DANIEL: LA FE ANTE LA OPOSICIÓN

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Descripción

PERSONAJES BÍBLICOS 6

Mª Auxiliadora Pacheco Morente

DANIEL: LA FE ANTE LA OPOSICIÓN


La fe en el Dios verdadero siempre ha tenido opositores desde el
principio de los tiempos. En los primeros libros de la Biblia, se cuenta
como con frecuencia los idólatras perseguían a los servidores del Dios
vivo. Fuera de Israel, eran pocas las personas que servían a un único Dios.
Los pueblos que lo rodeaban eran paganos, es servir, adoraban a muchos
dioses, como también lo fueron los imperios que llegaron a dominarlos.
Daniel era uno de los judíos que fueron exiliados de su tierra por el
imperio babilónico. En el transcurso de su vida, ese imperio cayó y se
levantó un nuevo imperio, el persa, bajo el mando del rey Darío. Darío,
conociendo los servicios que había prestado en el anterior gobierno, y
reconociendo su valía, le puso en uno de los puestos principales en su
reino. Viendo Darío que Daniel había respondido sobradamente a las
expectativas que tenía sobre él, como lo hace un creyente fiel y
responsable, pensó en ascenderlo a la máxima autoridad detrás de él (Dn.
6:1-3).
El resto de los gobernadores y sátrapas, viendo que Daniel se había
ganado el favor del rey, se llenaron de celos y de envidia, y empezaron a
buscar un motivo para hacerle caer de su lugar de privilegio. Primeramente
examinaron con atención su forma de actuar, por si había defraudado al rey
o abusado de su puesto en algún momento. Pero Daniel era insobornable e
incorruptible, fiel a todo lo que se había encomendado (6:4). ¡Que ejemplo
para nosotros hoy en día! ¡Cuántas personas como Daniel necesitamos!
Personas cuyo mayor testimonio no sean sus palabras, sino su forma de
conducirse justa y honradamente en su vida y responsabilidades. Personas
capaces de ascender a los puestos más elevados sin por ello dejarse tentar
por ganancias ilícitas, ni dictar resoluciones injustas a cambio de dinero.
No hallando esos hombres nada que reprocharle, idearon la forma de que se
dictara una ley que fuera incompatible con su fe. Buscaron el punto más
débil de un monarca oriental, su vanidad. Con la excusa de mostrar su
dominio sobre cualquier otro Dios u hombre, le dijeron que condenara a
muerte a quien hiciera peticiones a otro que no fuera él durante treinta
días. Darío mordió el anzuelo como un pez, dejando que su orgullo y vanidad
triunfaran sobre la razón. (6:5-9).
La reacción de Daniel fue admirable. Sabía que desobedecer al rey
acarreaba la pena de muerte. Podía haber conservado su fe en secreto,
esperando que pasara el tiempo fijado por el decreto, haber orado en el
rincón más escondido, donde nadie pudiera verle. En lugar de eso, abrió las
ventanas para que todo el mundo le viera, y continuó orando y dando gracias
a Dios según acostumbraban los judíos de su época (6:10). ¡Que muestra de
valor y fe!
Los enemigos de Daniel, viendo lo que hacía, se apresuraron a acusarle
ante Darío. Darío quiso librarlo de la muerte, pero según las normas persas
era imposible. Se dio cuenta demasiado tarde de que el asunto del decreto
era en realidad un complot contra Daniel, a quien apreciaba profundamente.
Con todo el dolor de su corazón tuvo que mandar echarlo al foso de los
leones (6:11-18).
Dios hizo un milagro, y cuando al día siguiente el rey fue a buscar a
Daniel, se lo encontró ileso, y lo mandó sacar con gran alegría. Pero
cuando sus acusadores fueron echados al foso, los leones les atacaron con
toda su fiereza (6:19-24). Viendo lo sucedido, Darío hizo un decreto
declarando la grandeza y poder de Dios, y que había librado a Daniel del
foso de los leones. Y Daniel siguió en un puesto privilegiado durante todo
el reinado de Darío, y durante el reinado de Ciro (6:25-28).
En la actualidad, son muchos los cristianos que por mostrar su fe
valientemente, son puestos en la cárcel y asesinados. Pero sin llegar a
esos extremos, somos muchos los que hemos pagado un precio por querer
servir al señor. Podemos sufrir incomprensión, rechazo, burlas. Pero
tenemos que mirar a lo alto, sabiendo que Dios dará a cada uno su
recompensa. Y donde hay leyes que declaren la libertad de expresión y
religiosa, tenemos derecho a hacer que se cumplan, en estos días que cada
vez hay más gente que quiere negar a los cristianos el derecho a expresar
sus creencias de una forma respetuosa. No debemos confundir la mansedumbre
con dejarnos pisar, ni con dejar que nuestros derechos sean atropellados,
como hacen algunos. No tiene nada que ver la fe en Dios con arrastrarnos
ante los malvados, ni somos mejores cristianos por ello. Hablo de ello
porque lo he presenciado, y puedo decir que lo único que se consigue así es
que los que obran mal se ensoberbezcan todavía más de lo que estaban. Dios
nos dé sabiduría para obrar en cada situación (1 P. 3:14, 15).
A Daniel le tocó vivir unos tiempos difíciles, pero, ¿piensa que es fácil
ser cristiano hoy en día? ¿Encontramos oposición en nuestro entorno más
cercano? ¿Es fácil compaginar la mansedumbre con la defensa del evangelio?
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