Datos para el estudio del mundo funerario durante la II Edad del Hierro en la Meseta Sur: Las necrópolis carpetanas

Share Embed


Descripción

Datos para el estudio del mundo funerario durante la II Edad del Hierro en la Meseta Sur: Las necrópolis carpetanas

Resumen La investigación sobre las necrópolis de la Segunda Edad del Hierro de la Península Ibérica ha contribuido de manera significativa a la identificación de los grupos étnicos prerromanos que nos transmiten las fuentes clásicas. Entre los menos conocidos esta la etnia de los Carpetanos que localiza en la Cuenca del Tajo en la Meseta Sur. El conjunto de hallazgos de carácter funerario que se han documentado en el territorio carpetano procede de una serie de necrópolis que presentan diferencias significativas en cuanto al volumen y calidad de la información disponible. La investigación sobre el registro arqueológico de estas necrópolis, se ha propuesto como para otros pueblos prerromanos identificar que elementos -tumbas, rituales, ajuares- permiten adscribirlas al mundo carpetano, comprender la evolución de las comunidades que las utilizaron y configurar con mayor precisión el territorio carpetano que transmiten los textos romanos desde finales del siglo III a. C. Palabras clave Segunda Edad del Hierro, Península Ibérica, Valle del Tajo, Necrópolis, Carpetanos. Abstract Research on the necropolis of the Second Iron Age Iberian Peninsula has contributed significantly to the identification of pre-Roman ethnic groups that give us the roman texts. Among the least known of is the ethnicity of Carpetanos which locates in the Tajo Basin in the Southern Plateau. The set of funerary findings that have been documented in the carpetano territory comes from several necropolis with significant differences in the volume and quality of information available. Research on the archaeological record of these necropolis, as has been proposed for other pre-Roman peoples identify which elements-tombs, rituals, funerary gifts- allow ascribe to carpetano world, understanding the evolution of the communities that used and set more precisely the carpetano territory transmitting roman texts from the third century b. C. Key words Second Iron Age, Iberian Peninsula, Tajo Basin, Necropolis, Carpetanos.

Datos para el estudio del mundo funerario durante la II Edad del Hierro en la Meseta Sur: Las necrópolis carpetanas

Juan Pereira Sieso* Jorge de Torres Rodríguez*

En el panorama de la investigación española desde mediados de la década de los 80 hemos asistido a una relanzamiento de los proyectos que intentaban identificar las etnias prerromanas a partir de la contrastación entre los datos arqueológicos y los pueblos prerromanos citados en las fuentes escritas (Almagro, 1982). El inicio de esta orientación investigadora (Figura 1.) se configuró en el congreso que sobre “Paleoetnología de la Península Ibérica” tuvo lugar en Madrid en 1989 (Almagro Gorbea, Ruiz Zapatero, 1992) y tuvo posteriormente una mayor concreción en los trabajos sobre determinados pueblos ibéricos como los Bastetanos (Chapa y Pereira, 1994) o la reunión internacional sobre los primeros pueblos de Europa celebrada en Baeza en 1995 (Molinos, Zifferero, 2002). En el caso de las comunidades prerromanas de la Protohistoria peninsular, su delimitación étnica se desarrolló básicamente en dos líneas de trabajo: la revisión y estudio del registro arqueológico y el análisis de las fuentes escritas. Los problemas de correlación entre los datos arqueológicos y los textos, a la hora de identificar las distintas “etnias” prerromanas, se derivaban no solo de las carencias de información de los autores antiguos, cuando seleccionan los “rasgos característicos” de las comunidades prerromanas, (Pereira Menaut, 1992: 38); sino también a la existencia de rápidas transformaciones de los factores que delimitan los

* Facultad de Humanidades de Toledo. UCLM ** British Museum-London

“grupos étnicos”, como el territorio, la cultura material o la estructura socioeconómica, que posibilitan que su registro arqueológico pueda ser compartido por varias “etnias” o al menos no sea exclusivo de una de ellas (Pereira Menaut, 1992: 39). En el ámbito del estudio del registro arqueológico una parte significativa de la investigación sobre los pueblos prerromanos de la Edad del Hierro en la Península Ibérica se ha llevado a cabo a partir del estudio de las necrópolis (Chapa y Ruiz Zapatero, 1990). Los distintos trabajos sobre el registro funerario dentro del territorio carpetano, se han propuesto al igual que para otros pueblos prerromanos (Almagro Gorbea, 1982; 1999) (Chapa y Pereira, 1994), identificar un repertorio de elementos del registro arqueológico- estructuras, tumbas, ajuares- que permitiesen identificar como carpetanas aquellas necrópolis o fases de necrópolis (Blasco Bosqued, 1992) (Blasco Bosqued y Barrio, 1992), así como configurar un territorio carpetano (Blasco y Sánchez 1999) que supera el que parecen delimitar las fuentes desde finales del siglo III a. C (Albaladejo, 1998). El principal conjunto de hallazgos de carácter funerario que se han documentado corresponde a una serie de necrópolis (Figura 2) que presentan diferencias significativas en cuanto al volumen y calidad de la información disponible. En el caso del Cerro del Gato (Villanueva de Bogas Toledo) solo contamos con la publicación parcial de la misma (Llopis, 1950 a y b) en la que se observan una serie de carencias en la metodología y planificación en la excavación y posterior estudio de los

320

1 SIMPOSIO SOBRE CARPETANOS ER

Fig. 1.- Pueblos Prerromanos Peninsulares (Almagro Gorbea y Ruiz Zapatero, 1992).

Fig. 2.- Localización necrópolis citadas en el texto (de Torres, 2013: 581).

JUAN PEREIRA SIESO, JORGE DE TORRES RODRÍGUEZ / Datos para el estudio del mundo funerario durante la II Edad del Hierro en la Meseta Sur: Las necrópolis carpetanas

conjuntos funerarios. En otros casos contamos con yacimientos en los que se han realizado campañas de excavación de cierta envergadura como Las Esperillas (Santa Cruz de la Zarza, Toledo) (García y Encinas, 1987,1990) Palomar de Pintado (Villafranca de los Caballeros, Toledo),(Ruiz Zapatero y Carrobles,1986) (Carrobles y Ruiz Zapatero 1991) (Pereira et alii, 2001) incluyendo Las Madrigueras (Carrascosa del Campo, Cuenca) (Almagro Gorbea,1965;1969). Por último hay que contar con las necrópolis de El Vado (La Puebla de Almoradiel, Toledo) (Martín Bañón, 2007, 2010) y Cerro Colorado (Villatobas, Toledo) (Urbina y Urquijo, 2007) de los que por el momento solo contamos con las publicaciones iniciales de presentación de los primeros resultados obtenidos. En la presentación y síntesis de las mismas vamos a seguir una estructura que se ha propuesto y utilizado para el estudio del registro funerario en otras etnias prerromanas del área de influencia ibérica, como las del Alto Guadalquivir (Chapa; 1991) (Chapa y Pereira; 1992). Posición de las necrópolis en el paisaje En el caso de Palomar de Pintado la actual topografía del terreno y la distribución de las tumbas conservan la morfología de un pequeña elevación qué destacaría de las tierras circundantes de la vega del río Amarguillo, (Pereira et alii, 200: 249). Tanto en Las Esperillas (García y Encinas, 1987) como en Cerro Colorado, se aprovechan sendos altozanos que en la época de uso de ambas necrópolis eran visibles desde sus respectivos asentamientos asociados (Urbina y Urquijo, 2007: 241). Datos topográficos En los casos de Palomar de Pintado (Pereira et alii, 2001: 248) y El Vado (Martín Bañón, 2007, 2010), tanto la necrópolis como el poblado asociado se encuentran a poca distancia de corrientes de agua como los ríos Amarguillo y Cigüela, al igual que la del Cerro del Gato localizada en la orilla inundable de la margen derecha del río Algodor. (Llopis 1950b: 196). Localización de la necrópolis con respecto al poblado Los trabajos de delimitación y prospección en el entorno de las necrópolis han permitido localizar en ocasiones el hábitat asociado a las necrópolis. Mientras en Palomar de Pintado se localiza a cierta distancia (300 mts) en el Vado, Las Esperillas y Cerro Colorado se ubican a corta distancia (De Torres, 2013).

