De globalizaciones, modernidades no emancipadas y tradiciones en auge.

July 22, 2017 | Autor: Lorea Gravina | Categoría: Multiculturalism
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Descripción

De globalizaciones, modernidades no emancipadas y tradiciones en auge


En estos últimos meses, todos los medios de comunicación se están haciendo
eco de las políticas de emigración que Sarkozy viene anunciando. Éstas se
están cristalizando en una nueva propuesta de ley de extranjería, y en
acontecimientos como el de las últimas expulsiones de gitanos rumanos
realizadas en Francia.[1]
La repercusión mediática que han adquirido dichas acciones, forma parte de
una sintomatología que nos viene anunciando, de una forma cada vez más
clara y explícita, lo siguiente: Las estructuras institucionales modernas,
para hacer frente a las nuevas realidades económico-sociales que estamos
viviendo, están optando por la vía de sacrificar su compromiso hacia con
los derechos humanos propios de los sistemas democráticos.
Ahora, en los momentos de crisis, es cuando estamos viendo más claramente
que los derechos económicos y sociales sólo supusieron una "interferencia"
dentro de la lógica del mercado[2]. Y que por lo tanto, los derechos
humanos asociados a las sociedades del bienestar, y con ello la figura del
ciudadano en sí, quedan de alguna forma cuestionados (o restringidos).
En este caso ha sido la Comisión Europea la encargada de hacer frente al
gobierno francés, y salir en defensa de esos derechos democráticos que
parecen haber sido vulnerados por Sarkozy. Un pulso en toda regla, veremos
quién gana.




NOSTALGIA DE UN PASADO NO MUY LEJANO:

La modernidad fue incorporando seguridad social, un estado de bienestar,
unos ingresos altos y en aumento para sus asalariados, y su consecuencia
natural, la disminución de la desigualdad social y de oportunidades de
vida. De todas formas, Xabier Aierdi nos recuerda, de la mano de autores
como Hobsbawm o Susan George, cuales fueron las razones por las cuales el
capitalismo estuvo acompañado de contenidos económicos-sociales
beneficiosos para la ciudadanía: fue el miedo hacia el sistema comunista lo
que hizo que la democracia occidental mereciera ser vivida por su gente[3].

Tambíen Beck nos recuerda que se ofrecía "una alianza histórica entre,
capitalismo, estado asistencial y democracia"[4]. Y que por lo tanto, los
derechos democrático se sustentaban en otro derecho; el derecho al trabajo.
Estos derechos –tal y como nos explica Beck- irían de la mano del reparto
del trabajo remunerado, por lo que el tener trabajo, el ganar dinero sería
el billete de acceso a derechos democráticos relacionados con el bienestar
social y la libertad política.


QUE PASA AHORA…EN FRANCIA:

