\"Cuevas y poblados entre el Calcolítico y el Bronce Antiguo en el piedemonte de Segovia\". (2014)

July 7, 2017 | Autor: J. Quintana López | Categoría: Edad Del Bronce, Calcolítico
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Descripción

CUEVAS Y POBLADOS ENTRE EL CALCOLÍTICO Y EL BRONCE ANTIGUO EN EL PIEDEMONTE DE SEGOVIA CAVES AND SETTLEMENTS BETWEEN COPPER AGE AND ANCIENT BRONZE ON THE FOOTHILLS OF THE GUADARRAMA MOUNTAINS (SEGOVIA) Soledad Estremera Portela y Javier Quintana López Alacet Arqueólogos, S. L. [email protected]

Resumen: Los trabajos de prospección en el piedemonte de la Sierra de Guadarrama han permitido caracterizar el modelo de poblamiento en este territorio durante el Bronce Antiguo, que se define por su diversidad y por el importante papel que desempeñaron las cuevas en la vida de estas comunidades de pastores itinerantes. Palabras clave: Prospección, piedemonte, poblamiento, Bronce Antiguo, cuevas. Abstract: The archaeological exploration on the foothills of the Guadarrama Mountains has allowed to characterize the settlement pattern in this territory during the Ancient Bronze Age, which is defined by its diversity and by the important role that the caves played in the life of these communities of nomadic shepherds. Keywords: Archaeological exploration, foothills, settlement pattern, Ancient Bronze Age, caves.

La feliz coincidencia de tres proyectos apoyados, cuando no directamente promovidos, por la administración autonómica1, y nuestra inquietud personal por la Prehistoria reciente segoviana ha centrado nuestras investigaciones del último lustro en el Bronce Antiguo provincial. Así, estamos embarcados en la actualidad en el estudio y publicación de la secuencia de la Edad de los Metales de La Vaquera que, veinte años después de su excavación, permanece aún inédita. Por otra parte, en 2008 y 2010 realizamos dos campañas de excavación en el poblado exterior de Fuente Buena, y un año después redactamos un proyecto de investigación del yacimiento en cueva y sus manifestaciones de arte esquemático que, a día de hoy, está a la espera de tiempos mejores. Finalmente, con la intención de contextualizar en su marco espacial y cronocultural la magnífica información proporcionada tanto por La Vaquera como por Fuente Buena, a finales de 2011 abordamos la revisión crítica del Inventario Arqueológico Provincial y la prospección de las estaciones atribuidas al Bronce Antiguo en el sector del piedemonte. Los resultados preliminares de este último proyecto son los que exponemos en este trabajo, que no pretende hacer un análisis exhaustivo, sino esbozar cuáles son las pautas de poblamiento adoptadas por los grupos de agricultores y pastores que hollaron estas estribaciones serranas.

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. Todos los proyectos han sido financiados por la Dirección General de Patrimonio Cultural de Castilla y León. Queremos mostrar nuestro agradecimiento a Jesús del Val Recio, Jefe del Servicio de Planificación y Estudios de la Consejería de Cultura, por su apoyo.

SgH 1, 2014: 63-76.

ISSN: 2341-1341

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1. EL PIEDEMONTE DE SEGOVIA El piedemonte enlaza los dos grandes conjuntos de la Sierra y la Meseta y se inserta en la unidad morfoestructural de los Bloques Medios y Bajos del Sistema Central, que se extiende en dirección noreste desde el extremo meridional de la provincia. De origen tectónico, la zona se vio afectada por la orogenia hercínica y alpina, la última de las cuales provocó la fracturación en bloques del zócalo, así como la adaptación al mismo de la cobertera sedimentaria mediante pliegues o grandes fallas inclinadas hacia el Noroeste. Estas últimas han sido aprovechadas por la red hidrográfica2, que ha generado valles con perfil en “V” y vertientes muy irregulares sobre granitos y gneis, mientras que sobre las calizas crea amplios cursos o bien, si éstas alcanzan mayor espesor, forma hoces y cañones con abundantes fenómenos kársticos3. De forma más concreta, la rampa segoviana de la Sierra de Guadarrama se caracteriza por ser una ladera estrecha, de pendiente acusada y regular, que enlaza con el relieve ondulado de entre 1.000 y 1.200 m de altitud que se extiende desde Ayllón en el Noreste hasta Villacastín en el Suroeste y en el que se distinguen dos unidades naturales: el piedemonte silíceo y el calcáreo. El primero es el más extenso e incluye la zona de Ayllón, de Villacastín, el extremo oriental de Somosierra, el piedemonte de Segovia y el de Pedraza; ofrece una vegetación potencial diversa: robledales en las cotas más altas, encinares y matorral de jaras, brezos y retama en las más bajas. En el calcáreo se distingue, por un lado, la banda que va desde Vegas de Matute hasta Torreiglesias y, por otro, el sector calizo de Pedraza. Aquí, la vegetación potencial está integrada por la sabina albar, el enebro y el quejigo, además del matorral espinoso de genistas y cambrones4. Este paisaje natural, en la actualidad bastante transformado por la actividad humana, ha condicionado el aprovechamiento tradicionalmente ganadero y forestal.