321

Localización y distribución de las sepulturas En Palomar de Pintado la mayoría de las tumbas no debieron presentar una superestructura que las destacara de un modo especial de su entorno. Sólo en los casos de la tumba con túmulo de piedra, y en las “tumbas tumulares de adobe” se pudo documentar esta superestructura. En la mayoría de los casos las tumbas de estructura más sencilla se detectan a partir de la localización una o varias losetas de adobe que en ocasiones aparecen rodeadas de un encintado similar al de las estructuras tumulares. En otros casos lo que se detecta es el perímetro de la tumba delimitado por una fina línea blanca que corresponde al enfoscado de yeso interior de la tumba (Pereira et alii, 2001: 250). Caso distinto es el de Las Madrigueras, donde en un bajo porcentaje, se indica la presencia de lajas que pudieron servir de cubrición o hito señalizador de la tumba (De Torres 2013: 412). En Las Esperillas, destaca una estructura con planta en forma de H, en posición central en torno a la cual se da una mayor densidad de tumbas, que va decayendo según aumenta la distancia (García, y Encinas, 1990: 263). Esta estructura al igual que las de Las Madrigueras o los túmulos de la zona sudeste, confirma la tendencia a la creciente visualización del espacio funerario. Los datos proporcionados del Cerro del Gato hacen referencia a la existencia de alineaciones de tumbas (Llopis, 1950 b: 197) y de cierta organización por grupos. Las tumbas eran todas similares consistiendo en fosos simples, sin que se documentaran enfoscados de yeso pero sí piedras utilizadas para sujetar las urnas (Llopis, 1950 b: 197). Orientación de cada sepultura En Palomar de Pintado salvo las tumbas que presentan una planta circular, el resto bien de planta rectangular o cuadrada presentan en su mayoría una orientación EsteOeste en un porcentaje significativo. En el caso de las de planta rectangular son siempre los lados menores del perímetro (Pereira et alii, 2001: 250). Solo contamos con referencias de orientación similares en el cerro del Gato donde se indica la posible alineación en calles de las tumbas (Llopis 1950 b: 197) (De Torres, 2013: 424). Otras estructuras localizadas en el área de necrópolis Se han documentado “quemaderos” o ustrina en Palomar de Pintado, localizados en el sector más externo de la necrópolis la cuidadosa excavación de los mismos no ha proporcionado restos de interés (Pereira et alii

322

1 SIMPOSIO SOBRE CARPETANOS ER

Fig. 4.- Inhumación infantil de Palomar de Pintado. (Pereira, de Torres). Fig. 3.- Ustrina, sector sur de Las Madrigueras (Almagro, 1969).

2001: 251). En las Madrigueras durante el siglo IV a.C. momento en el que se fechan 31 de las 65 tumbas de la necrópolis se documentan varios ustrina (Figura 3.) en el oeste de la necrópolis (Almagro 1969) (De Torres 2013, 414). También aparecen dos ustrina en las Esperillas (García, y Encinas, 1987: 45) y varias manchas de pequeño tamaño que podrían corresponder con posibles ofrendas dentro del ritual funerario. Ritual Funerario. Cremación, Inhumación El ritual seguido para el tratamiento de los difuntos en Palomar de Pintado es mayoritariamente el de la cremación, salvo en tres casos puntuales correspondientes a dos individuos infantiles y un adulto, con dos tipos básicos: A) que parece ser el más normalizado, en el que tras la cremación los restos en el interior de recipientes cerámicos, presenta una variante consistente en una recogida cuidadosa de las cenizas, un lecho sobre el que se asientan los recipientes cerámicos o incluso como en caso de la tumba III-48 en el interior de una urna cerámica de cierto tamaño localizada en el lado opuesto donde se encontraba la urna cineraria con

los restos cremados. B) menos habitual, los restos cremados son depositados en el suelo de la tumba sobre el enfoscado de yeso, separados del resto de elementos que componen el ajuar funerario. Como caso especial se han documentado 4 inhumaciones dos adultos y dos infantiles (Figura 4) localizados entre las tumbas con ritual de cremación (López Justo y Alonso 2001) (Pereira et alii 2001: 252). En la necrópolis de el Vado se ha planteado la existencia de incineraciones in situ y secundarias en la primera fase, mientras que para la segunda se han identificado dos acumulaciones de cenizas de grandes dimensiones que podrían corresponder a los restos de la limpieza de sucesivas cremaciones, Asimismo, en al menos dos casos se pudo identificar el uso de telas para recoger los restos de la cremación, una costumbre que se supone común pero para la que disponemos de escasas evidencias arqueológicas. En este caso, en la tumba con planta de cruz griega se localizaron los huesos situados en un receptáculo y dispuestos en forma circular, evidenciando su inclusión en un recipiente textil que posteriormente se ha descompuesto. En el caso de una de las urnas, se detectó al vaciarla la impronta dejada por el tejido que envolvía los restos (Martín Bañón, 2010: 326).

JUAN PEREIRA SIESO, JORGE DE TORRES RODRÍGUEZ / Datos para el estudio del mundo funerario durante la II Edad del Hierro en la Meseta Sur: Las necrópolis carpetanas

También es mayoritario el ritual de cremación en Cerro Colorado y Las Esperillas, con la mayoría de las cremaciones depositadas en urnas, si bien Cerro Colorado se han localizado huesos y cenizas depositadas directamente sobre el fondo de la fosa, en uno de los casos cubiertos por el umbo de un escudo de bronce (Urbina, y Urquijo, 2007: 243). En las Esperillas al igual que en Palomar de Pintado se excavaron dos inhumaciones de individuos adultos (García y Encinas, 1987, 1990) (De Torres, 2013: 421). Tipología de las estructuras funerarias. Morfología y técnica constructiva La necrópolis de Palomar es la que ha proporcionado hasta el momento la tipología más variada en cuanto a estructuras funerarias: A).-Hoyo de cierta profundidad, planta circular regular. Cierre formado por una loseta de adobes. En algún caso presenta una estructura complementaria en forma de anillo de cenizas. B).- Hoyo de planta circular, con el interior enfoscado de yeso que suele recubrir el borde y su área periférica, el cierre es con losetas de adobes. C).- Planta oval enfoscada de yeso. La cubierta puede ser de yeso o adobe, en el primero de los casos sobre una de las capas de cierre de yeso se localizan pequeños vasos de ofrendas con tapadera. D).-Planta rectangular o cuadrada enfoscada de

