bando fascista y la superioridad logística que ello implicaba: «[…]Los rebeldes se alzaron con la m ay or parte del arm am ento nacional; apoy ados por los grupos capitalistas m ás reaccionarios y sem ifeudales del país, contaban con una sólida base económ ica. La sublev ación disponía tam bién de la ay uda extranjera. El pueblo, en cam bio, estaba indefenso. Al producirse la rebelión tuv o que acudir, para dom inarla, a sus propios m edios. El retraso con que el Gobierno Casares Quiroga se decidió a entregar parte de las pocas arm as que los facciosos no se habían llev ado, determ inó en algunos sitios el triunfo de la rebelión.[…] Las prim eras v ictorias populares fueron conquistadas casi con las m anos. En m uchas ciudades -Madrid es un ejem plo- los obreros antifascistas lucharon los días de julio con un arm am ento enorm em ente inferior al de los sublev ados.[…]»9

23

O la crítica a la tardía actuación de la Segunda Internacional y , sobre todo, a la política de « No interv ención » que llev aron a cabo v arios países, permitiendo el apoy o alemán e italiano para el bando sublev ado como v emos en el siguiente fragmento: «[…] Los Gobiernos fascistas de Italia y Alem ania, ay udados por el Gobierno portugués, han ido av anzando en la interv ención a m edida que se lo perm itían las debilidades y claudicaciones de los Gobiernos de Francia e Inglaterra. Mientras la Unión Sov iética ha sostenido desde el prim er m om ento una actitud enérgica y consecuente en defensa de los derechos del pueblo español y de la paz del m undo, única actitud que podía contener las audacias fascistas, los Gobiernos de Francia e

Inglaterra en v ez de seguir este ejem plo, iniciaron y se acogieron a la política de No Interv ención, que ha v enido a ser, prácticam ente, el bloqueo del Gobierno legítim o de España y la Celestina de la interv ención fascista.[…]»1 0 24

25

A pesar de ello, como indican líneas después, sienten el apoy o de otros países por su causa, que no están solos ante la lucha. Como es propio de los textos escritos en tiempos de guerra, la exaltación del heroísmo de los combatientes sobresale en cada una de las páginas escritas por cada bando. En este texto encontramos la enardecida descripción de un v aliente pueblo obrero que con pocos recursos logra conv ertirse en un potente, aunque humilde, ejército que comienza a ofrecer v ictorias a los españoles: «Los cuadros m ilitares que no habían logrado arrastrar la sublev ación a la totalidad de los soldados sirv ieron entonces para form ar, con los hom bres reclutados en Marruecos, un Ejército regular, al que Hitler y Mussolini proporcionaron av iones y artillería. El pueblo español tuv o que enfrentarse entonces con una nuev a realidad. Para contener al enem igo hacía falta un Ejército. Las prim itiv as m ilicias no eran y a, a pesar de su heroísm o, suficientes. Sin abandonar la lucha, con el fusil en la m ano, disputándole palm o a palm o la tierra de España el Ejército faccioso e inv asor, nuestro pueblo fue creando su ejército. Ésta es la prim era gran obra realizada durante el año de guerra. Hoy tenem os un Ejército potente y disciplinado; m ás de m edio m illón de hom bres están sobre las arm as; la industria de guerra ha com enzado a funcionar; los m andos m ilitares prov ienen en su m ay oría del pueblo m ism o; son jefes y oficiales forjados en la lucha, hijos del pueblo, conscientes de la causa que defienden y entusiasm ados por el anhelo de v ictoria […]»1 1

26

27

28

Con éste ánimo y alabanza al pueblo, que lucha desde el frente y la retaguardia, nos introducimos en la v ertiente propagandística de la publicación. Siguiendo las palabras de Alejandro Pizarroso en sus diferentes escritos acerca de la propaganda en la prensa de la Guerra Civ il Española, podemos decir que en Nuestra Bandera encontramos v arios de los temas clav es que se insertan dentro de las pautas de difusión utilizadas en tiempos de guerra. Como hemos v isto, el diálogo, el apoy o y el ánimo a los combatientes y todos aquellos implicados en la lucha, está presente en esta primera época de la publicación, aunque aflorará con may or fuerza en la segunda, cuando tras dos años en guerra, el pueblo necesite reunir más fuerzas que nunca. El debate con el enemigo siempre está presente, pero no sólo interpelan al bando sublev ado, sino también a los otros grupos que conforman el Frente Popular y que según ellos esforzándose en desunirlos no conseguirán la v ictoria: «¿Qué han v isto en el Partido para afluir a él? Algunos elem entos de los que esgrim en el fantasm a del “proselitism o” com o instrum ento contra el Partido Com unista y la unidad, em plean argum entos tan m iserables com o pretender explicar el grandioso hecho de la incorporación a la lucha política rev olucionaria activ a de grandes m asas de la población por m óv iles m ezquinos o de am bición personal. A esto nosotros replicam os: ¿Quién tiene los puestos m ás decisiv os del aparato del Estado y quien los ha tenido? Gobernación, Finanzas, Defensa, Justicia, Estado, etc., no han estado ni están bajo la dependencia de com unistas de form a que justifique que a nuestro Partido v engan por am bición m iles de m ilitantes que son no sólo nuev os luchadores del antifascism o y de la rev olución, sino v iejos luchadores sindicales de la U.G.T., de la C.N.T. y de otras organizaciones antifascistas».

