¿De exiliados a (in)migrantes? Los escritores hispanoamericanos en la prensa española

August 21, 2017 | Autor: Dagmar Vandebosch | Categoría: Migrant Literature, Migration Studies, Literatura española e hispanoamericana
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Descripción

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¿De exiliados a (in)migrantes? Los escritores hispanoamericanos en la prensa española Dagmar VANDEBOSCH K.U.Leuven Campus Kortrijk [email protected]

En las últimas dos décadas, España ha ido convirtiéndose a un ritmo acelerado en un país de inmigración. Dentro del grupo de inmigrantes, los que proceden de países hispanoamericanos ocupan una posición singular, pues en su mayoría comparten con la población española la lengua y la tradición religiosa, dos rasgos importantes en la formación de la identidad cultural. Estos dos rasgos no sólo hacen que los inmigrantes hispanoamericanos por lo común sean valorados más positivamente por los españoles que otras comunidades de inmigrantes1, sino que también les facilita –por lo menos en teoría– el acceso al mundo cultural y literario español. Paralelamente, las ciudades de Madrid y de Barcelona, centros importantes de la industria editorial en lengua española, se han convertido en grandes polos de atracción para escritores nacidos y educados en América Latina. En este trabajo me propongo estudiar cómo tres escritores hispanoamericanos que residen en España construyen su identidad cultural y conciben su propia posición enunciativa en la situación de producción española. Me basaré para este propósito en un corpus de artículos periodísticos publicados en la prensa española hacia mediados de la primera década del presente siglo. A modo de introducción, quisiera detenerme en algunos conceptos y criterios de autodefinición aducidos por escritores hispanoamericanos en España en sus ensayos y reflexiones sobre el tema. Una primera observación atañe al hecho de que ninguno de estos escritores se identifique con la que fue desde los años setenta la figura emblemática del escritor latinoamericano en Europa, es decir, la del exiliado. Como advierte Juan Gabriel Vásquez, muy pocos escritores contemporáneos se sienten hoy cómodos con términos como diáspora o exilio, considerados a la vez como pesados –el exilio forzoso e irreversible connota una experiencia mucho más dolorosa que la migración voluntaria– y demasiado políticos2. El escritor venezolano Juan Carlos Méndez Guédez sí adopta el término, pero con cierta matización y una buena dosis de ironía: «soy exiliado voluntario en las mañanas y en las tardes, cuando se me acaba el dinero, emigrante»3. En cambio, buena parte de estos escritores remiten a su propia identidad de desplazado en términos que se acercan a lo que Carine M. Mardorossian llama el «paradigma de la literatura migrante»4. Según esta crítica canadiense, en las últimas décadas, la migrant literature se ha convertido en un nuevo paradigma literario que ha suplantado el paradigma anterior de la literatura del exilio. Si ésta se caracteriza tradicionalmente por la construcción de una lógica binaria que opone un acá, generalmente alienante, a un allá generalmente idealizado, la construcción de la identidad del escritor y de la obra literaria como migrantes pone el énfasis en la errancia, el desarraigo y el mestizaje cultural, racial y lingüístico. Son términos parecidos a los que recurre un autor como Jordi Soler, nieto de republicanos catalanes nacido en México y residente primero en Canadá e Irlanda y luego en Barcelona, para definirse en una entrevista: 1

Juan DÍEZ NICOLAS, Las dos caras de la inmigración, Madrid, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, IMSERSO, 2005, pp. 111-112. 2 Juan Gabriel VÁSQUEZ, “Literatura de inquilinos”, en El arte de la distorsión, Madrid, Alfaguara, 2009, pp. 179189: p. 179. 3 ‘Entrevista’ en Méndez Guédez [en línea], http://www.mendezguedez.com/entrevista_impulso_2004.htm (fecha de consulta: 11-XII-2010). 4 Carine M. MARDOROSSIAN, “From Literature of Exile to Migrant Literature”, en Modern Language Studies 32:2 (2002), pp. 15-33.