323

yeso. En el segundo caso se asocia una estructura de planta irregular con un depósito de tierra cenizosa. F).Estructura tumular, de planta cuadrada con una superestructura de 1-2 hileras de adobes que enmarcan un espacio funerario de planta circular enfoscado con yeso y cota de profundidad por debajo de las hiladas de adobes. El sistema de cierre es el habitual en la necrópolis. G).-Estructura tumular de gran tamaño. Superestructura de 2-3 hileras de adobe con un encintado o pasillo perimetral de color más claro en el exterior. El acceso al interior es escalonado a un espacio funerario de planta cuadrada con un banco-poyete corrido a lo largo del lado oriental de la tumba. Las paredes aparecen enfoscadas con barro de color claro, al igual que el suelo y el banco corrido (Figura 5.). Debajo del suelo aparecieron restos de una tumba trilobulada enfoscada con yeso. H).- Túmulos de piedra localizados en tres de los cortes realizados desde el inicio de los trabajos arqueológicos. Presentan una planta rectangular o cuadrada, con una plataforma formada por dos hiladas de areniscas rojizas trabadas con barro. En el interior de la plataforma se centra la boca del espacio funerario delimitada por yeso o un encintado de barro claro, al que se accede de forma escalonada y en el que se depositan los restos cremados y su ajuar correspondiente (Pereira et alii 2001: 254)

Fig. 5.- Estructura tumular del tipo G de Palomar de Pintado, centro de la imagen. (Pereira, de Torres).

324

1 SIMPOSIO SOBRE CARPETANOS ER

En las dos fases de ocupación de la necrópolis de El Vado, la primera esta definida por fosas simples de planta oval en las que se depositaron las cenizas directamente sobre el suelo de la fosa,. La segunda fase muestra una fuerte variabilidad destacando la aparición de estructuras tumulares de tamaño pequeño (4) pero formalmente muy similares a las documentadas en Palomar de Pintado. Junto a estas tumbas se han localizado otras de cierta complejidad como la que presenta una forma de cruz griega sin paralelos conocidos (Martín Bañón, 2010: 320-24) (De Torres 2013: 409). Otros rasgos formales como los nichos adosados a algunas estructuras, el enfoscado con yeso que aparece en casi todas las tumbas o una fosa trilobulada tienen también sus paralelos más cercanos en Palomar de Pintado (Figura 6.). En el caso de las Madrigueras no existe uniformidad en las estructuras funerarias la única diferencia entre unas tumbas y otras es la presencia en algunos casos de lajas que pudieron servir de cubrición o hito señalizador de la tumba. Sí se ha documentado el uso de yeso para enfoscar las paredes y suelo en el 50 % de las tumbas documentadas (De Torres, 2013 412).

Este tipo de acabado de la superficie de las tumbas no aparece ni en Cerro Colorado ni en Las Esperillas, en los que la mayoría de las tumbas contienen cremaciones depositadas en urnas cerámicas aunque también se han localizado huesos y cenizas depositadas directamente sobre el fondo de la fosa, en las dos necrópolis aparecen tumbas aprovechando oquedades naturales. Es común el uso de piedras para calzar y sujetar las urnas y el ajuar, así como para cubrir el enterramiento (Urbina. y Urquijo, 2007: 243). En Las Esperillas al menos una de las tumbas estudiadas pudo tener una estructura cuadrangular de adobe alrededor de la fosa (García, y Encinas, 1987: 52; 1990: 263). Por último señalar que en el Cerro del Gato la tipología de las tumbas es de fosas simples con un cerco de piedras que indicarían la ubicación de la tumba (Llopis, 1950 b: 197). Número de enterramientos por tumba La norma general en Palomar de Pintado es la del enterramiento individual en la tumba y en el anillo de cenizas que rodeaba la tumba, con dos excepciones: una tumba con dos adultos y un infantil cremados junto con un neonato inhumado, que debieron ser depositados al

Fig. 6.- Tumbas de la necrópolis del Vado (Martín Bañón, 2010: fig. 14).

JUAN PEREIRA SIESO, JORGE DE TORRES RODRÍGUEZ / Datos para el estudio del mundo funerario durante la II Edad del Hierro en la Meseta Sur: Las necrópolis carpetanas

mismo tiempo. En un segundo caso se utilizó como contenedor de los restos cremados de dos individuos el mismo recipiente cerámico. Un panorama similar nos ofrecen Cerro Colorado y Las Esperillas, con un predominio casi absoluto del enterramiento individual, salvo el caso de la tumba 16 de Cerro Colorado, en la que documentó un enterramiento doble (De Torres, 2013: 419-421). Posición y distribución de los ajuares funerarios Las referencias más concretas proceden de Palomar de Pintado, donde habitualmente la urna cineraria se coloca en posición central rodeada y en ocasiones entibada por el resto de los recipientes que integran el ajuar. En las tumbas que cuentan con mayor espacio, se procura una división del mismo, caso especial es el de la tumba donde se encontró una falcata que actuaba como elemento delimitador. Otros casos especiales con un patrón específico de organización interna de la tumba estarían representados por las tumbas III-11 y III-48 (Figura 7.), que contarían con paralelos significativos en algunas de las necrópolis clásicas del mundo ibérico como las de la Alta Andalucía (Chapa et alii 1998). Elementos del ajuar funerario En Palomar (Pereira et alii 2001: 257-260) las formas que predominan en los recipientes cerámicos son las bitroncocónicas, globulares con tendencia esférica, ollas, caliciformes, crateriformes y piezas de cuello acampanado, junto con algunos ejemplares hechos a mano que recuerdan formas carenadas propias del sustrato de la I Edad del Hierro. Los ejemplares decorados presentan un variado repertorio de motivos geométricos sencillos pintados: semicírculos y sectores de círcu-

325

los concéntricos junto con tejadillos y ondulados paralelos, verticales y horizontales, completados en algún ejemplar como el kalathos con decoración estampillada. El segundo sistema decorativo pintado es el “jaspeado” característico de los repertorios cerámicos de la 2ª Edad del Hierro de la Meseta Sur a base de brochazos irregulares de una pintura desvaída de color oscuro. Destaca la escasez de hallazgos de cerámica griega entre los que destacan dos kantharoi áticos de barniz negro de la forma 40 C de Lamboglia con una cronología de la mitad del siglo IV a.C. Siendo baja la presencia de armas en los ajuares, contamos con ejemplares de cuchillos afalcatados uno de los cuales conserva parte de las cachas de hueso, así como con una falcata de excepcional morfología (Quesada, 2002) así como la presencia en estos equipos de soliferra y puñales de hoja recta. Mención aparte debe hacerse de la presencia de los restos muy deteriorados de lo que se ha interpretado como una parrilla que de confirmarse su identificación nos llevaría a paralelos de ámbitos culturales del área céltica. Entre los objetos de adorno y atavío personal metálicos contamos anillos simples, botones, cuentas de collar, colgantes y una fálera decorada con una esvástica. En cuanto a las fíbulas destacan sobre todo las anulares apareciendo hasta cinco ejemplares dentro de la misma urna cineraria. Se han documentado también numerosas cuentas de collar, anillos y restos de un posible amuleto de pasta vítrea, así como fragmentos de aryballos. En hueso o marfil cabe destacar la aparición de fragmentos de plaquitas decoradas. Por último destacar la aparición en tres tumbas de escasos aunque significativos elementos de orfebrería (Fig. 8.).

