Cueva de Biniedrís: una historia por contar

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Descripción

Cueva de Biniedrís: una historia por contar

Eva Alarcón García, Auxilio Moreno Onorato, Luis Arboledas Martínez, Adrián Mora González, Marta Díaz-Zorita y Margarita Orfila Pons

Resumen: La cueva de Biniedrís junto a la cueva de Mussol, Càrritx y Pas conforma unos registros arqueológicos de excepcional valía para la reconstrucción de la identidad social de la isla de Menorca. Todas ellas comparten una misma función, unos restos de cultura material y un excelente grado de conservación. En las siguientes páginas nos acercaremos a la primera de las cuevas mencionadas, Biniedrís, ya que es la última de las cuales que está siendo objeto de un proyecto de investigación financiado por la Fundació Rubió i Tudurí de la isla de Menorca. Palabras clave: excavación arqueológica, cueva de Biniedrís, muerte, identidad, restos humanos, cerámica, objetos de hueso y metal. Abstract: Biniedrís cave with cave Mussol, Càrritx and Pas forms an archaeological record of exceptional worth for the reconstruction of the social identity of the island of Menorca Rev. de Menorca. Tom 95. 157-184. ISSN: 0211-4550

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They all share the same function, the remains of material culture and an excellent degree of conservation. In the following pages we will approach the first of the caves mentioned, Biniedrís as it is the latest of which is the subject of a research project funded by the Fundació Rubió i Tudurí of the island of Menorca. Key Word: archaeological excavation, Biniedrís cove, dead, identity, human remains pottery, bone object and metal object. 1. INTRODUCCIÓN Entre los elementos singulares del paisaje de la isla de Menorca destacan las cavidades naturales y, entre ellas, las cuevas que en la antigüedad fueron testigos de excepción de la realización de unas prácticas sociales, rituales y simbólicas muy determinadas. Un ejemplo excepcional es la zona funeraria prehistórica de Calescoves, en el término municipal de Alaior, objeto de excavaciones e investigaciones arqueológicas desde los años 60 del pasado siglo (Veny 1982), y de la que en la actualidad se conoce un centenar de cuevas, entre las que se encuentra Biniedrís, situada a escasos 2 km tierra adentro, que forma parte de este complejo funerario. Biniedrís, junto con las cuevas de Mussol, Cárritx y Pas, destaca por recoger un patrón funerario particular de la isla y por su fabuloso estado de conservación. Este trabajo girará en torno a las investigaciones que se vienen desarrollando sobre la primera de ellas, gracias a un proyecto de investigación financiado por la Fundació Rubió i Tudurí de la isla de Menorca. Las investigaciones sobre la cueva de Biniedrís son bastante recientes. Se remontan a mediados del año 2013, momento en que un grupo de espeleólogos menorquines, capitaneado por Pere Arnau, se descolgaron poco más de 1,5 m sobre la pared rocosa del barranco de Biniedrís para terminar adentrándose en la cavidad tras atravesar una entrada monumental de mampostería. Inicialmente, se pensó que se trataba de la conocida como Cova des Gegant (Veny 1982). Sin embargo, en poco tiempo se pudo certificar encontrarnos ante un yacimiento arqueológico diferente que sólo distaba 5 m de la cueva descubierta por el padre C. Veny. De ahí la confusión.

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Al igual que sucede con las cuevas investigadas Mussol, Cárritx y Pas, la de Biniedrís, del que recibe su nombre, es prácticamente inaccesible al encontrarse en la pared vertical del barranco. Prueba de ello es que para acceder a su interior y proceder a la recuperación de su registro arqueológico ha sido necesario el montaje de un estructura metálica de más de 10 m de altura. Sin embargo, esto no impidió que en algún momento de su historia se viera violada por una intromisión clandestina, que dejó su huella en la parte central de la cueva. Al contrario de lo que se pudiera pensar, en la actualidad tenemos la convicción de que su secuencia estratigráfica quedó inalterada desde las prácticas rituales acontecidas en su interior hace aproximadamente unos 3000 años, a excepción del punto concreto mencionado anteriormente. La cueva de Biniedrís, como las otras tres mencionadas, es un yacimiento excepcional: primero, por la conservación de su registro arqueológico, y, segundo, por la variabilidad tanto en cuanto a la cantidad como calidad de los restos de cultura material identificados en su interior. Tras la única campaña de excavación realizada hasta el momento (durante los meses de junio y julio de 2015), el volumen y calidad de restos de cultura material ha sido ingente y extraordinario: restos humanos, fauna, microfauna, madera (trabajada y sin trabajar), tejidos, materia orgánica, objetos manufacturados en hueso y metal, etc. Muchos de estos objetos han sido recuperados durante el proceso de excavación, si bien otros tantos (dadas sus características) lo han sido durante el proceso de flotación hídrica del 100% del sedimento recuperado. En la actualidad, todos estos restos de cultura material están siendo objeto de análisis por parte del equipo de investigadores e investigadoras de carácter nacional e internacional. Por ello, en el presente trabajo, solo están recogidos algunos de los datos preliminares. 2. LA CUEVA DE BINIEDRÍS 2.1. Notas geográficas y geológicas La cova de Biniedrís se localiza en la margen oriental del barranco del que recibe su nombre. Junto al de Lloc Nou des Fasser y el de Sant Domingo (Fig. 1), desemboca en la conocida zona arqueológica de Calescoves, en el sector central de la isla. Estos barrancos se sitúan en el sector central del Mig-

