De isla a isla: estudio de dos casos de la experiencia canaria en Puerto rico, siglo XVIII

June 14, 2017 | Autor: Luis Burset | Categoría: Inmigracion, Historia del Caribe, Historia De Puerto Rico
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Descripción

Y llegaron a Puerto Rico. Dos casos de la experiencia canaria en nuestra
isla.
Por: Luis Rafael Burset Flores

Desde temprano en la colonización de Puerto Rico en el siglo XVI, los
oficiales reales pedían a la Corona que enviara canarios o portugueses para
poblar la isla y trabajar la tierra. Entre las causas más mencionadas en
las peticiones se encuentra la necesidad de labradores para trabajar la
tierra, porque ningún español quiere ser labrador.[1] Los canarios eran
preferidos a los portugueses porque éstos eran considerados extranjeros, y
su entrada a las Indias estaba prohibida.[2] A la misma vez, había una
gran necesidad de mantener la isla poblada, pues una vez acabó la fiebre
del oro en la mitad del siglo XVI, la salida de muchos de los pobladores
originales en busca de mejores oportunidades en las nuevas tierras
descubiertas en el continente amenazaba con despoblarla. En 1580 el
gobernador Juan de Céspedes escribía al Rey Es tan poca la gente que hay en
toda la isla que no llegan todos serán a 150 personas.[3]


Puerto Rico no estaba solo en esta realidad. Sus necesidades
poblacionales eran comunes a otras áreas del Caribe, con quienes tenía que
competir por nuevos pobladores. Sobre el rol de la migración canaria a
Santo Domingo, Antonio Gutiérrez Escudero declara La única forma de
garantizar la pervivencia de los españoles en la porción oriental, muy
mermada de población y con una economía deficiente, era con el fomento de
la emigración hacia Santo Domingo.[4]


El proyecto de poblar nuestra isla no se dio con facilidad. Gutiérrez
Escudero ha resumido en cuatro las principales barreras para poblar las
Antillas con canarios: los problemas económicos de la Corona, responsable
por la transportación y manutención de las familias canarias en la isla de
su destino; la irregularidad en los envíos del situado, con que se
mantendría a los canarios; la escasa hospitalidad ofrecida por los colonos
ya establecidos; y la aclimatación al nuevo territorio.[5] En Puerto Rico
mismo, el gobernador Gaspar de Arteaga objetaba la migración canaria, y
recomendaba el reclutamiento de soldados canarios para convertirlos en
pobladores. El gobernador justificaba su oposición a la migración de
familias reclamando que no había tierras útiles que señalarles, ni medios
para mantenerlos el tiempo que será preciso hasta que puedan vivir de sus
labranzas.[6] Su recomendación, por el contrario, era reclutar 50 soldados
todos los años; a aquéllos que se casasen se les borraría la plaza, por lo
que se podrían quedar como vecinos.[7] Esta era una manera más eficiente
de integrarlos a la sociedad sanjuanera.


La migración de canarios a Puerto Rico se intensificó de la primera
mitad del siglo XVIII, según lo evidencian los libros de matrimonios de la
Catedral de San Juan.[8] Cubriendo un periodo de 73 años (1653-1725), en
el primer libro de matrimonios se encuentran 61 contrayentes cuyo origen se
identifica en las Islas Canarias;[9] el promedio de contrayentes por año en
este libro es menor a uno. Sin embargo, en el segundo libro (1723-1748)
hay 149 contrayentes identificados como canarios, con el promedio más alto,
de casi 6 contrayentes de origen canario por año. Debemos anotar que para
el periodo que cubre este segundo libro, ya hay otras parroquias con libros
sacramentales en la isla,[10] lo que puede impactar la información que
tratamos de obtener de este análisis basado en la Catedral de San Juan. En
los libros de matrimonios subsiguientes para la Catedral de San Juan, no se
vuelve a alcanzar esta cantidad de contrayentes por año.

