De la esquela mortuoria y el registro de la memoria

July 15, 2017 | Autor: Ana Teresa Rodríguez | Categoría: Languages and Linguistics, Antropología, Biopolítica, Antropología De La Muerte
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Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe

ARTÍCULO DE REFLEXIÓN ESQUELAS MORTORIAS : CUANDO SE REGISTRA ALGO MÁS QUE LA MEMORIA

Sa. Ana Teresa Rodríguez Lebrón Curso: HIST/ANTR/LITE 1162 Dr. Ignacio Olazagasti Colón

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Introducción La fortuna de los ricos, la gloria de los héroes, la majestad de los reyes, todo acaba en un: "Aquí yace". –YoungLa muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos. -MachadoDurante siglos y hasta inicios del Siglo XVIII si existió una expresión político-social contundente, lo fue la muerte. Era esta no solo un elemento diario presente en el colectivo, sino que a su vez definía el ejercicio de poder del Rey Soberano. No fue hasta la evolución propia de la sociedad al Estado Moderno, y con esto el nacimiento de la biopolítica como esquema de administración del ciudadano, que la muerte pierde su sitial público y pasa a ser un asunto privado. Aun así, y quizás como un reconocimiento público a la muerte, permean en nuestro ordenamiento social los ritos de pasos funerarios. Entre estos existe, como un evento de creación de memoria y acto publicitario, la esquela. Una esquela es el aviso de la muerte de una persona que se publica en los periódicos con recuadro de luto; y que suele indicar los datos del funeral. En muchas ocasiones tiene contenido a su vez una pequeña bitácora, que resume lo que se pretende resaltar de quien ahora ha dejado de estar entre los vivos. Pero más allá de la notificación formal del deceso de una persona, acompañado de la información correspondiente para que quien le conociera se presente a las exequias fúnebres; las esquelas cargan consigo en tan pocas líneas la historia-memoria que quien le sobrevive pretende colectivizar. Es así como el proceso de redacción, el lenguaje utilizado, la simbología y los elementos despuntados le brindan al lector de la misma un panorama más abarcador de quien acaba de fallecer. De esta forma, podría uno poder construir un curriculum vitae del fenecido: religión, estado civil, profesión, clubes sociales, descendencia, su estatus social, político, etc. 2

La publicación de un esquela suele en ocasiones servir de barómetro al momento de adjudicarle valor a la existencia de un ser humano por sobre otro; acción que no necesariamente viene atada a las aportaciones del occiso y más bien a el poder adquisitivo que en su entorno hubiese. Esto se debe en parte a que la publicación de una esquela tiene un costo económico que no todos pueden asumir. A este elemento se le suma aquello que el supérstite interesa resaltar ante la población lectora como elemento de publicidad; asunto que puede ir desde un símbolo al inicio de la esquela hasta el nombramiento de toda su descendencia. Es decir, analizar una esquela mortuoria, por tanto, es un asunto que atañe desde los ritos de paso en la sociedad hasta la relación que tenemos con la muerte bajo un sistema biopolítico. Y es que para hablar de las esquelas mortuorias, es necesario hablar de la vida y la muerte y como estas se bifurcan con todo lo que ello significa en un recuadro del periódico de mayor circulación. Es con esto presente, que se procura en este trabajo realizar una reflexión sociolingüística y política de algunas esquelas. A través del escrito se procura traer a la palestra pública a la muerte: como aquella que viene atada a la vida puesto que es variable intrínseca de la biopolítica. ¿Se convierten las esquelas en una manifestación de vida al crear una memoria? La muerte como Tabú del biopoder “Mire, si tan pronto usted nace, ahí empezó a morirse” “La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene”.-J.L. Borges“Qué injusta, qué maldita, qué cabrona la muerte que no nos mata a nosotros sino a los que amamos”.-Carlos FuentesLa muerte nace con la vida y se manifiesta cónsonamente con ella; permanecen contenidas en un mismo recipiente. Es esta manifestación enmarañada de vida-muerte la que nos 3