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«Soy partidario de lo híbrido y prefiero sumar que restar. Estoy casado con Alexandra, que es judía mexicana y francesa. Con nuestros hijos […] habla en francés; yo en catalán, y cuando estamos todos juntos, hablamos en castellano. Soy mexicano, catalán y un poco irlandés»5. En su ensayo “Literatura de inquilinos”, Juan Gabriel Vázquez, autor colombiano residente en Barcelona, relaciona su literatura con una estética que se podría denominar “migrante”. En este texto, Vásquez enfoca el impacto del desarraigo –una palabra que el autor prefiere usar en un sentido más neutro que el habitual– sobre la escritura. El escritor concibe su «estatus de inmigrante»6 en primer lugar como una condición, filosófica o existencial, que implica inestabilidad y precariedad y veda el camino a las certidumbres. La complejidad de esta situación se refleja, según Vásquez, en el término inquilino, acuñado por V.S. Naipaul, en su acepción inglesa de ‘animal que vive en el hogar de otro’. La literatura de inquilinos se caracteriza, entonces, por la incertidumbre, lo híbrido (del lenguaje, más que nada), la fragmentación y la perspectiva exterior sobre la realidad tratada7. Para Vásquez, el impacto del desarraigo es más que puramente temático; el dilema no está en saber sobre qué realidad geográfica o cultural escribir, sino en elegir el modo de escribir. Su respuesta consiste en considerar el desconocimiento, la ausencia de familiaridad, como «su mejor carta». Según el autor, escribir sobre Colombia, país complejo e inestable, sólo le ha resultado posible desde el extranjero. La literatura de inquilinos tiene unos parecidos llamativos con lo que el crítico de arte francés Nicolas Bourriaud ha llamado el arte radicante. Prestado de la botánica, donde designa un tipo de planta que va creando raíces nuevas a medida que crece y avanza, el término de radicante remite a una estética de la pluralidad y la heterogeneidad, propia de nuestra era globalizada. La estética radicante se opone a una estética «radical», que Bourriaud asocia con el modernismo, la cual cultiva la pureza y la unicidad y busca el rearraigo identitario8. Aunque siempre de origen vegetal, el concepto del radicante, al igual que el de inquilino, intenta ofrecer una salida de la «vieja pelea de locales versus universales, de provincianos versus cosmopolitas»9 que, como advierte Vásquez, conlleva la concepción de la relación con un lugar o una cultura en términos de raíces, y la migración en términos de desarraigo. Si bien varios escritores hispanoamericanos en España ponen de relieve, pues, su adherencia a una estética migrante, cabe advertir con Carine M. Mardorossian contra el riesgo – que Mardorossian ve realizado en buena parte de la crítica contemporánea– de homogeneizar la producción literaria actual al abordarla indiscriminadamente con el vocabulario crítico del paradigma migrante. Paralelamente, conviene cuestionar hasta qué punto la literatura migrante funciona como paradigma claramente definido. Santiago Roncagliolo, por ejemplo, parece concebir la literatura migrante en términos más sociológicos en su ensayo “Los que son de aquí”, en el que se propone examinar, mediante una comparación con la migrant literature británica, si existe una literatura común a los inmigrantes, y particularmente los inmigrantes hispanoamericanos, en España. Aunque el autor no define su concepto de la «literatura de inmigrantes», los argumentos que aduce para excluir de ella a un grupo considerable de escritores latinoamericanos emigrados, entre los cuales autores como Rodrigo Fresán, Santiago Gamboa o Edmundo Paz Soldán, revelan algunos de sus criterios de definición de la literatura de inmigrantes. El primero atañe al estatuto del inmigrante, que Roncagliolo concibe en términos estrictamente socio-económicos. Por su alto nivel de educación y sus ocupaciones profesionales en el sector intelectual y artístico, ninguno de los escritores mencionados podría ser considerado como inmigrante «en el sentido de formar parte de un fenómeno social»10. El 5

Jordi SOLER, “Los nietos de la guerra también somos mutilados” (entrevista), en El País, 10.06.2005, p. 47. VÁSQUEZ, “Literatura de inquilinos” cit., p. 183. 7 VÁSQUEZ, “Literatura de inquilinos” cit., p. 188. 8 Nicolas BOURRIAUD, Radicant. Pour une esthétique de la globalisation, Paris, Denoël, 2009, pp. 23-24. 9 VASQUEZ, “Literatura de inquilinos” cit., p. 182. 10 Santiago RONCAGLIOLO, “ Los que son de aquí. Literatura e inmigración en la España del siglo XXI”, en Quórum, 19 (2008), pp. 151-158: p. 157. Esta definición del “inmigrante” corresponde con el significado que tiene el término en el lenguaje cotidiano: según Juan Díez Nicolas, el uso del vocablo “inmigrante” suele limitarse a aquellos 6