29

Al tratarse de una publicación con un marcado corte ideológico, el uso de la persuasión en sus páginas irá en relación con el deseo de difusión de las ideas de su partido, nociones alejadas de lo puramente teórico, de propuestas indiv iduales, etc. Tratan de ofrecer en todo momento una constante inv itación a efectuar una serie de acciones con las que fav orecer la situación del país. Es decir, son conscientes del v alor de la prensa y , por medio de ella, intentan mostrar las medidas resolutiv as que propone su partido, explicar en qué nociones se basa el partido… De este modo, esclarecerían su ideario a las masas y conseguirían más afiliados con los que fortalecer su partido y , con ello, ganar terreno en la lucha, como demuestran en el siguiente extracto del artículo « El partido único puede y debe crearse »: «Nuestro Partido, que com prende el v alor inm enso de la acción de m asas, considera un deber rev olucionario elem ental orientar en todo m om ento a éstas, sobre la base del m arxism o-leninism o, que constituy e su principal basam ento; dar a conocer su criterio, su opinión sobre todos los acontecim ientos, explicar lo que deben hacer o dejar de hacer las m asas para contribuir a ganar la guerra, para obtener la v ictoria. Y es por ello, repetim os, por lo que crecem os y nos desarrollam os. Y no es posible adm itir la teoría de que hay que aguardar a que la guerra term ine para aceptar a nuev os m ilitantes. El reforzam iento de las organizaciones del Frente Popular ay uda y contribuy e en gran m edida a que la guerra se gane porque refuerza el Frente Popular, la organización de las m asas en la lucha, su disciplina y cohesión, las educa y form a y elev a su conciencia antifascista.»1 2

30

31

Muchos de estos asuntos serán tratados de igual modo en los discursos interpolados en la rev ista. En esta primera etapa de la rev ista destacan en el primer número por su grueso, dado que la may oría de los textos pertenecen a cuestiones discutidas en el Pleno del Comité Central del PCE en Valencia durante el mes de Junio de 1937 1 3. Concretamente se trata de extractos de las palabras expuestas por Delicado, Uribes, Girola e Ibárruri, a los que añadirían en las últimas páginas, en la sección « Textos y documentos », todos los documentos relativ os a la reunión de las Internacionales. La temática de las arengas sigue la línea de los artículos que conforman la rev ista: promov iendo la unidad, esclareciendo las ideas del Partido, etc. Entre ellas resaltaremos unas líneas pronunciadas por Manuel Delicado en las que hace referencia al papel de la mujer en la guerra y a la necesidad de formarlas para que continúen siendo un gran apoy o desde la retaguardia, ideas que se corresponden con la apertura que experimentó la situación para las españolas durante la guerra: «En sexto lugar, reconociendo la ay uda y el concurso que la m ujer puede aportar en el terreno de la producción, es necesario que los sindicatos se interesen por educarla y prepararla en el trabajo en las fábricas, en el transporte, en los serv icios públicos, con el fin de asegurar en un m om ento dado la m archa de la producción y de los serv icios, si la guerra exige que los hom bres tengan que abandonar las herram ientas para em puñar las arm as. Los sindicatos deben considerar a la m ujer en la producción no com o inferior al hom bre, sino reconociéndole los m ism os derechos que a éste en orden al salario y al derecho a interv enir en la v ida y dirección de los Sindicatos. El principio de “a igual trabajo, igual salario”, debe llev arse a la práctica en lo que concierne a la m ujer»1 4 .

II - Apoyo homónimo: Alicante,

1937-1939 32

33

34

Aunque nuestro objetiv o es rescatar la rev ista Nuestra Bandera, debemos hacer un inciso para indicar que, de forma coetánea surgió en Alicante un diario homónimo. Su subtítulo era « Órgano del Partido Comunista (S.E.I.C.) », información que nos llev a a entender que poseía un objetiv o distinto, que deseaba establecerse como un medio de comunicación exento de la carga teórica que tuv o la rev ista durante sus diferentes etapas. Su primer número apareció el 8 de Julio de 1937 , domiciliado en la alicantina calle Quintana nº 42. Su tirada era diaria, aunque poseía numerosos errores de numeración. Llegó a ostentar, durante sus tres años de v ida, casi 600 números, en los que ocasionalmente incluy ó un suplemento, como el aparecido junto al número 147 , publicado el 25 de Diciembre de 1937 , centrado en la Conferencia Prov incial del Partido Comunista celebrada en esas fechas. Las causas de su desaparición se deban probablemente a la desintegración del Gobierno Republicano y la caída de Alicante, junto a los últimos reductos, durante el mes de Marzo de 1939. Su último número probablemente sería el 584, publicado el día 5 del último mes en guerra.