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jorn de Menorca, donde las rocas tabulares del Mioceno superior se hallan relativamente elevadas debido a la existencia de varias fallas y de una ligera flexura que se produjo durante el Plioceno-Pleistoceno (Pomar et al. 2002). Esta deformación, que eleva la parte central de la Isla y hunde sus extremos oriental (Maó) y occidental (Ciutadella), podría estar ligada a la rotación dextra resultante de los movimientos diferenciales entre bloques litosféricos en los márgenes del Surco de Valencia (Parés et al. 1992). Esta cavidad natural, con apenas modificaciones antrópicas en su morfología (tal y como sucede en otras muchas conocidas), se sitúa justo en el punto en que el barranco de Biniedrís comienza a encajonarse en la plataforma tabular del Migjorn menorquín. Todo apunta que se trata de una forma endokárstica natural con boca abierta en la parte media/superior del acantilado, sin circulación hídrica y ligeramente modificada antrópicamente. Representa la salida natural de los numerosos conductos visibles en su interior, orientados de manera sensiblemente ortogonal a la dirección del valle. Su formación probablemente esté ligada a la propia evolución del barranco cuando el cauce del mismo y el nivel freático regional se hallaban en las inmediaciones de la cota topográfica de la caverna. A su vez, podría relacionarse, tal como sugiere M. Trías (2004) para la mayoría de cuevas de este sector de la Isla, con una etapa de estabilización del nivel marino. La cavidad está excavada en una biocalcarenita grosera a muy grosera (rudstone), mal clasificado, dolomitizada y con una distribución muy irregular del cemento. Haciendo uso de la lupa binocular, ha sido posible identificar la presencia de algas rodofíceas, fragmentos de bivalvos, equínidos, foraminíferos y litoclastos de cuarzo y dolomía. Entre los macrofósiles visibles, bastante escasos, solo ha sido posible identificar pectínidos de pequeño tamaño y un fragmento de diente de tiburón. 2.2. ¡Entremos! Definición interna de la cueva de Biniedrís Con más de 10 m de caída libre desde la boca de entrada hasta la plataforma inferior, unida a la carencia de una plataforma o repisa exterior a su entrada, la cueva de Biniedrís se convertía en un espacio prácticamente inaccesible desde la antigüedad (Fig. 2 y 3). Durante su uso, el acceso a este espacio funerario y ritual se pudo hacer de dos formas: bien descolgándose desde la plataforma superior de la cornisa mediante un sistema de cordaje o bien desde la platafor-

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ma inferior con la imposición de estructuras de madera. Ambos sistemas no debieron ser fáciles, si a ello le añadimos la tarea que supondría transportar, en ascenso o descenso, un cuerpo inerte. Comunicando su interior y exterior encontramos una puerta monumental, ciclópea de «piedra seca»,1 que recuerda a las entradas megalíticas. Sus constructores intentaron en todo momento mimetizar su entrada con la pared rocosa en la que se enclava este abrigo, quizás con la intención de alejar cualquier tipo de intrusión posterior a su cierre o inhabilitación, fortuita u ocasional. Un pequeño pasillo enlosado nos marca el camino hacia el interior de la cavidad de unos 18 m2 de superficie. Éste se encuentra enmarcado por ortostatos de mediano tamaño, dispuestos en posición vertical desembocando en una laja en posición vertical e hincada en el sedimento, encargada de marcar la entrada en un espacio singular. A su vez, la puerta conserva el dintel, formado por una gran laja de piedra colocada en horizontal con una forma de arco de medio punto. Esta puerta monumental, como su diseño constructivo, es originario de su momento inicial de uso; así lo demuestra el estudio estratigráfico realizado sobre ella (Fig. 4a y 4b). Seguramente, en su construcción se emplearían trozos de roca del interior del abrigo, que bien estaban desprendidos o bien fueron extraídos ex profeso. La cueva presenta una planta casi ovalada de unos 4,5 m de radio, unos 18 m2 de superficie, con numerosos recovecos propios de su formación natural. Por el momento, y a la espera de confirmación, pensamos que algunas zonas del abrigo pudieron verse transformadas antrópicamente. En su interior encontramos, entremezclados con restos de fauna, microfauna, maderas y otros objetos de materiales diversos, enormes cantidades de restos óseos humanos, desarticulados y dispersos, pero con un cierto orden entre el desorden aparente (Fig. 5). Las mayores acumulaciones2 se concentraban en la zona occidental de la cueva y a un lado y otro de su entrada. Por su parte, la zona meridional quedaba determinada y diferenciada del resto por medio de troncos de madera, que claramente nos marcaban una segregación del espacio ritual. En dicho espacio se encuentran, bien colocados y formando alineaciones paralelas, crá1

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Esta técnica constructiva conocida desde antiguo consiste en colocar piedra sobre piedra sin ningún tipo de argamasa. Esta técnica constructiva continúa muy presente en las construcciones de la isla de Menorca. Construyen secuencias estratigráficas de restos óseos humanos.

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neos humanos (Fig. 6). Hasta el momento, hemos podido contabilizar 18.3 Sin embargo, sabemos que este número podría ser mayor dado que sobre ellos (cubriéndolos) se disponen unas planchas de madera de escaso grosor, que en la actualidad impiden su visualización completa. Tampoco estamos en condiciones de saber si se trata solo de una hilera de cráneos o si, por el contrario, son más. Seguramente, nos encontremos con una circunstancia similar a la acontecida en otras cuevas de la isla como Càrritx, donde la mayoría de los cráneos identificados aparecieron recolocados junto a las paredes de la cueva y en hileras, documentándose hasta un total de cuatro niveles superpuestos (Lull et al. 2014). En la zona noreste de la cueva, justo en una de las zonas más profundas y menos expuestas, se localiza en los niveles sedimentarios superiores la mayor acumulación de recipientes cerámicos de consumo documentados hasta el momento. Su alta fragmentación, unida a su abultada acumulación, nos hace pensar que nos encontramos ante una disposición intencional, asociada posiblemente con un momento concreto del ritual funerario practicado. 3. RESULTADOS PRELIMINARES Como sucede con otras cuevas (Mussol, Càrritx o de Pas), pensamos que la cueva de Biniedrís no se trató de un osario sin más, sino de un espacio sacralizado en el que las prácticas de inhumación, junto a los ajuares que los acompañan, adquieren un papel simbólico predominante, y en donde la vida y la muerte se suceden en un ambiente de ritualidad totalmente premeditado y consentido por parte de las poblaciones que habitaron estas tierras durante el II y I mil. a. C. Aunque por el momento la parte excavada no supera el 10%, ya desde la primera campaña se ha observado, como comentábamos anteriormente, la ingente cantidad de material recuperado. Los resultados preliminares del estudio analítico de estos materiales arqueológicos es el siguiente:

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Esta zona no ha sido objeto de excavación arqueológica.

