D. Ignacio de Valencia: un eclesiástico del siglo XVIII en la archidiócesis de Sevilla

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Descripción

D. Ignacio de Valencia: un eclesiástico del siglo xviii en la archidiócesis de Sevilla José Manuel Higuera Meléndez Arquitecto Resumen: El objetivo fundamental de esta investigación es dar a conocer la figura del presbítero D. Ignacio de Valencia, cuya vida se desarrolló a lo largo del siglo XVIII, y que llegó a ser canónigo de la Catedral de Sevilla a comienzos de la siguiente centuria. El acercamiento al eclesiástico se ha dividido en tres facetas: su genealogía, su carrera eclesiástica y la relación que mantuvo con la localidad sevillana de Peñaflor. De esta manera han salido a la luz las partidas de bautismo de los afamados retablistas Bernardo Simón de Pineda y Juan de Valencia, que han resultado ser sus ascendientes directos, así como otros documentos relativos a esa rama de la familia. También se ha podido reconstruir la biografía del presbítero dentro de la institución religiosa, mediante la localización de numerosos documentos inéditos. Finalmente se han seguido sus huellas en un Peñaflor que construía su nueva iglesia, desvelándose ahora que él mismo contribuiría a edificar la conocida allí como “Casa del Cura”. D. Ignacio de Valencia: a 18th century clergyman at the archdiocese of Seville. Abstract: The aim of this research is to reveal the true inside in D. Ignacio de Valencia, who lived throughout the past eighteenth century, and who became Canon to the Cathedral of Seville at the beginning of the 19th century. This approach has been faced from three points of view: genealogy, ecclesiastical career and near relationship to the Sevillian village of Peñaflor. In doing so, we were surprisingly alighted with the certificates of the baptism of the well-famous craftsmen Bernardo Simón de Pineda and Juan de Valencia, his direct ancestors, as well as other documents related to that branch of his family. That’s been the followed path to also alight the biography of this clergyman inside the religious statements, finding out, locating numerous unpublished documents. And, finally, upon gathering evidence related to Peñaflor’s building of its new Church, we came about with the news that he himself did help to raise up the building nowadays known as “Casa del Cura”. Palabras clave: Ignacio de Valencia, Bernardo Simón de Pineda, Juan de Valencia, Peñaflor. Keywords: Ignacio de Valencia, Bernardo Simón de Pineda, Juan de Valencia, Peñaflor.

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Anuario de Historia de la Iglesia Andaluza. Volumen VII.

1. Introducción. La ascendencia artística de D. Ignacio de Valencia, presbítero prebendado y canónigo de la Iglesia de Sevilla El presente trabajo de investigación se articula en torno a la figura del presbítero prebendado D. Ignacio de Valencia (1726-1808), quien llegó a alcanzar la canonjía en la Santa Iglesia Catedral de Sevilla tras una intensa y larga vida dedicada por entero a la carrera eclesiástica. Durante su ejercicio, el religioso pasaría por los diferentes grados de la Institución, incluido el de capellán del Regimiento de Lombardía, con el que partió en 1762 para la campaña de Portugal, ostentando entre sus cargos el de Comisario del Santo Oficio de la Inquisición en Sevilla e Inquisidor Ordinario del obispado de Cádiz y posteriormente del de Ceuta. Encontré por vez primera el nombre de D. Ignacio de Valencia hace un par de años, mientras procedía al estudio de diversas actas capitulares de finales del siglo XVIII del Ayuntamiento de Peñaflor (Sevilla), custodiadas en el Archivo Municipal. En esos documentos, él mismo se presentaba como labrador y hacendado de la villa, y solicitaba a los munícipes la cesión de terrenos para ensanchar sus casas de la calle del Pozo. Sin embargo, las posteriores pesquisas realizadas en el Archivo Parroquial de la localidad intentando localizar más datos sobre el personaje, no darían resultado. Lo cual daba pie a pensar que se trataba de alguien foráneo a Peñaflor, como más adelante quedaría confirmado. Poco después, escudriñando legajos en el Archivo General del Arzobispado de Sevilla y siempre en el marco de mi investigación para la obtención del Doctorado1, volvió a aparecer su nombre, primeramente en relación con la fábrica de Santa Ana de Triana, año 1759, intitulándose ya D. Ignacio en este documento como presbítero y capellán de varias capellanías fundadas en dicha parroquia. Para encontrarlo de nuevo en un escrito fechado en Sevilla en 1780, dirigido al Cabildo por el maestro mayor Antonio de Figueroa, en relación con ciertos problemas surgidos durante la ejecución de la nueva iglesia de Peñaflor. En su carta, Figueroa exponía, entre otras circunstancias, haber rendido cuentas a nuestro presbítero de la visita efectuada a las obras, lo cual resultaba sumamente interesante, ya que otorgaba sentido a los documentos descubiertos anteriormente en el Archivo Municipal de Peñaflor, a la vez que dejaba vislumbrar un mayor protagonismo del eclesiástico en mi investigación general. Animado por estos últimos hallazgos, la búsqueda documental se centraría a partir de entonces en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla. Así, en su Fondo de Protocolos Notariales se obtuvo un buen número de legajos referidos a D. Ignacio de Valencia que permitieron, por ejemplo, identificar a sus familiares más allegados, conocer las numerosas propiedades rústicas y urbanas que llegó a poseer, su relación con la villa de Peñaflor y la obra de su nueva iglesia e incluso sus últimas voluntades. Y como dato también relevante, su pertenencia al canonicato de la Santa Iglesia Catedral de Sevilla, lo cual posibilitaba la continuidad de la investigación, esta vez de nuevo en el Archivo Arzobispal.



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“La iglesia de San Pedro Apóstol de Peñaflor (Sevilla). Paisaje, Arquitectura y Construcción en el contexto clasicista de finales del siglo XVIII”. Proyecto de Tesis Doctoral inscrita en el Departamento de Expresión Gráfica Arquitectónica. ETSA de Sevilla. Universidad de Sevilla.

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Como es sabido, los presbíteros aspirantes a obtener la prebenda, o “pretendientes”, debían presentar un memorial de su genealogía ante los canónigos del Cabildo Catedral de Sevilla, aportando las declaraciones de un buen número de testigos, junto con las fes de bautismo de sus ascendientes hasta el grado de bisabuelos por las dos líneas, todo lo cual iba destinado a acreditar que se trataba de una familia de “Christianos Viejos, limpios de toda mala raza y sangre infecta”. Es lo que se conoce como “Expediente de limpieza o prueba de sangre”. El de D. Ignacio de Valencia fue realizado en 1767, con motivo de su solicitud para entrar en una prebenda media ración. En el interesantísimo documento figura la genealogía del presbítero, acompañando en su caso las declaraciones de testigos y certificándose las respectivas partidas de bautismo de sus ancestros paternos y maternos. Dos sonoros nombres ligados al arte barroco sevillano aparecían entre ellos: Bernardo Simón de Pineda (2º bisabuelo paterno) y Juan de Valencia (abuelo paterno), afamados retablistas, maestro y discípulo, suegro y yerno, respectivamente, cuyas vidas y obras discurrieron a caballo de los siglos XVII y XVIII. Pero lo más importante es que de ambos ascendientes se aportaban las respectivas certificaciones bautismales, que acreditaban documentalmente que ambos habían sido cristianados en Sevilla, lo cual en el caso de Bernardo Simón de Pineda no se correspondía con los datos hasta ahora conocidos, ya que consta también bautizado en la antequerana parroquia de San Pedro. Había que contrastar esta nueva y contradictoria información sobre Pineda, así como profundizar en el conocimiento de los dos célebres artistas de la madera para aportar algunos datos inéditos a los ya publicados, especialmente en cuanto a la rama de su descendencia que afectaba a la persona de nuestro eclesiástico. La importancia de los dos nuevos personajes que se hallaban ocultos tras el hábito talar de D. Ignacio de Valencia, así lo requería. De esta manera, las transcripciones de las partidas bautismales de Bernardo Simón de Pineda y de Juan de Valencia, así como las de sus respectivos cónyuges, permiten corregir algunos datos erróneos e hipótesis formuladas con anterioridad ante la falta de los testimonios documentales. Por ejemplo, ahora ya debe quedar definitivamente descartado el supuesto origen malagueño de Juan de Valencia. Además, han sido localizados los dos expedientes matrimoniales de Francisca Gregoria de Pineda, cuya inédita partida matrimonial con aquél, así como la del bautizo de su hijo Ambrosio, padre de D. Ignacio, ahora se presentan. Finalmente se aporta un documento inédito que constata la decadencia física de Bernardo Simón de Pineda a partir de la última década del XVII, lo que le llevó a una situación económica precaria, teniendo incluso que desprenderse de una casa solar que había adquirido para reedificar en la collación de San Vicente. Los dos capítulos finales, enlazados cada uno de ellos con el precedente, están dedicados por entero a la figura de D. Ignacio de Valencia, exponiéndose en el primero de ellos el desarrollo cronológico de su carrera eclesiástica y los mecanismos típicos de promoción y ascenso de la época hasta llegar al canonicato de la Catedral de Sevilla. El capítulo final profundiza en la relación del presbítero con la villa de Peñaflor y la obra de su nueva iglesia, sacando a la luz los testimonios materiales que aún permanecen en sus calles recordando el paso de D. Ignacio de Valencia, como la llamada “Casa del Cura”. 3