2. LOS YACIMIENTOS Y EL MODELO DE POBLAMIENTO Los trabajos de caracterización del Bronce Antiguo en el piedemonte de la provincia de Segovia, encargados por la Dirección General de Patrimonio Cultural, fueron realizados en otoño de 2011 y consistieron en la revisión crítica del Inventario Arqueológico en busca de aquellos yacimientos y hallazgos aislados del Bronce inicial catalogados en los municipios cuyo territorio o parte de él conforma esta unidad o su transición a la campiña. El resultado de esta consulta, que fue acompañada del análisis de unos cuantos lotes de cultura material depositados en el Museo de Segovia, deparó alrededor de una veintena de enclaves cuya atribución a la Edad del Cobre y/o al Bronce Antiguo era segura o al menos ofrecía indicios que merecían ser comprobados en el campo. Por ello, la segunda fase del proyecto consistió en la prospección arqueológica intensiva de esos yacimientos. Tras las labores de campo, la nómina de estaciones atribuidas al primer Bronce en la rampa segoviana, ya de por sí escasa, se redujo sensiblemente, pero en contrapartida aumentó nuestra certidumbre sobre la atribución cronocultural de algunas, lo que nos ha permitido abordar una primera aproximación al tipo de emplazamientos elegidos y al modo de distribución del poblamiento en este espacio. Hemos de aclarar que, además de con los datos de prospección, contábamos con la información de las excavaciones realizadas en seis de estos yacimientos y a partir de la cual podemos plantear algunas consideraciones sobre la articulación interna de estos asentamientos y su funcionalidad. Antes de exponer esas reflexiones queremos insistir en la dificultad que supone tratar con un corpus tan escaso, en concreto dieciocho estaciones entre aquellas de atribución segura y las 2

. Tejero 1988: 29-36. . Martínez1977: 16-18. 4 . Tejero 1988: 56-60. 3

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que cuentan con un alto grado de posibilidad, repartidas en un territorio tan amplio. Ello se debe sin duda a que la cultura material de esta etapa suele pasar bastante desapercibida, dificultad con la que también se han topado otros investigadores en ámbitos cercanos, como el abulense Valle Amblés, donde de sesenta y dos yacimientos calcolíticos se pasa a siete en el Bronce Antiguo5, o en la Ribera del Duero vallisoletana, que experimenta una merma en similar proporción6. La conclusión de esa aparente invisibilidad del registro, con la que también nos hemos encontrado en nuestro trabajo y que se refleja en aquellos yacimientos que han quedado en el cajón de la atribución posible, es que deben existir más enclaves de los considerados, lo que dificulta sobremanera establecer análisis en función de la jerarquía/dependencia o de complementariedad estacional o funcional entre unas y otras estaciones, o de simple densidad de ocupación. A continuación presentamos una tabla con los datos básicos de esos dieciocho yacimientos que podemos atribuir, con diverso grado de certidumbre, al periodo considerado:

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. Fabián 2006: 513-519. . Rodríguez Marcos 2008: 409-415.