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3.1. Hueso trabajado En cuevas como Càrritx, ya se apuntó que los cuerpos no eran cubiertos por tierra ni cal, práctica que también ha sido posible descartar en Biniedrís, sino que iría envueltos en una pieza de tela, presumiblemente una «túnica», que bien podría ser la misma que utilizarán a lo largo de su vida. Esta «túnica» iría cerrada mediante la imposición de botones de hueso o marfil (Lull et al. 2014). Remitiéndonos nuevamente a lo exiguo del volumen excavado hasta el momento, el número de botones de hueso recuperados es significativo: contamos con un total de 13 ejemplares, unido a dos elementos apuntados, tres piezas circulares de hueso decoradas con anillos concéntricos y un posible colgante sobre colmillo de suido (ver tabla 1). Los botones La tipología de botones de hueso o marfil con perforación en V comienzan a ser un elemento recurrente en los yacimientos arqueológicos del III milenio ANE, generalización que coincide en el tiempo con el fenómeno campaniforme. En la Península Ibérica han sido analizados desde diferentes perspectivas, en mayor o menor profundidad, en diversos trabajos referentes a áreas geográficas concretas (Delibes 1983, Rodanés 1987, Fonseca 1988, Pascual 1999, López 2006, Altamirano 2013), existiendo incluso una recopilación y estudio de todos los materiales conocidos hasta principios de la década de los noventa procedentes de contextos peninsulares y de las Islas Baleares (Uscatescu 1992). Su presencia en la isla de Menorca se constata en estos momentos, concretamente será en el yacimiento de San Fornell y Ca Na Cotxera donde se identifiquen por vez primera (Lull et al. 1999: 242). Habrá que esperar hasta el II milenio ANE para que su presencia se extienda a las cuevas naturales menorquinas de habitación o funerarias como Lledoner, Son Torrella o Mussol; sepulcros dolménicos como Son Ermità o Ca Na Costa (entre otros); hipogeos como Cala Sant Vicenç 4 o Son Mulet (entre otros); cuevas artificiales y naturales con múltiples cámaras sepulcrales como podría ser Son Oms II para las primeras y Cova des Càrritx para las segundas, o en navetas como por ejemplo La Cova o Binipati Nou (recogidos por Lull et al.1999: 242). La colección actual de botones con perforación en V de Biniedrís presenta una morfología y proceso de manufactura bastante estandarizado. En lo que

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respecta a la materia prima, se ha observado un predominio claro del hueso, aunque al menos tres de ellos se realizaron a partir de colmillos de suido (cerdo, Sus domesticus, o jabalí, Sus scrofa). En lo que respecta a su tipología, en todos los casos parece corresponder al tipo prismático triangular corto de perforación simple (López 2006: 96). Sin embargo, no guardan un patrón estandarizado en cuanto a la localización y separación de sus perforaciones, algo bastante común y constante en todos los ejemplares conocidos en la Prehistoria. En cuanto al proceso de manufactura, no podemos establecer su secuencia al disponer sólo de artefactos terminados, sin conocer por el momento ninguna otra evidencia del mismo. No obstante, y teniendo en cuenta algunas propuestas al respecto (Mérida 1997), parece que los soportes se obtuvieron en todos los casos mediante segmentación del bloque de materia prima o parte del mismo. Analizando los botones de hueso, observamos que se trata en todos los casos de pequeños segmentos obtenidos a partir de la diáfisis de un hueso largo de un animal de gran talla (ciervo, bóvido), posiblemente metápodos o tibias. En el caso de aquellos realizados a partir de colmillos de suido, se procedió a segmentar la parte compacta de estos para obtener estos soportes de forma aproximadamente triangular, facilitada por la morfología natural del colmillo (Fig. 7). Una vez preparados los soportes, se procedía a modificar éstos mediante el suavizado y regularización de toda su superficie. Para ello se empleó en todos los casos la técnica de abrasión, utilizándose un abrasivo de grano fino a juzgar por los estigmas observados microscópicamente. Con respecto a las perforaciones, localizadas en la base rectangular de los botones, parece que todas fueron realizadas cuando la pieza ya se encontraba en una fase avanzada de su manufactura, si no terminada. En todos los casos, las perforaciones han sido realizadas, muy posiblemente, empleando un punzón de metal muy fino. El conocimiento, la destreza y la habilidad de la artesana o artesano para realizarlas debían de ser altas; sin embargo, como en todos los trabajos, siempre hay pruebas fallidas. Esto fue lo que sucedió en el ejemplar 1089, en el que se observa una desviación de la perforación en V, llegando a fracturar una de sus caras (Fig. 7). Este tipo de elementos debieron ser muy preciados en el pasado, no sólo por su manufactura cuidada, sino por los posibles nexos simbólicos entre el

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portador y el objeto en sí mismo. En algunos de estos objetos procedentes de contextos peninsulares del III milenio ANE, se ha observado un mantenimiento constante de estos objetos a través de reparaciones sistemáticas tras la rotura de la perforación, presentando además un fuerte desgaste de sus superficies por un uso prolongado en el tiempo. Se tratan de piezas que pudieron haber sido heredadas de generación en generación (Altamirano 2014). Con respecto a nuestro conjunto, sabemos que todos los ejemplares fueron usados con anterioridad a ser amortizados en el enterramiento, y no realizados expresamente como elementos de ajuar. En todos los casos, se observa un alto desgaste de las superficies, tanto en el perímetro de las perforaciones como en el conjunto de las piezas. En ningún caso son resultado de procesos posdeposicionales, y sí de un uso prolongado a lo largo del tiempo. Seguramente en contacto directo con elementos que favorecieron dicho lustre o pulido, como pueden ser fibras vegetales y elementos textiles, lo que nos confirmaría la hipótesis esgrimida por otros autores antes que nosotros cuando comentaban que estos elementos fueron empleados como accesorios de la vestimenta, de carácter cotidiano y posteriormente funerario, de los cuerpos enterrados en Biniedrís. Sin embargo, es llamativo que en seis de los trece ejemplares documentados hasta el momento se haya identificado micro y macroscópicamente la impregnación de un mineral de color rojo, posiblemente ocre4 (Fig. 8). Estas impregnaciones es posible que estén en relación con el tipo de ritual identificado en otras cuevas menorquinas como Càrritx, en las que inicialmente se procedía al tinte del pelo de los difuntos y difuntas y su posterior corte y almacenamiento en pequeños contenedores dotados de tapaderas de hueso trabajado con decoración. Otra hipótesis podría ser que estos elementos, al igual que las ropas/ vestimentas, pudieran estar impregnados por dicho mineral de forma cotidiana formando parte de motivos decorativos. Útiles apuntados Además de estos elementos empleados como elementos de adorno, a la vez que botones, se han documentado algunos ejemplares de útiles óseos. Se trata 4