III - El final de una etapa: Barcelona, 1938 (Segunda época) 35

36

Casi medio año después de la desaparición de la etapa v alenciana de la rev ista Nuestra Bandera, reapareció en la Barcelona de 1938 la que sería su segunda época. Allí adquirió un nuev o subtítulo: «Rev ista mensual de orientación política, económica y cultural» y experimentó un cambio de rumbo a manos de un v alioso conjunto de militantes del Partido Comunista dirigidos por Dolores Ibárruri. El primer número de esta nuev a época fue doble, el 1-2 de Enero y Febrero de 1938, domiciliados en la barcelonesa calle Valencia, en el nº 302, como indicaba la solapa delantera de la nuev a portada con la que apareció. Habían dejado atrás el dibujo de la bandera ondeante y se habían decidido por un nuev o formato en el que presidiera cada número la fotografía de una importante personalidad del comunismo. Concretamente en este primer número apareció la fotografía de Iósif Stalin. Portada del nº 1 de 1938, relativo a la segunda etapa de Nuestra Bandera.

37

38

En la siguiente tirada el ejemplar fue numerado como el 3-4 de Marzo y Abril de 1938. En él se habían realizado v arios cambios, su portada (ilustrada con una fotografía de José Díaz, Secretario General del PCE en aquel momento) había v ariado, y a no tenía solapas, prov ocando que dejara de aparecer en ellas el sumario del número y se trasladara a las primeras páginas de la publicación. Apareció con un nuev o domicilio, en la C/ Balmes nº 205, donde se había instalado su dirección y administración. Meses más tarde apareció el que sería el número 5-6 de May o y Junio, continuando con las características anteriores, en cuy a portada aparecía una fotografía de Dolores Ibárruri, la directora de la rev ista. Portada del número especial del 18 de Julio de 1938 de Nuestra Bandera.

39

40

41

42

En el mes siguiente se publicó un número especial, fechado el 18 de Julio de 1938, dos años después del inicio de la Guerra Civ il. Su tamaño era may or, próximo al formato A3, con un una distribución distinta a los ejemplares anteriores. En esta ocasión en sus páginas se halla una may or carga fotográfica, en detrimento del contenido teórico que había primado en ocasiones anteriores. Sus artículos eran muy brev es y escritos por grandes figuras del Comunismo Español y políticos de la República, como José Díaz, Vicente Uribe, Manuel Azaña, Juan Negrín, etc. Su último número fue probablemente el publicado en octubre de 1938 con carácter extraordinario y formato tetrangular de 20x15, como los primeros números de la etapa, con la fotografía de Vicente Uribe en la portada. La periodicidad de Nuestra Bandera en este periodo era supuestamente mensual, al menos así lo publicitaba el subtítulo, pero como hemos podido comprobar, fue bastante irregular, seguramente debido a la crítica situación en la que se encontraban. Durante esta etapa tuv o dos impresores: la Imprenta Sopena y los Talleres Gráficos de la Sociedad General de Publicaciones, quienes hicieron de forma

43

44

45

discontinua unos y otros números. El precio de los ejemplares fue de 3 pesetas, aún may or que en la época anterior, excepto en el caso del número especial de Julio, que bajó el precio a 1 peseta. En ninguno de los números se indicó quienes conformaban su consejo de redacción, pero suponemos que eran sus principales colaboradores, entre los que sobresalieron José Díaz, Pedro Checa, Vicente Uribe, Antonio Mijé, etc. Sobre los temas que imperan en los textos de esta etapa, siguen respondiendo a la línea establecida en los números publicados en el año anterior. La unidad v olv ió a ser uno de los motiv os esenciales, tratada junto a la desunión entre los diferentes flancos antifascistas y la propaganda del PCE: «Resultado inev itable y fatal de todo este conjunto de posiciones y activ idades que por su “totalitarism o” m ás o m enos acentuado no podían ay udar a la causa de la unidad, y resultado asim ism o de incom prensiones, errores, tendencias sectarias y falsas que se m anifestaron en otros m ov im ientos y partidos antifascistas (por nuestra parte siem pre hem os denunciado abiertam ente estos errores cuando se produjeron en nuestras filas y hem os com batido para elim inarlos) fue un retardo enorm e en la unificación de la clase obrera y la existencia durante m ucho tiem po de una situación en que se hablaba de unidad, pero se actuaba en contra de ella. Pactos entre la C.N.T. y otras fuerzas obreras fueron firm ados en diferentes ocasiones y un estudio atento nos haría v er com o en cada uno de ellos hay un m ay or acercam iento, consecuencia de concesiones y com prensiones recíprocas. Pero todos estos pactos no tuv ieron v ida larga y pronto quedaron sin efecto, continuando cada organización su tray ectoria particular, que no siem pre fav orecía la unidad, com o y a hem os tenido ocasión de v er. […]»1 5

