Cultura digital libre y contrapoder: experiencias Open Access en América Latina

July 17, 2017 | Autor: Verónica Araiza Díaz | Categoría: Acceso Abierto, Cultura Libre, Cultura digital, Comunicación científica
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Cultura digital libre y contrapoder: experiencias Open Access en América Latina1 Verónica Araiza Díaz2

Introducción La sociedad de la información es el nombre que se da a la serie de transformaciones ocurridas, a escala planetaria, a partir de la segunda mitad del siglo XX y que se afianzan en las dos últimas décadas del mismo, las cuales tienen que ver con la reconfiguración del capitalismo a partir de la información y el conocimiento como recursos estratégicos económico-políticos. Dentro de este nuevo esquema, se identifican -en términos simples- dos grandes y opuestos modos de entender y significar tales recursos. El primero está totalmente asociado a la lógica mercantil y alimenta el capitalismo neoliberal del hiperconsumo pues se trata de ideas (privadas) que crecen exponencialmente y que se traducen en bienes y servicios comercializables. El segundo interpreta a la información y al conocimiento como bienes comunes 3 , producidos y gestionados de manera colectiva, los cuales son la fuente del desarrollo humano y, por lo tanto, se debe evitar su cercamiento. Esta última noción da vida a lo que se conoce como cultura (digital) libre, la cual implica producción, gestión y propiedad común de bienes informativos y promueve la libre distribución de información en favor de la creatividad; además, envuelve un conjunto de experiencias y formas de creación colectiva de información/conocimiento, como son: 1) los wikis (producción colaborativa de información), 2) el software libre, 3) las licencias Creative Commons (modelo alternativo al derecho de autor), 4) las redes peer o peer (intercambio distribuido de contenidos audiovisuales), y 5) Open Access (acceso abierto a la información científica), que es la modalidad que nos interesa aquí y que tiene la forma de revistas, bibliotecas y repositorios de acceso abierto. Por otro lado, el modelo hegemónico de distribución de información científica está claramente determinado por la lógica del mercado y por la marginación de información 1

Ponencia presentada en el Congreso Internacional. Más allá del texto: cultura digital y nuevas epistemologías, Puebla (México), 25 de septiembre de 2014. 2 Profesora en la Facultad de Filosofía y Letras (UNAM) y estudiante del Doctorado en Bibliotecología y Estudios de la Información (UNAM) 3 No tanto públicos en la clásica oposición a lo privado, pensado como recursos gestionados por el Estado a través de sus distintas dependencias.

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científica de países periféricos. Ésta es concebida como mercancía, a pesar de que las empresas intermediaras que la gestionan no la producen ni patrocinan y, en muchos casos, ella es producida por instituciones públicas y, por lo tanto, financiada por los contribuyentes. A esto justamente se opone el Movimiento Open Access, y es el proyecto a escala mundial de publicación, acopio y distribución libre de información especializada, el cual cada vez ha cobrado más importancia, visibilidad y legitimidad. En América Latina se han producido grandes esfuerzos de este tipo, los cuales pretenden fortalecer la ciencia latinoamericana. Dos ejemplos de iniciativas en la zona son las hemerotecas científicas SciELO y Redalyc, que son sistemas complejos de información Open Access. En esta contribución, proponemos el análisis de estos proyectos desde la perspectiva del Sur (geopolítico) y de la (de) colonialidad del poder/saber, para explicar las implicaciones políticas de dichos sistemas para la ciencia y la bibliotecología de le región.

Información científica: centro y periferia Es un lugar común decir que información es poder; es decir que ésta es sin duda una referencia, una guía para la toma de decisiones en sentido amplio. Pero solemos pensar en la concentración y abuso del poder (informativo), ponemos pues la mirada en el poder hegemónico, el cual tiene su contra parte que podríamos decir que estaría constituida por los grupos subalternos y su cultura informativa. En pocas palabras, y de la mano de Foucault, el poder no es una dominación absoluta sino que opera en un conjunto de relaciones de toda índole en distintos planos de la vida. Uno de esos planos es la información en general y en particular la información especializada, aquella que emana del quehacer científico, cuya dinámica está determinada por las comunidades científicas que establecen, como lo mostró Kuhn, convenciones teóricas que marcan el rumbo de la ciencia, y que son producto precisamente de relaciones de poder4 que fundan un determinado orden científico. Parte de dichas convenciones es la propia comunicación científica formal; es decir, la escritura de los resultados de la ciencia se da bajo una serie de acuerdos que se traducen en reglas y estándares que determinan la calidad de las publicaciones científicas, las cuales de hecho se erigen como “el dispositivo más importante para regular el sistema internacional de competencia científica. Las publicaciones encarnan un poder enorme, ya que constituyen la base de la gestión de las carreras 4