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segundo criterio de definición es de índole estética: para Roncagliolo, el desprendimiento que muestran estos autores, tanto hacia las realidades latinoamericanas como hacia las sociedades multiculturales de los países de recepción –actitud que Roncagliolo califica de «cosmopolitismo» literario – es otro rasgo que los diferencia de los migrant writers británicos11. El objetivo del presente trabajo está, entonces, en estudiar cómo y según que modalidades los escritores hispanoamericanos en España construyen su propia identidad migratoria” – término que pretendo utilizar aquí en su sentido más neutro, refiriendo al desplazamiento físico de una persona, a diferencia de migrante – en sus textos periodísticos. Si estos escritores viven entre dos o varios mundos, ¿de qué modo refleja y/o produce su discurso esta situación? El análisis del discurso periodístico es particularmente interesante porque en él el vínculo con el contexto de enunciación es mucho más manifiesto que en el discurso narrativo: un texto publicado en la prensa remite de modo directo a un lugar y un momento de enunciación, y se dirige directamente al lector de la publicación periódica. En el marco del presente artículo examinaré tan sólo la participación de los escritores estudiados en publicaciones españolas. No incluiré, por lo tanto, a un autor como Juan Gabriel Vásquez, cuya producción periodística se publica casi exclusivamente en la prensa colombiana. Tampoco me detendré en los textos publicados por autores como Roncagliolo o Soler, que si forman parte del corpus, en publicaciones americanas. El discurso analizado aquí está, pues, dirigido a la sociedad de acogida. Sería muy interesante completar este estudio con un análisis del discurso de los mismos autores en la prensa americana, lo cual permitiría contrastar el discurso de la inmigración con el de la emigración. Tal ambición excede, sin embargo, los límites del presente trabajo. Mi estudio se centrará en la producción de tres autores hispanoamericanos –Fernando Iwasaki, Santiago Roncagliolo y Jordi Soler– en dos publicaciones periodísticas españolas, entre enero de 2004 y diciembre de 2006. La selección de los autores se debe sobre todo al hecho de que estén entre los escritores hispanoamericanos más activos en la prensa española en los años que nos interesan12. Además, constituyen un corpus relativamente diverso: los tres escritores pertenecen a grupos o generaciones literarias diferentes, proceden de distintos países latinoamericanos (Iwasaki y Roncagliolo son peruanos; Soler nació en México) y residen en diferentes partes de España (Iwasaki vive en Sevilla, Soler en Barcelona y Roncagliolo, en la época en que se escribieron estos artículos, se mudaba de Madrid a Barcelona). Se trata asimismo de escritores con trayectorias bastante diferentes, quienes llegaron a España en otra fase de su vida y en otro momento histórico: si Iwasaki ya lleva más de veinte años viviendo en Sevilla, Roncagliolo y Soler establecieron su residencia en España en el 2000 y el 2003 respectivamente. El corpus también cubre periódicos y subgéneros periodísticos bastante divergentes: Iwasaki, quien tiene una columna en el ABC del domingo y un espacio en la página de opinión del mismo periódico, practica sobre todo el periodismo de opinión, mientras que extranjeros que «vienen a trabajar en ocupaciones poco recompensadas», guardándose el término más neutro de “extranjero” para las personas más acomodadas. Cfr. DÍEZ NICOLAS, Dos caras, p. 16. 11 La postura de Roncagliolo es ambigua y difícil de sostener. Por una parte, ciertos elementos parecen sugerir que se anuncia un cambio generacional que permite hablar de una incipiente «literatura de inmigrantes»: por ejemplo, la referencia a la novela Una tarde con campanas de Juan Carlos Méndez Guédez, que tematiza la experiencia de la inmigración desde la perspectiva de un niño sudamericano, o el hecho de que Roncagliolo se autorretrate en los primeros párrafos de su ensayo como un inmigrante más en una ciudad marcada por los efectos de la globalización. Por otra parte, ni Roncagliolo ni Méndez Guédez, quienes estudiaron en España y son activos en el ámbito literario, cinematográfico y universitario español, corresponden al perfil del “inmigrante” esbozado en el ensayo. Además, la argumentación de Roncagliolo demuestra cierta inconstancia, entre otros motivos porque tiende a mezclar argumentos extraliterarios (biográficos, como la ausencia de escritores inmigrantes de la “segunda generación”) con argumentos literarios (la preferencia por temas críticos o literarios, la ausencia de América en las obras de muchos autores latinoamericanos en Europa). 12 Otros escritores productivos son Rodrigo Fresán y Javier Argüello. Los textos de Fresán son mayoritariamente artículos de crítica literaria, mientras que en este trabajo se da preferencia a los textos de interés social más general. Javier Argüello publica principalmente artículos de viaje, que son hasta cierto punto comparables con parte de la producción de Santiago Roncagliolo. Como la producción de éste es más diversa, se ha optado por incluir a Roncagliolo antes que a Arguëllo.

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Roncagliolo y Soler publican tanto reportajes o artículos informativos como textos de opinión en las columnas de El País13. La elección del periodo estudiado se basa, además de en motivos más pragmáticos de accesibilidad y extensión del corpus, en el hecho de que hacia mediados de la primera década del siglo, el impacto de la inmigración en España empieza a reflejarse de modo más manifiesto en la sociedad española, al mismo tiempo que la inmigración se convierte en un tema de reflexión académica y de pertinencia social creciente. Por último, el periodo abarca algunos eventos de gran importancia política y social, tanto en España (11-M, el primer gobierno de Zapatero) como en los países americanos de origen de los escritores estudiados (las elecciones del 2006 en Perú y México). El análisis del discurso periodístico de los tres escritores mencionados se apoyará en el concepto de la “escenografía” (scénographie), acuñado por el teórico francés Dominique Maingueneau para analizar la situación o escena de comunicación de un texto. Al hablar de escena de comunicación, Maingueneau enfatiza la dimensión constructiva del discurso, que pone en escena su propio espacio de enunciación14 y privilegia una concepción dialógica, más que mimética, de la relación entre el discurso y la situación de enunciación. La escena enunciativa que encuentra el lector al iniciar su lectura, a la vez precede el discurso y es construida o escrita por él. La escenografía implica cuatro elementos que interactúan: una figura de enunciador y otra correlativa de co-enunciador o destinatario, así como una cronografía y una topografía, es decir, la representación de un momento y un lugar de los que pretende surgir el discurso15. Una particularidad de la instancia del co-enunciador en el discurso periodístico consiste en el papel considerable que desempeña en su definición el medio de comunicación en el que se publica el texto periodístico. Como apunta Fernando López Pan, el columnista o colaborador fijo de un periódico «no se encuentra en la soledad del escritor literario, sabe a quién interpela, quién lee las líneas que él escribe»16. En el caso de nuestro corpus, este co-enunciador textual se construirá, pues, sobre la figura de un lector español. El perfil ideológico de los periódicos también influye en la construcción de la figura del co-enunciador. Así, es de suponer que la crítica paulatinamente más acerba al gobierno de Zapatero en la columna dominical de Fernando Iwasaki en ABC se dirige en primer lugar a un destinatario que comparte estas críticas, figura que no ha de escasear entre los lectores del periódico. En los artículos que tratan de temas latinoamericanos, Iwasaki es quien más explícitamente se dirige a un lector español, al que se imagina poco familiarizado con la «compleja realidad hispanoamericana» (ABC 19/4/2006, p. 7). También Soler se empeña en acercar los temas hispanoamericanos a la realidad cotidiana del lector español. En el primero de tres artículos dedicados a la vida en la frontera entre México y EEUU, por ejemplo, advierte que el «viaje que hacen los emigrantes latinoamericanos se parece en lo esencial al que emprenden los africanos hacia las costas europeas: los dos intentan salir de la miseria» (EP 12/8/2006, p. 15). De un modo general, sin embargo, la figura del co-enunciador permanece poco determinada. La excepción más llamativa la constituyen quizá los reportajes de viaje de Roncagliolo, que suelen esbozar un perfil bastante demarcado del lector-viajero ideal: el aficionado a la cerveza para un viaje a Bruselas, el melancólico para Noruega, los ‘progres’