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Como vemos, cuatro de ellos son cuevas, y de ellas tres, La Vaquera, Los Enebralejos y Fuente Buena, han sido objeto de trabajos de excavación, si bien en el último caso la intervención arqueológica sólo ha afectado de momento al yacimiento exterior. Las dos primeras tienen en común que cuentan con ocupación Calcolítica y del Bronce Antiguo, una utilización funeraria posiblemente vinculada al arte esquemático representado en sus paredes y un yacimiento de habitación que parece distribuirse entre el exterior y las zonas de ambas cavidades más próximas a la boca. Poblado externo y representaciones artísticas también se dan en el caso de Fuente Buena, aunque aquí todavía queda por demostrar la existencia de enterramientos en las galerías interiores, algo más que probable, así como un posible arranque de la ocupación en la Edad del Cobre. La última de las cuevas, la de La Arena, situada en el cañón del Pirón, a corta distancia de La Vaquera, también ofrece un panel con grabados esquemáticos, lo que tal vez podría indicar un uso funerario-simbólico, pero no habitacional por las propias dimensiones de la gruta. Desde las dos últimas décadas del siglo pasado, buena parte de la investigación prehistórica en la provincia de Segovia se ha centrado en estas cavidades, que han brindado en todos los casos un magnífico registro arqueológico a partir del cual se ha abordado la evolución de los grupos humanos en el piedemonte entre el Neolítico y la Edad del Bronce. Conocida desde los años treinta del siglo XX, la cueva de Los Enebralejos fue objeto de excavaciones incontroladas y de algunos trabajos desde la década de los sesenta que dieron a conocer noticias fragmentarias sobre el yacimiento exterior, la utilización funeraria de la cueva y sus grabados esquemáticos. Sin embargo, hubo que esperar hasta mediados de los ochenta para que una excavación científica contextualizara esos hallazgos y describiera la secuencia del yacimiento. En las dos salas sondeadas se identificaron tres niveles, el dos y el tres de la sala II datados por radiocarbono en 3800±60 B.P. y 4070±60 B.P., asociado el primero de ellos a algunos fragmentos cerámicos decorados con cordones y a una punta de flecha sobre asta. Los niveles de la otra sala no están fechados, pero destacan por la presencia de enterramientos acompañados de ce-

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Fig. 1. Localización en la provincia de Segovia de los yacimientos citados en el texto.

rámicas lisas de perfil simple. Si bien una parte significativa de la colección cerámica y lítica, junto con la fecha más antigua, permite defender una atribución calcolítica, la presencia de un conjunto de vasos de perfil sinuoso, con decoraciones plásticas e impresiones digitales, prueban la continuidad del yacimiento en el Bronce Antiguo, en coherencia con la datación más reciente7. Tras una primera intervención dirigida por A. Zamora8, a comienzos de los noventa se excavó un sondeo de comprobación en la sala de entrada de la galería principal de la Cueva de La Vaquera, en Torreiglesias, que permitió documentar una compleja secuencia que se extendía desde el Neolítico hasta los últimos compases de la Edad del Hierro. El Bronce Antiguo de La Vaquera está representado por un importante depósito estratigráfico definido por varios niveles de ocupación en los que se excavaron numerosos silos subterráneos, que en algún caso contenían restos de serones de fibra vegetal, y en el más reciente de los cuales se levantó una estructura de bloques calizos trabados con argamasa de arcilla adosada a la pared oriental de la sala9. Este elemento constructivo, que conservaba un alzado de poco más de medio metro, se suma a otros restos similares documentados en el interior de la cavidad y respondería a la necesidad de compartimentar el espacio de la galería, puesto que en estos momentos la gruta, cuyas paredes muestran representaciones de arte esquemático como las de Los Enebralejos, La Arena y Fuente Buena, parece funcionar al mismo tiempo como lugar doméstico y de habitación, quizás con carácter estacional, y como necrópolis10. De la cultura material de estos niveles destaca una magnífica colección cerámica con cuencos hemisféricos, cazuelas de carena media, vasos globulares con cuello corto y borde exvasado, 7

. Municio y Piñón 1990: 58-59. . Zamora 1976. 9 . Estremera 2003: 40-41, fig. 8. 10 . Ibidem: 43-44. 8

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así como recipientes decorados con gruesos cordones digitados y mamelones que, sin lugar a dudas, remiten al conocido horizonte Parpantique, además de una industria lítica sobre lasca con importante representación de los dientes de hoz y un utillaje de hueso con punzones sobre metápodos de oveja, puntas de flecha, botones, etc11. El yacimiento de Fuente Buena, en Matabuena, es el que se ha sumado en fecha más reciente a la investigación sobre la Edad del Bronce en la provincia. Está integrado por un poblado exterior con importantes restos estructurales y una cavidad cuyas paredes están completamente cubiertas por manifestaciones de arte esquemático y en cuyo suelo abundan las cerámicas con decoraciones digitadas y plásticas. Los trabajos de excavación, desarrollados en 2008 y 2010 y financiados por la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Junta de Castilla y León, se han centrado en el yacimiento exterior y han sacado a la luz un espacio habitacional que se extendería aproximadamente por unos 550 m2 de la plataforma situada delante de la boca y que estaría organizado a partir de un muro de gran porte, de casi un metro de anchura, construido con lajas calizas.