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2. Genealogía de D. Ignacio de Valencia. Bernardo Simón de Pineda y Juan de Valencia El presbítero D. Ignacio de Valencia Montero de Espinosa, “que pretende entrar en una Prevenda Media Razion de la Santa Yglesia Patriarchal de esta Ciudad de Sevilla que vacó por muerte del Sr. Dn. Fernando Valcarzel y Monzalve”, presentó el memorial de su genealogía el 16 de octubre de 1767 ante los canónigos del Cabildo Catedral de Sevilla. El Auto de conclusión favorable del expediente se redactó en Sevilla, el 30 de diciembre del mismo año2. La ascendencia del presbítero, expuesta y certificada en el susodicho expediente, se remonta al tercer grado, esto es, a sus cuatro parejas de bisabuelos paternos y maternos, constando todos los familiares bautizados en Sevilla, a excepción del primer bisabuelo paterno, D. Juan de Valencia y de la Parra, que era de origen granadino. La seriedad y rigor con que se realizó el expediente genealógico, lo demuestra el que para la información de este bisabuelo, nacido y bautizado en Granada, el Diputado Informante, D. Francisco del Río Soto, Canónigo de la Catedral de Sevilla, se desplazó a aquella ciudad, tomando declaración a tres testigos: D. José de Robles Vives, abogado de la Real Chancillería; D. Juan Bernardino Montoya, Administrador de la Real Renta de Salinas; y D. Joaquín de Villavicencio y Espinosa, caballero veinticuatro de la ciudad de Granada. Para compulsar la partida de bautismo del dicho D. Juan de Valencia y de la Parra, el 19 de noviembre de 1767, el Diputado Informante se presentó en la granadina parroquia de los Santos Mártires Justo y Pastor, “donde ay noticia esta la citada Partida”. Allí, el cura D. Juan de Burgos y Gómez exhibió el libro 5º de bautismos (1606-1623), “en cuyo Libro al folio Doscientos quatro está la Partida del thenor siguiente”, transcribiéndose seguidamente la partida bautismal. Ya de vuelta en Sevilla, el 16 de diciembre de 1767, el Diputado Informante, tras recibir las declaraciones de los testigos, requirió las partidas de bautismo de los ascendientes de D. Ignacio de Valencia, comenzando por la del propio pretendiente, que inicia la relación de las diferentes fes de bautismo, acompañadas de las transcripciones literales de las partidas parroquiales. Su genealogía completa, una vez certificado el origen granadino de D. Juan de Valencia y de la Parra, acompañada de las respectivas parroquias y las fechas en que se celebraron su bautizo y los de sus familiares, es como sigue: Pretendiente: D. Ignacio de Valencia: La Magdalena, Sevilla. 12 de junio de 1726. Padres: D. Ambrosio de Valencia: La Magdalena, Sevilla.16 de diciembre de 1697. Dª. Juana Montero de Espinosa: Sta. Catalina, Sevilla. 20 de noviembre de 1702.



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Archivo de la Catedral de Sevilla (ACS), Fondo Capitular, Sec. I, Expedientes de Limpieza de Sangre, Letra J, nº 146.

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Abuelos Paternos: D. Juan de Valencia: S. Juan de la Palma, Sevilla. 22 de septiembre de 1659. Dª. Francisca de Pineda: El Salvador, Sevilla. 1 de abril de 1668. Abuelos Maternos: D. José Montero de Espinosa: S. Vicente, Sevilla. 5 de septiembre de 1668. Dª. María de los Reyes Martínez: S. Román, Sevilla. 15 de abril de 1676. Primeros Bisabuelos Paternos: D. Juan de Valencia: Stos. Justo y Pastor, Granada. 6 de enero de 1620. Dª. Maria Espejo: La Magdalena, Sevilla. 21 de octubre de 1630. Segundos Bisabuelos Paternos: D. Bernardo Simón de Pineda: S. Román, Sevilla. 28 de enero de 1638. Dª. Isabel Ángela de Mena: S. Lorenzo, Sevilla. 31 de marzo de 1634. Primeros Bisabuelos Maternos: D. Miguel Montero de Espinosa: S. Vicente, Sevilla. 9 de marzo de 1625. Dª. Isabel de Padilla: Santiago el Viejo, Sevilla. 3 de octubre de 1631. Segundos Bisabuelos Maternos: D. Francisco Martínez: S. Lorenzo, Sevilla. 8 de abril de 1642. Dª. Josefa Jiménez: S. Vicente, Sevilla. 7 de febrero de 1646. Como queda dicho, de los ancestros de D. Ignacio de Valencia destacan dos afamados retablistas del barroco sevillano: Bernardo Simón de Pineda y Páramo, casado con Isabel Ángela de Mena, segundo bisabuelo paterno del presbítero, y su discípulo, epígono y yerno Juan Francisco de Valencia y Espejo, abuelo paterno del pretendiente. La partida de bautismo de este último, hasta ahora ignorada, permite establecer con seguridad su origen sevillano, constando en ella su nacimiento el 7 de septiembre de 1659, y su bautizo en la parroquia de S. Juan de la Palma quince días después3. Lo cual concuerda con el dato de su avecinamiento durante la infancia, conocido por boca de su padre, el granadino “Juan de Valenzia Maestro de haser abanicos Vecº de esta ciudad de Sevilla En la collasion de Sn. Juan de la palma”, citado en su contrato de aprendizaje con Bernardo Simón de Pineda, otorgado el 23 de enero de 1674. De esta manera,



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ACS, Fondo Capitular, Sec. I, Expedientes de Limpieza de Sangre, Letra J, nº 146. Fe de Bautismo de Juan de Valencia. Inédito. Sevilla, 22.Sep.1659: “En Sevilla en Lunes Veinte y dos dias del mes de Septiembre de mil y Seiscientos y cinquenta y nueve años, Yo Dn. Luis Ortiz de Leon Beneficiado propio y Cura en esta Yglª. del Sr. San Juan de la Palma Baptizé a Juan Francisco, hixo de Juan de Valenzia y de Dª. Maria Espejo su Legitima muger, nacio a siete dias de este dicho mes: Fue su Padrino Geronimo Bernardi Vezino de la Collazion del Sr. San Salvador, a el qual se le amonestó el Parentesco Espiritual y lo firmé fecho ut Supra = Dn. Luis Ortiz de Leon = Cura =”

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debe descartarse definitivamente el origen malagueño del retablista, sobre el cual aún venía discutiéndose.

Fe de bautismo del retablista Juan de Valencia, incluida en el “Expediente de Limpieza de Sangre” de D. Ignacio de Valencia, de quien era abuelo paterno. Sevilla, 1767. ACS, Fondo Capitular, Sec. I, Expedientes de Limpieza de Sangre, Letra J, nº 146.

Sin embargo, si en el caso de Juan de Valencia la certificación bautismal deja claramente establecido su origen sevillano, la aparición aquí de la de Bernardo Simón de Pineda, fechada en la iglesia de S. Román el 28 de enero de 16384, introduce una nueva incógnita, puesto que el afamado artista ya consta bautizado con anterioridad en la antequerana parroquia de S. Pedro, concretamente el 25 de marzo de 1637. Y si en un primer momento, apurando al límite las fechas, pudiera pensarse en una pronta muerte del niño y la venida al mundo de otro hermano en Sevilla, al que cristianarían sus padres con el mismo nombre que el fallecido, el nacimiento de Antonio Basilio de Pineda en Antequera en junio de 16385 hace desechar dicha hipótesis. Así que sólo se podría explicar el bautizo de Bernardo Simón en Sevilla, celebrado durante algún viaje de los padres



ACS, Fondo Capitular, Sec. I, Expedientes de Limpieza de Sangre, Letra J, nº 146. Fe de Bautismo de Bernardo Simón de Pineda. Inédito. Sevilla, 28.Ene.1638: “En Jueves Veinte y ocho de Enero de mil y seiscientos y Treinta y ocho años : Yo el Lizenzdo. Pedro Luis Hurtado Cura de esta Yglesia de Sr. Sn. Roman de Sevilla, Baptizé a Bernardo Simon hixo de Bernardo Simon de Pineda y Paramo y de Dª. Maria de Abila su muger; Fue su Padrino Dn. Marcos Garcia Vezino de esta Collazion, a el qual se le amonestó la cognazion Espiritual y lo firmé que es fecho ut Supra = Lizdo. Pedro Luis Hurtado = Cura =”



Archivo Histórico Municipal de Antequera (AHMA), Fondo Parroquial (FP), Libro XI, Fol. 110v, Sign. 258.

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a la ciudad, por posibles defectos formales del llevado a cabo en Antequera o atendiendo a razones más prosaicas, como el interés de que fuera apadrinado por algún familiar o conocido de posición acomodada, lo cual no era raro en la época.