lleva a confrontar, en plena modernidad, la muerte como un elemento sociopolítico más complejo y problemático (Anna Quintana, 2010). A estos fines, por ejemplo, el filósofo francés Michel Foucault, en el libro la Historia de la sexualidad I. La voluntad de saber (1976), nos presenta toda una disertación referente al cómo los conceptos vida-muerte han sido manipulados, en primera instancia, a través de la figura del Rey Soberano y el ejercicio del poder a través de lo que Foucault clasifica como el derecho de hacer morir o dejar vivir. Dicha acción político social, utilizaba la amenaza de muerte como método de control. Esto convertía a la muerte en una acción completamente pública, toda vez que era la expresión máxima de poder. Ya más adelante en la historia y obedeciendo a la evolución misma que experimentan las esferas de poder, llega junto con el Estado Moderno un nuevo paradigma respecto al discurso de la muerte; en el cual se establece que el fin propio del estado es garantizar y proteger la vida de los individuos. Para lograr esto, la legitimidad del Estado se cimienta en el poder de hacer vivir o rechazo hacia la muerte. Espacio donde la intervención se viabiliza a través del poder del estado de controlar los distintos fenómenos vitales y que es legitimado a través de la protección de la vida. Como tesis del discurso de garantía de preservación y protección de la vida, Foucault establece que: Podría decirse que el viejo derecho de hacer morir o dejar vivir fue remplazado por el poder de hacer vivir o de rechazar hacia la muerte. Quizá se explique así esa descalificación de la muerte señalada por la reciente caída en desuso de los rituales que la acompañaban. El cuidado puesto en esquivar la muerte está ligado menos a una nueva angustia que la tornaría insoportable para nuestras sociedades, que al hecho de que los procedimientos de poder no han dejado de apartarse de ella. En el paso de un mundo a otro, la muerte era el relevo de una soberanía terrestre por otra, singularmente más poderosa; el fasto que la rodeaba era signo del carácter político de la ceremonia. Ahora es en la vida y a lo largo de su 4

desarrollo donde el poder establece su fuerza; la muerte es su límite, el momento que no puede apresar; se torna el punto más secreto de la existencia, el más "privado". No hay que asombrarse si el suicidio — antaño un crimen, puesto que era una manera de usurpar el derecho de muerte que sólo el soberano, el de aquí abajo o el del más allá, podía ejercer— llegó a ser durante el siglo XIX una de las primeras conductas que entraron en el campo del análisis sociológico; hacía aparecer en las fronteras y los intersticios del poder que se ejerce sobre la vida, el derecho individual y privado de morir. Esa obstinación en morir, tan extraña y sin embargo tan regular, tan constante en sus manifestaciones, por lo mismo tan poco explicable por particularidades o accidentes individuales, fue una de las primeras perplejidades de una sociedad en la cual el poder político acababa de proponerse como tarea la administración de la vida 1. A esta administración de la vida, Foucault la denominará Biopolítica. Momento en el cual el ejercicio soberano del poder queda regido por la administración calculada de la vida de los ciudadanos. Al respecto, señala Quintanas 2: De esta forma, la vida se convierte en objeto del saber y en blanco del poder. Los fenómenos propios de la vida quedan así atravesados por los procedimientos del saber-poder. Un saber y un poder que se ocuparan tanto del cuerpo del individuo como del conjunto de la población como especie viviente. Las condiciones y probabilidades de vida, los temas de salud pública, las relaciones entre natalidad y mortalidad, los índices de morbilidad, la longevidad, todas las fuerzas implicadas en la vida, serán objeto del biopoder con el fin de conocerlas, organizarlas, distribuirlas, aprovecharlas y maximizarlas.

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Véase: http://www.pueg.unam.mx/images/seminarios2015_2/nociones_teoricas/complementaria/michel_foucault_histo ria_de_la_suxualidad.pdf pág. 83. 2 El Tabú de la muerte y la biopolítica según Foucault. Anna Quintanas. Revista Internacional de Filosofía, nº 51, 2010.

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De esta forma la vida sustituye a la muerte en el pleno ejercicio del saber y a su vez en el objetivo primario del poder. Dejando así el diálogo entorno a la muerte e iniciando una nueva faceta enfocada en la administración de lo viviente. La vida pasa a jugar el rol protagónico; efecto que convierte a la muerte en un tabú. Si antes la muerte era un elemento público y pieza condicional del ejercicio pleno del poder del soberano, ahora con el biopoder la muerte se encierra a la mirada pública. Si, en cambio, durante el Antiguo Régimen, la muerte había sido siempre un hecho público, perfectamente visible, que implicaba a la comunidad, y que se acompañaba de todo un ceremonial, era porque entonces la muerte no representaba el final del poder, sino tan sólo el tránsito de un poder a otro. Es decir, la muerte era percibida como un relevo en la posesión del poder, que pasaba del soberano terrenal al soberano celestial… (Quitanas, 2010). Pero, aun cuando la muerte ha pasado a un segundo plano del discurso político-social respecto con la vida y los controles que en ella se ejercen; el rito de paso funerario continúa entre nosotros como un acto colectivo y simbólico de quien termina un ciclo. Para el antropólogo Van Gennep (1986) los ritos de pasos son “todas las secuencias ceremoniales que acompañan el paso de una situación a otra y de un mundo (cósmico o social) a otro”. Los ritos de paso se pueden clasificar por posición social, política, económica, creencia religiosa, de parentesco y género, entre otras; y a pesar del continuo desarrollo social, aun los ritos permean en diversos aspectos de nuestra vida de una u otra manera. En este sentido, vemos a la muerte como un rito en sí misma; y podríamos decir que es una manera de enfrentarnos al tabú de la muerte. Donde como elemento participativo del mismo, las esquelas se presentan como un elemento unificador de quien habla del tabú de la muerte con el propósito de dar vida a la memoria.