Fig. 2. Materiales arqueológicos recuperados en los niveles del Bronce Antiguo de la sala A de La Vaquera (dibujos de A. Rodríguez). 11

. En la actualidad estamos preparando una monografía sobre los niveles del Calcolítico y la Edad del Bronce de La Vaquera, por encargo de la Junta de Castilla y León.

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La entidad de este lienzo unida a la diferente estratificación a uno y otro lado del mismo sugiere que podría tratarse de un paramento delimitador del poblado, que a su vez podría haber servido de muro de contención de tierras o soporte para otras estructuras como las que parece que se levantaron al interior de este espacio. Sea cual sea su funcionalidad, se trata de un elemento estructural cuya construcción habría requerido una considerable inversión de fuerza de trabajo y que, por lo tanto, refleja una voluntad de permanencia y una relativa estabilidad en el hábitat12. Los materiales arqueológicos recuperados son los característicos del Bronce Antiguo de esta zona del reborde montañoso del Sistema Central: recipientes cerámicos de formas simples, mayoritariamente de tendencia globular, cuencos hemisféricos, vasos de perfil en “S” con carenas medias y bajas y decoraciones de cordones digitados e impresiones o ungulaciones sobre los labios de los borFig. 3. Cerámica e industria ósea procedente del yacimiento exdes. Apenas se ha recogido industerior de Fuente Buena (dibujos de A. Estremera y J. Quintana). tria lítica, aunque sí destacan algunas piezas metálicas y óseas. Un factor común a estos yacimientos en cueva se refiere a su ubicación, pues se localizan en lugares con fácil acceso al agua, bien porque a sus pies pasa un río, como en La Vaquera o en La Arena, o porque se encuentran en la cabecera del nacimiento de arroyos o en las proximidades de su curso, como sucede con las de Fuente Buena y Los Enebralejos. Esta cercanía a los recursos hídricos se traduce también en su acceso a tierras potencialmente cultivables o aptas para el apacentamiento de ganados en la inmediata vecindad del hábitat. Carecen de cualquier preocupación defensiva, pues el muro localizado al exterior de la boca de Fuente Buena más parece servir como encerradero de ganado o para delimitar el poblado o diferenciar áreas de actividad dentro del mismo que como una verdadera cerca13 y similar función debieron de cumplir los restos estructurales documentados en La Vaquera, que sin duda compartimentaron espacios funcionales en el interior de la galería14. Esta predilección por los asentamientos en cueva o “con cueva”, pues no hay que olvidar los poblados exteriores, no es privativa de Segovia, ya que repite un esquema conocido para el

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. Alacet 2010: 83-84. . Ibidem: 83-84. 14 . Estremera 2003: 43-44. 13