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La diversidad tipológica del corpus conlleva cierto desequilibrio cuantitativo. A pesar de que los tres escritores seleccionados están entre los más productivos en la prensa española en el periodo concernido, la producción de Soler y Roncagliolo es relativamente modesta, con 23 y 12 artículos publicados en un plazo de tres años. Iwasaki, autor de una columna que aparece con cierta regularidad, en el mismo periodo publicó más de 100 textos (entre los cuales, por cierto, también figuran algunas notas más breves). Es probable que esta discrepancia se deba en parte a la inmigración más reciente de Roncagliolo y Soler. 14 Patrick CHARAUDEAU y Dominique MAINGUENEAU (eds), Diccionario de análisis del discurso, Buenos Aires, Amorrortu, 2005, p. 221. 15 CHARAUDEAU y MAINGUENEAU (eds), Diccionario de análisis del discurso cit., p. 222. 16 Fernando LÓPEZ PAN, “La columna como género periodístico”, en 70 columnistas de la prensa española, Pamplona, EUNSA, 1995, pp. 11-32: p. 28.

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nostálgicos para San Francisco. Sirva de ejemplo el incipit del artículo sobre las cervecerías de Bruselas, que construye de modo irónico un co-enunciador masculino poco dado a los viajes: Comprendemos su situación. Se pasa usted la vida en el sofá frente al televisor con una cerveza en la mano. Su pareja le exige señales de vida, cierta motivación. Opina que quizá podrían emprender un viaje, los dos juntos y solos, un paseo romántico por un país lejano. […] [T]enemos la solución: se llama Bruselas (El País 12/11/2005, p. 8).

En relación estrecha con la cuestión del co-enunciador está la del lenguaje utilizado: ¿qué variante del español adoptan estos escritores?: ¿la de su país de origen o la del país de residencia, que es también la de la mayor parte de su público lector? Los tres autores de nuestro corpus utilizan un lenguaje geográficamente poco marcado, con una preferencia por las variantes léxicas peninsulares. Así, Soler habla de «teléfonos móviles», «coches» y «autobuses». Americanismos como el uso de «afiche» (cartel) por Roncagliolo (EP 24/9/2005, p. 8) son escasos. Algunos de los textos de Jordi Soler, en cambio, se caracterizan por otro tipo de variación lingüística: están salpicados de palabras en inglés. La presencia del inglés se limita, sin embargo, a palabras sueltas (como rockstar, lobby, close-up, citizen reporter) y títulos de obras; las citas, relativamente numerosas, de poemas o letras de canciones de lengua inglesa, invariablemente aparecen directamente en versión española17. Si bien Soler se perfila como una persona bilingüe, que también manifiesta un interés vivo por los temas relacionados con la traducción, no espera del co-enunciador de su discurso más que un conocimiento pasivo y limitado del inglés. Al detenernos en los espacios geográficos y culturales más presentes en estos textos, se observa una diferencia muy clara entre los tres autores. Los artículos de Fernando Iwasaki se inscriben mayoritariamente en un contexto español: alrededor del 60% de sus textos remiten directamente a aspectos de la sociedad española, ya sean temas de actualidad política (como la laicidad, el matrimonio civil para homosexuales o las reivindicaciones autonómicas) o temas de interés social más general, como la violencia, el terrorismo o el estado de la educación pública. La producción periodística de Santiago Roncagliolo, en el periodo que nos concierne, muestra una tendencia opuesta: más de la mitad de sus textos están dedicados a temas de política peruana o latinoamericana como el proceso al líder de Sendero Luminoso, las elecciones de 2006 en Perú o la ‘política de la coca’ en los países andinos. La mayor parte de las demás contribuciones son reportajes de viaje publicados en la sección “El Viajero”. Sólo un artículo de 2004 se centra en un aspecto de la sociedad española, muy vinculado, por cierto, al contexto hispanoamericano, a saber, la creación de una clase empresarial entre los inmigrantes peruanos en España. En el caso de Jordi Soler, el panorama es más diverso: sus artículos remiten tanto a la realidad social y cultural de España y de México como a la de Estados Unidos y los países europeos. Especialmente en sus textos más opinativos, el autor se centra en algunos temas que tienen una relevancia global, como ciertas evoluciones en los medios de comunicación. Más que los otros dos escritores, Soler otorga en sus textos un papel prominente a Internet como fuente de información y medio de comunicación. Buena parte de la información utilizada en su artículo sobre los Latin Kings, por ejemplo, procede de los foros y la tienda de la banda en Internet. Es llamativo también que Soler se retrate repetidamente a sí mismo en espacios no-identitarios y no-históricos que Marc Augé llama no-lugares, como los aeropuertos o las habitaciones de hotel18. La topografía de estos textos no depende, sin embargo, únicamente del espacio que constituye el objeto del discurso, ni del lugar de enunciación real. En varios artículos sobre temas latinoamericanos, incluso los que fueron redactados durante una estancia de los autores en 17

Así, se cita un verso del poema “America” de Allen Ginsberg (EP 10/1/2006) y varios fragmentos de letras de Eminem (EPS 27/3/2005, p. 45), John Lee Hooker (EP 6/5/2006, p. 19) y Stevie Ray Vaughan (EP 12/8/2006, p. 16). 18 Marc AUGE, Non-lieux. Introduction à une anthropologie de la surmodernité, Paris, Éditions du Seuil, 1992, p. 100.