Tabla #1: Promedio anual de contrayentes de origen canario en los libros
de matrimonios de blancos en la Catedral de San Juan.
"1653-1725 "1723-1748 "1748-1790 "1790-1813 "1813-1822 "1822-1832 "1832-
1840 "1840-1850 "Total Acumulado " "# de años cubiertos "73 "26 "43 "24 "10
"11 "9 "11 "207 " "Total de contrayentes "61 "149 "55 "8 "21 "12 "21 "37
"364 " "Promedio anual "0.8 "5.7 "1.3 "0.3 "2.1 "1.0 "2.3 "3.4 "1.8 " "
¿Qué sucedía con los canarios una vez llegaban a nuestra isla? ¿De
qué vivían? ¿Cómo eran recibidos? ¿Cómo era el proceso de adaptación a
esta nueva tierra, su clima y sus alimentos? Hemos investigado la
documentación disponible en fuentes primarias y secundarias para presentar
un caso relacionado a la manutención de los colonos canarios por parte de
los locales y otro sobre su hostilidad hacia ellos por parte de los
residentes en las tierras donde fueron ubicados. Hemos seleccionado de dos
casos para nuestro estudio: el asentamiento en Sabana Llana (actual pueblo
de Río Piedras) de las familias que trajo el gobernador Fernández Franco de
Medina a finales del siglo XVII y el de San Luis Príncipe en Humacao,
creado con las familias traídas en el barco El Palmero a principios del
XVIII.


Juan Fernández Franco de Medina, canario de nacimiento, compró la
gobernación de Puerto Rico con la promesa de traer 20 familias canarias a
Puerto Rico. Obtuvo la gobernación, a pesar de haber traído sólo 14
familias con 100 individuos en 1695. Éstos fueron asentados en Sabana
Llana y los Robles, actual pueblo de Río Piedras.[11] Ángel López Cantos
reporta que además de la yunta de bueyes del Hato del Rey que fue entregada
a cada familia, la manutención recayó sobre los vecinos de San Juan.[12]
Los vecinos de San Juan que mantuvieron a las familias canarias vivían en
el valle de Caguas, pues algunos se declararon moradores en la rivera del
río Luisa, la rivera del río Caguas, y el sitio del Piñal.[13]

Tras la muerte del gobernador en 1700, estos moradores en Caguas
reclamaron a los herederos del difunto gobernador que le repusieran los
costos de manutención, según se les había prometido. Este pleito revela la
dinámica entre los canarios y sus anfitriones forzados.[14] Como parte de
esta demanda, los herederos de Lucas Delgado Manso reclamaban:


Alonso Delgado Manso, Antonio López de Arce, herederos del alférez
Lucas Delgado Manso, y Juan de Olmeda, vecinos de la esta ciudad, como
mejor haya lugar y convenga, parecemos ante vuestra Señoría y decimos
que a nosotros se nos hizo saber un repartimiento por mandato del
Sargento Mayor don Juan Fernández Franco de Medina, gobernador y
capitán general que fue de esta plaza en orden a que diésemos de entre
los cuatro en cada mes treinta y dos arrobas de carne por término de
seis meses para el sustento de las familias que provinieron de Islas
de Canaria a esta plaza, y que cumplido y entregado al maestro mayor
Nicolás Fernández Correa y con sus recibos se nos daría entera
satisfacción y habiéndolo hecho, como constará de los recibos que para
non nuestros poderes se nos mandó pidiésemos cuando hubiere lugar, en
cuya consideración se ha de servir vuestra de mandar se nos paguen las
cantidades de ciento y noventa y dos arrobas de carne, como consta de
los recibos. Por tanto, a Vuestra Señoría pedimos y suplicamos oída
nuestra relación se sirva ser cierta y verdadera mandar se nos paguen
dichas ciento y noventa y dos arrobas de carne, que será justicia, la
cual pedimos y en lo necesario.


(Firmas. Alonso Delgado Manso, Antonio López de Arce, herederos del
alférez Lucas Delgado Manso, Juan de Olmeda Castro.[15]


Gracias a este pleito conocemos el costo de manutención de los nuevos
pobladores, y en qué consistía su alimentación. Los vecinos eran obligados
a aportar carne y plátanos – considerado el pan de los negros; también se
proveyó a los canarios una mula y una res, presumimos como animales de
labor. Estos artículos eran entregados al sargento mayor Nicolás Fernández
Correa, quien los administraba, con promesa de que se les reembolsaría a
los vecinos el costo.[16] Tomando el valor de los artículos reclamados en
1700, el costo total de mantener a los canarios durante seis meses fue de
880 pesos con 20 reales. El costo de manutención por familia fue de poco
más de 10 pesos mensuales.