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Bronce Antiguo en la Meseta e incluso en otras regiones de la Península15. Para Samaniego obedece a una ocupación del territorio más diversificada que la de la etapa anterior, pues está condicionada por aspectos rituales funerarios y simbólicos –de ahí la recurrencia al arte esquemático- y deriva de una intensificación en la explotación de los recursos de las zonas serranas y de un proceso de cambio en la estrategia del hábitat por razones culturales o bioclimáticas16. Este último aspecto nos lleva a considerar los estudios paleoambientales realizados a partir de muestras de pólenes en yacimientos de Soria, Burgos y Ávila, que parecen demostrar la incidencia que tuvo el paso en el Suboreal a una fase más seca que la precedente, reflejada en el territorio abulense en el abandono de los asentamientos calcolíticos de valle17. En general, en la Meseta este paso se traduce en la disminución del número de yacimientos y en el cambio de localización. En provincias como Ávila, Salamanca o Valladolid se asiste a un decaimiento de los sitios de fondo de valle en favor de los cerros cónicos o de espigones bien diferenciados que tienen un buen control sobre las tierras bajas. Como hemos visto, en aquellas otras zonas donde la geología permite la existencia de cuevas, como en Soria o Segovia, ese modelo se combina con el uso de las cavidades con fines logísticos, habitacionales y simbólico-funerarios. En nuestro territorio ese cambio en la estrategia del poblamiento a favor de los emplazamientos destacados, dominantes respecto al entorno, se comprueba en cinco de los yacimientos identificados. En algunos casos estamos ante auténticos castros, como sucede con el de Ladera del Macareno, en un espigón de páramo colgado sobre el valle del río San Juan y diferenciado por fuertes pendientes en tres de sus lados y por un estrecho istmo en el restante, y lo mismo sucede con el Muro de los Siete Dobleces, en otro escarpado espigón sobre el río Viejo con clara vocación defensiva. El primero tiene una atribución segura dentro del Calcolítico y posible, merced a un diente de hoz, en el Bronce Antiguo, lo que hablaría de una continuidad en la ocupación. Algo parecido podría suceder en el segundo, que ofrece una dilatada secuencia de ocupación prehistórica y después en época tardorromana, bajomedieval y moderna. Lo más significativo de este enclave es el muro de cierre, de unos 100 m de longitud por 8 m de anchura, que conserva en la zona de acceso desde la campiña. La industria lítica recuperada permite defender una atribución antigua dentro de la Prehistoria reciente, aunque no hay argumentos claros para definirla dentro del amplio espectro que va del Calcolítico al Bronce Medio18. Los otros tres yacimientos tienen emplazamientos algo menos espectaculares, pero siempre en alto, dominando valles o tierras más bajas, y con la diferencia de una mayor cercanía con tierras agrícolas, aunque están lejos de buscar su inmediata vecindad o la de los cursos de agua. El de Las Zumaqueras se ubica en una meseta calcárea diferenciada al Sur por el encajado valle del Eresma en el punto de desagüe del Ciguiñuela y al Este y Oeste por sendas vallonadas de laderas pronunciadas. Este enclave, afectado por el desarrollo urbano de la ciudad de Segovia, fue objeto entre 2007 y 2008 de una extensa excavación arqueológica que desveló una secuencia con continuidad entre el Calcolítico y el Bronce Antiguo. La intervención puso al descubierto más de novecientas estructuras negativas entre silos, cubetas de hogar, depósitos funerarios, pozos de extracción de materias primas, además de dos fondos de cabaña. Entre la colección cerámica, mayoritariamente lisa y reductora, destacan los cuencos hemisféricos, los vasos de carenas altas y medias, y los perfiles troncocónicos. Estas formas junto con las decoraciones, poco abundantes, de mamelones, zig-zag y triángulos incisos, espigas, etc. remiten al Bronce Inicial-Bronce Medio, sin descartar que la cronología pueda retrotraerse a la Edad del Cobre, pues uno de los enterramientos ha sido datado por C14 en 3650 B.P., mientras que las otras dos inhumaciones se sitúan entre el 3365 B.P. y 3260 B.P.19. También parece que fue de considerable extensión el yacimiento localizado en el Cerro

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. Samaniego et alii 2001: 97-98. . Samaniego 1999: 48. 17 . López et alii 2005; Fabián et alii 2006; Fabián 2006: 516-517. 18 . Alacet 2011: 21-22. 19 . Martín et alii 2010: 255-256. 16

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Casillas, en la plataforma de la ladera oeste de un amplio alto en el interfluvio entre el río San Juan o Prádena y el Caslilla. De las excavaciones antiguas, mal documentadas y centradas en la ocupación visigoda20, contamos con algunas piezas que remiten al Calcolítico. Sin embargo, en nuestra prospección hallamos un pequeño diente de hoz y una lasca denticulada que, aun con dudas, pueden apuntar también a esa posible continuidad en los momentos iniciales del Bronce. Y semejante situación, la de la atribución segura calcolítica y posible Bronce Antiguo a partir de las características de la colección lítica y de un vaso de gran tamaño de perfil carenado y un borde con digitaciones sobre el labio, se repite en el yacimiento de La Lastra Blanca, en Torreiglesias, situado en un reborde a media ladera de la paramera que domina el valle del río Viejo, aunque en este caso se trata de una estación de reducidas dimensiones. Si hay una pauta común en estos yacimientos en alto es que todos ellos son calcolíticos con seguridad y que presentan tímidos rastros de pervivencia en el Bronce, cuestión que resulta difícil de interpretar. Pudiera sugerir que se abandonan tempranamente dentro del Bronce inicial, pero también, como creemos más probable, que es la ya señalada indiferenciación de su cultura material lo que hace difícil vislumbrarla. Si llega a demostrarse esta insinuada continuidad de ocupación estamos ante una novedad respecto al panorama conocido en la Meseta, pues, por ejemplo, en la vecina provincia de Ávila lo que se produce es una drástica sustitución de un modelo de poblamiento por otro, lo que se relaciona, además de con el cambio climático o junto a este factor, con el establecimiento de jerarquías sociales mucho más marcadas y de base ganadera21. Otro aspecto en el que se separa el modelo de poblamiento observado en Segovia respecto al abulense y el soriano, pero que lo acerca más al de Valladolid y Burgos, es el hecho de que no son pocos los yacimientos localizados en valles, muy cerca de los cursos de agua, normalmente sobre las primeras terrazas o pequeñas lomas que dejan el lugar a salvo de inundaciones. En con-

Fig. 4. Área de excavación al exterior de la boca de la cueva de Fuente Buena con el posible muro delimitador del poblado (Alacet 2010). 20 21

. Molinero 1955. . Fabián 2006: 516-519.

