De Goya al Museo Napoleón (1809-1815). El largo viaje de un expolio artístico Pieza del mes del Archivo Histórico Nacional, correspondiente a febrero de 2014

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Descripción



Villa-Urrutia, Wenceslao Ramírez de Villa-Urrutia, Marqués de, El rey José Napoleón. La misión del barón de Agra. Algunos cuadros del museo del Prado. El Papa de Velázquez, Madrid, 1927.



Álvarez-Coca González, María Jesús, “Invasión francesa, Gobierno intruso. Los fondos de la Guerra de la Independencia en el Archivo Histórico Nacional”, Cuadernos de Historia Moderna, 37 (2012), pp. 201-255.



“Josef Erregearen ekipajea / El equipaje del rey Jose. Lapurreta eta arpilatzearen istorio bat / Una historia de expolio y saqueo”. Exposición. Archivo Histórico Provincial de Álava (2013/12/12-2014/04/13).

Texto: María Jesús Álvarez-Coca González. Archivo Histórico Nacional Diseño cubierta: La Azotea

Archivo Histórico Nacional C/Serrano, 115. 28006 MADRID http://www.mecd.es http://www.pares.es

PIEZA DEL MES DE FEBRERO DE 2014

De Goya al Museo Napoleón (1809-1815) El largo viaje de un expolio artístico El expolio oficial El 20 de diciembre de 1809, José I decretó la creación en Madrid de un Museo de pintura que reuniera los cuadros de los conventos ya suprimidos, e incluso los “de todos los establecimientos públicos y aún de nuestros palacios”. De esta forma se inició una gran operación gubernamental de requisa de pinturas. El francés Frédéric Quilliet fue el artífice, como comisario de Bellas Artes y conservador del futuro museo, de la selección y traslado a los conventos del Rosario y Trinidad de Madrid, de las pinturas de El Escorial, Palacio Real y demás sitios reales, además de las que fueron requisadas a conventos y particulares en Andalucía. En el mismo decreto se estableció la formación de una “colección general de pintores célebres de la escuela española, la que ofreceremos a nuestro augusto hermano el Emperador de los franceses, manifestándole al propio tiempo nuestros deseos de verla colocada en una de las salas del Museo Napoleón”. La selección de las 50 pinturas para el regalo de Napoleón resultó tan problemática que no estaba resuelta en el verano de 1810, cuando Quilliet fue cesado, de forma que será uno de las misiones principales de una Comisión que se formó para continuar con el proyecto del museo. Esta comisión, formada por Goya, Maella y Manuel Napoli, nuevo conservador del museo, elaboró varios listados de pinturas dignas para regalar a Napoleón, antes de su aprobación definitiva por el ministro del Interior, marqués de Almenara, y el superintendente de la Real Casa, conde Miot de Melito. Finalmente, en la primavera de 1813, esta colección de obras de escuela española (Velázquez, Zurbarán, Pereda, Morales, etc.) pudo partir para el Museo Napoleón de París, donde ya había doscientos cincuenta pinturas requisadas en España por iniciativa de su director Vivant Denon. La magnificencia de José I se había extendido a los generales franceses, ya que regaló algunas pinturas al mariscal Soult (Tiziano, Van Dyck), y a los generales Sebastiani y Desolles, quienes obtuvieron el permiso para sacarlos a Francia, pese al decreto de 1 de agosto de 1810 que prohibía la exportación de pinturas. Este intento fallido de crear un museo de pintura, unido a las colecciones regaladas, provocó una diáspora del patrimonio artístico español por museos y colecciones privadas de Europa y América. La colección de pintura española regalada a Napoleón se integró en el museo Napoleón de París, mientras que algunos de los fondos del hipotético museo josefino, que iba a tener su sede en el palacio de Buenavista de Madrid, formaron parte del equipaje que el rey José perdió en la batalla de Vitoria, cuadros que Fernando VII acabó regalando al duque de Wellington y se hallan en su casa de Londres, Aspley House.

Diplomacia y recuperación del expolio Fernando VII se marcó el objetivo de la recuperación de los bienes artísticos expoliados y trasladados a Francia. Sin embargo, ante la inoperancia del embajador español en el Congreso de Viena, Pedro Gómez Labrador, el rey recurrió a la figura del general Álava para recuperar del Museo Napoleón los cuadros expoliados a España. Miguel Ricardo Álava jugó un papel fundamental en la política diplomática española en los años finales del imperio napoleónico, gracias a su prestigio personal y a su cercanía al duque de Wellington, héroe de Waterloo. Aunque Álava era embajador de España en Holanda, permaneció junto al duque de Wellington en París, por indicación del gobierno español, siendo incluso nombrado embajador interino en París durante los agitados 100 días del regreso de Napoleón. En agosto de 1815 se nombró por fin nuevo embajador de España en Paris al conde de Peralada, con instrucciones de recuperar las obras expoliadas a España por el gobierno intruso, con lo que cesó la interinidad de Álava al frente de la embajada, aunque en carta reservada se le pidió que continuase en París frecuentando el trato de Wellington. Es en este momento cuando Miguel Ricardo de Álava inició las gestiones ante Luis XVIII, que resultaron infructuosas, por lo que, tras consultar con el duque de Ciudad Rodrigo, y con el beneplácito del secretario de Estado español, decidió recurrir a la fuerza para sacar las piezas expoliadas del Museo Napoleón. Con el apoyo directo de la infantería inglesa, del capitán Nicolás de Miniussir, que también formaba parte del cuartel general aliado, del teniente coronel Fernando de Navia, y el asesoramiento de un pintor pensionado en París, Francisco Lacoma, recuperó los cuadros del Museo Napoleón, además de efectos del gabinete de historia natural y de la imprenta real. Este patrimonio recuperado en septiembre de 1815 se depositó en la residencia del embajador, de donde fue trasladado, con escolta inglesa, a Holanda. El periplo no finalizará hasta 1816, fecha en que estos bienes expoliados llegaron a Cádiz, de donde fueron conducidos a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Bibliografía: •

Stampa Piñeiro, Leopoldo, Pólvora, plata y boleros. Memorias de testigos y combatientes en la Guerra de la Independencia, Madrid, Marcial Pons Historia, 2011.



García Sánchez, Jorge, “Manuel Napoli. Un restaurador italiano al servicio de José I Bonaparte”, Reales Sitios. Revista del Patrimonio Nacional, 172 (2007), pp. 28-49.



Navascués Palacio, Pedro, “En el equipaje del rey José”, Descubrir el Arte (Madrid), N. 22, febrero (2000), pp.116-118.

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