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Las esquelas como manifestación de memoria “El deseo de ser reconocido por los otros es inseparable del ser humano. Es más, este reconocimiento le es tan esencial que, según Hegel, cada uno está dispuesto a poner en juego su propia vida para conseguirlo. No se trata, en efecto, sencillamente de satisfacción o de amor propio, más bien es sólo a través del reconocimiento de los otros que el hombre puede constituirse como persona”.-Giorgio Agamben, DesnudezCuando hablamos de la memoria, hablamos del relato en tiempo pasado de algún evento. Es el proceso selectivo de quien pretende recordar un suceso y con esto construir una narración respecto a lo que fue. Construir la memoria es por tanto, un quehacer subjetivo y selectivo que dependerá de quién lo reconstruye. Aquello que se quede fuera, pasará al olvido. La memoria juega entonces un papel importante en la reconstrucción de un pasado. Podríamos decir, como bien reseña Ricoeur, que la memoria personal posee tres características fundamentales: en primer lugar es singular, nadie puede tener los recuerdos de otro; seguidamente, la memoria es el presente del pasado, es decir, recordar es traer al presente algo que está ausente; y por último, gracias a la memoria es que el pasado y el futuro se relacionan. (Morales Zamora, 2010). Es bajo esta premisa de relación intrínseca entre pasado-presente, que se nos presentan las esquelas mortuorias. En este caso el ejercicio de hacer memoria se traduce a una acción subjetiva que queda delegada en el otro; en el viviente. Ante tal encomienda resulta interesante como el delegado decide darle vida, en pocas líneas, al reconocimiento de existencia de quien acaba de partir. Todos quieren ser reconocidos por el otro, en tanto como señala el filósofo italiano Agamben, es lo que nos valida como persona. La muerte no es excepción a esta premisa. Con las esquelas se da el fenómeno de la publicidad a quien ya deja de existir a la vez que nos promocionamos; convirtiendo el discurso de la muerte en un asunto de reconocimiento entre los 7

vivos. Con esto, se presenta la oportunidad de levantar el veto impuesto por lo privado a la muerte a la vez que se lleva como algo vivo a lo público; en tanto conectamos el pasado [lo muerto] con el presente [lo vivo] a través de la memoria. Pero el ejercicio de recordar y hacer memoria trae consigo una carga económica. En el presente, no es suficiente el anhelo de los vivientes de llevar de lo privado a lo público a sus muertos para que el otro le reconozca a la vez que a él se le reconoce; y es que así como los anuncios publicitarios tienen un costo, las esquelas tienen los suyos: La primera particularidad de las esquelas es que pertenecen al ámbito de la publicidad: la denominación de las “esquelas” como título de sección que suele presidir las páginas a ellas dedicadas no engañan a nadie. Podrían ir colocadas, sin más, como prolongación de los anuncios por palabras. Como anuncios hay que pagarlas y como anuncios funcionan…Como todas las consecuencias: como en toda publicidad, en las esquelas hay verdad constatable y puede haber parte de exageración, o simple y llana deformación de un pequeño núcleo de verdad 3. A este haber tenemos que, por ejemplo, los precios en el periódico El Nuevo Día para publicar una esquela que sale publicada simultáneamente en Prensa e Internet pueden ir desde $252.00 hasta $4,914.00 dólares. Siendo la de $252.00 dólares, una esquela del tamaño de una tarjeta de presentación. En estas usualmente se suele colocar información precisa respecto a la persona fallecida, sus supervivientes e información relevante a las exequias fúnebres. Pero si se hace una revisión a las esquelas publicadas, si resaltan algunas que demuestran ese ejercicio de creación de memoria y publicidad.