Fig. 7.- Planta y distribución de la tumba III-48 de Palomar de Pintado. (Pereira, de Torres).

326

1 SIMPOSIO SOBRE CARPETANOS ER

Fig. 8.- Elementos de orfebrería de Palomar de Pintado. (Pereira, de Torrres).

En los escasos ajuares de la primera fase del Vado destacan las cuentas de pasta vítrea de color azul, así como fragmentos de una copa ática tipo Cástulo y fragmentos indeterminados de bronce (Martín Bañón 2010: 318-320). Mientras que en la segunda fase los materiales son más pobres que los reseñados en Palomar de Pintado, destacando varias fíbulas anulares hispánicas, cuchillos afalcatados, una parrilla y cerámicas a mano entre los elementos de ajuar más significativos. Destaca especialmente la escasez de materiales cerámicos que presentan una decoración pintada a base de “jaspeados” y decoraciones de tipo geométrico sencillas (De Torres, 2013: 409). Los materiales cerámicos recogidos en las tumbas de las Madrigueras muestran una gran semejanza con los localizados en El Vado y Palomar de Pintado con dos excepciones. La primera es la ausencia de decoración jaspeada si bien alguna de las descripciones realizadas por Almagro podría hacer referencia al jaspeado…”una capa de color rojizo irregularmente extendido sobre la cual se han pintado tres franjas gruesas (...)”(Almagro, 1969: 61). Otra de las diferencias importantes es la ausencia de las cerámicas a mano tan comunes en la necrópolis de Palomar de Pintado a partir del siglo IV a.C. Finalmente, es necesario reseñar la mayor pobreza

general de los enterramientos de Las Madrigueras, tanto en valores absolutos número de piezas por enterramiento como relativos calidad de piezas. Dejando de lado las cuatro piezas de cerámica ática recogidas en el yacimiento, ni las piezas de barniz rojo, ni las fíbulas o las cuentas de pasta vítrea abundan en la necrópolis (Figura 9.), y son muy escasas las piezas excepcionales e inexistentes las realizadas en metales preciosos (De Torres, 2013: 414). En la segunda mitad del siglo V a.C. los materiales consisten principalmente en piezas de cerámica gris y piezas globulares con bordes de pico de ánade y decoraciones muy sencillas de bandas y líneas. Estas piezas de cerámica de tipo ibérico presentan una tipología muy uniforme y vienen acompañadas de algunos cuencos decorados con bandas y una urna de orejetas perforadas que constituye uno de los pocos ejemplos de este tipo de piezas localizado en la región. Se documentan todavía algunas piezas a mano, generalmente cuencos muy sencillos y alguna pieza con la carena muy suave característica de los últimos momentos de la Primera Edad del Hierro. En cuanto a los metales, la única pieza reseñable es un cuchillo afalcatado localizado en la tumba XI (De Torres, 2013: 414).

JUAN PEREIRA SIESO, JORGE DE TORRES RODRÍGUEZ / Datos para el estudio del mundo funerario durante la II Edad del Hierro en la Meseta Sur: Las necrópolis carpetanas

327

Fig. 9.- Distribución de la riqueza en las tumbas de Las Madrigueras (De Torres, 2013: 510).

Durante el siglo IV a.C.se aprecia una clara diversificación de la cultura material de la necrópolis, con la aparición en el repertorio de vasos cerámicos de caliciformes ollas globulares y cuencos o platos, acompañados otro tipos menos habituales como urnas acampanadas, jarras trilobuladas, copas o algunas piezas ovoides cuyos perfiles podrían remitir a influencias púnicas (Almagro, 1969). Junto a la cerámica ibérica aparecen asociados, tres tipos de objetos relacionados con la cultura material de los siglos IV III a.C.: cerámicas de importación, fíbulas

anulares hispánicas y cuentas de pasta vítrea. Respecto de las primeras, destacar la presencia de 5 piezas de cerámica ática, correspondientes a cuencos pequeños, con decoraciones de palmetas enlazadas o con una figura de cisne con las alas abiertas característico del final de las producciones áticas de figuras rojas (Almagro, 1969: 118). Todas ellas corresponderían a la primera mitad del siglo IV a.C., y tendrían sus paralelos más cercanos en necrópolis del Sudeste Peninsular. En cuanto a las fíbulas destacan las anulares hispánicas de variada tipología con una cronología muy uniforme

328

1 SIMPOSIO SOBRE CARPETANOS ER

pero poco precisa que abarca los siglos IV III a.C. (González, 1999:81). La escasez de cuentas de pasta vítrea es la habitual en el conjunto de necrópolis del territorio carpetano salvo el caso especial de Palomar de Pintado. Su tipología es la de formas cilíndricas o circulares, con colores amarillo, blanco y azul y en algún caso presentan una decoración oculada realizada con incrustaciones de color blanco y azul sobre el cuerpo de la cuenta. En cuanto otro tipo de objetos que podrían valorarse como bienes de prestigio destacar un posible bocado de caballo en la tumba III, fusayolas, en su mayor parte tronco o bitroncocónicas, y algunos objetos que muestran relaciones muy claras con la región del Sudeste, como una taba localizada en la tumba XXII, y que también hemos detectado en Palomar de Pintado, donde se localizaron 11 tabas en la tumba III.21. Los ajuares cerámicos de Cerro Colorado no son tan numerosos como los reseñados anteriormente, la mayoría de las tumbas contienen urnas con tapadera acompañadas generalmente de una o dos piezas de cerámica, destacando algunos pequeños vasos o copitas hechos a mano de muy mala calidad (De Torres, 2013: 419). Cerro Colorado destaca por el volumen de objetos metálicos integrados en los ajuares sobre todo los relacionados con el atavío personal como las fíbulas anulares hispánicas (50) y su presencia en dos tercios de los enterramientos (Urbina y Urquijo, 2007: 253). Otros elementos relacionados con el ajuar personal del difunto son: los aros de pulseras o brazaletes, las pinzas, anillos, arandelas y cuentas de collar, con lo que el número de elementos metálicos puede superar incluso al documentado en Palomar de Pintado. Además se han recogido algunas piezas excepcionales, como el citado umbo de escudo, las dos placas de un cinturón de tipo ibérico, o un trisquel. Los objetos de hierro son menos numerosos, destacando una docena de cuchillos afalcatados y algunas arandelas de sujeción de telamon o correas de escudo. Asimismo, se han recogido cuatro bocados de caballo, un regatón y una punta de lanza, lo que hace de Cerro Colorado el yacimiento (necrópolis o poblado) con más objetos asociados a la figura del guerrero de todo el valle medio del Tajo (De Torres, 2013: 419) Uno caso especial dentro de estos elementos de la panoplia del guerrero y que señala también el gusto por la exhibición de riqueza en el armamento es el cuchillo afalcatado decorado con cintas de plata incrustadas en la hoja que a su vez presentan una fina capa de oro superpuesta que procede de la prospección superficial del yacimiento antes de la inter-