46

La reflexión se conv irtió en un acto clav e para la consecución de la v ictoria, inundando los cientos de páginas de esta nuev a época: «Si la clase obrera hubiera estado unida y , en particular, si las dos centrales sindicales hubiesen trabajado juntas desde el inicio de la guerra, la tarea de unificar y m ov ilizar a todo el pueblo y la de poner en acción todos los recursos del país se hubieran resuelto m ucho m ás rápidam ente, y quizá la guerra y a hubiera term inado con nuestro triunfo. Exam inar algunas de las causas que han im pedido la rápida realización de esta unidad sólo puede ser cosa útil, particularm ente si esto se hace no con espíritu de polém ica ni para sacar «responsabilidades», sino para fijar la línea de una ev olución histórica que incom prensiones, errores, o m alas v oluntades, podrán hacer m ás o m enos rápida, pero no han podido ni podrán cam biar»1 6 .

47

Entre los numerosos textos dedicados a llev ar a cabo un balance de lo sucedido, sobresalieron los textos publicados en el número especial dedicado a los dos años de guerra, donde se examinaron muchas de sus actuaciones, dejando un lugar para el recuerdo de las figuras más importantes del conflicto. Uno de los artículos más destacados fue el titulado «Héroes del Ejército Popular» donde, incluy endo las fotografías de Buenav entura Durruti, el Capitán Lacalle, Antonio Coll, etc., se recuerda también a los héroes anónimos: «Millares de héroes han caído gloriosam ente en los cam pos de batalla luchando contra el fascism o inv asor. Murieron por la independencia de su patria, para im pedir que el fascism o conv irtiese a España en un pueblo esclav o, en un gigantesco cam po de concentración; porque sus m ujeres y sus hijos no conocieran jam ás los horrores, el ham bre y la m iseria de la sangrienta opresión fascista»1 7 .

48

49

50

51

Una de las nov edades que se introduce en esta etapa es la aproximación de personalidades del mundo literario a la publicación. Ejemplo de ello es el texto aparecido en el nº 3-4 titulado « Torrijos y sus compañeros » y firmado por Antonio Machado, donde se rescatan unos v ersos de Espronceda dedicados a los héroes de otra guerra de España. El poeta sev illano y sus textos fueron de gran interés para los creadores de la cultura española en el exilio. Por ello, años después de su muerte, el texto fue reeditado en una de las muchas rev istas del destierro que homenajearon al poeta. Se trataba del primer número de la parisina Cultura y democracia. En este mismo número de Nuestra Bandera apareció una reseña en la sección « Libros y rev istas » escrita por Manuel Altolaguirre donde se hace referencia al libro homenaje que acababan de editar en memoria de Federico García Lorca. Se trata de su única incursión en esta rev ista, dentro de sus muchas etapas, probablemente debido a que tras el final de la guerra el malagueño se dedicó a su obra, abandonando su v ertiente la política. Varios ejemplares después, Lorca v olv ió a aparecer en la rev ista, concretamente en el número especial dedicado a los dos años de guerra publicado el 18 de Julio de 1938. Él, junto a Machado, serían los dos grandes literatos homenajeados desde la distancia. “Como se vive en el territorio faccioso”, Nuestra Bandera, nº especial del 18 de Julio de 1938, s/p.

52

Este interés en que los escritores formaran parte de la publicación y a lo habían llev ado a cabo en el alicantino diario homónimo, en el que participó una de las figuras afines al comunismo más conocidas del mundo literario. Se trata del poeta Miguel Hernández, quien llev ó a cabo durante la guerra una considerable labor periodística, trabajo que le llev ó a colaborar en dos ocasiones en el alicantino diario Nuestra Bandera. La primera fue en el nº 40 del 22 de Agosto de 1937 , bajo el título «La fuerza del Manzanares». En su texto nos hablaba de él, de sus orígenes, de su labor como poeta, la que no le impedía luchar por España. Junto a estas líneas, incluía el poema homónimo, perteneciente a Viento del pueblo. Hernández, Miguel, «La fuerza del Manzanares», Nuestra Bandera, nº 40, 22 de Agosto de 1937.

53

En el número siguiente publicó otro texto, «Pasó el Fascismo. El hogar destruido», donde se identificaba con las tristes circunstancias de todos los españoles que habían v isto caer todo lo que construy eron hablando de sí mismo, de los estragos de la guerra en su casa, la que cimentó junto a su esposa y de la que sólo quedan cenizas, al igual que en la España por la que luchan. Hernández, Miguel, «Pasó el Fascismo. El hogar destruido», Nuestra Bandera, nº 41, 23 de Agosto de 1937.

54

En las diferentes épocas del destierro la presencia de las figuras literarias no desapareció, aunque su relev ancia fue menor. A pesar de ello, no dejaron de aparecer textos dedicados a ellos y a sus acciones durante la guerra en momentos conmemorativ os. Muestra de ello es el texto de Esteban Vega titulado «Antonio Machado, ejemplo de patriotas», incluido en el nº 3 de 1941.