El inventario de comestibles provistos a los nuevos labradores
canarios nos es doblemente interesante. Por un lado, confirma la
naturaleza hatera y productora de carne del valle de Caguas en el cambio de
siglo XVII a XVIII. También confirma la producción agrícola en los hatos.
Los 66 "caballos" de plátanos[17] que fueron entregados a los canarios en
seis meses promedian 11 caballos mensuales, o 550 pencas envolviendo
plátanos, para 20 familias.


Sería interesante descubrir cómo les entran entregados al sargento
mayor estos artículos. La comunicación de Caguas con Río Piedras y
Trujillo era por el paso de la Magdalena. ¿Habrían transportado los
residentes del valle de Caguas los alimentos hasta el paso, o eran
recogidos en sus hatos y haciendas? ¿Con qué frecuencia se entregaban los
alimentos? Aunque Antonio Delgado Manso, hijo del capitán Francisco
Delgado Manso, especifica que la carne que entregaba era salada,[18] los
plátanos son productos perecederos, que se dañarían con rapidez. Por una
carta del gobernador Gaspar de Arteaga fechada 1670 sabemos que la carne
salada se dañaba a los 30 días.[19]


Queremos anotar que muchas de las familias establecidas en Sabana
Llana se integraron posteriormente a la sociedad puertorriqueña del siglo
XVIII. Algunos de los hijos varones de Francisco Bello y Luisa Rodríguez,
por ejemplo, se unieron a las milicias y casaron en San Juan, incluyendo a
Joseph[20] y a Luis[21]. López Cantos dice que fue debido a que no se
adaptaron a su nuevo hogar que varios canarios sentaron plaza de soldados
por orden del gobernador en lo que les conseguían un lugar más adecuado
donde vivir.[22] Por lo menos dos de las hijas casaron en San Juan: María
Bello Flores, con Marcos Zapata en 1700,[23] y Catalina Rodríguez casó con
Francisco Martín en 1705.[24]


El segundo caso que tocamos es el del grupo de labradores canarios
traídos a Puerto Rico en 1722, como resultado de la Real Cédula del 1 de
julio de 1718, que imponía el traslado de familias de labradores canarios a
Puerto Rico a cambio de contratos comerciales.[25] Según el testimonio de
Gaspar González, llegaron a Puerto Rico en agosto de 1722 en una de dos
embarcaciones, entre ellas El Palmero, perteneciente a don Bartolomé Carta;
la segunda embarcación pertenecía a don Juan López Costa.[26] Por el los
nombres mencionados en el pleito, estimamos en 126 las personas que
componían este grupo. Para ellos se creó un nuevo poblado en Humacao con
el nombre de San Luis Príncipe. El propio gobernador, Francisco Danio
Granados, reportó esta fundación.


Por cuanto con las familias que han venido de las Islas Canarias de
orden de su Majestad para la repoblación y aumento de las vecindades de
esta isla, he formado un pueblo nombrado San Luis del Príncipe en la rivera
del río de Humacao, por ser sitio ameno, saludable y fértil, como de
tierras muy abundantes para poder dichas familias ensancharse y hacer sus
labranzas, e ir en aumento dicha población…


Más adelante expresa sobre los deberes de los dos alcaldes nombrados
para regir la nueva población:


…procurando…la paz, unión y concordia en que deben vivir todas las
familias, celando y evitando todos los escándalos y pecados públicos que se
cometan o puedan cometer en ofensa de Dios nuestro Señor, haciéndoles con
todo vigor se mantengan en dicho pueblo y que sus labranzas las aumenten y
tengan bien reparadas, como las casas de sus viviendas, sin permitir cosa
que sea en deshacimiento (sic) de dicha población…[27]


El documento continúa estableciendo guías para precios de venta,
otorgación de testamentos, etc. Todo esto quedaba como responsabilidad de
ambos alcaldes. Quedaba claro que los pobladores no podían abandonar su
nuevo lugar de vivienda. Debían reportarse al capitán Antonio Delgado
Manso, que lo era de aquel territorio, quien tenía la responsabilidad de
garantizar que los vecinos y moradores del partido de Humacao no
interfirieran con los nuevos pobladores canarios.[28]




El gobierno insular había utilizado vecinos de Arecibo y de Coamo,
junto a esclavos del Rey, para prepararles las labranzas y construirles sus
viviendas, que consistían en galeras y ranchos. También se les construyó
una ermita. Entre los artículos que se les proveyeron para el cultivo se
enumeraron machetes, cuchillos, hachas, azadas y coas [29].