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creto son nueve los que responden a este esquema, aunque de momento vamos a dejar fuera dos de ellos, los del municipio de Turégano (Las Negrillas-Caño del Obispo y Cuesta del Barrio), por pertenecer al dominio de campiña y cuya justificación para incluirlos en este trabajo exponemos más adelante. De esos siete yacimientos dos han sido en parte excavados, los de La Peña del Gato y El Álamo, ubicados en los dos extremos de la provincia, Ayllón y Villacastín, y responden al modelo de campo de hoyos con evidencias de la práctica de la agricultura –molinos, dientes de hoz, silos, etc.- y la ganadería. El primero se localiza sobre la primera terraza de la margen derecha del río Aguisejo, en un sector diferenciado a Norte y Sur por sendas escorrentías, pero sin ninguna preocupación defensiva. El yacimiento fue objeto de una intervención arqueológica de urgencia en 2008 con motivo del desarrollo de un sector urbanizable en la localidad de Ayllón. La excavación permitió documentar un centenar de hoyos, uno de los cuales contenía restos humanos, cuyos materiales remiten en su totalidad al Bronce Inicial22. Este mismo modelo sobre una terraza amesetada se repite en Zamarramala, en el asentamiento de La Mesa, que, rodeado por un foso23, presenta ocupación segura durante el Calcolítico y posible en el Bronce Antiguo a partir de alguna pieza carenada y un tiesto con decoración de mamelones. En la suave ladera que enlaza la paramera con el valle del Eresma, sobre un pequeño rellano, está el otro yacimiento de esta última localidad, el de La Pinilla, casi enfrente del anterior al otro lado del río, de mucha menor extensión y también con esa atribución segura del Calcolítico y posible del Bronce Antiguo en virtud de un fragmento con carena media y otro con una digitación24. Otro yacimiento en la parte alta de una tendida ladera y con buen dominio de la confluencia del arroyo Canalón en el Aguisejo es el de Los Cerrillos, en Ayllón, con atribuciones seguras en el Calcolítico y el Bronce Antiguo. Similar es la ubicación de la estación de El Cercón, en Cubillo, sobre el arroyo de La Malilla, aunque en este caso al encontrarse en una zona urbanizada o con baldíos su definición espacial es difícil. También responden a este modelo el yacimiento de Rodeo, en la suave caída hacia un arroyo, en un entorno de tierras cultivables, y el otro de los yacimientos excavados, el del Álamo, en la ladera que lleva al río Cardeña, en término de Villacastín. Este enclave fue descubierto durante las labores de vigilancia arqueológica de las obras de construcción de la autopista AP-51, lo que motivó una excavación de urgencia realizada en el año 2001. La intervención sacó a la luz hoyos de poste y un total de 150 silos subterráneos, de los cuales apenas medio centenar contenían restos arqueológicos: cerámica lisa modelada a mano y varias lascas en sílex y cuarcita. Debido a lo anodino de la cultura material, la atribución al Bronce Antiguo se realizó gracias a una datación absoluta que arrojó una fecha de 3375±272 B.P.25. Éste de El Álamo es un claro ejemplo de yacimiento con cerámicas sin rasgos tipológicos claros y cuyo único argumento para llevarlo a la Edad del Bronce, al margen claro está de esa fecha analítica, es un denticulado de hoz en sílex, circunstancia que, como ya hemos comentado, puede repetirse en muchas estaciones segovianas que en prospección no han proporcionado datos de filiación cultural claros dentro de la Prehistoria reciente. Como vemos, aunque en menor medida que en el caso anterior, también en algunos de estos asentamientos de fondo de valle observamos esa continuidad entre el Calcolítico y el Bronce que, por lo que vamos repasando, parece uno de los rasgos singulares de esta zona de la provincia. Hemos incluido en un apartado singular los dos yacimientos del municipio de Turégano, incorporado a este estudio al objeto de comparar lo que sucede en la orla del piedemonte con la campiña sedimentaria y elegido entre otros posibles porque parte de su conexión con la rampa se hace a través del término de Torreiglesias, bien prospectado en el transcurso de las campañas del Inventario Arqueológico Provincial, con un yacimiento excavado, La Vaquera, que conocemos a fondo, y donde además realizamos hace ya algún tiempo un trabajo de prospección a lo largo de 22