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La muerte mensajera. Las esquelas de defunción como elemento informativo. Bernardino M. Hernando.

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Un ejemplo de esto lo es el anuncio que hiciera la compañía Emilio Bacardí Group ante la muerte de Doña Josefina González viuda de Bacardí. En la esquela, que ocupa media página y viene acompañada por el logo comercial de la compañía y el símbolo de una cruz con un ángel, resalta el pedido: “Hoy celebramos tu vida. Pensamos que eras de alguna forma inmortal, que siempre estarías con nosotros…Nos dejas un legado de cumplimiento del deber, cumplir una misión, contribuir al bienestar de los demás…Agradecemos que en vez de enviar flores, hagan un donativo al Hogar Niñito Jesús o al Oratorio Bosco, organizaciones comunitarias muy queridas por Josefina”. Vemos entonces como la compañía adquiere personalidad y además de anunciarse en términos publicitarios, nos deja claro cuál tipo de rito funerario se hará para Josefina. Si algo resulta curioso, es pagar una tarifa de $2,457 dólares para comunicar no solo la grandiosidad y generosidad de la viuda de Bacardí; si no que a su vez el cómo se espera que el identificado con su muerte done dinero. Una semana después, la Familia Bacardí González publicaba una esquela de igual tamaño. El propósito de la misma era agradecer las demostraciones de consuelo así como las donaciones realizadas a las fundaciones indicadas por la Compañía de la Familia y antes de invitar a “celebrar la vida de nuestra madre con una misa”, agradecen de igual forma a la Funeraria Buxeda y a todo su equipo de empleados. Esquelas como estas demuestran claramente su uso como construcción de memoria y evento publicitario. En este caso, no solo pautando la correlación de tan importante apellido con respecto a su compañía y la difunta; si no que a su vez la promoción a título gratuito de la funeraria que brindo los servicios fúnebres a una familia de sociedad. Por otro lado, existen esquelas con las que podemos construir el carácter y profesión de una persona al tener bajo una misma fecha varias publicadas. Bajo este tipo de esquela, resulta 9

interesante aquellas donde son los amigos quienes construyen la memoria de quien muere. Por ejemplo, los amigos de la Lcda. Sylvia M. Villanova publicaron una esquela en la que nos dirigen al carácter jovial, desenfadado e intelectual de su amiga. La memoria que decidieron reconstruir para la licenciada es una cargada de solidaridad, con ausencia de referencia religiosa y que nos da a entender que estamos ante alguien que se dio a los placeres de la vida: “Es con profundo dolor que despedimos a nuestra querida hermana de la vida, Sylvia, amiga solidaria y generosa. A todos nos enseñó las formas hermosas, valientes y solidarias en las que se debe vivir y honrar la amistad. Sylvia vivió una vida plena enfrentando y superando obstáculos con su brillante inteligencia, su inmenso sentido del deber, su pasión por el baile y la vida buena y su empeño en vivir intensamente… regocijada siempre en el amor de sus amigos, “Los hermanos de la vida”, quienes tuvimos la dicha de compartir tantos momentos y vivencias juntos”. En una segunda esquela que escriben sus colegas de oficina, y en la cual para los efectos de publicidad promocionan la firma de abogados a la que representan; el mensaje no deja de ser una continuación de construcción de memoria de lo que en vida fue la licenciada. En la misma, nuevamente con ausencia de símbolos religiosos, resalta una peculiaridad respecto a los ritos de paso funerarios cuando hacen referencia a la transformación del cuerpo. En este caso un cuerpo que al parecer ya estaba cansado; y que entienden sus amigos vio en la muerte el alivio. En ninguna de las dos esquelas se hace referencia a la posibilidad de que exista la oportunidad de (re)encontrarse en otro plano existencial: “Agradecemos al universo la fortuna de haberte conocido, de ser tus amigos y compañeros de trabajo y de haber aprendido mucho de ti. Nos diste un gran ejemplo de compromiso, valentía, deber y responsabilidad. También de alegría y amistad incondicional. Que tu transformación traiga paz a tu alma y que los muchos y buenos recuerdos juntos le 10