En este momento se están procesando los resultados obtenidos mediante la técnica del SEM (Microscopio Electrónico de Barrido) con la intención de poder confirmar que los restos de mineral corresponden con óxido de hierro hidratado (ocre). Dichos estudios se han realizado en el Centro de Investigación de la Universidad de Granada.

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de dos artefactos con una extremidad activa aguzada, seguramente empleados para perforar, a modo de aguja, punzón, lezna o barrilla. Una de ellas (1548) está realizada sobre tibia de mamífero de media talla, mientras que la otra (1612) lo hace sobre un metápodo (metatarso o metacarpo). En ambos ejemplares, presumiblemente se trataría de hueso de ovicáprido. Ambos ejemplares presentan un proceso de manufactura similar, adquisición de los soportes alargados a partir de la diáfisis, posiblemente por bipartición, obteniéndose dos mitades de la caña del hueso (o cuatro). Seguidamente, el análisis microscópico ha revelado una manufactura por medio un proceso de abrasión cubriente desde la epífisis hasta completar la superficie de la pieza, acondicionando el extremo activo hasta conseguir una punta y conservando escasas restos anatómicos del bloque de materia prima original (epífisis, canal medular, etc.). Elementos circulares En último lugar, tenemos que hacer referencia a unos ejemplares muy particulares, las tapaderas circulares con motivos de anillos concéntricos en una de sus superficies (anverso). Hasta el momento en Biniedrís sólo hemos recuperado tres ejemplares (1845, 1.1321 y 1.1582) (Fig. 9), aunque estas piezas son bastante escasas en el resto de yacimientos arqueológicos de similares características. De ellas, solo una se conserva completa mientras que de las otras dos sólo se conserva el 50%. Sin embargo, todas parecen haber sido realizadas presumiblemente sobre costilla de bóvido, habiéndose obtenido los soportes mediante bipartición. Como sucede con otros casos conocidos, estas piezas tan solo recibieron tratamiento en una de sus caras (anverso). Esta superficie fue regularizada mediante abrasión, mientras que en la cara inferior conserva abundantes restos del tejido esponjoso. Sendos ejemplares presentan dos perforaciones, una en cada extremo, cuyos bordes presentan un fuerte lustre indicando un rozamiento continuado con algún tipo de fibra (tejido, cuero, etc.) encargado de sujetar este elemento al cuerpo del recipiente. Un desgaste similar se puede apreciar en todo el perímetro de las piezas, lo que puede obedecer a su posible manipulación durante tiempo prolongado, tal vez en relación con su funcionalidad como tapaderas de unos pequeños contenedores y con la acción de abrir y cerrar dichos recipientes. En lo que respecta a su decoración, es interesante destacar la presencia de anillos concéntricos con sección en V realizados mediante incisión con un pun-

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zón metálico. Nuevamente, la habilidad y destreza demostrada en la realización de estas piezas es francamente impresionante. Gracias a los resultados obtenidos en otras cuevas de la isla, en la actualidad conocemos con seguridad cuál fue su funcionalidad, empleándose como tapaderas de contenedores. El hecho de haber existido algún tipo de fibra pasada por sus perforaciones podría relacionarse con algún método para facilitar la apertura de las tapaderas, o incluso con algún tipo de suspensión de las mismas. Por el momento, los dos ejemplares documentados en Biniedrís no han sido encontrados en posición primaria. Sin embargo, en cuevas como Càrritx se documentó una pieza sin decorar que conservaba el resalte que permitía encajar esta pieza en el contenedor, cerrándolo casi herméticamente. Dos cordones (cuero, fibras vegetales, etc.) serían los encargados de mantener el contenido interior a buen resguardo. En su interior, se preservaba cabello humano, concretamente mechones de hasta 13 cm de longitud (Lull et al. 1999: 331). 3.2. Objetos de metal (Tabla 2) Las piezas metálicas forman un conjunto tipológico bien conocido en las Islas Baleares. Responden a las formas de útiles y complementos de uso cotidiano y como parte del ajuar que acompañaba a los difuntos. Las características del registro arqueológico de la cueva impiden determinar la pertenencia de dichos objetos a un individuo en concreto. De todas formas, resulta más acertado pensar, por su propia contextualización, que estos elementos fueron depositados junto a individuos como particulares más que como ofrendas vinculadas a la colectividad de los inhumados. El número de objetos metálicos recuperados por el momento en Biniedrís, atendiendo a las mismas razones ya señaladas con anterioridad, resulta escaso, aunque en términos generales está bien representado. La preservación en que se encontraba la cueva es uno de los motivos principales para que el registro metálico se halle en buenas condiciones de conservación, que se ha mantenido inalterada, durante su estudio y análisis, mediante un embalaje apropiado respetando el grado de humedad y temperatura. Una de las características más sobresalientes de estos objetos es que la mayoría presentan ciertas alteraciones producto de un uso continuado; esto quiere decir que formaron parte de la vida del individuo y, en estos casos, también los acompañan en su paso a la otra vida. De ahí que nos hayan llegado fragmenta-