. Strato 2008. . Santiago y Martínez 2010: 147. 24 . Alacet 2011: 16-18. 25 . Strato 2001. 26 . Estos trabajos de prospección fueron realizados en el año 2000 gracias a una beca postdoctoral que Caja Segovia concedió a uno de los autores de este trabajo. 23

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los cañones que aquí describen los ríos Pirón y Viejo26. En Turégano son dos las estaciones atribuidas al Bronce Antiguo, ambas en la inmediata vecindad de arroyos secundarios y sobre leves alomamientos, uno de ellos sin compartir la atribución con ninguna más dentro de la Prehistoria, es el caso de Las Negrillas-Caño del Obispo, y el otro en compañía de un fragmento de campaniforme marítimo, lo que puede ser una nueva prueba de continuidad, aunque en este caso con la particularidad que introduce el mundo campaniforme. Es decir, en la zona de ingreso en la campiña de los ríos que pasan por el piedemonte los yacimientos se acogen a ese modelo de asentamiento sin preocupaciones defensivas en zonas potencialmente agrícolas y siempre en la cercanía de cursos de agua. La pregunta de si estamos ante el correlato invernal de las mismas gentes que ocupan cuevas o cerros destacados remontando los valles hacia el Sur es casi obligada. Pero se nos antoja que su respuesta pasa por un trabajo de prospección sistemático a lo largo de uno de esos corredores y también con la excavación de alguno de estos yacimientos para comprobar si esta hipótesis de movilidad y hábitat estacionales presenta pruebas analíticas.

3. CONSIDERACIONES FINALES De lo expuesto hasta ahora y a pesar de lo reducido del corpus de yacimientos con el que contamos, sí podemos extraer unas primeras conclusiones sobre las pautas del poblamiento en los compases iniciales del Bronce en esta zona de la provincia de Segovia. A partir de los datos de prospección se vislumbra una tendencia a seguir los corredores labrados por la red hídrica en sentido sureste-noroeste. Este patrón poblacional encontraría su explicación en un sistema de economía agropastoril de subsistencia, donde existen unas rutas naturales marcadas por los cursos fluviales que comunican las campiñas con los pastos de las estribaciones de la Sierra y que son frecuentadas de forma recurrente por los grupos itinerantes de pastores y sus rebaños. Este sería el caso de los valles de los ríos Eresma, Pirón, San Juan y Aguisejo, y de algunos de sus tributarios, que funcionarían como “corredores” desde el Neolítico, pero que con la intensificación de la economía productora se convierten en territorios estratégicos. Por otro lado, parece evidente que en la rampa de la sierra segoviana el poblamiento se acoge a tres modelos. Desde el Neolítico pervive el de cueva, en casi todos los casos con poblado exterior y uso doméstico y/o funerario del espacio troglodita, y siempre con manifestaciones esquemáticas que delatan el significado simbólico que estos lugares tuvieron en el contexto ideológico de las primeras comunidades metalúrgicas. El segundo es el asentamiento en una posición topográfica destacada, con clara vocación de control y dominio visual del territorio susceptible de explotación económica, que quizás también pudo tener en determinados momentos un carácter defensivo. Y, por último, el yacimiento en llano en los fondos de valles con orientación agrícola y en el que prima la cercanía a un curso de agua y a las tierras de cultivo. En los tres patrones encontramos casos de continuidad entre la Edad del Cobre y el Bronce Antiguo, aunque en general es el primero de estos horizontes el que mejor se comprueba en los conjuntos materiales, pero ello es debido, creemos, a las propias características del bagaje cerámico del Bronce inicial. Esta pauta resulta novedosa en el panorama de la transición del Calcolítico al Bronce en otras zonas de la Meseta, donde se aboga por una radical sustitución del modelo de ocupación. Esta variedad en la elección de los emplazamientos, que también ha sido contrastada en el valle medio del Duero, ¿significa que existen determinadas pautas en la organización espacial de las comunidades del primer Bronce en función quizás de ese carácter de caminos naturales de los valles de ríos y arroyos? ¿Son esos asentamientos en alto la expresión de cierta jerarquización de la red de poblamiento y, por tanto, actuaron como lugares centrales de unos territorios más amplios? Justo es reconocer que a la luz de los datos con los que en la actualidad contamos estas son cuestiones sobre las que no estamos en disposición de ofrecer una respuesta rotunda. Sin embargo, parece claro que en la zona de estudio asistimos a una reducción del número de yacimientos del Bronce Antiguo en relación a la fase precedente y que estos tienden a concentrarse en los lugares