Fe de bautismo del afamado Bernardo Simón de Pineda, incluida en el “Expediente de Limpieza de Sangre” de D. Ignacio de Valencia, de quien era segundo bisabuelo paterno. Sevilla, 1767. ACS, Fondo Capitular, Sec. I, Expedientes de Limpieza de Sangre, Letra J, nº 146.

Y aunque varias de las partidas bautismales originales que figuran transcritas en el expediente se han perdido en los sucesos de los pasados años treinta6, entre ellas las de Bernardo Simón de Pineda y Juan de Valencia, no cabe dudar de la veracidad de las certificaciones de bautismo de los ascendientes del presbítero, puesto que todas y cada una de las partidas sacramentales originales existentes hoy día (incluyendo la granadina) han sido ahora consultadas y verificadas en sus respectivos libros sacramentales, ajustándose a lo transcrito en el Expediente de Limpieza de Sangre. Por lo que se puede afirmar, sin ninguna duda, que la primera estancia en Sevilla de Bernardo Simón de Pineda se remonta a este su “segundo” bautizo, y no, como hasta ahora se pensaba, a agosto de 1659, cuando figura como testigo en el testamento del escultor Juan Pérez Crespo7. Estos hallazgos historiográficos sobre Bernardo Simón de Pineda y Juan de Valencia, ascendientes directos del presbítero D. Ignacio de Valencia, han dado pie ahora para localizar algunas noticias inéditas sobre la situación económica del escultor antequerano



Concretamente faltan las de las parroquias de Sta. Catalina, S. Román y S. Juan de la Palma.



José Luis ROMERO TORRES: “Bernardo Simón de Pineda y su aprendizaje en Cádiz con el arquitecto de retablos Alejandro de Saavedra”, revista Laboratorio de Arte, nº 19, Sevilla 2006, pp. 173-194.

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y otras relativas a su hija Francisca Gregoria, quien contraería segundas nupcias con Juan de Valencia. Como es sabido, Francisca Gregoria de Pineda y Páramo, tercer vástago del matrimonio formado por el escultor y Dª. Isabel de Mena8, casó muy joven con D. José Antonio de Larraínzar y Arbizu, de la Armada Real de Su Majestad, natural de Puente la Reina (Navarra). El matrimonio, cuya fecha exacta se desconocía, se celebró el 18 de enero de 1688 en la colegial del Salvador, collación donde residía la familia Pineda9. Los contrayentes no tuvieron descendencia, ya que al año de la boda, el militar se embarcó en un galeón rumbo a América, enfermando y falleciendo a su llegada a la ciudad hoy panameña de Portobelo10. Bernardo Simón de Pineda vería entonces con buenos ojos, el matrimonio de su hija viuda con su aventajado discípulo Juan de Valencia, de esta manera los encargos que recibieran ambos podrían redundar en beneficio de toda la familia. Y es que la década final del XVII sería muy dura para el afamado retablista, quien apenas quince años atrás se hallaba en la cima de su éxito y bienestar económico, tras haber realizado algunas obras maestras como el retablo mayor de la iglesia del Hospital de la Santa Caridad. Se expone aquí por vez primera cómo en diciembre de 1677, “Bernardo Simon de Pineda Y Paramo Maestro Escultor Vezino De esta dicha Ciudad” había solicitado a tributo perpetuo al Hospital del Espíritu Santo “Una Cassa Solar que el dicho hospital tiene por Bienes Suyos en esta dicha Ciudad Collacion de San Vizente en la Calle de Cantarranas (actual Gravina) Y son las del numero Ducientos Y treinta y siete, En la cantidad que el Maestro Mayor tassase Y apresiase Y que se obligara a gastar La cantidad que fuese necessario En la obrar y Reedificar la dicha cassa Dentro del termino que le fuese señalado”11. El Provisor dio traslado al Administrador de la solicitud de Pineda, vecino de Sevilla “en la collazion de nro Señor San Salvador en la Calle de la sierpe”, mandando posteriormente que el maestro mayor “viese y visitase Las dichas Cassas Solar Y declarase Su estado Y Calidad Y lo que Pueden Valer de Renta Y tributo perpetuo En cada Un año...”. El maestro



Aunque en la partida matrimonial de Bernardo Simón de Pineda e Isabel Ángela de Mena se afirma que ésta es natural de Villanueva de la Serena, fue bautizada en S. Lorenzo (APSL, Libro 8 de Bautismos, Fol. 124r, Inédito. 31.Mar.1634).



ACS, AP. Salvador, Libro 10 de Matrimonios, Fol. 352r. Inédito. Desposorio de José Antonio de Larraínzar con Francisca de Pineda Sevilla, 18.Ene.1688: “En Domingo dies y ocho dias del mes de Henero de mill seiscientos y ochenta y ocho años yo Miguel Bazquez de Neira Cura en esta yª Collegial de Nuestro Señor San Salvador de Sevilla en Virtud de mandamiento de el Señor Juez de la Sta Ygª. Y habiendo precedido las solemnidades de el derecho y no Resultado impedimento alguno desposse, y casse por palabras de presente que hicieron verdadero y lexitimo Matrimonio a Dn Joseph Anttº de larrainzar Y Arbizu natural de la villa de la Puente de la Reyna Obispado de Pamplona en el Reyno de Nabarra hijo de Dn Francisco de la Rainzar y Arbizu Y de Dª Magdalena de Belascoayn Juntamente Con Dª Francisca Gregoria de Pineda y Paramo natural desta ciudad hija de Bernardo Simon de Pineda y de Dª Ysavel Cavallero Siendo testigos Dn Bartolome PanY Agua Y don Joan Phelipe de

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Tobar vezinos de la Parrochial de Sor San Miguel Y Dn Francisco de la Cuesta Videla de San Vicente y lo firme fecho ut Supra_Miguel Bazquez de Neira” Archivo General del Arzobispado de Sevilla (AGAS), Secc. Vicaría, Serie Matrimonios Ordinarios, Sign. 05593. Inédito. Expediente matrimonial de Juan de Valencia con Francisca de Pineda. Declaraciones de los testigos navegantes Agustín José Gómez y José Montero. Sevilla, Dic.1692.

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AGAS, Secc. Justicia, Serie Pleitos Ordinarios, Sign. 12040.

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mayor Francisco Moreno realizó la visita del solar el 9 de diciembre: “...Medi toda su area con una Vara de medir Y tiene de fondo veinte varas De ancho Sinco Sin aprovechamiento alguno Y haviendo ajustado su valor de sitio vale mill Y quinientos Rs. de principal y le corresponden Cinquenta de tributo Perpetuo...”. Finalmente, el 22 de diciembre, el Provisor concedió su licencia al Administrador del Hospital, “Para que pueda dar las dichas Cassas Solar a el dicho tributo Y zenso Perpetuo a el dicho Bernardo Simon de Pineda Y Paramo En la Cantidad de los dichos Cinquenta Rs. de Renta Y tributo perpetuo en cada un año”. La escritura de dación se otorgó el 30 de diciembre de 1677, siendo aprobada por el Provisor el 21 de enero de 1678. Pues bien, el 30 de agosto de 1691, Bernardo Simón de Pineda se vería obligado a renunciar a dicho solar, a pesar de que la renta anual que debía pagar resultaba minúscula comparada, por ejemplo, con la que debía pagar Leonardo de Figueroa por su pequeña casa de la calle del Garzo, establecida en 30 ducados (330 reales de vellón). Pineda alegó no poder mantenerlo “por mis muchas Enfermedades e impedimento, ni tanpo (sic) labrarlo y reedificarlo, como pretendia y tenia deseado, por mis cortos medios”. Añadiendo el escultor que “El dicho solar Esta En la misma Comformidad que se me dio, y tengo pagada la renta Corrida y pagos hasta fin de diciembre deeste año; En atencion a lo qual y no aber percevido io, ni tenido aprobechamiento alguno En dicha dacion, mas que el aber pagado de bacio dicha renta Mas de dies años, hago desistimiento deel dicho solar el qual presento solemnemente”. En el expediente se aporta seguidamente copia de la escritura de desistimiento otorgada por Bernardo Simón de Pineda el 17 de agosto de 1691, en la que justifica su renuncia: “Y respecto de Estar en el Sitio tan remoto y ser tan corto como del se Reconoze no e podido Labrarlo ni menos del E tenido Utilidad ninguna Por cuya rason e Estado pagando el dicho tributo a el dicho hospital de Vazio Y respecto de la cortedad de los tiempos Y calamidades que despues se an padezido mi caudal a venido muy a menos Y no e podido reedificar El dicho solar ni labrar en el Casa”. El 20 de septiembre de 1691, Bernardo Simón de Pineda, “Maestro Arquitecto”, presenta solicitud de información ante el Licenciado D. Juan de Claramonte, Abogado de los Reales Concejos y Visitador General de Fábricas “y de lo Regular y extrabagante”, en la cual deja ya definitivamente claros los motivos de la renuncia al solar, en el que no ha puesto ni un ladrillo: “Y Porque mi Caudal A venido A menos Por la falta de obras Orijinado de la Vaja de la moneda Y malos temporales Por cuia Raçon no pude Consegir el Cumplir dicha obligacion Maior mente que Abra dos años que me dio Una Perlecia En cuia Curacion E gastado todo el Resto de mi hacienda Y Estoy en extrema nesesidad Y Valdado de Pies Y manos Sin Poder Exercitar mi officio por cuia Raçon estoi imposibilitado de pagar dicho tributo”. Es decir, desde finales de la década de 1680, Pineda venía sufriendo de perlesía, un tipo de debilidad muscular que le privaría de la fuerza precisa para efectuar las labores de tallado, lo que explica la disminución notada en la calidad de su obra a partir de entonces, la consecuente caída en picado de los encargos y la merma de su caudal hasta niveles de necesidad. Así, el 26 de septiembre de 1691, el escultor presenta nueva solicitud de cancelación de la escritura de dación. Y ese mismo día, D. Juan de Claramonte proveyó auto en el que mandaba que no se le pidiera la renta de los solares a Bernardo Simón de Pineda,“atento a la Summa pobresa que Padese”. 9