vención arqueológica (Cuesta et alii, 2012: 52). También se han documentado cuentas de collar en trece tumbas, generalmente son azules, agallonadas o lisas, con presencia de algunos ejemplares oculados y de manera excepcional y sin poder adscribirla a ningún enterramiento se documentó una arracada de oro de gran calidad (Perea, et alii. 2007). La mayoría de los ajuares cerámicos publicados de Las Esperillas presentan decoraciones pintadas sencillas de tipo geométrico a base de bandas, semicírculos o cuartos de círculos, y algún ejemplar con decoración estampillada. Los colores de los motivos pintados son los habituales: rojizos, vinosos, anaranjados, a los que se unen blanco y negro, menos comunes. No se han documentado cerámicas grises ni el empleo de la técnica del jaspeado en la necrópolis, mientras que las piezas más comunes son, como en otras necrópolis, urnas globulares con bordes de pico de pato, platos y cuencos, caliciformes y una alta proporción de piezas con pie alto (De Torres, 2013: 423). No hay evidencias de la presencia de barniz rojo en el yacimiento, sí se han recogido, sin embargo, algunos fragmentos de cerámica ática (García, y Encinas, 1988 b: 63). Junto a estas cerámicas destacar, la presencia de un número desconocido de cuentas de pasta vítrea lisas y gallonadas de color amarillo, azul, verde y blanco. El resto de materiales que podrían ser considerados “de importación” son objetos metálicos, destacando especialmente las fíbulas anulares hispánicas de varios tipos, incluida una del modelo más antiguo de aguja libre sin resorte de charnela datada a comienzos del siglo V a.C. (García, y Encinas, 1987: 56) mientras que el resto de los ejemplares documentados, en su mayoría anulares hispánicas, se fechan entre los siglos IV III a.C.. La única fíbula de La Tène recogida en la necrópolis lo fue en superficie (Urbina, 2000: 46) Junto a las fíbulas se recogieron pinzas de depilar, agujas, horquillas, realizadas en bronce, mientras que en hierro se recogieron algunos ejemplares de cuchillos afalcatados, argollas y fragmentos indeterminados, además de una espada de antenas atrofiadas (Urbina, D. 2000: 46). El conjunto de piezas metálicas se completa con una pequeña plaquita decorada y un pendiente amorcillado realizados en oro (García, A. A. y Encinas, M. 1988 b: 63). El conjunto de materiales procedente del Cerro del Gato que se ha podido estudiar comprende 49 piezas cerámicas, cinco fusayolas, tres fíbulas, un cuchillo afalcatado y dos pinzas de hierro. A través de las fotografías de los artículos publicados sabemos de la exis-

JUAN PEREIRA SIESO, JORGE DE TORRES RODRÍGUEZ / Datos para el estudio del mundo funerario durante la II Edad del Hierro en la Meseta Sur: Las necrópolis carpetanas

329

Fig. 10.- Cerámica a mano de la necrópolis del Cerro del Gato (De Torres, 2013: 521)

tencia de otras dos urnas y de un fragmento de otra, desaparecidos y de una segunda fíbula de La Tène. Las cerámicas a torno son muy similares a las del resto de necrópolis: piezas globulares o caliciformes de gran tamaño, con perfiles en “S” y varios ejemplos de bordes de pico de ánade. Junto a estas piezas de aparecen de manera ocasional algunas piezas crateriformes o copas carenadas. También se han recogido ejemplares de perfil más recto y una única sítula desaparecida del conjunto. Destaca la pobre decoración de las piezas, limitada a algunas bandas o líneas simples de color rojo o negro en media docena de las urnas o de los vasos de ajuar (De Torres, 2013: 425). Tampoco hay muchos ejemplos de jaspeado (siete), generalmente de color claro muy perdido, y dos ejemplos de estampillados. Las cerámicas a mano son muy minoritarias en el conjunto, pero significativas (Figura 10). Respecto de los materiales metálicos (De Torres, 2013: 427), destaca la presencia de dos fíbulas de La Téne una de las cuales sólo una ha sido localizada en el Museo de Santa Cruz, es una fíbula de pie vuelto fundido con el puente, con una cronología aproximada de finales del siglo III a.C. inicio del II (González, 1999: 270). Registro antropológico Hasta el momento solo contamos con análisis de los restos antropológico para tres de las necrópolis reseña-

das: Palomar de Pintado1, El Vado y Cerro del Gato. De las tres es la primera la que proporciona datos de mayor fiabilidad en cantidad y calidad, y que se pueden correlacionar con las Fases propuestas para el desarrollo de la necrópolis: Para la Fase II, disponemos de información sobre 21 individuos, correspondientes a 17 enterramientos. La norma es el enterramiento individual, aunque en cuatro ocasiones se han detectado enterramientos dobles que en tres casos incluyen a individuos infantiles y sólo en un caso corresponde a dos adultos. Se aprecia una gran variedad en la intensidad de las cremaciones, aunque predominan temperaturas medias (entorno a los 500 600 oC) e irregulares. El cuidado en la recogida de los huesos muestra también una gran variedad, desde los más de dos kilos de la tumba doble 3.85 a los 47 g. de la tumba 3.42, aunque la mayoría de las tumbas arrojaron una media de 300 600 grms. Dos aspectos a destacar en el tratamiento de los restos funerarios. El primero de ellos es la trituración de los huesos de los individuos cremados: 11 de 21. El segundo es la introducción de algunos criterios que relacionan edad y tipo de ritual en los enterramientos. Así, en la tumba III.35 se depositaron dos individuos infantiles, uno de ellos neonato, pero sólo el primero fue cremado mientras que el neonato fue inhumado. 1

Estudio Forense a cargo del Dr. Francisco Gómez-Bellard

330

1 SIMPOSIO SOBRE CARPETANOS ER

La Fase III muestra una situación detectada en la fase anterior pero mucho más explícita: la presencia recurrente de individuos infantiles, juveniles y adultos femeninos en las tumbas más ricas de la necrópolis. En el caso de las cremaciones, se aprecia de nuevo una tendencia muy clara a una mejor combustión (más intensa y más uniforme) en las tumbas más ricas, indicio de una mayor inversión de esfuerzo y recursos en combustible. En el resto de los enterramientos en general la cremación es débil e irregular. Parece existir una tendencia a recoger menos cantidad de restos tras la cremación, con una mayoría de tumbas con muestras entre 200-500 grms. Para la Fase IV disponemos de información acerca de 41 individuos enterrados en 28 tumbas, localizándose un gran número de tumbas dobles (10), una triple y otra excepcional con cuatro enterramientos. Los parámetros de enterramiento siguen siendo básicamente los mismos que en la fase anterior, aunque hay algunos matices importantes. En los cuatro túmulos adscritos en esta fase aparecen enterrados individuos femeninos o infantiles, pero tan sólo en uno de ellos el enterramiento es individual y correspondiente a una mujer adulta. Destaca una de las tumbas de construcción más elaborada con cuatro enterramientos de lo que parece haber sido una familia y que incluía dos adultos jóvenes (hombre y mujer), un infantil menor de cinco años y un neonato que no fue cremado sino inhumado. En la Fase V contamos con 13 individuos enterrados en diez tumbas. Se mantiene la presencia de individuos infantiles o adolescentes en las tumbas más importantes. En uno de los casos se ha identificado una mujer junto a un feto o un neonato, apuntando a una probable muerte durante parto. En cuanto a la intensidad de la cremación, hay una disminución generalizada de la misma (tan sólo dos de las trece cremaciones pueden considerarse de intensidad alta) mientras que la recogida de los restos es, como en la etapa anterior, muy variable. En la necrópolis del Vado la información que los análisis antropológicos pueden proporcionar, es sensiblemente menor en cantidad y calidad, debido en parte a los procesos postdeposicionales que afectaron a los restos. Estos presentan un alto grado de fragmentación sin que pueda determinarse si ésta fue intencionada. Se han podido identificar once individuos a los que no se ha podido precisar sexo y la edad, si bien son todos adultos. En cuanto a la intensidad de la cremación, no parece que superara de manera constante los 6000 sal-