Como se menciona al inicio, las políticas de inmigración francesas que se
están llevando a cabo, son un buen ejemplo para observar de qué manera la
inseguridad material está derivando en una crisis en lo referente al estado
de derecho. Los derechos se van restringiendo y acaban siendo vulnerados
para una parte de la población (ya no sólo extranjera, sino también
"europea"; y dentro de ésta la más desfavorecida). Es la tendencia que se
viene apoderando del discurso político, prácticas políticas así como de la
opinión pública. Y a veces parece que no acabamos de estar muy en
desacuerdo con esa idea de repartirnos el pastel entre unos pocos.
Políticas de inmigración como las planteadas por Sarkozy, que derivan en
acciones como la de expulsar a los gitanos rumanos de Francia, se encaminan
hacia la restricción de derechos para una parte de los ciudadanos –perderán
por lo tanto esta denominación-, haciendo de los derechos un privilegio[5]
y del privilegio algo aleatorio. Será el lugar de nacimiento lo que
garantice o no, ciertos derechos de ciudadanía.
En el caso concreto de la expulsión de los gitanos rumanos de Francia, la
normativa europea prohíbe las expulsiones colectivas, y ofrece a todos los
ciudadanos de la comunidad, el derecho a la libre circulación y a la
libertad de desplazamiento.[6] Esto indica, que en aras a hacerse con parte
del programa de la extrema derecha, las medidas tomadas por el gobierno
francés resultan cuanto menos controvertidas, y de hecho han suscitado el
enfado de los organismos internacionales (en este caso europeos)
encargados de velar por los derechos democráticos en Europa. Se ha
establecido un pulso entre organismos nacionales e internacionales. El
conflicto ocupa esos espacios sociales transnacionales, situándose dentro
de los "paisajes sociales" que rescata U.Beck (de Martin Albrow), y
dependiendo de quién gane, se verá si dichos organismos "transnacionales"
consiguen frenar esta tendencia de incorporar propuestas de las
organizaciones de extrema derecha en partidos que se consideran
democráticos[7]. ¿Cómo deberíamos de denominar a estos partidos entonces?
¿Y al sistema en sí?
Esta tendencia a cerrar fronteras, a diferenciar cada vez más entre
ciudadanos y no-ciudadanos, en definitiva, a practicar un cierto "racismo
institucional" al no considerar un ser humano exactamente igual al otro que
vive en el país, pasa de ser –para el caso de la expulsión de los gitanos
rumanos- una política que se aplica a personas procedentes de países no
pertenecientes a la Unión Europea, a aplicarse a personas que en principio
cumplirían con los requisitos para ser considerados ciudadanos Europeos.
Por lo tanto, vemos que ante la crisis económica que venimos padeciendo,
las políticas que se vislumbran se inclinan por la reconsideración de los
criterios que determinan quién tiene derechos de ciudadano y quién no. O a
establecer diferencias –más allá de la realidad, también en el ámbito legal-
entre los que serán ciudadanos de primera y de segunda. ¿No es esto un
ataque a las bases de esa misma democracia que tanto se reivindica y
defiende desde los propios gobiernos? ¿Dónde quedan esos valores
republicanos que caracterizan a Francia?
No creo que la Unión Europea quiera seguir políticas muy diferentes a las
que los países miembros están planteando dentro de sus fronteras. Creo que
tanto los organismos nacionales –franceses en este caso- como los europeos
vienen adoptando un discurso de carácter notoriamente re-activo. Pero en
este caso, han chocado dos organismos pertenecientes a diferentes
dimensiones de actuación, y por lo tanto de interés. Para la Comisión
Europea, "nosotros" somos todos los europeos, y por lo tanto todos debemos
ser considerados como ciudadanos de Europa, mientras que para los
franceses, los rumanos no dejan de ser "los otros", los no-ciudadanos
franceses. Estamos ante un conflicto propiamente global, y habrá que ver
quién gana el pulso; si prima la política nacional o el organismo
transnacional. De ganar Sarkozy, ¿Habrá que dar la razón a Gilpin? ¿Priman
las políticas nacionales frente a otros actores sociales
transnacionales?[8]


HACIA OTRO PASADO AUN MÁS LEJANO:
Se percibe que las libertades que emergieron con el resquebrajamiento de
las colectividades tradicionales, dieron pie a la puesta en escena del
abanico de la diversidad; diversidad política, social, cultural, sexual,
etc. Ahora que la modernidad entra en crisis, nos entra el miedo y todo se
tambalea. ¿Y qué hacer ante este sentimiento? ¿Vale sucumbir a la tentación
de dar marcha atrás? Beck ya advierte: "existe una fuerte tentación a
reaccionar ante estos desafíos –los propios de una sociedad global e
individualizada- con el clásico retraerse frente a lo extraño – lo que
significa volver atrás en el proceso de la modernización social. […] Se
están volviendo a proclamar viejas certidumbres que justo ahora se han
vuelto muy frágiles."[9] La modernidad da signos de su incapacidad de
emancipación y pretende volver atrás, hacia lo conocido, a valerse de la
tradición. Beck nos recuerda de la existencia de instituciones fundadas en
imágenes anticuadas; "apoyadas en una sociología que funciona con los
viejos estereotipos conceptuales". En este sentido, creo que no se nos hace
del todo difícil observar esta tendencia a volver a lo viejo conocido ante
la sensación de haber fracasado en un proyecto llamado modernidad.
Precisamente, las formas de integración propuestas desde la sociología,
esas que históricamente fueron importantes, esas que parecen no funcionar
para mundos globalizados, sí parecen seguir en el candelero, vigentes en la
política actual. Las formas de integración basadas en la conciencia
nacional siguen siendo utilizadas como vara de medir quién es apto para
formar parte de un Estado de derecho y quién no. En nuestra realidad
político-social, esta opción "estatista-nacionalista" se percibe con una
tendencia en auge, a partir de la cual las sociedades se vuelven más
nacionalistas como forma de reaccionar ante el miedo. El juntarse en torno
a una identidad nacional ofrece seguridad ante lo ajeno, y delimita a los
unos de los otros; los extranjeros. Declaraciones realizadas por Sarkozy
en relación a las políticas de integración, y la nueva ley de extranjería,
dejan ver que esta opción estatista-nacionalista sigue muy viva y es
adoptada como vara a partir de la cual medir quién entra y quién se queda
fuera, o en la clandestinidad: "Sarkozy dice que la política de
inmigración, y de dentro de ella la integración de los últimos años ha
fracasado en Francia.[…] ¿Por qué se ha fracasado? Porque no han asimilado
los valores franceses."[10] Estas políticas resultan de dudosa efectividad
y pretenden, eso, suscitar el miedo –e incluso el sadismo- utilizando a
sectores más desfavorecidos como chivos expiatorios en momentos de
incertidumbre y crisis.