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dos en algún caso, deformados en otros e incluso prácticamente inservibles en el resto, como ocurre con alguno de los punzones en los que su punta aparece totalmente roma. Por ello se podría decir que es un material amortizado y nunca fabricado ex professo para el tránsito a la muerte. Este aspecto, por simple que parezca, puede tener connotaciones sociales de gran significado para el estudio en curso. Partiendo de la intencionalidad del acto en sí, los objetos tienen la capacidad de mostrarnos desigualdades sociales en rango y género al igual que el poder de determinar el trabajo que las gentes desarrollaron en vida. Son por tanto marcadores a tener en cuenta a la hora de formular hipótesis sobre ritualidad y simbolismo entre las poblaciones prehistóricas. Pese al buen estado de conservación general del material, la amplia mayoría mantiene una pátina de corrosión que hace imposible, por microscopia óptica, observar cualquier tipo de decoración o huellas de uso, sobretodo en el caso concreto de los punzones. De manera sintética, los objetos metálicos recuperados responden a los tipos de: punzones (9 elementos); pulseras simples abiertas en ambos extremos (3 elementos); cuentas de collar (2 elementos); barritas de tipo indeterminado (1 elemento); objetos bicocónico de tipo indeterminado (1 elemento) (Fig. 10b). Durante la excavación se recogieron también 14 pequeñísimos restos, bastante corroídos y, por tanto, difíciles de identificar. Posiblemente no sean más que desprendimientos de la pátina de corrosión de otros elementos presentes en la cueva. Punzones (Fig. 10c) Dentro de los materiales metálicos, los punzones son los elementos más representados, estando prácticamente todos fracturados e incompletos. Por lo general responden a dos modelos tipológicos atendiendo a cómo es su sección: punzones sobre varillas de sección de rectangular a cuadrada, y punzones de sección circular. En ambos casos, tendrían al menos uno de los extremos aguzados. Existen además otro tipo de punzones que tienen el extremo proximal en forma de «cabeza de serpiente». De los dos ejemplares recuperados, en uno de ellos es perfectamente visible aún la marca de enmangue, aunque éste no se haya conservado.

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Pulseras (Fig. 1.a) Se han registrado 3 pulseras de tipo simple, presentando dos de ellas una sección de cuadrada a rectangular y la tercera, circular. En los ejemplares que conservan uno o ambos extremos, estos están bastante aguzados. Se da la circunstancia de que las tres aparecieron juntas, una sobre otra. Este hecho puede ser indicativo de su pertenencia a una sola persona. Cuentas Tan solo han aparecido dos cuentas de collar: una de ellas, circular y de sección rectangular, y la otra, tubular y de sección circular. Barritas Tan solo se ha documentado un fragmento de barrita de sección cuadrangular. 3.2.1. Resultados analíticos Los datos que se presentan deben de ser contrastados con los resultados de otras técnicas analíticas actualmente en proceso. De igual manera, esperamos poder ampliar la muestra con nuevos hallazgos en futuras excavaciones, antes de elaborar una síntesis que caracterice las técnicas de transformación y fabricación de los objetos. Hasta el momento, el estudio arqueometalúrgico realizado queda en parte mediatizado por el propio estado de conservación de las piezas metálicas. Alguno de los objetos carecía prácticamente de núcleo metálico al tener una capa de corrosión gruesa, por lo que no han podido ser analizados. La posibilidad de poder establecer posibles fuentes de materia prima se hará cuando tengamos los resultados de isotopos de plomo que se están realizando en estas fechas.5 Los datos isotópicos realizados al amparo de otros proyectos de investigación centrados en yacimientos baleáricos, así como el amplio estudio de las minas que pudieron ser explotadas durante la Prehistoria Reciente (Salvá 2013), podrán ser de gran ayuda en la consecución de nuestros objetivos. 5

El desarrollo de los análisis por isótopos de plomo (IP) se está llevando a cabo en el laboratorio del Servicio de Geocronología y Geoquímica Isotópica, de la Universidad del País Vasco, en colaboración con D. José Ignacio Gil Ibarguchi.

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Como paso previo al desarrollo de las analíticas pertinentes, todos esos objetos han sido analizados por medio de microscopio y lupa binocular. Fluorescencia de Rayos X (FRX) Uno de los análisis utilizados para conocer la composición del metal es la espectrometría. Para el conjunto de materiales metálicos de la cueva de Biniedrís, se ha empleado el espectrómetro del Museo Arqueológico Nacional6 (Tabla 3). El equipo utilizado permite el muestreo sobre el metal limpio de las piezas, minimizando, por tanto, su deterioro. El análisis se practicó sobre una pequeña zona pulida de la pieza, una vez eliminada la capa de corrosión. La totalidad de los objetos son de bronce (Tabla 3): de ellos la mayoría se corresponden con aleaciones binarias, en que las cantidades de estaño oscilan entre 4%- 13% Sn, seguidos de las ternarias con porcentajes de plomo ( 0,5 % del valor para el cobre; > 2% para contenidos superiores al 5 % en cualquier otro elemento; > 40 % en los contenidos inferiores al 1% de los elementos detectados. Agradecemos a Ignacio Montero la realización de dichos análisis y sus muestras de apoyo en la consecución de los resultados que se presentan en este texto.

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han sido sustituidos por este nuevo metal que proporciona mejoras técnicas y funcionales importantes. Las escasas cantidades en los valores de arsénico de varios de los objetos han de tomarse no como un acto intencionado sino como producto de la reducción de mineral polimetálico de cobre y arsénico junto al estaño (ya sea mineral reducido o metal de estaño). Los datos analíticos sugieren también que no hay una diferencia sustancial entre los tantos por ciento de las aleaciones Cu-Sb como para suponer que existe una relación clara entre la forma del objeto y su uso o funcionalidad. Microscopio electrónico de barrido (MEB-EDX) Una vez que se obtuvieron los datos cualitativos y cuantitativos de los diferentes objetos, se seleccionó solamente uno de ellos para hacer un análisis más detallado de la estructura interna del metal como de algunas zonas e inclusiones puntuales, mediante microscopía electrónica de barrido.7 Esta misma muestra fue posteriormente atacada químicamente para ser observada bajo un microscopio metalográfico. Se trata de un segmento trasversal de una de las pulseras (Bi_1901) que conservaba un buen núcleo metálico. Los resultados del MEB, como los de la metalografía practicada, indican que, pese a que se ha producido una aleación relativamente buena, existen determinados indicadores que apuntan a un cierto descontrol en las condiciones de la producción metálica. La composición de la pieza muestra la creación de segregados ricos en Sn, además de cierta nucleación de los granos con fases más y menos ricas en Sn, localizados en los límites integranticos. Estos aspectos están claramente relacionados con la cantidad elevada de estaño de la pieza (en torno al 11%), por un lado, y con el tipo de aleación desarrollada, por otro. Otro elemento indicativo de ese escaso control al que aludíamos antes, por parte de los metalurgos, es la presencia relativamente elevada de sulfatos de cobre distribuidos en los 7