vo en un par de casos que evidencian una cremación a mayor temperatura. La recogida de los restos cremados parece haber sido efectuada de manera selectiva, ya que predominan los huesos largos frente a otras partes del esqueleto, y no aparecen mezclados con cenizas o tierra del quemadero (Martin Bañón, 2010: 325) (De Torres, 2013: 409). Por último en el Cerro del Gato los restos óseos depositados en las urnas, pertenecen a huesos largos o al cráneo, y en menor medida restos de la columna vertebral o las costillas. Esta diferenciación podría ser debida a una recogida selectiva de los huesos como se ha señalado para El Vado o a las incidencias del proceso de cremación sobre los diferentes sectores del cuerpo del difunto. En cuanto a la edad de los cremados, uno de ellos ha sido identificado como un adulto mientras que dos de ellos son adolescentes (uno de ellos, entre 10 12 años de edad). Registro faunístico La presencia de restos de fauna en las estructuras funerarias solo la tenemos confirmada en Palomar de Pintado en la que los escasos restos de fauna mezclados con los restos cremados no habían sido sometidos a la acción del fuego por lo que parece que corresponden a un aspecto del ritual. Corresponden a partes del esqueleto de ovicápridos, conejos y aves, como el caso de los astrágalos de ovicáprido que aparecieron en el kalathos documentado en uno de los túmulos de piedra (Pereira et alii 2001: 261). En el Vado también se han documentado ofrendas de animales en cuatro de los enterramientos, aunque al contrario que en Palomar de Pintado éstos han sido cremados (De Torres, 2013: 409). Cronología Solo contamos con dataciones absolutas para Palomar de Pintado, la serie radiocarbónica (Pereira et alii 2003) ofrece una cierta coherencia en la evolución del marco cronológico general, que implicaría un aumento de la ocupación conforme avanza la Segunda Edad del Hierro con un pico en los siglos IV-III a.C., pero más allá no son útiles para definir de manera más específica las distintas fases arqueológicas de la necrópolis. Como hemos dicho, tan sólo el marco general parece correcto, con una ocupación creciente en los siglos VI-V a.C., y una fase de expansión muy clara en los siglos IV-III a.C.. En el resto de las necrópolis debemos recurrir a la tipocronología a partir de determinados elementos de la cultura material que nos proporcionen referencias de

JUAN PEREIRA SIESO, JORGE DE TORRES RODRÍGUEZ / Datos para el estudio del mundo funerario durante la II Edad del Hierro en la Meseta Sur: Las necrópolis carpetanas

tipo cronológico, como la copa Cástulo que marcaría la cronología de finales del siglo V a.C. y la primera mitad del siglo IV a.C. en la primera fase del Vado, (Martín Bañón, 2010: 318-320). Las 5 piezas de cerámica ática documentadas en Las Madrigueras, correspondientes a cuencos pequeños, con decoraciones de palmetas enlazadas o círculos concéntricos, aunque destaca la presencia del fondo de un vaso con una figura de cisne con las alas abiertas característico del final de las producciones áticas de figuras rojas (Almagro,.1969: 118), se fecharían a la primera mitad del siglo IV a.C. (Figura 11.), excepto la localizada en la tumba LXII que podría ser ligeramente anterior (Almagro, 1969: 118). Conclusión / Interpretaciones En la actualidad el estudio de las necrópolis permite ir más allá de las primeras identificaciones de la personalidad social del difunto (Chapman y Randsborg 1981): guerrero –de infantería o caballería–, artesano (Uroz 2006), ganadero etc basadas en un primer análisis de las tumbas y de los elementos que integran los ajuares funerarios. La combinación de su funcionalidad, abundancia o escasez, su carácter local o importado, la exclusividad por la materia prima y/o la tecnología utilizada para su fabricación (Quesada 1989), y las asociaciones de distintos elementos con la identificación del sexo del difunto (Uriarte 2001) y la distribución topográfica de las tumbas (Ruiz, et alii 1992) permiten no solo la identificación de nuevos papeles sociales como el sacerdocio (Chapa y Madrigal 1997) y la jerarquiza-

Fig. 11.- Materiales de importación de Palomar de Pintado y Las Madrigueras (de Torres, 2013: 402).

331

ción de ajuares y tumbas que ordenan el espacio de las necrópolis, sino también la evolución de la estructura social y sus jerarquías sociales en las comunidades prerromanas peninsulares. En el caso de Palomar de Pintado, esta evolución ha sido objeto de un análisis más detallado en una comunicación presentada en este Congreso, pero cuyas conclusiones principales traemos a colación, para completar esta propuesta de síntesis así como relacionarlas con las interpretaciones propuestas para el resto de necrópolis del territorio carpetano. En Palomar de Pintado, la interpretación la necrópolis apuntaba al proceso de jerarquización social bien conocido en la Península Ibérica, a partir de la exhibición de riqueza, visible en la adquisición de objetos de prestigio (Figura 12.), la

Fig. 12.- Kantharoi procedentes de Palomar de Pintado. (Pereira, de Torres).

intensidad de las cremaciones o la construcción de tumbas complejas. Por otra, la reivindicación de los linajes familiares perceptible en la importancia de la mujer como eje de alianzas sociales, la consolidación del rango adscrito en niños o la exhibición de objetos de carácter arcaizante como los vasitos de cerámica a mano, que se corresponden con la Fase II y III del periodo de uso de la necrópolis. A comienzos del siglo IV a.C. estas estrategias parecían haberse consolidado, con la existencia de un grupo con acceso restringido a tipos concretos de objetos y enterramientos. Aunque existen otras tumbas con diseño y ajuar muy rico, la asociación cerámica ática-túmulos parece muy clara y apunta a un rango en proceso de consolidación. Sin embargo, las fases IV y V de la necrópolis muestran una regresión en ese proceso, como si la capacidad de control de la élite no fuera aún absoluta y existiera una fuerte competición interna que cuestiona al grupo privilegiado. La distribución más regular de las piezas de