Este grupo poblacional quedó registrado en las páginas de historia de
Puerto Rico porque contrario al compromiso de no poder salir de Humacao,
enviaron un representante a la capital a protestar por las condiciones de
vida en que vivían Concretamente, se quejaban que los dueños de hatos en
aquel territorio los acosaban. Entre las quejas que presentaron al
gobernador, decían que habían salido de la capital gruesos y colorados y la
fecha de éste estamos tan descoloridos y tan muertos que no nos
conocerán.[30] Se quejaban también que a dos años de trabajar la tierra,
ésta todavía no daba frutos.


En uno de los interrogatorios de la investigación que generó el
gobernador, se expone como el principal problema de adaptación de los
canarios la arrogancia de los hateros de la zona. Gaspar González, isleño
que llevó al gobernador una carta de parte de los pobladores, declaró lo
siguiente:
es verdad...que el no haber continuado con los trabajos de labor ha
sido las influencias que han hecho Francisco Delgado, Juan de Gracia y
los de la familia de Alonso Delgado, diciéndoles que Su Señoría no
puede tenerlos allí ni habrá forma de mantenerse luego que su señoría
deje el gobierno, haciéndolos echar del dicho pueblo y para más
verificarlo lo que no habían ejecutado los dichos, al presente han
abierto talas como dando a entender ser aquello suyo, lo que ha sido
de más creencia para las familias, desanimándose... [31]

Según los isleños, los hateros se comportaban como los dueños de la
región. Raquel Rosario Rivera atribuye estos enfrentamientos a la
concesión de tierras a nuevos pobladores y desacomodados que hacía el
Cabildo de San Juan en contraposición a los intereses de los ganaderos y
latifundistas, quienes entendían que se estaba penetrando sus tierras. [32]



El resultado de esta situación fue la asignación de terreno a cada
familia, complaciendo lo solicitado por los labradores canarios. Se
deslindaron y midieron tierras y se les dio títulos de uso y posesión. En
el plano del nuevo pueblo se incluyen terrenos con casa para 30 familias, a
pesar que en el pleito se nombran 40. No obstante, el nuevo pueblo de San
Luis Príncipe fue abandonado posteriormente. Al fin y a la postre, los
señores hateros parecen haber ganado la jugada.


De este grupo de labradores hemos seguido la pista a Felipe del
Rosario Donis. Casó en Hato Grande el 13 de septiembre de 1738 con
Francisca Carrasquillo,[33] con quien tuvo al menos once hijos. Murió en
Caguas el 12 de febrero de 1807, a la edad de 102 años.[34] Su
descendencia se concentró en los pueblos de Gurabo, Caguas y San Lorenzo.


Con estos dos ejemplos hemos querido ilustrar las barreras que
enfrentaba la tan necesaria la migración canaria a Puerto Rico entre el
siglo XVII y el XVIII y las dificultades que enfrentaron las familias que
finalmente hacían el viaje. Fue difícil para los nuevos pobladores por la
resistencia y rechazo de que fueron objeto por parte de los dueños de las
tierras donde los asentaron. También fue difícil para quienes ya habitaban
en la isla, al ser forzados a producir en exceso de su consumo para
mantener a las familias recién llegadas o a ceder tierras para sus
asentamientos. Estos procesos de adaptación también son parte de la
formación del pueblo puertorriqueño.
Bibliografía
Fuentes primarias

Archivo General de Indias (en adelante, AGI). Escribanía 126ª. Pieza 12.
Demanda puesta por diferentes vecinos y moradores de esta isla… 1700.

AGI. Escribanía 141A y C. 1723 y 1724.

AGI. Santo Domingo,155, R. 9, N.65. Carta del gobernador Joan de
Céspedes. 20 de septiembre de 1580.

Fuentes secundarias
Cioranescu, Alejandro. Diccionario biográfico de canarios americanos.
Tomo I (A-G), página 255. Editorial Confederación de Cajas de
Ahorros, Servicio de Publicaciones de la Caja General de Ahorros de
Canarias, Número 159 (Historia 13), 1992.