Dicho análisis se realizó en los Wolfson Archaeological Science Laboratories del Institute of Archaeology, University College London, con un equipo Philips XL30 que incorpora un espectrómetro de energía dispersivas de rayos X (EDX), de Oxford Instruments, empleando un voltaje de aceleración de 20 kV, una distancia analítica de 10 mm, un tamaño de spot de 5.1 y un tiempo de procesado de 5, correspondiente a un tiempo muerto de entre 30 y 40%. Los valores cuantitativos fueron calculados a partir de patrones certificados y los datos se procesaron utilizando el software Inca.

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límites graníticos. En otras zonas punteadas, se aprecian también algunas segregaciones intergraníticas de Ag mezcladas con CuSn. Metalografía (Fig. 10 y 11) El dato más destacable del estudio microestructural y tecnológico8 realizado a la muestra es su elevada porosidad, lo que ha derivado en una fuerte corrosión intergranítica en distintos puntos de la pieza. En general, se observan también poros, algunos de gran tamaño, que no son sino vacuolas gaseosas producto de una falta de pericia en el momento de remover y verter la colada. La microestructura revela igualmente el tamaño de gramos muy heterogéneos y variables en diversas zonas de la pieza. Los procesos térmicos y mecánicos empleados durante la fabricación indican un tratamiento desigual en uno y otro lado de la pieza: mientras que uno presenta un intenso trabajo de forja, en el otro son visibles varios granos de gran tamaño con reminiscencias dendríticas y sin evidencias de grandes deformaciones causadas por la forja ni maclas de recocido. En el lateral más intensamente forjado, se aprecian granos de pequeño tamaño con numerosas maclas sin deformar: lo que es indicativo es que este fue el último proceso realizado. Además, no se observa una recristalización demasiado intensa, por lo que el recocido fue tan leve que no llegó a modificar sustancialmente la microestructura de la pieza. A modo de conclusión, podemos señalar que la pulsera evidencia una cadena de producción de fundición, seguida de una forja en frio y un tratamiento final de leve recocido (F+FF+R) (Fig. 11)

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Este análisis se realizó en los Wolfson Archaeological Science Laboratories del Institute of Archaeology, University collage of London, con un microscopio metalográfico LEICA DM 4500 P LED mediante luz reflejada. Las fotografías fueron tomadas empleando una cámara incorporada LEICA DFC 290 HD. El tratamiento posterior de imágenes se realizó con el programa LAS (Leica Application Suite) V4.2. Ambas analíticas, MEB y metalografía, fueron realizadas por Charles Bashore, al que agradecemos enormemente su colaboración desinteresada.

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4. REFLEXIONES FINALES: ALGUNAS NOTAS SOCIALES Pese a lo exiguo de lo excavado hasta el momento, factor que lógicamente determina la cantidad y variabilidad de cultura material recuperada hasta el momento y el conocimiento general de las prácticas sociales que tuvieron lugar en el interior (y posible exterior) de la cueva de Biniedrís, son varias las consideraciones preliminares que podemos realizar acerca de esta población. En base a los elementos de cultura material, particularmente, los recipientes cerámicos recuperados y careciendo por el momento de dataciones de C14, podríamos apuntar que el momento de funcionamiento de la cueva de Biniedrís como espacio social y ritual coincidiría en el tiempo con la época naviforme de la isla de Menorca. En este momento, como es sabido, muchas de las pequeñas cavidades naturales dispersas por el territorio menorquín están acogiendo unas prácticas sociales rituales muy determinadas, convirtiéndolas en auténticos cementerios o necrópolis de finales del II milenio A.C. Por el momento, y siempre teniendo en cuenta los datos arqueológicos con los que contamos en la actualidad, pensamos que nos encontramos ante una secuencia estratigráfica que debió de sufrir pocos o nulos hiatos temporales. No obstante, esta hipótesis de trabajo solo será despejada cuando finalice la recuperación de su registro arqueológico y su posterior análisis bioarqueológico. Atendiendo los datos preliminares de que disponemos por el momento, podemos decir que en el interior de la cueva de Biniedrís se inhumó muy posiblemente una población completa. El perfil demográfico identificado hasta el momento nos habla de que hombres y mujeres de diferentes edades fueron enterrados en su interior acompañados de sus objetos personales, marcando y dejando clara su identidad tanto individual como colectiva. Además, y teniendo en cuenta los diferentes «caracteres no métricos» –elementos transferidos genéticamente entre generación y generación–, como pueden ser escotadoras de vastus, aperturas septal, incisivos en pala, dobles orificios en apófisis transversal, etc., podríamos hablar de un grupo vinculado por lazos de parentesco y de consaguineidad. Sabemos que se trata de una población robusta, sobre todo en el caso de los hombres, los cuales presentan un mayor desarrollo de sus extremidades superiores. Muy posiblemente, este hecho tendría una relación directa con el tipo de trabajos realizados durante sus vidas. Por el momento, se han identificado

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eva alarcón et al.