IV - El exilio: primera parada, México, 1940-1944 (Tercera época) 55

56

57

Al finalizar la guerra, la publicación se retomó desde México con el mismo subtítulo que adquirió en 1938. Su primer número salió a la v enta en junio de 1940 y el último en diciembre de 1944. Continuó con el mismo subtítulo, implicando que la periodicidad fuera la misma, es decir, de carácter mensual, que llev ó a cabo con gran regularidad durante los cinco años que v iv ió en México. La dirección, tras la marcha de Dolores Ibárruri a Rusia, pasó a manos de otros camaradas del partido. Su director fue Antonio Mijé y su gerente Ángel Sánchez, quienes permanecieron al frente durante todo este nuev o ciclo. Sus objetiv os, aunque con un trasfondo similar, adquirieron un nuev o v iraje, el que primó en la may oría de sus colaboraciones: ofrecer su experiencia para la lucha contra la nuev a situación española, puesto que se trataba de una publicación, de una serie de personas que combatido con hechos y palabras durante la guerra. Como nov edad, mostraban una de las constantes propias del destierro español, la posibilidad de serv ir al país y a su causa desde la distancia: «Al pueblo español se le sirv e desde m uchos sitios. NUESTRA BANDERA continuará ocupando la trinchera en el com bate por la v ictoria de la clase obrera española, por la libertad de los cientos de m iles de presos en las m azm orras de la m oderna inquisición franquista, por la unión rev olucionaria del pueblo español, por el triunfo del m arxism oleninism o»1 8.

58

59

El formato y la estructura también fueron los mismos. Cada número se abría con el editorial escrito por la redacción o con el sumario del número, en los casos en los que no se incluía en la portada, ilustrada en ocasiones como en la anterior etapa con figuras relev antes del Partido Comunista Español. Tuv o algunos números extraordinarios, tales como el 6-7 de Junio-Julio de 1941, donde se recordaba la triste fecha del 18 de Julio de 1936; y ostentó una

60

61

62

63

estructura formal similar, encabezando cada número con el editorial e incluy endo en sus últimas páginas, la sección «Hechos del mes». Ésta, como en los números de la guerra nos informaba de las nov edades en España y en la política internacional. Su domicilio social cambió en v arias ocasiones. Los primeros números v ieron la luz con domicilio en la calle Rosales, en 1941 se trasladaron a la calle Tacuba y posteriormente a la calle Dinamarca. Su última dirección fue en la conocida av enida Morelos del México Federal y su principal editora fue la mexicana Industrial Gráfica. El precio del ejemplar osciló entre los 30 y los 50 céntimos de peso, dinero que recibían con gran apremio dado que acusaban en sus números tener problemas económicos. Por ello, ofrecían la posibilidad de hacerse suscriptores desde numerosos países e inv itaban a los lectores a brindarles donativ os o erigirse como benefactores de la publicación. El fin de la rev ista fue propiciado probablemente por la liberación de París y el traslado de numerosos militantes a Francia, país desde el que continuarían la rev ista comprobando que al deseado regreso le quedaban v arias décadas. Sus principales temas y colaboradores fueron los mismos que en años atrás. La guerra y los deseos de retorno, de cambio en España continuaron siendo el tema esencial de sus páginas, aunque el tono y el trato en los textos v ariaron. La reflexión pasó a tomar may or protagonismo, teñida de experiencia, como anunciaron en el «Saludo» con el que iniciaron este nuev o ciclo: « NUESTRA BANDERA no es nuev a en las lides del pueblo español. Tiene un pasado glorioso al serv icio de las m ás grandes aspiraciones de la clase obrera española y las m asas populares, durante la guerra nacional rev olucionaria de nuestro pueblo inm ortal. NUESTRA BANDERA luchó con ardor y tenacidad por una línea política clara y precisa, para dotar al pueblo de las arm as ideológicas necesarias para el com bate. Contribuy ó al esclarecim iento hondo y profundo de las m ás arduas cuestiones planteadas por la guerra, cuando cientos de m iles de hijos del pueblo necesitaban una guía política para la acción. Con su obra, NUESTRA BANDERA ay udó a forjar a los m ilitantes que en España luchan contra el feroz régim en franquista sin doblegarse y llenos de confianza en la v ictoria final de la clase obrera y de todo el pueblo, a los m ilitantes que en los cam pos de concentración de Francia perm anecen fieles al internacionalism o proletario, a los m ilitantes que disem inados por todo el m undo m uestran ser dignos hijos del pueblo español »1 9 .