Delgado, Francisco. La fundación de Humacao. Asociación Pro Humacao.
Anales. Núm. 5, 1954. PP. 111-112.


Gelpí Baíz, Elsa. Siglo en blanco. Estudio de la economía azucarera
en Puerto Rico, siglo XVI. Río Piedras: Editorial de la Universidad
de Puerto Rico, 2000.


Gil-Bermejo, Enriqueta. La primera fundación de Humacao. Revista del
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Número 22. PP. 37-40.


González Vales, Luis. Presencia portuguesa en Puerto Rico. Revista
de Genealogía Puertorriqueña. Sociedad Puertorriqueña de Genealogía,
Año 1, Número 1, abril de 2000. PP. 12 y 13.


Gutiérrez Escudero, Antonio. Colonos, familias pobladoras y fundación
de ciudades en La Española, 1685-1768. Santo Domingo Colonial:
estudios históricos. Siglos XVI al XVIII. Santo Domingo: Academia
Dominicana de la Historia, 2007. PP. 215-234.


Gutiérrez Escudero, Antonio. Vicisitudes de una villa de canarios en
La Española: San Carlos de Tenerife, 1684-1750. Santo Domingo
Colonial: estudios históricos. Siglos XVI al XVIII. Santo Domingo:
Academia Dominicana de la Historia, 2007. PP. 147-156.


López Cantos, Ángel. Historia de Puerto Rico 1650-1700.
Publicaciones de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla,
CCXXXI. Sevilla, 1975.