En donde los científicos compiten por el monopolio de la autoridad científica, la cual significa capacidad técnica y poder social (Guédon, 2011, p. 138).

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científicas en todas partes” (Guédon, 2011, p. 143). Las revistas científicas son una creación de la modernidad (siglo XVII) que ha permanecido por más de tres siglos, pero alcanzaron el poder antes mencionado en el siglo XX, sobre todo, después de la segunda Guerra Mundial, pues a partir de ahí comenzó un proceso de globalización de la ciencia, lo que dio lugar a un sistema científico con dos niveles (Guédon, 2011): uno nacional, integrado por las publicaciones cuyas contribuciones tienen que ver con las necesidades locales y cuya relevancia científica es menor, y otro de competencia internacional que estableció un orden jerárquico de publicaciones, el cual fue respaldado por los bibliotecarios quienes identificaron, al igual que los científicos, este nivel con la más alta calidad en lo que a comunicación científica respecta. La calidad, a su vez, se creó a partir de criterios cuantitativos, primero con la Ley de Bradford 5 y luego el modelo de Garfield, quien creó la principal institución de medición científica: el Science Citation Index (SCI), lo que después daría un gran poder a la institución que se haría con el control del mismo y que lo tiene hasta el día de hoy: Thomson Reuters. Por otro lado, el mismo siglo XX vio nacer la industria editorial, la cual tiene un rubro específico que es el de la información especializada, en el que sobresalen algunas empresas -como Maxwell y Elsevier- que ya existían y que entraron en esta competencia por las publicaciones de alto nivel. Todo lo anterior constituye el marco de referencia del modelo hegemónico de información científica. A partir de ello, al igual que en otros ámbitos, podemos hablar de centro y periferia en el mundo científico, toda vez que a partir del surgimiento del SCI, de acuerdo con Guédon (2011, p. 146)) ocurrieron tres cosas: 1) Se separó radicalmente la “ciencia principal” del resto de las publicaciones científicas, 2) Se creó un mercado inelástico de revistas científicas (especulación y concentración de riqueza), y 3) Se instituyó el inglés como lengua franca de la ciencia. Con ello, la ciencia principal o central se identifica con las publicaciones de élite, las cuales son en inglés, pertenecen a los países desarrollados (con un fuerte dominio de Estados Unidos) y que son por supuesto las que están indizadas en ISI Web o Knowledge (el sistema de información de Thomson) y/o en Scopus que es el equivalente de la compañía Elsevier y que funciona bajo la misma lógica. La ciencia periférica, se asocia con los idiomas de poca o nula representación en los grandes índices, es la que proviene de los países en 5

Samuel Bradford desarrolló en 1934 un modelo matemático para demostrar que existe un núcleo de revistas científicas donde se concentra la información importante.

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“vías de desarrollo” 6 , los cuales, según Guédon (2011, p. 148), realizan dos tareas muy diferentes: un inventario nacional de actividades científicas y la identificación de las contribuciones a la ciencia mundial. Ello se traduce en que los científicos del llamado tercer mundo -de alguna manera- dejan de estudiar los temas importantes para sus países y, en cambio, en aras de ganarse un nombre aportan a la ciencia principal con lo que el conocimiento fluye hacia los países ricos (Guédon, 2011, p.149). En conclusión, la cuestión del poder en relación con la información científica tiene que ver, como sostiene Guédon (2011, p. 150), con una interpretación perversa del universalismo científico, el cual significa que los resultados científicos son igualmente válidos en todas partes7, pero no quiere decir que sean igualmente útiles o aplicables en todos lados, o que tengan que encajar con temas de moda8 en prestigiosos centros de investigación para ser de alta calidad.