V - Grandes esperanzas: Francia y la clandestinidad española 64

Tras la liberación del pueblo francés, muchos de los dirigentes del Partido Comunista, exiliados en Hispanoamérica y la Unión Sov iética, se trasladaron al país galo, donde restablecieron de nuev o la dirección del partido. Se instalaron en Toulouse, ciudad en la que residían numerosos españoles desterrados, y retomaron la publicación de Nuestra Bandera20 . Allí surgió en el mes de enero el primer número de una nuev a y controv ertida etapa francesa, en la que brilló, como en el caso de otras muchas publicaciones del exilio español, la esperanza de un cercano retorno a España. Buen ejemplo de ello es el escrito con el que se inicia la etapa, « Carta abierta de la Delegación del Comité Central a los miembros del Partido, simpatizantes y a todos los antifranquistas en general », donde leemos div ersas actuaciones

protagonizadas por españoles que v iv ían bajo el franquismo: «Pero aún hay otros episodios de lucha acaecidos en la prim era quincena de nov iem bre. En Cam pam ento (Carabanchel), en el cuartel de Carros de Com bate, los m andos falangistas form aron la tropa y pidieron v oluntarios para ir a luchar con las fuerzas de represión contra los guerrilleros. A pesar de los ruegos y las am enazas, ni un solo soldado salió para ir a luchar contra los guerrilleros. Tres días m ás tarde, v olv ieron a form ar los soldados, esta v ez con m ás aparato y coacción, insultándoles y am enazándoles con fusilam ientos, con el mismo resultado negativ o […]»21 . 65

También podemos apreciar que otros temas cruciales, como la necesidad de la unidad, siguen presentes con el paso de los años: «A la v ez que im prim ir un carácter m ás com bativ o a Unión Nacional, barriendo las influenciad de la pasiv idad, hay que conseguir atraer a la Junta Suprem a y a los organism os de Unión Nacional una may or represent ación de las fuerzas republicanas, socialist as y cenet ist as . Todos los republicanos sinceros deben ocupar su puesto en el m ov im iento de Unión Nacional y estar representados en la Junta Suprem a. Con este fin, la Junta Suprem a debe proceder -y en parte lo está haciendo y a- a su ampliación y organización. Las exigencias de la lucha reclaman est as medidas, con las cuales la Junt a se pondrá en condiciones de rellenar más plenament e y a fondo su papel de organizadora y dirigent e de la lucha»22.

66

Y que la v ertiente reflexiv a persistió junto a la propagandística: «LOS COMUNISTAS TENEMOS QUE ROMPER RÁPIDAMENTE, EN DÍAS, EN SEMANAS, LA ATMÓSFERA DE PASIBIDAD QUE RETARDA AÚN EL DESENCADENAMIENTO DE LA REBELDÍA POPULAR Y PATRIÓTICA EN ACCIONES DE MASAS, EN LUCHAS DE TODO GÉNERO CONTRA FRANCO Y FALANGE. Para ello debem os enjuiciar con toda claridad la situación, y exam inar con una m irada autocrítica nuestros éxitos y debilidades.[…]»23

67

68

69

70

En este nuev o ciclo, div idido entre Toulouse y París, tuv o diferentes sedes en las dos ciudades francesas. A pesar de ello, conserv ó idéntico subtítulo, formato, estructura, frecuencia, colaboradores, etc., a los que había mostrado desde 1938. Apenas notamos un lev e cambio, en el formato de la portada, a partir del cuarto número de 1946, momento en el que desaparecen las fotografías que antes habían ilustrado la rev ista, así como la bandera ondeante con el símbolo del comunismo que había permanecido desde su inicio. Una de las ausencias más destacadas es la información acerca de la composición de su equipo de redacción, que creemos que fue prácticamente la misma que en México dado que su anterior director se trasladó también por las mismas fechas a Francia. En Toulouse fue impresa en una editora homónima y , desde su traslado a la capital francesa, por Ediciones Nuestro Pueblo. Este nuev o ciclo duró cinco años, pereciendo probablemente con el número de May o de 1950. Su desaparición iría de la mano del crecimiento y superv iv encia de las impresoras clandestinas de la rev ista, o de publicaciones homónimas, que se produjeron a partir de 1943 aproximadamente en Madrid, Valencia y Alicante. En ocasiones se conserv ó el formato y subtítulo de la edición iniciada en 1938 y en otros, como en la edición madrileña publicada entre 1944 y 1945, ostentó diferente subtitulado y formato. Pasó a subtitularse « Rev ista política de Combate » y apareció mecanografiada, con un escaso número de páginas y exenta de toda información acerca de sus

directores, impresores, etc. Primera página de un número clandestino publicado en Madrid en Diciembre de 1944.