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de acceso a los pastos del reborde montañoso, situación contrastada en otras zonas de la Meseta y que podría explicarse por la crisis de muchos asentamientos de orientación agrícola surgidos desde finales del Neolítico, que son sustituidos por los poblados de los más exitosos pastores, mejor adaptados a las condiciones medioambientales que brinda el pie de la sierra27. Por otra parte, a favor de la tendencia hacia una cierta jerarquización hablaría el hecho de que varios de esos núcleos en alto prolongan su trayectoria hasta bien avanzada la Edad del Bronce, es el caso de Las Zumaqueras y quizás del Muro de los Siete Dobleces. Más argumentos tenemos para defender el importante papel que desempeñaron las cuevas de estas estribaciones serranas para estos grupos de ganaderos itinerantes, que las utilizaron como marcadores territoriales, lugares de habitación y estabulación de ganado, cementerios y santuarios, estableciendo así una convivencia natural entre la vida cotidiana y el mundo simbólico-trascendente. Al menos desde la Edad del Cobre está constatada la práctica de la inhumación colectiva en las cuevas segovianas, que se convierten así en el alter ego de los megalitos y los sepulcros colectivos que desde fines del Neolítico se erigieron en otros ámbitos de la Meseta y cuyo uso perdura en muchos casos hasta avanzado el Bronce. Esta continuidad se advierte en la galería superior de La Vaquera, donde los dispersos restos óseos de la necrópolis, lamentablemente saqueada, se mezclan con algunos tiestos cerámicos que ofrecen las características decoraciones del horizonte Parpantique. Nos preguntamos, por otra parte, si el ritual funerario fue el mismo para todos los miembros del grupo, pues la documentación de un enterramiento campaniforme en la sala A28 nos permite sugerir que algunos personajes socialmente relevantes pudieron optar por una inhumación individual acompañados de ostentosos ajuares en un espacio diferenciado dentro de la misma cueva y segregados del lugar funerario comunitario. En cualquier caso, no parece que las recónditas y oscuras galerías de estas grutas fueran exclusivamente santuarios para los muertos. Las manifestaciones esquemáticas –pintadas y, sobre todo, grabadas- que cubren las paredes y techos de estas cavidades y que repiten de forma sistemática zig-zags, parrillas, marañas, tectiformes y motivos antropomorfos, producto quizás de estados alterados de conciencia por el consumo de drogas, parecen tener más significados además del de acotar y señalizar el espacio sepulcral. En este sentido, el estudio de las cuevas con arte esquemático de la provincia de Soria ha permitido plantear diversas hipótesis en función de la situación y las características de cada lugar29. Algunas serían hitos territoriales de carácter logístico dentro de las rutas naturales recorridas por grupos que practican una economía pastoril. Creemos que este podría ser el caso de la cueva de La Arena, una pequeña gruta con un panel esquemático que controla el acceso al encajado valle del Pirón. Otras como Los Enebralejos y La Vaquera, serían lugares destinados a servir de tumba a los miembros de uno o varios grupos que reivindican así su herencia cultural y sus derechos sobre los recursos de un territorio. Por último, existirían espacios consagrados como la propia cueva de La Vaquera, en cuya galería inferior se halló un depósito votivo de dos espiraliformes de plata destinado quizás a ganarse el favor de unas divinidades naturales que habitaban este espacio hipogeo30, y la cueva de Fuente Buena, donde la extensión, abigarramiento y complejidad del programa artístico revelaría la celebración de forma periódica de “acontecimientos simbólicos de orden metafórico existencial y universal”31, es decir, rituales de culto a los antepasados, de comunión con la naturaleza, ritos de iniciación o de paso, y ceremonias de refuerzo de la identidad intergrupal que implicarían a más de un grupo y que constituirían además una magnífica oportunidad para estrechar lazos entre vecinos, solucionar conflictos y establecer alianzas, formar nuevas familias e intercambiar bienes e información.

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. Samaniego et alii 1999: 64. . Zamora 1976: 13-15. 29 . Samaniego 1999: 67. 30 . Delibes y Val 2005-2006: 309. 31 . Samaniego 1999: 67. 28

S. Estremera Portela y J. Quintana López

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Fig. 5. Grabados esquemáticos de las cuevas de La Vaquera (superior) y Fuente Buena (inferior). (Fotos: J. C. Iglesias y Alacet).

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