OTROS CAMINOS, OTRAS OPCIONES
A la modernidad se le ha quedado pequeño este mundo ya globalizado. Ya no
caben sus residuos en él (estos son expulsados). Ya todo es modernidad, y
esto precisamente es la globalización. ¿Dónde echar ahora los residuos?
debe pensar Sarkozy. En el mundo globalizado no hay sitio para los
residuos, pero sin ellos no es posible la modernidad. No cabe ya, por lo
tanto, más modernidad en las sociedades. El mundo globalizado debe
desprenderse entonces de ella. ¿Pero cómo? ¿Y cómo hacerlo sin que los
derechos democráticos se pierdan por el camino?
Los trabajos leídos nos acercan a diferentes análisis que los autores hacen
de la realidad social en la que vivimos. A su vez, los instrumentos de
análisis que plantean para ello, nos ofrecen otras opciones, otros caminos
alternativos a los que se están vislumbrando en el panorama político
actual. Y no sólo eso, sino que nos alertan de los riesgos que corremos con
políticas interesadas (todo vale por un puñado de votos) y poco
responsables (legitiman posturas racistas y xenófobas).
En este sentido, las propuestas que se plantean en las lecturas, van
abriendo caminos alternativos a los arriba mencionados, y nos enseñan que
por lo menos, existe la posibilidad de intentar gestionar las relaciones
entre grupos sociales, individuos e instituciones, de forma que se pueda
seguir apostando por ciertos derechos democráticos. Existen propuestas y
proyectos de solidaridad que inspiran a trabajar por "un sentido de la
realidad posible"[11].
X. Aierdi, plantea la necesidad de reconsiderar el concepto de ciudadanía y
apostar, o por una nueva ciudadanía o por el abandono de la ciudadanía, en
aras a proteger los derechos universales de las personas más allá de su
condición de origen: "En consecuencia, hay que replantearse una ciudadanía
nueva (¿y desvinculable del territorio?) o hay que postular el abandono
definitivo de la categoría ciudadanía para que pueda emerger la persona que
está en su base […] esto exige la transformación de esa forma política
llamada Estado, que comprime la ciudadanía hasta desfigurarla"[12]. Es este
Estado el que ofrece diferentes niveles de protección según se trate de
ciudadanos o de personas. Propuestas como la de nueva ciudadanía o
ciudadanía compleja pretende la reintegración de todo aquello que se ha ido
quedando al margen –como residuo- de lo que iba siendo el diseño de los
estados modernos; "la diferencia cultural y la humanidad toda". Queda
superada aquí la opción "estatista-nacionalista" por alguna "modalidad de
comunidad imaginada pero de extensión política mundial".
Beck apuesta por una nueva propuesta; "un diferente tipo de integración
donde se puedan unir unas sociedades altamente individualizadas. […] Se
requiere en primer lugar una clara percepción de dicha situación y en
segundo lugar, la movilización y motivación de la gente de cara a desafíos
vitales de primera importancia (desempleo, destrucción de la naturaleza,
etc.)."[13] Cabe apuntar que D. Martucelli acusa de alguna manera a Beck,
de no expresar de forma clara la manera en que dicha motivación pueda
convertirse en acción. En opinión de D. Martucelli, Beck sigue agarrándose
a las viejas estrategias de producción de la solidaridad –la toma de concia
de intereses comunes- como motor para la movilización: "El proyecto de Beck
reposa sobre la consolidación de riesgos mundiales globales de tal
envergadura que obliguen a una toma de conciencia cosmopolita. En resumen
el regreso a los intereses."[14]
Martucelli apunta a que los tres grandes mecanismos históricos de
producción de solidaridad –causas, intereses, experiencias- no son
efectivos en un mundo globalizado "cada vez más interconectado pero donde
paradójicamente las divisiones se incrementan y aparecen como
insuperables"[15]. La menor similitud cultural y la desconexión propia de
un mundo globalizado, ralentiza e incluso paraliza la producción de
solidaridad; esa "forma particular de compromiso con el otro". Tanto Beck
como Martuccelli coinciden en la superación de barreras nacionales y de
clase como punto de partida de la producción de la solidaridad. Pero
Martuccelli sitúa en el individuo mismo el eje de la comunicación. Y si el
individuo es el eje, el punto de partida, serán la similitud identificada
entre las pruebas de los propios individuos – el conjunto estandarizado de
pruebas sociales a las que están sometidos los individuos y que constituyen
el proceso de individuación- las que consigan superar tanto las
diferencias nacionales o culturales como las distancias geográficas. Estas
pruebas del individuo nos harán vernos como semejantes ante ellas sin
perder el carácter singular de cada uno. Si el individuo es el eje inicial
y sus pruebas el centro del proceso, será la imaginación literaria el
recurso adecuado y capacitado para percibir esa singularidad de los
individuos. Martuccelli analiza en profundidad como debe de ser utilizado
este recurso para no caer en escollos insalvables, y acaba reivindicando
una poética de la solidaridad, que desde lo particular hasta lo también
particular, pretende reactivar el mecanismo de la acción de la solidaridad
en este mundo que intenta desbloquearse para poder seguir respirando; poder
seguir viviendo y no morir en el intento.