Breve recorrido por el Open Access (OA) La era de la información que es el contexto en que vivimos se caracteriza, entre otras cosas por el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC's), por la explosión de información, y la creación de redes de distinta índole. Ello por supuesto ha impactado también al campo científico, el cual -además de presentar los cambios descritos en el apartado anterior- se ha mudado al ambiente electrónico, toma parte en la cultura digital, y una parcela importante del mismo se ha contagiado de la cultura libre. Este marco nos sirve para entender por qué en el comienzo del siglo XXI, un grupo de científicos de distintos países dio vida al Movimiento Open Access. El momento fundacional fue la reunión de Budapest (2001) convocada por el Programa de Información del Instituto Sociedad Abierta. Dicho movimiento se gestó porque se había hecho evidente que las instituciones científico-académicas se encontraban “atrapadas en un sistema en el que además de subsidiar los procesos de investigación, deben pagar el acceso a fuentes de información publicadas por editoriales que, paradójicamente, se constituyen en depositarias de los derechos de propiedad intelectual de buena parte de los resultados de su actividad” 6

Lo ponemos entre comillas porque consideramos que desde la óptica del poder hegemónico es un eufemismo y desde la lógica del contrapoder se cuestionarían los parámetros para entender y promover el desarrollo. 7 Lo que igualmente es cuestionado desde la periferia con justa razón porque la propia validez es relativa. 8 Como de hecho lo señaló incluso el premio Nobel de Medicina 2013 Randy Schekman, quien dijo: "Igual que Wall Street necesita romper con la cultura del bonus, los científicos debemos romper con la tiranía de las revistas de lujo. El resultado será una investigación mejor que sirva a la ciencia y a la sociedad" (El Mundo, 10/1272013, disponible en: http://www.elmundo.es/salud/2013/12/10/52a732c763fd3d00028b457e.html).

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(Molfino & González, 2012). Además, los derechos de propiedad intelectual “corresponden exclusivamente a las modalidades universitarias/empresariales de los regímenes del saber occidental, y por lo tanto es la protección de una propiedad intelectual que es individual y es concebida como derecho privado” (Lander, 2001, p. 6). En nombre de tales derechos se produce la “concentración del poder y acentuación de las desigualdades que caracteriza las actuales tendencias hegemónicas de la globalización” (Lander, 2001, p.18). De acuerdo con Peter Suber (2004, p. 2), líder del movimiento, la literatura OA es: digital, en línea, libre de cargos para cualquiera con una conexión a Internet y libre de restricciones o licencias de derechos de autor. Según Molfino & González (2012) hay dos conceptos importantes de la iniciativa OA; en primer lugar, la gratuidad en términos de disponibilidad y acceso9 es una clara diferencia respecto al modelo tradicional y hegemónico de diseminación de información científica; la gratuidad es posible gracias a la tecnología digital (reduce costos) y permite una mayor eficacia para compartir información (leer y ser leídos) al tiempo que garantiza el acceso a la información como derecho universal. En segundo lugar, el OA implica la abolición de ciertas restricciones en los derechos (patrimoniales) de explotación de las obras, sin perder el derecho moral sobre las mismas (reconocimiento de autoría y respeto a la integridad de la obra). Lo anterior hace posible el acceso inmediato y la reutilización de la información. Existen dos grandes modalidades de publicación OA, denominadas vía dorada y vía verde. La primera se refiere a la creación de revistas de acceso abierto, las cuales a su vez se integran a directorios10 o índices OA. La segunda es el autoarchivo11, en cuyo caso los autores suben sus artículos a repositorios institucionales o páginas personales. Si bien el Movimiento OA surgió en oposición al modelo tradicional de distribución de información científica, es de destacar que el elemento fundamental de arbitraje científico (revisión por pares) fue ratificado por dicho movimiento. Asimismo, esta iniciativa creó los protocolos y estándares necesarios para garantizar la calidad de la información científica. Ello es lo que ha proporcionado legitimidad, solidez y sostenibilidad al movimiento.