332

1 SIMPOSIO SOBRE CARPETANOS ER

importación, la intensidad similar de todas las cremaciones, la riqueza de algunas tumbas comunes, la ausencia de objetos exclusivos apunta a un menor control económico de las élites que limitara la adquisición de objetos de prestigio al resto del grupo. Desconocemos por qué el grupo privilegiado detectado en Palomar de Pintado no consiguió imponerse y diferenciarse sustancialmente del resto de la comunidad, ni controlar los recursos de todos en su beneficio, pero la realidad es que en Palomar de Pintado y pese a las apariencias, los jefes no llegaron nunca a obtener un control total sobre la comunidad. Los datos de las tumbas de la Segunda Edad del Hierro de Las Madrigueras (siglos V-III) representan un tipo de sociedad esencialmente igualitaria en la que hemos distinguido hasta 4 agrupaciones familiares

dentro de cada una de las cuales existen individuos con mayor estatus (De Torres, 2013:418). Un ejemplo podría ser el grupo 2 cuyas características (ustrina, organización en filas, reaprovechamiento del espacio funerario) podrían apuntar a una estrategia consciente de búsqueda de especificidad del grupo dentro de la comunidad, pero la dispersión de los ajuares muestra que su acceso a los recursos era similar al del resto de los grupos. Carecemos de datos para defender la presencia de rango adscrito o rango adquirido, pero la presencia en fases anteriores de restos infantiles en tumbas ricas nos hace pensar que, como poco, existió una reivindicación del primero paralelamente al refuerzo de los lazos familiares que se aprecian en la necrópolis. La homogeneidad de los enterramientos refuerza esta idea de una sociedad con una menor desigualdad social que

Fig. 13.- Tumbas y ajuares de la necrópolis de Las Esperillas. (García y Encinas 1988: 62-63).

JUAN PEREIRA SIESO, JORGE DE TORRES RODRÍGUEZ / Datos para el estudio del mundo funerario durante la II Edad del Hierro en la Meseta Sur: Las necrópolis carpetanas

la existente en las necrópolis del sudeste. La ausencia de estructura tumulares implicaría no la inexistencia de tensiones sociales, sino el hecho de que no existan en el seno de esa sociedad individuos o familias con el poder económico y el prestigio social suficientes como para romper las normas previas. Esta necrópolis representaría por tanto un modelo de sociedad diferente al que visualizan las necrópolis del sudeste del valle medio del Tajo (De Torres 2013: 419). La estratigrafía de la necrópolis de Las Esperillas es esencialmente horizontal, con pocas superposiciones, por lo que la interpretación de las diferentes fases debe realizarse en el análisis de los materiales. Los autores proponen tres fases para la necrópolis: Primera Edad del Hierro (siglos VII VI a.C.), transición (siglo V a.C.) y Segunda Edad del Hierro (siglos IV III a.C.). Ninguno de los materiales está datado de manera clara en el siglo III a.C., por lo que su horizonte final correspondería al siglo IV a.C. Los datos disponibles muestran: sencillez en las estructuras funerarias, cierta variabilidad en los enterramientos dentro de una corriente mayoritaria de deposiciones en urna y diferencias relativas de riqueza entre los ajuares. Los ajuares no son ni mucho menos excepcionales y su riqueza parece apoyarse más bien en el número de objetos –especialmente cerámicos– antes que en la presencia de piezas gran valor. En realidad no existen diferencias sustanciales de riqueza entre las diferentes necrópolis de este horizonte, y las diferencias entre los ajuares de Las Esperillas apuntan a un panorama social con desigualdades limitadas (Figura 13). La posible existencia de un pequeño edificio con planta en forma de “H” y que fue interpretado como un lugar de culto por los encargados de la excavación, parece estar asociada al conjunto de la necrópolis, y no a un grupo concreto como sucedía en Las Madrigueras y confirma la tendencia a la creciente visualización del espacio funerario desde una perspectiva comunitaria. Por último en esta revisión de las necrópolis del territorio carpetano cabe destacar el caso de Cerro Colorado que muestra una diferencia relevante respecto de otras necrópolis de la zona: la presencia relativamente abundante de armas u objetos vinculados a panoplias de guerrero/ aristócratas, como los bocados de caballo. Para un horizonte como el del valle medio del Tajo, esta muestra limitada supone el conjunto más completo de este tipo de objetos, y es necesario valorar su aparición en la zona central del valle a partir del siglo IV a.C., asociado a la situación de inseguridad de la

333

región, y a cómo esta presencia estaba relacionada con la expresión de nuevos escenarios de competición social y con la manipulación de la violencia y de los conflictos en beneficio de una parte de la comunidad. No se trataría tanto del surgimiento de una aristocracia guerrera al estilo de las existentes en el mundo ibérico, sino de algo mucho menos elaborado, relacionado con los intentos de ruptura de las conductas igualitarias apoyados en estructuras familiares antes que en una clase jerarquizada. Para Urbina, estas tumbas representarían a los cabezas de familia de sociedades gentilicias similares a las estudiadas en el mundo vetón (Urbina, D. et alli 2007: 55), y esta postura es más creíble que la asunción de una verdadera aristocracia o clase guerrera que no aparece individualizada en ningún ámbito del registro arqueológico, tanto de esta como del resto de necrópolis que hemos reseñado en estas líneas.

BIBLIOGRAFÍA ALBADALEJO, M. (1998): “La Carpetania vista por los autores clásicos”. IV Encuentro de Historiadores del valle del Henares, Alcalá de Henares. ALMAGRO, GORBEA, M. (1965): La necrópolis celtibérica de “Las Madrigueras”. Carrascosa del Campo (Cuenca). Excavaciones Arqueológicas en España 41, Madrid. ——- (1969).- La Necrópolis de las Madrigueras. Carrascosa del Campo (Cuenca). Biblioteca Praehistórica Hispana. Vol. X”. Madrid. ——- (1982): “Tumbas de cámara y cajas funerarias ibéricas. Su interpretación sociocultural y la delimitación del área cultural ibérica de los bastetanos”. Homenaje a Conchita Fernández Chicarro. Ministerio de Cultura: 250-257. ——- (1999): “Los iberos en Castilla La Mancha”. 1ª Jornadas de Arqueología Ibérica en Castilla-La Mancha. Toledo: 25-48. ALMAGRO GORBEA, M.; RUIZ ZAPATERO, G. (eds.) (1992): Paleoetnología de la Península Ibérica. Complutum. 2-3. BLASCO BOSQUED, M. C. (1992): “Etnogénesis de la Meseta Sur”, en Almagro Gorbea, M. y Ruiz Zapatero (eds.), Paleoetnología de la Península Ibérica, Complutum 2-3, Madrid. BLASCO BOSQUED, M. C. y BARRIO, J. (1992): “Las necrópolis de la Carpetania”. En Blánquez, J. y Antona, V. (coord.). Congreso de Arqueología Ibérica. Las Necrópolis. Madrid: 279-312 BLASCO, M. C. y SÁNCHEZ, E. (1999): “Apuntes de Cartografía Carpetana”. Arqueología Espacial 21, Teruel.: 117151. CARROBLES J. y RUIZ ZAPATERO, G. (1990): “La necrópolis de la Edad del Hierro de Palomar de Pintado (Villafranca de los Caballeros, Toledo)”, en Actas del primer congreso de arqueología de la provincia de Toledo. Toledo: 238258.