Rosario Rivera, Raquel. Primeras Familias Pobladoras de Caguas.
Municipio Caguas: Departamento de Desarrollo Cultural, Municipio
Autónomo de Caguas, 2005.
-----------------------
[1] Luis González Vales. Presencia portuguesa en Puerto Rico. Revista de
Genealogía Puertorriqueña. Sociedad Puertorriqueña de Genealogía, Año 1,
Número 1, abril de 2000. PP. 12 y 13.
[2] Elsa Gelpí Baíz. Siglo en blanco. Estudio de la economía azucarera en
Puerto Rico, siglo XVI. Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto
Rico, 2000. Página 13.
[3] AGI. Santo Domingo,155, R. 9, N.65. Carta del gobernador Joan de
Céspedes. 20 de septiembre de 1580.
[4] Antonio Gutiérrez Escudero. Vicisitudes de una villa de canarios en La
Española: San Carlos de Tenerife, 1684-1750. Santo Domingo Colonial:
estudios históricos. Siglos XVI al XVIII. Santo Domingo: Academia
Dominicana de la Historia, 2007. P. 149.
[5] Antonio Gutiérrez Escudero. Colonos, familias pobladoras y fundación
de ciudades en La Española, 1685-1768. PP. 215-234. Vicisitudes de una
villa de canarios en La Española: San Carlos de Tenerife, 1684-1750. PP.
147-156. Santo Domingo Colonial: estudios históricos. Siglos XVI al XVIII.
Santo Domingo: Academia Dominicana de la Historia, 2007.
[6] Ángel López Cantos, Historia de PR 1650-1700. Sevilla: Escuela de
Estudios Hispano-Americanos, 1975. Página 36.
[7] Ibid.
[8] Si bien estos libros no son realmente fuentes para calcular la
migración de canarios y otros extranjeros, son una excelente fuente para
medir su participación en la vida colonial una vez llegaban a la isla,
compensando la ausencia de los primeros.
[9] Catedral de San Juan (en adelante, CSJ) 1M(1653-1725)
[10] El primero libro de matrimonios de la Catedral Dulce Nombre de Jesús
de Caguas comienza en 1730 (1730-1774). Sin embargo, en los 45 años que
cubre este primer libro, hay sólo 4 contrayentes canarios. En el de
Arecibo, que cubre de 1702-1740, hay 11 contrayentes canarios.
[11] López Cantos, Historia de PR 1650-1700; Presenta como referencia
Escribanía,126A. Página 34.
[12] Ibid. PP. 34-35.
[13] Escribanía, 126. Pieza 12. F908. Demanda puesta por diferentes
vecinos y moradores de esta isla a los bienes embargados al Sargento Mayor
Don Juan Fernández Franco de Medina. 1700.
[14] Ibid.
[15] Ibid. Folio 926.
[16] Ibid.
[17]Según el portal Educación Ambiental en la República Dominicana
(http://www.jmarcano.com/mipais/diversos/medidas4.html), la definición de
"caballo" es la siguiente: unidad de medida para las hojas de la palma cana
usadas para cobijar y para las de guano, palmeras para tejer. Un caballo
consta de 50 hojas (o pencas) de cana y de 100 de guano. Por lo tanto, el
caballo incluiría la cantidad de plátanos que cupieran dentro de la hoja
cerrada o amarrada.
[18] Escribanía, 126. Pieza 12. Folio 913.
[19] AGI. Santo Domingo,157, R.4, N.95ª. Carta del gobernador Gaspar de
Arteaga al Rey. 14 de noviembre de 1670. Un segmento de la carta lee: En
los Reales Almacenes se consumía gran cantidad de hacienda de Vuestra
Majestad en bastimentos de carnes y casabes, porque la carne mejor
beneficiada en treinta días se corrompe, con que cada mes es necesario
echarla a la mar y hacer carne fresca, porque el temperamento de la tierra
no la consiente más tiempo. Y siendo menester mi arrobas de carne por lo
menos cada mes, son doce mil pesos al año de sola la carne, sin el costo de
la sal que se da para su beneficio.
[20] Méndez Muñoz, Andrés. Lista de vecinos y milicias para estudio sobre
historia local en los siglos XVII y XVIII. Hereditas. Revista de
Genealogía Puertorriqueña. Vol. 6 Núm. 2 Año 2005. Pág. 46. Hijo de
Francisco, natural de Tenerife en el lugar de Guimar; mediano, cejas
gruesas, ojos grandes y negros. 21 años. Goza de 8 ducados al mes.
[21] Alejandro Cioranescu. Diccionario biográfico de canarios americanos.
Tomo I (A-G), página 255. Editorial Confederación de Cajas de Ahorros,
Servicio de Publicaciones de la Caja General de Ahorros de Canarias, Número
159 (Historia 13), 1992. P. 255. Hijo de Francisco Bello y Luisa
Rodríguez. Sentó plaza de soldado del presidio de San Juan de Puerto Rico,
donde casó el 5 de enero de 1710 con Ana Josefa de Velasco, natural de San
Juan.
[22] López Cantos, Historia de PR 1650-1700. Página 35.
[23] CSJ 2M(Blancos 1723-1748)F92 #237. Esta familia dejó numerosa
descendencia en Cabo Rojo.
[24] CSJ 1MF307v.
[25] Juana Gil-Bermejo. La primera fundación de Humacao. Revista del
Instituto de Cultura Puertorriqueña. Enero-Marzo 1964. Año VIII. Número
22.
[26] AGI. Escribanía, 141c.
[27] Delgado, Francisco. La fundación de Humacao. Asociación Pro Humacao.
Anales. Núm. 5, 1954. PP. 111-112. PP. 111-112. No presenta fecha
para el documento. El documento se encuentra en AGI, Escribanía 141-A,
Cuaderno 8.
[28] Ibid. Página 112.
[29] Gil-Bermejo. La primera fundación de Humacao. Página 38. Es
interesante que se incluya la coa como un instrumento de labranza. En su
descripción de la isla de Puerto Rico algunas décadas después, Fray Iñigo
Abbad y Lasierra concluyó que los naturales de Puerto Rico desconocían la
ciencia de la agricultura, pues utilizaban sólo un palo para cultivar.
[30] Ibid. Interesantemente, en Puerto Rico todavía usamos "gordo y
colorao" para describir una persona saludable.
[31] AGI. Escribanía, 141c. Debemos traer a la atención del lector que el
capitán Antonio Delgado Manso estaba directamente emparentado con estos
individuos, siendo sus primos hermanos y primos segundos.
[32] Raquel Rosario Rivera. Familias Pobladoras de Caguas. Municipio
Caguas: Departamento de Desarrollo Cultural, Municipio Autónomo de Caguas,
2005. Página 81.
[33] Catedral Dulce Nombre de Jesús de Caguas (en adelante, CDNJC) 1M(1730-
1774)F6v.
[34] CDNJC 4E(1801-1810)F139.
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