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[1] Artículos de prensa: 'Gitanos', Sami Naïr, 25/09/2010. Tribuna:
'Sarkozy escoge el deshonor', Dominique Moisi, 23/09/2010. Tribuna: 'El
sadismo político ordinario', Josep Ramoneda , 27/09/10. 'El Parlamento
francés debate una nueva y endurecida ley sobre inmigración', Antonio
Jiménez Barca " París 28/09/2010. 'Francia, nacionalidad condicional',
Lluís Uría - París Corresponsal. Sami Naïr 'Barrios sin ciudadanía'.
[2] X. Aierdi, 'Inmigración, ciudadanía y democracia', Politika, 1: 63-78,
2005, pag. 70.

[3] X. Aierdi, 'Inmigración, ciudadanía y democracia', Politika, 1: 63-78,
2005, pag. 65-66.

[4] U. Beck, 'La apertura del horizonte mundial. Hacia una sociología de la
globalización', in U. Beck, ¿Qué es la globalización? falacias del
globalismo, respuesta a la globalización, Paidós, Barcelona, pag. 97.

[5] X. Aierdi recoge de Imanol Zubero en: X. Aierdi, 'Inmigración,
ciudadanía y democracia', Politika, 1: 63-78, 2005, pag. 69

[6] A. Unzurrunzaga. 'Razialización de la inseguridad', Hika, 219. Pag. 16-
19.

[7] "El fichero de Sarkozy" El Pais, 09-10-10, pag. 24, Opinión.

[8] U. Beck, 'La apertura del horizonte mundial. Hacia una sociología de la
globalización', in U. Beck, ¿Qué es la globalización? falacias del
globalismo, respuesta a la globalización, Paidós, Barcelona, pag. 64.

[9] U. Beck, 'Adios a lo tradicional', in U.Beck eta E. Beck-Gernsheim, La
individualización, Paidós, Barcelona, pag. 62.

[10] . Unzurrunzaga. 'Razialización de la inseguridad', Hika, 219. Pag. 16-
19

[11] U. Beck, U. Beck, 'Adios a lo tradicional', in U.Beck eta E. Beck-
Gernsheim, La individualización, Paidós, Barcelona, pag. 65.

[12][13] X. Aierdi, 'Inmigración, ciudadanía y democracia', Politika, 1: 63-
78, 2005, pag. 65

[14] U. Beck, 'Adios a lo tradicional', in U.Beck eta E. Beck-Gernsheim, La
individualización, Paidós, Barcelona, pag. 64.

[15] D. Martuccelli, "Interculturalidad y globalización: el desafío de una
poética de la solidaridad", Revista CIDOB D´Afers Internacionals, 73-74: 91-
121

[16] Idem.
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