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Un año después, su hija viuda casó con su antiguo aprendiz Juan de Valencia, que ya contaba por aquel entonces con treinta y tres años. El desposorio se celebró en la iglesia del Salvador, el 21 de diciembre de 169212. No obstante, la pareja se trasladaría pronto a la collación de la Magdalena, donde ya residiría el resto de su vida, constando ambos empadronados en la calle de S. Pedro mártir en 1702 y 1705 con sus hijos Juan y Ambrosio, figurando en 1713 en el Corral del Santísimo Cristo. Para estas fechas ya había fallecido Bernardo Simón de Pineda, quien en 1703 aparece por última vez en el padrón 2º del Salvador, avecindado en el número 160 de la calle de la Sierpe. Durante sus cuarenta y tres años de convivencia, Juan de Valencia y Francisca Gregoria de Pineda tuvieron ocho hijos, de los cuales cinco llegarían a la edad adulta: “Dn. Juan de Balencia, que oy se halla con el empleo de Medico en la villa de Balberde = Fr. Ramon de Valencia, presvitero, religioso del orden de predicadores, Comventual en la villa de Arazena = Y al dicho Lizdo. Dn. Miguel Antonio de Valencia, Abogado de la referida Real Audiencia deesta Ciudad; Y a Dn. Pablo de Valencia, ambos de estado Solteros = Y tambien tubo por su hijo lexitimo y del dicho su marido, a Dn. Ambrocio de Valencia, que ya es difunto, el qual Cassó en esta dicha Ciudad con Dª. Juana Montero, de cuio matrimonio an quedado por sus hijos y Nietos de la otorgante a Antonio de Valencia, Ausente en los Reynos de las Yndias y a Ygnacio de Valencia” 13. Francisca Gregoria de Pineda y Juan de Valencia, abuelos paternos de D. Ignacio de Valencia, fallecieron en la pobreza más absoluta, siendo costeados ambos entierros por su hijo Miguel Antonio.

3.- D. Ignacio de Valencia. Una vida dedicada a la carrera eclesiástica Ambrosio de Valencia, segundo hijo de Francisca Gregoria de Pineda y del retablista Juan de Valencia, nació el 7 de diciembre de 1697 en la calle de S. Pedro mártir, siendo bautizado nueve días después en la iglesia de la Magdalena14. Por su parte, Dª. Juana Montero de Espinosa, nacida en el seno de una familia de raigambre militar, fue

ACS, AP. Salvador, Libro 11 de Matrimonios, Fol. 15r. Inédito. Desposorio de Juan de Valencia con Francisca de Pineda. Sevilla, 21.Dic.1692: “En Domingo Veinte Y uno de Diziembre de mil Seiscientos Y noventa y dos años Yo Don Juan Alonso de los Santos Cura en esta Ynsigne Yglessia Collegial de nro. Sor. San Salvador de Sevilla, en virtud de Mandamiento de el Sor. Jues de la Yglª. aviendo presedido las solemnidades deel derecho Y no resultado Canonico Ympedimento desposse y casse por palabras de presente que hisieron verdadero Y legitimo matrimonio a Don Juan de Valencia Y Espejo, natural de esta Ciudad hijo de Don Juan de Valencia Y de Doña Maria Espejo, Juntamente con Doña Francisca de Pineda, viuda de Don Joseph Antonio de Rainza, siendo testigos Don Juan Phelipe de tabor vezº. de Santa Maria Magdalena Joseph Antonio Bazquez, Y Bartolome de Miranda vezinos de esta Collegial Y otras muchas personas Y lo firme fecho ut Supra =Juan Alonso de los Santos” 12

AHPS, FPN, Of. 22, Año 1736, Fol. 83r-v, Leg. 15336. Últimas voluntades de Francisca Gregoria de Pineda, Sevilla, 16.Feb.1736. Cit. en Francisco J. HERRERA GARCÍA: “Notas sobre el arquitecto de retablos Bernardo Simón de Pineda”, revista Atrio, nº 1, Sevilla, 1989, pp. 67-80.

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AP Magdalena, Libro 25 de Bautismos, Fol. 270v. Bautizo de Ambrosio de Valencia. Inédito. Sevilla, 16.Dic.1697: “En Lunes diez Y Seis de Dize. de mill Y Seis cientos Y nobenta Y Siete años Yo D. Xptoval Morante Presbittero Sochantre en esta Parrochial de Sta. Mª. Magna. de Sevª. de Lizª. del Dor. Y Mº. D. Franco. Gabriel Dominguez Cura mas antiguo Y Benefdo. de dicha Yglesia Baptizé a Ambrossio Anttº. Joseph hijo lexmo. de D. Juan de Valenzia, Y de Dª. Francisca de Pineda. fue su Padrino D. Gregorio de Sta. Coloma a el qual amoneste el parentesco espiritual Y zertifico la parte aver nacido en siette deste dicho mes Y año. Y lo firmé. fecho ut supra =Xptoval Morante=Dor. y Mº. D. Franco. gabriel dominguez cura”.

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cristianada el 20 de noviembre de 1702 en Santa Catalina, aunque posteriormente se trasladaría con su familia a aquella collación, donde residiría hasta el final de sus días. Ambrosio y Juana se dieron mutua palabra de casamiento, cumplimentándose el inédito expediente matrimonial el 15 de noviembre de 171915. En él, el contrayente se nombra como “Dn. Ambrosio de Valencia y Caviede y es hijo de Dn. Juan de Valencia y de Dª. Francisca de Pineda y Paramo”. Los desposorios se celebrarían el 3 de diciembre en la iglesia de la Magdalena16. Por aquel entonces, Ambrosio de Valencia, procurador de la Real Audiencia de Sevilla17, sería el mejor situado de los hijos, ejerciendo incluso de fiador del retablista. Así ocurrió en el contrato para la realización de un facistol para el coro de la iglesia de S. Juan de Marchena18, suscrito el 10 de febrero de 1720. Antes de encontrar casa propia, Ambrosio y Juana permanecieron algún tiempo en la de Juan de Valencia y Francisca Gregoria de Pineda, pasando posteriormente a residir a la calle de las Tiendas (actual Murillo), donde vendrían al mundo sus tres hijos, Antonio, Domingo e Ignacio de Valencia, el futuro presbítero, que nació el seis de junio de 172619. Sin embargo, el pequeño Ignacio, apenas con año y medio de edad, quedaría huérfano de padre, ya que éste falleció en noviembre de 1727, siendo enterrado en la bóveda del Santísimo de la parroquia de la Magdalena. Ambrosio de Valencia había otorgado declaración de pobre, por lo que es de suponer que Juana Montero y sus tres hijos de seis, cuatro y año y medio, dejarían su casa de la calle de las Tiendas para marcharse a vivir con sus familiares, con los cuales debió permanecer Juana más de veinte años, hasta que volvió a contraer matrimonio. Ignacio sí llegó a conocer a sus abuelos paternos, Francisca Gregoria de Pineda y Juan de Valencia, quienes murieron cuando el pequeño contaba nueve y once años de edad, respectivamente. Por aquel entonces (febrero de 1736), de sus hijos ya sólo Ignacio vivía con Juana Montero, puesto que Antonio el primogénito, que ingresaría en los carmelitas descalzos, se hallaba en las Indias y Domingo había fallecido. Al igual que su hermano mayor, Ignacio de Valencia fue llamado pronto por la vocación religiosa, hallándose cursando los primeros grados en junio de 1743, según

AGAS, Secc. Vicaría, Serie Matrimonios Ordinarios, Sign. 07399. Inédito. Expediente matrimonial de Ambrosio de Valencia con Juana Montero de Espinosa. Sevilla, 15.Nov.1719.

15

AP Magdalena, Libro 15 de Matrimonios, Fol. 364r. Inédito. Desposorio de Ambrosio de Valencia con Juana Montero de Espinosa. Sevilla, 3.Dic.1719.