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América Latina, se observa una topografía híbrida, que construye en el texto un lugar de enunciación secundario que corresponde a España. Así, en su artículo sobre el III Congreso de la Lengua en Rosario (Argentina), Fernando Iwasaki hace hincapié en el interés de los tópicos discutidos para los españoles: el hecho de que «un número indefinido de hispanoamericanos t[enga] al español como primera lengua, sin renunciar a las lenguas […] de sus etnias indígenas y de sus padres o abuelos inmigrantes», le hace preguntarse si el modelo de plurilingüismo hispanoamericano puede servir «como espejo para la convivencia lingüística en España» (ABC 20/11/2004, p. 53). Muy frecuentemente, una experiencia o un suceso ocurrido en el extranjero llevan a una reflexión acerca de la sociedad española. Jordi Soler, impresionado por el altruismo de un sacerdote italiano que dedica su vida a ayudar a los emigrantes fracasados y estafados en la frontera entre México y EEUU, no deja de contrastarlo con «esos curas vociferantes que salen a la calle a protestar contra las bodas entre homosexuales» (EP 13/8/2006, p. 16). Esta tendencia se observa especialmente en Iwasaki y Soler; la construcción discursiva del espacio en Roncagliolo es más homogénea. Los dos primeros autores también son los que muestran un interés especial por los espacios híbridos e interconectados, es decir, por la migración de personas y productos culturales en un espacio que con frecuencia es transatlántico. En su artículo “Los orígenes de El Zorro”, Jordi Soler esboza cómo la biografía del aventurero irlandés William Lamport, alias Guillén Lombardo, alimentó la creación de un mito mexicano que luego fue popularizado por la literatura y el cine estadounidenses (EP 27/11/2005). En otro artículo sobre la banda de los Latin Kings en Barcelona, Soler muestra su fascinación por el carácter «globalizado y posindustrial» de una organización que, fundada en el Chicago de los años 40, ha llegado a España pasando por Nueva York y Ecuador, así como las «destilaciones» ideológicas y terminológicas que conlleva semejante serie de migraciones (EP 27/3/2005). El espacio creado en los textos de Soler puede designarse sin duda como un espacio global o transnacional. La construcción de este espacio transnacional se cuestiona, sin embargo, de manera implícita en una serie de artículos sobre la frontera entre EEUU y México, zona de contacto cultural por antonomasia. La franja fronteriza se define de entrada como un «mundo en colisión […] donde se estrellan las razas, las lenguas, los mercados y las economías, donde el español empieza a hacer cortocircuito con el inglés» (EP 12/8/2006, p. 16). Soler adopta una posición ambigua frente al conflicto. Por una parte, parece participar en un discurso que culturaliza, y por lo tanto esencializa el conflicto. El ejemplo más claro de esta tendencia es la amplia atención dedicada a la tesis de Octavio Paz según la que los EEUU y México constituyen «dos versiones distintas de la civilización de Occidente». Las diferencias entre ambos países, según Paz, no son únicamente cuantitativas, debidas a circunstancias económicas y sociales divergentes, sino que «pertenecen al orden de las civilizaciones» y, por lo tanto, pueden ser «infranqueable[s]» (EP 14/8/2006, p. 13). El discurso de Paz se ve contrarrestado hasta cierto punto en el artículo de Soler, no sólo por la atención concedida a los factores de carácter político y económico que influyen en la situación en la frontera (la política norteamericana de inmigración, el narcotráfico), sino también por una tendencia a vincular la violencia de hoy con una historia de otros conflictos interculturales en la misma zona. Soler alude en varias ocasiones a las luchas entre pioneros vaqueros e indios comanches y apaches, que posteriormente inspirarían películas western norteamericanas –piénsese en Río Grande y Rio Bravo, ambas protagonizadas por John Wayne. Esta estrategia tiende a des-esencializar el conflicto actual: por una parte, la perspectiva histórica desvía la atención a otros conflictos no nacionales; por otra parte, la oposición entre la cultura mexicana y la estadounidense se ve matizada por el hecho de que Soler, educado en México, esté tan familiarizado con la cultura popular norteamericana como los propios estadounidenses. Al mismo tiempo, sin embargo, esta estrategia presenta la violencia –y particularmente la violencia interétnica– como un rasgo inherente al espacio fronterizo. La tensión entre ambas estrategias discursivas no se resuelve del todo, pues la serie de artículos significativamente termina con una imagen de Soler contemplando la frontera desde su habitación de hotel, pensando en las palabras de Paz mientras escucha la canción “Texas Flood” (“Inundación en Tejas”) de Stevie Ray Vaughan.