71

72

73

A partir de 1952 surgió con el subtítulo « Rev ista de educación ideológica del Partido Comunista de España » y perfeccionando el formato anterior, perdurando hasta la caída del Régimen Franquista. En las últimas décadas del siglo XX logró unificarse en una sola publicación, que en la actualidad sobrev iv e, bajo el título Utopías/Nuestra Bandera. A modo de conclusión, indicaremos que la longev idad de esta publicación nos llev a a v er la importancia que de la prensa en los tiempos de guerra, conflicto que tras la derrota se conv irtió en un exilio que les empujaba a seguir luchando. Ellos eran conscientes del v alor de este medio de comunicación, como v imos en el número 3-4 de la rev ista en 1938, donde Esteban Vega dejó claro que se trataba de una de las armas más v aliosas para llegar a hasta la v ictoria:

«Ser políticam ente ágiles, estar presentes en cada acontecim iento, reaccionar inm ediatam ente ante cada situación: he aquí las reglas y el lem a para todos y cada uno de nuestros periódicos, especialm ente ahora en que la Prensa com o una consecuencia natural de la m ism a im portancia de los acontecim ientos, ha adquirido una influencia política y social com o jam ás la tuv o en nuestro país. Ni el cinem a ni la radio, ni el libro ni el folleto, con ser v aliosos m edios de expresión, llegan a la altura del periódico, de esas hojas im presas que cada día se colocan ante el lector con su cargam ento de noticias, con inform aciones políticas, económ icas y culturales, por m edio de las cuales se influy e, oriente y m uev e a grandes m asas, día tras día, tenazm ente, en un sentido determ inado. Utilizar am pliam ente esta arm a gigantesca para hacer llegar a las entrañas del pueblo la justa política del Partido para aum entar el entusiasm o y la energía creadora de todos los antifascistas, para v ences las m ay ores dificultades y colocarnos en condiciones de aplastar al fascism o, debe ser la m ay or preocupación de cada uno de nuestros periodistas»24 . 74

Además, sabían que se trataba de un efectiv o medio de propaganda desde el que difundir las ideas de partido, en el que había que creer y en el que debían trabajar para que creciera: «En este sentido se ha conseguido desde la Conferencia de la Prensa hasta hoy , elim inar m uchos errores y deficiencias, pero aún nuestros periódicos en su conjunto no han llegado a la altura que las circunstancias exigen de ellos. Esto ha ocurrido porque en m uchos casos los cam aradas no conceden la im portancia necesaria a la Prensa com o elem ento difusor de nuestra política, com o propagandista, com o agitadora y educadora. Com prender en todo su significado esta im portancia política de la Prensa significa que cada Com ité del Partido cuide a sus periódicos con el m ay or cariño, y a que ellos son el m ejor v ehículo que les perm ite ponerse en relación diaria con los m ilitantes del Partido y con m illares de antifascistas de todas las tendencias»25.

75

76

77

Y , como se apunta en este y otros muchos textos, nunca dejaron de poner de reliev e que la disparidad ideológica con la que conv iv ían era la que minaba desde dentro el proy ecto republicano. Fueron siempre fieles a sus deseos de mejorar las diferentes publicaciones del PCE porque pensaban que se trataba de un esencial medio de comunicación; crey eron siempre que debían continuar con su lucha y seguir difundiendo sus ideas; nunca dejaron de inv itar a todos los partidos a la unidad para lograr la caída del Régimen Franquista, etc. Iniciaron en 1937 una larga andadura que continuaron durante décadas, bien en el destierro, bien desde la clandestinidad. Av iv aron sus ansias de retorno a trav és de una publicación que, mientras los principales colaboradores que la iniciaron estuv ieron bajo su mando, no mostró en ningún momento un ápice de flaqueza, algún signo de abandono o ganas de doblegarse ante las circunstancias. Por otro lado, recuperar esta rev ista, su intensa y prolongada v ida, v alorar su continuidad durante décadas experimentando durante años la penuria de la guerra, el destierro y la clandestinidad; observ ar cómo cambia de formato y de consejo adaptándose a circunstancias como la escasez económica o la dispersión de sus antiguos componentes, etc., nos llev a a rescatar un interesante y olv idado caso. No sólo luchó durante la guerra por sus ideas y por sobrev iv ir publicando las ideas en las que creía, intentó serv ir a unas ideas y a un país desde el destierro con el deseo de unir a los españoles por una causa que muchos daban por perdida. Fue capaz de subsistir durante décadas en la clandestinidad que el Franquismo imponía y , tras la caída del

Régimen, se recompuso tras renov arse, conserv ando su histórico y v alioso nombre.