16

AHPS, FPN, Of. 17, Año 1725, Fol. 34r-v. Inédito. Poder de José Blanco a Ambrosio de Valencia.

17

AHPS, FPN, Of. 13, Año 1720, Fol. 82r-85r. Leg. 8191. Cit. en Mª. Salud CARO QUESADA y Jesús M. PALOMERO PÁRAMO (Director), Noticias de Escultura (1700-1720), Fuentes para la Historia del Arte Andaluz, vol. III, Sevilla, Guadalquivir, 1992.

18

AP Magdalena, Libro 27 de Bautismos, Fol. 302v. Bautizo de Ignacio de Valencia. Inédito. Sevilla, 12.Jun.1726: “En Sevilla en doze de Junio de mil Setecientos y veinte y seis años, yo Dn. Juan Damaso de la Rosa Cura en Esta Parroquial de Sta. Maria Magdalena de dicha Ciudad baptice a Ygnacio Antonio Norberto Ramon que nacio a seis de dicho mes hijo legitimo de D. Ambrosio de Valencia y de Dª. Juana Montero de Espinosa : Fue su Padrino D. Diego Roque Lopez familiar del numº. del Santo Officio, a quien adverti el parentesco Espiritual y su obligacion, y lo firme fecho ut Supra =Dn. Juan Damaso de la Rossa Cura”

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consta del Registro de Órdenes Generales celebradas en la capilla de S. Antonio de los Portugueses del desaparecido convento de S. Francisco20. Dos años más tarde cursaba los últimos grados seculares, como reza de las celebradas en el convento de agustinos descalzos de Ntra. Sra. del Pópulo en abril de 1745. Con objeto de completar su educación literaria, el joven Ignacio ingresó en el desaparecido Colegio de religiosos dominicos de Sto. Tomás, magna institución fundada por Fray Diego de Deza enfrente del postigo del Corral de Jerez, a la que quedaría agradecido de por vida, ya que sus estudios allí le permitirían en el futuro “hacer muchos y distinguidos actos literarios en cinco oposiciones de Theologia Escolastica y entre ellas a la canogia Magistral de la Sta. Yglecia Cathedral de la ciudad de cadiz con otros muchos actos de Cathedra y Pulpito”. Las siguientes noticias existentes sobre nuestro eclesiástico, corresponden al 23 de febrero de 1759, con motivo del otorgamiento de un poder del “Dr. Dn. Ygnacio Valencia Presbitero de esta Ciudad de Sevilla” a D. Cristóbal de Campos, natural de Coria del Río y Administrador por Su Majestad del Pósito del Montepío, quien por aquellas fechas se convertiría en su padrastro al contraer matrimonio con Juana Montero. Por su parte, D. Ignacio de Valencia ya era capellán de varias capellanías, como por ejemplo, las fundadas en Santa Ana de Triana por Cristóbal Daza y el capitán Miguel Rodríguez. Así lo certifica el recibo que otorga el 12 de agosto de 1759 a D. Francisco de León, mayordomo de dicha iglesia parroquial, por “Los un mill ochocientos treintta y ocho Rs. y treze mrs. de Von. que me han correspondido de Missas y Superavit Libre y corriente hastta fin de Diziembre de mill settezientos y cinquenta y ocho”21.

Firma del presbítero D. Ignacio de Valencia (1793).

AGAS, Secc. 0, Libros de Registro, Leg. 05362, Libro 26.

20

AGAS, Secc. Justicia, Serie Pleitos Ordinarios, Leg. 12091.

21

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D. Ignacio de Valencia también ejercería su ministerio dentro del ámbito militar, ya que tres años más tarde otorga declaración de pobre antes de partir por capellán del Regimiento de Lombardía para la campaña de Portugal, quizá animado por su primo hermano, el coronel del Ejército D. Felipe de Valencia. En su declaración, realizada el 21 de junio de 1762, D. Ignacio “dixo no tenia vienes de Concideracion para poder testar, mediante lo qual pidió y Encargó a Dª. Juana Montero, Su Madre, y a Dn. Christoval de Campos, su Padrastro, que cuando Dios nuestro Señor fuese servido llevarselo de esta presente vida, siendo en esta Ciudad, hiciese se le diese a su Cuerpo Ecleciastica Sepultura, mandandoles decir las misas que les pareciese; las quales se hayan de decir por Religiosos Dominicos, en sus proprios Combentos”. Pidiendo a su madre “que su libreria y papeles, se pongan en la Celda del Revdo. Pe. Regente del Colegio de Sto. Thomas de esta Ciudad”22. Ya de vuelta en Sevilla, en 1767, deseando acceder a una “Prevenda Media Razion de la Santa Yglesia Patriarchal de esta Ciudad de Sevilla que vacó por muerte del Sr. Dn. Fernando Valcarzel y Monzalve en la que está provisto por S. Magestad (que Dios guarde) en virtud de Bullas Apostolicas del nuevo concordato con Su Santidad”, D. Ignacio de Valencia hubo de someterse a la correspondiente investigación de “limpieza de sangre”, ya expuesta en el capítulo anterior, por la que finalmente, el 5 de enero de 1768, presenta su informe de conclusiones el Diputado Informante, D. Francisco del Río Soto, quien habiendo compulsado las fes de bautismo de sus ascendientes hasta el tercer grado “sin aver encontrado en ellas vicio, ni defecto alguno, con las que evidentemente se acreditan la certeza de las naturalezas de los expresados ser en esta Ciudad. Y todos los testigos asi en Granada, como en esta Ciudad examinados convienen unanimes en que el Pretendiente sus Padres y demas Ascendientes por una y otra linea, no solo son Christianos Viejos, limpios de toda mala raza y sangre infecta, sino tambien Cavalleros Hijosdalgo, y de distinguida Calidad”. Añadiendo que “se autoriza su Nobleza por todos los Apellidos de sus Ascendientes asi por la linea Paterna, en que se comprueba por la executoria de varonia desde el Comendador en la Orden de Sntiago Dn. Gil de Valencia Sexto Abuelo del Pretendiente con especiales y distinguidos actos positivos en sus Ascendientes y que Dn. Alonso de Valencia y Caviedes Canº. que fue de esta Sta. Ygª. fue primo hermano del Bisabuelo Paterno del Pretendiente con otros Parientes Cavalleros de las Ordenes Militares de Santiago, Calatrava y San Juan”. Comprobándose por vía materna “igual Hidalguia con recevimientos en varios pueblos y empleos honorificos, Cavalleros, Hijosdalgos notorios, y con el goze de la buelta de la blanca de la carne en esta Ciudad y otras exempcnes. y actos positivos, asi en lo Politico, como en lo Militar, constando de los mismos instrumentos aver exercido los Ascendientes del dicho Pretendiente los empleos de Adelantados mayores del Reyno y Mariscales de Campo, Governadores, Corregidores, Regidores, Alcaides y Castellanos de fortalezas, Jurados y familiaturas del Sto. Oficio de la Ynquisicion, y otros Empleos honorificos y distintivos de la Milicia”. Por lo que concluía que “considero al dicho Dr. Dn. Ygnacio de Valencia Montero de Espinosa Pretendiente digno de que V. S. Yltma. le admita a dicha Prevenda Media Racion, en que esta previsto”23.

AHPS, FPN, Of. 14, Año 1762, Fol. 812r-v. Leg. 8784.

22

Véase nota 2.

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Nuestro presbítero accedió efectivamente a la prebenda, por lo que a partir de ahora se nombraría como “Dr. D. Ignacio de Valencia, presbítero prebendado de la Santa Iglesia Metropolitana y Patriarcal de la ciudad de Sevilla”, otorgando el 5 de octubre de 1769 carta de pago al “Comvento del Sor. San Agustin Casagrande Extramuros de esta Ciudad y de los reverendos Padres Prior y Religiosos de el”, como capellán de la capellanía que en la colegial del Salvador fundó Elvira Sánchez de Sanabria24. De esta manera, al tiempo que iba ascendiendo en la carrera eclesiástica, D. Ignacio de Valencia fue sumando capellanías y adquiriendo o arrendando tanto fincas rústicas, especialmente en el término de Sanlúcar la Mayor, como urbanas, con lo que sus rentas se incrementaron hasta el punto de no poderlas administrar él mismo. Fue por eso que el 14 de mayo de 1775 se vio obligado a otorgar poder especial y general a su padrastro D. Cristóbal de Campos, “para que en mi nombre y representando mi propia persona derechos y acciones pueda administrar y administre qualesquier piesas Ecclesiasticas que me pertenecen y pertenecieren en adelante como tambien las fincas y rentas de las Capellanias que gozo y gozare y otra qualesquier cosa que a mi me pertenesca”25. Así, por ejemplo, el 16 de febrero de 1776 subarrienda dos haciendas que goza D. Ignacio en arrendamiento temporal en Sanlúcar la Mayor26. Conviene presentar aquí a D. Francisco Javier de Ortega, quien se había trasladado en 1767 desde Écija a la collación de la Magdalena de Sevilla, a fin de comenzar sus estudios eclesiásticos. Hijo del maestro flebotomiano D. Antonio de Ortega y de Dª. Rosa de Luque, D. Francisco Javier sería el cuarto de siete hermanos, habiendo nacido el 25 de julio de 1753 en la ciudad astigitana, en cuya calle Portería de San Francisco, collación de Santa María, estaba ubicada la casa familiar. En la parroquia de la Magdalena se ordenó D. Francisco Javier de los cuatro grados y epístola, residiendo los nueve años de su formación en las casas de morada de D. Ignacio de Valencia, sitas en la calle de la Pajería (actual Zaragoza), quien ejercería desde entonces como su mentor. D. Ignacio, que como queda dicho, a esas alturas era un influyente presbítero prebendado de la Iglesia de Sevilla, vio cómo su prometedor pupilo completó su formación con el grado de Maestro en Artes del Claustro y Gremio de la Real Universidad, figurando ya como presbítero a primeros de 1778. Ese mismo año D. Francisco Javier de Ortega fue nombrado nuevo párroco de Peñaflor, dando origen así a la relación de D. Ignacio de Valencia con aquella villa, que será tratada en el siguiente capítulo. Siguiendo con el hilo principal, el 1 de enero de 1784, D. Ignacio de Valencia había arrendado por ocho años la heredad de campo llamada Áspero, sita en el término de Sanlúcar la Mayor y propia del Cabildo Metropolitano, en precio de diecisiete mil seiscientos reales de vellón cada año. A tal fin, el prebendado hipotecó su Hacienda de Campo Ntra. Sra. de la Soledad, sita en Patarín, término de Alcalá de Guadaira, de 50 aranzadas de olivar, con sus casas de vivienda, molino de aceite y otras dependencias,