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El interés por las identidades migratorias está asimismo muy presente en los textos de Iwasaki. Así, el autor equipara, para sus lectores españoles, los inmigrantes que llegan a Europa en la actualidad con la valiosa generación de la postguerra española, por tratarse de personas con fuerza de voluntad y voluntad de trabajar (ABC 19/12/2004, p. 68). Iwasaki hasta echa mano del estatus de migrante, con sus connotaciones de ilegalidad y delincuencia, para ensalzar de modo indirecto e irónico a Cervantes y Colón, posibles héroes nacionales que, según Iwasaki, son ignorados en una España que se niega a «reconocer la genialidad individual». Al sugerir que Colón en España siempre fue considerado como «un villano extranjero y sin papeles», y al recordar que la existencia misma de Cervantes sólo «nos consta porque tuvo antecedentes penales y porque se quiso ir a Bolivia» (EP 8/5/2005, p. 58), Iwasaki hace mofa de una postura que juzga a la vez xenófoba y miope. La topografía migratoria en los textos de Iwasaki se diferencia, sin embargo, en dos puntos de la de Jordi Soler. En primer lugar, frente a la inclinación de Soler hacia la cultura anglosajona, Iwasaki se interesa especialmente por las relaciones culturales en el mundo hispánico. Esta dimensión de la obra periodística de Iwasaki enlaza con su libro de ensayos El descubrimiento de España, donde aborda la relación entre España y el continente americano en un tono ora autobiográfico, ora ensayístico. En segundo lugar, el interés de Iwasaki por la dilución de las fronteras nacionales en un mundo globalizado corre parejas con una atención particular por la formación de entidades geográfico-culturales alternativas, que se pueden situar tanto en un nivel inferior como superior al nivel nacional. La topografía en algunos artículos de Iwasaki se podría describir, entonces, como glocal19 más que global o transnacional. Las dos características descritas se observan en una serie de artículos que ponen de relieve las relaciones entre determinadas comunidades autónomas de España y América Latina. El más llamativo es el artículo “Euskadi–Argentina, Brasil–Cataluña”, en que el autor discurre acerca de la posibilidad de que las selecciones autonómicas de futbol del País Vasco y de Cataluña participen en un futuro no tan lejano en la Copa de América. Es de notar que Iwasaki no trata este proyecto con la ironía que suele reservar para la mayoría de las reivindicaciones autonómicas, sino que legitima la idea pensando en las ventajas tanto para el futbol autonómico como para la economía hispanoamericana, debido al entusiasmo de las «colonias» de descendientes de inmigrantes y exiliados vascos, con frecuencia poderosos y adinerados, en el continente. En varios otros artículos, se observa el mismo interés por la inmigración vasca y catalana en América (cf. ABC 6/11/2005, p. 66). De los tres autores estudiados, la cronografía más constante y reconocible se encuentra en los textos de Fernando Iwasaki, quien tiende a retratar el momento contemporáneo como una era marcada por la violencia, la impunidad, la falta del sentido de la responsabilidad y lo que el autor considera una obsesión ideológica miope con temas como el laicismo o el nacionalismo. Esta cronografía está estrechamente vinculada con la topografía española, tan dominante en los artículos de Iwasaki. Los casos de violencia comentados, por ejemplo, atañen a violencia de género, de carretera, o violencia en las escuelas españolas. En cambio, las cronografías de los artículos de Jordi Soler son tan variadas como las topografías: el lector se ve transportado con la misma facilidad hacia la Dinamarca decimonónica de Hans Christian Andersen como a un barrio rico en Barcelona donde los vecinos atribuyeron una serie de crímenes «imaginarios» a los inmigrantes. Estas cronografías con frecuencia se vinculan con unas topografías determinadas. Un ejemplo llamativo es la relación establecida entre la impronta del desarrollo de la tecnología digital sobre las sociedades europeas contemporáneas (especialmente las cámaras digitales y el Internet, que permiten recoger y difundir información instantáneamente de un modo difícilmente controlable), con la «americanización» de las mismas. Al criticar 19 Utilizo este término en un sentido más amplio que su sentido original, de fuerte connotación económica. Burkhard Pohl y Jörg Türschmann, siguiendo a Roland Robertson, definen la glocalización como los «procesos coexistentes y paralelos, sólo aparentemente contradictorios, de globalización y localización» (Burkhard POHL y Jörg TÜRSCHMANN, Miradas glocales. Cine español en el cambio de milenio, Madrid/Frankfurt, Iberoamericana/Vervuert, 2007, p. 18).

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determinadas medidas de los gobiernos europeos, como el intento de reducir la velocidad en las carreteras por medio de controles fotográficos o la supresión de la venta de bebidas alcohólicas en los vuelos aéreos, las asocia con la cultura del control y de la vigilancia característica de Estados Unidos20. Es de notar que Soler contrapone a esta visión de la Europa occidental, la crono-topografía de la Europa del Este, otra Europa, «que está todavía aturdida por los regímenes comunistas» (EP 25.02.2006, p. 17 [subr. mío]), pero en la que el autor encuentra intactas ciertas libertades reducidas en “su” Europa. Los artículos de Santiago Roncagliolo se distinguen por la presencia llamativa de la historia (política) de la segunda parte del siglo XX. Esto se observa tanto en sus artículos sobre América Latina, en los que vagan los espectros de Fujimori y Sendero Luminoso, como en sus artículos de viaje, en los que el autor con frecuencia va en busca de las huellas de un régimen o de una ideología perdida, como el estalinismo en Moscú o la contracultura de la generación beat en San Francisco. Esta cronografía evoca más bien la topografía de un mundo bipolar, con netas fronteras ideológicas, que todavía no han desaparecido en el siglo XXI, como observa el autor en su artículo sobre San Francisco: The Mission es el barrio más multicultural y combativo de la ciudad. Los rostros aquí son más cobrizos que blancos, y los acentos más latinos que sajones. […] En los bares puedes encontrarte con americanos que te aseguran que Sendero Luminoso era un movimiento heroico de liberación de las masas, pero que tú no lo entiendes porque eres blanco y formas parte de las clases privilegiadas (EP 04/03/2006).