escasas diferencias en cuanto a la estatura media de los hombres y mujeres. Para el caso de los hombres, estos oscilarían entre 1,70 y 1,72 mientras que, en el caso de las mujeres, en torno a 1,68 y 1,69. En cuanto a su salud, los estudios preliminares también nos hablan de una relativa buena salud de los inhumados. Sin embargo, al igual que sucede en el conjunto de las sociedades del bronce europeo, es bastante común encontrarse entre estas poblaciones patologías propias de patrones de actividad como pueden ser lesiones degenerativas (artrosis, nódulos de schmorl), enteseopatías y lesiones traumáticas y otro tipo de procesos de dolencias y enfermedades como son los procesos infecciosos y las alteraciones metabólicas, así como los cálculos dentales, caries, abscesos dentales y PDAM, entre otros. Entre todas las patologías identificadas hasta el momento, destaca la presencia de una de ellas, la trepanación. Esta práctica, documentada en las poblaciones prehistóricas europeas y de la isla, es bastante singular entre la población representada en esta cueva, primero por el número de cráneos trepanados detectados. Concretamente, hasta el momento se han documentado un total de cinco en los únicos sectores excavados. Y, en segundo lugar, todos los individuos sometidos a esta práctica quirúrgica sobrevivieron, según los estudios antropológicos realizados. Este hecho nos demuestra tres cuestiones fundamentales para entender a este grupo social: la primera, el enorme conocimiento que esta sociedad tuvo sobre el procesamiento de esta práctica; la segunda, la habilidad demostrada en su ejecución, y la tercera, la implicación de todos los miembros del grupo en la realización de todos aquellos trabajos necesarios para mantener a la persona trepanada con vida. Aunque son muchos los interrogantes que quedan por despejar sobre la población que se inhumó en la cueva de Biniedrís, lo cierto es que también será inimaginable el conocimiento que se generará con este proyecto de investigación, acercándonos, por un lado, a un grupo social particular de Menorca y, por otro, a unas prácticas sociales que, sin lugar a dudas, definen la identidad individual y colectiva de los hombres y mujeres que vivieron en la isla hace aproximadamente 3000 años.

Cueva de Biniedrís: una historia por contar

175

AGRADECIMIENTOS La excavación de la cueva Biniedrís forma parte de un proyecto de investigación titulado Ideología ritual y prácticas sociales en Cova de Biniedrís des Baix Vell (Menorca), financiado por la Fundació Rubió i Tudurí y, en el último año, por el Institut Menorquí d’Estudis (IME). Desde aquí queremos agradecer las facilidades prestadas por el dueño de la finca en que se enclava dicha cueva, D. Antonio Pons Carreras. BIBLIOGRAFÍA Altamirano garcía, Manuel (2014): «Uso y mantenimiento de objetos. Botones y peines marfil, hueso y asta de ciervo de Los Castillejos de Montefrío (Granada)». Revista de Antiquitas 26. Priego de Córdoba: Museo Arqueológico de Priego de Córdoba, p. 155-160. Delibes de castro, Germán (1983): «El País Vasco. Encrucijada cultural en el inicio del Bronce Antiguo (s. XVIII a. de C.)». Varia II. Valencia: Serie Arqueológica 9, p. 131-164. Fonseca ferrandis, Rafael (1988): «Botones de marfil de perforación en V del Cerro de la Encantada (Granátula de Calatrava, Ciudad Real)». Actas del I Congreso de Historia de Castilla-La Mancha, III. Toledo: Servicio de Publicaciones de la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha, p. 161- 168. López padilla, Juan Antonio (2006): «Distribución territorial y consumo de botones de perforación en “V” en el ámbito argárico». Trabajos de Prehistoria 63 (2). Madrid: Instituto de Historia, p. 93-116. Lull, Vicente, Micó, Rafael, Rihuete, Cristina, Risch, Roberto (1999): La Cova des Càrritx y la Cova des Mussol. Ideología y sociedad en la Prehistoria de Menorca. Barcelona: Consell Insular de Menorca. – (2014): «Rituales funerarios en Menorca durante la Edad del Bronce». Studia Arqueologica, la muerte en el Prehistoria Ibérica, Casos de estudio. Guerra doce, Elisa y Fernández manzano, Julio (coords.), Universidad de Valladolid, p. 137-154. Mérida González, Víctor (1997): «Manufacturing process of V-Perforated

176

eva alarcón et al.

ivory buttons». Proceedings of the 1993 Bone Modification Conference, Hot Springs, South Dakota, (L. A. Hannus, L. Rossum y R.P. Winham eds.). South Dakota: Archeology Laboratory, Augustana College (Occasional Publication, 1), p. 1-11. Montero, Ignacio, Gornés, Simón, De Nicolás, Juan, Gual, Joana (2005). «Aproximación a la metalurgia prehistórica de Menorca entre el 2000 y el 650 cal AC». MAYURQA, 30/2005-I. Palma de Mayorca: Revista del Departament de Ciències Històriques i Teoria de les Arts, p. 289-306. Pares, J. M., Freeman, R. y Roca, E., (1992). «Neogene estructural development in the Valencia Trough margins from paleomagnetic data». Tectonophysics 203, p. 111-124. Pascual benito, Josep Lluís (1999): Utillaje óseo, adornos e ídolos neolíticos valencianos. Valencia: Serie de Trabajos Varios del Museo de Prehistoria de Valencia (S.I.P. 95), Diputación Provincial de Valencia, 358 p. Pomar, L., Obrador, A. y Westphal, H., (2002): «Sub-wavebase cross-bedded grainstones on a distally steepened carbonate ramp». Upper Miocene, Menorca: Sedimentology 49, p. 139-169. Rodanés vicente, José María (1987): La industria ósea prehistórica en el Valle del Ebro. Neolítico-Edad del Bronce. Zaragoza: Diputación General de Aragón, Departamento de Cultura y Educación, 264 p. Salvá, Bartomeu (2013): Arqueometal.lúrgia com a reflex de l’estratificació social a les Illes Balears. Barcelona: Departament de Prehistòria, Història Antiga i Arqueologia, Universidad de Barcelona, 718 p. Veny melià, C., 1982: La necrópolis protohistórica de Cales Coves, Menorca, Biblioteca Praehistorica Hispana 20.

Cueva de Biniedrís: una historia por contar

Figura 1.

Figura 2.

177

178

eva alarcón et al.

Figura 3.

Figura 4.

Cueva de Biniedrís: una historia por contar

Figura 5.

Figura 6.

179

180

eva alarcón et al.

Figura 7.