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Lo que quiere decir que el costo no recae en el usuario, sino en los autores y/o las instituciones. Como el Directory of Open Access Journals (DOAJ), creado por la Universidad de Lund y que es el más importante a nivel mundial. 11 Que se apega al protocolo Open Archive Initiative (OAI), lo que permite el acceso a los archivos través de otros sistemas, la difusión de conocimiento y la visibilidad de la producción personal e institucional. 10

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Como ya mencionamos, el OA guarda una relación estrecha con la denominada cultura libre12. Por un lado, el detonador del Movimiento OA fue la concentración del poder en las editoriales que controlan el flujo de información científica a nivel mundial, lo que se había identificado como un gran obstáculo para la producción de conocimiento. Por otro lado, e igualmente importante, el Movimiento OA es un producto de la cibercultura en tanto surgió en el ámbito electrónico, y no sólo eso, sus principios se basan en la idea de libertad que promueven los defensores de los derechos digitales, personas que forman comunidades que conforman grupos de presión a las instituciones públicas, privadas, nacionales e internacionales. Es de suma importancia tener en cuenta esto ya que el OA -y en menor medida el software libre-, dada su relevancia social, han cobrado interés por parte de aquellas instituciones, con lo cual se han vuelto elementos de discusión y diseño de políticas públicas. Consideramos que esto es un triunfo para la cultura libre, en la medida en que se incorporan productos realizados bajo sus principios a la vida pública. Sin embargo, nos parece insoslayable promover de manera constante e integral13 los valores de la cultura libre, pues en ellos está contenida la capacidad de subvertir el orden (de información y conocimiento) establecido. Es decir, sólo desde este esquema, el OA tiene verdaderamente un carácter libertario; de otro modo corre el riesgo, como suele ocurrir con las propuestas subalternas, de ser desvirtuado por el poder hegemónico14. En suma, lo más potente de la cultura libre es que da vida a una nueva subjetividad política, la cual entiende “los derechos de autor a favor de la producción colectiva a disposición de todos cuantos quieran aprovecharla” (Lago, 2012). Cabe señalar que en la cultura digital -y en la posmodernidad en general- la correlación de fuerzas entre la dominación y la resistencia se da de manera particular en el sentido de que la cultura subalterna no rechaza en términos absolutos la cooperación con la cultura hegemónica, no porque confíe en la buena voluntad de ésta, sino por cuestiones que tienen que ver con la esencia del ciberespacio como sistema (descentralizado) de sistemas, en donde se identifica una tendencia a “hacer sistema” (Lévy, 2007, p. 84), que de manera

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Cuya noción primordial es la de bienes comunes de información/conocimiento. Lo integral quiere decir que en todo el proceso haya coherencia en términos de cultura libre; es decir que se creen revistas o repositorios OA, cuyos artículos tengan licencias Creative Commons y que todo el trabajo informático sea hecho con software libre. 14 No olvidemos la advertencia de Castro sobre el poder libidinal que es la forma en la que el sistema-mundo capitalista garantiza la sujeción de los individuos en la posmodernidad, en donde cada cual puede “construir reflexivamente su propia subjetividad sin necesidad de oponerse al sistema” (Castro, 2000, p. 156). 13

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simple quiere decir buscar la compatibiliad15 con el sistema para que la información no deje de fluir. O dicho de otra manera, gracias a esta tendencia, los grupos subalternos pueden utilizar elementos hegemónicos de una manera contrahegemónica (Sousa, 2011, p. 15).