No obstante, Roncagliolo, al igual que Soler e Iwasaki, remite reiteradamente al siglo XXI como una edad en que el mundo está «en movimiento» (EP 25/07/2004). Los tres autores conciben la migración como una característica importante de la época actual; asimismo, los tres dedican, al menos en uno de sus artículos, su interés al fenómeno social de la inmigración en España. Cabe observar que tanto Jordi Soler como Fernando Iwasaki matizan la construcción del momento actual como era caracterizada por la migración mediante referencias repetidas a la larga tradición de migraciones y exilios transatlánticos. Uno de los efectos de esta estrategia consiste en borrar la frontera entre la comunidad inmigrante y la de acogida, facilitando indirectamente la familiarización del lector español con la perspectiva del inmigrante. A pesar de este interés por la migración de ideas y personas, ninguno de estos textos contiene una referencia explícita al estatuto de (in)migrante del articulista. Varios artículos de Iwasaki y de Soler critican la tendencia de la sociedad española a homogeneizar o a criminalizar al grupo de inmigrantes. Lo hacen invariablemente desde una perspectiva externa y recurriendo a un discurso que evocan los del sector intelectual progresista de España. Un ejemplo muy claro se encuentra en la conclusión del artículo de Jordi Soler sobre los Latin Kings. Si el texto mismo introduce al lector en una subcultura de un grupo de jóvenes inmigrantes, el último párrafo adquiere un tono más prescriptivo, en el que el enunciador, que ha dejado de ser periodista y se ha convertido en ciudadano responsable, insiste en «el trabajo que ha de hacerse y que debe pasar por el diálogo, la comprensión y la integración de estos jóvenes a la normalidad, a la vida civilizada y pacífica» (EPS 27/03/2005, p. 45). Detengámonos brevemente en esta figura del enunciador, construcción textual comparable de cierto modo a la instancia del narrador en textos narrativos. Al igual que en los textos de ficción, esta instancia puede adquirir formas muy diversas, de mayor o menor visibilidad. En nuestro corpus, la figura del enunciador suele estar más presente en los escritos de Iwasaki y de Soler, mientras que en los artículos de Santiago Roncagliolo, su figura apenas se esboza. El fenómeno se explica en parte por una cuestión de (sub)género: si Iwasaki y, en menor medida, Soler, publican textos de opinión, varios de los artículos de Roncagliolo, especialmente los dedicados a temas latinoamericanos, aparecieron en la sección “Investigación 20

En el artículo “Los vigilantes” (EP 23.06.2006) Soler censura la extensión de la cultura de la vigilancia, incluso por los ciudadanos mismos, en Estados Unidos.

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y análisis” de El País, donde se requiere un tono más objetivo. Sin embargo, también en los reportajes de viaje de Roncagliolo, la figura del viajero permanece ausente21. También es llamativo que el autor de ningún modo tematice su estatus de latinoamericano expatriado (ni en los textos sobre América Latina ni en el artículo dedicado a la inmigración en España). Esto contrasta con el ensayo que hemos citado al principio de este artículo, en que el autor se perfila de entrada como un inmigrante. También en la obra narrativa de Roncagliolo se encuentran narradores-protagonistas hispanoamericanos residentes en España, posibles alter egos del autor, como es el caso de su novela Memorias de una dama22. Un elemento muy llamativo en la construcción del enunciador en los textos de Fernando Iwasaki es el uso frecuente de la primera personal del plural. El recurso a la primera persona del singular es tan inherente al género, tan personal, de la columna, que Jean-Pierre Castellani hasta habla de la presencia de un «yo-dictador»23. En muchas de las columnas de Iwasaki, sin embargo, el yo cede el lugar a un nosotros; el individuo habla en cuanto miembro de una comunidad. El nosotros en Iwasaki puede incluirlo en una comunidad cultural latinoamericana (cf. «nosotros los latinoamericanos» (ABC 31/10/2004, p. 64; «los peruanos tendremos que elegir” (ABC 19/4/2006, p. 7)), pero con más frecuencia, presenta al autor como un habitante más de la España contemporánea (cf. «nuestro país» o «nuestra España políticamente correcta» (ABC 23/2/2004, p. 5). Esta estrategia inclusiva puede llevarse al extremo de participar discursivamente en un pasado nacional y familiar que no es el suyo, sino el del co-enunciador, como en el ejemplo siguiente: «Cuando uno escucha las historias de la postguerra y se entera de cómo se las apañaban nuestros padres y abuelos para llegar a fin de mes, a cualquiera se le ponen los pelos de punta» (ABC 19/12/2004, p. 68 [subr. mío]). Especialmente en los textos más críticos con la sociedad española, esta estrategia de inclusión del enunciador en la comunidad discursiva del co-enunciador constituye un modo de evitar el antagonismo. Lo que podría interpretarse como una crítica impertinente de parte de un extranjero, se presenta en esos casos como una auto-inculpación en nombre de la colectividad: «Llevamos muy mal eso de reconocer la genialidad individual. […] en Italia veneran a Dante, en Inglaterra a Shakespeare, en Francia a Victor Hugo y en Alemania a Goethe, mientras que a nosotros nos basta con venerar el Quijote» (ABC 8/5/2005, p. 58 [subr. míos]. La construcción de la figura del enunciador en los artículos de Jordi Soler es más diversa y compleja. El perfil del escritor es el de un individuo con un apego fuerte a sus libertades (cfr. su crítica al aumento del control ejercido por el Estado sobre el individuo); un nieto de exiliados catalanes en México, quien no esconde la herida del destierro y en una carta abierta al general Franco a los 30 años de su muerte le presenta las deudas por el sufrimiento de sus familiares; un intelectual fascinado por la cultura anglosajona, los medios de comunicación y la cultura popular. Soler no se muestra ni tan asentado en España como Iwasaki, ni tan inmerso en la realidad latinoamericana como Roncagliolo. En sus reportajes sobre México, incluso se observa cierta distancia para con el entorno mexicano. A pesar de haber crecido en México y de haber residido varios años en la capital, Soler se retrata a sí mismo como alguien que (ya) no está familiarizado con la vida diaria del país. Cuando en el viaje al aeropuerto del DF una avenida se encuentra cortada por las manifestaciones de apoyo a López Obrador, es el taxista quien le sugiere que dé algún dinero a un policía para poder pasar. En el aeropuerto, tiene una experiencia parecida a la de los extranjeros recién llegados al país, cuando comprueba que no sabe cómo entrar en la cola del check-in: «tuve que ensayar varias operaciones mentales antes de comprender que no tenía que agregarme al final de la cola, sino en la última vuelta de un caracol de personas que se confundía con los caracoles que originaban las otras ventanillas» (EP 12/8/2006, p. 16). Esta distancia se vuelve más grande aún cuando llega el autor a la región de la frontera. El desamparo de Soler frente a la realidad de la frontera se ve simbolizado por un 21