AHPS, FPN, Of. 4, Año 1769, Fol. 795r-797r. Leg. 2884.

24

AHPS, FPN, Of. 13, Año 1775, Fol. 234r-v. Leg. 8222.

25

AHPS, FPN, Of. 13, Año 1776, Fol. 72r-77v. Leg. 8223.

26

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e hipotecó “expecial y señaladamente a la seguridad y paga de dicha Escritura de arrendamiento unas Casas que tengo mias proprias en la villa de peñaflor Calle del pozo”27. Casi sin solución de continuidad, en febrero de 1785, D. Ignacio de Valencia, como administrador de varias capellanías, arrienda dos casas en la plazoleta del Mesón del Moro a Dª. María Rivero y a José Román, para que las disfruten por tiempo de dos años, en precio de treinta y tres y medio y sesenta y medio reales de vellón al mes, respectivamente28. El 16 de abril de 1788, la carrera eclesiástica de D. Ignacio de Valencia, “que gozaba la media Racion” iba a dar un paso adelante con la presentación de Real Cédula a su favor ante el Cabildo Catedral, a fin de acceder a la Ración entera, vacante por fallecimiento de D. Vicente Paulin. Se le dio posesión de ella el 5 de mayo29. Pero el presbítero racionero no desatendía sus posesiones. Ese mismo año de 1788, el 11 de septiembre, otorga poder a D. José Ortega, “clerigo de menores ordenes mi domestico familiar”, hermano de D. Francisco Javier de Ortega, para que pase a la Hacienda Áspero y despida al capataz José Parreño, “intimandole que a toda brevedad o en pocas oras saque los muebles que fuesen suios, y no otra cosa alguna, recogiendole todas las llaves pertenecientes a las puertas de las oficinas de dicha mi hazienda”, posiblemente por haberse conducido aquél con infidelidad en su servicio30.

Algunos años más tarde, D. Ignacio de Valencia se vio obligado a vender algunas de sus propiedades. Así ocurrió el 10 de diciembre de 1795 con la Hacienda de Ntra. Sra. de la Soledad, vendida al Mayorazgo que fundó el capitán D. Lorenzo de Andrade. Se trataba de “una Hazienda de campo en Alcala de Guadayra al sitio de Patarin nombrada la Soledad, compuesta de Casas, aficinas, Basijas y peltrechos, Olibar y viña, bajo una cerca que linda por levante con otros de la Hacienda de D. Fernando de Andrade”, que había sido adquirida por D. Ignacio de Valencia el 1 de enero de 1776 a D. Nicolás de los Santos y Mora, presbítero, en precio de 46.700 reales de vellón, que con las bajas se dejó en 24.413 reales y 4 maravedís. Realizó el aprecio el agrimensor Gregorio José Luqueños, que indicó “...ai dos mill trescientos sesenta y cinco pies de olivos, y ciento setenta y cinco marras lo que se aprecia en cinquenta y nuebe mill ochocientos veinte y cinco rs. von...”. Los aprecios de albañileria y carpintería los hicieron Antonio Valcárcel, “Maestro Alarife y Alcalde actual”, y Manuel de Rivera, “Maestro Mayor de obras de Carpinteria”31. Por su parte, su padrastro D. Cristóbal de Campos, que desde mediados de la década de 1780 había pasado a ser Tesorero por Su Majestad del Pósito del Montepío de la ciudad, arrastraba una larga enfermedad que le llevó a otorgar su testamento el 15 de agosto de 1798. En él declara no haber tenido hijos de su matrimonio con Dª. Juana

AHPS, FPN, Of. 19, Año 1785, Fol. 247r-249v. Leg. 13175.

27

AHPS, FPN, Of. 19, Año 1785, Fol. 172r-v y 174r-v. Leg. 13175.

28

ACS, Secc. I, Secretaría, Personal, Libro 00008B, Fol. 128r.

29

AHPS, FPN, Of. 21, Año 1788, Fol. 706r-v. Leg. 14706.

30

AHPS, FPN, Of. 21, Año 1795, Fol. 1470r-1510v. Leg. 14717.

31

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Anuario de Historia de la Iglesia Andaluza. Volumen VII.

Montero de Espinosa, y que “al tiempo que contrajimos dicho Matrimonio, ni uno ni otro llevamos vienes ni caudal alguno, y durante él no huvo vienes gananciales, porque lo que me producia el manejo de mis dependencias, solo contribuia a su desencia, la mia, manutencion de Casa y familia”. Dejaba en herencia la casa de sus padres, sita en la calle del Ciprés de la villa de Coria, nombrando por albacea y único y universal heredero a D. Ignacio de Valencia “para que todo lo que asi fuese y montare lo lleve y herede para si con la Vendicion de Dios nuestro Señor, en credito de la Estimacion que tuve a su querida Madre mi Muger, y a el amor y Cariño que profeso a el dicho Dn. Ygnacio mi hijo Politico, el que siempre y reciprocamente me ha correspondido”32. D. Cristóbal de Campos fue enterrado una semana después en la Capilla del Santísimo de la iglesia parroquial de la Magdalena33. A D. Ignacio de Valencia también le correspondió, como heredero de su padrastro, la administración de “los Montes que nombran el Reguengo Castañuelo huerta y Casas correspondientes situados en la Villa de Aracena” en pago de ciertas cantidades que D. Cristóbal de Campos prestó a Dª. Maria Sánchez Barciela, propietaria de dicha finca. El 14 de julio de 1800, D. Ignacio la arrendaba a D. Marcelino Romero34. En marzo de 1802 se producía finalmente el nombramiento de D. Ignacio de Valencia como Canónigo de la Catedral de Sevilla. El Libro de Secretaría del Cabildo recoge la designación de esta manera: “En Sabado 13 de Marzo de 1802 los Sres. Dean y Cavildo Canonigos in sacris simultaneamente nombraron, dieron la colacion, e hicieron Canonica institucion de este Canonicato vacante por fallecimiento del Sor. Dn. Antonio de Vargas al Sor. Dr. Dn. Ygnacio Valencia Racionero que era en esta Sta. Ygª. ...()...Se le dio la posesion en la mañana de dicho dia 13 de Marzo de 1802”35. Accedía por fin a la Canonjía D. Ignacio de Valencia, aunque casi al final de su vida. No obstante, todavía pudo disfrutar de esta prebenda durante cinco años, hasta que el Cabildo declaró su jubilación el 19 de septiembre de 1807, “por haver cumplido los 40 años de Residencia en la Media racion Numº. 14 en la Racion Numº. 13 y en este Canonº. que oy goza”36. Antes, el 29 de abril de 1805, el canónigo había otorgado su primer testamento, en el que declaró poseer por bienes raíces más de veinte hazas de tierra en el pago de las Herrerías, de Sanlúcar la Mayor, cuya superficie “asciende su total a ciento quarenta y siete fanegas y ocho y medio Almudes...()...advirtiendo que tengo ya plantadas en este terreno y de distintos tiempos un mil quatrocientas setenta Estacas poco mas o menos que juntas con doscientas setenta y quatro puestas en la suerte de los Naranjales con doscientas sesenta y ocho en el cercado de las castellanas al camino de Palmilla y ultimamente doscientas veinte y ocho estacas en el cercado de Roalabota componen un total de dos mil doscientos quarenta olivos poco mas o menos”. A éstos había que añadir una casilla en la Dehesa Boyal de Sanlúcar, una casa en la calle de Pedro del Toro de Sevi-

AHPS, FPN, Of. 11, Año 1798, Fol. 634r-636v. Leg. 7186.