334

1 SIMPOSIO SOBRE CARPETANOS ER

CUESTA, F.; GARCÍA,O.; GENER, M.; MONTERO, I.; MURILLOBARROSO, M.; PEREA, A y RENZI, M. (2012): “Técnicas de dorado en época prerromana: Nuevos casos de estudio en el interior peninsular”. Actas do IX Congresso Ibérico de Arqueometría. Estudos Arqueológicos de Oeiras. 19: 51-56 CHAPA T.(1991).- “La Arqueología de la Muerte: Planteamientos, problemas y resultados”. Fons Mellaria. Curso de Verano.1990. Arqueología de la muerte: Metodología y perspectivas actuales. Cordoba: 13-38. CHAPA, T. y MADRIGAL, A. (1997): “El sacerdocio en época ibérica”. SPAL. 6: 187-203. CHAPA T. y PEREIRA J.(1992).- “La necrópolis de Castellones de Céal (Hinojares, Jaén)”. En Blánquez J. y Antona V. (Coord.). Congreso de Arqueología Ibérica. Las Necrópolis. Madrid. pp. 431-454. ——- y-(1994): “Las etnias prerromanas del Sureste: Problemas de su comprobación arqueológica”. “Actas del II Congreso de Historia de Andalucía”. Córdoba. 1991: 189-105. CHAPA, T. y RUIZ ZAPATERO, G. (1990) “La arqueología de la muerte: perspectivas teórico-metodológicas. II Simposio sobre los celtíberos.Necrópolis celtibéricas. Zaragoza. CHAPA, T.; PEREIRA, J.; MADRIGAL, A. y MAYORAL V. 1998: La necrópolis ibérica de los Castellones de Céal (Hinojares, Jaén). Consejería de Cultura. Junta de Andalucía. CHAPMAN, R. y RANDSBORG K. (1981): “Approaches to the Archeology of Death”. En Chapman, R., Kinnes, I. y Randsborg K.: The Archaeology of Death. New Directions in Archaeology. Cambridge University Press. 1-24. DE TORRES, J. (2011) “Territorio, etnicidad y sociedad en el valle medio del Tajo”. Actas de las II Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica. Madrid. 2009. Edit. Pórtico. Madrid. 753-758. ——- (2013): La tierra sin límites. Territorio, sociedad e identidades en el Valle Medio del Tajo (S. IX-I a. C.).Zona Arqueológica. Nº 16. Museo Arqueológico Regional. Madrid. GARCÍA CARRILLO, A y ENCINAS, M.(1987):”La necrópolis de la Edad del Hierro de “Las Esperillas”, Santa Cruzde la Zarza(Toledo)”. Carpetania, I:43 68. ——- y –(1988):Necrópolis prerromana en Toledo. Revista de Arqueología, 90: 62 63. ——- y -(1990): “Necrópolis de Las Esperillas (Santa Cruz de la Zarza. Toledo)”. Actas del Primer Congreso de Arqueología de la provincia de Toledo. Toledo: 259-274. GONZÁLEZ,C.(1999): Fíbulas en la Carpetania. Madrid. LLOPIS, S. (1950a): “La cerámica procedente de la necrópolis celtibérica de Villanueva de Bogas”. Memorias de los Museos Arqueológicos Provinciales. IX-X: 330-333. ——- (1950b): “Necrópolis celtibérica de Villanueva de Bogas (Toledo)”. Archivo Español de Arqueología .XXIII:196198. LÓPEZ JUSTO, G. M. y ALONSO JIMÉNEZ, G. (2001): “Rituales funerarios de la Segunda Edad del Hierro en el límite noroccidental de La Mancha”. En II Congreso de arqueología de la Provincia de Toledo. Vol. II La Mancha Occidental y la Mesa de Ocaña, Toledo: 111-123. MARTÍN BAÑON, A. (2007): “La necrópolis de El Vado (Puebla de Almoradiel, Toledo): nuevos datos sobre el mundo funerario en época carpetana”. Zona Arqueológica. 10(2): 255-268.

——- (2010): “El hábitat carpetano y la necrópolis de El Vado”. (La Puebla de Almoradiel, Toledo). Actas de las II Jornadas de Arqueología de Castilla La Mancha. Toledo 2007. Vol. I: 308-342. MOLINOS, M.; ZIFFERERO, A. (eds.) (2002): “Primeros pueblos de de Europa. Propuestas y reflexiones sobre los orígenes de la civilización en la Europa mediterránea”. Actas de las reuniones de Palermo 1994 y Baeza 1995. Universidad de Bolonia, Universidad de Jaén. PEREA, A.; GARCÍA, O. y URBINA, D. (2007): “La arracada de la necrópolis de Cerro Colorado. Villatobas, Toledo”. IV Congresso de Arqueologia Peninsular. Faro: 51 60. PEREIRA MENAUT, G. (1992): “Aproximación crítica al estudio de la etnogénesis: La experiencia de Gallaecia”. En Almagro Gorbea M. Ruiz Zapatero G. (eds.) Paleoetnología de la Península Ibérica. Complutum. 2-3.Madrid: 3543. PEREIRA, J., CARROBLES, J. y RUIZ, A.(2001): “Datos para el estudio del mundo funerario durante la II Edad delHierro en la Mancha Occidental: la necrópolis de Palomar de Pintado. Villafranca de los Caballeros (Toledo)”. II Congreso de Arqueología de la Provincia de Toledo. La Mancha Occidental y la Mesa de Ocaña 1, Toledo: 245 274. PEREIRA,J., RUIZ, A. y CARROBLES, J. (2003): ”Aportaciones del C 14 al mundo funerario carpetano: la necrópolis de Palomar de Pintado”. Trabajos de Prehistoria, 60 (2): 153 168. QUESADA, F. (1989): Armamento, guerra y sociedad en la Necrópolis ibérica de “El Cabecico del Tesoro” (Murcia, España). BAR (IS) 502. 2 vols. Oxford. ——- (2002): “La evolución de la panoplia, modos de combate y tácticas de los iberos”. La guerra en el mundo ibérico y celtibérico (S. VI-II a.c.). Casa Velázquez. Madrid. 35-64. RUÍZ, A.; RÍSQUEZ, C. y HORNOS, F. (1992): “Las necrópolis ibéricas en la Alta Andalucía”. En Blánquez, J. y Antona V. (eds). Congreso de Arqueología Ibérica. Las Necrópolis. Universidad Autónoma de Madrid. Comunidad de Madrid. 397-430. RUIZ ZAPATERO, G. y CARROBLES, J. (1986): “Una necrópolis tumular Ibérica en La Mancha: Villafranca de los Caballeros (Toledo)”, Revista de Arqueología 66: 58-61. URBINA, D. y URQUIJO, C. (2007): Cerro Colorado, Villatobas, Toledo: una necrópolis de incineración en el Centro de la Península. Zona Arqueológica. 10(2): 239-254. URBINA, D.; GARCÍA, O. y URQUIJO C. (2007): La necrópolis de la Edad del Hierro de Cerro Colorado, Villatobas, Toledo. En MORÍN, URBINA y BICHO: As Idades do Bronce e do Ferro na Península Ibérica. Actas do IV Congreso de Arqueología Peninsular. Faro 14-19 Setembro 2004. Faro Universida de do Algarve: 51-60 UROZ, H. (2006): El programa iconográfico religioso de la “Tumba del orfebre” de Cabezo Lucero (Guardamar de Segura, Alicante). Monografías del Museo de Arte Ibérico de El Cigarralejo. Murcia. URIARTE, A. (2001): La conciencia evadida, la conciencia recuperada. Diálogos en torno a la Arqueología de la Muerte y su aplicación al registro funerario ibérico. La necrópolis de Baza. Col. Lynx. Madrid.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.