Figura 8.

Cueva de Biniedrís: una historia por contar

Figura 9.

Figura 10.

181

182

eva alarcón et al.

Figura 11.

Diente

Botón

1.1417

1.1592

Botón

1.1321-1

Pieza circular

Pieza circular

1905

1.1582

Botón

1904

Botón

Botón

1903

Botón

Botón

1883

1.1491

Botón

1849

1.1492

Botón

Pieza circular

1627

Botón

Apuntado

1611

1548

1612

Hueso

Botón

Apuntado

1522

Hueso

Diente

Hueso

Hueso

Diente

Diente

Hueso

Hueso

Hueso

Hueso

Hueso

Hueso

Hueso

Hueso

Hueso

Diente

Botón

Colgante

1375

Materia prima

1089

Tipo

Nº Inventario

Colmillo

Costilla

Hueso largo

Colmillo

Colmillo

Costilla

Hueso largo

Hueso largo

Hueso largo

Hueso largo

Costilla

Hueso largo

Metápodo

Colmillo

Tibia

Hueso largo

Colmillo

Hueso largo

Parte anatómica

Suido

Bóvido

Macrofauna

Suido

Suido

Bóvido

Macrofauna

Macrofauna

Macrofauna

Macrofauna

Bóvido

Macrofauna

Cáprido

Suido

Cáprido

Macrofauna

Suido

Macrofauna

Especie

-

Bipartición

Segmentación

-

-

Bipartición

Segmentación

Segmentación

Segmentación

Segmentación

Bipartición

Segmentación

-

Bipartición

Segmentación

-

Segmentación

Método obtención soporte

Abrasión

Abrasión/Incisión

Abrasión

Abrasión

Abrasión

Abrasión/Incisión

Abrasión

Abrasión

Abrasión

Abrasión

Abrasión/Incisión

Abrasión

Abrasión

Raspado/ Abrasión

Abrasión

Abrasión

Raspado/Abrasión

Abrasión

Técnica manufactura

Alto

Alto

Alto

Alto

Alto

Alto

Alto

Alto

Alto

Alto

Alto

Alto

Medio

Alto

Medio

Alto

Alto

Desgaste

Tabla 1. Identificación y clasificación de los objetos en hueso trabajado

Espirales decorativas

Impregnaciones de mineral

Espirales decorativas

Impregnaciones de mineral

Impregnaciones de mineral

Impregnaciones de mineral

Espirales decorativas

Impregnaciones de mineral

Impregnaciones de mineral

Observaciones

Cueva de Biniedrís: una historia por contar 183

184

eva alarcón et al.

Tabla 2. Dimensiones y peso de los elementos metálicos recuperados Signatura

Tipo

Long.(cm)

Anchura

Diám. (cm)

Grosor (cm)

Bi_1029 Bi_1132-6

Peso (gr)

Conserv.

PUN

5,7

----------

0,4

-------------

2,10

Inc.

CUE

-------------

0,8

0,3

0,10

Com.

Bi_1212-7

BAR

1,00

0,3

-------------

0,2

0,14

Inc.

Bi_1345

Bicóni

4,9

2,6

0,9

-------------

35,80

Inc.

Bi_1889

PUL

-------------

0,9

4,2

0,3

10,75

Com.¿?

Bi_1900

PUL

-------------

4,6

0,4

7,33

Inc.

Bi_1901

PUL

-------------

0,4

4,8

0,4

4,14

Com.

Bi_1902

PUN

5,4

0,5

-------------

-------------

2,35

Com.

Bi_1907

PUN

5,9

0,5

-------------

0,2

1,97

Inc.

Bi_1908

PUN

7,00

----------

0,2

-------------

1,98

Inc.

0,2

-------------

0,15

Inc.

----------

0,6

-------------

1,88

Inc.

Bi_11410-2

PUN

1,5

Bi_11591

PUN

6,2

Bi_11601

PUN

3,00

0,3

-------------

-------------

1,19

Inc.

Bi_11680

CUE

0,5

----------

0,5

-------------

0,32

Com.

Bi_11689

PUN

3,5

----------

-------------

0,5

1,78

Inc.

Bi_11690

PUN

3,3

0,5

-------------

0,4

1,57

Inc.

Tabla 3. Resultados del análisis por Fluorescencia de Rayos X (ED- FRX) Nº Inv.

Laborat.

Notas

Tipo

Fe

Ni

Cu

Zn

As

Ag

Sn

Sb

Pb

Bi

Bi_1345

PA24600

Limpio

Elem. bicónico

ND

ND

87,2

ND

ND

ND

12,3

ND

0,45

ND

Bi_1902

PA24598

Limpio

Punzón

ND

ND

83,6

ND

ND

ND

11,3

ND

5,06

ND

Bi_1908

PA24599

Limpio

Punzón

ND

ND

85,2

ND

ND

ND

7,98

ND

6,84

ND

Bi_1907

PA24568

Limpio

Punzón

ND

ND

87,6

ND

ND

ND

11,7

ND

0,7

ND

Bi_1029

PA24569

Limpio

Punzón

ND

ND

95,8

ND

0,09

ND

4,07

ND

ND

ND

Bi_1900

PA24570

Limpio

Pulsera

ND

ND

90,4

ND

ND

ND

9,62

ND

ND

ND

Bi_1899

PA24571

Limpio

Pulsera

ND

ND

94,5

ND

0,14

ND

5,33

ND

0,07

ND

Bi_11690

PA24572

Limpio

Punzón

ND

ND

89,5

ND

ND

ND

10,2

ND

0,27

ND

Bi_1885=11689

PA24573

Limpio

Punzón

ND

ND

87,8

ND

0,32

ND

10,7

ND

1,16

ND

Bi_1901

PA24574

Limpio

Pulsera

ND

ND

90

ND

ND

ND

9,93

ND

0,11

ND

Bi_11601

PA24575

Limpio

Varilla

0,12

ND

87,9

ND

1,2

ND

10,5

ND

0,28

ND

Bi_11591

PA24576

Limpio

Punzón

ND

ND

85,3

ND

0,25

ND

12,8

ND

1,69

ND

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