32

AP Magdalena, Libro 9 de Entierros, Fol. 280v.

33

AHPS, FPN, Of. 22, Año 1800, Fol. 344r-350v. Leg. 15392.

34

ACS, Secc. I, Secretaría, Personal, Libro 00008B, Fol. 45r-v.

35

Véase nota 35.

36

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lla y otras dos sitas en la calle de Morón de la villa de Espera, todas ellas adquiridas o adjudicadas a partir de 1800. De la casa que recibió en herencia de su padrastro, sita en Coria del Río, había hecho donación a la Hermandad del Santísimo Sacramento de la parroquial de la villa. D. Ignacio declaró también tener en su poder varias acciones del Real Empréstito y veintisiete vales reales de ciento cincuenta pesos cada uno. Por último, afirmó ser dueño de diferentes yeguas y un caballo. En otra cláusula del testamento, el canónigo declaró haber poseído una casa en Peñaflor, así como las circunstancias que le acontecieron durante su relación con dicha villa, favorecida por su amistad con el citado presbítero D. Francisco Javier de Ortega, como más adelante se verá. Finalmente nombraba como heredero de todo su caudal “al expresado Colexio mayor de Sto. Thomas orden de Predicadores de esta ciudad...()...No pudiendo yo olvidar este recto modo de proceder que es caracteristico de los Religiosos Dominicos en general, y muy particular en dicho colexio de Sto. Thomas a quien devo mi educacion literaria hasta haver podido con ella hacer muchos y distinguidos actos literarios en cinco oposiciones de Theologia Escolastica y entre ellas a la canogia Magistral de la Sta. Yglecia Cathedral de la ciudad de cadiz con otros muchos actos de Cathedra y Pulpito y por ellos elevado a la canogia que goso en dicha mi Sta. Yglecia al empleo de Ynquisidor ordinario por el Yllmo. Sr. obispo de dicha ciudad de cadiz que servi muchos años y tambien el de actual y perpetuo comisario titular en el tribunal de la Sta. Ynquisicion de esta de Sevilla y despues Ynquisidor ordinario por el obispado de Zeuta” 37. Dos meses antes de fallecer, D. Ignacio de Valencia redactaría un nuevo testamento, en el que declara ser “Hijo lexitimo de Dn. Ambrocio de Valencia Paramo y Pineda y de Dª. Juana Montero de Espinosa”, disponiendo seguidamente las mandas relativas a su entierro, estableciendo que “mi cuerpo amortajado con el Avito de nuestro Padre Sto. Domingo de Guzman...()...y despues vestido sacerdotalmente por los Ministros de la Referida mi Santa Yglecia Patriarchal...()...sea sepultado en el Collexio mayor de Sr. Sto. thomas del segundo orden de Predicadores de esta dicha ciudad”. D. Ignacio deja establecidas diferentes daciones monetarias por vía de legado a familiares, a los pobres y a las personas que lo han acompañado en su casa y cuidado, legando el grueso de su caudal al Colegio de Santo Tomás. Asimismo dispone se le entreguen diferentes bienes a los dos estudiantes de Teología que tiene en su casa, D. José María Garcés y Navarro, clérigo de menores y D. José de Vera, a fin de formarle patrimonio a cada uno de ellos para el ascenso al Orden Sacerdotal. Al primero manda se le adjudique la casa de la calle de Pedro del Toro y las dos casas con un solar de la villa de Espera. Y para el patrimonio del segundo, manda se le entreguen cincuenta mil reales y se compren las fincas que puedan servir para el referido patrimonio. Por último, nombra por albacea y universal heredero al presbítero D. Manuel Garcés, su capellán, también avecindado en su casa, “a quien he criado desde Joven”38.

AHPS, FPN, Of. 19, Libro 1º de 1805, Fol. 573r-589v. Leg. 13220.

37

AHPS, FPN, Of. 19, Libro 1º de 1808, Fol. 490r-494v. Leg. 13228.

38

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Anuario de Historia de la Iglesia Andaluza. Volumen VII.

D. Ignacio de Valencia falleció en su casa de la calle Pajería el lunes 18 de abril de 1808, a las tres y cuarto de la tarde. Fue enterrado al día siguiente en el Colegio de Sto. Tomás39.

4.- D. Ignacio de Valencia y la villa de Peñaflor En agosto de 1778 se produjo el fallecimiento de D. Cristóbal Romero de Liñán, quien había ejercido durante veintiséis años como párroco de Peñaflor. Interinamente se hizo cargo de la parroquia Fray Juan Ramírez, religioso franciscano del convento de S. Luis del Monte, hasta que el 23 de septiembre se despachó carta de cura a D. Francisco Javier de Ortega40, protegido de D. Ignacio de Valencia. Este joven párroco, a pesar del escaso tiempo durante el que ejerció, iba a resultar decisivo para la construcción de la nueva iglesia, que se inició bajo su ministerio. Igualmente, aunque él adquirió la vivienda preexistente a la conocida como “Casa del Cura”, sería D. Ignacio quien le conferiría su aspecto actual. Como era habitual, parte de su familia se trasladó con el recién designado párroco a su nuevo destino, estableciéndose en la calle del Río. Así consta en el padrón parroquial de 1779, redactado y firmado por él mismo, en el que aparecen D. Francisco Javier, sus hermanas Dª. María y Dª. Antonia y su tía Dª. Gertrudis de Ortega. En cuanto a D. Ignacio de Valencia, venía a Peñaflor a visitar a su pupilo, pasando temporadas “en su compañia en calidad de recreo”41. La llegada de D. Francisco Javier a Peñaflor coincidió con la elaboración de los proyectos para la ampliación de la antigua iglesia mudéjar, que corrían a cargo del maestro mayor del Arzobispado Pedro de Silva. Desechadas las dos soluciones previas de éste, el 21 de abril de 1779 el también maestro mayor Antonio de Figueroa visitó la villa, donde dio recibo por 264 reales de vellón42, siendo finalmente aceptadas sus trazas y condiciones para la construcción de un nuevo templo. Comenzadas las obras y tras el incidente protagonizado por el maestro Alonso Sánchez, que fue denunciado por invadir el terreno público al abrir los cimientos, D. Francisco Javier de Ortega, que había sido nombrado Administrador y Director de la obra, sería quien trajo de Écija, su patria chica, a Antonio Caballero y a otros maestros alarifes, oficiales y peones, para encargarse de su ejecución. Posiblemente pensando en permanecer largo tiempo ejerciendo el ministerio en Peñaflor, D. Francisco Javier decidiría adquirir una casa en propiedad. En febrero de 1780 falleció sin testar Micaela Velasco43, viuda de Lorenzo Mallén, que vivía en la acera

Véase nota 35.

39

AGAS, Gobierno, Asuntos Despachados, Leg. 16270.

40

Véase nota 37.

41

APSP Peñaflor, Libro de Cuentas de la Fábrica, Años 1766-1797, p. 37.

42

APSP Peñaflor, Libro 5 de Entierros, Fol. 103v.

43

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derecha de la calle del Pozo (actual Aviador Carmona). Pues bien, dichas casas “en los autos de su muerte abintestato pendientes en dicha villa le fueron vendidas al Dr. Dn. Francisco Xavier de Ortega Cura de su Yglesia Parroquial en la Cantidad que dize la Escritura que sobre ellos se le otorgó por la Real Jurisdiccion ordinaria ante Manuel Antonio Carmona Escribano publico de ella”, el 18 de marzo de 178044. D. Francisco Javier decidió levantar una vivienda nueva, por lo que la familia aún permaneció en la calle del Río hasta 1782. Sin embargo, nuestro párroco no pudo disfrutar de la casa de la calle del Pozo, ya que fallecería de forma casi repentina el 4 de junio de 1781, siendo enterrado al día siguiente en la ermita de la Encarnación, que estaba sirviendo de parroquia45. D. Francisco Javier había dado poder para testar a D. Ignacio de Valencia, sobre quien recayó finalmente la propiedad de la vivienda, valorada en 25.901 reales de vellón, incluidos los bienes muebles, en compensación por la liquidación que éste hizo de las deudas y atrasos de su pupilo, que ascendían a 42.233 reales y 32 maravedies de vellón. Siendo todo ello ratificado en sus respectivos testamentos por los padres de D. Francisco Javier de Ortega.

Portada tardobarroca de la “Casa del Cura”. Peñaflor, 1780-1783. Dibujo: José Manuel Higuera Meléndez, Arquitecto

Véase nota 27.

44

APSP Peñaflor, Libro 5 de Entierros, Fol. 112r.