OA como gestión alternativa de información científica Anteriormente se explicó la división entre ciencia “principal” y “periférica”, lo que se relacionó con el universalismo; dicha discusión nos lleva a cuestionar desde el Sur 16 , la propia construcción de conocimiento en el mundo moderno occidental. La modernidad instituyó el pensamiento único, el del sujeto occidental, en todos los planos de la vida e inventó lo otro, lo de afuera; ello se ha interpretado -desde el Sur- como violencia epistémica (Castro, 2000); en el campo de la ciencia, bajo el amparo del universalismo, podemos decir que se ha mantenido un esquema de ciencia única (la occidental). Consideramos que la violencia epistémica no sólo se da en los mecanismos de validación científica, sino en las formas de comunicación científica y en los modelos de gestión de información científica. Los teóricos del giro decolonial (Quijano, Castro, Mignolo, Grosfoguel, etc.) justamente se han dado a la tarea de estudiar cómo ha operado la colonialidad del poder/saber para explicar de manera compleja la violencia que recae en los pueblos colonizados, y cómo su pensamiento queda sujetado. A partir de estas posturas es importante analizar la ciencia en general, la información científica en particular y de manera puntual las iniciativas OA en los países coloniales. Sostenemos que el Movimiento OA ha dado vida a posibilidades alternativas, en sentido amplio, de gestión de información científica; en primer lugar, pone en cuestión varios aspectos del modelo hegemónico, como la privatización, comercialización y especulación de la información científica como mercancía; y en segundo lugar propone una manera distinta de administrar los recursos de información y de establecer redes sociocientíficas, bajo la lógica de la información/conocimiento como bienes comunes, con el objetivo de reivindicar el desarrollo de la ciencia local en favor de la sociedad, todo ello podría darse incluso desde un enfoque intercultural17. En resumen, podríamos decir que el OA y la cultura (digital) libre 15

A través de cierta universalidad (estandarización) pero que de acuerdo con Lévy (2007) no es totalitaria, pues no impone un sentido único. 16 De acuerdo con Boaventura de Sousa, el Sur “no es geográfico, sino metafórico: el Sur es antiimperial” (De Sousa, 2011, p. 16). Como contraparte estaría el Norte, que es igualmente metafórico y como tal está presente dentro del Sur, al igual que éste en aquel. 17 La interculturalidad significa -de manera simple- establecer puentes (diálogos) entre diferentes culturas en términos de equidad. De manera más profunda, “la interculturalidad señala y significa procesos de construcción de un conocimiento otro,

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forman parte de las epistemologías del Sur, cuyo elemento constitutivo es “la posibilidad de reconstruir, formular y legitimar alternativas para una sociedad más justa y libre” (Sousa, 2011, p. 14).

Experiencias OA en América Latina Esta región del mundo ha desarrollado sistemas complejos de información científica bajo el modelo OA. Dos de ellos nos parecen relevantes para entender el carácter emancipatorio del acceso abierto, se trata de SciELO y Redalyc. SciELO surgió en Brasil en 1998 por medio de una asociación entre la Fundación de Protección a la Investigación del Estado de Sao Paulo (FAPESP) y el Centro Latinoamericano y del Caribe de Información en Ciencias de la Salud (BIREME). Sus propósitos fundamentales fueron aumentar la visibilidad de la producción científica latinoamericana, construir un modelo de publicación electrónica y crear un mecanismo de evaluación que se ajustara a las necesidades de la región. Redalyc fue creado en 2003 por el grupo “Difusión y Divulgación de la Ciencia” de la Universidad Autónoma del Estado de México con la clara idea de dar visibilidad a la ciencia latinoamericana y fortalecer las redes sociocientíficas de los países en vías de desarrollo, precisamente para subsanar esa marginalidad en la que se encuentran respecto a la comunicación científica de corriente principal. Ambas hemerotecas digitales comparten características fundamentales, como ser de temática multidisciplinaria, de acceso abierto y ofrecer textos completos. Asimismo, poseen otros elementos comunes: a) Abarcan una región más amplia, que se extiende a Iberoamérica e incluso SciELO pretende ir mucho más allá con la incorporación de Sudáfrica a la red. b) Son más que bases de datos de revistas científicas, ya que se perfilan como sistemas de información más complejos, que incluyen otro tipo de funciones y servicios, tales como: modelos de evaluación, promoción de redes científicas, indicadores bibliométricos, etcétera. Estos recursos de información se han convertido en referentes de la ciencia y la bibliotecología de la región, a lo largo de estos años, han demostrado ser proyectos sólidos, comprometidos, ambiciosos y sostenibles. El éxito se debe a la coherencia (en forma y fondo) con el movimiento OA, bajo el esquema de subsidio gubernamental/institucional que de una práctica política otra, de un poder social (y estatal) otro, y de una sociedad otra” (Palermo, 2010, p. 84).