Una excepción constituye el articulo “Noruega para melancólicos” (EP 04/11/2006) , donde sí se adopta la primera persona. 22 Santiago Roncagliolo, Memorias de una dama, Barcelona, Alfaguara, 2009. 23 Jean-Pierre CASTELLANI, “Perspectivas del columnismo en la prensa española”, en Olivar, 12 (2009), pp. 69-77.

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accidente con su pluma estilográfica que, «habituada a climas más benignos», se desangra de calor en el bolsillo de la camisa. Varias otras imágenes del autor lo representan en espacios aislados, hoteles o restaurantes con aire acondicionado, sugiriendo que en última instancia, siempre permanece ajeno a la realidad que describe. Esta imagen es corroborada por el contraste establecido con la población local. Así, el retrato francamente estereotipado de un pollero (el “guía” que ayuda a los inmigrantes a cruzar la frontera) –un «hombre de bigotes que estaba recostado en un árbol, protegiéndose de ese mismo sol salvaje que maltrataba en los westerns el rostro de John Wayne» (EP 14/8/2006, p. 14)– se refleja en la imagen auto-estereotipada del extranjero acomodado, urbano, ya sea gringo o europeo, incapaz de soportar la vida en la frontera, refugiándose en un restaurante climatizado para beber refrescos. Soler se presenta pues, como el más nómada de los tres autores y también el que se identifica con una cultura transnacional esencialmente urbana. No obstante, también se advierte en él un fuerte deseo de conectar con las raíces familiares en Cataluña. Es, pues, también un exiliado regresado, como pone de relieve en su carta abierta al general Franco: «yo, después de pensármelo mucho, he hecho el viaje de regreso, aunque no nací aquí siento que he vuelto, vivo en Barcelona, en el mismo barrio donde vivía mi familia antes de irse al exilio, y tengo dos hijos catalanes con los que hablo en catalán» (EP 22/11/2005, p. 18). Concluyamos volviendo sobre los paradigmas de la literatura migrante y la del exilio, definidos por Mardorossian. De los tres escritores estudiados, Roncagliolo sin duda es quién más se aleja del paradigma de la literatura migrante tal como la define Mardorossian. Por su fuerte orientación hacia la realidad peruana y latinoamericana, incluso se encuentran en sus textos rasgos de una posición enunciativa más afín a la del exiliado. En cambio, Iwasaki y Soler adoptan posturas más cercanas a la estética migrante, con su gusto por las identidades híbridas y complejas y el cuestionamiento de identidades fijas, especialmente las nacionales. No obstante, si Iwasaki en muchos aspectos aparenta ser un inmigrado, con el sufijo que indica el final de un proceso, más que un migrante, el perfil de Soler tiene rasgos tanto de nómada urbano como del buscador de raíces o radical, en los términos de Nicolas Bourriaud. Resumen Este artículo analiza la construcción discursiva de la identidad (inter)cultural en las publicaciones de tres escritores hispanoamericanos residentes en España - Fernando Iwasaki, Santiago Roncagliolo y Jordi Soler - , en la prensa española. Un análisis de la “escenografía” (Maingueneau) de estos textos demuestra que, si bien los tres autores muestran un interés pronunciado por el tema de la (in)migración, sus posturas enunciativas varían entre posiciones más cercanas a la escritura del exilio (Roncagliolo) hacia modalidades diferentes de una identidad “migrante” en un mundo globalizado (Iwasaki y Soler). Palabras clave: Literatura hispanoamericana – exilio – migración – periodismo – identidad cultural – interculturalidad Abstract This article analyzes the discursive construction of (inter)cultural identity in the writings in Spanish newspapers of three Spanish American writers residing in Spain (Fernando Iwasaki, Santiago Roncagliolo and Jordi Soler). In spite of the fact that all three authors show a clear interest in themes of migration, an analysis of the “scenography” (Maingueneau) of these texts indicates their discursive positions vary from positions close to the writing of exile (Roncagliolo) to different modalities of “migrant” identity in a globalized world (Iwasaki and Soler). Key words: Spanish American literature – exile – migration – journalism – cultural identity – interculturality

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