Notes 1 CRUZ, Rafael, «Del partido recién llegado al partido de todos. El PCE, 1 9 2 0-1 9 3 9 », Historia del PCE. Congreso 1 9 2 0-1 9 7 7 , Vol. I, Ov iedo, Fundación de Inv estigaciones Marxistas, Univ ersidad de Ov iedo, coord. Manuel Bueno, Carm en García, José Hinojosa, 2 007 , p. 1 4 7 . 2 AZNAR SOLER, Manuel, «El Partido Com unista de España y la literatura del exilio republicano (1 9 3 9 -1 9 53 )», in El exilio literario español de 1939: actas del Primer Congreso I nternacional (Bellaterra, 27 de noviembre- 1 de diciembre de 1995), Vol. II, p. 3 8. 3 RIVAYA, Benjam ín, «Wenceslao Roces y la Guerra Civ il», in Comunismo y compromiso intelectual: Wenceslao Roces, Papeles de la FI M nº 1 4 , Madrid, Fundación de Inv estigaciones Marxistas, 2 000. Edición digital, http://www.wenceslaoroces.org/arc/roces/trab/cciwr/4 .htm #_ftn2 2 4 DÍAZ, José, Secretario General, «Carta del buró político del Partido Com unista a la com isión ejecutiv a del Partido Socialista», Nuestra Bandera, nº 1 , 1 9 3 7 , p. 3 . 5 I bid, p. 6 . El subray ado es m ío. 6 s/a, «El Partido Único puede y debe crearse», Nuestra Bandera, nº 2 , 1 9 3 7 , p. 3 . 7 s/a, «España se juega la paz en el m undo», Nuestra Bandera, nº 1 , 1 9 3 7 , p. 8. 8 I bid. 9 I bid, p. 7 . 1 0 I bid, p. 9 . 1 1 s/a, «En España se juega la paz del m undo», Nuestra Bandera, nº 1 , 1 9 3 7 , p. 7 . 1 2 s/a, «El partido único puede y debe crearse», Nuestra Bandera, nº 2 , 1 9 3 7 , p. 1 1 . 1 3 s/a, «Los problem as del Pleno», Nuestra Bandera, nº 1 , 1 9 3 7 , p. 1 5. 1 4 DELICADO, Manuel, «La guerra y los problem as de producción», Nuestra Bandera, nº 1 , 1 9 3 7 , p. 2 9 . 1 5 MIJE, Antonio, «La m archa del m ov im iento anarquista español hacia la unidad», Nuestra Bandera, nº 3 -4 de Marzo-Abril de 1 9 3 8, p. 51 . 1 6 I bid, p. 4 3 . 1 7 s/a, «Héroes del Ejército Popular», Nuestra Bandera, nº especial del 1 8 de Julio de 1 9 3 8, s/p. 1 8 «Saludo», Nuestra Bandera, nº 1 , Junio de 1 9 4 0, p. 2 . 1 9 I bid, pp. 1 -2 . 2 0 LILLO, Natacha, «El PCE en Francia: relaciones con el PCF y ev olución (1 9 4 51 9 7 5)», in Historia del PCE. Congreso 1920-1977, Vol. I, Ov iedo, Fundación de Inv estigaciones Marxistas, Univ ersidad de Ov iedo, coord. Manuel Bueno, Carm en García, José Hinojosa., 2 007 , p. 85. 2 1 «Carta abierta de la Delegación del Com ité Central a los m iem bros del Partido, sim patizantes y a todos los antifranquistas en general», Nuestra Bandera, nº 1 de 1 9 4 5, pp. 1 2 -1 3 . 2 2 I bid, pp. 2 0-2 1 . 2 3 I bid, p. 3 2 4 VEGA, Esteban, «La prensa del Partido», Nuestra Bandera, nº 3 -4 , 1 9 3 8, p. 1 . 2 5 I bid, p. 86 .

Table des illustrations T itre

Portada del nº 1 de 1937, correspondiente a la primera etapa de

Nuestra Bandera.

URL

http://argonauta.revues.org/docannexe/image/357/img-1.jpg

Fichier image/jpeg, 516k T itre

Portada del nº 1 de 1938, relativo a la segunda etapa de Nuestra Bandera.

URL

http://argonauta.revues.org/docannexe/image/357/img-2.jpg

Fichier image/jpeg, 1,9M T itre

Portada del número especial del 18 de Julio de 1938 de Nuestra Bandera.

URL

http://argonauta.revues.org/docannexe/image/357/img-3.jpg

Fichier image/jpeg, 1,5M T itre

“Como se vive en el territorio faccioso”, Nuestra Bandera, nº especial del 18 de Julio de 1938, s/p.

URL

http://argonauta.revues.org/docannexe/image/357/img-4.jpg

Fichier image/jpeg, 140k T itre

Hernández, Miguel, «La fuerza del Manzanares», Nuestra Bandera, nº 40, 22 de Agosto de 1937.

URL

http://argonauta.revues.org/docannexe/image/357/img-5.jpg

Fichier image/jpeg, 372k T itre

Hernández, Miguel, «Pasó el Fascismo. El hogar destruido», Nuestra Bandera, nº 41, 23 de Agosto de 1937.

URL

http://argonauta.revues.org/docannexe/image/357/img-6.jpg

Fichier image/jpeg, 260k T itre

Primera página de un número clandestino publicado en Madrid en Diciembre de 1944.

URL

http://argonauta.revues.org/docannexe/image/357/img-7.jpg

Fichier image/jpeg, 1,9M

Pour citer cet article Référenc e élec tro niq ue

Ana Martínez García, « De la Guerra Civil Española al exilio: discurso, propaganda y reflexión a través de la revista Nuestra Bandera », El Argonauta español [En ligne], 7 | 2010, mis en ligne le 15 janvier 2010, consulté le 13 avril 2015. URL : http://argonauta.revues.org/357

Auteur Ana Martínez García Universidad de Cádiz

Droits d’auteur Tous droits réservés

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.