brinden resignación a tu hija Susana, a su esposo Benjamín, a tus nietos Camila y Gabriela, a tus hermanos, familiares y a tus amigos del alma. Hasta siempre”. Si se establece como tesis que esa licencia de publicidad que se le da a la muerte es válida siempre que pueda conectar con el presente y por consiguiente con lo viviente; la lectura antropológica lingüística que se hace del tipo de esquela más habitual nos llevaría a un concepto en común: la exaltación familiar. Este fenómeno puede responder a esa pretensión de garantizar que la memoria construida permanezca entre los vivos y no termine en el olvido. A estos fines, los familiares suelen publicar esquelas donde se exalta de forma exagerada la excelsitud de quien ha partido. En algunos casos, inclusive, se publican anualmente como conmemoración del aniversario de quien en vida fue uno de sus seres querido. Ejemplo de esto lo es la esquela publicada en el mes de abril a nombre de Vanessa V. Vera, en la cual se conmemora su décimo aniversario. La misma está escrita como prosa y resalta la genialidad de la joven. A su vez, imparte instrucciones de cómo se debe de continuar recordando su paso por la vida: “Recordémosla como siempre, jueguen, canten y alégrense recordando sus pequeñas travesuras…”. La esquela viene acompañada con una foto en la que queda expuesta la joven edad de la difunta. Por último, resta despuntar que cada esquela en sí misma es un universo de posibles interpretaciones que devienen del ejercicio continuo de mantener entre los vivos a los muertos a través del proceso de crear memoria. Es el acto individual de lo que pretendemos trasmitir a través de una esquela; lo que nos invita a continuar investigando. Como parte de este proceso reflexivo vemos que la muerte, desde el tabú que representa en una sociedad regida por el biopoder, encuentra su oportuna salida al ojo público a través de los ritos de paso funerarios. Con las esquelas buscamos preservar en el presente, es decir entre 11

los vivientes, nuestra idea de lo que debe el colectivo saber de nuestros muertos. Es a través de estas que rendimos tributo y preservamos del olvido lo que fue la existencia de alguien. Mientras publicamos nuestra memoria colectivizamos nuestro dolor; nuestro duelo sale del espacio privado y a su vez se nos reconoce. Pero dicho rito, que nace como ejercicio de creación de memoria, no está disponible para todo aquel que así lo requiera. Los altos costos de publicación hacen de las esquelas un espacio de ritual exclusivo para quienes de alguna forma puedan cubrir su precio; reafirmando así las marcadas diferencias de clases que persisten en nuestra sociedad. Nadie quiere ser olvidado en tanto nuestra propia existencia se da en la medida en que el otro la reconoce; pero no perdamos de vista que, después de muertos, es al otro a quien le corresponde decidir que salva del olvido…del silencio privado que deja nuestra muerte.

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Bibliografía: Una invitación a la sociología reflexiva. Pierre Borudiue y Loic Wacquant. 1ra ed. –Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina, 2005. Nietzsche, la genealogía, la historia. Michel Foucault. Véase: http://www.pueg.unam.mx/images/seminarios2015_1/critica_cultural/fou_mic.pdf Cultura y Simulacro. Jean Baudrillard, Editorial Kairos, 3ª Edición, Barcelona, 1987. Desnudez. Georgio Agamben, Editorial Anagrama, S/A. Primera edición, septiembre 2011. Antropología de la muerte: entre lo intercultural y lo universal .Rosa García-Orellán. Véase: http://www.paliativossinfronteras.com/upload/publica/ANTROPOLOGIA-DE-LAMUERTE-17-GARCIAORELLAN.pdf El intercambio simbólico y la muerte. Baudrillard, Jean. Ed. Monte Avila Editores. Barcelona, 1980. La construcción mediática de la muerte. Juan Carlos Herranz. Mónica Lafon. Estudios 87, vol. VI, invierno 2008. Margot Bigot: Apuntes de lingüística antropológica. Véase: http://rephip.unr.edu.ar/bitstream/handle/2133/1367/1.DOMINIO%20DE%20LA%20LING %C3%9C%C3%8DSTICA%20ANTROPOL%C3%93GICA.pdf?sequence=2 Esquelas: El Nuevo Día, 2015. La máquina Duras: El lugar de la memoria sin recuerdo. Jorge Torres Sáenz. Historia y Grafía, Universidad Iberoamericana, año 20. Núm. 39. Julio-diciembre 2012. Pp. 45-65. La muerte mensajera: Las esquelas de defunción como elemento informativo. Dr. Bernandino M. Hernando. Estudios sobre el Mensaje Periodístico. 2001, núm. 7:221-239. Derecho de muerte y poder sobre la vida, en: Historia de la sexualidad I. La voluntad de saber. Michel Foucault. Madrid, Siglo XXI, 1989, p. 86. Ritos de paso: ritos funerarios. Delci Torres. Revista Paradìgma, v.27 n.1. Maracay, 2006.

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