45

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Por aquél entonces, la casa estaba sin concluir “por tener mucha parte en Alverca”, finalizándola poco después D. Ignacio de Valencia, a quien posiblemente se debe la decisión de construir la portada, que sería ejecutada por alguno de los alarifes ecijanos que trabajaban en la nueva iglesia. Este es el edificio hoy conocido por todos los peñaflorenses como “Casa del Cura”. Una vez rematadas las obras de la vivienda, la familia Ortega –de cuyo mantenimiento tuvo que encargarse D. Ignacio de Valencia-, se trasladó a la calle del Pozo. Así, en el padrón parroquial de 1783 constan allí Dª. Rosa de Luque y Dª. María y Dª. Antonia Ortega, madre y hermanas respectivamente del difunto cura. No figurando ya con ellas ni su tía, Dª. Gertrudis, fallecida en Peñaflor en noviembre de 178146, ni su padre, D. Antonio, muerto en Écija en octubre de 178247. Desde que la casa de la calle del Pozo pasó a manos de D. Ignacio de Valencia, el prebendado se había afanado en ir adquiriendo otros terrenos colindantes para dedicarlos al cultivo y a la cría de ganado. Así, el 15 y 30 de julio de 1781, se otorgaron ante Manuel Antonio Carmona, escribano público de Peñaflor, las escrituras de compraventa de varios corrales que le vendieron Antonio Rivera Montoro, y Críspulo y Cristóbal García Romero. Igualmente, el Concejo de la villa le había dado “otro pedazo de sitio que lo tengo incorporado en las casas, y de todo tomé posecion juridica, como se verifica de los documentos que paran en mi poder”48. En 1786, D. Ignacio de Valencia llegó a un acuerdo con Cristóbal García, mediante el cual éste permutaría su casa de la calle del Pozo por la que iba a labrar D. Ignacio “en el Egio de la Villa de Peñaflor”, quien se comprometía además a abonarle a aquél trescientos reales de vellón. De esta manera, el 2 de junio de dicho año, el eclesiástico dio poder al vecino D. Ángel de Prada para otorgar la escritura de permuta49. Tres años más tarde ya se había llevado a la práctica el canje, pasando a residir la familia de Cristóbal García a la casa labrada por D. Ignacio de Valencia, ubicada en la calle Trabuco, tomando posesión éste de la casa de la calle del Pozo, situada aproximadamente donde hoy se halla el nº 14 de gobierno. En la “Casa del Cura” vivieron los mismos miembros de la familia Ortega hasta 1788, año en que aparece empadronado con ellos el menor de los hermanos, José, clérigo de menores órdenes, quien también se encontraba bajo el tutelaje y al servicio de D. Ignacio de Valencia. En mayo de ese año falleció Dª. Rosa de Luque50, iniciando entonces los hermanos pleito contra aquél por la posesión de la casa. Tras dos sentencias, se mandó que se diese a D. Ignacio de Valencia “el amparo de la citada casa de que tenia tomada Posecion como en efecto se verificó constando todo lo relacionado y mucho mas en

APSP Peñaflor, Libro 5 de Entierros, Fol. 116v.

46

APSM Écija, Libro 6 de Entierros, Fol. 130v.

47

Véase nota 27.

48

AHPS, FPN, Of. 21, Año 1786, Fol. 421r-v. Leg. 14704.

49

APSP Peñaflor, Libro 6 de Entierros, Fol. 91v.

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los autos que paran en la Essnia. de la dicha villa de Peñaflor”. El año 1789 fue el último que la habitaron José, María y Antonia Ortega, ya que D. Ignacio de Valencia dispuso “Remober a este y a sus hermanas de mi casa de Peñaflor por justas causas y tan graves por la infidelidad de su servicio en intereses como por otros asuntos que Recervo al silencio y a que se justifiquen en la presencia de Dios”51. La “Casa del Cura” quedó vacante y deshabitada durante un par de años. D. Ignacio de Valencia otorgó entonces poder a D. Juan Alonso Cortijo, vecino de Peñaflor en la calle del Pozo, para “Administrar y arrendar las Casas que tengo y me pertenecen en la misma Villa”52. Así, a partir de 1791 la casa se alquilaría habitualmente, ocupándola la familia de Francisco Criado hasta 1799, año en que volvió a quedar vacante. El 28 de octubre de 1793, D. Ignacio de Valencia, “Labrador y Hacendado en Esta Vª. y su termino”, dirigió un escrito al Ayuntamiento, exponiendo que “soy dueño de unas casas Principales en la Calle del Pozo de esta Poblacion, a cuyas espaldas esta el Corral de Concejo, entre el qual y las dichas casas hay un pedaso de terreno que no tiene uso, ni para el dicho Corral de Concejo, ni para otro algun destino, y a mi me hace falta para enanchar mis Corrales y hacer Oficinas”53. D. Ignacio proponía al Ayuntamiento se le concediera dicho terreno, de unos 225 m2 de superficie, a cambio de reparar con sillares el cercado del Corral de Concejo, “llamado vulgarmente la Cantera”. Se comprometía igualmente a reparar sus tapias “por la parte que linda con los Corrales del Palacio del Estado de esta Vª”, “dexando todo el cerco de dicho Corral con la altura correspondiente para que no se puedan salir las Reces” y a abrir una puerta por el ejido, “condenando la que hoy tiene a la dicha Calle del Poso”. El prebendado cerraría por la esquina de la pared de sus corrales, quedando el terreno que servía de entrada a la Cantera para la villa, “para que la conceda a otro Vezino para fabricar casas”. Con lo cual la villa conseguiría tener “un Corral de Concejo util y corriente, que hoy no tiene con Puerta y entrada por un Egido, impidiendo que sea por una Calle publica y principal, y que en el terreno que servia para la Entrada se labre una o dos casas que hermosehen dicha Calle del Poso, y se quite de ella aquella rinconada, que no sirve de otra cosa que de acogimiento en las noches de Personas mal intencionadas”. Los Diputados del Ayuntamiento accedieron, dándole a D. Ignacio de Valencia un plazo de un año para dar hecha la entrada y puerta nuevas del Corral del Concejo. Esta operación pronto suscitó el interés de los vecinos por establecerse en estos terrenos, una vez liberados de la servidumbre de entrada y salida de las reses del Corral del Concejo. Así, en febrero y marzo de 1794, Alonso de la Cruz Carmona y Diego Ribera, respectivamente, solicitaban al Ayuntamiento la cesión de dos solares para construir sus viviendas, ya que “la calleja y frontispisio que servia de entrada a la dicha cantera que cae a la misma Calle del pozo queda ynutil que no puede servir para otra cosa que para Muladares con ynperfecion de dicha calle”.

Véase nota 37.

51

AHPS, FPN, Of. 19, Libro 1º de 1802, Fol. 1214r-v. Leg. 13210.

52

Archivo Histórico Municipal de Peñaflor (AHMP), Actas Capitulares, Año 1793.

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El Ayuntamiento resolvió favorablemente a las solicitudes, “porque se quita el que en dicho terreno que es una Rinconada triste y Medrosa, se acojan y se escondan Malhechores y que con la favrica y construccion se Yguala y Hermosea la dicha Calle del Poso”. Como condiciones, las viviendas debían seguir “la derechura de las Casas de aquella Hasera” y estar finalizadas en el plazo de dos años54. En 1804, veintiún años después de su construcción, la “Casa del Cura” sería por vez primera habitada por un párroco de Peñaflor, correspondiéndole al ardaleño D. Fernando Benítez tal merecimiento. Desde entonces y como su propio nombre indica, ha sido el domicilio habitual de casi todos los párrocos que han pasado por Peñaflor. Ahora ha quedado documentado que uno de ellos fue también su iniciador, siendo D. Ignacio de Valencia quien la finalizó.



La “Casa del Cura” en la actualidad. Calle Aviador Carmona, nº 10.

AHMP, Actas Capitulares, Año 1794.

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Hay que decir además que hasta ahora se creía que en la “Casa del Cura” estaría ubicada, al menos desde 1803, la cilla de Peñaflor. Sin embargo, la Visita de Cillas del Arzobispado mandada hacer por el Deán y Cabildo de la Iglesia de Sevilla y realizada por el prebendado D. Jacobo de León Sotelo a primeros de 1804, informa que en Peñaflor “no tiene Zilla el Cabildo”, y que su grano “Se halla repartido en diversos graneros y mal custodiado”. Indicándose que “Parece que hay alli Casa del Sr. Canº. Valencia, que poder tomarse para Zilla”55. Esta última recomendación del visitador se vio favorecida por ciertas discusiones surgidas a cuenta de la obra de la nueva iglesia entre la Diputación de Negocios del Cabildo Catedralicio y D. Ignacio de Valencia. Éste en compensación, se vio obligado a ceder su casa de Peñaflor “a beneficio de las quartas partes de los Diexmos de ella sin embargo de no ser yo Responsable a cosa alguna”. Sería, pues, a partir del momento en que la casa pasó a ser propiedad de la Iglesia (1804-05), cuando parte de las dependencias traseras de la casa fueron efectivamente destinadas a cilla del Cabildo, cuyos restos de estructuras ruinosas aún hoy siguen siendo visibles. Más de dos siglos después, la “Casa del Cura” sigue en pie en la calle del Pozo, como testimonio del paso de D. Ignacio de Valencia por Peñaflor, habitada ahora por su actual párroco.

ACS, Secc. II, Mesa Capitular, Leg. 11551, Exp. 7.

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