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demuestra su efectividad. Aunque estas iniciativas son similares, no son competencia porque no persiguen fines de lucro y porque al ser proyectos concebidos por grupos distintos (SciELO de ciencias de la salud y Redalyc de ciencias sociales) tienen particularidades que en todo caso benefician y enriquecen a las comunidades científicas. Finalmente, el potencial más grande de estos sistemas frente a los modelos hegemónicos radica en la construcción de indicadores bibliométricos, pues como vimos, en ellos se ha basado la dominación de Thomson Reuters, el cual por cierto ha volteado a ver el trabajo de SciELO y con quien incluso conjuntamente desarrolló el SciELO Citation Index que quedó integrado a la plataforma Web of Science. La idea es promover, visibilizar y dar credibilidad a las revistas latinoamericanas por medio de la vinculación con el índice bibliográfico y bibliométrico más importante del mundo. Esta acción-cooperación de SciELO con Thomson es un ejemplo de “hacer sistema”, de pasar incluso por los canales dominantes para hacerse presente la red18 de manera más significativa.

Corolario: ¿Hacia una bibliotecología del Sur? Desde el mundo periférico se ha construido una teoría social crítica respecto de la configuración epistémica de occidente. Dichas posturas han puesto en crisis un conjunto de interpretaciones consideradas eurocentristas en diversos campos de las ciencias sociales y las humanidades, y se ha cuestionado incluso la propia teoría crítica europea y las formas de hacer ciencia. Esto último ha despertado nuestro interés, pero más que en la construcción científica y el comportamiento de las comunidades de conocimiento, nos hemos enfocado en los aspectos hegemónicos de la diseminación de información científica. Hacemos hincapié en que la colonialidad del saber no sólo se impone en los discursos científicos, sino en la producción, acopio y diseminación de la información que emana de ellos, razón por la cual identificamos la necesidad de estudiar específicamente este terreno desde una mirada crítica hacia el modelo dominante de difusión científica y con la intención de señalar las propuestas que constituyen los esquemas alternativos. Las iniciativas OA que analizamos indican una nueva dinámica en las comunidades científicas, las cuales “tienen la posibilidad de desenvolverse en una variedad de campos, vincular las agrupaciones regionales de nuevas maneras, y reforzar la internacionalización de un nuevo polo científico en el mundo, que podría abrirse de forma autónoma con respecto a 18

Entendida de manera formal (Internet), de manera específica en las comunidades científicas mundiales.

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la ciencia 'principal'” (Guédon, 2011, p. 164). Ello puede interpretarse como una manera de descolonizar la ciencia y lo que ella comporta (comunicación, producción y difusión de información). El movimiento OA da pie a una nueva manera de gestionar la información, una más justa y equitativa. Por ello nos atrevemos a atisbar la idea de una bibliotecología del Sur, como esa manera alternativa de tratar la información (de muchos tipos y en muchos ámbitos) para que ésta sea apropiada por individuos y comunidades, y la cual acompañe a las epistemologías del Sur, las que -en tanto experiencias colectivas- producen información y conocimiento. En el ámbito científico hemos visto nacer un movimiento contrahegemónico, denominado OA, el cual ha sido posible gracias a la tecnología digital, que permite un almacenamiento y flujo mayor de información al tiempo que reduce costos, lo que -de alguna manera- provoca una considerable democratización informativa. Se trata de un activismo muy particular pues la lucha se da al interior de un espacio que no había tenido una resistencia estructurada bajo principios radicalmente diferentes al esquema hegemónico. La contraparte a éste ha sido producto -por supuesto- de la voluntad de los científicos subalternos del mundo, comprometidos con la causa, pero no habría sido operable sin las posibilidades de subvertir el poder que ofrece Internet como plataforma horizontal, descentralizada, global, libre y no controlable (Castells, 2003, p. 8). Gracias a estas cualidades de la red el movimiento OA no sólo se pudo poner en marcha sino que se ha replicado de manera rápida y multifacética a lo largo y ancho del planeta, lo que ha dado vida a iniciativas y experiencias de gran envergadura en razón de que han puesto en cuestionamiento serio el modelo hegemónico de difusión de información científica en términos económicos, políticos y sociales. Ello inevitablemente invita a un posicionamiento de los académicos que se consideran críticos al poder, porque éste, está en todas partes, pero es necesario empezar por casa, o sea, por el campo científico.

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